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Pablo Vazquez Kunz©


La biodescodificación y efecto placebo

La ciencia explica cómo nuestra mente condiciona a respuestas biológicas


mediante el estudio del efecto placebo (dar placer) y el efecto nocebo
(dañar). El efecto placebo se produce cuando nos predisponemos
mentalmente a sentir emociones elevadas y creamos vitalidad en nuestro
cuerpo. El efecto nocebo, por el contrario, es cuando nuestra forma de
pensar nos hace sentir en baja y producimos síntomas en nuestro cuerpo.

Para entender el efecto placebo y el efecto nocebo voy a explicarte las tres
formas de placebo que existen:

Recuerdo asociativo: en psicología se conoce como condicionamiento


clásico. El condicionamiento clásico es asociar un recuerdo del pasado (por
ejemplo, tomar un medicamento) con un resultado fisiológico (la desaparición
del resfriado). Ejemplo: si tenemos un resfriado, nos damos cuenta de que se
produjo un cambio fisiológico en nuestra experiencia interior (sentimos
incomodidad al respirar). La primera idea que emerge en nuestra mente es
buscar “algo” en el mundo exterior (en este caso, un medicamento) para
crear un cambio en nuestra experiencia interior. Cuando el malestar interior
cesa asociamos mentalmente que nuestro estado interior (respirar
normalmente) es producto de la solución externa (medicamento).

Esta asociación de bienestar y medicamento crea una experiencia interior y


exterior concreta. A este acto de asociar resultados con un estímulo se le
llama recuerdo asociativo. Si seguimos repitiendo la experiencia asociativa
una y otra vez, el estímulo externo por asociación se llega a volver tan fuerte
o reforzado que si se sustituye el medicamento por un batido del mismo

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espesor producirá una respuesta interna automática (aliviándonos el
resfriado). Así actúa el placebo.

Sugestionabilidad: un segundo elemento en el efecto placebo son las


expectativas. También conocido como profecía autocumplida.

Cuando tenemos una justificación interna, ya sea porque tenemos una


experiencia pasada o porque así decidimos creer, de que haciendo X
obtendremos Y nos sugestionamos a obtener Y. ¿Cómo? Si sufrimos dolor
crónico en las articulaciones y nuestro médico de confianza nos recomienda
un nuevo medicamento ofreciéndonos todas las explicaciones posibles de
que nos aliviará el dolor, nosotros aceptamos internamente lo que él nos
sugiere y nos convencemos de que al tomarlo, el dolor disminuirá o
desaparecerá. En este ejemplo hemos sido sugestionados por nuestro
médico. En cuanto nos volvemos más sugestionables, asociamos el
medicamento con nuevas posibilidades de resultados, en este caso, librarnos
del dolor.

Si aceptamos emocionalmente y tenemos fe, el cerebro y el cuerpo


responden a nuestro deseo porque el cerebro no distingue si el efecto es
producto de la nueva droga o de tu estado del ser.

Al creer y sugestionarnos en el cerebro se encienden los mismos circuitos


neuronales que se activarían si el estado hubiera cambiado químicamente
gracias al medicamento; es decir que se liberan las mismas sustancias
químicas en el cuerpo ya sea por el estímulo externo (medicación) que por el
estímulo interno (pensamiento y emoción). Tal es nuestro poder.

Significado: es el acto de crear significados especiales a una persona, una


acción o un objeto. Al estímulo le brindamos nuestra intención y
emocionalidad. Cuanto más internamente nos convencemos de que una
sustancia, un procedimiento o una intervención quirúrgica funcionará y
obtendremos los resultados que deseamos estamos creando un estado del

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ser propicio para mejorar nuestra salud y sentirnos mejor. Si le damos más
significado a una posible experiencia con una persona, un lugar o un objeto
del exterior para cambiar nuestro interior, más probabilidades tendremos de
cambiar nuestro estado interior por medio de los pensamientos y las
emociones. Cuanto más acepta nuestra mente subconsciente un nuevo
resultado relacionado con la salud porque nos convencimos de que lo
lograremos y nos visualizamos en ese nuevo estado, más claro será el
modelo que estamos creando en nuestra mente, y mejor “condicionaremos” a
nuestro cerebro y cuerpo para reproducir exactamente nuestro “mapa
mental” en la realidad física. Cuanto más creamos en la causa, más concreto
será el efecto.

Quiero presentarte dos estudios de la Universidad de Toledo de Ohio


para ofrecerte más información sobre cómo la mente determina
nuestros resultados físicos. Están extraídos del libro Sobrenatural de
Joe Dispenza.

