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A Amparo Chantada, retrato hablado de una

mujer con pasión


Por Hecmilio Galván
Email: triunfaremos@gmail.com
13 de septiembre de 2003

Nunca le he creído el trabalenguas de su origen. Cuenta que a Orán,


mar seco y salino, fue a parar un marinero gallego. Republicano y
socialista, que desertó y echó raíces en el África del Norte, de donde
se dice nacer. Desde Orán partió a Francia y de París a Santo
Domingo. Se dice francesa, española y dominicana. Menos mal que
no se reivindica argelina, musulmana y miembro secreta de los
fedayínes.

Lo cierto es que el paisaje blancuzco de Orán y el origen en disputa


de la paella parecen describirla. Y como que se han quedado
clavadas en su subconsciente, que le hizo terminar varada en esta
ciudad, con su malecón, con sus puertos y su gente que no mira el
mar que tiene de frente. ¿O detrás? Ya me explicaran ustedes si el
Malecón es una pared trasera o delantera de la ciudad.

Lo cierto es que los Dominicanos, salvo honrosas excepciones como


los samaneses, sancheros y sabanalamarinos, no somos isleños.
Nacimos aquí por error u omisión. Nos encerraron los españoles, en
una serranía, dos o tres valles, un promontorio, algunas penínsulas y
dos llanuras, las que creemos que es un continente amenazado. Un
mundo desde donde sólo se puede escapar de tres formas: por Iberia
hacia España, por Americana hacia Nueva York, o mejor y más
barato, por la línea doble A, agua por alante y agua por atrás, que
recorre la ruta del Canal De La Mona.

Francis Drake, Garabito, Osorio y Felipe IV, con sus gobernadores y


secuaces, nos enseñaron que el mar siempre fue temible. Esta isla,
sus contornos y ciudades, eran recorridos, invadidas y saqueadas de
la forma más alegre y repetida por cuanto filibustero o pirata quisiera
entrar por esta tierra inerme e indefensa. Quizás por eso nos hemos
acostumbrado a que la Gulf And Western, la Alcoa, la Falconbrigde y
ahora la Barrick Gold, la saqueen impunemente.

El caso es que desde entonces, el dominicano vive de espalda al azul


inmenso que le bordea, y que sólo recuerda en Semana Santa o
cuando le ponen en la televisión uno de esos engañosos anuncios
para turistas que miente descaradamente diciendo..."República
Dominicana, inagotable". A veces pienso que quizás los politiqueros
han pensado eso y por lo tanto han robado tanto.

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Volvamos a Orán, la de Amparo, célebre por los personajes de la
novela de Camus, que tanto se parecen a nosotros sufriendo una
agonía que parece interminable.

Y es que los dominicanos también parecemos dar vueltas en círculos


como los oraneses. El Estado de cosas, el ambiente, la realidad que
se vuelve una verdadera peste, nos hace consumirnos en nuestro
propio caldo.

Aquí, como en la Orán argelina, la peste ha alterado al ser humano.


La inversión de valores, los hábitos, el salvajismo, el individualismo,
se han vuelto el pan de cada día. Los mortales, como no podemos
vencer la infección que nos gobierna, nos dedicamos a vencernos a
nosotros mismos. La inercia y una desesperación solapada y
tranquila nos consumen lentamente; mientras tanto, escondemos
nuestra impotencia ante la crisis en la alegría pasajera o en el
libertinaje, que es, como último hálito ante la desdicha.

La epidemia en que vivimos y que está en el Poder tiene muchos


rostros. Se presenta siempre con diferentes colores, nombres,
empaques y con múltiples slogans de campaña.

Nos hemos acostumbrado: es verdad. La plaga nos mantiene en un


sueño y una hipnosis; y se propaga y existe; pero aunque nos demos
por vencidos, o cuando la peste nos derrote para siempre, no dejarán
de servir las palabras de Camus: "En el hombre hay más cosas
dignas de admiración que de desprecio", para seguir adelante ¡y
seguiremos!

Volvamos a Amparito.
Cuando ella habla de Oran, uno piensa y dice Camus. De inmediato
ella refunfuña y niega. Dice que no, y orgullosa menciona a Yves
Saint Laurent, como si este ultimo fuese más importante.

Pensemos en parís. 1970. Entremos a Le place du colonel Fabian,


cercano a la Louis Blanc y la rué Albert Camus. Posiblemente ahí la
encontraremos o en un aula de la Universidad De París.

