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PROCESO CIVIL
TOMO I
1
Tirada: 600 ejemplares
ISBN 978-987-03-2505-5 (Tomo I)
ISBN978-987-03-2504-8 (Obra completa)
SAP 41517615
SET 41517614
Díaz Solimine, Omar L.
La prueba en el proceso civil. - 1a. ed. - Buenos Aires: La Ley, 2013.
v. 1,704 p.; 24x17 cm.
ISBN 978-987-03-2505-5
1. Derecho Civil. I. Título
CDD 346
2
PALABRAS PRELIMINARES
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llegar a la Audiencia preliminar incorporada inicialmente por
la ley de mediación previa obligatoria y posteriormente con
vigencia a partir del 22 de mayo de 2002, con la reforma
procesal de la ley 25.488 en la redacción acorde del art.
360 del CPCCN.
El análisis de cada uno de los medios de prueba permiten la
atención de cada uno incluyendo: la documental; forma de
los actos jurídicos; hechos nuevos; documentos posteriores;
redargución de falsedad; intervención de escribanos;
instrumentos públicos y privados; firmas; prueba informativa;
diferencias con otros medios; caducidad y valoración.
Asimismo, la prueba confesional, sujetos, hechos,
diferencias entre confesión, reconocimiento y admisión
procesal; absolución de posiciones, elección del absolvente;
cargas; justificación de inasistencia por enfermedad; pliego;
presentación, preguntas recíprocas.
Prosiguiendo en el orden asignado, está la prueba
testimonial, admisibilidad; citación, deberes del testigo;
interrogatorio; repreguntas; prueba pericial; recaudos; puntos
de pericia; consultores técnicos; anticipo de gastos;
dictamen; impugnaciones; fuerza probatoria; remoción,
honorarios; obligados, desinterés.
Reconocimiento judicial; su trámite, acta; participaciones;
nuevas tecnologías y la prueba; marco legal en el derecho
vigente; prueba informática; documento electrónico;
documentos digitalizados; prueba anticipada; e-mail; eficacia
probatoria; mensajes de texto (sms); historia clínica digital;
pago por medios electrónicos; regímenes de visitas a través
de videollamadas; derecho a la imagen; intervención de
expertos; prueba científica.
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Tratamiento sobre honorarios; labor extrajudicial; relación
profesional-cliente; prueba de la actividad desplegada;
carga; locación de obra y/o servicios; mora; base regulatoria;
tareas inoficiosas; pautas para regulación.
Tercerías; prueba en la de dominio; muebles e inmuebles;
prueba en la de mejor derecho.
La prueba en los procesos de ejecución; en la ejecución de
sentencia; títulos ejecutorios; condena a hacer; no hacer y
dar cantidades de cosas; sentencias contra el estado;
sentencias extranjeras; procedimiento.
Proceso ejecutivo; admisibilidad; títulos; prueba pagarés;
cheques; factura de crédito; cuenta corriente bancaria;
expensas; preparación de la vía ejecutiva; ejecución de
alquileres; de tarjeta de crédito; demanda ejecutiva; trámites
irrenunciables; intimación de pago; excepciones.
Finalmente, sobre procesos especiales; la prueba en los
juicios por rendición de cuentas; trámite procesal;
admisibilidad; la prueba en los juicios de desalojo;
legitimación activa; locador; locatario; condómino; tercer
tenedor; usucapiente; heredero; usufructuario; usuario;
legitimación pasiva; poseedor; concubino, tenedor precario;
comodatario; intruso; carga probatoria; causales de desalojo;
intimación de pago previa; tipo de proceso; juicios por
consignación; negativa del acreedor; incapacidad; ausencia;
derecho dudoso; pérdida del título; redención de hipotecas;
obligaciones; influencia en otros procesos; prueba en el
proceso.
No dudo que este libro es y resultará de consulta provechosa
para el ejercicio diario de la interpretación y aplicación del
derecho procesal y su código, tanto para quienes ejercemos
la abogacía como para quienes ejercen la función judicial y
5
los que brindamos nuestro conocimiento en la actividad
magna de docentes.
6
PRIMERA PARTE
CAPÍTULO 1
7
buena o la mala fe en el proceso judicial.— VI. Las presunciones
judiciales y la conducta procesal de las partes como elemento de
convicción para el dictado de la sentencia.— VII. Conclusiones.
I. ADVERTENCIA PRELIMINAR
8
apreciación otorga de conformidad con la lógica y la sana
experiencia.
Nuestra ley procesal, si bien deja librado al criterio de los
Tribunales la apreciación de las pruebas, no pueden
proceder arbitrariamente, pues deben someter sus juicios a
las prescripciones de las leyes o a las reglas de la sana
crítica, que son aquellas que aconsejan la lógica y la recta
razón, por cuyo medio llegamos al descubrimiento de la
verdad.
Como de la apreciación de las pruebas en los juicios tiene
tanta importancia que de sus resultados depende
usualmente la sentencia, según el criterio ya señalado
encontramos justa y acertada la limitación impuesta por la ley
al arbitrio judicial.
Sin embargo, hemos preferido enfocarnos en las facultades
de los jueces para averiguar la verdad y sus limitaciones;
tema este de suma actualidad si se atiende a los "deberes y
facultades" emergentes de los arts. 34 y 36 del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación. Por tal motivo
entendemos que es oportuno reproducir a continuación el
trabajo de investigación realizado sobre el particular en el
"Instituto Ambrosio L. Gioja" por las cátedras de Derecho
Procesal y Derecho de Familia y Sucesiones de la Facultad
de Derecho de la Universidad de Buenos Aires(2) .
Valga como aclaración final señalar que no nos ocuparemos
de la prueba en los juicios criminales, pues el objeto de la
presente obra estará limitado a las pruebas en materia civil.
9
II. LAS LIMITACIONES A LA INDAGACIÓN DE LA REALIDAD.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
10
progresivamente hasta que a fines del siglo XII y principios
del XIII, bajo el pontificado del Inocencio III, en que se
consagró definitivamente el principio inquisitivo.
Este sistema inquisitivo supuso la consagración definitiva del
sistema de prueba legal , creación que tuvo su origen en la
influencia del Derecho canónico desde la perspectiva
jurídica, y de la Escolástica desde el filosófico. El sistema
inquisitivo nace inspirado en dos ideas primordiales. Por una
parte, la necesidad de combatir aquí en la Tierra, mediante
el Derecho, el mal o la maldad humana y en segundo lugar,
y consecuentemente con ello, descubrir la verdad, siempre
respecto de todo hecho delictual, pues el delito representa el
pecado social que incumbe a todos; y a la colectividad
perseguir (oficialidad): para ello se debe dotar al encargado
de cumplir estas labores (juez inquisidor) de importantes
poderes.
Por la influencia del Derecho romano, canónico y
especialmente de la escolástica, el sistema inquisitivo
comienza a tender hacia la indagación de la verdad material.
Esto queda de manifiesto en los casi ilimitados poderes de
investigación de los jueces inquisidores en los cuerpos
legales más representativos de este sistema (la Constitutio
Criminalis Carolina , las Partidas o la Novísima
Recopilación). Y también explica el lugar privilegiado que le
cupo a la confesión (bajo tortura) como medio de prueba en
este sistema. A este medio se le denominó la reina de las
pruebas, en cuanto aseguraba la posibilidad de investigar
una serie de delitos que por su naturaleza constituían delitos
de difícil indagación.
En este sentido, el Código de las Siete Partidas dispone:
"Cometen los omes a fazer grandes yerros, e malos,
encubiertamente, de manera que non pueden ser sauidos,
11
nin prouados. E porende tuuieron por bien los sabios
antiguos, que fiziesen tormentar a los omes, porque
pudiesen saber la verdad ende ellos ".
Sin embargo, existía en este medio una suerte de
contradicción esencial, porque si bien se pretendía la
búsqueda de la verdad, su propio mecanismo suponía la
fórmula que se contrapone a la misma y que se traduce en la
negación de la libertad de decir lo que se quiere, pues lo que
la tortura conseguía era arrancar una declaración que
permitiera hacer cesar el dolor de los tormentos más que una
declaración verdadera. Este procedimiento podía
perfectamente conseguir una declaración de un imputado
débil, pero inocente o a la inversa no obtener la declaración
del hombre voluntarioso pero culpable.
Una segunda razón de la impotencia del sistema para la
búsqueda de la verdad viene dada por la imposición al juez
del sistema de valoración tasada rigurosamente formalista,
del que no se puede apartar llegado el momento de
sentenciar. Esto, no obstante, opera como el único modo
posible de limitar sus notables poderes.
En síntesis, el legislador sustituye al juez en la apreciación
del mérito del proceso, y se impone una valoración anticipada
y abstracta por el legislador. Se podría afirmar que en
realidad no se valoran casos sino que más bien se valoran
hipótesis.
14
Ello nos lleva a reflexionar sobre dos aspectos sustanciales
en las relaciones jurídicas: 1) la buena fe; 2) la teoría de los
actos propios.
a) Con relación a la primera, dice De los Mozos que "la
aplicación del principio de buena fe hace penetrar en el orden
jurídico un elemento natural, propiamente extrajurídico que
viene, de este modo, a formar parte de la propia regla
jurídica, en lo que los autores, de las más diversas épocas o
tendencias, se hallan de acuerdo". Luego de realizar un
recorrido histórico del pensar jurídico, concluye que "no sólo
es imposible, por la variedad de su materia o por el empleo
profuso que de ella hace el ordenamiento positivo, dar un
concepto general de la buena fe"(8) .
En ese contexto, la expresión buena fe objetiva se presenta
en el campo del derecho de las obligaciones y en la teoría
general del negocio jurídico. Se trata de "un comportamiento
de fidelidad situado en el mismo plano que el uso o la ley que
adquiere función de norma dispositiva. Su naturaleza
objetiva no se basa en la voluntad de las partes, sino en la
adecuación de esa voluntad al principio que inspira y
fundamenta el vínculo negocial. Este principio "sirve para
suplir, integrar y corregir el contenido del negocio"(9) .
Para Díez Picazo(10) , "si la buena fe, considerada
objetivamente, en sí misma, es un modelo o arquetipo de
conducta social, hay una norma jurídica que impone a la
persona el deber de comportarse de buena fe en el tráfico
jurídico.
La buena fe subjetiva alude, en cambio, a la correcta
situación del sujeto dentro de la relación jurídica, no al
contenido o a los efectos de la relación misma. Se refiere a
"la conciencia del sujeto en relación con la propia situación,
15
o con la ajena, de la que deriva su derecho, según los
casos"(11) .
La creencia errónea generada en la ignorancia del derecho
ajeno, excluye del comportamiento del sujeto todo carácter
de antijuricidad imputable. "La buena fe debe ser ignorancia,
pero legítima ignorancia, esto es, tal, que con el uso de la
normal diligencia no hubiera podido ser superada"(12) . Esto
pone en relación a la buena fe con el problema de los límites
internos: ausencia de dolo y culpa(13) .
Los principios generales del Derecho cumplen la función de
informar todo ordenamiento jurídico ; función que respecto
del principio de buena fe adquiere especial significación y
trascendencia, pues afecta al sistema en su integridad y no
sólo en parcelas o a través de disposiciones aisladas(14) .
b) En cuanto al segundo aspecto —teoría de los actos
propios— cabe señalar que nadie puede ponerse en
contradicción con sus propios actos, ejerciendo una
conducta incompatible con otra anterior deliberada,
jurídicamente relevante y plenamente eficaz. Ello constituye
un límite al ejercicio de un derecho subjetivo o de una
facultad derivada del principio de la buena fe, de la exigencia
de observar dentro del tráfico jurídico un comportamiento
coherente(15) .
Esta teoría tiene su origen en la regla venire contra factum
propium nulle conceditur , definida sintéticamente como
"teoría de los actos propios", que se funda en la
inadmisibilidad de una postura que contradiga una conducta
anterior válidamente asumida por el litigante.
La doctrina de los propios actos guarda correspondencia con
el postulado de la buena fe, por cuanto el ordenamiento
jurídico impone a los sujetos el deber de proceder con
16
rectitud y honradez tanto en el desenvolvimiento de las
relaciones jurídicas, como en la celebración y ejecución de
los negocios jurídicos. Resulta inadmisible que un litigante
pretenda fundamentar su accionar aportando hechos y
razones de derecho que contravengan sus propios actos,
asumiendo una actitud que lo venga a colocar en
contradicción con su conducta anterior jurídicamente
relevante(16) .
A nadie le es lícito ir contra sus propios actos cuando éstos
son expresión del consentimiento de quien los ejecuta y
obedecen al designio de crear, modificar o extinguir
relaciones de derecho(17) .
La teoría de los propios actos importa una barrera opuesta a
la pretensión judicial, exigiéndole a los sujetos un
comportamiento probo en las relaciones jurídicas e
impidiéndoles asumir pautas que susciten expectativas y
luego se contradigan al efectuar un reclamo judicial(18) .
18
indeterminado, no tendría sentido alguno en un proceso en
el que la actividad de las partes y de sus defensores
estuviese por ley rígidamente vinculada en todas sus
manifestaciones. Sin embargo, adquieren especial
significado en un proceso de tipo dispositivo, en el cual se
deja a las partes un amplio campo discrecional, dentro del
cual cada una de ellas es libre para elegir los movimientos
que le parezcan más apropiados para vencer a su
contrario.
El proceso involucra la leal observancia de las reglas del
juego; e implica fidelidad a cánones no escritos de
corrección profesional de los cuales es custodio el juez.
Éste vela continuamente la conducta de las partes en el
debate, y puede adoptar providencias contra las que hayan
faltado a la lealtad, sancionándolas(22) .
En el delicado mecanismo del principio dispositivo —o
principio de justicia rogada —, cada una de las partes debe
esperar la victoria únicamente de sus propias fuerzas, y
puede abstenerse de aducir elementos que puedan
contribuir a la victoria contraria (nemo senetur edere contra
se ). En ese sentido es muy difícil establecer hasta dónde
llegan los derechos de una sagaz defensa y dónde
comienza el reprobable engaño(23) .
En síntesis, nos estamos refiriendo a la necesaria
observancia de un comportamiento de fidelidad en el marco
del proceso dispositivo, basado en la adecuación de la
voluntad de las partes al principio que inspira y fundamenta
la relación jurídico-procesal.
19
VI. LAS PRESUNCIONES JUDICIALES Y LA CONDUCTA
PROCESAL DE LAS PARTES COMO ELEMENTO DE
CONVICCIÓN PARA EL DICTADO DE LA SENTENCIA
20
Si bien cuando la norma transcripta se refiere a
presunciones, hace clara alusión al indicio , lo cierto es que
estos últimos constituirán presunciones y consecuentemente
prueba "cuando... produjeren convicción según la naturaleza
del juicio, de conformidad con las reglas de la sana crítica ".
La "naturaleza del juicio" no es otra cosa que la naturaleza
del decisorio, es decir la particular y concreta cuestión —
caso— sometida a la jurisdicción.
Frente a tal presupuesto normativo cabe preguntarse si las
presunciones pueden ser tomadas por el juez como
elemento de convicción con independencia o prescindencia
de la naturaleza del juicio, o si —por el contrario— la
naturaleza del proceso puede condicionar la validez de las
presunciones
Entendemos que la naturaleza de la cuestión debatida en el
proceso actúa como condicionante para establecer el ámbito
de aplicación de los indicios y las presunciones, a menos que
el alcance de estas últimas esté determinada en cada caso.
Las circunstancias de cada proceso y la naturaleza de la
cuestión que en él se ventilan, imponen la necesidad de
evaluar el alcance de los indicios o presunciones sobre la
base de la pretensión deducida, pues los indicios son
insuficientes para suplir la orfandad probatoria o ausencia de
prueba directa requerida por la ley o por los medios idóneos
insustituibles(26) .
En muchos casos la prueba es de difícil producción —a
menos que se produzca la confesión de la parte—, supuesto
en el cual el indicio constituye el principal elemento de prueba
que habilita al juez a presumir la existencia o inexistencia del
hecho a probar, tal como sucede en casos de adulterio,
fijación de alimentos, simulación de actos jurídicos, etcétera.
21
Cabe entonces destacar la importancia de distinguir entre
medios y fuente de prueba. Los medios de prueba (ilimitados)
se integran con la actividad del juez, las partes o terceros
para traer al proceso las fuentes de prueba. Estas últimas
(limitadas) son personas o cosas cuya existencia es anterior
al proceso y traen hechos objeto de prueba o que el juez
deduce que debe probarse.
b) Pero ¿qué ocurre si la persona que constituye fuente de
prueba se niega a someterse al medio de prueba necesario
para dilucidar el objeto del decisorio? ¿Puede ella negarse a
realizarse la prueba necesaria para ello, frente al deber del
juez de dictar una sentencia (art. 34, inc. 3º, aparts. b], c], d]
y e], CPCCN) dentro del marco de lo razonable (art. 163,
incs. 5º y 6º, CPCCN)?
En el caso de los testigos, éstos pueden negarse a declarar
"si la respuesta lo expusiere a enjuiciamiento penal o
comprometiere su honor" (art. 444, inc. 1º, CPCCN), o "si no
pudiere responder sin revelar un secreto profesional; militar;
científico; artístico o industrial" (art. 444, inc. 2º, CPCCN). Y,
respecto de documentos en poder de tercero, "Ante la
oposición formal del tenedor del documento no se insistirá en
el requerimiento" (art. 389, CPCCN).
¿Cuál es entonces la situación de la parte que se niega
someterse a una prueba necesaria para el esclarecimiento
de la causa?
Para dar una respuesta adecuada debemos tener en cuenta
si se trata de procesos —v.gr.: divorcio, filiación, etcétera—
en los que se encuentra comprometido el orden público.
Los límites a los poderes-deberes del juez están dados por
los principios enunciados ab initio , ya que debe mantener
la igualdad entre las partes , y respetar el derecho de
22
defensa (art. 36, inc. 2º, CPCCN). Por otra parte, desde la
doctrina se ha recomendado limitar el alcance de tales
poderes, ya que el proceso civil no persigue la averiguación
de la verdad sino el dictado de una sentencia que ponga fin
a un conflicto de intereses del modo más justo posible(27) .
23
El camino recorrido hasta determinar la composición de
estos últimos evolucionó notablemente desde el primer
método utilizado para asegurar un nexo biológico-judicial,
establecido por Landsteiner en 1902, al descubrir el sistema
ABO de los antígenos eritrocitarios. En 1952, Jean Dausset
descubre los antígenos del sistema HLA, determinantes con
gran precisión de la filiación de una persona. Luego, la labor
de Jeffreys dio lugar a la técnica del ADN, determinante en
grado casi absoluto del vínculo biológico(29) .
b) En orden a la filiación, nuestra legislación (ley 14.367,
modificada por la ley 23.264, complementada por la ley
24.540) establece requisitos formales (ficha, huellas
dactilares, etcétera) para asegurar la identificación del niño y
su madre.
Sin embargo, la prueba de la filiación cobra especial
relevancia frente al desconocimiento de la paternidad,
habilitando la correspondiente acción judicial (art. 255 del
Código Civil).
La creación del Banco Nacional de Datos Genéticos (creado
por ley 23.511 —dictada en 1987—) tiene por finalidad la
obtención y almacenamiento de la "información genética que
facilite la determinación y esclarecimiento de conflictos
relativos a la filiación", para lo cual está facultada a "producir
informes y dictámenes técnicos y realizar pericias genéticas
a requerimiento judicial" (art. 2º).
Ahora bien, cuando fuese necesario determinar en juicio la
filiación de una persona, deberá practicarse el examen
genético, y "La negativa a someterse a los análisis y
exámenes necesarios constituirá indicio en contrario a la
posición sustentada por el renuente" (art. 4º).
24
La gravitación de tal indicio legal —y por tanto objetivo—
con base en que el test de ADN constituye la "demostración
absoluta de la paternidad"(30) , no parece admitir prueba en
contrario o contraprueba. De ello cual se colige que
deviene en una presunción legal en los
términos supra expuestos, contraria al renuente a
someterse a una extracción de sangre.
c) En esta última hipótesis, algunos autores advierten una
contradicción en extender la aplicación del sistema de
presunciones judiciales de la generalidad de los casos, a la
filiación en razón del peso adquirido por las pruebas de
laboratorio. Propician la utilización de métodos
compulsivos para la realización de las pericias
genéticas(31) , pues el llamado "indicio vehemente" es
inidóneo para lograr la convicción que posibilite el dictado
de una sentencia(32) . Se fundan en las gravísimas
consecuencias que podrían derivarse de un error
fácilmente evitable, pues —se sostiene— "o el hijo queda
sin padre o la sentencia se basa en una verdad formal"(33) .
Parte de la doctrina se suma a la referida presunción legal
en caso de negativa a la realización de tan esencial
prueba(34) , y así fue receptado por fallos de tribunales
inferiores(35) , algunos de los cuales entienden que la
actitud renuente del demandado no constituye plena
prueba(36) , sino un indicio insuficiente para fundar una
sentencia(37) , ya que la técnica del ADN permite alcanzar
la certeza absoluta y es el método más exacto(38) , lo cual
habilita al tribunal a disponerla aun de oficio(39) . Nuestro
más Alto Tribunal estableció que someter a un menor no
imputado de acto antijurídico alguno a una prueba de
extracción compulsiva "presupone cierto grado de
violencia... sobre su cuerpo... invade su esfera íntima,
25
restringe su libertad... y comporta la lesión a la integridad
física del niño"(40) .
La jurisprudencia parece haber evolucionado en el sentido
de admitir la realización compulsiva del examen
hematológico, sobre la base de la necesaria concordancia
entre la realidad biológica y los vínculos jurídicos de ella
emergentes.
En efecto, la Corte Suprema determinó que tal extracción
compulsiva en materia penal: a) no afecta la garantía
constitucional de que nadie puede ser obligado a declarar en
su contra desde que no existe una expresión de voluntad en
los términos establecidos por nuestra Constitución Nacional;
b) no interfiere en los derechos fundamentales —derecho a
la vida, a la salud, a la integridad física de las personas—,
pues ocasiona "una perturbación ínfima en comparación con
los intereses superiores de resguardo de la libertad de los
demás, la defensa de la sociedad, y la persecución de
crímenes"; c) no constituye práctica humillante la invasión del
cuerpo a los fines de la extracción de sangre(41) .
Tal doctrina, de particular aplicación al ámbito penal, no debe
ser extensiva a la materia civil, pues si bien el magistrado
penal tiene el deber investigar la verdad de los hechos, no
ocurre lo mismo con el magistrado civil, cuyos poderes-
deberes lo facultan a comprobar la existencia o inexistencia
de los hechos invocados por las partes, trátese o no de
derechos disponibles. Si bien fácilmente se identifica al
proceso penal con el principio inquisitivo y al proceso civil
con el principio dispositivo , entendemos que este último
proceso participa más modernamente del
principio dispositivo atenuado , no sólo respecto de la
producción y valoración de la prueba, sino también de las
situaciones omisivas de la actividad probatoria.
26
En razón de ello, aun cuando en el proceso civil el juez
cuenta con mayor libertad para apreciar las pruebas, la
misma se encuentra acotada por la necesidad de atenerse a
las reglas de la experiencia y de la lógica, y por la exigencia
que se trasunta en el deber de fundar sus pronunciamientos
en valoraciones decisivas y esenciales (art. 386, CPCCN)
que la ley establece en cada caso.
Cada persona tiene derecho a conocer su identidad. Pero
aun sobre tal derecho, se encuentra la dignidad del
individuo. Establecer quiénes son sus progenitores es tan
digno para aquélla como lo es para quien debe someterse a
la prueba en cuestión negarse a su realización, aun cuando
deba soportar las consecuencias legales de su negativa, lo
cual genera la necesidad de compatibilizar la convivencia
entre ambos valores, o la prevalencia de uno de ellos sobre
el otro. Frente a tal afirmación no pueden dejarse de lado
aquellos casos de protección inversa de la identidad cuando
existe posesión de estado. Si bien ésta admite prueba en
contrario sobre el nexo biológico (art. 256, Código Civil), ha
dado lugar a no pocas situaciones traumáticas en torno a la
identidad de los hijos, los que —ante la opción—, no pocas
veces prefieren mantenerse en su estado de familia actual.
d) En este punto adquiere particular relevancia la conducta
procesal debida frente a la eventual aplicación de la teoría de
los propios actos , a la cual más arriba nos refiriéramos.
En oportunidad de establecer el contenido de la sentencia
definitiva, el art. 163, inc. 5º, tercer párrafo, del CPCCN
dispone que "la conducta observada por las partes durante
la sustanciación del proceso podrá constituir un elemento de
convicción corroborante de las pruebas, para juzgar la
procedencia de las respectivas pretensiones".
27
Como puede observarse, esta norma importa la explícita
consideración de la teoría de los propios actos aun cuando
pudiera aplicarse como regla de derecho derivada del
principio general de la buena fe(42) .
Es importante destacar que conforme a tal disposición, el
tribunal tiene la facultad de valorar de oficio la conducta de
las partes, y establecer —por ejemplo— el carácter
contradictorio de las pretensiones.
Y aun cuando no existe un criterio formado acerca de su
alcance, calificada doctrina procesalista considera que la
referida disposición opera como una presunción, no
constituyendo per se plena prueba suficiente(43) , o como
mero indicio(44) . Otro sector entiende, con fundamento en el
deber de los jueces de fallar conforme con la regla iura novit
curia , que esta teoría debe aplicarse aun cuando no hubiera
sido invocada por las partes(45) .
Particularmente, coincidimos con Palacio en sostener que
"los elementos de convicción derivados de la conducta de las
partes revisten un valor complementario y subsidiario y no
pueden constituir, por lo tanto, una plena prueba por sí sola
suficiente"(46) , pues por otra parte las situaciones que
presenta la realidad cotidiana son tan ricas en hipótesis que
no pueden formularse conclusiones estáticas,
particularmente cuando intervienen menores e incapaces.
e) En todos los ordenamientos jurídicos modernos, los
derechos de los niños (incapaces) son los que gozan de
mayor reconocimiento y protección.
Sin embargo, nos encontramos a diario con situaciones que
escapan a su alcance por la previsiones legales. Aquí, las
hipótesis y las soluciones contempladas por el legislador se
ven superadas por la realidad.
28
En este sentido podemos citar el de la madre que niega
someterse a exámenes médicos para determinar la
existencia de embarazo, o el temor fundado a que ésta se
practique un aborto, o que en caso de hallarse embarazada
asista a los controles médicos que coloquen en grave riesgo
la salud del concebido. ¿Cómo proteger al incapaz ante la
negativa de la madre?
En tales supuestos se visualiza una tensión entre el derecho
a la intimidad y el derecho a la vida, los que dan lugar a la
disyuntiva de optar entre ambos, dando lugar al siguiente
interrogante: ¿Cuál de ambos valores debe prevalecer? En
forma liminar puede observarse una limitación a la
verificación de la verdad material proveniente de la
naturaleza de la prestación exigida, por tratarse de
obligaciones de hacer de carácter personalísimo que el
sujeto obligado se niega a cumplir.
La elección del tercero imparcial en este punto ya no podrá
ser absolutamente libre entre dos valores positivos que
colisionan, pero indefectiblemente deberá atenerse a
resguardar aquella elección que tome en cuenta el bien más
preciado por la ley, sea que provenga de tratados
internacionales o leyes locales. Frente al juez podrá
argumentarse que la intimidad de la madre merece
resguardo, o también que el feto es una "extensión" de su
cuerpo, o que la defensa del incapaz no puede hacerse por
encima o con prescindencia del consentimiento de aquélla.
VII. CONCLUSIONES
29
En el ámbito del proceso civil, el criterio general imperante
en materia probatoria para la averiguación de la verdad, debe
mantenerse dentro de los límites necesarios para la
protección de la persona, la cual en caso de no someterse a
pruebas o exámenes invasivos de la intimidad pero que
pueden resultar vitales para la dilucidación de la verdad
material, deberá soportar las consecuencias que, en cada
caso, la ley impone. Tal sería el caso cuando existieran
métodos no invasivos —y, por lo tanto, no vejatorios ni
violatorios— de la integridad personal, como el caso de la
determinación de ADN mediante la simple muestra de saliva
en un hisopo(47) .
Consideramos que así como en el proceso penal, a efectos
de investigar un crimen, se utilizan como pruebas elementos
que se encuentran en el escenario del delito, con el objetivo
de identificar al presunto culpable, podría hacerse extensivo
este procedimiento para identificar de elementos de uso
personal (peines, relojes, etc.), tal como ocurre con el
imputado en el proceso penal. Con ellos podría hacerse la
determinación del ADN sin necesidad de acudir a la
vulneración de la integridad personal.
Otro escenario se erige ante la hipótesis de un supuesto de
extrema gravedad. Así ocurre, como medida de último
recurso (siempre y cuando no existiere otro medio) frente a
la negativa de la supuesta madre (menor o en grupo de
riesgo) a someterse al examen pertinente para determinar su
estado, o a los cuidados médicos para cuidar su embarazo.
¿Quién merece protección en tales casos? ¿Cuál es en tales
casos la verosimilitud del derecho? ¿Podría ello ameritar su
internación, contra el límite impuesto por su voluntad, para
resguardar a la persona por nacer?
30
Como más arriba se señalara, en los modernos
ordenamientos jurídicos, los derechos de los niños
(incapaces) son los que gozan de mayor reconocimiento y
protección.
De todos modos, lo expuesto confirma un avance en la
erradicación de los sistemas invasivos de la integridad de la
persona, deviniendo inaceptable la realización forzada de
pruebas legales invasivos.
La dignidad personal merece plena protección y constituye
una valla insoslayable ; en especial cuando la jurisdicción a
la luz del sistema de indicios y presunciones presenta una
solución a la hipótesis de conflicto que concilia dos derechos
fundamentales: el de la intimidad de la dignidad y el de su
dignidad.
En este sentido, entendemos que se hace necesario
actualizar los criterios aplicados a la realidad.
31
CAPÍTULO 2
32
presupuestos o supuestos de hechos de la norma jurídica que le
es favorable. 2.5. La carga de la prueba sobre quien pretende
innovar. 2.6. Según su efecto jurídico exigido. 2.7. La
denominada carga de la prueba dinámica. 3. La teoría de la carga
dinámica de las pruebas: 3.1. Reflexiones acerca de la carga
dinámica. 3.2. Situaciones emblemáticas. 3.3. Nuevas tendencias
legislativas. 3.4. Constitucionalidad de la carga probatoria.— VI.
Medios y fuentes de pruebas: 1. Medios de prueba: concepto. 2.
La clasificación de los medios de prueba. 3. Su regulación en el
Código Procesal. 4. Régimen legal. 5. Medios y fuentes de
prueba.— VII. Indicios y presunciones judiciales.— VIII.
Valoración de la prueba.
I. LA PRUEBA
1. Concepto de prueba
El vocablo "prueba" es utilizado por lo general para
designar los diferentes medios probatorios de los cuales las
partes disponen a fin de acreditar la existencia de un hecho
en el proceso, v.gr., prueba de testigos, prueba de peritos,
etc.(1) , al punto que Tomás Jofré caracterizaba el concepto
diciendo "...que es la suma de los medios probatorios de la
certeza ..."(2) .
Este enfoque preciso y concreto puede complementarse
con un análisis que comprenda además otras lecturas que
den cuenta de su relación con los demás institutos del
proceso y del sistema jurídico en general.
Desde este punto de vista, la actividad probatoria
consiste en una labor amplia y compleja que refiere a la
relación de los relatos de las partes, los documentos
33
arrimados al expediente, ambos entrecruzados por lecturas
del derecho aplicable, las presunciones legales y judiciales,
etc. que, con la evaluación de sus posibles resultados,
transforman al concepto en una noción difícil de ser
abordada.
La relevancia del tema no sólo radica en precisar la
aplicación de las normas jurídicas en el marco de un
determinado proceso, sino también en lo que se ha dado
en llamar "abogacía preventiva", en la cual es preciso
analizar acertadamente cada caso para evaluar la
posibilidad y conveniencia de ingresar en un proceso
judicial y también para poner fin al conflicto que pueda
existir en forma real o potencial antes de que se inicie el
juicio hasta la ejecución de la sentencia judicial(3) .
35
el lugar donde la idea se manifiesta y a su vez permite su
propia transformación en ese movimiento sincrónico a
través del tiempo(16) .
Cada uno de los autores, por lo tanto, intenta con su
aporte brindar un concepto sistémico que a su vez sea
congruente en su explicación con los demás institutos del
sistema, de acuerdo a su contexto histórico, que sea útil al
progreso de la disciplina desde su perspectiva personal.
Se genera de ese modo un proceso dialéctico al cual se
suma la necesidad de que las instituciones jurídicas
readecuen su diseño original y adaptándose a las
novedades tecnológicas, a la litigación con actores
culturalmente mejor preparados, en una sociedad
técnicamente más exigente, enriquecida con mayor
conocimiento que lleva a los jueces a esforzarse en la
aplicación de la sana crítica, la propensión al uso de
criterios hermenéuticos consecuencialistas, la gravitación
creciente del uso de medios técnicos y científicos, el auge
creciente de las pruebas científicas y de nuevos procesos,
etc., impulsan inevitablemente la labor de los juristas a dar
respuesta a estos nuevos problemas(17) .
Carnelutti expresa que la prueba en sentido estricto
consiste en "...la demostración de la verdad de un hecho
realizada por medios legales (por modos legítimos) o más
sencillamente la "demostración de la verdad o judicial" o
bien "la fijación formal de los hechos discutidos"(18) .
La doctrina debatía en sus comienzos acerca de si el
objeto de la prueba eran los hechos o las afirmaciones que
las partes hacían de esos hechos en sus reclamos.
Actualmente existe consenso en que el objeto de la prueba
comprende los hechos que fueron afirmados por las partes
en orden a la aportación propia del principio dispositivo,
36
pues tal cual señala Morello las afirmaciones se refieren a
esos hechos, si bien en rigor deben probarse los hechos
que son aportados mediante aquellas afirmaciones(19) .
Por su parte, Alsina caracteriza a la prueba como "la
comprobación judicial, por los modos que la ley establece, de
la verdad un hecho controvertido del cual depende el
derecho que se pretende"(20), poniendo de relieve la función
que la prueba cumple en el proceso más que la noción de
verdad a la cu al se vincula.
La cuestión de la verdad ha quedado subsumida en el
presente al concepto de "certeza judicial", bien que en
algunos casos se utiliza el vocablo para significar a la "verdad
jurídica objetiva" o a la "verdad material" o "formal", tal cual
veremos en el acápite siguiente.
Couture brinda en su Vocabulario Jurídico(21) cuatro
acepciones del concepto prueba a la que define diciendo: "La
prueba civil es normalmente comprobación, demostración,
corroboración de la verdad, o falsedad de las proposiciones
formuladas en el juicio"(22) , que consiste en un método de
averiguación y de comprobación del contenido de aquella
averiguación.
37
Para Palacio: "Constituyen medios de prueba los modos
u operaciones que, referidos a cosas o personas, son
susceptibles de proporcionar un dato demostrativo de la
existencia o inexistencia de uno o más hechos"(24) .
Morello destaca a la prueba en el sentido de las
actuaciones que se cumplen en el objeto con el fin de
generar en el juzgador el convencimiento "...de la verdad
de las afirmaciones y de los hechos controvertidos "...—si
no se prueba el juez no podrá acceder al pedido— lo que
supone dos tareas: una de averiguación y otra posterior de
verificación para conocer la verdad o falsedad de los
hechos que se invocan"(25) .
En igual sentido, Fassi y Maurino sostienen que
predomina el criterio de considerar la prueba como una
actividad procesal de las partes, que tiende a crear en el
juez la convicción de la verdad de una afirmación o de un
hecho afirmado en el proceso(26) .
Por su parte Falcón expresa "...que Prueba es la
demostración en juicio de la ocurrencia de un suceso.
Demostración, como actividad de conjunto que crea la
certeza sobre la verdad de una cosa, en nuestro caso un
hecho", aludiendo a los hechos que se ventilan en el
proceso(27) .
Vemos, entonces, que la doctrina es conteste en
considerar el objeto de la prueba a aquellos hechos
alegados por las partes de carácter controvertido,
descartando aquellos hechos reconocidos y los evidentes
y notorios que no requieren ser probados.
Kielmanovich, siguiendo en forma parcial la tesis de
Carnelutti, conceptualiza a la prueba judicial en sentido
estricto como el procedimiento para la fijación de los
hechos... de interés para la litis pero no admitidos
38
expresamente o admitidos pero indisponibles a partir de las
concretas fuentes (personas o cosas) que el ordenamiento
determina o autoriza en la especie, con abstracción de que
el mismo hubiese alcanzado o no para formar la convicción
del juez acerca de su probable existencia o inexistencia,
según las reglas de la sana crítica o libre convicción, o las
reglas de la prueba legal, tasada o tarifada"(28) .
En el marco del Derecho Procesal, la doctrina coincide en
señalar que la voz "prueba" refiere en general a tres
significados específicos: el primero de ellos relacionado
con la actividad de probar una aserción(29) , es decir, un
método de averiguación; el segundo de ellos referido a los
distintos medios probatorios a los que el sistema procesal
autoriza a utilizar en el proceso: un método de
comprobación; y el tercero, el tratarse de un método para
llevar convicción al juez.
Según Peyrano, "La prueba —en materia civil y comercial—
es un medio de confirmación de los relatos fácticos aportados
por las partes como sustento de sus pretensiones,
excepciones o defensas"(30) .
Para Efraín Quevedo Mendoza es prueba "la actividad,
regulada por la ley procesal, que realizan el juez, las partes
y los terceros, para poner a disposición del primero los
instrumentos de cuya valoración aquél extraerá las razones
o argumentos con los que formará su convicción acerca de
la verdad de los hechos que han sido sometidos a su
conocimiento y decisión"(31) .
En el campo del proceso civil destaca Leguisamón que el
concepto de prueba refiere a la actuación que se lleva a cabo
para comprobar, demostrar y corroborar "...la verdad o
falsedad de las proposiciones formuladas en juicio...", a
39
diferencia del proceso penal, en que "la prueba es
normalmente averiguación, búsqueda"(32) .
El tema de la prueba compete primordialmente al Derecho
Procesal(33) y así ha pasado a ser un patrimonio propio de
nuestra disciplina, si bien cuenta con importantes influencias
de otras ramas del Derecho como los derechos de fondo, el
Derecho Constitucional y de la Teoría General del Derecho,
auxilio que resulta imprescindible para el derecho de forma.
40
afirmaciones en el proceso judicial; y además, que es el
resultado de la actividad realizada por las partes en el
proceso tendiente a llevar la convicción al tribunal de la
certeza de las afirmaciones contenidas en el reclamo
judicial.
41
Desde el enfoque de la Teoría General del Proceso, la
prueba es de vital importancia para acreditar el daño en el
cual se funda la acción que se plantea ante el órgano
judicial, teniendo en cuenta que en el derecho argentino
nuestro Código Civil adhiere a la teoría civilista de la acción,
según la cual debe ocasionarse un daño para que sea
factible contar con una acción que lo tutele(38) , debiendo
acreditarse: 1) un obrar antijurídico; 2) un daño o perjuicio;
3) la relación de causalidad entre la violación del deber o el
obrar antijurídico y el daño causado; 4) dolo o culpa del
agente, salvo aquellos casos en que se prescinde de la
consideración de este elemento subjetivo.
En la visión del juez (la jurisdicción) la prueba es el
contenido de elementos expuestos bajo su dirección que
debe emplear dentro de sus facultades con límites muy
precisos respetando las garantías del debido proceso
adjetivo.
Aquel "derecho probatorio" del cual nos hablaba Sentís
Melendo confiere sustancia al proceso y se compone de
tipos y reglas(39) , que contienen además normas,
apercibimientos, intimaciones, mecanismos para otorgar
validez a los actos procesales, silencios y omisiones,
principios, reglas, normas, presunciones, citaciones,
caducidades, negligencias, etcétera.
Pero lo cierto es que el Código Civil no trae un sistema propio
relativo al régimen de la prueba, sino tan sólo disposiciones
aisladas que se complementaron con la normativa de forma
adoptada por el Código Procesal de la Provincia de Buenos
Aires en forma provisoria hasta sancionar la propia
legislación del rito.
La cuestión probatoria se nos revela entonces como un
problema que es preciso responder en sus múltiples
42
dificultades, tanto aquellas que son sistémicas y comunes a
todos los procesos como las concretas referidas a cada
proceso en particular.
Esta doble dificultad de contar con un sistema coherente de
justificación de la prueba en calidad de régimen legal
requiere de un sistema probatorio general, homogéneo,
igualitario, eficiente que tenga operatividad en los hechos
para garantizar realmente las garantías del debido proceso
adjetivo.
La Teoría General de la Prueba constituye por tanto un
método sistémico que viene a responder a la problemática
del régimen probatorio, que se relaciona indefectiblemente
con otras disciplinas: la Filosofía del Derecho, el Derecho
Civil, el Derecho Comercial, el Derecho Constitucional,
etcétera.
El tema de la prueba es predominantemente procesal(40) , y
en la actualidad ha pasado a tratarse de un tema
interdisciplinario, que comienza con el estudio de la Teoría
del Conocimiento(41) , que nos exhibe las posibilidades y
límites del conocimiento humano y su grado de accesibilidad
vinculado con las demás disciplinas, lo cual conlleva a la
existencia de numerosas lecturas paralelas y a la percepción
de inevitables tensiones entre el derecho de forma y el de
fondo.
El punto central de la Teoría de la Prueba son los hechos,
entendidos "...como el suceso o acontecimiento que
impresiona nuestros sentidos (lo percibimos) y manifiesta
una modificación del mundo exterior o interior..."(42) .
La primera dificultad que se presenta al observador es
determinar positivamente si es posible conocer el objeto; la
segunda, en caso de que la respuesta sea afirmativa, es en
43
qué grado. Una tercera interrogación que es factible formular,
es sobre la posibilidad de conocer el hecho que en concreto
es objeto del proceso: al ser ese "hecho" un acontecimiento
pasado, existe una gran dificultad en demostrar su verdad o
falsedad por la observación del mundo de un enunciado
meramente descriptivo(43) .
A su vez, entre las posturas dogmáticas y el escepticismo
existen distintos grados para la observación, y es posible
plantearnos si existe consenso en la comunidad científica
sobre el punto y, aún más, si el consenso es el mejor criterio
de solución al problema. Una cosa es ponerse de acuerdo en
qué cosa es un hecho y otra en cómo determinar siempre en
todos los casos si ha ocurrido.
Vemos entonces que así como el resto de las teorías, la
Teoría de la Prueba enfrenta una dificultad apriorística que
consiste en determinar si es posible conocer qué cosa es
posible conocer y con qué grado de certeza.
En nuestro régimen jurídico el tema de la prueba ha sido
objeto de tratamiento en los códigos de fondo (arts. 75,
inc. 12, de la C.N.) en los que pese a las facultades
reservadas por las provincias en el art. 5º de la C.N., se
regulan aspectos referidos a la forma y a la prueba en los
procesos. Así, por ejemplo, el Código Civil establece la
prueba del nacimiento (arts. 79 a 88), de la muerte (arts.
103/109), del estado civil, del matrimonio (art. 197), sobre el
valor probatorio de los instrumentos privados (arts. 1028,
1029, 1034, 1035) y de los instrumentos públicos (arts. 993
a 996), de la prueba de los contratos (arts. 1190 a 1194),
reconocimiento de hijos ilegítimos (art. 263), etc. La prueba
del documento del deudor, la simulación, el dolo, etcétera(44) .
En el Código de Comercio se dispone sobre el valor
probatorio de los libros de comercio (arts. 63 a 65), se regula
44
respecto de la prueba de los contratos (arts. 208 y 209) entre
otros. Se aprecia que la distinción entre normas sustanciales
y procesales no se identifica con su ubicación en los códigos
de fondo y de forma y en muchos casos generan una tensión
que debe ser resuelta en el proceso judicial.
3. Prueba y verdad
45
decidir y administrar la verdad legal, sea que este último
objetivo se procure en cualquiera de sus funciones
esenciales: administrativa, legislativa o judicial.
En su uso corriente el vocablo "verdad " presenta varias
acepciones(46) y en el uso jurídico se dirige a dar fuerza al
argumento con un supuesto mayor grado de certeza que
fortalezca la posición de quien lo esgrime.
Desde antaño se ha interpretado que el fin de la prueba es el
de establecer la verdad de los hechos(47) , lo cual
probablemente deriva de la unificación en manos de la
autoridad del poder político, legislativo y religioso y más tarde
de la creencia de identificar la presunta infalibilidad de la
autoridad estatal con sus procedimientos.
Esta tendencia ha sido explicada por Michelle Taruffo
recordando que existe una idea generalizada en las culturas
jurídicas de todos los países a interpretar que la función de
la prueba es alcanzar la verdad de los hechos, sea que
coincida con la realidad efectivamente ocurrida de modo total
o parcial(48) .
La suposición —según el autor— está difundida en todos los
ordenamientos jurídicos y se emplaza con la idea de que la
prueba permite determinar si los hechos han ocurrido
concretamente o no y que las pruebas son útiles para
resolver ese problema.
La creencia proviene del modelo continental europeo de la
prueba tasada, sistema en el cual sí se suponía que la verdad
podía alcanzarse en el proceso.
Un fenómeno similar se advierte que puede darse en el
Estado Moderno si se extiende la aplicación del principio de
legalidad tomado en un sentido dependiente de la noción de
46
autoridad —cuando ésta no admite ser cuestionada—, con el
riesgo de incurrir en algunos casos en la denominada "falacia
de autoridad "(49) .
47
En Derecho Penal la respuesta acerca del concepto de
verdad no es similar a la del proceso civil. El gran profesor
Jairo Parra Quijano explica que el derecho a la prueba en los
arts. 246 y 257 del Cód. P. P . "significa la consagración del
método experimental para llegar a la certeza objetiva...", la
cual puede ser investigada aun de oficio, alterando el
principio clásico del proceso acusatorio de que el juez esté
involucrado en la búsqueda de la prueba(53) .
Es preciso distinguir, por tanto, la convicción a la que el juez
debe alcanzar, con la noción de verdad, que no debe
confundirse con la primera.
Destaca Angelina Ferreyra de De la Rúa que desde el año
1957 la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha elaborado
una expresión superadora de las anteriores nociones,
mediante el uso de la acepción "verdad jurídica objetiva", la
cual se vincula a la idea de exceso ritual manifiesto(54) .
Esta expresión se refiere a alcanzar una decisión justa
poniendo de resalto las cualidades objetivas de la decisión
por encima de las subjetivas, más allá del alcance gramatical
de la idea que al ser vertida por uno o más sujetos se trata
de una interpretación humana de carácter subjetivo.
Bertolino, quien ha tratado en extenso y con solvencia el
tema entiende que el fin del proceso consiste en alcanzar la
verdad jurídica objetiva a la cual conceptúa como "...la actitud
del juez frente al dato procesal..."(55) .
En igual sentido señala Rosales Cuello el deber de los jueces
de alcanzar la verdad jurídica objetiva, al cual atribuye
jerarquía de principio constitucional siguiendo los
pronunciamientos de la Corte Suprema(56) .
48
Morello, por su parte, señala al menos dos posturas en la
antigua discusión doctrinaria si existe un fin institucional de
alcanzar la verdad en el proceso o si resulta suficiente llegar
a la solución del conflicto(57) .
La Ley de Procedimiento Administrativo en su art. 1º ha
receptado este importante aporte de nuestro Máximo
Tribunal haciendo mención a que el trámite administrativo
debe procurar la "verdad jurídica objetiva "(58) .
49
de nuestro país, que da cuenta que no siempre se alcanza
en el caso la verdad jurídica "material".
En el mismo sentido, al describir las doctrinas que explican
la naturaleza y el fundamento de la cosa juzgada, Devis
Echandía enumera las teorías que van desde la presunción
de verdad iuris et de iure cuya inmutabilidad impide su
revisión posterior proveniente del derecho romano, la ficción
de verdad que enunció Savigny, las tesis contractualistas de
cuño romanista, la teoría materialista que entiende que la
sentencia es un hecho jurídico material sobre el que recae la
sentencia y no de corte procesal y las modernas teorías
procesalistas que se basan en la eficacia de la ley procesal
para otorgarles eficacia y sustento a la cosa juzgada de
acuerdo a la certeza que se alcance en el proceso(60) .
Nuestra Corte de Suprema de Justicia ha elaborado una
riquísima jurisprudencia acerca del concepto de "verdad
jurídica objetiva " que arrancó con el célebre precedente
"Colalillo"(61) , que pese a no ser obligatoria ha conseguido
morigerar la rigidez en la conducción del proceso, fundada
en la autoridad y fina elaboración de los pronunciamientos de
nuestro más alto tribunal.
Según Calamandrei, el sistema probatorio civil está
organizado de tal modo que se conforma con que el juez al
sentenciar decida en base a un subrogado de la verdad, que
es la verosimilitud(62) .
Morello distingue entre la postura que privilegia la verdad
material y la opuesta que sigue el principio de disposición de
las partes al que debe someterse el juez, advirtiendo que "...
existirá siempre un margen de insatisfacción entre el
acercamiento judicial y la verdad objetiva de los hechos, lo
que de por sí genera un margen de error (relevante) aunque
50
obviamente no sea el único) en la aplicación de la ley en la
sentencia(63) .
Explica Fenochietto que al igual con la dupla anterior resulta
difícil determinar con exactitud su sentido, pese a lo cual la
Corte ha dicho que debe ser un norte o guía en la labor
jurídica(64) .
La labor del juez radica en alcanzar una decisión racional del
caso que coincida con la toma de decisión que constituye un
acto de voluntad, respetando el límite impuesto por los
presupuestos procesales, de la cuestión propuesta que fija
los límites del dispositivo(65) y que se refiere a la posibilidad
de alcanzar la certeza judicial.
En el proceso civil la facultad de proponer la cuestión
debatida y de retirarla en cualquier momento del juicio antes
de la sentencia impide que la verdad sea el fin del proceso
en todos los casos al menos.
El sistema jurídico presenta la tendencia a agregar el
elemento "verdad " como un justificante de autoridad donde
reposa la cadena argumental. Antiguamente respondía a
aquel deseo de que la acción se conceda a "quien tiene
razón". Por eso es que el maestro Francesco Carnelutti
afirmaba que las partes acuden al juez cuando han perdido
la razón y requieren que un tercero imparcial los ratifique en
sus asertos(66) .
El tema se relaciona con un tópico de la Filosofía del
Derecho, que es el capítulo de las Teorías de la Verdad, que
si bien son numerosas podemos señalar entre las más
influyentes a la Teoría de la Correspondencia y a la Teorías
subjetivistas, coherentistas, pragmatistas y semánticas.
51
La Teoría de la Correspondencia, de base aristotélica,
sostiene que un enunciado es verdadero si coincide con la
realidad, lo cual comparte en algún sentido los postulados de
la verdad material, pero encuentra la dificultad de justificar
las relaciones de coherencia que existen entre las distintas
creencias que se aportan al caso.
Por su parte Tarski, seguidor de la corriente semántica, utiliza
distintos niveles de lenguaje para acceder a describir al
objeto y desde allí discutir el tema de la definición de la
verdad(67) .
El tema es a cuál verdad debería seguirse, la verdad de los
hechos o la verdad jurídica de la interpretación de las
posibles soluciones jurídicas para el caso de que por
aplicación de la Teoría de la Decisión el juez o tribunal
consideren que es la preferente, a la verdad jurídica "más
fuerte" de ese caso hipotético, etcéter a.
Por lo visto hasta aquí, el concepto de verdad es difícil de ser
asido y además no es innecesario: vemos que existen casos
donde aparece con mayor preeminencia.
Sin duda que el grado de certeza que el Estado debe
alcanzar en algunos casos es más fuerte, más severo, por
ejemplo en las acciones de Estado que en los derechos
disponibles su injerencia en la conducción del proceso debe
necesariamente ser mayor(68) .
Otro límite que encuentran los magistrados del Estado radica
en la imposibilidad de que, bajo pretexto de alcanzar la
verdad jurídica objetiva, consagren decisiones contrarias a la
ley o al orden público, tanto en los aspectos procedimentales,
al dictar sentencias definitivas y al homologar acuerdos en el
marco del proceso.
52
El juez civil se encuentra limitado en la búsqueda de la
verdad material por aplicación del principio dispositivo a los
materiales que las partes aportan a la adquisición y decisión
en el proceso en la faz estática y al resultado de la actividad
probatoria consecuencia del concepto de carga de la prueba
en la faz dinámica.
Pero también se encuentra limitado a los términos de la
cuestión propuesta por las partes, debiendo determinar en la
audiencia preliminar los hechos controvertidos que requieren
ser probados, sin poder pasar por alto la regla de
congruencia más allá de los términos en que quedó
planteada la litis.
En la faz teórica para elevar a rango de principio procesal la
noción de "verdad jurídica objetiva" deberíamos establecer
sus límites en oposición al principio dispositivo, al menos en
el ámbito del proceso civil, límite que debería incluir a los
principios procesales de preclusión y adquisición.
En materia de prueba en el proceso civil existe otro límite
importante que es la aplicación del orden público al proceso
y algunos derechos personalísimos, por ejemplo el derecho
a la identidad. Así en los procesos de familia, de filiación,
expedición de títulos, derecho sucesorio, se justifica una
mayor intervención del juez en integrar la litis, y en proveer
las pruebas tendientes a determinar la "verdad material " del
caso.
Vemos que en estos supuestos, la aplicación del principio
dispositivo cede ante la imperiosa necesidad de alcanzar la
verdad real impuesta al juzgador por el orden público.
En los demás casos, la solución será diferente de acuerdo a
las modalidades en que se trabó la litis y la prueba producida.
Aquí arranca la decisión respecto de cuál criterio de
53
interpretación elige el intérprete —sea el tribunal o la parte—
: en algunos de esos casos se resolverá por
presunciones iuris tantum , en otros por presunciones iuris et
de iure , excepcionalmente por indicios, etc., pero siempre
teniendo en mira la verdad de los hechos, pues el Estado no
puede reconocer judicialmente actos contrarios a la justicia y
al principio de legalidad por los cuales él mismo debe velar.
55
con independencia de cuál de las partes se vea beneficiada
por ella.
El principio del favor probationis establece que tanto la
admisión, producción y valoración de la prueba debe
realizarse a favor de aceptar el medio probatorio, el cual no
obstante debe ser aplicado resguardando la igualdad de la
prueba y los plazos de caducidad.
También merece destacarse la aplicación de los
principios de lealtad y probidad en materia de prueba para
que sea utilizada con el fin de alcanzar la verdad de los
hechos y no al ocultamiento o engaño de las partes o del
juez. En este punto se vincula con el principio del interés
público en la función probatoria, que persigue la verdad y
la justicia, pilares del sistema jurídico y del sistema político
de la democracia.
Derivado del principio procesal de contradicción , la
doctrina entiende que aquella parte frente a la cual se
ofrece y propone una medida probatoria, tiene el derecho
de cuestionarla, lo cual resulta imprescindible para el
reconocimiento de su validez de acuerdo a las reglas del
debido proceso adjetivo. Este principio se complementa
con el de la igualdad de oportunidad para producir la
prueba, el cual garantiza que ambos contendientes posean
las mismas oportunidades para ofrecer y producir pruebas
que la contraparte.
Se destaca además el principio de originalidad de la
prueba , el cual se refiere a que el medio de prueba debe
referirse en la medida de lo posible a los hechos concretos
que se relacionan con él, por ejemplo la inmediación del
juez en el lugar de los hechos, la declaración de testigos
presenciales, etcétera.
56
II. FACULTADES DEL JUEZ PARA ESCLARECER LOS
HECHOS
57
El margen de estas facultades ha variado a lo largo del
tiempo, conforme se considera en mayor o menor medida
la influencia de los principios dispositivos o instructorios. El
sistema procesal oscila entre la instrucción y la disposición
y ha variado a lo largo de la historia del Derecho Procesal,
y presenta un contenido de política legislativa.
En la actualidad los reclamos crecientes de una mejor
justicia por parte de la población, la exigencia de una mayor
presencia en la actuación del órgano jurisdiccional ha
llevado a ampliar esos poderes-deberes de actuación de
los jueces, dándole actualmente mayor influencia al poder
de instrucción al juez civil.
El tema se emparenta con la finalidad del proceso según
considere el sistema implementado y contemplando que se
trata de la justicia entre civiles. Así, por ejemplo, en la
doctrina italiana Chiovenda propone que el fin del proceso
es realizar la justicia en defensa del interés individual, es la
finalidad de la tarea judicial con mayores poderes
investigativos del juez en forma activa; Carnelutti señala
como finalidad del proceso la justa composición de la litis,
destacando más su aspecto objetivo de que la ley sea
cumplida que el interés meramente individual del afectado,
el aspecto del actuar objetivo de la ley para restaurar la paz
social más que el referido al derecho subjetivo vulnerado.
Conforme el principio dispositivo, los jueces deben tratar
las manifestaciones y los hechos expuestos por las partes
pues ellas tienen la carga de procesal de aportar los
elementos del proceso. Los autores difieren levemente de
acuerdo a la finalidad conceptual que le han dado a la
noción de "verdad" y a la de "justicia" dentro del proceso.
Es que el fin que se fije para el proceso determinará el
límite y los alcances de la actuación del juez y la mayor o
58
menor amplitud del principio dispositivo serán
determinantes en su aplicación, la decisión sobre la
finalidad del proceso que es materia de la Teoría General
del Proceso no es inocente respecto de sus
consecuencias: si el juez debe buscar la verdad, el
dispositivo pasa a ser un instructivo que puede modificar lo
aportado por las partes.
Por tal motivo entendemos que las facultades o los
poderes de los jueces en el proceso civil encuentran un
límite importante en los postulados del principio dispositivo,
del de defensa en juicio, el de igualdad y el de la
congruencia.
Estos límites necesarios coexisten con los distintos
mecanismos que el juez tiene a su disposición en el
proceso para alcanzar la certeza judicial en su
pronunciamiento definitivo de modo de garantizar una
decisión conforme a derecho(79) .
El Código Procesal Civil y Comercial de la Nación
contempla numerosas disposiciones que permiten al juez
esclarecer los hechos ventilados en el proceso. Esta
facultad se refiere a los hechos propuestos y a las medidas
de prueba consecuentes, no encontrándose facultado el
juzgador para realizar tarea que supla la insuficiencia de
prueba de uno de los contendientes.
En los arts. 34 a 36 del CPCCN la ley procesal(80) regula
los deberes y facultades de los jueces y establece en
carácter de principio general otorgar al juez poderes-
deberes para el esclarecimiento de los hechos
controvertidos (art. 34, inc. 6º), el cual se refiere a: "4)
Ordenar las diligencias necesarias para esclarecer la
verdad de los hechos controvertidos, respetando el
derecho de defensa de las partes".
59
La disposición en apariencia parece ir más allá del
principio dispositivo, pero ya establece de antemano que la
búsqueda de la verdad no podrá vulnerar el derecho de
defensa de las partes, límite que veremos se ampliará en
el desarrollo de este capítulo (punto III).
En algunos supuestos esas facultades de investigación
del juez civil se acrecientan, tal cual ocurre con las acciones
filiatorias y en los casos del derecho a la identidad, por
ejemplo, al igual que en aquellas donde pudiera verse
cuestionada la aplicación del orden público.
Además, el juez civil tendrá un elemento de convicción
corroborante de las pruebas, que es la conducta seguida
por las partes durante el proceso conforme al art. 163,
inc. 5º, del CPCCN: "...la conducta observada por las
partes durante la sustanciación del proceso podrá constituir
un elemento de convicción corroborantes de las pruebas,
para juzgar la procedencias de las respectivas
pretensiones".
Por su parte, en el art. 36 del CPCCN observamos una
tendencia marcada hacia la posibilidad de una mayor
actuación del juez civil en la conducción del proceso,
imponiéndole el deber de darle mayor celeridad al trámite,
pero siempre limitado por los principios de defensa e
igualdad.
A tal efecto le fueron otorgados los poderes y facultades
que lo autorizan a investigar los hechos, con el límite que
representan las garantías constitucionales y los principios
de igualdad, contradicción y congruencia, respetando el
principio dispositivo que otorga el marco de actuación que
los abogados presentan al tribunal.
Por ello es que las facultades que la ley confiere a los
magistrados no sustituyen la labor probatoria que se
60
encuentra en cabeza de las partes que tienen la carga de
la prueba de los hechos que invocan.
Observamos entonces que los poderes de los jueces,
pese a ser amplios no alcanzan a ser absolutos, pues
tienen los límites que constituyen los principios
constitucionales y procesales.
Estos deberes y facultades autorizan al tribunal a tomar
las medidas que permitan el esclarecimiento de los hechos
(art. 36 del CPCCN), de acuerdo a las reglas de
distribución de la carga de la prueba, e interpretando la
conducta de las partes en su formación (art. 163, inc. 5º,
del CPCCN).
El modo previsto para el control de estas facultades de
los jueces por las partes, se halla limitado, pues las
medidas para mejor proveer no son en principio pasibles
del recurso de apelación y, por lo demás, al tratarse de
medidas de prueba, el recurso de apelación está vedado
en orden a lo previsto en el art. 379 del CPCCN.
En cuanto a la apreciación de la prueba producida, el juez
está autorizado para aceptar aquella prueba que considere
relevante según la aplicación de la reglas de la sana crítica
y "no tendrán el deber de expresar en la sentencia la
valoración de todas las pruebas producidas, sino
únicamente de las que fueren esenciales y decisivas para
el fallo de la causa" (art. 386 del CPCCN).
La ley procesal establece el principio general de otorgar
al juez poderes-deberes para el esclarecimiento de los
hechos controvertidos, previsto en el art. 36, inc. 4º, del
CPCCN.
61
En los últimos tiempos ha aparecido una nueva tendencia a
flexibilizar el principio de congruencia en aras de dotar al
juzgador de un más amplio poder para resolver conforme su
interpretación del principio de la tutela judicial efectiva.
La dificultad de estos nuevos criterios radica en que no se
encuentran tasados por la ley procesal en forma expresa
respecto de cuándo, cómo y en qué casos deben aplicarse.
A lo expuesto se suma el impedimento que en esta materia
representa el principio procesal de dispositivo que es el rector
en materia de procesos civiles.
Seguramente en el futuro irán consagrándose por vía de
excepción algunos de estos nuevos "deberes" del juez civil
para esclarecer la verdad de los hechos, dando por ejemplo
el mismo margen de discrecionalidad que existe en materia
de medidas cautelares (art. 232 del CPCCN) en algunos
casos en particular como por ejemplo cuando se encuentra
involucrado el orden público.
62
En el caso de la prueba del derecho extranjero el juez civil
se encuentra facultado a investigar la prueba extranjera
invocada no probada, tal cual prevé el art. 377 del
CPCCN(82) y se verá en el punto siguiente.
En materia de decisión de los medios probatorios a
aplicarse en el proceso, el juez civil cuenta con la facultad
de proveer aquellos puntos que considere adecuados a la
decisión, en particular en la audiencia preliminar prevista
en el art. 360 del CPCCN(83) .
También está facultado a intervenir libremente en la
realización de la prueba confesional, testimonial y pericial.
Dentro de la prueba confesional, podrá interrogar de oficio
a las partes, según lo establecido en el art. 415 de la ley
procesal(84) .
63
El juez podrá asimismo de oficio o a pedido de parte,
ordenar la realización de planos, exámenes, reconstrucción
de hechos(88) .
En cuanto a los pedidos de informe, podrá solicitar a
instituciones públicas o privadas informes, de acuerdo al
art. 476 del rito(89).
Acerca del reconocimiento de lugares, está facultado
para ordenar el reconocimiento judicial de lugares o cosas,
conforme lo previsto en el art. 479 de la ley ritual(90).
A modo de cierre podemos decir que el juez está
autorizado a ordenar la producción de medios de prueba
que no fueron producidos por las partes en su rol de
director del proceso, siempre que mantenga la igualdad de
las partes (es decir, sin beneficiar a alguna de ellas) y
respetando el derecho de defensa.
64
los cuales el juez decidirá, determina las pruebas que cada
una de las partes podrá producir en el expediente.
La aportación del thema decidendum , como así también
de las pruebas producidas por las partes, fija los límites
acerca de los cuales el juez tendrá que resolver en base al
principio de congruencia que en materia civil impide se
aparte de la cuestiones propuestas por las partes.
66
No obstante, a veces se identifica el objeto concreto y el
tema de prueba. Esta última noción tiene un significado
más limitado aún: lo que necesita prueba en cada proceso
y no solamente lo que puede probarse en él. En otras
palabras: entre los diversos hechos que interesan como
presupuesto de las normas aplicables en un proceso
(objeto concreto de prueba) existen algunos que no es
necesario probar y otros cuya prueba es indispensable;
sobre los primeros puede haber prueba si voluntariamente
las partes la proponen y no se trata de pruebas
manifiestamente improcedentes, en cuyo caso procederá
su rechazo de plano(97) , mientras que sobre
otros debe haber prueba, si la parte a quien interesa
alegarlos pretende que sean tenidos en cuenta por el juez.
Los hechos que forman parte del tema de prueba en un
proceso son apenas parte de los hechos que pueden
probarse en él, una especie del género identificado
como objeto concreto de prueba(98) .
1. Hechos articulados
67
preliminar (cfr. art. 365 del CPCC); pero si aun fueren
posteriores a ésta, se podrán introducir dentro del quinto día
de notificada la providencia que ordena poner el expediente
en la oficina —secretaría — (art. 259, CPCC), a fin de que
los apelantes presenten las expresiones de agravios (cfr.
arts. 260, inc. 5º, a], y 365 del CPCC).
68
Prueba pertinente, entonces, es aquella que tiende a
acreditar la existencia de un hecho controvertido materia
de la litis. Por el contrario, sería (prueba) impertinente que
una de las partes ofreciera producir la prueba de un hecho
que aparentemente se encuentra totalmente desvinculado
de la sustancia litigiosa .
69
(en sentido amplio, que incluye la realidad psíquica y el juicio
que sobre el hecho se tenga(100) .
A la afirmación de un hecho por parte de un litigante —
puntualiza Carnelutti— puede corresponder la afirmación del
mismo hecho por parte del otro, siempre que este "otro"
ponga aquel hecho como presupuesto de su demanda al
juez. La afirmación de un hecho ya afirmado por la
contraparte se llama admisión, cuya noción, por tanto, se
puntualiza en estos términos: posición como presupuesto de
la demanda, de un hecho ya presupuesto en la demanda
contraria(101) .
La admisión puede ser expresa o tácita. Cuando una de las
partes admite (reconoce) un hecho afirmado por la contraria
y lo hace expresamente , la prueba de ese hecho es
absolutamente innecesaria. Sin embargo, existen ciertos
procesos en los cuales la admisión expresa del hecho
invocado por la contraria no es suficiente para que el juez lo
tenga por cierto y la ley obliga a probar el hecho mediante
otros medios de prueba. En estos casos es necesaria la
prueba del hecho admitido por estar interesado el orden
público. Tal es el supuesto de los divorcios contenciosos, por
ejemplo, donde la admisión pasa a ser un medio de prueba
que el juez considerará en la sentencia junto con las demás
pruebas producidas.
Cuando la admisión es tácita, no genera automáticamente la
admisión del hecho por el juez. El art. 60 del CPCC y el
art. 356 del mismo ordenamiento legal no le permiten al juez
hacerlo automáticamente. En efecto: el art. 60 refiere que
"La rebeldía no alterará la secuela regular del proceso...", y
sigue diciendo: "...La sentencia será pronunciada según el
mérito de la causa y lo establecido en el art. 356, inc. 1º. En
caso de duda, la rebeldía declarada y firme constituirá
70
presunción de verdad de los hechos lícitos afirmados por
quien obtuvo la declaración". A su vez, el art. 356, inc. 1º, en
su parte pertinente establece que "...Su silencio, sus
respuestas evasivas, o la negativa meramente general
podrán estimarse como reconocimiento de la verdad de los
hechos pertinentes y lícitos a que se refieran...". Para estos
textos que no dan una solución categórica, quien afirma el
hecho tendrá que probarlo por temor a que el juez, en la
sentencia, tome al silencio o las respuestas evasivas de su
contraria como insuficientes para tener al hecho por
acreditado.
74
Al decir de Alsina, in dicio es todo rastro, vestigio, huella,
circunstancia y en general todo hecho conocido, mejor dicho
debidamente comprobado, susceptible de llevarnos por vía
de inferencia al conocimiento de otro hecho desconocido.
Cabe entonces distinguir el indicio de la presunción.
El indicio es una circunstancia que por sí sola no tiene valor
alguno. En cambio cuando se relaciona con otras y siempre
que sean graves, precisas y concordantes , constituye
una presunción . Por lo tanto, la presunción es la
consecuencia que se obtiene por el establecimiento de
caracteres comunes en los hechos, o mejor dicho, el
conjunto de indicios relacionados unos con otros pero que
además, esa relación debe ser grave, precisa y concordante.
Las presunciones son graves cuando reúnen tal grado de
probabilidad que conducen al juez a la certeza de su
razonamiento. Y precisas , si son inequívocas, es decir, no
se pueden deducir más que en determinadas ocasiones. Por
ejemplo, en un juicio de divorcio por la causal de adulterio,
probarlo (el adulterio) a través de una prueba concreta es
sumamente difícil, pero se admite su existencia cuando la
infidelidad se desprende de varias circunstancias reales y
graves. Serán concordantes cuando los antecedentes sean
simultáneos o concomitantes, debiendo admitirse ante la
falta de otras pruebas que los desvirtúen.
75
Cuando hablamos de "hechos notorios", nos referimos a
aquellos que por su notoriedad pública, no necesitan
probarse. De manera general, los hechos notorios son
aquellos que por el conocimiento humano son considerados
como ciertos e indiscutibles, ya sea que pertenezcan a la
historia, a la ciencia, a la naturaleza, a las vicisitudes de la
vida pública actual, o a los hechos comúnmente sabidos en
un determinado lugar, de modo tal que toda persona que lo
habite esté en condiciones de conocerlos.
En atención a lo anterior, se suele identificar como hecho
notorio a cualquier acontecimiento de dominio público
conocido por la generalidad de los miembros de un cierto
círculo social en el momento en que va a pronunciarse la
decisión judicial, respecto del cual no hay duda ni discusión.
Se considera, como regla general, que cuando el hecho es
notorio, la ley exime de su prueba en procesos
jurisdiccionales, porque pertenece al conocimiento público
en el medio social donde ocurrió el hecho o donde se tramita
el procedimiento.
76
c) Que tengan relación con el hecho ilícito y su agente
(pertinencia).
d) Que tengan armonía o concordancia (coherencia).
e) Que el enlace entre los indicios y los hechos constitutivos
del ilícito se ajuste a las reglas de la lógica y a las máximas
de experiencia (garantía bien fundada).
f) Que se eliminen hipótesis alternativas.
g) Que no existan contraindicios (no refutación).
Si bien este estudio fue creado para el proceso penal, puede
adaptarse muy bien al proceso civil.
La máxima de derecho canónico notoria non agent
probatione (de lo notorio, no corresponde llevar a cabo su
prueba ) es aplicable en nuestro medio, aun cuando no haya
disposición legal que la consagre expresamente.
Puede suceder que la definición de hecho notorio ofrezca
alguna confusión respecto de otros hechos que son
simplemente de conocimiento personal del juez. En los
primeros existe consenso general acerca de su existencia,
en los segundos son conocidos por el magistrado en virtud
de alguna circunstancia particular. El juez puede utilizar el
conocimiento del hecho notorio y hacer mérito de ellos en su
sentencia, pero no del hecho de su conocimiento personal;
de ahí la necesidad de precisar el concepto de aquél.
El hecho notorio es conocido por el juez fuera del proceso;
es el considerado como verdad indiscutible por una
colectividad. No se incluye la necesidad de conocimiento por
parte de todos los integrantes de una sociedad, sólo se exige
que ese conocimiento se pueda adquirir fuera del proceso
mediante algunos elementos (publicaciones, documentos,
77
medios de comunicación masiva, etc.) al alcance de
cualquier persona y cuyo contenido nadie ponga en duda. Al
efecto, dice Couture(102) , es notorio el hecho de la división
del átomo, creándose una nueva fuente de energía; aun
cuando ese hecho no es conocido por todos, se encuentra
en cualquier texto especializado y la información que surge
de tales publicaciones es aceptada por los miembros de una
comunidad.
Cuando se hace mérito del hecho notorio, el juez no actúa en
calidad de testigo, lo hace llevando al proceso un hecho
sobre el cual hay certeza generalizada de su existencia.
Aunque difícil, pero si actuara en calidad de testigo y juez en
el mismo proceso, como sucedería si hiciera mérito de los
hechos de su conocimiento personal, estaría incorporando
prueba obtenida a través de sus propios sentidos, sin haber
respetado la debida bilateralidad, inadmisible desde
cualquier óptica que se lo evalúe.
Es correcto diferenciar la afirmación del hecho notorio , que
está exenta de prueba, del supuesto en el que es necesaria
la prueba de la notoriedad. Por ejemplo: el art. 473 del
Código Civil requiere que los actos anteriores a la
declaración de incapacidad podrán ser anulados, si la causa
de la interdicción declarada por el juez existía
públicamente en la época en que los actos fueron
ejecutados. Si la demencia no era notoria , la nulidad no
puede hacerse valer, haya habido o no sentencia de
incapacidad, contra contratantes de buena fe y a título
oneroso. En este supuesto, lo notorio es el hecho
controvertido; es entonces objeto de prueba, por cuanto lo
que se discute es, justamente, su existencia o inexistencia.
Igualmente, la circunstancia de que los hechos notorios
estuvieren exentos de prueba no excluye la carga de
78
afirmarlos. Calamandrei(103) decía que no existe, al lado de la
máxima iura novit curia que establece el deber del juez de
conocer y aplicar de oficio las normas jurídicas, una máxima
paralela notoria novit curia que consagre el deber del juez de
conocer de oficio los hechos notorios y tenerlos en cuenta
aun sin que lo afirmen las partes.
La jurisprudencia ha considerado algunos hechos como
notorios: las variaciones en la política económica, la situación
de iliquidez por las que atravesaron en un momento dado las
entidades bancarias, la depreciación monetaria, la
revalorización de los créditos, el tipo de cambio de las divisas
extranjeras, etcétera.
En relación con el recurso extraordinario, la Corte Suprema
de Justicia de la Nación resolvió que lo referente a la
notoriedad de un hecho, si no resulta manifiestamente
irrazonable el fundamento del fallo apelado, es cuestión no
revisable de ese recurso(104) .
80
Devis Echandía decía que "cuando el legislador ha
establecido los medios de prueba admisibles en el proceso,
implícitamente consagra la prohibición para el juez de
basar sus decisiones en el conocimiento personal y
extraprocesal que pueda tener de los hechos. La misma
prohibición existe en el sistema de la libertad de los medios
de prueba, porque éste significa que el juez puede admitir
los que considera útiles, pero no que pueda prescindir de
ellos para basarse en el conocimiento privado(106) .
Coincidimos con Falcón en que los medios probatorios
garantizan la imparcialidad del juez. La visión externa, sin
involucrarse personalmente y sin participar en los medios,
coloca al juez en la correcta posición de imparcialidad(107) .
81
interesantes para el filólogo, no han hecho adelantar ni un
paso en el camino de la claridad, el problema jurídico"(108) .
Se ha confluido en la denominación de evidentes a los
hechos que surgen de la mera percepción sensorial.
Al igual que los hechos notorios, los evidentes están exentos
de prueba, pero éstos no necesitan ser alegados (los
evidentes), mientras que los primeros (los notorios) tienen
que haber sido afirmados por las partes (la doctrina no
comparte esta aseveración).
82
En consecuencia, el que invoca un hecho normal no debe
probarlo, pues éste es un "estándar jurídico", o sea, un nivel
medio de conducta, de comportamiento, de reacciones, que
la ley permite a los jueces tener como medio de una conducta
normal y admitido como cierto sin necesidad de prueba(109) .
Así, los actos de comercio persiguen fines lucrativos; no sólo
porque lo diga el Código de Comercio sino porque esto es un
hecho "normal". Lo mismo pasa con la buena fe , no sólo
porque la ley la presume, sino porque es del orden normal de
las cosas. Por tanto, quien alegue la mala fe, deberá
probarlo.
83
leyes se presumen conocidas por todos y son obligatorias
después de su aplicación (arts. 1º y 2º, Cód. Civil).
Derecho extranjero: Dice el art. 13 del Código Civil: La
aplicación de las leyes extranjeras, en los casos en que este
Código la autoriza, nunca tendrá lugar sino a solicitud de
parte interesada, a cuyo cargo será la prueba de la existencia
de dichas leyes exceptúanse las leyes extranjeras que se
hicieren obligatorias en la República por convenciones
diplomáticas, o en virtud de ley especial.
A su vez, la nota al art. 13 del Código Civil expresa: "La ley
extranjera es un hecho que debe probarse. La ley nacional
es un derecho que simplemente se alega sin depender de la
prueba".
La ley 22.434 incorporó al Código Procesal de la Nación el
siguiente texto: "Si la ley extranjera invocada por alguna de
las partes no hubiere sido probada, el juez podrá investigar
su existencia, y aplicarla a la relación jurídica materia del
litigio" (art. 377, párr. 3º).
Jones - Nanini - Milione - Somer exponen que cuando
concurre dentro del proceso la invocación de normas
extranjeras pueden darse dos supuestos: que la norma
extranjera sea asimilable a la nacional por la existencia de
tratados internacionales donde el Estado Argentino haya
incorporado estas normas al derecho nacional; y el supuesto
de que no exista esta incorporación al derecho interno.
En el primer supuesto la norma extranjera es asimilable a la
norma nacional y el juez debe aplicarla como si lo fuese, en
donde esta norma no puede ser objeto de prueba.
En el segundo supuesto, el derecho extranjero es objeto de
prueba, ya que no existe la obligación de que sea conocida
84
por el juez y el mismo requerirá que sea demostrada. Los
medios idóneos para su demostración son amplios, pudiendo
hacerse uso del informe diplomático consular, que es la vía
más usual. Pero más allá de la amplitud de los medios de
prueba para probar el derecho extranjero, esta amplitud está
restringida, ya que el juez podría conocer esta norma por sus
propios medios pero no podrá hacer uso de ese conocimiento
por intermedio de las presunciones(111) .
La categórica afirmación de Vélez Sarsfield en el sentido de
que la ley extranjera es un hecho ha merecido justificadas
críticas. Se ha dicho, con razón, que las normas jurídicas no
pierden su naturaleza por la circunstancia de traspasar la
frontera del Estado y, siempre que la relación jurídica
determine como aplicable una norma con prescindencia de
su origen, sea nacional o extranjera, se está frente a una
cuestión de derecho(112) . Pero aun cuando la ley extranjera
es derecho, ella sólo puede ser aplicada a solicitud de parte
interesada, en mérito a lo dispuesto por el art. 13 de Código
Civil. A falta de prueba, el juez aplicara el derecho
nacional(113) .
La prueba del derecho extranjero debe consistir en la
remisión de su texto legal por la embajada del país de que se
trate. No son suficientes opiniones académicas que no
contengan el texto legal.
Corresponde señalar que por ley 24.871 se dispuso la
inaplicabilidad, en el territorio nacional, de las leyes
extranjeras que directa o indirectamente restrinjan el libre
comercio internacional.
No debe confundirse la circunstancia que puede suscitarse
respecto de cuándo debe probarse el derecho extranjero a
cuándo debe aplicarse el derecho extranjero. Corresponde al
Derecho Internacional Privado, en un sentido estricto,
85
determinar cuándo, por qué y cómo deben aplicarse las leyes
extranjeras; se trata de preguntas de índole distinta: una de
naturaleza sustantiva y otra de carácter procesal . A pesar
de que pueden resolverse de manera independiente, la
experiencia demuestra un estrecho vínculo en el tratamiento
y solución de cada una de ellas.
Al abordar esta delicada como relevante cuestión, el
juzgador en la búsqueda de soluciones en materia de litigios
internacionales se encuentra ante diversas doctrinas, tesis,
que procuran darle respuesta en materia de la naturaleza del
derecho extranjero y su tratamiento procesal. Así se
distinguen dos aspectos fundamentales: uno de carácter
sustantivo y otro procesal, a saber:
1. La naturaleza o la calidad del derecho extranjero, esto es,
saber si el mismo es un derecho o si, por el contrario, tiene
naturaleza fáctica, es decir, si es un hecho . Las primeras son
las denominadas teorías normativistas, jurídicas , y las
segundas, las realistas, vitalistas .
2. Si el derecho extranjero merece un tratamiento procesal:
¿Corresponde su aplicación de oficio o solamente debe ser
judicialmente aplicado cuando ha sido alegado y
debidamente probado por las partes?
Por nuestra parte seguimos adhiriendo a la célebre línea de
pensamiento desarrollada por Federico Carlos von Savigny,
acerca de que el derecho extranjero es derecho y extranjero.
Según esta posición, el conflicto que tiene el juez respecto
de la norma aplicable está dirigido al orden jurídico
extranjero, en cuanto conjunto de normas. La remisión, el
envío es de carácter normativo; dicho en términos sencillos,
es de derecho a derecho, del derecho nacional al derecho
extranjero.
86
Respecto del tratamiento procesal merecido por la ley
extranjera, como consecuencia, se impone —según nuestro
entender— la aplicación de oficio. Ello, sin perjuicio de que
las partes aleguen y prueben la existencia, texto y vigencia
del derecho extranjero invocado para asistir, y cooperar con
la función judicial.
Hoy día, con el avance de las comunicaciones y de las
relaciones internacionales, todas las legislaciones de los
Estados de mayor cultura pueden conocerse, de forma fácil,
o procurarse los medios para conseguirlo por las
publicaciones periódicas que las autoridades respectivas se
encargan de realizar.
El juez puede no conocer la ley que se invoca o que necesita
aplicar en la resolución, pero los medios de su conocimiento
están a su alcance, ya por esfuerzo propio, o por imposición
a los litigantes. El juez nada crea; la ley ya está formada, y
verdaderamente cumple su finalidad aplicándola, porque la
voluntad del legislador, expresa o tácitamente manifestada
procede así. Vemos que el problema de la fuerza obligatoria
de la ley extranjera se halla vinculado íntimamente con el
fundamento del derecho internacional privado. Si se admite
el fundamento contemporáneo del derecho internacional
privado, fundamento eminentemente jurídico, no influye para
nada el carácter nacional o extranjero de la ley aplicable,
debiendo aplicar los jueces el derecho impuesto por la
naturaleza de la relación jurídica de que se trata.
El desarrollo cultural logrado actualmente, la difusión del
libro, compilaciones, revistas jurídicas, etc., ¿no facilitan
enormemente al juez el conocimiento de la ley extranjera?
Cabe recordar que desde el Primer Congreso de Derecho
Civil reunido en Córdoba en mayo de 1927, se estableció que
"las leyes extranjeras serán aplicadas de oficio por los
87
jueces, sin perjuicio de que las partes interesadas, puedan
coadyuvar a la prueba de su existencia".
Desde otra perspectiva ciertamente distinta se ha pretendido
demostrar la inexistencia de vínculo alguno entre el
fundamento del Derecho Internacional Privado y el
tratamiento de la ley extranjera en el proceso; apareciendo
en el elenco doctrinario la teoría del uso jurídico, que se
ubica, en una posición intermedia entre las llamadas teorías
normativistas y las teorías vitalistas. Esta teoría sostiene que
si se declara aplicable a una controversia un derecho
extranjero, hay que darle el mismo tratamiento de fondo que
con máximo grado asequible de probabilidad le daría el juez
del país cuyo derecho ha sido declarado aplicable; como
punto de referencia es preciso tomar al juez ante quien la
controversia podría haberse radicado si realmente se
hubiese planteado en aquel país.
Asimismo, una de las más importantes contribuciones de la
teoría del uso jurídico es haber separado con rigor el
problema de la naturaleza del objeto de referencia de la
norma indirecta de importación , del tratamiento de este
objeto en el proceso.
En cuanto al objeto de referencia se opone a la teoría jurídica
la del uso jurídico extranjero. En efecto, se considera como
contrario al derecho internacional público que un país intente
crear derecho de otro país.
También se hace hincapié en los rasgos distintivos entre la
teoría del uso jurídico extranjero, por un lado, y las doctrinas
de los derechos adquiridos (Pillet) o de los "vested rights "
(Beale) y la Local Law Theory (Cook, Lorenzen), por otro. La
teoría de los derechos adquiridos, además de contemplar
sólo el caso del reconocimiento de derechos nacidos en el
extranjero (casos relativamente internacionales) y no el
88
supuesto del derecho por nacer en el propio país en una
situación internacional (casos absolutamente
internacionales), reconoce con el derecho subjetivo
extranjero el ordenamiento normativo extranjero en el que
aquél arraiga. Y en cuanto a la Local Law Theory , si bien
cree en el judge made law , identifica "lo que los jueces
fallan" no sólo con "lo que los jueces extranjeros
probablemente habrían fallado", sino con "lo que
cualesquiera jueces, propios y extranjeros, fallan", con lo cual
el uso jurídico extranjero pierde su especificidad. El derecho
extranjero constituye un hecho de notoriedad universal.
