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1. Introducción (4,1-6)
“Cuando Jesús se enteró…”: evita el “dime y direte” y decide irse del Jordán.
“Abandonó Judea” parece indicar que Jesús abandona su ministerio bautismal
para, en adelante, dedicarse al ministerio de la Palabra y de los Signos.
“Volvió a Galilea”: Jesús viajaba desde Judea (S) a Galilea (N)
“Tenía que pasar por Samaría”. Desde el punto de vista geográfico no era
necesario atravesar Samaría para ir a Galilea. Al contrario. Jesús en Mt 10,5,
después de la elección de los Doce, cuando los envía de misión, la 1º instrucción
que les da es “no tomen caminos de gentiles, ni entren en ciudad de samaritanos,
diríjanse más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel ”. Los samaritanos
se mostraban hostiles con los judíos que peregrinaban a Jerusalén. Por eso los
judíos evitaban su territorio. Para viajar de Galilea a Judea, daban toda la vuelta
por la Transjordania.2 Si Jesús se encontraba en el Valle del Jordán (3,22), bien
podía subir por el mismo valle hacia el norte y entrar a Galilea por Betsan,
1
https://www.biblia.work/diccionarios/el-pozo-de-jacob/
2
Aparte de Juan, Lucas es el único evangelista que menciona el paso de Jesús por tierra cismática. El 1º
caso fue al subir a Jerusalén, en donde tuvieron una mala acogida (Lc 9,52-56) que los discípulos pedían
que bajara fuego en Samaría. Otra ocasión, aunque quizás sólo haya tocado la frontera, fue en Lc 17,11-
19 (con el episodio de los diez leprosos: el único que le volvió a darle gracias fue un samaritano).
1
Evangelio según San Juan Dra. María Verónica Talamé
“Jesús, como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era
alrededor de la hora sexta”. Este v.6, dejando traslucir una realidad bien
concreta y humana, nos da dos detalles esenciales: “Jesús está cansado” y el
momento de la jornada “era la hora sexta”, es decir, el mediodía. Podrían parecer
sin importancia, sin embargo, para un lector que conoce el A.T., son datos
importantísimos. Por lo menos, recuerdan 3 episodios del AT que inician del
mismo modo:
durante un viaje, un hombre llega a tierra extranjera y se sienta cerca de un pozo
llega una mujer joven
3
https://www.youtube.com/watch?v=KZBRWvvBeJc imágenes dron monte garizim
2
Evangelio según San Juan Dra. María Verónica Talamé
Un primer detalle indicativo: “Era cerca del mediodía” (v.6). Al mediodía, según
las costumbres de la época, ninguno se acercaba al pozo, porque las mujeres y las
muchachas iban a sacar agua comúnmente a la tarde. Lo normal era que el día
fuera aprovechado para pastorear los ganados y, recién a la tarde, pastores y
rebaños, se dirigieran al pozo. El siervo de Abraham, por ejemplo, que hizo
arrodillar sus camellos cerca del pozo, dice que era “en la hora de la tarde,
cuando las mujeres salen a sacar agua” (Gn 24,11). Jacob, al encontrar los
pastores cerca del pozo durante el día, se asombra (Gn 29,7).
Es obvio, entonces, que la Samaritana debe haber tenido motivos particulares
para dirigirse a sacar agua al mediodía. Ella, pues, va al pozo en el momento en
el que está casi segura de no encontrar a nadie. Pero, ¿por qué quiere estar sola,
por qué quiere evitar las otras mujeres de Sicar? Siguiendo el texto, el relato lo
hace ver inmediatamente.
“7Llega una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dice: ‘Dame de beber’. 8Pues sus
discípulos se habían ido a la ciudad a comprar comida. Le dice la mujer samaritana:
9
¿Cómo tú, siendo judío, me pides e beber a mí, que soy una mujer samaritana? Porque
los judíos no se tratan con los samaritanos”
“Llega una mujer de Samaría a sacar agua y Jesús le dice…”, con una acción
sumamente escandalosa, Jesús comienza el diálgo pidiendo agua. En aquella
época estaba absolutamente prohibido por las costumbres judías, que un varón
3
Evangelio según San Juan Dra. María Verónica Talamé
hablara con una mujer en la calle (ni siquiera podía hacerlo el propio esposo) 4.
