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Máster 2 - Literatura y civilización españolas 2019/2020

Profesora Zerrouki Saliha - Sección de Español -


Universidad Abou Bekr Belkaid

LA LITERATURA DEL SIGLO XX


APROXIMACIÓN A LAS TEORIAS LITERARIAS

FORMALISMO Y POÉTICA

1. El formalismo ruso

Es una de las corrientes de la crítica literaria que mayor importancia ha tenido –y sigue
teniendo- en las últimas décadas. Surgió en la Unión soviética en los años veinte, en torno a él
se agruparon círculos de críticos literarios y escritores que desde años atrás venían trabajando
en el terreno del análisis poético con razonamientos muy distintos a los usuales.

En efecto, frente a la tradicional concepción de la obra literaria, como medio para el


conocimiento de aspectos sociológicos, históricos e ideológicos, con lo cual se concedía la
mayor importancia a los contenidos, el formalismo afirma que el rango característico de la
percepción estética, es el principio de la sensación de la forma.

El Círculo de Praga está creado en 1926 por Román Jakobson el más destacado miembro
del grupo formalista de Moscú, el cual impulsaría el estructuralismo lingüístico, una de las
tendencias fundamentales de la moderna teoría lingüística. El aporte esencial del teórico ruso
es haber vinculado irreversiblemente los estudios literarios a los lingüísticos.

2. La Poética

Interesándose al acto del espíritu que crea una obra, precisa Paul Valéry, hablando de una
teoría de la literatura, que el nombre Poética, parece convenir al entender esta palabra según
su etimología, es decir como nombre de todo lo que se relaciona con la creación o la
composición de obras cuyo lenguaje es a la vez la sustancia y el medio- y no como conjunto
de reglas o de preceptos estéticos relativos a la poesía: ya que designa toda teoría de la
literatura.

El objeto de la poética es contestar primero a la pregunta: ¿qué es lo que hace de un mensaje


verbal una obra de arte? Porque no podemos indefinidamente hablar de literatura, juzgar en su
nombre, apreciarla por lo que es, sin asegurarnos del sentido de esta noción. A esta pregunta,
hay respuestas variadas, históricas, sociológicas, psicoanalíticas….

La respuesta que intenta dar la poética se funde en una aproximación interna de la literatura
definida como arte del lenguaje. La pregunta fundamental: ¿En qué consiste la especificidad
de la literatura como tal? o sea ¿En qué consiste la literariedad?

Jakobson que funda este nuevo concepto afirma: “Así, el objeto de la ciencia de la literatura
no es la literatura sino la literariedad, es decir lo que “hace” de una obra dada, una obra
literaria”. Dicho de otra manera, la poética no quiere constatar empíricamente la existencia
de la literatura como un corpus de obras sino que requiere su definición a partir de su
especificidad, la literariedad, que permitirá dar cuenta de todos los textos pasados, presentes
y posibles.

3. La Poética de la lectura
Máster 2 - Literatura y civilización españolas 2019/2020
Profesora Zerrouki Saliha - Sección de Español -
Universidad Abou Bekr Belkaid

¿Qué es un libro si no se abre? Un paquete de papeles; pero si lo leemos, se produce algo


extraño, ya que el libro cambia cada vez que lo leemos, la connotación de las palabras es otra,
y esto no es nada más que el acto de lectura.

La poética de la lectura quiere comprender efectivamente, como el texto se impone y con


qué procedimientos, dirige la lectura y asigna al lector un papel definido. Hemos aquí en una
formula concisa, de lo que se requiere: “La lectura forma parte del texto, está inscrita en él”.
Como le subraya Roland Barthes, en Crítica y Verdad, la obra es una forma, de cierta
manera, vacía y por naturaleza ambigua, y que rellenan significados siempre nuevos, según
las situaciones históricas y las circunstancias individuales.

Esta distinción en la obra, entre las interpretaciones eventuales y la permanencia


estructural, autoriza dos discursos diferentes de la literatura: de una parte, la crítica literaria,
que apunta un solo sentido (que es su papel), la ciencia de la literatura, que describe la
pluralidad de los sentidos, de las condiciones de inteligencia de las obras.

Esta ciencia que defiende Barthes, es la poética en sí, en su versión estructuralista: una
lingüística del discurso que se propone la construcción de modelos generativos para dar
cuenta de la “gran escritura mítica” que atraviesa, encima de los autores individuales, las
obras literarias de la humanidad.

A la crítica que pasa por la escritura y su fuerza de afirmación, Barthes opone, del otro
lado, la lectura, silenciosa, y que nadie puede decir qué sentido da a la obra, “quizá porque
este sentido siendo el deseo, se establece más allá del código de la lengua”.

Frente a este interés para el efecto propiamente estético del texto ¿qué sentimientos?, ¿qué
sensaciones procura?, la poética que se presenta como la ciencia de la literatura, intenta
encontrar en la obra la estructura que soporta diversas interpretaciones posibles y hasta,
procura dar el modelo del proceso de actualización seguido de la lectura.

La lectura parece entonces, a muchos puntos de vista, como una “concreción” del objeto
libro, reanimado por la mirada que lo recorre y la experiencia literaria y vivida del lector, del
mismo modo que Aristóteles definía la tragedia por sus efectos purgatorios –catarsis- sobre el
espectador.

Así, la literatura está concebida sobre el modelo de la comunicación, el género no aparece


como una especie de definición abstracta sino como un contrato de lectura. El género, aquí,
está visto desde un horizonte redefinido por el diálogo continuo entre la obra y el público.

Y como un género es ante todo una clase de textos y que por clase se entiende una
abstracción y que definir sus propiedades releva de una gestión teórica, esto nos lleva a decir
que el discurso sobre los géneros es siempre una reconstrucción.

Esto nos lleva a decir que: “definir los términos de los cuales usa y abusa la crítica es el
primer deber de la poética y el segundo consiste en proponer nuevos principios de
clasificación”.

Abundando en este sentido Todorov opone claramente los géneros teóricos (gestión
deductiva que parte de una hipótesis abstracta sobre criterios de definición y debe explorar
todas las combinaciones posibles) y los géneros históricos, que obedecen a una gestión
inductiva (el ideal literario de una época por la observación de un corpus de obras).

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