La jurisprudencia podría, sin apartarse del texto escueto del
art. 13, conferirle cierta elasticidad, dando un paso hacia las
soluciones más modernas. La asimilación que el Código
hace en la nota del art. 13 de la ley extranjera a los hechos,
permite sacar partido de la concepción procesal del hecho
notorio. El juez está obligado a fallar según lo alegado y
probado sin recurrir a su conocimiento privado de los hechos.
Pero ello no le impide tomar en cuenta los hechos notorios y
las máximas de experiencia aunque las partes no las
hubiesen probado ni invocado: notoria non egent
probatione . Pues bien, este concepto de hecho notorio, que
ha adquirido importancia en la doctrina procesal y es
admitido por los autores nacionales, permite a nuestro juicio
la aplicación de oficio de las leyes extranjeras cuando ellas
constituyan en verdad facta notoria ; v.gr., el Código civil
francés, el alemán, el italiano, el español, etc. Es un
expediente que juzgamos utilizable para resolver
parcialmente las dificultades creadas por el art. 13.
De ahí que resulta vitalmente distinto aplicar derecho propio
y aplicar derecho extranjero. Esta distinción no divide un
concepto en dos subconceptos. El derecho no se divide en
derecho propio y en derecho extranjero, conforme las
89
religiones, por ejemplo, pueden dividirse en monoteístas y
politeístas. El derecho es propio o extranjero, según la
relación que con él guardemos. Se trata, en cierto modo, de
una sola cosa iluminada por luces de distinto color, sub
specie civis aut perigirini . Desde este punto de vista,
comprobamos una diferencia fundamental entre el derecho
propio y derecho extranjero. Colaboramos al derecho propio;
somos, en cierto modo, sus arquitectos. El derecho
extranjero, al contrario, es constituido por los habitantes
espirituales del país extranjero; con respecto a él somos
meros fotógrafos. Inclusive, puede afirmarse que el derecho
extranjero se reduce a una unidimensionalidad —la
sociológica—, ya que las normas extranjeras aparecen sólo
en su sociologización judicial, administrativa, etc. Aplicamos
el derecho propio; observamos, remedamos, en una palabra:
imitamos el derecho extranjero... Averiguamos la probable
solución del caso en la comunidad extranjera,
sometiéndonos a ella tamquam cadaver (con obediencia
cadavérica).
Esta teoría precisamente fue vehementemente defendida por
Mauro Cappelletti, quien la sostuvo en los siguientes
términos: "La solución que aquí proponemos se aproxima,
sin identificarse a la sugerida por algún otro autor extranjero,
según el cual, en la imposibilidad de verificar la norma a que
remiten las reglas internas de conflicto, el juez deberá recurrir
a la solución ofrecida para aquella determinada materia por
el ordenamiento más próximo, más similar, más
emparentado, con aquel al cual se hace remisión. La solución
por nosotros propuesta parte de una consideración
sumamente realista, a saber, que el conocimiento de los
hombres no es nunca absoluto, completo, perfecto; que la
verdad de los hombres, y por tanto, la de los jueces es
siempre verosimilitud, en una palabra una mera probabilidad.
Lo cual es verdad respecto de los hechos; pero es verdad
90
también respecto de las normas, las cuales, por lo demás, se
fundan ellas mismas en hechos normativos, tanto las
internas como las extranjeras. La diferencia, si la hay, es
solamente cualitativa. Teniendo que aplicar la norma de un
país remoto o desconocido, la probabilidad de error será
mayor, el desacuerdo entre la verdad del juez y la verdad
objetiva, será más profundo. Evidentemente, puede ocurrir
también, aunque en casos excepcionales, que no solamente
la norma específica, sino hasta los cánones hermenéuticos
mismos del ordenamiento a que se hace remisión, continúen
desconocidos, o que se manifiesten de todos modos, de
aplicación imposible, pero creemos que también en este
caso le queda al juez la reserva de un instrumento
interpretativo de validez general, a saber, el instrumento
comparativo. El juez, aun frente a la imposibilidad misma de
conocer y aplicar la norma alegada y los procedimientos
hermenéuticos del ordenamiento alegado, se hallará, sin
embargo, siempre en condiciones de formarse alguna
opinión —más o menos completa, más o menos correcta—
de ese ordenamiento, de sus afinidades con otros
ordenamientos, de su participación en determinadas familias
jurídicas, de la situación cultural, económica, política, social,
que le sirve de base. Utilizará, por tanto, todos sus
conocimientos adquiridos y adquiribles, a fin de llegar a una
solución que tenga por lo menos un mínimo de mayor
probabilidad de responder o, en definitiva, de aproximarse
más a la del ordenamiento a que se hace remisión.
Si, por ejemplo, el juez argentino tuviese que aplicar el
derecho de Etiopía y no lograse acceso a sus fuentes, pero
supiese que está inspirado en el derecho francés y en el
suizo, habría de orientarse en estos dos; sólo si el juez
argentino no obtuviese ninguna información sobre la
procedencia del derecho etíope, le sería lícito refugiarse en
el Código Civil de Vélez Sarsfield.
91
Desde nuestra mira, la teoría del uso jurídico, si bien se trata
de una teoría que tiene prestigiosos seguidores, carece de
asidero; no se puede válidamente propiciar que la función de
interpretación de la ley, sea nacional o extranjera de los
magistrados, sea reducida, acotada, expuesta a la mera
aplicación de fórmulas matemáticas, o al empleo de cálculos
de probabilidades, que impulsen a los magistrados a suponer
que la aplicación del derecho admite grados, que pueda dar
lugar al mayor grado asequible de probabilidad, al menor
grado asequible de probabilidad, al alto o bajo grado de
probabilidades, al mínimo de mayor grado de probabilidad,
entre otras tantas probabilidades, para así aproximarse,
presumir el contenido de un ordenamiento jurídico extranjero
dado.
Nobleza es mencionar aquellos quienes sostienen otra
corriente doctrinaria (Sentís Melendo). Tratando de
armonizar la letra del art. 13 del Código Civil con los
postulados de la moderna doctrina internacional, distingue
entre "aplicación y existencia " de la ley extranjera. En el
primer aspecto, es una cuestión de derecho , que consiste
en decidir sobre la aplicación, o sea la intervención de la ley
al caso concreto; mientras que en el segundo es una
de cuestión de hecho : si la ley extranjera que se invoca
existe o no, es decir, si ha sido sancionada y cuál es su texto.
Que sea por imposición de las partes o por esfuerzo propio
de los jueces, debe realizarse la búsqueda de la existencia
de la ley extranjera con la particularidad de que de acuerdo
con la economía del Código Civil, no constituye una
obligación de oficio de los jueces, sino una imposición a las
partes interesadas, como norma general, la prueba de la
"existencia" de la ley extranjera (cuestión de hecho). Por el
contrario, tratándose de la interpretación o aplicación de la
ley extranjera (cuestión de derecho), el juez tiene amplia
facultad de juzgar, sin que constituya un impedimento la
92
invocación aislada de uno y otro artículo hecha por las
partes(114) .
94
Cámara Nacional en lo Comercial, sala B, del 22 de
diciembre de 1965, en la sentencia recaída en los autos
"Patrioli c. Mezzardi", con motivo de la alegación del
demandado que se oponía a la ejecución de una letra librada
en Italia porque la omisión de la cláusula "a la orden" la
descalificaba como tal, se requirió del Consulado General
italiano, de oficio por el juez de primera instancia el contenido
de la ley extranjera; y según el informe contestado se probó
que no era necesaria la cláusula para que el título se
considerara una letra de cambio en el derecho italiano.
Por todo ello, en el actual estado de la ciencia del derecho y
de las relaciones internacionales, pienso que las teorías
vitalistas basadas en que la prueba de las leyes extranjeras
es una mera cuestión de hecho abandonada a la iniciativa de
las partes, aunque concebibles en tiempos de mensajeros y
diligencias, no resultan sostenibles en tiempos de Internet.
Para el futuro, la llamada teoría normativista que equipara la
ley extranjera al derecho nacional, desde mi mira, goza de
ventajas decisivas, sea por evitar que las partes en ejercicio
de la autonomía de la voluntad pacten la existencia, texto y
vigencia de un hipotético, supuesto, probable derecho
extranjero a sabiendas de que es el derecho que mejor les
sirve a sus respectivos intereses procesales, o bien que
aleguen un derecho extranjero que no tendrán interés en
probar porque desean que el juez decida aplicar el derecho
nacional, que es el que mejor los favorece.
95
En este apartado veremos el tratamiento que merece el
derecho extranjero en los derechos estaduales de las
Repúblicas de Brasil, Chile y Venezuela. Veamos.
En el derecho brasileño se ha señalado que en la aplicación
del derecho extranjero radica precisamente la grandeza de
la disciplina, pues la aplicación de la ley extranjera por el juez
nacional no significa ninguna pérdida de su poder soberano,
sino la comprensión de que en determinadas circunstancias
es necesario aplicar la ley emanada de otra soberanía,
porque así se puede "fazer melhor justiça ".
Entre los antecedentes en este tema, suele mencionarse al
célebre Esboço de Texeira de Freitas, que establece: "A
aplicação de leis estrangeiras nos casos em que este Código
a autoriza terá lugar senão a requerimento das partes
interesadas, incumbindo a estas, como prova de um fato
alegado, a da existencia de tais leis". Resulta de la simple
lectura la notable similitud del precepto transcripto con el
art. 13 del Código Civil argentino, aunque el codificador
argentino haya omitido mencionar la fuente en la nota
pertinente.
97
misma manera como dicha ley rige en el extranjero. En
consecuencia, según esta doctrina al interpretar los textos
legales, el juez debe tener en cuenta los mismos criterios
interpretativos que son utilizados en el país de origen de la
norma aplicable para llegar hasta donde sea posible a las
mismas soluciones que daría un tribunal del Estado de
donde la regla procede. Debe, por consiguiente, tener en
cuenta la jurisprudencia y doctrina extranjeras en la misma
medida en que lo hace el juez extranjero.
Sin embargo, en otra dirección, una corriente de
pensamiento ha entendido que a partir del Tratado sobre
Aplicación e Información del Derecho Extranjero celebrado
entre Chile y Uruguay, deben introducirse nuevos elementos
para el análisis. Ello es así por cuanto la convención en el
art. 1º impone a los jueces la obligación de aplicar el derecho
extranjero tal como lo harían los jueces u organismos
administrativos del Estado a cuyo ordenamiento éste
pertenece, y este precepto se erige en una pieza
fundamental del sistema jurídico chileno inspirado en la
Convención Interamericana sobre Normas Generales de
Derecho Internacional Privado.
La doctrina venezolana, refiriéndose a los arts. 2º, 60 y 61 de
la Ley de Derecho Internacional Privado de 1998, sostiene
que puede apreciarse claramente en estos textos, que el
legislador venezolano supera la inveterada discusión sobre
la naturaleza del derecho extranjero, y admite la tesis
"jurídica", según la cual "el derecho extranjero es derecho
auténtico y como tal no puede ser asimilado a una cuestión
de hecho. La circunstancia de su extranjería no le quita su
esencia normativa ni su existencia formal. El tratamiento
procesal de este derecho supone que se le coloque en pie
de igualdad con el derecho nacional, porque respecto de
ambos, se tratará de la aplicación de un quid iuris ".
98
Las disposiciones de los arts. 60 y 61 de la ley respecto de
la aplicación de oficio, la intervención facultativa de las partes
y los recursos de información de las sentencias, constituyen
los efectos procesales de lo estatuido en el art. 2º de la
misma ley, que es la conceptuación del tratamiento del
derecho extranjero en orden a su aplicación a los casos
concretos. Todas estas previsiones legales están en
concordancia con las normas de los arts. 2º y 4º de la
Convención Interamericana sobre Normas Generales de
Derecho Internacional Privado (CIDIP II, Montevideo, 1979).
Es importante destacar que la Ley de Derecho Internacional
Privado surge en un proceso de sintonía con la nueva fase
de la codificación interamericana desarrollada en las
Conferencias Especializadas de Derecho Internacional
Privado. Cabe, asimismo, señalar que en algunas materias,
los preceptos de nuestra ley complementan o superan las
fórmulas multilaterales. Éste es el caso del art. 2º que nos
ocupa, al exigir expresamente que "se realicen los objetivos
perseguidos por las normas venezolanas de conflictos"; es
decir, que va más allá de la regla correspondiente de la
Convención (art. 2º), en el sentido de que facilita a los jueces
los criterios para la correcta aplicación del derecho extranjero
en el propósito vinculante de lograr la justicia material d el
caso.
100
otras, el art. 17 del Código Civil; el art. 1424 dispone que el
precio de la compraventa, a falta de estipulación expresa,
debe pagarse "en el tiempo y lugar en el que se haga la
entrega de la cosa. Si la venta ha sido a crédito, o si el uso
del país concede algún término para el pago, el precio debe
abonarse en el domicilio del comprador"; el art. 1427 se
refiere a la obligación del comprador de "recibir la cosa
vendida en el término fijado en el contrato, o en el que fuese
de uso local". El Código de Comercio, en su art. 217,
dispone: "Las palabras de los contratos y convenciones
deben entenderse en el sentido que les da el uso general,
aunque el obligado pretenda que las ha entendido de otro
modo", y en su art. 218 expresa: "Siendo necesario
interpretar la cláusula de un contrato, servirán para la
interpretación las bases siguientes... 6º) El uso y práctica
generalmente observados en el comercio, en casos de igual
naturaleza, y especialmente la costumbre del lugar donde
debe ejecutarse el contrato prevalecerá sobre cualquier
inteligencia en contrario que se pretenda dar a las
palabras...". El art. 219 del mismo Código dice: "Si se
omitiese en la redacción de un contrato alguna cláusula
necesaria para su ejecución, y los interesados no estuviesen
conformes en cuanto al verdadero sentido del compromiso,
se presume que se han sujetado a lo que es de uso y práctica
en tales casos entre los comerciantes en el lugar de la
ejecución del contrato". También se refiere a la costumbre el
art. 565, párr. 1º, del Código Procesal de la Nación, cuando
regula la comisión del martillero.
Es opinión de los autores que la aplicación de la costumbre
puede ser objeto de prueba o que el juez puede aplicarla de
oficio(117) . Si la costumbre debiere probarse, no es necesario
que se utilicen las reglas de los medios de prueba y debe
incumbir al juez hacer la investigación de la costumbre por
sus propios medios. Si la parte que apoya su derecho en la
101
costumbre no ha producido prueba de ella, el juez puede
aplicarla según su conocimiento particular u ordenarse de
oficio los medios de prueba tendientes a tal fin(118) .
Tanto en los casos mencionados, cuando la ley se refiere
expresamente a los usos y costumbres, como en situaciones
no regladas legalmente, el juez tendrá que aplicar la norma
consuetudinaria y, para ello, hará la investigación de la
costumbre por sus propios medios.
5. Máximas de experiencia
103
Las máximas de experiencia forman parte del caudal cultural
del juez y no es necesario alegarlas ni probarlas.
Las máximas de experiencia son válidas en un momento y
lugar determinados. Por ejemplo, explica Arazi que si un
automóvil circula a 150 km/h, el juez, aplicando las máximas
de experiencia, puede concluir que tal velocidad aumenta el
riesgo que ya de por sí tiene un vehículo. De igual manera,
las máximas de experiencia le indican al juez que una
persona no puede trasladarse desde el continente europeo
al americano en dos horas, al menos en esta fracción de
presente de realidad de tiempo y lugar.
No obstante la diferencia con los hechos notorios, señala
Calamandrei que las máximas de experiencia, tan
claramente separadas de aquéllos por Stein, presentan, bajo
un determinado ángulo visual, cierta afinidad de carácter de
su ciencia privada, y ello porque unos y otros tienen cabida
en el patrimonio de nociones comunes y pacíficamente
acogidas en un determinado círculo social que
genéricamente podemos denominar cultura.
También encontramos quienes sostienen que tanto las
máximas de experiencias como la "sana crítica" son
sinónimos(121) .
Entiende, como la mayor parte de la jurisprudencia, que las
reglas de la "sana crítica", "son pautas valorativas de la
prueba contingentes y variables según el tiempo y lugar de
que se trate conformadas por una mixtura entre la
experiencia y los principios lógicos del buen pensar", y otros
autores suman la combinación de lógica y experiencia.
Coincide con Falcón en que "siempre se habla de las reglas
de la sana crítica y no sólo de la sana crítica a secas. Estas
reglas se pueden extraer del Derecho, de las ciencias
(formales y materiales, y aun sociales) y del campo de la
104
experiencia. Funcionan de manera diversa o coordinada
según el conjunto de hechos a probar. Como la Lógica es
una de las ciencias, no cabe distinguir la misma de manera
separada"(122) .
105
no se ha firmado el contrato, etcétera (ello es lo mismo que
decir que el cuchillo es de otro metal y que la firma es falsa).
El hecho negativo debe probarse por quien lo alega como
presupuesto de la norma invocada como fundamento de su
pretensión, defensa o excepción, salvo que su prueba
resulte imposible por tratarse de una negación indefinida;
por ejemplo: "nunca he estado en este lugar"; pero
entonces la exención de la prueba deriva de la
imposibilidad de acreditar el hecho indefinido y no el
carácter negativo. Debe advertirse que también hay
afirmaciones indefinidas que son imposibles de probar, tal
el caso de la siguiente alegación: "siempre he vivido en
Buenos Aires".
En síntesis, la naturaleza negativa del hecho no modifica
las reglas generales sobre la carga de la prueba.
V. CARGA DE LA PRUEBA
1. Concepto
106
la definición que proporciona la Real Academia Española:
"carga de la prueba. 1. F. Der. La que incumbe a una parte
en un proceso para poder dar probados los hechos que
alega".
Si bien tal noción es precisa, resulta insuficiente para
delimitar con claridad y certeza cuál es su alcance y
protagonismo dentro de la teoría general del derecho.
En primer lugar, debemos tener en cuenta que la teoría de la
carga de las pruebas se deriva de las cargas procesales en
general, dado que no es otra cosa que una consecuencia del
sistema dispositivo adoptado por el proceso civil.
Consideramos cargas procesales como el supuesto
genérico, definido como "la actividad que se requiere de las
partes para que puedan obtener actos procesales con
consecuencias jurídicas que le permitan llegar
escalonadamente hasta una sentencia definitiva"(125) , en
tanto que la carga de las pruebas es el supuesto específico,
es decir, la actividad que pesa sobre las partes para ofrecer
y producir pruebas en el proceso.
Si se adoptase la vía inquisitiva para conocer los hechos que
son la base de la pretensión, la cuestión de la carga no
tendría significación, bastaría con establecerse a quién
beneficia la duda. Pero en el proceso dispositivo es preciso
que tanto el juez como las partes tengan una regla clara para
saber a quién se debe condenar o absolver en esos casos,
puesto que no es posible absolver la instancia.
Podríamos decir, a modo de ensayo, que consideramos a la
carga de la prueba como aquella circunstancia que pesa
sobre cada una de las partes del proceso, de activar los
medios procesales que les permita acreditar los hechos o
defensas en que se fundan, a la vez que indican al juez cómo
debe juzgar en caso de pruebas insuficientes o inciertas.
107
Respecto de este tema, afirma Lorenzetti que "La carga de
la prueba es la facultad que se adjudica a las partes de
probar, en su propio interés, los hechos que fundamentan su
pretensión"(126) .
Por su parte, carga de la prueba, enseñaba Couture, "quiere
decir conducta impuesta a uno o a ambos litigantes, para que
acrediten la verdad de los hechos enunciados por ellos"(127) .
Profundizando aún más acerca de esta misma cuestión,
transcribimos una definición que, aunque compleja y
extensa, reúne todos los elementos que la constituyen: "La
carga es un poder o una facultad (en sentido amplio), de
ejecutar, libremente, ciertos actos o adoptar ciertas
conductas prevista en la norma para beneficio y en interés
propio, sin sujeción ni coacción y sin que exista otro sujeto
que tenga el derecho a exigir su observancia, pero cuya
inobservancia acarrea consecuencias desfavorables"(128) , es
decir, que se la considera como una facultad de ejecutar
voluntariamente aquellos actos que benefician a la parte que
los realiza, y cuya falta puede ser perjudicial para esa misma
parte. La carga de la prueba supone un imperativo del propio
interés de cada litigante, es una circunstancia de riesgo:
aquel que no prueba los hechos que debe de probar, pierde
el pleito (Couture obra citada).
No obstante, habiendo citado tantas definiciones para el
mismo supuesto, conviene aclarar, con las palabras del Dr.
Alejandro Nieto que "para esta pluralidad de opiniones —y,
sobre todo, la plausible corrección de todas y cada una de
ellas— basta pensar que un concepto es una construcción
intelectual que su autor realiza con materiales distintos que
ha elegido libremente bajo su propia responsabilidad. En
definitiva, por tanto, toda definición depende de los
referentes utilizados"(129) .
108
La carga de la prueba no sólo debe ser analizada como la
regla de conducta que tienen las partes para probar los
hechos que fundan su pretensión, pues también debemos
analizar como reglas para el juzgador porque otorgan al juez
las herramientas necesarias para fallar frente a la ausencia
de producción de prueba sobre los hechos que deben
fundamentar su decisión. Esta regla evita que el juez termine
la causa dictando una sentencia inhibitoria por falta de
prueba, potestad que tenían los magistrados desde el
derecho romano, aplicables en aquellos supuestos en los
que los hechos no quedaban claros, circunstancia conocida
como non liquet , y que está vedada por nuestra legislación
actual. En esto radica la mayor importancia de este concepto,
porque si en el proceso civil las pruebas se obtuvieran por la
vía inquisitiva como en el sistema penal, este concepto casi
no tendría incidencia porque en caso de duda se estaría a
favor del reo, como lo establece el art. 3º del CPPN, pero en
un sistema en el que el juez debe necesariamente fallar
condenando o absolviendo civilmente a una de las partes, es
vital establecer una regla aplicable para aquellos supuestos
en los cuales la prueba producida es insuficiente(130) .
110
se impone a quien ha afirmado los hechos constitutivos de la
prestación"(131) .
111
juez no necesita discernir la cuestión acerca de la carga de
la prueba hasta el momento de dictar la sentencia. Por ello,
podemos concluir o agregar, que siendo la tarea del juez en
cada proceso la aplicación del derecho objetivo al caso
concreto, se deriva que la carga de la prueba es una norma
dirigida al propio juez en el ejercicio de la jurisdicción, la cual
le permite formar un juicio afirmativo o negativo sobre la
pretensión que debe dirimir. "La esencia y el valor de las
normas de la carga de la prueba consisten en esa instrucción
dada al juez acerca del contenido de la sentencia que debe
pronunciar en un caso en que no puede comprobarse la
verdad de un hecho importante", señala Falcón(133) .
Considero conveniente, en virtud de su claridad, transcribir la
jurisprudencia citada por Falcón en esa misma obra(134) , que
dice así: "Micheli, La carga de la prueba , ps. 59 y sigtes.
y Derecho procesal civil , t. II, ps. 200 y 201. La carga de la
prueba es una noción procesal que indica al juez cómo debe
valorarla para fallar cuando no existen pruebas que otorguen
certeza sobre los hechos que deben fundar su decisión, a la
vez que establece, indirectamente, a cuál de las partes
interesa acreditar tales hechos, para evitar consecuencias
desfavorables. Las reglas acerca de la carga de la prueba
sólo revisten importancia práctica ante la ausencia o
insuficiencia de elementos probatorios susceptibles de
fundar la convicción judicial en un caso concreto, indicando
por un lado al juzgador cuál debe ser el contenido de la
sentencia cuando ocurre aquella circunstancia y previniendo
por otro lado a las partes acerca del riesgo a que se exponen
en el supuesto de omitir el cumplimiento de la respectiva
carga"(135) .
En este sentido, enseña Morello que el litigante asume la
tarea de demostrar la existencia de los hechos que afirmó,
sin que ello signifique un deber u obligación sino,
112
precisamente, una carga. Por este motivo, de no probar
aquello que afirmara no se sigue una sanción pero operará
una perspectiva desfavorable, dado que el juez —en
principio— no puede admitirlos como hechos ocurridos y, por
lo tanto, concluirá en una sentencia denegatoria.
114
de su pretensión, en tanto que al demandado —en caso de
oponer excepciones— debía demostrar los hechos en que
fundaba sus defensas.
2.2. Incumbit probatio qui dicit non qui negat (regla que
impone la carga de probar a quien afirma debe y no
a quien niega)
115
Esta regla, conocida como "tesis de Chiovenda" hace una
distinción de los hechos en constitutivos, impeditivos o
extintivos. A partir de esta tesis, la carga ya no se encontraba
en cabeza del actor o en ideas de afirmación o negación sino
que dependía de la cualidad del hecho. Significó un gran
avance en la teoría de la carga de la prueba pero tuvo
numerosas críticas dado que no podía contemplar la
generalidad de los casos. Siguiendo esta regla, bien la
persona que alegare los hechos (constitutivos, impeditivos o
extintivos) tiene que demostrarlo, en muchos casos nos
entraríamos en la misma posición que frente a la primera de
las reglas analizadas y, por lo tanto, siendo de escasa o nula
utilidad esta distinción.
2.4. La parte tiene la carga de probar los presupuestos o supuestos de hechos de la norma
jurídica que le es favorable(139)
De acuerdo con esta regla, son los presupuestos de hecho de la norma invocada los que
deben probarse, tarea que queda a cargo de quien la invoca con independencia de su
posición en el proceso. Rosenberg relaciona el hecho y el interés de la parte conforme con
la aplicación de la norma jurídica que lo contempla, es decir que cada parte debe afirmar y
probar los presupuestos de la norma que le es favorable.
116
2.6. Según su efecto jurídico exigido
Michelli relaciona el efecto jurídico pedido por la parte y
su posición dentro del proceso. Critica a Chiovenda en la
clasificación de los hechos y marca como importante dentro
del tema de análisis el efecto jurídico perseguido por las
partes.
Quienes sostienen esta posición afirman que la parte que se encuentra en mejor
situación para probar un determinado hecho será aquella que tenga el deber de hacerlo,
sin importar que sea actor o demandado, ni quién haya alegado ese hecho.
118
dado que es la parte accionante aquella que en la mayoría
de los casos alega el hecho objeto de prueba, por lo tanto,
trasladar esa carga a la otra parte es un supuesto de
excepción, como el descripto en el párrafo anterior.
Tradicionalmente, el deber de probar recae en aquel que
alega un hecho litigioso, lo que surge como un imperativo de
su propio interés y no como una obligación, y siempre
dependiendo del tipo de obligación de la cual se trate. Pues
como se ha dicho muchas veces, es el actor quien debe
probar el hecho constitutivo, y en su defecto será aquel que
repela esa acción quien tendrá la carga de demostrar el
hecho extintivo de la misma.
Pero como lo señala la Dra. Eguren parafraseando la
conclusión a la que se arribara en el XXII Congreso Nacional
de Derecho Procesal: "La finalidad del proceso es resolver
un conflicto de la forma más justa posible y para ello es
esencial el conocimiento de los hechos por quien debe
juzgar, mediante la búsqueda de la verdad jurídica
objetiva"(144) .
La propia CSJN ha orientado su posición respecto del fin del
proceso, al afirmar que "Las normas procesales deben ser
interpretadas y aplicadas por los jueces con miras al logro de
la verdad jurídica objetiva"(145) , al mismo tiempo que decidió
que "el esclarecimiento de la verdad jurídica objetiva no
puede resultar turbado por un excesivo rigor formal en la
interpretación de las normas procesales, pues ello resulta
lesivo al adecuado servicio de justicia garantizado por el
art. 18 de la Constitución Nacional"(146) .
Conviene recordar que, de acuerdo a una concepción actual
y más humanizada del derecho, ya no se considera como
valor superior el interés exclusivo de las partes del proceso
sino el de la sociedad a la cual le importa la justa composición
119
del litigio. Como bien señala la misma autora: "El servicio de
justicia ha dejado de ser un lucha privada librada en arena
pública para convertirse en una función del Estado cuyo
órgano transvasa la pose de un mero observador neutral e
inerte y se incorpora como sujeto participativo en la dinámica
de debate" (autora citada, obra citada).
121
Cómo resolver la causa enaquellos casos en que las pruebas
son insuficientes para formar la convicción, nos conduce a
adoptar una decisión: 1. O bien la aplicación de la presunción
acerca de quién tuvo la carga de probar en el caso, sea que
apliquemos las reglas tradicionales o la teoría de las cargas
dinámicas. 2. O bien llevar a cabo la intervención judicial a
través de una medida de mejor proveer, siempre limitada a
la regla que impide sustituir a las partes. Interpretamos junto
a Morello que no sustituye a las partes una actividad del juez
útil al esclarecimiento de los hechos controvertidos en tanto
no quiebre la igualdad de los litigantes. Pero creemos que no
puede trasladarse la carga de probar de uno a otro litigante
de acuerdo a las circunstancias del caso porque es
imprescindible prever cómo el proceso ha de desarrollarse,
tantopor la seguridad jurídica que eso entraña como por la
garantía de defensa en juicio.
123
Los códigos procesales de las provincias de La Pampa y de
Corrientes establecen que "Las directivas contenidas en esta
norma se adecuarán al deber de colaboración de las partes,
si, por razón de la habitualidad, especialización u otras
condiciones, la atención de la carga ha de entenderse que es
a la parte contraria a quien corresponde según las
particulares del caso" (Código Procesal Civil y Comercial de
Corrientes, art. 377, párr. 3º), incorporando así la teoría de la
carga dinámica probatoria. Insistimos que resulta claramente
peligroso dejar que la "habitualidad, especialización u otras
condiciones" se establezcan a posteriori , entre otros
motivos, porque a la parte perjudicada no tendría ningún
mecanismo de defensa ante un decisorio que así lo
dispusiera. Quizás sólo pueda aventurarse mediante algún
recurso extraordinario por inconstitucionalidad de la norma
procesal, cuyo resultado favorable muy improbable. Cabe
agregar que se desconoce en qué momento debe
determinarse esa habitualidad, especialización u otras
condiciones, y lo que puede ser aún peor, es que en el caso
de no requerir un mecanismo claro para determinar esas
cualidades, se las estaría asimilando a una noción tal como
la de los hechos notorios.
Por su parte, el art. 360 del Código Procesal Civil y Comercial
de La Pampa, en el último párrafo, dice claramente: "...tendrá
la carga de probar los hechos, aquel que por las
circunstancias del caso, se encuentra en mejores
condiciones de arrimar a conocimiento del tribunal, el
esclarecimiento de los mismos". Por cierto, el tribunal no le
hará saber de esta circunstancia a la parte a quien pesará la
carga hasta la el momento de la sentencia.
124
3.4. Constitucionalidad de la carga probatoria
125
tiene el testigo, el medio es la declaración que preste, la
fuente es la cosa u objeto que se somete al perito, el medio
es este examen juntamente con el dictamen peric ial"(149) .
128
informes, datos suministrados de una fuente documental o
de actos realizados por delegación hecha por el magistrado,
como las inspecciones), por vía declarativa (de la parte, de
los testigos, por reconocimiento de las personas, o por careo)
y por vía técnico-científica (pericia, traducciones,
determinación científica, etcétera). A ello podemos agregarle
las presunciones (derivaciones razonadas de huellas,
vestigios, datos, otras pruebas, etc., todos los cuales
constituyen indicios), o el conocimiento directo que pueda
tomar el magistrado por reconocimiento judicial (entendiendo
por tal el conocimiento de las personas, cosas y lugares o
tareas similares, como las compulsas), o la representación
(reconstrucción del hecho)".
129
dispositivo, tiene facultades para ordenar la producción de
pruebas —conocida como medidas de mejor proveer — para
arribar a la verdad material.
La verificación de los hechos susceptibles de engendrar un
derecho, ya se trate de obligaciones, de derechos reales, o
de familia, puede hacerse por tres medios: 1. De una manera
directa o inmediata, a través de la comprobación material de
los hechos. 2. Mediante la declaración de las partes o de una
tercera persona. 3. Por el razonamiento.
Couture(157) realiza una clasificación de los medios de prueba
de la siguiente manera: 1) por percepción : comunicación del
juez con los motivos de la prueba (inspección judicial); 2) por
representación : reconstrucción presente de hechos
ausentes en modo objetivo (mediante cosas), en modo
subjetivo (mediante relatos); a) cargo de la partes: confesión
y juramento; b) a cargo de terceros: testigos y peritos; 3) por
deducción: mediante el razonamiento puro o por valores de
la experiencia, partiendo de los hechos ya controlados
(presunciones y, en cierto modo, dictamen pericial).
También ha distinguido la doctrina la prueba directa y la
prueba indirecta, siendo la primera aquella que se da por la
propia experiencia como lo es en el caso del reconocimiento
judicial, y la segunda es la que el juez arriba a través de la
deducción o inducción que realiza del hecho a probar para
verificar su existencia, por ejemplo, en el caso de los testigos
y de los peritos a través de sus declaraciones o informes.
Otras clasificaciones, basadas en el momento o fecha de la
formación, las denominan pruebas preconstituidas y pruebas
circunstanciales. Las primeras son aquellas que las partes
crean al momento de celebrar el negocio jurídico, por
ejemplo, los instrumentos públicos y privados. Mientras que
las segundas nacen en ocasión del hecho que se intenta
130
probar, entre ellos contamos con los testigos o los indicios.
Así también, se las clasifica en plena o la semiplena, y en
simple o compuesta. La plena, es la que prueba la existencia
de un hecho sin dejar lugar a dudas; la semiplena cuando
sólo aporta la probabilidad de su existencia. La simple es
aquella que por sí sola acredita suficientemente el hecho, y
la compuesta, resulta de la reunión de diversos medios,
como puede ser testigos, indicios, etcétera.
4. Régimen legal
131
son los medios de prueba que pueden hacerse valer en el
proceso y así encontramos la prueba documental, la
confesional, testimonial, informativa, pericial y el
reconocimiento judicial.
El Código Civil en el art. 1190, del Capítulo V, "De la Prueba
de los contratos" dice: "Los contratos se prueban por el modo
que dispongan los Códigos de Procedimientos de las
Provincias Federadas: - Por instrumentos públicos. - Por
instrumentos particulares firmados o no firmados. - Por
confesión de partes, judicial o extrajudicial. - Por juramento
judicial. - Por presunciones legales o judiciales. - Por
testigos".
A continuación trata sobre la eficacia de la prueba, y así lo
vemos en dos artículos: "Art. 1191. — Los contratos que
tengan una forma determinada por las leyes, no se juzgarán
probados, si no estuvieren en la forma prescrita, a no ser que
hubiese habido imposibilidad de obtener la prueba designada
por la ley, o que hubiese habido un principio de prueba por
escrito en los contratos que pueden hacerse por
instrumentos privados, o que la cuestión versare sobre los
vicios de error, dolo, violencia, fraude, simulación, o falsedad
de los instrumentos de donde constare, o cuando una de las
partes hubiese recibido alguna prestación y se negase a
cumplir el contrato. En estos casos son admisibles los
medios de prueba designados". Y en el art. 1193: "Los
contratos que tengan por objeto una cantidad de más de diez
mil pesos, deben hacerse por escrito y no pueden ser
probados por testigos".
Hasta aquí podemos decir que el Código Civil ha regulado
una serie de normas referidas a la prueba, como lo podemos
apreciar en los siguientes artículos, entre otros:
132
— Libro Primero. De las Personas. Sección Primera. De las
Personas en general. Título V. De las pruebas del nacimiento
de las personas. Art. 79 a 88.
— Título VII. Del fin de la existencia de las personas. Arts.
103 a 109.
— Cap. VII. De la prueba del matrimonio.
— Determinación y prueba de la filiación matrimonial.
Art. 246.
— Cap. VII. Las acciones de filiación - Disposiciones
generales. Art. 253.
— Título VIII. De las donaciones.
— Cap. II. De los que pueden hacer y aceptar donaciones.
Art. 1817. — Si el que transmitió la cosa alegase que el
poseedor de ella no la tiene por título de donación, sino por
depósito, préstamo, etc., debe probar que la donación no ha
existido. Toda clase de prueba es admitida en tal caso.
Asimismo, los arts. 3466 y 3468 del Cód. Civil establecen la
designación de peritos para la tasación de bienes y la
partición de la herencia.
Art. 3466. — La tasación de los bienes hereditarios en las
particiones judiciales se hará por peritos nombrados por las
partes. El juez puede ordenar una retasa particular o general,
cuando alguno de los herederos demuestre que la tasación
no es conforme al valor que tienen los bienes.
Art. 3468. — La partición de la herencia se hará por peritos
nombrados por las partes.
133
A su vez, el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación
alude a los medios previstos y medios no previstos por ley
regulándolos de la siguiente forma:
Art. 378. Medios de prueba. — La prueba deberá producirse
por los medios previstos expresamente por la ley y por los
que el juez disponga, a pedido de parte o de oficio, siempre
que no afecten la moral, la libertad personal de los litigantes
o de terceros, o no estén expresamente prohibidos para el
caso. Los medios de prueba no previstos se diligenciarán
aplicando por analogía las disposiciones de los que sean
semejantes o, en su defecto, en la forma que establezca el
juez.
También encontramos en el Código de Comercio normas
referidas:
Art. 208. — Los contratos comerciales pueden justificarse:
1. Por instrumentos públicos; 2. Por las notas de los
corredores, y certificaciones extraídas de sus libros; 3. Por
documentos privados, firmados por los contratantes o algún
testigo, a su ruego y en su nombre; 4. Por la correspondencia
epistolar y telegráfica; 5. Por los libros de los comerciantes y
las facturas aceptadas; 6. Por confesión de parte y por
juramento; 7. Por testigos. Son también admisibles las
presunciones, conforme a las reglas establecidas en el
presente título.
Art. 209. — La prueba de testigos, fuera de los casos
expresamente declarados en este Código, sólo es admisible
en los contratos cuyo valor no exceda de 200 pesos fuertes.
Tratándose de asuntos de mayor cuantía, la prueba
testimonial sólo será admitida existiendo principio de prueba
por escrito. Se considera principio de prueba por escrito,
cualquier documento público o privado que emana del
134
adversario, de su autor o de parte interesada en la
contestación o que tendría interés si viviera.
135
conforme su naturaleza, distinguiéndose entre instrumentos
privado e instrumentos públicos.
— Informativa : Comprende aquellos hechos que resulten de
la documentación de archivos o registros. Cabe distinguir
entonces entre el oficio y contestación (medio) de su
contenido, el cual debe aludir a un archivo o registro (fuente).
— Confesional y testimonial : En tales casos, el declarante
(parte y testigo, respectivamente) constituye la fuente. El
acta, el medio.
— Pericial : Las personas o cosas examinadas constituyen
la fuente. Y el perito y su dictamen, el medio.
— Reconocimiento judicial : Aquí, la fuente incluye lugares y
cosas, en tanto que la diligencia y el acta son el medio.
La breve enunciación demuestra que la fuente de prueba
sólo puede ser incorporada al proceso: a) si está nominada
por las partes en sus escritos constitutivos (demanda,
contestación, oposición de excepciones); b) en oportunidad
de introducir los "demandantes o reconvinientes" nuevos
hechos (art. 334, CPCCN); o c) en el caso de
introducir hechos nuevos (art. 365, CPCCN); d) en todas las
hipótesis, y tratándose de personas o cosas , las mismas
deben estar nominadas o surgir de algunas de las
actuaciones o elementos agregados conjuntamente con los
citados escritos.
A diferencia de lo expuesto, los medios de prueba están
integrados por los "previstos expresamente por la ley o
por los que el juez disponga , a pedido de parte o de oficio"
(art. 378, CPCCN), de lo cual se infiere que aun cuando no
fuere ofrecido como tal, el juez de oficio puede disponer la
producción del medio pertinente siempre que la fuente haya
136
sido incorporada al proceso en las oportunidades
mencionadas.
Finalmente, como distinción entre fuentes y medios puede
decirse que importan el límite entre las leyes sustanciales y
las procesales, para tratar el tema de la prueba. "Las
primeras pueden legislar sobre las fuentes (requisitos de los
instrumentos públicos y privados, capacidad de las partes y
de los testigos para declarar, etc.); pero la regulación de los
medios de prueba es materia exclusivamente procesal" (161) .
137
La norma alude, entonces, a la presunción conformada por
numerosos hechos probados, que además sean
inequívocos, concatenados o entrelazados entre sí y de alto
grado de probabilidad, todo lo cual influye en la convicción
que se forma el juez acerca de la existencia o inexistencia de
un hecho que no ha sido probado pero que puede presumirse
que ocurrió en base a indicios.
Sostiene el maestro colombiano Devis Echandía que "La
presunción simple, de hombre o judicial, se diferencia del
indicio, como la luz lo es de la lámpara que la produce. Del
conjunto de indicios que aparecen probados en el expediente
obtiene el juez las inferencias que le permiten presumir el
hecho indicado, pero esto no significa que se identifiquen,
porque los primeros son la fuente de donde obtiene la
segunda; aquéllos son los hechos y éste el razonamiento
conclusivo".
Y el indicio es "todo rastro, vestigio, huella, circunstancia y,
en general, todo hecho conocido, mejor dicho debidamente
comprobado, susceptible de llevarnos por vía de inferencia
al conocimiento de otro hecho desconocido".
Resulta entonces que los indicios constituyen fuente de
presunciones judiciales, pues estas últimas se sustentan en
aquéllos.
Según señaláramos en otra ocasión, la prueba puede ser
definida como la actividad encaminada a acreditar la
existencia o cualidades de personas o cosas. Y la facultad
del juez civil de disponer la producción de medios probatorios
debe ser entendida como la actividad destinada a
comprobar, a constatar, pero no a investigar hechos, pues es
éste el límite a la actividad del juez.
138
Tal actividad está destinada a provocar en el juez la
convicción acerca de la ocurrencia de los hechos, aunque
dicha convicción debe ser objetiva, es decir, debe surgir de
elementos que permitan sostener la efectiva comprobación
fáctica de aquello que constituye el objeto de prueba más allá
de la voluntad del juez, de modo que dicha convicción no
debe consistir en la mera impresión subjetiva del magistrado.
Este último aspecto está vinculado al tema de las
presunciones judiciales u hominis , e importa una cuestión
esencial para dilucidar la suerte del litigio. De ahí que los que
por su "número, precisión, gravedad y concordancia" deben
producir convicción, son los indicios, ya que —como quedó
dicho— la labor intelectual realizada por el juez para extraer
conclusiones de convicción son
denominadas presunciones .
Los indicios son fuentes de presunciones y, a diferencia de
las fuentes de prueba, parten de la factibilidad de su
existencia(162) . Cabe agregar que las presunciones no son
medios de prueba, sino formas del razonamiento judicial.
Los medios de prueba deben producirse con el debido
contralor de las partes, aunque respetando el principio de
bilateralidad (art. 18, C.N.). Y, a diferencia de las
presunciones, estas últimas —salvo previa calificación legal
por parte del Código Civil u otras leyes de fondo— son
establecidas por el juez en la sentencia misma.
Los referidos aspectos integran la denominada "teoría
general de la prueba", e incluyen el estudio de los siguientes
elementos: objeto; fuentes; medios; carga; y valoración de la
prueba. Y, sobre la base de lo expuesto de ellos, brevemente
señalamos que:
139
Objeto. La actividad probatoria sólo puede versar
sobre hechos conducentes o pertinentes , es decir aquellos
que guarden relación con el objeto del litigio, pudiendo
enumerar:
Hechos articulados. Son los argumentados por las partes en
sus escritos de demanda y contestación o reconvención y su
contestación (arts. 330; 356, CPCCN).
140
VIII. VALORACIÓN DE LA PRUEBA
Para comprender esta cuestión esencial conviene
recordar que "la finalidad de la prueba consiste en dar
fundamento a la sentencia judicial" conforme enseñan
Fenochietto-Arazi en el Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación comentado , t. II, Astrea Buenos Aires, 1987,
puesto que el juez, al declarar el derecho de una de las
partes, tiene por acreditados ciertos hechos o situaciones
protegidas por la ley, dado que para llegar a esa conclusión
necesariamente debió reconstruir los hechos que fueron
alegados por las partes y cotejarlos con una norma jurídica
general.
Por otra parte, apreciar o valorar la prueba es la actividad
que realiza el juez para formar su convicción acerca de
cómo sucedieron los hechos alegados por las partes a
través de las pruebas producidas, actividad que lleva a
cabo al momento de fallar, es decir, de elaborar y dictar la
sentencia.
De acuerdo a lo expresado por el Dr. Rojas, y en
concordancia con lo señalado tanto por Falcón como por
Calamandrei y Clariá Olmedo, apreciar consiste en
asignarle un precio a algo, o sea, valuarlo, tasarlo. En el
caso de las pruebas producidas en un expediente judicial
"...la apreciación importará ni más ni menos que un juicio
de valor de parte del juez para saber cuánto vale aquélla,
no sólo por su grado de verosimilitud, sino
fundamentalmente por su concordancia o discordancia con
los hechos invocados por las partes en el proceso"(163) .
Dice el art. 386 del CPCCN: "Salvo disposición legal en
contrario, los jueces formarán su convicción respecto de la
prueba, de conformidad con las reglas de la sana crítica.
No tendrán el deber de expresar en la sentencia la
141
valoración de todas las pruebas producidas, sino
únicamente de las que fueren esenciales y decisivas para
el fallo de la causa".
Se infiere de la norma que la valoración de la prueba es
una actividad intelectual (de valoración o apreciación,
precisamente) que debe ser llevada a cabo por el juez en
una etapa del proceso, siguiendo las reglas del sistema
conocido como la sana crítica. La norma expresamente
aclara que el juez debe expresar cómo, de entre todas las
pruebas producidas, valoró o tasó aquellas pruebas que
fueron trascendentes para la resolución del conflicto.
Cabe aclarar que la norma —art. 386, CPCCN—
comienza diciendo que "Salvo disposición legal en
contrario, los jueces formarán su convicción respecto de la
prueba, de conformidad con las reglas de la sana crítica....",
de lo cual se infiere que el juez, antes de valorar las
pruebas de conformidad con las reglas de la sana critica,
tiene el deber de valuarlas conforme a la tarifa o valor que
de antemano le asignó el legislador.
Para comprender mejor el núcleo de este tema, se hace
imprescindible una brevísima reseña de los distintos
métodos de valoración de la prueba. Podría decirse que los
métodos tradicionales se denominan prueba tasada y libre
convicción. El primero es aquel al cual "la ley señala por
anticipado al juez el grado de eficacia que debe atribuir a
determinado medio probatorio". Señala Couture, siguiendo
la obra del italiano Furno(164) , entre otros ejemplos, que la
plena prueba que hace el instrumento público es uno de los
paradigmáticos de este sistema, ya que éstos dan plena fe
hasta que sean argüidos de falsedad(165) .
El sistema de la libre convicción confiere una vasta
discrecionalidad al magistrado, quien decide la contienda
142
que protagonizaron actor y demandado de acuerdo a su
propia convicción emanada de las pruebas producidas en
la causa. Es un modo o mecanismo de razonamiento
utilizado por el juez para formar su convicción y adoptar una
decisión. Este procedimiento no significa una libertad
absoluta sin sujeción alguna, por el contrario, en palabra de
Couture, "...en ellas intervienen las reglas de la lógica, con
las reglas de la experiencia del juez, pues el juez no es libre
de razonar a voluntad, discrecionalmente"(166) .
El sistema adoptado por nuestro ordenamiento se
denomina sana crítica , y respecto de él puede decirse que
el concepto es algo vago de difícil sujeción. Sentís Melendo
alcanzó a afirmar que "nadie nos ha podido decir, ni las
leyes ni la jurisprudencia, ni la doctrina, qué es la sana
crítica". Buena parte de la doctrina lo considera como
un estándar jurídico, es decir, un modo o criterio habitual,
generalizado y permanente de valorar las pruebas.
Siguiendo la postura del Dr. Rojas, cace decir que "la sana
crítica es la unión de la lógica y de la experiencia, sin
excesivas abstracciones de orden intelectual, pero también
sin olvidar esos preceptos que los filósofos llaman de
higiene mental, tendientes a asegurar el más certero y
eficaz razonamiento"(167) .
Nuestro Código adopta el sistema de la sana crítica, eso
surge del texto del propio art. 386 al momento en que dice:
"...salvo disposición legal en contrario...", por ello no puede
sino interpretarse que los jueces siempre formarán su
convicción de conformidad con las reglas de la sana crítica,
a menos que una norma de antemano enuncie claramente
cuál es el valor que se le ha asignado a un determinado
medio de prueba, independientemente de la convicción del
juez.
143
CAPÍTULO 3
I. INTRODUCCIÓN
145
En el derecho argentino, debemos remontarnos al año 1953,
donde comenzaremos a encontrar vestigios de la
implementación de la audiencia con la sanción de la ley
14.237, la cual modificó sustancialmente el Código de
Procedimientos de la Capital Federal. En dicha ley se
especificaba que las partes debían ser convocadas a una
audiencia, por el juez, a los fines de establecer los hechos
contradictorios sobre los cuales versaría la prueba. Esta
norma fue derogada, luego de tres años de su sanción, por
su bajo nivel de acatamiento entre los magistrados quienes,
de fijar la audiencia, la delegaban a otros funcionarios para
su efectiva realización, con lo cual se diluía la esencia por la
que fue ideada.
Una nueva iniciativa para implementar la audiencia dentro de
nuestro ordenamiento se generó con la sanción de la ley
22.434, la cual le introdujo una serie de reformas al Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación, entre los cuales se
desprende la incorporación del art. 125 bis. En la actualidad
se encuentra derogado, como consecuencia de las reformas
previstas por la ley 25.488.
"Para nosotros este artículo constituyó un símil de la
audiencia preliminar. El juez debía tomar personalmente la
prueba confesional bajo sanción de nulidad, pero en la
misma audiencia debía ejercer ciertos deberes y facultades
que le otorgaba el Código, a saber: a) el saneamiento del
proceso, a fin de evitar nulidades; b) invitar a las partes a una
conciliación; c) interrogar a las partes sobre las
circunstancias conducentes a la averiguación de la verdad
(art. 415, CPCCN); d) reajustar las pretensiones, y e) requerir
que se desista de las prueba innecesaria.
"Si uno repara en la ley 24.573, que incorporó en el art. 360
del CPCCN la audiencia preliminar, podríamos observar que
146
la actividad que debía desplegar el juez en la audiencia del
art. 125 bis no era muy distinta a la audiencia preliminar. Lo
que sí se difería era el momento en que la audiencia era
fijada. En el caso del art. 125 bis era fijada en plena etapa
probatoria, mientras que la audiencia preliminar lo es
inmediatamente después de la etapa introductoria. Esto, no
es un dato menor, toda vez que sin lugar a dudas constituye
una ventaja la actual ubicación de la audiencia preliminar
porque, como señalaba Eisner refiriéndose al derogado
art. 125 bis, llegado el momento de la plena etapa probatoria
ya existía un mayor desgaste y las pruebas estaban en plena
etapa de producción. De ahí la inconveniencia de fijar la
audiencia prevista en dicho artículo en ese estadio. Además,
podría argumentarse que el mismo art. 125 bis otorgaba a
los jueces la posibilidad de ser dispensados por la Cámara
cuando el cúmulo de tareas no le permitiese acudir a esta
audiencia. Estimo que esta referencia significaba su
defunción, otra vez quedaba en saco roto la inmediación que
tanto pregonaba la reforma al Código"(2) .
148
así también hacia los particulares interesados. Esta
facultad conferida hacia el magistrado —como la que se
narrara en el inc. a)— no cuenta con ningún parámetro que
determine cuáles son los supuestos que se deberá
considerar al momento de restringir el acceso, por tanto, su
apreciación estará regida bajo la sana crítica; d) por último,
quedará limitado el acceso en caso de que se vea afectada
notoriamente la intimidad de las partes, en cuyo caso se
celebrará la audiencia a puertas cerradas.
Cabe destacar que no existen pautas o límites que
determinen estas excepciones, ni tampoco se exige al
magistrado fundamento alguno al momento de tomar la
decisión de celebrar la audiencia a puertas cerradas; por
tanto, ésta es una herramienta muy utilizada que, con
absoluta discrecionalidad del juez, permite que las
audiencias se mantengan en forma privada, sin público
externo, generándose un diálogo directo entre el juzgador,
las partes que ventilan la contienda y sus letrados. En la
práctica es poco común encontrar a particulares que tomen
la iniciativa de acudir a un juzgado a solicitar presenciar una
audiencia de estas características, los motivos son variados,
pero en general parten desde el desinterés de conocer los
procedimientos, el desconocimiento de la publicidad de las
mismas, falta de motivación, omisión en cuanto a la
publicidad de días y horarios en que se celebran las
audiencias, miedo hacia lo desconocido, entre otros
supuestos.
Al momento de fijarse la fecha de audiencia se establecerá
el horario en que se llevará a cabo la misma; sin perjuicio de
ello, el Código de Procedimientos prevé una tolerancia de
hasta media de hora, para el caso de ausencia de cualquiera
de las partes a la hora señalada. Es práctica habitual que los
magistrados directamente esperen hasta la media hora para
149
llamar a las partes a la sala de audiencia. Esta circunstancia
se realiza por tres motivos esenciales: en primer lugar,
porque el juez persigue fines conciliatorios, motivo por el cual
si las partes, por diferentes cuestiones no tuvieron la
oportunidad de dialogar después de la instancia de
mediación, ése será un excelente momento para hacerlo. La
realidad es que la mayoría de las causas judiciales, que se
inician después de haber fracasado la mediación presentan
a las partes sin posibilidades de ceder en sus pretensiones
hasta el momento de la audiencia, siendo el juzgado el nuevo
ámbito que los reúne.
En segundo lugar, para que el magistrado tenga la
posibilidad de retomar la lectura del expediente, en su
totalidad, e interiorizarse del conflicto que mantiene
enfrentadas a las partes, a los fines de aplicar los
mecanismos de conciliación que considere más apropiados
para ponerle fin al pleito. Dado el cúmulo de causas que se
concentran en cada uno de los juzgados, es necesario que
el juez, antes de la audiencia, revise las posturas adoptadas
por las partes en la presentación de la demanda,
contestación y/o reconvención.
En tercer lugar, para otorgarle la posibilidad a las partes, que,
conjuntamente con sus letrados, evalúen las posibilidades de
seguir o no avanzando con la causa judicial; de esta forma,
podrán realizar un balance de costo-beneficio entre avanzar
en la etapa probatoria, o bien abrir la posibilidad —en la
audiencia— de consensuar con la parte oponente para
seguir trabajando desde el ámbito conciliatorio, lo cual podrá
derivar en un próximo acuerdo privado entre las partes a ser
presentado para su homologación judicial.
Desde la doctrina se indican los aspectos positivos de la
celebración de audiencias, manifestando al respecto: "Se ha
150
sostenido fundadamente que el proceso por audiencias
garantiza la satisfacción de los principios de inmediación,
concentración, celeridad, economía, buena fe, publicidad,
flexibilidad y libre convicción judicial.
"En efecto, la estructuración del proceso por audiencias en el
procedimiento civil permite el encuentro frontal del juez y los
litigantes. Este contacto directo reviste enorme
trascendencia, pues no sólo le confiere autoridad a las
audiencias que aquél preside sino que le genera
transparencia a su accionar. Asimismo le permite al juzgador
formar su convicción a medida que se produzca la prueba y
se desarrolla el debate. Percibirá el rostro de los
contendientes, se advertirá de sus gestos, reacciones y
comportamientos. Las partes conocerán personalmente a
quien decidirá la contienda.
"Se facilita la labor conciliatoria del magistrado y en dicha
inteligencia se halla facultado para proponer a las partes
fórmulas para simplificar y disminuir las cuestiones litigiosas
surgidas en el proceso o respecto de la actividad probatoria.
"El juez se halla en condiciones de controlar más
eficazmente la regularidad del procedimiento, evitando o
saneando nulidades y resolviendo sin dilación las
oposiciones e incidentes que se articulen. La experiencia nos
indica que cuando el magistrado interviene personalmente
en la etapa inicial del proceso judicial, asumiendo el control
y la dirección de la causa, la misma se desarrolla más
eficientemente, reduciendo tiempos de litigación y
disminuyendo notablemente los costos tanto para los
justiciables como para el sistema judicial"(3) .
151
IV. EL ARTÍCULO 360 DEL CPCCN
153
y desproporcionada, puede generar demoras excesivas
contrariando el fin por el que fueron creadas.
La ley 26.589 establece, entre su articulado, no solamente la
reforma al art. 360 del Código Procesal Civil y Comercial de
la Nación, incorporando un párrafo al inc. 1º del mismo, sino
que además le otorga facultades al juez, según su sana
crítica, de remitir las actuaciones en trámite nuevamente a la
instancia de mediación, por única vez, en cualquier estado
del proceso . El plazo por el cual suspenderá la causa es por
treinta días, vencido dicho plazo, los mismos se reanudarán
en forma automática.
"...si el juez decide en la audiencia preliminar derivar
nuevamente a las partes a mediación, el proceso se
suspenderá por treinta días a contar a partir de la notificación
del mediador que intervendrá, y se reanudará a pedido de
cualquiera de las partes, lo que deberá disponer el juez sin
sustanciación, y notificarse a la otra parte. En cambio, si la
derivación de las partes a una nueva mediación la dispone el
juez en cualquier otro momento del proceso, la suspensión
del trámite de la causa será también por treinta días, pero la
reanudación será automática una vez vencido el mismo,
conforme lo dispuesto por el art. 17 de la ley en análisis"(4) .
El objetivo fundamental de darle tanta importancia al instituto
de la mediación, es intentar el constante acercamiento de las
partes, para que sean estos mismos quienes finalmente
terminen resolviendo el pleito, sin la necesidad de llegar al
extremo de la imposición del Estado para resolver conflictos
particulares, mediante la sentencia judicial.
Siguiendo con el segundo inciso del art. 360 del CPCCN, el
mismo relata que el juez: "...2. Recibirá las manifestaciones
de las partes con referencia a lo prescripto en el art. 361 del
presente Código, debiendo resolver en el mismo acto". Para
154
entender lo que refiere este inciso hay que tener presente
que, de no arribar a ningún acuerdo las partes, al momento
de la audiencia, el juez se verá en la obligación de avanzar
con el proceso judicial; motivo por el cual identificará cada
uno de los hechos que resultan controvertidos y
conducentes, y abrirá la "etapa probatoria".
Por otra parte, el art. 361 del CPCCN indica que cualquiera
de las partes podrá, siempre al momento de la audiencia,
manifestarse y oponerse respecto de la apertura a prueba de
la causa judicial; de ser así, el magistrado deberá escuchar
lo que tenga para decir la parte contraria a la que plantea la
oposición; y posteriormente, deberá resolver sobre la
procedencia o no, de la misma, sin más trámite.
Siguiendo con el análisis de los incisos del art. 360 del
CPCCN, nos encontramos con el siguiente paso que
establece la norma: "...3. Oídas las partes, fijará los hechos
articulados que sean conducentes a la decisión del juicio
sobre los cuales versará la prueba". La normativa exige que
sea el juez quien fije los hechos que sean conducentes en el
proceso, a los fines de evaluar, posteriormente admisibilidad
de las pruebas oportunamente ofrecidas por las partes.
De esta forma, los hechos que no resulten conducentes,
según la sana crítica del magistrado, serán rechazados por
el mismo; como así también se establecerán los hechos que
no resulten controvertidos , sobre los cuales no versará
prueba a producir, por considerarlas completamente
innecesarias.
Desde la jurisprudencia, recibir la causa a prueba genera
mayor seguridad en cuanto a la aplicación de la garantía
constitucional de la defensa en juicio, manifestando a tal fin
que "La apertura a prueba armoniza con la garantía de la
defensa en juicio (conf. CNCiv., sala B, julio 2005, LA LEY,
155
128-961, fallo 15.914-S; íd., sala A, LA LEY, 112-552, fallo
9445-S) y debe ordenarse ante la menor duda acerca de la
posibilidad de omitir un pronunciamiento justo, de atenerse
únicamente a los elementos de juicio agregados hasta ese
instante (CNCiv., sala C, causa 210.552, 11/10/1956; sala F,
causa 225/446, 5/3/1978; Fassi, Santiago C Código Procesal
Civil y Comercial, comentado, anotado y concordado , t. I,
Astrea, Buenos Aires, p. 654, nro. 1292)"(5) .
A los fines de concentrar en un mismo acto la mayor cantidad
de actividad procesal tendiente a avanzar sobre el proceso,
una vez fracasada la instancia conciliatoria, el ordenamiento
prevé recibir la prueba confesional, si la misma hubiere sido
ofrecida por las partes. "...4. Recibirá la prueba confesional
si ésta hubiera sido ofrecida por las partes. La ausencia de
uno de todos los absolventes, no impedirá la celebración de
la audiencia preliminar". Siguiendo el principio de economía
y celeridad procesal, nuestro Código de Procedimientos
establece que, en la misma audiencia, aprovechando la
obligatoriedad y presencia de las partes, las partes
absolverán posiciones.
La admisibilidad o no de las pruebas ofrecidas por las partes,
se encuentra en las manos de juez que interviene en las
actuaciones litigiosas. Las resoluciones dictadas por el
magistrado, en cuestiones probatorias, resultan inapelables,
motivo por el cual es clave la audiencia preliminar para
plantear, frente al mismo, las inquietudes de las partes
respecto de cada prueba en particular, antes del cierre del
acta. De esta forma, el juez "...5. Proveerá en dicha audiencia
las pruebas que considere admisibles y concentrará en una
sola audiencia la prueba testimonial, la que se celebrará con
presencia del juez en las condiciones establecidas en este
capítulo. Esta obligación únicamente podrá delegarse en el
secretario o en su caso, en el prosecretario letrado". Es
156
importante destacar que el magistrado deberá concentrar a
las declaraciones testimoniales, en una única audiencia, a
los fines de evitar dilaciones innecesarias.
Finalmente, cabe mencionar el último supuesto posible en
esta instancia del proceso, en el cual, de no lograr la
conciliación, y el juez considera que no existen hechos
controvertidos que requieran la producción de prueba, no
dictará la apertura a prueba, sino que directamente declarará
la cuestión de puro derecho . De esta forma, la causa pasará
al dictado de la sentencia definitiva. La normativa precisa, en
el inc. 6º del art. 360: "Si correspondiere, decidirá en el acto
de la audiencia que la cuestión debe ser resuelta como de
puro derecho, con lo que la causa quedará concluida para
definitiva.
Declarar la cuestión como de puro derecho, rige de carácter
excepcional, toda vez que la regla general es recibir la causa
a prueba por el plazo establecido por ley. Ello es así, para
respetar de la mejor manera posible la garantía
constitucional de la defensa en juicio.
La jurisprudencia es clara al respecto: "La declaración de la
causa como de puro derecho reviste carácter excepcional,
pues la regla es la apertura a prueba. Sin embargo, si existe
certeza acerca de la carencia de hechos controvertidos
susceptibles de prueba para la decisión de la causa, es dable
prescindir de su producción"(6) .
157
El concepto de "audiencia preliminar" supone decir que la
misma se trata de la primera audiencia que las partes
mantienen con el juez, pero ya dentro del proceso judicial, lo
cual se traduce diciendo que desde el inicio de la demanda
judicial, ésta será la primera oportunidad en la cual, una vez
conocidos y presentados todos los litigantes, son llamados
por el juez a la celebración de una audiencia, la cual, tiene
como característica excluyente la oralidad.
De esta forma, la audiencia preliminar es uno de los pocos
momentos en los cuales la oralidad se superpone a la
escritura en procesos civiles y comerciales, los cuales
recordemos que se caracterizan por seguir el curso de los
procesos mediante diversas presentaciones.
158
motivar el diálogo, fortalecerá los hechos no controvertidos,
como así también facilitará el consenso.
Tenemos que tener en cuenta que no solamente se
podrán realizar acuerdos por la totalidad de los hechos
controvertidos, sino que también puede haber acuerdos
parciales, tanto del fondo del asunto como de cuestiones
netamente procesales.
De lograr la conciliación entre las partes, el juez procederá a
dictar la sentencia homologatoria, en los términos del art. 162
del CPCCN, quedando por finalizado el proceso judicial.
159
ser probados; en segundo lugar, se extiende en el caso en
que, aun cuando las partes no lo peticionen en el acta, el juez
advierte que no existen hechos controvertidos que justifiquen
la apertura a prueba, sino que directamente declara la
cuestión de puro derecho; en tercer lugar, si se considera
que, con las constancias existentes en el proceso, resulta
viable el dictado de la sentencia. En cuyo caso la etapa
quedará concluida para la definitiva.
A los fines de abrir la etapa probatoria con la producción de
las pruebas mínimas e indispensables para la causa, el juez
le facilitará a las partes que realicen todos los
reconocimientos posibles, como así también todos los
desistimientos que les resulte posible para reducir la etapa.
Asimismo, se optará por la utilización de los mecanismos de
prueba que resulten menos onerosos y eficaces para las
partes; siempre que las mismas arriben a igual resultado al
que hubieran ofrecido las partes.
En relación con la prueba confesional, hay que destacar que
nuestro Código de Procedimientos prevé, en su inc. 4º, que
en la audiencia preliminar las partes deberán absolver
posiciones, pero la realidad es que existen algunos
magistrados que optan por no unificar todo en una misma
audiencia; por el contrario, y pese a la normativa vigente,
enfocan sus esfuerzos en la audiencia preliminar para la
conciliación, fijando posteriormente una nueva fecha para la
absolución de posiciones si es que consideran que las
mismas resultan conducentes, de lo contrario, directamente
quedarán desestimadas.
Una nueva alternativa puesta en práctica en la actualidad es
dejar asentada en el acta la suspensión de los plazos
procesales por un lapso determinado de tiempo, con el
objetivo de que las partes se pongan en contacto entre sí
160
para arribar a un acuerdo conciliatorio, el cual posteriormente
presentarán para su homologación judicial. Esto sucede a
pedido de las partes, o bien, a criterio del juez, siempre que
el mismo considere que los litigantes se encuentran en las
instancias decisivas y finales de una conciliación. De no
lograr acuerdo en el lapso establecido, los plazos procesales
se reanudarán automáticamente, debiendo cualquiera de las
partes solicitar la apertura de la causa a prueba.
VI. CONCILIACIÓN
161
los términos del art. 360, en la cual citará a los litigantes —
con asesoría letrada—.
La presencia del juez en la "audiencia preliminar" es
indelegable, y ello se debe a la importancia que la misma
presenta en el proceso judicial; toda vez que resulta
determinante para conocer cuál será el rumbo de la causa en
juicio. En este sentido, el desempeño del juez, sus
habilidades puestas en marcha, y la ayuda de los letrados
intervinientes en las actuaciones formarán el marco principal
que determinará la prosecución o no del proceso en curso.
El juez en primera medida dará inicio a la audiencia con su
presentación frente a los convocados; acto seguido
mencionará cuál es el estado actual del proceso, las posturas
de los litigantes, los beneficios de finalizar en forma pacífica
el pleito, las dilaciones y complicaciones que pueden
afrontar, como así también los costos de su continuación;
para posteriormente abrir un abanico de posibilidades y
estrategias a llevar adelante, a los fines de coordinar las
estrategias que resulten favorables para un acercamiento
entre las pretensiones de las partes.
De esta forma, el juez realizará un despliegue de alternativas,
consejos y sugerencias para lograr un avenimiento lo más
beneficioso posible para todos los litigantes; ello sin caer en
prejuzgamiento, es decir, el magistrado debe salvaguardar
su integridad e imparcialidad mientras se celebre la
audiencia, como así también mientras dure el proceso
judicial hasta la sentencia definitiva, no obstante lo cual
invitará en todo momento, a las partes, a un acercamiento
que ponga fin al pleito. De lograr una conciliación, la misma
quedará plasmada en el acta de audiencia, para ser sometido
a la homologación judicial.
162
Por el contrario, en caso de imposibilidad de acuerdo alguno,
el magistrado no tendrá otra alternativa que examinar la
existencia de hechos que serán objeto de prueba, aquellos
alegados por las partes que sean contradictorios y
conducentes, dando inicio a la etapa probatoria; o bien, en el
caso de no hallar hechos que ameriten la efectiva producción
de medios probatorios, declarará la causa como de puro
derecho.
163
CAPÍTULO 4
PROCEDIMIENTO PROBATORIO
I. GENERALIDADES(1)
166
II. OFRECIMIENTO. FORMA Y PLAZOS PROCESALES
167
testigo. Tratándose de prueba pericial la parte interesada
propondrá los puntos de pericia .
El art. 333, en el primer párrafo establece inequívocamente
un momento exacto para el ofrecimiento de prueba de cada
una de las partes; hablamos de "momento" y no de "plazos"
porque, en definitiva se fija a la oportunidad como única, es
decir se ofrece únicamente en la primera presentación que
cada parte realice. Si fuera plazo, sería un lapso de días,
aunque sea mínimo, pero en esta oportunidad se habla de
un único momento, un único acto procesal que se realizará
por escrito, el cual marcará el rumbo del proceso judicial ya
que fijará todos los lineamientos que hacen al derecho de
cada uno de los presentantes. Cabe consignar que, atento al
principio de preclusión que rige el derecho privado, una vez
realizada la misma, no se podrá establecer ningún acto
procesal posterior que tienda a agregar o modificar alguno
de los medios de prueba.
El segundo párrafo del artículo que se describe, establece
expresamente los pasos a seguir respecto a la prueba
documental que no se halla en poder de la parte que la
ofrece, debiendo la misma individualizarla exactamente,
informando al magistrado su contenido y lugar en el que se
encuentra, especificando si quien la posee es una persona
física o jurídica; cualquier omisión de datos implicará el
desistimiento de la prueba requerida. En otras palabras, la
parte que propone la documental que se encuentra en poder
de entidades o de particulares debe realizar previamente una
tarea de investigación con el fin de disponer de los datos
específicos que impone el Código para este medio, a los
fines de lograr su efectiva producción.
Por su parte, en el tercer párrafo habilita a los patrocinantes
intervinientes al libramiento de oficios, con transcripción del
168
referido artículo a los fines de solicitar el envío de la
documental original o copia certificada, si la misma se hallare
en entidades privadas, sin necesidad de petición previa
judicial. Es decir, las partes que cuenten con copias simples
de una documental cuyo original se encuentra en una
institución de carácter privado, pueden requerir por oficio en
forma inmediata el envío del original, el cual debe ser
remitido directamente a Secretaría del Juzgado en el que
tramite el proceso judicial. De esta forma, se intenta
preservar los documentos originales que no se hallan en
poder de la parte interesada. La esencia de preservación del
medio probatorio con el que cuenta este párrafo nos remite a
los supuestos excepcionales de prueba anticipada, pero en
este caso, sólo se autoriza una vez iniciada la demanda y
ofrecidos los medios de prueba, y siempre que la documental
requerida se hallare en una entidad privada, excluyendo
expresamente el libramiento de los oficios en forma previa, a
las instituciones públicas, las cuales sólo son admisibles
previa resolución judicial que así lo ordene.
El último párrafo del art. 333 se refiere concretamente a la
prueba testimonial y pericial, e impone a las partes para la
admisión de las declaraciones testimoniales, que en el
momento de su ofrecimiento establezcan expresa e
inequívocamente los motivos por los cuales realiza el pedido
de dicho medio, es decir, debe indicar el extremo que intenta
probar con cada uno de los testigos propuestos. Ante tal
requerimiento, es usual que la mayoría de los letrados
realicen una indicación breve y concreta de individualizar en
cada sujeto que proponen si el mismo resulta testigo del
hecho o de conocimiento. El primer caso comprende
aquellos testigos que estuvieron presentes en el lugar
preciso en que aquellos ocurrieron y pudieron apreciar a
través de sus sentidos, el o los hechos que la parte
proponente alega. Y, por otra parte están los considerados
169
testigos de conocimiento, en referencia a quienes les consta
por diversos medios situaciones que hacen a la personalidad
de quien lo propone.
Esta clasificación descripta no es la única utilizada, ya que el
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación no especifica
un modo preciso para dicha mención, sólo impone que la
misma debe realizarse; caso contrario, no podrá ser
admisible por el magistrado, al momento de la apertura a
prueba.
La apreciación de la eficacia probatoria del testigo debe ser
efectuada de acuerdo con las reglas de la sana crítica,
atendiendo a las circunstancias o motivos que corroboren o
disminuyan la fuerza de su declaración. En este sentido, el
magistrado goza de amplias facultades pudiendo admitir las
que, conforme con el correcto entendimiento humano,
considere acreedoras de mayor fe, en concordancia con los
demás elementos de mérito que obren en el expediente y, al
mismo tiempo, desestimar las que no logren formar
convicción(5) .
Siguiendo las enseñanzas del maestro colombiano Devis
Echandía(6) , se ha señalado que "es variada la gama de
posibilidades que llevan a la valoración de la prueba
testimonial, pudiendo detectarse dos tipos fundamentales de
testigos: a) el de atendibilidad plena, y b) el de atendibilidad
restringida "(7) . Entre estos últimos se encuentra el "testigo
de referencia", que lleva a apreciar sus dichos con suma
estrictez, pudiendo inclusive llegar a desestimarlos.
Lo atestiguado por esta clase de testigos no puede llevar por
sí solo a la acreditación de un hecho, pues en el fondo su
testimonio no constituye una prueba. A lo sumo las
referencias indirectas al hecho pueden constituir indicios,
pero no resultan concluyentes para el juzgador(8) .
170
Respecto a la prueba pericial, el texto dispone que la parte
interesada deberá proponer los puntos de pericia sobre los
cuales versará el informe de cada uno de los peritos
requeridos. Los puntos de pericia son los extremos que
establece la parte proponente del medio para que el experto
designado a tal fin responda, previo análisis técnico,
observaciones específicas y recopilaciones de datos
mediante un informe pericial que presentará al Juez en su
calidad de auxiliar de la justicia; de esta forma, es la misma
parte que ofrece el medio la que fija los parámetros para su
realización, indicando de esta forma el extremo a probar,
siendo dicha situación excluyente para la admisibilidad del
medio probatorio.
171
a) el momento en el que fueron ofrecidos cada uno de los
medios de prueba, ya que sólo serán admisibles los que se
peticionen con la primera presentación que realice la parte.
b) De tratarse de prueba testimonial o pericial, si se
establecieron expresamente los extremos que intentan
probarse en los términos del art. 333 del Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación.
172
momento de su elevación una vez dictada la sentencia
definitiva; por tales motivos, son extremos los recaudos que
debe tomar el magistrado al momento de resolver la
admisión o rechazo de cada medio de prueba, toda vez que
de ello dependerá la efectiva producción a favor de las
partes. Así el art. 379 del CPCCN dispone: serán
inapelables las resoluciones del Juez sobre producción,
denegación y sustanciación de las pruebas; si se hubiere
negado alguna medida, la parte interesada podrá solicitar
a la Cámara que la diligencie cuando el expediente le fuere
remitido para que conozca el recurso contra la sentencia
definitiva .
174
Por el contrario, ante el supuesto que las partes finalicen la
totalidad de los medios de prueba antes del plazo fijado por
el magistrado para su cumplimiento, el legislador dispuso, en
el art. 363 que el período de prueba quedará clausurado
antes de su vencimiento, sin necesidad de declaración
expresa, cuando todas hubiesen quedado producidas, o las
partes renunciaren a las pendientes , dando por concluido
así el plazo establecido en forma previa.
176
se mencionarán los archivos o registros donde se
encuentren . De esta forma, se incorporan nuevos requisitos
excluyentes para llevar adelante su producción, siendo que
cualquier omisión en ellos implicará la inadmisibilidad de
dicho medio, sin posibilidad de apelación. Tal extremo surge
del art. 371, el cual impone no será admitida la prueba si en
el escrito de ofrecimiento no se cumplieren los requisitos
establecidos en los dos artículos anteriores , haciendo clara
alusión a los arts. 369 y 370 del mismo ordenamiento.
Las costas que genere dicho medio en el exterior serán
solventadas por las partes, según corresponda, hasta el
momento de la sentencia definitiva, donde se hará la
imposición de costas a la vencida. Sin embargo, el art. 374
se refiere claramente al supuesto específico de ofrecerse y
admitirse un medio de prueba en el exterior, y luego dejarse
sin efecto su producción por causas que le son imputables a
la parte proponente. En tales circunstancias, dicha parte
deberá solventar las costas que le generara para sí como
aquellas que debió afrontar la parte contraria por su exclusiva
culpa. En este orden de ideas, dispone el articulado, cuando
sólo una de las partes hubiere ofrecido prueba a producir
fuera de la República y no la ejecutare oportunamente, serán
a su cargo las costas originadas por ese pedido, incluidos los
gastos en que haya incurrido la otra para hacerse representar
donde debieran practicarse las diligencias .
177
por negligencia: (Del lat. negligentia ). 1. f. Descuido, falta de
cuidado. 2. f. Falta de aplicación. En cambio por caducidad : 3.
f. Der. Extinción de una facultad o de una acción por el mero
transcurso de un plazo configurado por la ley como carga para
el ejercicio de aquéllas. Tengo un plazo de caducidad de un
mes para recurrir la multa.
178
margen de libertad si se dan los supuestos que ameritan tal
declaración(10)(11) .
179
del cómputo del plazo para la producción de la prueba, y así
lo expresa el art. 367: El plazo de producción de prueba será
fijado por el juez, y no excederá de cuarenta días. Dicho
plazo es común y comenzará a correr a partir de la fecha de
celebración de la audiencia prevista en el artículo 360 del
presente Código . Aclaramos que el plazo comienza a correr
para las partes por igual.
Deberemos decir que tiene el trámite de los incidentes,
conforme lo dispuesto por el art. 175 CPCCN, esto es
presentado el pedido se le dará traslado a la contraria por
cinco días, debiendo ser notificada por cédula o
personalmente, de acuerdo a lo dispuesto por el art. 180 del
CPCCN: Si el juez resolviere admitir el incidente, dará
traslado por cinco días a la otra parte, quien al contestarlo
deberá ofrecer la prueba. El traslado se notificará
personalmente o por cédula dentro de tercero día de dictada
la providencia que lo ordenare. Téngase en cuenta que
corresponde desestimar el pedido de negligencia, si la
prueba se produce o es agregada antes del vencimiento del
plazo para contestar el traslado de dicho pedido (art. 385,
CPCCN).
El art. 385 CPCCN, deja a salvo el derecho de las partes del
replanteo de las cuestiones referidas a la negligencia de
prueba en la alzada de acuerdo a los términos del art. 260,
inc. 2º CPCCN. Al respecto ha dicho la jurisprudencia que "la
negligencia en la producción de la prueba queda sometida al
régimen de inimpugnabilidad del art. 379 del CPCCN,
conforme surge del tenor de esta norma y de lo dispuesto por
el art. 260, inc. 2º del CPCCN. En consecuencia, las
resoluciones que a ese respecto se dicten durante el
desarrollo del proceso son irrecurribles sin perjuicio de que
el interesado ejerza el derecho que le confiere la precitada
norma legal en la forma y oportunidad allí prevista en los
180
casos en que la naturaleza del recurso así lo permita".
(CNCiv., sala A, 14/7/1977, "Cavazoff, Carlos c. D'Andrea,
Héctor").
Art. 385. Prueba producida y agregada. Se desestimará el
pedido de declaración de negligencia cuando la prueba se
hubiere producido y agregado antes de vencido el plazo para
contestarlo. También, y sin sustanciación alguna, si se
acusare negligencia respecto de la prueba de posiciones y
de testigos antes de la fecha y hora de celebración de la
audiencia, o de peritos, antes de que hubiese vencido el
plazo para presentar la pericia. En estos casos, la resolución
del juez será irrecurrible. En los demás, quedará a salvo el
derecho de los interesados para replantear la cuestión en la
alzada, en los términos del art. 260, inc. 2º del CPCCN.
b) La negligencia en la producción de la prueba consiste en
la pérdida del derecho que tiene el que la ofreció, a que se le
dé curso a la misma, cuando ha ocasionado una demora
injustificada en la etapa probatoria, ya sea por acción u
omisión. Esto último constituye el presupuesto subjetivo de
la negligencia. De este modo el incidente planteando al juez
que se dé por decaído el derecho a producir la prueba,
requiere que el litigante por desidia, culpa o dolo, no haya
activado la medida pendiente de producción. La actitud de
incumplimiento debe ser imputable a la parte interesada.
El elemento objetivo lo constituye la demora en el
procedimiento. La inactividad procesal, para que proceda la
declaración de negligencia en la producción de la prueba,
debe ocasionar una alteración en el desarrollo regular del
trámite procesal, de modo que la inacción de la parte
interesada debe incidir en la indebida prolongación de la
causa judicial. Ahora bien, la circunstancia de existir prueba
pendiente de producción, no impide la declaración de
181
negligencia para alguna en particular, ya que ella debe
juzgarse con relación a cada diligencia.
Sin perjuicio de ello, creemos que el estudio de la negligencia
debe efectuarse como una unidad, debe analizarse en
conjunto; cuál es la actitud que asumieron ambas partes
frente a la carga de producción de la prueba y colaboración
en dicha producción, si se registra o no actividad procesal en
la causa, cuál es el estado de producción de la restante
prueba, si frente al traslado del incidente la parte acusada de
negligente guardó silencio o por el contrario opuso
resistencia y manifestó interés en obtener la producción de
la prueba atacada, todo ello, analizado en el marco del
principio de amplitud de la prueba que rige la materia.
Es común que en la mayoría de los tribunales se resuelva a
favor de mantener la prueba y rechazar el pedido de
negligencia en virtud del principio de amplitud de la prueba,
cuando se advierte que dicho pedido, sólo tiene como fin
hacer perder la prueba de la contraparte y no conducir el
proceso al cierre de la etapa probatoria y su avance hacia el
dictado de la sentencia.
Con relación a las medidas de prueba para mejor proveer, no
corresponde la declaración de negligencia, y así lo tiene
dicho la jurisprudencia La agregación ad effectum videndi et
probandi del expediente judicial fue dispuesta en ejercicio de
las facultades instructorias que le incumben al Tribunal,
enderezada a satisfacer el deber del juez de develar la
verdad jurídica objetiva (art. 36, inc. 2° CPCCN), es claro que
la negligencia a su respecto no puede jugar.CNFed. Civ. y
Com., sala II, 2/10/1993, causa N° 7135, "Kovacs Margarita
Cristina c. UBA s/ Sumario", Boletín de Jurisprudencia Nro.
5271 (inédito).
182
De acuerdo a lo explicado, podemos hacer la siguiente
distinción:
1. Caducidad objetiva
183
procesal, no interesa la defensa que pudiera esgrimir la
parte.
Cabe señalar, que si la prueba se produce con anterioridad
al planteo de caducidad y a que el Juez la declare caduca,
corresponderá desestimar dicho pedido.
El Código Procesal Civil y Comercial de la Nación y de la
Provincia de Buenos Aires describen los siguientes casos de
caducidad objetiva:
184
Entendemos que el artículo se divide en dos partes, en la
primera se fija el plazo de cinco días para el libramiento del
oficio o exhorto, y en la segunda se prevé el supuesto de
caducidad de la prueba. La parte que ofreció la prueba cuya
recepción quedó delegada en otro juez, deberá dentro del
quinto día de ordenado el oficio o exhorto, dejar el proyecto
a la firma del juez cumpliendo así con la carga establecida
en la primera parte del artículo y luego, una vez diligenciado
el oficio o exhorto, deberá informar dicha circunstancia en la
causa dentro del plazo de cinco días. Creemos que la
manera más conveniente de informar dicha circunstancia es
acreditando el diligenciamiento del oficio o exhorto con la
correspondiente constancia de recepción.
2°) Prueba confesional. El art. 410, apart. 3° dispone: Si la
parte que pidió las posiciones no compareciere sin justa
causa a la audiencia, ni hubiese dejado pliego, y
compareciere el citado, perderá el derecho a exigirlas . En la
Provincia de Buenos Aires, el art. 408, apart. 3° también
comparte dicho supuesto de caducidad.
Para que proceda la caducidad deben estar reunidos los tres
requisitos que enuncia la ley: a) incomparecencia del
ponente sin justa causa —este requisito quedará librado a la
apreciación del juez—, b) no estar agregado el pliego de
posiciones, y c) concurrencia del absolvente. Si no se da
alguno de estos supuestos no procederá la declaración de
caducidad objetiva de la prueba, sino que deberá acusarse
negligencia en la producción de tal medio probatorio.
La media hora de tolerancia prevista en el art. 417 del
CPCCN beneficia al absolvente, el ponente debe concurrir a
la hora señalada para la audiencia, porque si el absolvente
concurre en horario, el juez puede llamar a la audiencia y si
185
el ponente está ausente y tampoco dejó pliego, podrá dársele
por perdido el derecho a producir la prueba (caducidad).
3°) Prueba testimonial. Distintos son los supuestos
previstos para esta medida probatoria.
187
La jurisprudencia tiene entendido La negligencia de la
prueba testimonial fue correctamente decidida, por cuanto
pesaba sobre el peticionario la carga de hacer comparecer
a los testigos propuestos, procedimiento adoptado
respecto del resto de las citaciones de testigos —conducta
que el mandante de los actores asumió voluntariamente,
según se desprende de su actividad en estos autos — que
no fueron notificados por cédula de las fechas designadas
(art. 434 del CPCCN). No comporta un óbice a lo expuesto
el hecho de que no se fijaran audiencias supletorias, habida
cuenta de que habiendo la parte asumido la carga de hacer
comparecer a los testigos, no corresponde la fijación de
una segunda audiencia, máxime ponderando que no se
demostró que la inasistencia estuvo motivada en
una causa justificada . CNFed. Civ. y Com., sala I,
21/10/1999, causa 366/91, "Galeota Juan José c. Naviera
Argentina Alfa Cuncis S.A. s/Beneficio de Litigar sin
Gastos", Boletín de Jurisprudencia 8012 (inédito).