Esta actitud de Jesús, no sólo rompe todas las leyes, sino que resulta provocativa.
No es la actitud del que disimula o se acomoda, sino del que enfrenta, aún a costa
de posteriores consecuencias. El escándalo, como aclara el evangelista, se ve aún
agrabado considerando las pésimas relaciones exisentes entre judíos y
samaritanos.
Desde el punto de vista histórico, bien sabemos los conflictos que, desde la
división del Reino del Norte (con capital en Samaría) y del reino del Sur (con
capital en Jerusalén), separan gravemente los dos pueblos hermanos (cfr. 1Re
12,ss). Hacían más de 950 años que ambos pueblos no se dirigían la palabra.
4
Eclo 9,1-9 habla del cuidado que ha de tener el hombre para no dejarse enredar por la mujer, y los
documentos rabínicos advierten que no se debe hablar con las mujeres en público.
5
Cfr., por ejemplo, Eclo 50,25: «Dos naciones aborrece mi alma, y la tercera no es nación: los que
habitan en la montaña de Samaría y los filisteos, y el pueblo insensato que mora en Siquem».
6
REFLEX. Ej para dar al hablar (el que la mujer no pueda hablar lo vemos hoy plasmado en afganistan . en el tema dame de beber es común que
cuando nos piden agua nos damos cuenta la sed que tenemos
4
Evangelio según San Juan Dra. María Verónica Talamé
10
Jesús le respondió: “Si conocieras el don de Dios, y quien es el que te dice;
‘Dame de beber’, tú le habrías pedido a él y él te habría dado agua viva.
11
Le dice la mujer: Señor, no tienes con qué sacarla y el pozo es hondo. ¿De
dónde, pues, tienes esa agua viva?. 12¿Es que tú eres más que nuestro padre
Jacob, que nos dio el pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?.
13
Jesús le respondió: Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; 14pero
el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo
le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna.
15
Le dice la mujer: ‘Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no
tenga que venir aquí a sacarla’.”
El diálogo entre Jesús y la Samaritana tiene un interés bien concreto: Jesús quiere
declararle quien es y qué es lo que ofrece, o sea, quién es y para qué vino. Está
construido con la técnica literaria “in crescendo”. La revelación de Jesús va
avanzando y profundizándose; pero simultáneamente crece la incomprensión del
interlocutor. Ante las afirmaciones de Jesús, la samaritana va demostrando su
ignorancia. A Jesús, todo le sirve para ampliar su propia revelación.
En el mundo judío, para los sabios de Israel, el “don de Dios” y el “agua viva”,
eran dos metáforas comunes y muy conectadas, tanto en el A.T. como en el N.T.
La metáfora del conocer el don de Dios es polivalente. El primer don que Dios
nos hace es el mismo Hijo; pero también el Espíritu Santo es el don de Dios. Por
eso cuando dice “si conocieras el don de Dios”, está hablando de conocer a
Jesús (sus palabras, su vida, su modo de ser…) como don de Dios, pero asimismo
de conocer al don del Espíritu que Jesús muerto y resucitado nos transmite.
Como Jesús, a través de su Muerte y Resurrección, es el que comunica la vida,
entonces ese don que el mismo tiempo es “agua viva” también puede referirse a
Jesús en cuanto revelador o dador de la vida del Espíritu Santo. El Espíritu Santo
que nos llega a través de Él, no puede llegarnos a través de ninguna otra realidad,
sino de Jesús muerto y resucitado (nunca antes de su resurrección).
Como es bien sabido, conocer en la Sagrada Escritura implica mucho más que un
conocimiento intelectual. “Conocer” en términos bíblicos siempre implica un
contacto, un encuentro, una experiencia vital7, a veces, hasta sexual (cfr. Gn
4,1.17.25). “Conocer el don de Dios” significaba tener una experiencia, un
encuentro personal con toda la Ley (no sólo con el Pentateuco reconocido por los
samaritanos). Pero también era creer en Jesús (plenitud de la Ley) y creer en su
Palabra y en su Espíritu.
