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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final

Prólogo

Hace algunos años sentí que el Señor me había llamado a hacer un ayuno de cuarenta
días. Cuando comencé el ayuno no podía encontrar a otra persona en los Estados Unidos
que hubiera ayunado por cuarenta días. Aunque estoy seguro de que existen muchas
personas que han ayunado una cantidad similar de días, no los pude hallar.
Fui a ver a varios doctores, amigos, líderes de la iglesia y les dije: “voy a hacer un
ayuno de cuarenta días, conforme a la guía de Dios, pero no sé cómo hacerlo”.
Finalmente, uno de los hombres con los que hablé era un evangelista y nutricionista,
que conocí en Panamá. Ese hombre era el doctor Julio César Ruibal. El doctor Ruibal
contó acerca de su propio ayuno de cuarenta días y le dio el curso a mi ayuno. El doctor
Ruibal también me comunicó lo que Dios estaba haciendo en Cali, Colombia, el lugar al
que Dios le había llamado a ministrar.

El abundante y variado surtido de drogas que proviene de Cali, Colombia, ha


producido adicción en millones de estadounidenses, y esto hace que los acontecimientos
de Cali ejerzan influencia sobre ellos. La oración y el ayuno han marcado la diferencia.
Dios levantó a un hombre en Cali para cerrar la brecha en oración y ayuno por la ciudad
de Cali y el país de Colombia. Un hombre con una visión increíble que sabía que “con
Dios nada es imposible”. Un hombre dotado por Dios de energía y determinación ex-
traordinarias que prácticamente no tiene paralelo en la iglesia actual. Este hombre es el
doctor Ruibal.

El Dr. Ruibal fue usado por Dios de una manera increíble en los comienzos de la
década del 1970 en enormes cruzadas evangelísticas en Bolivia, Colombia, Perú, Brasil y
otros países latinoamericanos. Conocido como el “apóstol de los Andes” y como el “Billy
Graham de Latinoamérica”, Julio ha llenado estadios con multitudes de hasta 1003300
personas. La historia de Julio le traerá lágrimas a los ojos, le humillará y Dios le desafiará a
usted con este testimonio en que la oración y el ayuno realmente provocan el cambio.
Muchas veces culpamos a los lideres del gobierno por la decadencia de la sociedad
pero Dios dice claramente en 2 Crónicas 7:14: “si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi
nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos
caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados y sanaré su tierra.”
Sin duda alguna, esto pone la responsabilidad sobre los hombros de la iglesia, el pueblo
“sobre el cual mi nombre es invocado”. La historia del doctor Ruibal es la de un hombre
que se humilla ante el Señor, para verlo luego irrumpir en victoria tomando pueblos,
gobiernos, y hasta una nación completa para sí.

El 13 de diciembre de 1995 recibí una llamada en la que se me anunció que mi querido


amigo Julio Ruibal (de tan sólo 42 años de edad) había sido baleado a muerte en Cali,
Colombia. Personalmente fue una tremenda pérdida, pero también reconocí que la
voluntad de Dios se estaba cumpliendo. Los capítulos finales de lo que Dios está llevando a
cabo en Cali, Colombia, todavía no se han escrito pero sabemos que la sangre de este
mártir seguirá dando fruto por muchos años más.

Dr. BtU Bright

Fundador y presidente
Cruzada estudiantil y profesional para Cristo

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
Introducción

Habiendo probado el gozo inmenso de contemplar el poder de Dios que da vuelta a las
naciones, me siento compelido por el Espíritu Santo, no sólo a contar esta historia, sino
también a exhortar al lector a buscar su lugar en la tarea de completar la cosecha de Dios
en esta hora crucial.
Siento que Dios me ha incrementado la carga de transmitir esta unción a mis
hermanos en todo el mundo, a fin de equiparlos para llevar adelante la obra de
evangelización y para pastorear las multitudes que el Señor está trayendo a su redil de
toda nación, pueblo y lengua.
Además, quiero explorar algunas cuestiones como:
¿Cuál es el propósito de Dios para los tiempos finales? ¿Qué debemos esperar que suceda?
¿Hemos de ser testigos de señales y prodigios a diario? ¿Cómo puede la iglesia prepararse
para el derramamiento del Espíritu Santo que ha de venir? ¿Hay un precio que pagar? ¿De
qué manera podemos colaborar mejor con Dios en todo el campo de la evangelización? ¿Es
posible impedir la obra del Espíritu Santo?
Todas estas cuestiones son temas clave para los tiempos finales. Si no los
comprendemos podemos caer en el sueño de las cinco vírgenes insensatas o bien podemos
involucramos en incontables actividades laterales en lugar de enfocar el propósito y plan
de Dios para estos tiempos.
Así que ruego que este libro lo anime a creer a Dios y determinar no satisfacerse con nada
menos que su perfecta voluntad.
Me alienta lo que veo en las páginas de las sagradas Escrituras. Allí veo una iglesia
victoriosa que vence a las fuerzas satánicas. Ruego que seamos parte de ello al trabajar de
acuerdo con su Santo Espíritu hasta la plena realización del plan divino. Unámonos en
espíritu y propósito: un espíritu de humildad ante Dios, permitiéndole ser Señor en todos
los aspectos de nuestra vida, como también una claridad de propósito al reconocer que
debemos dedicarle toda nuestra fuerza, nuestros talentos y finanzas, a fin de ver a los
perdidos entrar a su redil y los cristianos pastoreados de manera adecuada.
Mi oración de todos los días es: “Padre celestial, libera tu iglesia para levantar la
cosecha, y libera la cosecha para tu iglesia.”
Que Dios lo bendiga, y que su unción poderosa venga sobre usted a fin de prepararlo
para su gran cosecha del tiempo final.
Este libro se escribió antes del martirio de Julio Ruibal en el mes de diciembre de
1995. A continuación los editores publicamos lo que su esposa Ruth escribió como
epílogo del libro en inglés.

Prefacio

E ste libro fue escrito hace cuatro años, pero por alguna razón nunca sentimos la
libertad del Señor para publicarlo. A principios de diciembre de 1995 mientras orábamos
juntos, Julio me interrumpió diciendo, “¿Podrías ayudarme? Ha llegado la hora de
publicar mi libro y quisiera que escribieras el epílogo y lo actualizaras. ¿Podrías hacerme
el favor?” Le dije que con gusto lo haría. Nunca se me ocurrió pensar (ni a él) que el
escrito narraría la historia que está por leer, pues tan sólo dos semanas más tarde Julio
entregó su vida como mártir por causa del evangelio de nuestro Señor Jesucristo.
Mil novecientos noventa y cinco fue un año muy especial en Cali. Julio fue electo
fiscal de la junta directiva de la asociación de pastores. En su opinión, se trataba del puesto

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más importante en todo Cali —más importante que el consejo deliberante de la ciudad o
que ser intendente— puesto que su convicción era que los pastores conforman el lide-
razgo verdadero de cualquier urbe, ¡y justo le tocaba supervisar la junta directiva! Trabajó
con los pastores con gran entusiasmo y todos tenían en alta estima sus consejos. Dios le
había dado la capacidad no sólo de entender y apreciar la amplia gama del cristianismo
(desde los evangélicos fundamentalistas típicos hasta los pentecostales y carismáticos),
sino también de ayudarlos a comprender y aceptarse mutuamente. Como consecuencia,
fue un instrumento clave que usó Dios para brindar a la unidad un sentido más vital y
práctico para los cristianos de Cali. La experiencia de Julio en los temas de perdón y
restauración, según se describe en este libro, marcó su vida y su deseo era transmitir a
otros lo que él había aprendido a un alto costo.
Mientras los pastores planificábamos las actividades del año, el Señor nos guió a
incluir tres reuniones unidas de oración de toda la noche y también una “Marcha para Je-
sús”. La primera reunión de oración se llevó a cabo en el coliseo local y la asistencia fue de
unas 20.000 personas. Es importante que comprendamos el contexto. Cali tenía una
población de aproximadamente dos millones de personas de las cuales unas 40.000 eran
creyentes. Los pastores estaban encantados de ver la cantidad de personas que asistían a
esta reunión de oración. Cuando llegó el momento de hacer los arreglos necesarios para la
realización de la segunda reunión, tenían pensado volver a usar el coliseo. Julio intervino
diciendo que era necesario que entendiéramos la hora crucial de Dios que nos tocaba vivir
y que por lo tanto debíamos hacer lugar para la obra del Señor de una manera aun mayor.
Ante esa alternativa, los pastores solicitaron el uso del estadio de fútbol que tenía
capacidad para unas 55.000 personas.
¡Y vaya victoria que se obtuvo! ¡Esa noche de agosto asistieron al estadio entre 40.000
y 45.000 personas! ¡Dicha cifra superaba la que lograban convocar los propios equipos de
fútbol! ¡La participación de la iglesia de Jesucristo fue sobresaliente! Respondiendo a la
invitación de los pastores, el alcalde estuvo presente durante varias horas. ¡Desde la
plataforma proclamó que Jesús es Señor sobre Cali!
Los pastores ya habían solicitado a Julio que predicara un mensaje de salvación para
los que habían asistido en calidad de invitados o visitas curiosas. Cuando extendió la in-
vitación, entre 4.000 y 5.000 personas entregaron su vida al Señor Jesús. Oró por los
enfermos y hubo tantos que recibieron sanidad milagrosa que no alcanzó el tiempo para
que todos testificaran. Finalmente pidieron a todos los que habían recibido algún tipo de
sanidad que agitaran pañuelos blancos, y el estadio en pleno se regocijó al verse manchas
blancas por todas las gradas. La tercera vigilia de oración que se realizó en noviembre
contó con una asistencia de la misma magnitud y con otro mover increíble de Dios.
Los resultados de estos tiempos de ayuno y oración fueron tremendos. Apenas diez
días después de la primera reunión unida de oración comenzó a caer el cartel de Cali. Sí, al
reunirse cristianos para buscar el rostro del Señor, Dios se movió en los lugares celestiales,
y empezó el juicio del pecado. Y con cada reunión de oración veíamos más milagros como
estos: Dios se movía en respuesta a su iglesia que unida lo buscaba. En los nueve meses que
se llevaron a cabo las reuniones de oración de toda la noche, seis de los siete principales
cabecillas del narcotráfico habían sido capturados, muertos o se habían entregado ellos
mismos. El séptimo cayó nueve meses más tarde. ¿Acaso no es esto el cumplimiento de la
promesa del Señor de que donde viven los hermanos en armonía hay unción, bendición
del Señor y vida eterna (salvación)?
La Marcha para Jesús también fue de gran éxito. Aproximadamente 80.000 creyentes
se reunieron para marchar por las calles de Cali proclamando a Jesús como Señor sobre la
ciudad y como la única respuesta para las necesidades de la humanidad. Las calles
quedaron paralizadas al marchar las personas por la ciudad. Fue la marcha más grande en
su historia. Desde el centro de la marcha no se alcanzaba a ver el principio ni el final; fue
un evento masivo. Sin embargo, de la misma manera que sucedió con las reuniones de
oración de toda la noche, la marcha no fue reportada en los periódicos locales. ¡Qué

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maravilloso es saber que el Señor es quien se encarga de llevar la cuenta y que el enemigo
también sabe cuándo ha sido denotado!
No nos sorprendió saber que el Señor estaba llevando a su iglesia hacia la victoria ya
que se incrementaron las amenazas a nuestra vida. A principios de año, unos matones a
sueldo entraron a nuestra propiedad, robaron algunos artículos, dispararon en el cuello a
uno de los jóvenes, Oscar, y dejaron una nota que decía que regresarían por el pastor Julio.
(Oscar tuvo una recuperación milagrosa sin sufrir daños permanentes.) A medida que
avanzaba el año, se incrementaban las amenazas. El Señor le habló a Julio sobre el tema de
conseguir protección, y así fue que empleamos a Attilio que lo acompañaba a todas partes-
Recibimos llamadas telefónicas y cartas. Algunos asesinos a sueldo llegaron a interceptar
nuestro automóvil diciendo que matarían a Julio y a Attilio antes de fin de año. A Attilio
le dispararon tres veces, pero el Señor lo protegió en forma milagrosa impidiendo que
hicieran blanco. Tomamos todas las precauciones que pudimos, pero sabíamos que era el
Señor el que debía salvarnos. Como solía decir Julio: “Un candidato presidencial fue
asesinado con catorce guardaespaldas, así que sabemos que nuestra verdadera protección
viene del Señor. Yo sé que soy inmortal hasta que haya hecho todo lo que el Señor tiene
para que yo haga”.
Al aproximarse el fin de 1995, también se acercaba el tiempo de las elecciones para el
año siguiente de la junta directiva de la asociación de pastores. Julio se dio cuenta de que a
consecuencia de la increíble respuesta de los creyentes durante el año, estar en la junta
directiva también se había vuelto algo muy atractivo. Estaba preocupado al percibir que
algunas de las denominaciones tenían pensado procurar que se eligiera su propio
representante en lugar de buscar el varón de Dios para este momento importante en la
historia de la ciudad. Por causa de esto él sentí a la necesidad de ayunar y orar para que
fueran elegidos los que Dios había levantado para ese momento. Durante esos días de
ayuno, oramos juntos más horas de las que acostumbrábamos. El luchó en el espíritu por
dos asuntos específicos: la continuidad y mayor profundidad de la unidad de pastores y
creyentes que estábamos viviendo en Cali y el mover de Dios en esta ciudad que él veía
como algo inminente mientras él insistía en oración por otros pidiendo que tuvieran la
capacidad de comprender la importancia de la hora.
Al sexto día de su ayuno, sentía entusiasmo por asistir a la reunión de la junta
directiva de los pastores. Se dirigió animado a la reunión en la iglesia presbiteriana,
convencido de que el Señor había escuchado sus oraciones y se sentía energizado por lo
que el Señor le había hablado referente al gran mover de Dios que superaría cualquier
cosa que pudiéramos comprender, y cambiaría la historia de la ciudad y de la nación. ¡Sí,
finalmente estábamos en el umbral del cumplimiento de las promesas que el Señor nos
había dado en 1979!
A causa de todas las amenazas hechas a su vida, Julio nunca iba a ninguna parte solo;
Attilio lo acompañaba a todas partes. Sarah había ido con ellos para poder seguir viaje en
el auto con Attilio y así recoger a Abigail y luego volver a buscar a Julio. Esa tarde, Julio
insistió que lo dejaran en la esquina, a unos pasos apenas de la entrada a la iglesia
presbiteriana. Attilio insistió que debía acompañarlo, pero Julio permaneció aun más
firme en su idea de ir solo. Y así solo se dirigió a su martirio: dos asesinos a sueldo lo
estaban esperando. De haberlo acompañado Attilio, lo más seguro es que habrían sido
asesinados los tres, incluyendo a Sarah. Pero como Julio había estado ayunando y
buscando al Señor, tengo la seguridad plena de que fue el Señor, sabiendo que su hora
había llegado, el que guió a Julio para que hiciera algo tan diferente como ir sin
acompañamiento.
Unos pocos minutos después, el 18 de diciembre de 1995, recibí una llamada
telefónica de uno de los pastores diciéndome que Julio acababa de recibir un disparo.
Cuando llegué a la iglesia, Julio, con dos balazos atravesándole la cabeza, yacía en el suelo
a la entrada de la propiedad de la iglesia.

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Al sentarme junto a él, me di cuenta que estaba en tierra santa donde se había
derramado la sangre de un verdadero mártir. De inmediato arreglé cuentas con el Señor:
él es perfecto, hace bien todas las cosas y nunca haría nada con el fin de lastimarnos; por
lo tanto, acepté esto también de su mano y en mi dolor le dije que mi alma estaba en paz.
Lo que por un lado era una tragedia horrible, también resultaba ser sorprendente y pro-
fundamente sagrado.

Los pastores me acompañaron y aproximadamente una hora después llegaron nuestras


dos hijas, Abigail (18 años) y Sarah (16). Al principio se siente un choque, un enorme-
mente profundo dolor físico y emocional, y una dificultad para comprender la realidad de
lo sucedido. Sin embargo, con el correr de las horas, comenzamos a ver el despliegue del
plan de Dios. Nuestro espíritu y nuestra mente recibieron consuelo al saber que el Señor,
en su gran amor y misericordia, nos había encomendado uno de los privilegios más
elevados: entregar nuestro ser más querido como mártir por causa del evangelio del Señor
Jesucristo. Un llamado tan elevado y santo exigía de nosotros una entrega completa para
ver surgir el plan de Dios y luego alcanzar su plenitud. A pesar de que nuestras hijas son
jóvenes, son fuertes en el Señor y son de gran aliento para todos nosotros.

Como ya dije con anterioridad, Julio estaba en su sexto día de ayuno cuando el Señor lo
llamó al hogar. Aunque lo acompañé en el ayuno, esta vez fue diferente; él había entrado
a un punto de lucha espiritual al que yo no podía ir. Era como si él estuviera dando a luz
algo que estaba más allá de mi capacidad o sencillamente se trataba de un sitio al cual el
Señor no me había llamado. Sin embargo, durante esos días sí experimenté una agonía del
alma, una tristeza profunda, que me llevó a preguntarme si el Señor se llevaría a la esposa
de nuestro copastor (que padecía de cáncer) o si yo tendría algún problema físico. Esto
duró por espacio de cinco días y al morir Julio se intensificó durante un día y luego se fue.
Era como si yo hubiera pasado por un período de duelo antes de que sucediera nada.
Durante los seis días de ayuno, el Señor mostró a Julio muchas cosas más que él me
conté acerca del obrar y el inminente mover de Dios en Cali. En ocasiones hablaba de
manera tan profética que me daba cuenta que estaba hablando en el Espíritu y que era
necesario que escuchara, a pesar de que en ese momento no parecía encajar. A partir de
estas conversaciones, ahora veo que el Señor me estaba preparando para la partida de
Julio, aunque a ninguno de los dos se le había ocurrido en ese momento.
Julio también luchaba en oración por las finanzas:
¿Acaso debíamos estar haciendo algo más para recaudar fondos para Villa Cristiana,
comunicaciones o incluso para las necesidades de nuestra familia? El día anterior a su
partida, me dijo que el Señor le había dicho que las personas nos iban a apoyar y que el
mover de Dios en Cali seria tan grande que las finanzas no representarían un problema,
sino que más bien tendríamos suficiente para dar a otros. En lo material, me dejó dos
automóviles, un Chevy 1968, un Trooper 1990 y un teléfono celular. A pesar de ello, me
siento completamente segura en el Señor ya que Julio nos dejó los bienes que tienen
verdadero valor: las promesas del Señor, su unción y sus provisiones, y por cierto esto
hace que seamos personas ricas. Julio sabía cómo hacer grandes depósitos en el reino de
los cielos donde el orín y la polilla no pueden corromper. Pareciera no haber ningún
aspecto que él haya dejado sin dirección y supervisión espirituales, e incluso dejó muchas
cosas por escrito. Estoy sumamente agradecida por un varón de Dios tan sensible al
Espíritu Santo.
El día antes de morir, fuimos hasta el lugar en Villa Cristiana donde hemos estado
construyendo la sede que incluye también una casa para nosotros. Me explicó: “Puedes
ver cómo hemos pasado los últimos años levantando este cimiento que debe resistir los
terremotos y otros desastres. Sabemos que el fundamento es sólido, pero no hay mucho

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que se pueda ver. Ahora estamos empezando a levantar las paredes de la casa y es trabajo
rápido y muy visible. Así es la obra de Cali; el fundamento es sólido, pero no hay mucho
que se pueda ver. Pero ahora es el tiempo del mover de Dios y este será visto y sacudirá a
la nación completa hasta cambiar su historia por medio del evangelio; sólo desearía que
otros vieran lo que estoy viendo yo”.

Cali misma se conmovió ante la muerte de Julio. Los periódicos, la televisión y la radio
presentaron artículos durante varios días. Un artículo se titulaba “¡Mataron al último
santo viviente!” El último partido de fútbol de la serie dedicó el medio tiempo como
homenaje a Julio. Los hermanos de Brasil dijeron que los maleteros en el aeropuerto
estaban hablando de la muerte de Julio y luego el taxista hizo lo mismo al llevarlos hacia
el centro. Incluso un traficante de drogas se puso en contacto con nosotros ofreciéndonos
hombres para protegernos, automóviles a prueba de balas o cualquier cosa que nos hiciera
falta. ¡Luego agregó que él sabía que necesitaban lo que nosotros tenemos y nos pidió que
los ayudáramos! Ahora estamos trabajando con su familia.
El servicio del funeral se hizo en Villa Cristiana el sábado, 16 de diciembre. Asistieron
entre 1.500 y 2.000 personas, representando a casi todas las iglesias incluyendo dos tribus
indígenas diferentes y unos sacerdotes y monjas. También asistieron al servicio amigos de
cinco países diferentes y de toda Colombia cuyas vidas habían sido impactadas por la vida
de Julio. El Señor nos dio una fortaleza increíble al atestiguar como familia la innegable
verdad de que esta semilla va a producir una cosecha que supera lo que podamos imaginar
en este momento. Fue un tiempo de desafío para buscar al Señor y seguir avanzando con
firmeza con la fuerza que nos da Dios a fin de ver el cumplimiento pleno de su plan.
Hacia el final del servicio, los pastores me preguntaron si podían juntarse para hacer
un pacto delante del Señor para la unidad de los creyentes, y que deseaban prometer al
Señor y los unos a los otros que seguirían buscando juntos la unidad a fin de ver el
cumplimiento de los propósitos de Dios en esta tierra. Fue tan evidente la presencia del
Señor que todos la percibían. Para mí este fue el evento de mayor importancia en la
historia de Cali. Sí, este día de tristeza natural cambió convirtiéndose en uno de gozo al
experimentar y anticipar el maravilloso mover de Dios. En un futuro cercano, al mirar
este momento en retrospección, será evidente que valió la pena. Si el ayuno y la oración
unidos han causado tal avance del evangelio produciendo la caída del cartel y derribando
fortalezas, ¡cuánto más lo hará la sangre de un mártir!
..... Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva
mucho fruto” (Juan 12:24). Ciertamente se avecina una gran cosecha y ya estamos viendo
cómo se mueve el Señor de maneras maravillosas. Durante este último año y medio
posterior al martirio de Julio, yo, como miembro de la Junta Directiva de la asociación de
pastores, he sido testigo de innumerables problemas en iglesias y pastores que se han
resuelto según la voluntad de Dios. Estos hombres de Dios declaraban simplemente:
“Tenemos un pacto de unidad y no permitiremos que nada lo destruya. Buscaremos al
Señor hasta lograr su solución para este problema”. Y cada vez el Señor en su fidelidad
proporcionó la sabiduría que se necesitaba.

Las reuniones de oración de toda la noche han crecido hasta albergar 55.000 personas
en el estadio y miles han debido quedarse afuera. Para fines de 1996 los oficiales de la
ciudad vinieron a la iglesia para pedir oración. Lo que pedían era “una Cali diferente.
Estamos cansados de la violencia, las drogas y todo lo que las acompaña. Ustedes, los
cristianos, tienen la respuesta. Oren por el alcalde, el consejo de la ciudad y la ciudad
misma”.
Para las celebraciones de Navidad, ¡la ciudad solicité y se hizo cargo de los gastos para
que los cristianos dispusiéramos del coliseo durante las cuatro noches principales a fin de
presentar música cristiana y predicar el evangelio!
Todo lo que está sucediendo es una historia aparte y deberá ser narrada en otro lugar.

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Estamos en el comienzo del mover de Dios que vio Julio con tanta claridad en el
Espíritu, y sabemos que sólo es el principio. Si la siembra trajo a 20.000, 60.000, 70.000 y
100.000 personas para escuchar el evangelio, ¿cuál será la cosecha? ¡La sangre del mártir sí
dama y el Señor sí responde!
Durante los últimos dos años anteriores a la muerte de Julio, él se sintió sumamente
bendecido y privilegiado al desarrollar una muy estrecha y especial relación con dos
varones de Dios que le fueron de gran aliento. Uno de estos hombres fue el doctor Bill
Bright, fundador y presidente de la Cruzada Estudiantil para Cristo, un hombre que tuvo
la capacidad de extenderse más allá de los límites de su propio ministerio maravilloso y
abrazar la obra que el Señor estaba haciendo en Cali a través del ministerio de Julio. El
doctor Bright nos recibió en su vida con mucha gracia y bendición, proporcionándonos
gran gozo y consuelo en esos últimos días de persecución. Es posible que no se dé cuenta
cuánto valor tenían para nosotros su amistad y su aporte. El otro hombre fue Benny Hinn
que era un hermano espiritual para Julio; es decir, ambos tenían a Kathryn Kuhlman
como su madre espiritual. La calidez y la apertura de Benny hacia nosotros constituyó otra
bendición y un enriquecimiento para nuestras vidas.

Fue de manera indirecta, a través del doctor Bill Bright que Promise Keepers se puso
en contacto con Julio. El doctor Bright había invitado a Julio para hablar en las reuniones
de “Ayuno y oración” de 1994 y 1995 en Orlando y Los Ángeles respectivamente. Como
Julio era uno de los dos hombres que el doctor Bright conocía que habían ayunado por
espacio de cuarenta días, quería que otros escucharan el testimonio de cómo se había
movido Dios en respuesta a ese tiempo de ayuno. Los líderes de Promise Keepers habían
asistido a la “Reunión de ayuno” de 1995 y después de escuchar el testimonio de Julio lo
invitaron a hablar sobre el poder de la oración y el ayuno en su reunión para pastores en
febrero de 1996 en Atlanta, Georgia. Para cuando llegó la fecha del evento, Julio ya se
había ido a la presencia del Señor, pero mostraron un video de su testimonio durante las
sesiones que tuvo un gran impacto sobre los que lo vieron.

Durante los años de siembra, Julio sintió que el Señor le había dicho que él era un
pastor con llamado apostólico, y Ekklesia (nuestra iglesia local) da fe de ello. Pero durante
los últimos años, el Señor volvió a lanzar a Julio hacia las naciones. Parte de esto ya está
registrado en este libro. A medida que el Señor lo impulsó a salir, se convirtió en un
apóstol con llamado pastoral. Ministró a cantidades incontables de pastores y líderes
cristianos por todos los países de Latinoamérica como también de Europa, los Estados
Unidos y Canadá. Las iglesias y vidas que fueron cambiadas al señalarles el camino hacia
Jesús e impartirles visión y comprensión para los días que nos tocan vivir, son un tes-
timonio de su apostolado. Docenas de iglesias han sido establecidas y un sinnúmero de
líderes se han visto fortalecidos como resultado del ministerio de Julio a lo largo de estos
años. He recibido mensajes de dieciocho países en Latinoamérica, como también de
Europa y de Australia desde la muerte de Julio. La declaración más frecuente que he
escuchado con respecto a él es: “No he sido el mismo desde que lo conocí a Julio; mi vida y
ministerio han experimentando un cambio rotundo por causa de su ministerio”, “Fue un
padre para mi -

Este relato no sería completo si no tratara una de las últimas situaciones, pero la más
crucial, en la vida de Julio. Como leerán en el capítulo Tiempo de reconciliación, había
pasado por ciertas circunstancias difíciles en las que había sido herido y en consecuencia
estaba distanciado de unos amigos muy cercanos. Sin embargo, el Señor trató con él y le
enseñó que un varón de Dios no podía permitirse estar ofendido, sino que debía reflejar a
Jesús en todas las situaciones: debía ser un “hijo del Altísimo”.

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Aproximadamente un mes antes de la muerte de Julio, surgió otra situación cuando
algunas de las mismas personas involucradas en el primer acontecimiento se refirieron a
Julio de manera negativa en otro país sin contar con los hechos para poder emitir un juicio
acertado. Julio empezó a recibir llamadas y mensajes por fax internacionales y, al recibir
estas preguntas y acusaciones, se dio cuenta de lo que había pasado. Estaba muy molesto
por el asunto, en especial al ver lo que el Señor estaba haciendo a través de la unidad de
los pastores en Cali. “~Cómo puede ser esto? ¿Cómo es posible que esta persona haga esto
después de todo lo que ha hecho el Señor?” Su espíritu estaba desconcertado y finalmente
me dijo: “Voy a hacer una cita y enfrentar a este hermano con la situación. No es posible
que a esta altura estemos pasando por este asunto.” Sin embargo, no hizo la cita de inme-
diato, y seguía estando irritado en su espíritu ya que no podía comprender cómo podía
suceder algo semejante.

Luego de varios días, me preguntó: “Querida, ¿por qué está ocurriendo esto?” Casi sin
pensar una respuesta le solté: “Es tu examen final. Esto no tiene nada que ver con el
hermano involucrado. Dios te está haciendo un examen final para ver cuánto crees en la
unidad. Si el hermano ha obrado mal, Dios tratará con él y lo ayudará a ver su error. Pero
ahora la pregunta es, ‘J’ermitirás que esto te ofenda?’ Es como el caso de José y sus
hermanos. Ellos vendieron a José y luego José les dio otra oportunidad, esta vez la de
vender en forma legítima al hijo preferido, Benjamín. Pero ellos se habían arrepentido y
no lo vendieron y esto fue su salvación. Ahora Dios te está haciendo un examen final. ¿Te
ofenderás?” Al decir esto, exclamó: “~Sí, eso es!” y se dirigió al teléfono e invitó al
hermano y a su esposa. Al día siguiente cuando estaban en nuestra casa, Julio los trató a
cuerpo de rey. En ningún momento mencionó el problema, sino que con sinceridad se
extendió a ellos de una manera que me dejó con la boca abierta. Después de que se hubie-
ran ido, me preguntó, “~,Cómo estuve?” y le respondí, “Los trataste como varón santo de
Dios que eres. Estoy orgullosa de ti”. (Poco después, se dio cuenta de que el hermano no
había hablado en forma maliciosa sino que lo había hecho sin estar al tanto de todos los
hechos. Pese a lo que el enemigo hubiera deseado hacemos creer, no había sido su in-
tención causar un problema.) Dos días después, el Señor le dio a Julio el más alto
privilegio que podemos tener como cristianos: murió como mártir por causa del evangelio.
No sé por qué usé las palabras “examen finar’ en lugar de “prueba”, excepto que fue del
Espíritu Santo. Pero personalmente creo que Julio no habría muerto como mártir si no
hubiera pasado ese examen final.

