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Parámetros digestivos en conejos de engorde alimentados con

dietas basadas en follajes tropicales. Digestibilidad Ileal

Autor/es

Duilio Nieves, Iván Moncada, Omar terán, Leonel Sylva.


Programa Producción Animal. Universidad Nacional Experimental de los Llanos
Ezequiel Zamora.

Carlos González.
Facultad de Agronomía, Universidad Central de Venezuela.

Julio Ly.
Instituto de Investigaciones Porcinas, Cuba

Resumen.
1. Introducción.
2. Materiales y Métodos.
     2.1. Determinación de la digestibilidad ileal.
     2.2. Cálculo y procedimiento estadístico.
3. Resultados y Discusión.
4. Conclusiones.
5. Literatura citada.

RESUMEN.

Se determinó la digestibilidad ileal  in vivo de nutrientes en dietas que incluían


cinco follajes tropicales en 72 conejos Nueva Zelandia x California de 45 días
de edad. Las dietas contenían 30 % de alguno de los siguientes follajes:
leucaena (Leucaena leucocephala ), naranjillo (Trichanthera gigantea), morera
(Morus alba), maní forrajero ( Arachis pintoi) o batata (Ipomoea batatas). Se
empleó un diseño experimental completamente aleatorizado con seis
tratamientos y 12 repeticiones. Los tratamientos estuvieron conformados por
una dieta testigo y las que contenían los cinco follajes de prueba. Los índices de
digestibilidad ileal  in vivo se determinaron por un método indirecto consistente
en el uso de ceniza insoluble en ácido como marcador interno. No se encontró
efecto significativo de los tratamientos sobre la digestibilidad ileal de materia
seca, ceniza y materia orgánica. Sin embargo, la digestibilidad ileal de la
proteína en la dieta con leucaena fue significativamente menor (P≤0,01) que en
la dieta basal. En este indicador las dietas con los otros cuatro forrajes
presentaron valores intermedios, desde 37,8% para el naranjillo hasta 50,2%
para el maní forrajero. La digestibilidad ileal de la materia seca, cenizas,
materia orgánica y proteína cruda de los forrajes evaluados fue similar
(P>0,05). La determinación de la digestibilidad ileal de las dietas y forrajes así
como la estimación de la degradación ocurrida en ciego permitió evidenciar que
hubo mayor proporción de desaparición cecal de materia seca en follaje de
leucaena y morera. Se concluye que la inclusión de 30% de follaje de leucaena,
naranjillo, morera y maní forrajero no ocasiona cambios sustanciales en los
índices de digestibilidad ileal en conejos alimentados con estas dietas.

1. INTRODUCCIÓN.

Para una evaluación adecuada de recursos alimenticios es necesario conocer la


cuantía de la degradación y absorción de nutrientes en diferentes partes del
tracto digestivo, debido a que esto puede modificar la utilización de la energía
neta de los nutrientes absorbidos.

La determinación de la digestibilidad de nutrientes por métodos   in vivo, puede


realizarse tanto a nivel ileal como fecal. En el primer caso, se mide la
desaparición del alimento hasta el íleon (prececal) y comprende la digestión
enzimática; mientras que, en la fecal ocurre acción microbiana que tiene lugar
en el intestino grueso. La obtención de la digestibilidad fecal de nutrientes en
conejos ofrece ventajas con respecto a la ileal debido a que el doble pasaje a
través del tracto digestivo del material ingerido genera gran impacto de la
microflora. De esta manera, los residuos de la dieta son sensibles a tamaño de
partícula y composición de la pared celular (García et al., 1999) que ocasionan
cambios en la digestibilidad y aprovechamiento de la proteína, principalmente
debido a la acción fermentativa que ocurre en el ciego.

Para estudiar la fisiología digestiva y digestibilidad de nutrientes en conejos se


ha desarrollado la técnica de canulación ileal (Gidenne et al., 1988). Por
ejemplo, Gidenne et al. (1994) estudiaron el efecto de la canulación sobre la
digestibilidad y cecotrofia (proceso mediante el cual el animal ingiere sus heces
blandas para absorber la proteína que fue producida por las bacterias en el
ciego, permitiendo el máximo aprovechamiento del alimento), y Carabaño y
Merino (1996) sobre el consumo de alimento y excreción de heces blandas y
duras; no obstante, se encontró que aunque es posible determinar digestibilidad
ileal de nutrientes, la implantación de la cánula afecta las características
fisiológicas estudiadas.

Por otra parte, el muestreo del contenido de los últimos 20 cm de íleon mediante
el sacrificio de los animales, constituye un método que aunque permite la
obtención de pequeñas cantidades de muestra, puede ser práctico y viable si se
considera el relativo bajo costo de los conejos en período de ceba. Merino y
Carabaño (2003) estudiaron el efecto de la cecotrofia sobre la composición
química de la digesta y la digestibilidad ileal en diferentes horarios de
muestreo, encontraron que no hubo diferencias en composición química del
contenido ileal entre las 19:00 y 21:00 horas. Tales resultados permiten
proponer procedimiento experimental aplicable en animales que efectúan
cecotrofia.

De esta manera, la obtención de la digestibilidad ileal en conejos es viable


mediante la realización de pruebas en animales sometidos a condiciones
normales de crianza y por diferencia con respecto a los valores obtenidos a
partir de pruebas de digestibilidad fecal, se puede calcular la desaparición de
nutrientes en ciego.

Se han realizado esfuerzos considerables para evaluar el valor nutritivo de


alimentos convencionales para conejos desde el punto de vista de digestibilidad
ileal in vivo (Blas et al., 2003; Gutiérrez, et al., 2002). Sin embargo, existe
poca información similar que involucre alimentos tropicales no convencionales
para esta especie animal. Para medir procesos digestivos hasta el íleon en
conejos, se han usado marcadores externos, por ejemplo compuestos de cromo
(Gidenne, 1992; Toral et al., 2002) o de yterbio (Gutiérrez, et al., 2002); y
aunque hay escasos antecedentes sobre el uso de la ceniza ácido insoluble (CAI)
como marcador interno para calcular digestibilidad ileal en conejos (Samkol et
al., 2006) la comparación de la determinación de digestibilidad fecal entre
métodos de colección total de heces e indirecto (CAI), efectuada en fase
anterior al presente estudio (Nieves et al., 2008a) indicó que no hubo efecto del
procedimiento utilizado. Tal resultado avala la aplicación del método ceniza
ácido insoluble en la determinación de digestibilidad ileal de nutrientes.

El objetivo del estudio fue determinar la digestibilidad ileal in vivo en conejos


de engorde alimentados con dietas que contenían follajes tropicales.

2. MATERIALES Y MÉTODOS.

El experimento se realizó en la Unidad Cunícula de la Universidad Ezequiel


Zamora, Guanare, estado Portuguesa (9º 04’ L y 69º 48’ W, 255 msnm). El área
presenta temperatura promedio anual de 26 ºC, precipitación promedio anual de
1499 mm y humedad relativa de 74 %, caracterizada como bosque seco tropical
(Holdridge, 1979).

Se estudiaron cinco dietas que contenían follaje de leucaena ( Leucaena


leucocephala), naranjillo (Trichanthera gigantea), morera (Morus alba), maní
forrajero (Arachis pintoi) y batata (Ipomoea batatas), se utilizaron 72 conejos
Nueva Zelanda x California de 45 días, alojados de manera individual en jaulas
de 30 x 20 cm los cuales recibieron dietas peletizadas que contenían 30% de los
follajes en estudio y una dieta testigo.

Se emplearon 6 tratamientos con 12 repeticiones en cada uno. Se formuló una


dieta testigo de acuerdo con los requerimientos nutricionales indicados por De
Blas y Wiseman (2003) la cual contenía heno de pasto estrella ( Cynodon
nlemfuensis) como única fuente de fibra. La composición de ingredientes de las
dietas estudiadas se muestra en el Cuadro 1.

Cuadro 1. Composición de ingredientes de dietas con follajes tropicales.


Pruebas de digestibilidad ileal y
fecal. 

2.1. Determinación de la digestibilidad ileal.

Los índices de digestibilidad ileal  in vivo de nutrientes en las dietas se


determinaron de manera indirecta mediante aplicación del método ceniza ácido-
insoluble como marcador interno. Se distribuyeron 12 conejos al azar en cada
dieta y se sometieron a un período de 11 días de consumo  ad libitum de las
dietas. Los animales se sacrificaron mediante dislocación cervical entre las
19:00 y 21:00 horas para minimizar el efecto de la cecotrofia, en concordancia
con lo informado por Merino y Carabaño (2003) y se extrajo la digesta
contenida en los últimos 20 cm de ileon terminal. Debido a la pequeña cantidad
colectada, se agrupó la digesta ileal para cada dos animales con peso vivo
similar; de esta manera se obtuvieron seis repeticiones por tratamiento.

Se determinó en alimento y digesta ileal el contenido de materia seca, ceniza y


proteína cruda (Nx6,25) según los procedimientos indicados por AOAC (1990)
mientras que la materia orgánica se definió como la diferencia entre la materia
seca y el volumen de ceniza. La fibra detergente neutro, fibra detergente ácido,
lignina y celulosa de las dietas, se obtuvo en concordancia con la metodología
propuesta por Van Soest et al. (1991). El análisis de ceniza ácido-insoluble en
alimento y digesta ileal se realizó por gravimetría, después de digerir las
muestras en HCl 4N durante 30 minutos, el residuo insoluble resultante se filtró
e incineró (Vogtmann et al., 1975). No se determinó digestibilidad ileal para las
fracciones relativas a fibra debido a la insuficiente cantidad de muestra
colectada, como consecuencia del limitado volumen contenido en la sección
terminal del íleon.