El tema del agua -típico de Juan- se presenta en dos esferas: el agua material
(muy preciada en Israel)8 y un agua distinta, de orden trascendente y espiritual
que Jesús define como “agua viva” (v.10). Es un perfecto ejemplo de
malentendido joanico que siempre supone dos planos: uno material y otro
7
((para mi , por eso dar a conocer a jesus requiere experiencias palpables cercanas .))
8
En el ámbito bíblico, el agua es una realidad muy apreciada en Palestina por la sequedad de sus tierras y
el calor de su clima. Por eso es también un símbolo capaz de concentrar muchos dones de Dios. Siempre
que el pueblo añora un futuro más dichoso, o piensa en la sublimidad de Dios, o recuerda los dones que
de Él espera o ya ha recibido, suele acudir al agua como sinónimo de paraíso, de abundantes cosechas, de
prosperidad, de gracias del cielo. Como en otras tradiciones, el agua siempre se relaciona con la vida.
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Evangelio según San Juan Dra. María Verónica Talamé
espiritual. Jesús habla del agua de la vida pero la mujer entiende el agua del
pozo. En el A.T., el agua se refería a la Sabiduría de Dios que otorga la vida o
que otorga la salvación9 y a la Ley, porque ella contenía toda la riqueza propia de
Israel y en ella se originaban todos los dones recibidos de Dios. El mejor paralelo
de Jn 4,14 parece ser Eclo 24,1-34 (esp.24ss).
El agua viva sería la revelación divina y, en este caso, la doctrina de Jesús que
nos llega a través de sus palabras y sus obras.
También es frecuente en el A.T. la conexión entre agua y Espíritu (Nm 20,11; Is
32,15; 35, 1-2; 44,3-4; 58,11; Ez 47,1-9). La visión del profeta Ezequiel en el
destierro anuncia los dones de Dios para la futura época mesiánica: Dios
vivificará a su pueblo. Ella concentra todas las atribuciones salvadoras del agua
con que los profetas anunciaron la salvación mesiánica. El agua de la visión del
profeta inundaba el desierto y el mar de las aguas salobres que se volvían sanas y
se llenaban de peces; sus orillas se vestían de árboles frutales y de hojas
medicinales. El agua viva es el Espíritu que Jesús comunica.
En el mismo Juan, para identificar el agua viva con el Espíritu contamos con la
prueba explicita de Jn 7,37-3910. En este texto, Juan, claramente, dice que Jesús
se refería “al Espíritu que iban a recibir”. Para eso, como dice Jn 16,7-8 “es
necesario que yo me vaya”; porque si Jesús no es glorificado no puede enviarlo.
Este Espíritu es el que lleva a la verdad total, recuerda las enseñanzas de Jesús,
trabaja en el interior de los corazones, consuela, defiende ... Es decir, no hace una
obra exterior, sino interior y trascendental. En la persona que la pida, que la
desee y que la beba, se convertirá en fuente permanente o en manantial perenne.
En el interior de su corazón, el Espíritu es como un anticipo de la vida eterna y
que, a su vez, nos da sed de ella. El Espíritu de la Verdad es el principio que
interpreta la revelación o doctrina de Jesús a los hombres.
Jesús está poniendo en ella ese deseo de descubrir el don de Dios, pero no
sólo desde un punto de vista intelectual o meramente espiritual, sino de
llegar a tener experiencia, a ponerse en contacto vital e íntimamente con ese
don divino. En otras palabras, Jesús le dice: “si supieras quién es el que te dice
‘dame de beber’, se te despertaría una sed, una necesidad tan profunda de beber,
que te llevaría a buscar en Él, el agua verdadera”. Por supuesto que no se trata de
un agua material, sino de un agua distinta: un agua de vida. Pero la mujer que
sigue en lo material y humano, no lo capta. Jesús se mueve en un plano, el
personaje se mueve en otro,
Con toda probabilidad, la Samaritana entendió muy poco lo que Jesús le dijo.