En cualquier aspecto de su vida, ya sea su vida personal como esposo, padre de


nuestras hijas, hijo de sus padres o amigo, o en su vida de ministerio como pastor, apóstol,
fiscal de la asociación de pastores, consejero o en cualquier cosa que haya hecho, Julio fue
un santo varón de Dios. Era un varón de Dios que no se avergonzaba de admitir sus
errores y pedir perdón. Era un varón de Dios con capacidad para reflejar el amor de Jesús
a todos nosotros.

Ruth Johnson de Ruibal


w
1 Despertar en Bolivia

Acababa de terminar la predicación del evangelio a 60.000 personas. Era el segundo día de
una cruzada de treinta y dos días en la ciudad de Santa Cruz. La multitud había oído la
palabra de Dios con reverencia y muchos habían sido salvados y sanados.
Los guardias del ejército a cargo de mi protección trajeron una camilla en la que yacía
un hombre que había sido soldado. Su columna estaba despedazada por unos disparos de

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ametralladora producidos en un combate entre el ejército y la guerrilla. Dios
milagrosamente tocó a este hombre que ahora estaba erguido frente a mí. Levantó su
camilla y se alejó caminando.
Otros milagros sucedieron en las próximas tres horas. Supe de ellos a través de la
radio, pues al terminar mi participación, me retiré de la reunión, y ahora Dios estaba
terminando la suya. Esto era el cumplimiento de lo que Dios me había dicho en mis
primeros días en la fe, luego de mi experiencia de salvación. Nunca sospeché la grandeza
de su promesa.

Todo empezó alrededor de un año y medio antes, a fines de 1971, cuando yo era un
alumno boliviano cursando estudios básicos de medicina en los Estados Unidos. Nunca ha-
bía oído el término “nacer de nuevo”, ni tampoco sabía nada acerca de las manifestaciones
del Espíritu Santo. Pero un día me fue predicado y demostrado el evangelio con poder en
un servicio de Kathryn Kuhlman en el auditorio “Shrine” en la ciudad de Los Ángeles,
California.
Desde mi adolescencia, me había interesado lo sobrenatural. Desilusionado con las
tradiciones católicas, me di al yoga, al misticismo y al ocultismo. Las sanidades sobrena-
turales se trataban con frecuencia en el ocultismo, pero rara vez se veía una. Además, al
ser un estudiante de medicina la sanidad me interesaba mucho. Ahora, en vez de en-
contrar un templo místico escondido en algún lado con incienso y gurúes, hallé un teatro
lleno con siete mil personas alabando a Dios y una mujer frágil predicando sobre Jesús el
amigo, el Cristo vivo y resucitado.
Su voz parecía pronunciar con cuidado las palabras cuando comenzaron a ocurrir las
sanidades. Un niño ciego con la cabeza totalmente afeitada se sentó frente a mí. Se le
había operado de un tumor maligno en el cerebro que le había causado la ceguera. Ahí
mismo, frente a mí, recibió la vista. Su madre lloró con tanta fuerza que se desmayó de la
emoción. Ocurrieron otras sanidades más. Incluso yo mismo fui curado de un problema en
la espalda que tenía desde mi adolescencia. Lo más increíble fue que Kathryn señaló,
después de tantas sanidades, que “el suceso más importante de este día todavía no ha
ocurrido. Nadie se mueva, nadie se vaya del auditorio. Si no le ha dado su vida a Jesús, le
falta el milagro más importante. Nuestros cuerpos, sanos o enfermos, van a ser destruidos
por la muerte, pero el alma que se salva por su poder, por medio del nuevo nacimiento, es
eterna” -
Ante su convocatoria, pasé al frente. Ella oró por todos los que habían sido sanados. Al
ir caminando hacia ella, me miró y me dijo: “Yo lo sabia, yo lo sabía, yo lo sabía.” Inme-
diatamente fui tocado por el Espíritu Santo, pero “lo más importante” que me ocurrió es
que fui salvo.
Asombrado por lo que había visto en ese lugar, donde se manifestó la gloria de Dios de
manera tan maravillosa, me dispuse a avanzar en esta nueva vida. Los cambios ocurrieron
con rapidez en mi vida. Habiendo probado el ocultismo, ahora sabía que estaba en
contacto con la viva realidad de Jesús, siendo la otra falsa.
El Señor entró a mi vida en un momento crucial. Me rescató de las garras de Satanás y
me separó para cumplir sus propósitos cuando me encontraba en una confusión terrible
con una enfermedad física, sin poder determinar la causa del problema. Estaba
emocionalmente herido y buscaba desesperadamente respuestas para mi vida. Cuando
Cristo vino a mí no perdí nada, y gané todo. A menudo me había preguntado si llegaría a
terminar mis estudios ya que mi vista se estaba deteriorando, al punto de dudar si seguiría
con vida ya que tanto estaba operando en mi contra. El Señor llegó, me libró de la
opresión satánica, me dio un propósito, sanó todas mis enfermedades (jaquecas severas,
problemas de espalda y deterioro de la visión), y me restauró el alma. Verdaderamente no
existe otro camino:
Jesús es el único camino.

9
Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
Habiendo sido bautizado milagrosamente en el Espíritu Santo al día siguiente de mi
conversión, pronto me di cuenta que debía comunicar esta experiencia a mis amigos y
parientes en mi país natal, Bolivia. Escribí cartas, enne grabaciones.para explicar mi
conversión y les invité a convertirse en hijos de Dios por medio de la sangre del Cordero.
Mi vida había dado un giro tan radical que, al poco tiempo, mis estudios de medicina se
volvieron secundarios, no porque no los considerara importantes, sino porque entendí que
existía algo de mayor prioridad: las almas de los hombres. Entendí que no sólo somos
llamados a ser salvos, sino que también tenemos la responsabilidad de llevar las buenas
nuevas a los perdidos. Mi vida experimentó mayores cambios al recibir promesas
específicas que me iba comunicando el Espíritu Santo con relación a lo que llegaría a ser
mi ministerio en Sudamérica.
Antes de partir, fui a otra reunión de Kathryn Kuhlman en el auditorio “Shrine”. Con
tan sólo unos pocos meses de vida en el Señor, me estaba preparando para salir del país en
mi primera gira misionera y quería escuchar a Kathryn Kuhlman una vez más. Llegué
muy tarde al auditorio, así que me ubiqué con un grupo de personas en un lugar
designado fuera del recinto. Algunos estaban en sillas de ruedas, otros tenían bastones,
muletas y otras prótesis y elementos de ayuda. Todos estaban esperando entrar al
auditorio. Pero el lugar estaba lleno y los de afuera esperaban a que los de adentro
recibieran su sanidad y se fueran, para poder entrar.
Mientras yo esperaba parado allí, el Señor me dijo: “Párate en una silla y predica”. Mi
cabello era largo y tenía una camisa mexicana arrugada y pantalones vaqueros viejos; me
veía extraño. Luego de luchar con él un poco, respondí a sus instrucciones. Me puse de pie
y dije: “Pueblo, ¿qué es lo que nos hace pensar que Dios está limitado por esa pared? Si
Dios sana adentro, ciertamente puede sanar aquí afuera. Yo puedo orar por quien lo
desee-”
Me miraron con sorpresa, pero nadie dijo nada. Al bajarme de la silla, un anciano
deformado, que sufría de artritis, gritó desde el fondo: “Joven, ore por mí.” Sentí que debía
hacerle venir al lugar donde Dios me había dicho que me parara. Con gran dolor y
esfuerzo, se abrió paso lentamente entre la gente y se acercó hasta donde yo estaba.
Cuando todos los ojos estaban puestos en mí, me asusté. Cerré mis ojos y comencé a orar,
y al extender mis manos hacia el hombre, mi oración fue interrumpida por su grito. Soltó
su bastón y ni bien dijo “~Aleluya, he sido sanado!”, comenzó a correr de un lado para el
otro.
Mientras esto ocurría, todos se desenfrenaron y cerca de cuarenta personas recibieron
sanidades increíbles. Una mujer con cáncer de piel, otra con una prótesis en el cuello y
muchos otros con toda clase de enfermedades se me acercaron para solicitar oración y
fueron sanados. Los ujieres al oír la conmoción vinieron a ver lo que pasaba. Preocupados
por lo que ocurría, fueron a preguntarle a Kathryn Kuhlman si debieran detenerme y
llamar a la policía. Ella les dijo que no intervinieran.
Sin buscarlo, había empezado a desenvolverme en un ministerio que en los años
venideros me llevaría a las naciones del mundo. Las indicaciones de parte de Dios son
muy importantes.
Sin embargo, aún no estaba preparado para salir. Necesitaba ser sanado en la mente y
el corazón antes de partir hacia Sudamérica; también necesitaba adiestramiento. Así que
viajé a varias partes de los Estados Unidos adquiriendo experiencia y capacitación en la
obra. En la última etapa de esta preparación, el Señor me dijo que él se iba a mover con tal
poder en Sudamérica que los estadios no alcanzarían para contener las multitudes.
En aquel momento no sentí la inclinación de asistir a un seminario o escuela bíblica.
El Espíritu Santo sería mi primer maestro para poder tratar profundamente con mi
corazón y mi vida mientras me abocaba a pasar incontables horas en oración, ayuno y el
estudio de las Escrituras. Debía determinar si yo estaba dispuesto a dejar que Dios fuera el
Señor sobre todo lo que tenía.

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
Comenzó con mi deseo de convertirme en médico, un sueño que había tenido desde
los seis años de edad. Mi sueño era volver a Bolivia como cirujano y viajar por los ríos de
la selva, donde había pasado los años más preciados de mi adolescencia. Ahora Dios me
decía, “entrégame ese sueno -Me mostró que mi gozo no sería producto de una carrera
exitosa (aunque esa carrera fuera muy noble) sino la consecuencia de mi obediencia a él.
El Señor trató conmigo con mucha claridad respecto a mis posesiones y finanzas.
Dicho en palabras simples, el Señor me dijo: “Si todo lo que tienes se vuelve mío, todo lo
mío será tuyo.” Yo necesitaba afirmar ese concepto puesto que en los años venideros
llegaría a tener una dependencia total de su provisión, ya que no recibiría sustento ni
patrocinio de ninguna organización o denominación.
Cuando llegó la hora, dejé los Estados Unidos con rumbo a Bolivia, mi tierra natal.

Por mucho tiempo Bolivia era conocida como la tierra de las revoluciones, con más
presidentes que años de independencia. (Una vez, tres presidentes fueron designados en
un período de cuatro horas.) La pobreza, la inestabilidad y la opresión demoníaca eran
características de esa nación.
La iglesia más grande de las Asambleas de Dios en el país contaba con noventa
miembros. La mayor iglesia bautista, luego de décadas de ministerio, tenía setenta
miembros. ¡Ambas localizadas en la ciudad capital! Las iglesias en el resto del país eran
similares. Se creía que Bolivia era un país tan difícil como Japón para entrar con el
evangelio. Era uno de los pocos países en que el diablo era alabado públicamente.
Mi ministerio comenzó con familiares y amigos. Ellos eran los que mejor me conocían
como para entender que algo radical había ocurrido en mi vida. Muchos fueron salvados y
se sumaron a un pequeño núcleo de creyentes. Comenzaron a escribir canciones cristianas
ya que no conocíamos ninguna en español aparte de algunas traducidas del inglés. Al
predicarles a mis familiares y amigos, Dios comenzó a moverse con señales. La gente
recibía el toque milagroso del Señor y era sanada. Ese pequeño núcleo creció a 20, 50 y
100 personas.
Comenzamos a reunirnos en hogares y auditorios. Marchamos por las calles,
predicamos en las plazas y el grupo creció aun más. La pandilla más brava del país se salvó
y se unió a nosotros. Las casas y los auditorios ya no podían contenemos así que
comenzamos a reunirnos en parques. Al poco tiempo, nos estábamos reuniendo en
coliseos. Seis mil personas vinieron a oír el evangelio y ver las señales y prodigios que
seguían a la predicación. Aquellos que eran sanados y salvados se lo contaban a sus
amigos.
En aquel momento, David Farah, director de los traductores bíblicos Wycliff en
Bolivia, me pidió si podíamos ir
a predicar a uno de los miembros del gabinete del presidente Banzer. El hombre se había
caído por un barranco en un accidente automovilístico que le provocó la rotura de la mé-
dula. Tenía parálisis de la cintura para abajo. Los médicos no veían ninguna posibilidad de
recuperación. Luego de expresar mi temor de que nos tomaran por magos, David me dijo
que el funcionario del gabinete sólo deseaba oración, entonces accedí a ir.
Luego de llevar a este paralítico a conocer al Señor, oramos por su necesidad física.
Mientras oraba, uno de sus familiares gritó “~ Estás moviendo los dedos de los pies!”
Inmediatamente empezó a mover sus piernas. ¡Había recibido sanidad instantánea!
Como resultado, dos semanas más tarde, el presidente envió su limosina para pedirme
una entrevista personal. Durante la entrevista, tuve la audacia de decirle al presidente que
se lo veía cansado y agotado. Tal vez era muy grande la carga de llevar las
responsabilidades de la presidencia a solas. Nos retiramos a un lugar privado para con-
versar con su esposa, y los guié en una oración de arrepentimiento. Ambos se postraron y
aceptaron al Señor.

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
Como resultado de su conversión, el presidente pregunté: “~Qué puedo hacer por
usted?” Yo respondí: “Nada, no necesito nada para mí, pero Bolivia necesita oír el evange-
lio. Necesitamos estadios, espacio en la televisión,” (en aquel entonces sólo había un canal
de televisión con una audiencia de 1.000.000 de personas) “y un medio de transporte para
viajar de una ciudad a otra”.
Así que abrió a Bolivia para la predicación del evangelio. El presidente nos dio
horarios de mayor audiencia en la televisión y en la radio. Hizo que uno de sus asistentes
llamara a cada uno de los intendentes de las ciudades principales a fin de que hicieran
arreglos para invitarnos a predicar en esos lugares. Miles vinieron para oír la palabra de
Dios y ver las sanidades y prodigios. Se cumplió la palabra del Señor; los estadios ya no
podían contener a las multitudes.
Nuestra última reunión durante esta temporada de avivamiento en Bolivia fue en La
Paz, la ciudad capital. Veintidós mil personas pasaron toda la noche en el estadio para
anticiparse a la reunión a llevarse a cabo a las 10 horas de la siguiente mañana. Hubo un
influjo de 40.000 per. sonas. Las multitudes empujaban las puertas para entrar, sin poder
creer que el estadio ya estaba lleno. El jefe de la policía estaba aterrado y pidió ayuda ya
que era la primera vez que semejante cantidad de personas se reunía en esa ciudad.
Tuvimos que llevar a cabo dos servicios, uno adentro y otro afuera.
Ya no alcanzaban los estadios para reunir las multitudes que venían a oír fa palabra de
Dios y ver su poder manifiesto. Ahora teníamos que buscar espacios abiertos, montañas o
monumentos donde pudieran acceder 60.000, 70.000 u 80.000 personas. Dado que Bolivia
no tenía sistemas de sonido con suficiente potencia para alcanzar tan inmensa multitud,
utilizamos las estaciones de radio para transmitir la señal y los concurrentes llevaban sus
radios portátiles y levantaban el volumen para que los que no tenían radio pudieran
escuchar.
Las sanidades se dieron en tales proporciones que docenas de muletas, prótesis
ortopédicas, cañas y bastones se recogían después de cada reunión. Las sanidades se daban
tanto en los oficiales militares como en los campesinos pobres. Todo el país oyó y millones
de personas por todo el mundo leyeron los reportajes de lo que Dios estaba haciendo en
este pequeño país en el medio de Sudamerica.
En ciertos momentos, las multitudes en ansiosa expectativa de un milagro, se reunían
en lugares donde no se había anunciado nuestra presencia. Esto ocurrió en Portachuelo,
un pueblo en las planicies bajas de Bolivia, cerca de Santa Cruz. El intendente, en su
desesperación, se comunicó con nosotros. “Lo estamos esperando. Hay miles de personas
que han venido aquí trayendo consigo a sus parientes y amigos enfermos o minusválidos.
Han viajado
mucha distancia para recibir oración. Por favor, ¿podría usted venir?”
El Espíritu Santo me dio la única solución posible. “Volaremos sobre el pueblo.
Ténganlos listos a todos, oraremos desde el avión. Prepárense para el mover de Dios.” (El
presidente había puesto a nuestra disposición un avión de la fuerza aérea con su
tripulación.)
Así que volamos sobre la plaza de la ciudad. Había miles de personas; parecían
hormiguitas. En cuanto vieron el avión, comenzaron a saludar con sus pañuelos y empeza-
mos a orar por ellos. Al volver el avión a pasar por encima de la gente, sacos y sombreros
volaron por el aire a medida que la gente recibía la sanidad. Pasamos por encima del
pueblo cuantas veces como nos fue posible; me costaba irme puesto que sentía la
compasión y el amor de Jesús por ellos.
Un misionero de la misión “Nuevas Tribus” me dijo cinco años más tarde que la
magnitud de la visitación de Dios en Bolivia durante ese tiempo fue tan grande que hasta
en el medio de la selva, donde sólo vivían indígenas y colonizadores, encontraron
reunidos grupos de personas del interior; cuando el misionero les preguntó por qué
estaban allí, le respondieron: “Estamos esperando que alguien nos hable de Dios”. No

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
tenían conocimiento alguno de las cruzadas; era una obra totalmente sobrenatural del
Espíritu Santo.
La prensa del mundo entero se hizo presente. Reporteros de la televisión de México,
Argentina y los EE. UiT., NBC, UP, UPI, Reuter y la prensa británica llegaron para grabar
lo que estaba aconteciendo. En tan sólo dos semanas, la Sociedad Bíblica vendió 33.000
Biblias, Nuevos Testamentos y tratados con porciones del evangelio. Agotaron todo su
inventario y por causa de la emergencia trajeron vía aérea más ejemplares de la Biblia de
Argentina, Paraguay y Perú. Bolivia se había vuelto un centro de actividad religiosa de
renombre mundial. El poder de Dios era manifestado por medio de maravillas asombrosas.
Sin embargo, en medio de todo eso, me enfrenté con un nuevo dilema- ¿Qué debo
hacer con estas multitudes hambrientas? ¿A dónde habrán de ir? Las pocas iglesias
existentes no estaban preparadas para semejante derramamiento del Espíritu de Dios. Yo
estaba preocupado, pero el gozo de la cosecha era tan notable que yo sólo podía hacer lo
que mejor sabía y dejarle los resultados al Señor.
La cobertura de los medios masivos fue inmensa. Nos llegaba correo desde toda
Sudamérica y Europa, como también de los Estados Unidos, a medida que aparecían en las
revistas y en los diarios los relatos de los milagros que se estaban dando en La Paz, la
ciudad capital más elevada del mundo. El correo tenía casillas especiales para la
correspondencia que llegaba. Muchas veces la única dirección que tenían los sobres era:
“Julio Ruibal, Bolivia”. Muchas veces no podía leer las cartas pues estaban escritas en
alemán, italiano o francés. Mi última entrevista con NBC fue traducida a ocho idiomas y
enviada a sesenta países distintos.
Años más tarde conocí a un hermano cubano que me dijo cómo su iglesia había estado
orando por mí y se regocijó con lo que Dios estaba haciendo. ¡Los comunistas habian
hablado tanto sobre los “falsos milagros” en Bolivia que la iglesia cubana se dio cuenta que
Dios estaba obrando en Sudamérica y que los comunistas estaban atemorizados!
¡Cuán asombroso es el poder de Dios! Él reina sobre todas las naciones, es dueño del
ganado en mil colinas, así como de todo lo demás. Los aviones de la fuerza aérea son
suyos, los estadios fueron construidos para que, en última instancia, alguien los utilice
para predicar el evangelio. El uso de las vías aéreas fue descubierto para ponerle alas al
mensaje.
¿Puede Dios hacerlo todo sin esfuerzo humano? ¡Si! Ciertamente todo lo que existe es
de él, por él y para él. Muy a menudo nos resulta difícil entender o creer esto, y limitamos
al Santo de Israel. Suponemos erróneamente que Dios reina en el cielo, y que Satanás es el
dios de la tierra.

Satanás es el dios del sistema mundano, no de la tierra. Del Señor es la tierra y su plenitud.
Al poco tiempo mucha presión comenzó a crecer en mí y en aquellos que eran parte
de este gran despertar. Abundaban las invitaciones, provenientes de muchos lugares. Con
un equipo de hombres jóvenes viajé por toda Bolivia: La Paz, Oruro, Cochabamba, Santa
Cruz, y otras ciudades. Sesenta, setenta u ochenta mil personas venían a las reuniones.
Pronto, las invitaciones comenzaron a llegar del extranjero: lugares como Perú, Colombia,
Venezuela, Paraguay y Argentina.
El gran poder de Dios fue demostrado a toda la nación y miles se acercaban a él. Había
llegado el momento de iniciar nuestra primera expedición más allá de Bolivia. No nos
imaginábamos lo que nos esperaba, tanto bueno como desconocido.

Casi todos creen que la mayoría de los habitantes del mundo ya han rechazado al Señor.
Eso no es verdad. Lo cierto es que todavía no han decidido a quién seguir. La mayoría de
las personas se encuentran en “el valle de la decisión”, tal como describe Joel: “Muchos
pueblos en el valle de la decisión; porque cercano está el día de Jehová en el valle de la
decisión” (Joel 8:14).
El gran poder de Dios debe demostrarse por medio de señales y prodigios.

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final

Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús,
y abundante gracia era sobre todos ellos.
Hechos 4:33
Porque Cristo para esto murió y resucité, y volvió a vivir, para ser Señor así de los
muertos como de los que viven.
Romanos 14:9
Su presencia como Señor resucitado debe manifestarse a simple vista ante las multitudes
de todás las naciones.

Si nos limitamos a simplemente proclamar su nombre o a narrar historias de él, le


robamos al mundo la manifestaci6n asombrosa de su poder y gloria. Cuando sólo predica-
mos el evangelio, apenas damos una introducción, como cuando presentamos a alguna
persona importante. Luego de la introducción, esa persona tendrá que mostrar quién es en
verdad. Jesús es el mismo hoy, ayer y para siempre. Si en aquel entonces tuvo compasión
por las multitudes, obrará de igual manera hoy. Si ayer fue el Cristo, hoy también es el
Cristo.

Cuando Juan el Bautista envió a sus discípulos a preguntarle si él era aquel que
esperaban, o si debían seguir esperando a otro, Jesús les dijo:
Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los
leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es
anunciado el evangelio.

Mateo 11:4,5
Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas,
prodigios y señales . . -

Hechos 2:22
Así que luego de presentarlo a Jesús, debiéramos prepararnos para verlo obrar de esta
manera, pues su ministerio es eterno, es el Rey eterno. Cuando milagros y sanidades
ocurren en los corazones, mentes, cuerpos y espíritus de las personas, demostramos con
hechos quién es él. Jesús quiere atraer para sí a las multitudes por medio de su poder
obrando con actos de compasión.

Pablo dijo:

Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no
fui con excelencia de palabras o de sabiduría - . - y ni mi palabra ni mi predicación fue
con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de
poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el
poder de Dios.
1 Corintios 2:1,4,5

Al moverse Dios en Bolivia, el país fue transformado. Por primera vez en la historia
había estabilidad con un presidente en poder por siete años. La nación atravesó su primer
auge económico. ¡Cambió su historia! Pero Bolivia no fue transformada por mi elocuencia
ni por mis palabras persuasivas, sino más bien por el Espíritu de Dios. Sesenta por ciento
de la población era campesina. A pesar de que la mayoría no podía entenderme con
claridad, creían, puesto que veían el poder de Dios que habla al corazón y alcanza lo más
profundo del ser humano.

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
Así fueron abiertas las puertas en Bolivia como nunca antes y siguen abiertas hasta el
día de hoy. Es un centro de avivamiento para las Américas. Verdaderamente era el
cumplimiento de 1 Corintios 1:27—29:

Lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del
mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menos-
preciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se
jacte en su presencia.
w
2 Perseguido pero no abandonado

P erú era muy diferente de Bolivia. Yo no tenía mucha idea de lo que nos esperaba.
La invitación para ir allí llegó por medio de peruanos que habían visitado Bolivia con
necesidades fisicas y habían regresado sanados. La prensa peruana también había cubierto
lo que Dios estaba haciendo en Bolivia. Se nos había pedido que lleváramos la bendición y
la unción de Dios a esa nacion.
Lo que no sabíamos en ese momento era que Perú estaba atravesando uno de los
momentos más difíciles de su historia pues un régimen militar de extrema izquierda
recientemente había tomado el poder. Los asesores cubanos habían saturado el país y
Rusia le había vendido más tanques y armamentos a Perú que a cualquier otra nación
latinoamericana.
La expectativa ante la reunión era muy notable. Los miembros de mi equipo se habían
adelantado y contaban con la ayuda de un gran número de personas de buena posición
aristocrática, que hacía poco habían sido salvas, para organizar las reuniones. El Campo de
Marte, un gran parque utilizado paralos desfiles militares, era el lugar escogido para llevar
a cabo la reurnon.
Tan pronto llegamos al aeropuerto de Lima, uno de los miembros de mi equipo se
acercó para advertirme de lo que me esperaba. Por un lado, miles de personas se
acercaban para traer sus desvalidos y enfermos para oración. Por otro lado, una
conferencia de prensa estaba programada en el aeropuerto. La prensa comunista había
lanzado un plan de difamación total para contrarrestar el entusiasmo y la expectativa
popular por las reuniones.
En los días siguientes pusieron notas en las portadas de los periódicos que decían: “Los
agentes de Ruibal reclutan personas para dar testimonio falso de sanidad”; “Ruibal está
enfermo.., y no puede predicar hoy)”; “Ruibal, el buen hijo del Tío Sam”; “Ruibal, agente
de la CIA”. Además, tenían dibujos de mí en las tiras cómicas de los periódicos. En uno,
aparecía un dibujo de una señora que tenía tres piernas, abajo decía: “LA Ruibal se le fue
la mano!” Escribían largos artículos sobre la falsedad de los milagros o un largo análisis
psicológico sobre la razón por la que yo tenía puesto cierto par de zapatos. Se suponía que
esto debía probar que yo tenía problemas o complejos psicológicos.
Esto ocurría a diario, sin excepción. Finalmente, dejé de leer el periódico, ya que no
quería llenar mi mente con las mentiras, los comentarios y las opiniones del diablo.
Tuvimos seis semanas de batalla intensa. El permiso para tener las reuniones nunca
fue otorgado, pero tampoco fue denegado en forma oficial, una táctica comunista comun.
La multitud que esperaba la reunión fue desbandada mediante tanques y cañones de agua.
Cundió el desorden y el desánimo entre los que habían esperado por semanas para este
evento. La policía secreta hasta nos vigilaba en casa. Debido a que los reporteros
comunistas nos seguían a todas partes, tuvimos que escondemos.
Se programaban reuniones privadas en los hogares. Un productor famoso de televisión
nos ofreció su casa grande. Tenía un jardín inmenso atrás y paredes altas rodeaban la
vivienda, como es habitual entre las personas de dinero en Sudamérica. Llenamos ese
lugar con centenares de personas. Luego de la predicación ocurrieron milagros. El mo-

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
mento más crucial ocurrió cuando hicimos una pausa para orar, pidiendo que Dios
satisficiera las necesidades del pueblo. Algunos jóvenes comunistas sentados en la pared de
atrás dijeron a gritos: “~Usted es un falso! ¡Falso, falso, falso!” Proféticamente les apunté
con mi dedo, diciendo:
“Un día serán juzgados por esas palabras”.
Dios mismo respondió, de inmediato una monja sorda fue sanada y exclamó: “~Gloria
a Dios, puedo oír!” Un hombre rengo arrojó sus muletas y salió corriendo. Más milagros
brotaron en medio del gentío y aquellos que gritaron “falso” tuvieron que escapar con un
brinco hacia atrás por encima de la pared pues las multitudes se airaron contra ellos. Ese
fue el comienzo de una andanada de milagros.
La última reunión principal en Perú se llevó a cabo en una escuela secundaria en
Monterico donde varias canchas de fútbol se llenaron de personas. Una noticia de prensa
conservadora estimó que la concurrencia fue de 20.000 personas. Me arrestaron y me
llevaron ante las autoridades para explicar por qué teníamos reuniones tan grandes
cuando sólo nos habían dado permiso para tener reuniones privadas. (No consideraban
que una reunión de 20.000 personas fuera privada, aunque se llevara a cabo en propiedad
privada.)
Nos llevó años entender completamente lo que ocurría entre bambalinas en Perú. La
juventud comunista, uno de los grupos más militantes en Sudamérica, había amenazado al
gobierno con paros y demostraciones si se nos permitía predicar en público. Ese grupo de
jóvenes constituye hoy el famoso movimiento llamado “Sendero Luminoso”. Sin embargo,
no pudieron limitar a Dios que frustró toda la oposicion.
Al dejar Perú, algunos de la policía secreta — ahora nuevos creyentes y nuestros
amigos — nos proporcionaron vehículos escoltados para llevamos al aeropuerto. Oficiales
del gobierno y hombres de negocio ricos habían conocido el toque del poder de Dios. De
esta manera, Dios volvió a mos
trar que él gobierna a las naciones y se mueve a pesar de persecuciones y circunstancias
difíciles.

