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HERMENEÚTICA INTERCULTURAL N°33, 2020 | ISSN 0718-4980 | ISSN 0719-6504 en línea | pp. 185-205
DOI: 10.29344/07196504.33.2302
Recibido: 28 de agosto 2019 | Aprobado: 20 de noviembre 2019
RESUMEN
En el presente artículo se busca dar cuenta de las peculiaridades Palabras
metódicas y sistemáticas del enfoque heideggeriano de la espa- clave: espacio,
cialidad (Räumlichkeit). De este modo, podrá comprenderse de espacialidad,
mejor forma, estimamos, algunas posiciones heideggerianas que cuerpo propio,
han llevado a críticas por parte de sus lectores, especialmente Heidegger, Ser y
aquella que se relaciona con la pretendida omisión del cuerpo Tiempo
en Ser y Tiempo. Finalmente, nos reapropiaremos de esta crítica
clásica, pero desde un sustento diferente al que habitualmente
suele servirle de base.
*1
Una primera versión de este texto fue presentada el 30 de agosto de 2018 en marco
del III Congreso Nacional de la Sociedad Iberoamericana de Estudios Heideggerianos,
sección Chile (SIEH/Chile), realizado en la Pontificia Universidad Católica de Valparaí-
so. Agradecemos a quienes participaron de la discusión en esa instancia por la ayuda
que nos reportaron sus ideas en la mejora del texto. Un lugar especial merecen aquí las
valiosas observaciones de Roberto Rubio, tanto en ese contexto como en intercambios
posteriores en torno a este texto. En esas instancias posteriores, el Prof. Rubio nos facilitó
además importante bibliografía que nos permitió completar la perspectiva del trabajo.
El texto ha sido modificado en varios aspectos y en todas sus secciones, entre otras cosas,
gracias a las recomendaciones que él nos hizo. Las traducciones son nuestras. El presen-
te artículo se inscribe en el marco del proyecto de investigación FONDECYT/INICIA-
CIÓN n° 11170331.
**2
Chileno, licenciado, magíster y doctor en Filosofía por la Universidad de Chile.
Profesor Asistente del Departamento de Filosofía de la Universidad de Chile. Contacto:
fjabalo@uchile.cl.
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2470-2811
***3
Chileno, licenciado en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Chile y
doctor en Filosofía por la Martin-Luther-Universität Halle-Wittenberg (Alemania). Pro-
fesor Asistente del Departamento de Filosofía de la Universidad de Chile. Contacto:
luis.placencia@uchile.cl .
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-1052-0846
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El espacio de la praxis en Heidegger | Abalo y Placencia
ABSTRACT
This article is aimed at revealing the methodical and systematic Keywords: space,
peculiarities of the Heideggerian approach to spatiality (Räumli- spatiality, own
chkeit). This will allow us to better understand some Heidegge- body, Heidegger,
rian positions that have been criticized by his readers, especially Being and Time
that related to the presumed omission of the body in Being and
Time. Finally, we reappropriate this classical critique, but from
a different supporting foundation than that regularly used as a
basis.
RESUMO
No presente artigo buscamos apresentar as peculiaridades me- Palavras-
tódicas e sistemáticas do enfoque heideggeriano da espaciali- chave: espaço,
dade (Räumlichkeit). Deste modo, consideramos que poderão espacialidade,
ser compreendidas de melhor forma algumas posições heide- corpo próprio,
ggerianas que levaram a críticas por parte de seus leitores, espe- Heidegger, Ser e
cialmente aquela relacionada com a pretensa omissão do corpo Tempo
em Ser e Tempo. Finalmente, nos reapropriaremos desta crítica
clássica, mas desde uma sustentação diferente da que habitual-
mente costuma lhe servir de base.
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Sobre el empleo de las expresiones “subjetivo” y “objetivo” en Kant, cfr. las indica-
ciones en Placencia (217 y ss.).
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Los lugares más visitados en los que M. Heidegger expone su concep-
ción sobre la espacialidad se hayan principalmente en SZ. Se trata de
los célebres parágrafos 22 a 24, contenidos en el tercer capítulo de la
primera sección (El análisis fundamental preparatorio del Dasein), y el
parágrafo 70 del cuarto capítulo de la segunda sección (Dasein y tem-
poralidad), ambas secciones contenidas en la única parte publicada
del tratado. No son, con todo, los únicos en los que Heidegger se refiere
a esta cuestión y a temáticas afines. Sin embargo, un estudio que ana-
lice la cuestión en cada uno de los distintos textos en que Heidegger
acomete el asunto mencionado y muestre las relaciones sistemáticas y
genéticas entre ellos, no puede ser abordado en el largo de un artícu-
lo. De acuerdo con nuestro conocimiento, un trabajo de este tipo es,
de hecho, una tarea pendiente todavía para la scholarship heidegge-
riana. Por esta razón, este texto se dedicará a una tarea más modesta,
pero que puede servir de primera piedra para un trabajo como el an-
teriormente mencionado. Se tratará fundamentalmente de abordar el
tratamiento heideggeriano de la espacialidad en el contexto del opus
magnum de Heidegger con alguna alusión acotada a obras muy cer-
canas en el tiempo2. Nuestro interés, en consecuencia, estará centra-
do en un análisis de algunos detalles de la sección que no han sido, a
nuestro juicio, rectamente remarcados por la literatura secundaria. Por
la misma razón tampoco nos detendremos en los todos los elementos
relevantes del argumento de la sección.
