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LA TEORÍA DEL SUPERESTADO

Por Agustín Pérez Reynoso

Las recientes protestas civiles en Chile, Hong Kong, Francia, Venezuela o en México, no son más
que la prueba de que las atribuciones del Estado han excedido el límite de los problemas que
pueden solucionar. Dicho de otra manera, fuera de las ideas de que el neoliberalismo o la
izquierda son o no capaces de resolver las necesidades sociales a corto y largo plazo, la verdad es
que cualquier institución, por sí sola, empezará a fallar al cumplir sus promesas más allá de cierto
límite, por falta de recursos, exceso de soberbia e incapacidad para adaptarse a la demanda.

Un Superestado que pretende tener el monopolio de la política, la economía y la moral es un


simple recuerdo nostálgico del ineficiente Estado comunista, y creo que, tal vez, la defensa legal
del individuo frente a funcionarios, servicios e instituciones públicas, sea la herramienta más
eficiente contra el tamaño perjudicial de las instituciones. En la medida en que un Gobierno falte
en preservar el patrimonio, la integridad del individuo y la moral de la familia, debe de ser la
rapidez con que el daño de la política pública debe ser compensado a la sociedad civil.

Si para el agente de tránsito basta y sobra su testimonio para multar al ciudadano que infringe la
ley, una facultad parecida debería tener toda persona, nacional o extranjera, para sancionar a la
autoridad que es responsable de los baches que maltratan los amortiguadores de su auto o los
costos de un mal servicio en agua potable y saneamiento, vivienda, salud, educación, protección
social, energía o justicia. Usted podrá ver este costo en el informe “México: sueños sin
oportunidad” del Instituto Mexicano para la Competitividad A.C. (IMCO).

Este costo lo podemos ver en altos niveles de pobreza, la informalidad, la baja participación
laboral de las mujeres, la pobre calidad escolar y la exclusión financiera, que influye en la baja
movilidad social, y que, de acuerdo al Centro de Estudios Espinoza Yglesias (CEEY), siete de cada
10 mexicanos que nacen en pobreza no logren superar esa condición a lo largo de su vida. La falta
de competitividad nos cuesta y debe compensarse. agusperezr@hotmail.com

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