Ir a Ecuador después de la experiencia vivida en Perú habría de ser un gran alivio, pensé.
Varios días antes de llegar, el Señor me había llevado al ayuno. No entendía por qué me
convocaba a ese ayuno, pero el ayuno había sido parte de mi caminar espiritual desde el
comienzo, así que obedecí. Ni bien llegamos, la policía secreta ecuatoriana vino a la casa
donde estábamos parando y nos arrestó a mí y a uno de mis asistentes, para llevarnos
secretamente a su aterrador cuartel. Aquellos eran los años en que la gente desaparecía
secretamente en Sudamérica, y no se podía preguntar nada acerca de ellos. Como se sabía
que grandes multitudes asistían a nuestras reuniones, fui acusado de ser izquierdista.
Nos encontramos en un interrogatorio sobre nuestras actividades religiosas: “~,Por qué
vienen multitudes de personas a escucharlo? ¿Es .verdad que usted sana?” Al final vino un
hombre pequeño, deformado y aterrador para vernos. La policía lo utilizaba para
interrumpir demostraciones. Era un retardado mental sordomudo. Se lo usaba en última
instancia en caso de que no dieran resultado los gases lacrimógenos y fracasaran los perros
de policía. Lo enviaban a los tumultos con una vara en la mano que él hacía girar en forma
alocada a fin de dispersar a los manifestantes, a veces fracturando cráneos en el proceso.
Esta vez lo pusieron frente a mí, para que lo sanara. Tal vez esperaban que ocurriera
un pequeño accidente. Gruñía como un animal a muy poca distancia con la vara a su lado.
Era mi decimotercer día de ayuno y ahora conocía la razón. Mi vida corría peligro
inminente.
Sánelo!” demandaron, mientras que internamente oraba al Señor, diciendo: “Señor,
¿que debo hacer?” El Espíritu suavemente me guió a imponerle las manos en la cabeza. En
el plano natural, podría haber significado la muerte. Lo miré directamente a los ojos, y
acercándome a

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
él, le impuse las manos en la cabeza. Dejó de gruñir porque el poder de Dios estaba
fluyendo por su cuerpo; la expresión de su rostro cambió y el Espíritu me susurró: “Ha
sido sanado”.
Los trece días de ayuno me sensibilizaron a la guía del Señor. Así que les dije a los
oficiales que había sido sanado. Ellos me preguntaron cómo lo sabía, les expliqué que el
Señor me lo había dicho. Caminaron hacia él con actitud burlona, gritándole al oído,
“~Puedes oír?, ¿puedes oír?” El hombre deforme saltó y gritó: “~Aaaaaay!” Le había asusta-
do el ruido que oyó. ¡Había sido sanado!
Les avisé, “No crean que va a hablar. Nunca antes ha oído ningún sonido. Comiencen
despacio y prueben su audición”. Pedí una caja de fósforos para sacudirla al lado de sus
oídos. Cuando lo hice, sonrió y meneó su cabeza por la alegría de poder oír.
¡Verdaderamente podía oír! Le pusimos un reloj cerca del oído y podía escuchar el tic tac.
Le pedimos a uno de los hombres que golpeara la puerta del lado de afuera. El hombre
deforme miraba apuntando hacia la puerta. La policía fue testigo de este milagro. ¡El Señor
dio un giro a mi suerte!
Una prueba fmal se llevó a cabo inmediatamente. Con expresión de disgusto, uno de
los oficiales de la policía me tomó del brazo. Tenía una pistola automática en su cinto y
me llevó a un baño oscuro. Es de conocimiento público que miles de personas habían sido
muertas en los cuarteles de la policía de muchas ciudades sudamericanas. Tal vez por eso
las mujeres sollozaban cuando la policía secreta me sacó abruptamente de la casa.
Al llevarme el oficial al baño del cuartel, pensé: Este es el fin. Cuando cerró la puerta
detrás nuestro, se sacó el sombrero y sus ojos se llenaron de lágrimas. Me dijo: “Ore por
mí. ¡Yo creo!”
A mí también se me llenaron los ojos de lágrimas al imponerle las manos al orar por él.
Este era un oficial de alto grado dentro de la policía ecuatoriana. Todavía recuerdo su
uniforme elegante, sus lágrimas y la expresión en su ros-
tro. Volvió a endurecer su expresión, abrió la puerta y con el tono de voz cambiado, dijo
enérgicamente: “~Fuera!”, y me guiñó el ojo. Esta era una señal del Señor de que se me
había perdonado la vida, por su misericordia y su gracia.
Mientras tanto, el embajador boliviano, habiendo sido informado inesperadamente de
mi arresto y luego de consultar con el presidente de Bolivia, requirió al gobierno
ecuatoriano tenerme bajo su custodia. Me entregaron esa noche, cuando todavía había
tiempo para celebrar una reunión en la embajada boliviana, donde cientos de personas se
congregaron para recibir ministerio y oración. Duró hasta las tres de la mañana y más
gente recibió salvación, y el Señor operó incontables milagros.
El gobierno ecuatoriano pidió que me retirara del país. El embajador boliviano quería
que me quedara, pero cedió ante la presión con la condición de que él y su personal me
acompañaran personalmente hasta la puerta del avión. Obviamente, mi vida aún corría
peligro. Dos días más tarde abandoné el país, a fin de evitar un conflicto internacional.
Cuando estábamos por salir de la embajada, muchos creyentes se habían reunido
enfrente para darnos su apoyo. Protestaron nuestro arresto ante las autoridades
ecuatorianas que habían rodeado el edificio con sus vehículos. Al llegar al aeropuerto, las
escoltas de la embajada, la policía ecuatoriana, los agentes del servicio secreto, los
periodistas y los nuevos creyentes encontraron multitudes aguardándonos. Hubo gran
confusión ya que la policía y el servicio secreto no podían contener a las masas. En el
ínterin, el avión de una línea comercial partió sin que nosotros estuviéramos a bordo. El
cuadro era tan difícil que el gobierno ordenó que el avión volviera para recogernos.
Después de una hora y media de vuelo, la azafata preguntó amablemente: “De parte de la
tripulación, ¿podría decirnos quién es usted?”
De Ecuador volví a Perú para una visita que resultó ser corta. Ni bien llegué al
aeropuerto, fui arrestado. El encarcelamiento fue acortado debido a la intervención de la
aza

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
fata con quien había tomado el tiempo de explicar quién era yo y quién era Jesús. Esa
noche fue a una reunión en Lima donde pidió por mí. Ella no sabía que nadie estaba
enterado de que yo estaba en Perú. Les contó que habíamos ingresado al país juntos, y esto
permitió a los hermanos entender que yo estaba en las manos de la policía.
Ellos intercedieron por mí ante el gobierno y antes de la medianoche llegó la orden de
liberación desde el palacio presidencial. Pero la policía no quería soltarme hasta tanto no
respetarah cierto “procedimiento”. Este “procedimiento” era que yo fuera a sus hogares
para orar por algunos de sus familiares enfermos. Ese día entero de arresto en el aeropuer-
to no fue en vano pues muchos oyeron el evangelio y fueron salvos. Uno de los jefes de
policía recibió sanidad de una herida de bala muy dolorosa que lo había torturado por mu-
chos años. En un cambio de situación milagroso mis opresores se convirtieron en amigos y
hermanos. Dios es capaz de librarnos, incluso de las circunstancias más severas si ponemos
nuestra vida en sus manos y confiamos plenamente en su voluntad.
3 El cono sur

E1 Espíritu Santo me dijo claramente “Río de Janeiro, Brasir’, al momento que las
autoridades peruanas me preguntaron cuál era mi siguiente destino. No teníamos dinero
para los pasajes, pero camino al aeropuerto el Señor proveyó los fondos y pronto nos
encontramos caminando por las calles de Río de Janeiro. Al poco tiempo, mi asistente
volvió a Bolivia.
Ese período de seis meses resultó muy diferente para mí. Aunque los periódicos
brasileños tuvieron notas de portada sobre mí, no se abrieron grandes puertas. Ministré en
iglesias y, cuando tuve dominio del idioma, prediqué en las calles. Dios se movió, pero
nada similar a la magnitud de lo ocurrido en Bolivia, Perú y Ecuador en los meses previos.
Vivir allí por la fe requirió mi sumisión a la dirección de Dios y meditación en lo que
él estaba haciendo. Semanas atrás había logrado fama mundial; ahora ni podía comprarme
un helado por mi cuenta, tenía que pedirlo en oración. ¿Qué es lo que Dios me estaba
tratando de decir? “Yo soy el Señor tu Dios; tú eres mi instrumento. Si decido colocarte
frente al pueblo y en las noticias, es para mi gloria. Si elijo sacarte de un gran avivamiento
tal como hice con Felipe, es mi prerrogativa también. No olvides que la
promoción no viene del este o del oeste, sino viene por mí, dice el Señor”.
Aprendí muchas cosas en Brasil, empezando por el idioma portugués. Pero sobre todo,
aprendí a esperar en Dios. Seis meses después, cuando llegó la hora de partir, algunos de
mis asistentes vinieron de Bolivia para acompañarme a Paraguay. Nuevamente, la nube
del Espíritu nos estaba esperando.

JViinistramos siete semanas en el estadio Comuneros, en la ciudad de Asunción. Otra vez


hubo sanidad de cojos, enfermos y de los que padecían enfermedades terminales, entre los
cuales hubo una señora de la alta sociedad paraguaya que era la tía de un diplomático en
Colombia. Ella tenía un mal incurable que no la dejaba dormir. ¡Fue milagrosamente
sanada! El milagro llegaría a ser un elemento crucial en el plan de Dios para Colombia.
Pastores prominentes de Argentina involucrados en aquel entonces con la iglesia
paraguaya, nos han dicho que la historia de Paraguay está dividida en dos: antes y después
de la visita de Ruibal.
Años más tarde, cuando el Señor nos guió a mí ya mi familia a Colombia, no se
extendían visas a misioneros. Era una conspiración de algunas mujeres católicas fanáticas,
que ejercían su influencia sobre la jefatura de visas del ministerio colombiano de
relaciones exteriores. Cuando nuestras visas fueron negadas, apelé a mi amigo, el primer
ministro colombiano. Yo lo conocía porque su hijo se había casado con la sobrina de la
señora que había recibido sanidad en Paraguay. En aquel momento, el primer ministro
ocupaba la función de presidente de Colombia, y nos otorgó las visas. Pero lo más
importante es que por fin revirtió ese complot terrible contra las familias misioneras que

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
trataban de llegar a Colombia. El milagro en Paraguay abrió las puertas en Colombia para
muchos misioneros que, de otra manera, no hubieran podido ingresar a un país que los
necesitaba con desesperación.
Desde Paraguay fui a Argentina por una breve visita, donde un gran número de pastores
me dio la bienvenida. Llegué con una palabra de advertencia, pues estaban en medio del
movimiento de discipulado: “En nuestro esfuerzo por entender la autoridad y sumisión
bíblica, no permitamos que esto reemplace una dependencia personal y directa de la guía
del Espíritu Santo”. El Señor se movió de manera increíble y aunque sólo estuve tres días,
el fundamento había sido establecido para una participación futura. Casi veinte años
después, el Señor me habría de enviar a ministrar allí otra vez.
Estaba en Paraguay cuando llegó la invitación para visitar Colombia. Lo poco que
conocía de ese país era lo que había estudiado en la escuela. En una entrevista la prensa
colombiana me preguntó cuándo iríamos a ese país, y le dije proféticamente: “Pronto”.
Poco tiempo después estábamos camino a Colombia. El pueblo nos estaba esperando.
El Minuto de Dios, uno de los centros carismáticos católicos más influyentes en Sudame-
rica, junto con los pastores que acababan de patrocinar una campaña de T.L. Osborne,
querían que yo condujera reuniones en el mismo lugar y las mismas instalaciones que se
habían usado para dicha campaña.
Así que llegué con mi equipo a Colombia sin entender la magnitud de la obra que Dios
estaba por realizar en el país más católico de toda Sudamérica, el único país del mundo
que mantuvo un concordato con el Vaticano (un acuerdo especial que le da a la iglesia
católica poder eclesiástico sobre las áreas de educación, medios, derechos civiles y otros).
4 Colombia, puerta de acceso a Sudamérica

N uestras reuniones en Colombia comenzaron en un predio grande en Bogotá,


cerca del lugar donde el Papa Pablo VI había conducido una misa multitudinaria. Los
pastores que participaban en este esfuerzo habían pagado un alto precio por seguir el
evangelio. De hecho, uno de ellos había sufrido el apedreo a muerte de su hija, tal como
en los tiempos bíblicos.
A esas reuniones masivas en que Dios se movía con señales y prodigios, vino un
reportero llamado Darío Silva, quien al presente pastorea una de las iglesias más grandes
de Bogotá. En aquel tiempo no era creyente, mucho menos pastor. Era un reportero
agresivo de investigación, enviado por una revista prominente, Cromos, con la orden
específica de “~destruir el mito de Ruibal!” Sin embargo, lo que se destruyó fue su
incredulidad. Escribió sobre los milagros que vio cuando fue a escuchar al que él llamaba
el “apóstol de los Andes”.
Algunos de los que vinieron a las reuniones eran católicos carismáticos. Al poco
tiempo tuve la oportunidad de conocer al fraile Rafael García Herreros, un sacerdote na-
cido de nuevo. Poco tiempo antes, me había enviado una invitación a Colombia, la cual
nunca llegó a mis manos.
Ahora, estando yo allí, me reiteró su invitación ofreciendo un lugar para tener reuniones
con mucho público. Gracias a su petición, el mayor estadio de Bogotá, con capacidad para
62.000 personas, nos fue concedido. Se llenó hasta la mitad en la primera noche. Los
milagros fueron realmente explosivos.
Tal vez lo más importante de la reunión no fueron los milagros de sanidad de los cojos
o rengos, sino el que ocurrió en la vida de Gonzalo Arango, autor muy famoso y fundador
del “nadaísmo”. Fue salvo en esa reunión. Días más tarde proclamó en “El Tiempo”, el
periódico más prominente de su país (y entre los más prestigiosos del continente), que su
filosofía estaba errada. Ahora sabía que Dios era real pues había visto a una niña

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
sordomuda oír y hablar en esa reunión. Se daba cuenta de que Jesucristo es el mismo hoy
como cuando obró los milagros en las costas galileas y lo expresó abiertamente. Poco
tiempo después, ese autor filosófico murio.

Pocos días después nos encontramos en Medellín, una ciudad muy bella que
recientemente se ha conocido más por su violencia y por ser el lugar de residencia del
líder difunto del cartel, Pablo Escobar. Nuestra primera reunión fue realizada en la plaza
de un suburbio pequeño. Miles nnieron a oír el evangelio y muchos fueron sanados de
enfermedades increíbles.
Entre los presentes había otro reportero, enviado por la revista Cromos con la
esperanza de que éste fuera más “objetivo”. Su nombre era Enrique Holguín. Vino, revisó,
cuestionó y entrevistó. Él se había hecho famoso por haber destruido la historia de
Piendamo sobre un niño que supuestamente había visto a la virgen María y luego tuvo
ganancias por la venta de reliquias y agua bendita. Esta vez estaba presente para estudiar
mi caso y reportó lo siguiente: “No lo creí, hasta que de repente vi la explosión de
milagros”.
Dos días más tarde programamos otra reunión en el mismo estadio, y el reportero nos
preguntó “~Cómo pueden realizar una reunión sin ningún tipo de promoción? ¿Quién le
informará al pueblo?” Le respondí que el viento del Espíritu les diría.
Cuando llegó la noche de la reunión, la policía tuvo la cortesía de brindarme escolta.
Cuanto más nos acerábamos al estadio, más me preocupaba; creía que habíamos cometido
un gran error. Tenía la impresión de que habíamos programado una reunión al mismo
momento en que había un partido de fútbol. Yo me imaginaba un pequeño grupo de
personas esperándome a la entrada, mientras que dentro del estadio, las multitudes
aclamaban a su equipo favorito. A varias cuadras del estadio había tal congestión de
tránsito que el automóvil de la policía no podía pasar.
Finalmente llegamos al estadio a pie, para descubrir que no había error; ¡100.000
personas nos aguardaban! Las tribunas estaban llenas al igual que toda la cancha de fútbol;
la pista de carreras y las cuatro cuadras que rodeaban el estadio estaban llenas de personas
que deseaban entrar. Cantaban una canción simple: “Tengo un amigo que me ama, su
nombre es Jesús”, que habían aprendido de uno de los miembros de mi equipo ministerial.
Luego del sermón, los milagros empezaron a ocurrir alrededor del estadio. Sombreros
comenzaron a volar, las camisas saltaron por el aire. Preguntábamos “,Qué es?” y nos
llegaba la palabra “iEra cáncer; era un tumor!” Tratamos de traer a los sanados a la
plataforma. El lugar estaba tan lleno que tuvieron que pasarlos por encima de las cabezas
de la multitud para llegar al frente. Tenía miedo que alguien sería muerto en el proceso.
Orábamos y cantábamos de júbilo. El estadio se sacudió cuando la multitud gritó:
“iJesús es rey! ¡Viva Cristo el rey!”
¿Puede Dios llevar a cabo semej ante obra sin preparación, sin propaganda o sin
estrategia de campaña? ¿Acaso no es él creador del cielo y la tierra? ¿No fue creado el
mundo a través de su palabra? Debemos volver a examinar
nuestra fe en él y el concepto que tenemos de su grandeza. Debemos entender que sus
obras son maravillosas. A él le agrada mostrar su fuerza para que su nombre sea conocido
en toda la tierra. Dios se ocupa de salvar a los que se pierden y encontrar a los perdidos.
¿Nos atreveremos a creerle? ¿Seremos fieles en la obediencia? ¿Saldremos en su nombre?
O, ¿Nos bastará el hablar de las grandes obras de otros, observándolos con anhelo, en vez
de ser nosotros testigos e instrumentos para que del mismo modo obre a través nuestro?

Nuestra visita a Cali no fue distinta. Las notas en primera plana sobre los milagros en los
periódicos más importantes advirtieron al pueblo de lo sucedido. Veintiún mil personas
llenaron el coliseo local por dos días. Entre esas personas, se encontraba Ruth Johnson,

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
una enfermera joven norteamericana con un título de maestría en salud pública. Ella vio
el poder de Dios manifestarse en la multitud.
Ruth había crecido en un hogar cristiano y conoció a Jesús como salvador a los cuatro
años de edad. A los siete sintió el llamado misionero a ese país cuando oyó a un misionero
hablar de Colombia. Se preparó para ir. No fue a Colombia por medio de una organización
religiosa, sino con un contrato de un año a través de la Fundación Rockefeller como
profesora visitante ante la universidad estatal. Luego se quedó como consultora de la
Organización Mundial de la Salud [World Health Organization]. Debido a su posición tan
especial, podía presentar un testimonio con validez a un nivel profesional de la sociedad
colombiana que normalmente no recibía semejante palabra en la iglesia. Ella vino a yerme
con dos amigos a la casa en la que me hospedaba.
Yo había estado orando al Señor pidiendo que me enviara la persona con la que
pudiera compartir mi vida y ministerio. Por fin cuando nos presentaron, quedé
estremecido, pues en cuanto vi a Ruth supe proféticamente que ella era esa persona. Me
impresionaron sus hermosos ojos azules, su
atavío modesto, su compromiso con Cristo y la libertad que gozaba para moverse en los
dones del Espíritu al profetizar mientras conducía el automóvil camino al aeropuerto.
Nunca olvidaré esos últimos minutos antes de abordar el avión; sentía que mi espíritu se
había conectado con el suyo. Le dije a mi asistente, “Tengo un problema, nunca antes me
había sentido así.”
El resultado de la visita a Colombia fue poco menos que increíble. Yo había ministrado
a toda la nación por medio de cruzadas y por la televisión, algo inusitado en Colombia ya
que la iglesia católica romana impedía la transmisión de programas no católicos. Fui el
invitado de honor y orador en el banquete más importante de ese país. Compartí la mesa
con el presidente de la nación y también con el candidato que ganó la elección siguiente.
Este encuentro fue crucial para los días de desarrollo futuro de mi ministerio en
Colombia.

Luego de ministrar en esa nación, era hora de volver a Bolivia. Había viajado durante
nueve meses, visitando la mayor parte del continente y era hora de examinar mi corazón:
“j~Cuá1 es el siguiente paso, Señor? ¿A qué apuntamos?”
En el ámbito natural, parecía que mi agenda estaba bastante llena. Enero, participaría
de un congreso carismático continental; febrero, en Venezuela; y luego a Jerusalén, para
estar en el mismo púlpito con Kathryn Kuhlman; luego, a un desayuno de senadores en
Washington; también debía asistir a diversas reuniones de los Hombres de Negocio del
Evangelio Completo, por varios estados de Norteamérica; también tenía que participar de
cruzadas en Suiza y Alemania. Logos Internacional ya me había enviado un contrato para
escribir mi biografía.
Sólo tenía veinte años y parecía que el mundo entero se me había abierto. Sin
embargo, la pregunta era: ¿Qué quería Dios de mí? ¿Debía viajar, gozando de la inercia de
mi “éxito”? Su llamado sobre mi vida y su relación conmigo eran mis prioridades.
Al volver a Bolivia sentí confirmación en mi corazón respecto de lo que había visto
por todo el continente; las pocas iglesias en existencia carecían de visión y había multi-
tudes de personas despojadas de vivienda. No estábamos preparados ni creíamos que Dios
iba a obrar conforme al deseo de la mayoría de nosotros.
Mis conversaciones con Ruth durante ese tiempo en Cali se habían centrado en el
cuerpo de Cristo, la iglesia bíblica donde todos los dones y ministerios estuvieran pre-
sentes; una iglesia con visión y con fe, pero también con pureza y santificación; una iglesia
donde habría balance entre carisma y carácter, fe y obras como también oración, ayuno y
un corazón volcado a los perdidos y al entrenamiento de los creyentes para la obra del
ministerio, un verdadero sacerdocio de creyentes, manifestado a pleno.

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
Entonces llegó el tiempo de decidir cuál iba a ser mi agenda. Sabía que Dios me estaba
diciendo que debía empezar una iglesia modelo con el remanente de la gran visitación en
Bolivia. Era fácil hablar de la iglesia modelo, o tener la esperanza de encontrarla algún día,
pero ahora me tocaba poner en acción mis palabras.
Tomé la decisión en 1974 de cancelar todas las grandes invitaciones que había
recibido, para poder quedarme en Bolivia con un grupo de doce adolescentes que
buscaban al Señor respecto de cómo establecer esa iglesia basada en el modelo
neotestamentario. Así las multitudes tendrían un lugar donde poder ir y encontrar
ministerio para sus necesidades. Yo no conocía las implicaciones de largo alcance que
tendría esa decisión; tampoco imaginé la oposición feroz que habría de encontrar, y los
años que llevaría edificarla. Como ya había hecho con anterioridad, le entregué las riendas
de mi vida a aquel en cuyo nombre se doblará toda rodilla y me dispuse, junto a los demás,
a emprender una etapa de desafio.
Al tomar la decisión de permanecer en Bolivia para establecer una iglesia local, el
Señor empezó a hablarme acerca de una etapa futura de mi ministerio, que afectaría a
grandes multitudes e impactaría a las naciones. Lo que no sabía es que debía atravesar un
período de preparación de diecisiete años, antes de llegar a ver los resultados. A través de
esos diecisiete años esa palabra del Señor me fue repetida en varias ocasiones a través de
profetas probados en el cuerpo de Cristo. Las palabras que recibimos prometían que las
multitudes del pasado llegarían a ser insignificantes en comparación con lo que habría de
venir.
5 Un granero para la cosecha

H abía algunas iglesias evangélicas tradicionales en la ciudad de La Paz, pero eran


pequeñas y estaban estancadas debido a la falta del mover del Espíritu. Ahora el país se
había abierto y el Espíritu se movía; el evangelio había sido predicado con manifestaciones
de poder. Había numerosos grupos informales de creyentes llenos del Espíritu, la mayoría
nacida de nuevo durante el gran despertar en Bolivia, reunidos por las casas y los parques
en todo el país. Pero la iglesia debía ser establecida. Ruth vino de Colombia durante varios
meses para ayudarme en esta tarea.
El Señor nos guió a tener una campaña de diecisiete días, siete días en un estadio
seguido de diez días en un coliseo. Fue una cruzada diferente. Ya no habría de predicar
sobre la salvación y ministrar sólo a los enfermos; debería también concentrarme en el
evangelio con todas sus implicaciones, esforzándome en presentar intrépidamente los
principios básicos de la vida cristiana en diecisiete días. Noche tras noche, durante siete
días, bajo condiciones climáticas severas, prediqué el evangelio en el estadio. La mayoría
de las noches tuve que ampararme bajo un paraguas por causa de la lluvia y usar guantes
para que no se me congelaran las manos. Traté temas tales como el arre-
pentimiento, la fe en Dios, el bautismo en agua y en el Espíritu Santo, la oración, los
ídolos, el ayuno, los dones del Espíritu y el compromiso con la iglesia local.
Mi vida corría peligro, así que a veces me vestí como un campesino para entrar y salir
de ciertos lugares. Fueron días difíciles; la mayoría de los que me habían acompañado al
principio ya no estaban conmigo. Algunos se reunían en grupos informales, otros fueron
guiados por el Señor por otros caminos y otro grupo simplemente siguió su propio camino.
Algunos volvieron al mundo, otros vivieron según sus propios designios. Aunque había
otros que tenían el gran deseo de seguir viviendo bajo la nube de la unción, pero con una
vida desordenada. Desafortunadamente, con el interés de corregir este mal, nos volvimos
dogmáticos. Les dijimos que se corrigieran o se fueran. La mayoría se fue. Al final
quedaron sólo doce personas. Era casi como empezar de nuevo, pero con mayor
entendimiento sobre la función de la iglesia local como lugar de refugio para las almas que
se alcanzan mediante el evangelismo masivo.

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
Luego de siete días en el estadio, nos mudamos al coliseo por otros diez días. Al
concluir los diecisiete días, nos habíamos convertido en la congregación más numerosa del
país. El Señor nos dio 600 nuevos convertidos. Era un grupo muy especial, compuesto de
profesionales, indígenas, monjas, gente de la calle y otros. ¡Fue un momento glorioso! No
dijimos a todos: “Vaya y encuentre una iglesia de su agrado”, como fue el caso después de
tantas campanas. Esta vez les mostramos que nosotros éramos la familia a la cual habían
nacido.
Durante las tardes, Ruth y yo enseñábamos a los doce jóvenes. Tenían tan sólo un año
de vida en el Señor y no contaban con otra experiencia que la adquirida en nuestras
campañas ese año. Dos veces por semana estos jóvenes visitaban los 15 o 20 grupos caseros
que habíamos establecido en la ciudad, para enseñar lo que acababan de aprender. Luego
de las reuniones, volvíamos a la oficina, situada en la sala de la casa de mi madre para orar
por los
nuevos convertidos, hasta pasadas las dos o tres de la mañana, rogándole al Señor que
protegiera la cosecha. Los domingos la iglesia entera se reunía en un auditorio para la
reunión general.
En la actualidad, aunque la iglesia ha sido probada por fuego, es la más grande del país
y está ubicada entre las más numerosas del continente. Tiene más de 7.000 miembros,
sostiene también una obra misionera en cada capital de provincia, una estación de
televisión cristiana (la primera de su tipo en toda Latinoamérica) y una estación de radio
de FM. Los tres ancianos que presiden la obra (Alberto Salcedo, Carlos Peñaloza y Silvia
de Salcedo) nacieron de nuevo bajo mi ministerio, tal como ha sucedido con muchos otros
pastores de la ciudad. ¿Quién hubiera creído que doce adolescentes, con no más de un año
en el Señor, llegarían a tener testimonio tan poderoso en toda Sudamérica?
Nunca lamenté haber rechazado las invitaciones a eventos de importancia en otras
partes, para quedarme y establecer su iglesia en mi país. Lo asombroso es que sólo era el
principio, pues lo que aprendimos en el ámbito local sería modelo para la región y el
mundo. Una iglesia había sido establecida en uno de los suelos más duros del mundo.
Realmente, es una flor hermosa nacida sobre una roca

6 El costo y la recompensa de morir al yo

A tualmente, la idea de tener que hacer un sacrificio no es muy popular. No


queremos perder, sólo desea. mos ganar. Se nos enseña que Jesús nos puede dar todo lo
que pedimos, incluso un automóvil lujoso, si somos insistentes en nuestra oracion.
Queremos adquirir poder y prestigio, renombre y fama, gloria y honor. Somos felices con
nuestras bendiciones, pero nos desagradan y desaniman las pruebas y tribulaciones. Con
Jesús como libertador, ya no tenemos que enfrentar las pruebas de este mundo.
¿Le son familiares estas expresiones? Sin embargo, en mi propia vida y experiencia he
aprendido que el sufrimiento y la muerte al “yo” son elementos importantes en el
desarrollo de los propósitos de Dios en esta tierra. Jesús dijo que a menos que el grano de
trigo caiga en la tierra y muera, no puede llevar fruto. También dijo que si no tomamos la
cruz y le seguimos no podemos ser sus discípulos. A menos que estemos dispuestos a
perder la vida, no podemos ser sus seguidores.

