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DON DE LA MÚSICA

INTRODUCCIÓN

En el presente se habla, de manera general, sobre el Don de la Música, indicando diversas acciones que favorecen la práctica
de éste don. Además se describe la forma en que las hijas de Dios participan con dicho don, en el servicio a Dios y a su amada
Iglesia.

ANTECEDENTES

Con base en lo que dicen las Sagradas Escrituras, la primer referencia sobre la música recae en un varón llamado Jubal
(Génesis 4.21). Jubal es denominado “ el padre de los que tocan arpa y flauta ”, es decir, él fue el que comenzó a tocar este tipo
de instrumentos y se constituyó en el maestro de dichos instrumentos. Jubal es descendiente de Caín y forma parte del linaje de
los hijos de los hombres. Alguien podría pensar que por ello, la capacidad musical es de origen mundano. Sin embargo, es
importante señalar que las capacidades y sensibilidad musicales, Dios las otorgó al ser humano desde su creación. Testimonio
de esto son las palabras dirigidas a Quenanías, principal de los levitas en la música, que fue puesto para dirigir el canto, ya que
era entendido en ello (1° Crónicas 15.22).

Además de esto, es indudable que Dios otorga dones espirituales para edificación de su pueblo. Así notamos las palabras de
Eliú, amigo de Job, quien dijo: Dios mi Hacedor da cánticos en la noche (Job. 35.10) y el Rey David en el Salmo 40.3, menciona
que Dios puso en su boca cántico nuevo. Aquí vemos que Dios, a través de su Espíritu, produce fruto espiritual en sus hijos,
para alabanza de Él y edificación de su Pueblo.

Por lo anterior, el mismo David, un varón conforme al corazón de Dios, organizó y ordenó a sacerdotes y levitas para dar
alabanza a Dios (2° Crónicas 23.18). Esto fue de tal importancia que construyó instrumentos para glorificar a Dios (2° Crónicas
29.27) y estableció un director de cantores (Nehemías 12.46). Cómo podemos notar, en el Pacto Antiguo quedaron sentadas las
bases de la alabanza a Dios (canto y música) y por ello, el Apóstol Pablo, las confirma para el Nuevo Pacto, en Efesios 5.19, al
instruir a la Iglesia de Dios de Éfeso y a la Iglesia de Colosas (Colosenses 3.16), sobre la importancia de ocupar salmos, himnos
y cánticos espirituales, para alabar a Dios. Como vemos en 1ª Corintios 14.15, el Apóstol Pablo le da instrucciones a la Iglesia
de Dios de Corinto en materia del don de la música durante los cultos, ya que señala que al cantar a Dios, se debe hacer con el
espíritu pero también con entendimiento; de igual forma, en el versículo 26 habla de que al reunirse la iglesia, algunos
presentaban salmos. Recordemos que los Salmos son composiciones poéticas y musicales, principalmente del Rey David, y
constituyen el “Himnario del Pueblo de Dios”, de inspiración divina.

DESARROLLO

1. ¿QUÉ ES EL DON DE LA MÚSICA?

El don de la música no es mencionado en Romanos 12 ni en 1ª Corintios 12, donde el Apóstol Pablo relaciona los diversos
dones espirituales que Dios ha derramado en su Iglesia. Por ello, se suele excluir de los dones espirituales. Sin embargo, como
lo señalamos en la sección de ANTECEDENTES, en el Pacto Antiguo se establecieron las bases sobre el canto y la música
dentro del Pueblo de Dios. Dado lo anterior, es necesario que analicemos lo que Dios estableció en el Pacto Antiguo y en
particular a través del Rey David, con respecto al don de la música.

¿Es un don espiritual o es una capacidad humana?

Indudablemente muchas personas tienen la aptitud musical, ya sea para el canto o para tocar un instrumento musical. Los
expertos aún discuten si se trata de una aptitud innata o adquirida. Ellos destacan tres tipos de funciones elementales en la
aptitud musical humana: Acústicas, que corresponden a las capacidades necesarias para percibir sonidos musicales; Motoras,
que intervienen en la producción de sonidos musicales; Intelectuales, aquellas que hacen posible la interpretación de
composiciones musicales y el surgimiento de nuevas composiciones.

Reconociendo esta aptitud musical, consideramos por una parte, que el talento musical es una capacidad otorgada por Dios al
ser humano y que por efecto de la herencia genética, algunas personas la reciben de sus ancestros y por lo tanto nacen con la
predisposición musical, por lo que se les facilita el aprendizaje para el canto o la interpretación de algún instrumento musical,
como sucede con otras muchas capacidades humanas: por ejemplo las habilidades para el dibujo y la pintura, para la escultura,
para el diseño, para el deporte, etc. Por otra parte, también reconocemos que el don de la música es un don espiritual concedido
por Dios para su alabanza y para el crecimiento espiritual de su Pueblo.

Es importante distinguir entre el “talento musical humano” y el “don espiritual de la música”. La diferencia esencial entre uno y
otro, consiste, no en la destreza o virtuosismo al momento de cantar o de ejecutar un instrumento, sino en el efecto que tiene en
el oyente, al producir edificación espiritual en él (1ª Corintios 14.15-17) o al reconfortarlo espiritualmente con paz o gozo
espirituales (1° Samuel 16.23). Así lo señala el Apóstol Pablo en 1ª Corintios 14.12: “… pues que anheláis espirituales dones,
procurad ser excelentes para la edificación de la iglesia ”.

En este sentido es que se explica el don espiritual de la música, como lo refiere el Apóstol Pablo en 1ª Corintios 12.7: “ Empero a
cada uno le es dada manifestación del Espíritu para provecho ” (espiritual). Debido a esto, quien posee el don de la música, no
busca ser aplaudido o reconocido por su virtuosismo; él no es el centro de la reunión, como sucede con la humanidad.

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