Un primer punto que debe hacerse notar es que, en el marco de la
investigación especializada, la concepción contenida en estos parágra-
fos ha recibido una atención, aunque creciente, relativamente menor
comparada con otros tópicos que, al menos prima facie, tienen una
relevancia sistemática más notoria. El caso más patente es el que con-
cierne al tiempo. Pareciera haber buenas razones para ello. En efecto,
como ya se mencionó, son pocos los parágrafos que Heidegger dedica
a la cuestión de la espacialidad, estando además uno de ellos consa-
2
En efecto, algunas indicaciones valiosas en relación al tópico que aquí nos interesa
se pueden hallar en Prolegómenos para una historia del concepto de tiempo (GA 20 §25,
306 y ss.), que es, como se sabe, un texto sumamente próximo, tanto en el contenido
como en el tiempo, a SZ (Kisiel 197). Aquí las tendremos en cuenta solo ocasionalmente,
pues el foco estará pues en SZ.
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Existen otros pasajes que destacan la conexión entre la espacialidad y conceptos
centrales de SZ como “ser-en-el-mundo” o aperturidad. Cf. §12, 56; §60, 299. Heidegger
mismo destaca en SZ la remisión que habría en el término Dasein al Da que “según el
sentido familiar de la palabra apunta a «aquí» y «allá»”
4
Dreyfus (139) presenta una útil contraposición de las diferentes características de
las formas de espacio que contrapone Heidegger, concretamente en el §24. Siguiendo en
alguna medida lo establecido por Dreyfus, podríamos caracterizar lo que aquí llamamos
“geométrico” como siendo homogéneo, sin centro, pura extensión, tridimensional, com-
puesto de un agregado de una multiplicidad de posiciones posibles y medible.
5
Este aspecto lo hacen notar con fuerza autores como Villela-Petit (122), Vallega (94-
111) y Cerbone (130).
6
En concreto, sostiene Heidegger en su conferencia “Tiempo y ser” de 1962, “el in-
tento en el §70 de Ser y Tiempo de reconducir la espacialidad del Dasein a la temporali-
dad no se sostiene” (GA 14, 29).
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“La espacialización del Dasein en su «corporeidad», que trae consigo una proble-
mática propia que no ha de ser tratada aquí, está distinguida según estas direcciones”.
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“La espacialidad al Dasein, que esencialmente no es un estar-ahí, no puede signifi-
car algo como aparecer en una posición «en el espacio del mundo» ni estar a la mano en
un lugar” (§23, 104).
9
“El dejar comparecer de lo a la mano en su espacio circundante sólo es ónticamente
posible porque el Dasein mismo es «espacial» con miras a su ser-en-el-mundo” (§22, 104).
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menos sí se puede decir que buena parte del §24 está dedicado a esbozar
en qué medida el conocimiento del espacio y, por tanto, la comprensión
“geométrica” del mismo depende en último término de la espacialidad
existencial en el sentido del “dar lugar” (Einräumen)10. Ahora bien, si
este es el caso, ¿cómo puede el autor expresar el siguiente pensamiento:
“El aquí [del Dasein] lo comprende el Dasein desde el allí del mundo
circundante” (Sein Hier versteht das Dasein aus dem umweltlichen Dort
§23,107)11, lo cual parece implicar, prima facie, el orden inverso de de-
pendencia? La respuesta satisfactoria a esta pregunta supone, a nuestro
entender, considerar dos aspectos sistemático-metódicos que condicio-
nan de punta a cabo la concepción aquí expuesta.