Este principio cobró realidad para mí ese mismo año (1974). Después de haber establecido
la iglesia autónoma
más grande de Bolivia, me mudé temporalmente a Bogotá, Colombia, sitio ideal para mi
entierro. Era una granja tranquila, a dieciocho millas de la ciudad, conducida por un

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
grupo muy trabajador de cristianos perfeccionistas, comprometidos y convencidos de que
eran la esposa de Cristo. Su líder, una misionera estricta y autoritaria, fue fiel al Señor
hasta el día de su muerte.
Desarrollamos relaciones firmes entre todos. Mi vida se abrió al trato del Espíritu a
través de ellos, algo muy necesario para mí en ese momento. Ella era muy especial, como
todos los que la rodeaban. Su problema era que el fanatismo y el exclusivismo se habían
vuelto características preponderantes en su vida y ministerio (Desde entonces el grupo ha
encontrado un mayor equilibrio y está en comunion con el resto de la iglesia.)
Fui allí para encontrar mayor liberación en mi vida. Sentía la necesidad de ser liberado
de cosas que me oprimían y del conflicto espiritual dentro de mí. Participé en la granja
como uno más del lugar, en la conducción de la gran-¿ja, ordeñando las vacas, paleando
estiércol y examinando mi espíritu cada día mientras traducíamos un libro sobre la guerra
espiritual.
Necesitaba ayuda y, procurando la transparencia, les expuse mi vida entera mientras
ellos, en forma colectiva, trataron de liberarme. Al pasar los días, las cosas empeoraron. En
mi búsqueda de la transparencia, cuestionaba todo. Aquellos fueron días de intenso dolor
y tribulación frente a Dios. En la soledad de la granja, clamaba a Dios.
Entretanto, parecía que el mundo entero se preguntaba qué le había pasado al “gran
evangelista”. ¿Qué hace en la granja? ¿Por qué no viaja por todas partes? ¿Por qué no fue a
Jerusalén con Kathryn Kuhlman? Había algunos que creían que había sido secuestrado, o
que algún espíritu me había dominado. Nada de eso me ocurrió, sino que estaba situado en
el lugar donde Dios me había puesto, en el tiempo indicado.
Dios quería sondear mi vida profundamente. Estos hermanos, aunque a veces no
entendían la complejidad de mi situación, trataron de ayudarme como mejor sabían. En
mi búsqueda de la libertad cuestioné todo, incluyendo mi ministerio. ¿Venía
verdaderamente de Dios? ¿Cómo es que podía ministrar tan poderosamente sin encontrar
liberación para mi? Mi experiencia con el ocultismo había dejado huellas.
Me arrepentí de llevar multitudes a encontrar al Señor sin ofrecerles nada más,
aunque nunca había sabido qué más ofrecer. Dije, “Señor, si nunca más predico, está bien,
siempre que esa sea tu voluntad?.
En mi anhelo de purificarme, dejé el ministerio en el altar. Tomé las colecciones de
fotos, películas y notas de revistas que narraban los grandes eventos que habían ocurrido,
puse todo en un barril, lo rocié con gasolina y lo quemé.
Fue como perder mi identidad en mi denuedo por ser sincero conmigo mismo y con
Dios; fui extremista. Llegué a cuestionar al Espíritu Santo, pensando que tal vez no era el
Señor. El enemigo se aprovechó de mí, llevándome al punto de pedirle a Dios que me
quitara la vida.
Me escapé de ese lugar por veinticuatro horas, dejé la granja y salí corriendo a la casa
de otro misionero en Bogotá. Era una tarde fría y lluviosa. Los truenos sacudieron toda la
sabana y por primera vez desde mi conversión no me sentía protegido. Estaba fuera de la
voluntad de Dios. Me había retirado de su banco de trabajo. Todo lo que necesitaba hacer
era llamar a los Estados Unidos con el cobro revertido para que me enviaran boletos para
irme al otro lado del mundo. Llegué a llamar a la operadora para pedir asistencia, pero mi
amor por Dios fue más grande que el deseo pasajero de escapar de su trato, así que colgué
el teléfono y regresé a la granja al día siguiente.
Me volví un desconocido. Ya no era el pecador que vivía en California y disfrutaba de
sus playas y montañas, sentado sobre mi cabeza como instructor de yoga, combinando las
prácticas del ocultismo con los estudios de medicina.
Repentinamente, ya no era Julio Ruibal, el evangelista. Fue el valle de muerte más
espantoso e indescriptible que he conocido. Durante ese tiempo tan intenso, consideré el
trato del Espíritu de una manera tan extrema que llegué a decir que mi ministerio no
podía ser de Dios ya que yo tema tanta necesidad de mejora y madurez.

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
Algunos de los que tenía cerca me veían con ojos de misericordia y esperanza; otros,
con lástima y vergüenza. Había un hombre que se gozaba de haber descubierto al
denominado gran evangelista. El tomó mis dudas y las cosas que dije en medio de mi
lucha, como prueba de que mi ministerio era falso y declaró que nunca más volvería a
predicar el evangelio. Se me comparó con Evan Roberts, el gran evangelista del
avivamiento galés, que luego de verse con Jesse Penn Lewis, nunca volvió al avivamiento.
¿Quién podría entender lo que me pasaba, aparte de Dios y mi amiga más cercana, Ruth,
que llegaría a ser mi esposa?
A veces sentía que ni podía hablar. Las pocas veces que íbamos a la ciudad tenía
miedo. Sin embargo, una mañana en la profundidad de mi desesperación ante el desafio de
una persona a que orara pidiendo liberación, me arrodillé y oré de manera simple: “Señor,
soy un hombre perverso. No sirvo para nada. Toma mi vida y úsala.”
¡En ese mismo momento fui liberado de la opresión que me había conducido a esa
cirugía exploratoria espiritual! ¡Nunca más me volvería a molestar!

Poco tiempo después, volví a Bolivia, con el espíritu libre pero con la idea de que mucho
de lo que habíamos hecho en mi país no podría haber sido del Señor. Era un truco del
diablo. A medida que el Espíritu Santo arrojó entendimiento sobre su propósito final, me
volví muy crítico de mí mismo, c ulpándome de no haber obtenido el producto final. Pasó
un tiempo hasta que Dios me mostró que, a pesar de mi necesidad de arrepentimiento y de
corregir ciertas cosas para el futuro, yo le había dado todo a él. La mayoría de mis errores
no fueron por un problema de integridad sino de
juicio. Éramos cristianos inexpertos y de primera generación, situados en el país de mayor
opresión demoníaca en el mundo. Verdaderamente se había movido sobre estas naciones
por medio de su Santo Espíritu, ungiendo a una vasija sin experiencia en ese avivamiento
increíble para la cosecha del fin de los tiempos.
Luego de haber trabajado en la granja, llegué a Bolivia y abrí un pequeño taller de
carpintería mientras que pastoreaba la iglesia que habíamos establecido. Sorprendente-
mente, caminé por las calles y me encontré con los mismos reporteros que me habían
rogado que les concediera entrevistas, y ahora ni podían reconocerme. Era como si
trabajara en una cueva en la ciudad organizando trabajos para los santos, para ayudarlos a
salir de la pobreza.
Mientras tanto, en Europa y en los Estados Unidos, esperaban que el “gran
evangelista” confirmara su viaje para visitarlos.
A través de estas experiencias ordenadas por Dios, llegué a ser el que soy. En mi
búsqueda de libertad, reafirmé mis compromisos con Dios de los que nunca me retracté.
No haré nada que no sea su voluntad. No iré a ningún lado sin que él me envíe. No
buscaré el lucro o el beneficio financiero.

Luego de más de veinte años de ministerio, vivimos en una casa alquilada modesta en la
ciudad de Cali. Una vez, por más de nueve meses dormimos en el piso. No tengo ahorros o
inversiones y hasta hace muy poco mi automóvil era un Chevrolet 1968. Sin embargo
disfruto de los más grandes beneficios del favor de Dios. Veo milagros que me asombran.
Los milagros siempre me parecen especiales.
Mi vida es emocionante y llena de expectativa. He sido bendecido con una hermosa
familia y con líderes que comparten conmigo la responsabilidad. Tengo el privilegio de
decir que nuestro ministerio en Bolivia y en Colombia tienen el mismo espíritu. No existe
la ganancia personal ni una motivación egoísta. Por ello hemos visto un crecimiento
fenomenal. Las puertas se han abierto en todas partes,
muchos lugares nos pueden hospedar y tenemos oportunidades maravillosas para
ministrar. Jesucristo es Señor de nuestras vidas puesto que creemos que no hay otro

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
camino. Tenemos paz en medio de la tormenta, de las bombas que explotan, y de otras
situaciones atemorizantes.
La mayoría de los que quieren tener un ministerio de poder o ser reconocidos y
famosos no se dan cuenta de lo que piden. Muchos no están dispuestos a pagar el precio
que se requiere para tener su unción y una comunión profunda.
Jesús es nuestro modelo. No podemos servirnos a nosotros mismos en su nombre. Las
presiones tremendas del tiempo final que nos afectan son y serán un fuego abrasador que
consume la cizaña y la paja. Cuando el Señor regrese, sólo lo que es de oro y piedras
preciosas permanecera. Al leer estas páginas, ruego que Dios anime su corazón a perder la
vida para que la pueda ganar.
A su tiempo, Dios no sólo me dio el entendimiento de lo que había atravesado, sino
que me encontré hablando otra vez a presidentes, frente a las cámaras de televisión, y
haciendo viajes por invitación especial. Me encontré de nuevo en las luminarias como
representante de aquel que tiene el derecho de transportarnos a la oscuridad sin aviso
previo, y permitir que caminemos por el valle de la sombra de muerte.
La muerte en sí, nunca es “el fin”; sino que es un medio para llegar al fin. Siempre nos
lleva a la vida. Así como en la vida de Jesús, su muerte dolorosa en la cruz lo condujo a su
gloriosa resurrección. Mi vivencia dolorosa (tal vez la más difícil de mi vida) habría de
llevar fruto. Dios me estaba capacitando para recibir sus bendiciones. El nos prueba con
un propósito, permitiendo que ocurran circunstancias en nuestras vidas que nos
benefician grandemente si nos humillamos bajo su poderosa mano en los tiempos de
tribulación y prueba por fuego. En Deuteronomio 8:2—16, el Señor instruye a su pueblo:
Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta
años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón. . .
para a la postre hacerte bien. -.

Luego, el apóstol Pedro nos recuerda:

Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere
tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. Sed
sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor
buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos
padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. Mas el Dios de
toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un
poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.
1 Pedro 5:6—10
7 Escapé de la muerte

D urante los próximos dos años, viaje entre Boli via y Colombia. En este último
país, el presidente, a quien yo había conocido en un banquete cuando él era candidato,
me ayudó a conseguir salas de reunión. En consecuencia dos iglesias más comenzaron en
Bogotá.
Corría el año 1976 y era un tiempo de cambio. Mi visión estaba cambiando y
creciendo. La iglesia entera era mi preocupación. Ahora, Dios me estaba hablando sobre el
casamiento. En aquel tiempo, Ruth habla sido enviada a México a través de la
Organización Mundial de la Salud, así que viajé a ese lugar, nos encontramos, nos
comprometimos y, después de un tiempo, ese mismo ano nos casamos en San José,
California.

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
“Un año de seminario bíblico”, dijo el evangelista argentino Luis Palau, “te ayudará.
También te dará tiempo para consolidar tu matrimonio”.
Obedecimos su consejo y en enero de 1977 ingresamos al programa para graduados en
la escuela bíblica “Multnomah School of the Bible” de Portland, Oregon. Fuimos
bendecidos y animados por su sinceridad y el deseo de ayudarnos en la preparación para
continuar nuestro ministerio.
Fue un año agitado. Conduje tres cruzadas, tuve también programas diarios de radio y
filmamos varias series de televisión. Nuestra primera hija preciosa, Abigail (que significa
“fuente de gozo”) nació durante los exámenes finales.
Uno de los aspectos más importantes de nuestra estadía en Portland fue la oportunidad
de participar en la “Bible Temple”, una congregación local fuerte, que tenía su propia
escuela bíblica como también una escuela primaria y secundaria. Su impacto y enseñanza
aumentaron y confirmaron nuestra visión. Su amistad y sostén en los años venideros
fueron de mucho ánimo para nosotros.

Había llegado la hora de volver a Sudamérica. La mayoría de las personas creyó que
volveríamos a Bolivia, donde la iglesia seguía creciendo, pero fue a Colombia que el Señor
nos llamó, a la ciudad de Cali que sólo había visitado pero de la que pronto me enamore.
Pasó el tiempo, y antes de que nos diéramos cuenta era el año 1979 y estábamos
conduciendo reuniones en nuestro pequeño apartamento arrendado. Este fue el comienzo
de una nueva etapa ministerial. Esta vez no celebré una cruzada, sino que ministré a quien
el Señor me traía. Al pasar los días y los meses, se formé un pequeño núcleo de creyentes.
Seis meses más tarde, en junio de 1979, fuimos a los Estados Unidos para el nacimiento
de nuestra segunda hija. Una noche, en St. Petersburg, Florida, en nuestro apartamento en
el predio misionero de “descanso y recreación”, me despertó la presencia de Dios. Era tan
intensa que sentía que podía tocarlo. Me levanté de la cama y fui hasta la mesa, tomé
papel y lápiz y dije: “Habla, Señor, tu siervo escucha”.
El Señor me habló de Colombia. “Hay un tiempo”, dijo el Señor, “y hay un pueblo
especialmente reservado, un pueblo que no ha sido tocado por movimientos religiosos o
por denominaciones, que he reservado especialmente para esta hora. Yo fortaleceré tus
manos para que con señales y prodigios traigas el trigo al granero de Dios. Sufrirás gran
oposición, pero yo te libraré. El mover de Dios será tan grande que cambiará la historia de
la nación. Por causa de esto, debo trabajar profundamente en tu vida.”
Unas semanas más tarde, nació nuestra segunda hija, una preciosa niña que llamamos
Sarah (que significa “princesa’). Seis semanas más tarde, Ruth se despertó con gran dolor
abdominal. Se le había perforado el apéndice. Una ambulancia la llevó a la sala de
emergencia de un hospital cercano, pero luego de revisarla, rehusaron admitirla. El doctor
nos dijo que ese hospital “no era un lugar de descanso~’. “Tráigala si el dolor aumenta”. El
dolor no aumentó. Ella y el bebé fueron a vivir temporalmente con su madre, que vivía
muy cerca nuestro. Ninguno de nosotros se dio cuenta de que Ruth ya tenía peritonitis y
estaba muriendo lentamente.
Intuitivamente supe que algo estaba mal, así que decidí ayunar hasta que la situación
cambiara. Una serie de mila. gros me permitieron llevar a Ruth a otro hospital donde fue
tratada adecuadamente y recibió el mejor cuidado. Un cirujano muy famoso, luego de
examinar su abdomen (en ese momento estaba lleno de pus y gangrena, dando la impre-
sión de estar embarazada de cinco meses) personalmente la llevó de prisa al quirófano. Su
vida fue salvada milagrosamente a través de la operación, aunque el doctor dijo que
requeriría un milagro para seguir viviendo. Sus alergias a los antibióticos limitaron lo que
los médicos podían hacer.
Mientras oraba en la sala de espera, recibí una promesa del Señor:
Bendito el Señor; cada día nos coima de beneficios el Dios de nuestra salvacion.
Dios, nuestro Dios ha de salvarnos

27
Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
y de Jehová el Señor es el librar de la muerte.
Salmo 68:19,20

“~ Vivirá!” les declaré a los doctores que tenían dudas acerca de su supervivencia.
Mientras tanto, en su estado semicomatoso, Ruth fue llevada a un lugar que no es el
cielo, pero como una antesa
la donde Jesús la tuvo en sus brazos. El amor y la paz que sintió es algo que nuestros
cuerpos mortales no pueden entender. Al volver, sus primeras palabras fueron: “La muerte
es una experiencia maravillosa. Ya sé donde estuvo papá.” Ella se refería a los últimos días
de vida de su padre, que murió de cáncer.
Luego de dieciocho días en el hospital, habiendo sobrevivido también a la septicemia y
la oclusión intestinal, volvió a casa, restaurada de manera milagrosa. Pudo amamantar al
bebé. Este acontecimiento, sumado a todo lo demás, resultó en la salvación de uno de los
médicos, y dejó una impresión inolvidable en el otro.
Esta serie de acontecimientos nos hizo más sensibles al hecho de que ya no somos
dueños de nuestra vida, y de la necesidad de entregar el derecho a la vida para poder so-
brevivir a las presiones que atravesaríamos en Colombia, la tierra de nuestro llamado.

8 Una nueva iglesia en Cali

C omenzar una iglesia no es tarea fácil, especialmente cuando uno no tiene nada
con qué empezar. Luego de haber establecido la iglesia más grande en Bolivia a través de
una campaña de diecisiete días, creímos que tal vez ocurriría lo mismo en Cali.
Pero sus caminos son diferentes a los nuestros. Dios nunca se repite ni duplica sus
caminos. Cada flor es diferente, no hay atardecer ni amanecer igual a otro. Así como en la
naturaleza no hay dos cosas idénticas, ocurre lo mismo con los caminos asombrosos de
Dios. A veces nos perdemos lo emocionante de lo nuevo que Dios quiere hacer por tratar
de imitar lo viejo o lo que han hecho los demás.
En Cali, una ciudad de casi dos millones de habitantes, comenzamos a reunirnos en
nuestro pequeño apartamento alquilado. La iglesia empezó a mediados de 1978 con cuatro
personas. Nuestro primer ministro visitante se dirigió a Ruth, a nuestra hija Abigail, a un
amigo y a mi. La iglesia creció progresivamente, la diferencia era que las personas que
Dios agregaba al grupo eran realmente líderes en potencia: profesionales, profesores de
universidad, enferme-ras, ingenieros y doctores. A medida que el grupo creció,
comenzamos a reunirnos en un apartamento más grande que el nuestro. Luego nos
mudamos a una casa y esta no alcanzó tampoco, así que tuvimos que romper una pared
en-
tre dos habitaciones para disponer de una sala más amplia. Finalmente alquilamos un
edificio de cuatro pisos, hasta mudarnos a nuestro nuevo sitio llamado ‘Villa Cristiana”.
Comenzamos a ministrar a las necesidades de las personas, ayudándolas a convertirse
en creyentes fieles, y también les enseñamos a ser cristianos activos que Dios pudiera usar
en funciones de liderazgo. En diciembre de 1980, recibimos los documentos de
incorporación con nuestra razón social: “Centro Colombiano Cristiano Ekklesia”.
Comenzamos una escuela bíblica. Creció al punto de recibir estudiantes para ser
entrenados para el ministerio en otras iglesias de la ciudad así como de nuestra iglesia en
Bolivia.
Teníamos la visión de establecer una escuela cristiana algún día, pero en octubre de
1980 el Señor nos dijo que la pusiéramos en funcionamiento en setiembre del año si-
guiente. No sabíamos dónde empezar, así que la iglesia apartó una semana para oración y

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
ayuno para buscar la gula del Señor. La semana fue tan bendecida que todos querían
seguir, así que ayunamos una semana mas.
Tres días después del ayuno, vino Paul Hawkins de Juventud con una misión (JuCUM)
para guiamos en un seminario sobre la educación cristiana. Él tenía programado ir a
Brasil, pero mientras la iglesia ayunaba y oraba, el Señor le habló acerca de ir a Colombia
también. Con la ayuda de Paul y de muchas otras intervenciones sobrenaturales, nuestra
escuela abrió sus puertas en setiembre de 1981, tal como el Señor nos había mostrado.
JUCUM fue de gran bendición para nosotros, no sólo en el campo de la educación
cristiana, sino también en el desarrollo de nuestro programa de entrenamiento para
líderes.

Al mismo tiempo que el Señor bendecía la obra, había luchas. Tuvimos que disciplinar a
uno de los líderes de la escuela bíblica por su comportamiento irresponsable con las
jóvenes en varias ocasiones. No cayó en inmoralidad, pero su comportamiento fraudulento
causó dolor y vergüenza.
Se rebeló, y asistido por dos o tres miembros de la iglesia, comenzó una campaña para
defendemse, y esto a la larga causó una división. La situación empeoró puesto que él no
respondía al consejo. Algunos meses más tarde tuvimos que excomulgarlo.
Esto causó una reacción demoníaca severa. El domingo en que administramos la
disciplina, una mujer endemoniada vino a la reunión de la mañana y causó una situación
como nunca había ocurrido ni volvió a ocurrir. Empezó a gritar violentamente y a tirar
sillas al aire. Varios hombres, incluyendo un ex campeón de judo de 128 kilos de peso, no
podían frenarla. Al punto de que ella lo levantó como una pluma con un brazo (en una
salida previa, ocho de nosotros tratamos infructuosamente de arrojarlo a él a una piscina).
Ella saltó en el aire y cayó sobre mi pie, y casi me fracturó el dedo. Un demonio de voz
profunda me dijo: “~Te odio! ¡Odio esta casa! ¡Destruiré esta casa!” Rápidamente tomamos
control de la situación en el nombre de Jesús.
Es obvio que el diablo detesta la disciplina bíblica. Tal vez sabe que es la única manera
(cuando se administra correctamente) de purificar la iglesia y dar esperanza de res-
tauración al implicado. Él sabe que la santidad de los creyentes es el arma más poderosa en
su contra. También sabe que las oraciones y las reprensiones de cristianos desobedientes
son como perros que ladran a la distancia; no tienen trascendencia para él. Pero los
creyentes que se someten al señorío de Cristo y caminan en santificación y obediencia son
oídos en el cielo cuando oran. Sus oraciones más simples son como misiles devastadores
que hacen que el reino de las tinieblas se sacuda por dentro. El diablo hará cualquier cosa
para causarnos tropiezo o mantenernos en una actitud de terquedad.
La excomunión repercutió en otros pastores de la ciudad y en la iglesia nacional, ya
que no estaban familiarizados con la disciplina bíblica. El joven, así como los otros que se
rebelaron contra la disciplina bíblica, escribieron cartas
a todo el mundo. La asociación de pastores no sabía qué hacer. Aunque verbalmente
mostraron su acuerdo con nuestro proceder, no hicieron nada al respecto y su pasividad se
interpretó como apoyo al hombre disciplinado. Así que luego de haber sido uno de los
pastores fundadores de la asociacion de Cali, presenté mi renuncia por carecer de un
manejo bíblico de la situación. En consecuencia, me encontré sin comunión con muchos
de los líderes por un tiempo prolongado. Esto no fue fácil. Fue una experiencia tan dolo-
rosa que le rogamos a Dios que nunca volviera a suceder. Han pasado esos días tan difíciles
y estamos de nuevo en contacto con los pastores de la ciudad y nuestra comunión es más
cercana que nunca. El joven también ha vuelto y está en plena comunión con nosotros.

Luego, la iglesia creció. La escuela bíblica se expandió para cubrir otras necesidades. Nos
encontramos ante la necesidad de preparar los maestros para nuestras escuelas cristianas,

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
así como vimos la necesidad de preparar jóvenes para otros rubros como la salud, las
comunicaciones y el trabajo social. Por esta razón, en 1981 establecimos la primera
universidad cristiana con un programa bibliocéntrico en Colombia, y tal vez la primera en
toda Latinoamérica, o por lo menos Hispanoamérica. Se llama Universidad Cristiana
Latinoamericana, “UCLA, Colombia”. Hemos visto el crecimiento y desarrollo de estas
personas (la mayoría conoció al Señor a través nuestro) hasta llegar a ser líderes
reconocidos por su propia obra.
Creo que la necesidad de entrenar líderes en el continente latinoamericano es una de
las prioridades más importantes en la agenda de Dios. El derramamiento del Espíritu de
Dios por todo el continente está provocando la salvación de millones. La pregunta que
debemos hacer es:
¿Quién pastoreará las masas? ¿Quién los adiestrará para la santidad y para el servicio
cristiano?
La existencia de esta universidad es un milagro. Con programas de dos y cuatro años
(con la capacidad de ofrecer
cursos de posgrado), funciona como si fuera una gran universidad, mientras que al
presente sirve silenciosamente a un limitado número de estudiantes.
Hace algunos años el Señor me dijo que “en el futuro, UCLA, Colombia, cargará el
peso del continente sobre sus hombros”. Esto está empezando a ser un hecho. El instituto
pentecostal más grande de Bolivia está funcionando en cooperación muy cercana con
nuestra universidad y con nuestra supervision. Estudiantes de Argentina, Perú y Bolivia,
así como líderes de Centroamérica buscan dirección en nuestra institución.
Actualmente, Ekklesia en Cali es una congregación pujante dirigida por nueve
pastores, y otros están siendo capacitados. Tenemos una escuela cristiana con programa de
estudio bibliocéntrico; la universidad cuenta con profesores que donan su tiempo al
ministerio. Capacitamos a líderes para el pastorado y maestros para las escuelas cristianas,
como también ministros de salud y comunicadores para ejercer sus oficios.
En la iglesia Dios ha establecido este ministerio en desarrollo en un sitio llamado
“Villa Cristiana”. Donando tiempo, finanzas y talentos de manera sacrificada, las personas
de la comunidad han sido bendecidas grandemente por el ministerio de los que han
venido a ayudarnos de Finlandia, Holanda, los Estados Unidos, Canadá y Bolivia. Estamos
preparando a los líderes para convertirnos en la iglesia más grande del continente. Esto no
se nos ocurrió a nosotros, es simplemente lo que hemos sido llamados a ser, y estamos
siendo obedientes a la guía del Señor.
Nuestro objetivo es capacitar a cientos de pastores, muchos de los cuales todavía no
han sido salvos. Llevar esto a cabo no es un plan secundario. Tampoco pensamos llevarlo a
cabo después de hacer otra cosa, como recorrer el mundo. Creemos que este es nuestro
llamado principal.
En un tiempo, al examinar mi coraz6n, sentí que tal vez era un apóstol que
desempeñaba funciones de pastor. Al punto de que mucha gente me ha dicho: “Está fuera
de 1w
gar, usted debe estar en un estadio. Debiera estar alcanzando las masas.” Pero Dios me dijo
otra cosa. Yo no soy un apóstol que se desempeña como pastor. Soy un pastor con llamado
apostólico.
Mi vida es muy completa y plena como pastor de las maravillosas ovejas que Dios me
ha dado, aunque signifique no salir nunca de Cali. Sin embargo he sido llamado a alcanzar
a otros y a capacitar a suficientes líderes para no descuidar ninguno de los dos. No es Cali
o las naciones; es Cali y las naciones.
9 Nuestro mensaje de salud

C omo ya he dicho, en 1979 Ruth, mi querida esposa, tuvo una enfermedad crítica

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
que casi le provocó la muerte. Aunque fue salvada milagrosamente, nunca fue la misma.
Su nivel de energía y vigor físico había descendido mucho; su resistencia anterior se había
disipado. No era la única con ese problema. Yo también sufría fatiga, al punto de tener
que apoyarme en una pared para mantenerme en pie durante nuestras reuniones. Supongo
que por eso Dios nos prometió dos veces que nos daría fuerzas. Habiendo sido usado en
tantas sanidades y milagros asombrosos, orábamos continuamente por sanidad y fuerza,
sin darnos cuenta que Dios quería mostrarnos otro tipo de milagro.
Un día, cuando nuestra hija se desplazaba en su andador de un lugar a otro de la casa,
levantó un libro de la estantería que luego se le cayó en la cocina. Ruth levantó el libro y
lo comenzó a leer. Se titulaba “God’s Keys to Health and Happiness” [Las llaves de Dios
para salud y alegría] y su autor era un pastor bautista. Descubrí en ese libro algunos
principios muy simples pero profundos. Se suponía que este pastor debiera haber muerto
cuarenta años antes, pero Dios le habló diciendo: “Si obedeces mis mandamientos, te
sanar&’ La palabra de Dios, explica el autor, tiene principios dietéticos. La ley dada en el
Antiguo Testamento ofrece conocimiento profundo de
la fisiología del ser humano. De hecho, el profesor de parasitología de Ruth en la
Universidad de Columbia (del estado de Nueva York) había dicho una vez a sus alumnos
que si olvidaban todo lo que él les había enseñado, levantaran un Antiguo Testamento y
siguieran sus principios.
A partir de esta idea, procedimos a cambiar nuestra dieta. No nos pusimos bajo la ley,
pero entendimos que la sabiduría de Dios nunca cambia. Primero sacamos el cerdo y las
ostras de nuestra dieta, limitamos el consumo de carne al mínimo, y usamos comidas más
naturales como la miel en vez de azúcar. Nos empezamos a sentir mejor.
Poco tiempo después, Sarah levanto otro libro y lo dejó caer en la cocina. Este libro
trataba el tema del ayuno. Los dos estábamos muy familiarizados con el ayuno. De hecho,
yo sabía mucho del ayuno desde antes de convertirme en cristiano. Como anterior
católico que se había vuelto instructor de yoga, solía ayunar para limpiarme. Esta vez te-
nía un propósito terapéutico bien definido. Nuestro trasfondo en el campo de la salud nos
dio un intenso interés en el tema. Ambos habíamos ayunado muchas veces por razones
espirituales. Esta vez, el ayuno era para dar al cuerpo un descanso fisiológico.
Primero, ayunamos por dos semanas tomando jugos de fruta, caldo de vegetales e
infusiones de hierbas. El resultado fue increíble: nuestros ojos cobraron claridad, nuestro
nivel de energía aumentó inmensamente, y nos sentimos fortalecidos grandemente.
Procedimos a reducir nuestra ingestión de carne al punto de no consumirla durante un
mes, lo cual fue un logro tremendo y de gran aliento para nosotros. Sí, descubrimos que
podíamos vivir sin comer carne y sentirnos mejor al mismo tiempo.
El próximo mes ayunamos por diez días, y el mes siguiente ayunamos por ocho días.
Luego de tres meses, se había modificado completamente nuestra salud. Estábamos tan
emocionados que lo enseñamos a toda la iglesia, entregando hojas explicativas sobre el
modo de ayunar. Como ya he mencionado, la iglesia entera había ayunado
anteriormente por dos semanas seguidas. Esta vez el ayuno tenía significado espiritual y
físico. Estábamos emocionados; al fin se estaba desarrollando un enfoque racional a la
salud. Poco nos imaginábamos que esto se convertiría en un aspecto sumamente
importante de nuestro ministerio en los días venideros.
Otro libro que vino a nuestras manos se titulaba 1 almost died [Por poco muero],
escrito por Em Baxter, donde se menciona al instituto Weimar. Este lugar tiene un pro-
grama único de adiestramiento de estilo de vida, que incluye ejercicio, nutrición, luz
solar, aire fresco, agua, descanso, confianza en Dios y templanza.
Sentimos fuertemente en nuestro corazón que Ruth debiera ir allí. Resultó ser un paso
crucial en el avance de nuestra visión y en el entendimiento de la salud. La acompañé
hacia el final de su visita. Ruth, con su mente maravillosa, su experiencia y capacitación
en el campo de la salud y su claro sentido de investigación, pudo captar exitosamente la

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
médula del lugar. Asimilamos lo que ellos hacían y la forma en que lo hacían, resultando
en mayor entendimiento y ánimo sobre nuestro estilo de vida ya cambiado.
El Señor nos seguía dando información o nos llevaba a ciertos lugares para completar
nuestro conocimiento del campo de la salud. Este proceso fue consumado en la clínica “Dr
Scott’s Health Institute” [Instituto de salud del Dr Scott] del estado de Ohio, Estados
Unidos. El Dr. Scott ha tratado a más de 40.000 personas con ayunos terapéuticos.
Nosotros estábamos involucrados en el campo de la salud sin habernos dado cuenta. No
sólo que lo practicábamos, sino que asimismo lo enseñábamos y tratábamos a pacientes
con todo tipo de enfermedades y problemas. Veíamos resultados increíbles en pacientes
con enfermedades degenerativas.