2.2. Cálculo y procedimiento estadístico.

El cálculo de la digestibilidad de nutrientes de las dietas se efectuó en


concordancia con lo indicado por Crampton y Harris (1969) de la siguiente
manera:

donde XD y XE representan el porcentaje del marcador en la dieta y excretas


respectivamente. En el caso de nutrientes específicos, la fórmula se modificó
así:

donde NE y ND representan el porcentaje del nutriente en excretas y dieta en


base seca, respectivamente.

El valor nutritivo de los ingredientes evaluados se estimó según método de


sustitución del ingrediente problema en la dieta testigo, siguiendo el
procedimiento de cálculo indicado por Villamide et al. (2003).

Con base en los resultados obtenidos en experiencia previa sobre digestibilidad


fecal con las mismas dietas (Nieves et al., 2008b) y en el presente ensayo se
estimó la proporción de nutrientes digeridos en la sección post-ileal (ciego) del
tracto digestivo. Para este cálculo, se utilizaron los valores promedios de
digestibilidad obtenidos para las fracciones correspondientes en los
experimentos indicados de acuerdo con la siguiente ecuación:

DC = 100 – ((DI·100)/DF)
DC = digestión en ciego del nutriente
DI = digestibilidad ileal del nutriente
DF = digestibilidad fecal del nutriente

Con los valores de digestibilidad ileal de dietas y forrajes se aplicó análisis de


varianza para un diseño experimental completamente aleatorizado, una vez
verificado el cumplimiento de supuestos exigidos. Cuando hubo diferencias
significativas entre los tratamientos, los promedios se compararon utilizando la
prueba de Tukey. Se usó el software Statistix 7.0.

3. RESULTADOS Y DISCUSIÓN.

La composición química de los forrajes estudiados se muestra en el Cuadro 2.


Los contenidos de fracciones correspondientes a fibra y proteína en los forrajes
considerados fueron superiores a los valores requeridos para conejos en
crecimiento (De Blas y Wiseman, 2003). Los tres follajes de árboles contuvieron
entre 19,40 y 20,80 % de fibra cruda, y entre 17,10 y 19,26% de proteína bruta
(Nx6,25); mientras que los dos forrajes rastreros contenían niveles
relativamente altos de fibra cruda (23,23 y 26,83 %) y variables de proteína
bruta (10,30 y 20,80 %). Las seis dietas formuladas contenían proporciones
similares de fibra cruda y proteína bruta, excepto cuando se incluyó follaje de
batata (Cuadro 3). Por otro lado, el volumen ceniza estaba cercanamente
superior a 10 % en follaje de leucaena, morera y maní forrajero, y elevado en
follaje de naranjillo y batata. Además, es notorio el mayor contenido de
hemicelulosa en follaje de leucaena y morera; mientras que el follaje de batata
contenía mayor proporción de fibra detergente ácido (FDA).

Cuadro 2. Composición química de materias primas no convencionales


utilizadas en prueba de digestibilidad (% base seca).

La composición química de las dietas estudiadas se muestra en el Cuadro 3. El


contenido de energía bruta fue similar entre dietas, mientras que la PB fue
ligeramente menor para la dieta con follaje de batata; de igual manera, las
dietas con inclusión de maní forrajero y follaje de batata presentaron valores
superiores para las fracciones fibra cruda, fibra detergente ácido, celulosa y
lignina. El contenido de fracciones correspondientes a fibra y proteína en todas
las dietas fue superior a lo requerido para conejos en crecimiento (De Blas y
Wiseman, 2003).

Cuadro 3. Composición química de las dietas estudiadas en pruebas de


digestibilidad (% base seca).

Los valores de digestibilidad ileal  in vivo de las dietas consideradas se


muestran en el Cuadro 4. No hubo efecto significativo (P>0,05) de los
tratamientos para la digestibilidad ileal de materia seca, ceniza y materia
orgánica, a pesar de haber obtenido valores numéricos más altos en la dieta
testigo. La digestibilidad ileal de la proteína en la dieta con leucaena fue más
baja (P≤0,01) que en la dieta testigo. Para este indicador, las dietas con los
otros cuatro forrajes presentaron valores intermedios desde 37,81 % para
naranjillo hasta 50,29 % para maní forrajero los cuales fueron similares
(P>0,05) a la dieta con leucaena.

Cuadro 4. Digestibilidad ileal de nutrientes en dietas para conejos que


contenían 30 % de follajes.

Los valores observados en este experiencia son ligeramente inferiores a los


informados por Merino y Carabaño (1992) para digestibilidad ileal de materia
seca (48,55 %), materia orgánica (53,55 %) y proteína (60,20 %) con dietas que
incluían alfalfa o pulpa de remolacha como fuente de fibra. Es probable que las
diferencias sean debidas a que en ese caso se consideró la excreción de heces
blandas en el cálculo de la digestibilidad ileal; de igual manera, la composición
química de las dietas ayuda a explicar tales diferencias.

En general, la tendencia de los datos correspondientes a digestibilidad ileal


mostró semejanza con los índices de digestibilidad fecal observados para esas
fracciones en las dietas estudiadas en la fase experimental anterior (Nieves et
al., 2008b). En ambos casos se encontró menor aprovechamiento digestivo en la
dieta con follaje de batata; sin embargo, en el presente experimento, la dieta
con inclusión de naranjillo tendió a mostrar mejores valores de digestibilidad de
materia seca y orgánica que las que contenían leucaena y morera (Cuadro 4).
Este resultado permite evidenciar una mayor actividad fermentativa en ciego
cuando se suministraron las dietas con leucaena y morera, en concordancia con
la proporción de la digestión ocurrida después de ileon, según se indica en el
Cuadro 5. De igual manera, la mayor proporción de digestión de proteína bruta
sucedida en ciego perteneció a la dieta con leucaena.

Cuadro 5. Digestión en ciego de nutrientes en dietas con follajes tropicales


en conejos.

En este contexto, la desigualdad ocurrida en la digestión cecal entre las dietas


se evidencia, si se considera que la digestibilidad ileal de la materia seca y
materia orgánica fue similar (P>0,05), según los resultados mostrados en el
Cuadro 4; mientras que a nivel fecal, en experiencia precedente con las mismas
dietas (Nieves et al., 2008b) hubo diferencias para la digestibilidad de esas
fracciones.

La estimación de la digestibilidad cecal aparente (Cuadro 5) confirma que en


esa porción del intestino se desarrolla una importante actividad fermentativa.
En forma general, la mayor digestión de nutrientes ocurrida en ciego en las
dietas que incluían forrajes de prueba con respecto a la dieta testigo, comprueba
que la actividad fermentativa en ciego puede modificarse en función del aporte
de fibra de ingredientes dietéticos.

La determinación de desaparición de nutrientes a nivel fecal es de mayor


relevancia en conejos. Carabaño et al. (2001) informaron que entre el 25 y 32 %
de la digestibilidad de polisacáricos no amiláseos en dietas basadas en la
inclusión de harina de pimentón o alfalfa se produjo en ciego, resultado que
ofrece similitud con los valores encontrados en las fracciones consideradas en
la presente experiencia. De igual modo, Merino y Carabaño (1992) informaron
de una tasa variable de digestión en ciego para materia seca (25,03 - 39,20 %),
materia orgánica (18,47 - 33,20 %) y proteína cruda (8,85 - 37,85 %) en dietas
que contenían alfalfa, pulpa de remolacha y orujo de uva como fuente de fibra.

Los valores de digestibilidad ileal de fracciones calculados por diferencia para


los follajes estudiados se muestran en el Cuadro 6. El valor nutritivo de los
forrajes evaluados fue similar (P>0,05) desde el punto de vista de la
digestibilidad ileal de materia seca, cenizas, materia orgánica y proteína cruda.
Aunque debe señalarse que se halló un grado de dispersión notable en los datos
calculados.

Cuadro 6. Digestibilidad ileal de nutrientes de forrajes tropicales en


conejos.

Es común encontrar mayor variabilidad en las medidas de digestibilidad ileal


que en las mismas determinadas en el material fecal (Toral et al., 2002). En el
presente estudio este fenómeno fue similar si se comparan los datos de
digestibilidad ileal con los de digestibilidad fecal. Es posible que la
variabilidad encontrada aquí pudiera deberse al método experimental. Al
respecto, este tipo de metodología ha sido evaluada en varios laboratorios en los
que se utilizan muestras de alimentos no convencionales (Blas et al., 2003). Es
probable que en condiciones tropicales este aspecto requiera de más
investigación.

Es obvio que la posibilidad de repetir muestreos en un mismo animal disminuye


el riesgo de inexactitud e imprecisión en las mediciones, como ocurrió en el
experimento en que se evaluaron alimentos no convencionales no tropicales
(Gidenne et al., 1988; Carabaño et al., 2001). Este riesgo puede aumentar si se
practican muestreos puntuales en condiciones en que no se prevenga la
cecotrofía, como ocurrió en el presente estudio.

En el Cuadro 7 se muestra la proporción de digestión ocurrida en ciego para la


materia seca, materia orgánica y proteína cruda en los forrajes estudiados, se
aprecia que en follaje de leucaena y morera ocurrió mayor proporción de
digestión para materia seca en esa porción del tracto intestinal, lo cual puede
ser consecuencia de un mayor contenido de fracción fermentable en ciego (FDN,
hemicelulosa) en esos forrajes (Cuadro 2), en concordancia con lo informado
por García et al. (1999). La baja desaparición de materia orgánica en ciego
observada para follaje de naranjillo pudo ser causada por el elevado contenido
de cenizas en ese material forrajero (Cuadro 2).
Cuadro 7. Digestión en ciego de materia seca, materia orgánica y proteína en
follajes tropicales en conejos.

4. CONCLUSIONES.

La inclusión en la dieta de 30 % de follaje de leucaena, naranjillo, morera y


maní forrajero no ocasionó cambios sustanciales en los índices de digestibilidad
ileal en conejos alimentados con estas dietas.