La caducidad de la prueba en este supuesto puede ser
declarada a pedido de parte o de oficio.
Arts. 437 CPCCN y 435 CPBA:Si la parte que ofreció el
testigo no concurriere a la audiencia por sí o por apoderado
y no hubiese dejado interrogatorio, se la tendrá por desistida
de aquél, sin sustanciación alguna .
En este caso, se sanciona con la caducidad de la prueba
testimonial a la parte que habiendo ofrecido la declaración
del testigo, no comparece por sí o por apoderado a la
audiencia y tampoco dejó interrogatorio. Consideramos que
a ello debe sumarse, para que sea viable la caducidad de la
prueba, la comparecencia del testigo.
188
Al igual que el supuesto anterior, la caducidad de la prueba
puede ser declarada a pedido de parte o de oficio.
Respecto de los testigos domiciliados fuera de jurisdicción
del juzgado, dice el art. 454 del CPCCN:Asimismo(el
juez)fijará el plazo dentro del cual la parte que ofreció la
prueba deberá informar acerca del juzgado en que ha
quedado radicado el exhorto y la fecha de la audiencia, bajo
apercibimiento de tenerlo por desistido.
Cabe señalar, que si bien la norma deja librado a criterio del
juez, el plazo dentro del cual la parte que ofreció la prueba
debe informar el juzgado donde quedó radicada la rogatoria
y la fecha y hora de la audiencia, consideramos que dicho
plazo debe ser de cinco días, desde que la parte se notificó
por ministerio ley de la providencia que fija la audiencia, ello,
en concordancia con lo dispuesto por el art. 383 del CPCCN.
La finalidad de esta comunicación es darle la posibilidad a la
contraparte, de concurrir al Juzgado donde quedó radicada
la rogatoria, en el día y horario fijado para la audiencia, y
poder ejercer el derecho de defensa y debido control de la
prueba.
Con relación a la prueba a llevarse a cabo a través de
audiencia en extraña jurisdicción, el Código Procesal Civil y
Comercial de la Provincia de Buenos Aires posee dos
artículos, en los cuales establece cuál será la carga de la
parte interesada en dicha prueba y el supuesto de caducidad.
Art. 453 CPCBA : Si la audiencia hubiese sido señalada por
el Juzgado requerido en un plazo que excediere de tres
meses, la parte que propuso al testigo deberá solicitar al juez
del proceso, la fijación de una audiencia para la declaración
asumiendo la carga de hacerlo comparecer.
189
Art. 454 CPCBA:Si el pedido de audiencia a que se refiere
el artículo anterior no se formulare dentro de los cinco días
de haber vencido el plazo fijado para la presentación del
informe, se lo tendrá por desistido de dicha prueba .
Compartiendo la crítica efectuada por Arazi en su obra "La
Prueba en el Proceso Civil - Teoría y Práctica" de Ediciones
La Rocca, p. 173, consideramos que son normas
inconvenientes ya que imponen a la parte una carga que casi
siempre es imposible de cumplir, como es la de hacer
comparecer al testigo ante el juez de la causa, cuando el juez
delegado fijó la audiencia en un plazo mayor de tres meses.
Doctrina plenaria: Prueba de testigos. a) Falta de
caducidad por solicitud de nueva audiencia. b)
Inexistencia de negligencia ante audiencia no realizada
a) El litigante que no urge la confección de las cédulas para
notificar a los testigos, no incurre en negligencia si solicita la
designación de una nueva audiencia en tiempo propio,
teniendo en cuenta que la obligación de citar a los testigos
incumbe a los auxiliares de la justicia.CNCiv., en pleno,
12/12/1951, in re "B., A.P. c. P. de B., C." (LA LEY, 66-348;
JA, 1952-III-151).
b) No existe negligencia con respecto a la prueba en sí,
cuando la audiencia que debe producirse no se ha realizado .
CNCiv. Paz, en pleno, 7/12/1954, in re "Lavadero Industrial
San Román S.R.L. c. La Productora (M. Saiovici)" (LA LEY,
76-625).
4°) Prueba pericial. El art. 463 expresa: Si el perito lo
solicitare dentro del tercer día de haber aceptado el cargo y
si correspondiere por la índole de la pericia, la o las partes
que han ofrecido la prueba deberán depositar la suma que el
juzgado fije para gastos de la diligencia. Dicho importe
190
deberá ser depositado dentro del quinto día, plazo que
comenzará a correr a partir de la notificación personal o por
cédula de la providencia que lo ordena;... La falta de depósito
dentro del plazo importará el desistimiento de la prueba .
Dicho supuesto guarda identidad con el previsto en el
art. 461 del CPCCPBA.
Procederá la declaración de caducidad de la prueba pericial
si se dan los siguientes supuestos; a) suma fijada en
concepto de anticipo para gastos, b) parte interesada en la
producción de la prueba y obligada al pago de dicho anticipo,
notificada de la providencia que lo fija personalmente o por
cédula, c) falta de pago, y d) transcurso de cinco días desde
la notificación.
En los supuestos apuntados, la caducidad de la prueba no
se produce de pleno derecho sino a partir de la resolución
judicial que la declare, sea que ella se dicte de oficio o a
pedido de parte. Por ello debe admitirse la prueba producida
y agregada antes de que el juez decrete la caducidad de
conformidad a lo dispuesto por el art. 385 del CPCCN.
191
De acuerdo a lo indicado al comienzo del punto, el juez
analizará la conducta adoptada por la parte frente a la
prueba en cuestión. La jurisprudencia ha elaborado una
serie de principios que permiten al juez, según su criterio,
establecer si quien ofreció la prueba no fue diligente y, por
tal circunstancia, no ha podido ser practicada dentro del
plazo. Obviamente, la resolución tendrá lugar previa
sustanciación.
A la negligencia se refieren los arts. 384 —según lo
anuncia su título—, y 385 del CPCCN, este último cuando
dispone que se desestimará el pedido de declaración de
negligencia cuando la prueba se hubiese producido y
agregado antes de vencido el plazo para contestarlo, y
cuando se acusare negligencia respecto de la prueba de
posiciones y de testigos antes de la fecha y hora de
celebración de la audiencia, o de peritos, antes que
hubiese vencido el plazo para presentar la pericia. También
hace alusión a la negligencia el art. 135 inc. 13
del CPCCN al establecer que no corresponde la
notificación personal o por cédu la de las providencias que
resuelven caducidad de la prueba por negligencia.
192
2°) La mayoría de la doctrina y la jurisprudencia entienden
que el traslado del incidente de declaración de negligencia
en la producción de la prueba se notifica por ministerio de la
ley, sin embargo, de acuerdo a lo dispuesto por el art. 180
del CPCCN debe entenderse que dicho traslado se notifica
por cédula, máxime si se tiene en cuenta que el art. 135
inc. 13 del CPCCN excluye de la notificación personal o por
cédula la resolución que resuelve el incidente pero no el
traslado del incidente(14) .
3°) Para la procedencia de la declaración de negligencia el
término de prueba debe encontrarse vencido o próximo a
vencer, previéndose que la prueba no se diligenciará en
término, de conformidad a lo dispuesto por el art. 384 del
CPCCN(15) .
4°) Se ha resuelto la improcedencia del acuse de negligencia
cuando quien lo efectúa también cuenta con prueba
pendiente de producción y el pedido no tiende a urgir el
proceso y poner fin al período vencido, sino que sólo se
pretende hacer perder la realización de la prueba a la
contraria(16) . Tal doctrina no es unánime, habiéndose
sostenido que cuando una prueba no es común, la
negligencia de una parte no purga aquella en que haya
incurrido la contraria y que el hecho de que haya prueba
pendiente de producción no obsta al acuse y consiguiente
declaración de negligencia de un medio particular(17) . En
resumen, si bien en principio la negligencia se configura en
relación a cada medio en particular, ello debe conjugarse con
la actividad probatoria desarrollada en general por quien
efectúa el acuse, pues si este último asume una actitud
dilatoria del proceso no urgiendo la producción de la prueba
que ofreció, debe entenderse que carece de interés para
pedir la declaración de caducidad por negligencia de la
193
contraria ya que su actitud contribuye a postergar la
finalización de la etapa probatoria.
5°) Cuando la prueba es común (pedida por ambas partes o
a la que se haya adherido expresamente la contraria) la
carga de urgir su producción pesa sobre ambos litigantes,
por lo cual ninguno de ellos puede pedir la caducidad de la
prueba por negligencia(18) , resultando irrelevante el
desistimiento de la prueba formulado simultáneamente con
el acuse de negligencia. Sólo procede la solicitud si se
desistió de la prueba común con anticipación suficiente como
para que la contraria asumiera la carga exclusiva.
6°) El desistimiento de la prueba efectuado luego del pedido
de negligencia o su agregación antes de vencido el plazo
para contestar el traslado del incidente (art. 385, CPCCN) no
obsta a la imposición de costas al remiso.
7°) En caso de duda, debe estarse a la amplitud de la prueba
y desestimarse el pedido de caducidad por negligencia(19) .
194
Art. 379. Inapelabilidad. Serán inapelables las resoluciones
del juez sobre producción, denegación y sustanciación de las
pruebas; si se hubiere negado alguna medida, la parte
interesada podrá solicitar a la Cámara que la diligencie cuando
el expediente le fuere remitido para que conozca del recurso
contra la sentencia definitiva.
195
El "replanteo de prueba" ante la alzada, no consiste
simplemente en una segunda oportunidad para producir
aquella prueba que fue rechazada en primera instancia o
perdida allí por declaración de negligencia en su
producción, sino que el superior aquí se encuentra
actuando como órgano revisor, por lo que deberá
fundarse(22) el replanteo conforme lo establecido en el
art. 260, inc. 2º, mediante una crítica concreta y razonada
a la decisión que denegó la probanza o declaró la
negligencia en la producción de la prueba.
Art. 260. Fundamento de las apelaciones diferidas,
actualización de cuestiones y pedido de apertura a
prueba. Dentro de quinto día de notificada la providencia a
que se refiere el artículo anterior y en un solo escrito, las
partes deberán: ...2. Indicar las medidas probatorias
denegadas en primera instancia o respecto de las cuales
hubiese mediado declaración de negligencia, que tengan
interés en replantear en los términos de los arts. 379 y 385 in
fine . La petición será fundada, y resuelta sin sustanciación
alguna...
El artículo dispone que dentro del 5º día de notificada la
providencia donde se ordena que el expediente pase a
secretaría de Cámara, se deberán indicar todas aquellas
medidas que fueren sido denegadas o hubiere mediado
negligencia.
La parte que solicita el replanteo deberá como requisito
haberlo planteado en la primera instancia, que la resolución
que le deniega o declara la negligencia es errónea y le causa
un perjuicio, ya que deberá demostrar que esa prueba es
necesaria y que no ha perdido interés frente al resto de la
prueba que se hubiere producido.
196
Es dable destacar que se trata de una norma de excepción a
los principios generales en materia de recursos, debiéndose
ser interpretada de forma restrictiva o específica, es decir no
se debe extender por analogía su ámbito de aplicación a
situaciones que no han sido contempladas expresamente, ya
que la supresión de apelaciones debe juzgarse con criterio
restrictivo. Esta facultad tiende a evitar que en forma
arbitraria haya sido denegada a las partes la producción de
una prueba, de esta manera salva la imposibilidad de
revisión.
197
También, de acuerdo con lo prescripto por el párrafo final
del art. 385 del CPCCN: quedará a salvo el derecho de los
interesados para replantear la cuestión en la alzada, en los
términos del art. 260, inc. 2° . Tal replanteo y el de las
medidas probatorias denegadas en primera instancia, debe
efectuarse en segunda instancia dentro del quinto día de
notificada la providencia que ordena poner el expediente
en la oficina para la presentación de la expresión de
agravios (art. 260, inc. 2°, CPCCN).
Con anterioridad a la ley 22.434, el CPCCN establecía la
"irrecurribilidad" de las providencias enunciadas en el
art. 379, término que fue reemplazado por el de
"inapelabilidad". De este modo se afirma el criterio
jurisprudencial que admitía el recurso de reposición y la
aclaratoria de oficio o a pedido de parte de las resoluciones
sobre producción, denegación y sustanciación de las
pruebas.
La inapelabilidad de la prueba establecida por el art. 379
del CPCCN, por ser excepcional, debe interpretarse con
criterio restrictivo. Así, son inapelables las providencias que
no admiten pruebas manifiestamente improcedentes o
superfluas, o meramente dilatorias (art. 364, CPCCN), las
que declaran caducidades automáticas de prueba, las que
deciden el incidente de caducidad por negligencia (art. 385,
CPCCN) y las que admiten medios de prueba propuestos
por las partes y ordenan medidas para esclarecer los
hechos controvertidos, de conformidad con lo dispuesto por
el art. 36, inc. 2° del CPCCN.
De acuerdo a ello, en el proceso ordinario son apelables,
por ejemplo, las providencias que deciden acerca de los
plazos de ofrecimiento y producción de pruebas(25) .
198
1. Análisis crítico
199
parte vencedora no está habilitada a apelar la sentencia aun
cuando no haya podido producir una prueba determinada,
pero frente al recurso de apelación interpuesto por la
contraria, es razonable que el tribunal superior admita su
producción, para que tenga todos los elementos de juicio
tendientes a confirmar la sentencia. Igual sucede con las
demás medidas previstas en el art. 260 del CPCCN, razón
por la cual esta norma menciona a "las partes", sin distinguir
si se trata del apelante o del apelado.
2. Requisitos
La procedencia del replanteo de prueba en segunda
instancia exige cumplir con los siguientes requisitos:
1) Haber planteado la cuestión en primera instancia,
resultando improcedente peticionar a la Cámara que reciba
prueba no ofrecida en la instancia anterior(28) .
2) Demostrar el error de la resolución denegatoria de
producción de prueba, es decir que en los términos del
art. 260, inc. 2° del CPCCN la petición deberá fundarse
mediante una crítica concreta y razonada de la resolución
que ataca, señalando sus errores o defectos, en forma
similar a lo que ocurre tratándose de un memorial o de una
expresión de agravios(29) .
3) Acreditar que la prueba es necesaria, que no ha
perdido interés su producción frente a la totalidad de la
prueba ofrecida. De esta forma la institución del replanteo
se aparta de la apelación, porque no basta la comprobación
de que la resolución impugnada fue errónea en su
momento, la Cámara debe considerar que la prueba sigue
siendo útil y que no son suficientes los medios de
200
convicción obrantes en el expediente, para resolver el
litigio; el peticionario tiene la carga de explicar de qué modo
la prueba omitida sería conducente al éxito del recurso de
apelación o útil para confirmar la sentencia, en su caso(30) .
La denegatoria del replanteo de prueba formulada en la
Cámara no impide que el tribunal ordene su producción
antes de dictar sentencia, conforme las facultades que le
confiere el art. 36, inc. 2° del CPCCN, cuando considere
necesaria la prueba de que se trate y el rechazo haya
obedecido a otras razones.
3. Trámite
Es obvio que la parte a quien se le deniega una prueba o
es declarada negligente, o se decreta la caducidad objetiva
del medio ofrecido —situación que debe considerarse
comprendida en el supuesto del art. 260, inc. 2° del
CPCCN— no tiene la carga de interponer recurso alguno
contra la respectiva providencia ni hacer reserva, sino
simplemente esperar que el expediente sea elevado a la
Cámara en oportunidad de apelarse contra la sentencia
definitiva y allí formular su petición(31) .
El término para replantear la prueba corre juntamente con
el que rige para expresar agravios, habiéndose decidido
que el escrito donde se formula el replanteo de prueba
debe ser autónomo y distinto de la expresión de agravios;
sin embargo no se advierte inconveniente alguno para que
el requerimiento sobre la prueba se presente dentro de los
cinco primeros días a partir de la notificación de la
resolución que manda poner las actuaciones en Secretaría
(art. 260, inc. 2°, CPCCN), situación que se presentaba
particularmente confusa en el proceso sumario donde
201
frecuentemente el plazo coincide con el que tiene el
apelante para fundar el recurso de apelación concedido
libremente(32) .
Demostrado el error de la providencia que denegó la
prueba ofrecida en primera instancia o que declara la
negligencia o la caducidad objetiva de ella, y la necesidad
del medio de que se trata, la Cámara ordenará su
producción(33) .
En la práctica las Cámaras se resisten a admitir el
replanteo de la prueba, más por una cuestión de hábito —
no es común la apertura a prueba en segunda instancia—
que por una razón de justicia. Por ello son reiteradas las
resoluciones que indican que tal apertura es excepcional y
que los supuestos de admisibilidad son de aplicación
restrictiva(34) .
202
un aspecto previo o anterior a estas últimas, es decir al
"planteo" previsto por la norma en cuestión.
El criterio restrictivo con que debe interpretarse la
inapelabilidad permite inferir que esta última está prevista
para casos específicos, a los cuales escapan las hipótesis
derivadas del ofrecimiento de la prueba. De este modo,
debe concluirse que la resolución del juez es apelable
siempre que se deniegue el derecho a producir la prueba
por habérsele ofrecido luego de vencido el plazo
correspondiente(36), tal como ocurre con las costas de ta les
incidentes(37) .
En síntesis, siempre que se trate de cuestiones
vinculadas al ofrecimiento de la prueba, las decisiones
sobre el particular son apelables.
203
intimación del juez, es declarada por éste en rebeldía. Esta
última acepción parecería ser la que más se acerca a nuestra
órbita de estudio.
Como ya se ha dicho en otras oportunidades, técnicamente
desde el derecho procesal, la rebeldía es el estado o
situación procesal en la que se haya una de las partes, que
teniendo domicilio conocido y habiendo sido debidamente
notificada de la existencia del proceso, no comparece al juicio
dentro del plazo de citación, o bien luego de haber
comparecido la abandona(41) .
Los problemas o dificultades que acarrea la incomparecencia
de la parte a estar a derecho ya fueron observados tanto en
la antigua Roma (derecho romano antiguo y posterior
procedimiento formulario) como en el viejo derecho
germánico. Tanto uno como los otros, no concebían la
posibilidad de que un proceso se pudiera llevar a cabo sin la
presencia de una de las partes. Ésta, tenía el deber de
concurrir, toda vez que cada uno de sistemas procesales
mencionados, preveían diferentes medidas coercitivas
tendientes a obligar al ausente a comparecer y estar a
derecho.
Estas dificultades llevaron a que los sistemas procesales,
debieran recurrir a una ficción legal como la contumacia.
204
Del concepto dado por el legislador nacional se
desprende que sólo se declarará la rebeldía de una parte
cuando:
1) La parte que se va a declarar rebelde debe tener
domicilio conocido; 2) el futuro contumaz debe haber sido
debidamente notificado; 3) la incomparecencia de la parte
debidamente notificada o el abandono posterior del
proceso; 4) no justificación de la incomparecencia; 5)
petición de la parte(42) .
Por lo tanto, en primer lugar, y de acuerdo con lo
estipulado por el art. 330, inc. 2º del CPCCN, se requiere
que esta parte tenga domicilio conocido. Si el domicilio
resultare ignorado por la contraria, se lo citará por edictos,
pero aun en este último caso, si el particular no
compareciere a estar a derecho, no se lo declarará en
estado de contumacia sino sólo se le nombrará un
Defensor Oficial para que lo represente en el proceso.
Dijimos además que la parte que va a ser declarada
rebelde debe haber sido debidamente notificada. Al
respecto debe decirse que la notificación debe practicarse
de conformidad con lo establecido en los arts. 338, 120 y
339 y siguientes y concordantes del Código ritual.
Asimismo la incomparecencia de la parte debidamente
notificada, se configura cuando vencido el plazo de ley para
contestar demanda, la parte no concurre al llamado
jurisdiccional.
En este sentido el abandono posterior del proceso se
producirá cuando el actor o el demandado cese su
actividad procesal.
El cuarto requisito, como bien dijimos es la falta de
justificación de la incomparecencia, la fuerza mayor con
entidad suficiente, podría dar lugar a la no declaración de
205
la misma o a su posterior cese. Decimos con entidad
suficiente toda vez que de no ser así se estaría colocando
al contumaz en una situación más ventajosa que aquel que
compareció a estar a derecho.
Por último debe ser declarado a pedido de parte, toda vez
que en virtud del principio dispositivo, la misma no puede
ser declarada de oficio en el marco del proceso civil.
Hechas estas aclaraciones respecto del concepto de
rebeldía, destacaremos que a lo largo de estos párrafos
trataremos de acercar algunas consideraciones respecto
de la actividad probatoria del rebelde, las presunciones que
la ley genera en su contra, las facultades del juez de abrir
o no la causa a prueba y otras consecuencias que le
acarrea al rebelde el hecho de abandonar el proceso o de
no cumplir la carga procesal de contestar demanda en la
oportunidad de ley.
206
simplemente eso, una presunción. Por ello se estableció
que podrán "estimarse como reconocimiento de la verdad
de los hechos pertinentes y lícitos a que se refieran".
De lo expuesto se puede inferir, que el art. 60 evita crear
en el magistrado, la obligación de tener que hacer lugar a
demandas carentes de requisitos sustanciales o de
fundamentos en un interés jurídico, o simplemente que
contengan un objeto ilícito o prohibido. De allí, que no se
excluye la posibilidad que los hechos incoados por el actor
sean ulteriormente desvirtuados por el juez al momento del
dictado de la sentencia.
Al respecto "el sentenciante conserva plenas facultades
para determinar el derecho aplicable, conforme el proloquio
latino iura novit curia. Es por esa razón que aún en los
casos de seguir el proceso en rebeldía, puede ser
rechazada la acción si ella no se ajusta a derecho"(43) .
La declaración de rebeldía no obliga a dictar una
sentencia de condena contra el rebelde, ya que reiteramos
que el juez ha de fallar "según el mérito de la causa"(44) .
Asimismo puede ocurrir que existan dudas que impidan
un adecuado convencimiento del magistrado, y no
resultaría justo que esa incertidumbre se transforme en una
ventaja para el contumaz en desmedro de la parte
dedicada . Por ello es que el art. 60 estableció que "en caso
de duda, la rebeldía declarada y firme constituirá
presunción de verdad de los hechos lícitos afirmados por
quien obtuvo la declaración".
A esta altura ya de forma evidente, si los hechos
afirmados no son lícitos no se lo podrá tener por
reconocidos.
En este sentido la jurisprudencia ha dicho que "La
condición procesal de rebelde no importa de por sí la suerte
207
favorable de la acción intentada convirtiendo al juzgador en
un autómata que deba dictar sentencia en tal sentido, para
que juegue la presunción legal, las afirmaciones contenidas
en el escrito de demanda no han de ser desvirtuadas por
las pruebas. Y deben resultar debidamente precisadas y
acreditadas las condiciones de la acción especialmente "la
calidad" o sea la identidad de la persona del actor con la
persona favorecida por la ley y de la persona del
demandado con la persona obligada"(45) .
En igual sentido "...la rebeldía no impone al juez una
decisión favorable a las pretensiones del actor, sino que lo
autoriza acceder a ellas si fueran justas y estuvieran
acreditadas en forma(46) .
Tampoco produce sin más un reconocimiento de los
hechos afirmados por la contraria y, menos, una sumisión
a sus pretensiones. El órgano ha de acordar lo reclamado
si es justo y está suficientemente comprobado(47) .
208
El art. 61 del Código de rito dispone que "A pedido de parte,
el juez abrirá la causa a prueba, o dispondrá su producción
según correspondiere conforme al tipo de proceso; en su
caso, podrá mandar practicar las medidas tendientes al
esclarecimiento de la verdad de los hechos autorizadas por
este Código".
Antes de adentrarnos en el tema es conveniente hacer un
distingo entre el supuesto que el actor o en su caso el
demandado, hayan acompañado prueba documental o no
juntamente con el escrito de demanda o responde.
En el primer supuesto, salvo en los casos de derechos
indisponibles, la prueba documental acompañada se la
tendrá por reconocida en los términos del art. 356 y por ende
el magistrado está facultado para obviar la etapa probatoria
normal.
En el segundo supuesto, y teniendo presente que la
declaración de rebeldía no obliga a los jueces a dictar
sentencias de condena contra el contumaz, ni mucho menos
al dictado de sentencia injustas; se deberá abrir la causa a
prueba.
En esta línea argumental el Dr. Lino Palacio nos enseña que
"la sentencia dictada en rebeldía debe representar una
solución justa del conflicto, no cabe prescindir de la apertura
a prueba, o de la adopción de alguna de las medidas a que
se refiere el art. 36, incs. 2°, 5° y 6° cuando la pretensión del
actor o la oposición del demandado carezcan de todo
respaldo probatorio"(49) .
En igual sentido se ha dicho que "aunque el demandado se
encuentre en rebeldía debe el juez recibir la causa a prueba
porque aquélla no importa una confesión ficta y el actor debe
probar la legalidad y justicia de su pretensión(50) .
209
Por último "Se ha advertido como directiva genérica que la
apertura a prueba en el juicio en rebeldía, aunque muy
aconsejable, no resulta imprescindible(51) .
XV. CONCLUSIONES
212
CAPÍTULO 5
PRUEBA DOCUMENTAL
214
En este orden de ideas, algunos autores consideran que
además de su contenido, el documento es una cosa
mueble —que no necesariamente es papel— y que puede
ser por ejemplo una plancha de metal o de madera, un
pizarrón, un cuero, o una pared, entre otros, lo cual indica
que pueden existir distintas calidades o soportes donde
quede redactado o plasmado un documento(4) .
En este contexto, cabe señalar que en la actualidad, las
tecnologías —que han permitido el tratamiento automático
de la información(5) —, han generado una nueva clase de
"documentos", que son los denominados documentos
"electrónicos".
Recogiendo algunas opiniones doctrinarias vinculadas al
tema que nos ocupa, encontramos diversas definiciones de
documento electrónico.
Siguiendo lo expuesto precedentemente al referirnos al
documento en general, hay quienes sostienen que el
documento electrónico es una "cosa", entendida como objeto
material susceptible de tener un valor, quedando así
encuadrado en el art. 2311 del Código Civil, pudiéndose en
algunas circunstancias obtener uno nuevo con iguales
características(6) ; tratándose en ciertos casos de cosas
"inasibles" (toda vez que no pueden ser tocadas con la mano)
y en otros, de "objetos materiales intangibles" (porque no se
pueden percibir concretamente)(7) .
Por otra parte, se define al documento electrónico como toda
representación en forma electrónica de hechos o de actos
jurídicamente relevantes, susceptible de ser restituida en
forma humanamente comprensible(8) .
216
La forma constituye un elemento esencial del acto jurídico,
por el modo en que el sujeto exterioriza la voluntad.
En los instrumentos privados, el requisito de firma de las
partes es una condición esencial para su existencia y lo que
se verificará en su caso será la autoría atribuida y la
autenticidad de la declaración de voluntad contenida en el
documento que la plasma.
Sin embargo, veremos también, como adelantáramos, que
pueden ofrecerse como prueba documental en el proceso,
documentos aun sin que tuvieren firma.
La ley establece para algunos casos que la forma deberá
reunir ciertos requisitos para que el acto sea válido. Es lo que
se denomina forma legal , como la escritura pública, forma
esencial o solemne para la transmisión de derechos reales
sobre cosas inmuebles (art. 1184, Cód. Civil), etc. Así,
aunque el Código Civil en materia contractual establece el
principio de libertad de formas, encontramos ciertas
"solemnidades" que deben observarse al tiempo de la
formación del acto jurídico (art. 973, Cód. Civil).
Pero en lo que respecta a la prueba de los actos jurídicos,
resulta ser algo independiente a la existencia de los mismos.
A modo de aclaración, la forma debe existir al momento de
celebrarse el acto, y recién allí podrá existir la prueba.
Vemos así que mientras la forma constituye el elemento
externo del acto jurídico, la prueba es el medio —no
necesariamente instrumental— por el cual se pretende
acreditar la existencia del hecho de haberse llevado a cabo
dicho acto.
217
Ahora bien, cuando la prueba se efectúa presentando el
documento otorgado para "formar" el acto jurídico, el
instrumento es en tal caso el elemento externo del acto y
asimismo medio de prueba(11) .
218
Examinaremos las particularidades de cada uno de estos
momentos de ofrecimiento de la prueba.
En lo que respecta a su producción anticipada, el inc. 4º del
art. 326 del CPCCN dispone que podrá solicitarse como
prueba anticipada "la exhibición, resguardo o secuestro de
documentos concernientes al objeto de la pretensión,
conforme lo dispuesto por el art. 325", ya sea que obren en
poder de la contraria o en poder de terceros(12) .
Este inciso fue incorporado al CPCCN por la ley 25.488 y es
de suma utilidad en lo que concierne al secuestro de historias
clínicas, documentación complementaria y anexos de las
mismas, lo cual resulta una prueba indispensable cuando se
trate de juicios de mala praxis médica.
Con respecto a la intervención de la contraria en este tipo de
medidas, la jurisprudencia ha resuelto que en atención a su
finalidad, habrán de decretarse con citación previa del
Defensor Oficial(13) , aunque en algunos casos se ha admitido
su realización sin esta citación en el entendimiento de que su
cumplimiento en el domicilio del demandado y ante su
presencia son garantía suficiente de que la prueba no sería
modificada o alterada(14) .
En orden a lo dispuesto en el inc. 2º del art. 326, la no
exhibición del documento o su destrucción dará lugar a la
aplicación de una multa, pudiendo en su caso disponerse el
secuestro, sin perjuicio de las demás responsabilidades
civiles y penales que correspondieren y de poder el juez
oportunamente considerar la negativa como prueba indiciaria
en contra de la parte que incurrió en ella(15) .
219
Se advierte aquí, en virtud de lo dispuesto en la citada norma,
que la no exhibición del documento puede traer aparejada la
aplicación por parte del juez de una multa y hasta el
secuestro del documento, extremos estos que no se verifican
cuando la exhibición de la documental se solicita a la parte
contraria en los términos del art. 388 del Código Procesal una
vez iniciado el proceso. Volveremos más adelante sobre el
particular.
Sentado lo expuesto, analizaremos los momentos de
ofrecimiento ya iniciado el proceso.
La prueba documental, conforme lo establece nuestro
Código de Procedimientos en materia civil, deberá ofrecerse
y agregarse —como regla— al momento de presentar la
demanda, la reconvención y la contestación de ambas.
Al respecto, reza el nuevo art. 333 con la reforma de la ley
25.488:
"Con la demanda, reconvención y contestación de ambas,
deberá acompañarse la prueba documental y ofrecerse
todas las demás pruebas de que las partes intentaren
valerse. Cuando la prueba documental no estuviere a su
disposición, la parte interesada deberá individualizarla,
indicando su contenido, el lugar, archivo, oficina pública o
persona en cuyo poder se encuentra. Si se tratare de prueba
documental oportunamente ofrecida, los letrados
patrocinantes, una vez interpuesta la demanda, podrán
requerir directamente a entidades privadas, sin necesidad de
previa petición judicial, y mediante oficio en el que se
transcribirá este artículo, el envío de la pertinente
documentación o de su copia auténtica, la que deberá ser
remitida directamente a la secretaría, con trascripción o copia
del oficio...".
220
Por su parte, el art. 334 del ritual establece:
"Cuando en el responde de la demanda o de la reconvención
se alegaren hechos no invocados en la demanda o
contrademanda, los demandantes o reconvinientes según el
caso podrán ofrecer prueba y agregar la documental
referente a esos hechos, dentro de los 5 días de notificada la
providencia respectiva. En tales casos se dará traslado de
los documentos a la otra parte, quien deberá cumplir la carga
que prevé el art. 356, inc. 1º".
Es decir que dentro del quinto día del anoticiamiento por
parte del actor o del demandado reconviniente de la
alegación de la contraria de hechos no invocados en la
demanda o en la reconvención, podrá ofrecer cualquier
probanza, incluida obviamente la documental, referente a
tales hechos.
Es de importancia aquí tener en cuenta que el referido
anoticiamiento se vincula a la providencia que tiene por
contestada la demanda o la reconvención, de lo cual la parte
contraria se anoticia por ministerio de la ley, por cuanto,
como es sabido, al no existir réplica ni duplica en nuestro
ordenamiento procesal, no se corre traslado al actor ni al
reconviniente de la contestación de la demanda o
reconvención.
Puede darse el caso de que llegasen a conocimiento de las
partes documentos de fecha posterior a la de interposición o
contestación de la demanda.
Así, el art. 335 del CPCCN:
"Después de interpuesta la demanda, no se admitirán al actor
sino documentos de fecha posterior, o anteriores, bajo
juramento o afirmación de no haber antes tenido
221
conocimiento de ellos. En tales casos se dará traslado a la
otra parte, quien deberá cumplir la carga que prevé el
art. 356, inc. 1º".
Si bien vemos que la norma hace referencia únicamente a la
parte actora, se considera que se trata de un supuesto de
excepción que funciona también para el demandado o
reconvenido, claro está en estos casos —como dijéramos ut
supra — respecto de documentos de fecha posterior a la
contestación de la demanda o reconvención, o de fecha
anterior pero conocidos a partir de dicha oportunidad(16) .
Se trata esta de una oportunidad únicamente contemplada
para la prueba documental, que tiene un límite temporal en
primera instancia, por cuanto sólo puede invocarse hasta el
llamamiento de autos para sentencia en virtud de lo
dispuesto en el art. 484 del citado cuerpo legal.
Luego de ello, podrá intentarse su agregación en segunda
instancia en orden a lo dispuesto en el art. 260, inc. 3º, del
Código; es decir cuando se trate de documentos de fecha
posterior a la providencia de autos para sentencia en primera
instancia o de fecha anterior, afirmando la parte no haber
tenido conocimiento de los mismos. La oportunidad para esta
agregación será dentro del quinto día de notificada la
providencia que pone en conocimiento de las partes la
llegada del expediente a la cámara a consecuencia de
haberse concedido libremente el recurso de apelación contra
la sentencia definitiva, es decir, únicamente en los procesos
ordinarios.
Corrido el correspondiente traslado de dichos documentos a
la parte contraria, podrá ésta cuestionar su agregación por
entender que ello no resulta temporáneo, o que no se trata
de documental de fecha posterior a la interposición de la
demanda o a su contestación, o que no era desconocida para
222
quien pretende incorporarla al proceso; o podrá únicamente
desconocer su autenticidad o recepción, sin oponerse a su
agregación.
Contempla asimismo el Código Procesal, en el art. 365, la
posibilidad de ofrecer prueba —y por ende documental— al
tratar los hechos nuevos, disponiendo un plazo de cinco días
a partir de notificada la audiencia preliminar para la alegación
de dichos hechos nuevos, debiendo acompañarse en dicha
oportunidad la prueba documental que obrase en su poder
—de la que se dará traslado a la contraria— o indicarse
dónde se encuentra la misma.
Así lo vemos en el mencionado art. 365 que dice:
"Cuando con posterioridad a la contestación de la demanda
o reconvención, ocurriese o llegase a conocimiento de las
partes algún hecho que tuviese relación con la cuestión que
se ventila, podrán alegarlo hasta cinco días después de
notificada la audiencia prevista en el art. 360 del presente
Código, acompañando la prueba documental y ofreciendo las
demás de las que intenten valerse. Del escrito en que se
alegue, si lo considerare pertinente, se dará traslado a la otra
parte, quien, dentro del plazo para contestarlo, podrá
también alegar otros hechos en contraposición a los nuevos
alegados. El juez decidirá en la audiencia del art. 360 la
admisión o el rechazo de los hechos nuevos".
Vemos así que el juez, en la audiencia preliminar, debe
decidir acerca de la admisibilidad de los hechos nuevos que
hubiesen alegado las partes, previamente sustanciados y, en
consecuencia, acerca de la admisibilidad de las probanzas
ofrecidas respecto de dichos hechos nuevos.
224
comenzaremos por definirlos para luego adentrarnos en su
normativa.
Son documentos públicos los que provienen de un
funcionario público en el ejercicio de su cargo, extendidos
con las formalidades prescriptas por la ley.
Se trata de documentos que secundados por una disposición
normativa tienen fuerza probatoria auténtica, sea que esa
disposición normativa requiera a ese efecto de la actuación
de un oficial público, de un autorizado a actuar como tal, o de
otros elementos en ella previstos.
Se requiere esencialmente para estar en presencia de un
documento público, la existencia de un funcionario público
que actúe dentro de la esfera y territorio de su competencia,
y que esté revestido de las formas legales.
225
Con estas condiciones, coincidimos con quienes
propician agregar al art. 979 del Código Civil, los incisos
que correspondieren para reconocer a estos documentos
electrónicos el carácter de instrumento público(18) .
1. Enumeración
226
procedimientos; y las copias que de esas actas se sacasen
por orden del juez ante quien pasaron.
5º) Las letras aceptadas por el gobierno o sus delegados, los
billetes o cualquier título de crédito emitido por el tesoro
público, las cuentas sacadas de los libros fiscales,
autorizadas por el encargado de llevarlas.
6º) Las letras de particulares, dadas en pago de derechos de
aduana con expresión o con la anotación correspondiente,
emitidas en conformidad a sus estatutos.
7º) Las inscripciones de la deuda pública, tanto nacionales
como provinciales.
8º) Las acciones de las compañías autorizadas
especialmente, emitidas en conformidad a sus estatutos.
9º) Los billetes, libretas, y toda cédula emitida por los bancos
autorizados para tales emisiones.
10) Los asientos de los matrimonios en los libros
parroquiales, o en los registros municipales, y las copias
sacadas de esos libros o registros".
2. Actas judiciales
Si bien el inc. 4º de la norma se refiere expresamente a
las actas judiciales hechas en los expedientes por los
respectivos "escribanos", se considera actualmente que la
expresión debe ser entendida como referida a los
respectivos "secretarios", en referencia a la función
ejercida(20) .
227
Es decir que un acta firmada en el expediente por el juez y/o
por el secretario, que se encuentre además suscripta por las
partes, es considerada un instrumento público.
Son también considerados instrumentos públicos los escritos
judiciales y dictámenes periciales una vez agregados a los
expedientes con el respectivo cargo(21) y el diligenciamiento
de cédulas de notificación, las que deberán redargüirse de
falsedad cuando se cuestiona su aspecto material o la
veracidad de los actos que afirma haber rechazado el oficial
notificador o que afirma sucedieron ante él.
3. Actas y partidas
229
5. Boletas de depósito
Dentro de la enumeración contenida en el inc. 2º del
art. 979 del Código Civil, se han considerado incluidas las
boletas de depósitos judiciales(26) —efectuadas en el
Banco de la Nación Argentina o de la Ciudad de Buenos
Aires, u otro en su caso—, autorizado a recibir depósitos
judiciales, siempre que cuente con los respectivos sellos o
constancias de recepción debidamente autorizadas(27) .
230
7. Instrumentos administrativos
Al respecto hay también distintas tendencias
jurisprudenciales(28) :
231
8. Instrumentos privados protocolizados
Dispone el art. 984 del Código Civil: "El acto bajo firmas
privadas, mandado protocolizar entre los instrumentos
públicos por juez competente, es instrumento público desde
el día en que el juez ordenó la protocolización".
Es decir que el instrumento privado protocolizado por orden
judicial valdrá como instrumento público y tendrá entonces el
valor probatorio previsto en el art. 993 del Código Civil antes
referido, en lo que respecta a los actos cumplidos por el
escribano o pasados en su presencia, dentro del ámbito de
su competencia.
Si bien el art. 984 mencionado convertiría al instrumento
privado en público desde la fecha de la providencia judicial
que lo manda a protocolizar, la doctrina sostiene en forma
mayoritaria que el carácter de instrumento público lo
adquiriría desde la efectiva protocolización, es decir, desde
su agregación al protocolo del escribano por medio de un
instrumento notarial que lo referencie(33) .
232
aspecto puede ser cuestionado mediante prueba en
contrario.
Ejemplo de ello son manifestaciones de las partes acerca de
pagos u actos cumplidos en otras fechas, o acerca del origen
o destino de los fondos utilizados en la operación de que se
trate, etcétera.
233
Mediante la redargución de falsedad puede atacarse la
autenticidad del documento público en lo que respecta a la
inexactitud de las manifestaciones del oficial público con
relación a los hechos por él efectuados o que hayan pasado
ante su persona, como ser fecha del acto, la firma de las
partes, el pago del precio ante él; (denominada falsedad
intelectual), o en lo que respecta a la adulteración extrínseca
del documento, por ejemplo por el agregado, supresión o
modificación de alguna parte del mismo, como así también la
presencia de tachaduras o enmendados sin salvar, roturas o
raspaduras en el folio, etc. (denominada falsedad
material)(34) .
Una vez impugnado el documento —lo cual debe efectuarse
al contestar el traslado referido al mismo—, corresponde
promover el incidente de redargución de falsedad dentro de
los diez días de efectuada dicha impugnación. De no hacerlo,
se la tendrá por desistida.
Al promoverse el incidente, deben ofrecerse las respectivas
pruebas, pues de lo contrario corresponde su rechazo.
La promoción de este incidente, no provocará la suspensión
del proceso sino del pronunciamiento de la sentencia
definitiva, para resolver el incidente junto con ésta.
Establece también el referido art. 395 que será parte en el
incidente el oficial público que intervino en el acto.
Se vincula a ello lo dispuesto en el art. 992 del Código Civil,
que dispone: "Los testigos de un instrumento y el oficial
público que lo extendió no pueden contradecir, variar ni
alterar el contenido de él, si no alegasen que testificaron el
acto por dolo o violencia que se les hizo, en cuyo caso el
instrumento público no valdrá".
234
Una vez promovido el incidente, corresponde correr traslado
a la parte que ofreció el documento cuestionado, y asimismo
al oficial público, por cédula y por cinco días; y disponer
oportunamente la producción de las pruebas ofrecidas que
fueren pertinentes.
235
La cuestión de la autenticidad de los documentos se vincula
directamente con la correspondencia entre el autor aparente
y el autor real de los mismos(35) .
En referencia a los documentos públicos, como dijéramos, y
por aplicación de lo dispuesto en el art. 993 del Código Civil,
los mismos se presumen auténticos en lo que hace a su faz
material y en lo que respecta a lo sucedido ante el oficial
público o lo realizado personalmente por éste.
En relación con dichos aspectos, la autenticidad y, por ende,
el valor probatorio del instrumento sólo podrán ser
cuestionados —como dijéramos— por medio de la
redargución de falsedad.
La regla a este respecto es que el instrumento público goza
de la autenticidad que merece la actuación del oficial público
interviniente, o sea que el instrumento público se prueba "por
sí mismo", a no ser —obviamente— que se demuestre lo
contrario por la vía establecida en el art. 993 del Código
Civil(36) .
Resulta sumamente interesante el tratamiento de la cuestión
de la autenticidad llevada al terreno de los documentos
electrónicos.
Veamos. La falta de autenticidad de un documento
electrónico podría obedecer a diversas causas, originadas a
veces en la fase de memorización (por ejemplo, por haber
digitado erróneamente un dato o por haberlo omitido); otras
veces en la fase de elaboración (por ejemplo, por haberse
producido disfunciones en el elaborador a consecuencia de
un exceso de humedad o defectos de voltaje, o suciedad o
polvo, etc.); otras veces en la fase de transmisión (por
236
ejemplo, por haberse verificado superposición de
transmisiones, etc.); o en ocasiones, pueden ser causados
intencionalmente por personas internas o externas al
sistema(37) .
Partiendo de la base de que todo instrumento público se
presume auténtico y de que todo documento privado
reconocido judicialmente tiene el mismo valor probatorio que
el instrumento público (es decir se presume auténtico hasta
tanto no se acredite lo contrario mediante redargución o
querella de falsedad), analizaremos (con especial referencia
al documento electrónico) la existencia de otros modos de
autenticar un documento —es decir, de atribuirle autoría a un
sujeto determinado—, que suplen adecuadamente a la firma
ológrafa.
La cuestión de la autenticidad de los documentos
electrónicos no interesa sólo desde la perspectiva de su
eficacia probatoria en un proceso judicial, sino que la
necesidad de garantizar su existencia, autoría, exactitud,
confiabilidad y seguridad, resulta también esencial en una
gran variedad de comunicaciones y contrataciones
electrónicas.
Contamos en la actualidad con diversas herramientas
tecnológicas para asegurar estos extremos, y todos estos
métodos se van perfeccionando día a día, surgiendo
asimismo nuevas formas para asegurar la autenticidad de los
documentos electrónicos.
Vemos así que las alteraciones que se producen en la etapa
de memorización, pueden ser evitadas usando la técnica del
doble o triple tecleo del mismo texto por dos o tres terminales
distintas; o usando programas de control en la fase de
memorización y carga, entre otros.
237
En la fase de elaboración, algunos problemas pueden
evitarse mediante la utilización de sistemas de
acondicionamiento de la temperatura, aspiración del polvo,
limpieza, etcétera.
Las alteraciones ocasionadas por desarreglos de los
programas, pueden combatirse mediante la prueba continua
de dichos programas (testing ). Sin embargo, cabe señalar
que si bien el testing puede probar que un error existe, no
puede jamás excluir que un programa esté exento de
errores(38) .
Respecto de las alteraciones que puedan provenir de
personal interno o de intervenciones externas, debe
procurarse un control de la actividad y esferas de
competencia de cada operador, y la identificación de quienes
piden los datos y de quienes reciben las informaciones.
Sin embargo, las principales herramientas tecnológicas para
asegurar la confiabilidad y seguridad de las comunicaciones
electrónicas son la firma digital y la encriptación, basadas
ambas en las tecnologías de la encriptación.
Una firma digital es esencialmente un mensaje encriptado
que acompaña a un documento electrónico(39) , pero la firma
digital y la encriptación tienen diferentes funciones y se
basan generalmente en distintos tipos de técnicas
criptográficas.
La encriptación es el término usado para describir los
sistemas de clave simétrica empleados para mantener la
confidencialidad de las comunicaciones electrónicas. Así,
mediante el intercambio de mensajes encriptados, los
interlocutores en una comunicación buscan asegurarse que
ellos y sólo ellos puedan leer el contenido de los mensajes.
238
En estos sistemas de clave simétrica, tanto el emisor como
el receptor usan la misma clave para encriptar y desencriptar
los mensajes, y para que las comunicaciones sean
confidenciales esta clave debe permanecer secreta; pero
puede ocurrir que en la práctica no siempre resulte posible y
seguro el intercambio de las claves sin que otras personas
las conozcan.
La firma digital, como bloqueo de caracteres que acompañan
a un documento, permite acreditar quién es su autor, que no
ha existido ninguna manipulación posterior de los datos(40) ,
y determinar asimismo en forma fiable que las partes
intervinientes en la transacción son realmente quienes dicen
ser.
Por medio de la firma digital, quien recibe una comunicación
electrónica (como ser un e-mail ) puede estar seguro de que
el emisor de la comunicación es quien dice ser y asimismo,
las partes comunicantes pueden asegurarse de que la
comunicación recibida es la que se remitió realmente.
239
equivalente a la firma autógrafa en un documento en
soporte papel), y el receptor del documento electrónico se
asegura de la validez de la firma digital mediante la
desencriptación de los datos usando otra clave(41) .
La clave que se usa para crear la firma digital se
denomina "clave privada", porque está disponible sólo para
el firmante, y salvo que hubiese sido robada o penetrada,
nadie puede tener acceso a dicha clave privada.
La clave que sirve para verificar la firma se denomina
"clave pública", porque usualmente se pone a disposición
del público en general (mediante un directorio de claves
públicas). Cuando se aplica a firmas digitales creadas por
los titulares de claves privadas, desencriptará esa firma
privada y sólo esa, sin reconocer, en consecuencia, la firma
digital de ninguna otra persona.
En razón de que una clave pública en particular puede
verificar solamente firmas digitales creadas usando la clave
privada de su propietario, y en razón de que el emisor de
un mensaje es el único poseedor de la clave privada (salvo
robo de la misma o que sea penetrada) el recipiente de un
mensaje que usando la clave pública del emisor verifica la
firma digital que lo acompaña, puede confiar en que el
mensaje es auténtico, es decir que fue enviado por quien
se presenta como emisor; pudiendo comparar asimismo el
texto resultante con el incluido en el mensaje para verificar
que el mismo no hubiese sido alterado(42) .
De lo expuesto podemos inferir que la confiabilidad de las
firmas digitales reposa sobre la confiabilidad de las claves,
la cual puede alcanzarse estableciendo un régimen legal
que reglamente adecuadamente la labor de las autoridades
de certificación que proveerán la seguridad acerca de la
identidad de los titulares de las claves por medio de la
240
emisión de certificados que liguen las claves públicas con
la identidad de sus dueños, y que arbitre asimismo los
medios que aseguren que estas claves no sean robadas,
penetradas o adulteradas.
Si bien estos métodos no son infalibles(43) , es
sumamente complejo adulterar un documento electrónico
basado en las tecnologías descriptas, las cuales en ciertos
casos pueden brindarnos un grado de confiabilidad mayor
al de un documento con firma ológrafa en soporte papel.
Al respecto, nuestra ya mencionada Ley de Firma Digital
(25.506, BO 14/12/2001 - Decreto Reglamentario
2628/2002) establece como principio, en su art. 3º, que
"cuando la ley requiera una firma manuscrita, esa exigencia
también queda satisfecha por una firma digital...", salvo
para aquellos casos expresamente excluidos en el art. 4º.
Define en el art. 2º el concepto de firma digital —la que
resulta de aplicar a un documento digital un procedimiento
matemático que requiere información de exclusivo
conocimiento del firmante, encontrándose ésta bajo su
exclusivo control—; y en el art. 5º, el concepto de firma
electrónica —como el conjunto de datos electrónicos
integrados, ligados o asociados de manera lógica a otros
datos electrónicos utilizado por el signatario como su medio
de identificación, que carezca de alguno de los requisitos
para ser considerada firma digital—.
El art. 7º dispone que se presume, salvo prueba en
contrario, que toda firma digital pertenece al titular del
certificado digital que permite la verificación de dicha firma;
es decir que la norma crea una presunción legal de autoría,
invirtiendo así la carga de la prueba en caso de
desconocimiento de la misma.
241
Crea también una presunción de integridad, por cuanto el
art. 8º establece que si el resultado de un procedimiento de
verificación de una firma digital aplicado a un documento
digital es verdadero, se presume, salvo prueba en contrario,
que ese documento digital no ha sido modificado desde su
firma.
Estas presunciones nos llevan a considerar que el
documento electrónico firmado digitalmente podría
equipararse al documento público en lo que respecta a su
autenticidad y valor probatorio.
En cambio, en relación con la firma electrónica, el referido
art. 5º señala que en caso que de ésta sea desconocida,
corresponde a quien la invoca acreditar su validez. Ello, en
similitud con lo que ocurre con los instrumentos privados en
general.
Otra presunción es la contenida en el art. 10, que dispone
que cuando un documento digital sea enviado en forma
automática por un dispositivo programado y lleve firma digital
del remitente, se presumirá, salvo prueba en contrario, que
el documento firmado proviene del remitente.
242
Nos referiremos en este ítem a las actas notariales
extendidas fuera del protocolo del escribano, respecto de
las cuales se discute acerca de si son instrumentos
públicos o privados.
243
extraprotocolares, por aplicación de lo establecido en el
art. 12 de la ley 12.990 modificada por la ley 22.172(47) .
Así, se ha dicho que el documento extraprotocolar
autorizado por notarios en ejercicio de sus funciones,
dentro de los límites de su competencia y en la forma
prescripta por la ley, es un instrumento público y constituye,
en los países del notariado latino, un medio de plena
prueba, dentro y fuera del proceso, por lo que sólo puede
ser eliminado como tal mediante una decisión judicial en la
que, previa pretensión de parte, se declare su falsedad en
virtud de contraprueba terminante(48) .
Al respecto, el art. 178 de la ley 404 del año 2000 de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, prescribe que mientras
queden en actividad escribanos autorizados —en los
términos del dec-ley 12.454/1957 y del dec. 2593/1962—,
podrán documentar en forma extraprotocolar las diversas
actas de competencia notarial tendientes a la fijación y
autenticación de hechos siempre que su facción protocolar
no sea impuesta por las leyes como requisito de validez y
no tuvieren por objeto la formación de actos jurídicos o de
negocios jurídicos; por lo que se ha dicho que "su valor
equivale al de las escrituras públicas"(49).
En este sentido se ha dicho que el objeto de las actas
notariales es por exclusión del que es propio de las
escrituras públicas, ya que tienen por objeto documentar
"una declaración de voluntad, extendida en un documento
en el que deben observarse los requisitos exigidos por los
escrituras públicas"(50).
244
Al respecto, se ha resuelto que cuando en el acta notarial
el escribano da fe de haber presenciado el acto y éste fue
llevado a cabo en su entera presencia, ello permite
atribuirle al instrumento plena fuerza convictiva y mal
podría inferirse que se trató de un mero testimonio del
notario(51) .
En este orden de ideas, se ha considerado que al realizar
una comprobación, a efectos de dotarla de la debida
eficacia probatoria, el escribano debe darse a conocer, e
instruir al requerido, en su caso, de la naturaleza y alcance
de su cometido, debiendo estas circunstancias reflejarse
en el documento. Ello así, porque la formación de este tipo
de documentos probatorios preconstituidos puede afectar
derechos y garantías procesales, y fundamentalmente por
cuanto el ejercicio de la función notarial requiere que la
misma no se ejercite subrepticiamente(52) .
Ahora bien, se ha sostenido que la exigencia de que el
escribano concurra a ratificar lo que dijo en el instrumento
público carece de fundamento, y que lo por él relatado en
el acta constituye, al menos, una presunción hominis que
debe valorarse en el contexto general de la prueba(53).
245
mapas, planos, fotografías, etc.— de
los instrumentos privados a los cuales ahora nos
referiremos.
Si bien respecto de estos últimos no existen formas
determinadas, los únicos requisitos exigidos para su
validez son: 1)firma de las partes que no puede ser suplida
por signos o iniciales de los nombres (art. 1012, Cód. Civil),
y 2) que se otorguen tantos ejemplares como partes
(art. 1021, Cód. Civil). Nótese que la libertad de formas
consagrada se ve limitada por estos últimos artículos.
1. La firma
Como referenciáramos precedentemente, el art. 1012 del
Código Civil dispone que "La firma de las partes es una
condición esencial bajo la existencia de todo acto bajo
forma privada. Ella no puede ser reemplazada por signos
ni por las iniciales de los nombres o apellidos".
Vemos así que la firma constituye un requisito esencial
del instrumento privado y se la ha definido como el trazo
peculiar mediante el cual el sujeto consigna habitualmente
su nombre y apellido o sólo su apellido "a fin de hacer
constar las manifestaciones de su voluntad"(54) ,
independientemente de que fuere o no legible.
En lo que respecta al párrafo final del citado art. 1012 en
cuanto la firma no puede ser reemplazada por signos ni por
las iniciales de los nombres o apellidos, se ha señalado que
ello será así a excepción de que dichos signos o iniciales
fueren la forma habitual de firmar del otorgante o más aún,
aunque ello no fuere así, si el firmante reconociere
voluntariamente esos rasgos como su firma(55) .
246
1.1. Instrumento sin firma
Si bien veremos que hay diversos tipos de firmas, cabe
señalar que ella constituye requisito de validez de los
instrumentos privados constitutivos, es decir de aquellos
que de por sí dan lugar a la existencia de un acto(56) .
En este sentido se ha afirmado que no existe instrumento
privado sin la firma de las partes(57) .
Ahora bien, la circunstancia de que el instrumento
careciere de firma no implica de por sí excluirlo como medio
de prueba, pues se ha dicho que puede valer como
documento con la virtualidad probatoria que el juez pudiere
extraer con sujeción a las reglas de la sana crítica(58) ,
siendo considerados, en su caso, como ya dijéramos,
documentos privados.
Por otra parte, se ha sostenido que en ciertos casos
particulares nos encontramos con los denominados
instrumentos particulares no firmados, como son los
mencionados en el art. 1190 del Código Civil, que
contempla como uno de los modos de probar los contratos
los "instrumentos particulares firmados o no firmados",
como serían, por ejemplo, los boletos de ferrocarril o las
entradas a espectáculos públicos(59) .
A ello ha de sumarse lo desarrollado en el punto VI en lo
que respecta a los documentos firmados electrónica o
digitalmente .
247
En relación con los instrumentos públicos, dispone el art. 998
del Código Civil que se requiere esencialmente para su
validez, que esté suscripto por "todos los interesados que
aparezcan en él" y que "Si alguno o algunos de los
cointeresados solidarios o meramente mancomunados no lo
firmasen, el acto sería de ningún valor para todos los que lo
hubiesen firmado".
En el campo de los instrumentos privados, se ha considerado
que dicha solución, por analogía, resulta también aplicable a
los mismos.
Es decir que tratándose de un instrumento privado suscripto
por varias personas, se requiere la firma de todas ellas para
la validez del acto.
248
traslado cuya autoría o recepción se le atribuyen, el juez
deberá tenerlos por reconocidos o recibidos.
Ante el desconocimiento de la firma que se le atribuye por
parte del supuesto firmante, el art. 390 del Código Procesal
dispone que deberá procederse al cotejo, en los siguientes
términos: "Si el requerido negare la firma que se le atribuye
o manifestare no conocer la que se atribuye a otra persona,
deberá procederse a la comprobación del documento de
acuerdo con lo establecido en los arts. 458 y sigtes., en lo
que correspondiere".
Vemos que la norma remite a su vez, a las disposiciones
sobre prueba pericial.
En igual sentido, dispone el art. 1033 del Código Civil: "Si el
que aparece firmando negare su firma, o los sucesores de él
declarasen que no la conocen, se ordenará el cotejo y
comparación de letra. Pueden también admitirse otras
pruebas sobre la verdad de la firma que lleva el acto".
Cabe aquí agregar que en el proceso, el desconocimiento de
la autenticidad de un documento privado implica el
desconocimiento tanto de la firma como el de su contenido.
249
De ello se desprende que la fuerza probatoria de los
instrumentos privados difiere de la de los instrumentos
públicos en los cuales interviene —como dijéramos— un
oficial público.
Es decir que mientras los instrumentos públicos tienen una
presunción de autenticidad, recién una vez reconocido el
instrumento privado por la persona a quien se atribuye,
tendrá el mismo valor probatorio que el instrumento público.
Se ha admitido el reconocimiento extrajudicial de la firma, ya
sea en forma expresa (por ejemplo en una escritura pública)
o también en forma tácita(60) . Y también se ha considerado
que si la firma de un instrumento público se encuentra
certificada por escribano, el mismo no debería ser
reconocido y pasaría a ser un instrumento público(61) .
Por su parte, el art. 1028 del Código Civil, establece: "El
reconocimiento judicial de la firma es suficiente para que el
cuerpo del instrumento quede también reconocido".
Ello implica que el referido reconocimiento equipara al
instrumento privado con el público.
Si bien la norma se refiere únicamente al supuesto de
reconocimiento judicial de la firma, coincidimos con quienes
sostienen que rige asimismo para aquellos en que la firma se
hubiese tenido judicialmente por reconocida o hubiese sido
reconocida extrajudicialmente.
250
Como en todo instrumento, la existencia de tachaduras,
raspaduras o enmiendas, debe encontrarse debidamente
salvada al final del mismo.
El Código Civil no contempla expresamente qué sucede si el
instrumento privado contiene tachaduras, raspaduras o
enmiendas que no han sido salvadas.
Se ha considerado al respecto que si las enmiendas,
testados o raspaduras inciden en las partes esenciales del
documento (como su fecha, nombres, cantidades, objeto,
etc.), el mismo sería anulable, es decir que el instrumento
valdría como tal hasta tanto se lo declarase nulo; y asimismo
que la existencia de dichas irregularidades no invalidaría
automáticamente el instrumento sino que la cuestión debe
ser apreciada por el juez según las circunstancias del caso y
las demás probanzas producidas, debiendo en caso de duda
estarse a la validez de las cláusulas controvertidas(62) .
251
Ahora bien, si se cuestiona la validez de un documento
privado que ya ha sido reconocido judicialmente, al tener en
consecuencia el mismo valor que el instrumento público,
procederá para cuestionar ello la redargución de falsedad en
lo que hace a la materialidad del mismo o la producción de
simple prueba en contrario respecto de la sinceridad de su
contenido(63) .
252
2. Los documentos privados reconocidos en juicio por la
persona a quien se atribuya el objeto que sea de
comprobación.
3. El impugnado, en la parte que haya sido reconocido como
cierto por el litigante a quien perjudique.
4. Las firmas registradas en establecimientos bancarios".
Para el caso de no tener documentos indubitados o
insuficientes, el juez podrá ordenar que se forme cuerpo de
escritura, al dictado y a requerimiento del perito, a la persona
a quien se le atribuye la firma. Para ello se citará al juzgado
a la persona, que en presencia del perito y de la parte
contraria, procederá a escribir bajo las consignas que dé el
experto.
Al respecto, dispone el art. 394 del Código ritual:
254
A partir de ello se han generado tanto en la doctrina como
en la jurisprudencia distintas posturas acerca del valor
jurídico de los documentos en los cuales la parte que no
sabe o no puede firmar, coloca su impresión digital en
reemplazo de la firma.
Algunos autores(66)consideran que los instrumentos en
los cuales obra la impresión digital del otorgante, no
revisten carácter de instrumentos privados, pues el
mencionado art. 1012 del Código Civil exige la firma como
condición de existencia de los mismos.
En este sentido se ha argumentado también que si bien
puede identificarse a la persona que coloca su impresión
digital, ello no garantiza que dicha persona haya querido
expresar su aceptación respecto del contenido(67) , es
decir que no traduce adecuadamente la voluntariedad del
acto.
En este orden de ideas, la jurisprudencia ha resuelto así
que en virtud de lo normado en el art. 1012 del Código Civil,
la firma no puede ser reemplazada por signos ni por las
iniciales de nombres o apellidos, siendo inadmisible dar
validez a la impresión digital por vía de interpretación
judicial(68) .
Con análogo criterio se ha decidido que la impresión
digital —aunque resulte útil como prueba de identidad— no
es apta como expresión de voluntad contractual y no suple
la falta de firma, aunque hubiese sido estampada en
presencia de testigos(69) .
Otra posición(70) entiende que si bien los documentos
signados con impresión digital no pueden considerarse
instrumentos privados en los términos del art. 1012 del
Código Civil, la falta de ese requisito no priva al documento
de todo efecto, ya que el art. 1190 en su párr. 2º —al que
255
ya nos hemos referido— reputa a los instrumentos
particulares no firmados como medio de prueba de los
contratos.
256
En lo que respecta a las escrituras públicas, el art. 1004 del
Código Civil contempla la firma a ruego de las partes cuando
alguna de ellas no sabe leer o escribir.
Ahora bien, nada prevé el citado cuerpo legal sobre los
instrumentos privados en el ámbito civil, a consecuencia de
lo cual también se han esgrimido diversas posturas al
respecto.
Algunos autores(73) sostienen que el documento firmado a
ruego carece de valor legal en virtud de lo dispuesto en el
art. 1012 del Código Civil, por faltarle la firma de la parte; es
decir que para esta postura no podrían otorgar instrumentos
privados aquellos que no saben firmar.
En otro orden de ideas, se ha sostenido que los instrumentos
privados firmados a ruego constituirían principio de prueba
por escrito, si se acreditase que su contenido refleja la
expresión de la voluntad del que pidió que en su nombre se
firmara a ruego(74) .
Otros autores(75) entienden que en los supuestos de firma a
ruego el instrumento vale como instrumento privado siempre
que se acredite la existencia del mandato verbal para firmar,
y consideran que no se advierte impedimento legal en que el
objeto del mandato consista en la firma a ruego.
257
Al respecto, el art. 1016 del Código Civil, dispone:
"La firma puede ser dada en blanco antes de la redacción por
escrito. Después de llenado el acto por la parte a la parte a
la cual se ha confiado, hace fe siendo reconocida la firma".
De ello se desprende que la firma puesta blanco aparece
como lícita y quien tiene que completarlo debe hacerlo en
base a las instrucciones que le dio el firmante. De ser ello
así, el instrumento firmado en blanco tiene el mismo valor
que el firmado previamente completo.
Para el caso de que quien deba completar el documento no
le hiciere conforme las instrucciones del firmante, resulta
aplicable lo normado en el art. 1017 del Código de Fondo, en
cuanto dispone:
"El signatario, puede sin embargo, oponerse al contenido del
acto, probando que las declaraciones u obligaciones
contenidas en él, no son las que ha tenido intención de hacer
o contratar. Esta prueba no puede ser hecha por testigos".
Al respecto, tiene dicho la jurisprudencia que corre por
cuenta del interesado la prueba de que efectivamente el
documento fue llenado contra su voluntad y para una
finalidad diversa de la prevista al extenderlo(76) .
Por su parte, el art. 1019 del Código Civil contempla la
circunstancia de que el documento firmado en blanco fuese
sustraído.
En efecto, dispone que lo prescripto en los arts. 1017 y 1018
no se aplica "al caso en que el papel que contenga la firma
en blanco hubiese sido fraudulentamente sustraído a la
persona a quien se hubiese confiado, y llenado por un tercero
contra la voluntad de ella".
258
Aquí señala expresamente la norma que la prueba de la
sustracción y del abuso de la firma en blanco puede ser
efectuada por testigos, considerándose que el dispositivo
legal resulta también aplicable a aquellos supuestos en los
cuales el instrumento firmado en blanco hubiese sido
sustraído al firmante(77) .
259
cantidad de ejemplares que se suscriben y que cada parte
recibe el suyo en dicho acto.
Como excepción a este recaudo, el art. 1022 del Código Civil
establece que cuando antes de la redacción del acto o en
dicho momento, una de las partes llenare completamente la
obligación que dicho acto le impusiere, puede dejarse sin
aplicación el requisito de doble ejemplar, claro está respecto
de la parte que ha cumplido íntegramente las obligaciones
del contrato a su favor.
Para el supuesto de no darse cumplimiento al requisito del
doble ejemplar, el art. 1023 del Código de referencia
establece que ello no anula lo acordado en el contrato en la
medida en que por otras pruebas se acredite que el acto fue
concluido de manera definitiva.
Por otra parte, en virtud de lo normado en el art. 1024 del
citado cuerpo legal, el vicio consistente en que la falta de
doble ejemplar puede resultar purgado por la ejecución total
o parcial del acto instrumentado, siendo una confirmación
tácita del instrumento nulo(78) .
Asimismo, de conformidad con lo previsto en el art. 1025 del
Código Civil, la ineficacia del instrumento privado en el que
no se cumplió el recaudo del doble ejemplar, puede sanearse
mediante el depósito del único ejemplar en poder de otra
persona o de un escribano a quien se encarga conservarlo,
si lo hicieren las partes de común acuerdo.
260
a) Fotocopias y fax
261
en los aparatos de fax son de escasa perdurabilidad y se
borran con el tiempo.
Si bien el documento remitido por fax no reviste carácter de
instrumento firmado en los términos del art. 1012 del Código
Civil, no por ello deja de tener valor probatorio, pues queda
incluido dentro del concepto amplio de documento al que ya
nos refiriéramos.
262
antes Correo Oficial ENCOTESA (conf. dec. 840/1997),
habiendo resuelto la jurisprudencia del Fuero en lo Penal
Económico(82) que de los términos del contrato de
concesión pública surgía que esas cartas-documento eran
las únicas que constituían comunicaciones fehacientes sin
intervención de Escribano Público.
Ello, teniendo en cuenta que el correo es un servicio público
esencial remunerado que la Constitución Nacional ha puesto
originariamente en cabeza del Estado nacional y que las
normas contenidas en los arts. 1º y 10 del Convenio Postal
Universal definen como obligación esencial del Estado en
esta materia asegurar un efectivo servicio postal universal a
todos los habitantes en todo el territorio, a precios accesibles
y con ciertas prestaciones mínimas(83) .
Actualmente, y toda vez que en virtud de lo dispuesto en el
decreto nacional 1075/2003(84) se ha rescindido el referido
contrato de concesión entre el Estado nacional y la Empresa
Correo Argentino SA, comprensivo de los servicios postales
que oportunamente prestaba ENCOTESA, el Estado
nacional ha reasumido transitoriamente la operación del
Servicio Oficial del Correo (art. 2º).
Se desprende de lo hasta aquí expuesto que las cartas-
documento o telegramas colacionados remitidos por
intermedio de prestadores privados del servicio postal no
revisten por lo general el carácter de instrumentos públicos
sino que son instrumentos privados que requieren la
demostración de su autenticidad por parte de quien intente
valerse de ellas en un proceso en el que dicha autenticidad
se hubiese cuestionado.
Sin embargo, muchas de las empresas privadas de correo
ofrecen el denominado servicio de cartas-documento con
"confronte notarial", a través del cual un escribano público da
263
fe de la autenticidad de la copia de la pieza remitida y de su
recepción por parte del destinatario, en cuyo caso estas
misivas sí deben considerarse instrumentos públicos.
En este orden de ideas, cabe señalar que en dichos
supuestos —y obviamente cuando las cartas-documento son
remitidas por intermedio del Correo Argentino—, al atribuirse
a las mismas el carácter de instrumento público, la carga
probatoria de la falta de autenticidad de las mismas
corresponde a quien desconoce esa autenticidad o niega su
recepción.
En efecto, el carácter de instrumento público de dichas
misivas y de sus respectivas constancias de recepción, en
tanto sean emitidas por un funcionario público dentro de la
esfera de su competencia y de acuerdo con las
prescripciones legales, implica que hacen plena fe entre las
partes y frente a terceros, gozando de autenticidad y
credibilidad respecto de su faz extrínseca y de lo actuado por
el funcionario mencionado, a no ser que se recurra a la vía
de la redargución de falsedad mediante el procedimiento
especial estatuido por el legislador(85) .
A mayor abundamiento, cuadra señalar que resulta extensiva
a las cartas-documento la jurisprudencia plenaria existente
en relación con los telegramas colacionados en cuanto a que
incumbe al receptor que niega su recepción la prueba de que
ello no ha ocurrido(86) .
Así las cosas, entendemos que el mero desconocimiento de
la carta-documento no inhibe su autenticidad, por cuanto
quien impugnó su validez tiene la carga de acreditarlo por la
vía correspondiente, en el caso por medio de la promoción
del respectivo incidente de redargución de falsedad.
264
Finalmente, consideramos que no cabe criterio análogo para
aquellas cartas-documento enviadas por correos privados en
la medida en que carezcan de intervención notarial.
c) Cartas misivas
d) Grabaciones y fotografías
265
IX. FECHA CIERTA EN EL INSTRUMENTO PRIVADO
266
Coincidimos al respecto con quienes sostienen que el
documento privado con firma certificada se equipara al
reconocido judicialmente, a consecuencia de lo cual si se
impugnase la autenticidad de la firma, debe promoverse
querella o incidente de redargución de falsedad(88) .
268
del comercio la obligatoriedad de seguir un orden uniforme
de contabilidad, y llevar en legal y debida forma los
libros(90) .
270
documento de conformidad con el art. 389, siempre y cuando
la misma no haya sido obtenida ilegítimamente.
También podría ser entre el destinatario y el tercero.
Debemos aclarar que si se alega que la misma es
confidencial, entonces deberá ser desglosada, salvo que se
haya prestado conformidad por las partes y siempre que los
derechos de un tercero no se vean afectados.
De las misivas presentadas, al igual que de toda documental,
deberá darse traslado a la parte contraria. Para el caso de
negarse la firma en un instrumento privado o desconocer la
que se atribuye a otra persona, se deberá proceder a la
comprobación del documento, de conformidad a lo que
prescriben los arts. 458 y sigtes. en lo que corresponda.
271
Queda así englobado el e-mail dentro del concepto de
documento electrónico, al cual ya nos hemos referido.
Sentado ello, cabe señalar que la doctrina mayoritaria
asimila el correo electrónico a la correspondencia privada,
si bien se advierten algunas características
diferenciadoras: como que no están escritas de puño y
letra, generalmente no llevan firma y que los proveedores
del servicio tendrían la posibilidad de conocer el contenido
de los mensajes si no fuesen acompañados de algún
sistema de encriptación.
No obstante estas diferencias, entendemos que el término
"correspondencia" previsto en el art. 18 de la Constitución
Nacional resulta abarcativo del correo electrónico, por lo que
merece igual protección que aquélla.
Y en este punto cabe preguntarse si puede admitirse en
todos los casos el e-mail como medio prueba o debe
distinguirse en cada caso lo relativo a los sujetos
involucrados en el intercambio epistolar electrónico y
asimismo el modo de obtención del documento.
Al respecto, cabe afirmar que la prueba informática es una
prueba compleja que si bien no es en esencia diferente de la
prueba en general, presenta caracteres particulares que
tornan necesaria una legislación específica para que los
derechos de las partes y los de terceros no se encuentren
vulnerados.
Ahora bien, no obstante la ausencia de normas específicas
abarcativas de los distintos tipos de documento electrónico,
consideramos que los mismos pueden ser ofrecidos como
prueba documental o, en su caso, como medios de prueba
no previstos en los términos del art. 378 del CPCC, siempre
que hubiesen sido lícitamente obtenidos y aplicándose en
272
este último supuesto, por analogía, las disposiciones de los
que sean semejantes previéndose que en caso de ser
desconocida su autenticidad o recepción, deberá estarse a
lo que resulte de otros medios de prueba(99) .
274
XV. EXHIBICIÓN DE DOCUMENTOS. DOCUMENTOS EN
PODER DE LA CONTRARIA Y DE TERCEROS
275
La exhibición configura aquí una carga procesal, con la
consecuencia de que el silencio o la negativa del requerido
generarán una presunción en su contra siempre que
resultare manifiestamente verosímil la existencia del
documento. Frente a la negativa, será el juez quien
valorará la conducta procesal de la parte y decidirá de
conformidad con las constancias y circunstancias de la
causa.
Distinta será la situación, como ya dijéramos, cuando la
intimación se hubiese solicitado como prueba anticipada,
en cuyo caso sí su cumplimiento constituye un deber para
la parte requerida, pudiendo aplicársele una multa o
disponer el secuestro de la documentación en caso de
negativa a acompañarla.
Si el documento se encontrase en poder de un tercero, el
juez lo intimará a acompañarlo, fijando un plazo para que
el tenedor lo presente, lo exhiba o indique el lugar donde
se encuentra.
En el supuesto de que se negase a hacerlo debido a que la
exhibición del mismo, si fuere de su exclusiva propiedad,
pudiere ocasionarle un perjuicio, no se insistirá en el pedido,
puesto que el tercero resulta ajeno al proceso.
La oposición deberá encontrarse fundada y será apreciada
por el juez, quien podrá ordenar el secuestro del documento
o aplicar sanciones conminatorias de considerar insuficientes
los fundamentos de la negativa.
En efecto, dispone el art. 389 del Código Procesal:
"Si el documento que deba reconocerse se encontrare en
poder de tercero, se le intimará para que lo presente. Si lo
acompañare, podrá solicitar su oportuna devolución dejando
276
testimonio en el expediente. El requerido podrá oponerse a
su presentación si el documento fuere de su exclusiva
propiedad y la exhibición pudiere ocasionarle perjuicio. Ante
la oposición formal del tenedor del documento no se insistirá
en el requerimiento".
278
CAPÍTULO 6
PRUEBA INFORMATIVA
I. CONCEPTO
280
procedimientos no era obstáculo para su admisión en razón
de que los medios de probatorios legislados no eran los
únicos posibles o legítimos y de que en la demostración de
la verdad de los hechos era legítimo recurrir a
otros medios en tanto no se tratase de los que
fueran expresamente proscriptos por la ley o condenado por
la moral y las buenas costumbres(3) .
A nuestro entender, revivir esta discrepancia doctrinal en la
actualidad carece de sentido, ya que desde 1953, con la
sanción de la ley 14.237, luego el decreto-ley 23.398/1956
en su art. 22 y con la ley 22.434, vigente hasta el día de hoy,
la prueba de "informes" detenta su cuestionada autonomía y
su actual descripción legal recepta la doctrina judicial y de
gran parte de los autores.
Requisitos
281
de prueba que específicamente corresponda por ley o por la
naturaleza de los hechos controvertidos".
Los requisitos subjetivos : el órgano judicial, las partes y los
informantes.
Por su lado, la ley también dispone de cierta requisitoria de
carácter "subjetivo" al reglamentar la prueba de informes.
Así, el órgano judicial es por regla general quien "ordena" la
expedición del "informe" y a su vez el "destinatario" de su
respuesta, limitándose dicha facultad a los "letrados",
quienes están investidos de la facultad de librar per se los
pedidos de informes a bancos, oficinas públicas y/o
entidades privadas, cuando tengan por objeto acreditar el
haber del juicio sucesorio (art. 400 del CPCCN).
Por su lado, las "partes" son quienes por lo general
"proponen" el medio de prueba "de informes", pudiendo en
algún supuesto revestir el carácter de "informantes" por
aplicación extensiva de lo dispuesto en el art. 388 del
CPCCN(4) .
Por nuestra parte, creemos que en orden a las "facultades
instructorias y ordenatorias" y por el principio de "analogía
legal", el tribunal puede disponer el libramiento de "informes"
con el mismo fin en virtud del cual se encuentra facultado
para disponer la agregación de "documentos" que considere
esenciales para esclarecer los hechos controvertidos
(art. 36, párr. 4º, "c", CPCCN).
282
Como recientemente lo analizamos, la prueba de informes
goza de su autonomía no hace mucho tiempo y en esta
misma línea idea la diferencia que se hacía entre los informes
según que provinieran de oficinas públicas o de entes
privados.
En la actualidad de nuestro ordenamiento jurídico
encontramos que el art. 396 habilita la solicitud de este medio
probatorio a las oficinas públicas, a los escribanos con
registro y a las entidades privadas. Y establece que deberán
versar sobre: hechos concretos, claramente individualizados,
controvertidos en el proceso, que resulten de la
documentación, archivo o registros contables del informante.
"Art. 396. Procedencia. — Los informes que se soliciten a las
oficinas públicas, escribanos con registro y entidades
privadas deberán versar sobre hechos concretos, claramente
individualizados, controvertidos en el proceso. Procederán
únicamente respecto de actos o hechos que resulten de la
documentación, archivo o registros contables del informante.
Asimismo, podrá requerirse a las oficinas públicas la
remisión de expedientes, testimonios o certificados,
relacionados con el juicio".
Lo que se está solicitando es información, esto es, una serie
de datos que constituyen un mensaje sobre un determinado
hecho o acto. Los datos deberán surgir de documentos,
archivos o registros contables del sujeto que deberá
responder la solicitud de informes.
Existe el deber de informar en cabeza del sujeto público o
privado que es el encargado de suministrar la información
solicitada. Pero será relevado de ese deber en caso de que
la negativa a dar la información resida en una causa de
reserva o secreto.
283
III. DIFERENCIA ENTRE LA PRUEBA DE INFORMES Y LA
DOCUMENTAL DE TESTIGOS Y DE PERITOS
284
sustituir o ampliar otro medio de prueba que específicamente
corresponde por ley o por la naturaleza de los hechos
controvertidos".
286
sobre la procedencia del reclamo de la demanda según las
prácticas comerciales(8) .
Por su lado, la doctrina judicial y de los autores es conteste
con el sentido de la diferente naturaleza que como medio de
prueba le atribuimos a la prueba de informes y así se ha
pronunciado que "...El perito es considerado auxiliar de la
justicia y colaborador del juez... 'los restantes medios de
prueba persiguen la finalidad de establecer la convicción
judicial de la verdad de los hechos. El perito, por el contrario,
no tiene nada que declarar sobre los hechos concretos del
caso, sino proveer al juez de los principios para enjuiciar
estos hechos. El perito no es, por tanto, propiamente un
medio de prueba en sentido técnico sino un auxiliar del juez
para la valoración de los hechos objeto de prueba' (conf.
Guillermina Venini, 'Responsabilidad civil de los peritos', JA,
1998-IV, 639). 'El perito juzga un hecho mediante los
conocimientos de su ciencia o arte. El juez, juzga el dictamen
del perito conforme las leyes de la sana crítica' ("B. J. P. y
otros c. Calcedo Adriana s/daño moral", CNCiv., sala M;
17/12/2008; MJ-JU-M-42280-AR MJJ42280)".
Como hemos hecho mención, se trata de un medio autónomo
y, en consecuencia, no debe ser utilizado como un vehículo
para ingresar al proceso prueba documental que no fue
oportunamente ofrecida, como tampoco de incorporar por
esta vía información que debiera ser adquirida para el
proceso por medio de la declaración del informante cuando
debió ser propuesto como "testigo".
287
Según veremos seguidamente, cuando el Código de
Procedimientos en distintas disposiciones se refiere al
"oficio", no limita su expresión al "instrumento" mediante el
cual se canaliza el pedido de "informes", ya que existen
otras aplicaciones del mismo término que refieren a otros
actos judiciales.
289
V. OPORTUNIDAD DE SU AGREGACIÓN
290
"El juez deberá aplicar sanciones conminatorias progresivas
en el supuesto de atraso injustificado en las contestaciones
de informes".
Esta última norma genera en los "informantes" a quienes va
destinado el "oficio" el "deber" de brindar la información
solicitada como una "carga", la cual puede ser dispensada
cuando mediare justa causa de "reserva o secreto".
292
Nos encontramos frente a uno de los supuestos de
"caducidad automática u objetiva", razón por la cual a los
efectos de su aplicación por el tribunal bastará con que éste
verifique el acaecimiento del plazo asignado por la ley. Por lo
contrario, en los supuestos de caducidad "subjetiva" también
denominados de "negligencia", antes de aplicar la sanción el
tribunal deberá correr traslado a la parte contraria y ponderar
la actividad de la asistencia letrada de la parte que tuvo a su
cargo la producción probatoria.
El plazo de "caducidad" comenzará a correr a partir de la
fecha de "presentación" del pedido de informe al destinatario.
La resolución se dictará sin necesidad de traslado a la
contraria, y sólo se admite el recurso de "reposición"
conforme a la regla general en la materia sin perjuicio de su
eventual "replanteo" ante el superior (art. 379, CPCCN).
Es necesario destacar que sin perjuicio de lo antepuesto, el
"informante" también afronta la "carga" de su oportuna
respuesta, de tal modo que aquel que en tal carácter se
encuentre interesado en evitar la aplicación de sanciones
deberá hacer saber al juzgado los motivos de la demora
antes de que el plazo venza y anticipar la fecha de su
remisión al tribunal.
El Código de Procedimientos prevé en el art. 383 otro plazo
de "caducidad" respecto del medio de prueba cuya
producción se solicite por medio de "exhorto" y cuya
aplicación derivará del hecho de que el interesado no
notifique al juzgado exhortante la designación de audiencia o
de cualquier otro acto que permita el control de la contraria,
dentro de los cinco (5) días de quedar notificado por
ministerio de la ley.
293
VIII. VALORACIÓN DE LA PRUEBA
Al abordar la valoración de la prueba de informe debemos
delimitar con exactitud el alcance de este medio de prueba
y lo que efectivamente se produce con el mismo.
Si bien ya se ha tratado en este acápite la distinción o
autonomía de este medio de prueba en relación con los
otros prescriptos en la norma, es cierto que la producción
deriva constantemente en documentos que provienen de
archivos y éstos pueden como lo venimos analizando.
En atención a que el presente "medio de prueba" está
destinado a la obtención de información proveniente de la
"documentación" obrante en los registros del "informante",
al momento de "valorizar" la "información" producto de
dicho medio el juez deberá atender a la naturaleza de su
"fuente".
Si la información es requerida a una "oficina pública", la
materialización devendrá de un "instrumento público" y el
mismo tendrá la fuerza probatoria de una "prueba legal" en
los términos de los arts. 933 a 995 del Código Civil,
ordenamiento que asimismo regirá la suerte del valor que
cabrá asignarles tanto a sus elementos "intrínsecos como
extrínsecos"(11) .
En cambio, si la información es requerida a "entidades
privadas" su valoración o eficacia probatoria es
sensiblemente menor, ya que el juez no cuenta con la
previa determinación del valor probatorio del instrumento,
debiendo proceder conforme con las reglas de la "sana
crítica" (arg. art. 386, parte 1ª, CPCCN), sin perjuicio de lo
dispuesto respecto del valor probatorio de los "libros de
comercio" en el Código de Comercio de la Nación, a lo cual
seguidamente nos referiremos.
294
En apretada síntesis podemos afirmar que si bien
constituyen "instrumentos privados" son admitidos con el
carácter de "prueba lega o tasada " respecto de los
"contratos", en juicios entre comerciantes y por hechos de
su comercio, siempre que reúnan las condiciones
establecidas por los arts. 53 y 54 del Código de Comercio,
con el efecto, en caso contrario, de que sus asientos
probaran en "contra" de sus dueños.