Como resultado, desarrollamos una nueva carrera llamada ministerio de salud, para el
ministro que quiere tratar
al paciente sin tener que usar drogas. Está capacitado para enseñar un nuevo estilo de vida
que no sólo alivia los problemas de salud actuales, sino que se convierte en el método de
prevención de las enfermedades “sorpresivas” que nos atacan. En realidad son los
resultados de tener un estilo de vida que incluye hábitos errados y una mala interpre-
tación de la fisiología del cuerpo.
Luego de haber estudiado durante varios años, habiendo tratado pacientes, y tras
desarrollar nuestro propio programa y capacitar a estudiantes de varias partes de Colombia
y Sudamérica, en 1992 me fue otorgado el doctorado en salud, honoris causa, de la Florida
Beacon Bible College, en reconocimiento del trabajo y los estudios realizados en el campo
de la salud.
Esta fue otra experiencia que demostró que cuando Dios nos pide que dejemos algo
por él, a la postre siempre nos da algo mejor. Tengo la capacitación para hacer algo que no
podría hacer como médico. Puedo ayudar a más personas sin drogas y procedimientos
quirúrgicos innecesanos. Así que en la actualidad no sólo demostramos el poder
sobrenatural de Dios para sanar, sino que enseñamos a los creyentes a mantener el cuerpo
sano por medio de una vida acorde con el plan divino. En vez de tomar drogas que sólo
tratan los síntomas, tenemos el alivio para el verdadero problema.
Cuidar el templo del Espíritu Santo es un aspecto vital de nuestro servicio. ¡Cuánto
necesita la iglesia este ministerio! Me da tristeza la muerte prematura de tantos cristianos,
hombres y mujeres al servicio de Dios, que caen presos del fantasma horrible llamado
cáncer o de otras enfermedades.
Necesitamos entender que no importa cuánto tenemos de cristiano, si violamos las
leyes naturales, hemos de sufrir las consecuencias. No alcanza esperar a que pase algún
evangelista con don de sanidad. Podemos tener una vida saludable mediante la
alimentación correcta y un buen estilo de vida. Cuando entendemos la fisiología de
nuestro
cuerpo, reconocemos que la sanidad proviene de Dios y es un poder inherente al nivel
celular de nuestro cuerpo. Si tratamos bien nuestro cuerpo, la sanidad será una conse-
cuencia natural. Debemos descansar, hacer ejercicio y comer alimentos adecuados. La
manera en que tratamos las crisis de eliminación (resfriados, fiebres, irritaciones e in-
flamaciones) determinará la salud propia en el futuro.
Muchos cristianos utilizan estimulantes como el café y el chocolate. Demasiadas
personas se mantienen con calorías huecas, y dietas deficientes en fibras y elevadas en
grasa. Ingieren comida que es rechazada inteligentemente por el cuerpo, tales como
bebidas gaseosas y comidas procesadas. Si ingerimos estas comidas, ofendemos los sistemas
del cuerpo a nivel celular, provocando una escalera patológica que evoluciona desde la
agresión celular o la fatiga a toda clase de enfermedades, incluyendo el cáncer, una
condición terminal que atemoriza a muchos. No tenemos el conocimiento necesario para
entender que estas cosas no “ocurren” repentinamente, ni tampoco son causadas por un

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
demonio. Es un proceso de deterioro provocado por ofender repetidamente el sistema
intrincado diseñado por Dios, un sistema capaz de soportar el maltrato al que han
sucumbido tantos de nuestros amigos bien conocidos.
Nosotros enseñamos esto al cuerpo de Cristo. Algunos dicen: “~Cómo reconcilias esto
con tu ministerio de sanidad? ¿Por qué no oras simplemente por ellos para sanidad?” Es
como decir que si usted tiene una fractura en el brazo por saltar del techo, sigamos orando
por ese mal para que pueda seguir saltando del techo.
Oramos y creemos en la sanidad divina. Hemos sido testigos de sanidades maravillosas
en miles de personas con enfermedades incurables, incluyendo cáncer y lepra. Hemos
visto a sordomudos recibir una sanidad perfecta. La gracia de Dios puede alcanzar a cada
una de esas necesidades, pero eso no significa que ha de cancelar la ley que ya está en
vigor, por un creador perfectamente sabio.
En verdad necesitamos milagros y sanidades, pero también debemos tener un estilo de
vida sensato y poseer un entendimiento científico del funcionamiento del cuerpo
humano. Qué fácil es mantener saludable nuestro cuerpo simplemente por vivir dentro de
la tolerancia de una dieta saludable que incluye frutas frescas y vegetales, y comer
exclusivamente alimentos que nuestro cuerpo puede digerir. Asimismo debemos dar al
cuerpo el descanso necesario, hacer ejercicios, tomar sol y vivir conforme a la palabra de
Dios.
Existe la esperanza de que usted tenga un futuro saludable sin necesidad de aprender a
soportar la enfermedad, experimentar mutilaciones innecesarias, o sufrir enfermedades
paralizantes.
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así
como prospera tu alma.
3 Juan 2

10 Villa Cristiana

En 1979 Dios nos habló acerca de los eventos venideros en Colombia, reiterando el
hecho de que todavía había tiempo para el ministerio. ¡Qué palabra tan acertada! Muchas
veces desde aquel momento, Colombia parece haber llegado a estar cerca de la
devastación, tanto a través de actividades del terrorismo o comunismo como también del
narcoterrorismo y los carteles de la droga.
Algunos meses antes de recibir esa palabra, el Señor nos había mostrado el lugar que
llegaría a ser asiento de nuestras actividades y desde donde afectaríamos a las naciones. Un
día, al volver de una visita a un paciente, pasé por una montaña hermosa ubicada en el
lugar donde llegaría a erigirse el monumento a la bandera de Cali, una colina que habría
de desplegar la bandera de la ciudad que puede verse desde casi cualquier punto de la
ciudad. El Espíritu Santo cayó sobre mí tan fuertemente que tuve que estacionar el
automóvil a la vera del camino. Le pedí a Dios que me dijera lo que me quería revelar. No
dijo nada, pero me mostró el lugar que llegaría a ser el centro de Cali, ya que la ciudad
estaba creciendo, en general, de norte a sur. Para el año 1988, la visión de Ekklesia
(nuestra iglesia en Cali) estaba más consolidada y visible en términos de capacitación de
líderes, el desarrollo educativo y la acción social. Crecía en nosotros la idea de que
necesitábamos tierra para asentar el ministerio. El lugar sería denominado “Villa
Cristiana”.
“Escribe la visión”, dijo Ira Washburn, una anciana que había sido misionera en
Colombia. Así que hicimos un folleto y preparamos una presentación del proyecto. El pas-
tor Dick Iverson de Portland, Oregon nos asistió en el envío, con una carta de
presentación a más de 800 pastores de su Conferencia Ministerial del Noroeste.

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
Como resultante, visitamos muchas iglesias en Canadá y en los EE. UU. compartiendo
la visión con gozo. Invertimos mucho tiempo viajando y predicando. Una de las iglesias
canadienses nos dio una ofrenda para “Villa Cristiana” que, luego de cubrir todos los
viáticos, nos dejó &000 dólares a cuenta del proyecto. Visitamos otras iglesias en los EE.
UIT y presentamos el proyecto a la organización de Pat Robertson, a Jimmy Swaggart y a
Kenneth Copeland. Recibimos numerosas cartas de aliento, pero no nos llegaron fondos
adicionales.
En una visita al estado de West Virginia, nos encontrábamos comiendo en la casa de
uno de los ancianos de la iglesia donde ministré. Nos sirvieron pescado, ensalada y man.
Yo estaba listo para el segundo plato cuando noté que sólo había dos porciones de pescado,
entonces me serví maíz pues había mucho y así le dejaba a otro la posibilidad de comer
pescado. Estábamos hablando de Villa Cristiana, y en el momento en que colocaba la
fuente de maíz de vuelta en el centro de la mesa, el hermano me preguntó cómo íbamos a
financiar el proyecto. “Requerirá un milagro”, le respondí. En ese instante bajé la vista y
miré mi plato y tenía un filete de pescado. Revisé la fuente y había dos filetes. Le pregunté
a quienes estaban ami lado si ellos habían colocado el pescado en mi plato y me dijeron
que no. Contamos las porciones consumidas por cada uno, y mi porción era de más. Al
mismo momento en que declaré que Villa Cristiana requeriría un milagro, el Señor
confirmó mis palabras con el milagro de materialización de la comida- Qué manera tan
maravillosa de anticipamos lo que ahora es un
hecho. En la actualidad, vemos con nuestros propios ojos la gracia milagrosa de Dios en
acción.
Poco tiempo después, el Señor me dio un sueño en el que me vi hablando
amistosamente con el doctor Cho y otro ministro coreano. De repente, me desperté y el
Señor me habló: “Vete a Corea y visita al doctor Cho; ellos tienen lo que necesitas”. En
forma sobrenatural pude hacer los arreglos para el viaje con mi esposa. Cuando nos
encontramos en Corea con el doctor Cho, estaba también otro ministro, el hermano Lee.
El doctor Cho oró por nosotros, nos impuso las manos y le pidió a Dios que expandiera
nuestra visión. Él también nos dio la siguiente palabra profética: “He estado involucrado
en el iglecrecimiento lo suficiente como para saber que serás responsable por el
levantamiento de grandes iglesias en Sudamérica. Eres joven, tienes visión, y tienes
unción.” Luego me pidió que hablara a sus miles de líderes en la reunión de oración y
vigilia del viernes por la noche, en el auditorio principal.
Esa reunión fue una experiencia increíble e inolvidable. La presencia del Espíritu
Santo era tan poderosa que al dirigirme al púlpito sentí que flotaba. Los milagros
irrumpieron y el servicio coreano ordenado salió de su formato habitual. El Señor me dio
palabra de sabiduría para sanidades a un ritmo tan vertiginoso que casi no podía darlas a
suficiente velocidad. Los testimonios fueron increíbles y el doctor Cho y sus asociados nos
comentaron luego que “muchos ministerios sobresalientes de todas partes nos visitan a
menudo, pero nunca hemos visto algo semejante. El doctor Ruibal es un hombre
poderoso.”
Habíamos recibido bendición mutua. Fue un encuentro en la unción del tercer
mundo. Es posible que el tercer mundo nunca alcance el progreso tecnológico o industrial
de las naciones industrializadas, pero la visitación espiritual que están viviendo estas
naciones comienza a ser la envidia de los pueblos más avanzados. En Corea recibimos la
bendición del entendimiento al ver cómo funciona una iglesia increíblemente enorme en
un país del tercer mundo,
como testimonio del deseo de Dios de recoger su gran cosecha del tiempo final en el
granero para recibir el cuidado debido.
Desde entonces Dios me ha hablado de la magnitud de la iglesia que está levantando
en Cali: tendrá 350.000 miembros. Desde aquel tiempo, la iglesia que fundamos en Bolivia
ha llegado a contar con 7.000 miembros. Las palabras proféticas del doctor Cho ya se han
empezado a cumplir.

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
Aunque nos había alentado mucho toda la bendición espiritual mencionada, todavía
no contábamos con las finanzas necesarias. Nos iba a costar 700.000 dólares sólo para
comprar la tierra. Por varios años parecía que estábamos equivocados, o que Dios habría
de hacer un camino dónde parecía no haber ninguno.
Ya había atravesado una situación parecida en 1972, cuando recién volví a Bolivia y
estaba preparándome para la primera cruzada. Fui a los Estados Unidos y escribí cartas a
líderes prominentes pidiendo ayuda, pero no me respondieron. Finalmente, el Señor me
habló diciendo:
“Vuelve a Bolivia, lo haré a mi manera
Afios más tarde, me enfrentaba con una situación similar. Algunas personas en los
Estados Unidos pensaban que yo era un soñador. Otros en Cali querían comprar menos
tierra y construir una pequeña iglesia. Sin embargo en mi espíritu sabia que llegaría el día
en que mi visión se habría de cumplir.

Un día me accidenté la cadera en una caída, así que con la supervisión de un médico,
comencé a hacer mi propia terapia física. Cada mañana a las 5:30 caminaba hasta el mo-
numento a la bandera, el sitio que Dios me había dicho que sería la sede de nuestro
ministerio. Otros miembros de la iglesia me comenzaron a acompañar. Era una caminata
de dos horas en oración con Jesús.
En una de esas caminatas fui guiado a tomar un camino diferente al habitual. Dimos
una vuelta alrededor del
monumento y llegamos a un camino que no habíamos notado antes. Llegamos a un portón
que decía “No pasar”. El Espíritu Santo dijo: “Está bien, pasa”. Lo hicimos, y nos en-
contramos con algunos policías poniéndole montura a los caballos. La propiedad tenía una
mina de carbón inactiva que pertenecía a Anchicaya, una compañía de electricidad. Era
una entidad autárquica que dependía del gobierno.
Al subir a la montaña, cada día clamaba diciendo:
“j,Dónde está la promesa, Señor?” Durante ese tiempo, la secuencia de eventos comenzó a
tomar un ritmo más acelerado. Sin buscarlo, comencé a intolucrarme en las vidas de
oficiales del gobierno de la ciudad, como también en los programas de prevención contra
las drogas y en el sistema educativo colombiano.
Poco tiempo después en una reunión en la oficina del intendente, la esposa de un
oficial del gobierno me dijo:
“~Por qué no pide tierras? Usted las necesita. Está desempeñando un buen trabajo.” Le
pedí ayuda y ella me dio los nombres de las personas que debía contactar. Les pedí las
tierras de Anchicaya y se hicieron arreglos para tener una reunión con el presidente de la
compañía.
Esto dio comienzo a un período de un año de negociaciones. Muchos obstáculos
debían ser sorteados, incluso la oposición de dos obispos católicorromanos que no querían
que se dieran tierras a una organización religiosa no católica. En nuestra solicitud de
tierras, habíamos presentado el evangelio como la respuesta a las necesidades de
Colombia. Es el evangelio, no una religión, que nos libera del pecado, la raíz del problema
de toda sociedad. Fue un argumento irrefutable que se impuso por sobre la oposición. ¡El
Rey de reyes prevaleció de un modo asombroso!
La compañía nos presentó al ingeniero a cargo de mostrarnos las propiedades
disponibles para que pudiéramos elegir la tierra que necesitábamos. Para nuestro asombro,
nos condujo al mismo lugar en donde habíamos detenido el automóvil en 1979, casi diez
años antes. Era mucho más de lo que esperábamos. No sólo recibimos dos hectáreas al pie
del monumento a la bandera; también nos dieron siete hectáreas a ocho minutos de allí.
Este último tenía un manantial y un bosque tropical, sitio perfecto para el ministerio a las
familias y jóvenes, para conferencias pastorales y el instituto de salud. Actualmente, las

35
Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
dos propiedades están valuadas en 9.800.000 dólares aunque nuestro costo fue de 18.000
dólares, financiado en tres años. ¡Fue un milagro!
La visión se hizo realidad. Hoy, la ciudad de Cali tiene su propio monte de oraci6n
desde donde se ve la hermosa ciudad y tiene un lugar privado para llevar a cabo bautismos
de agua en un arroyo pintoreto. Esta propiedad es muy requerida por la gente de Cali y
fue provista de manera maravillosa por el Señor. Tenemos nuestra propia mina de carbón,
abundancia de roca, arcilla para fabricar ladrillos y agua.
Ekklesict se está convirtiendo en modelo para las iglesias de Latinoamérica. Las
finanzas son muy ajustadas y operamos en medio de una sociedad de bajos ingresos. La
mayoría de las personas gana escasamente ciento cincuenta dólares por mes. El pueblo no
tiene la abundancia que existe en otros países como los Estados Unidos. Sin embargo Dios
obra mucho más abundantemente de lo que pedimos. No ha sido sin presiones y
sacrificios. Vendimos nuestro segundo automóvil, un verdadero sacrificio pues vivimos a
un par de millas de Villa Cristiana, pero proveyo los fondos necesarios para pagar un
trabajo de movimiento de tierra. Otros han vendido sus propiedades u otros bienes; cada
uno hizo lo que tuvo a su alcance, dando en forma sacrificada. Esto es sólo el comienzo
pues alcanzaremos a millones de personas en los próximos años a través de esta obra.
Durante los meses siguientes comenzamos la construcción de un simple tabernáculo al
aire libre para 800 personas, y luego un edificio de dos pisos con seis mil pies cuadrados
cubiertos para nuestra escuela, y un estudio de radio y televisión de 400 pies cuadrados.
Para el otoño de 1993, mudamos todo el ministerio del edificio alquilado a Villa
Cristiana. Al presente, el edificio más grande alberga la universidad, la clínica, los
dormitorios como también las oficinas de la escuela. Aunque es un poco estrecho y no está
completamente terminado, estamos felices de poseer la tierra que el Señor nos dio. A
medida que Dios provee, terminaremos la construcción de este edificio y de otros
también, para satisfacer los distintos aspectos del ministerio. Esto ha sido una victoria
sobrenatural del Señor y nadie puede atribuirse la gloria que le pertene
ce a él. 4.
Al mismo tiempo estamos terminando de escribir el primer programa de estudio
completo en español. Pastores, maestros, ministros de salud, misioneros, oradores y otros
obreros cristianos vienen a recibir adiestramiento para trabajar en la gran cosecha del
tiempo final en la búsqueda de los que aguardan el llamado de Dios en los barrios bajos,
las calles, las plazas y en las aulas. Es nuestra responsabilidad encontrarlos.
Otra provisión asombrosa del Señor ha sido la estación de televisión. Dios usó la
televisión, la radio y los medios impresos en el inicio de mi ministerio para llevar las
nuevas de lo que él hacía en Bolivia y en las naciones del mundo. En Bolivia, mis
programas ocupaban las horas de mayor audiencia en todo el país. Ahora, Dios está ofre-
ciendo esos medios a nuestro ministerio en Cali. Nuestra iglesia en Bolivia tuvo la primera
televisión cristiana de Sudamérica. En Cali comenzamos la transmisión de TeleSiloé en
Febrero de 1994. Por primera vez en la historia de Colombia, se producen y transmiten
programas cristianos, de índole evangelística y para el discipulado de los convertidos.
Luego, se pueden televisar estos programas por otras emisoras latinoamericanas. Esto
satisface una gran necesidad de las masas que se vuelcan al Señor por todo el continente.
Jesús habló del pastor que dejó noventa y nueve ovejas en el corral para salir a buscar
la oveja perdida. Debemos
alcanzar a la sociedad, para rescatar a los que se pierden. Aún nos encontramos en una
etapa inicial de este proceso y necesitamos más trabajadores. Oramos para que Dios envíe
maestros, trabajadores en el campo de la salud, carpinteros, hombres de negocio
talentosos, líderes de jóvenes, personas con capital y con una profesión. Oramos por aque-
llos que estarían dispuestos a salir y encontrar las ovejas perdidas para enseñarles a ser
cristianos exitosos, y para que aprendan a sobrevivir en medio del malestar económico en
países que habitulamente sufren porcentajes de inflación de tres dígitos anuales, sin
beneficios sociales y con oportunidades educativas limitadas.

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
Debemos compartir nuestras finanzas. Demasiados creyentes pierden millones de
dólares por causa de inversiones mal administradas o impropias, o por enviar contri-
buciones a orgamzaciones que compiten por el mismo mercado, o simplemente
desperdician sus fondos. Necesitamos invertir finanzas y tiempo en llevar agua al desierto,
en vez de llevarla al mar. Debemos pedirle a Dios que nos muestre cómo invertir nuestros
recursos para poder producir el máximo beneficio para el reino.

11 Los hermanos ausentes

C ada ciudad es parte de la nueva morada de Dios. En el canto de Moisés> la


morada de Dios era la tierra prometida. En la canción del Cordero, toda la tierra se
convierte en su morada. Todas las naciones vendrán y le adorarán. El Salmo 22 se explaya
más, pues los versículos 27 y 28 afirman:
Se acordarán, y se volverán a Jehová todos los confines de la tierra, y todas las
familias de las naciones adorarán delante de ti. Porque de Jehová es el reino, y él regirá
las naciones.
En cada ciudad hay una herencia del Señor. Esa herencia es el pueblo de cada ciudad y
nación que llega a ser su herencia por medio de la sangre de Jesús. En algún momento de
la eternidad, el Padre le dijo al Hijo, como aparece en el Salmo 2:8: Tídeme, y te daré por
herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra.>’
El pueblo de Dios en cada ciudad es la herencia de Dios, su posesión más querida. Esto
incluye a los que ya son salvos> pero también, debido a su conocimiento del futuro,
aquellos que han de ser salvos. Nosotros llamamos a estos “los hermanos ausentes». Esto
significa simplemente que aunque no están en la iglesia ahora, en la mente de Dios ya
están presentes. Oramos por ellos en forma regular para que dondequiera que estén,
puedan encontrar el modo de
acercarse al conocimiento de él. Oramos para que Dios abra caminos que les permitan
llegar al conocimiento de Dios> y para que nosotros lleguemos hasta dónde estén ellos.
El Señor le instruyó a Pablo acerca de ellos en Hechos
18:9,10:

No temas, sino habla> y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá


sobre ti la mano para hacerte mal> porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad.

Así que Pablo permaneció en esa ciudad por dieciocho meses> enseñándoles la palabra de
Dios.
Dios tiene mucha gente en cada ciudad, país y nación. No necesitamos salir por todo el
mundo para evangelizar descuidadamente. Podemos pedir a Dios que nos abra los ojos
para verlos y que se los abra a ellos para que nos vean a nosotros. Es posible que sean
vecinos, o que viajen a nuestro lado en el sistema público de transporte, o que estén en la
oficina. ¡El cartero puede ser uno de ellos! Es trabajar en vano intentar convertir a alguien
que no tiene disposición de responder al amor de Dios. Habrá quienes maldigan el nombre
de Dios cuando la ira de Dios esté suelta en la tierra. No se arrepentirán de sus pecados, tal
como podemos leer en Apocalipsis 16:11.
Sabemos, de acuerdo con Efesios 1:9 y 3:9,10, que el misterio escondido desde los
siglos en Dios es dado a conocer ahora por medio de la iglesia. De modo que nuestra meta
principal es extraerlos de la oscuridad para que sean trasladados a su maravilloso reino de
luz por medio de la oración, nuestro testimonio, y las manifestaciones del Espíritu Santo,
nuestras buenas obras, y con la confianza de que están presente. Nosotros simplemente
nos acercamos a ellos mientras ellos se acercan a nosotros, de manera que nuestra energía

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
tendrá una mejor orientación y nuestros corazones se regocijarán conjuntamente con los
encargaén~ ~.eXa coBt&a ‘g o~nt re’~arten el. botín.

12 Tiempo de reconciliación

D urante el proceso de edificación de iglesias en Sudamérica tuvimos que soportar


dificultades y experiencias de aprendizaje traumáticas. Eramos jóvenes en todo sentido:
en edad, en el Espíritu y como movimiento. Ningún otro había andado por nuestro
camino. Teníamos que sufrir los primeros embates. Debíamos ser atemperados por los
vientos de la adversidad, manteniéndonos humildes ante nuestra imposibilidad de
producir cambios, y pacientes en medio de la tribulacion.
Aunque era posible que tuviéramos la doctrina correcta, al tratar de corregir y arreglar
nuestros errores algunas veces nuestra disposición era mala. ¡Nosotros teníamos la razón!
Podíamos explicar nuestra posición defendiéndola con amplio fundamento bíblico, pero
nos habíamos vuelto legalistas. A continuación vino el dolor a medida que la acción
producía reacción, y la reacción causaba mayor acción provocando esta nuevas reacciones
más complicadas y dolorosas. Nos costó varios años desenmarañar el daño causado. Se
requirieron confrontaciones dolorosas y humillación en amor para que la sanidad fluyera
a través de las heridas. Como resultado de ese proceso, hoy somos un pueblo mejor.
Nuestro amor se ha profundizado, y nuestras relaciones han pasado la prueba de fuego. En
la actualidad tenemos un mensaje para llevar al mundo avalado por las cicatrices que
portamos en carne propia.
¿Por qué ha sido tan difícil? Porque en el comienzo del avivamiento en Bolivia éramos
todos una familia. Yo había predicado el evangelio y mostrado la vida a una familia entera
de cientos de cristianos jóvenes. Juntos vimos la gloria al pasar por una experiencia que
nadie había tenido con anterioridad en nuestra patria, o en las naciones sudamericanas. Se
nos llegó a conocer como el ejemplo de la visitación de los últimos tiempos. Líderes de
otros países e iglesias hablaban y analizaban esta novedad de Dios. Pero luego vino la
división por causa de códigos de vestimenta, procedimientos, doctrina y disciplina en la
iglesia. Nuestro error fue el mismo que el de las iglesias tradicionales, y era algo contra lo
que luchábamos denodadamente.
Hoy, aunque estamos en distintas iglesias u organizaciones, nos ha llenado un nuevo
sentido de unidad, así como un nuevo entendimiento. No sólo en nuestro propio proceso,
sino en lo que se está llevando a cabo en otras iglesias y denominaciones. La unidad se
entiende mejor como comunión en el Espíritu.
Sentí dolor cuando nuestros hijos queridos en el Señor se apartaban de nosotros, sin
darme cuenta de que nosotros nos estábamos apartando de ellos también. Aunque
creíamos que habíamos dejado atrás al pasado, aprendimos que eso era imposible. El
pasado estaba dentro nuestro. Habíamos nacido muchos bajo la misma nube del Espíritu y
aunque vivimos en distintos lugares, nunca estuvimos bien hasta la reconciliación.