La digestibilidad ileal de la materia seca, materia orgánica y proteína bruta fue


similar en los follajes estudiados.

5. LITERATURA CITADA.

1. AOAC. 1990. Official Methods of Analysis. Association of Official


Analytical Chemists Arlington.
2. Blas, E., L. Falcao, T. Gidenne, C. Scapinello, V. Pinheiro, A. García y R.
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3. Carabaño, R. y J. Merino. 1996. Effect of ileal cannulation on feed intake,
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4. Carabaño, R., J. García y C. De Blas. 2001. Effect of fiber source on ileal
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5. Crampton, E. y L. Harris. 1969. Applied Animal Nutrition. W.H. Freeman.
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6. De Blas, C. y J. Wiseman. 2003. The Nutrition of the Rabbits. CABI
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7. García, J., R. Carabaño y C. De Blas. 1999. Effect of fiber source on cell
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8. Gidenne, T., T. Boyssou y Y. Ruckebusch. 1988. Sampling of digestive
contents by ileal cannulation in the rabbit. Animal Production 46: 147-151.
9. Gidenne, T. 1992. Effect of fiber level, particle size and adaptation period on
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10. Gidenne, T., E. Blas, R. Carabaño y J. Merino. 1994. Effect of ileal
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11. Gutiérrez, I., A. Espinosa, J. García, R. Carabaño y C. De Blas. 2002. Effect
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12. Holdridge, L. 1979. Ecología basada en zonas de vida. IICA, San José. pp.
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13. Merino, J. y R. Carabaño. 1992. Effect of type of fiber on ileal and fecal
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15. Nieves, D., A. Barajas, G. Delgado, C. González y J. Ly. 2008a.
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21. Vogtmann, H., H. Pfirter y A. Prabucki. 1975. A new method of determining
metabolizability of energy and digestibility of fatty acids in broiler diets. Brit.
Poult. Sci. 16: 531-534
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Citations (5)

References (31)

Abstract
Un elemento clave dentro de los sistemas de producción con rumiantes es la nutrición, ya que el potencial
productivo de un animal sólo puede expresarse en la medida que sus necesidades de mantenimiento estén
cubiertas y quede un excedente disponible para ser transformado en producto. En condiciones tropicales
la base de estos sistemas de alimentación, son las pasturas naturales o cultivadas. Además, se cuenta con
una biodiversidad de plantas que normalmente son consumidas por los animales en los potreros o al
incursionar en terrenos con vegetación natural. Las posibilidades de usar subproductos de cultivos
tropicales y del procesamiento de cereales y oleaginosas, son parte de una larga lista de materiales con
gran potencial. Sin embargo, la eficiencia de su utilización está sujeta al conocimiento de sus
características nutricionales, siendo los principales parámetros de evaluación, el contenido de nutrientes,
el consumo y la digestibilidad del material.

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La estimación de la digestibilidad en ensayos con rumiantes

Mariela Lachmann1 y O. Araujo Febres2

La Universidad del Zulia. 1Facultad de Ciencias Veterinarias. Departamento de Producción e


Industria Animal. 2Facultad de Agronomía. Departamento de Zootecnia. Apartado 15205.
Maracaibo, ZU 4005 Venezuela. E-mail: oaraujo@cantv.net

Introducción

Un elemento clave dentro de los sistemas de producción con rumiantes es la nutrición, ya que el
potencial productivo de un animal sólo puede expresarse en la medida que sus necesidades de
mantenimiento estén cubiertas y quede un excedente disponible para ser transformado en producto.
En condiciones tropicales la base de estos sistemas de alimentación, son las pasturas naturales o
cultivadas. Además, se cuenta con una biodiversidad de plantas que normalmente son consumidas
por los animales en los potreros o al incursionar en terrenos con vegetación natural. Las
posibilidades de usar subproductos de cultivos tropicales y del procesamiento de cereales y
oleaginosas, son parte de una larga lista de materiales con gran potencial. Sin embargo, la eficiencia
de su utilización está sujeta al conocimiento de sus características nutricionales, siendo los
principales parámetros de evaluación, el contenido de nutrientes, el consumo y la digestibilidad del
material.

Para la correcta evaluación de materiales es necesario que los investigadores validen las técnicas
que usan, contrastándolas con estimaciones por otros métodos (Titgemeyer, 1997). El uso del
método tradicional de colección total de heces (CHT) es laborioso e implica algunas restricciones al
manejo ordinario de animales en producción, haciéndose necesaria la evaluación y validación de
técnicas que permitan estudiar diferentes materiales (Van Keulen y Joung, 1977). Aun cuando se
considera a los forrajes la fuente de alimentos más económica para los rumiantes, las
investigaciones conducidas para determinar su valor alimenticio son mucho menores con relación a
las conducidas con otro tipo de alimentos (Reid et al., 1952).

El consumo y la digestibilidad han sido áreas de gran interés para los nutricionistas, donde la
técnica de los indicadores ha contribuido notablemente (Kotb y Luckey, 1972). El empleo del óxido
de cromo y la fibra cromo (Cr) mordente como marcadores, han sido comúnmente reportados como
eficientes sistemas de marcaje para estimar la digestibilidad in vivo, pero se exige un delicado
manejo y su determinación analítica es costosa, por lo que el empleo de la lignina como marcador
interno significa un ahorro importante de tiempo y recursos económicos.

Los marcadores internos varían en su habilidad para las determinaciones de digestibilidad en


diferentes dietas, por lo que es necesario evaluar el mérito del empleo del marcador en varios
forrajes antes de su aplicación en investigaciones posteriores (Sunvold y Cochran, 1991). El
investigador debe estandarizar el uso de un marcador para una situación específica y determinar el
grado de error probable de sus estimaciones (Lascano et al., 1990) por lo que se recomienda que
cada equipo de investigación, evalúe diferentes materiales bajo las condiciones particulares en que
se desempeña su investigación y determine qué fiabilidad tienen los estimados de digestibilidad
obtenidos (Pond et al., 1987; Lascano et al., 1990).

Determinación de la Digestibilidad de los Alimentos

El conocimiento del valor nutritivo de los alimentos es fundamental para la nutrición animal, no
siendo suficiente con los análisis químicos, hay que considerar los efectos de los procesos de
digestión, absorción y metabolismo animal (Bondi, 1989). Las pruebas de digestibilidad permiten
estimar la proporción de nutrientes presentes en una ración que pueden ser absorbidos por el aparato
digestivo (Church y Pond, 1994) quedando disponibles para el animal (Bondi, 1989).

La digestibilidad depende mayormente de la composición nutritiva de la ración en estudio, siendo a


su vez afectada por el hecho de que las heces contienen cantidades importantes de materiales de
origen no dietético (Merchen, 1993). Éstas, constituyen una importante vía de excreción de
compuestos nitrogenados, grasos, minerales y glúcidos no fibrosos de origen endógeno (Church y
Pond, 1994), encontrándose reportes que indican que no hay secreción de carbohidratos a nivel
intestinal (Bondi, 1989). A esto se debe que los coeficientes de digestibilidad determinados por
diferentes métodos se denominan “aparentes”. Es difícil cuantificar con exactitud las cantidades de
origen endógeno de un determinado elemento presente en las heces, ocasionando la subestimación
de su digestibilidad verdadera.

Los valores estimados de digestibilidad aparente de las fracciones correspondientes a proteínas y


lípidos, sin incluir los aportes de compuestos endógenos de la misma naturaleza, son siempre
menores a los coeficientes de digestibilidad verdadera. Por lo que un dato de gran utilidad al
trabajar con rumiantes es que el aporte de nitrógeno endógeno se encuentra alrededor de 0,5 a 0,6 g
por 100 g de materia seca consumida (aproximadamente un 4% de la proteína de la ración), por lo
que los coeficientes de digestibilidad aparente en raciones con un contenido de proteína inferior al
4%, son negativos (Bondi, 1989).

En dietas basadas en el consumo de forrajes, la digestibilidad in vivo es afectada por aquellos


elementos que tienen efecto sobre el consumo, como la capacidad de selección del animal en
función de la oferta de material, la disponibilidad de agua, la tasa de pasaje del alimento, la
eficiencia metabólica de los animales y hasta las condiciones ambientales (temperatura, humedad
relativa), lo que trae como consecuencia, que difícilmente la técnica in vitro pueda reproducir las
transformaciones ocurridas en la digestibilidad in vivo (Cochran et al., 1986). Aún cuando la
digestibilidad aparente, constituye una expresión muy simplificada del valor nutritivo, los datos que
se generan de esta determinación son de gran utilidad (Merchen, 1993).

Para la determinación in vivo, del coeficiente de digestibilidad de raciones completas o de


determinados nutrientes dentro de una ración, se han empleado diversos métodos, entre los cuales
destacan, el de colección total de heces y el método de las proporciones usando marcadores.

El Método de Colección Total de Heces

La colección total de heces (CTH) es el método más confiable para medir digestibilidad, ya que
involucra directamente factores tanto del alimento como del animal (Basurto y Tejada, 1992). Este
método incluye la medición de la ingestión de una determinada ración de composición conocida y la
colecta total de la excreción fecal correspondiente al alimento consumido. Las muestras del material
ofrecido, al igual que las del rechazado, cuando se proporciona alimento ad libitum, muestras de
orina y las heces, son analizadas en el laboratorio, para controlar el balance de nutrientes ingeridos
y excretados, como base de la determinación de la digestibilidad de los nutrientes en estudio. Esta
es normalmente representada por un coeficiente de digestibilidad, expresado en forma porcentual
que se calcula mediante la siguiente fórmula (Bondi, 1989):
Coeficiente de digestibilidad (%) = [(NI
NH) / NI] x 100 (1)

Donde:
NI = Nutriente ingerido
NH = Nutriente en heces

Sin embargo, esta técnica posee algunas limitaciones con relación a la precisión de la estimación del
coeficiente de digestibilidad, representadas principalmente por las pérdidas de metano por medio
del eructo, producto de la fermentación ruminal de los carbohidratos, el cual se considera digerido y
los coeficientes de digestión determinados por diferencia entre los nutrientes ingeridos y los
excretados, no siempre reflejan su disponibilidad (Ortega, 1987; Bondi, 1989).