Como dejo atrás su pasado magrebí, poco le importa la música Rai, ni


a Cheb Khaled, mucho menos a Hamid Cheriet, mejor conocido como
Idir, que en árabe significa “vivirá”. Más bien se entretiene con “La
gorriona de París”.

Regresemos a Santo Domingo. La conocí en 2004 o 2005. Sentada


donde debía. En uno de los rústicos bancos de la UASD. Era el
congreso de Fuerza De La Revolución. Ambos estábamos invitados.
Fue el congreso de la división.

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Vestida con ropa fresca y siempre con esa mala primera impresión de
profesora de pocos amigos... Que va... Resultaría todo lo contrario.
Me la presentó Luis Carvajal.

Al poco tiempo de coincidir, y aunque Fidelio nos había puesto antes


en contacto, ya se había propuesto ella misma para imprimir un
volante para una actividad que teníamos en el obelisco hembra. La
habíamos denominado " una bandera y una flor" por el malecón.

Y ese día allá estuvo como el primer gandul. Contenta y emocionada


protestando y festejando la lucha de una ciudad que no quería islas
que le taparan el horizonte. Fue quizás la primera que se sentó en el
pavimento parando el tránsito de todo el malecón. Conociéndola, no
creo que sea la última.

Ahí comprendí que esta mujer, cálida, pequeña, incansable, había


venido desde las costas argelinas, pasando por la ciudad de París,
cuna de los derechos humanos y ciudad que experimentó la Comuna,
que se insubordina cada cierto tiempo, como aquel Mayo. Aquella
ciudad que se explayó en solidaridad con Argelia y en solidaridad con
Santo Domingo en 1965.

Desde aquel día, ha sido soporte para la participación destacada de


los jóvenes y sus organizaciones en la defensa y preservación del
patrimonio ambiental, las que han tenido en Amparito una inspiración
motivadora y que profundiza sus contenidos. Ella se ha involucrado
con los grupos de jóvenes, les ha ofrecido talleres y conferencias. Los
ha apadrinado y ha caminado de cerca con ellos.

Dicen que nosotros los jóvenes, por múltiples razones, especialmente


porque no estamos tan y únicamente involucrados en la tarea diaria
del reproducir la vida materialmente, somos capaces de
identificarnos mucho más con temas simbólicos y trascendentes
como el tema ambiental, los derechos humanos, la paz, la
democratización social.

Lo cierto es que en el caso especifico del tema ambiental, los jóvenes


luchamos por la ineludible tarea de salvarnos. Ya nos hemos dado
cuenta que el ritmo de destrucción y desequilibro planetario no es, ni
puede ser obviado. Que de no detener el curso de la catástrofe, no
habrá aquí espacio para nosotros, ni mucho menos para nuestros
hijos.

Por eso, desde la lucha contra La Ley Sectorial de Aéreas Protegidas


en 2003, la lucha contra el depósito de Rockash en Manzanillo y
Samana en 2004. Pasando por la lucha contra la Isla Artificial en
2005 y contra la devastación Salcedo en 2007 y más recientemente
contra la Cementera en 2009 y ahora contra la Barrick Gold, los
jóvenes han tenido una participación destacada, militante y masiva.

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Desde que recuerdo, en estos hitos, la mayoría de ellos representa
triunfos colectivos donde la conciencia de la población dominicana en
materia ambiental se ha elevado increíblemente, mostrando una
madurez admirable.

En todos estos escenarios, donde los jóvenes hemos asumido nuestra


responsabilidad de frente a las futuras generaciones, Amparo nos ha
acompañado; Desde la maestra, desde el conocimiento. Siempre
desde la horizontalidad. Desde la humildad. Sin pedantería científica,
ni ostentación. Diáfana y sencilla, se ha mezclado con nosotros, ha
marchado, se ha tirado en el suelo, ha aguantado la represión y las
amenazas del Poder, sin pontificados, ni poses. Ha tenido, eso si, que
aguantar ser una joven más, con todo lo que ello implica.

No se puede decir que ella ha sido quien ha llevado a los jóvenes a


luchar por el medio ambiente. Todo lo contrario, lo cierto es que
aunque ella se empecina en negarlo, hemos sido nosotros quienes
hemos revitalizado sus energías y la hemos recuperado para las
calles y las conferencias, para las luchas y para los sueños. Ella nos
ha apoyado siempre como mamá apoyadora (salvo sus momentos de
auto-encojonamientos y pleitos solitarios) y eso definifitivamante nos
ha dado fuerza e inspiración para seguir.

