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DIOS, LA IGLESIA Y EL EVANGELISMO

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Un Ensayo de Reflexión

Presentado al

Dr. Tim Beougher

The Southern Baptist Theological Seminary

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En cumplimiento parcial

De los requisitos para 32100H WW

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Por

Julián Esteban Durán Melo

jduranmelo445@students.sbts.edu

19 de julio de 2020
DIOS, LA IGLESIA Y EL EVANGELISMO

Introducción
El evangelismo es una tarea encomendada por el Señor Jesucristo a Su Iglesia (Mt

28.19-20). Las Escrituras nos enseñan que la salvación es un don soberano de Dios (Ef 2.8-9).

Pero también, que la obra de salvación ocurre cuando los discípulos de Jesucristo “van y hacen

discípulos” anunciando el mensaje del Evangelio. Por tal motivo, surge la pregunta: ¿hasta qué

punto Dios y la Iglesia intervienen en la obra de salvación de un no creyente por medio del

evangelismo?

Por medio de este ensayo de reflexión se contestará la anterior pregunta exponiendo la

relación entre la soberanía de Dios, el ministerio de la Iglesia local, y la responsabilidad

individual del discípulo de Cristo en el cumplimiento de la Gran Comisión. Este propósito se

logrará a través de la explicación de (1) la relación entre la soberanía de Dios y la

responsabilidad de evangelizar, (2) el rol de la Iglesia en el cumplimiento de la Gran Comisión, y

(3) una aplicación práctica a la vida y ministerio del creyente.

La soberanía de Dios y responsabilidad de evangelizar


Uno de los atributos o perfecciones de Dios es la soberanía. Tiene su base en que todas

las cosas dependen de Él para su existencia. Por tanto, Dios tiene el poder para cumplir Su

voluntad en toda la creación, incluyendo la obra de salvación en el ser humano. Por otra parte,

Dios dio al ser humano la responsabilidad de anunciar el Evangelio a sus semejantes, como el

medio necesario de salvación. ¿Cómo Dios es el responsable de la salvación del ser humano,

2
pero a la vez, el creyente en su tarea de evangelizar? Aunque estos dos principios bíblicos

aparentan una contradicción, más bien conforman una antinomia1.

Una perspectiva teológica


El teólogo James L. Packer afirma que la soberanía de Dios y la responsabilidad

humana en el Evangelismo presentan dos principios verdaderos, garantizados y defendidos por la

misma autoridad2 aunque no sea comprensible su conciliación. El hombre es responsable

moralmente por su tarea de predicar el Evangelio para salvación, pero es controlado

divinamente. La responsabilidad humana se hace evidente en que el hombre que escucha el

Evangelio se hace responsable por la decisión que hace3. También, es la responsabilidad del

creyente, y toda la comunidad de creyentes, anunciar el evangelio frente no creyente, pero el

resultado de la salvación recae únicamente en la soberanía de Dios4.

Packer advierte acerca de dos extremos. El primero, es el sobre-énfasis en la

responsabilidad humana. Un modo de pensar incorrecto acerca de la Iglesia o el creyente como

los que llevan el incrédulo a la fe, por sus medios y métodos humanos. El segundo, es el sobre-

énfasis en la soberanía de Dios, hasta el punto de olvidarse completamente de la evangelización

dentro de la Iglesia, concibiendo que sea un asunto únicamente de Dios.

Como ejemplo de Evangelización, Packer propone al apóstol Pablo como un

representante comisionado por Jesucristo, cuya responsabilidad se ve ejercida en tres roles


específicos: (1) Como un servidor de Jesús, un instrumento que no puede hacer la acción por sí

mismo, pero que puede disponerse al servicio por amor a Dios y a su prójimo. (2) Un pregonero

1
Antinomia: “dos principios válidos, con evidencias claras y convincentes que apoyan a cada uno pero
reconciliarlos es un misterio.” En: J.I. Packer. El Evangelismo y la Soberanía de Dios. (Faro de Gracia, 2019),
Kindle, Pos.203 de 1759.
2
J.I. Packer. El Evangelismo y la Soberanía de Dios. (Faro de Gracia, 2019), Pos. 257 de 1759, Kindle.
3
J.I. Packer, El Evangelismo y la Soberanía de Dios, 302.
4
J.I. Packer, El Evangelismo y la Soberanía de Dios, 307.