Alcanzar esta información a través de ensayos que involucren el CTH presenta una serie de
desventajas desde el punto de vista práctico: es laborioso (Van Keulen y Young, 1977; Huhtanen et
al., 1994); requiere de la disponibilidad de jaulas de colección; de personal adiestrado en su manejo
(Van Keulen y Young, 1977; Laredo et al., 1988; Basurto y Tejada, 1992); el costo de
mantenimiento de los animales (Basurto y Tejada, 1992) y la imposibilidad de utilizar hembras en
los ensayos (Brandyberry et al., 1991).

El trabajo operativo del método de CTH, implica la medición diaria de consumo, la colección de
heces una o dos veces al día, sin contaminarlas con la orina, mantener los arneses en su sitio y la
colección de la orina. En ensayos a pastoreo la situación se complica aún más (Laredo et al., 1988)
ya que los animales deben estar adaptados al uso de arneses y al constante manipuleo (Doley et al.,
1994), pudiendo causar un efecto detrimental sobre los hábitos de pastoreo del animal (Van Soest,
1994). Todo esto ha promovido el uso creciente de marcadores en los estudios de digestión.

Generalidades sobre el Uso de Marcadores para Ensayos de Digestibilidad

Los marcadores son compuestos de referencia usados para monitorear aspectos físicos, como la tasa
de pasaje, y químicos, como hidrólisis y síntesis, haciendo estimaciones cuantitativas o cualitativas
de la fisiología nutricional. Estos materiales también han sido denominados como indicadores,
trazadores, sustancias de referencia o sustancias indicadoras, y se ha denotado de manera especial,
como marcadores de las dietas, a aquellos que pueden ser colocados en ella, pueden ser
constituyentes naturales de la misma o ser administrados de forma oral (Kotb y Luckey, 1972).
Para ser considerada como marcador, una sustancia debe ser inerte y no tóxica, no tener efectos
fisiológicos o psicológicos, no puede ser absorbida ni metabolizada en su paso por el tracto
digestivo y debe ser recuperada completamente tanto de materias primas como de alimentos
procesados, debe mezclarse íntimamente con el alimento y mantenerse uniformemente distribuida
en la digesta, no tener influencia sobre las secreciones alimentarias, digestión, absorción, motilidad
del tracto digestivo o sobre la excreción, no tener efecto sobre la microflora del tracto digestivo de
importancia para el hospedero; además, debe tener cualidades que permitan su medición precisa
(Kotb y Luckey, 1972).

La metodología con marcadores ha sido ampliamente estudiada para ensayos de digestibilidad,


reconociendo que los coeficientes de digestión pueden ser determinados sin la CTH, tanto para
animales en confinamiento como para animales a pastoreo (Fahey y Jung; 1983; Pond et al., 1987;
Lascano et al., 1990; Van Soest, 1994), en ocasiones cuando se dificulta medir el consumo total de
alimento o cuando se hace imposible colectar la totalidad de las heces (Van Keulen y Young, 1977;
Bondi, 1989; Merchen, 1993; Church y Pond, 1994). Bajo estas condiciones es deseable el uso de
marcadores (Cochran et al., 1986) siendo necesario, conocer la concentración de la sustancia de
referencia en el alimento y en las heces (Van Soest, 1994) siempre que se identifique el marcador
apropiado (Fahey y Jung, 1983).

El uso de marcadores ofrece una serie de ventajas en relación con el método de CHT, es menos
laborioso y no requiere de la medición del consumo del alimento a evaluar y su excreción fecal, ya
que las determinaciones pueden ser realizadas directamente sobre muestras del alimento y de las
heces (Van Keulen y Young, 1977; Bondi, 1989; Van Soest, 1994).

Los diferentes estudios con marcadores demuestran que reunir todos estos requisitos es
prácticamente imposible, por lo que en ensayos de digestibilidad se han considerado la
indigestibilidad, la recuperación completa y la fácil medición del material, como las principales
características que debe cumplir un marcador (Kobt y Luckey, 1972). Adicionalmente, no debe
afectar el animal, no interferir la digestibilidad del alimento, ni estar presente en la dieta o en el
suelo (Van Soest, 1994) y debe contar con un método específico y sensible para su determinación
(Owens y Hanson, 1992).

Los marcadores han sido clasificados bajo diversos criterios (Kotb y Luckey, 1972) siendo su
naturaleza el mas común, regularmente divididos en internos y externos (Pond et al., 1987; Lascano
et al., 1990; Basurto y Tejada, 1992; Merchen, 1993; Church y Pond, 1994). Adicionalmente, Van
Soest (1994) incluye una tercera categoría, los generados matemáticamente (como el nitrógeno
fecal). Los internos son aquellos, como la lignina, que son constituyentes naturales del alimento no
digeridos ni absorbidos por el animal (Pond et al., 1987; Van Soest, 1994) o que se digieren en muy
poca cantidad (Church y Pond, 1994) su utilización es ventajosa gracias a que por ser componentes
indigeribles de los alimentos, no es necesaria la preparación del marcador (Huhtanen et al., 1994).
Los externos, son substancias químicas que se suministran al animal, bien sea directamente con la
ración, en cápsulas o en soluciones (Church y Pond, 1994) y, que al igual que los internos no son
digeridos ni absorbidos (Pond et al., 1987; Owens y Hanson, 1992; Van Soest, 1994).

Varios métodos han sido propuestos para simplificar las determinaciones de los coeficientes de
digestión, siendo el mas popular el de las proporciones usando marcadores (Kane et al., 1950). Éste
se muestra como un procedimiento altamente válido (Swift et al., 1947; Van Soest, 1994) que
permite su estimación en función de la concentración del indicador en el alimento y en las heces
(Kotb y Luckey, 1972). Al determinar con precisión las cantidades de marcador suministrado en el
alimento y en muestras de heces, y conocer la composición porcentual de los nutrientes presentes
en el alimento y las heces, se determina, a partir de la relación entre esas concentraciones, la
digestibilidad de los nutrientes (Bondi, 1989).

Para el cálculo de la digestibilidad con marcadores, según la técnica de las proporciones, se han
descrito algunas fórmulas, en función de la relación de las concentraciones de los nutrientes y el
marcador, tanto en la ración como en las heces. En el caso de la digestibilidad de la MS y cualquier
otro nutriente se han propuesto la siguientes formulas:
D
MS,% = (1 CMF/CMH) x 100 (2)

Donde:
CMF = Concentración del marcador en el forraje (%)
CMH = Concentración del marcador en las heces (%) (Lascano et al., 1990).

Para calcular la digestibilidad de cualquier nutriente (DN), se aplica alguna de estas fórmulas según
su preferencia:
DN,% = [1 (CMF x
NH)/(CMH x NF)] x 100 (3)

Donde:
CMF = Concentración del marcador en el forraje (%)
NH = Concentración del nutriente en las heces (%)
CMH = Concentración del marcador en las heces (%)
NF = Concentración del nutriente en el forraje (%) (Lascano et al., 1990).
Digestibilidad aparente,% = 100 [100
(MA/MH)(NH/NA)] (4)

Donde:
MA =% de marcador en el alimento
MH =% de marcador en las heces
NH =% de nutriente en las heces
NA =% de nutriente en el alimento (Church y Pond, 1994).

La precisión y la efectividad de las estimaciones de digestibilidad se ven afectadas por las


variaciones en las determinaciones del marcador. Dichos errores se traducen en una subestimación
de los coeficientes de digestión, pudiendo ser ajustados con la introducción de un factor de
corrección estimado con la digestibilidad determinada en (1) por el método de CTH. Esto sólo se
justifica en el caso de los marcadores internos, pero no en el uso de sustancias metabólicas o
marcadores externos, donde vendría a ser un correctivo para encubrir fallas en la técnica (Van
Soest, 1994).

La validez del uso de marcadores en estudios a pastoreo depende de la habilidad de los


investigadores para obtener muestras representativas de las heces producidas y del forraje
consumido (Streeter, 1969). Sin embargo, el marcador nutricional ideal, que cumpla con todos los
requisitos establecidos y sea aplicable en condiciones variables, no ha sido encontrado, aún cuando
algunos marcadores han resultado exitosos para una aplicación específica (Kotb y Luckey, 1972).

La Lignina como Marcador Interno para Ensayos de Digestibilidad

La lignina es el único gran polímero de las plantas cuyos componentes no se encuentran claramente
reconocidos (Van Soest, 1994; Reeves, 1997). La lignina afecta la digestibilidad de los tejidos
vegetales (Reeves, 1997). Las estructuras condensadas que se conocen y sus modelos han sido
sintetizados a partir de estudios in vitro, pero no sobre el material en su condición natural (Van
Soest, 1994).

Generalmente la lignina se clasifica dentro de tres grandes grupos, basándose en sus monómeros
estructurales y variando según la clasificación taxonómica de las plantas, especialmente entre
monocotiledóneas y dicotiledóneas (angiospermas y gimnospermas) (Cain, 1981; Van Soest, 1994).
El problema de definición de la lignina está acompañado por una nomenclatura, hasta los
momentos, inconsistente en la literatura donde se reporta lignina, por lo que este término ha sido
empleado para distinguir el polímero principal de lignina de los fenoles extraibles asociados a las
muestras (Van Soest, 1994).