Una mujer que estaba cumpliendo sus tareas diarias, quizás cansada, que lo que
menos esperaba en ese momento era entablar un diálogo tan espiritual, era difícil
que captara todo el misterio que Jesús le estaba presentando. Sin embargo,
aunque asombrada, empezaba a abrirse a una realidad de misterio, le dice:
“¿Acaso eres más grande que nuestro padre Jacob?” (v.12)
9
El A.T. usa el simbolismo del agua para referirse a la Sabiduría de Dios que otorga la vida (Prov 13,14;
18,4; Is 55,1) o que otorga la salvación (Is 12,3). En el libro del Eclesiástico y en el de la Sabiduría
también se identifica al agua con la sabiduría y se invita a beber de ella.
10
Jn 7,37-39: “El último día de la fiesta, el más solemne. Jesús puesto de pié gritó: Si alguno tiene sed,
venga a mí y beba el que crea en mi, como dice la Escritura: De su seno correrán ríos de agua viva. Esto
lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él. Porque, aún no había
Espíritu, pues todavía Jesús no había sido glorificado”.
6
Evangelio según San Juan Dra. María Verónica Talamé
Jesús le responde: “Todo el que beba de esta agua ... el agua que yo le dé se
convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna”(vv.13-14). El
agua de la que habla Jesús en este diálogo con la samaritana también comunica
vida como la de Isaías y como la que vio Ezequiel. El agua de Jesús, una vez que
ha penetrado en el interior del que la bebe, también crece de nivel como la del
profeta, y se transforma en fuente que salta hacia la vida eterna. No es un agua
estancada, sino un agua que corre, que brota. Lo que ofrece Jesús es una realidad
dinámica y viva; se trata precisamente del Espíritu de Dios. Es agua viva no sólo
porque corre sino porque comunica el Espíritu que contiene y así deja al hombre
saciado de paz y lleno de fuerza. El uso del símbolo del agua demuestra el grado
de realismo que poseen las ideas de Juan sobre la vida eterna: el agua es a la vida
natural lo que el “agua viva” es a la vida eterna.
Ante esto, la Samaritana, que entendió poco y nada de lo que Jesús le estaba
revelando, dice: “Señor, dame de esa agua para que no tenga más sed y no tenga
que venir aquí a sacarla” (v.15). Quizás entendió que era un agua viva o un agua
para la vida eterna, pero que era un agua material, sólo que salida de un
manantial misterioso dónde ya no tendría que volver a sacarla. Lo que Jesús le
manifestaba, no lo entendió.
Esta primera parte del diálogo (4,1-15), a la luz del A.T., presenta a Jesús como
el dador del “agua viva”; pero ofreciendo dones superiores a los recibidos por
Israel al pie del monte Sinaí (Sabiduría, Ley). Estamos en la nueva Alianza y
Jesús es superior a Jacob, el patriarca más venerado en Samaría. Es de la misma
categoría divina que el Dios del Sinaí. El don de Dios que recibimos por Jesús, el
Espíritu, es muy superior a la Ley, a la Sabiduría y a todos los dones de Dios
dados en el A.T.
16
Jesús le dice: “Vete, llama a tu marido y vuelve acá”. 17Respondió la mujer: “No
tengo marido”. Jesús le dice: “Bien has dicho que no tienes marido, 18porque has
tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es marido tuyo; en eso has dicho la
verdad”. 19Le dice la mujer: “Señor, veo que eres un profeta”.
Entre los vv.15 y 16, la conversación entre Jesús y la Samaritana tiene un pasaje
brusco y aparentemente hasta sin mucha relación a nivel de contenidos. Hasta el
v.15, el argumento era el agua y el el agua viva (4,7-15). Después de su primera
revelación, como el dador del agua viva, la samaritana (¿o la iglesia?) concibe un
fuerte deseo de beber el agua de Jesús (v.15). Es una primera inteligencia del
misterio pero que todavía sigue envuelta en nebulosas. Y ahora Jesús le pregunta
por su marido.
En esta segunda parte del diálogo, mientras sigue abriendo de par en par el
interior de la samaritana, Jesús continúa revelándose a sí mismo. Cuando la
mujer se ve descubierta en su vida privada intuye en Jesús una cualidad propia de
los profetas y de Dios: la capacidad de penetrar en el corazón humano y conocer
sus secretos. Este es un nuevo paso en la revelación de la divinidad de Jesús.
