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GÉNESIS 3:6 — EL
HOMBRE Y LA MUJER
PECAN
26 AGOSTO, 2016 RAFAEL BELTRAN
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2. El deseo de
los ojos: En segundo lugar, la estimulación causada por la
visión del árbol y su fruto fue un “deleite para los ojos”.
Antes de la tentación probablemente, la mujer ni siquiera
se molestó en mirar el árbol, pero de repente, eso que era
prohibido se convirtió en lo más bello de contemplar. No
porque no hubiera variedad de colores, formas y tamaños
entre los árboles; sino porque Satanás había sembrado la
idea en su mente que el fruto representaba algo bueno que
Dios estaba restringiendo hasta ese momento. Nuestras
tentaciones muchas veces pueden empezar sólo con un
vistazo.
[Dice Jesús] “Pero yo digo que el que mira con
pasión sexual a una mujer ya ha cometido
adulterio con ella en el corazón.” — Mateo 5:28
(NTV)
[Dice Jesús] “Por lo tanto, si tu ojo —incluso tu
ojo bueno— te hace caer en pasiones sexuales,
sácatelo y tíralo. Es preferible que pierdas una
parte de tu cuerpo y no que todo tu cuerpo sea
arrojado al infierno.” — Mateo 5:29 (NTV)
3. El orgullo de la vida: El alcanzar la sabiduría divina
sedujo su apetito intelectual y religioso. El orgullo
incipiente en la mujer hizo que fantaseara con estar al nivel
de Dios al adquirir la sabiduría del conocimiento del bien y
del mal. Este fue el mismo deseo de Lucifer que causó su
caída. Y ahora la mujer estaba expresando el mismo deseo.
“Tú, que en tu corazón decías: “Subiré al cielo,
por encima de las estrellas de Dios, y allí pondré
mi trono. En el monte del concilio me sentaré, en
lo más remoto del norte; subiré hasta las altas
nubes, y seré semejante al Altísimo.” — Isaías
14:13-14 (RVC)
Cuando Satanás tentó a Cristo en el desierto, utilizó estos
mismos tres tipos de tentaciones. El deseo de la carne cuando
lo tentó para que convirtiera las piedras en pan, después de
haber ayunado durante 40 días.
“En ese tiempo, el diablo se le acercó y le dijo: —
Si eres el Hijo de Dios, di a estas piedras que se
conviertan en pan.” — Mateo 4:3 (NTV)
Adán era
perfecto, inocente (ignorancia del mal), su naturaleza no era
corrupta, poseía el dominio de la creación, tenía comunión
cara a cara con Dios. Adicionalmente, él fue creado santo y
tenía completa libertad de la voluntad, pero su santidad no
había sido probada y con su libre albedrío, él era capaz de
desobedecer y pecar, lo que lo llevaría a probar su carácter
moral. La desobediencia a una orden sencilla, fácil, y
claramente expresada por Dios, repercutió en toda la creación
y llevó a su descendencia al pecado y a la ruina. Cuando Adán
y su esposa vieron la tontería que habían cometido al comer
del fruto prohibido, vieron como la felicidad los abandonaba,
y la miseria y la deshonra en la que habían caído; sintieron
vergüenza, vieron su desnudez, se llenaron de terror y
confusión, y se escondieron. Adán tenía lo que quisiera, y
podía hacer lo que quisiera; pero su pecado fue, en una
palabra, la desobediencia. Se ha preguntado, ¿Qué efecto
tiene el pecado en su vida? ¿No es acaso lo mismo que nos
ocurre ahora cuando pecamos?
“Porque así como por la desobediencia de un solo
hombre [Adán] muchos fueron constituidos
pecadores, así también por la obediencia de uno
solo [Jesús] muchos serán constituidos justos.”
— Romanos 5:19 (RVC)
(Nota: Estrictamente hablando, tal cosa como el libre albedrío
no existe. El hombre o la mujer están en realidad
influenciados por Satanás, o guiados por Dios.)