La determinación de la lignina es utilizada por muchos investigadores para monitorear estudios de


digestión con rumiantes (Muntifering, 1982; Reeves, 1997), principalmente en los Estados Unidos
(Wallace y Van Dyne, 1970) y típicamente medida mediante métodos gravimétricos (Porter y
Singleton, 1971; Muntifering, 1982). Algunos autores han sugerido que el detergente ácido y el
detergente neutro remueven alguna lignina verdadera (Fahey y Jung, 1983). Este punto de vista
considera todos los fenoles de la pared celular, incluyendo los ésteres de ácido ferúlico y p-
cumárico como lignina (Jung y Deetz, 1993, citado por Van Soest, 1994), lo que reitera la dificultad
de hablar de ella como un término absoluto y universal.

Los resultados obtenidos al comparar diferentes métodos de determinación de lignina, producen


valores muy diferentes, que en ocasiones no concuerdan, ya que cada método mide sustancias
completamente distintas (Reeves, 1988). Algunos investigadores señalan que el método de
detergente ácido incluye cutina, y algunos elementos Maillard como lignina (Muntifering, 1982), al
igual que proteínas y posibles carbohidratos; pero toda la lignina originalmente contenida en la fibra
detergente ácido (FDA) aparentemente es retenida, por lo que si hay pérdidas en la preparación
inicial de la FDA, los valores subsecuentes de lignina obtenidos deben ser incorrectos (Reeves,
1993).

La presencia de proteína cruda (PC) en la FDA puede complicar la correcta determinación de la


lignina detergente ácido (LDA), ya que entre el 1.5 y el 18% del valor de la lignina puede estar
representado por proteína y no por lignina, dependiendo básicamente de las alteraciones que sufran
las proteínas presentes en la muestra por acción del proceso de FDA o por el ácido sulfúrico al 72%
empleado para la determinación de la lignina (Reeves, 1997). Se resalta que la composición de las
preparaciones de lignina varían de acuerdo con el método de aislamiento (Merchen, 1993; Reeves,
1993; Van Soest, 1994) y cada método presenta problemas específicos (Reeves, 1993).

Las diferencias reportadas por las determinaciones del contenido de lignina mediante distintas
rutinas analíticas pueden estar influenciadas por la fuente del material evaluado, observándose
efecto de interacción entre la lignina y la dieta cuando ha sido empleada como marcador en ensayos
de digestión. Al evaluarse su uso como marcador, empleando diferentes tipos de dietas y varios
métodos de determinación, la sensibilidad analítica del método, es afectada por la complejidad
estructural de los componentes de los forrajes de diferentes fuentes (Muntifering, 1982).

Las propiedades físicas de la lignina son generalmente alteradas por ácidos fuertes que promueven
la posterior polimerización y condensación, pudiendo causar que el material originalmente soluble
(en condiciones naturales) se transforme en productos insolubles (Van Soest, 1994). Por esta razón
se le confiere la característica de insoluble e indigerible, cuando en realidad no se conoce con
precisión su composición específica, ni su grado de solubilidad en condiciones naturales, ni como es
consumida por el animal. Es por ello que la lignina ha sido usualmente considerada como
indigestible, esperando que funcionara como un marcador interno ideal en estudios de digestión
(Wallace y Van Dyne, 1970; Muntifering, 1982), pero ésto no es del todo cierto ya que parte de su
estructura es degradada o modificada en su paso por el tracto digestivo (Muntifering, 1982; Fahey y
Jung, 1983; Merchen, 1993; Church y Pond, 1994) por lo que la lignina debe ser considerada con
precaución en su empleo como marcador (Merchen, 1993).

Las principales limitaciones para el uso de la lignina como marcador son su grado de digestibilidad
y la necesidad de realizar colección total de las heces para la obtención de muestras representativas
(Weir et al., 1959), aún cuando se han reportado variaciones en cuanto a la recuperación de la
lignina determinada por este método (Fahey y Jung, 1983). Numerosas observaciones de
desaparición de la lignina a través de su paso por el tracto digestivo han indicado coeficientes
aparentes de digestión que van desde 8 hasta 53% (Merchen, 1993); otros investigadores señalan
que la variabilidad en cuanto a los coeficientes de digestión va del 2 al 42% (Dearriba, 1988).

Algunos investigadores han reportado que la mayor parte de la desaparición de la lignina tiene lugar
a nivel ruminal, y alguna en los intestinos (Fahey y Jung, 1983). Coincidiendo con estudios
realizados en ovinos, que señalan que la degradación de la lignina ocurre principalmente antes de
llegar a los intestinos, donde se da la mayor parte de la demetoxilación, y sugieren una pequeña
degradación a nivel intestinal (Porter y Singleton, 1971).

La aparente digestión de la lignina puede ser consecuencia de la formación de complejos solubles


carbohidrato-lignina que pasan a través del rumen, y presumiblemente el intestino, como polímeros
en solución que no son recuperados en las heces. El tránsito de la lignina por el sistema digestivo
del rumiante la modifica de manera tal, que mayor número de grupos fenólicos son liberados y
expuestos (Fahey et al., 1979). La lignina ha demostrado, no ser una sustancia inerte en el proceso
digestivo de rumiantes, su digestibilidad parcial ha sido reportada como una característica
inapropiada para una sustancia de referencia, a ser empleada en la determinación indirecta de la
digestibilidad de otros nutrientes de la ración (Sullivan, 1955).

En este sentido Wallace y Van Dyne (1970) realizaron una recopilación de varios reportes de
digestibilidad de la lignina bajo diferentes condiciones experimentales (Cuadro 1) los cuales fueron
empleados por dichos investigadores para modificar la ecuación de determinación del coeficiente de
digestión de un nutriente en función de la recuperación incompleta de este marcador.

Otras razones de la aparente digestibilidad de la lignina (Merchen, 1993; Van Soest, 1994) las
cuales incluyen los preparados de lignina provenientes de plantas inmaduras de bajo contenido de
lignina pueden presentar componentes diferentes a ésta; la presencia de compuestos digestibles
puede incidir en la aparente digestibilidad de la lignina, por lo que lignina de pastos inmaduros no
debe ser empleada como marcador en ensayos de digestibilidad, ya que se dificulta su recuperación
en heces, aún cuando esta es virtualmente indigerible (Van Soest, 1994). La lignina allí presente,
pudiera ser parcialmente digerida (Wallace y Van Dyne, 1970; Scales et al., 1974; Van Soest, 1994)
polimerizada a fragmentos de bajo peso molecular que son absorbidos y excretados por la orina
(Van Soest, 1994); la formación de complejos lignina-carbohidrato que no son recuperados en las
heces, la destrucción parcial de lignina fecal durante el análisis (Fahey y Jung, 1983) diferencias
propias de los métodos de estimación (Wallace y Van Dyne, 1970; Fahey y Jung, 1983; Dearriba,
1988) y diferencias en las características de la lignina determinada en las heces (Fahey y Jung,
1983; Dearriba, 1988).
Cuadro 1. Digestibilidad aparente de la lignina en varios forrajes de clima templado, por
diferentes clases de animal, y determinada por diferentes métodos analíticos.

Referencia Dieta Descripción Clase de


animal Método
de
análisis1
Dig.
aparente
(%)2
Archibald et al., 1961 Alfalfa
Timoti 2do Corte
1er Cultivo Bovinos
Bovinos F
F 14
10
Bondi y Meyer, 1943 Varias gramíneas Inmaduro Ovinos D 64 a 35
Davis et al., 1947 Planta de frijol
con granos Deshidratada Ovinos B 16 a 11
Ely et al., 1953 Pata de gallina Inmaduro a
maduro Bovinos C 16 a 4
Forbes y Garrigus, 1950 Diferentes
forrajes Gramíneas introd.
Comunes Bovinos y
ovinos C 11 a -27
Guibert y Goss, 1944 Especies anuales Maduras Ovinos A 24 a -20
Hale et al., 1940 Alfalfa No especificado Bovinos A 17
Lancaster, 1943 Varios alimentos Variado Ovinos E 32 a -40
Louw, 1941 Mezcla de
gramíneas 1 a 4 meses Ovinos E 24 a 12
McCann, 1967 Alfalfa Nº 1 grado Bovinos G 12
Miller et al.,1954 Trébol ladino
Festuca gigante Inmaduro
Inmaduro Conejos
Conejos C
C 26
6
Smith et al., 1956 Muchas especies Variado Venado C 42 a -7
Sullivan, 1955 Diferentes
gramíneas Inmaduras a
maduras Ovinos C 17 a -3
Troelsen y Campbell, 1959 Diferentes
especies
introducidas
Postfloración
/comenzando a
semillar
Ovinos C 9 a -2
Waite et al., 1964 Forraje de
centeno Inmaduro a
maduro Ovinos C 42 a 0
Watkins, 1955 Diferentes
especies Inmaduro a
espigado Ovinos C 24 a -17
Van Dyne, 1963 Alfalfa
Alfalfa Peletizada
Peletizada Bovinos
Ovinos C
C 18
8
Fuente: Wallace et al.,1970.

1 A = Crampton and Maynard, 1938; B = Davis and Miller, 1939; C = Ellis et al., 1946; D = Kalb,
1932; E = Norman y Jenkins,
1934; F = Sullivan, 1959, y G = Van Soest, 1963.
2 Rangos obtenidos con varios estados de madurez reflejando valores de digestibilidad en
estados de madurez tiernos y
senescentes, respectivamente.

Las recuperaciones incompletas de lignina se traducen en una subvaloración de la digestibilidad del


material en estudio, cuando ésta ha sido empleada como marcador, aumentando el error en la
medida que disminuye la cantidad de lignina recuperada en relación con el contenido de lignina de
la dieta, especialmente en dietas bajas en este componente (Merchen, 1993). La recuperación de la
lignina funciona mejor cuando su contenido supera el 5% de la materia seca (Streeter, 1969; Van
Soest, 1994). Para que la lignina pueda ser empleada en ensayos de digestión ruminal, su
recuperación debe ser confirmada (Kotb y Luckey, 1972), evitando la consideración de lignina
artificial sintetizada en el paso por el sistema digestivo, como lignina recuperada proveniente de la
dieta; Sin embargo, existe poca información sobre el comportamiento como marcador de la lignina
producida por forrajes tropicales.