Rendida ante la evidencia, no sabemos bien si por necesidad o por curiosidad, la
samaritana sigue adelante (v.19).
7
Evangelio según San Juan Dra. María Verónica Talamé
20
“Nuestros padres adoraron en este monte y vosotros decís que en Jerusalén es
el lugar donde se debe adorar. 21Jesús le dice: Créeme, mujer, que llega la hora
en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22Vosotros adoráis
lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación
viene de los judíos.23Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los
adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así
quiere el Padre que sean los que le adoren. 24Dios es espíritu, y los que adoran,
deben adorar en espíritu y verdad”.
Pero Jesús no está contraponiendo el culto externo al culto interno. Sus palabras
nada tienen que ver con el culto a Dios en la intimidad del propio espíritu, pues
aquí se habla del Espíritu de Dios, no del espíritu del hombre (ver v.24). El
contraste entre el culto “en Jerusalén o en Garizim” y el culto “en Espíritu y
verdad”, forma parte del acostumbrado dualismo joanico entre lo terreno y lo
celeste, lo de arriba y lo de abajo, la carne y el espíritu.
Jesús habla de sustituir una de las instituciones temporales más importantes de la
época: el Templo (ver 2,13-22). Y así como en 2,21 Jesús mismo era el que iba a
reemplazar al Templo, aquí es el Espíritu que dará Jesús el que animará el culto
que va a sustituir al culto del Templo. Se trata de dar culto al Padre con Espíritu.
Dios puede ser adorado como Padre únicamente por quienes poseen el Espíritu
con el que Dios los ha engendrado de lo alto (Jn 3,5), el Espíritu que los
convierte en hijos de Dios (Rom 8,15). Este Espíritu eleva a los hombres por
encima del nivel terreno o carnal y les otorga la posibilidad de adorar a Dios
como conviene.
Jesús inaugura “la hora” (vv.21.23) de los nuevos tiempos. Declara caducado el
culto judío y la economía de la Antigua Alianza. Con su muerte y resurrección
queda fundado otro Santuario, el Templo de su Cuerpo glorificado (Jn 2,19-21).
Por él, el culto (cristiano), se arraiga en el “hombre nuevo” u “hombre
espiritual”, transformado por el mensaje de la verdad y por la presencia del
Espíritu. Estos son los adoradores verdaderos.
Y la afirmación de Jesús: “la salvación viene de los judíos” (v.22), nos remite al
comienzo del Sal 76: “Dios es conocido en Judá; en Israel es grande su nombre.
En Salem está su Tabernáculo y su habitación en Sión”. Estos judíos, contra los
que Jesús se expresa con tanta dureza en otros pasajes del Evangelio, son
precisamente aquella porción del pueblo hebreo que, a su vez, se muestra hostil a
Jesús y que está formada especialmente por los dirigentes. Sin embargo, aquí,
hablando con una mujer extranjera, Jesús da a los judíos otro significado. Se
refiere a todo el pueblo en conjunto. Este versículo es un claro indicio de que la
actitud joánica ante los judíos no entraña ni un antisemitismo ni una repulsa de la
herencia espiritual del judaísmo.
“Dios es Espíritu” (v.24) no significa una definición esencial de Dios, sino una
descripción de las relaciones de Dios con los hombres. Dios es Espíritu para los
hombres porque les otorga el espíritu que los hace nacer de nuevo y les hace
posible la adoración verdadera.
La expresión “y los que adoran deben adorar en Espíritu y verdad” que puede
traducirse “en” o “con” espíritu y verdad (v.23.24), por lo menos, puede
significar tres cosas:
1) Implica un culto filial y un culto que no está ligado a un lugar. En el A.T. (Dt, Ex, etc.),
se decía que todos los años, para las fiestas, debían peregrinar a Jerusalén donde estaba
el Templo. Ahora, no. Empieza un culto universal, en cualquier país, en cualquier lugar,
en cualquier situación, en cualquier momento. Dios está en todas partes. En este culto
prima la relación, el encuentro y la adoración al Padre, sin importar el lugar.