En esta última década en que hemos vuelto a conducir a los jóvenes


a interesarse por los asuntos sociales, a asumir el compromiso social
y a movilizarse, hemos contado, hay que reconocerlo, con adultos y
viejos que han creído en nosotros, que nos han apoyado, que han
aguantado nuestra inexperiencia y rebeldía, pero que nos han abierto
sus puertas. Entre ellos, y como una de las que más, está Amparito.
Por eso hicimos el esfuerzo de estar aquí.

Pero no sólo en actividades o luchas medioambientales hemos tenido


la colaboración de Amparito. Ha sido una militante de las iniciativas
juveniles. Por ejemplo, montó el “stand de la ciudad” en La Otra
Feria, donde presento una copia de la isla Artificial.

Se integró desde los primeros días como Asesora del Cason. Proyecto
que un grupo de jóvenes sabanalamarinos hemos iniciado, donde
pretendemos salvar una mansión victoriana y convertirla en centro
cultural.

Ha sido miembro destacada del Foro Social Alternativo, al punto que


la hemos visto anunciar las huelgas, correrle a los policías y
encabezar las marchas de los médicos. Se ha metido en el mundo de
lo popular-sindical, hasta convertirse en soporte académico de sus
luchas.

Es asesora honorífica de La Multitud y anfitriona de nuestras fiestas,


hasta que un buen o mal día, realmente no se, el chef se emborrachó

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y la fiesta terminó como la de los monos. Hasta ese día duro como
anfitriona

Amparo ha sido, junto a otros técnicos, una destacada activista en la


lucha contra La Cementera y contra el contrato de la Barrick Gold.

Siempre le ha dado un contenido político a la lucha ambiental, como


una lucha de los humanos para transformar sus relaciones con el
ambiente que los rodea.

No se puede decir de Amparo, desde la defensa de la laguna de


Oviedo, hasta la Isla artificial, que pertenece a la corriente
ambientalista burguesa que protege al medio ambiente del ser
humano, idealizando la fauna y la flora y olvidando al sujeto social,
único capaz de transformar la realidad.

Nunca habla de la destrucción medioambiental, sin mencionar la


explotación capitalista transnacional, para que no se pierda el norte.

Por sus méritos y sus luces ha sido víctima de celo profesional.


Doctorada en la Sorbona de parís en geografía, con varios libros
publicados. Con facilidad para el habla y la escritura. Iba a despertar
el celo de los acomodados y mediocres intelectuales del patio,
acostumbrados a subirse en el tren de la modernidad sin dar un
golpe.

La audacia intelectual de Amparo, su capacidad de trabajo, su


renunciación y su falta de ambición personal, era y es, un verdadero
golpe a la tranquilidad de los parques académicos dominicanos. Su
visión baconiana de la ciencia, le va impedir congeniar con quienes la
utilizan para enriquecerse a costa de arreglar los números de las
cuentas por cobrar a la devastación del capital local e internacional.

Nunca olvidaré, que el silencio hueco de un salón del Ayuntamiento


del Distrito Nacional, se vio penetrado por la voz de quien hoy es
director del Jardín Botánico y contratista de Roberto Salcedo en el
jugoso negocio de las palmas, cuando la solemnidad fue interrumpida
por el esperpento de vocearle: "Vete para tu país maldita francesa"

Lo cierto es que Amparito, es definitivamente una dominicana de


hecho y derecho. Nacionalizada dominicana, enraizada aquí, ha
pasado más de cuarenta años aportando sus conocimientos a los
dominicanos. Aportando más que muchos que nacieron aquí, pero
venden su tierra y sus raíces.

Amparo, aunque no ha perdido su inconfundible acento francés, se


ha enamorado y asumido como propio nuestros símbolos nacionales,
el Plátano, el Merengue, la Presidente y el MPD. No estoy seguro si ya
adoptó la bachata o el beisbol, porque sé que es amante del futbol,
donde paradójicamente no va a Francia.

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Todo el que conoce la conoce sabe que es enemiga de la
complacencia y la lamboneria. Que no le interesa caer o quedar bien
con nadie. Que no va de aquí-allí para poner los puntos sobre las ies
o para criticar la pasmosa comodidad de los dominicanos.