La misma fuerza probatoria a favor de sus dueños cabe
asignarles en el supuesto de que el comerciante adversario
no acredite la existencia de "asientos contrarios" en sus
propios libros. Para el caso de que la prueba de los libros
entre comerciantes fuese "contradictoria", el tribunal
prescindirá de este medio de prueba. Por último, en el
supuesto de procesos entre comerciantes y no
comerciantes, la fuerza de convicción de sus asientos será
la correspondiente a las "presunciones o indicios" y
respecto de actos no comerciales, en juicio entre
comerciantes, las constancias de sus libros servirán como
"principio" de prueba por escrito(12) .
Corresponde asimismo referirnos a la fuerza probatoria
de los instrumentos incorporados al expediente por medio
de "oficios" (art. 396, últ. párr., CPCCN), la cual dependerá
igualmente del tipo de "instrumento" del que se trate,
público o privado, cobrando especial relevancia a su
respecto la "intervención" que en el mismo le cupo al
demandado y el "reconocimiento o el desconocimiento" de
esta última parte respecto del contenido del documento y
de su firma (arg. arts. 1028, 1030, Cód. Civil). Todo ello sin
perjuicio de lo dispuesto en ese ordenamiento en cuanto a
la "relatividad" de la fuerza probatoria de la "fecha" de los
instrumentos privados y la imposibilidad "legal" de ofrecer
295
las "misivas dirigidas a terceros" como "medio de prueba"
en juicio (arts. 1034, 1035 y 1036, Cód. Civil).
Oficio e informes
296
CAPÍTULO 7
PRUEBA CONFESIONAL
I. CONCEPTO Y NATURALEZA
297
sobre hechos de su conocimiento personal, desfavorables al
confesante y favorables a la otra parte"(1) .
Se trata, pues, de un testimonio —entendido como acto
humano dirigido a representar un hecho no presente(2) — que
emana de una parte en el juicio y que perjudica a esa parte
que confiesa(3) .
De lo expuesto surgen los requisitos que debe reunir la
prueba confesional. A saber:
a) Sólo puede tratarse de una declaración proveniente de
quien reviste carácter de parte en el proceso —"sea como
actor, demandado o tercero interviniente, y sus
sucesores"(4) — y tenga asimismo capacidad procesal(5) .
b) La declaración debe recaer sobre hechos pasados,
referidos a la actuación personal del confesante(6) o sobre los
cuales éste haya tenido conocimiento(7) .
c) Dichos hechos deben ser además desfavorables a quien
declara y favorables a la otra parte.
En relación con este último recaudo, algunos autores han
considerado que hay también confesión aunque los hechos
fuesen favorables al declarante, pero que en ese caso la
declaración no será útil para el juicio ni ayudará al
esclarecimiento de los hechos(8) .
Diversas opiniones se han suscitado en torno a la
constitucionalidad de la prueba confesional, es decir, si la
misma contraría o no la garantía contenida en el art. 18 de la
Constitución Nacional, por la cual "Nadie puede ser obligado
a declarar contra sí mismo".
En general, hay coincidencia en considerar que la
mencionada garantía opera sólo en el ámbito del derecho
298
penal, en el cual toda persona es inocente hasta tanto se
pruebe fehacientemente lo contrario y no se puede obligar al
imputado a declarar, por lo que si éste se negare a hacerlo,
el silencio no generará una presunción en su contra(9) . En
este orden de ideas, se ha afirmado que en materia penal no
puede pedirse la absolución de posiciones(10) , pero que en
la esfera del proceso civil, en el cual rige el principio
dispositivo y debe imperar la buena fe, la probidad y la
lealtad, la misma no resulta inconstitucional.
En lo que respecta a la naturaleza jurídica de la confesión,
nos encontramos con distintas posturas:
a) Según algunas, se trata de un acuerdo de voluntades entre
el confesante y la parte contraria, mediante el cual el primero
renuncia a un derecho o reconoce una obligación en
beneficio del segundo. Esta posición es considerada
inaceptable, toda vez que la confesión produce efectos en el
proceso independientemente del consentimiento de la otra
parte(11) .
b) Para otra postura, se trataría de una declaración unilateral
de voluntad, lo cual también ha sido considerado erróneo,
toda vez que no es necesaria la intención del confesante de
dar una prueba a su contrario(12) .
c) Para una tercera posición, la confesión sería un negocio
jurídico de naturaleza procesal, lo cual ha sido también objeto
de críticas, en el entendimiento de que los efectos de la
confesión no surgen de la voluntad de los confesantes sino
que se producen en forma mediata y a través de un acto
decisorio(13) del juez.
d) La postura mayoritaria, a la cual adherimos, considera a la
confesión como un medio de prueba tendiente a generar
convicción en el juez acerca de la verdad de los hechos sobre
299
los cuales recae, máxime teniendo en cuenta que
difícilmente una parte afirme un hecho que le es perjudicial si
no está realmente convencida de su verdad(14) .
300
tal contradicción no exista compatibilidad de intereses entre
ellos(16) , o si invocasen derechos distintos(17) o
contrapuestos, aunque en este caso se ha sostenido que
cabría también su declaración como testigos o por medio del
libre interrogatorio(18) .
A la mencionada calidad de parte de quien confiese, debe
agregarse la capacidad procesal, es decir la posibilidad de
actuar por sí en el proceso.
En virtud de ello, tratándose de personas físicas, no podrán
ser sujetos de la prueba confesional:
a) Los menores de 18 años —edad esta en la que se
adquiere la mayoría de edad, en virtud de lo normado en
la ley 26.579—, debiendo hacerlo en su representación sus
padres o tutores, según el caso.
Los menores adultos, es decir los que posean entre 14 y 18
años, podrán confesar cuando hubiesen obtenido
autorización de sus padres o judicial para estar en juicio o
cuando la confesión se efectúe en procesos que versen
sobre actos para cuya realización se hallan habilitados en el
ámbito de las relaciones civiles o se trate de juicios
laborales(19) .
b) Los dementes y los sordomudos que no sepan darse a
entender por escrito, debiendo confesar por ellos sus padres
o curadores.
c) Los inhabilitados del art. 152 bis, sino a través de sus
representantes, salvo respecto de aquellos actos que
pueden otorgar por sí solos conforme lo normado en el
precitado artículo del Código Civil.
301
d) Los penados que estuvieren incapacitados conforme lo
dispuesto en el art. 12 del Código Penal.
e) Los fallidos y concursados respecto de los bienes de los
cuales han sido desapoderados, en virtud de los términos del
art. 1160 del Código Civil y del art. 110 de la ley 24.522.
Además de las partes, y de conformidad con lo dispuesto en
el art. 405 del CPCCN, podrán asimismo ser citados a
absolver posiciones:
1) "Los representantes de los incapaces por los hechos en
que hayan intervenido personalmente en ese carácter";
siempre que continúen ejerciendo la representación del
incapaz, toda vez que si la misma ha cesado sólo podrán
declarar como testigos(20) .
2) "Los apoderados, por hechos realizados en nombre de sus
mandantes, estando vigente el mandato"; lo cual implica que
puede ofrecerse la confesional del mandante de la parte
contraria respecto de hechos en los que intervino en virtud
de dicha representación.
3) Los apoderados, "por hechos anteriores" al mandato,
"cuando estuvieren sus representados fuera del lugar en que
se sigue el juicio, siempre que el apoderado tuviese
facultades para ello y la parte contraria lo consienta".
En este supuesto, la posibilidad de que se cite al apoderado,
se encuentra supeditada a tres recaudos:
a) Que el representado se encuentre fuera del lugar donde
se sigue el juicio.
Al respecto, parte de la doctrina(21) considera que ello implica
que el poderdante debe encontrarse a más de 300 km del
asiento del tribunal, en virtud de lo dispuesto en el art. 420
302
del CPCCN, que dispone que aquel que se encuentre a una
distancia menor de la mencionada, deberá concurrir a la
audiencia en la que se producirá la prueba confesional.
Contrariamente, se sostiene que la ausencia a que hace
mención la norma precitada no se halla condicionada por la
distancia prevista en el referido art. 420 del CPCCN y que la
"hipótesis de haberse ausentado del país no excluye la
viabilidad de la declaración a través del apoderado, ello
derivado del hecho de habérsela así pedido por la parte
contraria"(22) .
b) Que el apoderado se encuentre facultado para absolver
posiciones en el respectivo poder.
c) Que la parte contraria consienta la declaración del
apoderado por hechos anteriores al mandato.
En relación con este requisito, algunos autores entienden
que es quien ofrece la prueba confesional (es decir, el
ponente) quien debe consentir que absuelva posiciones el
apoderado de la parte contraria(23) , en tanto otros consideran
que siendo el ponente quien solicita la declaración del
apoderado por hechos anteriores al mandato, es el
poderdante quien debe prestar conformidad para ello debido
a las consecuencias que podría traerle aparejada la práctica
de esta prueba(24) .
4) "Los representantes legales de las personas jurídicas,
sociedades o entidades colectivas, que tuvieren facultad
para obligarlas".
Esta disposición ha generado controversias en torno a
quiénes son los representantes que podrán absolver
posiciones en nombre de personas de existencia ideal.
303
En virtud de la actual redacción del inc. 3º del mencionado
art. 405 del CPCCN, producto de la reforma de la ley 22.434
que sustituyó la palabra "representantes" por la expresión
"representantes legales", en general tanto la doctrina como
la jurisprudencia entienden que cuando la parte es una
persona jurídica sólo pueden ser absolventes respecto de
ella quienes estuvieren facultados para obligarla por
disposición de la ley o de los estatutos o contratos
sociales(25) .
La posición contraria, considera que puede admitirse la
absolución de posiciones de un representante convencional
de la persona jurídica, es decir de una persona física a quien
se otorguen facultades para dicho acto, que es en general un
abogado y, a veces, el mismo que interviene en el juicio como
apoderado de dicha persona jurídica. Ello ha dado lugar a
numerosas críticas que se fundan esencialmente en la
afectación del principio procesal de igualdad entre las partes
que se genera, toda vez que es obvio suponer que el
abogado —que debe conocer tanto la dinámica de la prueba
confesional como los efectos y alcances de sus respuestas o
silencios— se encontrará en mejores condiciones para
declarar que una persona que si bien puede conocer los
hechos es ajena a la práctica probatoria.
304
hechos deben ser además desfavorables a quien declara y
favorables a la otra parte.
Al hablar de hechos, nos referimos, en sentido amplio, a todo
acontecimiento o suceso ocurrido en el mundo físico, aunque
no fueren propiamente hechos jurídicos, entendidos estos
últimos como aquellos caracterizados por poseer la
virtualidad de producir una consecuencia de derecho(26) .
Ahora bien, se ha entendido que aunque los hechos que se
confiesen se exterioricen mediante vocablos con
significación jurídica, por ejemplo "Juro que he comprado", o
"Juro que he testado", "la confesión solo tendrá carácter
vinculatorio en virtud de su contenido fáctico, siempre que
éste fuese desentrañable", siendo el juez quien califique los
hechos desde el punto de vista jurídico(27) .
En cuanto a que se trate de hechos pasados, se entiende,
como regla, que debieron haber acontecido con anterioridad
al proceso.
Se ha señalado que no existe inconveniente "en que se
confiesen hechos sobre la intención de realizar hechos
futuros"(28) .
Cabe agregar que los hechos objeto de la confesión, al ser
hechos objeto de prueba, deberán ser controvertidos en el
proceso, es decir, no sólo aquellos que una parte ha afirmado
y la otro negado, sino también aquellos que una parte ha
afirmado respecto de los cuales la otra ha guardado silencio
o se ha expedido en forma evasiva o ha formulado una
negativa genérica, por cuanto, como es sabido, por
imperativo de lo dispuesto en el art. 356 del citado cuerpo
legal, el juez "podrá" en tales supuestos, estimarlos "como
reconocimiento de la verdad de los hechos pertinentes y
lícitos a que se refieran".
305
IV. DIFERENCIA ENTRE LA CONFESIÓN, EL
RECONOCIMIENTO Y LA ADMISIÓN
V. REVOCABILIDAD
VI. CLASIFICACIÓN
308
frente a la parte contraria o a quien la represente, obliga en
el juicio siempre que esté acreditada por los medios de
prueba establecidos por la ley", quedando excluida la
testimonial "cuando no hubiere principio de prueba por
escrito".
Prescribe asimismo la norma que "la confesión hecha fuera
de juicio a un tercero, constituirá fuente de presunción
simple".
En cuanto al modo en que se genera, se la clasifica en:
3. Espontánea : es la que puedan prestar las partes en
cualquier estado del proceso, a su propia iniciativa y sin
formalidades.
309
5. Expresa , cuando se indican específicamente los
hechos que se confiesan.
6. Tácita , que se da ante el silencio o las respuestas
evasivas del absolvente.
Según se encuentre o no instrumentada, la confesión
será:
7. Verbal o escrita .
En relación a los hechos que la conforman, podrá ser:
8. Simple , que es aquella en la cual se declara un hecho
sin agregarle nada y el absolvente se sólo declara el hecho
que le es desfavorable, como por ejemplo: "Juro como es
cierto que embestí al accionante".
9. Calificada , que tiene lugar cuando se confiesa el
hecho pero se le da una naturaleza jurídica distinta(39) ,
como por ejemplo: "Juro como es cierto que ocupo el
inmueble de A pero A me lo dio en comodato".
10. Compleja , se produce en los supuestos en que se
confiese un hecho agregándosele uno modificativo o
extintivo(40) , como por ejemplo: "Juro como es cierto que A
me prestó $ 500 pero se los devolví".
En relación con esta última clasificación, se ha señalado
que la confesión puede ser(41) :
11. Indivisible , cuando no es posible escindir la parte que
favorece al declarante de la que no lo favorece, lo que se
advierte tanto en la confesión simple como en la calificada.
Vinculado a este carácter, se ha resuelto en el marco de
una acción por daños y perjuicios derivados de un
accidente de tránsito, que la mera respuesta afirmativa del
demandado referida a la realización de la denuncia en la
aseguradora, no resulta suficiente para tener por
confesada la participación del rodado que conducía en el
310
accidente, toda vez que en virtud del principio de
indivisibilidad de la confesión, las respuestas del
deponente deben interpretarse en conjunto como un acto
procesal único(42) .
12. Divisible , cuando en cambio, puede separarse la
parte que favorece al declarante de la que no lo favorece,
lo que ocurre en el caso de la confesión compleja.
Al respecto, el art. 424 del CPCCN establece que "la
confesión es indivisible", salvo cuando "el confesante
invocare hechos impeditivos, modificativos o extintivos, o
absolutamente separables, independientes unos de otros",
cuando "las circunstancias calificativas expuestas por
quien confiesa fueren contrarias a una presunción legal o
inverosímiles", o cuando "las modalidades del caso
hicieren procedente la divisibilidad".
Se considera así que la confesión compleja es siempre
divisible, recayendo sobre el confesante la carga de
acreditar los hechos añadidos al principal(43) .
311
Ahora bien, se entiende en general que las pruebas
producidas en otro proceso podrán ser válidas si en aquél
el otro litigante tuvo la posibilidad de su contralor, pero no
será así si no han podido ser fiscalizadas en el juicio
anterior(45) .
Cabe señalar, asimismo, que cuando la confesión se
hubiese producido en un proceso concluido por haberse
decretado la caducidad de la instancia, podrá hacerse valer
la misma en el nuevo juicio que se iniciare(46) .
312
IX. ABSOLUCIÓN DE POSICIONES
315
cumplir con los siguientes recaudos contenidos en el
precepto citado:
a) Alegar que el representante legal elegido por quien
ofrece la prueba no intervino personalmente en los hechos
o no tuvo conocimiento directo de los mismos.
b) Indicar en el escrito en el cual formula la oposición el
nombre del representante que absolverá en reemplazo del
propuesto por el ponente.
c) Dejar constancia de que el representante que elige se
notifica de la fecha de la audiencia, lo cual se materializa
mediante la suscripción de éste en el mismo escrito.
La utilidad que reviste esta posibilidad que tienen las
personas jurídicas de elegir al absolvente se vincula
esencialmente con la operatoria de las grandes sociedades
comerciales, que en general obliga a sus directores, socios
gerentes o representantes legales a delegar algunas de
sus atribuciones en otras personas, lo cual hace suponer
que estas últimas conocerán detalladamente los asuntos
que se encuentren a su cargo, y estarán en consecuencia
en mejores condiciones para prestar declaración respecto
de dichos hechos(55) .
No obstante ello, corresponde señalar que esta facultad
de reemplazo del absolvente que fue propuesto por el
ponente, no es absoluta sino que —como ya lo hemos
expuesto— el elegido debe ser otro representante "legal"
de la persona jurídica, es decir, alguien que cuente con
facultades suficientes, conforme el estatuto o contrato
social, para comprometer a la empresa, por encontrarse
autorizado a realizar en nombre de ella actos de gestión y
disposición(56) .
316
Si se elige debidamente al absolvente, dentro del plazo y
con los recaudos fijados por la norma legal precitada, sin
sustanciación alguna el juez dispondrá que absuelva
posiciones la persona propuesta. Por el contrario, si quien
fuera propuesto resulta ser un representante convencional,
el juez dispondrá —también sin sustanciación— la
improcedencia de que éste absuelva posiciones.
En el supuesto de que la persona jurídica no eligiera otro
representante legal para absolver o si elegido el absolvente
manifestara en la respectiva audiencia desconocer los
hechos en cuestión, se tendrá por confesa a la parte
representada, conforme lo previsto en la última parte del
referido art. 406 del CPCCN.
2. Forma de la citación
317
Si la cédula hubiese de dirigirse al domicilio real en el cual se
domicilia asimismo la parte ponente (por ejemplo, si se
tratase de un juicio de divorcio contradictorio y las partes
conviviesen), deberá ordenarse dicha notificación en
forma personal , como modo de asegurar su efectiva
recepción por parte del absolvente.
En lo que hace a su notificación bajo responsabilidad de la
parte ponente, se ha considerado que no rige tal modalidad
de notificación para la citación a absolver posiciones, por
cuanto se trata de una modalidad exclusiva para el traslado
de la demanda en orden a lo dispuesto en el art. 339, párr. 3º,
del CPCCN(58) .
Cuando quien deba absolver posiciones hubiese sido
declarado rebelde , la citación se tendrá por notificada a su
respecto, por ministerio de la ley, en virtud de lo dispuesto en
el art. 59 del CPCCN.
En el supuesto de que el demandado no hubiese contestado
la demanda pero no se lo hubiere declarado rebelde, la
citación para absolver deberá efectuarse en su domicilio real,
conforme surge de lo dispuesto en los arts. 59 y 41, primera
parte, del CPCCN.
Sin perjuicio de lo expuesto, la parte puede también
notificarse personalmente de la audiencia, dejándose
constancia de ello en el expediente.
Respecto del ponente , la suscripción de la respectiva cédula
por parte de su letrado a los fines de la notificación al
absolvente, produce la notificación de la audiencia respecto
de aquél.
318
En su parte final, dispone expresamente el art. 409 que
resulta improcedente la citación por edictos para la
absolución de posiciones.
Prescribe también la referida norma que la notificación
deberá efectivizarse con no menos de tres días de
anticipación a la fecha de la audiencia, no obstante lo cual si
se efectúa con una antelación menor y el absolvente
concurre, la prueba podrá producirse, siempre que se
encuentre presente el ponente o hubiere dejado el pliego de
posiciones en el tribunal.
Asimismo, prevé el art. 409 que dicha antelación de tres días
podrá ser reducida por el juez en casos de urgencia
debidamente justificada, aunque nunca a menos de un día,
lo cual deberá transcribirse en la respectiva cédula.
De lo hasta aquí expuesto resulta que se plantea una cierta
contradicción(59) entre el mencionado plazo de antelación de
tres días para la notificación de la audiencia contemplado en
el art. 409 y el de cinco días contenido en el art. 406 —al que
ya nos hemos referido— dentro del cual la persona jurídica
puede oponerse a que absuelva posiciones el representante
elegido por el ponente. Al respecto, algunos autores
consideran que la sociedad o persona jurídica podrá efectuar
la elección del absolvente hasta el mismo acto de la
audiencia(60) . La jurisprudencia ha resuelto que ambos
plazos deben conjugarse dando preferencia al plazo mayor,
suspendiéndose en su caso la audiencia, cuya fecha debe
posponerse(61) .
La cédula para el absolvente deberá indicar la fecha y hora
de la audiencia y asimismo contener el apercibimiento de que
si no concurre a la misma sin justa causa será tenido por
confeso en los términos del art. 417 del CPCCN.
319
Sobre el particular volveremos más adelante.
Cabe señalar que en virtud de la modificación introducida por
la ley 25.488 al art. 360 del CPCCN, la prueba confesional se
recibirá en la audiencia preliminar en los juicios ordinarios y
sumarísimos; y en audiencia común en los restantes
procedimientos, o cuando se produzca anticipadamente o
fuera del radio del tribunal o en segunda instancia.
En la práctica, la designación de la audiencia preliminar y la
fecha y hora de su realización, es muchas veces notificada a
las partes de oficio por el tribunal, por medio de cédulas
libradas por Secretaría dirigidas a los domicilios que
hubiesen constituido. Sin embargo, la confección de estas
cédulas sin los debidos recaudos, su diligenciamiento sin la
antelación suficiente o en el domicilio constituido cuando la
parte actúa por apoderado, podrá dar lugar a un acuse de
negligencia, a consecuencia de lo cual quien ofrece la prueba
confesional deberá controlar estas circunstancias y en su
caso confeccionar y diligenciar las respectivas notificaciones,
sobre todo cuando las mismas deban efectuarse en extraña
jurisdicción.
Si el domicilio del absolvente se encuentra a más de 300
km de distancia del lugar donde se ubica el juzgado en el cual
tramita el proceso, deberá absolver posiciones ante el juez
del lugar de su domicilio, para lo cual se solicitará al juez de
la causa que ordene el libramiento de oficio conforme lo
dispuesto en la ley 22.172 u exhorto, en su caso, cuya
confección y diligenciamiento estará a cargo del ponente,
quien deberá informar al tribunal en qué juzgado y secretaría
quedó radicado, y asimismo —en el plazo de cinco días
contados desde la notificación por ministerio de la ley de la
providencia que la fijó—, la fecha y hora de la audiencia que
320
se designe, a fin de posibilitar el contralor de la parte
contraria, conforme lo prevé el art. 383 del CPCCN.
De conformidad con lo dispuesto en el art. 407 del CPCCN,
cuando la parte que debe absolver posiciones sea la Nación,
una provincia, una municipalidad, una repartición nacional,
provincial o municipal, sus entes autárquicos, otros
organismos descentralizados del Estado nacional, provincial
o municipal, empresas o sociedades del Estado o con
participación estatal mayoritaria nacional, provincial o
municipal, entes interestaduales de carácter nacional o
internacional o una entidad bancaria oficial, nacional,
internacional, provincial o municipal, la absolución de
posiciones deberá requerirse mediante oficio que
corresponde dirigir al funcionario facultado por la ley para
representar a la entidad de que se trate, haciéndose constar
el apercibimiento de que si dicho oficio —que debe contener
las posiciones— no es contestado dentro del plazo fijado por
el juez o si no se contesta en forma clara y categórica, se
tendrá por cierta la versión de los hechos contenida en el
pliego.
Al respecto, cuando quien debe absolver posiciones es un
funcionario público, se ha resuelto que podrá hacerlo
mediante oficio sólo en el supuesto en que fuere parte en el
juicio en tal calidad de funcionario público, toda vez que la
absolución por oficio no constituye un privilegio al funcionario
sino una previsión que deviene útil y eficaz para acopiar
elementos de juicio que de otro modo quedarían ausentes
por no tener el funcionario en todos los casos conocimiento
directo y personal de la totalidad de las cuestiones acerca de
las que debe responder(62) .
321
3. Justificación de inasistencia por enfermedad
322
que durará el impedimento para concurrir al tribunal, como
así también "la naturaleza de la afección que padece"(65) .
Dicho certificado podrá ser impugnado por el ponente, ya sea
por no cumplir los recaudos legales o por considerarse que
la enfermedad indicada no impide la concurrencia del
declarante al tribunal, en cuyo caso el juez ordenará que sea
revisado por un médico forense. Si se constata la
enfermedad, se producirá la prueba en el lugar en donde se
encuentre el absolvente, conforme lo antes expuesto, pero si
la impugnación del ponente prospera, prevé la norma citada
que se tendrá por confeso al absolvente en los términos del
art. 417 del CPCCN.
En cuanto al momento de presentarse el certificado
justificativo de la enfermedad del absolvente, creemos,
conforme se ha resuelto en reiteradas oportunidades, que en
situaciones intempestivas o urgentes, y según las
circunstancias del caso, podrá admitirse su presentación aun
con posterioridad a la fecha de la audiencia, lo cual deberá
ser valorado por el juzgador. En este sentido, la
jurisprudencia ha dicho que cuando la enfermedad del
absolvente surja a último momento, la justificación puede
efectuarse en el acto de la audiencia o aun posteriormente,
debiendo el juez apreciar si la causa para no comparecer fue
o no alegada en tiempo propio(66) .
Si se comprobase que el declarante pudo haber
comparecido, el juez, al sentenciar, lo tendrá por confeso
sobre los hechos personales, teniendo en cuenta las
circunstancias el caso y las demás pruebas producidas
(arts. 419, in fine , y 417, párr. 1º, CPCCN).
323
4. Ausencia del país
X. EL PLIEGO DE POSICIONES
324
El pliego de posiciones es el escrito en el cual el ponente
redacta las posiciones, entendidas éstas como "cada una de
las proposiciones afirmativas que debe formular la parte
interesada en obtener la confesión de su contraria, y acerca
de las cuales esta última debe expedirse en oportunidad de
concurrir a prestar declaración"(69) .
Los requisitos que deben reunir las posiciones, están
contenidos en el art. 411 del CPCCN, del cual resulta que
éstas deben ser:
a) Claras y concretas, es decir directas(70) y no susceptibles
de interpretarse en distintos sentidos(71) .
325
Dispone asimismo el mencionado art. 411, que "cada
posición importará para el ponente, el reconocimiento del
hecho a que se refiere", por lo cual habrá de ponerse
especial atención al redactarlas a fin de evitar incurrir en
formulaciones que perjudiquen a quien ofrece la prueba en
lugar de favorecerlo.
El pliego deberá estar suscripto por la parte que propone
la prueba —cuando actuase por derecho propio— y por su
letrado patrocinante; o por el letrado apoderado en su caso.
Se presenta en sobre cerrado, también suscripto por el
letrado.
De conformidad con lo previsto en la última parte de la
norma precitada, el juez podrá de oficio y sin recurso
alguno eliminar aquellas posiciones que considerase
"manifiestamente inútiles" y modificar el orden y los
términos de las mismas, sin alterar su sentido.
Cabe señalar asimismo que no hay impedimento para
que el ponente presente un mismo pliego para todos los
absolventes .
El art. 410 del CPCCN establece que "el pliego deberá ser
entregado en Secretaría media hora antes de la fijada para
la audiencia, en sobre cerrado al que se le pondrá cargo".
Al respecto, cabe formular algunas consideraciones.
El límite temporal para la presentación del pliego contenido
en la norma mencionada, es decir "media hora antes de la
326
fijada para la audiencia", adquiere importancia ante la
incomparecencia del absolvente —debidamente citado— a
la respectiva audiencia, por cuanto sólo si se ha dejado el
pliego con la citada antelación o con una mayor (ej., una
hora, un día, un mes, etc. antes de la audiencia), el ponente
podrá solicitar la confesión ficta del absolvente en los
términos el art. 417 del CPCCN. Como fundamento de ello
se ha sostenido que obedece al propósito de evitar que se
confeccionen dos pliegos, uno más gravoso —para el caso
de que el absolvente no compareciere— y otro para el
supuesto en que éste concurriese a la audiencia,
sustituyendo intencionalmente uno por otro, según el caso.
En virtud de lo antedicho, si el pliego se presenta con
posterioridad a la media hora anterior a la hora señalada para
la celebración de la audiencia, no se podrá tener por confeso
al incompareciente sobre los hechos personales contenidos
en el pliego.
Sin perjuicio de lo expuesto, si el absolvente comparece a la
audiencia, la prueba podrá igualmente producirse aunque el
ponente no hubiese dejado el pliego con la antelación
señalada precedentemente. Es decir que si el ponente deja
el pliego por ejemplo diez minutos antes de la hora señalada
para la audiencia, o lo presenta en el mismo acto de la
audiencia, o no lleva pliego y manifiesta que formulará las
posiciones de viva voz(73) , nada obsta a que la prueba se
produzca, siempre y cuando estuviese presente el
absolvente.
Sin embargo, y desde el punto de vista práctico, será siempre
más conveniente dejar el pliego hasta media antes hora de
la audiencia, toda vez que será el único caso en que ante la
incomparecencia del absolvente —debidamente citado— el
ponente podrá pedir su confesión ficta.
327
Conforme la última parte del mencionado art. 410 del
CPCCN, si el ponente no comparece sin justa causa a la
audiencia ni tampoco hubiese dejado el pliego de posiciones,
y concurre el absolvente, se produce la caducidad de la
prueba, es decir que se lo tendrá al ponente por desistido de
su derecho a poner posiciones a la parte contraria.
Constituye éste el único supuesto de caducidad automática
de la prueba confesional previsto en el referido ordenamiento
procesal.
4. Acta y forma
5. Posiciones impertinentes
332
En atención a lo establecido en el art. 414 del CPCCN, si el
absolvente considerare que la posición que se le formula es
impertinente o su letrado le indica que no conteste, podrá
negarse a responder, pero el juez podrá tenerlo por confeso
si al sentenciar considerase que dicha posición era
procedente.
La manifestación debe efectuarse al momento en que se
formula la posición, en el entendimiento de que la misma no
se refiere a hechos controvertidos, o no está redactada en
forma clara y concreta, o contiene varios hechos no
vinculados, o que se refiere a hechos que por disposición
legal no pueden ser objeto de confesión, o no se refiere a
hechos personales o de conocimiento personal del
absolvente, o que se encuentra redactada en forma negativa.
En estos supuestos, sólo se deja planteada la negativa a
responder sin que ello genere incidencia alguna en la
audiencia, debiendo el juez expedirse respecto de su
procedencia al momento de dictar sentencia.
333
Cabe señalar primeramente que a diferencia de las
proposiciones asertivas que conforman las posiciones, el
interrogatorio a que se refiere la norma precitada está
compuesto por preguntas y que las mismas podrán ser
formuladas por el juez a las partes en cualquier estado del
proceso, o por las propias partes entre ellas (sin que sea
necesario que el interrogatorio se formule por medio del
juez), respecto de lo cual coincidimos con quienes sostienen
que entre los litigantes el interrogatorio podrá producirse
tanto en la audiencia donde absuelvan posiciones como en
cualquier otra en la que se encuentren presentes(78) .
Si bien en la práctica se observa que este mecanismo es
poco utilizado por los jueces y abogados, puede constituir
una herramienta sumamente útil para generar en el juzgador
la convicción acerca de la existencia de los hechos alegados
brindando a quienes las responden la posibilidad de
explayarse a veces con mayor amplitud que al contestar una
posición. Esto ha llevado a algunos autores a propiciar la
eliminación de la absolución de posiciones, reemplazándola
por el libre interrogatorio, para lo cual se torna necesario
regular específicamente en estos casos sobre los efectos del
silencio o las respuestas evasivas.
En este orden de ideas y a la luz de la norma precitada, se
considera que el denominado "libre interrogatorio" puede
servir para provocar la confesión expresa de la contraria y,
asimismo, para que las partes puedan aclarar o precisar los
motivos en los que basan sus pretensiones, excepciones o
defensas(79) .
Si bien actualmente el CPCCN no prevé expresamente las
consecuencias derivadas de la incomparecencia, el silencio
o las respuestas de las partes al libre interrogatorio, se ha
considerado que nada obsta el reconocerle "eficacia como
334
prueba confesional" a la confesión expresa y como prueba
indiciaria en contra "en los restantes casos, sujeta esta última
a la libre valoración del juez y a las reglas de la sana crítica
(art. 163, inc. 5º, CPCCN), acordándole incluso valor de
plena prueba"(80) .
335
El supuesto contemplado en la primera parte del inc. 1º lo
vemos reflejado en la previsión del art. 232 del Código Civil,
en virtud de la cual en los juicios de divorcio o separación
personal, el cónyuge que alegó hechos que no resultaron
controvertidos por no haber sido contestada la demanda,
deberá probarlos, resultando insuficiente la sola confesión
o el reconocimiento de los hechos para fundar la sentencia,
a excepción de lo dispuesto en los arts. 204 y 214, inc. 2º,
de dicho cuerpo legal.
La segunda parte del inciso se refiere a aquellos
derechos indisponibles, en los que se encuentra
comprometido el orden público, como por ejemplo el
derecho a los alimentos.
Tanto en este último supuesto como en el contemplado
en el inc. 2º, la prueba confesional resulta inadmisible,
como por ejemplo si la madre confesara afirmando o
negando la paternidad del marido respecto de un hijo
concebido por ella durante el matrimonio(82) .
Del inc. 3º se desprende que el legislador ha privilegiado
la plena fe de los instrumentos públicos o privados
reconocidos (conforme lo normado en los arts. 935 y 1026,
Código Civil) por sobre la confesión judicial expresa, en los
supuestos de discordancia entre ellos.
A mayor abundamiento, cabe señalar que en virtud de lo
dispuesto en el art. 425 del CPCCN, la confesión efectuada
extrajudicialmente (es decir, hecha fuera del juicio), sea por
escrito o verbalmente, frente a la parte contraria o ante
quien la represente, obliga igual que la prestada en juicio
entre las mismas, en tanto se acredite con los medios de
prueba fijados por la ley, quedando excluida la testimonial
cuando no hubiese principio de prueba por escrito.
336
Distinto es el efecto de la confesión extrajudicial prestada
a un tercero, la cual constituirá una fuente de presunción
simple, conforme lo prevé la precitada norma legal.
En cuanto a la confesión ficta o tácita y conforme ya lo
adelantáramos, la misma se producirá en los siguientes
supuestos:
— Cuando el absolvente, debidamente citado (es decir, al
domicilio que corresponda y con la debida antelación), no
comparece hasta media hora después de la hora señalada
para la audiencia —siempre y cuando el ponente hubiere
dejado el pliego hasta media hora antes de la señalada para
dicha audiencia—.
— Si habiendo comparecido el absolvente, se negare a
responder o respondiere de una manera evasiva.
— Cuando quien deba absolver invocase injustificadamente
el art. 418 del CPCCN.
— Si el absolvente tuviese que ausentarse del país y no
formulase oportunamente el pedido de anticipación —o
eventualmente de postergación— de la audiencia en los
términos del art. 421 del CPCCN.
— Cuando el absolvente se negase a responder una posición
en virtud de lo dispuesto en el art. 414 del CPCCN, a la cual
el juez al sentenciar considere pertinente.
— Cuando quien absuelva aposiciones por una persona
jurídica manifestara ignorar los hechos (art. 406, in fine ,
CPCCN).
— Cuando el absolvente manifestara no recordar el hecho
acerca del cual se le pregunta y las circunstancias del caso
337
hicieren inverosímil dicha contestación (art. 413, in fine ,
CPCCN).
— Cuando la declaración deba producirse mediante oficio y
éste no fuera contestado dentro del plazo fijado por el juez o
no se lo conteste en forma clara y categórica, afirmando o
negando (art. 407, CPCCN).
En todos estos casos, la confesión ficta implica tener al
absolvente por confeso, es decir por reconocidos los hechos
que afirmó el ponente en el pliego de posiciones.
Pero corresponde dejar sentado que en cualquiera de los
supuestos, la confesión ficta no tiene un valor absoluto, ya
que la misma debe ser sopesada con las demás
circunstancias de la causa(83) y las demás pruebas
producidas, a consecuencia de lo cual tendrá fuerza
probatoria cuando no exista otro elemento que la destruya y
en la medida en que las demás circunstancias de la causa
avalen los hechos referidos en las posiciones(84) .
339
CAPÍTULO 8
PRUEBA TESTIMONIAL
I. CONCEPTO
IV. OFRECIMIENTO
347
En este sentido, la jurisprudencia ha resuelto que podrá
admitirse la edad de 78(15) años, pero se ha inclinado en
general por la de 80(16) . Al respecto, coincidimos con
aquellos que sostienen que la cuestión deberá ser evaluada
teniendo en cuenta las peculiaridades y circunstancias de
cada caso, y no sólo la edad cronológica del testigo sino
también su estado general de salud y la existencia del peligro
de perderse la posibilidad de que éste declare
oportunamente.
Si bien la edad que tiene el testigo podrá acreditarse con
copia de su documento o con su partida de nacimiento, será
el juez quien la corroborará al momento de producirse la
declaración. Al respecto, se ha considerado que debe darse
por concluida la audiencia sin formular el interrogatorio al
testigo si resultare de sus respuestas a las generales de la
ley o de la exhibición de su documento, que su edad no se
encuentra encuadrada dentro de la norma en análisis(17) .
La enfermedad del testigo deberá acreditarse con un
certificado médico en el cual consten sus datos, la patología
que padece y el posible riesgo relacionado a la inminencia
de su muerte(18) . También podrá comprobarse con un oficio
a alguna institución médica u hospitalaria(19) .
Cuando se invoque que el testigo está próximo a ausentarse
del país, deberá probarse sumariamente la fecha en que
viajará, su destino y el tiempo por el cual se ausentará, lo
cual será evaluado por el juez teniendo en cuenta que si
regresa en un plazo breve, podrá señalarse audiencia para
su declaración en la etapa pertinente. Los recaudos
mencionados podrán acreditarse con constancias de
agencias de viajes, exhibición del correspondiente pasaje o
reserva hotelera, o por una declaración jurada extrajudicial
de alguna persona efectuada ante notario público(20) .
348
Una vez que el juez admite la prueba, lo cual se
decide inaudita parte , señalará audiencia principal y
supletoria, citándose a la parte contraria mediante cédula o
en su caso al Defensor Oficial conforme lo previsto en el
art. 327, a los fines de que puedan controlar su producción.
En caso de concurrir a la audiencia, la parte contraria podrá
repreguntar al testigo acerca de las respuestas que hubiese
brindado(21) y formular las observaciones que estime
pertinentes, pero sólo podrá formularle nuevas preguntas si
asimismo hubiese también ofrecido su declaración como
prueba anticipada.
La declaración testimonial anticipada tendrá pleno valor en el
proceso a promoverse o que ya se encuentre tramitando,
pudiendo ser citado nuevamente el testigo en la etapa
probatoria a fin de interrogarlo sobre hechos distintos de los
que fueron objeto de su declaración anticipada o cuando la
contraparte hubiese sido representada por el Defensor
Oficial(22) .
En segunda instancia, y de conformidad con lo previsto en el
inc. 4º del art. 260 del CPCCN, cuando se hubiere apelado la
sentencia definitiva en un proceso ordinario, las partes
podrán, dentro del quinto día de notificada la providencia que
anoticia que el expediente ha sido radicado en una sala,
replantear en la alzada la prueba testimonial que
considerasen que en primera instancia hubiese sido
indebidamente denegada o respecto de la cual hubiese
mediado una indebida declaración de negligencia o
caducidad en su producción, como así también ofrecerla
para acreditar los hechos nuevos que se aleguen en segunda
instancia, conforme lo dispuesto en el inc. 5º, apart. a) de la
norma precitada.
349
En virtud de lo previsto en el art. 429 del CPCCN, al ofrecer
la prueba de testigos, las partes "deberán presentar una lista
de ellos con expresión de sus nombres, profesión y
domicilio", y si no les fuere posible conocer alguno de esos
datos bastará que indiquen "los necesarios para que el
testigo pueda ser individualizado sin dilaciones y sea posible
su citación" (como, por ejemplo, el encargado del garaje sito
en...; o el portero del edificio de calle...).
El requerimiento de individualizar al testigo no sólo posibilita
su debida citación sino que se vincula con proporcionar a la
parte contraria la posibilidad de ejercer la facultad conferida
por el art. 428 del CPCCN en cuanto a que puede oponerse
a la declaración si se tratase de un testigo excluido y
asimismo de ejercer en el acto de la audiencia la facultad de
repreguntar o de impugnarlo(23).
Teniendo en cuenta lo dispuesto en la última parte del
art. 441 del CPCCN, si cuando el testigo comparece a
declarar resulta que los datos indicados por quien lo ofreciera
no coinciden en un todo con los que aquél expresa al
formulársele el interrogatorio preliminar, se le recibirá
igualmente declaración si se tratare indudablemente de la
misma persona y por las circunstancias del caso la contraria
no hubiera podido ser inducida a error.
El último párrafo del art. 333 del CPCCN, incorporado por
la ley 25.488, establece que "si se ofreciera prueba
testimonial se indicará qué extremos quieren probarse con la
declaración de cada testigo".
El mencionado agregado ha dado lugar a diversas críticas,
sobre todo teniendo en cuenta que no contempla ninguna
consecuencia desfavorable para el litigante que omite
cumplirlo. Es por ello que el requerimiento no constituye una
"carga procesal"(24) , por lo cual el juez no puede declarar
350
inadmisible la prueba cuando el oferente no indica sobre qué
hechos depondrá el testigo propuesto. En este orden de
ideas, tampoco corresponde limitar el derecho de quien
propuso al testigo, de su contrario o del juez, a preguntarle
sólo sobre los hechos que se hubieran mencionado al
ofrecerlo(25) .
No se encuentra previsto en nuestro ordenamiento la
sustitución de testigos. Sin embargo, suele ocurrir que
alguna de las partes pida la sustitución de la declaración de
un testigo por otro, planteo este del cual consideramos
corresponde correr traslado a la contraria.
Al respecto, sostiene Kielmanovich que no habría óbice al
tempestivo reemplazo de un testigo por otro, siempre que no
se hubiese propuesto un número mayor de testigos al
autorizado por la ley según la clase de proceso, o en caso
contrario su sustitución por otro de los que se hubiesen
propuesto y cuya declaración no se ordenara por haber
excedido del número de testigos posibles de ofrecerse,
siempre que en forma oportuna y debida se hubiere tratado
de notificarlo y la diligencia haya fracasado por muerte,
incapacidad o ausencia del testigo ofrecido en forma
originaria(26) .
V. TESTIGOS EXCLUIDOS
351
estuviere separado legalmente, salvo si se tratase de
reconocimiento de firmas".
Ello implica que las personas que tengan parentesco por
consanguinidad o afinidad en línea directa, es decir
ascendientes o descendientes, con alguna de las partes, no
podrán ser testigos en contra o a favor de cualquiera de ellas,
sin perjuicio de que puedan ser testigos hábiles en cualquier
otro proceso en el que no tengan parentesco con los
litigantes.
En consecuencia, no podrán ser testigos los padres, abuelos,
bisabuelos y demás ascendientes de las partes, como así
tampoco sus nietos, bisnietos y demás descendientes, ni sus
suegros, yernos o nueras.
El fundamento de la exclusión absoluta de los mencionados
parientes radica tanto en la preservación de la familia(27) y en
asegurar la solidaridad y cohesión(28) dentro de la misma,
como así también en proteger la esfera de privacidad de lo
que sucede dentro del seno familiar(29) .
Como la norma se refiere a consanguíneos o afines en línea
directa, no quedan incluidos dentro de la prohibición los
consanguíneos o afines en línea colateral, es decir los
hermanos(30) , tíos, sobrinos y primos de las partes ni sus
cuñados o cuñadas, los cuales sí podrán ser citados a prestar
declaración.
Por otra parte, al referirse la norma sólo a la exclusión del
"cónyuge, aunque estuviese separado legalmente",
coincidimos con quienes sostienen, sobre todo con la
incorporación del divorcio vincular a nuestro ordenamiento
jurídico en virtud de la ley 23.515, que quien se ha divorciado
de alguna de la partes puede declarar como testigo, toda vez
que ya no reviste la calidad de cónyuge(31) .
352
En atención a los términos de la norma precitada,
entendemos que la prohibición de declarar para las personas
mencionadas es absoluta, y toda vez que se funda en
razones de orden público debe ser rechazada in limine o
prescindirse de la misma si por error hubiese sido
producida(32) . Contrariamente, parte de la doctrina considera
que si por inadvertencia se ha tomado declaración a un
testigo excluido, ella podrá ser apreciada por el juez, toda vez
que el testigo ya declaró y nada se repararía con prescindir
del testimonio ya producido(33) .
Sin perjuicio de lo expuesto, se ha admitido
excepcionalmente la declaración de testigos excluidos en
procesos de familia(34) , y se ha considerado que ello podría
hacerse "siempre que las declaraciones de los parientes
sean a favor o en contra de la parte con la que se hallan
vinculados, resulten insubstituibles y por ende necesarias
para el esclarecimiento de los hechos controvertidos"(35) ,
criterio este que no compartimos frente a la expresa
prohibición de la norma actualmente vigente.
En efecto, la jurisprudencia tiene dicho que la exclusión como
testigos de las personas mencionadas en el art. 427 del
CPCCN no decae por consentimiento aunque fuere tácito de
la parte contraria del proponente, ni se altera por la
circunstancia de que el tribunal no hubiese advertido
oportunamente la violación de la norma(36) .
353
En su actual redacción, el art. 430 del CPCCN, prescribe que
"los testigos no podrán exceder de ocho por cada parte" y
que en caso de haberse ofrecido un número mayor, se citará
a los ocho primeros y luego el juez de oficio o a petición de
parte podrá disponer la recepción de otros testimonios entre
los propuestos, si fueren estrictamente necesarios.
Este máximo de ocho testigos es actualmente aplicable tanto
a los juicios ordinarios como a los sumarísimos, toda vez que
respecto de estos últimos, el art. 498 del CPCCN dispone
que su trámite se ajustará a lo establecido para los
ordinarios, con las modificaciones en dicha norma
especificadas, entre las cuales nada se dice acerca del
número de testigos.
En los incidentes, no podrán proponerse más de cinco
testigos por cada parte, en orden a lo expresamente
dispuesto en el art. 183 del CPCCN.
Se ha considerado que no correspondería computar como
integrando el número de testigos autorizados por la ley a los
que fueren exclusivamente citados para reconocer sus
firmas, por tratarse "más que de prueba testimonial, de una
prueba autónoma, en los términos y con el alcance que
previene el art. 378, segunda parte, del Código Procesal"(37) .
355
El CPCCN contempla en el art. 453 el supuesto en que el
testigo ofrecido se domicilie fuera de la jurisdicción del
tribunal donde tramita el proceso y a más de 70 km del
mismo, en cuyo caso tendrá el deber de declarar ante el juez
o tribunal de su domicilio, a quien se librará oficio a tal fin,
conforme ley 22.172.
Cabe señalar que coincidimos con quienes sostienen que la
norma es asimismo aplicable cuando la prueba testimonial
deba producirse en el extranjero(38) (en los términos de lo
dispuesto en el art. 369 del CPCCN), a cuyo fin se librará
exhorto, o cuando el testigo se encontrase imposibilitado de
concurrir a declarar (conforme lo previsto en el art. 436 del
CPCCN al cual nos hemos referido).
Los requisitos de admisibilidad de la prueba testimonial en
extraña jurisdicción, están expresamente contenidos en el
mencionado art. 453 del CPCCN, a tenor del cual quien la
ofrece tiene las siguientes cargas:
1) acompañar el interrogatorio, que deberá contener las
"generales de la ley";
2) indicar el nombre de las personas autorizadas para el
trámite del oficio u exhorto, quienes deberán ser abogados o
procuradores de la matrícula de la jurisdicción del tribunal
requerido, a no ser que por las leyes locales estuviesen
autorizadas otras personas, quienes asimismo podrán
sustituir la autorización.
Si no se observan estos recaudos cuando se ofrece la
prueba, no se admitirá su producción.
Con la finalidad de permitir a la parte contraria la fiscalización
de la prueba, el art. 454 del CPCCN prevé que el respectivo
interrogatorio quede a su disposición, pudiendo esta dentro
356
del quinto día proponer preguntas para el testigo. El
anoticiamiento del ofrecimiento de la probanza, como así
también de los datos del testigo y del respectivo
interrogatorio, es por ministerio de la ley(39) , juntamente con
las restantes pruebas ofrecidas, a excepción de la
documental, de la cual corresponde correrse traslado por
cédula.
El juez debe examinar los interrogatorios propuestos por
ambas partes pudiendo, en su caso, agregar preguntas o
suprimir las que considere superfluas. Asimismo, deberá fijar
un plazo dentro del cual la parte que ofreció la prueba tiene
que informar cuál es el tribunal en que ha quedado radicado
el oficio u exhorto, y la fecha de la audiencia. Entendemos
que el incumplimiento de esta carga configura otro supuesto
de caducidad de la prueba testimonial, en virtud de lo cual se
la tendrá por desistida de la misma.
La jurisprudencia ha resuelto que si el juez no fijó plazo para
que el oferente de la prueba informe la fecha de la audiencia
señalada en extraña jurisdicción y eso impide a la accionada
controlar la producción de la misma, ello evidencia la
existencia del perjuicio alegado, conduciendo a declarar la
nulidad de dicha prueba(40) .
La confección y diligenciamiento del oficio u exhorto —que
deberá ser confrontado y suscripto por el juez y el secretario
del juzgado— estará a cargo de quien propone la prueba.
357
Dispone el art. 435 del CPCCN: "Además de las causas de
justificación de la inasistencia libradas a la apreciación
judicial, lo serán las siguientes:
"1) Si la citación fuere nula.
"2) Si el testigo hubiese sido citado con intervalo no menor al
prescripto en el art. 433, salvo que la audiencia se hubiese
anticipado por razones de urgencia, y constare en el texto de
la cédula esa circunstancia".
A excepción entonces de estos dos supuestos expresamente
previstos en la norma, deberá el juez apreciar, en cada caso,
según las circunstancias y razones que se invoquen, la
existencia de causas que ameriten justificar la inasistencia
del testigo a la respectiva audiencia a la que fuera citado para
prestar declaración.
En este orden de ideas, se ha señalado que la enumeración
contenida en la precitada norma no resulta taxativa(41) , por
cuanto el testigo podría invocar ante el juez otras causales
distintas de justificación.
Ampliaremos el desarrollo de esta cuestión al referirnos en el
punto XIV al deber de comparecer del testigo.
XI. EL INTERROGATORIO
359
desistido de aquélla sin sustanciación alguna. Volveremos
sobre el punto en el punto XVII.
Aunque las partes no lo pidan, el cuestionario debe comenzar
siempre con el denominado "interrogatorio preliminar", en el
cual se pregunta al testigo acerca de las llamadas "generales
de ley". Al respecto, y a tenor de lo dispuesto en el art. 441
del CPCCN, será interrogado:
1) Por su nombre, edad, estado civil, profesión y domicilio.
2) Si es pariente por consanguinidad o afinidad de alguna de
las partes y en qué grado.
3) Si tiene interés directo o indirecto en el pleito.
4) Si es amigo íntimo o enemigo.
5) Si es dependiente, acreedor o deudor de alguno de los
litigantes, o si tiene algún otro género de relación con ellos.
Con las respuestas al premencionado cuestionario podrá
verificarse que el testigo sea efectivamente quien fue
ofrecido, que no se encuentre excluido en virtud de los
términos del art. 427 del CPCCN y que sea hábil, pues en
caso contrario, no podrá declarar.
Asimismo, podrán surgir otras circunstancias que si bien no
impedirán que el testigo declare, harán en definitiva a su
idoneidad y, por ende, a la fuerza probatoria de su testimonio.
360
Para el caso en que se omitiera interrogar al testigo sobre
las "generales de la ley", la jurisprudencia y la doctrina han
entendido que en principio, acarrea la nulidad absoluta de
la declaración(44) si se hubiese violado alguna regla de
orden público (como por ejemplo que declare un testigo
excluido), aunque podría tratarse de una nulidad
relativa(45) susceptible de subsanarse (por ejemplo, en lo
que respecta a los datos del testigo).
1. Forma de interrogación
361
En relación con ello, ha dicho la jurisprudencia que no toda
sugerencia al testigo es ilícita ni está necesariamente dirigida
a transgredir la libertad subjetiva del mismo u obtener la
desviación de la verdad de lo que declara bajo juramento(48) .
Se ha también resuelto que el hecho de que las preguntas se
hayan formulado en forma asertiva no es causal de invalidez
del testimonio y sólo justifican que los dichos del testigo sean
valorados con mayor rigor crítico(49) .
A fin de evitar que el testigo incurra en confusiones(50) , cada
pregunta debe contener sólo una interrogación (por ejemplo,
"Si sabe el testigo ¿dónde vive el demandado?", y no "Si
sabe el testigo ¿dónde vive actualmente el demandado y
dónde vivía en el año...?"); por otra parte, no pueden
redactarse en términos afirmativos (por ejemplo: "¿Estaba
Ud. en la casa del demandado el día...?", sino que debería
preguntarse: "¿Dónde se encontraba Ud. el día...?").
No deben admitirse las preguntas que ofendan al testigo o
afecten indebidamente su dignidad o intimidad.
362
contrainterrogarlo(51) acerca de las respuestas que ha
brindado, sea para clarificarlas o ampliarlas, como así
también respecto de cualquier hecho que resultare
controvertido en la causa, claro está siempre que hubiese
sido alegado oportunamente por las partes y fuere
conducente para la dilucidación del litigio(52) .
Podrá asimismo repreguntarse al testigo acerca de sus
respuestas brindadas al contestar el interrogatorio preliminar,
cuestiones estas que hacen a la idoneidad de su declaración.
Cuadra destacar que la finalidad primordial del
contrainterrogatorio es investigar el grado de veracidad y
sinceridad de la declaración anteriormente prestada(53) .
366
hasta que la sentencia quede firme, quedando el restante
ejemplar a disposición de las partes para su consulta.
La Resolución 787/90 de la CSJN autoriza la filmación de las
audiencias que se llevan a cabo en el tribunal, y asimismo
por medio de la Resolución 356/93 ratifica la posibilidad de
videofilmar las audiencias de prueba, sin necesidad de
transcribir o desgrabar las manifestaciones de los testigos o
las partes.
En un muy interesante trabajo, el Dr. Diego Iparraguirre
explica detalladamente las ventajas de la utilización del
sistema de videofilmación de las audiencias de absolución
de posiciones y de testigos, así como también la forma en
que se llevan a cabo(55) .
Describe el sistema de la doble grabación simultánea en dos
videocaseteras, quedando un video original reservado en la
Secretaría y otro —que también se reserva—, para ser
prestado a las partes en la oportunidad de alegar. Agrega
que el juez, Secretario o la persona a quien se hubiese
delegado la celebración de la audiencia, levanta el acta en la
que se transcribe sólo el nombre de las partes, de sus
abogados y del testigo que declara, videofilmándose el resto.
Afirma que en las audiencias testimoniales videofilmadas, "el
juez —tanto de primera como de segunda instancia— se
halla en óptimas condiciones para apreciar la sinceridad o
credibilidad de los dichos de un testigo" y que con dicho
sistema se optimizan el tiempo y los recursos humanos
"lográndose la genuina versión de lo expresado en las
audiencias", "muchas veces desvirtuada a causa de errores
de interpretación, sintácticos e incluso ortográficos"(56) .
367
infraestructura adecuadas para videofilmar o fonograbar
las audiencias, aunque la experiencia recogida en aquellos
en los cuales sí se hace nos muestra la gran utilidad del
sistema, esencialmente como aplicación del principio
procesal de inmediación.
En virtud de lo dispuesto en el art. 115 del CPCCN, si el
testigo no conoce el idioma nacional, el juez debe designar
por sorteo un traductor público; y si el testigo es sordo,
mudo o sordomudo que sólo sabe darse a entender por
idioma especializado (señas), el juez debe designar a un
intérprete.
En primer lugar, y en los términos del art. 440 del
CPCCN, el testigo debe prestar juramento o promesa de
que dirá la verdad y será informado acerca de las
consecuencias penales de que resultará pasible en caso
que incurriese en el delito de falso testimonio.
No obstante dichos recaudos, el CPCCN no contempla la
consecuencia que se derivaría de la declaración del testigo
sin haber prestado juramento de decir verdad, lo cual
puede suceder a consecuencia de una omisión involuntaria
de quien toma la audiencia, que a veces se subsana
convocando nuevamente al testigo para que cumpla con
dicho recaudo en relación con la declaración que ha
brindado. Al respecto, coincidimos con quienes consideran
que dicha omisión no acarrea la nulidad(57) del testimonio y
que una vez incorporado al proceso puede ser considerado
por el juez de acuerdo a las reglas de la sana crítica y en
concordancia con otras pruebas de la causa(58) .
Una vez cumplidos los pasos mencionados, se solicita al
testigo que exhiba el documento que identifique su identidad
y se le pregunta por las "generales de la ley", a lo cual ya
368
hemos hecho referencia precedentemente, para continuar
luego con el correspondiente interrogatorio.
El testigo deberá responder —como dijéramos— a viva voz
y de conformidad con lo dispuesto en el art. 445 del CPCCN.
Es decir, sin poder leer notas o apuntes, a menos que por la
índole de la pregunta se le autorizara, dejándose constancia
de ello en el acta; debiendo en todos los casos dar razón de
sus dichos.
Una vez finalizado el interrogatorio, si la parte que ofreció la
prueba se encontrase presente (por sí o por medio de
apoderado), podrá ampliar el interrogatorio, luego de lo cual
la parte contraria podrá ejercer, como dijéramos, la facultad
de repreguntar contemplada en el art. 442 del CPCCN.
Durante el transcurso de la audiencia, resulta sumamente útil
estar atento a cuáles son las preguntas o repreguntas que se
efectúan (a los fines de constatar que las mismas estén
formuladas correctamente) como asimismo a la forma de las
respuestas, lo cual en definitiva redundará en la mayor o
menor credibilidad que tendrá el testimonio.
Finalizada la declaración, el testigo podrá leerla y solicitar la
corrección o rectificación de aquello que considerase no es
conteste con lo que ha expresado, de lo cual deberá dejarse
constancia en el acta respectiva, que luego se cierra siendo
suscripta por el testigo, juez o secretario y letrados que
hubiesen estado presentes en la misma.
En virtud de lo dispuesto en el art. 447 del CPCCN, y a no
ser que el juez dispusiere lo contrario, los testigos deberán
permanecer en el juzgado hasta que concluya la audiencia y
declaren los restantes. Con ello se persigue, esencialmente,
que los testigos no se comuniquen entre sí acerca de qué les
preguntaron o qué respondieron, y posibilitar eventualmente
369
la realización de algún careo (conf. art. 448, CPCCN). El
cumplimiento de la norma antes mencionada juntamente con
la concurrencia de otros factores como ser la existencia de
una adecuada sala de audiencias, la correcta ubicación en la
cual deponga el testigo y la conveniencia de que los letrados
se dirijan al tribunal ante cualquier manifestación que
efectúen durante el acto, influirán positivamente en la calidad
del acta que se labre(59) , y en definitiva en la apreciación del
testimonio contenido en la misma.
1. Deber de comparecer
370
Conforme surge del lo establecido en el art. 431 del CPCCN,
el juez, además de designar la audiencia a la que deberá
concurrir el testigo, fijará en fecha próxima a ella, una
"audiencia supletoria" a fin de que en la misma presten
declaración los testigos que justificadamente no hubiesen
comparecido a la primera. Si el testigo no justificare su
inasistencia a la primera audiencia, será traído a la supletoria
por medio de la fuerza pública y se le impondrá una multa de
hasta $ 1.000 (pesos mil), sin perjuicio de la sanción penal
que le correspondiere conforme lo prescripto en el art. 243
del Código penal, que prevé prisión de 15 días a un mes para
aquel que legalmente citado como testigo no compareciere.
En virtud de lo previsto en el inc. 2º del art. 432 del CPCCN,
si el testigo no comparece a la primera audiencia sin invocar
causa justificada, quien ofreció la prueba tiene la carga de
solicitar que se ordene la intervención de la fuerza pública
para traerlo a la audiencia supletoria, toda vez que de no
hacerlo se lo tendrá por desistido del testigo, a pedido de
parte y sin sustanciación alguna. Igual consecuencia se
producirá si el testigo no concurre a la audiencia supletoria
por motivos no imputables a la parte y ésta no solicitare
nueva audiencia dentro del quinto día, conforme lo dispone
el inc. 3º de la precitada norma.
A la luz de lo expuesto, cabe señalar que no es facultad del
testigo optar por concurrir a la audiencia denominada
principal (que es la primera que se fija) o a la supletoria, sino
que tiene la obligación de comparecer a la primera, a no ser
que justifique debida y oportunamente su imposibilidad de
hacerlo.
Como ya lo señaláramos, el art. 435 del CPCCN establece
que son causas justificadas de la incomparecencia del
testigo, además de las libradas a la apreciación judicial (por
371
ejemplo, una inundación, un incendio u otra contingencia
atendible), la nulidad de la citación y que la misma no se
hubiere efectuado con la debida antelación —es decir, por lo
menos tres días antes de la audiencia—, salvo que ésta se
hubiese anticipado por razones de urgencia y ello constare
en el texto de la cédula.
Las excepciones al deber de comparecer son las que se
encuentran contempladas en los arts. 426, 436 y 455 del
CPCCN.
Conforme surge del art. 426 del CPCCN, el testigo
domiciliado dentro de un radio de 70 km del tribunal al cual
debe concurrir a declarar está obligado a comparecer, salvo
que justifique su imposibilidad de hacerlo con anterioridad a
la audiencia, en cuyo caso y de ser atendibles los motivos,
podrá posponerse la misma u ordenarse que declare ante el
juez de su domicilio.
El art. 436 del CPCCN señala que si alguno de los testigos
estuviese imposibilitado de comparecer al juzgado o tuviere
alguna otra razón atendible a criterio del juez para no hacerlo,
será examinado en su casa, ante el secretario, estando
presentes o no las partes, según las circunstancias, en cuyo
caso y a los fines de garantizar la fiscalización de la prueba
podrán examinar previamente el interrogatorio y proponer
preguntas en los términos del art. 454 del CPCCN.
En caso de enfermedad del testigo y a fin de que el juez
resuelva si corresponde señalar otra audiencia o tomarle
declaración en el lugar en el cual se encuentre, aquélla
deberá justificarse con iguales recaudos que los previstos
cuando se tratase de prueba confesional, es decir: con
anticipación suficiente y mediante la presentación de un
certificado médico en el que conste la fecha, el lugar donde
se encuentra el testigo enfermo y el tiempo que durará el
372
impedimento para concurrir a declarar, como así también "la
naturaleza de la afección que padece"(60) .
Concluye el art. 436 del CPCCN señalando que si se
comprobase que no obstante las razones invocadas por el
testigo éste no se encontraba imposibilitado de comparecer
a declarar, se le impondrá una multa y se fijará una nueva
audiencia a realizarse dentro del quinto día, disponiéndose
la comparecencia del testigo a la misma por medio de la
fuerza pública.
La restante excepción al deber de comparecer de los testigos
es la contemplada en el art. 455 del CPCCN respecto de los
funcionarios que determine la reglamentación de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, los cuales responderán
por escrito el interrogatorio que se les formule, bajo
juramento o promesa de decir verdad, dentro del plazo que
fije el juez, el cual será de diez días si no se lo hubiese
indicado expresamente. Prevé asimismo la citada norma que
"la parte contraria a la que ofreció el testigo podrá presentar
un pliego de preguntas a incluir en el interrogatorio".
La nómina de los funcionarios que se encuentran incluidos
dentro de esta excepción a la obligación de comparecer a
prestar declaración testimonial, se encuentra contenida en la
Acordada de la CSJN de fecha 20 de diciembre de 1967, y
es la siguiente: Presidente y Vicepresidente de la Nación;
Ministros y Secretarios del Poder Ejecutivo de la Nación y de
las Provincias; Subsecretarios de los Ministerios y
Secretarías de Estado; Gobernadores y Vicegobernadores
de las Provincias, Legisladores Nacionales y Provinciales;
Ministros y Secretarios del Poder Ejecutivo de las Provincias;
Magistrados de la Justicia Nacional y Provincial y
funcionarios asimilables; Obispos y Prelados, el Procurador
del Tesoro; los Fiscales de Estado; Intendentes Municipales;
373
Presidentes de los Consejos Deliberantes y Secretarios del
Departamento Ejecutivo de las Municipalidades; Oficiales
Superiores de las Fuerzas Armadas; los gerentes o titulares
de cargos que importen representación legal de entidades
autárquicas y Empresas del Estado Nacionales y
Provinciales; Jefes y Subjefes de la Policía Federal y de las
Provincias, Embajadores, Ministros Plenipotenciarios y
Cónsules Generales; Rectores y Decanos de Universidades
Nacionales; Presidentes de bancos oficiales y provinciales;
Directores de Institutos Penales de la Nación y de las
Provincias; Jefes de Reparticiones de la Administración
Pública Nacional, Provincial y Comunal que, en atención al
buen servicio no deban, a juicio del juez, comparecer
personalmente a declarar.
375
legales que lo regulen(65) , como asimismo el respeto por la
dignidad de las personas y la primacía del interés social
comprometido en que la lealtad profesional quede a
cubierto de toda desconfianza por sobre la eventual
comprobación de la verdad de un hecho(66) .
Se ha resuelto al respecto que resulta violado el secreto
profesional, tipificándose el delito previsto en el art. 156 del
Código Penal, cuando existe la posibilidad de causar daño
al cliente(67) .
XV. CAREO
Señala Palacio que el careo "es el acto mediante el cual
se interroga en forma simultánea a dos testigos, o a un
testigo y a una de las partes, con el objeto de disipar la
incertidumbre resultante de las contradicciones o
divergencias que median entre sus respectivas
declaraciones acerca de uno o más hechos"(70) .
Es decir que el careo puede producirse entre testigos o
entre testigos y partes, pero no entre partes, no pudiendo
producirse entre más de dos personas(71) .
Al respecto, el art. 448 del CPCCN prescribe que "Se
podrá decretar el careo entre testigos o entre éstos y las
partes", y que si por residir alguno de ellos en diferentes
lugares el careo fuese dificultoso o imposible, "el juez podrá
377
disponer nuevas declaraciones por separado, de acuerdo
con el interrogatorio que él formule".
En esta disposición se encuentran contemplados tanto el
denominado careo total (que es cuando los dos declarantes
están presentes y enfrentados(72) ) como el careo parcial
(que es cuando las declaraciones se producen por
separado) y puede efectuarse entre testigos ofrecidos por
distintas partes o por la misma, toda vez que los testigos
pertenecen al proceso(73) y no a quien los ofreció.
Se ha considerado que el careo procede aunque no
hubiese contradicciones si el juez entendiere necesaria la
confrontación de los testigos entre sí o con las partes, con
miras a esclarecer lo sustentado en las respectivas
declaraciones(74) .
En virtud de los términos de la norma precitada, se trata
de una medida que se encuentra supeditada al arbitrio del
juez(75) , lo cual no obsta a que sea dispuesta a pedido de
parte. Cuando los testigos declararon el mismo día y se
encuentran aún presentes en el tribunal, puede ordenarse
el careo en ese mismo acto.
380
diligenciamiento. Algunos tribunales ya dejan ordenado el
oficio para hacer comparecer al testigo por medio de la fuerza
pública a la audiencia supletoria, al momento de señalar las
fechas de las audiencias, en cuyo caso quien la ofreció debe
sólo acompañar el oficio a confronte y luego diligenciarlo con
debida antelación.
Claro está que el traer al testigo por la fuerza pública, sólo
resultará procedente de haber sido citado en debida forma y
con la debida antelación a la fecha de la audiencia principal.
En estos casos deben extremarse los recaudos para verificar
el cumplimiento de estos extremos al momento de
suscribirse el oficio respectivo.
Ahora bien, en el supuesto de que el testigo compareciere
espontáneamente a la audiencia supletoria, sin haber la
parte oferente de la prueba activado con debida antelación
—para poder ser cumplidas— las medidas de compulsión
para que fuese traído por la fuerza pública, compartimos la
postura que sostiene que no habría caducidad de la prueba
en tal caso(77) , por cuanto "desechar la audiencia de un
testigo que concurre al juzgado el día y hora señalados,
simplemente porque no fue traído por la fuerza pública, no
sólo contraría a la ley, sino a elementales principios de
Derecho Procesal"(78) .
De adoptarse este criterio, debería el juez aguardar hasta la
fecha en que fue fijada la audiencia supletoria para expedirse
acerca del pedido de caducidad que efectuare la contraria,
por ejemplo, un día antes de dicha audiencia sin que se
hubieran solicitado o cumplimentado las diligencias para
efectivizar la comparecencia del testigo por medio de la
fuerza pública. Vemos en la doctrina posiciones encontradas
sobre el tema.
381
El tercer inciso se vincula con aquellos supuestos en que la
audiencia supletoria no se hubiese celebrado por motivos no
imputables a quien ofreció la prueba, como por ejemplo que
se hubiese decretado inhábil o feriado la fecha de la
audiencia con posterioridad a la fecha en que fue señalada y
el tribunal no la hubiese postergado o anticipado.
Otro supuesto de caducidad es el contemplado en
el art. 434 del CPCCN, que dispone que "El testigo será
citado por el juzgado, salvo cuando la parte que lo propuso
asumiere la carga de hacerlo comparecer a la audiencia", y
en este caso "si el testigo no concurriere sin justa causa, de
oficio o a pedido de parte y sin sustanciación alguna se lo
tendrá por desistido".
Se advierte aquí que la caducidad procede en este caso de
oficio o a pedido de parte, debiendo acreditarse la justa
causa de incomparecencia del testigo antes de la fecha de la
audiencia, en el mismo acto o hasta cinco días después de
la fecha de la misma por analogía con lo normado en el citado
art. 432 inc. 3º, del CPCCN(79) .
Por su parte, el art. 437 del CPCCN establece lo siguiente:
"Si la parte que ofreció el testigo no concurriere a la audiencia
por sí o por apoderado y no hubiese dejado interrogatorio, se
la tendrá por desistida de aquél sin sustanciación alguna".
383
Ahora bien, a ello cabe agregar la facultad del juzgador
contenida en el apart. 4º, inc. b), del art. 36 CPCCN, que
remite a su vez al art. 452 del citado cuerpo legal, en virtud
del cual el juez podrá disponer de oficio la declaración
testimonial de aquellas personas "mencionadas por las
partes en los escritos de constitución del proceso, o
cuando, según resultare de otras pruebas producidas,
tuvieren conocimiento de hechos que puedan gravitar en la
decisión de la causa".
Claro está que de hacer uso el juez de esta facultad, debe
ello anoticiarse debidamente a las partes, a fin de que
puedan ejercer el debido contralor de la declaración.
Como ya dijéramos en el referido ítem, compartimos en
este punto el criterio de quienes consideran que no quedan
comprendidos dentro de esta facultad del juez aquellos
testigos respecto de los cuales se hubiese decretado la
negligencia o caducidad probatoria —por cuanto ello
implicaría suplir la inactividad de la parte en materia
probatoria que así ya se hubiese decretado—(82) , o para
nosotros, también aquellos testigos de cuya declaración se
hubiese desistido.
XXI. INCIDENTES
386
A diferencia de lo que ocurre cuando se produce la
absolución de posiciones, en la audiencia donde declaran los
testigos deben resolverse las incidencias que se susciten, las
cuales tendrán lugar generalmente cuando alguna de las
partes se opone a la pregunta que la contraria formula al
testigo, en el entendimiento de que la misma no se refiere a
un hecho objeto de prueba, que sugiere la respuesta, que
contiene más de una interrogación, que no está redactada de
modo interrogativo o que contiene referencias técnicas
cuando el testigo no es una persona especializada.
En estos casos, efectuada la oposición —debe hacerse salir
al testigo de la sala de audiencias (a efectos que éste no se
vea influenciado por las manifestaciones que se viertan)— y
la misma se funda, sustancia y resuelve en dicho acto,
mediante una resolución interlocutoria dictada por el juez,
todo lo cual debe quedar sentado en el acta.
387
XXIII. TESTIMONIAL A PRODUCIRSE EN EXTRAÑA
JURISDICCIÓN
2. Requisitos de admisibilidad
389
Puede ocurrir que en un proceso la prueba testimonial
consista únicamente en la declaración de un solo testigo.
Si bien ello no es óbice a la consideración de la probanza,
el juez debe apreciar en cada caso, a tenor de las reglas
de la sana crítica, y demás constancias y probanzas
producidas en la causa, qué valor atribuirá a la declaración
proveniente de un testigo único.
Existe copiosa jurisprudencia sobre la cuestión,
habiéndose resuelto que la declaración de un solo testigo
obliga al juzgador a apreciar sus dichos con criterio
restrictivo(91) y con mayor rigidez(92) .
Se ha señalado asimismo que si bien los dichos del
testigo único deben ser valorados con criterio restrictivo, no
lo es menos que nada autoriza a prescindir de su
declaración cuando no se advierten señales de
mendacidad, parcialidad o complacencia del testigo hacia
alguna de las partes, pues la antigua norma testis unus
testis nullus ("testigo único testigo nulo") ha desaparecido
prácticamente del derecho procesal moderno(93) .
En relación con la mencionada regla, se ha considerado
que si bien al declarar un único testigo no existe la garantía
que supone la concordancia entre las declaraciones de
varios, ella puede hallarse compensada por la calidad del
testigo único y la exigencia de valorarse su declaración con
mayor severidad y mayor rigorismo crítico, tratando de
desentrañar su mérito o inconsistencia mediante su
confrontación con las demás circunstancias de la causa(94) .
XXVI. VALORACIÓN
390
Al igual que las restantes pruebas que se produzcan en
el proceso y conjuntamente con ellas, la testimonial habrá
de ser valorada por el juez en la oportunidad de dictar la
sentencia definitiva, según las reglas de la sana crítica, y
teniendo en cuenta las circunstancias y los motivos que
corroboren o disminuyan la fuerza de las declaraciones,
conforme lo previsto en el art. 456 del CPCCN.
Son diversos los factores que el juez deberá ponderar al
momento de valorar la prueba de testigos, sobre todo en lo
que respecta a los datos que surjan de sus respuestas a
las generales de la ley, de las cuales resultará la edad del
declarante, dónde vive, si tiene o no parentesco o
vinculación con las partes, o si tiene algún interés en el
pleito.
Asimismo, deberá examinarse la coherencia en la
exposición, el lenguaje utilizado, la ubicación del testigo en
el tiempo y espacio, y la razón de sus dichos, lo cual
permitirá saber si conoció los hechos por su propia
percepción o por comentarios o referencias, teniendo en
cuenta que la imposibilidad de precisar algunos detalles no
disminuye el valor de las declaraciones si el testigo ha
respondido de modo positivo a la mayor parte de las
preguntas aportando muchos detalles(95) .
391
A ello cabe agregar que la falta de impugnación de las
declaraciones testimoniales no puede obligar al juez a
aceptarlas por esa sola circunstancia(97) y que el testimonio
no puede, en principio, prevalecer por sobre la opinión
técnica volcada en el dictamen pericial(98) .
En definitiva, en la apreciación de la prueba testimonial lo
relevante será el grado de credibilidad de los dichos en
orden a las circunstancias personales de los testigos, la
razón de ser de su conocimiento, la coherencia y el interés
en el asunto(99) , pudiendo los magistrados inclinarse hacia
aquellas declaraciones que les merezcan mayor fe para
iluminar los hechos de que se trate(100) .
392
éstos que de no concurrir total o parcialmente, autorizan a
alegar sobre la idoneidad del declarante(101) .
Se ha resuelto asimismo que frente a la declaración de
quienes dicen haber presenciado hechos, conforme a sus
sentidos, siendo contestes, categóricos y aparentemente
veraces en sus dichos, cuando no existen en la causa otros
elementos de convicción que desvirtúen tales testimonios, el
juez no puede apartarse de las conclusiones que de ellos se
infieran(102) .
En lo que respecta a la credibilidad de los testigos, debe
considerarse que ella no depende del número de deponentes
sino de la verosimilitud de sus dichos, probidad científica,
latitud y seguridad del conocimiento que manifiestan, como
así también razones de la convicción que declaran y
confianza que inspiran(103) .
394
Por otra parte, se ha decidido que el solo hecho de que los
testigos hayan declarado en sede penal en modo alguno les
acuerda valor probatorio a sus testimonios cuando del
examen de sus dichos no surge la fuerza de convicción
adecuada(108) .
395
relativas a la fuerza y eficacia de las declaraciones de los
testigos, máxime en ausencia de otros medios de prueba.
6. Crítica de la declaración
7. Buena fe
Entendemos que debe presumirse la buena fe y
sinceridad del testigo, claro está, a no ser que se
evidencien circunstancias que hicieren dudar de ello, como
sucedería si el testimonio se contrapone a otros medios de
prueba coincidentes o a las declaraciones contestes de
otros testigos.
Se ha señalado al respecto que existe "una mayor
probabilidad de que haya buena fe cuando se declara
judicialmente si el testigo es capaz y no tiene antecedentes
de perversión, deshonestidad o falso testimonio, en razón
de la solemnidad del acto..."(111) .
396
Así, se ha resuelto que el hecho de que los testigos hayan
sido coincidentes en sus declaraciones, no autoriza a
considerarlos mendaces en sus declaraciones, sobre todo si
declararon a tenor de un único interrogatorio y respecto de la
misma situación(112) .
8. Declaraciones contradictorias
397
10. La calidad de "amigo íntimo" del testigo en los
juicios de divorcio
400
16. El testigo preconstituido
401
CAPÍTULO 9
PRUEBA PERICIAL
I. CONCEPTO
403
poseen conocimientos científicos, artísticos o prácticos —
más amplios que por lo común pueden tener los jueces—
perciben, verifican hechos y hacen saber a los magistrados
su opinión fundada en la interpretación de los mismos,
apreciándolos de acuerdo a esos conocimientos especiales
que tienen y que sirven para formar la convicción del
sentenciante(7) y tiene por objeto auxiliar al juez en la
apreciación de los hechos controvertidos a través de la
opinión o dictamen de quienes tienen adquiridos
conocimientos especiales en alguna ciencia, arte, industria o
actividad técnica(8) .
Conforme ya se sostuvo, si bien es cierto que la opinión del
perito no es vinculante para el juez, no lo es menos que
posee particular eficacia probatoria en materias propias de
su especialidad, dada la subjetividad que cabe suponer en
un auxiliar de la justicia y los conocimientos técnicos que
respaldan sus conclusiones. Por lo tanto, para apartarse de
ellas, es imprescindible contar con elementos de juicio que
permitan fehacientemente concluir sobre el error en que haya
incurrido o inadecuado interpretación de los hechos que se
discuten en la causa.
En efecto, si bien el perito es un auxiliar de la justicia y su
misión consiste en contribuir a formar la convicción del juez,
razón por la cual la labor pericial no tiene, en principio, efecto
vinculante, la circunstancia de que el dictamen no obligue al
juez, salvo en los casos en que así lo exige la ley, no importa
que éste pueda apartarse arbitrariamente de la opinión
fundada del perito idóneo(9) .
Los conocimientos y la experiencia personal adquirida por los
jueces como consecuencia del ejercicio de su función,
pueden servir para solicitar a los peritos que aclaren o
amplíen sus informes, o para ordenar medidas tendientes a
404
esclarecer sus posibles dudas, pero de ninguna manera para
suplir o contradecir los medios ordinarios de prueba, desde
que tales conocimientos, no son pruebas en sí mismas sino
sólo apreciaciones de criterio que al traerlos de oficio al
proceso e incorporarlos a la sentencia, puede llegar a
transgredir el derecho de defensa de las partes al impedirles
el debido control inherente a la garantía del debido proceso.
Así se decidió que una actitud semejante cercenaría el
derecho de defensa en juicio, en la medida en que el auxilio
que el juez requiere no es a título de consulta, sino de
producción de medios de prueba que aumentan las formas y
las vías para alcanzar la verdad(10) .
Por ello, los jueces deben ser muy cautos en este sentido, a
la hora de decidir apartarse de las conclusiones del perito.
Es sabido también que las partes involucradas en el proceso
tienen la facultad de impugnar el dictamen, así como de
valerse para ello de la opinión de sus consultores técnicos.
Sin embargo, debe señalarse que no es dable admitir
cualquier tipo de impugnación sino aquellas que se funden
objetivamente en la incompetencia del experto, en errores o
en el uso inadecuado de los conocimientos técnicos o
científicos en los que pudiese haber incurrido. La
impugnación debe consistir en una "contra pericia" y, por
ende, contener también como aquélla una adecuada
explicación de los principios científicos o técnicos y
concuerda con lo demás elementos de ponderación obrantes
en la causa, la sana crítica aconseja, en principio, que frente
a la imposibilidad de oponer argumentos de igual naturaleza
y de mayor peso convictivo, se acepten las conclusiones de
aquél(11) .
405
Es que la impugnación de la pericia puede obedecer a dos
órdenes de razones, teniendo en cuenta el cumplimiento de
su finalidad dentro del proceso; a) por motivos de índole
procedimental, vinculados con la validez misma del medio
probatorio en cuestión (así, v.gr., la ordenación de la prueba
por el órgano jurisdiccional, la capacidad del perito, la
aceptación del cargo, el juramento, etc.); b) por motivos que
afectan al contenido de la pericia, en directa relación con su
eficacia probatoria (por ej., la falta de basamentos científicos
del dictamen pericial, la existencia de pruebas que lo
desvirtúen, la incoherencia del trabajo, etc.)(12) .
Sostiene Palacio(13) que la prueba pericial tiene los siguientes
caracteres:
I. Se trata de un medio probatorio histórico, ya que aporta
datos mediatos y representativos con relación a los hechos a
probar.
II. Atendiendo a su estructura, es un medio de prueba
personal, por cuanto utiliza como instrumento probatorio a
una o más personas, las que deben revestir el carácter de
terceros en el proceso; pero a diferencia de lo que ocurre con
los testigos, recién se relacionan con los hechos a probar en
el curso del proceso.
III. El dictamen pericial puede versar sobre la comprobación
de un hecho —por ejemplo: comprobar las dimensiones de
un terreno—, o bien puede consistir en la enunciación de los
juicios o deducciones técnicas que el perito ha extraído del
hecho examinado, v.gr., determinar si un documento es
verdadero o falso.
Es decir que la procedencia de esta prueba está supeditada
a la existencia de hechos controvertidos, por lo tanto, desde
este punto de vista, la peritación se centrará sobre hechos
406
no prohibidos por la ley, de naturaleza técnico-científica, que
el juez no conoce o por lo menos la ley no obliga a
conocer(14) .
Se desarrolla en medio de elementos subjetivos, formados
por los sujetos de la prueba pericial, es decir, el órgano
judicial, las partes y el perito o peritos, y los objetivos, que
son los hechos a probar, que deben ser controvertidos,
conducentes y susceptibles de percepción directa por parte
del perito y adecuados a su especialidad(15) .
407
Viene al caso señalar que el término "prueba" alude a la
actividad procesal a cargo de las partes destinada a crear la
convicción del juez. No es el perito, sino la peritación.
Si bien el Código refiere a prueba pericial, lo cierto es que se
trata de un medio para la obtención de una prueba, que está
constituida por el hecho mismo, y los peritos no hacen sino
ponerlos de manifiesto(17) .
Es decir que la prueba de peritos no es una prueba en sí
misma, sino un medio para la obtención de una prueba,
puesto que sólo aporta elementos de juicio para
valoración(18) .
A su turno, debe señalarse que el peritaje en sí mismo es el
estudio que elabora el perito en base a su ciencia, acerca de
los elementos que obran en la causa a través de mediciones,
análisis, ensayos, estudios específicos que, en definitiva,
constituyen el fundamento de una conclusión que finalmente
volcará en su dictamen.
La peritación debe reunir los requisitos que fija la ley para
tener eficacia probatoria. Y dentro de ellos se encuentra el
más importante, el dictamen. Éste debe ser claro y sencillo,
explicando las cuestiones científicamente y debe contener
los puntos de pericia, que si hubieren sido presentados por
el actor y demandado, deberá ser contestado en ese orden y
en el de las preguntas realizadas, dejando debida constancia
del hecho y de las referencias realizadas(19) .
Para cumplimentar la tarea encomendada, los peritos deben
necesariamente ceñirse exclusivamente a los puntos de
peritación fijados por las partes en el proceso.
En este sentido se decidió que si bien los peritos deben dar
cumplimiento a su misión de acuerdo con los puntos fijados
408
por las partes y tienen, en principio, cierta independencia en
la elección de los medios que han de utilizar para llevar a
cabo su cometido y dirigir sus operaciones, no corresponde
que el tribunal considere sus conclusiones, si para arribar a
ella, el experto examinó y se refirió a documentos no
ofrecidos ni agregados oportunamente como prueba por las
partes(20) .
412
podríamos referir como de última generación, merced a los
avances producidos en la ciencia(28) .
Existen infinidad de hechos jurídicos procesales cotidianos,
donde gracias a los grandes avances de la ciencia, se ha
podido determinar fehacientemente que una persona
fallecida era hijo de otra persona determinada, gracias a un
proceso relacionado con el estudio del ADN "mitocondrial",
despejando las dudas de una madre, dando las respuestas
que la misma buscaba desde lo espiritual y lo psicológico,
sólo con obtener material cadavérico del presunto hijo, y
muestras de sangre de la madre(29) ; o bien si a los fines
sucesorios el peticionante guarda parentesco con el
fallecido(30) .
Así se decidió que la prueba de ADN a los fines de establecer
la filiación no es una prueba meramente complementaria sino
un método principal y autosuficiente para arribar a una
conclusión definitivamente positiva o negativa de tal
extremo(31) .
