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Resumen
Elías fue llamado a ser testigo de una manifestación extraordinaria y terrible del poder
de Dios. El mensaje es para Elías, para Israel y para nosotros. En primer lugar, el Señor
obraba hacia él con gracia. Esto se pone de manifiesto en el contexto. Por él hemos visto
la respuesta conmovedora de Dios al fracaso de su siervo. Lejos de dejarle en la hora de
la debilidad y la necesidad, el Señor se mostró del modo más tierno hacia él. Recibió el
sueño reparador; un ángel le proveyó de comida y bebida; y le fue infundida fortaleza
sobrenatural para su cuerpo, la cual le permitió pasar cuarenta días y cuarenta noches
sin alimentos. Aun así, no apreciaremos todo el peso de la alusión a menos que
consideremos detenidamente las palabras: “Jehová no estaba en el viento”, “Jehová no
estaba en el terremoto”, "Jehová no estaba en el fuego". Dios no trataba con Elías sobre
la base del pacto legal. En segundo lugar, el método que el Señor empleó en esta
ocasión, estaba designado para la instrucción de su siervo. Elías estaba desalentado
debido al fracaso de su misión. Había orado como quizá nadie lo hizo antes; sin
embargo, aunque sus oraciones fueron contestadas con milagros, aquello que le era más
querido no lo había logrado. Elías había aparecido con toda la vehemencia de un grande
y poderoso viento, por lo tanto, era muy natural que hubiese llegado a la conclusión de
que él era quien había de hacer toda la obra; que, con la ayuda de Dios, todos los
obstáculos habían de ser barridos, la idolatría abolida y el pueblo llevado de nuevo a la
adoración de Jehová. En la obra de esos hombres podemos percibir el significado
profético del fenómeno solemne que Elías presenciaba: eran símbolos de las
calamidades horribles con las que Dios iba a castigar a la nación apóstata. Así el gran
“viento” era una figura de la obra de juicio que Hazael realizó en Israel cuando pegó
fuego a sus fortalezas y mató a cuchillo a sus mancebos (II Reyes 8:12); el “terremoto”
lo era de la revuelta de Jehú, quien destruyó completamente la casa de Acab (II Reyes
9:7-10); y el "fuego”, de la obra de juicio acabada por Elíseo. En tercer lugar, este
incidente estaba designado para la consolación de Elías. Los juicios que habían caído
sobre la nación culpable eran, en verdad, terribles; con todo, en la ira, Jehová recordaría
ser misericordioso. Si consideramos a la luz de todas las Escrituras los hechos
extraordinarios que tuvieron lugar en Horeb, descubriremos que ellos indican e ilustran
uno de los principios generales del gobierno divino de este mundo. Si consideramos a la
luz de todas las Escrituras los hechos extraordinarios que tuvieron lugar en Horeb,
descubriremos que ellos indican e ilustran uno de los principios generales del gobierno
divino de este mundo. Si consideramos a la luz de todas las Escrituras los hechos
extraordinarios que tuvieron lugar en Horeb, descubriremos que ellos indican e ilustran
uno de los principios generales del gobierno divino de este mundo. El Señor se dirigió a
su siervo, no de modo airado y severo, sino con delicadeza y ternura, para mostrarle lo
compasivo y lleno de gracia que era el Dios al que había de dar cuentas; y ello
enterneció su corazón.
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