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GÉNESIS DEL TOTALITARISMO

Por Agustín Pérez Reynoso

Contrario al Concordato de Worms (1122), Lutero, según Erich Fromm, liberó al pueblo de la
autoridad de la Iglesia, pero lo obligó a someterse a un Dios que exigía para salvarse la completa
sumisión del hombre, el aniquilamiento de su personalidad y a la más absoluta obediencia a las
autoridades mundanas: “El príncipe debe permanecer príncipe, no importa todo lo tiránico que
pueda ser. Tan sólo puede decapitar a unos pocos, pues ha de tener súbditos para ser
gobernante”. Con él y Calvino, el fin último del hombre, poco a poco, ya no sería espiritual, sino
algo exterior a él.

Más tarde, escribe Alberto Bárcena, en Inglaterra (1717), nacería la masonería especulativa con las
Constituciones de Anderson, con clérigos protestantes de distintas confesiones, para evitar el
regreso de los católicos Estuardo. Luego, al decir de León Poliakov, con el odio absoluto de Jean-
Jaques Rousseau por la desigualdad (Fidel Castro combatía con El Contrato Social en su bolsillo) y
la filosofía masónica de las Luces, Adam Weishaupt (amigo de Robespierre), erigiría un siglo antes
que Karl Marx, el proyecto de un cambio mundial absoluto para abolir la religión y la propiedad.

Forzar a los hombres a ser libres, muy del gusto de los intelectuales modernos -los líderes de la
Cuarta Transformación-, la masonería y allegados (la mayoría de nuestros presidentes),
comenzaría por declarar la guerra a los judíos (“Prender fuego a sus sinagogas”, Lutero; “Animales
pensantes”, el masón Voltaire; “Cortarles…todas sus cabezas”, dirá Fichte –admirador de
Weishaupt-; ”la mazmorra de un alma judía”, Hegel; “detrás de cada tirano se esconde un judío”,
Marx –estudiado por Hitler-), y terminado barriendo con millones de vidas y casi todos los tronos
de Europa en varias revoluciones.

Poliakov dirá, que de esta mística bionacionalista, los teóricos del III Reich ya no tenían mucho que
inventar, y que los totalitarismos, al intentar probar que no hay nada más qué aprender, pierdan
fácilmente la dimensión de lo temporal, y confundan la realidad con fantasía. Esto lleva, tarde o
temprano, a “las aberraciones más monstruosas de la mente humana” de Kolakowski.
agusperezr@hotmail.com

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