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COMPANERO DE CAZA

Amber Kell

Sinopsis:
Sinopsis:

Cuando el padre de Jory le envía al planeta dragón


para hacer un encuentro poco sabe él que Jory se unirá
no con uno, sino con dos hombres poderosos. Su
decisión final será cambiar el destino del mundo.
CAPITULO UNO

C on un giro espectacular en el aire Joriah Eprion

aterrizó detrás de su oponente, golpeó con el pie en la


parte posterior de la rodilla del soldado y lo tiró al suelo.

—Partido. —La voz profunda del entrenador sonó a


través de la arena—. Buen movimiento, mi príncipe.

Jory le hizo al soldado una reverencia antes de


ayudarle a levantarse.

Echó un vistazo a la multitud, sorprendido por las


caras de los soldados. El grupo lo miraba con diferentes
expresiones de respeto y asombro. No sabía la razón por la
que estaban sorprendidos. Los había derrotado a cada uno
de ellos casi todos los días, y aunque todos los soldados
eran más fuertes y altos que Jory, ninguno era tan rápido.

Fuera de la arena, era conocido como el elegante


príncipe Joriah, hijo menor del Rey de Alta Galáctica.
Dentro de la arena era como cualquier otro de los que
luchaban contra los soldados. Sus hombres no se contenían
con él, y los de su guardia de honor llevaban el emblema
personal de tres dragones entrelazados con orgullo. Había
soñado con el dibujo del estandarte cuando era niño, e
insistió en ello a la precoz edad de siete años.

Como de costumbre su padre le había consentido y


ordenó a sus hombres usar esta insignia desde entonces.

Afortunadamente, en las batallas no le iba tan bien,


Jory era medio Taliwian, y la mayoría de sus lesiones
cicatrizaban en minutos, dándole una temible reputación
entre su gente, como hombre bendecido por los dioses.
Jory lo vio como una forma de evitar cojear en la arena
después de una sonora paliza.

Se despidió de los hombres y se fue a la ducha.


Después de un baño y de ponerse sus ropas de gala
dejando las cosas de la arena. Entrando en el gran salón
casi chocó con su novio.

—¿Por qué pierdes el tiempo como un común soldado


de a pie? —Gritaba la voz de Peter con desaprobación—.
Podrías hacer más con tu vida. Con nuestras vidas.

Por primera vez en mucho tiempo, Joriah examinó a


su amante con ojo crítico. Durante los últimos meses,
estaba cada vez menos enamorado del guapo hombre
moreno. Ya era hora de enfrentar los hechos. Peter era un
egocéntrico, una polla molesta.

—¿Y cómo crees que debería pasar mi tiempo?


Peter sonrió, y por primera vez, no tuvo efecto sobre
Jory.

¿Cuándo había dejado de encontrar la sonrisa de su


amante encantadora?

—Podrías comenzar por coger las riendas de liderazgo


y convertirte en la mano derecha de tu hermano. Sabes
que tu padre te adora y te dará cualquier puesto de
gobierno que pidas.

Jory se estremeció de disgusto. La idea de estar una


vida atrapado en la política le daba ganas de cortarse las
venas.

Por desgracia sanaría enseguida.

A los veintitrés años, Jory todavía no sabía que quería


hacer en el futuro, y no sentía la imperiosa necesidad de
resolverlo.

—Detrius lo hace bien ayudando a mis hermanos. No


necesita mi ayuda, y no tengo absolutamente ningún
interés en la política.

—Te falta ambición Joriah. Divides tu día entre jugar


con las espadas y las reuniones con tu sastre.

Jory no se molestó en mencionar la fortuna que había


desviado de los fondos que le daba su padre para construir
hospitales para ciudades afectadas por la pobreza, o el
complejo sistema de piratería para impedir el comercio de
esclavos de su tío.

—No soy político, —dijo suavemente—. Y me gusta


verme bien ¿Qué piensas de esta camisa? —Le tendió un
brazo para que Peter pudiera sentir la textura.

Jory había aprendido con el tiempo que el público


esperaba que la gente hermosa actuara de cierta manera, y
rara vez miraban bajo la superficie.

Un hecho que utilizaba con buenos resultados.

Después de todo si se pasaba la mañana secuestrado


con su sastre, no tenía posibilidad de pasar la tarde
intentando interceptar barcos esclavistas de su tío o liberar
una colonia planetaria que estaba en conflicto con su primo
segundo, León.

Peter rodó sus ojos, su respuesta habitual cuando Jory


hablaba de sus ropas.

—Las ropas hermosas no pueden ocultar un carácter


molesto. —Dijo una voz con desaprobación tras él.

Jory se volvió a ver al capitán de la guardia de su padre.