3
de Cristo, que anuncia el mensaje de salvación, como medio aprobado por Dios para redimir a

los pecadores. Y, (3) un embajador de cristo, que, como representante del Evangelio adquiere la

responsabilidad de proclamar un Evangelio puro y exacto.5

Desde la perspectiva de Packer, se puede observar la evangelización como un acto de

salvación soberano de Dios, en el que se complació involucrar al ser humano, otorgándole la

responsabilidad de proclamar Su Evangelio con fidelidad. Una responsabilidad donde la gracia

soberana de Dios es la que sostiene el evangelismo, y donde la responsabilidad humana se basa

en dos motivos principales: el amor a Dios y al prójimo.

Una reflexión bíblica


Analizando la postura de Packer, se puede afirmar que la palabra de Dios afirma la

perspectiva teológica anterior. En primer lugar, las Escrituras afirman que la obra de salvación

es un acto soberano de elección y gracia de Dios (Ef 1.1-12; Ro 8.29). Y una tarea encomendada

a los discípulos de Jesucristo, para realizar en este mundo, con base en la autoridad divina (Mt

28.18-20). Atribuir la salvación a un acto de decisión del pecador, métodos y acciones de los

creyentes, o las palabras utilizadas por un predicador constituirían una salvación por obras

humanas, que va en contra de la Escritura (Ef 2.8-9). Por otra parte, atribuir la salvación al acto

de pre-elección de Dios, afirmando que no interviene la Iglesia y sus miembros es desobedecer el

mandato de Jesucristo y de la doctrina apostólica (2 Ti 4.1-5; Mt 28.18-20; Mr 16.15).


La Iglesia y sus miembros han recibido el encargo de anunciar fielmente el Evangelio,

y en casi cada página del Nuevo testamento se puede observar que los discípulos servían a Dios

cumpliendo esta Gran Comisión. Los apóstoles consideraron la predicación de la palabra como

una de las mayores prioridades en sus ministerios (Hch 2. 14.42; Hch 6.4). También, se

entregaban por completo al anuncio del mensaje del Evangelio (Hch 18.5) y animaban a otros

5
J.I. Packer, El Evangelismo y la Soberanía de Dios, 515-550.

4
discípulos a evangelizar (2 Ti 4.5). Siempre se consideraban ministros responsables de la

reconciliación entre Dios y el mundo por medio de esta tarea (2 Co 5.11-21). Considerando el

ejemplo de la Iglesia primitiva, sería erróneo atribuirles que desconfiaban de la soberanía de

Dios o que sus esfuerzos fueron vanos. Por el contrario, se debe destacar que la función principal

de la Iglesia en este mundo es anunciar el Evangelio a los no creyentes, para la Gloria del

Nombre de Dios (Ro 10.14-16; Ro 15.8-9).

El rol de la Iglesia en el cumplimiento de la Gran


Comisión

Una vez comprendida la relación existente entre la soberanía de Dios y la

responsabilidad del creyente, es necesario comprender el rol que ejerce la Iglesia en el

evangelismo. De acuerdo al evangelista Mack Stiles6, a menudo, se encuentra en el cristianismo

una concepción en la que el evangelismo es entablar conversaciones acerca de Cristo con

personas desconocidas, o campañas evangelísticas. Si bien son formas de evangelizar, que no son

malas en sí mismas, el evangelismo se concibe como una conversación acerca del Evangelio de

Jesucristo con nuestro prójimo.