414
Sus términos son claros y, por lo tanto, sólo con la presencia
del magistrado puede cumplirse con lo que la norma dispone.
Ello le otorga al proceso la inmediatez y agilidad que requiere
dicho acto, evitando de ese modo la pérdida de tiempo que
sugiere la formulación de oposiciones y eventuales
incidentes, con sus pertinentes traslados, pues, en definitiva,
él tiene la facultad de señalar los hechos a probar y de
proveer las medidas de prueba en consecuencia.
Dentro de esas facultades se incluyen la de examinar los
puntos de peritación ofrecidos por las partes y determinar
cuáles contestarán los peritos, agregando los que crea
convenientes y descartando los que no considere viables.
Otro aspecto particular es que el término fijado para producir
el informe pericial no es perentorio.
En efecto, los plazos son perentorios para las partes, pero no
para los peritos. Si éstos presentan el dictamen fuera del
plazo, puede tenérselo por producido, si no medió un
concreto pedido de remoción del perito que fuera resuelto en
forma favorable (33) , y la falencia en la que incurre el perito al
realizar un dictamen incompleto desde el punto de vista
formal por analizar sólo uno de los puntos de pericia
sometidos a estudio, más que objeto de impugnación debe
serlo de ampliación, ya que ello no invalidaría el dictamen
respecto del punto sobre el cual el perito se había
pronunciado(34) .
Como puede advertirse se trata de la aplicación de un criterio
frente a la impugnación de puntos de pericia, toda vez que el
análisis de la prueba pericial está sujeto a la libre apreciación
del tribunal de acuerdo con las reglas de la sana crítica. De
esta forma, si los puntos de la pericia propuestos no
resultan, prima facie , improcedentes o superfluos, no
corresponde hacer lugar a impugnación alguna.
415
Finalmente, debe tenerse presente que la peritación como tal
debe reunir los requisitos que fija la ley para tener eficacia
probatoria, y dentro de ellos se encuentra el más importante,
que es el dictamen.
El dictamen debe ser claro y sencillo, explicando las
cuestiones científicamente y debe contener los puntos de
pericia, que si hubieren sido presentados por el actor y
demandado, deberán ser contestados en ese orden y en el
de las preguntas realizadas, dejando debida constancia del
hecho y de las referencias realizadas(35) .
V. DESIGNACIÓN
418
niegue, con lo cual deberá sustanciarse un incidente por
separado y lo que se resuelva allí será irrecurrible tal como
dispone el art. 467, in fine , del Código Procesal.
421
Finalmente, si el perito no aceptara el cargo o no se aceptara
la causal invocada para no aceptarlo o no presentara en el
plazo fijado el pertinente dictamen, ampliación o respuesta a
las impugnaciones, el juez lo removerá en el proceso con
comunicación a la Secretaría General.
Sentado ello, debe señalarse que el art. 109 del Reglamento
para la Justicia Nacional en lo Civil impone a los jueces la
obligación de elevar mensualmente a la Cámara las nóminas
de peritos sustituidos por no haber aceptado el cargo con
razón justificable, las de peritos renunciantes con
justificación admisible, y las de los removidos por no haber
aceptado el cargo sin razón justificable o por otros motivos
que les fueran imputables.
A su turno, dispone el art. 110 del mismo reglamento que
deben ser excluidos de las listas y no pueden reinscribirse en
los cinco años siguientes los peritos sustituidos por no haber
aceptado el cargo justificadamente o los renunciantes con
justificación cuyo desempeño se hubiese frustrado cinco o
más veces dentro del plazo de un año.
Establece también esta norma que deben ser excluidos por
similar lapso los peritos mencionados en el inc. c) del referido
art. 109 —es decir, aquellos que no aceptaron el cargo sin
razón justificable o por motivos que les fueran imputables—
que hubiesen sido removidos dos o más veces dentro del
plazo de un año. Faculta este artículo al Tribunal de
Superintendencia, en atención a las peculiaridades de cada
caso, a prescindir de aplicar las sanciones mencionadas o
extenderlas a otros supuestos, siempre que mediaran
razones suficientes que se deberán explicitar en la
resolución.
Ahora bien, si el perito aceptó el cargo de modo
extemporáneo, pero lo hizo antes de ser reemplazado por
422
otro perito, o si se hubiere designado otro perito, pero éste
no hubiera sido aún notificado, normalmente se lo mantiene
en el cargo, atendiendo al principio de economía y celeridad
procesal establecido en el art. 34, inc. 5º, apart. e), del Cód.
Procesal.
En síntesis, pueden darse tres casos: a) no aceptación
reiterada; b) no aceptación injustificada, y c) remoción luego
de aceptar el cargo, supuesto este último contemplado por el
art. 470(42) , y en todos ellos se sanciona con la remoción al
perito, excluyéndoselo de los listados confeccionados por las
Cámaras de Apelaciones —doctrina al párrafo tercero del
art. 469 del Código Procesal—.
Otro aspecto relevante se vincula con los efectos que
provoca la falta de aceptación del cargo por el perito y la
presentación del dictamen.
Sin embargo, consideramos que habrá que estar a lo
acontecido cada caso concreto, esto es, atender a la posición
de las partes, si han consentido la actuación del experto que
no aceptó el cargo, o, contrariamente a ello, impugnaron
dicha circunstancia solicitando la nulidad de la peritación, o
posteriormente la del dictamen.
Ahora bien, hay supuestos de excepción en los que no se
requiere la aceptación del cargo.
El dec.-ley 1285/1958, ratificado por la ley 14.467, creó en su
art. 52 y bajo la superintendencia de la autoridad que
establezcan los reglamentos de la Corte Suprema los
cuerpos técnicos periciales de médicos forenses, contadores
y de calígrafos, peritos ingenieros, tasadores, traductores e
intérpretes.
423
Los peritos e integrantes de estos cuerpos son designados y
removidos por la Corte Suprema. Entre las obligaciones de
estos cuerpos periciales, el art. 56 de aquel decreto-ley
enumera: a) practicar exámenes, experimentos y análisis
respecto de personas, cosas o lugares; b) asistir a cualquier
diligencia o acto judicial; c) producir informes periciales.
Actuarán siempre a requerimiento de los jueces(43) .
La aceptación del cargo, a su respecto, se materializa con la
recepción del expediente y con la emisión del dictamen,
importando ello el cumplimiento de una obligación del cargo
que sólo excepcionalmente puede ser dispensada en casos
debidamente fundados(44) .
424
Consecuencia de ello es que el consultor técnico
presenta una figura estrictamente análoga a la del abogado
y opera en el proceso a manera de este último, por lo cual
debe comprendérselo en el amplio concepto del defensor.
Puede ser elegido libremente por el litigante, pues no es
necesario que se encuentre inscripto en las listas de peritos
que maneja la Cámara(47) .
El dictamen que presenta no es una peritación judicial, pues
no es un auxiliar del juez sino de la parte, por lo que tampoco
debe aceptar el cargo ni está sujeto a las causales de
recusación. Puede o no presentar su dictamen, pero no está
legitimado para impugnar la peritación judicial ni para pedir
explicaciones al experto(48) .
Puede, en cambio, dictaminar técnicamente y apoyar en este
sentido la impugnación o pedido de explicaciones realizado
por la parte y su letrado.
Viene al caso señalar que de existir diferencias u opiniones
encontradas entre lo que dictamina el perito de oficio y el
consultor de parte, normalmente, el juez priorizará la opinión
del primero, a menos que ésta no lo convenza, en cuyo caso,
al no ser vinculante, podrá fundar su decisión sobre la base
del informe presentado por el consultor técnico o en las
demás constancias agregadas a la causa, sin atender a las
conclusiones del experto.
Hay otros supuestos en los que el juez puede ir todavía más
allá.
En efecto, así se decidió que habida cuenta de que el peritaje
presentado comporta una copia casi textual del informe
psicodiagnóstico obrante en autos, no conteniendo ningún
dato de interés adicional para la causa, debe considerarse el
425
trabajo de la perito médico psiquiatra completamente
inoficioso. Ello, sumado a la ingente demora en la producción
del peritaje, ya que desde la aceptación del cargo hasta su
presentación transcurrió casi un año, y que contribuyó a
desvirtuar el trámite del presente amparo que por sus
especiales características, debe ser una acción expedita y
rápida, determinan que se disponga la remoción de la perito
médico psiquiatra con la consecuente pérdida del derecho a
cobrar honorarios, incluyendo la devolución de cualquier
suma que eventualmente hubiera percibido en concepto de
anticipo para gastos, lo cual deberá ser comunicado
mediante oficio de estilo con copia de esta sentencia, a la
Secretaría General de esta Cámara para que se proceda a
su exclusión de la lista de peritos para el año 2006 (conf.
arts. 469 y 470 del Código Procesal)(49) .
Sin embargo, puede suceder que la presentación del informe
por el consultor de parte no aporte elementos objetivos que
controviertan los dichos del experto sino sólo sus propias
afirmaciones. En ese caso, por exceder la labor de control de
objetividad que constituye su razón de ser dentro del
proceso, resulta inhábil por sí sola para enervar las
conclusiones del perito de oficio, por lo que habrá que estar
a las conclusiones de este último.
Nótese que es facultad del consultor presenciar las prácticas
o estudios, que deba llevar a cabo el perito de oficio, aun
cuando no se encuentra autorizado para participar en las
conclusiones de su dictamen.
No obstante ello, el consultor tiene una función destacada y
trascendente en la etapa probatoria: el control de los
fundamentos técnicos y conclusiones del perito, sea para
ratificar o ampliar sus conclusiones o bien para demostrar un
426
error del dictamen, así la parte cuenta con un auxiliar eficaz
para ejercer su derecho de defensa en el ámbito técnico(50) .
En efecto, de la interpretación de los arts. 417 a 474 del
Código Procesal, se desprende que su labor se encuentra
íntimamente relacionada con la producción de la prueba
pericial, en la medida en que pueden presenciar las
operaciones técnicas que se realicen, formular las
observaciones pertinentes; pero no podrán deliberar ni
intervenir en la elaboración del dictamen pericial. Por lo que
su intervención es limitada(51) .
428
En estos casos, el juez debe actuar con prudencia,
ponderando la índole y naturaleza de las labores que el
experto deberá llevar a cabo.
Es evidente que hay supuestos en los que el perito para
llevar a cabo su encomienda precisa una partida de dinero
determinada, como es el caso de los peritos calígrafos, que
habitualmente deben adquirir previamente gran cantidad de
material de trabajo de por sí costoso. También puede citarse
el supuesto de los peritos mecánicos, que para la realización
de la peritación deban trasladarse a otras ciudades, y por ello
solventar los viáticos.
Por ello es prioritario atender cada caso en particular.
Debe ser solicitado dentro del tercer día de aceptado el
cargo, vencido el cual ya no podrá peticionarlo y deberá
soportar los gastos de su peculio, sin perjuicio, claro está, de
su derecho al reintegro de tales gastos.
Del pedido deberá conferirse traslado a las partes que tienen
la carga procesal de depositarlo, con la finalidad de que
expresen si prestan su conformidad o tienen alguna objeción
que realizar, sea en cuanto a la necesidad de tal pedido o
simplemente con relación a su monto.
Ahora bien, como podrá advertirse, el aspecto negativo de
esta práctica es que puede llegar a constituir una fuente de
incidencias que demoren u obstaculicen la práctica de la
prueba, mientras que el positivo será el de evitar pagos
directos al experto, sin el debido control del tribunal sobre su
causa y destino, y el abuso que en perjuicio de la parte se
puede cometer peticionando pagos excesivos.
Ello motivará una resolución del juez que deniegue o fije el
anticipo solicitado, cuya cuantía queda, en definitiva, a su
429
criterio debiendo en su caso ser depositado por la parte
interesada en el plazo de cinco días.
La resolución que decide el anticipo sólo será susceptible de
reposición en los términos del art. 463, párr. 2º, del Código
Procesal, limitación que concuerda con el principio sentado
por el art. 379 del citado código.
Lógicamente el anticipo en cuestión sigue la suerte de los
demás gastos judiciales, es decir que se acuerda a los
peritos con carga de oportuna rendición de cuentas;
pudiendo las partes solicitar el reintegro del saldo no
justificado.
Si bien la política a seguir en esta materia de anticipo de
gastos para los peritos no persigue que se arrime al
expediente la totalidad de los comprobantes por las
erogaciones efectuadas, tampoco prescinde ni exime al
experto de dar adecuada y razonable explicación de la
inversión de los fondos que le fueron adelantados.
Frente a una impugnación será el juez quien apruebe o no la
rendición, ordenando, en su caso, al experto que reintegre el
importe por el cual no ha justificado el gasto en debida forma.
Además, los honorarios debidos al perito deben abonarse
con independencia del derecho de la parte a requerir la
rendición de cuentas del anticipo de gastos, que no puede
imputarse al pago de aquéllos.
En efecto, por ello viene al caso señalar que participamos de
la corriente que sostiene que la suma recibida en concepto
de anticipo para gastos no es compensable con los
honorarios regulados, ya que tal anticipo en modo alguno es
un medio para que los peritos cobren anticipadamente los
honorarios que en definitiva les correspondan(57) .
430
La falta de depósito dentro del plazo fijado importará el
desistimiento de la prueba, ya que en ese caso se presume
el desinterés de la parte.
Ahora bien, si son varias las partes que solicitaron una
peritación de la misma especialidad y cada una de ellas ha
ofrecido sus puntos de peritación, la falta de depósito de una,
en la proporción que le corresponde, traerá aparejada la
sanción sólo para esa parte, de modo que el experto no
deberá contestar los puntos de pericia ofrecidos por la
incumplidora, mas sí los de las partes que han depositado en
debido tiempo y forma el anticipo para gastos impuesto por
el juez.
431
nueva diligencia por otro perito, lo que vulneraría el
elemental principio de economía procesal(60) .
Morello, por su parte, entiende que tal omisión sustenta
la pérdida parcial, como sanción, de los honorarios del
perito(61) , mientras que Colombo y Fassi sostienen que la
ausencia de copias del peritaje carece de sanción(62) .
Sin embargo, debe distinguirse la validez del peritaje
presentado —aunque se hubiera omitido la agregación de las
copias respectivas— de la eficacia de la notificación a la
parte sin las copias pertinentes, pues en tal caso debe
estarse a lo dispuesto por reiterada jurisprudencia en cuanto
a que la omisión de acompañamiento de copias no autoriza
a decretar la nulidad de la notificación, sino sólo, y en su
caso, la suspensión del plazo del traslado hasta que la parte
pueda hacerse de la fotocopia o copia pertinente del
peritaje(63) .
En otro orden de ideas, diremos que si bien el experto debe
detallar las operaciones técnicas y fundar su dictamen en
principios científicos, debe tenerse presente que como
auxiliar directo del juez debe, en principio, dirigir a él el
dictamen y en segundo término a las partes, por lo que el
lenguaje utilizado debe ser claro y preciso a fin de que sea
comprendido por sus destinatarios.
En efecto, el objeto del peritaje es ilustrar el criterio del
magistrado, sobre la base de conclusiones fundadas,
exponiendo los antecedentes de orden técnico que hubieren
tenido en cuenta, lo que deriva de su misión que es asesorar
y nada más, ya que quien resuelve la cuestión es el
magistrado, que en su debido momento examinará los
hechos alegados, estudiando la prueba producida conforme
a las reglas de la sana crítica y estableciendo la mayor fuerza
de convicción. Es decir que la libertad de apreciación de la
432
prueba la tiene el juez, no desaparece o se limita por tratarse
de un informe técnico y puede apartarse de sus
conclusiones, pero no se trata de algo antojadizo o
arbitrario(64) .
Con buen criterio se ha decidido que el dictamen pericial
constituye un juicio de hecho sobre algún aspecto litigioso,
carente de decisión y de interpretación de normas jurídicas.
La buena práctica en los dictámenes periciales distingue tres
partes esenciales que necesariamente deben contener: 1)
aspectos preparatorios: referidos a los exámenes precios
practicados, comparecencia del litigante y recopilación de
datos; 2) análisis de los puntos de pericia y exposición de
fundamentos, y 3) conclusión, la que tendrá concretamente
la opinión requerida(65) .
En ese orden de ideas, podrían considerarse como actos
preparatorios: el reconocimiento, observación, compulsa de
datos y apreciación individual. Como lo son el traslado al
lugar donde se realizará la diligencia, la reunión con las
personas citadas, la comparecencia de los litigantes, que
hacen a la buena fe d e la diligencia. A modo de ejemplo, la
parte actora en un juicio por mala praxis médica, por estar en
desacuerdo con las conclusiones a las que llegó el perito
médico, no podría simplemente negar que fue revisado por
éste, sino que debería redargüir de falsa la afirmación
realizada por el experto. Esto es así por cuanto estos
aspectos preparatorios hacen plena fe, no así el dictamen, el
que puede impugnarse o so licitarse explicaciones en su
caso.
Los puntos de pericia deben ser analizados en forma
razonada y ordenadamente, fundamentados con los
principios científicos o técnicos que correspondan. Por esta
circunstancia, la pericia que carece de esos fundamentos no
433
tiene valor probatorio(66) , dado que si se constituye en una
mera información de datos comunes, para cuya recepción la
ley elige otros medios, debe resultar carente de valor(67) .
La conclusión es la opinión que le solicita el magistrado y que
debe darla fundamentada en los conocimientos específicos
que posee en la ciencia, arte, industria o actividad técnica
especializada por la que se lo designó.
Sólo puede ser producto de operaciones idóneas que
puedan percibir y verificar correctamente las relaciones
causa efecto, interpretarlas y apreciarlas en su
particularidad, proporcionando argumentos, razones para la
formación del convencimiento respecto de cuestiones cuya
perfección o entendimiento escapa a las aptitudes del común
de las personas.
En síntesis, el peritaje contendrá los siguientes elementos:
análisis, experimentación, si correspondiera, resultados,
elaboración, una síntesis y finalmente una conclusión(68) .
El perito debe producir su informe con plena ciencia y
honrada conciencia, debe agotar la investigación y sobre la
base objetiva de los hechos como son, sin prejuicios,
suministrar al juez los elementos necesarios para ilustrarlo,
no para confundirlo. La extensión debe tener una relación
proporcional con su objeto y aun cuando el lenguaje sea
sencillo, el perito debe preservar la corrección gramatical y la
dignidad del estilo, dos aspectos formales de la seriedad
científica(69) .
Como puede apreciarse, el dictamen se asemeja a una
sentencia, dado que el experto expresa los fundamentos en
los que se basó para elaborar la peritación, contesta los
puntos que se han solicitado y finalmente concluye dando su
opinión con relación al tema en discusión.
434
Una vez presentado el dictamen, corresponde conferir
traslado a las partes por medio de cédula, a la que deberá
adjuntarse una copia de la peritación aportada por el experto,
en los términos del art. 473 del Código Procesal.
El plazo por el que se corre el traslado será por tres o cinco
días, según sea el trámite del proceso sumarísimo u
ordinario.
437
Esta norma habilita al juez a disponer que se rectifique o
amplíe el peritaje por los mismos peritos o por otros que
designe, hallándose facultado asimismo a peticionar un
nuevo informe pericial. Aun cuando ésta sea una decisión
del juez, nada impide a las partes proponer a aquel que
adopte alguna de estas medidas, resultando la resolución
que se adopte irrecurrible en los términos del art. 379 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación(75) .
Ahora bien, debe señalarse que por este medio no
corresponde ampliar los puntos de pericia, es decir, no se le
pueden formular nuevas cuestiones al experto, sólo
peticionar que aclare algún punto oscuro que haya quedado
con relación al dictamen efectuado. En igual sentido se ha
señalado que el pedido de explicaciones debe guardar
estricta relación con el cuestionario respectivo y tender a
aclarar respuestas equívocas, oscuras o carentes de
fundamentos técnicos. Por ese motivo deben rechazarse las
preguntas que, importando nuevos puntos de pericia, sean
ajenas al cuestionario(76) .
Distinto es el caso en el que se impugne el dictamen, pues
se ataca el contenido y las conclusiones, a cuyo fin el
justiciable agraviado debe exponer una censura punto por
punto, con los fundamentos técnicos, tratando de demostrar
al juez el equívoco en el que incurrió el experto(77) .
No deben confundirse las explicaciones con la impugnación.
Se ha decidido en este sentido que la falencia en la que
incurre el perito al realizar un dictamen incompleto desde el
punto de vista formal por analizar sólo uno de los puntos de
pericia sometidos a estudio, más que objeto de impugnación
debe serlo de ampliación, ya que ello no invalidaría el
dictamen respecto del punto sobre el cual el perito se había
pronunciado(78) .
438
Así se decidió que el pedido de explicaciones a los
dictámenes periciales, efectuado por las partes, debe tener
por objeto salvar alguna omisión o aclarar una contestación
que no se considere suficientemente explícita con relación a
los puntos de pericia formulados oportunamente, por lo que
no es dable introducir —por esta vía—, extemporáneamente,
prueba instrumental(79) .
439
Sabido es que no basta al efecto impugnatorio la
manifestación de la mera discordancia con las conclusiones
del experto, sino que cuando sus datos no son compartidos
por los litigantes, es a cargo de éstos la prueba de la
inexactitud de lo informado. Son insuficientes, las meras
objeciones, es necesario algo más que disentir, es menester
probar arrimar evidencias capaces de convencer al juez de
que lo dicho por el especialista es incorrecto, que sus
conclusiones son erradas o que los datos proporcionados
como sostén de sus afirmaciones son equivocadas(81) .
440
experiencia de la vida, a su conciencia y, dentro de lo posible,
a su buen sentido común(82) .
Si bien el juez es soberano al sentenciar, en la apreciación
de los hechos dentro de los que se encuentra el dictamen,
debe sin embargo aducir razones de entidad suficiente para
apartarse de las conclusiones del perito, razones muy
fundadas para desvirtuarlo, pues su conocimiento es ajeno
al del hombre de Derecho(83) .
El juez debe demostrar que el dictamen se halla reñido con
principios lógicos o máximas de experiencia, o que existen
en el proceso elementos probatorios de mayor eficacia para
provocar la convicción acerca de la verdad de los hechos
controvertidos(84) , y en este sentido, la claridad en las
conclusiones del perito es indispensable para allegar el
suficiente poder convictivo al ánimo del juez(85) .
La sana crítica aconseja aceptar el dictamen pericial si
aparece fundado en principios técnicos y no existe otra
prueba que lo desvirtúe, pues el perito actúa como auxiliar
de la justicia y contribuye con su saber, ciencia y conciencia
a esclarecer aquellos puntos que requieren conocimientos
especiales, siendo razonable dicha aceptación aun respecto
de los ítems en los que expresa su opinión personal, siempre
que ello obedezca a elementos de juicio que el perito ha
tenido en cuenta(86) .
Lo cierto es que en cuestiones técnicas, sin duda la opinión
del experto tiene especial preponderancia, por lo que la
opinión de los litigantes vertida sobre el dictamen —pericial
médico en este caso— no puede prevalecer por sobre la de
aquél, máxime cuando tales críticas no se encuentran
acreditadas por probanzas idóneas ni avaladas por la opinión
de un profesional en la materia de la que se trata(87) .
441
En igual sentido se decidió que la pericia es una prueba
especialmente fuerte si se ha realizado con los recaudos de
ley y no ha sido objetada por las partes. Véase que en este
caso concreto se sentenció que a fin de determinar la
responsabilidad en la producción de un accidente, una
pericia accidentológica debe razonablemente prevalecer
sobre la declaración del testigo sobre el mismo punto;
máxime cuando las conclusiones del experto no han sido
objeto de impugnación(88) .
Sin perjuicio de ello, debemos señalar que siempre es el
magistrado quien estima, conforme las pautas del citado
artículo, el valor probatorio del informe, por lo no puede sino
concluirse que el dictamen en modo alguno lo vincula.
443
resulta absurdo que esté obligado a declarar que un
dictamen es plena prueba de un hecho si le parece dudoso,
carente de razones técnicas o científicas o desprovisto de
firmeza y claridad. Tal sujeción servil haría del juez un
autómata destituyéndolo de tal jerarquía y convertiría a los
peritos en jueces (93) .
El juez no puede ignorar el dictamen pericial, sino que debe
valorarlo conforme a las reglas de la sana crítica, aunque
después de realizar esa operación lógica, decida apartarse
del mismo, total o parcialmente. Se trata de un supuesto de
excepción al principio general consagrado por el art. 386,
segundo párrafo, ya que éste dispensa al juzgador de valorar
ciertas pruebas por no ser esenciales o decisivas para
resolver el caso. El dictamen del experto, por el contrario,
debe siempre ser considerado, aunque no lo obligue para la
fijación de los hechos(94) .
Es necesario que el magistrado adopte un criterio crítico al
evaluar la prueba, tratando de construir y reconstruir la
verdad sobre la que deberá fallar, mas una vez que todas las
medidas han sido producidas, no deberá proceder
mecánicamente, como si se tratara de restar peritos menos
testigos, sino que habrá de desarrollar una tarea intelectual
y, sobre todo, valorativa(95) .
El juez tiene la plena facultad de establecer el valor
probatorio de la pericia. Si no fuese así, el fallo lo darían
indirectamente los peritos, quedando limitado el contenido de
la sentencia a una suerte de homologación(96) .
La pericia debe ser eminentemente un informe técnico cuyo
basamento sea la ciencia, es por ello que la eventual
acreditación de un accidente de trabajo mediante
manifestaciones verbales formuladas al perito en la empresa
demandada importaría la desnaturalización de la labor
444
pericial (art. 457 del Código Procesal), y la sustitución por
éste del medio de prueba idóneo a los fines que se pretende,
sin que obste a lo expresado el consentimiento de las partes
al dictamen técnico como tal(97) .
En igual sentido, se sostuvo que carece de eficacia
probatoria la descripción de las tareas efectuadas por el
trabajador que se consigna en la pericia contable y que surge
de meras manifestaciones verbales que en la empresa le
formularon al experto porque su admisión implicaría la
desnaturalización de la prueba y labor pericial (art. 457 del
Código Procesal), y la sustitución por ésta del medio
probatorio idóneo, como lo es la testimonial, en el caso(98) .
Existe tan sólo un supuesto en el que el juez no podría
apartarse de la pericia, dado que doctrina y jurisprudencia
son concordantes en el carácter vinculante del dictamen
pericial en los procesos de insania e inhabilitación, cuando
los expertos aseguran que el denunciado está sano no
pudiendo en este supuesto el magistrado pronunciarse por la
interdicción. Contrariamente, si los expertos admiten la
enfermedad, podría sentenciarse en sentido opuesto,
teniendo en cuenta que de esta forma no se afecta la
capacidad de la persona.
De acuerdo a lo expuesto, fácil resulta concluir que el valor
probatorio de un dictamen dependerá, además de la
idoneidad del experto y de la solidez de sus conclusiones, de
los mecanismos utilizados para llevar a cabo la peritación o
pruebas realizadas, de su claridad en la exposición razonada
del dictamen, así como de sus fundamentos científicos.
En materia de prueba pericial, la experticia vale tanto como
resulta de sus fundamentos y de la claridad de la exposición,
debido a que ha de ser reflejo de la experiencia profesional
del perito aplicada al caso particular, pero no puede consistir
445
en una mera opinión del experto que prescinde del necesario
sustento científico, el cual no se tiene por sobreentendido
sino que debe exponerse en detalle, cualquiera que sea el
prestigio y trayectoria profesional del experto(99) .
446
pericial, ello importaría considerar que el juicio de los
expertos es en alguna medida imperativo y obligatorio, de
suerte tal que las sentencias vendrían a ser adelantadas
parcialmente por quienes no son más que meros auxiliares
de la Justicia(102) .
449
XIII. HONORARIOS Y OBLIGADOS AL PAGO
Los peritos tienen derecho a percibir honorarios por los
trabajos realizados, como asimismo que se les reintegren
los gastos efectuados para efectuar la pericia que,
conforme ya se trató, pueden solicitar se les adelanten.
El art. 478 del Código Procesal establece que los jueces
deberán regular los honorarios de los peritos conforme a
los respectivos aranceles, ponderando la naturaleza,
complejidad, calidad y extensión en el tiempo de los
respectivos trabajos.
Como puede advertirse, el perito tiene derecho a
reclamar el pago de los honorarios por la actividad
cumplida, tales como la aceptación del cargo y citación a
las partes para la revisación objeto del informe, aun cuando
el informe pericial no se haya rendido.
Ahora bien, el citado art. 478 indica que al contestar el
traslado previsto en el art. 459, la parte contraria a la que
ofreció la prueba pericial podrá adoptar dos actitudes que
traen aparejadas distintas consecuencias en cuanto a la
responsabilidad por las costas del proceso.
450
El perito debe expedirse sobre hechos controvertidos y
conducentes. Pero tales hechos también deben ser técnicos,
es decir, que escapen al conocimiento del juez. Por ello,
frente a la inexistencia de este tipo de hechos, la prueba
pericial, así como la de los consultores técnicos, carecería de
relevancia, por lo que debería desestimársela. Es que la
finalidad de este incidente de oposición es la de simplificar el
trámite y evitar la condena en costas respecto de una prueba
superflua(110) .
Sin embargo, en caso de duda debe primar el principio de
amplitud probatoria.
Así se decidió que tratándose de impugnaciones planteadas
por la actora a los puntos de la pericia propuestos por el
demandado corresponde, como principio, propender a un
criterio amplio respecto de la producción de ese medio
probatorio, toda vez que el análisis de la prueba pericial está
sujeto a la libre apreciación del tribunal de acuerdo con las
reglas de la sana crítica. De esta forma, si los puntos de la
pericia propuestos no resultan, prima facie , improcedentes o
superfluos, no corresponde hacer lugar a aquellas
impugnaciones(111) .
La trascendencia que tiene este incidente de oposición
radica en que si el juez rechaza la impugnación y decide
realizar la pericia, al sentenciar puede decidir que los gastos
y honorarios del perito estén a cargo de quien propuso la
prueba, con independencia de la condena en costas, siempre
que el dictamen no haya constituido uno de los elementos de
convicción coadyuvantes para la decisión del caso —
art. 478, inc. 1º, Código Procesal—(112) .
451
2. Desinterés en la prueba pericial
455
el cobro de sus honorarios de la parte no condenada en
costas, como los peritos.
En efecto, sobre el particular se decidió que el consultor
técnico, a diferencia del perito designado de oficio, no está
habilitado para ejecutar sus honorarios contra cualquiera de
las partes intervinientes, ya sea en su totalidad o bien en un
50%, según resulte aplicable o no la reforma introducida en
el art. 77 del Código Procesal por la ley 24.432, pues se trata
de un profesional que actúa en exclusivo interés de su
mandante(125) .
Por lo tanto, tiene derecho a perseguir el cobro de sus
honorarios contra cualquiera de sus mandantes, hayan sido
o no condenados en costas.
Es que la relación que vincula al consultor técnico y la parte
que lo propuso es similar a la que existe entre el abogado
con su cliente, aplicándose, por analogía, las normas del cap.
V) de la ley 21.839 —en el caso, se permitió que éste
persiguiera el cobro de sus honorarios a una de las partes
que lo contrató que no fue condenada en costas, sin agotar
la posibilidad de cobrárselo a quien sí lo fue— que prevén la
forma de cobrar los honorarios al cliente no condenado en
costas(126) .
En cuanto a la base regulatoria, es la misma que para los
peritos y ha de estar determinada por el monto
originariamente pretendido(127) , pero normalmente suelen
regularse sus honorarios en un monto inferior al de aquéllos,
dada la distinta naturaleza de sus dictámenes(128) .
Así se resolvió que corresponde fijar los honorarios de los
consultores técnicos en una proporción menor de la que se
establece para el perito designado de oficio, teniendo en
456
cuenta la distinta naturaleza de su dictamen y la entidad de
la labor desarrollada(129) .
457
Esta divergencia doctrinaria trascendió a la jurisprudencia.
Así fue que en algunos fallos se aplicó a los peritos la
prescripción de dos años, pues eran designados
judicialmente, de modo que quedaban comprendidos dentro
del concepto de "toda clase de empleados en la
administración de justicia". De no ser así, se estaría creando
a su favor una situación de privilegio, con relación a los
demás profesionales mencionados en esta disposición.
Además, el plazo debe contarse desde la fecha de la
presentación del peritaje en el juicio(132) .
Con el tiempo, en el ámbito de la justicia nacional triunfó la
posición que consiguió consagración jurisprudencial a través
del dictado del fallo plenario "Mazzetti, Ángel v. Zenoni,
Ángel"(133) , en el que se sentó la siguiente doctrina: "La
prescripción aplicable a los ingenieros y demás peritos por
trabajos realizados en juicio, no es la de 2 años (art. 4032,
inc. 1º del Código Civil) sino la ordinaria del art. 4023 del
Código Civil".
Actualmente la doctrina es prácticamente unánime en cuanto
a que debe prevalecer la posición que aplica a los honorarios
de los peritos la prescripción de diez años(134) .
Lo mismo cabe decir de la jurisprudencia, tanto la que se
encuentra obligada a la aplicación de la doctrina plenaria
antes citada en los términos del art. 303 del Código Procesal,
como los que no lo están, como lo es el fuero comercial y la
justicia provincial.
Estimamos que el criterio adoptado es el correcto, ya que en
base a lo que la experiencia indica, normalmente el perito
cumple su función presentando su dictamen, respondiendo
las impugnaciones de las partes o los pedidos de
explicaciones.
458
Así, es posible que transcurra mucho tiempo hasta que
se dicta la sentencia y, más aún, hasta que la misma quede
firme y en condiciones de ser ejecutoriada.
Por ello, es de toda lógica que si no se le regularon
honorarios por haber sido diferida la regulación hasta que
se practique la liquidación definitiva o hasta que se
establezcan las pautas para ello, no pueda pretenderse
que los peritos mantengan un constante contacto con el
expediente, precisamente, por el carácter ocasional de su
labor, de modo tal que un término de prescripción mayor
pone a resguardo su derecho a percibir los honorarios. De
ahí que se justifique plenamente que se les conceda el
beneficio de la prescripción decenal, máxime porque el
art. 4032, inc. 1º, en ningún momento los menciona.
Sentado ello, diremos que el cómputo del plazo de
prescripción no es un problema menor.
459
presentado(137) , o desde el momento que la labor realizada
concluye(138) .
Otro pronunciamiento consideró que el tiempo para la
prescripción corre desde que feneció el pleito, por sentencia
o transacción(139) .
Una posición que nos parece adecuada se inclinó por
considerar que al no haber practicado las partes la
liquidación ordenada en el fallo de primera instancia, el curso
de la prescripción para que el perito de oficio solicitara la
regulación de sus honorarios no había comenzado a
correr(140) .
En la misma línea de razonamiento se resolvió que si las
regulaciones de honorarios fueron diferidas en la sentencia
para el momento de existir liquidación definitiva del crédito,
quedó configurado el supuesto del art. 3980 del Código Civil,
por lo que no puede accederse a la declaración de la
prescripción de los honorarios del perito, pretendida por la
demandada(141) .
Como puede advertirse, prevalece la corriente seguida por
estos dos últimos fallos citados, que realiza el cómputo a
partir de la regulación de los honorarios por parte del juez al
dictar la sentencia definitiva o, en caso de no hacerlo en esta
oportunidad por diferir las regulaciones de honorarios hasta
el momento de aprobación de la liquidación definitiva, hasta
que se dicte la providencia regulatoria.
Con criterio que compartimos, se sostuvo que sea en uno u
otro momento, como sólo habrá actio nata desde que la
regulación se encuentra firme, lo cierto es que recién desde
entonces se inicia la cuenta, pues según el sistema
arancelario, el momento natural para justipreciar los
honorarios del perito es al concluir el proceso (art. 47 de
460
la ley 21.839), por cuanto en esta oportunidad, dictada la
sentencia u homologada la transacción, queda
definitivamente establecido el monto del juicio y pueden
adecuarse convenientemente a él los honorarios pendientes
de regulación(142) .
Con criterio que compartimos, se ha dicho que debe
descartarse toda posición que haga correr el curso de la
prescripción desde la presentación de la pericia, pues puede
transcurrir mucho tiempo, normalmente años, hasta que el
perito se encuentra en condiciones de solicitar la regulación
de honorarios, o en su caso, de perseguir el cobro de los
regulados. Por lo tanto, en tanto no haya actio nata , el curso
de la prescripción no puede empezar a correr, y ello sólo
ocurrirá cuando concurra la primera circunstancia
mencionada en el párrafo anterior, o bien cuando el auto
regulatorio haya adquirido firmeza(143) .
461
CAPÍTULO 10
465
El reconocimiento también puede funcionar a modo de
medida de prueba anticipada.
En tales casos, importaría un anticipo de prueba en los
términos del art. 326, inc. 2º, del Código Procesal, cuya
procedencia cabe declarar a los fines de dejar constancia
del stock de mercaderías existentes en el negocio sobre el
que se pretende haber participado, medida que tiene su
razón de ser en la propia naturaleza fungible de los bienes
a inventariarse y en la participación societaria que invoca
el accionante. Tal medida aparece imprescindible en orden
a lograr determinar la composición del fondo de comercio
correspondiente, siendo insusceptible de trabar el normal
desenvolvimiento del negocio(13) .
Ahora bien, el magistrado puede trasladarse al lugar en
cuestión si ello resulta necesario; también puede autorizar
o negar esta prueba y, en principio, dicha decisión queda
comprendida dentro de la regla de la inapelabilidad
contenida en el art. 379 del Código Procesal(14) .
En efecto, es facultad del órgano jurisdiccional que puede
ordenarla —de oficio o a pedido de parte— cuando lo
estime conveniente para complementar el material
probatorio aportado por las partes o con la finalidad de
esclarecer circunstancias que no pueden ser
adecuadamente valoradas sino mediante su percepción
sensorial directa, o cuando ésta sea necesaria para
corroborar o desvirtuar la eficacia de otros medios de
prueba arrimados a la causa(15) .
Como puede apreciarse, el carácter facultativo de este
medio probatorio surge de la propia norma que la regula al
utilizar el vocablo "podrá", facultando así al tribunal a
analizar si la inspección puede resultar o no de utilidad para
la dilucidación de la causa. Puede así, de oficio, disponer
466
la realización del reconocimiento, aun cuando las partes no
lo hayan solicitado. También, y por idéntico acto
potestativo, aun ante el ofrecimiento por parte de los
litigantes, está habilitado para desestimar la realización de
la inspección(16) .
Con buen criterio se ha sostenido que, teniendo en claro que
según sea la redacción de la norma los actos son imperativos
o facultativos (deberá o podrá), no puede dejarse de lado que
el art. 479 del CPCCN faculta al juez a ordenar de oficio o a
pedido de parte las medidas allí consignadas(17) .
Así lo ha entendido la jurisprudencia al sostener que la
inspección ocular es facultativa del juez, es decir, no sólo
puede ordenarla a instancia de parte, sino también de oficio,
cuando lo crea necesario, por lo que también en este carácter
se ha podido disponer una audiencia para comprobar la
existencia de parecido físico entre el demandado por filiación
natural y la menor(18) , el juez es el único que está en
condiciones de decidir si la misma puede ser o no de
utilidad(19) , pues aun cuando haya sido pedida por las partes,
queda a su exclusivo arbitrio la necesidad o conveniencia de
ilustrar su juicio mediante el conocimiento de cosas o lugares
vinculados a la litis(20) .
Como consecuencia de ello, lo decidido por el juez acerca de
su admisibilidad o no, más allá del fundamento de quienes
sostienen que este medio probatorio es facultativo, por lo que
esa inapelabilidad será ajena a la normativa del art. 379 del
Código Procesal(21) , así como el de quienes le niegan el
carácter potestativo del reconocimiento que presionan su
inapelabilidad en la previsión contenida en el aludido
art. 379(22) , lo cierto es que resulta, de uno u otro modo,
inapelable.
467
Ahora bien, con la misma finalidad los jueces pueden
trasladarse a cualquier lugar de la República.
El art. 382CPCCN, dispone que "Cuando las actuaciones
deban practicarse fuera del radio urbano, pero dentro de la
circunscripción judicial, los jueces podrán trasladarse para
recibirlas, o encomendar la diligencia a los de las respectivas
localidades. Si se tratare de un reconocimiento judicial, los
jueces podrán trasladarse a cualquier lugar de la República
donde debe tener lugar la diligencia".
Como puede advertirse, en tales casos, la norma no impone
a los jueces trasladarse, sino que deja librado a su criterio si
se constituyen en el lugar donde se realiza la prueba, o
delegan la diligencia en los jueces o autoridades de las
respectivas localidades.
En la práctica, muchas veces resulta imposible para los
magistrados trasladarse en orden a la realización de la
prueba fuera del radio urbano. La razón es sencilla, el
traslado significa tiempo y dinero, además de la desatención
de las tareas del tribunal.
469
un reconocimiento judicial dentro de los cinco días de dictada
la primera providencia con asistencia del Defensor Oficial, y
lo mismo deberá tomarse en los casos de intruso y por las
causales de falta de pago o vencimiento de contrato. Son
claros los problemas que esta innovación carente
operatividad práctica y temporal traerá aparejada el
reconocimiento judicial, en especial si por prórroga de
jurisdicción territorial el inmueble se encuentra fuera del radio
del juzgado, atento a que si bien por imperio del art. 382 el
juez puede trasladarse a cualquier lugar de la República para
el reconocimiento judicial, además de carecer
de imperium allí, será de difícil cumplimiento en el plazo que
le impone el Código(25) .
Con criterio que comparto, el autor citado señaló que en ese
tipo de procesos la imposición del reconocimiento judicial es
absurda, no entendiendo —aun en los edificios llamados
inteligentes— cómo puede comprobar el juez ante una
inspección del inmueble, si el contrato está vencido o el
locatario ha incurrido en falta de pago(26) .
A su turno, la jurisprudencia se ha manifestado acorde a esa
línea de pensamiento, al decidir que el reconocimiento
judicial ordenado por el art. 680 ter del Código Procesal —
texto según ley 25.488— es improcedente por su inutilidad
manifiesta en los juicios de desalojo por falta de pago y
vencimiento de contrato de alquiler, pues tal diligencia resulta
inidónea para acreditar el incumplimiento del locatario, que
sólo puede demostrarse mediante prueba documental. No
ocurre lo mismo en los supuestos en que se acciona por la
causal de intrusión en los que cabe realizar el reconocimiento
judicial que establece la norma mencionada para poder
comprobar la causal invocada(27) .
470
En el mismo sentido se resolvió que una interpretación
integral de las normas introducidas al Código Procesal por la
ley de reformas 25.488 lleva a concluir que no corresponde
el reconocimiento judicial en los desalojos fundados en la
causal de falta de pago. El reconocimiento judicial previo al
traslado de la demanda que establece el art. 680 ter del
mencionado ordenamiento no está previsto para todos y
cada uno de los casos y la remisión que efectúa esta norma
al art. 684 bis revela que ese recaudo no está previsto para
el supuesto del normal y ordinario juicio de desalojo sino
cuando se trata precisamente de anticipar los efectos de la
eventual sentencia de condena, cuya gravedad exige una
estricta ponderación de los supuestos que la tornan
admisible(28) .
Si bien el reconocimiento judicial respecto del estado físico
de ocupación del inmueble procede en aquellos
presupuestos en los que resulta necesario tomar
conocimiento de dichos extremos a fin de que no se vea
desvirtuada la realidad una vez notificado el traslado de la
demanda, en el caso en que la causal del desalojo es la falta
de pago o el vencimiento de contrato no resulta necesaria tal
diligencia pues ello agregaría una sobrecarga de tareas a los
Magistrados y Defensores con la pérdida de tiempo y
dispendio jurisdiccional consiguientes(29) .
Si la acción de desalojo se basa exclusivamente en la falta
de pago y vencimiento de contrato, no se justifica que el juez
deba apreciar por sus propios sentidos el inmueble locado —
como lo sería en los supuestos de cambio de destino,
deterioro, obras nocivas o uso abusivo o deshonesto—,
máxime si no se ha dispuesto —ni solicitado— la entrega
provisional (cautelar) del bien. De ahí que, en tal supuesto el
juez puede disponer la efectivización del reconocimiento
471
previsto en el art. 680 ter del Código Procesal a través del
oficial de justicia con citación del Defensor Oficial(30) .
473
recursos judiciales, que es uno de los objetivos que,
precisamente, persigue esta diligencia.
No se descarta la incorporación de nuevas tecnologías en
este tipo de prueba, tales como filmaciones digitalizadas
que contengan además de las imágenes del lugar, las
explicaciones de los peritos y las declaraciones de los
testigos, para luego incorporarlas al sistema de la causa.
Sin perjuicio de lo expuesto, viene al caso señalar que no
puede soslayarse el cúmulo de tareas que tiene un
juzgado, lo que vuelve a veces muy complicada la
producción de esta prueba.
En efecto, nadie duda acerca de las bondades del hecho
de que el magistrado de la causa tenga un contacto directo
e inmediato con el hecho, el lugar en que se produjo o con
la persona a reconocer, sin embargo, la gran cantidad de
causas que hoy tramitan ante los tribunales hace que su
producción se reserve sólo para casos excepcionales, en
los que resulte prácticamente indispensable su producción.
474
La ley rodea al acto de una garantía de control y
publicidad.
En el acta puede dejarse constancia de las impresiones
del juez y las manifestaciones de las partes.
La presencia en el acto de la diligencia del órgano
jurisdiccional es esencial.
En efecto, así se decidió que la inspección ocular debe
ser realizada necesariamente por el juez de la causa, salvo
que deba practicarse fuera de la circunscripción judicial, en
cuyo caso será delegada al de igual clase y grado con
jurisdicción en el lugar. Si se lleva a cabo por un funcionario
subalterno de la administración de justicia (secretario o
empleado), pueden producirse errores sustanciales en su
contenido que determinen que el juez deba apartarse de
ella; o bien puede siempre dejarla de lado cuando en el
proceso existan otras pruebas que le produzcan confianza
y certeza sobre hechos contrarios a los relatados en el acta
de inspección(36) .
475
el levantamiento del acta en la que se deja constancia de las
percepciones y observaciones recogidas durante el
desarrollo de la diligencia(37) .
Por ello la doctrina es conteste en sostener que los litigantes
pueden concurrir con sus letrados y consultores técnicos y
su presencia es voluntaria, pero aun con la presencia y
actuación de las partes, el protagonista único del examen es
el juez, las partes sólo pueden señalar algunos aspectos que
encuentren de interés(38) .
En síntesis, es claro que el reconocimiento judicial tiene que
ser realizado personalmente por el juez de la causa, quien
no puede delegarlo en el secretario o en otro funcionario o
empleado. Es que la facultad de comisionar la realización de
la diligencia de una prueba es muy perjudicial para el
proceso, ya que su eficacia probatoria, precisamente, se
basa en la intermediación del magistrado, toda vez la lectura
del acta de inspección efectuada por otro desvirtúa la
naturaleza de la prueba.
476
presentes estimen pertinentes. De ningún modo ese acta ha
de contener valoraciones de los datos obtenidos a través del
reconocimiento, pues ello es materia propia del contenido de
la sentencia definitiva por lo que configuraría un supuesto de
prejuzgamiento. La omisión de confeccionar el acta no trae
aparejada por sí sola la nulidad del acto, sino que dependerá
de cada caso concreto si esa irregularidad puede acarrear el
fracaso de la tarea realizada(39) .
477
un elemento de juicio apto para fundar sus alegaciones
críticas, se sustrae toda posibilidad de información al
órgano judicial competente para conocer de un recurso
interpuesto contra la sentencia que hace mérito del
reconocimiento, y se impide la valoración de la prueba al
juez que, eventualmente, suceda en el desempeño del
cargo a quien practicó la diligencia(42) .
Se ha discutido sobre si el acta debe contener la
impresión personal del juez.
Nos parece adecuada la postura que se inclina por la
afirmativa; pero dichas impresiones tienen por límite el
eventual prejuzgamiento, deben ser objetivas sin asentar
en el acta las apreciaciones que trasunten opiniones
personales sobre las cuestiones controvertidas(43) .
Además de los datos mencionados precedentemente, el
acta deberá consignar las firmas del juez, las partes,
peritos y los concurrentes al acto, autorizándose por el
secretario en la forma habitual.
Es que si bien es cierto que el reconocimiento judicial es
un medio de prueba que por sí solo no tiene la posibilidad
de extender sus comprobaciones a un pasado más o
menos remoto, no lo es menos que posibilita comprobar,
en el momento de realizarse, el estado y condiciones de la
ocupación, así como verificar quién ocupa el bien, o la
existencia de determinadas edificaciones o mejoras que,
aun con la imprecisión de los ojos del profano, llevan a la
convicción de una mayor o menor antigüedad de las
mismas(44) . Ello debe testimoniarse con la firma del juez y
de los funcionarios presentes en la diligencia.
De todos los tipos de procesos que podrían ser objeto de
este tipo de prueba, a modo de ejemplo nos referiremos,
478
en primer lugar, al reconocimiento judicial en el proceso de
usucapión.
En este tipo de pleitos, el reconocimiento judicial
constituye una probanza idónea para corroborar lo que
surge de la prueba testifical, formando la prueba
compuesta que se requiere en los procesos de usucapión,
no siendo necesario que al efectuar el reconocimiento
judicial se encuentren en el bien vestigios que demuestren
que la posesión se remonta al tiempo requerido para la
usucapión larga.
En efecto, el reconocimiento judicial en el juicio de
usucapión permite al juez tomar contacto personal y directo
con la cosa, formar su propia convicción sobre la "realidad
fáctica" o —como dice Alsina—, corroborar de visu ciertas
pruebas y el conjunto de las producidas. Su valor
probatorio es relativo, pues sirve cuando es corroborada
por otras pruebas. Nada acredita con respecto a la
antigüedad de la posesión(45) .
En segundo lugar, nos referiremos al proceso de
desalojo.
Contrariamente a lo sostenido en el proceso de
usucapión, en materia de desalojo, una interpretación
integral de las normas introducidas al Código Procesal por
la ley de reformas 25.488 lleva a concluir que no
corresponde el reconocimiento judicial en los desalojos
fundados en la causal de falta de pago.
En efecto, el reconocimiento judicial previo al traslado de
la demanda que establece el art. 680 ter del mencionado
ordenamiento no está previsto para todos y cada uno de
los casos y la remisión que efectúa esta norma al art. 684
bis revela que ese recaudo no está previsto para el
supuesto del normal y ordinario juicio de desalojo sino
479
cuando se trata precisamente de anticipar los efectos de la
eventual sentencia de condena, cuya gravedad exige una
estricta ponderación de los supuestos que la tornan
admisible(46) .
En efecto, compartimos la posición que sostiene que en
los juicios de desalojo por falta de pago y vencimiento del
contrato de alquiler es improcedente, por su inutilidad
manifiesta, el reconocimiento judicial ordenado por el
art. 680 ter del Código Procesal —texto según ley 25.488—
, pues tal diligencia resulta inidónea para acreditar el
incumplimiento del locatario, que sólo puede demostrarse
mediante prueba documental, por lo que su realización
atentaría contra el principio de especificidad de la prueba,
sobrecargando a jueces y defensores oficiales con una
tarea innecesaria y de nula o escasa incidencia en la
resolución de la causa(47) .
480
Su finalidad es aclarar circunstancias que resultan en
principio de otras medidas de prueba a fin de establecer si el
hecho pudo haber ocurrido de un modo determinado y, por
ende, contribuir a formar la convicción del juez(48) .
Esto está previsto en el art. 475 del Código Procesal, el que
señala que el juez, de oficio o a pedido de parte, podrá
ordenar —entre otras medidas— la reconstrucción de
hechos, para comprobar si se han producido o pudieron
realizarse de una manera determinada. A estos efectos
podrá disponer que comparezcan el perito y los testigos y
hacer saber a las partes que podrán designar consultores
técnicos o hacer comparecer a los ya designados para que
participen en las tareas.
La naturaleza de esta prueba es intermedia entre el
reconocimiento judicial y la prueba pericial, constituyendo
una posibilidad más de asegurar en el proceso la convicción
del juez en lo referente a determinar con la mayor precisión
posible cómo acontecieron los hechos y demás
circunstancias conexas.
De allí su uso común en los procesos penales, en los que se
utiliza como medio de confrontación de los distintos
elementos probatorios(49) .
Esta prueba se produce durante el curso del proceso y está
sometida a la fiscalización de las partes. Por lo tanto, su
eficacia probatoria tiene la posibilidad de origen de ser plena.
Es distinta la situación cuando unilateralmente se
preconstituye por una sola parte, aquí su valoración será más
severa en ese caso(50) .
También se utiliza, aun cuando con menos frecuencia, en el
proceso civil.
481
Así, en un proceso de daños y perjuicios derivados de
accidentes de tránsito, se decidió que el juzgador no debe
descuidar en la reconstrucción del hecho, apreciar
debidamente el proceder de la víctima en el accidente,
pues de ello puede emerger la eximente total o parcial de
culpabilidad. A tal fin, debe apreciarse la prueba para forjar
convicción, atendiendo al grado sumo de probabilidad
acerca de la verdad, aunque no se obtenga certeza
absoluta respecto del modo en que ocurrieron los hechos,
en virtud de que probada su existencia, las versiones
contrapuestas en lo esencial, tornan menester efectuar un
proceso selectivo de la prueba que necesariamente
conduzca a descartar la verosimilitud de alguna de aquéllas
o al menos de alguna de las circunstancias en que se
apoyan(51) .
Resulta fundamental que se notifique a las partes con
debida antelación la realización de la reconstrucción, si no
se estaría violando el derecho de defensa en juicio, lo que
acarrearía su nulidad.
Así se decidió que es procedente la nulidad de la prueba
de reconocimiento judicial llevada a cabo en ausencia del
nulidicente a quien le fue notificada tardíamente su fecha
de realización, pues en tales circunstancias aquél se ha
visto impedido de ejercer la participación que el art. 480 del
CPCCN le acuerda, colocándolo en estado de indefensión
al no poder concurrir al acto ni formular las observaciones
que estimare procedentes(52) .
482
CAPÍTULO 11
I. INTRODUCCIÓN
484
A partir de lo enumerado, y otro tanto que seguramente hoy
nos cuesta imaginar, se puede vislumbrar la gran cantidad
de información que se genera y, en su caso, acumula
electrónicamente en un par de horas en la vida de una
persona.
Desde el punto de vista del derecho, se han registrado una
cantidad de hechos que pueden ser susceptibles de prueba.
Ahora bien, considero que la doctrina sobre las nuevas
tecnologías —en lo que a los medios de prueba se refiere—
tuvo un enfoque preferentemente dirigido a las ventajas y
beneficios que éstas podrían generar, dejando de lado el
análisis de todo tipo de problemática. Precisamente esto
último —con fundamento en los derechos esenciales del
individuo— será materia de tratamiento en el presente
capítulo.
En este orden de ideas, sin dejar de lado los rasgos centrales
del derecho procesal, y teniendo como norte la incidencia de
los avances tecnológicos en los medios probatorios, serán
analizados los medios de prueba tecnológicos, tanto en su
aptitud para probar, como en su límite; con el fin de no
conculcar derechos constitucionales vitales.
487
civil es, normalmente, comprobación, demostración,
corroboración de verdad o falsedad de las proposiciones
formuladas en el juicio(2) .
Así también, parte de la doctrina ha conceptualizado a la
prueba como actividad, como medio, o como resultado.
Respecto del primero de los enfoques —como actividad—,
se dijo que probar es aportar al proceso por los medios y
procedimientos aceptados en la ley, los motivos o las
razones que produzcan el convencimiento o la certeza del
juez sobre los hechos. Entendida como medio, prueba
judicial es todo motivo o razón aportado al proceso por los
medios y procedimientos aceptados en la ley, para llevarle al
juez el convencimiento o la certeza de los hechos. Y por
último, pensada como resultado, la prueba es el conjunto de
razones o motivos que producen el convencimiento o la
certeza del juez respecto de los hechos sobre los cuales
debe proferir su decisión, obtenidos por los medios,
procedimientos y sistemas de valoración que la ley
autoriza(3) .
En lo que hace al concepto de "derecho a la prueba", diré
que así como existe un derecho subjetivo de acción para dar
inicio a un proceso y obtener en él una sentencia, lo mismo
que un derecho de recurrir que prolonga los efectos de aquél,
puede afirmarse —sin hesitación— que las partes en un
proceso poseen un derecho subjetivo de probar los hechos
de los cuales se intenta deducir la pretensión formulada o la
excepción propuesta.
Dentro del derecho constitucional de la defensa en juicio se
ubica el "derecho a la prueba", que comprende dos aspectos:
uno positivo (el de ofrecer y rendir prueba) y uno negativo (el
que no se incorpore prueba ilegítimamente adquirida)(4) .
488
El contenido esencial del derecho a la prueba es la
posibilidad que tiene la persona de utilizar todos los medios
posibles en aras de convencer al juez sobre la verdad del
interés material perseguido. Se trata de un derecho subjetivo
exigible al juez cuyo objeto es una acción u omisión en la
actividad probatoria.
Por tanto, la garantía constitucional de la inviolabilidad de
defensa en juicio —comprensivo del derecho a la prueba—
requiere que se otorgue a los interesados la oportunidad de
ofrecer y producir todas las medidas de pruebas autorizadas
por la ley dentro de los plazos y con las modalidades por ella
exigidas, de contar con los medios coercitivos que permitan
la producción de ciertas pruebas y que todas esas
constancias —en la medida en que sean conducentes—
resulten debidamente valoradas por el juez en su sentencia.
Así, teniendo en cuenta tales consideraciones, pasaremos a
analizar cómo se interrelacionan estos conceptos.
489
posibilidad, o no, de incorporar a un proceso evidencia
digital a los fines de brindar soluciones para una adecuada
tutela judicial, sin dejar de lado garantías constitucionales
y legales, tales como el debido proceso sustantivo y
adjetivo, la propiedad, la libertad de expresión, la intimidad,
la privacidad, etcétera.
Así, podemos decir que el principal problema radica en
determinar cuál es el límite en la utilización de los nuevos
medios probatorios a los efectos de ejercer el "derecho a la
prueba", sin vulnerar otras garantías constitucionales.
Veamos.
Es sabido que todas las cuestiones en las que confrontan
dos o más derechos se tornan —inexorablemente—
difíciles de resolver; máxime cuando los derechos que
están en juego los encontramos amparados en nuestra
Carta Magna (arts. 18 y 19 de la C.N.).
Como lo señalara la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, "el art. 18 exige la observancia de las formas
sustanciales del juicio relativas a la acusación, defensa,
prueba y sentencia pronunciada por los jueces naturales,
dotando de contenido constitucional al principio de
bilateralidad"(5) .
491
Como el derecho a la prueba está constitucionalmente
asegurado, por estar inserto en la garantía de la inviolabilidad
de la defensa y el principio de la bilateralidad o contradictorio,
el ordenamiento ritual no enumera taxativamente los medios
probatorios (lo que supondría obstaculizar la operatividad del
fundamental derecho), sino que se limita a estatuir los más
corrientes, dejando librado al prudente arbitrio judicial la
admisión de otros en las condiciones impuestas, esto es, que
no afecten la moral, la libertad de los litigantes o de terceros,
ni estén prohibidos para el caso. Sólo con libertad, el litigante,
la parte, podrá aportar todas las fuentes, y el juez podrá
hacer uso de todos los medios(7) .
El art. 378 del CPCCN de la Nación —al que me referiré con
más detalle, en el siguiente punto— consagra el principio
denominado de la libertad judicial en la recepción de los
medios de prueba. Esta regla habilita a que los hechos sean
acreditados por cualquiera de los medios previstos
legalmente o por otros que no lo están, siempre que no se
afecte la moral, la libertad o no se encuentren prohibidos
expresamente.
Con esa formulación, la elección concreta del medio a través
del cual se intentará probar determinado extremo, será
resorte de la voluntad de cada una de las partes. Esto, sin
perjuicio de las potestades ordenatorias e instructorias del
juez, quien puesto en conocimiento de determinada fuente
de prueba esencial para la decisión, previo a dictar sentencia,
podrá también indicar el modo en que se intentará
incorporarla al proceso; sólo con los límites que han sido
desarrollados anteriormente con relación a los derechos
constitucionales y la moral.
Así, podemos decir que el resultado de tal interrelación debe
alcanzar un verdadero derecho a prueba —también
492
claramente con raigambre constitucional— que no colisione
con las garantías precedentemente descriptas; siendo éste,
junto con la legalidad de la prueba, los límites que los
operadores del derecho no debemos transgredir.
493
Ello no significa, empero, que el legislador, para reasegurar
ciertos institutos del derecho sustancial, y en tanto la materia
de su prueba incida o pueda incidir en su observancia y
eficacia, no pueda regular desde la óptica del derecho
sustancial, sus formalidades, los hechos que se hallarían
exentos de la prueba por el juego de presunciones iuris et de
iure o que podrían o deberían ser objeto de la misma, los
medios o fuentes admisibles para ello, la eficacia que pueda
atribuírsele en tal contexto, o la inversión de la carga de su
demostración, etcétera(8) .
Antes de analizar el marco legal vigente que nos permitiría
introducir al proceso una evidencia digital, considero
oportuno recordar la diferencia entre fuentes y medios de
prueba.
Todas las fuentes son anteriores al proceso y se incorporan
a él haciendo uso de los medios de prueba. La fuente es el
documento, el medio es su aportación a los autos; la fuente
es el conocimiento que tiene el testigo, el medio es la
declaración que preste.
La distinción entre medios y fuentes de prueba explica los
límites de las facultades judiciales para esclarecer los hechos
controvertidos (art. 36, inc. 2º, CPCCN). El "juez civil puede
ordenar medios de prueba para verificar los hechos
afirmados por las partes, pero no puede investigar la
existencia de fuentes de prueba"(9) .
Otro punto que no puede ser pasado por alto en un estudio
sobre prueba es cómo será apreciada la misma.
Actualmente, nuestro derecho se caracteriza por un sistema
mixto de apreciación de la prueba. Esto permite superar la
rigidez del sistema de la valoración legal de la prueba, de la
494
primacía del documento escrito y de la necesidad de pruebas
específicamente preestablecidas.
Con estas breves aclaraciones, y ya adentrándonos en lo que
hace al tratamiento normativo de la prueba en el derecho
argentino, podemos decir que existe un sinnúmero de
artículos que establecen medios de prueba en el Código Civil
de la República Argentina. Ellos son los siguientes: 79, 80,
81, 82, 83, 84, 85, 87, 104, 105, 106, 107, 108, 161, 169, 197,
241, 242, 246, 247, 248, 253, 254, 255, 258, 263, 720, 833,
837, 873, 915, 920, 960, 975, 976, 979 a 996, 997 a 1011,
1013, 1015, 1016, 1017, 1019, 1023, 1026, 1029, 1030,
1033, 1034, 1089, 1116, 1190, 1191, 1192 (1ª parte), 1193,
1194, 1228, 1229, 1241, 1260, 1314, 1543, 1662, 1663,
1665, 1666, 1766, 1810, 1812, 1813, 1814, 1817, 2006,
2082, 2201, 2238, 2246, 2263, 2264, 2296, 2519, 2564,
3217, 3404, 3627, 3643, 3650, 3695, 3696 al 3709 y 3741.
En el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación la
materia es abordada en el Capítulo V, "Prueba", Sección 1ª,
"Normas Generales", y las demás secciones siguientes hasta
la Sección 8ª, pasando por todos los artículos desde el 360
al 485, inclusive.
Si bien no será objeto de estudio el análisis pormenorizado
de cada uno de los artículos enumerados, la referencia sobre
alguno de ellos resulta indispensable para entender cómo
funciona la cuestión planteada en nuestro derecho vigente.
Ya antes de la ley 14.237 (derogada por la ley 17.454 —BO
7/11/1967—) se había declarado que debe recibirse toda
medida probatoria cuya producción no se encuentre
prohibida por la ley(10) . Así se establecía que fuera de los
medios probatorios que expresamente determina la ley, son
igualmente admisibles los que las partes propongan, siempre
495
que no afecten a la moral ni a las buenas costumbres y
fuesen conducentes al esclarecimiento de la verdad.
En tal sentido, el Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación recogió esta tradición jurisprudencial y legislativa en
su articulado. Ejemplo palmario de ello son los arts. 378, 386,
443, 507 y 643. El primero de ellos —como se expresara ut
supra — consagra el principio de libertad probatoria
empleando la siguiente fórmula: "La prueba deberá
producirse por los medios previstos expresamente por la ley
y por los que el juez disponga, a pedido de parte o de oficio,
siempre que no afecten la moral, la libertad personal de los
litigantes o de terceros, o no estén expresamente prohibidos
para el caso. Los medios de prueba no previstos se
diligenciarán aplicando por analogía las disposiciones de los
que sean semejantes o, en su defecto, en la forma que
establezca el juez".
El principio de libertad de prueba permite que un magistrado
pondere otros medios de prueba no contemplados
específicamente en la normativa procesal. En efecto, el juez
dispone de la facultad de admitir, ordenar, valorar e
interpretar distintos elementos de prueba, que le permitan
formar su convicción respecto de los hechos alegados por
las partes.
Este enfoque es muy interesante, pues responde al principio
de neutralidad tecnológica de las leyes, pues deja abierta la
posibilidad de admitir todo tipo de medios probatorios en la
medida en que no afecten el orden público, la moral, la
libertad de las partes o terceros o no estén expresamente
prohibidos.
El principio de libertad probatoria es relevante al considerar
el tema de la evidencia que se puede obtener a partir de las
nuevas tecnologías. Como los medios de prueba
496
electrónicos no están expresamente contemplados en los
Códigos Procesales, salvo en casos excepcionales(11) , la
validez de la prueba digital se fundamenta en el sistema de
libertad probatoria y en la amplia potestad del juez para su
interpretación.
No solamente la prohibición a la que aludía la ley 14.237
tenía centro en la afectación de la moral o las buenas
costumbres.
Un claro ejemplo de ello es el art. 443 del CPCCN. Allí se
establece que "Las preguntas... No podrán contener
referencias de carácter técnico, salvo si fueren dirigidas a
personas especializadas...". Es decir, no se pueden hacer
preguntas técnicas a un testigo que no posea los
conocimientos especializados.
El juicio técnico como objeto del testimonio debe
circunscribirse a la narración de los hechos percibidos y a las
deducciones técnicas que de éstos haga el testigo, sin
extenderse a conceptos de valor que impliquen
apreciaciones subjetivas que excedan los límites de la
apreciación científica de sus percepciones. Lo contrario
importaría sustituir la prueba pericial por la de testigos,
desvirtuando su finalidad(12) . Así también, los arts. 507 y 643
del CPCCN son claro ejemplo de las prohibiciones
determinadas por ley para el caso respecto de diversos
medios probatorios.
Otro artículo que no podemos dejar de desarrollar —por su
directa relación con lo planteado— es el que dispone cómo
será apreciada la prueba (art. 386, CPCCN). El mismo reza:
"Salvo disposición legal en contrario, los jueces formarán su
convicción respecto de la prueba, de conformidad con las
reglas de la sana crítica. No tendrán el deber de expresar en
la sentencia la valoración de todas las pruebas producidas,
497
sino únicamente de las que fueren esenciales y decisivas
para el fallo de la causa".
La sana crítica admite modalidades según el proceso donde
se aplique, o mejor dicho, respecto de la estructura donde
actúa. La apreciación en conciencia, la íntima convicción, la
persuasión racional, son expresiones distintas de una misma
modalidad, pero con la característica de respetar en sus
conclusiones la forma como se da lectura a la etapa y a los
medios o elementos de prueba.
Ahora bien, tanto del articulado puntualmente analizado
como del enumerado, podemos afirmar que tienen
regulación legal autónoma los siguientes medios de prueba:
1) documental; 2) de informes o informativa; 3) de confesión
en juicio o confesional; 4) de testigos o testifical; 5) de peritos
o pericial; 6) reconocimiento judicial; y para algunos autores
las presunciones e indicios del art. 163, inc. 5º, del CPCCN.
Si bien —a priori — los datos por los cuales se intentará el
convencimiento del juez, de parte de los que hayan resultado
adjudicatarios del onus probandi , deben obtenerse a través
de la producción de los medios probatorios regulados
autónomamente, frente a la falta o insuficiencia de éstos
cabe la posibilidad de recurrir a otros medios no previstos en
forma expresa, los cuales son susceptibles de
encuadramiento en uno o más de tales medios autónomos.
Así se puede afirmar —sin hesitación— que el requisito de
admisión va a estar determinado por la necesidad de no
afectar la moral, la libertad personal de litigantes o terceros,
o por la expresa prohibición.
Una característica que no puede pasarse por alto en los
medios probatorios relacionados con las nuevas tecnologías,
es la necesidad —en la mayoría de los casos— de acumular
498
esta evidencia a otros medios de prueba para constituirla
como tal. Hay básicamente una necesidad de
complementariedad. Ello significa que, en varias
oportunidades, la eficacia probatoria de un nuevo método
confirmatorio reclama la coexistencia de ciertos elementos
coadyuvantes exógenos. Así, por ejemplo, sucede con el
caso de una prueba por fotografías, cuya plena eficacia
probatoria no sólo está vinculada a que
complementariamente testigos o algún funcionario judicial
hagan fe de que la foto en cuestión fue tomada en tal lugar y
que la película utilizada fue revelada de inmediato y sin dar
lugar a maniobras sustitutivas, o de un procedimiento de
reconocimiento por parte del justiciable frente a quien desea
hacerlas valer, y todavía —en el supuesto de que fuera
desconocida su autenticidad por este último— ser materia de
una pericia especializada para determinar la validez
probatoria de las mismas. La necesidad de
complementariedad se traduce, habitualmente, en
cuestiones relacionadas con la autenticidad y los
procedimientos probatorios subsidiarios(13) .
Conforme el marco legal analizado, los medios de prueba
que no poseen una regulación legal autónoma se
diligenciarán aplicando por analogía las disposiciones de los
que sean semejantes o, en su defecto, en la forma que
establezca el juez; siempre teniendo en cuenta la forma más
adecuada y que mayores garantías ofrezca a las partes.
V. REFLEXIÓN FINAL
499
Ante una eclosión de datos como la que se experimenta —
con crecimiento viral— en la sociedad moderna, se plantea
un nuevo paradigma para el derecho. Éste está íntimamente
relacionado con la posibilidad de que esa "evidencia digital"
pueda ser utilizada como "prueba" en un litigio.
A partir de esto, existe una tendencia mundial —de la que no
escapa el derecho argentino(14) — que está dirigida a la
modificación de la legislación que rige la forma y la prueba
de los hechos y actos jurídicos(15) . El fundamento radica en
encontrar soluciones para que las normas no limiten o
violenten el uso de tales tecnologías como medios
probatorios.
Si bien con el actual sistema probatorio —conforme lo
precedentemente desarrollado— es posible admitir nuevos
medios de prueba no específicamente mencionados y
reglamentados por los códigos, no se puede negar que la
reconsideración de conceptos tradicionales (documento,
firma, etc.) a partir de estas nuevas tecnologías enriquece el
sistema probatorio.
Como el proceso no es un negocio privado, el Estado —sin
perjuicio de no estar interesado en el objeto de la
controversia— no puede ser indiferente al modo en que el
mismo se desarrolla. Así, tanto el rol del Estado en la
planificación de actualizaciones legislativas como el de los
magistrados con sus veredictos judiciales, son sumamente
importantes para asegurar la efectividad de los criterios de
justificación del juicio.
Con sentencias que verdaderamente atiendan las
particularidades del caso, evitando manifestaciones de corte
genérico, y sólo limiten la producción de prueba con el uso
de las "nuevas tecnologías" cuando éstas colisionen con las
garantías constitucionales reseñadas, podemos afirmar que
500
la ciencia y la tecnología están al servicio de la dignidad del
hombre.
501
CAPÍTULO 12
LA PRUEBA INFORMÁTICA
I. PALABRAS PRELIMINARES
502
Sin embargo, el avance de la Ciencia —y en particular de la
Informática— torna ineludible el compromiso de
"aggiornarse" y actualizarse en estos menesteres.
Ya son más de dos décadas utilizando los procesadores de
texto en lugar de las máquinas de escribir. Luego, buscando
información en Internet o comprimiendo bibliotecas enteras
en soportes magnéticos. En tiempos más recientes,
comunicándonos mediante el correo electrónico, la
mensajería instantánea o las videollamadas. En forma más
reciente aún, prescindiendo de las computadoras y
efectuando todo ello mediante teléfonos celulares que,
muchas veces, cumplen más funciones de verdaderas
computadoras que de teléfonos.
Es innegable entonces la inserción de las nuevas tecnologías
en todos los ámbitos de nuestra vida, y el ámbito académico-
profesional no tenía por qué ser una excepción.
Quienes ejercen hoy la profesión en forma liberal o se
desempeñen dentro del Poder Judicial, seguramente tienen
algún contacto con la informática. Desde los empleados de
más bajo rango en un estudio que realizan la llamada
procuración y llevan sus fichas con los programas de gestión
para profesionales o el de la mesa de entradas de un juzgado
al utilizar los sistemas de gestión masiva de expedientes,
hasta el socio de un estudio que cierra un contrato mediante
videoconferencia con otro colega en un país lejano, o el juez
que se asiste con la informática de consulta al buscar
precedentes en las revistas jurídicas online. Todos se sirven,
en algún momento, de los avances de la tecnología(1) .
Por nuestra parte, también desde el aula participamos en
cátedras universitarias que desde hace ya muchos años se
han hecho eco de esta realidad incorporando a su estructura
educativa los beneficios de los avances de la informática(2) .
503
Estamos convencidos de que prescindir de la formación de
futuros profesionales en el uso de estas herramientas es
inconcebible, pues les privaríamos de elementos básicos
para que puedan ejercer y competir en los niveles de
exigencia que la dinámica profesional requiere.
Decía el maestro uruguayo: "Estudia. El derecho se
transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás
cada día un poco menos abogado"(3) . Hoy, más allá del
estudio del Derecho, los operadores jurídicos deben atender
a su actualización en muchos otros aspectos a tener en
cuenta para ejercer adecuada y eficientemente la profesión
(v.gr.: sistemas de consulta, sistemas de gestión, planillas de
cálculo, búsqueda de información, notificaciones
electrónicas, etc.). Es por ello que resistirse a los cambios
resulta no sólo contraproducente, sino también
infructuoso(4) .
Los procesos judiciales no son ajenos a esos avances. No
sólo por cuanto en su desarrollo se utilizan muchas de esas
mejoras, sino también porque las cuestiones objeto de
debate se centran muchas veces en la utilización de la
informática.
Tal como señalan Feldstein de Cárdenas y otras,
"...asistimos a la Revolución Tecnológica del Tercer Milenio,
a la era de la globalización, de la mundialización, de la
internacionalización. Sin duda, el medio de comunicación e
interacción por excelencia en estos tiempos posmodernos es
Internet, un nuevo instrumento a través del cual se llevan a
cabo un sinnúmero de relaciones jurídicas de la más variada
índole, despojadas de los límites de espacio y tiempo
tradicionales, y entabladas de modo sumamente rápido y con
costos mínimos.
504
"Muchas son las problemáticas de índole jurídica que suscita
este fenómeno apasionante. Entre ellas podemos mencionar
las relativas a la publicidad en Internet, la ley aplicable al
contrato y al documento electrónico, la jurisdicción
competente, la validez de la firma digital y del dinero
electrónico, los delitos informáticos, la falta de seguridad en
la red, los alcances de la libertad de expresión en el
ciberespacio, la protección de los datos personales y las
consecuencias de la violación al derecho a la intimidad, la
transgresión de los derechos de los consumidores y
usuarios, la piratería (violación al derecho de propiedad
intelectual), el pago de impuestos y aranceles en el comercio
electrónico y las consiguientes infracciones impositivas, la
vulneración de principios fundacionales del Derecho Laboral
a través del llamado teletrabajo, la responsabilidad
extracontractual... y la lista continúa.
"Como podemos apreciar, todas las ramas del Derecho están
implicadas y por ello son convocadas para dar solución a
tales conflictos. Sin embargo, en general, el ordenamiento
jurídico ha permanecido en una actitud pasiva,
desconcertado, atónito, desorientado ante tan inquietante y
fascinante fenómeno, fuente de los más interesantes
beneficios, y de los más temibles riesgos..."(5) .
Por ello, podemos afirmar junto con Molina Quiroga que "...
la irrupción de las modernas tecnologías de la informática y
las comunicaciones ha impactado en varios ámbitos del
Derecho, como los conceptos de documento y firma, tanto
desde el punto de vista de la forma de los actos jurídicos,
como desde la perspectiva de la eficacia probatoria de dichos
medios. Los programas de computación y las bases de datos
exigieron un nuevo enfoque para resolver el tema de su
protección legal. La contratación de bienes y servicios
informáticos genera nuevos institutos, como la noción de
505
sistema, un concepto específico de la entrega, entendida
como un conjunto complejo de actividades que excede
largamente la clásica tradición, e incorpora novedades como
el 'test de aceptación'. A ello debe sumarse la relevancia de
la etapa precontractual, con nuevos paradigmas de la buena
fe, que incluyen el deber de definir las necesidades del
usuario y el deber de asesoramiento y consejo por parte del
proveedor. También una actualización del error esencial
como vicio de la voluntad, las garantías de compatibilidad,
modularidad, escalabilidad y migrabilidad de datos, entre
otras novedades..."(6) .
Como señala Alegria, "...la ciencia ha dado paso a la técnica
que revolucionó la sociedad y el derecho procesal mismo: la
fotografía, las filmaciones, las grabaciones, contratos por
internet, los microprocesadores, las redes digitales, los
nuevos métodos de investigación de la paternidad como el
ADN, los métodos de identificación de la voz, el correo
electrónico, la información que circula por los teléfonos
celulares, cintas magnéticas, télex, fax, disquetes, discos
ópticos, etc.; presentan un conjunto nada homogéneo que
representan hechos con un potencial de relevancia
jurídica..."(7) .
Es notable la ausencia de legislación sustantiva y procesal
respecto de la validez de estos documentos. A veces por
pereza o ignorancia legislativa, otras por razones de agenda,
otras por no contar con sistemas que se presenten como
infalibles para el uso de las nuevas tecnologías, entre otras
razones. Pero lo cierto es que se han desperdiciado buenas
oportunidades para incorporar estas herramientas
tecnológicas en el ordenamiento jurídico(8) .
Sea como sea, y ya en relación con el tema que
específicamente nos hemos propuesto analizar, los
506
problemas se suscitan porque muchas veces los elementos
de prueba se encuentran contenidos en soportes digitales o
informáticos, y no en los tradicionales documentos en
soporte papel que hasta hace algunos años encontrábamos
en forma exclusiva dentro del expediente.
Estos nuevos soportes de prueba, su accesibilidad, su
descifrado, su valor probatorio, la oportunidad adecuada
para ser incorporados al juicio, presentan numerosas
controversias y planteos que no son sencillos de resolver.
En cuanto a su valoración por parte de los magistrados,
naturalmente legos en estos temas ha llevado a sostener que
en materia de prueba científica o de evidencia científica, el
verdadero cuestionamiento se da en la valoración que de la
prueba científica haga el juez, y en las condiciones a las
cuales el juez, sobre la base de estas pruebas, pueda llegar
a considerar como verdadero el hecho de la causa(9) . Es que
será indudable la relevancia de la intervención de expertos y
academias especializadas que permitan acercar a los jueces
la información necesaria suficiente para resolver los casos
sometidos a su conocimiento.
Tal como señala Berizonce, los incesantes progresos de la
ciencia y la técnica, en un contexto de litigiosidad
crecientemente compleja, producto de las características que
son propias en general de las relaciones intersubjetivas,
generan una escalada siempre ascendente del rol que los
expertos asesores técnico-científicos (peritos, academias
científicas) desempeñan en el proceso judicial (y arbitral),
penal y civil. Prácticamente puede afirmarse son cada vez
más escasos los conflictos que se dirimen sin recurrir a los
conocimientos científicos(10) .
Por ello, decía el maestro Morello que "...emergen así
fenómenos inéditos pero de máxima trascendencia para
507
poder hacer justicia en el caso concreto; un compacto
alineamiento de interrogaciones nada opacas ni que puedan
contestarse en forma simple o lineal. ¿Cómo aborda la
cuestión el operador jurídico -abogado y juez, singularmente
este último? ¿Qué fuerza vinculante tendrá una pericia
medularmente 'científica' cuyo dictamen, abastecido de
explicaciones y conocimientos que exceden los que ostentan
los que deben evaluarlo, y lo ven casi exclusivamente a la luz
del derecho? ¿Con qué métodos asumirlas?; ¿son
suficientes las reglas de la sana crítica, las de la experiencia
(personal y vital) del juez; esos soportes, ¿'podrán' con las
razones que sostienen las conclusiones del perito y
posibilitarán un juicio crítico correcto, y con ello apartarse de
lo que 'científicamente' parece estar demostrado en una
dirección y consecuencias diferentes a las que 'por las suyas'
querría desembocar el decisor? ¿Es una la velocidad con
que raudamente conquista la ciencia nuevos espacios y otra
(Raymond Aron) la de la ciencia del derecho, que no atina a
metamorfearse con similar dinamismo y se desplaza a
demorado paso de marcha, lo que impide armonizar, con
coherencia y recíproca interrelación, lo uno con lo otro?
Interrogaciones sin fin..."(11) .
El constante avance de la Informática y su derivación en el
permanente cambio en los modelos de ordenadores y
sistemas operativos, como así también en la permanente
aparición de conflictos derivados de la validez de lo actuado
en forma virtual o en las dificultades probatorias, puede llegar
a generar en algunos la tentación de volver a la máquina de
escribir y el papel. Pareciera que entonces todo era más
sencillo y menos problemático.
No obstante, y sin perjuicio de señalar que ya no podemos
volver el tiempo atrás, las nuevas tecnologías nos presentan
una inmejorable oportunidad de acortar distancias, ahorrar
508
tiempo y dinero y hacer más eficiente la prestación de
servicios, entre otras ventajas. Claro que no hay premio sin
esfuerzo y, por ello, para poder optimizar su uso debemos
vencer primero la natural resistencia al cambio y
capacitarnos para optimizar su uso. Además, es
imprescindible adecuar nuestros sistemas legales, como así
también, en muchos casos, la mentalidad de los operadores
jurídicos, a las nuevas oportunidades que presentan las
herramientas tecnológicas, adaptando de igual manera las
condiciones para su validez en caso de conflictos. Sea que
se presenten como una alternativa de solución, sea que se
presente como medio de prueba.
Debemos efectuar un pedido al lector antes de comenzar
nuestro análisis. Intentar despojarse de los pesados
preconceptos de rigidez con que nos hemos formado dentro
de programas de estudios anquilosados en el tiempo. Los
temas que proponemos reflexionar, ya no son —como
pudieron pensar o querer algunos— novelas de ciencia
ficción al estilo de las escritas por Bradbury o Verne. Son
realidades tangibles que hoy se advierten en los tribunales y
que, aunque pueda pesarle a algunos, irremediablemente se
instalarán definitivamente dentro de nuestro sistema jurídico,
pues no es éste otra cosa que el ámbito en que se reflejan
los problemas de la sociedad.
El desafío es grande. Pero la recompensa también lo es.
II. LA INFORMÁTICA
509
Se define a la Informática como el conjunto de conocimientos
científicos y técnicas que hacen posible el tratamiento
automático de la información por medio de ordenadores(12) .
Por su parte, se dice de los ordenadores —a los que por
estas latitudes denominamos genéricamente
computadoras— que son máquinas electrónicas dotadas de
una memoria de gran capacidad y de métodos de tratamiento
de la información, capaces de resolver problemas aritméticos
y lógicos gracias a la utilización automática de programas
registrados en ellas(13) . Entre ellos se encuentran en una
relación de continente y contenido.
Tal como señala Lo Giudice(14) , como resultado del
desarrollo de la sociedad de la información, en el uso de las
nuevas tecnologías relacionadas con la transmisión de
datos, aparecen nuevas situaciones que nos dan ventajas en
la resolución de los conflictos humanos. Y nos referimos al
impacto tecnológico sobre el Derecho en cuanto a forma y
fondo, por lo que están surgiendo en la jurisprudencia fallos
que hacen a lo que algunos denominan, iuscibernética
procesal.
A su vez, en la iuscibernética procesal surge la consideración
de la llamada "evidencia digital".
Eoghan Casey(15) la define como un "tipo de evidencia física
construida por campos magnéticos y pulsos electrónicos que
pueden ser recolectados y analizados con herramientas y
técnicas especiales"(16) . La prueba digital viene a ser el
medio para presentar los hechos ocurridos, soportados en
sistemas electrónicos (sonidos, una videoconferencia,
aparatos celulares, un fax, etc.).
Como indica Molina Quiroga, "la evidencia puede
encontrarse tanto en los "medios de almacenamiento"
(disquetes, disco rígido, CD/DVD, pendrive , compact flash /
510
memory stick , cinta magnética, cinta DAT, PC
Card,minidisk , smart card , etc.), así como en los
"dispositivos de almacenamiento", tales como las
computadoras personales, los servidores, las computadoras
portátiles, las manuales (PDA/Palm), los teléfonos celulares,
los contestadores electrónicos, los identificadores de
llamadas, faxes con memoria, impresoras, scanners con
memoria, cámaras y filmadoras digitales, consolas de
videojuegos, rastreadores digitales (GPS), dispositivos de
acceso biométricos, etc."(17) .