Los marcadores internos presentan variabilidad en cuanto a la predicción de los coeficientes de


digestión, pudiendo estar relacionado con la especie forrajera evaluada (Penning y Johnson, 1983),
por lo que el mayor contenido de lignina en la composición de los forrajes tropicales, en relación
con los de climas templados, ofrecen un material prometedor para ser empleado como marcador
interno para ensayos de digestibilidad, bajo nuestras condiciones.

Resultados de nuestro laboratorio (Lachmann et al., 1999; datos no publicados) han mostrado que la
LDA presentó una recuperación cercana al 100% (cuadro 2), lo que permite inferir, tomando en
cuenta que el uso de la técnica de las proporciones se basa en la recuperación completa del
marcador, que sus estimaciones de digestibilidad deben presentar como resultado, valores muy
cercanos a los estimados por CTH.

Cuadro 2. Comparación de las medias para métodos con desviaciones estándar sin diferencia
significativa entre los métodos de colección total y lignina detergente ácido (P<0.01, n=12).

Calculado en base a la Calculado en base a la m


χ t cal. t tab. Diferenci
a m t cal. t tab. Diferenci
a
DMSCTH

38.93 0.44 3.11 ns 39.42 1.16 3.11 ns


DMSLDA

38.63 38.59

DMOCT
H 41.81 0.69 3.11 ns 41.58 0.35 3.11 ns
DMOLD
A 41.27 41.30

DPCCTH 45.23 0.47 3.11 ns 43.70 0.21 3.11 ns


DPCLDA 44.72 43.32

Ecuaciones de Corrección para el Cálculo de la Digestibilidad con la LDA.

Ningún marcador es ideal (Streeter, 1969; Undersander et al., 1987; Huhtanen et al., 1994; Van
Soest, 1994) y sus coeficientes de digestión estimados pueden ser ajustados introduciendo factores
de corrección para la digestibilidad del marcador determinada por colección total, siempre y cuando
se trate de un componente natural del alimento y no de sustancias metabólicas o sustancias
metálicas añadidas, como el óxido de cromo (Van Soest, 1994).

Para que este ajuste sea válido, además de cumplir con el requisito de ser un marcador interno, debe
hacerse basado en la premisa de que el análisis es preciso y las pérdidas son constantes. Estas
ecuaciones no deben tomarse como algo definitivo sino como el primer paso para el uso rutinario de
este método en condiciones tropicales.

Con esta finalidad se ejecutó un análisis de correlación entre los coeficientes de digestión estimados
por ambos métodos para una misma fracción (Lachmann et al., 1999; datos no publicados),
obteniéndose una alta correlación y calculándose posteriormente las ecuaciónes de predicción para
estimar el valor de la digestibilidad de cada una de las fracciones en estudio de la CTH a partir del
valor estimado por el método de la LDA.

Las ecuaciones de predicción generadas fueron las siguientes:


Digest. MS CHT = 1.0077 DMSLG (r2 = 0.99, C (p) = 1.00, P < 0.0001)
Digest. MO CHT = 1.0133 DMOLG (r2 = 0.99, C (p) = 1.00, P < 0.0001)
Digest. PC CHT = 1.0114 DPCLG (r2 = 0.99, C (p) = 1.00, P < 0.0001)
Estas ecuaciones son válidas únicamente al replicar las condiciones experimentales en las cuales se
basó su determinación (Lachmann et al., 1999; datos no publicados). Aún ecuaciones derivadas de
ensayos de digestión en serie de varios forrajes con animales con alimentación controlada no
necesariamente se aplican a diferentes tipos de forrajes con animales a pastoreo (Streeter, 1969).

El Óxido de Cromo como Marcador Externo para Ensayos de Digestibilidad

El óxido de cromo en polvo es uno de los muchos compuestos con cromo con características de
indicador inerte (Kotb y Luckey, 1972) destacado como el mas antiguo y comúnmente empleado de
los marcadores externos (Pond et al., 1987; Basurto y Tejada, 1992; Merchen, 1993; Van Soest,
1994). Es prácticamente insoluble en agua y no se asocia con los componentes de la ingesta (Pond
et al., 1987) viaja en la digesta en forma de suspensión, a una velocidad diferente a las
correspondientes tanto a la fase líquida como a la fase sólida o particulada, pudiendo formar un
sedimento en el retículo-rumen y ser transferido esporádicamente al tracto gastrointestinal
(Merchen, 1993) lo que afecta directamente el patrón de excreción del marcador.

El óxido de cromo, ofrece la ventaja de tener una recuperación completa en las heces y, existen
varios métodos analíticos confiables para su determinación, resultando de gran utilidad para pruebas
de digestibilidad (Merchen, 1993). Sin embargo, otros investigadores han reportado que su
determinación es tediosa y presentan dudas sobre lo adecuado de los métodos de estimación (Kotb y
Luckey, 1972). Además, el empleo del óxido de cromo en ensayos con rumiantes, ofrece resultados
menos precisos debido a su excreción fecal irregular (Crampton y Harris, 1969).

La técnica depende básicamente del muestreo, de manera que la variación diurna de la excreción
fecal del marcador no contribuya como una fuente de error (Van Soest, 1994). Se ha reportado
efecto del forraje consumido por los animales sobre el comportamiento del marcador, aún en
condiciones de liberación continua del cromo a nivel ruminal (Hollingsworth et al., 1995), por lo
que las variaciones diurnas en la excreción del óxido de cromo han limitado su aprovechamiento
(Anzola et al., 1981; Laredo et al., 1988).

Para establecer un calendario adecuado de toma de muestras, la medición del patrón de excreción
diurno puede proveer una valiosa información. Es importante tomar en cuenta que la toma de
muestras rectales para estos fines no trabaja bien, debido a que el óxido de cromo en polvo cuando
es suspendido en agua, por su densidad y tamaño de partícula, tiende a ser un líquido pesado, por lo
que se asocia en su movimiento con la fracción líquida (Van Soest, 1994).

Al empleo del óxido de cromo debe añadirse un especial cuidado en su manipulación, ya que se
encuentra identificado como un elemento carcinógeno (Pond et al., 1987).

La Fibra Cromo Mordente como Marcador Externo para Ensayos de Digestibilidad

El mordenteo con cromo ha sido ampliamente empleado (Pond et al., 1987; Van Soest, 1994). Este
procedimiento fue desarrollado para atrapar el Cr en la fibra vegetal a través de la formación de
enlaces coordinados, permaneciendo a lo largo del proceso digestivo en rumiantes (Udén et al.,
1980). Por lo que tiene un alto valor como marcador tanto para estudios de digestibilidad como para
determinación del avance de la ingesta (Merchen, 1993).

Esta metodología, señala una adición de Cr entre el 12 y el 14% del peso de la fibra para su
incubación. Sin embargo, se ha reportado un aumento de la densidad de la fibra marcada y en
consecuencia la alteración de su tasa de pasaje en relación a la fibra original (Coleman et al., 1984;
Ehle et al., 1984a; Ramanzin et al., 1991). Uno de los principales problemas que pueden presentarse
con los marcadores es que su velocidad de pasaje a través del tracto gastrointestinal, sea diferente a
la de la ingesta, lo que podría producir estimaciones erradas (Church y Pond, 1994).

Se ha reportado que en la medida que aumenta la concentración de Cr en la solución empleada para


el mordenteo de la fibra, aumenta el contenido de Cr fijado, al igual que la densidad de la fibra
marcada, incrementando la tasa de pasaje de dichas partículas en el rumen, en relación con la tasa
de pasaje de la fibra presente en la dieta (Ehle, 1984b).

Una densidad de 2,08 g/ml del marcador es suficiente para depositarse en el fondo del rumen y
retardar el pasaje, debido a la baja tasa de recambio, por lo que se recomienda el uso de bajos
contenidos de Cr para minimizar el efecto sobre la densidad y la tasa de pasaje de la fibra (Ehle et
al., 1984a). Este problema ha sido controlado con la adición de Cr para la incubación en sólo un 6 a
8% del peso de la fibra (Pond et al., 1987); no obstante, estudios posteriores han recomendado el
uso de concentraciones de Cr entre 2 y 4% (Ramanzin et al., 1991).

Otro problema lo constituyen las variaciones diurnas en la excreción del marcador, por lo que se
recomienda tomar en cuenta el patrón de recuperación del marcador como una información de
apoyo para fijar los muestreos (Van Soest, 1994). La toma de muestras rectales para la
determinación de la curva de excreción del marcador es una decisión acertada cuando se trata de
fibra mordenteada (Van Soest, 1994).

Selección de los Animales para Ensayo

Las pruebas de digestibilidad se realizan durante periodos cortos de tiempo, con un control
minucioso sobre la dieta ofrecida y sobre el animal, por lo que generalmente son suficientes de 4 a 6

animales por tratamiento para fines estadísticos (Church y Pond, 1994). Si las pruebas se realizan
con animales en confinamiento, en lugar de a pastoreo, puede reducirse el número de animales a
usar, manteniendo el mismo nivel de precisión (Wallace y Van Dyne, 1970), concordando con
reportes que afirman que al comparar la variabilidad de los coeficientes de digestión obtenidos entre
animales a pastoreo y animales en confinamiento, la variabilidad a pastoreo fue 50% mayor (Van
Dyne y Lofgreen, 1964). Al utilizar varios animales se obtienen valores promedios que ayudan a
reducir las variaciones individuales (Bondi, 1989).