En primer lugar, aquello a lo que refiere la expresión “espacialidad
existencial” no apunta directamente a la pregunta sobre qué sea aquello
que permite que un individuo pueda determinar el lugar en el que de
hecho se halla. Si la expresión “espacialidad del Dasein” admite un sen-
tido en el que se trata del “aquí” que en cada caso un individuo ocupa en
el mundo y que puede ser determinado según ciertos criterios, la “espa-
cialidad existencial” apunta a algo más amplio que implica lo anterior,
pero que no se agota en ello. Visto desde un punto de vista metódico,
la espacialidad existencial es el carácter espacial de algo visto desde el
punto de vista de una cierta estructura ontológica: la existencia. Esto es
clave, pues precisamente lo que dentro del análisis de la espacialidad lla-
mará Heidegger “existenciales” (la desalejación, la direccionalidad) no
son sino elementos explicativos de aquello que tenemos a la vista cuan-
do decimos, por ejemplo, que algo “está en un lugar”, elementos que a su
vez provienen de una cierta idea de existencia que el autor ha anticipado
ya en el §9 (41-45). Para nadie que haya leído el texto es un misterio que
la idea de existencia en SZ es sui generis, pues implica eminentemente
un carácter proyectual. Ya en la descripción formal de existencia, según
la cual el ente del caso existe en la medida en que le “va su ser”, que exis-
tir es “tener que ser”, desliza este aspecto (§9, 42). Así, por ejemplo, eso
a lo que nos referimos de forma intuitiva, i.e. sin fijar temáticamente el
dominio de este concepto a través de una definición o a un recurso de
10
Cerbone, con buenas razones, ha sido especialmente crítico de la tesis heideggeria-
na relativa posibilidad de derivación del “espacio de la naturaleza” a partir de la “espa-
cialidad existencial”. Cf. Cerbone 2013, 142-143.
11
Cf. §28, 132; §70, 368
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“El Dasein, sin embargo, es «en» el mundo en el sentido del ocupado y familiar ha-
bérselas con el ente que se encuentra en el mundo. En consecuencia, si le corresponde
en alguna medida espacialidad, entonces es esto sólo posible sobre la base de este ser-
en, cuya espacialidad muestra el carácter de la desalejación y la direccionalidad” (§ 23,
104-105). En relación con el carácter de apertura dinámica del espacio ha de destacarse
que no es casual que la desalejación al menos, que por otra parte es el existencial relativo
al espacio en cuya explicación Heidegger invierte más espacio, sea caracterizada en tér-
minos transitivos: “usamos la expresión desalejación en un sentido activo y transitivo” (§
23, 105). La “direccionalidad” parece ser caracterizada por Heidegger como “correspon-
diendo” o “perteneciendo” a la “desalejación” y, por tanto, ya entrañando este elemento
activo: “Queda por atender el que la direccionalidad que pertenece a la desalejación está
fundada en el ser-en-el-mundo” (§23 109).
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“El espacio no está ni el sujeto ni está el mundo en el espacio” (§ 24, 111). “Derecha
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e izquierda no son algo «subjetivo» para lo que el sujeto tenga un sentimiento, sino que
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son las direcciones de la orientación a un mundo cada vez ya a la mano” (§23 109). Este
último pasaje remite de modo explícito a la idea que Kant desarrolla en el texto —cita-
do por Heidegger— “¿Qué significa orientarse en el pensamiento?”, así como en el más
temprano y no referido por nuestro autor “Del fundamento primero de la distinción de
las regiones en el espacio” (Von dem ersten Grunde des Unterschiedes der Gegenden im
Raum, cfr. AA 02 375-383). Es de destacar que estos textos presentan claras afinidades
con el modo en como trata el problema del espacio Husserl en Ding und Raum, o del
cuerpo propio como “punto cero” de las orientaciones en Ideas II (Hua IV, 158). Cf. Pla-
cencia (60). No es irrelevante enfatizar en este punto que, ya en Prolegómenos, Heidegger
parece oponerse tanto a la consideración “objetivista” (Descartes) como “subjetivista”
(Kant) del espacio, quedando ambas, a partir de esta concepción, en la misma vereda.
La razón, si mal no entendemos, estriba en que en ambos casos se reconstruye la no-
ción de espacio unilateralmente a partir de uno de los dos lados de la relación sujeto-
objeto. Si alguna pretensión tienen los análisis sobre la “espacialidad”, una vez que se
toma en cuenta que el correcto punto de partida es el ser-en el- mundo, es justamente el
de superar la unilateralidad que supone todo reconstrucción que se base en el esquema
sujeto-objeto. Cf. Prolegómenos para una historia del concepto de tiempo (GA 20) §25,
307, 320ss.
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Este punto cobra particular relevancia, especialmente a la luz de las críticas de Dre-
yfus a la concepción que Heidegger presenta en los parágrafos 22-24. En efecto, Dreyfus
estima que, en determinados momentos, Heidegger mismo pierde de vista la distinción
“de la apertura general del espacio como campo de presencia (Desalejación) que es la
condición para que las cosas estén cerca o lejos de con el traer las cosas cerca del Dasein
y el usarlas” (Dreyfus 132). Para una respuesta a las críticas de Dreyfus, se puede ver los
trabajos de Arisaka y Cerbone.