Siguiendo a Riofrío(18) en su estudio sobre la prueba
informática, tenemos que distinguir en los elementos que
constituyen un documento para ser
considerado, corpus y docet , es decir, lo que se entiende
por el soporte material y grafía, por un lado, y la
intencionalidad, la expresividad, por otro. Es decir, la
representación de un hecho plasmado en lo que es material
y como segundo la intención de expresar o comunicar el
mismo. Nos encontramos así con el problema de aceptar o
no que el medio informático cuente con estos elementos
como para considerarlos suficiente prueba o "evidencia", en
nuestro caso "digital".
En cuanto al concepto de prueba informática, Guastavino la
ha definido en un memorable ensayo sobre el tema,
señalando que es "...la que resulta del tratamiento
automático de la información a través de elaboradores
electrónicos basados en las reglas de la cibernética.
Constituye un aspecto del derecho informático, el cual sin
propósito de encarar una supuesta autonomía puede
definirse como el conjunto de preceptos legales y
reglamentarios, y de principios jurídicos, que regulan las
múltiples proyecciones de la informática..."(19) .
511
También se anticipaba a señalar que "...al estudiar la eficacia
probatoria de los datos informáticos conviene señalar que es
obvio que dicho estudio debe realizarse sin mistificaciones ni
exaltaciones de ciencia ficción, con conciencia de las luces y
sombras que acompañan a los avances técnicos, esto es, de
los errores que en las diversas fases de la computación
pueden producirse y de los abusos o fraudes susceptibles de
acontecer(20) .
1. Evolución legislativa
512
Así, al eliminarse el art. 139 de marras, se amplió el entorno
de la adveración de la prueba documental, hasta ese
momento reducido exclusivamente a los instrumentos
mencionados por la norma citada. En consecuencia, en la
actualidad, nada parecería impedir que se presenten en
juicio los denominados "documentos electrónicos"(21) .
Por otro lado, la reciente reforma al Código Penal por ley
26.388 del 2008 incorpora a dicho código el daño
informático, adoptando un criterio amplio sobre documento,
señalando en su art. 1º que el término "documento"
comprende toda representación de actos o hechos, con
independencia del soporte utilizado para su fijación,
almacenamiento, archivo o transmisión. Asimismo que los
términos "firma" y "suscripción" comprenden la firma digital,
la creación de una firma digital o firmar digitalmente y que los
términos, "instrumento privado" y "certificado" comprenden el
documento digital firmado digitalmente.
Así, no hay dudas de que en el estado actual de cosas, el
documento electrónico es susceptible de ser incorporado al
proceso como fuente de prueba.
2. El documento en sí
513
documento, implica en el fondo hablar de forma, en el sentido
de "cápsulas que contienen declaraciones de voluntad"(22) .
Señala Calvinho que "...el habitual tratamiento como género
del documento, abarcando a los instrumentos, grabaciones,
filmaciones, fotografías, etcétera —y sobre cualquier
soporte— instala un panorama confuso".
514
La realidad nos presenta hoy una nueva manifestación de
la forma: el documento digital.
Al respecto se impone un necesario análisis de su
posibilidad probatoria.
Es que tal como señala Torres Traba, la prueba
documental ha evolucionado progresivamente, a medida
que la escritura fue ampliando su campo de acción,
tornando inmutable su mantenimiento, situación que
impide, sea por temor o desconfianza, la incorporación de
nuevas tecnologías.
La revolución tecnológica de los medios de comunicación
ha incorporado nuevas formas de representar hechos
voluntarios lícitos generadores de relaciones jurídicas, que
fuerza a nuestra legislación a idear mecanismos
reguladores para intentar dar un marco de seguridad y
legalidad, todo ello con el objeto de evitar lesiones y
abusos(29) .
Junto con el autor citado precedentemente, entendemos
por documento informático o electrónico al soporte
electrónico o digital, que permite la fijación voluntaria de
datos de información, los que quedan registrados en la
memoria auxiliar del computador, incluyendo en este
concepto los mecanismos para recuperar dicha
información.
Otros autores definen al documento electrónico como aquel
que contiene un hecho o acto jurídico que se encuentra
registrado en la memoria del computador, como asimismo su
reproducción realizada a través de los distintos dispositivos
de salida del sistema informático(30) o como toda
representación digital de actos, hechos o datos jurídicamente
relevantes(31) . Por su parte, la Ley de Firma Digital(32) lo
define en su art. 6º: "...se entiende por documento digital a la
515
representación digital de actos o hechos, con independencia
del soporte utilizado para su fijación, almacenamiento o
archivo. Un documento digital también satisface el
requerimiento de escritura".
Partiendo de esta noción, señala el profesor Colerio,
que "...debemos distinguir el método de elaboración del
documento, el tipo de soporte en que está contenido y el
medio de lectura que lo torna legible, para lo que deberíamos
referirnos respectivamente a documento electrónico,
magnético y óptico..."(33) .
La doctrina clásica define al documento en sentido amplio,
como toda representación destinada e idónea para
reproducir una cierta manifestación del pensamiento o
representar un hecho apto para producir efectos jurídicos(34) .
Para que esta nueva forma tenga la eficacia necesaria para
trascender en el derecho debe acreditar cabalmente el
cumplimiento de los siguientes caracteres: a) permanencia,
b) seguridad y c) exactitud.
Esta forma de representación de la voluntad presenta en su
estructura: el soporte, la grafía y la declaración contenida.
La grafía supone la forma en que se expresa el pensamiento
representativo de un hecho, para lo que se requiere de un
medio o instrumento que lo factibiliza y de un conjunto de
signos o símbolos ordenados de acuerdo a ciertas reglas que
posibilitan su comprensión(35) .
A los fines de establecer el documento original que se
someterá a las pericias, el contenido del soporte magnético
es de primer grado y el impreso en hoja de papel de segundo
grado, sin perder las características originales, el estilo de los
testimonios de escrituras públicas y las copias autenticadas
de las partidas del Registro Civil.
516
En un documento electrónico el soporte será el disco rígido,
el medio, el conjunto de elementos de introducción de la
representación del pensamiento (scanner , teclado, traductor
de voz, domicilio electrónico y sus correspondientes
programas para el tratamiento por el CPU) y el lenguaje, el
lenguaje de la máquina que permite la fijación en el soporte.
La voluntad del autor del pensamiento conforma la
declaración o contenido del documento(36) .
En realidad, dice Torres Traba, "...documento electrónico en
sentido estricto es el que aparece instrumentado sobre la
base de impulsos electrónicos y no sobre un papel. Es el
conservado en forma digital en la memoria central del
ordenador, o en las memorias de masa, y que no puede ser
leído o conocido por el hombre sino como consecuencia de
un proceso de traducción que hace perceptible y
comprensible el código de señales digitales.
Sin embargo, coincidimos en que puede hablarse de
documento electrónico en sentido amplio, que es el formado
por el ordenador a través de sus propios órganos de salida,
y es perceptible por el hombre, sin intervención de máquinas
traductoras...(37) .
En esta materia se ha distinguido entre los documentos
introducidos en la memoria de base a través de la
intervención humana y los introducidos por medio de una
máquina (lector óptico).
También se distingue en relación con el documento
electrónico en sentido amplio, entre la documentación
(simple operación representativa) y la reproducción o
repetición de la declaración del negocio.
Se señala que la declaración sucesiva que naturalmente
tiende a facilitar la prueba no la produce el mismo sujeto
517
autor de la primera, sino el ordenador, pero la misma
voluntad que dio vida a la declaración precedente (que queda
contenida en el ordenador) al mismo tiempo admitió que
fuera plasmada en un documento elaborado por éste.
Algunos cuestionan la validez que puedan tener estos
documentos, alegando la falta de seguridad que presenta
este tipo de soportes digitales. En ese orden de cosas,
sostienen que el principal obstáculo para la admisibilidad y
eficacia probatoria de los nuevos soportes de información se
plantea con relación al carácter de permanente que se
menciona como esencial en la definición de "documento". El
temor sobre la posibilidad de reinscripción o reutilización de
los soportes informáticos —se dice— disminuye su
seguridad y confiabilidad.
En ese sentido, expone Gabrois que "...entre un documento
extendido en papel y firmado, y un disquete de computación
u otro soporte magnético en donde se haya grabado un texto,
existen dos principales diferencias —en orden a la
autenticidad que reviste suma importancia jurídica—, a
saber:
"1) El registro magnético puede ser fácilmente reformado; por
el contrario, el documento escrito sobre papel y tinta
indeleble, no puede ser reformado sin dejar importantes
huellas.
"2) En el registro magnético puede no haber diferencia
alguna entre original y copia, cuestión esta que siempre
existe y reviste importancia en el documento escrito..."(38) .
En alguna oportunidad anticipamos, al pregonar la necesidad
de contar con notificaciones electrónicas, que
"...seguramente se atacará a la presentación digital por
considerarla insegura o modificable, pero en el estado actual
518
de la informática, el documento electrónico no está más
expuesto a ser violado de lo que lo está el que se encuentre
en soporte papel..."(39) . Seguimos sosteniendo que ello es
así y que, en el estado actual de cosas, el soporte digital
presenta aun más ventajas que su par de papel.
Es que un documento es auténtico cuando no ha sufrido
alteraciones tales que varíen su contenido, lo que implica
decir que la autenticidad está íntimamente vinculada a la
inalterabilidad. Un documento será más seguro cuanto más
difícil sea alterarlo y cuanto más fácilmente pueda verificarse
la alteración que podría haberse producido, o reconstruir el
texto originario.
Durable sería toda reproducción indeleble del original que
importe una modificación irreversible del soporte. Se
entiende por "modificación irreversible del soporte" la
imposibilidad de reinscripción del mismo; por "indeleble" la
inscripción o imagen estable en el tiempo, y que no pueda
ser alterada por una intervención externa sin dejar huella.
Se dice que el papel es un razonable soporte físico porque
no es fácil de alterar, lo que es relativo, ya que no es
inalterable, y es posible la falsificación de instrumentos. El
papel se deteriora, e incluso su conservación es
problemática por la capacidad de absorción de partículas de
polvo.
En definitiva, es claro que aunque nada garantice la
inmutabilidad de los documentos ni su conservación ad
eternum , lo cierto es que el documento digital presenta en la
actualidad notables ventajas por sobre su par de papel, a
saber: a) menor espacio de almacenamiento, b) mayor
facilidad para su difusión, c) mejores oportunidades para su
recuperación, d) ahorro de insumos, entre otras.
519
En ese sentido, Guastavino señalaba que "...respecto al
problema de la autenticidad de los documentos y datos
informáticos originados en elaboradores electrónicos de las
partes o de terceros cabe precisar que, si bien intervienen
distintos sujetos en las fases de programación, toma-
ingreso y su recuperación, todos son perfectamente
individualizables a través de códigos de identificación
atribuidos ad personan o mediante auditorías de sistemas.
Tal circunstancia interesa no sólo por la imputación de
responsabilidad penal en el supuesto de delitos, sino para
desvirtuar la falsa idea de que los datos electrónicos
resultan de procedimientos anónimos o, peor aún, de
máquinas inimputables. En virtud de la incompatibilidad de
los medios informáticos con la exigencia de firma —que
trabaría la operatividad y la celeridad que los caracteriza—
ha de puntualizarse la existencia de métodos sustitutivos
de ella para comprobar la autoría. Por ejemplo, en el
sistema Swift de transferencia internacional de fondos por
vía electrónica, se exige la identificación recíproca para
expedir órdenes y mensajes..."(40) .
En el estado actual de las cosas, la doctrina y las
legislaciones hacen especial hincapié en afirmar la validez
y eficacia del documento electrónico y las trasmisiones
digitales como medio de exteriorización de la voluntad
humana. De lo contrario un sinfín de operaciones se verían
frustradas. O, podría suceder también, que se restara
eficacia, celeridad y economía a las transacciones y
operaciones al deber duplicar los actos con otro soporte
tradicional que lo represente para el caso que se
presentara un conflicto entre las partes.
Márquez expone que el mayor respaldo a estas
modernas herramientas "...se logra a través de dos
principios, que deben regir el mundo digital y su normativa:
520
el principio de equivalencia funcional y el principio de no
discriminación"(41) .
Según apunta el autor referido, "...enseña Illescas
Ortiz(42) que 'el significado de la regla de la equivalencia
funcional debe formularse de la siguiente manera: la
función jurídica que en toda su extensión cumple la
instrumentación escrita y autógrafa —o eventualmente su
expresión oral— respecto de cualquier acto jurídico lo
cumple igualmente su instrumentación electrónica a través
de un mensaje de datos, con independencia del contenido,
alcance y finalidad del acto así instrumentado. La
equivalencia funcional, en suma, implica aplicar a los
mensajes de datos electrónicos una pauta de no
discriminación respecto de las declaraciones de voluntad o
ciencia manual, verbal o gestualmente efectuadas por el
mismo sujeto: los efectos jurídicos apetecidos por el emisor
de la declaración deben de producirse con independencia
del soporte escrito —eventualmente oral— o electrónico en
el que la declaración conste'... En la doctrina argentina
Ricardo Lorenzetti ubica a la no discriminación como
principio jurídico del medio digital y enseña que en 'un
contexto de libertad, se afirma que el Estado debe ser
neutral y no dictar normas discriminatorias en el sentido de
limitar la participación de algún sujeto por el solo hecho de
que no utilice un instrumento escrito. Las partes son libres
de adoptar entre ellas cualquier procedimiento de registro,
de verificación de autoría, de firmas, y no deben sufrir
limitaciones por ello'"(43)(44) .
Así las cosas, el hecho de que el documento haya sido
generado en un ordenador y transmitido a través de redes
informáticas, no debería restarle per se valor probatorio, sino
que es el juez, con el auxilio de expertos, quien deberá
decidir si la pieza cuestionada reúne los recaudos de
521
seguridad adecuados para certificar que su autoría y
contenido no hayan sido modificados(45) .
3. La firma
Otro cuestionamiento que se plantea es el relacionado
con la posibilidad de verificar la autoría material del
documento, representada tradicionalmente por la firma
inserta al pie del mismo.
El art. 1012 del Código Civil dispone que el requisito de
la firma de las partes es condición esencial para la
existencia de todo acto bajo forma privada, al punto que no
puede ser reemplazada por signos (incluida la huella dígito
pulgar) ni por las iniciales de los nombres o apellidos. Ello,
claro está, sin perjuicio de la validez que pueda adquirir
como consecuencia del reconocimiento voluntario previsto
en el art. 1014.
Es que la firma es un signo personal autógrafo, trazado
por la mano del autor, que sirve para informar sobre la
identidad del autor de la declaración de voluntad, así como
del acuerdo de éste con el contenido del acto, y que luego
sirve para probar la autoría. La impresión dígito pulgar,
aunque asimilada a la firma, no la suple legalmente.
En una postura que podríamos considerar como más
tradicional, Gabrois afirma que "...lo que el documento
electrónico no puede superar para convertirse en
instrumento privado, es el escollo jurídico que representa
el necesario concepto de firma... La 'firma' (y en su caso la
rúbrica), es un signo personal autógrafo (de puño del
autor), indispensable para la existencia de los documentos
privados, que cumple en los mismos, tres funciones: 1)
522
indicativa, puesto que informa acerca de la identidad del
autor, 2) declarativa, sobre el acuerdo con respecto al
contenido del acto, y, 3) probatoria, ya que permite vincular
al autor con el signatario..."(46) . Comenta luego sobre las
consabidas ventajas que presenta la firma ológrafa para
determinar su autoría a través de pericias caligráficas, y la
imposibilidad de asignar idénticas consecuencias jurídicas
a la impresión dígito pulgar.
No obstante lo cual, coincidimos con Torres Traba en que
esta noción de autoría por medio de la firma debe
ampliarse, incorporando todo otro medio técnico que
asegure la verificación de la autoría atribuida y de la
autenticidad de la declaración de voluntad contenida en el
documento. Ello así, por cuanto con el desarrollo de claves
de cifrado y otras medidas criptográficas, el documento
electrónico es al menos equivalente al instrumento escrito
y firmado sobre soporte papel en cuanto a seguridad.
Además, las modernas técnicas de seguridad de los datos
basadas en la biometría, o las técnicas criptográficas
(sistemas de registro y sistemas de cifrado literal), brindan
similares seguridades, cuando no superiores(47) .
La validez legal de la firma digital ha sido reconocida en
varios países, asimilándola a la firma ológrafa (Italia,
Alemania, Francia, la mayoría de los estados de EE.UU.).
En nuestro país, el marco legislativo ya se encuentra
vigente a partir de la sanción de la ley
25.506, reglamentada por el decreto 2628/2002 (BO
20/12/2002), que reconoce su antecedente en el decreto
427/1998 reformado por el decreto 724/2006 (BO
13/6/2006), de creación de infraestructura de firma digital
para el sector público(48) .
523
Desde luego que el mecanismo de firma digital debe ser
criptográfico, pues si lo que se desea es proteger la
información, o sea los dígitos, debe entrarse en ese campo.
524
Poder Judicial, a quien el Consejo de la Magistratura ha
instituido en autoridad de certificación de firma digital de los
documentos que se le presenten relacionados con su
función específica —resolución 239/01 del 29/8/2001—, a
fin de verificar con total exactitud quién es el emisor del
documento enviado. En cuanto a los documentos emitidos
por los profesionales actuantes, serán los respectivos
Colegios (y en particular los de abogados), los que deberán
arbitrar los medios —algunos ya lo han hecho— para
certificar la identidad del emisor en los documentos
confeccionados o enviados desde casillas por ellos
otorgadas.
Claro que podrá haber reparos en torno a la autenticidad
de la identidad del remitente, pues no es descabellado
suponer que algún malintencionado especialista en
informática pueda hackear la casilla y emitir documentos
nuevos o modificar los existentes. Pero tampoco es
impensado que ello pueda suceder en documentos
contenidos en soporte papel donde reiteradamente se
suscitan planteos respecto de su contenido o de la
adulteración de firmas. La respuesta sobre la autenticidad
de ambas la encontraremos, ya no en un dictamen pericial
caligráfico, sino informático. Fuera de ello, nada nuevo bajo
el sol.
Es que si bien estos métodos no son infalibles(52) , es
sumamente complejo adulterar un documento electrónico
basado en la tecnología de la firma digital. Al respecto, la
Ley Argentina de Firma Digital establece como principio, en
su art. 3º, que "cuando la ley requiera una firma manuscrita,
esa exigencia también queda satisfecha por una firma
digital...", salvo para aquellos casos expresamente
excluidos en el art. 4º(53) .
525
Es decir que la firma digital, como bloqueo de caracteres
que acompañan a un documento, permite acreditar quién
es su autor, que no ha existido ninguna manipulación
posterior de los datos(54) , y determinar asimismo en forma
fiable que las partes intervinientes en la comunicación son
realmente quienes dicen ser.
Así, por medio de la firma digital, quien recibe una
comunicación electrónica puede estar seguro de que el
emisor de la comunicación es quien dice ser y, asimismo,
las partes comunicantes pueden asegurarse de que la
comunicación recibida es la que se remitió realmente. En
lo que venimos desarrollando, se advierte con meridiana
claridad las ventajas y seguridad que brinda la firma digital
y que echa por tierra con la imputación de falta de
seguridad que infundadamente realizan quienes se
resisten a su implementación.
Con lo expuesto hasta aquí, es claro que no restan
muchos argumentos para controvertir la validez de los
documentos contenidos en soportes digitales o
informáticos cuando ellos reúnen los estándares
adecuados de seguridad, resultando plenamente válidas
las normas generales dispuestas sobre la eficacia
probatoria de los "documentos papel" que resulten
aplicables por analogía. Por ejemplo, no tendrá la misma
eficacia el documento que circula por vías oficiales
(autoridad certificante de por medio) que aquel remitido por
vías que no cuenten con ese plus de seguridad.
526
Todo lo que hasta aquí expusimos es de gran
importancia, por ejemplo, a los fines de avanzar en la
concreción del ansiado expediente digital(55) . Es que al dar
mayor respaldo a la presentación de documentos en
soporte digital podríamos, por ejemplo, acompañar la
documental escaneada y guardada en archivos que
resultan fácilmente legibles mediante el uso de programas
mundialmente utilizados (v.gr. Adobe) y que podrán ser
remitidos junto al traslado de la presentación como
documento adjunto o, en su defecto, acompañadas en un
CD(56) .
Es del caso señalar que muchos juzgados civiles de la
Capital Federal reciben, de un tiempo a la fecha, escritos
de mero trámite, oficios, mandamientos y testimonios por
vía electrónica. También, a modo de experiencias piloto, y
con acuerdo de las partes intervinientes, se han
comenzado a practicar notificaciones en casillas de correo
que hacen las veces de domicilio constituido(57) . Algunos,
incluso, se han animado a ir más allá y reciben en las
direcciones oficiales de mail, presentaciones que exceden
el mero trámite, como por ejemplo, los informes periciales
de los expertos designados. Contar con esas
presentaciones en soporte digital, permite al tribunal y a los
letrados utilizar sus aspectos más importantes en
resoluciones y escritos sin tener que "tipearlos", acortando
así el tiempo de trabajo.
También es claro que frente a extensas presentaciones
que deban efectuarse, el costo de impresión será mayor.
Máxime cuando se trate de aquellas en las que deba
cumplirse con la carga prevista por el art. 120 del Código
Procesal y, más aún, si se tratare de un proceso con
multiplicidad de partes involucradas. Para ellos, a no
dudarlo, sería mucho más económico la presentación de
527
un CD que las contenga que el gasto de papel, tinta y
tiempo que irroga su impresión o fotocopiado. Asimismo,
quienes deban retirarlas, podrán contar con mayor
comodidad en el traslado y conservación de las copias.
Desde luego no faltarán quienes aleguen que la
implementación de estos mecanismos puede llegar a
generar prácticas desleales relacionadas con la
adulteración de los originales mediante la utilización de
programas de edición o que pueden presentarse
desigualdades entre quienes cuenten con medios
tecnológicos avanzados y quienes no. A los primeros les
diremos que ello no difiere de lo actualmente regulado en
materia del control y sanción de conductas temerarias o
maliciosas, bastando con la intimación a presentar,
entonces sí, el documento original. A los segundos, resulta
difícil creer que en la actualidad los profesionales no
cuenten con acceso a herramientas y medios informáticos
mínimos en el ejercicio de su profesión, presentándose los
casos contrarios más como meras excusas para impedir la
agilización de los trámites que como verdaderos
escollos(58) .
5. La prueba anticipada
Es cada vez mayor la cantidad de casos en los que se
observa que se solicita como prueba anticipada la
obtención de documentos almacenados en ordenadores y
no en fichas, carpetas o biblioratos. Ello no es casual, sino
el reflejo del innegable avance en el uso de las nuevas
herramientas informáticas en todos los ámbitos
profesionales, comerciales y, también, particulares. Claro
que ello genera un cúmulo de nuevos planteos que de a
528
poco van encontrando respuesta en los sucesivos
precedentes que se dictan al respecto.
En ese sentido también deben tenerse presente las
limitaciones que nuestro ordenamiento procesal contiene
en materia de prueba anticipada y, muy especialmente,
cuando se trata de documentación en poder de las partes.
A tal fin, es dable recordar que la procedencia de las
medidas de prueba anticipada debe ser considerada con
criterio restrictivo, por tratarse de excepciones a la
oportunidad y condiciones normales de producción de
prueba previstas por el ordenamiento procesal,
susceptibles de poner en jaque el derecho de defensa en
juicio(59) .
En lo que aquí interesa, "...el concepto de documento
electrónico queda adscripto a la noción de documento en
sentido amplio, ya que participa de sus características
esenciales, y posee aptitud representativa de un hecho o
una actividad propia del intelecto sin interesar el soporte
que lo contenga. A partir de ello, conforme el criterio de la
jurisprudencia analizada, el mismo quedaría subordinado a
las contingencias y sujeto a las presunciones que prevé el
derecho adjetivo respecto de la prueba documental en
poder de las partes y de terceros..."(60) .
529
Por otra parte, tal como se decidiera en un
pronunciamiento dictado en el fuero laboral nacional, en el
cual la parte actora solicitó la producción de prueba
anticipada respecto de documentos informáticos de las
computadoras laptops existentes en las oficinas de la
demandada, con fundamento en que podría perderse la
información allí existente o terceras personas (en
connivencia con sus ex jefes) podrían eliminar los archivos
de las computadoras; la prueba anticipada se viabiliza sólo
cuando existe temor justificado de que la espera torne
imposible o dificultosa su producción o la prueba oportuna
de los hechos que pretenden acreditarse con ese medio
probatorio preliminar. Para ello se exige no sólo la debida
identificación y prueba sumaria del peligro, sino también la
acreditación de la verosimilitud del derecho del
pretendiente, pues no resulta factible que un tribunal de
justicia disponga el allanamiento a la privacidad de una
persona a mero requerimiento de otra. Máxime cuando la
negativa a la orden de exhibición trae como consecuencia
una presunción favorable a la existencia del documento
requerido (art. 388 del Código Procesal)(61) .
No obstante, ese criterio restrictivo no debe convertirse
en un impedimento tácito de su procedencia, siempre que
se acrediten los motivos justificados para temer que la
fuente de prueba que se intenta incorporar desaparecerá y
que no existe otra vía para conservarla. En palabras de los
miembros de la sala B de la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Comercial, "...se considera atendible el
requerimiento en análisis (producción de una pericial
informática a fin de que un perito ingeniero en sistemas se
constituya en el domicilio de un escribano y de la sociedad
demandada para obtener información de los registros
informáticos y de los e-mails referidos a cierto contrato de
530
locación que involucraría a uno de los inmuebles de la
sociedad), pues la información que se pretende obtener y
resguardar de la base de datos de la demandada, por su
naturaleza, es modificable y/o destruible por la sola
voluntad de su poseedor o, incluso, desaparecer por
tornarse inútil a los fines empresariales, lo cual podría dejar
carente de sustento a la pretensión, configurándose
entonces el requisito previsto por el art. 326 del Código
Procesal. Véase que ello deriva de la propia naturaleza y
vulnerabilidad de los registros informáticos y de que se
trata de una documentación que, como principio, no existe
obligación legal de conservar (CNCom., sala C, 'Nieto
Eduardo Arturo c. Editorial La Razón SA y otro s/diligencia
preliminar' del 24/2/2006; íd. sala de Feria, 'Dva Agro
GMBH c. Ciagro SRL s/diligencia preliminar', elDial.com,
AG937 del 28/1/2009)..."(62) .
Ello habitualmente ocurre con la información contenida
en ordenadores o en soportes magnéticos u otros medios
técnicos externos para conservarla (v.gr., pendrives ).
Pero también podría suceder que se intente incorporar
como medio de prueba la información contenida en correos
electrónicos, que se han tornado la vía de comunicación
mundial por excelencia. A ello dedicaremos el próximo
punto.
1. Concepto
531
En general, el medio de transmisión de los documentos
digitales es el correo electrónico, herramienta
mundialmente utilizada en todos los ámbitos y que, como
no podía ser de otro modo, ya ha generado más de una
controversia en los estrados judiciales.
533
de los mensajes si no fuesen acompañados de algún
sistema de encriptación(72) .
También se le ha restado eficacia como medio de
notificación de actos que revisten especial importancia o
trascendencia, como por ejemplo, la puesta en
conocimiento fehaciente de la revocación de un
mandato(73) , especialmente si carecen de firma digital.
No obstante estas diferencias, entendemos que el
término "correspondencia" resulta abarcativo del correo
electrónico, por lo que merece igual tutela legal que
aquélla. Por ello, coincidimos con quienes afirman que
"...esas diferencias no impiden que el correo electrónico
reciba la misma protección constitucional que el correo
tradicional (privacidad, inviolabilidad, etc.), ni que ocasione
las mismas consecuencias previstas tanto en la ley civil
como en la penal por su uso indebido. A través de Internet
y mediante un e-mail se pude incurrir en conducta ilegítima
o en un delito, lo que acarreará las responsabilidades que
correspondan en cada caso..."(74) .
Sin perjuicio de lo cual, atendiendo a la falta de regulación
específica y a la relativa reciente aparición de estos
instrumentos, se imponen algunas consideraciones al
respecto.
Es que las constancias de correo electrónico —con o sin
firma digital— constituyen un medio de acreditación que,
de ser obtenido lícitamente y correctamente ofrecido, debe
ser admitido en todo proceso. Si la parte contraria niega su
autenticidad o recepción, deben ponerse en movimiento
otros engranajes tendientes a demostrar suficientemente
su inalterabilidad y veracidad. En esos supuestos, el
peritaje informático resulta una pieza vital, que debe ser
atendido por el abogado interesado en su producción
534
desde la concepción misma de los puntos que el experto
deberá evacuar en su dictamen(75) . A esos diferentes
aspectos dedicaremos los puntos subsiguientes.
2. Admisibilidad
Según señala Calvinho, para quien es necesario el
dictado de normas específicas para la contratación
electrónica, para el sistema de transmisión de datos y para
los proveedores de Internet —sobre todo en relación con el
plazo y forma de guardar la información en su poder—
"...hace bastante tiempo que algunos autores vienen
alertando acerca del impacto de las nuevas tecnologías en
materia probatoria, subrayando que hasta tanto se adecue
la legislación, se debe ser menos estricto tanto en la
admisión como en la apreciación, sin más
condicionamientos que los surgidos de la sana
crítica..."(76) .
Coincidimos con el autor mencionado en el párrafo
anterior en que la aceptación de las constancias de los
textos enviados por e-mail como medio de confirmación
procesal no es un punto que genere mayor discusión —en
rigor de verdad, no deberían generarlas—, pues los
regímenes procedimentales acogen reglas flexibles y
amplias a la hora de su ofrecimiento. También, menciona
que "...por lo general, la doctrina las examina como parte
integrante de la prueba documental, idea que compartimos
y cuyo apoyo legal se observa, v.gr., en el art. 1190 del
Código Civil —al señalar que los contratos se prueban por
el modo que dispongan los códigos de procedimientos por
instrumentos particulares firmados o no firmados, especies
del género documento— y en los arts. 378, primer párrafo,
535
y 387 a 389 del CPCCN. No obstante, un sector prefiere
permitir su introducción en juicio como un medio no previsto
(segundo párrafo del art. 378 del CPCCN), debiéndose
diligenciar aplicando por analogía las disposiciones de los
que sean semejantes, previéndose que en caso de ser
desconocida su autenticidad o recepción deberá estarse a
lo que resulte de otros medios de prueba..."(77) .
3. Obtención
En lo que respecta a la admisibilidad del correo
electrónico como medio de prueba, deberá prestarse
especial atención al modo en que ha sido obtenido o se ha
tenido acceso al mismo, con miras a evitar la afectación de
la intimidad o privacidad de las partes y/o de terceros, pues
es sabido que la prueba adquirida en forma ilícita no puede
tener eficacia para acreditar hechos en el proceso(78) .
536
cuenta del correo, no debería dicho e-mail tener eficacia
probatoria ni ser ponderado por el juez al momento del
dictado de la sentencia. Por ende, señala también Kiper que
"...el acceso a una cuenta electrónica ajena, sin permiso de
su titular ni de autoridad judicial, es un medio de prueba
ilegítimo..."(80) .
Ya se ha sostenido que en supuestos de invasión al ámbito
del derecho a la privacidad, los hechos, aun los verdaderos,
si son lesivos a la intimidad de las personas afectadas no
deben divulgarse, por lo que la exceptio veritatis carece de
virtualidad en estos casos, dado que aquélla no excluye la
antijuridicidad, recordando la doctrina que pone de resalto
que este derecho no se preocupa por la verdad o la falsedad,
sino que tiende a evitar la violación a la vida privada(81) .
537
que, en la hipótesis contraria, el correo electrónico hubiera
servido como elemento de prueba(82) .
Se ha expuesto también que, "...en ese orden de ideas,
destácase además que la ley 25.520 sostiene que 'las
comunicaciones telefónicas, postales, de telégrafo facsímil,
o cualquier otro sistema de envío de objetos o transmisión
de imágenes, voces o paquetes de datos, así como
cualquier tipo de información, archivos, registros y/o
documentos privados o de entrada o lectura no autorizada
o no accesible al público son inviolables en todo el ámbito
de la República Argentina, excepto cuando mediare orden
o dispensa judicial en sentido contrario (art. 5º)', con lo cual
queda claramente definido que los mismos principios que
rigen la inviolabilidad de la correspondencia privada se
extienden también para el correo electrónico de una
persona..."(83) . En ese sentido, se ha afirmado sin
hesitación que "...La orden judicial es justamente la
condición necesaria para que el acceso a la
correspondencia privada no se considere una
inobservancia a la inviolabilidad dispuesta..."(84) .
A mayor abundamiento, se ha sancionado recientemente
en Argentina la ley 26.388, modificatoria del Código Penal,
que reprime como ilicitudes, entre otras, abrir, acceder o
apoderarse indebidamente de una comunicación
electrónica, una cart a, o despacho telegráfico o telefónico
que no le esté dirigida a quien la abre como así también
acceder a la misma a sabiendas por cualquier medio sin la
debida autorización o excediendo la que se posea a un
sistema o dato informático de acceso restringido .
En consecuencia, deberá tenerse en cuenta que para utilizar
el e-mail como medio de prueba en un proceso judicial, la
forma de obtención del mismo debe ser lícita, pues si
538
ilícitamente se obtuviese la misma y se aportara como
prueba a un proceso judicial, dicha prueba no será válida por
haberse adquirido transgrediendo normativas vigentes(85) .
Como señaló con meridiana claridad la sala A de la Cámara
Comercial capitalina, "...se advierte en el marco del conflicto
societario suscitado en esta litis, que el demandado
reconviniente ofreció como prueba ciertos correos
electrónicos (véase fs. 2769 vta/2773 y fs. 2774/2777 vta.),
enviados en principio por el accionante reconvenido,
asesores y empleados de la sociedad sin dar cuenta de cómo
se accedió a esa información —visto que el oferente no fue
destinatario de ninguno de esos mensajes— y, sin el
consentimiento de sus emisores y destinatarios.
"Así las cosas, la utilización de correos electrónicos que no
son propios y que tampoco, se reitera, fueron dirigidos a la
dirección de e-mail del oferente, no puede acogerse
favorablemente, pues debe mantenerse incólume la
protección a la privacidad de quienes son usuarios del
sistema, evitando, de tal forma, una abierta y flagrante
violación a la intimidad (art. 19, C.N.). En función de todo ello
y, a la luz de lo establecido en el art. 364 del ritual no cuadra
otra conclusión que disponer la inadmisibilidad de esa
prueba, con la prevención de que sólo serán admitidos como
prueba aquellos e-mail que hubieran sido remitidos por el
propio accionado reconviniente.
"La misma solución cabe aplicar con respecto a los correos
electrónicos que también propuso el aquí apelante al
responder la reconvención incoada en su contra (véase fs.
3709/3710), por lo que sólo serán admitidos (más allá de la
ponderación que quepa realizar por parte del juzgador al
tiempo de sentenciar) los e-mail que aquél hubiera
enviado..."(86) (el destacado nos pertenece).
539
Ahora bien, distinta sería la postura a adoptar si el acceso
al e-mail lo fue con motivo de la renuncia de la parte
interesada a su expectativa de privacidad (a modo de
ejemplo, si el ordenador del cónyuge contra quien se quiere
hacer valer el mail permanece abierto o encendido, o
careciere de clave de acceso, o si se tratase de una casilla
de uso común por ambos cónyuges con la misma clave,
etc.), pues en dichos supuestos podría admitirse como
prueba, sin perjuicio de la oportuna valoración que se
efectúe de la misma, en conjunción con las demás
probanzas de la causa.
Al respecto, es conocida la doctrina de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación Argentina en el sentido de que
sería válida la prueba obtenida, si el titular del derecho o
garantía que se debe proteger, con su conducta previa ha
evidenciado una renuncia a su razonable expectativa de
privacidad(87) .
¿Pero qué sucedería en el caso de que se presente como
prueba un e-mail obtenido sin consentimiento del titular de
la cuenta, de dónde se verifica la confesión de haber
cometido o la intención de cometer, actos que atenten
contra un derecho personalísimo de igual jerarquía
constitucional que el de la intimidad? (v.gr. personas que
abusen física o psicológicamente de otras). ¿Debería el
juez desecharlo sin más por el modo en que fue obtenido?
¿Podría adoptar medidas preventivas a fin de impedir su
comisión u ordenar otras a fin de corroborar por otros
medios lo que surge del correo electrónico? ¿O
simplemente deberá guardar una posición expectante
hasta que el hecho se concrete y luego actuar? ¿O deberá
esperar hasta que el hecho le sea demostrado por otros
medios?
540
¿Legalidad o justicia? ¿Cuál debe ser el rol del juez en el
proceso? Ésas son preguntas que sistemáticamente vuelven
a situarse en el eje de discusión(88) . En el sistema legal penal
la cuestión suele definirse a favor de la primera, pues es
considerada la base de la protección de la defensa en juicio
y el principio de inocencia. Pero el sistema civil presenta,
muchas veces, una mayor flexibilidad a la hora de determinar
la verdad material y actuar en consecuencia.
Sin llegar a supuestos como los referidos precedentemente
(sobre los cuales nunca está de más reflexionar), nos
avocaremos al análisis de las pautas generales que rigen la
materia.
4. Ofrecimiento
541
motivo de la apelación concedida libremente respecto de la
sentencia definitiva(89) .
No obstante el principio general expuesto, la cuestión no es
uniforme en todos los ordenamientos y puede generar
algunas dudas al momento de su ofrecimiento. Sobre el
punto, Calvinho menciona que "...cuando el correo
electrónico cuenta con firma digital, no se generan
inconvenientes por el conteste criterio de reconocerle valor
probatorio similar al del instrumento privado. Sin embargo, la
naturaleza que se les asigne a las constancias de e-mail que
carecen de firma digital influye en la determinación de los
requisitos que se deben exigir para su correcto ofrecimiento
confirmatorio en juicio. Si bien mayoritariamente son
consideradas como prueba documental o de acreditación, se
ha subrayado que algunos sostienen su tratamiento como un
medio no previsto.
"Esta diferenciación doctrinaria tiene influencia(90) en
aquellos procedimientos donde en la demanda, la
reconvención y sus contestaciones sólo se acepta ofrecer y
acompañar la prueba documental —por ejemplo, en el juicio
ordinario que tramita en la provincia de Buenos Aires,
art. 332 CPCBA—, mientras que los restantes medios deben
introducirse posteriormente —v.gr., art. 365, CPCBA—(91) .
De estimarse que las constancias de correo electrónico son
comprendidas dentro de los medios no previstos, su
ofrecimiento se pospone.
"Pero si, en cambio, se entiende que deben incluirse en la
categoría de prueba documental, la cuestión es mucho más
clara y sencilla: deben ser ofrecidas y acompañadas con la
demanda, la reconvención, la oposición de excepciones y las
contestaciones de todas ellas, sin perjuicio de los supuestos
en que es dable su ofrecimiento posterior —cuando se
542
invocan hechos nuevos— o anteriores —v.gr., prueba
anticipada—"(92)(93) .
Una interesante cuestión se plantea en torno a su
ofrecimiento como prueba anticipada en los términos del
art. 326 del citado cuerpo legal, ante el temor de que su
producción no pudiese realizarse en la etapa oportuna, sea
por razones de urgencia, por la posible adulteración del e-
mail o por la pérdida o desaparición del mismo. Es que, si
bien podría ser viable que el proveedor del servicio del correo
tuviere registrado el movimiento de dicho correo, en aquellos
supuestos en que ello no fuere así, la prueba requeriría ser
complementada con otros medios, en general con pericias
informáticas de producción anticipada.
Se ha señalado que no debe confundirse a la producción
anticipada de prueba con una medida cautelar, pues sus
objetos son claramente distintos. Además de las diferencias
en el fin que persiguen, también difieren en su procedimiento,
pues mientras que la segunda se concreta sin la intervención
del afectado, la segunda debe sustanciarse con intervención
de la parte contraria, o del Defensor Oficial si fuere imposible
por razón de urgencia (art. 327 del Código Procesal). En ese
orden de cosas, la sala A de la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Comercial ha interpretado en torno a un
pedido de prueba anticipada (en prieta síntesis que aquí
realizamos), que no debe dejarse de lado la citación a la
contraparte cuando ésta es conocida y que, sólo razones de
urgencia que podrían frustrar la medida justifican postergar
su citación, con la obligada intervención —en tal caso— del
Defensor Oficial. Máxime cuando se trata de la producción
de prueba sobre el contenido de correos electrónicos, que
gozan de idéntica protección constitucional de privacidad que
la correspondencia(94) .
543
Coincidimos con lo expuesto como enunciado general y
principio rector en la materia. No obstante, adherimos a las
posturas que interpretan la norma de una manera más amplia
y que, de algún modo, se apartan de la redacción literal del
art. 327 del Código Procesal, a fin de que la forma no torne
ilusoria la concreción de su fin, conjugando la prueba
anticipada y la medida cautelar.
En ese sentido, se destaca lo expuesto por Falcón, cuando
señala que "...en ciertos supuestos la prueba anticipada se
comporta como una verdadera medida cautelar o
precautoria. Ciertamente, sin perder su naturaleza probatoria
y teleológica, la adquisición de ciertas pruebas debe
realizarse inaudita pars . Ello es así porque su anticipación
en el conocimiento de la otra parte, puede permitir que la
misma, a través de maniobras de diverso tipo, oculte,
modifique, destruya o cambie el objeto probatorio a adquirir...
Cuando la prueba anticipada obra como medida cautelar, es
decir, sin actuación contraria, debe soportar los requisitos
que se estiman para estas medidas..."(95) .
Desde luego que cuando la producción anticipada de prueba
deba efectuarse sin citación de la parte contraria a los fines
de evitar el desbaratamiento de dicha prueba por el accionar
de la contraria, por aplicación del principio probatorio de
bilateralidad y constitucional de defensa en juicio, resulta
obvio pensar que deberá en estos casos suplirse la citación
a la contraparte por la citación al Sr. Defensor Público
Oficial(96) , con miras a la validez y eficacia de la misma.
En cuanto a los requisitos de procedencia de medidas
excepcionales como las expuestas, coincidimos con
Guahnon y Somer en que en cada caso concreto el juez
deberá evaluar las circunstancias que ameriten o no la
procedencia de la medida y la citación o no de la parte
544
contraria, sin perjuicio de tener siempre en cuenta el carácter
restrictivo que impera en torno a su admisibilidad(97) .
5. Eficacia probatoria
545
Si la autenticidad del mail fuere impugnada, deberá
procurarse acreditar la misma recurriendo a otros medios de
prueba complementarios como ser la pericial informática o
los correspondientes pedidos de informes a las empresas
proveedoras del servicio de los correos, entre otros.
Sabemos que el e-mail carece de firma ológrafa. Ahora bien,
ante la ausencia de firma como modo de asegurar la autoría
del acto y en consecuencia la autenticidad de la declaración
de voluntad contenida en el instrumento firmado, existen en
la actualidad diversos medios técnicos tendientes a
asegurarla. Por ello, coincidimos también con quienes
sostienen que no se advierten mayores inconvenientes en
que el instrumento privado carezca de firma puesta de puño
y letra, siempre que por otros medios se pueda cumplir con
la finalidad de determinar fehacientemente la autoría y
autenticidad de la declaración(99) .
La falta de autenticidad de un documento electrónico (es
decir, de correspondencia entre el autor aparente y el autor
real del mismo), puede obedecer a diversas causas, que se
ocasionan a veces en la fase de memorización (por ejemplo,
por haber digitado erróneamente un dato o por haberlo
omitido); otras veces en la fase de elaboración (por ejemplo,
por haberse producido disfunciones en el elaborador a
consecuencia de un exceso de humedad o defectos de
voltaje, o suciedad o polvo, etc.); otras veces en la fase de
transmisión (por ejemplo, por haberse verificado
superposición de transmisiones, etc.); o en ocasiones
pueden ser causados intencionalmente por personas
internas o externas al sistema(100) .
Esto no ocurriría si el documento electrónico estuviese
firmado digitalmente, por cuanto en la actualidad las
principales herramientas tecnológicas para asegurar la
546
confiabilidad y seguridad de las comunicaciones electrónicas
son la firma digital y la encriptación, basadas ambas en las
tecnologías de la encriptación, no obstante lo cual,
generalmente, los correos electrónicos entre particulares
carecen de firma digital que consiste en un mensaje
encriptado que acompaña a un documento electrónico(101) .
No obstante ello, en la actualidad, si bien se han dictado
diversas normas derivadas de la Ley de Firma Digital
(25.506), y su utilización ya se ha implementado en algunos
ámbitos de la Administración Pública, no existen aún en la
República Argentina certificadores privados con licencias
otorgadas para expedir certificados.
Ello conlleva a que el intercambio de correos electrónicos
entre particulares carezca de este recaudo, debiendo
necesariamente recurrir a otros medios probatorios para
acreditar su autenticidad, como ser pericias informáticas,
pedidos de informes a las empresas proveedoras del servicio
de los correos, intentar el reconocimiento por medio de
confesión, etcétera.
Por ello, señala Márquez que "...en materia de correo
electrónico será necesario probar, a través de los medios
técnicos correspondientes(102) , que el documento (cuerpo del
mensaje o el adjunto al mensaje, que se adjudican a una
persona, llamaremos a ambos el documento) fue enviado y
fue recibido; y que el documento pertenece a quien se le
adjudica la declaración.
El envío y recepción de un documento firmado, bajo ciertas
técnicas, podrá ser probado por el mismo documento. En
cambio, si no está firmado, además de su autenticidad e
inalterabilidad, deberá probarse que fue enviado desde un
dispositivo que se encuentra bajo control de quien se
adjudica el documento; y ello será posible mediante la prueba
547
de informes al proveedor de servicios de correo y, en su
caso, por una pericia técnica que determine el origen y
destino del mensaje cuyo análisis se propone..."(103) .
En igual sentido, la sala D de la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Comercial ha señalado que aun cuando se
trata de documentos que carecen de firma digital a los que
no puede otorgarse un valor de convicción preeminente por
no cumplir con los requisitos de los arts. 2º y 5º de la ley
25.506 sobre "firma digital" puesto que el elemento de
autenticación o certificación es un requisito esencial de
autenticidad (sala D, "Henry Hirschen y Cía. SA c. Easy
Argentina SRL" del 16/2/2007), no existe impedimento para
que se los ofrezca como medio de prueba (art. 378, inc. 2º,
del Código Procesal), considerándoselos principio de prueba
por escrito como había aceptado la doctrina de los autores
antes de la sanción de la citada ley 25.506. Tal valor
probatorio se sustenta en los arts. 1190, 1191, 1192 del
Código Civil, pues aunque por no estar firmados no alcancen
la categoría de documento privado, es admisible su
presentación en juicio para probar un contrato siempre que
emanen del adversario, hagan verosímil el hecho litigioso y
que las restantes pruebas examinadas a la luz de la sana
crítica corroboren su autenticidad. También se señaló en esa
oportunidad que es decisiva la prueba complementaria que
se produzca, ponderada conforme con los criterios de la sana
crítica y juntamente con las restantes pruebas del
proceso(104) .
También resulta relevante a la hora de determinar la
existencia y autoría de un e-mail , la valoración de las
circunstancias que rodearon a su emisión. Es decir, las
causas que le pudieran haber dado origen y el adecuado
nexo con su contenido, como así la comprobación de la
coincidencia entre las personas y la casilla de correo.
548
En sintonía con lo expuesto respecto de las circunstancias
del caso se ha dicho que "...entre los indicios que daban
credibilidad al mensaje (en cuanto a su existencia y
expedición), y podían sustentar un juicio de reproche, la
circunstancia de que en él se hacía referencia a hechos que
efectivamente acaecieron, y que el recurrente había
reconocido en su descargo. Tales hechos eran la
incomparecencia del letrado de su contraparte, el Dr. F., a
una audiencia de mediación y una presunta 'actitud
irrespetuosa' de parte de éste (v. fs. 7). En el mensaje de
correo electrónico se hacía referencia a que dicha audiencia
había tenido lugar 9 de marzo de 2009, lo cual se
corresponde con la carta de fs. 6. Por otra parte, el mensaje
electrónico data del 11 de marzo de ese año, de modo que
existe una correlación temporal entre los hechos del día de
la audiencia y el envío de aquél..."(105) .
549
dirección electrónica de origen fuera una cuenta 'masiva',
el recurrente reconoce que estaba afectada al uso de sus
tareas profesionales, ya que desde allí se evacuaban
consultas..."(106) .
En otro caso se tuvo por eficaz la notificación de una
modificación en los términos de un contrato de servicio a
través del envío de un correo electrónico al consumidor,
pues esa circunstancia se vio corroborada por las
posteriores conductas del usuario(107) .
Por otra parte, si la existencia del correo electrónico, su
contenido o el remitente o destinatario fueren negados, o
se invocara su adulteración, existen medios técnicos para
determinar el recorrido del e-mail desde su origen hasta su
destino y sus posibles alteraciones.
Es que, como hace saber Calvinho, "...la autenticidad e
inalterabilidad de los correos electrónicos puede verificarse
en los servidores, siempre y cuando no se hayan borrado.
Si esto sucede, existe la posibilidad de detectarlos
en backups anteriores, de donde se puede bajar la
información completa. En los e-mails remitidos desde
cuentas de webmail —yahoo o gmail— es difícil cambiar
las fechas de recepción y de envío; también se requiere ser
un experto —aunque en menor grado— para modificar los
que se encuentran en archivos de Outlook Express u
Outlook de Office".
En ese orden de cosas, Molina Quiroga nos recuerda que
"... existen diferencias entre la evidencia tradicional y la
informática, que podríamos enumerarlas como la
volatilidad, la posibilidad de duplicación, la facilidad de
alteración y la gran cantidad de 'metadatos' que posee esta
última con relación a la primera(108) .
550
"En cualquier equipo informático habrá datos que pueden
ser obtenidos con herramientas comunes (por ej., Windows
Explorer) pero también datos adicionales, tales como los
archivos borrados, renombrados, ocultos y otros, que sólo
se pueden obtener con herramientas de informática
forense. Esta conjunción de datos visibles y ocultos se ha
presentado como una suerte de iceberg(109) .
"El proceso de almacenamiento y borrado, el acceso a
Internet, la ejecución de impresiones e incluso el sistema
operativo de la computadora son fuente de 'metadatos'.
"El análisis forense de la evidencia informática nos
permite lograr resultados de distinta naturaleza. Con los
datos visibles podemos capturar documentos, correos
electrónicos, fotos digitales, listados y logs(110) .
"Con los 'metadatos' podemos conocer los usuarios del
sistema y sus claves, la actividad que se desarrolló en el
sistema operativo, las líneas de tiempo, la actividad en
Internet, la ubicación geográfica de una computadora, el
uso del webmail , las impresiones realizadas, los medios
removibles conectados (disquetes, discos
compactos, pendrive , etc.), las fotos digitales y su relación
con cámaras..."(111) .
Por eso, en el peritaje informático, el experto se debe
encargar de identificar cuáles fueron los equipos de origen
y de destino del mensaje. Además, deberá recabar datos
de utilidad que permitan determinar el contenido del e-
mail en cuestión. Los servidores o proveedores de Internet
—que operan a modo de enlace entre el remitente y el
destinatario del e-mail — cuentan con información
inherente a la fecha en que se produjo el envío o reenvío
del e-mail , duración de conexión, archivos adjuntos,
número de identificación de los equipos de origen y destino
551
de las comunicaciones —datos de tráfico—(112) . Una
descripción que permite ver con claridad cómo se
instrumentan en la práctica los procedimientos descriptos
puede verse en un interesante e ilustrativo fallo de la
Suprema Corte de Justicia de Mendoza(113) , en el cual se
analizó la valoración efectuada por la Cámara interviniente
del caudal probatorio reunido para determinar la autoría y
envío de un correo electrónico.
En base a estas sucintas explicaciones y considerando
las características específicas de la constancia de correo
electrónico eventualmente aportada por el cliente, el
abogado puede efectuar un análisis previo acerca del
grado de incidencia que puede tener en un proceso y,
además, redactar los puntos de peritaje informático
correspondientes para el caso que no sea reconocida(114) ,
sin perjuicio del restante respaldo confirmatorio que pueda
ofrecer en su auxilio..."(115) .
552
electrónicamente en algún lugar'(117) . Y en referencia a los
mensajes de texto, algo más técnico —no mucho, somos
abogados después de todo— (están) 'disponibles en redes
digitales GSM permitiendo enviar y recibir mensajes de
texto de hasta 160 caracteres a teléfonos móviles vía el
centro de mensajes de un operador de red. También se
pueden enviar mensajes cortos a través de Internet,
usando un sitio web de SMSs'"(118)y(119) .
553
A modo de ejemplo, las amenazas e injurias que puedan
proferirse los cónyuges en conflicto, las palabras y
propuestas inadecuadas en el ámbito de relaciones laborales
(mobbing ), aspectos ocultos o ilícitos en negociaciones
contractuales (v.gr., una comisión por fuera del texto, el
acuerdo de convenir un objeto en fraude a la ley simulando
un objeto lícito), entre tantos otros(122) . Dejar de lado la
posibilidad de que el juez cuente con estos elementos al
momento en que deba valorar la prueba de los hechos,
importa tanto como justificar la mera decisión formal del caso,
apartando al magistrado de la verdad objetiva y, por ende, de
la posibilidad de dictar una sentencia justa.
Nos hace saber Elizalde que los expertos en EE.UU.
coinciden en que no hay un medio infalible para proteger la
data del texto, brindan algunos consejos básicos —al menos
desde su punto de vista—:
1) El texto no debe ser borrado ni alterado y mientras antes
se pueda "capturar" información sobre su fuente, mejor. En
este sentido, en la web hay servicios especializados que
permiten autentificar los textos grabados con una suerte de
voz propia. El servicio permite memorizar
un record electrónico (texto, foto, video o mensaje de mail )
con una fecha, un mensaje de voz, una anotación sobre
dónde supone la persona que recibió el texto y hasta una
instrucción sobre cómo guardarlo.
2) Claro que para usar el servicio hay que almacenar el
contenido en un file de computadora como pdf , doc , o
un jpg . Luego hay que bajar el file al proveedor del servicio,
grabando luego un mensaje sobre el origen de la evidencia.
El servicio calcula un código que sea propio del file y se lo
adjudica con exclusividad. El servicio le permite guardar al
usuario elementos de prueba que son relativamente simples
554
de producir en caso de necesidad y que serán muy
superiores a los que hayan sido alterados por inexperiencia
o ansiedad. Si el file es cambiado, su código no lo identificará
y la maniobra es puesta en evidencia. No importa si se
intenta años después del registro del file original.
3) Los mensajes de texto no deben borrarse ni alterarse, si
se desea presentarlos como prueba. Asimismo, los
proveedores de servicios los almacenan brevemente (en
EE.UU. y aquí), pero este plazo es muy corto en términos de
procedimiento judicial. Es que vimos que el servidor no forma
parte del camino del mensaje y sólo lo conserva por unos
días, en el mejor de los casos: Verizon los almacena por 120
horas.
Ahora bien, ello es lo que sucede con los mensajes de texto
que a diario utilizamos todos los que nos servimos de los
teléfonos móviles para el envío de mensajes de textos. Pero
dado el alcance que tiene el uso de esta tecnología, y el
avance de su uso en relaciones cada vez más complejas e
importantes, se está abriendo camino una nueva modalidad
de este medio: el SMS Certificado.
¿En qué consiste? Elizalde(123) nos informa que, tal como lo
anuncia una empresa española que lo desarrolló, el SMS
Certificado "puede ser utilizado para notificaciones urgentes
con carácter de prueba frente a terceros. El servicio
proporciona certificación del contenido y fecha de envío,
mediante una copia certificada con acuse de recibo. Según
la compañía, este servicio equipara el envío de mensajes por
SMS con la carta documento y la carta certificada.
"El procedimiento para enviar estos mensajes es el siguiente:
el usuario envía un mensaje a través de Internet, el mensaje
se envía mediante la interconexión con el operador de
telefonía celular local y éste notifica a www.Lleida.net la
555
entrega en el celular de destino recibido. La empresa genera
un acuse de recibo y el tiempo, obteniendo un documento
PDF firmado y sellado digitalmente. En último lugar, este
acuse de recibo es enviado al usuario por e-mail para que
disponga del recibo firmado y sellado digitalmente que podrá
ser utilizado posteriormente como prueba"(124) .
Consultada la fuente mencionada en el párrafo anterior,
pudimos corroborar, una vez más, el porqué es tan difícil
incorporar los avances de las nuevas tecnologías al proceso
y al procedimiento. De los comentarios a la nota
citada supra encontramos inmediatamente los
cuestionamientos respecto de la validez de este medio, de la
posibilidad de que el receptor reciba el mensaje pero no lo
lea, que el titular de la línea sea uno pero el usuario otro, etc.
Idénticos cuestionamientos se han efectuado a las
notificaciones electrónicas a través del correo electrónico.
Una vez más, preguntamos a esos lastres que parecen
pretender volver a la pluma de ganso y que, no pocas veces,
no se expresan por verdadero temor a la afectación del
debido proceso, sino por mera falta de voluntad a una
actualización obligada o reticencia a un proceso más ágil,
¿qué diferencia existe entre su planteo y una cédula dejada
en la puerta de un domicilio constituido que se vuela con el
viento o que un encargado enojado no entrega al
destinatario?(125) .
El desafío consiste entonces, no en buscar las razones por
las cuales los medios tecnológicos no deberían ingresar en
la dinámica procesal, sino en buscar los medios para
garantizar que su uso sea eficiente, eficaz y confiable.
556
VI. LA HISTORIA CLÍNICA DIGITAL
1. Generalidades
Tal como señalan Trigo Represas y López Mesa, la
doctrina y la jurisprudencia han señalado reiteradas veces
la trascendencia de la historia clínica como elemento
valioso en los juicios en que se debate la responsabilidad
del galeno o del nosocomio. Esta creciente importancia se
debe, entre otros factores, a la intervención corriente de
múltiples profesionales en la atención de un enfermo, lo
que obliga a que el estado de salud del paciente, así como
la terapéutica realizada al mismo, quede documentada
para evitar terapéuticas incompatibles, efectos adversos y
suministro de drogas a que el paciente sea alérgico(126) ,
entre otras posibles vicisitudes sanatoriales.
Pero la historia clínica adquiere su máxima dimensión en
el mundo jurídico, porque es el documento donde se refleja
no sólo la práctica médica o acto médico, sino también el
cumplimiento de algunos de los principales deberes del
personal sanitario respecto del paciente: deber de
asistencia, deber de informar, etc., convirtiéndose en la
prueba documental que evalúa el nivel de la calidad
asistencial en circunstancias de reclamaciones de
responsabilidad a los profesionales sanitarios y/o a las
instituciones públicas. Se encuentra afectada por algunas
normas jurídicas dispersas, pero no existe una norma de
ámbito nacional con rango de ley que unifique y aporte las
soluciones más adecuadas a todos los problemas legales
que plantea, tales como: custodia, propiedad, acceso,
etc.(127) .
557
Lo que es ciertamente innegable, es que la historia clínica
tiene cada vez más importancia y trascendencia jurídica.
Es que se presenta como el elemento esencial de
acreditación por parte del médico de su conducta con el
paciente en todo momento, al reflejar toda la información
relacionada con la asistencia dispensada al propio
paciente. La historia clínica, convertida en prueba material
por orden del juez, es el testimonio más objetivo de la
calidad o de la falta de calidad del trabajo médico.
También es fundamental a la hora de acreditar la
existencia del preceptivo consentimiento informado previo
a toda intervención y de la información suministrada al
paciente que suele constar en formularios preimpresos
anejados en la misma.
Desde luego que se trata de un instrumento confidencial,
con el objeto de preservar los derechos de los
pacientes(128) , toda vez que allí se encuentran a resguardo
datos que la ley 25.326 (Ley de Protección de Datos
Personales) califica como "sensibles" y que merecen
especial resguardo. Por ello, información de este tipo sólo
puede ser recolectada y objeto de tratamiento cuando
medien razones de interés general autorizada por ley.
También, que podrán ser tratados con finalidades
estadísticas o científicas cuando no puedan ser
identificados sus titulares. Asimismo, que los
establecimientos sanitarios públicos o privados y los
profesionales vinculados a las ciencias de la salud pueden
recolectar y tratar los datos personales relativos a la salud
física o mental de los pacientes que acudan a los mismos
o que estén o hubieren estado bajo tratamiento de
aquéllos, respetando los principios del secreto
profesional(129) .
558
2. El acceso a la información de la historia clínica
559
y se asientan en otros registros (de otros profesionales o
administrativos).
A fin de evitar esas falencias y unificar las constancias,
resulta de sumo interés la propuesta que nos acerca
Zengarini de contar con una historia clínica informatizada. No
sólo se trata de transcribir lo realizado por los médicos en un
soporte digital, sino de lograr contar con un único registro que
contenga todos los datos relacionados con un paciente,
desde su concepción hasta su muerte. Se trata de un
documento médico-legal donde queda registrada toda la
relación del personal sanitario con el paciente, todos los
actos y actividades médico-sanitarias realizados con él y
todos los datos relativos a su salud, que se elabora con la
finalidad de facilitar su asistencia, desde su nacimiento hasta
su muerte, y que puede ser utilizada por todos los centros
sanitarios donde el paciente acuda(132) .
Debe contener datos suficientes y sintéticos sobre la
patología del paciente, debiéndose reflejar en ella todas las
fases médico-legales que comprenden todo acto clínico-
asistencial. Asimismo, debe contener todos los documentos
integrantes de la historia clínica, desde los datos
administrativos, documento de consentimiento, informe de
asistencia, protocolos especiales, etc. Todo facultativo o
personal sanitario que intervenga en la asistencia del
paciente debe constar su identificación, con nombres y
apellidos, rúbrica y número de colegiado, de forma
legible(133) .
En la historia clínica un dato no debe ser modificado o
removido una vez que ha sido firmado; así debe suceder con
su par computarizado. Es perfectamente lógico pretender
que una observación no pueda ser retirada una vez
ingresada. Por este motivo se debe garantizar que la historia
560
clínica informatizada, no pueda ser modificada a posteriori .
Disponer de un sistema de seguridad de información y
control de modificaciones de campos son aspectos
fundamentales que el sistema debe garantizar para cumplir
con la lógica médica, jurídica e informática. Los sistemas que
no cuenten con un mecanismo de seguridad para evitar
modificaciones pueden llegar a no ser reconocidos como un
instrumento legal(134) .
3. Valor probatorio
Es importante recordar, dice Zengarinni, que con relación
a los medios de prueba de los contratos comerciales y
consecuentemente de las historias clínicas informatizadas,
"el examen debe tomar en cuenta un doble y a veces
contrapuesto interés, por una parte, la necesidad de
permitir la más eficaz y la más vasta utilización de los
nuevos medios tecnológicos, y por la otra, la necesidad de
tutelar adecuadamente la confianza de los operadores
económicos y, más en general, de todos los ciudadanos en
la seguridad de los nuevos documentos"(135) .
561
asegure su conservación no puede discutirse que para
nuestro ordenamiento constituye un documento (medio
probatorio). Como se puede apreciar, la tendencia moderna
e internacional se inclina por la libertad de formas y de
medios de prueba(136) .
En nuestro país en particular, el legislador estableció la
libertad en materia de medios probatorios (arg. art. 378 del
Código Procesal) y dejó librada a la apreciación judicial, a la
luz de la sana crítica, la admisibilidad y eficacia de los medios
probatorios utilizados (art. 386 del Código Procesal).
Sin embargo, aun cuando indebidamente pudiera
cuestionarse la validez de la historia clínica informatizada
como prueba documental, lo cierto es que la información en
ella contenida no perderá fuerza probatoria, toda vez que
bien puede ser incorporada a través de cualquier otro medio
probatorio, como por ejemplo la prueba de informes.
En caso de conflicto, que previsiblemente en nuestro ámbito
vendrá referido a cuestiones de responsabilidad médico-
sanitaria deberemos hacer jugar y valer las historias clínicas
informatizadas. El valor probatorio en último extremo afecta
a la veracidad de la información contenida en la historia
clínica y a la autoría de los informes que obran en la misma.
Es, por tanto, el propio desarrollo tecnológico el que deberá
proporcionar los medios para evitar, o al menos limitar al
máximo, las posibilidades de alteración del contenido de la
historia clínica informatizada o la alteración de la identidad
de su autor o autores; si bien admitiendo de antemano que
tales garantías nunca pueden ser plenas, del mismo modo
que tampoco lo son respecto de los documentos escritos,
que también pueden ser modificados fraudulentamente en su
contenido o en su firma.
562
La admisión, cada vez más frecuente, por parte de los
órganos judiciales de medios de prueba que tienen encaje en
los tradicionalmente reconocidos por las leyes, como es el
caso de los medios de reproducción de imagen y de sonido
(catalogables como medios de prueba documental o de otro
tipo), debe llevar también progresivamente a una solución
favorable a la admisión de la historia clínica informatizada en
sustitución del documento escrito.
No obstante la situación actual, caracterizada por el silencio
de la ley sobre este punto y la persistencia de ciertos recelos
por parte de los órganos judiciales para admitir medios de
prueba distintos de los expresamente admitidos por las
leyes, obliga a adoptar la necesaria cautela en este ámbito,
sobre todo teniendo en cuenta que los conflictos que sobre
esta cuestión puedan plantearse serán, en la mayoría de los
casos, de notable entidad por estar involucrados aspectos de
responsabilidad de los profesionales y centros sanitarios.
Cautela que además resulta más necesaria en relación con
actuaciones de especial trascendencia legal, como son
singularmente la expresión del consentimiento informado por
parte del paciente o la emisión de aquellos informes que
vayan a facilitarse a éste(137) .
Desde luego, toda la información concentrada en la historia
clínica digital gozará de la protección que la Ley de
Protección de Datos Personales le confiere. En ese sentido,
cabe recordar que la ley y su norma reglamentaria disponen
que los establecimientos sanitarios públicos o privados y los
profesionales vinculados a las ciencias de la salud pueden
recolectar y tratar los datos personales de relativos a la salud
física o mental de los pacientes que acuden a los mismos o
que estén o hubieren estado bajo tratamiento de aquéllos,
respetando los principios del secreto profesional(138) .
563
No podemos desconocer tampoco la dificultad que presenta
habitualmente el descifrado de los asientos contenidos en el
instrumento aquí analizado. De no ser por los peritos
designados, que a la vez de médicos hacen las veces de
calígrafos, muchas veces se tornaría imposible conocer qué
fue lo asentado en las historias clínicas. Así, el ingreso de
datos mediante computadora salvará ese escollo, a la vez
que permitirá integrar esos datos con imágenes. Si a ello le
sumamos que toda la información pueda incorporarse en un
único registro personal de cada paciente, las ventajas
resultan incontrastables.
Por todo eso, y dadas las ventajas que presenta su
almacenamiento en bases que deben necesariamente
cumplir con los altos estándares de seguridad impuestos por
la autoridad de aplicación, la digitalización y unificación de la
historia clínica puede reportar un gran beneficio a la hora de
su presentación como prueba en juicio.
564
asimila— como principio de prueba por escrito cualquier
documento público o privado que emana del adversario y
análogo significado confiere al principio de prueba por escrito
el segundo párrafo del art. 1192 del Cód. Civil, siempre que
tal documento haga verosímil el hecho litigioso. Si fuere
necesario reforzar el argumento cabría advertir que los textos
argentinos en ambos códigos, a diferencia del Esboço de
Freitas (art. 1945), Goyena (art. 1223) y de lo que se infiere
del Código Civil francés (art. 1347), aluden sólo al
documento sin agregar que sea escrito(139) . Más allá de que
esto elimina una traba a la postulación amplia sustentada, es
oportuno observar que para la jurisprudencia francesa poco
importa que el documento no sea escrito ni signado por aquel
a quien se opone, siempre que se acredite que es su obra
intelectual(140) . La referencia de los textos nacionales a la
verosimilitud convoca las reglas de la sana crítica para
apreciar la prueba, según el sistema de nuestras
legislaciones procesales. La sana crítica judicial puede
acudir a las presunciones legales o judiciales para establecer
la verosimilitud, pues son medios probatorios expresamente
incluidos en la enumeración legal, e inclusive puede
apoyarse en las normas legales o reglamentarias sobre
prueba informática existentes para determinadas
actividades, según se ha visto. También vale señalar que el
art. 1190 del Cód. Civil comprende entre los elementos de
prueba a los instrumentos no firmados, referencia de
innegable interés por cuanto los comprobantes informáticos
si bien carecen de signatura o firma poseen otros
procedimientos de identificación de los autores o
responsables..."(141) .
Al respecto, comenta Highton que "una suma de dinero
puede pagarse efectuando un depósito en una cuenta
bancaria del acreedor; generalmente se dará esta forma de
pago previa autorización o acuerdo —a veces verbal— entre
565
acreedor y deudor. La operación de pago se descompone en
dos momentos: en el depósito y el de la acreditación. En
consecuencia, el deudor tendrá en su poder la boleta de
depósito correspondiente pero deberá demostrar en el
expediente la acreditación bancaria a cuyo efecto deberá
librarse oficio a la institución. Destaca que la boleta de
depósito no será instrumento emanado del acreedor, pero el
sello que demuestre el ingreso de la suma al banco, con más
el informe de la acreditación, en cuenta perteneciente al
acreedor, constituirá prueba de pago"(142) .
Es más, la jurisprudencia actual admite sin ambages "...que
el pago no sólo puede ser acreditado mediante recibo sino
que también debe considerárselo realizado cuando aparece
probado por otro medio fehaciente..."; y en particular ha
destacado que "...se impone una mayor flexibilización
probatoria cuando se utilizan medios electrónicos de pago,
propios del aporte de la era de la informática, atendiendo
además a que el usuario bancario es un consumidor
financiero, amparado en el régimen de la Ley de Defensa del
Consumidor 24.240..."(143) .
Es por ello que, "...poseyendo la ejecutada un recibo —
expedido por medios electrónicos— que indica el saldo, el
mismo es válido y tiene efectos cancelatorios del pago
(arts. 499, 505, 724 y concs. Cód. Civil), incumbiéndole al
acreedor que alega un hecho modificativo (que el ejecutado
no pagó) la acreditación de ese extremo fáctico (art. 375,
CPC)"(144) .
566
caja y firma del empleado se ven reemplazados por un
número de operatoria que guarda el sistema y que se
registra en el documento que acredita su realización.
Por ello señalaba Guastavino, que "...tratándose de
transacciones comerciales si hubiesen actuado terceros
con funciones de prestación de servicios de procesamiento
electrónico de datos o de control de las mismas, la
información obtenida, procesada por programas de
computación de usuarios diferentes o por programas del
centro de cómputos para pluralidad de sujetos, puede
probar las operaciones y contrataciones realizadas entre
dichos sujetos, cupiendo acudir judicialmente al testimonio
de aquellos terceros, a presunciones y a peritajes o
consultas para corroborar la verosimilitud..."(146) .
Las apreciaciones esbozadas nos convencen de la
validez de estos medios de pago, aunque teniendo en
especial consideración las circunstancias de su producción
a los fines de valorar su eficacia probatoria. En ese sentido
se ha dicho que "...resulta pues necesario tener en cuenta
las particularidades de esta operatoria —insisto
incuestionablemente admitida— pues la presentación a
juicio de un comprobante electrónico —como prueba del
pago— no puede ser valorada con los mismos parámetros
que en aquellos supuestos donde el comprobante aparece
extendido por el acreedor..."(147) .
La dinámica comercial, la mayor seguridad en el tráfico
de dinero, las numerosas erogaciones que una persona
debe efectuar mensualmente a fin de afrontar el pago de
servicios, imponen arbitrar los medios necesarios para
dotar a las transacciones electrónicas de un respaldo que
brinde confianza a quienes se sirven del sistema. Los
tiempos van cambiando y las realidades se van
transformando. Aunque usualmente "corriéndolos desde
567
atrás", legisladores y jueces deben acompañar esos
cambios y darles un marco de seguridad jurídica adecuada.
Como advierte Castro(148) , se debe tener en cuenta que las
formas de vincularse de las personas, y por ende las
relaciones jurídicas que se construyen entre sí, se
modifican día a día, razón por la cual el órgano
jurisdiccional necesita una adaptación a esa nueva y
compleja realidad que pueda brindar una acabada solución
a los problemas que se susciten entre las partes.
Y por ello es que Guastavino concluía que, ya en el antiguo
derecho romano, las características de una comunidad
desarrollada imponiendo la multiplicidad de los negocios
jurídicos agravó los inconvenientes del sistema formalista
estricto y alteró el formalismo primitivo. Se sintió entonces la
necesidad de asegurar la validez de las operaciones
jurídicas, de propiciar la elasticidad de las contrataciones y,
en una palabra, de adecuar las exigencias jurídicas a las
necesidades prácticas de la vida económica y social.
Puede afirmarse que este último factor es el que
contemporáneamente influye de modo principal en muchas
naciones para legislar sobre la eficacia de las operaciones
electrónicas, siguiendo un sendero evolutivo que, necesario
es reiterar, también ha sido transitado en algunas materias
expresamente por la legislación de nuestro país(149) .
568
Específicamente, en el derecho de familia y en el modo de
actuación de tal disciplina, los procesos de familia, en los
cuales se busca una solución diferenciada de los conflictos y
en los que se tutelan intereses que muchas veces exceden
los de las partes involucradas en el caso, el desafío de los
operadores jurídicos consiste en conciliar las nuevas
tecnologías con los derechos y garantías constitucionales
que pudieran verse vulnerados(150) .
Lo Giudice(151) nos acerca algunos antecedentes que se
presentaron en Venezuela, en los cuales la tecnología formó
parte de la solución propuesta. El Tribunal Primero de
Protección del Niño y del Adolescente(152) homologó la
fijación de un régimen de visitas llegando a un acuerdo de
visitas internacionales provisorias utilizando Internet como
herramienta. Es decir, para documentar, hizo uso de una
videoconferencia entre un padre (residiendo en el sur de
Venezuela) y su hijo (residiendo con su madre en el norte de
los Estados Unidos). Para llegar al acuerdo, la comunicación
se realizó mediante el conocido programa Messenger ,
donde en una videoconferencia hubo comunicación oral
(por chat ) y visual, tanto al leer lo que se escribía en pantalla
como usando una cámara web , abarcando la interacción de
todos los presentes, partes involucradas, abogados y juez,
proyectándose la sesión mediante video beam o proyector
(es decir que el acto se puede seguir mediante su
proyección, fuera del monitor de la computadora).
Se estipuló que el padre se comunicara con su hijo mediante
Internet, los días sábados a una hora y por un lapso de
tiempo determinado, agregando un día adicional con sólo la
notificación entre los padres mediante correo electrónico.
Asimismo, quedó fijada la realización de otro encuentro por
videoconferencia con el juez que entiende en la causa(153) .
569
En todos estos casos, se hizo necesaria la presencia de dos
testigos para dar fe de la identidad de la persona que se está
proyectando en la videoconferencia como la presentación y
la constancia en autos de los documentos de identidad de las
partes involucradas, enviados mediante fax, quedando
registrado el teléfono desde donde se remite la copia de los
documentos. Asimismo, consta en las actuaciones un acta
por la cual se citó a las partes intervinientes, con día y hora
del acto a realizar como también, una vez concluida, se
anexa en forma impresa la videoconferencia. Toda esta
evidencia debe ser documentada y reservada para futuras
revisiones.
De esta manera, se dio cumplimiento mediante una ficción
jurídica a lo dispuesto por la ley venezolana, estableciendo
el derecho de visitas y su contenido(154) .
En forma más reciente, en nuestro país se dictó un
pronunciamiento en un caso que presentaba características
muy parecidas a las de los casos mencionados
precedentemente. Se trataba de un padre domiciliado en
España y un hijo que desde la ciudad de Rosario (Provincia
de Santa Fe) reclamaba mantener contacto con su
progenitor. El tribunal interviniente condenó al padre a la
compra de una computadora con tecnología suficiente para
mantener contacto vía web , fijando los días y horarios en
que debería cumplirse provisionalmente el régimen de
visitas(155) .
A primera vista, las soluciones se presentan adecuadas para
resolver la conflictiva planteada por la distancia. Se dispone
la utilización de tecnología que hoy en día se encuentra al
alcance de un número relativamente importante de la
población o que, de no poder adquirirlo, puede utilizarse a
precios accesibles en los denominados cybers. Por otra
570
parte, no se necesita ser un gran conocedor de las ciencias
informáticas para su utilización dentro de las funciones
básicas que las medidas dispuestas requieren.
Sin embargo, es posible que en ese marco de situación, ni la
sentencia ni la tecnología terminen por poner fin a los litigios.
Es que no resulta aventurado asumir que si debió plantearse
por vía judicial que se arbitren los medios para establecer un
contacto que no se daba voluntariamente, tampoco suena
alocado prever que su posterior cumplimiento será
insuficiente, defectuoso, arbitrariamente cumplido por el
obligado o, incluso, inexistente.
Se abrirá entonces una nueva etapa en la vida judicial. La de
la prueba del incumplimiento de la obligación de contacto por
las vías virtuales designadas. ¿Cómo probar que en los días
y horas establecidos el progenitor no tomó contacto a través
de la web ? ¿Cómo demostrará el obligado que intentó pero
que el incumplimiento se debió a problemas de conexión?
Demostrado un tiempo de conexión menor al fijado, ¿cómo
comprobar que ello se debió, tal vez, al cansancio del menor
o a su falta de ganas de comunicarse ese día, y no a una
reticencia del obligado?
No son éstas meras cuestiones domésticas baladíes. Es
habitual encontrarnos con expedientes sobre nuestros
escritorios en los que se denuncia el cumplimiento irregular
o el incumplimiento del régimen de visitas. Tras de ello,
tampoco son pocas las veces que encontramos planteos por
los daños y perjuicios derivados de la afección moral por el
incumplimiento o modificación arbitraria del régimen o,
incluso, algunos pedidos de pérdida de patria potestad
sustentados en la falta de acatamiento del régimen
establecido.
571
Cuando la familia dirime sus problemas en los estrados
judiciales y, no obstante el empeño de los tribunales
especializados y de los letrados intervinientes —a veces
especializados en asuntos de familia pero, muchas otras,
lamentablemente, no—, la escalada de conflicto suele ser
muy difícil de contener.
La necesidad de probar los extremos invocados se torna
entonces imperiosa a fin de determinar si el régimen
establecido se está cumpliendo con regularidad o, de lo
contrario, arbitrar los medios necesarios para intentar que así
sea.
A diferencia de lo que podría pensarse, es muy probable que
en estos casos la prueba resulte más sencilla que si se
tratara de un régimen de visitas ordinario. Es que los
ordenadores cuentan con la posibilidad de guardar registro
de lo actuado: hora de inicio y finalización de sesiones, texto
de las conversaciones escritas, dirección de la persona
contactada, posibilidad de obtener una fotografía de la
persona con la cual se está conversando en
videoconferencia, etc. Todo ello puede ser presentado al juez
como constancia objetiva del cumplimiento o incumplimiento
de la obligación de visita y, aun en caso de que fuera
falseada, será mucho más fácil determinar su adulteración
por medio de la pericia informática que, por ejemplo, detectar
si un testigo presentado a tal fin ha mentido o no. Por eso
nos parecen exageradas las medidas adoptadas en los
precedentes dictados en Venezuela, aunque reconocemos
que, tal vez, para la primera oportunidad en que el contacto
se establezca, puede ser una forma de dejar sentado que el
contacto por ese medio es posible y, así, disuadir al requerido
de efectuar futuros planteos exculpatorios inconducentes.
572
Es cierto que también puede existir un problema si es que
alguien intentara sustituir a la persona obligada al contacto,
en los casos en que trata de conversaciones por mensajería
instantánea, sin cámara web . No obstante, hoy en día,
parece difícil que pueda admitirse que a fin de dar
cumplimiento con la obligación de contacto a la distancia
pueda alegarse la imposibilidad de contar o adquirir una
cámara web (si es que el ordenador no tuviera ya una
incorporada). En ese sentido, podrá alegarse tal vez la
imposibilidad ocasional de contar con una buena conexión
que permita el contacto con imagen incluida, pero ello será
admisible excepcionalmente y deberá ser acreditado
mediante la prueba informativa correspondiente a la
prestadora del servicio.
Por eso compartimos las palabras del profesor Arazi cuando
afirma que "...deviene posible admitir el impacto de las
tecnologías en el derecho y aceptar por ejemplo una
videoconferencia como suficiente prueba documentada. Vale
recordar que en nuestro Código Procesal los medios de
prueba son ilimitados..."(156) .
Las videoconferencias ya no son un recurso tecnológico
exclusivo de grandes empresas, sino que son una realidad
cotidiana en muchos países. Son un recurso sumamente útil,
dinámico y económico para establecer contactos
comerciales, sociales y familiares. En los supuestos de
regímenes de visita se presentan como una suerte de puente
para sortear las distancias y asegurar la frecuencia de un
contacto efectivo que, aunque no supla al personal (nada lo
hace), es lo mejor que puede obtenerse en el estado actual
de las ciencias.
Es por ello que los operadores jurídicos deben incorporar
esta posibilidad como una oportunidad cierta de brindar
573
alternativas a la dinámica familiar actual. Claro que no puede
desconocerse que estas nuevas herramientas incorporan
también nuevos desafíos. En particular en torno a su
incorporación a través de elementos de prueba en los
procesos.
Tal como sucede en otros supuestos en que la ciencia entra
a los tribunales, la asistencia de los expertos será esencial
para auxiliar al magistrado a valorar la validez de los
elementos aportados.
574
María Isabel', nro. 4235/06, del 18/12/2009 y 'Battan, Viviana
del Carmen', nro. 8865/09, del 30/6/2010, entre otras). Y en
ese contexto, es evidente que la carga de la prueba recae
sobre quien pretende una restricción por vía cautelar,
máxime teniendo en cuenta la protección constitucional que
ostenta la actividad llevada a cabo por Google Inc. y por
quienes resultan responsables del sitio en cuestión (conf.
art. 1º de la ley 26.032; esta sala, in re 'Servini de Cubría',
causa nro. 7183/08, del 3/6/2009; 'Bernstein, Luis Marcelo',
causa nro. 4718/09, del 8/6/2010; 'Nara, Wanda Solange',
causa nro. 8952/2009, del 30/11/2010, y las citas efectuadas
en ambos precedentes)..."(159) .
576
Por otra parte, una vez obtenidos esos datos, su
significación, la descripción del medio utilizado y su
importancia para la dilucidación del caso concreto, sólo
podrá ser informada al juez por un especialista en la
materia: el perito.
Antes de adentrarnos en el análisis de esos puntos, nos
parece adecuado indicar que es importante que los
expertos deben tener muy presente que, sin perder rigor
científico, sus informes no están destinados a un congreso
de informática o una publicación especializada en esa
materia. Es por ello que sus dictámenes deben ser
redactados de modo que los legos en la ciencia informática
puedan comprender con razonable facilidad los
procedimientos explicados y las conclusiones obtenidas.
A tal fin, recursos como explicar en forma resumida a
continuación de la descripción técnica, una reseña en un
lenguaje coloquial o adjuntar un glosario en el que se
definan o expliquen los términos técnicos utilizados, puede
ser de suma utilidad para el juez y para las partes.
Como vimos en puntos anteriores, en materia de prueba
informática, la intervención de expertos es de gran
importancia antes y después de iniciado el proceso.
577
previos suelen realizarse en presencia de un escribano que
deja constancia en un acta del lugar, fecha y hora en que se
realiza, y que certifica el lugar de dónde la información
volcada en ese soporte ha sido obtenida.
Sin embargo, si se quisiera asegurar la validez de esa fuente
de información que luego se ofrecerá como prueba, ello no
serásuficiente. En ese sentido, Molina Quiroga nos comenta
que "...es frecuente que se recurra a un escribano para
constatar datos, pantallas, u otros objetos encontrados en un
equipo informático, con la idea de que posteriormente esa
evidencia sirva como prueba, o lo que hemos denominado
etapa de adquisición de la evidencia...".
Los expertos aconsejan, como complemento del informe de
un perito en informática forense, que el acta notarial, que
puede incluir un acta técnica o informe del experto presente
en el acto de constatación, contenga los siguientes datos:
datos filiatorios del investigador, identificación de los medios
magnéticos examinados, identificación de la plataforma
empleada para la obtención de la evidencia
(hardware y software ), explicación sucinta del
procedimiento técnico realizado, nombre del archivo de
destino, algoritmo de autenticación y resultado (hash ). Si se
tratara de un disco rígido extraído de una computadora, es
necesario que quede constancia de los valores "RTC" y la
comparación con el tiempo real(162) ... En supuestos como
éste, la intervención de un experto, como señalamos
previamente, es fundamental para otorgar calidad probatoria
a la evidencia que se recolecte(163) .
Desde luego, lo informado por ese experto deberá ser luego,
en caso de controversia, ratificado por un perito oficial.