2) Por otro lado, esta expresión tiene otra connotación profunda: “un culto en espíritu” no
está ligado a un rito ni menos a un ritualismo. Aunque todo culto necesita de signos, de
manifestaciones sensibles, este tipo de culto no está esencialmente en los signos. Una
adoración en espíritu, es decir, una adoración espiritual o interior, no es material ni se
basa en ofrendas o sacrificios. La acción de ese Espíritu que Jesús da, se suscita en el
corazón. Esta es la realidad manifestada en el v.14.
10
Evangelio según San Juan Dra. María Verónica Talamé
25
Le dice la mujer: “Sé que va a venir el Mesías, el llamado Cristo. Cuando venga, nos
lo explicará todo”. 26Jesús le dice: “Yo soy, el que te está hablando”.
No es difícil ver la progresividad con que Juan va presentando la persona de
Jesús en las distintas etapas del diálogo. La samaritana, primero lo llama
simplemente “judío” (v.9). Luego le dice “Señor” (v.11). Después “judío mayor
que Jacob” (v.12). En seguida, rendida ante la evidencia, ve en Él un “profeta”
(v.19) hasta que al final, Él mismo se revela como el “Mesías, el Cristo” (vv.25-
26). Luego los samaritanos lo reconocen como Salvador (v.42). Evidentemente,
hay un “hilo rojo cristológico”, como recurso literario, por el que Juan busca
revelar la persona e identidad de Jesús, poco a poco, en la medida de la adhesión
del oyente.
A la luz de este hilo cristológico, en la tercera y última parte del diálogo, se
alcanza la cumbre. Jesús, casi hablando sólo, se revela como Mesías y como
Dios; la mujer es simple testigo de lo que el Maestro proclama tanto a la iglesia
de los judíos como al resto del mundo simbolizado en esta samaritana: “Yo soy,
el que te está hablando”. Esta auto-revelación mesiánica de Jesús, sobre el
trasfondo de la revelación de Dios a Moisés en la zarza (Ex 3,14), es una de las
revelaciones más directas y personales que se contiene este Evangelio. Jesús
revela su divinidad, y ésta es la meta del Evangelista. Estas palabras podrían ser
el título de todo el relato. El pasaje terminará con la solemne confesión de los
samaritanos “éste es verdaderamente el Salvador del mundo” que reconocen en
Jesús al “Salvador” (v.42)
En esta escena, Juan parece presentar el drama de un alma que lucha por elevarse
de las cosas del mundo, a la fe en Jesús. No sólo la samaritana, sino todo hombre
ha de llegar a reconocer quién es el que habla cuando le habla Jesús. Una de las
premisas: reconocer la necesidad de pedirle a Jesús “agua viva”. Ahí
prácticamente finaliza la 1ª Escena del cap 4 y comienza la 2ª que, después de un
párrafo introductorio, trata un tema muy repetido a lo largo del Cuarto Evangelio:
la voluntad del Padre.
27
“En esto llegaron sus discípulos y se sorprendían de que hablara con una mujer. Pero
nadie le dijo: «¿Qué quieres?» o «¿Qué hablas con ella?. 28La mujer, dejando su
cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente: 29‘Venid a ver a un hombre que me ha
dicho todo lo que he hecho. ¿No será el Cristo?’. 30Salieron de la ciudad e iban donde
él”.
11
Evangelio según San Juan Dra. María Verónica Talamé
momentánea. Estaban ante un doble escándalo. El hecho de que hablara con una
mujer y el hecho de que ésta fuera samaritana.
En el detalle de “la mujer dejando su cántaro” (v.28), no hemos de ver sólo una
razón práctica: que lo dejó para que Jesús bebiera o que tenía prisa por regresar a
la ciudad. Quizás se trate de un recurso de Juan que quiere subrayar el hecho de
que aquel cántaro, después de todo el diálogo, ya es inútil para la clase de agua
viva en la que Jesús había interesado a la mujer.
31
“Entretanto, los discípulos le insistían diciendo: «Rabbí, come».
32
Pero él les dijo: «Yo tengo para comer un alimento que vosotros no sabéis».
33
Los discípulos se decían unos a otros: «¿Le habrá traído alguien de comer?».