Y es que en este país, la lambonería es la profesión más lucrativa, te


puede dar, desde una buena calificación en el colegio, hasta un
puesto de Viceministro en Educación o en Cultura. Si te portas bien
con el líder, una curul o un ministerio. Pero es peligrosa; la chulería
en exceso, la adulonería y el lambonismo, pueden parir monstruos.

Lo peor es cuando eso se convierte en cultura, en modus vivendi,


más bien, en una empresa de grandes vuelos. Hay gente que estudia
y se prepara para eso.

Eso definitivamente le ha traído pleitos, los cuales no huye ni evita.


Aunque hay que decir que muchos de ellos han sido innecesarios y
estériles.

Los que la conocemos sabemos que hay que estar dispuestos a


pelear. Que Amparo defiende sus ideas y sus posiciones más allá de
lo común. Que está dispuesta en cualquier momento a combatir a
quien le contradiga. El que no me crea, que coja un teléfono celular y
llame a Vannia Iani donde quiera que esté.

La UASD, ha sido su refugio académico. Lo que el MPD su refugio


político para los últimos años. Es una verdadera uasdiana; Aunque no
comparte su deterioro moral y su atraso intelectual. Su amor por el
conocimiento y por la juventud le ha llevado a dedicar sus mejores
años a la academia, a los estudiantes

Es una mujer autosuficiente. No depende de nada ni de nadie. No le


atan los tabúes y gusta de ser autentica. No creo que nadie la saque
del Gascue encantador, refugio de la clase media intelectual de
Santo Domingo. El Gascue arborizado y con la arquitectura de los
cuarenta y cincuentas.

Si no está en la UASD, escribiendo uno de sus libros como estos tres,


o en alguna reunión política, búscala que la encontraras en el
colmadito del barrio.

Este colmado, como una gran parte de los colmados de la capital y


del país, pasó hace mucho tiempo de ser la típica bodega para
comprar una cuarta de jabón, media libra de azúcar o unas cuantas
cucharadas de aceite; No.

El que vea un colmado de los de madera, con mostrador sucio y


sacos de arroz o de víveres en el suelo, que le tome una fotografía,

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que lo grabe o que simplemente lo mire y lo recuerde. Que las
bodegas de la esquina están desapareciendo paulatinamente.

Ahora, en vez de laterias y fundas, los colmados tienen en su


estantería rones, whiskey y vinos, de todos los tipos, de todos los
gustos.

La victrola, el jolgorio o el radito de pilas han sido sustituidos por un


potente equipo de sonido y en muchos casos por una vellonera, las
que reaparecieron.

La reunión de las viejas con rolos que venían a media mañana a


comprar verduras y viandas, fue sustituida por las concurridas visitas
de todo el barrio, especialmente después de las cinco, hora donde la
urbanidad se transforma en un caos vehicular de horarios y choferes.

El mostrador ha sido remozado, y la mayoría de veces hay un


muchacho que atiende, sirve y recoge. Ayuda a parar a los borrachos
de cuando en vez.

Ese es el fenómeno del presente.

Amparo, como urbanista, está pendiente de él.

Por eso la encontramos allá. Ahora los colmados son los punto de
referencia fundamental de la socialización. Hombres y mujeres, viejos
y jóvenes, sin importar incluso la clase social, tienden a encontrarse
en ese punto citadino. Especial Microcosmos donde se tejen las
nuevas relaciones y se exhalan los humos y el estrés de una ciudad
cada vez más congestionada, intensa, insufrible.

Allí podemos verla, allí es amiga del borracho que va todas las tardes
a ahogar su pena y sus maldades. Del General retirado. Del pájaro,
del intelectual que no puede beber más de dos tragos. De la mujer
infiel, de los muchachos del barrio. De las demás viejebas como ella.
Pero sobretodo, de su confidente, el nuevo gurú de la societé, centro
de una nueva estructura barrial que se trasladó a la perfección,
aunque con sus características, al Ensanche, el hombre del
momento, El colmadero. Amparo, profesora por muchos años, mujer
liberada y que rejuvenece al escuchar una canción de Jacques Breil,
que ha logrado crear una buena empatía con los jóvenes, que tiene
varios libros publicados varios premios, que se hizo famosa con las
huelgas que tienen un Doctorado en la Sorbona de París, conocedora
del buen vino, el buen queso y los buenos restaurantes de
señores...Posiblemente vaya a esta noche para allá.

Y allá la encontraremos.

Muchas gracias

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