Para cada uno de los estudios, los investigadores dividieron a un grupo de


voluntarios con buena salud en dos categorías —optimistas y pesimistas—,
según cómo respondieron a las preguntas de un cuestionario de diagnóstico.
En el primer estudio les dieron un placebo, pero les dijeron que era un
fármaco que los haría sentirse mal. Los pesimistas tuvieron una reacción
negativa más fuerte a la pastilla que los optimistas.

En el segundo estudio, los investigadores también les dieron a los


participantes un placebo diciéndoles esta vez que los ayudaría a dormir
mejor. Los optimistas afirmaron haber dormido mucho mejor que los
pesimistas. Los optimistas tendieron a responder de manera positiva a la
sugestión de que algo les haría sentirse mejor porque los habían “cebado”
para esperar el mejor resultado. Y los pesimistas fueron más proclives a
responder negativamente a la sugestión de que algo los haría sentirse peor
porque de forma consciente o inconsciente esperaban el peor resultado

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posible. Es como si los optimistas produjeran inconscientemente las
sustancias químicas específicas que los ayudasen a dormir, y los pesimistas
crearan una farmacia de sustancias químicas que los hicieran sentir mal. Es
decir, en el mismo entorno las personas de mentalidad positiva tienden a
crear situaciones positivas y las de mentalidad negativa a crear situaciones
negativas. Este es el milagro de nuestra ingeniería biológica individual
dotada de libre albedrío.

Las investigaciones científicas postulan que 99 por ciento de nuestros


pensamientos son subconscientes. Y en mi experiencia puedo decirte que
nuestra mente subconsciente en el 90 por ciento de los casos está
programada de forma negativa. Por lo tanto, podríamos decir que estamos
más programados para la enfermedad que para la salud. El efecto nocebo es
más común y redundante en la mente de las personas que el efecto placebo,
las personas por inercia se preguntan: “¿Y qué pasaría si sale mal?”, en vez
de preguntarse “¿Qué pasaría si sale bien?”. Este patrón de jugar a no
perder es el patrón que condiciona a la mente a estimular al cerebro y al
cuerpo en baja y no en alta. Debemos biodescodificarnos para empezar a
jugar a ganar siempre.

Las investigaciones de las últimas décadas confirman lo que la


metafísica postula desde el principio de los tiempos:

-Lo que pensamos es lo que experimentamos.

-Nuestra mente es una asombrosa farmacopea que cura al cuerpo o lo


enferma.

-El cuerpo responde de manera automática a nuestros pensamientos y


emociones.

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Estudio científico sobre el placebo y el nocebo:

Otro ejemplo del poder de la mente lo evidencia un estudio realizado en 1962


en Japón con un grupo de niños sumamente alérgicos a la hiedra venenosa y
que también está en Sobrenatural. Los investigadores les frotaron el
antebrazo con una hoja de esta planta, pero les dijeron que la hoja era
inofensiva. Luego les frotaron el otro antebrazo con una hoja inofensiva
diciéndoles que era hiedra venenosa. A todos los niños les salió un sarpullido
en el brazo donde les aplicaron la hoja que ellos creían era hiedra venenosa
pese a ser inofensiva. A 11 de los 13 niños no les salió ninguna erupción en
el brazo donde les habían frotado la hiedra venenosa. Este hallazgo dejó
atónitos a los investigadores. ¿Cómo era posible que a unos niños
sumamente alérgicos a la hiedra venenosa no les saliera ninguna erupción al
entrar en contacto con ella? ¿Y por qué una hoja inofensiva les había
producido alergia? La hiedra venenosa no les había causado ningún daño
porque el nuevo pensamiento de que la hoja era inofensiva había anulado
sus recuerdos y su creencia en su alergia. Y la segunda parte del
experimento produjo el efecto contrario: una hoja inofensiva se convirtió en
dañina al creer que lo era. En ambos casos, el cuerpo de los niños respondió
al instante a su nuevo estado mental.

En este experimento se demuestra cómo las expectativas que los niños


tenían crearon los síntomas y a la vez inmunizaron con sus pensamientos el
efecto de la hiedra venenosa. La mente de los niños logró crear una especie
de protección frente a las condiciones de su entorno (la hoja de hiedra
venenosa). Sus pensamientos y emociones alteraron su fisiología. En este
caso vemos cómo los tres tipos de placebo actúan: el recuerdo asociativo de
que la hiedra produce síntomas creó los síntomas en el brazo que fue tocado
por la “falsa” hiedra venenosa. La sugestión y el significado impidieron que la
verdadera hiedra venenosa produjera efecto en los niños.

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Un pensamiento puede producir un efecto más fuerte en el cuerpo que el
entorno físico. Esta investigación es una de las tantas que dio origen a la
psiconeuroinmunología.

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