—Capitán Transen, —saludó al otro hombre. La culpa


brilló por el gusto de que su conversación fuera
interrumpida. ¿Cuándo hablar con su amante se había
convertido en una tarea de la cual escapar en vez de un
pasatiempo agradable?—. ¿Qué puedo hacer por usted?

El hombre mayor de fríos ojos grises lo examinó, sin


aprobación ni desaprobación, solo frío. Por poco tiembla
como un adolescente en un alto ilícito.

—Tu padre te está buscando, mi príncipe.

Jory suspiró. Evitar a su padre era una combinación de


suerte y no estar a la vista. Lamentablemente parecía que
su suerte se había desvanecido.

Mostró al capitán su mejor sonrisa. Su madre siempre


le había dicho: Trata primero de seducir, si eso no funciona patea
sus pelotas.

Las palabras de su madre eran una brillante fuente de


conocimiento, a menudo algunos días el haberla perdido le
dolía. Sin embargo una vez convertida en diosa de Taliwian,
dejó su familia atrás.

—¿Qué desea padre?

El rey rara vez utilizaba a su capitán como chico de los


mensajes. Por supuesto, por lo general a Joriah le
encantaba que los mensajeros olvidaran encontrarlo.
Transen no estaba contento, y esa fue probablemente la
razón por la que su padre envió al pobre hombre a hacer
una tarea muy por debajo de su posición.
—Ven conmigo. Quiere darte la noticia en persona.

—Este sería un buen momento para hablar con él


acerca de un mayor papel de liderazgo. —Le recomendó
Peter en voz baja.

¿Había sido siempre su novio tan oportunista o estaba


mostrando ahora su verdadera personalidad? Disgustado
con su amante, Jory siguió al capitán con solo una breve
inclinación de cabeza a Peter.

Sí, esa relación había terminado.

A mitad de camino del palacio el capitán habló de


nuevo.

—Podría tener alguien mejor que él, mi príncipe.

Jory casi rompió el paso. Siempre había asumido que


el capitán no estaba de acuerdo con sus relaciones con los
hombres, pero quizá no era por los hombres, sino por sus
decisiones en particular.

—Lo sé. Tienes razón. Ningún tipo de sexo increíble


vale la pena por aguantar ese tipo de manipulación.

Por primera vez en su memoria, Jory vio reír al


capitán. No una sonrisa, o medio sonrisa, una risa total.
Una gran mano le golpeó la espalda a Jory moviéndolo unos
pocos pasos hacia adelante.
—Ahora sé que te has convertido en un hombre, —
declaró el capitán. El orgullo en la voz de Transen calentó a
Jory. El hombre rara vez expresaba su aprobación sobre
cualquier cosa.

Al llegar al comedor, sintió que todos los ojos seguían


sus movimientos. Haciendo caso omiso de ellos con
familiaridad, se acercó a la mesa real.

—Mi hijo. —El Alto Rey de la Galaxia Rufus Eprion se


movió de su asiento en la mesa principal. Su colección de
costumbre de aduladores políticos le rodeaba a ambos
lados, y un increíble surtido de alimentos para el desayuno
estaba delante de él. Pastas, huevos y trozos de las
mejores carnes cubrían la superficie.

Con más de un metro ochenta y dos, el rey dominaba


la sala. No era solo su cuerpo lo que eclipsaba a los otros
en la mesa, era su presencia. Con el fuerte carisma del rey
sus hombres estaban dispuestos a seguirlo malditamente
cerca, con una sonrisa en su rostro y orgullo en sus
corazones.

—Déjennos. Necesito un momento a solas con mi hijo.


—Su voz profunda se oyó por todo el pasillo, pero sus ojos
jades nunca dejaron de mirar la cara de Jory.

El príncipe se detuvo bajo el escrutinio de su padre


cuando los nobles huyeron. Siempre se sintió inferior ante
la mirada de su padre. Con su elegante metro con setenta y
cinco se parecía a su madre, y a diferencia de sus medio
hermanos y hermanas, tenía pocas características de su
padre. Cuando estaban todos juntos, era como el ciervo
solitario en una habitación llena de dragones. Nunca dudó
que podían destrozarle en un frenesí hambriento.

—¿Qué es tan importante que enviaste al capitán para


buscarme? —No iba a jugar a esperar al Rey. Su padre
estaba tramando algo, podía sentirlo en sus huesos.

—Siéntate y toma un bocado. —Le saludó el Rey con


una mano.

Sin sentarse, Jory tomó un rollo para picar y se hundió


después en el asiento acolchado frente a su padre,
poniendo su mejor cara de oponente. No ayudó que tuviera
que mirar hacia arriba al hombre. La genética era una mala
perra.

Tomando pensativo una taza de café que puso a su


lado, Joriah esperó.