578
1.2. En el proceso
Es sabido y ha sido reiterado hasta el cansancio, que el
juez cuenta con la posibilidad de ser auxiliado por expertos
en materias ajenas al saber legal a fin de decidir las causas
sometidas a su conocimiento. También lo es que los
informes o dictámenes que presenten esos especialistas
no son vinculantes para los magistrados, aunque sean
generalmente receptados cuando no sean refutados por
otros de igual o superior jerarquía en la materia(164) . No
obstante, poco a poco y a fuerza de leer una y otra vez los
informes sobre cuestiones que se presentan con
habitualidad en los estrados, los operadores jurídicos
pareciera que, en algunos casos, creen haber adquirido ya
conocimientos suficientes para controvertir aspectos
técnicos de las pericias que con cotidiana frecuencia se
incorporan a los expedientes.
Ello no sucede, aún, con los informes de los expertos en
cuestiones informáticas, materia relativamente ajena al
conocimiento de abogados y jueces(165) . Todavía estos
menesteres se encuentran reservados al conocimiento
específico de técnicos informáticos, analistas de sistemas
o programadores.
Es por ello que los informes que arriman los expertos
resultan determinantes para la solución al caso en la mayor
parte de los conflictos originados en aspectos de esta
naturaleza(166) . Desde luego los restantes medios de
prueba servirán para intentar reforzar o desvirtuar las
conclusiones del experto; pero, aunque útiles para
acreditar extremos vinculados con las circunstancias que
rodean al caso, en lo que resulte materia exclusiva del
ámbito del saber del especialista, será muy difícil que el
579
juez encuentre elementos de convicción de igual jerarquía
que la opinión fundada del perito.
581
2. Pautas de valoración
Con lo hasta aquí expuesto, vemos que va surgiendo una
materia específica en donde los especialistas en el tema
tratan de dar los lineamientos a seguir. De este modo y
como ejemplo a citar el Departamento de Justicia de
Estados Unidos se expidió en un documento llamado
"Forensic Examination on Digital Evidence: A Guide for Law
Enforcement"(172) . En él, se da una guía sobre
procedimientos y técnicas de manejo de la evidencia
digital, donde lo importante es que las acciones que
recopila la misma, no deben jamás afectar su integridad y
los intervinientes deben ser especialistas en el tema.
Trata especialmente:
* La investigación en escenarios donde se han cometido
delitos telemáticos.
* Examen forense de evidencias digitales.
* Investigaciones en Internet y en otras redes.
* Usos de la tecnología en investigación.
* Presentación de evidencias en entornos judiciales.
* Desarrollo de unidades de análisis forense de
evidencias digitales.
También es de suma importancia el control de validez en
todo el proceso de producción de esa prueba científica. Es
claro que el juez no se sentará a la mesa a discutir de igual
a igual con el experto sobre aquellas cuestiones técnicas
específicas a la ciencia de que se trate.
Sin embargo, como afirma Berizonce, la correcta
evaluación de la prueba científica presupone el poder de
discernir sobre la "ciencia verdadera", y aplicarla
excluyendo aquella que no lo sea. El juez, que no tiene
conocimientos científicos equivalentes a los que maneja el
582
experto, y a menudo ni siquiera superiores al saber común,
dispone de todos modos de diversas posibilidades y
herramientas para controlar la racionalidad de los métodos
y procedimientos utilizados por el perito. Con esa finalidad,
debe cotejar el grado de consenso general que existe en la
comunidad científica en relación con los conocimientos
aplicados en la experticia; atender la verificabilidad de tales
conocimientos; el margen de error que los condiciona; la
revisión o revisiones científicas de esos conocimientos y
sus resultados. El juez ha de verificar, asimismo, la
pertinencia de la aplicación de los conocimientos que
sustentan la pericia en el caso concreto, por la necesaria
relación directa que ha de existir entre ellos como condición
de su aplicabilidad. El análisis y confrontación por el juez
de todos y cada uno de tales presupuestos implica no sólo
el control de la racionalidad de los procedimientos
periciales sino también la elaboración de su propia
hipótesis científica, diversa si fuere el caso de la construida
por el experto, a condición de su fundamentación racional
y en correspondencia con los valores prevalecientes en el
seno de la sociedad(173) .
583
hecho alegado y de ese modo coadyuvar a la formación de
la convicción del juez..."(174) .
584
En ese orden de cosas, y atendiendo a la mayor
complejidad que puedan presentar los novedosos y
dinámicos problemas en materia de prueba informática,
sería necesario adecuar nuestras prácticas
procedimentales a las demandas de los conflictos más
modernos. Por otra parte, es del caso señalar también, que
la producción de prueba de esta naturaleza suele
representar un alto costo que no siempre las partes pueden
afrontar con facilidad.
La dinámica del proceso y su avance hacia un formato
distinto con sustento digital, impone también un cambio de
mentalidad profundo. No se trata de pensar en la
transformación del papel al soporte magnético, sino de
repensar toda una estructura del proceso. En ese sentido,
Elizalde nos comenta que "...en Estados Unidos de
Norteamérica, la Suprema Corte de Justicia enmendó
las Federal Rules of Civil Procedure , modificación con
vigencia desde el 1 de diciembre de 2006. Lo hizo después
de un complejo y rico proceso de discusión, en el que
participaron los sectores más diversos que uno podría
imaginar. El objetivo era dotar al sistema judicial del país
de las herramientas necesarias para producir y evaluar a la
prueba digital, salvaguardando los derechos de los
particulares de un modo en que la justicia no se viese
agobiada por nuevas responsabilidades. El resultado final
fue un proceso en el que las partes en litigio colaboran
activamente, durante consultas previas obligatorias, en el
diseño de la prueba que van a producir..."(176). Desde luego,
no proponemos "copiar y pegar" la reglamentación
estadounidense, sino pensar y debatir una regulación
acorde con nuestra realidad y necesidad. Descontamos
que, si queremos que ello dé resultado s positivos y no
quede en meras intenciones, la activa participación y
585
compromiso de todos los operadores involucrados será
necesaria(177) .
Una buena oportunidad para determinar aspectos
probatorios como los que acabamos de mencionar está en
el desarrollo de la audiencia preliminar . Allí podrá el juez
establecer el objeto de prueba , el medio para producirla ,
el profesional más idóneo para intervenir y la
colaboración(178) que deberán prestar las partes en su
producción, junto con los apercibimientos que de lo
contrario pudieran corresponder y/o recordándoles las
presunciones que pueden derivar de sus conductas
obstruccionistas.
XI. CONCLUSIONES
Como señala Alterini(179) , "...ante circunstancias como las
de estos tiempos, cualquier observador advierte que se
plantea una alternativa en los términos binarios que
señalaba Josserand: o el Derecho se adecua a la nueva
realidad, o ésta prescinde del Derecho, porque 'una regla
sólo está viva si está en marcha, como toda sociedad y todo
hombre'(180) ; aunque la ley, 'por lo general, controla los
temerarios saltos hacia el futuro con la mano fuerte del
pasado y combate la tecnología de hoy con instrumentos
del ayer'(181) . Va de suyo que, cuando los hechos
prescinden del Derecho, la juridicidad es puesta en crisis y
la sociedad también deja de lado a los operadores
jurídicos..."(182) .
Una vez más, no se trata de vedar de antemano la
posibilidad de contar con dispositivos probatorios que
586
permitan al juez contar con mayores elementos para decidir
el caso de acuerdo a los hechos verdaderamente
acontecidos. Por otra parte, tal como se desprende del
conocido precedente de la Suprema Corte de Justicia de
los Estos Unidos en el caso "Daubert"(183) , los tribunales
cuentan con la potestad de evaluar la configuración de un
estándar mínimo de admisibilidad de la prueba científica
presentada. A veces con sólidos elementos que respaldan
su admisión. Otras, como una suerte de navegantes en la
bruma y sin más guías que sus conocimientos, pues, como
señalara Alterini, "...los jueces tienen que habérselas con
las derivaciones jurídicas de las nuevas tecnologías,
muchas veces sin una norma que las regule, y muchas
otras veces contando sólo con una regla que todavía no ha
sido suficientemente analizada y procesada, porque 'el
Derecho trata de adaptarse a marchas forzadas a ciertos
cambios, mientras que otros, demasiado rápidos e
innovadores, parecen escapar por completo a la capacidad
de adaptación'"(184)(185) .
587
CAPÍTULO 13
PRUEBA CIENTÍFICA
I. INTRODUCCIÓN
588
El mismo ha sido definido por la doctrina como "...el
conjunto de actos recíprocamente coordinados entre sí de
acuerdo con reglas preestablecidas, que conducen a la
creación de una norma individual destinada a regir un
determinado aspecto de la conducta del sujeto o sujetos,
ajenos al órgano, que han requerido la intervención de éste
en un caso concreto, así como la conducta del sujeto o
sujetos, también extraños al órgano, frente a quienes se ha
requerido esa intervención..."(1) . Se ha dicho también que
"...definida la jurisdicción como la función jurídica estatal de
crear normas jurídicas individuales podemos, en relación a
la misma, definir el proceso como el conjunto de actos
mediante los cuales se manifiesta o ejercita la jurisdicción,
es decir se llega a la creación de la norma individual
(sentencia)...".(2)
Es decir que desde que el actor o peticionante solicita la
protección del órgano jurisdiccional mediante la interposición
de la demanda —que es el modo normal de ejercer la
acción— hasta que éste se pronuncia, acordando o negando
el derecho pretendido, se suscitan una serie de actos
llamados de procedimiento, y el conjunto de esos actos es lo
que modernamente se llama proceso(3) .
Ese conjunto de actos está regulado tanto constitucional
como legalmente, debiendo respetarse las garantías que la
Constitución Nacional y las leyes disponen. No sólo el debido
proceso y la defensa en juicio, sino también otras que hacen
a la organización misma del Poder Judicial, tales como el
respeto por el denominado juez natural, la delimitación de la
competencia del órgano, y también cuestiones previas como
puede ser la adecuada designación de los magistrados que
entenderán en definitiva en los conflictos.
589
Es importante también la asignación de deberes y facultades
otorgadas por las leyes a los jueces, que tendrá una especial
consecuencia en el tema particular que hoy nos convoca
sobre la prueba, máxime si se considera que el proceso no
es sólo una herramienta que pone el orden jurídico en manos
de los particulares, sino que el mismo también es de vital
importancia para la sociedad toda, a fin de que los conflictos
sean efectivamente resueltos. Por esa razón, los modernos
ordenamientos procesales otorgan a los jueces, quienes se
erigen en directores del proceso, instrumentos adecuados
para la averiguación de la verdad, concepto también de vital
importancia para un adecuado tratamiento de la prueba
científica.
Sosteníamos que el proceso será el marco idóneo para que
los particulares diriman sus conflictos, y como todo derecho
nace o se deriva de un hecho, se deberá crear la convicción
en el juez que entienda en el mismo de la existencia de éste.
Es decir que como todo derecho deriva necesariamente de
un hecho, deberá acreditarse la existencia de éste para que
el juez pueda reconocer aquél en la sentencia que dicte.
Sabido es que los jueces conocen el derecho, y de ahí que
resulte innecesaria la prueba del mismo —salvo cuestiones
puntuales como la regulada por el art. 13 del Código Civil en
consonancia con lo dispuesto en el último párrafo del art. 377
del Código Procesal—, mas es de vital importancia que las
partes en un proceso civil prueben los hechos alegados.
Estando contestes las partes sobre el acontecer de un hecho,
el juez debe aceptarlo, claro está siempre que el mismo no
sea inverosímil o contrario al curso natural y ordinario de las
cosas; pero por el contrario, cuando los litigantes arriman
versiones distintas de lo acontecido, el Magistrado no puede
dar preeminencia a una por sobre la otra, debido al estado
de ignorancia en el que se encuentra. Por ello, debe buscar
590
la verdad de lo acontecido, toda vez que en su acepción
lógica, probar no es otra cosa que demostrar la verdad de
una proposición.
591
y cómo se llega a la verdad, no con un único medio de
prueba, sino con la consecución de las mitades al estilo del
"símbolo" griego. De tal forma, mediante la posesión por
diversos sujetos de cada uno de los fragmentos del saber, se
llega a reconstruir el todo, y como consecuencia de ello a la
averiguación de la verdad recurriendo a diversos medios de
prueba.
Volviendo a Grecia, el testimonio del pastor en la tragedia
mencionada da origen a una nueva búsqueda de la verdad
en la democracia ateniense, es la posibilidad de construir la
verdad a partir del testimonio, y éste puede ser dado incluso
por quien no tiene poder político. A partir de este momento la
sociedad griega, y por qué no afirmar también que la
civilización occidental en su conjunto, comienza la búsqueda
de la verdad a partir de formas racionales de la prueba y la
demostración, las condiciones, reglas y formas que han de
observarse para obtener la misma(6) .
Es en la segunda mitad de la Edad Media, cuando aparece
un cambio de las prácticas en orden a la prueba, ya que
hasta ese momento no era un operador de verdad, no
buscaba ésta, sino que por medio de ella se pretendía
ritualizar la guerra, o trasponerla simbólicamente, no para
buscar la verdad sino para darle al ganador la razón(7) .
Entra en escena la inquisitio , que procura la búsqueda de la
verdad indagando a las personas notables acerca de la
ocurrencia o no de determinados delitos o faltas, figura que
con anterioridad estaba reservada sólo para la flagrancia. Es
decir que mediante la indagación, se permite prorrogar la
actualidad, que la misma trascienda su tiempo y ponerla a
disposición de quien en definitiva dirima la cuestión como si
lo estuviese presenciando (siglo XII) y ello se debe también
a que la contienda no es ya sólo entre particulares, sino que
592
a partir de la falta también se daña la figura del monarca, y
es un enviado suyo a quien se le encarga la búsqueda de la
verdad, en la figura del procurador. Aquí ya no es suficiente
la prueba al estilo de las ordalías, no alcanza con otorgar a
alguien la razón, sino que deberá irse en búsqueda de la
verdad.
Esta forma de búsqueda trasciende la esfera de lo jurídico y
se extiende también al conocimiento, sobre todo al
universitario. Baste como ejemplo que a finales de la Edad
Media ya no fue suficiente el método conocido
como disputatio , consistente en el enfrentamiento de dos
adversarios, donde primaban las armas verbales y retóricas,
basadas esencialmente en el principio de autoridad —quien
tuviese mayores adeptos de peso era quien salía victorioso—
, sino que se comenzó a buscar la verdad a través del
conocimiento por medio de lo que se vio, del entendimiento
de los textos, del auxilio de los autores, pero no ya como
autoridad sino dando testimonio y asimismo comprobando lo
dicho con la naturaleza (siglo XVII).
596
III. PRUEBA CIENTÍFICA
597
determinación de sus causas y efectos por requerirse
conocimientos especiales en la materia particular(13) .
Parece ser que la nota distintiva de la llamada prueba
científica radica en la especialización de los conocimientos
estudiados por una determinada rama del saber, y como
consecuencia directa de ello se obtiene un alto grado de
certeza o precisión sobre el particular.
Se ha dicho que es "...aquella prueba que otorga un grado
de certeza, sea por la perfección o idoneidad de los medios
que se utilizan para llevar a cabo algunas investigaciones, o
bien por los métodos utilizados...", y que "...con la llamada
prueba científica se está pretendiendo identificar a aquella
que podríamos denominar 'de última generación', merced a
los avances producidos en la ciencia, que ha venido a
coadyuvar con la tarea judicial..."(14) .
En ocasión del XVIII Congreso Nacional de Derecho
Procesal Civil, la Comisión 2 de Derecho Procesal Civil, la ha
definido como "...aquella en la que para su producción se
necesitan conocimientos ajenos al Derecho y cuyo resultado
otorga una certeza mayor que el resto de las pruebas, y que
es adquirida mediante la prueba pericial o por la producción
de consultas o asesoramiento de entidades o instituciones
técnicamente especializadas..."(15) .
Por ello, y al ser muchas veces novedosas las ramas de la
ciencia que nos permitirían la obtención de conocimientos
necesarios para la solución de disputas, debemos poder
realizar un juicio sobre el valor de verdad que brindan esas
"nuevas disciplinas".
Cierto es que esto es materia propia de la epistemología, la
que podemos definir como aquella disciplina que se dedica
al "estudio de las condiciones de producción y de validación
598
del conocimiento científico"(16) , pero también es cierto que la
jurisprudencia —tanto nacional como extranjera— se ha
preguntado sobre este tópico, extrayendo conclusiones que
sin pretender cerrar la discusión, permite a los jueces tener
ciertos criterios o estándares tanto para la obtención como
para la valoración de la llamada prueba científica, sobre todo
frente a la disciplina novedosa.
Se ha sostenido que la Suprema Corte de los Estados Unidos
de Norteamérica, en el caso "Daubert", ha sentado doctrina
al respecto, habiendo entendido que para ser aceptado el
dictamen de un perito deben reunirse un conjunto de
condiciones, a saber: 1) que respecto del conocimiento de
que se trata, exista un consenso general por parte de la
comunidad científica; es decir, se excluye su utilización
cuando medien dudas fundadas acerca de su validez
epistemológica; 2) que de alguna manera sea empíricamente
verificable; 3) que, en su caso, se conozca el margen de error
que lo condiciona; 4) que haya sido revisado por parte de un
comité o consejo, de probada jerarquía científica; 5) que se
haya publicado en revistas especializadas que aplican el
sistema de control preventivo por parte de científicos
especializados en la rama del saber de que se trate a fin de
que certifiquen su valor científico (referato); y 6) además,
claro está, se requiere la condición de pertenencia, que
presupone la existencia de una relación directa con el
caso(17)(18) .
Sin embargo, no debemos olvidar —tal como lo sostuvimos
anteriormente— que estas condiciones no deben ser
tomadas como un sistema rígido para apreciar la
admisibilidad de un testimonio científico —o en nuestro
medio la prueba científica rendida a través de la pericial o la
informativa— sino como una guía útil a tal fin. Nótese que la
propia Corte norteamericana en el mentado pronunciamiento
599
sostuvo tal circunstancia(19) . Recordemos que estas
apropiadas observaciones —tal como el mismo Tribunal
define a las condiciones antes descriptas para la
admisibilidad del testimonio— son fruto de la evolución del
anterior estándar nacido a partir del precedente "Frye",
donde dominaba la idea de la aceptación general para
determinar la admisibilidad de un novedoso criterio científico
para rendir en juicio(20) . Tal estándar también fue superado,
no tanto por su contenido, sino por la continuidad de la
autoridad de la regla, en virtud de la adopción de las Federal
Rules of Evidence , según las cuales la evidencia debe ser
relevante para ser admisible y el testimonio de los expertos
debe ser brindado como una opinión o de otra manera, pero
de ningún modo se sigue sosteniendo el principio de la
aceptación general.
Ahora bien, el propio Tribunal se encargará de decir que el
testimonio científico no sólo deberá ser relevante sino
también confiable(21) , agregando que el conocimiento es más
que una creencia subjetiva o una mera especulación, esto
nos recuerda una vieja cuestión sostenida ya por Platón
respecto de la diferencia que existe entre dóxa y episteme ,
entre opinión y conocimiento(22) .
Entienden también los miembros de la Suprema Corte de
Estados Unidos de América que no pueden pretenderse
certezas en las ciencias, pero en orden a calificar como
científico a un determinado saber, éste debe ser derivación
del método científico, y parece ser esta cuestión la que
distingue a tal tipo de conocimiento, afirmando que todavía
aquél se basa en generar hipótesis y pruebas para luego ver
si pueden ser falsadas(23) .
Nuestros Tribunales también recurren frecuentemente al
auxilio de la ciencia, inclusive en temas que a
600
priori parecerían sencillos tales como definir lo que es una
persona física(24) o para saber desde qué momento comienza
o principia la persona por nacer(25) , pero que sin embargo
presentan en algunos casos dificultades extremas, siendo
relevante y necesaria la opinión de la ciencia. También es
necesaria su ayuda al pretender conocer la filiación de una
persona, la identidad de la misma o la individualización de
quien pudo haber cometido un crimen, mediante los análisis
de ADN u otro método científico que aporte datos
significativos a tales fines, ya que la prueba científica no se
agota en la biológica, existiendo tantas ramas como
disciplinas de la ciencia existan.
Es dable destacar que no siempre es tarea sencilla el
discernimiento de la admisibilidad de la prueba en cuestión,
ya que en más de una oportunidad se presenta una colisión
de derechos entre los partícipes del proceso, muchas veces
de raigambre constitucional, y también es tarea de los jueces
establecer o delimitar en cada caso concreto el orden de
prelación de los mismos.
Nuestro Máximo Tribunal ha sostenido que "...bajo tales
condiciones se hace necesario encontrar un punto de
equilibrio, esto es, determinar de qué manera puede
materializarse el derecho a la verdad sin lesionar los
derechos de persona alguna o bien, en su caso, a costa de
una mínima lesión de las garantías de quienes en la especie
son víctimas involuntarias de los hechos..."(26) .
Máxime que en casos como el que le tocó decidir al Cimero
Tribunal, no se ventilan cuestiones que sólo interesan o
afectan a las partes litigantes, sino que existe un interés de
la sociedad toda en la averiguación de la verdad, siendo
estos medios de prueba idóneos para alcanzarla(27) .
601
En ese sentido sostuvo la Corte Suprema de Justicia de la
Nación en el fallo ya citado que "...no se observa que la
medida en cuestión ocasione la afectación de derechos
fundamentales, tales como la vida, la salud, la integridad
corporal o la intimidad, ya que las muestras han sido tomadas
sin invadir el cuerpo del recurrente, es más, sin siquiera
contar con su participación activa, y su utilización tiene por
fin la tutela del interés público que reclama la determinación
de la verdad en el juicio, a través del procedimiento penal,
que no es sino el medio para alcanzar los valores más altos:
la verdad y la justicia (Fallos: 318:2518, consid. 11)...".(28)
Debe agregarse que con posterioridad al fallo referido, se ha
sancionado y promulgado la ley 26.549, que incorporó el
art. 218 bis al Código Penal, estableciendo las pautas a
seguir para la obtención del ácido desoxirribonucleico (ADN),
prescribiendo soluciones diferentes en caso de que el
material deba obtenerse del imputado o de la propia
víctima(29) .
602
mencionar a guisa de ejemplo el alcance de la confesión
judicial, o la fuerza probatoria de los instrumentos públicos.
En la prueba científica, por el contrario, es la propia fuerza
probatoria del medio en sí lo que genera la convicción en el
magistrado de la ocurrencia del hecho, o las circunstancias
que rodearon al mismo, o las consecuencias de éste, en
virtud de la persona o personas que dictaminan, su especial
conocimiento en alguna rama del saber científico, el cuidado
en el método utilizado para acceder a la verdad —o sin ser
tan presuntuosos, que tales conclusiones aún no han sido
falsadas— y el control que tanto la comunidad científica
como el juez a la hora de decidir han podido realizar.
Recuérdese que el sistema de apreciación de la prueba
denominado legal o tasada, pregona que la eficacia de los
distintos medios se encuentra fijada por reglas vinculantes
para el juez, quien debe atenerse a ellas sin perjuicio de su
convicción personal, y ello no ocurre con la prueba científica.
No existe regla jurídica alguna que establezca tal obligación,
debiendo estarse a lo normado por los arts. 386 y 477 del
Código Procesal.
604
CAPÍTULO 14
1. Etapas en el proceso
605
Resulta usual hallar en Tratados y manuales que, a los fines
doctrinarios y para el correcto estudio de cada uno de los
institutos que comprenden el derecho procesal, se
distribuyan cada uno de los tipos de procesos en etapas,
dentro de los cuales se analiza la parte introductoria,
probatoria y decisoria; formato que no se encuentra previsto
dentro de nuestra normativa jurídica. Siguiendo en este
orden de ideas, es la primera oportunidad en la cual se
reconoce, dentro del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación el uso o implementación de etapas; pero se
contradice, a su vez, al colocar la clausura de un período sin
referirse previamente a la apertura del mismo ciclo.
Si observamos con detenimiento el art. 360 del Código
Procesal, en su inciso tercero el mismo advierte oídas las
partes, fijará los hechos articulados que sean conducentes a
la decisión de juicio sobre los cuales versará la prueba ", pero
no se refiere a ninguna etapa (período), ni tampoco se hace
alusión a la "apertura" o inicio de la misma; ello, en
contradicción con el art. 363 del mismo ordenamiento que
dispone textualmente Clausura del período de prueba .
Sin embargo, en el art. 361 (t.o. ley 24.573, art. 36 ), es la
primera oportunidad que se incluye si alguna de las partes se
opusiere a laapertura a pruebaen la audiencia prevista en el
art. 360 del presente Código, el juez resolverá lo que sea
procedente luego de escuchar a la contraparte , y nos remite
al art. 360, donde se asume tácitamente y por el sentido del
texto que se produce la denominada "apertura a prueba".
También menciona textualmente el término "apertura" el
art. 362 del Código de rito.
Por otra parte, es un claro dilema, la ubicación del tema
"clausura de la etapa probatoria" dentro del articulado del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, toda vez que
606
se contradice con el orden consecuente y sistemático que
posee dicho ordenamiento, analizando a tal fin lo siguiente:
se encuentra redactado inmediatamente después del
art. 360 que prevé el inicio de la etapa, pero antes de cada
uno de los medios de prueba en particular e infinitamente
alejado del art. 482 que dispone autos para alegar. Visto de
esta forma se podría apreciar que se ha incurrido en un error,
siendo que debería haberse ubicado dicho artículo
estratégicamente después de cada sección que especifica
medios en particular y previo a alegatos. La realidad es que
la doctrina nada menciona al respecto, dejando librado a la
libre interpretación la idea original del legislador, al momento
de su redacción.
De esta forma, se altera el orden sistemático que mantiene
el Código ritual para su implementación, debiendo pasar del
art. 363 al art. 482 sin escalas, quedando a su vez, ubicados
en secciones diferentes, pasando de la sección I a la sección
VIII.
607
doctrinarios aseguran que el plazo plasmado en el Código de
Procedimientos se refiere a días hábiles, y no corridos,
contados a partir de la celebración de la Audiencia
Preliminar.
El plazo establecido para la etapa probatoria resulta común,
para la totalidad de las partes, es decir, será la misma
cantidad de días para todas las que conformen el proceso,
en forma simultánea. Sin embargo, será el Juez quien lo
fijará, ya que la norma legal establece el lapso máximo de
tiempo, quedando a cargo del titular de cada Juzgado fijar el
plazo que considere conveniente para la efectiva producción
de los medios de prueba.
Si la totalidad de los medios ofrecidos por las partes y
admitidos por el Juez son realizados antes de finalizar el
plazo establecido en el proceso, no es necesario aguardar
que transcurra el plazo previsto, siendo que el magistrado
podrá decretar la clausura del período dictando la
correspondiente resolución judicial (art. 363, CPCCN). Ahora
bien, si son las partes quienes renuncian a sus propios
medios de prueba, podrán clausurar el período antes del
tiempo establecido.
Cada parte es responsable y gobierna todos los medios de
prueba que hayan ofrecido oportunamente, pero sólo podrán
hacer efectivos durante el proceso judicial aquellos que
hayan sido admitidos por el Juez al momento de la
celebración de la Audiencia Preliminar. No obstante la orden
judicial, hasta el efectivo cumplimiento sigue quedando en
cabeza de las partes la disposición sobre cada uno de los
medios de prueba cuya producción se ordenó, ya sea para
llevarlos hacia su correcta producción, o su posterior
desistimiento. Es decir, que el magistrado admita un medio
probatorio no significa que las partes deben,
608
indefectiblemente, impulsar su producción; contrariamente,
podrán disponer libremente de producirlo o desistirlo según
su criterio. Pero, una vez incorporado al expediente judicial
no podrá ser desglosado ante el pedido de parte en razón
del principio de adquisición de la prueba .
La resolución judicial que dispone la clausura del período
probatorio ante la inexistencia de medios de prueba
pendientes de producción, permitiendo continuar con el
siguiente paso que es el cumplimiento del derecho de alegar
que asiste a las partes, como paso previo al comienzo de la
nueva etapa, la decisoria. Dicha resolución debe ser
notificada mediante cédula, a cada una de las partes.
Una vez certificada la totalidad de la producción de la prueba
ofrecida por las partes, debe agregarse de oficio al
expediente principal. Ello así para el caso de existir
cuadernos de prueba correspondientes a cada una de las
partes litigantes. Nuestro ordenamiento, en su art. 482,
dispone en forma tex tual: ...Producida la prueba, el
prosecretario administrativo, sin necesidad de gestión alguna
de los interesados, o sin sustanciarla si se hiciera, ordenará
que se agregue al expediente... . Este párrafo en particular
ha sufrido una serie de cambios hasta la actualidad, respecto
al funcionario que debe reunir la prueba en el proceso; de
esta forma, originalmente era una función ejercida por el
Juez. Pero como dicha labor no requiere la presencia del
magistrado, hacia 1981 se promulga la ley 22.434 mediante
la cual se delega tal tarea en el Oficial Primero, a quien se le
impone el deber de ordenar y agregar la totalidad de las
pruebas. Transcurridos veinte años, en el año 2001 se
sanciona la ley 25.488 que delega tal labor del Oficial
Primero al "Prosecretario Administrativo" quien debe cumplir
tal tarea en la actualidad.
609
De esta forma, el prosecretario administrativo de oficio,
ordenará la prueba. En la práctica, son las partes quienes lo
solicitan a fin de culminar con la etapa probatoria, tal como lo
dispone el art 482 del Código Procesal, a pedido de parte y
sin sustanciación.
Para continuar con el trámite respecto a lo establecido por el
referido artículo, establece en su segundo párrafo...
Cumplido este trámite el prosecretario administrativo pondrá
los autos en secretaría para alegar.. . De esta forma,
podemos observar que el ordenamiento suprimió el
denominado "certificado" o "informe" respecto a las pruebas;
pero en la práctica se sigue utilizando. En efecto, consiste en
la confección por parte del Tribunal de un certificado emitido
por el Secretario, dando cuenta del estado de los medios de
prueba que, ofrecidos por las partes fueran admitidos por el
Juez (pruebas producidas, desistidas y declaradas
negligentes o hayan sido objeto de caducidad de prueba).
Así, el informe mencionará el estado de las mismas, si fueron
cumplidas y agregadas al expediente, o bien fueron
activadas pero resta alguna notificación, o bien se
encuentran pendientes de producción. Ello es importante y
esperado por los litigantes ya que habilita la posibilidad de
advertir las cuestiones pendientes, y, de ser posible solicitar
la negligencia o caducidad, según corresponda, de la prueba
contraria en el caso de inactividad procesal. Esto último
puede generar un incidente dentro del proceso que debe
sustanciarse y decidirse en los términos y con el alcance del
art. 384 del Código Procesal.
Finalizada esta instancia, quedará "clausurada la etapa
probatoria" mediante resolución o providencia que deberá
ser notificada a las partes personalmente o por cédula. En
este sentido, la notificación fue incorporada por la ley 22.434,
610
debido a que previamente las partes eran
notificadas ministerio legis , tal como lo establece el art. 133
CPCCN. A partir de la recepción de la cédula, las partes
pueden objetar al respecto y, una vez firme dicha
providencia, el proceso queda en condiciones de alegar.
611
Se trata de una presentación escrita realizada por las partes
y presentada ante el juez donde tramita la causa, la cual no
cuenta con ningún tipo de formalidad específica más que los
exigidos para cualquier tipo de escrito simple ante el Tribunal.
Por tal motivo, desde lo formal, no resulta compleja la
confección de un alegato.
La jurisprudencia otorga el siguiente concepto: Alegato es el
escrito en que las partes examinan la prueba rendida con
relación a los hechos afirmados en la demanda y
contestación, para demostrar su exactitud o inexactitud. Se
trata de una exposición escrita, que no tiene forma
determinada por la ley, pero que debe limitarse al análisis de
la prueba frente a los hechos afirmados, estableciendo las
conclusiones que de ella deriven. La lealtad exige que el
debate se haga en la oportunidad prevista por la ley, es decir,
en la demanda y en la contestación, y que el alegato sólo sea
un examen de la prueba para orientar al Juez, quien sacará
de ella personalmente las conclusiones que considere
pertinentes ( CC0000 DO 85669 RSD-38-8 S 26-2-2008,
Juez Dabadie (SD). "G. G. M. c. R. R. s/Divorcio, alimentos y
litis expensas").
En general, los escritos contienen el encabezado de la parte
que lo presenta y la denominación completa del proceso al
cual se alude. A partir de allí se sigue con un mínimo relato
de los hechos que se afirma, las pruebas que fueron
ofrecidas y efectivamente producidas en la causa,
culminando con la apreciación y valoración personal de las
mismas. Las partes suelen argumentar evaluando la fuerza
convictiva de cada prueba en forma particular, para concluir
la presentación con un análisis en forma integral. De esta
manera se aseguran haber integrado en su presentación
todos los elementos incorporados en la causa, encausando
mediante razonamiento válido la obtención de una sentencia
612
favorable. La realidad es que cada letrado actuante tomará,
mediante el alegato, aquello que le resulte óptimo o bien
beneficioso para su defendido, dejando de lado las pruebas
que considere "desfavorables".
Cabe destacar, que la presentación del alegato es de
carácter opcional, motivo por el cual no es obligatorio para
ninguna de las partes. Su omisión no genera ningún tipo de
perjuicio para los litigantes aunque sí para el letrado pues
verá un poco disminuida su regulación de honorarios en la
etapa procesal oportuna al sostener la norma respectiva
que Los procesos ordinarios se considerarán divididos en
tres (3) etapas... la tercera, los alegatos y cualquier actuación
posterior hasta la sentencia definitiva (art. 38, ley 21.839).
Algunos autores separan por "etapas" las partes del proceso,
tomando los alegatos como una etapa bien diferenciada de
la probatoria y la decisoria. Siguiendo este lineamiento, al
momento de la regulación de honorarios para cada uno de
los profesionales, presentar el alegato pertinente genera un
incremento más en el monto a percibir por el letrado que así
lo haga (ver párrafo anterior).
Nuestro Código de Procedimientos indica en su
art. 482: Producida la prueba, el prosecretario administrativo,
sin necesidad de gestión alguna de los interesados, o sin
sustanciarla si se hiciera, ordenará que se agregue al
expediente.
Cumplido este trámite el prosecretario administrativo pondrá
los autos en secretaría para alegar; esta providencia se
notificará por cédula y una vez firme se entregará el
expediente a los letrados por su orden y por el plazo de seis
días cada uno, sin necesidad de petición escrito y bajo su
responsabilidad para que presenten, si lo creyesen
conveniente el escrito alegando sobre el mérito de la prueba.
613
Se considerará como una sola parte a quienes actúen bajo
representación común.
Transcurrido el plazo sin que el expediente haya sido
devuelto, la parte que lo retuviese perderá el derecho de
alegar sin que se requiera intimación.
El plazo para presentar el alegato es común.
Como se puede apreciar, en el 2º párrafo del art. 482 del
CPCCN, se establece que las partes serán notificadas
mediante cédula, que el expediente se encuentra a su
disposición para ser retirado de la Mesa de Entradas del
Juzgado en el cual tramita. Ello a los fines que, cada una de
las partes, cuente con la totalidad de lo actuado en su poder
a fin de realizar una apreciación lo más prudente y
beneficiosa posible.
De esta forma, cada letrado podrá retirar el expediente por
un lapso de seis días hábiles, contados a partir desde el
momento en que queda firme la providencia que coloca los
"autos para alegar". Es decir que el plazo se computa una
vez firme la notificación personal o por cédula cursada a la
última de las partes anoticiada de tal resolución judicial. El
orden de retiro se establece teniendo en cuenta el momento
en que cada una de las partes se presentó a lo largo del
proceso; en este sentido, la actora será la primera en retirar
los obrados, continuando en su retiro la parte demandada
que hubiere contestado la demanda en primera medida;
posteriormente retirará la causa la demandada que hubiera
contestado en segundo término y así, en forma sucesiva,
hasta completar los días correspondientes del último
demandado.
616
1. Obligatoriedad de la mención de los alegatos en la
sentencia definitiva
En la sentencia definitiva, el juez realiza una valoración
exhaustiva de las pruebas efectivamente producidas por
cada una de las partes durante el proceso con el fin de
llegar al esclarecimiento del litigio. Tal es así que, utilizando
su sana crítica aplica la normativa vigente, la cual será ley
individual para las partes de dicho pleito.
Ahora bien, mucho se ha discutido acerca de la
importancia y trascendencia del alegato al momento de la
decisión final, cuál es su incidencia, o bien si la misma
resulta de utilidad para el juzgador.
Desde el marco normativo, el alegato no resulta de
obligatoria presentación, motivo por el cual es erróneo
afirmar que resulta indispensable para el magistrado. Sin
embargo, si las partes confeccionan los mismos
respetando cronológicamente lo acontecido en el proceso,
logran presentar una secuencia temporal lógica y
razonable de modo de tamizar los actos procesales
relevantes, lo cual puede resultar de utilidad —en cuanto
a orden— para el juez.
De esta forma, entiende la jurisprudencia que El alegato no
constituye una pieza fundamental ni esencial del
procedimiento y así como de su falta de presentación ningún
perjuicio —salvo el de la natural merma de defensa — puede
derivarse, tampoco ha de inferirse agravio de la ausencia de
tratamiento en el decisorio (art. 260, CPCC) (CPCB art. 260.
CC0000 TL 10329 RSD-21-71 S 18/6/1992, "Lattuada, Juan
Carlos c. Giangiácomo, Carlos José y otros s/Resolución de
contrato - Daños y Perjuicios", "Lattuada, Juan Carlos c.
Giangiácomo, Carlos José y otros s/Resolución de contrato -
Daños y perjuicios"). Sin embargo, se pone en tela de juicio
617
la importancia de la aplicación del mismo, en la sentencia si
ha sido presentado en legal tiempo y forma. No considerar al
dictar la sentencia definitiva, el alegato presentado en
término por una de las partes, importa coartar su derecho de
defensa en juicio, violando así la garantía constitucional de
la defensa en juicio (art. 18 de laConstitución Nacional), por
lo que el fallo dictado bajos tales condiciones debe
declarárselo nulo ". (CN, art. 18). (CC0101 MP 95275 RSD-
42-96 S 7/3/1996, Juez Font (SD). "La Pianola SRL c.
Martínez, Basante s/Daños y Perjuicios").
No obstante lo esgrimido precedentemente, encontramos
jurisprudencia que indicaLa omisión de considerar el alegato
no causa la nulidad de la sentencia, porque si bien constituye
una importante pieza procesal, esencialmente destinada al
examen de la actividad probatoria, no es parte esencial, ni
fundamental del proceso, siendo su presentación una
facultad de carácter potestativo. Por otra parte, tal
circunstancia puede encontrar reparación en la Alzada por
vía del recurso de apelación tornando inviable la pretensión
del recurrente (arts. 480, 242, 273 y conc. del CPC).(CPCB
art. 480; CPCB art. 242; CPCB art. 272). ("Fugazza, María
Alejandra c. Odus S.R.L." s/Cobro Ordinario de Pesos").
De esta forma podemos apreciar posturas encontradas
dentro de la jurisprudencia; la realidad indica que es
discrecional del juzgador tener en consideración o no cada
uno de los alegatos presentados por las partes, no siendo
obligatorio para el mismo su aplicación ya que cada uno de
ellos contará con el elevado grado de subjetividad y
valoración a favor de los intereses que defiende, debiendo el
magistrado quedar inmune a esa situación para otorgar una
sentencia definitiva desde un ángulo completamente
objetivo, aplicando la normativa vigente sobre la base de las
pruebas registradas en la causa.
618
CAPÍTULO 15
I. LABOR EXTRAJUDICIAL
619
Si estamos abordando el tema de la labor administrativa y
extrajudicial del abogado es porque éste no percibió por
parte de su cliente lo convenido por dichas tareas, en
consecuencia y para hacer efectivo el estipendio se tendrá
que acudir a la vía judicial para la percepción de las tareas
realizadas, con la consecuente prueba que deberá
acompañar el profesional, dado que quien alega debe
probar.
Así tenemos que la labor realizada por el profesional fuera
del ámbito jurisdiccional está regulada en los arts. 57, 58 y
59 de la Ley de Aranceles Profesionales en el Título III,
"Labor Extrajudicial", "Gestiones extrajudiciales", el cual
expresa:
1. Normativa aplicable
620
b) por consulta evacuada por escrito, no menos de cincuenta
pesos ($ 50)(3) ;
c) por estudio de títulos de dominio respecto de inmuebles,
no menos de sesenta pesos ($ 60)(4) ;
d) por proyecto de estatuto o contrato de sociedad, del uno
por ciento (1%) al tres por ciento (3%) del capital social, y no
menos de quinientos pesos ($ 500)(5) ;
e) por redacción de contratos que no fueren de sociedad, y
de otros documentos, del uno por ciento (1%) al cinco por
ciento (5%) del valor de los mismos, y no menos de cien
pesos ($ 100)(6) ;
f) por la partición de herencia o bienes comunes, por escritura
pública o instrumentos privados, se fijará sobre el caudal a
dividir, de acuerdo con la siguiente escala:
f' ) hasta doce mil quinientos pesos ($ 12.500), el cuatro por
ciento (4%)(7) ;
f¿ ) de doce mil quinientos un pesos ($ 12.501) a setenta y
cinco mil pesos ($ 75.000), el tres por ciento (3%)(8) ;
f¿ ) de setenta y cinco mil un pesos ($ 75.001) en adelante,
el dos por ciento (2%)(9) ;
g) por redacción de testamento, el uno por ciento (1%) del
valor de los bienes y no menos de trescientos pesos
($ 300)(10) .
El abogado podrá pedir la correspondiente regulación
judicial, mediante el procedimiento establecido para los
incidentes, en el Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación.
621
Art. 59. — Cuando se tratare de gestiones administrativas
que constaren en actuaciones escritas, los honorarios se
fijarán de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 7º, primera
parte".
Queda claro y no existen dudas de que los honorarios se
fijarán de acuerdo a las pautas del art. 6º de la Ley
Arancelaria, los que no podrán ser inferiores al 50% de lo que
correspondería si la gestión fuere judicial.
El alcance de las tareas comprenden todas las gestiones
útiles que realiza el abogado en defensa de los intereses de
su mandante fuera del ámbito jurisdiccional donde la mayoría
de las veces son más arduas y complicadas que las tareas
desplegadas por el profesional del derecho en el expediente
judicial.
622
En unos casos se podrá tratar de una locación de servicios,
en otros se estará frente a una locación de obra o a un
mandato(12) .
Así nos referiremos en particular a la idea de los
denominados "trabajos o tareas extrajudiciales".
Al respecto se ha dicho que al regularse los honorarios en
las causas, sólo en casos excepcionales se tendrán en
cuenta los trabajos extrajudiciales cuando el asunto sea de
tal naturaleza y complejidad que hayan requerido para su
preparación una ardua, gravosa y dificultosa tarea(13) .
623
3. Prueba de los trabajos extrajudiciales
4. Carga de la prueba
624
referente a los hechos dado que el juez deberá tenerlos por
reconocidos o recibidos(19) .
Este efecto concuerda con el art. 1031 del Código Civil,
según el cual todo aquél contra quien se presente en juicio
un instrumento firmado por él, está obligado a declarar si la
firma es o no suya.
Una vez reconocida la firma del documento, se presume la
autenticidad de su contenido, si el instrumento ha sido
adulterado o se ha abusado de la firma dada en blanco, el
demandado tiene la carga de alegar y probar esos
hechos(20) .
625
No puedo dejar de señalar la importancia que tiene distinguir
entre carga de la prueba subjetiva y objetiva.
En la primera, las partes necesitan conocer de antemano con
precisión de qué pruebas se valdrán para justificar sus
respectivas afirmaciones, toda vez que la incertidumbre
sobre los hechos en que fundan su pretensión defensa o
excepción, les será perjudicial.
Se trata de la "distribución de la carga de la prueba", que
tiende a resolver a quién corresponde probar, repartiendo el
peso de la prueba entre las partes.
La carga objetiva se le presenta al juez al momento de
pronunciar la sentencia o resolución, debiendo fijar quién
deberá soportar la falta de prueba, es decir las
consecuencias que se producen cuando quien debía probar
no lo ha conseguido(22) .
Si sólo se han presentado en autos leves indicios, como
manifestaciones del peticionante y/o declaraciones
testimoniales y, en todo caso, de la importancia de las tareas
de investigación y administrativas, emergente del juicio de
cobro de honorarios, se tendrán como indicios.
Sin embargo, tales indicios no permiten presumir que se haya
desarrollado una tarea extrajudicial de envergadura que
permita ser acreedor de una regulación de honorarios.
El indicio es una circunstancia que por sí sola no tiene valor
alguno, en cambio, cuando se relaciona con obras, y siempre
que sean graves, precisas y concordantes, constituyen una
presunción.
626
Por lo tanto, la presunción es la consecuencia que se obtiene
por el establecimiento de caracteres comunes en los
hechos(23) .
Aclarado tal concepto, el juzgador no puede apartarse del
tema señalado, y en tal sentido hay que estudiar la referencia
que hace el peticionante y la actividad desarrollada en los
diversos pleitos (actividad judicial) que la carencia de
elementos agregados con la demanda y con posterioridad a
la misma hasta cumplirse con la etapa decisoria (actividad
propiamente extrajudicial).
Siendo así, el peticionante deberá acompañar prueba
fehaciente y todos los elementos que permitan deducir la
clara realización de tareas extrajudiciales en la forma
explicada, que permitan separarla lisa y llanamente de la
propia actividad jurisdiccional, para acceder a la regulación
de honorarios por tales tareas.
627
Otros pueden ser algunos proyectos de contrato o
dictámenes, por el mismo medio de comunicación, los cuales
se ha decidido que —se conteste o no la demanda— si no se
negó su autenticidad, el documento queda reconocido y
admitida la verdad de los hechos pertinentes y lícitos a que
se refiere(24) .
Así, corresponde tener por cierta dicha documentación con
carácter indiciario en los términos más arriba señalados.
Posición esta última que no compartimos.
628
del modo más justo posible(27) . Si el demandado no
comparece a negar los hechos invocados, la jurisdicción
debe considerarlos admitidos.
8. Indicios y presunciones
En este punto se impone la necesidad de diferenciar
los indicios de las presunciones . Indicio es todo rastro,
vestigio, huella y circunstancia y, en general, todo hecho
comprobado susceptible de llevarnos —por inferencia— al
conocimiento de otro hecho desconocido.
El indicio es una circunstancia que por sí sola no tiene
valor alguno; en cambio, cuando se relaciona con otras y
siempre que sean graves, precisas y concordantes,
constituyen una presunción. La presunción es la
consecuencia que se obtiene por el establecimiento de
caracteres comunes en los hechos(29) . Se trata de
la presunción judicial , es decir aquella que permite al juez
fijar los hechos del proceso.
629
No es sino un conjunto o paquete de hechos o
circunstancias que concatenadas habilitan al juez tener por
cierto la existencia de un hecho, razonamiento que en
nuestro medio se aplica mediante la reglas de la sana
crítica (art. 386, CPCCN).
A los indicios se refiere específicamente el art. 163,
inc. 5º, del Código Procesal bajo el nombre de
"presunciones", todas estas valoradas por el juez al
sentenciar.
630
ajustado, siempre que tal servicio sea de su profesión o modo
de vivir.
En otras palabras, la falta de prueba acerca del tipo de tarea
encomendada al profesional del derecho por el actor para
gestionar tareas propias de su ministerio en cuestión
perjudica a los contratantes, correspondiéndole por tanto la
respectiva regulación de los estipendios profesionales.
631
abogados se presume de carácter oneroso, excepto en los
casos en que conforme excepciones legales, pudieren o
debieren actuar gratuitamente.
632
a) El monto del asunto o proceso, si fuere susceptible de
apreciación pecuniaria;
b) La naturaleza y complejidad del asunto o proceso;
c) El resultado que se hubiere obtenido y la relación entre la
gestión profesional y la probabilidad de efectiva satisfacción
de la pretensión reclamada en el juicio por el vencido(32) .
d) El mérito de la labor profesional, apreciada por la calidad,
eficacia y extensión del trabajo;
e) La actuación profesional con respecto a la aplicación del
principio de celeridad procesal;
f) La trascendencia jurídica, moral y económica que tuviere
el asunto o proceso para casos futuros, para el cliente y para
la situación económica de las partes".
633
Esta facultad morigeradora que confiere la modificación
introducida por la ley 24.432 faculta al juez en el caso
concreto en forma fundada y ajustada a las particulares
circunstancias de cada caso apartarse de los porcentuales
fijados por la ley arancelaria.
635
Para el caso de demanda rechazada es coincidente el criterio
de que no corresponde adicionarse intereses al monto
reclamado en la misma.
Cabe señalar que como ha sentado la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, en los supuestos de rechazo de
demanda los intereses no integran el monto del juicio a los
efectos de la regulación de honorarios de los
profesionales(35) .
En cuanto al monto del proceso a los fines arancelarios, debe
señalarse que la naturaleza accesoria de los intereses
respecto del capital, así como su carácter esencialmente
indemnizatorio de la privación temporaria de aquél, impiden
considerarlos integrativos del valor del pleito(36), criterio que
también resulta aplicable a los supuestos en que la demanda
resulta rechazada(37) .
En igual sentido en los supuestos de rechazo total de la
demanda tiene dicho la jurisprudencia que la base regulatoria
está determinada por el monto que se reclama en la
demanda, con reajuste y sin intereses(38) .
1. Introducción
637
profesión, en tanto que la mayoría accedieron a ella una
vez de recorrida la carrera judicial.
Así, la interpretación de la escala puede variar por
circunstancias personales e interpretación de los
magistrados intervinientes, aplicando el máximo de la
escala arancelaria o variándola de acuerdo a los
porcentajes máximos o mínimos, en la augusta tarea de dar
a cada uno lo suyo.
¿Con qué objetividad el abogado condenado en costas
impugnará la base regulatoria, ya que sobre la misma base
se le regularán los honorarios en una escala menor? Y,
¿qué criterio adoptará el juez para aplicar la escala
porcentual?
Más allá de lo que las leyes parecen decir literalmente,
corresponde al juez indagar lo que dicen jurídicamente y si
bien cabe prescindir de las palabras, tampoco resulta
adecuado ceñirse rigurosamente a ellas cuando lo requiera
la interpretación razonable y sistemática(40) , ya que el
espíritu que la nutre ha de determinarse en procura de una
aplicación racional, que elimine el riesgo de un formalismo
paralizante(41) .
638
2. Tareas inoficiosas
Si tenemos en cuenta el principio general en cuanto a los
emolumentos profesionales, y que la tarea del abogado se
presume onerosa, sin perjuicio del resultado obtenido en el
pleito, dado que pierda o gane en el proceso judicial
percibirá honorarios conforme lo establece la Ley
Arancelaria 21.839 y su modificatoria 24.432, la presunción
de onerosidad se tendrá en cuenta en la medida de su
oficiosidad.
Así tenemos que la jurisprudencia tiene dicho que
"Resulta improcedente la imposición de costas y regulación
de honorarios de segunda instancia si los recursos
interpuestos por ambas partes fueron declarados desiertos
en virtud de lo dispuesto por el art. 265 del Código
Procesal(43) , transformándose así en escritos inoficiosos.
La "inoficiosidad" de un escrito no depende del resultado
favorable que obtenga del órgano jurisdiccional, sino que
presenta carencia de un razonamiento aquilatado.
Así, no cabría admitir como escrito adecuado a aquel que
exponga razones muy superficiales o redacción
paupérrima, o motivos disparatados.
La decisión de tener por desierto un recurso, o
considerarlo mal concedido, no por sí solo debe deparar la
no regulación de honorarios, ya que decidir no remunerar
una actividad profesional ejercida ante el órgano
jurisdiccional, debe serlo después de una razonada
observación del escrito, señalándole su falencia.
639
La obligación del abogado y la responsabilidad que
asume frente a su cliente siempre es de medios, no
garantizando el resultado del juicio.
En este orden de ideas, el tema se encuentra
controvertido. A mi criterio es una obligación mixta, dado
que el abogado tiene que garantizar el resultado dentro del
proceso, no así el resultado de la sentencia.
Es decir que el proceso tiene lugar con el inicio de la
demanda hasta el dictado de la sentencia. En ese trayecto,
desde el inicio de la pretensión y hasta que el magistrado
pone los autos para sentencia, transcurre el proceso y es
hasta allí donde el profesional del Derecho debe poner toda
su praxis. Una vez que el juez dicta sentencia, renace su
obligación profesional hasta su íntegro cumplimiento.
Es así que éste deberá poner toda su praxis dentro del
procedimiento a fin de llegar a la sentencia y posteriores
defensas. De este modo, articulando todas las defensas
conducentes y oficiosas podrá el profesional del Derecho
ser acreedor de los estipendios profesionales dentro del
expediente judicial.
En este orden de ideas, la tarea de los profesionales para
la percepción de los honorarios tiene que ser útil y oficiosa.
En sentido contrario y a diferencia de las tareas
inexistentes, debemos distinguir
entre inoficiocidad e inexistencia de tareas útiles dentro del
expediente judicial.
641
Se ha dicho: "No corresponde pronunciarse sobre la condena
en costas, ni procede la regulación de honorarios ante la
Alzada cuando el recurso interpuesto oportunamente fue
declarado desierto o mal concedido y la contraparte no
contestó el memorial, o habiéndolo contestado no advirtió tal
circunstancia. Ello en razón de que la pieza recursiva resulta
inoficiosa y, por lo tanto, la imposición de costas se
transformaría en un "premio" para quien no ha acertado en
su planteo, obteniendo un resultado desfavorable a los
intereses de su cliente"(48) .
5. Inoficiosidad. Interpretación
En el diccionario de nuestra lengua, el término inoficioso
aparece tal cual lo heredamos del Derecho Romano, como
642
un instituto del derecho sucesorio: "Dicho de un acto de
última voluntad, de una dote o de una donación: Que
lesiona los derechos de herencia forzosa".
También aparece así en la Enciclopedia Jurídica
Omeba , t. XV, p. 993, en el vocablo "inoficiosidad".
Pareciera que en nuestra inveterada costumbre de
incorporar nuevos términos al lenguaje cotidiano, y también
al técnico, los argentinos agregamos a una de las
acepciones del término oficioso que aparece en
el Diccionario de la Real Academia Española , la cuarta:
"Provechoso, eficaz para determinado fin" (del
lat. officiosus ), el prefijo in , denotando el sentido contrario
a aquello, es decir en el caso estaríamos refiriéndonos a lo
que no es provechoso o eficaz para determinado fin.
Ésa es la acepción que puede encontrarse en
el Diccionario Jurídico de Juan Ramírez Gronda: "Lo que
se practica de manera distinta o en tiempo diverso o ante
autoridad extraña a las prescripciones de la ley".
Evidentemente, la "inoficiosidad" de un escrito no
depende del resultado favorable que obtenga del órgano
jurisdiccional, sino que presenta carencia de un
razonamiento aquilatado.
Así, no cabría admitir como escrito adecuado a aquel que
exponga razones muy superficiales o redacción
paupérrima, o motivos disparatados.
Indudablemente, entender que la decisión de tener por
desierto un recurso, o considerarlo mal concedido, no por
sí solo debe deparar la no regulación de honorarios. Decidir
no remunerar una actividad profesional ejercida ante el
órgano jurisdiccional, debe serlo después de una razonada
observación del escrito, señalándole sus falencia. La
Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Lomas
643
de Zamora, sala II, en "Ciminiello, Constantino" (LLBA,
1994-202) dijo que el concepto de inoficiosidad ha sido
definido como aquella "tarea inútil, superflua,
inconducente..."(51) y el calificativo de notoria alude "al
carácter de fehaciente, manifiesto o lo que es lo mismo,
indudable"(52) .
De allí que considerara que la actuación en análisis debía
ser tenida como no idónea a los fines de lograr una
regulación de honorarios por ella (CNCiv., sala E). La
Cámara Nacional en lo Civil, sala E, en "C. de F., I. J. c. F.
M., J. C." (LA LEY, 1981-C, 551) concluyó que cuando la
defensa se realiza con manifiesta ligereza, el apoderado o
el letrado deben soportar las costas del juicio; en el caso
no era necesaria por parte del letrado la promoción de los
autos sobre disolución de sociedad conyugal con la
finalidad de acreditar que el único bien denunciado
pertenecía a ambos cónyuges, por cuanto tal circunstancia
ya había sido reconocida por el esposo demandado en el
juicio sobre alimentos que el tribunal tiene a la vista.
La misma sala, en "Galli Matienzo, Ricardo c. Matienzo,
Jorge A." asentó que el profesional que realiza una tarea
completamente inconducente e inoficiosa no puede
pretender que se le regule honorarios a cargo de su cliente.
Es argumento a fortiori de lo dispuesto en el art. 52, Cód.
Procesal, que hace cargar con las costas del juicio al
profesional que cumple su defensa con manifiesta ligereza.
Existen numerosísimos antecedentes en la línea
señalada. Así(53) , la Suprema Corte de Justicia de la Pcia.
de Buenos Aires, en "Della Vedova, Carlos Natalio y otro c.
Kolen, Ricardo Martín s/rendición de cuentas", sentó que
corresponde declarar inoficioso a los efectos regulatorios al
escrito que evidencia una manifiesta ausencia de
644
fundamentos válidos para sustentar los recursos
extraordinarios deducidos(54) .
También(55) aclaran que, en principio, el abogado siempre
tiene derecho a honorarios con independencia del éxito de
la gestión o de la consulta; la inoficiosidad no es no haber
alcanzado el efecto deseado por el cliente.
Así, por ejemplo, una sentencia contraria no significa
mecánicamente que la tarea haya sido inconducente, pues
—aceptada la división en abstracto entre las obligaciones
de medios y de resultado— nunca debe olvidarse que la
obligación del abogado y del procurador es de medios;
comprometen sus "buenos oficios", mas no garantizan el
éxito de la empresa. Entonces, para que el trabajo
profesional sea inoficioso debiera mediar error,
inexperiencia o incapacidad, no tener interés general ni
particular(56) , o no ser idóneo(57) , esto es, carente de toda
utilidad para cumplir con su finalidad propia(58) .
Tenemos que recordar que la validez constitucional de los
honorarios regulados no depende de la magnitud del
proceso, ni del interés de los litigantes obligados al pago,
pues también interesa a la justicia y razonabilidad de la
regulación, que se examinen las tareas realizadas, sea por
su jerarquía intrínseca como por su complejidad según los
casos, o la responsabilidad profesional comprometida(59) .
La doctrina sentada por la Corte Suprema(60) ha
establecido que frente a sumas de la magnitud del monto
del juicio, debe ponderarse la índole y extensión de la labor
profesional cumplida en la causa, para así acordar una
solución justa y mesurada, que concilie tales principios y
que además tenga en cuenta que la regulación no depende
exclusivamente de dicho monto o de las escalas
pertinentes, sino de todo un conjunto de pautas previstas
645
en los regímenes respectivos, que puedan ser evaluadas
por los jueces en situaciones extremas con un amplio
margen de discrecionalidad entre las que se encuentran la
naturaleza y complejidad del asunto, el mérito de la causa,
calidad, eficacia y la extensión del trabajo(61) .
647
El juez deberá apreciar además el interés social perseguido
conjuntamente con la tarea jurídica desplegada en un área
de sumo interés para la sociedad, que es el de un ambiente
sano para la salud de todos sin distinción alguna, ya sea de
personas como de todo ser vivo que habita en el lugar. En el
mismo sentido, el criterio puede aplicarse al caso de las
acciones de amparo que no tuvieron sentencia definitiva pero
que lograron su cometido con la medida cautelar dictada y
posterior convenio con la parte demandada para el cese de
la contaminación ambiental, la que fue homologada
judicialmente.
Siguiendo estos lineamientos se podrán evaluar las tareas
realizadas por los profesionales intervinientes conforme las
pautas de los arts. 6º, incs. b) a f), 7º y 39, de la ley 21.839 y
art. 12, inc. f), de la ley 24.432.
V. REGULACIÓN DESPROPORCIONADA
648
Esta regulación desproporcionada no toda vez resulta o
deriva de un fraude procesal sino que puede nacer —como
dije antes— de una liquidación practicada por la vencedora
con la inclusión de intereses o actualizaciones
desmesuradas o que no corresponde su inclusión o por
errores numéricos. Además de las facultades ordenatorias e
instructorias (arts. 34 y 36, CPCCN)(63) , el juez para estos
casos puede o debe implementar la ley 24.283 (Ley de
Desindexación de Deudas)(64) .
Aplicar algunas veces la letra fría del Código y las normas
procesales tal como surgen del ordenamiento encuadraría en
la negación de lo jurídico, apartándose de los extremos
fácticos y legales del caso, arribando a una conclusión
jurídicamente inaceptable, causando, por tanto, un daño a
una de las partes o bien a ambas.
Si entendemos por derecho lo justo , y por justo lo debido a
otro según una cierta relación de igualdad, y siendo la
función del juez la dirección del proceso y la administración
de justicia, delegada del propósito de los constituyentes
afianzarla como surge del preámbulo de nuestra Carta
Magna, una regulación de honorarios, o una resolución
judicial que no tenga el ser y la razón de lo justo contraría el
derecho y, por tanto, la Constitución Nacional.
Las formalidades y los ritos son parte de todo proceso
judicial, más en nuestro sistema procesal codificado.
Este sistema codificado no existe por capricho del legislador:
su fin es poner un orden que asegure a las partes un debido
proceso, que respete el principio de bilateralidad y sus
garantías constitucionales, poniendo fin en una decisión
conforme a derecho. Apartarse de ello en algunos casos se
transformaría en un conjunto de solemnidades desprovistas
649
de sentido alterando varios principios procesales y
constitucionales.
La Corte Suprema de Justicia ha utilizado distintos términos
para dirigirse a esta causal como, exceso ritual
manifiesto ; notorio rigorismo formal ; excesivo rigor
formal ; injustificado rigor formal ; excesivo apego al texto de
las formas ; aplicación mecánica de las normas
adjetivas ; rigorismo procesal irrazonable ; renuncia
consciente a la verdad objetiva ; predominio exagerado de
las formalidades ; desnaturalización de las formas
procesales ; etcétera(65) . Al respecto, el Máximo Tribunal de
Justicia tiene decidido que no cabe conducir el proceso en
términos estrictamente formales con menoscabo del valor
justicia y de la garantía de la defensa en juicio; y por ello no
debe desalentarse a la verdad jurídica objetiva de los hechos
que de alguna manera aparecen como la decisiva relevancia
para la pronta decisión del litigio y que en el ejercicio de la
función judicial renunciar en forma consciente a la verdad
jurídica objetiva patente en los hechos, apegándose en
consecuencia al texto literal de las normas procesales,
derivaría en un menoscabo de la justicia, pues es deber de
los magistrados asegurar la necesaria primacía de la verdad
objetiva sin que nada excuse la indiferencia de los jueces al
respecto en la misión de dar a cada uno lo suyo.
Lo expresado precedentemente y su aplicación en una
regulación de honorarios desproporcionada para dejarla sin
efecto o adecuarla de acuerdo a los parámetros legales, no
alteraría el exceso de jurisdicción, la garantía de la defensa
en juicio, ni violaría en forma grosera y evidente el derecho
de propiedad consagrado en el art. 17 de la Constitución
Nacional, como así tampoco derechos adquiridos ni la cosa
juzgada y el principio de preclusión de los actos procesales.
650
Si bien deben reconocerse la trascendencia de las técnicas
y principios tendientes a la organización y desarrollo del
proceso, no por ello cabe legitimar que las formas procesales
sean utilizadas con prescindencia de la finalidad que las
inspira y con el olvido de la verdad jurídica objetiva(66) .
651
CAPÍTULO 16
1. Concepto
652
El respeto a la seguridad jurídica se erige como un
argumento insoslayable para considerar la figura de las
tercerías en el ordenamiento vigente.
Su origen no hay que buscarlo más allá de la posibilidad
cierta, de que dos partes debatan en el marco de un proceso
judicial, respecto del pago de una deuda o de la titularidad un
bien, del cual un tercero resulta en realidad quien cuenta con
mejor derecho frente a la cuestión, sea porque su crédito es
preferente o porque la titularidad del bien discutida radica en
él.
La doctrina ha conceptualizado el instituto de las tercerías de
diversas maneras.
653
La doctrina unánimemente distingue las tercerías en dos
clases: las de dominio y las de mejor derecho.
Las primeras, es decir, las tercerías de dominio, se
fundan precisamente en el dominio de los bienes
embargados. Para Falcón, debe asemejárselas al ejercicio
de la acción reivindicatoria por encontrarse afectados los
derechos del propietario.
Ahora bien, antes de comenzar el estudio en profundidad
del instituto, debemos tener en cuenta que cuando el
derecho del peticionario sea tan evidente que baste con
exhibir sus títulos, para que quede acreditado sin lugar a
dudas el derecho en que se afirma, resulta contrario a
elementales normas de economía procesal y hasta de
sentido común imponerle la carga de deducir una tercería.
Para estos casos se encuentra previsto el supuesto de
levantamiento de embargo sin deducción de tercería en el
art. 104, CPCCN.
Así, como ejemplo, se sostuvo que tratándose de un
automotor, es suficiente la acreditación, mediante el
correspondiente informe del Registro de la Propiedad del
Automotor, de que el rodado está registrado a nombre del
solicitante del levantamiento.
En la práctica, y en la mayoría de los casos, el embargante,
ante el traslado que se le da de la presentación del tercero,
presta su conformidad para el levantamiento del embargo.
En cuanto al procedimiento, luego de la presentación
efectuada por el tercero, como se ha dicho, se dará traslado
al embargante, quien manifestará lo que estime pertinente
respecto a la cuestión.
654
entendido que resulta inadmisible el levantamiento de un
embargo solicitado por la vía incidental cuando la
documentación acompañada por el peticionante es
desconocida por el embargante(4) .
De hacerse lugar al pedido de levantamiento de embargo,
dicha resolución será recurrible por el embargante. Por el
contrario, si deniega lo solicitado, el interesado podrá
deducir directamente la tercería, debiendo cumplimentar
los requisitos exigidos por el art. 98 del Código de rito.
Ahora bien, si no puede aplicarse la figura del art. 104,
CPCCN, entonces deberemos evaluar si la acción que
debemos entablar debe encuadrarse como tercería de
dominio o de mejor derecho.
Analizaremos a continuación el objeto y la prueba
correspondiente al primer tipo de tercerías (las de dominio).
655
En cuanto al procedimiento, en primer lugar, cabe
subrayar que la traba de un embargo es requisito esencial
para que pueda deducirse una tercería; pues no resulta
suficiente que se lo haya ordenado, sino que sea
efectivamente trabado. No obstante, debe admitirse, que si
bien la ley habla de bienes embargados, el secuestro debe
asimilarse, a estos efectos, a la traba de embargo, pero no
así la inhibición general de bienes.
Respecto al plazo de interposición, el art. 97, tercer
párrafo, del CPCCN expresa que "si el tercerista dedujese
la demanda después de diez días desde que tuvo o debió
tener conocimiento del embargo o desde que rechazó el
levantamiento sin tercería, abonará las costas que
originare su presentación extemporánea, aunque
correspondiere imponer las del proceso a la otra parte por
declararse procedente la tercería".
La primera situación deberá determinarse sobre la base
de la fecha en que se practicó la notificación de la medida,
o de la circunstancia de haber participado el tercerista en
su diligenciamiento. La segunda se configurará cuando, sin
haberse verificado ninguno de esos hechos, surja de las
constancias del expediente la existencia de actos que
demuestren, con evidencia, el conocimiento del embargo
por parte del tercerista.
Cabe aclarar que la inobservancia de los límites mínimos
precedentemente indicados no determina la extinción de la
pretensión, sino que incide, exclusivamente, en la
responsabilidad del tercerista por los gastos devengados
en el proceso principal con posterioridad al vencimiento del
plazo pertinente y al margen de las costas
correspondientes a la tercería, las que deben pagarse de
acuerdo con el resultado final al que se arribe en ésta.
656
En cuanto a la forma de presentación, Palacio expresa
que la tercería es una verdadera demanda que debe
cumplir los requisitos establecidos en los arts. 330 y concs.
CPCCN y notificarse a la contraria mediante cédula, de
conformidad con lo prescripto por el art. 135, inc. 11, del
mismo plexo legal(7) .
Entendemos que la tercería de dominio puede fundarse
tanto sobre bienes materiales como inmateriales. A saber,
puede articularse en el caso de derechos intelectuales,
propiedad industrial y comercial, derechos mineros,
derechos sobre un sepulcro, etc. Esta postura es la
aceptada por la mayor parte de la doctrina y la
jurisprudencia(8) .
En cuanto al trámite de la tercería, como prescribe el
art. 101, CPCCN, "la demanda por tercería debe deducirse
contra las partes del proceso principal y se sustanciará por
el trámite del juicio ordinario o de los incidentes, según lo
que determine el juez, atendiendo a las circunstancias del
caso".
No obstante, pese a las circunstancias de constituir la
tercería un proceso incidental, la rebeldía de las partes
funciona en ella autónomamente, es decir, con
prescindencia de que aquélla se haya o no declarado en el
proceso principal.
Cabe señalar que cualquiera de los demandados podrá
oponer al tercerista las oposiciones o defensas a que se
crea con derecho, sean ellas perentorias o meramente
dilatorias.
Asimismo, tanto el embargante como el embargado
pueden allanarse a la pretensión del tercerista, pero tal
instituto sólo genera sus efectos normales en el caso de
que ambos litisconsortes se allanen conjuntamente. Lo
657
mismo cabe mencionar en el caso de los restantes modos
anormales de terminación del proceso (transacción y
conciliación).
El ordenamiento estipula para la admisibilidad de la
tercería la debida acreditación de la verosimilitud del
derecho invocado. Este requisito constituye un supuesto
excepcional, que no se exige en ningún otro proceso, sin
perjuicio de lo dispuesto para las medidas cautelares.
La verosimilitud del derecho se trata de un requisito
extrínseco de admisibilidad de la pretensión que funciona,
como tal, independientemente de la fundabilidad de
aquélla, y cuyo cumplimiento tiende a evitar que la mera
interposición de la tercería se convierta en un factor
obstruccionista del proceso principal.
De allí que la prueba aportada por el tercerista deba limitarse
a acreditar la verosimilitud, y no la existencia plena y efectiva
de su derecho , extremo que será susceptible de
comprobarse durante el período probatorio.
Ahora bien, en el supuesto de no acreditarse prima facie la
existencia del derecho, se debe ofrecer una garantía
suficiente, bajo pena de que el juez declare de oficio la
inadmisibilidad de la tercería intentada.
El requisito de fianza suficiente se estipula para responder
por los perjuicios que pudiera producir la suspensión del
proceso principal y suple la falta de instrumentos suficientes
para satisfacer el requisito de verosimilitud.
En lo que atañe a la clase de garantía a prestar por el
tercerista, el juez debe determinarla atendiendo a las mayor
o menor verosimilitud del derecho invocado por aquél y las
circunstancias del caso concreto. El tercerista puede ofrecer
fianza personal o caución real (depósito de dinero o de otros
658
valores, constitución de hipoteca, etc.), así como también la
garantía de instituciones bancarias o de personas de
acreditada responsabilidad económica, hallándose excluida
en el caso la posibilidad de otorgar una mera caución
juratoria.
Admitida la tercería y abierta a prueba, incumbe al tercerista
la carga de acreditar fehacientemente el derecho invocado.
Desde ya, y como profundizaremos más adelante, según la
índole del derecho invocado, existirán medios más
adecuados a los efectos de causar convicción en el juzgador.
Por otro lado, en el caso de que sea necesario el aporte de
prueba documental que no estuviere en poder del tercerista,
éste deberá proceder a su individualización e indicar el
contenido, el lugar o archivo donde se encontrare y la
persona o archivo que lo conservare (art. 333, CPCCN).
En estos procesos también puede verificarse la caducidad de
instancia, debiendo computarse al efecto los plazos de seis
o tres meses de acuerdo con el tipo de proceso (sumario,
ordinario o incidente), al que se haya adecuado su
sustanciación.
Sin embargo, cabe señalar que el proceso principal no
perime en tanto se encuentre suspendido con motivo de la
interposición de una tercería.
659
por el art. 98 CPCCN. Al respecto, coincidimos con Falcón,
que expresa que la reiteración de la tercería sólo es
procedente cuando aparecen hechos o documentos
nuevos (que contengan el título justificativo)(9) .
En rigor de verdad, la disposición contenida en el
ordenamiento procesal no constituye más que una
aplicación del principio general en cuya virtud la cosa
juzgada cubre tanto lo que se discutió, como lo que pudo
discutirse en el momento correspondiente (tantum
iudicatum quantum disputatum vel quantum disputare
debebat ).
A contrario sensu , en efecto, la norma admite la
reiteración de una tercería que reconozca una causa
distinta a la de otra anteriormente desestimada y recién
conocida por el tercerista, lo cual es aplicable, de acuerdo
con las reglas generales, a cualquier tipo de pretensiones.
Obviamente, resta recordar que la reiteración de
cualquier tercería sólo es admisible si se plantea con
anterioridad a los límites temporales máximos que prevé la
ley, es decir, antes de otorgarse la posesión de los bienes
o de pagarse al acreedor.
3. La prueba de su objeto
Sin apartarse del principio general en materia probatoria,
el presentante deberá probar que cuenta con un mejor
derecho al de las partes involucradas en el proceso
principal.
Sin embargo, por su diversa característica, existen
algunas cuestiones esenciales que deberemos tener en
660
cuenta a la hora de ofrecer la prueba de tercerías ante la
naturaleza diferente de los bienes en juego.
662
haga lugar a una tercería de dominio, estará dada por los
documentos que emanen del Registro de Propiedad del
Automotor, ya que quien no obtiene emplazamiento
registral, aunque se le haya hecho entrega del vehículo, no
alcanza a ser su propietario(14) .
Ha sido reemplazada la tradición por la inscripción como
modo de constitución y transmisión del dominio de los
automotores "por lo que el instrumento privado que sirve de
título es plenamente válido pero insuficiente para tramitar
el derecho real de dominio", atento al reiteradamente
reconocido carácter constitutivo de la inscripción dominial.
El mismos autor expresa que la inscripción "en el régimen
vigente tiene carácter constitutivo, es decir cumple la
función de 'modo' en lugar de la entrega material de la cosa
o tradición. En este sistema mientras no se produzca la
inscripción el automóvil no ha cambiado de dueño, 'hasta
ese momento no hay transferencia de derecho real'".
Y señala más adelante que "el legislador por medio de la
inscripción registral constitutiva quiso establecer con
certeza la titularidad del dominio". Empero, el "dueño" por
boleto de un automotor está legitimado para plantear una
tercería de mejor derecho.
Los tribunales han manifestado que "los adquirentes de
un automotor mediante boleto privado de compraventa,
que alegan preferencia con relación al embargante, deben
acudir a la tercería de mejor derecho y no a la de
dominio"(15) .
No obstante lo antedicho, en el día a día negocial, la
realidad muestra que en no pocas ocasiones se verifica
una demora en registrar la transferencia del rodado, lo que
puede ocasionar múltiples inconvenientes, ante el
acontecimiento de situaciones no previstas. Sin embargo,
663
el análisis de dichas situaciones excede el marco de este
trabajo.
664
aquél había realizado actos posesorios que iban desde la
laminación del casco hasta su verificación de construcción.
1. Concepto
665
Su procedimiento no difiere al de las tercerías de mejor
dominio, in extenso analizadas en el punto I.2 de este
capítulo, al cual en honor a la brevedad nos remitimos.
3. La prueba de su objeto
En las tercerías de mejor derecho, al tercerista le incumbe
probar, en primer lugar, la titularidad del crédito. En
segundo término, no menos importante, el privilegio o la
prioridad que invoca como fundamento de su pretensión,
en los términos del art. 218, CPCCN.
Explica Fassi que la mayor parte de los autores
nacionales y de los Códigos procesales vigentes en el país
parecen reducir las tercerías de mejor derecho a las
hipótesis en que "no se pretende la propiedad del bien
embargado, sino un derecho preferente para cobrarse de
los fondos resultantes del embargo, por la existencia de
algún privilegio"(20) .
667
entendiendo el 'pago' en el sentido del art. 725 del Código
Civil, es decir, el cumplimiento de la prestación que hace el
objeto de la obligación. En tal supuesto, el boleto de
compraventa a favor de cuyo titular fue otorgada la
posesión antes de anotarse el embargo en el Registro de
la Propiedad, ser oponible al acreedor embargante, si tiene
fecha cierta (art. 1034 del Código Civil). Es procedente la
tercería intentada sobre la base de un boleto de
compraventa porque el amparo que confiere el art. 1185 bis
del Código Civil resulta oponible al acreedor embargante
en cualquier tipo de proceso en tanto queden acreditados
los extremos de esa norma y el crédito del comprador sea
anterior al del embargante (art. 97, primer párrafo, in fine ,
CPCC)"(24) .
También la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de
Buenos Aires sostuvo que "resulta procedente la tercería
intentada sobre la base de un boleto de compraventa
porque el amparo que confiere el art. 1185 bis del
ordenamiento civil resulta oponible al acreedor embargante
en un proceso ejecutivo en tanto queden acreditados los
extremos de esa norma y el crédito del comprador sea
anterior al del embargante. El comprador tiene así un mejor
derecho a ser pagado con preferencia al embargante
(art. 97, primer párrafo, in fine , CPCCN) y ese pago debe
ser entendido en el concepto dado por el art. 725 del
Código Civil"(25) .
Respecto del orden de preferencia de los créditos, la
jurisprudencia nos ha marcado algunas pautas orientadoras,
a saber "el boleto de compraventa es oponible a los créditos
privilegiados o quirografarios —aun los hipotecarios— si la
fecha cierta y el desplazamiento de la posesión a favor del
adquirente son anteriores a aquéllos. Cuando la posesión es
posterior resulta oponible a los créditos privilegiados o
668
quirografarios pero no a los hipotecarios. Esto último se
justifica ante la carencia de publicidad de esos créditos, lo
que demuestra una notable diferencia con los créditos
hipotecarios exteriorizados mediante los registros. Es
explicable el triunfo del poseedor por boleto frente a los
acreedores en cuestión, porque el dueño del inmueble se
desprendió de su posesión y el comprador la adquirió
legítimamente con apoyo en un título suficiente a tales
efectos (adquisición posesoria). Pese a que el crédito
privilegiado del constructor del edificio (art. 3931 del Cód.
Civil sobre el valor del inmueble en el que sus trabajos han
sido ejecutados) se considere anterior al crédito del
comprador por boleto, el embargo trabado por aquél le
resulta inoponible si la fecha cierta del boleto y el
desplazamiento de la posesión son anteriores al embargo
mencionado. Es que aunque la posesión sea posterior al
nacimiento del crédito privilegiado éste no ha tenido
publicidad registral anterior a la publicidad posesoria del
adquirente por boleto de compraventa"(26) .
Agrega Belloti que si el ordenamiento jurídico reconoce a
ambas partes —al poseedor por boleto y al acreedor
embargante—, el acceso a la publicidad registral, por
aplicación del principio "prior in tempore potior in iure ", el
primero de los derechos que hubiera sido inscripto, gozará
de un jus preferente. Refuerza este criterio lo dispuesto por
el art. 19 de la ley 17.801, que sienta el principio de prioridad
de la registración conforme a la fecha y número de orden de
los documentos que ingresan al Registro Inmobiliario. Debe,
por tanto, el adquirente por boleto soportar las
consecuencias de haber omitido la inscripción del
instrumento mencionado(27) .
También se ha dicho que "es procedente la tercería de mejor
derecho interpuesta por los adquirentes de un inmueble con
669
boleto de compraventa que cumplieron dos años antes de la
constitución de la hipoteca con todos los requisitos del pago
íntegro de lo adeudado y además obtuvieron sentencia firme
que ordena la escrituración a su favor, pues estas
circunstancias les confieren una clara preferencia respecto
del acreedor embargante en el derecho a la cosa inmueble
de acuerdo a lo establecido por el art. 1185 bis del Código
Civil, el cual puede ser aplicado frente a un acreedor
embargante"(28) .
670
Sin embargo, también coincidimos con lo postulado por
calificada doctrina(30) , en cuanto a que la apreciación de la
prueba fuera de los supuestos enumerados por el art. 1035
del Código Civil debe ser absolutamente rigurosa, no
dejando el más mínimo atisbo de duda sobre la fecha cierta
del documento.
Llambías al respecto tiene dicho que "para aceptar otros
hechos comprobatorios de la fecha cierta, no hay
necesidad de acudir a la idea de las presunciones hominis ,
que en esta materia no resulta adecuado, pues no se trata
de admitir hechos probables porque no se hayan probado
en contra de ellos —presunción iuris tantum —, sino de
atribuir fecha cierta a los documentos en base a la certeza
moral resultante de ciertos hechos debidamente
comprobados. Es claro que la mínima duda se vuelve en
contra de esa inducción"(31) .
En otro orden de cosas, respecto del plenario "Banco de
Italia y Río de la Plata SA"(32) , que autoriza al comprador
del inmueble embargado por una suma determinada, que
deposita en pago el importe a que asciende el embargo, a
obtener el levantamiento de la medida precautoria —
interpretación que incluso se ha hecho extensiva para el
caso de bienes muebles registrables, así un
automotor(33) —, se ha juzgado improcedente el
levantamiento del gravamen cuando otro acreedor del
demandado embarga los fondos remanentes de la subasta
a realizarse(34) y, por supuest o, si el comprador expresó en
la escritura respectiva que reconocía y tomaba a su cuenta
el embargo existente(35) .
Asimismo, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil,
en el plenario "Czertok", ha sentado la doctrina de que "el
adquirente de una cosa registrable embargada por monto
determinado para obtener el levantamiento de la medida
671
cautelar no puede liberarse pagando sólo el monto
inscripto, sino que responde también: por la
desvalorización monetaria si correspondiere, por los
intereses, por las costas, por las sucesivas ampliaciones y
por las demás consecuencias del juicio"(36) .
Para finalizar este capítulo, comentamos al lector que el
aborde teórico de la figura ya ha sido objeto de estudio en
otra obra de este equipo de trabajo(37) , por lo cual hemos
tratado de sintetizar algunos aportes a la cuestión práctica
del instituto, relacionados esencialmente con la prueba en
juicio.
También ha sido nuestro deseo recuperar opiniones
jurisprudenciales y posturas doctrinarias que enriquecen la
cuestión, todo con un fin último, de promover reflexión en el
estudiante/docente/profesional respecto de la posibilidad
cierta de aplicación en un caso concreto del instituto de la
tercería.
672
3. Prueba para facilitar su ejecución
SEGUNDA PARTE
CAPÍTULO 17
673
extranjeras. El exequátur: 1. Concepto. 2. Procedimiento. 3.
Prueba para facilitar su ejecución.
1. Concepto
674
encuentre satisfecho en sus pretensiones. En ella, el juez
conoce y ejecuta en forma simultánea, constituyendo así una
nueva etapa de cumplimiento del fallo judicial.
Observamos que cuando una sentencia ha pasado en
autoridad de cosa juzgada, aparece el perfil coercitivo del
Estado en el uso de la fuerza, ya que si el deudor no cumple
con la obligación derivada de la condena, el acreedor puede
iniciar la ejecución procesal forzada de su crédito,
posibilitando una nueva etapa que comienza a partir de la
adquisición de firmeza del pronunciamiento judicial(2) .
Se encuentran excluidos de este proceso aquéllos supuestos
en que una sentencia se cumple o se hace cumplir sin usar
la fuerza, en los que se hallan los casos en que el deudor
cumple en forma voluntaria con la condena o lo hace un
tercero por ella. Por ese mismo andarivel corren las
sentencias meramente declarativas, que se limitan a declarar
o negar la existencia de una situación jurídica. De todos
modos, aun cuando no se requiere un proceso ulterior de
ejecución, propio de las sentencias de condena, existe un
trámite que se agota con su inscripción o asiento en el
registro público pertinente(3) .
En esa misma situación se encuentran las sentencias de
naturaleza constitutiva, que crean, modifican o extinguen
relaciones o situaciones jurídicas vinculadas con el estado
civil o la capacidad de las personas, ejemplos, divorcio,
separación personal, nulidad de matrimonio, adopción,
filiación, insania, etcétera.
Es decir que las sentencias meramente declarativas y las
constitutivas son susceptibles de reconocimiento, pero no
son aptas de ser ejecutadas, porque se autoejecutan por su
mero pronunciamiento. Sólo las sentencias de condena
pueden ser objeto de reconocimiento y de ejecución(4) .
675
A pesar de que existe doctrina que alude a la posibilidad de
ejecutar provisoriamente una sentencia declarativa o
constitutiva, no se trata propiamente de ejecución sino de la
mera anticipación de sus efectos con una finalidad cautelar,
ya sea para asegurar la eficacia del pronunciamiento judicial
o para evitar perjuicios irreparables(5) .
Ahora bien, la ejecución procesal forzada exige que la
sentencia se encuentre firme, consentida o ejecutoriada. Sin
embargo, en algunos supuestos, se permite ejecutar
sentencia que se encuentran sujetas a un recurso de
apelación, concedido con efecto devolutivo, tal como sucede
cuando se decreta una medida precautoria (art. 198,
CPCCN), y la sentencia dictada en juicio de alimentos
(art. 647, CPCCN). También cuando se interpuso un recurso
extraordinario, cabe la ejecución de la sentencia, siempre y
cuando el ejecutante diera fianza, en el caso de que la Corte
Suprema de Justicia de la Nación revoque el fallo(6) . Esa
ejecución provisional del art. 258 del Código Procesal sólo
procede en tanto el recurso extraordinario haya sido
concedido y no con anterioridad, toda vez que la Corte
Suprema no tiene el derecho de otorgar a la queja efecto
suspensivo, antes de declararlo. La modalidad provisional de
la ejecución permitirá, en caso de pronunciamiento adverso
posterior, volver las cosas al estado inicial en que se
encontraba antes de disponer la medida.