Manejo de los Animales para Ensayo

Luego de la selección de los animales para ensayo se inicia la fase de acostumbramiento, la cual
tiene como finalidad limpiar el aparato digestivo de los residuos de alimento consumido antes de
comenzar el ensayo, que el animal se adapte a su nueva dieta (Church y Pond, 1994) y al manejo
diario. Este periodo tiene una duración mínima de dos semanas, especialmente en rumiantes, donde
son necesarios entre ocho y diez días para eliminar los residuos de la dieta previa (Bondi, 1989). Sin
embargo, al emplear forrajes muy toscos o de baja calidad, se sugiere un periodo preliminar de al
menos 30 días para el ajuste (Van Keulen y Young, 1977).

Los niveles de consumo de la ración en estudio deben ser ajustados durante un largo periodo de
tiempo para que la excreción se haga constante y sea representativa de la dieta en estudio durante el
muestreo, siendo válido únicamente para periodos de colección de varios días que permitan
balancear las fluctuaciones interdiarias de consumo y excreción (Crampton y Harris, 1969). Durante
el período de acostumbramiento se establecen los niveles de consumo de los animales para evitar
fluctuaciones drásticas en la excreción (Merchen, 1993).

En el caso de la CTH en jaulas de colección el animal debe acostumbrarse a la jaula, al arnés y a la


bolsa colectora. Si se emplean marcadores externos con suministro vía oral, los animales deben ser
acostumbrados a este manejo. Para la CTH, los animales son alimentados con una ración de
composición conocida, en cantidad fija durante varios días, se colectan las heces y posteriormente
se procede a su análisis para cuantificar el contenido de los componentes en estudio (Church y
Pond, 1994).

En ensayos con marcadores los animales son alimentados con raciones que contienen el marcador o
son dosificados oralmente a intervalos regulares de tiempo (Merchen, 1993). Algunos
investigadores han empleado, en ensayos de comparación de marcadores para estimar
digestibilidad, un período de acostumbramiento de 10 días, seguido de siete días de colección
durante los cuales se registra el peso diario total de las heces, orina y alimento consumido, y se
toman muestras de los mismos para su futuro análisis (Cochran et al., 1986), Sin embargo, el
periodo de acostumbramiento puede prolongarse al trabajar con marcadores internos y forrajes de
baja calidad, que pueden estar asociados con bajas tasas de pasaje (Penning y Johnson, 1983).

Las muestras fecales se toman bien sea luego de excretadas o directamente del recto, dependiendo
del marcador empleado, a intervalos iguales determinados tomando en cuenta el momento de
adminis-tración del marcador (Merchen, 1993) y la curva de excreción del mismo.

Para ensayos a pastoreo, los animales deben estar familiarizados con un constante manipuleo, ya
que de lo contrario el estrés producido por el manejo puede causar alteraciones de la conducta
animal como cambios en los patrones de consumo y de selección de la dieta en la pastura.

En este tipo de ensayo, los animales deben ser equipados con arnés y bolsa colectora, siete días
antes del inicio del período de colección de heces, manteniendo la bolsa colectora abierta hasta dos
o tres días antes de comenzar la colección. Las heces son vaciadas dos veces al día dependiendo del
volumen excretado, durante siete días. Si existen varias repeticiones por tratamiento y ocurren
pérdidas del material fecal, los datos del animal en cuestión son descartados para ese día (Doley et
al., 1994).

Dosificación de Marcadores

Un marcador nutricional puede ser tomado con el alimento después de ser mezclado con parte o con
toda la ración, bebido, tomado en cápsulas o píldoras cuando su color o sabor son indeseables, e
incluso colocado directamente en el rumen, todo esto en el caso de los marcadores externos. Los
marcadores internos son simplemente ingeridos en cantidades conocidas como parte de la dieta
(Kotb y Luckey, 1972).

El Cr2O3 empleado en ensayos a pastoreo ha sido normalmente administrado en cápsulas de


gelatina una o dos veces por día (Doley et al., 1994). La dosificación del marcador permite una
estimación mas consistente de la excreción fecal en relación al empleo de una dosis diaria
(Langlands et al., 1963b; Laredo et al., 1988, Owens y Hanson, 1992). Sin embargo, rara vez la
cantidad de marcador administrado coincide con la cantidad excretada (Doley et al., 1994).

La administración de fibra mordenteada con Cr en cápsulas de gelatina, normalmente se realiza con


ayuda de un lanza bolos (Pond et al., 1987; Pond et al., 1989), en caso de los animales estar
fistulados a nivel de esófago, las cápsulas son colocadas directamente en él (Pond et al., 1989).

Se han reportado problemas para establecer con precisión la dosis de fibra marcada administrada a
los animales en un tiempo determinado, debido a que porciones de la fibra marcada (< 5 g) han sido
regurgitadas y eliminadas por animales al utilizarse mas de 10 cápsulas por dosis (Pond et al.,
1989).

Es importante tomar en cuenta el momento de dosificación del marcador en relación con la hora de
suministro del alimento, considerando que la ingestión estimula los movimientos ruminales. En la
medida que el material consumido sea más denso, tiende a ubicarse en el fondo del saco, por lo que
la intensidad de los movimientos ruminales aumenta. Esto implica que el efecto sobre la motilidad
del rumen que tiene el consumo de una dieta alta en fibra, es diferente al producido por una dieta a
base de harinas, partiendo de que en la medida que aumenta la densidad de las partículas aumenta el
movimiento ruminal (Ehrlein, 1979 y Deswysen y Ehrlein, 1981, citados por Pond et al., 1989).

Estudios de la motilidad ruminal y movimiento de las partículas de la ingesta de harinas marcadas


han reportado que las cápsulas con marcadores entran al retículo-rumen en la misma forma que son
administradas. Luego son forzadas por los movimientos dorsales y caudales, constituyendo las
partículas marcadas, parte de la masa formada en el saco dorsal del retículo-rumen y comienzan a
mezclarse con el resto del material presente en este compartimiento. Las contracciones del retículo-

rumen aumentan durante el consumo de alimento, por lo que el bolo previamente presente en el
retículo-rumen es expuesto a mayor movimiento y posiblemente es mezclado con mas efectividad.
Las cápsulas suministradas al finalizar la ingestión del alimento no son forzadas por los
movimientos dorsales y caudales, ni mezclados con el alimento previamente consumido, debido que
al finalizar la ingestión ocurre una reducción de los movimientos ruminales y por lo tanto el
mezclado es deficiente (Ehrlein, 1979, citado por Pond et al., 1989).

Algunos reportes de Comparación de Métodos para Ensayos de Digestibilidad

La evaluación de diferentes técnicas usadas en estudios de digestión, surge de la necesidad de


simplificar los procedimientos, reducir la labor y costos de las determinaciones. El mas popular de
los métodos evaluados, es el método de las proporciones utilizando materiales inertes como
marcadores, y son diversos los resultados encontrados (Kane et al., 1950).

Una experiencia de comparación directa de los coeficientes de digestibilidad, en vacas en


producción, con alfalfa de segunda cosecha, conservada como ensilaje, heno en pie y heno en
granero, obtenidos usando lignina u óxido de cromo como marcadores, con los estimados por
colección total de heces, reporta que los coeficientes de digestibilidad estimados por los diferentes
métodos fueron bastantes cercanos, sin detectar diferencia estadística para las estimaciones de
digestibilidad de MS, PC y EE; con recuperaciones satisfactorias de la lignina y el óxido de cromo,
resaltando, la necesidad de evaluar la lignina antes de usos posteriores (Kane et al., 1950). Aún
cuando otros investigadores han empleado la lignina como marcador con el método de las
proporciones con bastante éxito (Swift et al., 1947; Forbes y Garrigus, 1948), son varios los
reportes de experiencias insatisfactorias (Elam et al., 1962; Wilson et al., 1971).

En relación con el uso del óxido de cromo, algunos reportes demuestran que no siempre sus
estimaciones han sido exitosas. Un ensayo llevado a cabo para comparar los coeficientes de
digestibilidad obtenidos por CTH y óxido de cromo como marcador, en raciones de sólo
concentrado en ovinos, se encontró que los valores obtenidos con el método de CTH fueron
significativamente superiores a los obtenidos al emplear el óxido de cromo como marcador con la
técnica de las proporciones (Lassiter et al., 1966), reafirmando observaciones realizadas por otros
investigadores (Clanton, 1962).

Es importante destacar reportes que evidencian que la eficiencia de los métodos alternativos a la
colección total, esta sujeta a las condiciones experimentales y altamente afectada por la dieta a
evaluar, su naturaleza física (Clanton, 1962) y la especie animal utilizada. En este sentido, se llevó a
cabo un ensayo comparativo entre once técnicas para la determinación de la digestibilidad con seis
dietas diferentes suministradas a carneros. Las técnicas evaluadas fueron: (I) in vitro, (II) in situ por
48 h, (III) in situ por 72 h, (IV) in situ por 48 h + digestión con pepsina, (V) in vitro por 96 h + fibra
detergente neutro (FDN), (VI) in vitro por 144 h + FDN, (VII) in vitro por 96 h + fibra detergente
ácido (FDA), (VIII) in vitro por 144 h + FDA, (IX) proporciones con lignina detergente ácido
(LDA), (X) tratamiento con peróxido de hidrógeno alcalino antes de LDA, (XI) tratamiento con
peróxido de hidrógeno alcalino antes de la extracción de FDA para LDA; y las dietas evaluadas: (a)
Heno de fescue picado ad libitum, (b) Heno de alfalfa ad libitum, (c) heno de fescue restringido, (d)
heno de alfalfa restringido, (e) 75% heno de fescue + 25% harina de soya y (f) 60% heno de alfalfa
+ 40% maíz triturado. Se obtuvo, en relación al método de las proporciones, que sólo en la
evaluación con heno de fescue picado, la LDA mostró una predicción precisa de la digestibilidad in

vivo, pero no para las dietas restantes, por lo que se sugiere precaución con el uso de esta técnica, ya
que ningún método es preciso en sus estimaciones bajo todas las condiciones (Judkins et al., 1990),
reafirmando resultados reportados por otros investigadores con experiencias en este estilo (Wilson
et al., 1971; Cochran et al., 1986).