34
Les dice Jesús: «Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a
cabo su obra». 35¿No decís vosotros: Cuatro meses más y llega la siega?. Pues bien, yo
os digo: Alzad vuestros ojos y ved los campos, que blanquean ya para la siega. Ya 36el
segador recibe el salario, y recoge fruto para vida eterna, de modo que el sembrador se
alegra igual que el segador. 37Porque en esto resulta verdadero el refrán de que uno es
el sembrador y otro el segador: 38yo os he enviado a segar donde vosotros no os habéis
fatigado. Otros se fatigaron y vosotros os aprovecháis de su fatiga»”.
2) El segundo proverbio (vv.37-38) distingue el sembrador del segador, tema que también
tiene numerosos antecedentes en el AT (Dt 20,6; 28,30; Job 31,8). Aquí, sin embargo,
con una referencia pesimista. El advenimiento de una catástrofe impide cosechar a un
individuo lo que él mismo ha sembrado (cfr. Miq 6,15). Es muy posible, que el
proverbio citado por Jesús (“uno siembra y otro siega”), implicara originalmente una
reflexión pesimista sobre la injusticia de la vida. Sin embargo, en el v.38, Jesús aplica el
proverbio en sentido optimista. Que los discípulos han sido enviados a sembrar donde
no sembraron, es otra reflexión sobre la abundancia escatológica.
Esta comparación con la siega se refiere a los Samaritanos. Los “campos listos
para la siega” son ellos: han tenido buena disposición, y dieron frutos.
Con esta comparación, Jesús hace ver que los judíos que eran los primeros
destinatarios de la salvación, todavía no están preparados. No hay una respuesta
fiel, no hay comprensión ni fe en las palabras de Jesús. En cambio los
samaritanos que, de acuerdo a la mentalidad judía, eran herejes y por lo tanto
serían los menos indicados para recibir el anuncio de salvación y la salvación
misma, ya están preparados. Tienen buena disposición y están maduros. El
“alzaron los ojos...”, está hablando de una preparación y una maduración ya
alcanzadas. Jesús ve que Samaría reencuentra la fertilidad cuando los
11
Dt 8,3: “Te afligió, te hizo pasar hambre y te sustentó con maná, comida que ni tú ni tus padres habían
conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de
Jehová vivirá el hombre”.
13
Evangelio según San Juan Dra. María Verónica Talamé
39
“Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por las palabras de la
mujer que atestiguaba: «Me ha dicho todo lo que he hecho» 40Cuando llegaron
donde él los samaritanos, le rogaron que se quedara con ellos. Y se quedó allí
dos días. 41Y fueron muchos más los que creyeron por sus palabras, 42y decían a
la mujer: «Ya no creemos por tus palabras; que nosotros mismos hemos oído y
sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo”.
Esta escena termina con una confesión de fe en Jesús Salvador del mundo (v.42).
Pero todo el párrafo (vv.39-42) funde los temas de las dos escenas anteriores. Por
un lado, recuerda a la mujer (tan importante en la 1º escena) diciendo “la gente
del pueblo creyó en su palabra” y pone el acento en el creer por las palabras, y
no por los signos. Por otro lado, la consumación de la obra del Padre (v.34) de la
2º escena (la cosecha de los samaritanos), ahora tiene mayor permanencia. Era
“necesario” que aquella gente se encontrara con Jesús.
Los samaritanos hacen un proceso, primero creen por las palabras y el testimonio
de la Samaritana, pero después le dicen: “ya no creemos por tus palabras”, es
decir, por tu testimonio, ahora nosotros mismos hemos oído. Creen a la Palabras
de Jesús directamente y saben que es el ”Salvador del mundo”. Una confesión de
fe completa, de la mesianidad y de la misión de Jesús.
En el A.T., Yahve era la salvación de todo Israel y de cada israelita en particular
(Is 12,2; Sal 24,5; etc.). Al Mesías rey no se le daba el título de “Salvador”. ¿Qué
podía significar este título en labios de los samaritanos? En el caso de una
Samaría helenizada, quizá haya que buscar la respuesta en el mundo griego.