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Con todo, el asunto es más complicado. Incluso a la luz de la recta con-
sideración del tratamiento heideggeriano que se acaba de hacer, cabe
replantear la cuestión de la omisión de la referencia al cuerpo. Para
entender por qué es necesario, nuevamente un pequeño rodeo.
Anscombe escribe en el § 4 de Intention:
Ahora, parece obvio que en general la pregunta de cuáles son las
intenciones de alguien es sólo decidida con autoridad por él. Una
razón para esto parece ser que, en general, no sólo estamos intere-
sados en la intención de alguien de hacer lo que él hace, sino en su
intención al hacerlo. Usualmente esta última no puede ser vista a
partir del mero ver lo que él hace. Otra razón es que en general la
pregunta por si alguien intenta hacer lo que él hace simplemente
no surge (porque la respuesta es obvia). Y si surge, ella se responde,
usualmente, preguntándole. Además, alguien puede formar una
intención en la que no persevera, sea porque es impedido por algo
o porque sencillamente cambia de opinión. La intención misma,
sin embargo, puede ser completa, aunque quede como una cosa
puramente interior. Todo esto lleva nos lleva a la idea de que si
queremos conocer las intenciones de alguien debemos investigar
los contenidos de su mente, y solamente ellos. Y, en consecuencia,
nos lleva a pensar que si queremos entender lo que es la intención
debemos investigar algo cuya existencia se da en la pura esfera de
la mente y a pensar que, aunque la intención se manifiesta en ac-
ciones y la manera en que esto ocurre también presenta preguntas
interesantes, lo que ocurre físicamente, i.e. los que uno realmente
hace, es lo último que necesitamos considerar en nuestra investiga-
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Esta idea ha sido contradicha por algunos autores, aunque, a nuestro juicio, no de
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alcanzar un fin que yo mismo declare como objetivo de esa acción. Así,
nadie que me vea haciendo ejercicio en un gimnasio podría aceptar la
descripción “estoy comiendo para subir de peso” como una que ade-
cuadamente de cuenta del contenido de lo que hago. La razón es sim-
ple: la trotadora es un medio para correr y correr no es medio para su-
bir de peso (así como correr tampoco es ingerir alimento). Lo anterior
muestra, además, el modo en que esas relaciones causales están inser-
tas en un orden cuerpos y de útiles que tienen carácter ergonómico, i.e.
están diseñados para ser adecuados a los efectos esperados por medio
de la realización de ciertas acciones, i.e. de ciertos movimientos cor-
porales que bajo alguna descripción cuentan como intencionales. La
trotadora tiene la forma de algo que se presta para correr (y para bajar
peso corriendo en ella, pero no parece ser adecuada para comérsela).
Lo mismo el ordenador que uso mientras escribo esto (su pantalla está
dispuesta frente a mí y no debajo del teclado ni en la superficie trasera
de la tapa, que no es visible desde mi posición actual). Este doble ca-
rácter de los útiles requeridos para la acción, sc. su capacidad de co-
nectarse causalmente entre sí según reglas independientes de mí y la
ergonomía, parecen suponer un orden en el cual la función del cuerpo
propio es crucial como elemento básico en la constitución del sentido
de estos entes.
Con todo hasta acá, se podría pensar, no se ha dicho aún nada que
desmienta la rectitud de la presentación del problema de la espaciali-
dad hecha por Heidegger. Es cierto, se podría decir, que es necesario
el orden de los cuerpos para la acción, pero, tal como ya se advirtió,
la experimentación de esos cuerpos como tales supone, se podría de-
cir con Heidegger, por una parte, una ocupación desalejante y orien-
tada del espacio, y, por otra, un mundo que ya se ha abierto ahí en la
forma de zonas para esta orientación pragmática, constituyendo esta
ocupación desalejante y orientada la estructura ontológica básica de
la existencia, i.e. una estructura ontológica que constituye el abrir del
Dasein el mundo independiente de lo que haga cada Dasein en parti-
cular. Es esta idea, con todo, la que está detrás de las relaciones de fun-
damentación entre los dos “espacios” que ya han sido mencionadas y
que parecen en alguna medida dar cuenta del carácter a priori de la
espacialidad del Dasein. Esta “fundaría”, según Heidegger, el espacio
geométrico. Pero la pregunta clave parece ser si es posible realmente
fundar, como lo intenta hacer Heidegger, el orden de los cuerpos en
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La relevancia de estos ejemplos y el modo en que ellos presentan una enorme difi-
cultad para las relaciones de prioridad sugeridas por Heidegger es mostrada con maes-
tría por Cerbone (2013).
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