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El libro de la almohada (Makura no sōshi) está basada muy libremente en la célebre obra de
Sei Shonagon, la dama de la corte imperial de la época de Heian (siglo X). la filmografía nos
propone un diario (nikki bungaku) no narrativo, hecho de fragmentos y catálogos, una
“taxonomía íntima” (clasificación) de sensaciones y reflexiones inconexas.
La obra opera “una dispersión del sujeto en fragmentos” (Sei Shônagon, 2003, p. 15) que
cuestiona nuestros hábitos de intelección de lo identitario y la linealidad de su supuesta
coherencia interna. Será una pieza literaria tan alejada de lo convencional que modela y
textualiza la identidad de la protagonista y que la marcará desde su más tierna infancia.
La representación del libro, una de las pautas más importantes de la creación de Greenaway,
permite promover recorridos que autorizan una lectura menos lineal. “de la seudo continuidad
fílmica”. La protagonista moderna Nagiko, como Sei Shónagon es una fisionada fetichista de
los cuerpos-textos. Shonagon fundadora del libro de impresos de “la vida corriente”.
Si bien Duarte señala la perfección estética y de una maestría innegable, el filme peca por
exceso y por efecto de saturación.
la manipulación de las imágenes con los ordenadores permitieron una expansión de los
encuadres segundarios con cromatismos diferentes. Greenaway hace uso de las pantallas
incrustadas en referencia a las acciones simultaneas o paralelas como en la gramática y la
narratología de la cinematografía clásica.
Creo en lo personal que Greenaway sólo busca reconstruir la esencia, todo aquello que
defina, sin engañar, usando el mínimo de elementos posibles, la mentalidad y la cultura de la
época. Gracias a un nuevo concepto de montaje, que además comporta una nueva estética
cinematográfica propia, la importancia capital de este hecho reside en la voluntad de
abstracción que plantea tanto visual como conceptualmente.