Entre ellos, a los dioses, a los emperadores (Adriano fue llamado “salvador del
mundo”) y a los héroes, se les solía aplicar este epíteto. El término “salvador” se
atribuirá comúnmente a Jesús después de la resurrección; pero éste es el único
caso (incluso de todos los evangelios) en que se le dice a Jesús “Salvador”
durante el ministerio público.
Si en particular la 1º escena narra los pasos que ha de dar una persona hasta
llegar a creer en Jesús, en esta 3º escena, se recoge la historia del apostolado: la
cosecha se produce fuera de Judea, entre extranjeros.
Es evidente el contraste entre la fe insuficiente de los judíos (2,23-25) fundada en
una superficial admiración ante los milagros, y la fe más profunda de los
samaritanos cimentada, primero en las palabras de una mujer “adúltera” y
después en las Palabras de Jesús. Nicodemo el maestro de Jerusalén, no fue capaz
de comprender el mensaje de Jesús cuando éste le aseguraba que el Padre había
enviado al mundo a su Hijo para que el mundo se salve por Él (3,17). Los
hombres de Samaría, en cambio, llegan pronto al conocimiento de Jesús que es
realmente el “Salvador del mundo” y partiendo del testimonio de una mujer poco
ejemplar.
14
Evangelio según San Juan Dra. María Verónica Talamé
43
“Pasados los dos días, partió de allí para Galilea. 44Pues Jesús mismo había
afirmado que un profeta no goza de estima en su patria. 45Cuando llegó, pues, a
Galilea, los galileos le hicieron un buen recibimiento, porque habían visto todo
lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido
a la fiesta”.
En este párrafo de transición entre un pasaje (Jn 4,1-42) y el otro (Jn 4,46-54 de
la curación del hijo de un funcionario real), hay algunos datos interesantes.
Primero hace una comparación entre Judea y Galilea. Galilea se la llama siempre
en la Escritura “Tierra de los gentiles”, “Galilea de los gentiles”, porque como
está al norte, en los límites con los otros pueblos paganos, tenían mucho contacto
con el paganismo. De ahí el desprecio que le tenían los de Judea: los judíos que
vivían allí, eran considerados “judíos impuros”.
Luego, la contraposición entre la incredulidad de Judea con la fe de los Galileos,
es clara. Asimismo, la ironía de que aquellos que eran considerados impuros y
despreciados, le hacen un buen recibimiento, mientras que los judíos puros y
ortodoxos (los primeros destinatarios del Mesías), no son capaces de
comprenderlo.
Jesús va a elegir vivir entre los impuros, en Nazareth que pertenecía a la Galilea
(por eso Natanael dice: “¿acaso puede salir algo bueno de Nazareth?”). Mientras
tanto, en Judea había sido rechazado e incomprendido (recordemos el episodio
del Templo y el diálogo con Nicodemo que no llega a creer en Jesús). En cambio
cuando llegó a Galilea, le hicieron un buen recibimiento. Y porque habían visto
lo que había hecho en Jerusalén, ellos también fueron a la fiesta.
Retomando nuestro esquema inicial, bien cabe la pregunta: ¿por qué el relato de
Jn 4 en torno al pozo no se concluye con un matrimonio?
La respuesta también encuentra eco en el AT. El relato de Gn 24 dice que
Rebeca, en el momento en el que se dirige al pozo, “era virgen, ningún hombre se
le había unido” (v.16). Así eran también las otras jóvenes que aparecen en Gn 29
o en Ex 2. Pero la situación de la Samaritana que ya había tenido 5 maridos, es
muy diversa.
En Jn 4, la cuestión no es por lo tanto, pretender saber quien será el marido o la
esposa, cuanto reencontrar el único y verdadero marido. Esto es, pues, lo que
sucede cuando la Samaritana acoge al “Salvador del mundo” (v.42). Este final
sorprendente para un “encuentro cercano al pozo”, corresponde entonces, a la
situación anormal que, desde el inicio, nos fue indicada al decir que la mujer se
dirigía al pozo a mediodía y no a la tarde.
De este breve análisis es posible traer algunas conclusiones interesantes entre la
relación entre el NT y el AT.
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Evangelio según San Juan Dra. María Verónica Talamé
Datos Bibliográficos
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