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APLICADA A LA BIODESCODIFICACION

Cambiar el “NO PUEDO” por el “NO PREFIERO”

La mayoría de las veces que pensás que “no podés” en verdad no preferís.
Siempre que pensás que no podés es que no preferís ir al verdadero foco del
conflicto que es un miedo que existe en tu interior. Pensá en las veces que
dijiste “no puedo” en los últimos días. ¿Es verdad que no podías o
simplemente no preferiste? Seguramente te estás dando cuenta de que no
preferiste. Es más aceptado socialmente decir que no podemos a decir que
no preferimos. Tenemos miedo de decir lo que sentimos por miedo a que los
demás se enojen. Está sociedad aprueba la mentira, pero no la verdad. Pero
decir “no puedo” en vez de “no prefiero” te desvaloriza y te vuelve una víctima
de los demás o de tus mismas creencias; no solo eso, la tristeza es el precio
que pagamos por creer que somos insuficientes para ser honestos.

Nos mentimos pensando que somos pequeños, nos mentimos pensando


que si decimos la verdad nos van a dejar de querer cuando en la práctica
ocurre lo contrario. Puede que la persona se enoje en el momento que le
digas que no querés pero luego lo valorará. Porque nadie quiere que hagan
cosas por uno desde la lástima o con la intención oculta de “te doy para que
me des”. Nadie quiere en su interior ese negocio.

Los seres humanos estamos cansados de las relaciones basadas en el


miedo y las negociaciones. La tristeza es producto de negar tu naturaleza
amorosa. Cada vez que vuelvas a decir “no puedo” pregúntate: “¿Es verdad
que no puedo o en verdad no prefiero?”.
Ser honesto con vos mismo te llevará a ser honesto con los demás. Al
asumir tu valor y tu amor, el miedo desaparecerá y la tristeza no será
necesaria como mecanismo de supervivencia.

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Por ejemplo, te manda un mensaje tu pareja diciendo: “Hoy vamos a cenar a
casas de mis padres” y vos no tenes ganas porque deseas quedarte en casa
leyendo; sentís culpa por tener ganas de quedarte y lástima por tu pareja que
tiene que ir solo. En ese momento experimentas el sentimiento de que tu
deseo de leer no es suficiente; crees que lo que verdaderamente tenes
ganas de hacer no es valioso para que el otro lo comprenda e incluso vos no
pensas que lo sea. Estás condicionado a creer que es más importante lo que
otro tiene para ofrecerte que lo que realmente deseas hacer. Entonces
empezas a sentir cómo el conflicto se apodera de tu mente; un pensamiento
dice “no quiero ir” y el otro responde “Debes ir porque tu pareja se puede
enojar y se pueden llegar a separar”. El miedo a quedarte solo es una
sensación que pesa más a tu mente que el deseo de leer. Aunque aún te
queda una opción y es justificarte con algo que socialmente sea aceptable;
se te ocurre decirle a tu pareja que no podés ir porque tenes que estudiar
para un examen, que te dieron tarea extra en la oficina o que tu hijo mayor
está enfermo. Mentís. Te mentís. Y al mentirte te desvalorizas. La relación de
amor con tu pareja se vuelve una relación de miedo en donde no te permitís
decir “no prefiero ir” y elegís la victimización diciendo “no puedo ir”. ¿Lo
entendés, ¿verdad?

¿Te das cuenta de las veces que utilizas la victimización para que no dejen
de quererte o para que te quieran? En el fondo sabes que si tenes que mentir
es porque no te sentís amado o no amas al otro totalmente. Si lo amases te
permitirías decir lo que pensas y si con tus deseos el otro se enoja lo podrás
comprender pero ya no serás un rehén y ya no desvalorizas más tus deseos.
Mientras mantengas a la victimización como forma de relación tus relaciones
serán de miedo y no de amor.

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