Empezó en mi propia vida cuando ayuné con mi esposa durante dieciocho días en el
instituto de salud del doctor Scott en Cleveland, Ohio. Allí me habló el Señor y me dijo
que debía humillarme, encontrar a aquellos que consideraba que me habían ofendido y
pedirles perdón. Al principio dije: “Pero, Señor, yo soy el ofendido. ¿Por qué debo pedirles
perdónT’ El Señor me respondió con claridad di-
ciendo, “Justamente por eso. Porque te has permitido estar ofendido.”
Çon razón afirman las Escrituras:

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los
que os aborrecen; ben. decid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian.
Lucas 6:27,28
Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros
con ellos.
Lucas 6:31
Amad, pues a vuestros enemigos, y haced bien ... .1 y será vuestro galardón grande,
y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. Sed,
pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.
Lucas 6:35,36
Al prepararme para ir a pedir perdón a aquellos con quien estaba ofendido, no sabía
qué clase de recibimiento me iban a dar. Habían pasado seis años, pero me recibieron con
los brazos abiertos y comenzó a fluir una inundación de reconciliación hacia ellos, hacia
otros en la ciudad y a toda la nación. Yo creía conocer la importancia de la reconciliación,
pero me di cuenta de que recién empezaba a entender de qué se trataba.
La reconciliación en el cuerpo de Cristo es tan importante para Dios que sin ella
estamos totalmente debilitados de llevar la plenitud de su mensaje al mundo. Si no
estamos reconciliados unos con otros, ¿cómo podemos pretender que el mundo esté
reconciliado con Dios? Sin este elemento obstac~lizamos el mensaje y propósito más im-
portante del universo. Pablo dijo que es como si Dios damara al mundo por intermedio
nuestro: “Reconciliaos con Dios” (2 Corintios 5:20).
Mi oración es que al leer estas páginas, cada uno tome la determinación de perdonar y
de recibir el perdón de los demás, y de orar unos por otros para que podamos recibir
verdadera sanidad, que nuestras heridas nunca nos obliguen a apartarnos de nuestros
amigos y de la hermandad. Espero que podaMos aprender a pedir a Dios su guía para
alcanzar niveles más elevados de amor y bondad para que nunca quedemos desmembrados
de aquellos con quienes debemos estar asociados para servir a esta generación. Esto, creo
yo, es una clave para la cosecha. Muchos dirán en aquel día: “Señor, ¿no hicimos esto o
aquello en tu nombre?” Él responderá: “Apartaos de mí, nunca os conocí.”
Al dirigirme a aquellos con los cuales tenía diferencias, algunos me recibieron con los
brazos abiertos, otros con los puños cerrados. Sin embargo sentí una purificación y una
cercanía al Señor como nunca antes. Mi comunión con él nunca se había roto, pero esto
me llevó a una relación más profunda. Él me envió a otras naciones y a otras personas
como nunca antes. Tal vez él podía confiarme un nivel renovado y más profundo de
unción e influencia dentro de su reino, cosa que no podía hacer antes, pues en mi función
de hijo, no era buen representante del Altísimo.
Habiendo gozado de la unción renovada, y habiendo observado el cambio, ahora sé
que aunque contaba con las bendiciones y con abundancia de fruto en el servicio del Se-
ñor, estaba lisiado y cojeaba sin siquiera darme cuenta de ello. Después de ser sanado,
tengo una nueva dimensión de liberación en el Espíritu, una mayor cercanía al Señor y
paz en mi corazón. Le mego con todo mi corazón, por el amor de Dios y por su lugar en el
reino: “~Sean reconciliados unos con otros!”

13 El nuevo orden del reino

E1 reino de Dios es el lugar de dominio de su autoridad. En el lugar celestial su


dominio es inmutable y eterno. Esto no quiere decir que es inactivo, más bien que tiene
un propósito pleno. Está instalado en forma permanente como las estrellas y los cielos. En
la tierra, el proceso de establecimiento de su autoridad avanza y cambia en función de la

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
aceptación o del rechazo de su trato por parte del corazón humano. El Salmo 2 nos ayuda
a entender esto. En lo que a Jesús respecta, advierte:
Los quebrantarás con vara de hierro;
como vasija de alfarero los desmenuzarás. Ahora pues, oh reyes, sed prudentes;
admitid amonestación, jueces de la tierra Servid a Jehová con temor, y alegraos con
temblor.
Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino;
pues se inflama de pronto su ira.
Bienaventurados todos los que en él conflan.

Salmo 2:9—12
Esta advertencia se puede aplicar a aquellos que están en autoridad civil como también
a la autoridad eclesiástica. El libro de Apocalipsis, capítulos dos y tres, muestra la
perspectiva celestial en lo que respecta al pueblo de Dios. El Señor declaró a la iglesia en
Éfeso:
Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia [..] y has sufrido y has tenido
paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado.
Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde
has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y
quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.
Apocalipsis 2:2—5

Aquí vemos que si las iglesias no se conforman a la guía del Espíritu Santo o no
obedecen sus mandamientos, no sólo perderán una recompensa, sino que algo les será qui-
tado. En este caso, el candelero, que representa la iglesia, será quitado de su lugar de
autoridad y representación de los propósitos de Dios.
En años recientes hemos visto la caída de grandes ministerios. Iglesias han sido
desbandadas, pero simultáneamente, surgen nuevas iglesias y ministerios. A través de todo
el mundo hay un nuevo alineamiento de la autoridad en la iglesia, dentro y fuera de las
estructuras de una denominación. En algunos lugares, la gente es conformada a su imagen.
Reciben la recompensa de su aprobación en la prosperidad y el crecimiento de su
influencia y poder. Otros decrecen o se estancan, ya no tienen pujanza, y las victorias del
pasado son su sustento. Debemos reconocer que la actividad en el reino de Dios es un
proceso dinámico en que nuestras decisiones determinan nuestro lugar en el nuevo orden
del reino.
Porque a todo el que tiene> se le dará; y a todo el que no tiene, aun lo que piensa
tener se le quitará.
Lucas 8:18

Obviamente es necesaria la preparación. Hombres de trasfondos denominacionales


diversos están uniéndose, no bajo una denominación u organización, sino simplemente
bajo la dirección del Espíritu de Dios, en una comunión como la que vemos en 1 Juan 1:7:
Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros.
En 1 Juan 4:2,3 vemos cómo hacer para reconocer al Espíritu de Dios:
Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo
espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el
espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el
mundo.

¿Qué significa confesar que Jesucristo ha venido en la carne? ¿Significa dar


consentimiento? No, quiere decir que uno se somete a su señorío. Un espíritu que se deja
guiar por Dios percibirá a otros que hacen lo mismo y ocurrirá una amalgamación

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
espontánea. Este es el nuevo ejército de Dios. Es un ejército guiado por el Espíritu que
cruza las barreras de las denominaciones y se fundamenta en la comunión más que en el
énfasis de un grupo, al tiempo que no sacrifica la sana doctrina, que es esencial.
Para los que me acompañan con el mismo sentir, les exhorto como el Salmista: “Servid
a Jehová con temor, y ale-graos con temblor” (Salmo 2:11).
Este nuevo orden del reino está siendo preparado para una batalla sobrenatural y
difícil. El mundo se vuelve cada vez más agresivo en su desafio a Dios y su palabra, pero
también tiene mayor necesidad de compasión, perdón y tolerancia como sólo Jesús pudo
ofrecer a los que lo rodeaban. Hoy ofrece su compasión al resto del mundo a través
nuestro.
Debemos ejercitar la fe en el Hijo de Dios no sólo para salvarnos, sino también para
que él viva en nosotros. Debemos abandonar nuestra vida en él y extender una invitación
al mundo para que vengan a ver a Jesús dentro nuestro. Amor y preocupación,
misericordia y verdad, perdón y longanimidad son los ingredientes que lo hacen ini-
gualable. Debemos llegar a ser sus representantes en medio de una generación perversa y
maligna.

14 La preparación para la cosecha

La clave para recoger la cosecha es nuestra preparación. Jesús habló muchas veces
acerca de la cosecha en sus parábolas, exhortándonos a ver que la siega estaba lista. El dijo:
¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os
digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Y
el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna> para que el que siembra
goce juntamente con el que siega.
Juan 4:35,36

Cada nación, ciudad> pueblo grande y pequeño tiene una cosecha. Esto quiere decir
que, de toda la gente que vive allí> hay aquellos que Dios ya ve en su granero, en su iglesia
y en su familia. El puede ver esto a causa de su presciencia. Hay muchos esparcidos por
todas las naciones de la tierra; tienen nombre y apellido. Esto no tiene que ver con la
predestinación, sino con la presciencia. El ya sabe quiénes son los que responderán a su
llamado.
Como mencionamos en el capítulo once, según Hechos 18:6—li el Señor apareció a
Pablo cuando atravesaba dificultades, oposición y abuso. Una noche el Señor le habló en
una visión:
No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre
ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad.

Hechos 18:9,10
Muchas veces desconocemos este hecho tan importante. Insistimos en predicar a los
que rechazan nuestro mensaje, mientras otros, cruzando la calle o al otro lado del pueblo
o del mar esperan recibir el mensaje de vida. Debemos volcarnos hacia estas personas.
Necesitamos orar para que el Señor nos muestre quiénes son y dónde están. Necesitamos
afirmar la declaración hecha en Apocalipsis
5:9,10:

41
Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con
tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos
has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.

Su sangre derramada sobre cada creyente nacido de nuevo lo convierte en su


propiedad. De eso se trata el reino de Dios. El dominio de Dios es eterno. Las almas de los
hombres redimidos por la sangre de Jesús son su herencia eterna.
Cuando el diablo lo llevó a Jesús a un monte muy alto y le mostró todos los reinos del
mundo y su esplendor, dijo:
“Todo esto te daré, si postrado me adorares.>’ El se refería a los pueblos de la tierra y sus
logros. Pero Jesús sabía que para adquirir a las personas debía ofrecer su propia sangre a su
Padre celestial para satisfacer la santidad de Dios y para extender su misericordia a la
humanidad.
Ahora, estamos en carrera para cumplir el propósito divino de la redención. Debemos
buscar a los perdidos, no de manera informal, sino que debemos prepararnos para la
cosecha con oración.
A continuación vemos algunos de los componentes necesarios para la cosecha. En Isaías
9:2 leemos:
El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de
sombra de muerte, luz, resplandeció sobre ellos.

Esto tuvo cumplimiento en Juan 1:4,5:


En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

Una luz clara resulta del caminar en obediencia a Dios. Aquellos que buscan la luz
deben verla en forma brillante a través nuestro. La luz de Jesús en nosotros es la luz del
mundo hoy. De modo que nuestra santificación es el primer paso para la preparación, que
es la separación para el evangelio de Jesús. Sin santidad nadie verá al Señor.

El segundo aspecto de la preparación es el verdadero ministerio a los perdidos y a los


recién salvos. Cada lugar del mundo tiene características únicas. Cada ciudad es diferente
y las prioridades y el énfasis de sus habitantes varían de acuerdo con la cultura. Debemos
depender de la guía del Espíritu Santo para tener efectividad en el lugar en que nos
encontramos. El Espíritu Santo nos enseñará cómo tener acceso a los pueblos de la tierra.
Debemos estar preparados para conocer el método más eficaz de presentar el evangelio en
cada sitio.

El tercer componente es el adiestramiento para el cuidado. Una iglesia que no prepara


líderes es una iglesia que no hace planes para crecer. Yo creo firmemente que el verdadero
crecimiento es proporcional a la capacidad de cuidado de una iglesia. Una iglesia con
1.000 miembros debiera tener por lo menos diez pastores adiestrados o en proceso de
aprendizaje; esto es, uno por cada cien personas.
Cada ciudad tiene una parte de las multitudes a que hace alusión el Apocalipsis. Cada
comunidad cristiana o iglesia tiene la responsabilidad dada por Dios de una parte de la
población. De modo que al salir a predicar el evangelio
o a enseñar la palabra, debiéramos ver a esa gente como futuros pastores. Vemos en las
Escrituras que uno de los requisitos fundamentales para ser pastor, según dijo Jesús; es:
“¿Me amas? Apacienta mis corderos ... Pastorea mi ovejas.. - Apacienta mis ovejas” (Juan
21:15—17).

Aunque hay necesidad de pastores no los adiestramos Preparamos discípulos que


conocen todas las doctrinas teológicas difíciles, pero no saben apacentar las ovejas.
Necesitamos pastores adiestrados en el cuidado de las ovejas.

42
Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
Los grupos caseros son maravillosos y los implementamos mucho antes de escuchar al
doctor Cho. Pero a fin de cuentas uno tiene ovejas bajo el cuidado de nodrizas más que
pastores. Muchas veces temen dar autoridad o delegar el ministerio. Tenemos nuestra idea
religiosa de que un pastor debiera ser un hombre graduado del seminario con algún tipo
de título u ordenación que pueda predicar todos los domingos y oficiar los casamientos y
funerales.
La Biblia dice que un pastor es un sobreveedor, un cristiano maduro que no es novato,
que está dispuesto a dar su vida al servicio y cuidado de los demás. Muchas veces estas
personas son relegadas a cubrir las funciones de ujier, diácono y apoderado, mientras que
el pastor va de un lado a otro en su afán de mantener unida la familia.
En Cali deseamos preparar tres mil quinientos pastores con miras a tener un pastor por
cada cien personas. Esta es la prioridad que ya ocupa nuestro tiempo. Cuando terminemos
esta tarea será la iglesia más grande del continente.
No toda ciudad es como Cali, que tiene dos millones de habitantes, o doce millones
como Buenos Aires. El segmento del pueblo de Dios variará de acuerdo con la ciudad o
pueblo. Lo más importante no es el tamaño sino el poder alcanzar ese “segmento».
¿Cómo se prepara el pueblo para la cosecha? Debe mostrar a la gente que su llamado
en la vida es cuidar de otras personas como Jesús cuidó de sus discípulos. Él dijo en Juan
17:12: “Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me
diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió ...
La mayoría de las personas no tiene el deseo de ser un líder religioso> en especial si el
concepto de laicos y clérigos está arraigado en ellas. Buscamos siervos que estén dispuestos
a servir a sus hermanos y hermanas. Al comenzar a servir, se convierten en sus líderes. El
adiestramiento es importante — enseñanza, ejemplo y seguimiento — pues es un proceso
que no termina.
En Cali nos reunimos con los pastores todas las semanas y en lo personal paso el mayor
tiempo posible con cada uno de ellos. Oro por ellos en forma regular y les enseño. Les
sirvo como pueda. Ellos a su vez, sirven a las ovejas, oran por las necesidades de las
personas, visitan a los enfermos y a los necesitados. Algunos de los hombres se sostienen
con trabajos profesionales; son médicos, ingenieros o tienen algún oficio. Son pastores> no
son niñeras. Tienen toda la autoridad, responsabilidad y honor que acompañan el cargo de
pastor. Tratamos los casos problemáticos, y les asistimos en encontrar la solución a las
situaciones difíciles. Como pastor principal, tengo la responsabilidad final de cada oveja;
sin embargo, han sido comisionados para cuidar de las ovejas que los han elegido como su
pastor.
Toda persona que forma parte de Ekklesia elige el pastor que quiere. Oran unos con
otros, juntos salen a picnics, se ven una o dos veces por semana, hacen evangelismo y vi-
sitan los hogares. Es fácil pastorear una iglesia cuando se ha delegado toda la
responsabilidad a hombres y mujeres aptos para cumplir su llamado.
Nosotros adiestramos a los creyentes para llegar a ser pastores asociados o asistentes.
Puede que nunca lleguen a ser grandes predicadores, pero la Biblia no dice que los so-
breveedores deben ser oradores elocuentes, sino que deben ser “aptos para enseñar”. De
modo que si cumplen con los 28 requisitos mencionados en Tito y Timoteo, aunque sean
tartamudos, son aptos.
Las mujeres son grandes pastores. Sesenta por ciento de los pastores de la congregación
del doctor Cho son mujeres; en la nuestra, treinta por ciento son mujeres. Las mujeres que
ministran bajo autoridad, en la actualidad constituyen uno de los recursos más valiosos del
cuerpo de Cristo. Su fidelidad y cuidado amoroso de las ovejas son un ejemplo que desafía
a muchos pastores de sexo masculino.
Debemos adiestrar a los líderes para esta cosecha del tiempo final. Es necesario
enseñar los fundamentos de la fe> según Hebreos 6, pero también debemos enseñar el
propósito de la vida, ceder los derechos propios, buscar la intimidad con Dios, entender
cómo habla Dios y cómo oír su voz, el ministerio de la sanidad, cómo Dios obra a través de

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
las circunstancias, los principios del reino y los aspectos prácticos del cuidado de las
ovejas: consejería, problemas en la iglesia y la autoridad espiritual.
Debemos orar para recibir un nuevo entendimiento en la iglesia respecto al pastoreo
de las ovejas. Existen distintos grados de ministerio bajo la función pastoral. Algunos son
pastores de pastores, algunos son pastores principales (el obispo principal entre muchos
ancianos) y algunos son pastores personales, que cuidan de cien personas, cinco familias, o
diez personas. Todos somos guardas de nuestro hermano de acuerdo con la medida de
nuestro llamado, nuestra preparación y experiencia, como también según nuestra
respuesta a las demandas del Señor de santificación en la vida y nuestra disposición a
preocuparnos por lo que le interesa a Dios.
15 El cántico del Cordero

Las iglesias deben establecerse para proveer hogares para las multitudes que Dios se
ha propuesto llevar a su reino. Los pastores deben ser adiestrados para el cuidado de las
ovejas. Nuestras metodologías en la preparación de líderes debe ser revisada. Lo que yo he
aprendido a través de los últimos veinte años de ministerio se resume así:
Dios puede en forma sobrenatural transformar por completo a una ciudad o nación por
su iniciativa y poder sin ningún tipo de ayuda. No hay país o ciudad que él no pueda
cambiar. El es la puerta de entrada para las ovejas, él atraerá a los miembros de su cuerpo
recién concebidos al lugar que él vea conveniente.
La iglesia en general no ha creído las promesas proféticas de Dios. En Apocalipsis
15:3,4 vemos una canción profética, el cántico del Cordero. Juan lo recibió en los capítulos
finales de Apocalipsis. Dice que estaban “en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de
Dios. Y cantan el cántico de Moisés y del Cordero, diciendo:
Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso;
justos y verdaderos son tus caminos> Rey de los santos.
¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre?
pues sólo tú eres santo;
por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han
manifestado.
Esta palabra profética declara la decisión de Dios de que todas las naciones le adoren a
él. Debemos creer y cooperar con este propósito. Jesús dijo a sus discípulos:
Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos
a todas las naciones ... .] y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo.
Mateo 28:18—20
Dios espera que le creamos y le obedezcamos. Los dos problemas fundamentales de la
iglesia son la incredulidad y la desobediencia. Nos conformamos con poco cuando po-
dríamos tener las multitudes de la tierra. Oramos lo que nos conviene> pidiendo
bendiciones materiales o el logro de objetivos insignificantes. Somos como los israelitas
que recibieron otra promesa profética en Exodo 15, llamada “El cántico de Moisés», la cual
no creyeron ni obedecieron. Era tan buena y real como Apocalipsis 15:
Condujiste en tu misericordia a este pueblo que redimiste;
lo llevaste con tu poder a tu santa morada.
Esta palabra le fue dada a la iglesia en el desierto, la iglesia del Antiguo Testamento pero
no la creyeron. Sigue el cántico de Moisés diciendo:
Lo oirán los pueblos> y temblarán;
se apoderará dolor de la tierra de los filisteos. Entonces los caudillos de Edom se
turbarán;
a los valientes de Moab les sobrecogerá temblor; se acobardarán todos los moradores
de Canaán. Caiga sobre ellos temblor y espanto;

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
a la grandeza de tu brazo enmudezcan como una piedra;
hasta que haya pasado tu pueblo, oh Jehová,
hasta que haya pasado este pueblo que tú rescataste.
Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad,
en el lugar de tu morada, que tú has preparado, oh Jehová,
en el santuario que tus manos, oh Jehová, han afirmado.
Jehová reinará eternamente y para siempre.
Con todo, el pueblo de Israel no creyó y tuvo que ser otra generación, cuarenta años
más tarde, la que viera el cumplimiento de la promesa. Esto es lo que ocurre con la iglesia
en la actualidad. Debiéramos alcanzar toda nación pueblo y lengua. Desde luego se genera
ministerio, pero no en la proporción o la intensidad que esta hora demanda.
Las iglesias están repletas de personas adiestradas para prestar atención a ministros
profesionales. Aman los sermones, pero nadie les ha enseñado a luchar por ellos mismos.
Aman los testimonios de misioneros, pero nunca llegarán a vivir por ellos mismos el
maravilloso y asombroso poder del evangelio para alcanzar al perdido.
Desean más enseñanza cuando lo que realmente necesitan son oportunidades para
demostrar lo que ya han aprendido. Necesitan volcar los grandes preceptos y el en-
tendimiento adquiridos a través de décadas. Nuestra oración es: “Oh Señor, impulsa a tu
iglesia a la cosecha y entrégale la cosecha a tu iglesia .
¿Qué podemos hacer? Lo primero es definir de nuevo lo que es el cristianismo. Los
creyentes somos la posesión adquirida de Cristo; ¡no somos dueños de nosotros mismos!
Sin embargo, andamos en la incredulidad, hacemos lo que más nos gusta, cuándo y cómo
creemos oportuno. ¿Cuándo vamos a entender que somos miembros de su cuerpo> porta-
dores de su nombre y templo de su Espíritu Santo? Somos sus instrumentos en la tierra.
Cuando Saulo perseguía a la iglesia, Jesús lo confrontó y le preguntó: “¿Por qué me per-
sigues?” (Hechos 9:4).
Si somos su cuerpo, debemos cumplir su plan y propósito. Debemos vivir como
Jesucristo, que dijo: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su
obra’> (Juan 4:84). No estamos aquí para esperar el rapto, sino que estamos aquí para
consumar su plan.
Jesucristo oró: “Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo” (Juan
17:18). Tomó el tiempo para adiestrar a los doce discípulos a fin de que al cabo de tres
años y medio aquellos hombres pudieran asumir la responsabilidad de pastorear a las
nuevas ovejas que habrían de ser llamadas. Nosotros también podemos enseñar a las
personas para que, si todo va bien, lleguen a ser pastores tres años y medio después de la
conversión. Pastor no es un título profesional, es una función de supervisión, cuidado
oración y ejemplo.
La mayoría de las iglesias se quebrarían bajo la presión del ministerio y la consejería, si
duplicaran su tamaño instantáneamente pues están preparando hombres para el cielo sin
adiestrarlos para el ministerio en la tierra. Esto es lo que ocurrió en Bolivia hace veinte
años durante el gran derramamiento de su Espíritu. Existían muy pocas congregaciones
cristianas que tampoco estaban preparadas. Esperamos la cosecha sin prepararnos para la
siega.
La iglesia en América del Norte ha alcanzado un nivel de sofisticación y
entendimiento, posee medios económicos fabulosos, y alta tecnología para la
administración y las comunicaciones. Sin embargo, no crece tan rápidamente como las
iglesias del tercer mundo donde personas simples de bajos recursos han recibido un gran
llamado para la cosecha de los campos de su región.
En general el incremento es proporcional a la capacidad que tiene la casa para crecer.
Mi objetivo en Cali es adiestrar a 3.500 líderes cada uno capaz de cuidar a cien personas.
Ya tenemos lugar en la Villa Cristiana que nos permite ministrar a miles de personas a
través de varios servicios dominicales. Tenemos planes de edificar un temp1o con

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
capacidad para 6.000 personas, lo cual nos permitirá ministrar a muchos más si llevamos a
cabo varios
servicios por domingo. Al aumentar la cantidad de asistentes, haremos planes de
incrementar el tamaño del templo. Esto lo hacemos porque creemos, oramos y esperamos
en el Señor. Asimismo> trabajamos y nos preparamos para recibir la promesa del Señor
para esta ciudad que ha ganado prominencia mundial y mala fama. Que el Espíritu Santo
despierte en usted la fe para creer las grandes promesas que tiene para su ciudad> su
iglesia y su nación. La preparación es el componente más importante, la preparación del
corazón y de los líderes, incluso de un edificio de reunión si es que uno tiene la fe para
creer en ello. Yo espero ver el cumplimiento de lo que Dios nos ha prometido para Cali.
Le ruego a Dios que cada lector de este libro tenga visión para la iglesia, la región y la
comunidad en la que vive.
Nuestra experiencia, sin haber tenido la preparación necesaria para el derramamiento
maravilloso del Espíritu Santo en Bolivia, es que el Señor nos mostró su poder soberano
para preservar los frutos de esa parte de la cosecha del tiempo final. Muchos expertos en
las visitaciones de Dios en la actualidad han escrito acerca de la permanencia increíble del
fruto. Sin embargo anhelamos> trabajamos y esperamos pacientemente el gran
derramamiento que aún ha de venir sobre toda la tierra. ¡Cuánto mejor ha de ser cuando
estemos listos para recibirlo!
Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el
labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que
reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad
vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.
Santiago 5:7,8

La gran cosecha del


tiempo final
16 El misterio de Dios se completa

Cuando nos referimos a la unción para la gran cosecha del tiempo final, queremos
decir que necesitamos la unción para cumplir con el propósito de Dios. ¿Cómo es posible?
¿Podremos en verdad tener la capacidad de completar la tarea que él nos ha asignado
antes de que venga el fin? ¿Dará la tierra esta cosecha valiosa?
Jesús advirtió a sus discípulos:
¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os
digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.
Juan 4:35
En Mateo 9, Jesús revela otro aspecto de la cosecha:
Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y
predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el
pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas
y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces
dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues,
al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.
Mateo 9:35—SS

46
Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
Aquí Jesús nos señala tres cosas: Los campos son muchos, están listos para la cosecha>
y no alcanzan los obreros para recoger la cosecha y guardarla. ¡Cuán acertadas son estas
palabras para hoy! Como no se ha visto nunca antes, hay millones de personas en el valle
de la decisión y la iglesia parece incapaz de proveer los obreros necesarios para recoger y
guardar la cosecha.
Y saliendo Jesús vio una gran multitud y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que
de ellos estaban enfermos. Cuando anochecía se acercaron a él sus discípulos,
diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a la multitud, para que
vayan por las aldeas y compren de comer.
Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer.
Mateo 14:14—16
En este pasaje Jesús declara uno de los mandamientos más cruciales e intrigantes: “Dadles
vosotros de come?.
Nuestras limitaciones, preocupaciones y hasta la inexperiencia nunca excusarán el no
llevar a cabo sus propósitos. Jesús tomó lo que ellos tenían> que era solamente cinco panes
y dos peces.
El les dijo:
Traédmelos aquí.
Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y
los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los
discípulos, y los discípulos a la multitud. Y comieron todos y se saciaron; y recogieron
lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas. Y los que comieron fueron como cinco
mil hombres> sin contar las mujeres y los niños.
Mateo 14:18—21
En la actualidad, si traemos nuestros peces y panecillos, él los puede convertir en
comida para que todos puedan ser satisfechos y aún habrá sobrante. No tenemos excusa
aunque nuestra ceguera impida el reconocimiento de la hora en que vivimos. Ya no
podemos vivir el cristianismo interesado exclusivamente en los beneficios personales
obtenidos en la cruz, u ocupados con las riquezas y la prosperidad, o con la excelencia y
abundancia de cosas que no tienen valor eterno. Nuestro corazón debe estar volcado a
Dios, con el deseo de que haga de nosotros comida para las multitudes hambrientas por to-
das las naciones.
El cristianismo ha perdido su razón de ser. No estamos aquí para perpetuarnos a
nosotros mismos. Cada día que pasa hay millones que siguen sin ser alcanzados> y muchos
de ellos mueren sin recibir al Señor.
Siempre me ha preocupado pensar en que si fuera a un pueblo o barrio de cualquier
país del mundo> y dedicara mi vida a esas personas por cierta cantidad de años, yo sé que
con el tiempo habría por lo menos un núcleo de creyentes. Pero si no alcanzo a los
perdidos y me quedo tranquilo en mi congregación, pagando mis diezmos y dando parte
de mi dinero a otros ministerios> nunca alcanzaré a esas personas con el mensaje de
salvación y se perderán el cielo.
El único propósito de Jesús en la tierra era hacer la voluntad del Padre, el cual era
redimir a los hombres para si. A Jesús no le interesaba nada más ni los negocios, ni la po-
pularidad, ni la política. Su interés era alcanzar en su tiempo a los hombres con el mensaje
de redención. Él iba de un pueblo al otro y nunca se quedaba más tiempo en un lugar de
lo que el Padre deseaba, aunque la gente se lo pidiera. Declaró cuál era su agenda:
El les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino
de Dios; porque para esto he sido enviado.
Lucas 4:43
Ni siquiera el deseo de Herodes de encontrarse con él le interesó. Su misión era alcanzar a
los perdidos y adiestrar a los doce discípulos.