La fianza exigida al apelado es calificada por la Cámara o
tribunal que hubiese concedido el recurso y quedará
cancelada si la Corte Suprema lo declarase improcedente o
confirmase la sentencia recurrida. Así, la ejecución sólo
procede respecto de sentencia de contenido patrimonial,
cuyo cumplimiento pudiese repararse mediante el pago de
una suma de dinero(7) , aunque autores como Morello
676
sostienen que en casos de excepción se pueden ejecutar
fallos que no tienen contenido patrimonial.
679
el art. 500, inc. 4º, del CPCCN, que debería traer una rápida
solución para el afectado.
Debemos tener en cuenta que los acuerdos de mediación
pueden contener una obligación de hacer, de no hacer o de
dar cosas que no son dinerarias, lo que no obstaculiza su
ejecución, por ser un título ejecutable. Si se fija en una
obligación de hacer un modo y en un tiempo propio y el
obligado no lo cumple, el acreedor puede exigir la ejecución
forzada, a no ser que fuese necesario ejercer violencia contra
su persona, circunstancia que se encuentra vedada para las
obligaciones de hacer. Ahora bien, si el deudor no puede
ejecutar el hecho, pero éste puede efectivizarse por un
tercero a su costa, el acreedor podrá ser autorizado a optar
por esta última vía o a reclamar los daños y perjuicios
irrogados por el incumplimiento.
Lo importante en el marco de una mediación es que las
partes asumieron un compromiso inserto en obligaciones
para cada una de ellas, de modo tal que hubo una afirmación
de voluntades y de capacidad para cooperar. Por ello, si los
sujetos involucrados no respetan el comportamiento asumido
en el marco de un espacio de negociación prejudicial, el
afectado debe contar con todas las herramientas necesarias
como para lograr el inmediato cumplimiento de la conducta
debida(12) .
682
2.2. Obligaciones de hacer, no hacer y de dar
cantidades de cosas
El objeto de la ejecución de la sentencia puede consistir
en una obligación de hacer, de no hacer y de dar
cantidades de cosas. Como una subespecie de la
obligación de hacer, encontramos la condena a escriturar.
Así, en el juicio de escrituración cuando hay una parte
plural nos encontramos con una obligación indivisible, por
lo que la prestación debe ser exigida por todos los
acreedores frente a todos los deudores juntamente(15) . Ello
siempre y cuando se haya integrado la litis con ellos, toda
vez que la condena resulta inoponible frente a aquél, que
si bien es el perjudicado, no ha sido citado a juicio. En este
último supuesto, la sentencia no podrá ser ejecutada contra
esa persona que no fue llamada al proceso, y será
declarada nula por vicios del trámite que la preceden.
Ahora bien, si la condena comprende todo un inmueble y
existe un condominio, por más que uno de ellos ofrece
escriturar su parte indivisa y alegue que la imposibilidad de
escriturar se debió al otro condómino, corresponde la
ejecución de la sentencia en cuanto a la condena a
escriturar la totalidad del bien, toda vez que las
obligaciones devienen de un acto escriturar único y al ser
inescindible la relación jurídica sustancial que impone la
actuación en el proceso de todos los involucrados en el
negocio jurídico.
La obligación de escriturar contiene un plazo que se fija
en la sentencia y comprende la realización de todos los
actos y diligencias necesarias a tal fin, como por ejemplo la
realización del estudio de títulos, liberar certificados,
recabar deudas impositivas. En ese orden de ideas,
683
cuando se trata de una unidad transferidas al régimen de
la ley 13.512, se requiere la subdivisión y el otorgamiento
del reglamento de copropiedad y administración(16) .
686
perjuicios, procedimiento que tramitará en la ejecución de
sentencia, sin necesidad de otro proceso(21) .
687
Por otro lado, al acreedor le puede interesar el cumplimiento
de lo debido por serle más beneficioso a que la condena sea
incumplida y sustituida por una indemnización, por ejemplo,
el caso de un vecino que es condenado a cesar en la
producción de los ruidos molestos(22) . También se encuentra
el acreedor facultado para solicitar la aplicación
de astreintes como en las obligaciones de hacer.
689
2.3. Ejecución de sentencias contra el Estado
Una mención aparte merece el tratamiento de la
ejecución de las sentencias contra el Estado en cuanto a
su carácter declarativa, ya que en el supuesto de tratarse
de una condena nos encontraríamos ante una relatividad
de la ejecutoria contra el Estado, en virtud del camino que
debe recorrer el Estado, atento al problema de la
emergencia y sus efectos.
Ese carácter declarativo ha sido convalidado por la Corte
Suprema de la Nación, con excepción de los casos de
expropiación, situación en la cual existe un pago de
indemnización de contenido expropiatorio, con fundamento
en el art. 17 de la Constitución Nacional, que establece su
previo pago, por lo que no se puede diferir a otro
presupuesto si el particular había ya dejado de estar en la
posesión.
Como es sabido, a partir del caso
(27)
"Pietranera" comenzaron a ponerse plazos para la
ejecución de las sentencias dictadas contra el Estado
nacional y a admitirse el embargo de cuentas públicas para
su cumplimiento, solicitándole a la Administración la fecha
en la que procedería a dar cumplimiento a la sentencia,
bajo apercibimiento de fijación judicial (28) .
La ley 23.982, sancionada en 1991, denominada de
Consolidación de Deudas del Estado, consolidó en el
Estado nacional obligaciones vencidas o de causa o título
anterior al 1 de abril de 1991. En cuanto al cumplimiento de
la obligación, el art. 22 estableció que el Poder Ejecutivo
nacional debía comunicar al Congreso de la Nación los
reconocimientos administrativos o judiciales firmes, con
690
relación a las obligaciones de causa o título posterior al 1
de abril de 1991, que carecieran de créditos
presupuestarios para su cancelación en la ley de
presupuesto del año siguiente al de su reconocimiento,
quedando el acreedor legitimado para solicitar la ejecución
judicial de su crédito a partir de la clausura del período de
sesiones ordinario del Congreso de la Nación. Así, la
cancelación de esas deudas se operaba por vía de la
entrega de bonos(29) .
Más allá de las diversas leyes de emergencia
sancionadas con posterioridad a la ley 23.982, en lo
atinente a las obligaciones de pagar sumas de dinero
determinadas en las sentencias contra el Estado, se aplica
el mecanismo estipulado en el art. 22 de la ley 23.982, que
establece la previsión presupuestaria para llevar a cabo
actos de ejecución forzada. Toda deuda del Estado
nacional que tenga por objeto una suma de dinero y que
tenga una causa anterior al 1 de enero de 2000, se
encuentra sujeta al régimen de consolidación de deudas y
teniendo en cuenta la fecha de la causa que dio origen a la
obligación, será pagada, optando el acreedor en títulos
públicos o en una suma de dinero inmediatamente a su
vencimiento. A las deudas no consolidadas se les aplica el
procedimiento del art. 22 de la ley 23.982.
Es decir que únicamente las obligaciones de dar sumas
de dinero se encuentran alcanzadas por las disposiciones
establecidas en los arts. 1º y sigtes. de la ley
23.982, quedando exceptuadas las obligaciones que no
sean dinerarios, la de hacer y no hacer y la indemnización
expropiatoria. En cuanto a los accesorios, tampoco se
encuentran alcanzados, como por ejemplo los honorarios y
los gastos afrontados por la parte.
691
Es decir que los honorarios regulados por tareas llevadas
a cabo con posterioridad al 1 de abril de 1991 se
encuentran alcanzados por la excepción prevista por el
art. 18 de la ley 25.344, que establece que "el Poder
Ejecutivo en la reglamentación establecerá un límite de
edad a partir del cual se podrá excluir de la consolidación
que se establece por la presente, a titulares de créditos
previsionales derivados del régimen general. Asimismo, se
podrá disponer la exclusión cuando mediaren
circunstancias excepcionales vinculadas a situaciones de
desamparo e indigencia en los casos en que la obligación
tuviere carácter alimentario".
692
la dignidad de la persona, máxime que se trata de resarcir la
incapacidad absoluta de un ser humano(31) .
Esa misma suerte habrá de correr en el caso de una mala
praxis médica que producida en un niño recién nacido —
parálisis cerebral severa— incapacidad total, pues ese
resarcimiento tiene carácter alimentario, por lo cual no es
procedente el pago con bonos del Estado nacional(32) .
3. La prueba de su objeto
1. Concepto
694
Por eso, si pretendemos ejecutar una sentencia extranjera
en el territorio de otro Estado, es necesario verificar si se han
respetado las garantías mínimas establecidas por sus
propias leyes para así asegurar la defensa de los derechos.
Una vez que haya sido realizada aquella verificación, se
procederá a conceder el exequátur(36) .
El trámite preparatorio radica en el control de los siguientes
presupuestos: 1) la no afectación de los principios del orden
público del derecho argentino; 2) la existencia de una
condena en ejercicio de la acción personal; 3) que provenga
de un tribunal competente; 4) el respeto por la garantía del
debido proceso; 5) que la sentencia reúna los requisitos de
legalización y autenticidad exigible a todo tipo de instrumento
extranjero.
Ese paso previo que precede a la ejecución de la sentencia
extranjera constituye el exequátur, es decir, un paso
preliminar al proceso de ejecución, pero sin entrar a revisar
el juicio. Tal conocimiento no tiene por objeto la relación
sustancial sobre la que se ha pronunciado la sentencia
extranjera, sino la decisión o fallo extranjero, mediante un
examen de carácter procesal a fin de verificar su idoneidad
para producir efectos ejecutorios en el país(37) .
A ello debemos añadir que un magistrado argentino no se
encuentra en condiciones de revisar el fallo dictado en el
extranjero, toda vez que la validez intrínseca de ella se
presume, salvo que se verifique la existencia de un conflicto
con normas constitucionales u otras de orden público. Debe
limitarse a verificar si aquella sentencia reúne los requisitos
exigidos por el ordenamiento interno ya mencionados en el
párrafo tercero de la presente.
Desde ese orden de ideas, a través del exequátur se
consiente la aplicación de una sentencia extranjera en
695
territorio nacional. Por ello, recae sobre la propia sentencia y
la inviste de los mismos efectos que tienen las sentencias de
los jueces nacionales sin necesidad de adentrarse en la
revisión del juicio.
Además, se lo ubica en la categoría de procesos especiales
al tener una estructura distinta de los procesos de
conocimiento —ordinario y sumarísimo—, ya que al
reconocer eficacia ejecutoria a un fallo extranjero, las
defensas o articulaciones que pretendan despojar al título de
tal eficacia deberán plantearse ante el juez que conozca en
aquel proceso. Sin embargo, corresponde reconocer
derecho al ejecutado a poder oponerse a objetar los términos
de un testimonio si considera que no se corresponda
fielmente con las constancias de autos(38) .
2. Procedimiento
697
Por su parte el art. 7º dispone que la ejecución de las
sentencias y de los fallos arbitrales, así como la de las
sentencias de tribunales internacionales deberá pedirse a los
jueces o tribunales competentes, los cuales, con audiencia
del Ministerio Público, y previa comprobación de que
aquéllos se ajustan a lo dispuesto por el tratado, ordenarán
su cumplimiento por la vía que corresponda, de acuerdo con
lo que ese respecto disponga la ley de procedimiento local.
También, a través de un pedido efectuado por el Ministerio
Público, como de oficio, podrá oírse, sin otra forma de
defensa, a la parte contra la cual se pretende hacer efectiva
la sentencia o el fallo arbitral de que se trata.
Por su parte, el art. 8º dispone que el juez a quien se solicite
el cumplimiento de una sentencia extranjera podrá, sin más
trámite, a petición de parte y también de oficio, tomar las
medidas necesarias para asegurar la efectividad del fallo,
atento a lo dispuesto por la ley del tribunal local, sobre
secuestros, inhibiciones, embargos u otras medidas
preventivas.
Si pretendemos hacer valer como prueba la autoridad de
cosa juzgada de una sentencia o de un fallo, deberá ser
presentada en juicio con la siguiente documentación: a)
copia íntegra de la sentencia o del fallo arbitral; b) copia de
las piezas necesarias para acreditar que se ha dado
cumplimiento con la citación de la contraria; c) copia
auténtica del auto que declare que la sentencia o el laudo
tienen el carácter de ejecutoriados o pasados en autoridad
de cosa juzgada, y de las leyes en que dicho auto se funda.
Luego los jueces o tribunales se pronunciarán sobre su
mérito en la sentencia que se dicte, previa comprobación,
con audiencia del Ministerio Público, de que se haya dado
cumplimiento con lo dispuesto en el art. 5º(39) .
698
En la Convención de Cooperación Judicial entre la República
Argentina y Francia, suscripta en el año 1991 y aprobada por
ley 24.197, el procedimiento tendiente a obtener la ejecución
de la sentencia se regirá por el Derecho del Estado
requerido. En ella, la autoridad judicial de aquel Estado no
realizará ningún examen sobre el fondo de la sentencia. En
caso de que la sentencia resuelva sobre cuestiones de la
demanda, la ejecución podrá ser acordada parcialmente.
Ahora bien, si la parte invoca el reconocimiento o solicita la
ejecución, deberá presentar: a) una copia completa de la
sentencia con las condiciones necesarias de autenticidad; b)
el original de notificación del fallo o de cualquier otro
documento que implique que la notificación ha sido
efectuada; c) en su caso, una copia auténtica de la citación
enviada a la parte declarada en rebeldía en el procedimiento,
y de cualquier otro documento que establezca que dicha
citación fue entregada en tiempo y forma; d) cualquier
documento mediante el cual se pueda establecer que la
sentencia tiene fuerza de cosa juzgada y es ejecutoria dentro
del territorio del Estado de origen, salvo que se trata de una
sentencia relativa a una obligación alimentaria, a la tenencia
de un menor o al derecho de visita. Esos documentos deben
ser presentados con la traducción efectuada por un traductor
público o persona autorizada y con la apostilla prevista en la
Convención de La Haya del 5 de octubre de 1961,
suprimiendo así la exigencia de la legalización de
documentos públicos extranjeros.
En la Convención de Asistencia Judicial y de Reconocimiento
y Ejecución de Sentencias en Materia Civil celebrado con la
República de Italia, aprobada por ley 23.720, se estableció
en cuanto al procedimiento para el reconocimiento y la
ejecución de la sentencias, de las resoluciones y de las
transacciones judiciales, que la autoridad judicial de la parte
699
requerida aplicará su legislación y se limitará a verificar si las
condiciones previstas en la convención hubieren sido
cumplidas.
Las condiciones fijadas por el art. 22 de la ley 23.720 son las
siguientes: a) que la parte condenada hubiere sido
debidamente citada según la ley de la parte donde se dictara
sentencia o que hubiere comparecido en juicio y, de
conformidad con esa misma legislación, que hubiere sido
debidamente representada; b) que la sentencia hubiera
adquirido autoridad de cosa juzgada y fuera ejecutiva según
la ley de la parte donde hubiere sido dictada; c) que entre las
mismas partes y sobre el mismo objeto no se hubiera dictado
sentencia por parte de las autoridades judiciales de la parte
requerida; d) que no se hubiere iniciado un procedimiento
entre las mismas partes y sobre el mismo objeto ante
cualquier autoridad judicial de la parte requerida, con
anterioridad a la presentación de la demanda ante la
autoridad judicial que hubiera pronunciado la resolución que
solicitase el reconocimiento.
Por su parte, en la Convención sobre Procedimiento Civil, del
1 de marzo de 1954, Conferencia de La Haya de Derecho
Internacional Privado, aprobada por ley 23.502 se dispuso
que en materia civil o comercial los fallos obligando a pagar
las costas y los gastos del proceso, dictados en uno de los
Estados contratantes contra el demandante o la parte
interviniente eximida de la caución, el depósito o el pago,
cuando sea solicitado por vía diplomática, serán convertidos
en gratuitamente ejecutorios por autoridad competente de los
otros Estados contratantes. Esta disposición rige también
para las decisiones judiciales en las cuales se fije con
posterioridad el importe de las costas procesales. A su vez,
los Estados contratantes podrán estar de acuerdo para que
700
el pedido de exequátur sea hecho directamente por la parte
interesada.
Respecto de las costas y gastos, son ejecutorias, sin
necesidad de que sean oídas las partes, con excepción del
recurso que podrá deducir la parte condenada en costas, de
acuerdo con la legislación del país donde se diligencie la
ejecución.
Por su parte, la Convención Interamericana sobre Eficacia
Extraterritorial de las Sentencias y Laudos Arbitrales
Extranjeros, suscripta en Montevideo con fecha 8 de mayo
de 1979 y aprobada mediante la ley 22.921, estableció el
régimen aplicable a las sentencias judiciales y laudos
arbitrales dictados en procesos civiles, comerciales o
laborales en uno de los Estados Partes y dispuso que en todo
lo relativo al procedimiento, incluso la competencia de los
respectivos órganos judiciales, para asegurar la eficacia a las
sentencias, laudos arbitrales y resoluciones jurisdiccionales
extranjeros serán regulados por la ley del Estado en que se
solicita su cumplimiento (art. 6º).
En materia de convenciones multilaterales, es dable
mencionar a la Convención Interamericana sobre Arbitraje
Comercial Internacional, celebrada en Panamá en 1975,
aprobada por ley 24.322 que estable en su art. 4º que "las
sentencias o laudos arbitrales no impugnados según la ley o
reglas procesales aplicables, tendrán fuerza de sentencia
judicial ejecutoriada. Su ejecución o reconocimiento podrá
exigirse en la misma forma que la de las sentencias dictadas
por tribunales ordinarios nacionales o extranjeros, según las
leyes procesales del país donde se ejecuten, y lo que
establezcan al respecto los tratados internacionales".
También es necesario mencionar a la Convención sobre el
Reconocimiento y Ejecución de las Sentencias Arbitrales
701
Extranjeras celebrada en Nueva York el 10 de junio de 1958,
suscripta por nuestra nación el 26 de agosto de 1958 y
aprobada por ley 23.619, y que ella se aplica al
reconocimiento y a la ejecución de sentencias arbitrales
dictadas en el territorio de un Estado distinto de aquel en el
que se pide el reconocimiento y la ejecución de dichas
sentencias. También se aplica a las sentencias arbitrales que
no sean consideradas como sentencias nacionales en el
Estado en el que se pide su reconocimiento y ejecución
(art. 1º).
703
Conforme el art. 518 del CPCCN, se debe acudir ante el
juez de primera instancia que corresponda según las
normas de competencia, aplicándose el trámite de los
incidentes. Para ello, se va a tener en cuenta la estructura
del proceso, las relaciones entre las distintas instancias, los
actos procesales y los plazos, las defensas invocables, los
recursos deducibles y los principios que regulan la
actividad del juez y de las partes(43) .
Sin embargo, debemos tener en cuenta que si bien se
aplican las normas del incidente, no significa ello que se
trate de un verdadero incidente, ya que no existe conexidad
alguna con el objeto principal de otro proceso, ni hay
vinculación más o menos inmediata con la causa litigiosa,
ya que el fondo no puede ser examinado por el juez
argentino(44) . Así, cuando se trata de una sentencia
originaria del país que no tiene con el nuestro tratado sobre
la materia, por ejemplo con los Estados Unidos de
Norteamérica sobre asistencia judicial o procedimiento
civil, es aplicable el procedimiento del incidente(45) .
Al aplicarle el trámite de los incidentes, debemos tener en
cuenta la limitación en cuanto a la recepción de la prueba,
el plazo de tres meses para la caducidad de instancia, la
apelación de la decisión que deniega o concede el
exequátur, el que será en relación y con efecto suspensivo
y la base regulatoria en materia de honorarios, dejando
aclarado en este último caso que los letrados se
encuentran impedidos de cobrar dos veces el honorario
correspondiente a la ejecución de la sentencia extranjera
—procedimiento del exequátur— y luego, por los trabajos
de ejecución.
En cuanto a las defensas invocables, cabe señalar que la
actividad de la parte contra quien se dictó el
704
pronunciamiento se debe circunscribir a examinar si
concurren o no los requisitos a que se halla subordinada la
conversión de la sentencia extranjera en título ejecutorio.
Por ello, en el caso de que se admita la ejecución, se
podrán oponer las defensas que contemplan el art. 508 del
CPCCN, sin perjuicio de señalar que en la audiencia previa
que se acuerda la parte contra quien se pide la ejecución,
sólo tiene por objeto oír observaciones sobre su forma(46) .
Respecto del legitimado activo, cuestión que nada se dice
en la legislación interna, podemos señalar que el derecho
de solicitar la ejecución, es decir, la demanda de exequátur,
corresponde a cualquier parte interesada, entre el que se
encuentra la persona beneficiada de la resolución judicial
del Estado de origen, los causahabientes, cesionarios,
subrogados(47) . Es decir aquellos que han intervenido en el
proceso extranjero y sus derechohabientes. Se deberá
acreditar un interés legítimo para revestir el carácter de
legitimado.
También podrá ser promovida por exhorto mediante vía
diplomática por petición de la autoridad judicial, siempre y
cuando haya un tratado que lo permita, aunque puede
intervenir la parte interesada. Lo que sucede en este último
caso es que si el interesado no comparece ni logra avanzar
el proceso, el exequátur queda expuesto a la caducidad de
la instancia.
Al tratarse de un proceso de ejecución, el cumplimiento
de la mediación prevista en la ley 26.589 es optativo,
encuadrándose en lo dispuesto en el art. 6º de dicha ley,
siempre y cuando sea iniciado por el interesado, ya que en
caso de ser promovido vía exhorto queda excluido de
aquella opción.
705
Con la demanda del exequátur debe abonarse la tasa de
justicia, tal como lo dispone el art. 2º de la ley
23.898, siempre y cuando la sentencia que se pretende
ejecutar contenga una condena. En cambio, si el objeto
carece de valor económico, corresponde aplicar el art. 6º
de aquella ley. Se admite la posibilidad de promover
beneficio de litigar sin gastos, como por ejemplo en caso
de un proceso de divorcio.
También con la presentación de la demanda debemos
acreditar todos los extremos marcados en el art. 517 del
CPCCN, inclusive la constancia en el sentido de que la
sentencia ha pasado en autoridad de cosa juzgada, con el
testimonio debidamente traducido y legalizado por el
cónsul argentino acreditado en la jurisdicción del tribunal
extranjero. La firma del cónsul habilita al documento
extranjero y le da validez en el territorio sin necesidad de
otro trámite adicional.
Sin embargo, podemos señalar que en algunos casos,
como por ejemplo en el Tratado de Montevideo, las
sentencias y los laudos homologados se consideran
auténticos, siempre y cuando estén legalizados, de
acuerdo con la ley del país de donde provenga el
documento y autenticado por el agente diplomático que en
dicho país tuviere acreditado el gobierno del Estado en
cuyo territorio se pide la ejecución (arts. 3º y 4º).
En el ámbito del Mercosur, el Protocolo de Las Leñas de
Cooperación y Asistencia Jurisdiccional, aprobado por
la ley 24.578, dispone que los documentos emanados de
autoridades jurisdicciones y otras autoridades de uno de
los Estados partes, y los documentos que certifiquen la
fecha y la veracidad de la firma, tramitados por la autoridad
central, quedan exceptuados de toda legalización cuando
706
sean presentados en el territorio de otro Estado Parte.
Ahora, si es peticionado por parte interesado, cobran
virtualidad las normas de la Convención de La Haya o del
tratado bilateral que se tenga celebrado con el país de
origen del fallo(48) .
Si bien, en el supuesto de haberse incumplido con alguno
de los recaudos previstos en el art. 517, el tribunal se
encuentra facultado para rechazarlo in limine , merece
señalarse que en virtud de las facultades otorgadas por el
art. 36 del CPCCN, el juez puede disponer realizar las
diligencias conducentes, situación que ha sido tenida en
cuenta en un caso donde no surgía que la parte contradiga
haya sido notificada y si hubo algún recurso, su suerte
corrida(49) .
Reunidas las condiciones previstas por el art. 517 del
CPCCN y que el juez considere dar curso al trámite del
exequátur, se deberá correr traslado a la contraria
conforme el art. 180 del CPCCN por el plazo de cinco días.
La contraparte al contestar el traslado, deberá ofrecer
prueba.
Una vez contestado el traslado, si no hubo oposición, se
dictará resolución sobre la procedente de la sentencia
extranjera. En cambio, si hay oposición, se correrá un
nuevo traslado por el término de cinco días, y una vez
dictada la resolución final, la sentencia extranjera quedará
equiparada a una sentencia nacional. Será en ese
momento que conforme lo dispuesto por el art. 518
del CPCCN, se procederá en la forma establecida para las
sentencias pronunciadas por tribunales argentinos(50). Así,
observamos que podemos estar ante una condena a pagar
suma de dinero, a hacer, no hacer, escriturar o entregar
cosas, momento en el cual el ejecutado podrá oponer las
707
excepciones previstas en el art. 506 del CPCCN,
dejándose de lado la ausencia de los requisitos previstos
en el art. 517 del CPCCN, toda vez que ello debió
articularse durante la sustanciación del pedido del
exequátur(51) .
La resolución que desestime las excepciones será
apelable en efecto devolutivo, siempre que el ejecutante
diere fianza o caución suficiente y en cuanto a las
apelaciones en el transcurso de las diligencias para la
ejecución de la sentencia se concederá con efecto diferido.
El recurso que recaiga sobre la resolución se concederá en
relación de acuerdo a los principios generales.
Resulta posible la interposición del recurso
extraordinario, a pesar de que la resolución dictada haya
sido en el marco de un incidente, teniendo en cuenta para
ello la índole de la cuestión debatida —reconocimiento de
una sentencia extranjera— que no es posible renovar en
otro proceso, por lo que se le da al resolutorio el carácter
de sentencia definitiva(52) .
Respecto de los laudos arbitrales de tribunales
extranjeros, el art. 519 bis del CPCCN establece que los
laudos arbitrales podrán ser ejecutados por el
procedimiento y cumplimiento de lo establecido en los
arts. 517 y 518 del CPCCN, en la medida en que la
prórroga de la jurisdicción sea admisible, conforme el art. 1º
del CPCCN. En este caso debemos añadir que la prórroga
debe ser sobre cuestiones internacionales exclusivamente
patrimoniales y no debe invadir la competencia judicial
internacional exclusiva de los tribunales argentinos, o por
normas particulares no estar prohibidas por la ley. Además,
deben ser cuestiones susceptibles de transacción, de
acuerdo a lo dispuesto en el art. 737 del CPCCN.
708
En igual sentido que la ejecución de una sentencia
extranjera, cuando el laudo se ejecuta en el territorio de
nuestro país, corresponde determinar si existe o no tratado.
En caso afirmativo, deben aplicarse las reglas que de ella
surjan y, en caso contrario, atenerse a los requisitos
previstos en el art. 517 del CPCCN.
Para que se pueda establecer cuándo un laudo es
extranjero, se necesita acudir a la Convención sobre el
Reconocimiento y Ejecución de las Sentencias Arbitrales
Extranjeras de Nueva Cork, que comprende, por un lado,
el reconocimiento y ejecución de las sentencias arbitrales
dictadas en el territorio de un Estado distinto de aquel en el
que se pide el reconocimiento y la ejecución de dichas
sentencias, y que tengan su origen en diferencias entre
personas naturales o jurídicas; y por otro lado, a las
sentencias arbitrales que no sean consideradas como
sentencias nacionales en el Estado en el que se pide su
reconocimiento y ejecución (art. 1º, inc. 1º).
Quedan comprendidas en el término de sentencia arbitral
las sentencias dictadas por los árbitros nombrados para
casos determinados, como aquellas dictadas por los
órganos arbitrales permanentes a los que las partes se
hayan sometido (art. 1º, inc. 2º).
Para la ejecución de una sentencia arbitral en nuestro
país se deben reunir los siguientes requisitos: 1) que el
órgano arbitral extranjero sea competente según las
normas argentinas de jurisdicción internacional; 2) que se
haya respetado la garantía del debido proceso en el curso
del procedimiento cumplido en el otro país; c) que el
pronunciamiento se ajuste a las reglas del orden público
argentino; d) autenticación y en su caso traducción. Ello
además de que en el caso de prórroga no se haya afectado
la jurisdicción internacional exclusiva de los tribunales
709
argentinos y que el laudo no pueda ser materia de
transacción.
Debemos tener en cuenta la admisión de la prórroga de
la competencia arbitral, tal como lo establece el art. 1º del
Código Procesal, pero ello siempre que, por hallarse la
controversia vinculada a diversos sistemas jurídicos
nacionales, resulte posible caracterizarla como un asunto
de índole internacional, siempre que no haya una regla
atributiva de jurisdicción exclusiva a favor de jueces de la
República o una prohibición legal(53) .
711
disolución de la sociedad conyugal que no se había
adjuntado la partida de matrimonio actualizada de las partes,
manifestando el peticionante que intentó de manera
infructuosa hacerse de la documentación, toda vez que el
matrimonio se celebró en Libia y no existan registros sobre
el mismo. Tampoco se había aportado certificado probatorio
negativo que acredite aquella circunstancia, por lo que
resultaba necesario para validar un divorcio vincular y
consecuente disolución conyugal el documento que diera
origen a la acción de divorcio y el acuerdo sobre los bienes,
situación que derivó en la declaración de inexistencia de los
requisitos necesarios para acceder a la pretensión del pedido
de reconocimiento de la sentencia extranjera(55) .
A la misma solución se habrá de arribar si se pretende
inscribir en el Registro una sentencia dictada por un tribunal
de otro país, que autoriza a la modificación del nombre del
peticionante. Si no surge que se haya solicitado para un
propósito fraudulento y no afecta derecho de terceros ni
compromete el orden público local, no se encuentra objeción
para la inscripción de la partida de nacimiento extranjera ni
para la sentencia en el Registro del Estado Civil y Capacidad
de las Personas. Para ello debemos tener en cuenta que la
Ley del Nombre admite excepciones al principio de
inmutabilidad previsto en el art. 15 de esa ley(56) .
712
Debemos tener en cuenta que las partidas extranjeras deben
ser rectificadas por las autoridades del lugar de expedición,
y que la circunstancia de que esas partidas hayan sido
inscriptas en el Registro Civil constituye únicamente un
trámite de protocolización de esos documentos con el fin de
facilitar a los interesados el otorgamiento de copias, pero le
da validez al acto a que refiere la partida inscripta(59) .
Si queremos hacer valer la sentencia extranjera en nuestro
proceso sólo como elemento probatorio, basta con acreditar
la autenticidad del testimonio presentado, ya que la prueba
documental se valora de conformidad con las reglas de la
sana crítica, por lo que no resulta necesario dar cumplimiento
con los requisitos del art. 517 del CPCCN(60) .
En cuanto al requisito de legalización, como es sabido, la
Convención de la Haya del día 5 de octubre de 1961, del cual
no forman parte los Estados firmantes del Tratado de
Montevideo, excepto la Argentina —en cuanto a
la Apostille — lo suprimió. Se aplica a los documentos
públicos de un Estado contratante que deban ser
presentados en otro Estado contratante, pero no era
aplicable a los documentos extendidos por funcionarios
diplomáticos o consulares ni a los documentos
administrativos relaciones con una operación comercial o
aduanera, como así tampoco a los documentos privados
otorgados en el extranjero.
En su lugar, es sustituida la autenticidad de la firma por un
sello llamado "apostilla", quedando exento de toda otra
certificación, estableciendo sus formalidades en el art. 3º y la
autoridad de aplicación en el art. 7º, dejando a salvo que si
entre dos o más Estados hay un tratado que simplifique el
sistema, se regirá por este sistema (art. 8º).
713
En el marco de una sucesión se determinó que la única
formalidad exigida por la Convención por la cual se suprimía
la legalización de los documentos públicos extranjeros es
la apostille . En el caso, la Cámara Civil aceptó como
auténtico un certificado de estado civil emitido en Italia que
llevaba una apostille , presentado en una sucesión, sin exigir
otra formalidades(61) .
En otro fallo sobre un pedido de quiebra iniciado en
Argentina, se decidió en cuanto a un poder otorgado en
Francia, presentado por el letrado apoderado de una
sociedad francesa, que si el poder había sido otorgado en
instrumento privado y cuya firma esté certificada por
escribano público, llevando la apostille , posee eficacia
internacional(62) .
714
certificaciones oficiales de firma o de fecha en que figuren en
documentos privados(63) .
Con la República Federativa de Brasil existe el Acuerdo
sobre Cooperación Judicial en Materia Civil, Comercial,
Laboral y Administrativa celebrado con nuestro país,
convertida en ley 24.018, vigente desde el 28/7/1992, en el
cual se dispuso que los instrumentos públicos emanados de
los funcionarios públicos de uno de los dos Estados tendrán
en el otro Estado la misma fuerza probatoria que los
instrumentos emanados de los funcionarios públicos de
dicho Estado (art. 21), por lo que la autoridad deberá verificar
únicamente si reúne los requisitos exigidos para el
reconocimiento de su validez en el Estado requerido (art. 22).
Por otro lado, con la República de Italia nos encontramos con
la Convención de Asistencia Judicial y de Reconocimiento y
Ejecución de Sentencias en Materia Civil —ley 23.720—, con
vigencia desde el día 6/10/1989, en el cual se consideró
exento de toda forma de legalización para ser utilizado ante
la autoridad de la otra pare, los instrumentos, copias y
traducciones redactados o autenticados por la autoridad
competente de cada una de las partes y provistos de la firma
y sello oficial (art. 7º).
Una problemática que puede dar lugar a la denegación del
exequátur es la irregularidad en cuanto a la notificación a la
demandada, ya que ella debe ser debidamente citada para
así encontrarse garantizado el derecho de defensa en juicio,
tal como lo prevé el art. 517 del CPCCN, por lo que la citación
debe ser efectuada en forma regular y tener el tiempo
suficiente para defenderse. A tal fin, se debe adoptar un
criterio amplio, de modo tal que podemos acreditar la
notificación no sólo por cédula, sino también por vías postal
o carta documento con acuse de recibo firmado. Es decir,
715
siempre que se acredite que el demandado tuvo
conocimiento personal, debemos aceptar todo tipo de
notificación. En dicha notificación debe especificarse el
objeto de la demanda, ya que de lo contrario se lesionaría el
derecho de defensa. La causa de la irregularidad radica
generalmente en el domicilio, porque el idioma se subsana
con la traducción.
También es viable la notificación que se realice por vía de
exhorto diplomático en el domicilio social inscripto, aun
cuando su representante no se hallare en ese lugar. En un
caso resuelto por la Corte Suprema de Justicia, que tramitó
en rebeldía, rechazó la nulidad de la notificación,
argumentando que la concesión del exequátur se había
notificado en marzo de 1998 y la nulidad se articuló habiendo
transcurrido más de un año, por lo que resultaba
extemporánea(64) .
Se sostuvo que uno de los requisitos para la ejecución de las
sentencias extranjeras era que la sentencia haya pasado en
autoridad de cosa juzgada en el Estado en que se pronunció.
Es decir que la sentencia no debe estar sujeta a posterior
recurso en el Estado en que se ha pronunciado. Ahora, para
facilitar su ejecución, conforme lo dispone el art. 518 del
CPCCN, deben acompañarse las actuaciones que acrediten
que ha quedado ejecutoriada, por ello debe presentarse la
persona a pedir el exequátur. A tal fin la prueba va a consistir
en la adjunción del certificado emanado del tribunal que dictó
la sentencia.
Sin embargo, en el caso de tratarse de una sentencia sobre
alimentos o de custodia de menores, aun cuando no tiene el
efecto de la cosa juzgada material, toda vez que puede ser
revisada, son consideradas como que cumplen el requisito
de cosa juzgada a los efectos del exequátur.
716
En supuestos de ejecución de sentencias arbitrarias se ha
decidido que era necesario la previa homologación judicial
de aquellas sentencias a los fines de su ejecutoriedad, por lo
que al no haberse cumplido con aquella previa
homologación, la sentencia no gozaba de cosa juzgada,
situación dada en una sentencia arbitral alemana(65) .
El art. 517 dispone en su inc. 5º "que la sentencia no sea
incompatible con otra pronunciada, con anterioridad o
simultáneamente, por un tribunal argentino". Se trata de la
hipótesis por la que las sentencias en conflicto se hayan
dictado como consecuencia de pretensiones idénticas en sus
elementos subjetivo y objetivo, o que, por razones de
conexión por la causa o por el objeto, la sentencia argentina
resulte de imposible cumplimiento a raíz de la eficacia de
cosa juzgada adquirida por la sentencia extranjera(66) . A tal
fin es necesario que se dé la identidad de parte, aunque el
rol como parte demandante o demandado es indiferente.
Además debe haber incompatibilidad, es decir, cuando dos
pronunciamientos comparten consecuencias jurídicas que se
excluyen mutuamente. En definitiva, la sentencia debe ser
anterior o simultánea y debe haber sido dictada por un
tribunal argentino.
Por ejemplo, puede darse que un matrimonio celebrado en la
República y ante el abandono de su esposo, la cónyuge inicia
el trámite de divorcio en el país, lugar del último domicilio
conyugal, invocando la causal del art. 205, inc. 5º, del Código
Civil. A su vez, el esposo traslada su domicilio a Estados
Unidos y de acuerdo a la ley vigente en ese país, promueve
el juicio de divorcio por una causal admisible conforme a la
ley del país. El juez estadounidense se declara competente
y dicta una resolución favorable al actor.
717
Así nos encontramos con dos sentencias contradictorias, ya
que cada una de ellas señala como culpable del divorcio a
cónyuges distintos y en virtud de la misma causa. Si con
posterioridad el esposo pretende el reconocimiento de la
sentencia extranjera ante el juez argentino, se lo denegará,
toda vez que la cónyuge al ser citada opondrá la cosa
juzgada dictada por aquél(67) .
Ahora, en el supuesto de tratarse de una sentencia anterior
o simultánea de terceros Estados, no habría inconveniente
en aplicar la misma regla, sujeto ello a la presentación como
prueba de la sentencia de ese tercer Estado.
Por otro lado, debemos tener en cuenta que tal como lo
establece el art. 517 del CPCCN, la sentencia no debe
afectar principios de orden público del derecho argentino. Por
ello, toda sentencia que afecte el debido proceso atenta
contra el orden público y tampoco podrá ser reconocida una
sentencia arbitraria, que no debe ser confundido con la
revisión de fondo. Puede darse el caso en que la parte
vencida sobre la que se viene a solicitar el exequátur alegue
que no le fueron aceptados elementos esenciales de prueba,
de modo tal que se encontró en una situación de indefensión.
Sería un caso de arbitrariedad. Sin embargo, cabe señalar
que aun cuando exista una limitación en orden a las pruebas
o si fueron ilícitas, el orden público respeta las garantías en
el proceso, pero no la regulación del proceso celebrado en el
extranjero, es decir que al modo de valorar la prueba se
aplica la lex fori , o sea al Estado de origen y al Estado
receptor el objeto y ejecución de las pruebas, o sea, la lex
causae .
718
CAPÍTULO 18
PROCESO EJECUTIVO
A. JUICIO EJECUTIVO
719
Por Ricardo Guiñazú
I. CONCEPTO
El juicio ejecutivo es un proceso de trámite breve en el que
se ejecutan los títulos autorizados por la ley; sin un amplio
debate sobre los hechos como ocurre en el proceso
ordinario, con defensas limitadas en su número y en el que la
producción de la pruebas está ceñida a casos de
excepción(1).
720
adelante la ejecución o rechazar las pretensiones del
ejecutante(2).
Toda cuestión que requiera un debate más amplio puede
ser planteada en los términos del art. 553 del Código de
Procedimientos; es decir, mediante un juicio de
conocimiento pleno en el cual podrán debatirse aquellas
cuestiones extrañas al juicio ejecutivo y que no hayan sido
tratadas en dicho proceso. Si fuese el actor quien
requiriese un debate más extenso, éste tiene la posibilidad
de optar directamente por un juicio de conocimiento;
aunque puede mediar oposición del demandado, en cuyo
caso el juez decidirá el trámite que imprimirá para resolver
el litigio(3) .
Para nuestro derecho el título ejecutivo puede ser un
documento, puede nacer de un acto, pero considerado en
toda su extensión, genéricamente, es la constatación
fehaciente de una obligación exigible. Esa constatación —
que puede exteriorizarse por diversos medios— no
constituye un derecho autónomo, sino un presupuesto de
una vía procesal específica(4) .
De lo expuesto podemos afirmar que el título ejecutivo puede
consistir en un instrumento público o en un instrumento
privado; que puede por sí mismo traer aparejada su
ejecución; puede requerir que sea preparada la vía ejecutiva,
o requiera la integración de su título para su procedencia.
Al menos como regla general, el actor tiene la carga de
demostrar la existencia del título ejecutivo, así como su
exigibilidad, mientras que el demandado tiene la carga de
probar la procedencia de las excepciones por él opuestas al
progreso de la acción.
721
Así las cosas, en las líneas siguientes trataremos aquellas
cuestiones que en materia de prueba se suscitan en el
limitado marco que hace al procedimiento ejecutivo.
723
demanda, aunque no desconozca la signatura del
instrumento(8) .
725
del Código Civil; por lo que resulta innecesaria la
preparación de la vía ejecutiva. Sin embargo, debe tenerse
presente que dicho instrumento debe reunir los requisitos
propios que permiten la acción ejecutiva, ya que de lo
contrario será rechazada la demanda. En el caso, se
rechazó la demanda por no surgir del instrumento su
exigibilidad(11) .
En consecuencia, encontrándose plasmado el crédito en
un instrumento público, basta la presentación de su
testimonio por parte del actor, para la procedencia
extrínseca de la demanda ejecutiva. Sin embargo, puede
suceder que el propio instrumento remita adicionalmente a
otro, en cuyo caso también debe acompañarse éste. Así,
un reconocimiento de deuda protocolizado, en el que se ha
acordado su pago en cuotas, instrumentando cada
obligación parcial con un pagaré, se encuentra integrado
ejecutivamente adjuntando el pagaré impago al mutuo.
Distinto sería el caso de una obligación de trato sucesivo
en la que se otorga recibo por cada pago, ya que basta la
presentación del mutuo del que surge la obligación como
título ejecutivo, quedando la presentación de potenciales
recibos como carga del demandado.
728
3.1. La prueba de la letra de cambio
731
4º La indicación del lugar del pago;
5º El nombre de aquel al cual o a cuya orden debe
efectuarse el pago;
6º Indicación del lugar y de la fecha en que el vale o el
pagaré han sido firmados;
7º La firma del que ha creado el título (suscriptor).
Art. 102. — El título al cual le falte alguno de los requisitos
indicados en el artículo precedente no es válido como
pagaré, salvo en los casos determinados a continuación:
El vale o pagaré en el cual no se ha indicado el plazo para
el pago se considera pagable a la vista.
A falta de indicación especial, el lugar de creación del
título se considera lugar de pago y, también, domicilio del
suscriptor".
Concordantemente, se ha resuelto que el hecho de que
no esté determinado en el documento el plazo para el pago,
no lo invalida, ya que la ley (art. 102, dec.-ley 5965/1963)
lo considera pagadero a la vista(21) .
El incumplimiento de lo precedentemente dispuesto
puede derivar en el rechazo de la demanda, aun de oficio.
El instrumento no debe encontrarse enmendado ni
alterado, y si lo estuviese, debe necesariamente ser
salvado claramente y en debida forma.
El pagaré que contiene una enmienda no salvada —en el
caso, relativa a la moneda en que debe efectivizarse la
deuda— es inhábil para promover ejecución (art. 211, Cód.
de Comercio)(22) .
Sin embargo, se ha admitido que el pagaré carente de
algún requisito normado en el citado art. 101 pueda servir
como título ejecutivo preparando el procedimiento, en tanto
732
el actor invocara al instrumento como una promesa de dar
una determinada suma de dinero(23) .
La interpretación del pagaré debe hacerse con elementos
estrictamente objetivos, resultantes del mismo documento
cambiario(24) .
El art. 103 del dec.-ley 5965/1963 dispone que son
aplicables al vale o pagaré, en cuanto no sean
incompatibles con la naturaleza de este título, las
disposiciones de la letra de cambio relativas: al endoso; al
vencimiento; al pago; a los recursos por falta de pago y al
protesto; al pago por intervención; a las copias, a las
alteraciones indicadas en el art. 88; a la prescripción, días
feriados; al cómputo de los términos y a la prohibición de
acordar plazos de gracia. Son igualmente aplicables al vale
o pagaré las disposiciones establecidas para la letra de
cambio pagable en el domicilio de un tercero o en otro lugar
distinto del domicilio del girado; las relativas a la cláusula
de intereses; a las diferencias en la indicación de la suma
a pagarse, y demás cuestiones no regladas
específicamente para el pagaré.
Respecto de la competencia en razón de la materia, la
doctrina y jurisprudencia es pacífica en cuanto corresponde
a entender al fuero comercial; ello conforme aplicación del
art. 8º, inc. 4º, del Código de Comercio, y arts. 101 —inc.
2º—, 60 y 103 del dec.-ley 5965/1963.
La discusión se suscita en la actualidad en orden a
declaraciones de incompetencia, en muchos casos de
oficio, dentro del fuero comercial nacional.
Antes, la competencia territorial para la ejecución de un
pagaré se determinaba de acuerdo al lugar del
cumplimiento del contrato, y en su defecto, por el domicilio
del demandado; en la actualidad y en orden a lo dispuesto
733
por la ley 24.240 de Defensa de Consumidor, muchos
magistrados se declaran incompetentes en razón del
territorio, haciendo primar de oficio el domicilio del
demandado en vez del domicilio indicado para el pago,
incluso sin previo traslado para conocer su voluntad.
735
operatoria de emisión y autenticación en su conjunto, de
acuerdo con la reglamentación que el mismo determine.
El término de presentación de un cheque común librado en
la República Argentina es de treinta días corridos contados
desde la fecha de su creación. Si dicho cheque hubiese sido
librado en el extranjero para ser abonado en la República
Argentina, el plazo para su presentación es de sesenta días
corridos contados desde la fecha de su creación. Si el
término para su presentación venciera en un día inhábil
bancario, el cheque podrá ser presentado el primer día hábil
bancario siguiente al de su vencimiento.
Si la presentación al cobro del cheque dentro de los plazos
fuese impedida por un obstáculo insalvable, los plazos
quedarán prorrogados. En dicho caso, el tenedor y los
endosantes deben dar el aviso que prescribe el art. 39. No
se consideran casos de fuerza mayor los hechos puramente
personales del portador o de la persona a quien se le hubiera
encomendado la presentación del cheque(25) . Cesada la
fuerza mayor el portador, debe presentar el cheque a su
cobro sin retardo. Si las causas impeditivas persisten
transcurridos más de treinta días de la fecha de los plazos
fijados para la presentación de cheque, puede ejercerse la
acción de regreso sin necesidad de presentación ante el
girado.
Dispone el art. 61 de la ley 24.452 que las acciones judiciales
del portador contra el librador, endosantes y avalistas se
prescriben al año contado desde la expiración del plazo para
la presentación. En el caso de cheques de pago diferido, el
plazo se contará desde la fecha del rechazo por el girado,
sea la de su registración o la de su pago.
Las acciones judiciales de los diversos obligados al pago de
un cheque, entre sí, se prescriben al año contado desde el
736
día en que el obligado hubiese reembolsado el importe del
cheque o desde el día en que hubiese sido notificado de la
demanda judicial por el cobro del cheque.
Recordemos que el art. 3986 del Código Civil dispone en su
segundo párrafo que la prescripción de la acción se
suspende por única vez, por la constitución en mora del
deudor, por el plazo de un año o el menor término que
pudiera corresponder a la prescripción de la acción. Dicha
intimación debe ser fehaciente. Asimismo, el propio art. 61
de la Ley de Cheque aclara que la interrupción de la
prescripción sólo tiene efecto contra aquel respecto de quien
se realizó el acto interruptivo.
El cheque tiene que ser presentado dentro del término
dispuesto por la norma, ya que su falta de presentación
perjudica la acción cambiaria.
Si el girado no paga el cheque, éste debe hacer constar en
el mismo el motivo del rechazo; fecha y hora de presentación;
domicilio que el librador tiene registrado en el banco girado.
Igual constancia debe anotarse cuando el cheque es
devuelto por una cámara compensadora. Esta constancia
produce los efectos del protesto, quedando con ella expedita
la acción ejecutiva(26) . Así, la omisión de agregar el
formulario interno en el que constarían las causas del
rechazo del cheque, obsta a que quede expedita la acción
ejecutiva que el portador puede iniciar contra el librador y los
endosantes(27) . Si el banco girado se negare a poner la
constancia del rechazo o utilizare una fórmula no autorizada
podrá ser demandado por los perjuicios que ocasionare(28) .
737
y al endosante de tal circunstancia, dentro de los dos días
hábiles siguientes a la notificación del rechazo del cheque.
Igual procedimiento impone el art. 39 de la ley 24.452 a
cada endosante respecto del librador o su anterior
endosante. Aclara el artículo citado que la falta de aviso no
produce la caducidad de las acciones emergentes del
cheque pero quien no lo haga será responsable de los
perjuicios causados por su negligencia, sin que la
reparación pueda exceder el importe del cheque.
El portador se encuentra legitimado para accionar contra
el librador y endosantes, individual o colectivamente, sin
estar sujeto a observar el orden en que se obligaron. El
mismo derecho pertenece a quien haya pagado el cheque.
La acción intentada contra uno de los obligados no impide
accionar contra los otros, aun los posteriores a aquel que
haya sido perseguido en primer término. Podrá también
ejercitar las acciones referidas en los arts. 61 y 62 del dec.-
ley 5965/1963.
En consecuencia, junto con la demandada ejecutiva, se debe
adjuntar el cheque como base de la ejecución.
En el cheque debe constar la presentación y causal de no
pago. Si la constancia se hubiese emitido en forma separada,
ésta debe adjuntarse como prueba documental
conjuntamente con el documento impago.
Asimismo, de haberse dado cumplimiento con la notificación
normada por el art. 39 de la ley 24.452, debe adjuntarse
prueba de haber dado aviso del rechazo del cheque al
librador y endosante anterior; aunque convengamos que su
importancia radica más como defensa en un proceso de
daños que en el ejecutivo, donde en la práctica no influye el
cumplimiento de dicha notificación.
738
Si se hubiese suspendido el curso de la prescripción en los
términos del art. 3986 del Código Civil, deberá adjuntarse
original del instrumento utilizado para la intimación
fehaciente.
En el caso del endosante que abonare el documento impago
frente a la demanda, y que ejecutase el instrumento contra el
librador y endosantes anteriores, deberá adjuntar el
mandamiento de intimación de pago y citación de remate con
el que se le notificó la demanda, o constancia de la intimación
fehaciente de cobro, así como constancia de donde surja la
fecha de pago al portador.
740
ejemplar circulará como título de valor independiente, por
lo que deberá instrumentarse en original firmado; en tanto,
la aceptación deberá producirse en cada uno
específicamente.
h) Identificación del número de la factura o documento
equivalente que dio origen a la emisión de la factura de
crédito.
i) En caso de haber anticipo, deberá dejarse constancia
del mismo, descontarlo del importe total y establecer el
saldo neto, el cual deberá estar expresado en letras y
números y será el importe de la factura de crédito.
j) La firma del vendedor o locador.
k) La firma del comprador o locatario.
l) En el texto de la factura de crédito deberá expresarse
que la firma de la misma, por el comprador o locatario,
tendrá el efecto irrevocable de aceptación de su exactitud
y el reconocimiento de la obligación de pago.
El vendedor, locador o prestador, ante la recepción de la
factura de crédito aceptada, emitirá y entregará
concomitantemente un recibo de factura de crédito. En las
operaciones a distancia el recibo de factura de crédito
deberá entregarse dentro de los CINCO (5) días siguientes
al de recepción de la factura de crédito aceptada(31) .
La factura de crédito puede ser sustituida por el título
valor denominado "Cobranza Bancaria de Factura de
Crédito", que estará sujeta a las reglamentaciones que
dicte el Poder Ejecutivo y el BCRA y deberá reunir como
mínimo los siguientes requisitos: La denominación
"Cobranza Bancaria de Factura de Crédito"; lugar y fecha
de emisión; nombre del vendedor o locador y del
comprador o locatario; sus domicilios y Clave Única de
Identificación Tributaria; importe a pagar y número de la
741
factura de crédito; fecha de vencimiento; Nombre de la
entidad financiera en la cual se encuentra abierta la cuenta
corriente bancaria en la cual será acreditado el pago y el
número de dicha cuenta.
El vendedor o locador deberá llevar un Libro de Registro
de las Facturas de Crédito emitidas en cada caso o de sus
documentos sustitutivos, conforme lo establezca la
reglamentación.
Dispone el art. 3º que "La omisión de cualquiera de los
requisitos previstos en el artículo 2º produce la inhabilidad
de la factura de crédito a todos los efectos del régimen
previsto en esta ley".
El vendedor o locador puede transmitir la factura de
crédito por vía de endoso sólo después de aceptada; pero
el endoso debe ser completo, no admitiéndose la simple
firma, ni el endoso al portador para la transmisión del título.
Además, el aceptante o un endosante posterior pueden
prohibir el endoso, en cuyo caso el título sólo es transferible
en la forma y con los efectos de una cesión de créditos,
salvo que se endose en favor de una entidad financiera o
para su negociación en un mercado de valores.
Art. 8º. — En las condiciones establecidas en esta ley la
factura de crédito se considera emitida con la cláusula 'sin
protesto por falta de pago', o 'retorno sin gastos', siéndoles
aplicables en lo que resulte pertinente, las disposiciones
incluidas en los artículos 50 y 57 del decreto-ley 5965/1963
ratificado por la ley 16.478".
742
también deberá acompañarse la misma a fin de integrar
correctamente el título. En este sentido se ha resuelto que
"las únicas defensas a ser analizadas en un juicio ejecutivo
son las que incumben a las formalidades extrínsecas del
título, las cuales son las del art. 2º de la Ley de Factura de
Crédito, asimismo se resolvió que en la ejecución de la
factura de crédito es inadmisible la excepción fundada en
que falta remito y constancia de entrega; ni en la falta de
plazo de pago si contiene la fecha de libramiento y la de
vencimiento"(32) .
El protesto por falta de aceptación o de devolución de la
factura de crédito podrá acreditarse, a elección del vendedor
o locador por acta notarial, notificación postal cursada por
banco; notificación fehaciente; o acreditando la tenencia del
remito o constancia de entrega de bienes, obras o servicios,
con indicación de haberse acompañado factura de crédito y
no haberla recibido aceptada o rechazada.
743
equivalente, es título ejecutivo para accionar por el importe
del capital y accesorios, conforme lo dispuesto por los
artículos 52 y 53 del decreto-ley 5965/1963 ratificado por la
ley 16.478".
También será título ejecutivo la factura de crédito o
documento equivalente entregada por el vendedor o
locador, junto con el recibo de factura, o el que
correspondiere, a un b anco —en propiedad, garantía o
gestión—, si se cumplen los siguientes requisitos:
a) Aviso cursado por el banco al comprador o locatario
sobre la obligación que se le imputa;
b) Aceptación expresa del comprador o locatario, aunque
no se incorpore en el título, o la inexistencia de rechazo al
aviso, formalizado por las causales previstas en el art. 4º
dentro de los plazos previstos en el 6º o de los cinco días
de recibido el aviso, y a través de uno de los medios
señalados en el art. 10;
c) Remisión por el banco al comprador o locatario
aceptante expresa o tácitamente del recibo de factura de
crédito o el que correspondiere;
d) No atención de la obligación por el comprador o
locatario a su vencimiento y certificación bancaria de los
extremos indicados que acompañe la documentación
referida".
744
La cuenta corriente bancaria se encuentra reglamentada en
el Código de Comercio a partir del art. 791, reglamentada por
comunicación 3244 BCRA(33) y modificaciones(34) .
746
el carácter ejecutivo del documento y privarlo prácticamente
de su eficacia(38) ; asimismo, no procede la excepción de
inhabilidad de título que no se funda en defectos extrínsecos
del mismo; la causa podrá ser dilucidada en un juicio
ordinario posterior(39) .
En consecuencia, basta adjuntar como prueba el certificado
de saldo deudor bancario, emitido en las condiciones
referidas precedentemente; sin que resulte necesario
adjuntar otra prueba adicional.
751
tenerlo igualmente por reconocido(44) , el art. 528 del Código
Procesal prevé la intervención de un perito calígrafo
designado de oficio, quien como auxiliar del órgano
jurisdiccional determinará la autenticidad de la firma.
En el supuesto de que el instrumento privado hubiera sido
firmado a ruego o suscripto con autorización, quedará
preparada la vía ejecutiva si el obligado reconoce que
autorizó la suscripción o reconoce la deuda.
Si la autorización resultare de un instrumento público,
bastará citar al autorizado para que reconozca la firma(45) .
2) Que en la ejecución por alquileres o arrendamientos, el
demandado manifieste previamente si es locatario o
arrendatario y, en caso afirmativo, exhiba el último recibo.
Resulta necesaria la exhibición del último recibo a fin de
determinar el importe de la deuda líquida que se reclama.
a) Que el juez señale el plazo dentro del cual debe hacerse
el pago, si el acto constitutivo de la obligación no lo designare
o si autorizare al deudor para realizarlo cuando pudiera o
tuviese medios para hacerlo.
En este supuesto el juez dará traslado al deudor a fin de que
éste sea oído. A continuación resolverá fijando plazo para
cumplimiento de la obligación.
La prueba se encontrará constituida por el instrumento del
que surja la obligación.
b) Que el deudor reconozca el cumplimiento de la condición,
si la deuda fuese condicional.
La obligación se encuentra plasmada en un documento y
ésta es líquida o fácilmente liquidable; sin embargo, su
752
exigibilidad, se encuentra sujeta al cumplimiento de una
condición.
La prueba a adjuntar será el documento mismo; con más
aquella que dé cuenta del cumplimiento de la condición.
A fin de acreditar el cumplimiento de la obligación, se puede
recurrir a cualquier medio probatorio, siempre y cuando el
mismo resulte eficaz y no exceda el limitado marco probatorio
propio de la preparación de la vía ejecutiva.
1. De la ejecución de alquileres
753
El inquilino será citado por cédula en la forma prescripta por
los arts. 339 y 340 del Código Procesal, haciéndole saber al
requerido, que de no comparecer personalmente se lo tendrá
por reconocidos de los documentos, firmas y hechos que se
le atribuyen.
Si el requerido negase categóricamente ser inquilino y su
condición de tal no pudiere probarse sumariamente en forma
indubitada, no procederá la vía ejecutiva y el pago del crédito
será reclamado por juicio de conocimiento. El Código
continúa refiriendo al juicio sumario, pese a su derogación
por la ley 25.488; por lo cual, conforme dispone el art. 319
del ordenamiento procesal, correspondería en principio el
juicio ordinario; aunque el juez podría ordenar el trámite
sumarísimo en uso de la facultad atribuida al magistrado en
el último párrafo del citado art. 319, ya que resulta un proceso
más acorde con la celeridad propia del juicio ejecutivo.
Con el fin de evitar la negativa del demandado, como al decir
de Couture "con conocimiento de su propia sinrazón", es
decir, con mero fin dilatorio y violatorio de la buena fe
procesal, la norma dispone que si durante la sustanciación
del proceso se probare el carácter de inquilino, en la
sentencia se le impondrá una multa a favor de la otra parte
equivalente al treinta por ciento del monto de la deuda.
Respecto de la prueba debemos distinguir la pertinente a la
preparación de la vía ejecutiva de la que corresponde al
proceso ejecutivo.
En la preparación de la vía ejecutiva, el locador debe adjuntar
el contrato de locación; y ofrecer en subsidio prueba pericial
caligráfica.
Preparada la vía ejecutiva, la prueba se encuentra
constituida por el contrato de locación ya reconocido, con
754
más aquella documentación de la que surja el importe de
deuda líquida correspondiente a las obligaciones asumidas
adicionalmente en el contrato locación, como ser deuda de
impuestos, servicios, expensas, entre otros.
"Si bien el proceso ejecutivo ampara la repetición de
impuestos y servicios pagados por el ejecutante cuando
estaban a cargo del inquilino, corresponde rechazar la suma
reclamada en concepto de servicios, tasas y expensas,
puesto que el reclamante no acreditó haberlas abonado con
la documentación respectiva, razón por la cual mal puede
pretender su repetición"(46) .
En ambos supuestos debe acompañarse la correspondiente
para acreditar personería y legitimación activa.
Conforme norma el art. 1581 del Código Civil, la acción por
cobro de alquileres, como por cualquier otra deuda derivada
de la locación, compete igualmente a sus herederos,
sucesores o representantes, contra el subarrendatario, sus
herederos, sucesores o representantes.
755
Conforme norma en su art. 1º, se entiende por sistema de
tarjeta de crédito al conjunto complejo y sistematizado de
contratos individuales cuya finalidad es:
a) Posibilitar al usuario efectuar operaciones de compra o
locación de bienes o servicios u obras, obtener préstamos y
anticipos de dinero del sistema, en los comercios e
instituciones adheridos.
b) Diferir para el titular responsable el pago o las
devoluciones a fecha pactada o financiarlo conforme alguna
de las modalidades establecidas en el contrato.
c) Abonar a los proveedores de bienes o servicios los
consumos del usuario en los términos pactados.
El art. 42 de la ley 25.065 específicamente prohíbe la
ejecución directa de los saldos impagos de tarjetas de
crédito. Dispone que "Los saldos de Tarjetas de Créditos
existentes en cuentas corrientes abiertas a ese fin exclusivo,
no serán susceptibles de cobro ejecutivo directo. Regirá para
su cobro la preparación de la vía ejecutiva prescrita en los
arts. 38 y 39 de la presente ley".
El emisor podrá preparar la vía ejecutiva contra el titular, de
conformidad con lo prescripto por las leyes procesales
vigentes en el lugar en que se acciona, pidiendo el
reconocimiento judicial de:
a) El contrato de emisión de Tarjeta de Crédito instrumentado
en legal forma.
b) El resumen de cuenta que reúna la totalidad de los
requisitos legales.
Por su parte el emisor deberá acompañar:
756
a) Declaración jurada sobre la inexistencia de denuncia
fundada y válida, previa a la mora, por parte del titular o del
adicional por extravío o sustracción de la respectiva Tarjeta
de Crédito
b) Declaración jurada sobre la inexistencia de
cuestionamiento fundado y válido, previo a la mora, por parte
del titular, de conformidad con lo prescripto por los arts. 27 y
28 de esta ley.
En consecuencia, la entidad financiera, deberá preparar la
vía ejecutiva adjuntando como prueba el contrato de emisión
de tarjeta de crédito, en el que por supuesto debe constar la
firma del titular; junto con el resumen de cuenta impago.
Asimismo, deberá acompañar declaración jurada sobre
inexistencia de denuncia por extravío o robo, anterior a la
mora, y sobre la inexistencia de impugnación realizada al
resumen adjunto en los términos de los arts. 27 y 28 de la
Ley de Tarjetas de Crédito.
También el proveedor podrá preparar la vía ejecutiva contra
el emisor pidiendo el reconocimiento judicial de:
a) El contrato con el emisor para operar en el sistema.
b) Las constancias de la presentación de las operaciones que
dan origen al saldo acreedor de cuenta reclamado, pudiendo
no estar firmadas si las mismas se han formalizado por
medios indubitables.
En la actualidad, la confección de cupones manual ha caído
prácticamente en desuso; utilizándose un sistema telefónico
y automático, que si bien emite un comprobante, no requiere
ya su presentación al emisor para proceder a su cobro.
757
c) Copia de la liquidación presentada al emisor con
constancia de recepción, si la misma se efectuó.
B. LA DEMANDA EJECUTIVA
I. CONTENIDO
760
La intimación de pago es un acto procesal irrenunciable que,
tutela del derecho de defensa en juicio, debido proceso e
igualdad, debe ser realizado en el domicilio real(53) .
Como obvia consecuencia de la irrenunciabilidad de la
intimación de pago, también es irrenunciable la citación para
oponer excepciones y lo mismo ocurre tratándose de la
sentencia(54) .
Enseña Palacio que la irrenunciabilidad a la citación para
oponer excepciones implica que el deudor no puede ser
privado de deducir todas aquellas que la ley prevé como
admisibles en el juicio ejecutivo(55) .
Como acertadamente lo ha señalado el Dr. Colombo, la
nulidad de la renuncia de los trámites esenciales que atañen
a la defensa en juicio a que se refiere el art. 543 del CPCCN
tiene por finalidad evitar que el acreedor, prevalido de su
situación de tal, imponga al deudor, en el momento de
contratar, una suerte de anticipada condena sin el debido
proceso(56) .
IV. EXCEPCIONES
764
Por Pablo Rodríguez Saavedra y Claudia Bagnasco
1. Concepto
765
discusión principios constitucionales o disposiciones de
derecho privado de orden público(63) ,
En el juicio ejecutivo no se puede discutir la causa de la
obligación el abuso de la firma en blanco o del derecho. No
pueden invocarse circunstancias extracartulares para
ampliar o disminuir el tenor literal del título, siendo sólo
admisible introducir defensas relativas a los requisitos
extrínsecos del documento (art. 544 del CPCCN), ya que de
lo contrario se desnaturalizaría dicho proceso. Sin embargo,
ello no deja indefenso al ejecutado, que puede hacer valer
en el proceso ordinario posterior las defensas que no puede
oponer en el ejecutivo (art. 553, CPCCN), con lo que deviene
improcedente el argumento basado en la afectación del
derecho de defensa en juicio(64) .
También, debemos tener en cuenta que la falta de
legitimación del actor o del demandado por no haber
identidad entre ellos y el acreedor o deudor,
respectivamente, puede alegarse como inhabilidad del título
puesto que falta la determinación de los sujetos activo y
pasivo y, por otro lado, que la excepción de defecto legal, en
principio, al no estar enumerada es inadmisible (por no estar
mencionada en el artículo), pero cabe admitirla si la demanda
adolece de imprecisión o ambigüedad y la deficiencia es
susceptible de afectar el derecho de defensa del
ejecutado(65) .
Ahora bien, todo título ejecutivo para que traiga aparejada
ejecución debe cumplir con los recaudos de admisibilidad y
fundabilidad de cualquier pretensión judicial, es decir: a)
identificación de los sujetos pasivo y activo; b) que sea una
obligación de dar sumas de dinero; c) líquida o fácilmente
liquidable, y d) exigibilidad de la deuda, es decir, de plazo
766
vencido, requisitos necesarios a los fines de evitar el planteo
de excepciones por parte del ejecutado.
768
adeudado en concepto de capital, en concepto de intereses
y el período al cual se corresponden, extremos que se le
exigen a la acreedora. En esta hipótesis, a la acreedora, le
incumbe acompañar los documentos sobre los que funda su
crédito y por haber confeccionado el saldo deudor en base a
las constancias que surgen de su contabilidad(71) .
También cabe la posibilidad de admitir la pluspetición, si el
documento prestado por el ejecutado —recibo emanado del
acreedor—, en el que consta la suma recibida, con más el
saldo insoluto, constituía la deuda que le requirió el acreedor,
como así también cuando el actor reconoció la autenticidad
del recibo presentado por el ejecutado y no probó que el
saldo declarado no se refiere al total de la deuda sino sólo a
parte de la deuda vencida.
El art. 544 del Código Procesal establece las excepciones
que pueden oponerse en el ejecutivo por parte del ejecutado,
que se enumeran a continuación.
2.1. Incompetencia
769
En cuanto a esta primera excepción diremos que si hablamos
de incompetencia por razón de materia, es de orden público,
entonces debe declararla el juez de oficio, por ejemplo el
caso de entablarse un juicio ejecutivo por cobro de expensas
en un juzgado comercial, el juez de ese fuero se declarará
incompetente, como también lo hará el juez civil si el actor
pretende ejecutar un pagaré o un cheque. En cambio, la
competencia territorial puede ser prorrogada por las partes
—en forma expresa o tácitamente—, y sólo puede ser
declarada la incompetencia a pedido de partes oponiéndola
en el plazo para oponer excepciones. Si no es opuesta en
esta oportunidad, no podrá deducirla en adelante y la
intervención del juez quedará definitivamente fijada.
Así, en la prórroga expresa, ello se desprende del
instrumento suscripto por las partes, base de la ejecución, en
el que los litigantes renunciaron a cualquier fuero que no sea
donde entablaron el juicio ejecutivo. Dicho instrumento debe
ser presentado por el ejecutante en el momento del inicio de
la demanda.
Conforme lo dispuesto en el art. 551, la excepción de
incompetencia se resuelve en la sentencia, pero por
evidentes razones de economía procesal nada obsta a que
el juez trate en primer término la excepción de incompetencia
y si la encuentra procedente lo declare así y remita el
expediente al juez considerado competente, resultando
innecesaria analizar las restantes excepciones.
Según las reglas de competencia, la reclamación por vía
ejecutiva debe formularse ante el juez en que deba cumplirse
la obligación, y en su defecto a elección del actor en el
domicilio del demandado o en el lugar del contrato, siempre
que el demandado se encuentre en él (art. 5º) y cuando sean
varios los demandados y se trate de obligaciones indivisibles
770
o solidarias, el del domicilio de cualquiera de ellos a elección
del actor.
Es decir que, en primer lugar, habrá de estarse al juez del
lugar del cumplimiento de la obligación, lo que se funda en la
necesidad de facilitar a las partes la defensa de sus
derechos. En su defecto, el actor puede elegir entre el
domicilio del demandado o del lugar del contrato, quedando
la opción a que aquel que tenga allí su domicilio en el
momento de la notificación de la demanda, aunque sea
accidentalmente(73)
Es nulo todo lo actuado ante el juez incompetente y la
declaración debe hacerse en cualquier estado del juicio que
el juez lo advierta. En los casos en que corresponde la
acumulación por conexidad, procede la excepción de
incompetencia, porque constituyen excepciones a las reglas
de competencia independientemente de los otros medios por
los cuales puede obtenerse la acumulación.
Si se hubiere trabado embargo ante un tribunal
incompetente, conforme al art. 546 del CPCCN, la medida
cautelar se mantendrá con carácter preventivo durante
quince días desde que la resolución quedó firme, si dentro
de ese plazo no se reinicia la ejecución se producirá la
caducidad automática de la medida cautelar(74) .
772
En cuanto a la falta o insuficiente del poder, cabe aclarar que
por cuestiones de economía procesal, por ejemplo, la falta
de legalización del testimonio de la escritura de poder o el
hecho que se haya acompañado una copia simple no
autorizan la excepción, sino que, por el contrario se fijará un
plazo de subsanación de estos defectos legales.
Finalmente, debe mencionarse que la personería debe ser
acreditada tanto por el actor como por el demandado,
aunque en el caso de que el ejecutado no justifique la
personería, el ataque de la providencia que lo tuvo por
presentado y por parte será a través del recurso de
revocatoria con apelación en subsidio.
Debemos tener en cuenta que el poder que se presente para
la representación debe ser suficiente, es decir, si se presenta
un poder general y para el acto se requiere un poder especial
judicial, la excepción procederá (art. 1881, Cód. Civil).
2.3. Litispendencia
773
Se habla de la regla de las tres identidades de ambos juicios
en cuanto a las partes, la causa y el objeto, es decir, un juicio
en trámite entre las mismas partes y por el mismo crédito,
aunque debemos tener en cuenta que, en principio, no es
admisible la litispendencia por conexidad.
Debe estar debidamente documentada, o sea, acompañarse
el testimonio del escrito de demanda del juicio pendiente y
debe ser otro juicio ejecutivo promovido simultánea o
sucesivamente, pero coexistentes. No se cumplirá esta
última condición si no se ha notificado la demanda por el
principio establecido de que el actor antes de notificarla
puede desistirlo o modificarlo sin ninguna limitación. Si la
causa tramita ante el mismo juzgado se procederá a la
acumulación de acciones.
La jurisprudencia admitió procedente la excepción cuando se
invocó un juicio por consignación siempre que se cumplan
determinados requisitos, a saber: que la consignación haya
sido oportuna, es decir, anterior a la mora, que sea exacto el
importe debido, que se haya acreditado la negativa a recibir
el pago por parte del acreedor que la demanda haya sido
notificada antes de la promoción del ejecutivo(75) .
No es viable la litispendencia cuando el primer juicio ejecutivo
se ha extinguido o por caducidad de instancia o por
desistimiento de la acción.
Declarada la procedencia de la excepción, se declara el
archivo de las actuaciones iniciadas con posterioridad.
774
Consiste en la adulteración del documento ya sea en su
contexto como en la firma y se diferencia de la excepción de
inhabilidad de título porque en este último caso falta uno de
los elementos esenciales del título ejecutivo. Es decir en la
excepción de falsedad del título existe una "falta de verdad"
o "autenticidad" en todo o en parte del documento,
distinguiendo el documento como objeto material (aspecto
extrínseco), de las afirmaciones o manifestaciones que
contiene (aspecto intrínseco).
En el ámbito del proceso, la falsedad queda limitada a las
formas extrínsecas del título (falsedad material), quedando
vedada la posibilidad para el ejecutado de discutir sobre la
sinceridad del contenido, la que deberá plantearse en el
juicio ordinario posterior por la vía del art. 553 del Código
Procesal(76) .
Si bien la excepción de falsedad no puede fundarse en la
causa de la obligación, cuando se trata de un documento
declarado inexistente en sede penal, donde además se
procesó al escribano certificante por estafa procesal y
falsificación de documento público, la excepción resulta
procedente, no pudiendo el ejecutante invocar la teoría de
apariencia que protege a los terceros de buena fe, ya que se
invoca como fuente de derechos un hecho ilícito(77) .
El deudor, al oponer la excepción de falsedad de título,
negando la autenticidad de la firma o invocando una
adulteración material del documento, debe probar los hechos
que funda la excepción (art. 549, Cód. Procesal), ya que
existe una presunción favorable al ejecutante emanada del
título ejecutivo(78) . Es el ejecutado, que al sostener la
falsedad de la firma que se le imputara, el que debe ofrecer
las medidas de prueba conducentes a demostrar su aserto.
775
La prueba pericial caligráfica es la que asume las
características de prueba esencial para la resolución de la
causa, de modo tal que si el ejecutado no la ofreció para el
cotejo de firmas propuesto, la excepción de falsedad
resultará improcedente, ello en virtud de ser el ejecutado,
quien tiene que ofrecer la prueba idónea en que fundó su
defensa.
En consecuencia, el medio probatorio por excelencia es la
pericial caligráfica, y en ese sentido la Suprema Corte de
Justicia de la Provincia de Mendoza decidió que la prueba
pericial caligráfica es ineludible, cuando se plantea la
falsedad de la firma de un instrumento, conteniendo el
Código Procesal de esa provincia, en su art. 183, inc. III, que
el cotejo de letras y dictamen de calígrafos son medios de
prueba que deberán ser siempre decretados en estos
casos(79) . En algunos casos se ha decidido que la caducidad
de la prueba pericial caligráfica no es obstáculo para que los
jueces, haciendo uso de las facultades que el Código prevé,
la produzcan en busca de la verdad jurídica objetiva(80) .
La procedencia de la excepción dependerá del resultado de
la prueba producida, por lo que el ejecutado no sólo deberá
limitarse a ofrecerla, sino que también deberá actuar con
diligencia, es decir activando la prueba. Así, podrá ofrecer
documentos indubitados y en el caso de que el perito
calígrafo solicite el libramiento de oficios a la Policía Federal
y al Registro Nacional de las Personas, para contar con
elementos probatorios a los fines de la presentación del
informe pericial, deberá activar el cumplimiento de esas
medidas, como así también notificar al experto su
designación, depositar el anticipo para gastos y notificar la
audiencia del cuerpo de escritura, en el caso de que lo
solicite el perito. Por ello, si se declara la negligencia en la
776
prueba pericial caligráfica, la excepción opuesta quedará sin
sustento.
779
del acreedor se trata de una espera y, por lo tanto, debe
invocarse esa excepción.
2.6. Prescripción
782
2.7. Excepción de pago
785
descuento realizado para el pago de la deuda. Si bien en
principio resultan in idóneos dichos descuentos que
constan en los recibos del sueldo del deudor para acreditar
un pago, por carecer de imputación a la obligación, en
algunos casos se admitió la excepción de pago cuando
existe notoria similitud entre las sumas adeudadas y las
descontadas en los haberes del ejecutado(94) . Dicha
solución se aplica cuando se descuentan las cuotas de un
crédito del débito automático de caja de horro o cuenta
corriente, adjuntando el ejecutado a tal fin esos
instrumentos.
Respecto del cheque como medio para acreditar el pago,
es necesario que haya sido percibido por el tenedor, ya que
la mera entrega del cheque no importa el cumplimiento de
la obligación. El pago dependerá de la presentación del
cheque ante la institución bancaria y de la existencia de la
provisión de fondos suficientes. Por ello, el recibo del
cheque por el acreedor no sustituye ni equivale al recibo
del dinero(95) . Lo que debe probar el ejecutado es que el
Banco haya pagado el cheque.
Si el ejecutado pretende fundar su excepción de pago en
la existencia de una juicio de consignación, deberá ser
aceptada por el acreedor o declarada válida por sentencia
firme (arts. 758, 759, Cód. Civil), no siendo suficiente que
la consignación esté tramitando.
Tal como se sostuvo, el pago debe emanar del acreedor
o de su legítimo representante. Sin embargo, puede
suceder que el pago lo realice a un tercero, es decir, la
existencia de un mandato tácito en el título en el cual se
pacta el pago, por ejemplo en una escribanía, lugar donde
se autorizó la constitución de la hipoteca y donde se
efectúan los pagos, percibidos por el notario o el personal
a su cargo.
786
El Código de Procedimiento admite el pago parcial y es
esencial al momento de calcular las costas, puesto que
sólo se cargarán al ejecutado según el pago admitido en la
sentencia. El juicio prosigue por la porción reclamada y no
pagada.
2.8. Compensación
787
Ahora, como en el juicio ejecutivo no se admite la
reconvención, si el crédito del demandado fuese mayor que
el del ejecutante, el primero deberá reclamar la diferencia en
otro juicio.
Hay que tener en cuenta que el ejecutado debe hacer valer
un crédito contra el ejecutante, que pueda ejecutarse, no
resultando suficiente que el ejecutado sea titular de un
crédito contra el actor, de una suma de dinero, líquida,
exigible y expedita, sino que ese crédito, debe constar en un
título ejecutivo y no supeditado a comprobaciones, ya que de
lo contrario se desnaturalizaría el trámite del juicio
ejecutivo(96) .
788
Si el ejecutado adjunta un pagaré o un cheque, por resultar
ambos títulos ejecutivos, resultará procedente la excepción
de compensación planteada. Igual solución se arribará en el
caso de que el ejecutado acompañe documentos que
acrediten que se ejecutaron los trabajos por cuenta del
locador, aplicando para esa finalidad los alquileres
retenidos(97) .
2.9. Quita
La quita es la renuncia o remisión de parte de la deuda
mediante un acuerdo con el acreedor celebrado con
anterioridad a la intimación judicial de pago, aunque con
posterioridad al acto de constitución del crédito. Debemos
tener en cuenta que como la quita implica una renuncia
parcial a un crédito su interpretación es de carácter
restrictiva, por lo que no puede fundarse en la causa de la
obligación, ya que excede el marco del juicio ejecutivo.
Esta excepción siempre deberá presentarse
documentada y el documento debe bastarse a sí mismo.
Se adjunta con el escrito de interposición de la excepción
con la posibilidad que establece el art. 333 del Código
Procesal, en cuanto a que podrá indicar el lugar donde se
encuentre, ofreciendo la prueba pertinente a los fines de su
incorporación al proceso. El documento deberá emanar del
acreedor ejecutante con fecha posterior al nacimiento del
crédito que se ejecuta.
Si la actora reconoce la verdad de los hechos invocados
por el excepcionante, tal reconocimiento suplirá la falta de
documentación. Si el actor niega la existencia de la
documentación invocada la excepción, debe ser
789
desestimada, y si fuera negada la autenticidad de la que
hubiere sido presentada, quedará a cargo del
excepcionante la prueba respectiva.
Una vez declarada la quita como procedente la ejecución
proseguirá por el resto pero le serán impuestas las costas
al actor en la parte proporcional en que fue desestimada la
acción, de conformidad con lo dicho con respecto al pago
parcial.
2.10. Espera
Esta excepción sólo puede fundarse en un plazo
concedido al deudor con posterioridad a la creación del
título. Ese plazo concedido al deudor puede ser por
disposición de la ley o por concesión del acreedor o una
prórroga del plazo originario, concedida con posterioridad
a la convención que originó el título ejecutivo.
Al no ser exigible la obligación, en razón de la prórroga o
ampliación del plazo pactado, la excepción será la de
inhabilidad del título porque a éste le falta uno de los
requisitos indispensables para tener fuerza ejecutiva, cual
es el de exigibilidad(98) .
El ejecutado al formular la excepción deberá presentar el
documento de fecha posterior a la obligación que se
ejecuta, del cual debe surgir en forma inequívoca la
voluntad de conceder el plazo, toda vez que al ser una
renuncia del acreedor a percibir parte del crédito, debe ser
expresa y manifiesta(99) . Esos documentos deben consistir
en instrumentos públicos o privados, de modo tal que las
declaraciones testimoniales volcadas en documentos no
son admisibles, como así tampoco el ofrecimiento de
790
facilidades para hacer efectiva la obligación ni el simple
pedido del deudor para que se le conceda una prórroga de
pago, ni la existencia de pagos realizados después del
vencimiento de la obligación. En cambio, un acuerdo de
facilidades del crédito instrumentado en un certificado de
saldo deudor en cuenta corriente bancaria, implica una
espera, aun cuando se haya estipulado que el plazo
otorgado no importaba espera.
2.11. Remisión
Habrá remisión de deuda cuando el acreedor entregue
voluntariamente al deudor el documento original en que
constare la deuda si el deudor no alegare que la ha pagado
(art. 877, Cód. Civil). Puede ser expresa cuando el
acreedor manifiesta su voluntad de renuncia o tácita
cuando entrega voluntariamente al deudor el documento
original en el que consta la deuda. Sin embargo, debemos
tener en cuenta que en el juicio ejecutivo la remisión tácita
resulta improcedente, por cuanto se halla supeditado a que
el ejecutado acompañe con el escrito de interposición de la
excepción el documento, del cual resulte en forma
inequívoca que el acreedor ha remitido la deuda(100) .
No está sujeta a ninguna forma exterior, salvo que la ley
exija alguna forma especial. Puede hacerse bajo forma
verbal o escrita, en instrumento público o privado. Si consta
en un documento público no se exige una forma especial
para hacer la remisión, de modo tal que no es necesaria la
escritura pública.
La renuncia no se presume y su interpretación es de
carácter restrictivo. La entrega voluntaria al deudor del
documento original en que constare la deuda causa la
791
presunción de la remisión de la deuda. La remisión hecha
al deudor principal libera a los fiadores, pero la que se ha
hecho al fiador no aprovecha al deudor.
2.12. Novación
Conforme lo establece el art. 801 del Código Civil, la
novación consiste en la transformación de una obligación
en otra. Debe estar acreditada mediante prueba
instrumental y el documento debe referirse exclusivamente
a la obligación cuya extinción se invoca como producida
por la novación excepcionante y debe surgir la expresa
voluntad del acreedor de novarlas. No significa novación el
otorgamiento de un nuevo plazo, la aceptación de pagos
parciales, o el convenio sobre intereses, pues son
cuestiones accesorias que no afectan el objeto principal. La
novación no se presume, pues la voluntad de las partes
debe manifestarse claramente.
Es necesario que el ejecutado acompañe al momento de
la interposición de la excepción, el documento del cual
surja demostrara inequívocamente su existencia y se baste
a sí mismo. Además, debe contener una imputación
concreta a los títulos que son base de la ejecución e
identificar las obligaciones comprendidas(101) .
2.14. Compromiso
Es aquella mediante la cual se alega la circunstancia de
haber sometido a árbitros o amigables componedores la
decisión sobre el crédito que es objeto de la ejecución.
793
Sólo es compromiso el convenio en cuya virtud las partes
especifican las cuestiones a decidir mediante el arbitraje,
designan a los árbitros o amigables componedores y
determinan los requisitos del procedimiento y del laudo(102) .
Debe acreditarse mediante documento acompañado al
excepcionar y será formalizado mediante escritura pública,
instrumento privado o acta extendida por el juez. También
puede indicar el ejecutado el juzgado donde tramita el
proceso en el cual se formalizó el compromiso solicitando la
remisión del expediente.
794
expediente, cargando el actor con las costas del juicio. A
diferencia de la litispendencia, en este caso la causa está
finiquitada e irrevisable y trata de evitar dos
pronunciamientos sobre una misma cuestión.
Tiene su fundamento en garantías constitucionales (art. 17,
C.N.) y puede ser declarada de oficio por el Tribunal
(art. 347, in fine ). Resultará procedente la defensa de cosa
juzgada si se pretende revisar en el juicio ordinario posterior
las cuestiones de hecho discutidas y resueltas en el anterior
proceso.
795