La cultura de evangelización descrita por Mack Stiles va más allá de eventos

ocasionales de evangelismo dentro de la Iglesia local, y propone una cultura activa en donde los
cristianos influencian a sus familiares, mediante estudios bíblicos en grupos pequeños, o

conversaciones con conocidos hablando intencionalmente del Evangelio. Stiles nos recuerda una

cultura de evangelización con once características: (1) motivada por el amor, (2) con confianza

en el poder del Evangelio, (3) que no busca entretener sino salvar, (4) que ve a las personas con

dignidad, honor y valor, (5) que une a los cristianos para evangelizar juntos en un mismo

6
Mack Stiles. “Una cultura de Evangelización,” En: La Evangelización: Cómo Toda la Iglesia Habla de
Jesús (Poiema, 2018), 51-78.

5
propósito, (6) que se fundamenta en la mutua enseñanza, (7) en donde sus miembros se dan

ejemplo mutuo, (8) donde se celebra la evangelización y a sus evangelizadores, (9) que afirma la

nueva vida en Cristo, (10) que va más allá de la comodidad, y (11) cuyo método de evangelismo

es la unidad. Con características bíblicas, la Iglesia tendrá un objetivo claro para cumplir su rol

como luz del mundo y sal de la tierra (Mt 5.14-16).

Aplicaciones prácticas para el creyente como ministro y


discípulo
Conociendo la relación entre la soberanía de Dios, la responsabilidad de evangelizar y

el rol de la Iglesia, es posible afirmar una responsabilidad detallada para cada miembro de la

Iglesia de Jesucristo, para que sea posible el cumplimiento diligente de la Gran Comisión. Se

puede observar que es responsabilidad de cada creyente: (1) confiar en la soberanía de Dios en la

salvación del pecador, y a su vez, (2) involucrarse diligentemente en el evangelismo. Para

detallar estas responsabilidades, se observarán dos casos específicos: el creyente como ministro,

y como discípulo.

El creyente como ministro y la Gran


Comisión
Cada creyente que ejerza un diaconado o pastorado debe tener un profundo y sincero

compromiso con el Evangelio de Jesucristo. Su función es perfeccionar a los santos para la obra
del ministerio y la edificación del cuerpo de Cristo (Ef 4.11-12). A modo personal, considero que

este compromiso puede verse evidenciado en los siguientes aspectos: (1) promover la unidad

entre los discípulos de Jesucristo, (2) promover la oración por oportunidades evangelísticas, (3)

promover el conocimiento del Evangelio, y (4) evangelizar en unidad con la Iglesia.

El creyente como discípulo y la Gran


Comisión
De manera personal, puedo observar que el creyente de forma individual tiene la

responsabilidad de practicar disciplinas espirituales que promuevan la evangelización. Por una


parte debe (1) pedir a Dios la compasión por aquellos que no conocen de Jesucristo, luego (2) ser

6
intencional en sus conversaciones con no creyentes, (3) debe orar por oportunidades

evangelísticas, y (4) debe perseverar, sintiéndose responsables de tener el mensaje de salvación:

la cura del pecado en Jesucristo, y no guardarla para sí mismo.

Conclusión
Después de las reflexiones expresadas anteriormente, se puede concluir que la obra de

salvación por medio de la predicación del Evangelio, se puede comprender como una obra con

dos componentes: divino y humano, con alcances definidos. El discípulo de cristo tiene la

responsabilidad de predicar el Evangelio puro, con total fidelidad a lo que le ha sido

encomendado en las Escrituras, y procurar la diligencia en presentarlo a los no creyentes,

mientras que deja los resultados a la soberanía de la elección divina, que otorga la fe y la gracia

salvíficas en el pecador. La Iglesia tiene la función de ser sal y luz de la tierra por medio de

fortalecer a sus miembros en una cultura que muestra el Evangelio de Jesús. Y cada creyente

debe tener la diligencia en practicar disciplinas espirituales que promuevan la evangelización,

como ministros o discípulos.

BIBLIOGRAFÍA

MacArthur, John. La Evangelización. Nashville: Grupo Nelson, 2011.

Packer, J.I. El Evangelismo y la Soberanía de Dios (Faro de Gracia, 2019). Edición de Kindle.

Stiles, Mack. La Evangelización: Cómo Toda la Iglesia Habla de Jesús (Poiema, 2018).

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