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
Hoy los creyentes debemos reconocer que nuestra función es demostrar la presencia y
el poder de Dios con señales y prodigios (al alcance de todo creyente), y reproducirnos a
nosotros mismos en otros, a fin de que y ellos puedan participar en la evangelización y el
cuidado de las ovejas.
Estamos saturados de reuniones actividades y entretenimientos incluso
entretenimientos cristianos. Descuidamos la oración por estar ocupados viendo televisión
cristiana. No salimos a buscar a los perdidos por quedamos a disfrutar la comunión en la
iglesia o por ministrar y competir por el mismo grupo de convertidos. Los evangelistas
predican repetidamente al mismo grupo a un costo muy elevado para el cuerpo de Cristo y
con muy poco resultado.
El tiempo de la cosecha tiene un limite. La Biblia lo define así:
Miré y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del
Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda. Y del
templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete
tu hoz y siega; porque la hora de segar ha llegado pues la mies de la tierra está madura.
Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada.
Apocalipsis 14:14-16
Joel 3:13, 14 reitera el mismo desafío:
Echad la hoz porque la mies está ya madura. Venid, descended, porque el lagar está
lleno, rebosan las cubas; porque mucha es la maldad de ellos. Muchos pueblos en el
valle de la decisión; porque cercano está el día de Jehová en el valle de la decisión.
De modo que hay un tiempo para la cosecha> un tiempo de la historia categorizado
por dos cosas: “mucha maldad” en los hombres y “muchos pueblos en el valle de la deci-
sión”. Dios está preparado para alcanzarlos.
Jesús dijo: “Cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz porque la siega ha
llegado” Marcos 4:29). Este es el momento para la gran cosecha del tiempo final. Millones
de personas por toda la tierra son sacudidas por pestilencia, hambre, guerra, terremotos y
desgracia económica. Hoy hay millones que quieren oír la palabra de Dios.
Necesitamos que una generación de segadores surja por toda la tierra> llenos del
Espíritu Santo, aptos para mostrar el poder de la resurrección de Jesús. Las multitudes no
quieren vemos a nosotros ni tampoco desean oír nuestros sermones religiosos. Quieren
ver a Jesús. Esto sucederá cuando ocurran los milagros, y los ciegos vean, los paraliticos
caminen> los sordos oigan, y los leprosos sean limpiados.
Las buenas nuevas son que la tierra será cosechada según se expone en Apocalipsis
14:14—16. Esta cosecha marcará la derrota de Satanás.
Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de
su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los
acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la
sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas
hasta la muerte. Por lo cual alegraos, cielos y los que moráis en ellos. ¡Ay de los
moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran
ira, sabiendo que tiene poco tiempo.
Apocalipsis 12:10—12
En ese momento se cumple el propósito de Dios. En Mateo 24:14, Jesús afirma lo
mismo con claridad:
Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas
las naciones; y entonces vendrá el fin.
Es importante que reconozcamos que está cerca el cumplimiento de esta palabra.
Podemos ser parte del proceso si nos ocupamos de trabajar en forma sacrificada, y si paga-
mos el precio. De otra manera> podemos perder el tren y quedarnos en un desierto sin
poder llegar a la tierra prometida. Jesús se acerca a nosotros y nos invita a rogarle al Señor
de la mies para que él se ocupe pero también para que nos rindamos ante su señorío> a fin
de que pueda hacer en nosotros su voluntad para completar esta gran obra.

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
El libro de Apocalipsis nos da mayor entendimiento al describir como “misterio» esta
obra de cumplimiento de su propósito en la iglesia. Apocalipsis 10:7 dice: “sino que en los
días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta> el misterio de
Dios se consumará> como él lo anunció a sus siervos los profetas”.
Permítame enunciar cinco aspectos del misterio de
Dios:
1. Participarán todas las naciones. No estarán todas las personas> pero habrá personas de
todas las naciones (Romanos 16:25,26).
2. Serán incluidos tanto judíos como gentiles (Efesios 3:6) -
3. Nosotros seremos su morada (Colosenses 1:26,27).
4. Manifestará su sabiduría por medio de la iglesia a los principados y potestades al darle
la oportunidad a los creyentes a acercarse a Dios con libertad y confianza (Efesios
3:9—12).
5. Alcanzará su plenitud en el momento señalado> y
Cristo será la cabeza de todas las cosas (Efesios
4:9—13).
El apóstol Pablo entendía que su máxima prioridad era llevar a las personas al
conocimiento del misterio del evangelio:
Y tomad el yelmo de la salvación> y la espada del Espíritu, que es la palabra de
Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y
velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; y por mí, a fin de
que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio
del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él,
como debo hablar.
Efesios 6:17—20
Él comprendió que no sólo estaba en cadenas por haber predicado el evangelio sino
también a fin de dar a conocer el evangelio. Fue enviado en cadenas a dar testimonio fren-
te a reyes.
¿Cuántos hay dispuestos a sufrir vergüenza, rechazo y persecución para desempeñar
las funciones de embajador en cadenas> con posibles sufrimientos y carentes de muchos
de los beneficios que ofrece el mundo? Tal vez requiera vivir más modestamente y estar
satisfechos con sólo tener cubiertas las necesidades básicas. Sin embargo> seríamos
embajadores con un gran llamado> partícipes de la obra poderosa de Dios en este tiempo
final> si sólo abriéramos la boca para dar las palabras que él nos da> e impusiéramos las
manos para que ocurran los milagros, tendríamos el gozo de presenciar el cumplimiento
del misterio divino.
Por lo cual pido que no desmayéis a causa de mis tribulaciones por vosotros, las
cuales son vuestra gloria.
Efesios 3:13
Hoy procuramos evitar el sufrimiento. El apóstol Pablo entendió que por causa de su
gran llamado tendría que sufrir. Tal vez nos toque pasar por tribulaciones y persecuciones,
pero es muy bajo el costo que se paga para ser parte de los electos. El llama a su familia
eterna, de todas las naciones> pueblos y lenguas. Que Dios avive nuestros corazones para
que declaremos su evangelio con denuedo> como debe ser.
¿Por qué somos tan incrédulos en lo que se refiere a la promesa de Dios de suplir
nuestras necesidades a fin de que nos desempeñemos como sus embajadores para el
cumplimiento del misterio? Jesús nos dijo que no nos preocupáramos por nuestra vida, por
lo que hemos de comer, o lo que nos pondremos. Los paganos corren detrás de todo eso,
pero nosotros debemos buscar “primeramente el reino de Dios y su justicia” sabiendo que
“todas estas cosas.., serán añadidas” (véase Mateo 6:25—34).
No hace mucho tiempo, durante la operación militar conocida como Desert Storrn en
el golfo Pérsico, vimos uno de los movimientos de tropas militares más grandes de la his-
toria. A nadie se le ocurría pensar que estos soldados, al cumplir sus responsabilidades,

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
serían abandonados en medio del desierto sin comida, agua o refugio. Se requirieron seis
meses de preparativos para evitar que eso ocurriera. Fueron bien alimentados y cuidados
como buenos soldados. ¿Cuánto más cuidará Dios de su ejército al tomar mayores
responsabilidades en la evangelización de las naciones!

17 El llamado del tiempo final Unción para la cosecha

Através de los años he recibido muchas promesas proféticas que indicaban que las
multitudes del pasado parecerían pequeñas en comparación con lo que Dios hará en el
futuro. Estoy seguro de que esto acontecerá según la programación y el tiempo de Dios.
En 1992> comencé otra vez a salir por las naciones para predicar en campañas de evan-
gelismo masivo y estas fueron acompañadas de milagros> sanidades y prodigios. También
ministramos a pastores y líderes.
Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes> ayudándoles el Señor y confirmando
la palabra con las señales que la seguían.
Marcos 16:20
En La Paz, Bolivia, tuvimos reuniones en grandes auditorios> iglesias, y en un coliseo
al aire libre. Muchos recibieron salvación, sanidad y liberación. Una mujer paralizada de
la tribu aymara fue traída por sus amigos a la reunión y recibió sanidad instantánea y pudo
subir y bajar las escaleras del coliseo por sí sola. Ocurrieron incontables milagros mas.
En Trinidad, Bolivia> el hombre más rico de la ciudad, cuyo apodo era “el rico del
pueblo»> fue sanado del mal de Parkinson. En la misma ciudad, un joven que tenía las ro-
dillas paralizadas fue sanado instantáneamente. Dejó sus muletas> caminó hasta la
plataforma, y dio testimonio del poder sanador de Dios al dar patadas en el aire. Ese
mismo día> unas personas trajeron a su amigo en camilla al teatro en donde teníamos la
reunión y fue sanado. Esa noche vino a la reunión que tuvimos en el coliseo al aire libre
por su propia cuenta, y llegando hasta la plataforma, entregó sus muletas.
Un niño pequeño con pies zambos recibió sanidad en Santa Cruz. Sus pies fueron
sanados completamente. Inquietada por el milagro, su madre preguntó por su propio
cráneo. Tres años atrás, le habían operado un aneurisma y casi murió. Le habían extraído
casi todo el parietal y en su lugar> sólo tenía piel suave para cubrir el cerebro. Le dije que
había visto a alguien ser sanado de un problema similar. ¡Con Dios nada es imposible! Esa
noche> ella pasó adelante para dar testimonio de la sanidad de su hijo. Al bajar de la
plataforma cayó bajo el poder de Dios y minutos más tarde se levantó con dolor de cabeza.
Al tocársela, descubrió> para su sorpresa, que Dios le había reconstruido el hueso
completamente. ¡Fue un milagro increíble!
En esa misma ciudad, un niño sordomudo de siete años fue sanado> y pudo oír y
hablar por primera vez en su vida. ¡Su primera palabra fue “Jesús>’! Por supuesto> la
maravilla mayor fue la conversión de cientos de personas.
Viajamos a la Argentina y los milagros escalaron. Esto incluyó dos niños sordomudos
que recibieron sanidad total; un hombre con un desorden muscular pudo caminar sin sus
muletas; y muchos más. Pero a diferencia de otras veces, sentí la necesidad — además de
predicar el evangelio y operar bajo los dones del Espíritu (sanidades, milagros> palabra de
ciencia y profecía) — de comenzar a pasar la unción a los líderes y los hermanos.
El Señor me dijo: “Unge sus oídos, para que sean sensibles a la voz de mi Santo
Espíritu. Unge sus manos para que hagan las obras de Dios y para que ocurran milagros y
prodigios.»

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
Al hacerlo> hubo una nueva ola de milagros y sanidades. Aun después de retirarme del
lugar donde había ministrado, seguían llegándome noticias, no sólo de fe renovada y
ánimo, sino también de sanidades y prodigios.
En Argentina varios hombres jóvenes habían ido a orar a un hogar de ancianos, y para
su asombro algunos de los ancianos fueron sanados. Salieron de sus camas y sillas de
ruedas y comenzaron a alabar al Señor. Uno fue a un hospital para orar por un niño con
cáncer y que los médicos no creían que viviría más de unos pocos días más. ¡El Señor sanó
al niño! Muchos más tuvieron testimonios similares. Nuestro mensaje había sido recibido
y entendido y estos creyentes daban demostraciones poderosas de la resurrección de
Jesucristo a los inconversos.
Luego de comenzar esta etapa del ministerio en diferentes ciudades de Bolivia,
Argentina> EE. UU. y Suiza, y luego de haber programado varias reuniones en distintos
continentes para los meses que seguían, recibí una confirmación específica del Señor. Una
mañana> el Señor me habló diciendo: “Quiero que pases la unción a los creyentes. Quiero
que lleves la unción a las mayores capitales del mundo. Te daré los medios para que lleves
a cabo esta obra cuando lo necesites y donde lo necesites. Quiero que les dejes enseñanza
que les permita crecer en entendimiento. Quiero también que prepares recursos de
estudio como seguimiento a la enseñanza que les permita mantener la unción. Esta es la
comisión que te encargo a ti”.
Pero el Señor me habló con un prefacio muy claro:
“Quiero que hagas todo esto en preparación para la presión increíble y la batalla que
vendrá sobre el mundo entero».
Yo sabía a qué se refería, pues había estado bajo tremenda presión> persecución,
arrestos e interrogatorios, ataques de los medios, acusaciones falsas, traiciones> amenazas
contra mi vida> y daño físico. Su unción y las manifestaciones de su poder milagroso en
medio de circunstancias difíciles tenían mucho significado para mi.
Sin embargo> la parte más importante de la misión de pasar la unción es el potencial
de ver un avivamiento mundial. Yo sé lo que significa llegar a un país conocido como uno
de los más difíciles para la difusión del evangelio> donde Satanás parece tener su
residencia permanente, o al menos su casa de fin de semana> y se le rinde reverencia y
alabanza abiertamente. Los constructores en la ciudad capital de La Paz no empiezan a
poner el fundamento de una casa a menos que se hayan ofrecido sacrificios a los dioses de
la tierra. Se ofrece en forma regular comida e incienso a los espíritus. Todo lo que tenía
para contrarrestar eso era mi fe en el Señor, su palabra y su unción. ¡Ocurrió lo que dicen
las Escrituras pues la unción rompió el yugo!
Moisés impuso manos sobre setenta hombres y les impartió su espíritu. Aún existen
muchos que no entienden el concepto de “imposición de manos>’> pero Dios está restau-
rando el significado de este medio divino para el suministro de dones y llamados.
El apóstol Pablo escribió a Timoteo: “No descuides el don que hay en ti, que te fue
dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio” (1 Timoteo 4:14).
También dijo a los hermanos en Roma: “Porque deseo veros> para comunicaros algún don
espiritual, a fin de que seáis confirmados» (Romanos 1:11).
Así que mi llamado es hacer mi parte en el derrame de la unción por las naciones y
equipar a aquellos que la reciben> para que puedan ejercer su don en santa reverencia y
compromiso con Jesucristo, puesto que la unción que recibimos es suya- Jesucristo mismo
envió su manto de unción a partir del día de Pentecostés: “Recibiréis poder> cuando haya
venido sobre vosotros el Espíritu Santo’> (Hechos 1:8).
Nos revistió con su propio Espíritu; somos portadores de su unción. El poder que sanó a
los enfermos hace dos mil años, es el mismo que opera en el ministerio actual. El nos dice
claramente que señales milagrosas acompañarán a aquellos que en él creen <Marcos
16:17,18).
¿Por qué es tan importante esto? Porque Dios está por visitar las naciones y su victoria
sobre los poderes de las tinieblas será sobrenatural.

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final

Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas
de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de
fortalezas, refutando argumentos, y toda altivez que se levanta contra el conocimiento
de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando
prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta.

2 Corintios 10:3—6
El mundo necesita ver a Jesús. Debemos hacerlo conocer a él, no a nosotros. Debemos
hablar de él y preparar al mundo para su manifestación. El ministerio eterno de Cristo fue
prometido por los profetas a través del Antiguo Testamento. Habría de comenzar con la
concepción de una virgen; nacería un niño, y luego “lo dilatado de su imperio y la paz no
tendrán límite” (Isaías 9:7).

Su ministerio terrenal como Dios-hombre o Hijo del Hombre no debiera tener fin. Sus
milagros ocurren en la actualidad. En su momento, validaron su ministerio, y hoy
debemos esperar la misma evidencia por todas partes: en pequeños encuentros, iglesias,
lugares oscuros y hogares, puesto que Dios no se limita a actuar a través de los ministerios
poderosos. Esta es la hora de la iglesia ungida. Jesús no se limita a alcanzar a un puñado de
hombres ungidos sino que extiende su poder a todos los creyentes. “Porque donde están
dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20).
Quiere decir que está presente y puede sanar, resucitar, liberar, consolar, infundir paz o
cualquier otra cosa según su voluntad. Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre. Aunque esto
es tan simple, la mayoría de los cristianos no lo entienden. Desean que predicadores
reconocidos o evangelistas poderosos vengan a ministrarles pues ellos traen la unción y la
dejan en la ciudad cuando se van.
¡Jesucristo ha resucitado! La razón por la que murió y resucité fue para ofrecernos
propiciación y vida eterna a usted y a mí. “El Hijo del Hombre no vino para ser servido,
sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28). Luego ascendió,
no para estar en el cielo viendo lo que pasa en la tierra, sino para estar en todos lados a
través del ministerio del Espíritu Santo, quien testifica en todas las naciones acerca de
Jesús.
Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús Nazareno, varón aprobado por Dios
entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por
medio de él, como vosotros mismos sabéis; a éste, entregado por el determinado
consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de
inicuos, crucificándole; al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por
cuanto era imposible que fuese retenido por ella.. -

A este Jesús resucité Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que,
exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu
Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.
Hechos 2:22—24, 32, 33
¡Jesús vive! Él sigue obrando de la misma manera a través del Espíritu Santo hoy, que
cuando estaba en la tierra en persona.
¿Qué es lo que Jesús hizo? Esta es la respuesta:
Y al oír Juan, en la cárcel, los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos, para
preguntarle: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro?
Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los
ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos
son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio.
Mateo 11:2—5; véase también Lucas 7:18—22

52
Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
En nuestro propio ministerio vemos que estas cosas ocurren de manera regular, aunque
todavía no he visto a nadie resucitar de la muerte.
En la actualidad, Dios manifiesta su poder total en la medida de nuestra respuesta a los
llamados del Espíritu Santo. Esto es lo que me motiva a ayudar a preparar a la iglesia por
todo el mundo, ungiendo los oídos de los creyentes para que puedan volverse sensibles a
la voz del Espíritu Santo, y les unjo las manos para que puedan orar por otros. Debemos
dejar la necedad de lado y obedecerle sin fanatismo.
Nunca debemos confundir su guía con las voces de los demonios; es necesario ser
sensibles a la voz de Dios y dispuestos a obedecerle. Tomemos el tiempo para orar y con-
firmar su voluntad. Vivamos en forma apacible para entender sus directivas. Evitemos
aquello que podría entrar a nuestra mente y cuerpo y que pudiera ser un impedimento a
movernos en la voluntad de Dios. Rindamos nuestra vida al Señor a diario en oración.
Digamos al Se-flor: “Estoy dispuesto a ser interrumpido. Puedes cambiar > mi agenda.
Estoy dispuesto a girar a la derecha aun cuando yo quiera doblar a la izquierda. Estoy
dispuesto a pagar el precio. Quiero servirte sin importar el costo. Estoy listo a hacer el
papel de tonto por tu causa, si es necesario. Estoy dispuesto a avanzar sin otro sustento
que tu palabra. Estoy dispuesto a tomar tiempo para ayunar y orar hasta que reciba
respuesta. Estoy dispuesto a dar mi vida para servirte. Estoy dispuesto a morir por
obedecerte.
La iglesia de Jesucristo podrá vivir una experiencia completa de su poder y unción para
ocuparse de la cosecha del tiempo final, sólo cuando se haya dado los pasos enunciados.
Todo lo demás no alcanza a servir adecuadamente al Señor. Estemos dispuestos a servirle a
él, con tal temor y abandono que llegue a sacudir al mundo.
Pablo escribió a los corintios diciendo que estaban “prontos para castigar toda
desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta” (2 Corintios 10:6). Nuestra autori
dad espiritual es directamente proporcional a nuestra obediencia a Dios. Si tenemos 50%
de obediencia, solamente ejerceremos 50% de su autoridad. Si nuestra obediencia es
perfecta (esto significa caminar en la luz sin ninguna actitud de rebeldía en nosotros), su
ministerio en nosotros crecerá hasta la medida completa.
Pero di la palabra, y mi siervo será sano. Porque también yo soy hombre puesto
bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: Ve, y va; y al otro:
Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.
Al oír esto, Jesús se maravillé de él, y volviéndose> dijo a la gente que le seguía: Os
digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe.
Lucas 7:7—9
Hoy se ofrecen clases por todas partes sobre la espiritualidad, guerra espiritual y
muchos otros temas intrigantes. Viajamos grandes distancias para oír mensajes y comprar
libros, casetes y videocasetes. Pagamos dinero a expertos para que nos ayuden a ser más
espirituales. So-más la generación más informada y equipada de la historia. Tenemos
concordancias y programas de Biblia en computadora. Pero, aunque acumulamos textos y
casetes, nuestras oraciones no tienen buenos resultados. Apuntamos a mucho pero
recibimos muy poco.
La clave no está en lo que sabemos, sino en lo que hacemos con el conocimiento.
Incredulidad, desobediencia, falta de perdón, idolatría, impureza y temor pondrán freno
al llamado tierno y sagrado del Espíritu Santo. Hacemos oraciones para recibir cosas que
no necesitamos, e invertimos en proyectos que son como monumentos para una iglesia en
decadencia, en vez de librar fondos en las áreas que son realmente necesitadas.
Somos avergonzados por los cristianos de otros países que tienen escasos medios, pero
predican el evangelio. Lo llevan a pie, en vez de hacerlo en automóviles lujosos. Para ellos,
así como fue con Jesús, las cosas materiales no representan el éxito. Jesús no tenía dónde
apoyar la cabeza, no
tenía heredad material para dejar cuando partió, no tenía inversiones, ahorros o bonos del
tesoro. Sin embargo, llevó sobre sí la mayor responsabilidad de dejar una bendición para

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
toda la humanidad. Murió en una cruz y su única posesión, la túnica, fue sorteada en un
juego de azar.
Así Jesús estableció el ejemplo para todos nosotros, no sólo de predicador o misionero,
sino de modelo perfecto. Debemos seguirlo y ser conformados a su imagen. ¿Hasta qué
punto estamos dispuestos a imitarlo? ¿Seremos capaces de vender todo e ir a dónde nos
envíe, o primero deben pasar veinte años hasta que terminemos de pagar la hipoteca?
¿Estamos dispuestos a dormir al costado de los caminos, al aire libre, como él hizo con
sus discípulos? ¿Andaremos a pie por los caminos polvorientos de nuestro país? Si no
estamos dispuestos, por lo menos a considerarlo el mensaje del cristianismo no nos ha
penetrado aún, y sigue siendo apenas una religión.
En Juan 15:13—16, Jesús declaró:
Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros
sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el
siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas
que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. No me elegisteis vosotros a mí, sino que
yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto
permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.
Él cumplió con su parte al dar su vida por nosotros como amigo. Hagamos lo que nos
corresponde dando nuestra vida a su causa.
Al terminar, permítame ofrecerle un pasaje bíblico que Dios ha usado para darme
consuelo cuando me pidió algo muy diflcil:
Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos,
luego todos murieron;
y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que
murió y resucité por ellos.
2 Corintios 5:14,15
Este es uno de mis pasajes favoritos. Para mí, contiene la esencia misma del evangelio.

18 Una invitación personal

Gracias por haber tomado el tiempo de leer este libro. Permítame compartir la
carga de mi corazón con usted.
Si aun no le ha dado usted la vida a Jesucristo como Se-flor de toda su existencia,
¡hágalo ahora! Él lo honrará, lo bendecirá y hará que usted sea una bendición para otros.
Si usted es creyente, ¿le sirve al Señor con todo su corazón? ¿Ha renunciado a todos
sus derechos frente a él? Una manera de determinar si le ha entregado por completo su
corazón es a través de la ausencia de temores. Si usted tiene el temor de morir, entréguele
el derecho a vivir; si tiene temor al fracaso, dé le su futuro; si teme perder seres queridos,
ofréndelos al Señor.
1. Revalúe el propósito de su vida. Usted debe vivir para Jesucristo, no para el placer, el
poder, las riquezas terrenales, o para el pseudointelectualismo. Diga lo siguiente: “El
motivo de mi existencia es vivir para
Jesús y su propósito, y para completar su obra.»
2. Procure la intimidad con Dios. Usted puede tener el nivel de intimidad que desee. El
no tiene hijos predilectos; en la medida en que nos acercamos a él, él se acerca a
nosotoros. ¡Ore fervientemente! Tome tiempo para estar en oración y en el estudio de
su palabra. Reconózcalo a toda hora del día e invítelo a dirigirle y
asistirle en todo lo que haga, ya sea cocinar, escribir a máquina, trabajar, o hablar con
la gente. El está presente todo el tiempo. Esté atento a su presencia y él lo asistirá en
cualquier cosa y en todo lo que emprenda.

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
3. Separe tiempo para ayunar en forma regular. Lo ayudará en lo espiritual además de lo
físico. Le despejará la mente para escuchar la voz del Señor con mayor claridad.
4. Perdone a los demás y no se deje ofender. Pedro preguntó cuántas veces debía
perdonar y el Señor le respondió que debía perdonar cuatrocientas noventa veces por
día.
5. Ofréndele todas sus pertenencias al Señor. Esté preparado a hacer con ellas lo que el
Señor le indique. Sólo así podrá él confiarle las riquezas verdaderas.
6. Debe formar parte de una iglesia. Participe en una iglesia que se mueve con el Señor,
donde el liderazgo le ayudará a crecer en madurez.
7. Humíllese frente a Jesús. No deje de confiar en él a pesar de las circunstancias que le
toque vivir. Dios, en su misericordia y fidelidad le dará alternativas originales,
soluciones y victorias.
8. Ore por las necesidades de los demás. Ore en privado y también cuando está con otros.
Espere ver sanidades y prodigios. Nunca se desaliente por no ver los resultados. Deje
que el Señor se ocupe de los resultados.
9. Procure vivir una vida apacible y callada. Nunca oirá su voz si usted otorga prioridad a
las voces de este mundo. La televisión y la radio, aun cuando sean de origen cristiano,
pueden llegar a reemplazar un espíritu atento y receptivo a la voz de Dios.
10. Ministre a las necesidades de la gente en cuanta oca-Sión le sea posible. Si alguno está
triste, dele consuelo; si alguno está enfermo, ore por su sanidad; si alguno está en
necesidad, dé le dinero; si alguno está oprimido, participe en su liberación. Haga todo
lo que haría
Jesús si estuviera presente en forma visible. Recuerde que él está presente por su
Espíritu y la realidad se hace evidente a través de la oración y al actuar con
preocupación y cuidado por las necesidades de los demás, tal como lo haría él.
Al hacer estas cosas verá como Dios se le manifiesta de maneras estupendas y su
nombre será glorificado. ¡Aleluya!
¡Qué así sea, Señor!
Apéndice
19 £1 ayuno: Arma espiritual, maravilla fisiológica INTRODUCCIÓN
El ayuno es un proceso fisiológico natural. También es un concepto bíblico que se
practicaba durante tiempos difíciles. Es así que tanto desde el punto de vista espiritual
como del científico, podemos estar confiados que el ayuno no es dañino sino más bien
beneficioso cuando se realiza de manera apropiada.
La mayoría de las personas ayunaría si entendiera lo natural que resulta el ayuno para
el cuerpo humano. A decir verdad, la mayoría de las personas ha sentido el deseo de
ayunar en diferentes momentos, pero sencillamente no lo interpretó como tal. En el
proceso fisiológico normal de nuestro cuerpo, sentimos el deseo de no comer; perdemos el
apetito. Esto se da en forma normal cuando tenemos un resfriado, fiebre, gripe o una
descompostura estomacal, durante agotamiento físico, dolor emocional o un período de
duelo y al atravesar por otros sentimientos semejantes. Pero nuestras culturas occidentales
nos han llevado a pensar que la abstinencia no es buena y que incluso pudiera resultar
perjudicial. Esto comenzó en la infancia cuando nuestros padres nos forzaron a comer
cuando no teníamos apetito por causa de una enfermedad, un estado emocional de
excitación o por estar molestos.
En la naturaleza, el ayuno es un comportamiento natural de animales enfermos o
heridos. Buscan un sitio tranquilo y seguro cerca del agua donde puedan ayunar hasta
estar curados. Nosotros, los humanos, somos los que por ser tan sabihondos y educados no
reconocemos el diseño de Dios y sufrimos por causa de ello.
La palabra ayuno significa “sin nutrientes” - Por lo tanto, en el sentido más estricto de
la palabra y a fin de maximizar sus beneficios fisiológicos, el ayuno debiera llevarse a cabo
con agua, descanso y una supervisión adecuada. Pero en el sentido espiritual, el ayuno

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
significa abstinencia y privarse de alimentos en general. En las Escrituras vemos varios
tipos de ayuno, algunos exigían la abstinencia de ciertos tipos de alimentos, otros una
abstinencia total de alimentos y agua. Algunos de estos últimos fueron ayunos
sobrenaturales tales como el ayuno de cuarenta días de Moisés en el monte. Todos estos
ayunos bíblicos tienen su lugar en la historia del pueblo de Dios a través de las edades. Los
cristianos pueden ayunar obteniendo resultados espirituales y físicos increíbles.
Observemos algunos de los beneficios del ayuno.

BENEFICIOS ESPIRITUALES DEL AYUNO


El ayuno proporciona un ambiente donde poder sintonizar nuestras vidas a Dios. No es
que el Señor hable más fuerte cuando ayunamos, sino que nuestros “receptores” espiri-
tuales tienen la capacidad de recibir lo que él nos dice. Es, quizá, una de las expresiones
más profundas de la muerte al yo y de entrega a él. Podemos escuchar mejor lo que nos
dice Dios. A nivel espiritual, el ayuno acompañado de súplicas capta la inmediata atención
de Dios desde su santuario. Esto se puede ver en la experiencia de Daniel. Cuando Daniel
hizo lo que le correspondía a él — “Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en
oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión”
(Daniel 9:3,4) — vemos que el Señor respondió: “Daniel, ahora he salido para darte
sabiduría y entendimiento. Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido
para enseñártela, porque tú eres muy amado” (Daniel 9:22,23) [énfasis del autor].
Nuestra mayor necesidad en este momento de la historia humana no es formular
grandes planes cristianos ni proyectos evangelísticos extraordinarios (“un plan maestro”)
porque el Maestro tiene un plan que excede la totalidad de nuestra imaginación, nuestros
esfuerzos y nuestros sueños. No depende de nuestros recursos humanos, la fuerza del
hombre ni del brazo de la carne, sino de Sus riquezas en Cristo. Él habla de la gran
cosecha final en Isaías 9: 2—4,7:
El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de
sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. Multiplicaste la gente, y aumentaste la
alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando
reparten despojos. Porque tú quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el
cetro de su opresor, como en el día de Madián . -.
Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y
sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y
para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto [énfasis del autor].