Estudios realizados para comparar la efectividad de métodos alternativos a la colección total de


heces para ensayos de digestibilidad han sido realizados en reiteradas oportunidades. Sin embargo,
la mayor parte de la información producida es originaria de condiciones ambientales diferentes a las
nuestras.

En condiciones tropicales, una experiencia mejicana de evaluación de pulpa deshidratada de limón


con ovinos mestizos de criollo (Mejicano) con Suffolk, con un peso promedio de 44 ± 6.4 kg,
colocados en jaulas de colección, con arneces y bolsas colectoras, consumiendo una dieta de 11.3%
de PC, no detectó diferencias estadísticas entre el método de colección total de heces y los métodos
de digestión in vitro de Tilley y Terry y el empleo del óxido de cromo como marcador externo. El
Cr2O3 presentó un bajo porcentaje de recuperación en las heces, con un coeficiente de variación del
20% (Basurto y Tejada, 1992) lo que evidencia que este método subestima ligeramente la
digestibilidad en relación con la colección total de heces. La recuperación del Cr2O3 en las heces
difícilmente coincide con la cantidad de marcador administrado, efecto que pudiera resultar en
estimaciones imprecisas de la excreción fecal (Doley et al., 1994).

Selección de un Método Analítico

Antes de que una metodología se emplee de forma rutinaria, hay que esforzarse por identificar las
fuentes de error, usualmente una o más características deseables del método dependen de una serie
de factores experimentales, lo que hace necesario algunos experimentos preliminares con el fin de
su optimización, para conservar recursos y tiempo. Esto puede constituir un problema en extremo
complejo (Miller y Miller, 1993).

Los análisis cuantitativos son herramientas básicas en todo laboratorio analítico, siendo de
importancia los errores que aparezcan en ellos. Se dispone de variados instrumentos para realizar
determinaciones, razón por la cual debe hacerse una cuidadosa elección del método a utilizar, bajo
condiciones específicas de trabajo. Los datos obtenidos carecen de valor si no van acompañados de
la estimación de su fiabilidad, por lo que la estadística proporciona formas de evaluar la fuente y
magnitud del error presente en las determinaciones analíticas (Willard et al., 1991; Miller y Miller,
1993).

Al comparar conjuntos de resultados obtenidos por dos métodos diferentes surgen varias preguntas,
¿Los dos valores medios son significativamente diferentes?, ¿Uno de los métodos es menos
propenso a errores que el otro?, ¿Cuál de los dos valores medios está mas cerca de la verdad?. Para
responder estas preguntas y decidir si un método es o no adecuado, además de las pruebas de
medias, el investigador puede valerse de algunos criterios cuantitativos, de los cuales se destacan
como los mas usados en análisis de fiabilidad, la precisión y la exactitud. Estos, se miden a través
de parámetros de calidad, que permiten reducir el número de opciones para la selección (Miller y
Miller, 1993; Skoog y Leary, 1996).

“La precisión de los datos analíticos, se define cono el grado de concordancia mutua entre los datos
que se han obtenido de una misma forma... ...mide el error aleatorio de un análisis” (Skoog y Leary,
1996:7), la influencia de los factores no controlados puede medirse a través la desviación estándar
absoluta (DEA), la desviación estándar relativa o coeficiente de variación (CV), y la varianza (S 2),
empleados como parámetros de calidad (Pimentel, 1970; Skoog et al., 1995; Skoog y Leary, 1996).
Se asocia con la capacidad para reproducir los mismos valores en un conjunto de observaciones
paralelas (Sienko y Plane, 1990; Willard et al., 1991; Skoog et al., 1995; Skoog y Leary, 1996).

La exactitud se define como la concordancia de una medición con el valor real aceptado (Christian,
1981; Sienko y Plane, 1990; Willard et al., 1991; Whitten et al., 1995; Skoog et al., 1995; Skoog y
Leary, 1996), describe la veracidad de un resultado experimental, pero sólo el contar objetos es una
medición exacta. Se expresa en términos de error absoluto o de error relativo, ambos tienen signo, si
el signo es positivo indica que el resultado de la medición es mayor que el valor real y si es negativo
lo contrario (Skoog y Leary, 1996). Esta estimación es posible efectuando comparaciones con una
muestra estándar de composición conocida, cuyo valor dependerá de una medición que tenga algún
límite de certidumbre (Christian, 1981).
Para obtener resultados confiables a partir de un método analítico, todos los esfuerzos se dirigen a
identificar las fuentes de error, para ser eliminadas, reducidas o ajustadas. Los errores pueden
clasificarse básicamente en aleatorios y sistemáticos o de procedimiento. Los primeros, residen en
la naturaleza intrínsecamente incierta de las técnicas de medición, estando presente en cada análisis,
por lo que siempre que se repitan varias mediciones analíticas de una muestra los valores obtenidos
evidenciarán dispersión, reflejada en la imprecisión de los datos. Es posible reducir el error
aleatorio de un análisis a un valor cercano a cero, pero resulta impráctico en la mayoría de los casos,
ya que para ello se requiere repetir el análisis 20 o más veces, lo que se traduce en una alta inversión
de tiempo y recursos. Generalmente se realizan dos o tres repeticiones, por lo que se espera un error
aleatorio significativo (Skoog y Leary, 1996). Los errores sistemáticos, presentan un valor definido,
una causa asignable, hacen que los resultados se desvíen constantemente en la misma magnitud y
sentido respecto a los valores esperados, pudiendo ser frecuentemente minimizados al incluir
modificaciones al procedimiento analítico, estos errores determinan la exactitud de una técnica de
medición. Por tanto el error presente en la media de un conjunto de mediciones repetidas es la suma
de estos dos tipos de error (Willard et al., 1991; Miller y Miller, 1993; Skoog y Leary, 1996).

Los errores sistemáticos no pueden detectarse con una simple repetición de mediciones, ya que si no
se conoce de antemano el valor verdadero de un análisis, podría existir un error muy grande y pasar
desapercibido (Miller y Miller, 1993). Estos, son de tres tipos: instrumentales, personales y de
método. Los instrumentales se suelen detectar y corregir mediante una calibración con materiales
estándares adecuados, la respuesta de los instrumentos analíticos varia con el tiempo debido al
desgaste, la corrosión y el trato inadecuado. Los personales, se introducen en las mediciones debido
a los juicios que el experimentador debe hacer, “la mayoría de las personas independientemente de
su honestidad, tienen una tendencia natural a estimar las lecturas de una escala en una dirección que
mejore la precisión del conjunto de resultados, o los haga caer cerca de un valor preconcebido de la
media” (Skoog y Leary, 1996:818). Estos errores pueden minimizarse si se trabaja con cuidado y
auto disciplina. Los errores de método, usualmente se originan del comportamiento físico y/o
químico no ideales de los reactivos y reacciones en las cuales se basa el análisis. Los errores
sistemáticos de método son los más difíciles de detectar y corregir, siendo la validación del método
analítico la forma más segura de hacerlo (Skoog y Leary, 1996).

Una de las propiedades mas importantes de un método analítico es que carezca de errores
sistemáticos. Sin embargo los errores aleatorios no permiten que el valor medido sea exactamente
igual al valor conocido, aunque no hubiese error sistemático. Para definir si la diferencia entre la
cantidad medida y la conocida es atribuible a los errores aleatorios se aplica una prueba de
significación, para comprobar la veracidad de la hipótesis nula, partiendo de que el método no se
encuentra sujeto a errores sistemáticos. El término nulo se emplea para indicar que no existe mas
diferencia entre el valor conocido y el observado que la que se debe a los errores aleatorios,
utilizando la estadística para calcular la probabilidad de este evento. El valor crítico de “t” para cada
nivel de significación concreto, se encuentra tabulado. Si el valor de “t” calculado es menor que el
valor crítico tabulado no hay evidencia de errores sistemáticos. Otra forma de comparación de las
medias de un nuevo método en relación con un método de referencia, es la comparación de medias
muestrales siempre que las desviaciones entre medias no presenten diferencias significativas,
partiendo de la hipótesis nula que ambos métodos dan el mismo resultado, estimando una
desviación estándar conjunta para el cálculo del valor de “t”. Es común que los métodos analíticos
se apliquen en un amplio intervalo de condiciones, a menudo se compara un método nuevo con uno
estándar, ocurriendo con frecuencia que deben compararse dos métodos de análisis por medio del
estudio de muestras substancialmente dependientes, en este caso se emplea la prueba de “t” pareada
(Miller y Miller, 1993).

Las pruebas de medias se usan para detectar errores sistemáticos y las comparaciones de
desviaciones estándar para detectar problemas aleatorios. Estas últimas, pueden tener dos formas:
probar si un método es mas preciso que el otro o probar si ambos métodos difieren en su precisión,
para ello se emplean las pruebas de una cola o de dos colas respectivamente. Para la comparación de
las varianzas se emplea la prueba de F, partiendo de la hipótesis que estas son iguales, si es
verdadera, entonces el valor de la razón de las varianzas se aproxima a uno (Miller y Miller, 1993).

Esto es aplicable tanto a la química analítica como a cualquier campo de estudio en el que se
obtengan resultados numéricos experimentales (Miller y Miller, 1993) razón por la cual se aplicaron
los criterios antes descritos en la comparación entre los métodos en estudio, para estimar la
digestibilidad de una ración en ovinos, y seleccionar el método mas adecuado, en las condiciones de
trabajo descritas en la sección de materiales y métodos, aún cuando tradicionalmente este tipo de
ensayos en el área de la nutrición animal, han sido ejecutados con base a pruebas de medias para
comparar los valores estimados por métodos opcionales propuestos en relación con los estimados
por un método aceptado.

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