Esa profecía respecto de Jesucristo, el Mesías, de cumplimiento en curso, seguirá hasta


la inminente realización completa de su plan y su propósito. Vemos que será una de-nota
sobrenatural y gloriosa como en el día de Madián una aleccionadora conclusión del
tiempo concretada por su propio celo. Y su pueblo debe estar perfectamente sintonizado
con él para esta hora, porque quién sabe si para esta hora es que existe la iglesia de
Jesucristo, un tiempo de cumplimiento y de poder.
No hay otra cosa que prepare nuestro espíritu, alma y cuerpo humanos para esta gran hora
como lo hace el ayuno. Nos prepara para la más profunda y más rica comunión espiritual
posible. Aclara y libera nuestra mente para poder comprender y captar lo que Dios dice a
nuestro espíritu, y acondiciona nuestros cuerpos para llevar a cabo su perfecta voluntad
que es buena, agradable y perfecta. Nos da la libertad, el nivel pleno de energía física y la
tolerancia que se requieren para correr la carrera.
Vemos que el elemento clave involucrado en las victorias más destacadas que se
registran en la Biblia no era la fortaleza humana ni los números ni la astucia ni la inteli-
gencia, sino más bien la capacidad de escuchar a Dios y obrar en obediencia a la palabra
recibida del Señor. El ayuno proporciona la forma más sobresaliente de lograr esa
sensibilidad y obediencia al Señor porque nos humilla.

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
El ayuno es un paso importante en el logro del dominio propio que se necesita con tanta
urgencia en una hora de tremenda presión que se incrementa a diario y de guerra
espiritual sobre la faz de toda la tierra. Nuestros cuerpos y mentes por igual deben estar
sujetos. Después de ayunar recibimos liberación de muchas de nuestras adicciones (ca-
feína, estimulantes, alimentos que causan adicción y deseos exagerados). Quedamos en
libertad de entrar en el nuevo andar de obediencia y dependencia de Dios teniendo
también una renovada sensibilidad a la guía del Espíritu Santo, con un nuevo comienzo en
lo que se refiere a nuestros apetitos; verdaderamente se rompen las ataduras del pecado y
quedamos libres para poder servir al Señor sin temor todos los días de nuestra vida. Como
cristianos, es necesario que tengamos dominio propio.

El ayuno y la oración nos ayudan a estar quietos y saber que él es Dios. Al estar en ayuno,
entregamos al Señor nuestra condición débil y frágil, aprendiendo así que Dios, y sólo
Dios es la fuente de toda vida, fuerza y virtud. Su mano es la que mueve los cielos y la
tierra y ningún plan de él podrá ser frustrado. Experimentamos un nuevo descanso, el des-
canso de la fe, la dependencia y la entrega a él.
El ayuno proporciona verdadera armonía y descanso a nuestro espíritu humano como
también a nuestra alma y cuerpo. Como dijo Jesús: .... - el espíritu a la verdad está
dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41). Durante un ayuno ocurre lo opuesto:
estamos un tanto débiles en lo físico, pero tenemos la capacidad de percibir un tremendo
fortalecimiento de nuestro espíritu humano al ser morada del poderoso Espíritu Santo.
Al ayunar (es decir, un ayuno cuya motivación sea correcta y se haga con una actitud
apropiada), obtenemos una tremenda revelación respecto de nosotros mismos. Nos lleva al
punto de vernos en un espejo. Quizá sea por eso que Santiago, después de decirnos que no
seamos como los que habiéndose visto en un espejo, luego se van y se olvidan cómo eran,
agrega después que nos humillemos, nos aflijamos y nos lamentemos. Nos hace falta
arrepentimiento. Como la iglesia de Éfeso, hemos abandonado nuestro primer amor.
Debemos arrepentimos de haber permitido que otras cosas se interpongan entre el Señor y
nosotros. El ayuno nos puede ayudar a dar nueva dirección a nuestro enfoque, poniendo
en primer lugar lo primero.
El ayuno es un arma sobrenatural para una batalla sobrenatural. La mayoría de nosotros
recién empieza a comprender la verdadera naturaleza de nuestro conflicto. “Porque no
tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra
los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las
regiones celestes sobrenaturales” (Efesios 6:12).
Nuestra batalla no es contra carne ni sangre, sino contra principados y gobernadores
de las tinieblas que no pueden ser enfrentados con buenas intenciones, ni con mera
determinación humana.
Pues aunque andamos [vivimos] en la carne, no militamos según la carne; porque
las armas de nuestra milicia no son carnales [armas de carne y sangre], sino poderosas
en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se
levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la
obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando
vuestra obediencia sea perfecta.

2 Corintios 10:4—6

Nuestra autoridad espiritual está condicionada y es proporcional a nuestra sumisión y


obediencia. Para ejercer autoridad, es necesario que seamos hombres y mujeres bajo
autoridad. Debemos tener sensibilidad espiritual para percibir el propósito revelado de
Dios y luego actuar de acuerdo con él. El ayuno nos capacita para ambas cosas.

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Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
El ayuno y la oración son necesarios para la liberación de ciertos tipos de opresión
demoníaca (Marcos 13:48). En la actualidad hay fortalezas de Satanás en la tierra que no
responden a otros enfoques. Nos hace falta poder para obtener victoria en nuestras vidas,
familias, iglesias y en nuestra nación.

El ayuno y la oración constituyen el mensaje que está comunicando hoy el Espíritu Santo.
En el libro de Apocalipsis vemos una iglesia victoriosa: “Y ellos le han vencido por medio
de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus
vidas hasta la muerte” (12:11). 0 sea, la aprehensión de nuestra archienemiga, la carne,
poniéndola bajo sujeción. Resulta tan fácil culpar a Satanás de las obras de la carne tales
como orgullo, indulgencia, egoísmo y engreimiento. El espíritu humano, lleno del Espíritu
de Dios, queda reprimido por una carne indisciplinada que expresa nuestra naturaleza baja
en lugar de manifestar el fruto del Espíritu. A consecuencia de esto no nos es posible
derrotar a Satanás en nuestro medio. El ayuno nos permite ver mejor la gloria y la
fortaleza del Señor lo cual a su vez manifiesta nuestra condición frágil y desdichada y nos
capacita por medio del arrepentimiento para recibir la liberación que él nos da. Ahora
prestemos atención a algunos de los beneficios naturales del ayuno.

BENEFICIOS FÍSICOS DEL AYUNO


Durante un ayuno el cuerpo reduce su actividad metabólica normal proporcionándole así
una oportunidad de descanso. (El proceso de digestión es costoso en lo que se refiere a la
energía.) Aproximadamente se necesitan 72 horas para aquietar nuestro sistema
inmunitario. En la mayoría de las personas este fantástico sistema de defensa está
sobrecargado y su población de células se ha reducido por causa del estilo de vida y la
dieta característicos en la actualidad. Durante un ayuno la asimilación es reemplazada por
la eliminación y la sanidad a nivel celular. El cuerpo aprovecha la oportunidad haciendo
uso de su energía excedente para limpiar y repararse. En las clínicas de ayuno esto se
puede demostrar y evaluar con claridad mediante pruebas de laboratorio, y
frecuentemente las personas que ayunan perciben esto como malestar y síntomas causados
por diversas patologías que se están sanando.
El cuerpo cuenta con amplias reservas que se almacenan en tejidos y grasas como
también en varios órganos donde el cuerpo los ha guardado con inteligencia. La mayoría
de las personas puede ayunar tranquilamente por espacio de varios días e incluso semanas
bebiendo jugos, y hasta puede someterse a un ayuno total prolongado bajo supervisión
adecuada.

Tanto el sentido del gusto como diversas partes del aparato digestivo experimentan
una renovación. Esto empieza con las papilas gustativas y luego pasa a las diversas mem-
branas del estómago y de los intestinos permitiendo un nuevo comienzo. La persona baja
de peso y experimenta también una limpieza de depósitos de colesterol en las arterias, de
coágulos en formación, de quistes e incluso de tumores y masas en desarrollo.
Las personas que practicamos y supervisamos ayunos consideramos que se trata del
súmmum en medidas terapéuticas y, por cierto, la única manera de lograr una sanidad
verdadera. En general, las medidas más tradicionales sólo ofrecen un alivio temporal de
síntomas mientras que el ayuno terapéutico ofrece una sanidad del problema en su punto
de origen.
Un ayuno con jugos puede producir ciertos síntomas y malestares para los cuales
debemos estar preparados. Durante un ayuno, ocurrirán cambios en nuestro cuerpo.
Nuestro metabolismo se modifica de tal manera que vivimos de nuestras reservas. Los
procesos corporales pasan de la modalidad asimiladora a la modalidad excretora. Es en ese
momento que uno puede llegar a experimentar cierto malestar. (Debiera agregar que
algunas personas no padecen ningún malestar.) Hago mención del malestar pues de ese
modo, si llega a ocurrir, usted puede estar preparado y no sentir pánico, sino cooperar con

58
Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
su sistema durante su proceso de limpieza y sus esfuerzos de sanidad. Muchas personas
sufren dolores de cabeza, dolores de estómago, una sensación de ardor en la boca del
estómago, una sensación de náusea o la sensación de estar pescando un resfrío. Hasta
pueden presentarse vómitos. Es necesario que las personas sepan que pueden
experimentar estas cosas y que es algo normal. En un ayuno prolongado, no sería raro que
hubiera fiebre. El cuerpo aprovecha el ayuno y empieza a sanarse de las cosas que puedan
estar persistiendo adentro de uno, cosas que quizá aún no se hayan hecho evidentes con
los siguientes síntomas:

Mal aliento acompañado de una lengua pastosa que irá desapareciendo a medida que
pasen los días y el cuerpo se libere de desperdicios tóxicos y también metabólicos;
mareos debido a que el hígado y otros órganos se están limpiando. Ingiera mayor cantidad
de líquidos y descanse tanto como le sea posible;
náuseas y posibles vómitos en ocasiones acompañados de una sensación de ardor en la
boca del estómago. El hígado está eliminando bilis. Es tan concentrada y dañina que el
cuerpo, con inteligencia, elige la salida más
corta posible que en este caso es a través del estómago
y la boca en lugar de hacerlo causando irritación al hacer el recorrido largo a través de
los intestinos;
dolor muscular (en especial en el área inferior de la espalda) debido a la eliminación de
ácido úrico.
Siga ayunando y alabe al Señor agradeciéndole porque por medio del ayuno, a pesar de
que le pueda causar algún malestar, usted se está liberando de algo que pudiera haberle
provocado problemas serios en el futuro. Por ejemplo, es mejor sufrir de dolor muscular
ahora que llegar a quedar lisiado por causa de artritis en años posteriores. Un baño tibio
puede producirle alivio, pero asegúrese de que alguien esté presente para asistirlo. Si la
situación es tal que está sufriendo un malestar severo, póngase en contacto con una
persona capacitada y experimentada en el tema del ayuno.
A causa de una mala administración de sus enfermedades, la mayoría de las personas
ha pasado de una enfermedad aguda a una crónica. Esto se fundamenta en una mala
comprensión de la enfermedad y de algunos síntomas de la fase aguda en el proceso de
curación. La mayoría de las personas no sabe cómo lidiar con los procesos fisiopatológicos
tales como el resfrío común, fiebres, inflamaciones e irritaciones. Por lo general se usan
productos farmacológicos para cosas que pudieran superarse con un simple ayuno y
reposo. Por causa de esto, sus cuerpos están en un estado de supresión buscando la
oportunidad de llevar a término lo que fue detenido de manera inapropiada y abrupta por
drogas u otras intervenciones.
Durante un ayuno con jugos o agua, estos procesos son reactivados para proporcionar
verdadera sanidad al cuerpo y ese es el motivo por el que algunas personas quizá deban
atravesar por una crisis de sanidad. Esto no debiera ser motivo de alarma, sino que se
debiera tratar de manera cuidadosa e inteligente. No se deben tomar drogas. De ser
necesario, haga reposo hasta que desaparezcan los síntomas. Le aconsejaría que por unos
días sólo tomara agua e hiciera reposo. Esta experiencia podría convertirse en su salvación.

CÓMO DAR COMIENZO AL AYUNO


Antes de empezar un ayuno se debiera determinar su duración y el tipo de ayuno que se
hará. El ayuno en su sentido más estricto se debiera realizar junto con un descanso
apropiado (fisiológico, mental y emocional) y agua. Ese es el significado de la palabra
“ayuno” en su sentido más estricto. Pero si se piensa ayunar y mantener también la acti-
vidad, es necesario consumir nutrientes adecuados.
Permítame darle una breve explicación de dos tipos de ayuno que se pueden llevar a
cabo. Uno, para ser práctico, recibiría el nombre de ayuno con jugos y el otro sería un
ayuno total con agua. Tres días & hasta cinco días para las personas que no tienen

59
Ungido para La Cosecha del Tiempo Final
problemas obvios de salud) de cualquiera de los dos tipos de ayuno con actividad
moderada pueden llevarse a cabo sin una supervisión estricta, aunque se debiera tomar
alguna precaución. Cuando se hace un ayuno con agua por tiempo prolongado, es
necesario que haya supervisión. Ahora no estaremos tratando el tema de los ayunos
supervisados.
Cuando uno emprende un ayuno con jugos, su cuerpo estará incorporando ciertos
nutrientes. Los jugos de frutas aportarán glucosa y los jugos verdes (jugos vegetales) apor-
tarán electrolitos. Esto a su vez permite que la persona participe en cierto grado de
actividad productiva.
Creo que una persona que hace un ayuno con jugos pudiera ayunar sin mayor
incomodidad el tiempo que sienta que Dios quiere que lo haga. El énfasis ahora es
presentar a las personas el desafío de ayunar incluso por espacio de cuarenta días. La vez
que mi esposa y yo ayunamos durante cuarenta días fue en respuesta a la palabra que
sentíamos haber recibido del Señor. Fue difícil, pero posible. Fue difícil porque en medio
del ayuno debimos hacer algunos viajes al exterior, pero también tuvimos que
enfrentarnos a otras presiones durante dicho período. Pero le recomiendo que vaya
aumentando poco a poco.
Si nunca antes ha ayunado, empiece con un día o dos. Un fin de semana incluyendo
viernes, sábado y domingo proporciona un período excelente para un ayuno de tres días
con menor actividad y uno puede concentrarse más en la oración y la búsqueda del Señor
que durante una semana laboral normal. También lo insto a que busque la voluntad del
Señor en lo que respecta a determinar la duración y el tipo de ayuno que debiera realizar.
Supongamos que empieza un ayuno de tres a cinco días. Le recomiendo lo siguiente: 1)
Limite su nivel de actividad. No intente ayunar y al mismo tiempo hacer ejercicio intenso;
sea moderado. 2) Descanse tanto como se lo permita su programa de actividades. Resultan
útiles las siestas breves, o incluso es bueno el mero hecho de hacer reposo en cama.
Créame, el descanso no es pecado; es posible que usted nunca le haya dado un descanso a
su cuerpo. Recuerde que el ayuno es un descanso fisiológico. Su cuerpo descansará de los
procesos producidos por la digestión y la asimilación de alimentos y podrá dedicarse a la
excreción. Es por eso que durante el ayuno a menudo tendrá un mal gusto en la boca, una
lengua pastosa, su orina puede volverse más oscura o su sudor puede tener un olor más
desagradable. Básicamente el cuerpo se está limpiando; está en una modalidad de
eliminación.
Durante el ayuno, beba jugos. Preferimos los jugos recién exprimidos, naranja y
sandia, de ser posible. Un ayuno con sandía, que tal vez le suene un tanto extraño, resulta
excelente. Sólo póngala en la licuadora sin agua y obtendrá el jugo. La sandia se compone
básicamente de agua con glucosa. La recomendamos altamente. El jugo de manzanas he-
cho de manzanas frescas es bueno. Un jugo verde aporta minerales que el cuerpo necesita
para muchas funciones nerviosas y otras más. Se hace de apio, lechuga (romana) y
zanahorias en proporciones aproximadamente iguales. En los climas más fríos, las
personas suelen preferir algo caliente. Sencillamente hierva patatas, zanahorias y apio en
rebanadas sin agregarle sal. Después de una media hora, más o menos, escurra el liquido y
bébalo. Eso proporciona otro tipo de gusto y resulta especialmente bueno para los climas
más fríos. A muchas personas les agrada beber infusiones de hierbas lo cual está
perfectamente bien. Sólo recuerde usar poca miel. Las infusiones fuertes de té, café y
bebidas gaseosas no deben ingerirse durante un ayuno. La cafeína, los ácidos sulfúricos y
el fósforo que contienen dichas bebidas no son buenos para el cuerpo; a decir verdad, son
perjudiciales.
Descanse tanto como le sea posible y evite el ejercicio vigoroso. Cuando sienta dolores
causados por hambre (esto se debe a la ausencia de estimulantes), sólo incremente la
cantidad de líquidos que ingiere. Dése duchas tibias y haga reposo. Si un jugo en particular
parece causarle algún problema, no lo use. Use la sabiduría que le ha dado el Señor. Usted
sabe cuáles alimentos no le caen bien. Pregúntele al Señor y encomiéndele su camino.

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Para los que toman medicamentos recetados, permítame agregar que es importante
que consulte a su médico antes de hacer un ayuno. Por lo general, es posible ayunar con
algún tipo de situación controlada, incluso para un diabético. La reducción o incluso la
exclusión de insulina es algo que a usted le interesará lograr. Por lo general es mas seg-uro
que una persona diabética que ayuna con agua también haga reposo. Pero si hace un
ayuno con jugos y sigue tomando la medicación es posible que tenga problemas. Sería
necesario que una persona capacitada lo supervisara. Uno puede intentar descansar de la
medicación durante un día o dos e ingerir una fruta moderada, no dulce.
En la actualidad hay otras drogas comunes, especialmente para la presión sanguínea
elevada. La mayoría de las personas puede liberarse de estas medicaciones al hacer una
dieta adecuada, ejercicio y un control del estrés.
Repito, es necesario ser muy cuidadoso. Hágase controlar la presión sanguínea con
regularidad y si nota que necesita la medicación, vuelva a administrársela. Estas
instrucciones son muy generales. Usted deberá orar sobre estas cosas y ser sensible al
Señor a la vez que presta atención a lo que le diga su médico.
Desafortunadamente, muchos médicos no han recibido enseñanza sobre este tema de
modo que su comprensión es limitada. Por lo general sienten temor ante la posibilidad de
que usted emprenda un ayuno, sin darse cuenta que puede llegar a ser una bendición
tremenda y un gran beneficio para su salud espiritual y física.
Mi esposa experimentó los efectos maravillosos del ayuno después de pasar por cirugía
mayor, peritonitis y septicemia las cuales casi le provocaron la muerte. Esto la dejó
sumamente débil, sin poder recuperar su fortaleza aun después de que transcurrieran
varios meses. Empezamos el ayuno con jugos y la diferencia fue tremenda. Se renovaron
su vitalidad y su fortaleza a la vez que experimentó un nuevo nivel de salud en todo
sentido.

PROGRAMA TENTATIVO DURANTE UN AYUNO

5:00 AM — 8:00 AM Jugos de frutas, de preferencia recién exprimidos o licuados y


diluidos en 50% de agua destilada si la fruta es ácida. Frutas como naranja, manzana,
pera, pomelo, papaya u otras son buenas. Si no puede preparar los jugos usted mismo,
compre jugos que no tengan azúcar ni aditivos agregados.

10:30 AM — 12:00 AM Jugo verde de vegetales frescos hecho de lechuga, apio y


zanahorias en partes iguales.

2:30 PM — 4:00 PM Infusión de hierbas con una gota de miel. Asegúrese de que no sea té
negro ni té con estimulante.
6:00 PM — 8:30 PM Caldo hecho al hervir patatas, apio y zanahorias sin sal. Luego de
hervirlo por espacio de una media hora, cuélelo y bébase el líquido.

PARA CORTAR EL AYUNO

Se dice que hasta un tonto puede ayunar, pero hace falta un sabio para cortar el ayuno. El
primer día, haga la prueba de ingerir frutas frescas. Si se siente bien al comer, puede
agregar una ensalada cruda y una patata asada para una comida más tarde el mismo día o
bien el segundo día. Al día siguiente podrá agregar vegetales cocidos al vapor tales como
zanahorias, repollo (col) y patatas. A medida que va comiendo de manera más regular,
puede agregar otros alimentos. Excluya la sal y la pimienta o cualquier otro elemento que
pudiera resultar irritante para su organismo. Como el ayuno ha ayudado a su cuerpo a
recuperar su normalidad, es posible que responda de manera bastante violenta ante cosas

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ofensivas. Por supuesto que deberá mantenerse alejado del café, como se mencionó
anteriormente.
Un ayuno puede constituir un momento decisivo en su forma de alimentarse. Aprenda
a alejarse de los estimulantes. Reduzca su consumo de carne y de productos lácteos. Estos
incrementan el colesterol y su peso ya que la mayoría de las carnes se componen de un
50% de grasa. Los productos de origen animal y lácteos también pueden provocar serios
problemas. Uno puede experimentar un malestar severo durante un ayuno prolongado
causado por el ácido úrico que eliminan los tejidos del cuerpo. El ácido úrico, que es un
producto secundario del metabolismo de los productos de origen animal, produce dolor al
ser eliminado de los tejidos del cuerpo.
Esto significa que usted debiera aprender a prestar atención a su dieta. Al menos
considere reducir algunas de estas cosas. Manténgase alejado de los alimentos procesados
tanto como le sea posible. Lleve una dieta simple de frutas y vegetales frescos. Si no puede
eliminar la carne en su totalidad, al menos reduzca su consumo al mínimo. Recuerde que
Daniel, al cabo de diez días de comer vegetales, lucía mejor que todos los demás que
estaban ingiriendo las comidas sobrecargadas del rey.

CÓMO CONDUCIR A SU CONGREGACIÓN EN UN AYUNO

También se puede hacer un ayuno en grupo donde toda una iglesia o un gripo de oración
decide dedicar un tiempo determinado al ayuno. A continuación se detallan algunas
sugerencias sobre cómo hacer un llamado a su congregación para llevar a cabo un tiempo
de ayuno colectivo.
Aparte un tiempo especifico para convocar a la iglesia a una asamblea solemne, o a un
ayuno congregacional. Esto puede tratarse de un día, tres días, una semana, o cualquier
período de tiempo que usted sienta que el Señor ha puesto en su corazón. Por lo general es
más conveniente empezar con un lapso más breve.
La asamblea solemne siempre debiera ser iniciada y dirigida por el pastor y los que
están a cargo de la dirección de la congregación. La realización de una asamblea solemne
no debiera estar a cargo de individuos solos ni se debe encarar independientemente del
liderazgo de la iglesia. Los individuos están en libertad de ayunar por cuenta propia tantas
veces como lo deseen o sientan un llamado de Dios para hacerlo, pero este tipo de ayuno
congregacional debe ser iniciado o aprobado y promovido por los líderes. No todas las
necesidades o crisis exigen un tiempo de ayuno congregacional, pero se presentarán
ciertas ocasiones donde habrá necesidad de una convocación de esta naturaleza. El estado
actual de nuestra nación es tal que hay necesidad de convocar a todos los cristianos al
ayuno y a la oración.
Sugerimos que se empiece un domingo y se siga hasta el viernes o de viernes a sábado
lo más breve si así lo desea. Hagan reuniones todas las noches para intercesión, oración y
súplicas. En ocasiones resulta conveniente que se dedique algún tiempo para permitir que
las personas relaten su testimonio de lo que Dios les está diciendo.
Explique mediante enseñanza /predicación las necesidades que tiene su iglesia, ciudad o
nación y cuénteles de ocasiones en las Escrituras en las que el pueblo de Dios ayuné
pidiendo dirección, protección, liberación o fortaleza para poder mantenerse en carrera y
el resultado que esto produjo.
Presénteles una hoja de instrucciones claras sobre cómo ayunar (obtenidas de este
material).
Disponga una línea telefónica directa en forma temporal donde las personas puedan
llamar para hacer preguntas. Un miembro de su congregación que tenga experiencia en
ayunos puede responder a dichas llamadas (opcional).
No se necesita un orador especial, pero si lo tiene, que hable sobre el tema de humillarse
delante de Dios y de quebrantarse. No pierda la dinámica que se pone en movimiento
cuando las personas comienzan a comunicarse y orar en grupos pequeños. Tal vez desee

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dividir la reunión en un tiempo breve de culto general, un mensaje corto de aliento y un
tiempo para que oren los grupos más pequeños (quizá de 6 a 7 personas a lo sumo).
No cuente con que todos estén presentes todos los días, pero como regla general, habrá un
grupo que asistirá en forma regular todas las noches. Sin embargo, aun cuando no se
presenten debido a su debilidad o a otros motivos, lo acompañarán en espíritu en sus
casas. Asegúrese de felicitarlos incluso por el esfuerzo más pequeño que hagan.
Cada noche pregunte: ¿Cuántos están ayunando? ¿Cómo están? Anímelos a seguir.
Explique que es natural sentir malestar y que cuanto más ayunen, menor será su malestar.
Temores más comunes de las personas cuando se les presenta el ayuno: Explique a su
gente que nadie se morirá por ayunar un día o dos. Anímelos a intentarlo aun cuando al
principio sólo implique perderse una comida o dos. Cualquier cantidad o tipo de ayuno
representa un progreso en el sentido conecto, así que muévase en esa dirección. Apren-
derán y lo más importante es que les encantará. Pueden usarse todos los diferentes tipos
de ayuno que hemos tratado antes, y hasta se puede usar una combinación de los mismos.
O sea, quizá toda la iglesia pueda ayunar tomando sólo agua durante un día, y luego según
las exigencias de su programa de actividades, pueden establecer un ayuno que sea
compatible. Por ejemplo, un obrero de la construcción podría ayunar tomando agua el
domingo, pero no sería aconsejable que lo siguiera el lunes si es que debe trabajar. Pudiera
en cambio beber una abundancia de jugos de frutas y vegetales.
Los obstáculos que pudieran presentarse tal vez sean más espirituales que naturales.
Sepa que Satanás aborrece a los cristianos serios que se dedican a Dios, buscándolo por
medio del ayuno y la oración. Como pastor tal vez deba ayunar con sus líderes antes de
convocar al ayuno a fin de procurar la guía necesaria para la Asamblea Solemne. Esto
también le dará algo de experiencia que le ayudará a dirigir a la congregación durante el
tiempo que ayunen.
En las Escrituras, nunca pasó que el pueblo de Dios fuera desilusionado o que no
ocurriera algo muy tangible cuando ayunaron u oraron. En nuestra propia iglesia ayu-
namos al menos una vez al iniciar el año nuevo & en ocasiones también en el transcurso
del año). Durante este tiempo especial de una semana o dos vemos resultados extraordi-
narios en las vidas individuales, el ministerio y la ciudad.
Una pregunta frecuente
¿Pueden ayunar los niños, las mujeres embarazadas y los ancianos? Un ayuno con
jugos de frutas de hasta tres días es recomendable y beneficioso para estas personas.
El gran potencial
Una congregación a la que se pueda convocar para ayunar y orar por diversas
necesidades constituye un regalo extraordinario para cualquier pastor, para la iglesia en
general y es un instrumento en las manos del Señor para que él lo use. El Señor está
buscando personas que estén dispuestas a ponerse en la brecha.
Aquellos que servimos al Señor en países del tercer mundo tal vez no dispongamos de
edificios caros, instalaciones suntuosas o monumentos espléndidos, pero tenemos un
regalo que el dinero no puede comprar cuando contamos con personas dispuestas a ayunar
y orar. Nuestras victorias más grandes se han obtenido de rodillas y con el estómago vacio.
Tipos de reunión posibles durante una asamblea solemne Reuniones de oración temprano
por la mañana (muchos hombres y mujeres trabajadores pueden sentirse impulsados a
levantarse temprano por la mañana para orar durante esa semana de ayuno); oración por
la mañana o por la tarde especialmente para las amas de casa y los niños; convocaciones
por las noches.
Una asamblea solemne es un tipo de reunión abierta en su iglesia donde se pone
énfasis en la oración y las súplicas.
El domingo es un día excelente para empezar la asamblea solemne. Si se finaliza con
una reunión del viernes por la noche, esto permite que las personas dediquen el sábado a
ponerse al día. Es decir, a no ser que ocurra algo dramático, se produzca un avivamiento y
nadie quiera parar. Nos ha ocurrido que la congregación nos pidiera seguir ayunando una

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semana más y fue de gran bendición. La clave es enseñanza, aliento y apoyo como
también su propio ejemplo en el liderazgo.
¡Advertencia!
Esté preparado, es posible que surja un avivamiento de grandes proporciones en su iglesia,
pueblo o ciudad. Tal vez cientos de personas lleguen a conocer al Señor. Los miembros de
su iglesia que antes eran un “peso muerto” quizá se enciendan y comiencen a pedir que les
sean asignadas responsabilidades y oportunidades de ministerio. Es posible que la
situación de sus finanzas se vuelva tan saludable que deban empezar a buscar un lugar
para invertir en misiones el sobrante. Sus líderes y el personal de la iglesia pueden sentirse
impulsados a aceptar tal grado de responsabilidad en su iglesia que a usted le pidan pasar
más tiempo en oración y en el estudio de la Palabra, como sucedió con los apóstoles.
Lo alentamos a buscar al Señor en ayuno. Nuestra oración es que usted sea bendecido
en gran manera, y que pueda encontrar sanidad tanto física como espiritual y que, como
resultado de ello, se rompan las ataduras en nuestra vida y en nuestra nación. Desde ya
que esto se trata de una guía muy somera, apenas suficiente para aportarle unas
sugerencias muy básicas a fin de iniciar su ayuno.

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