No pasó mucho tiempo.

—He mandado buscar a Dragait. Tienen un festival de


apareamiento. Es una buena oportunidad para que formes
una alianza.

Jory dejó su taza de café con un ruido sordo.


—No puedes mandarme a buscar marido, padre, tengo
responsabilidades. —Tenía que haber algo que requiriera su
atención inmediata. Tal vez podría iniciar una guerra o algo
así.

Espera un minuto. ¿Dijo Dragait? Joriah adoraba los


dragones. Durante años había soñado con volar con las
bestias, pero nunca tuvo la oportunidad de viajar a su
mundo, normalmente pensar en ir a un planeta de shifters
dragones le excitaría, pero las circunstancias provocaron
escalofríos en su espina dorsal.

Los ojos verdes del Rey se estrecharon.

—Puedo hacer lo que quiero, o ¿no has escuchado que


soy el jefe de esta familia?

Jory puso sus manos sobre sus ojos tratando de frotar


el dolor de cabeza que sentía construyéndose. Tal vez si se
esforzaba lo suficiente podía hacer retroceder el tiempo y
encontrar una manera de escapar de esta reunión. Tenía
otras habilidades, ¿por qué no esa? Por supuesto, volar
sería demasiado grande y podía conseguir alejarse de allí.

Desesperadamente, levantó la cabeza y observó a su


padre regodearse.

—Pensé que habías decidido que era políticamente


inútil.
—Ja. —El Rey se frotó las manos alegremente—. Eso
fue antes de saber del festival de apareamiento. Hay un
grupo de nobles que van a esta reunión cada año en busca
de marido, la mayoría de ellos nobles Dragait. Los hombres
dragón serían aliados poderosos si consiguiera que te
casaras con uno.

—No soy una prima donna esperando conseguir el


marido perfecto ¿Por qué no puedo seguir viviendo como lo
hago?

El Rey se echó a reír.

—Joriah, incluso si no lo consigues, espero mejores


cosas de ti. Tu madre quería que fueras feliz, y no creo que
eso suceda confinado en las paredes de este reino. Quiero
que salgas, que extiendas tus alas. Necesitas encontrar tu
lugar en el universo hijo mío, y si tengo que sacarte a
patadas fuera del nudo y enviarte al mundo dragón lo haré.

Jory apilaba comida en su plato, en busca de una ruta


de salida en su cabeza ¿Quién podía decir que su padre
diera la vuelta a su amor por los hombres como una
ventaja política? Tomó un trozo de jamón con su cuchillo y
buscó sus opciones en su cabeza que estaba en blanco.

—¿Mi lugar en el universo es estar casado con un hijo


de puta rico con título que quiera que le busque sus
zapatillas y le frote sus pies peludos? Perdóname si no salto
con la oferta.
Sutil no era. Se metió y bocado de huevos en su boca
y miró a su padre.

El Rey se inclinó hacia adelante apoyando su barbilla


en una mano elegante. Los dedos enjoyados brillaron
delante de Jory en la mesa.

—Hijo, odio ser el único que te diga que te estás


negando. Pero eres un hombre muy, muy hermoso. Un
hecho que atribuyo a tu bella madre, que los Dioses
bendigan su alma ¿Sabes a cuantas reinas he negado para
que se casen contigo en un matrimonio político? —En uno
de sus famosos cambios de humor el Rey golpeó la mano
sobre la mesa—. Siempre he mirado por tus intereses.

Jory suspiró.

—Lo sé padre.

Era cierto, mientras sus hermanos habían sido casados


convenientemente, él había escapado a la misma suerte
por alguna razón, su padre realmente lo amaba sobre todos
los demás.

—Pero solo tengo veintitrés años. No estoy listo para


asentarme todavía, y tengo que pensar en Peter. —Woah,
eso no sonó como sonaba en mi cabeza.

El Rey se inclinó sobre la mesa y agarró la muñeca de


Jory.
—Quiero que seas feliz y encuentres a alguien a quien
amar como amaba a tu madre. Puedes ser joven, pero es
hora de que encuentres a tu otra mitad. He visto tu
insatisfacción en los últimos tiempos. Peter no es para ti, sé
que no estás enganchado, y creo que necesitas algo, o
alguien nuevo. Además he oído rumores, Detrius está
tratando de deshacerse de ti.

—¿Detrius? —La confusión llenó a Jory—. ¿Por qué iba


a quererme muerto? —A pesar que no era cercano a su
hermano mayor, debido a su diferencia de edad de veinte
años, pensó que el hombre le tenía un poco de cariño, o al
menos no le disgustaba activamente. ¿Cómo si no hubiera
oído hablar que su hermano cambiaba de actitud?

—Hay algunas personas que piensan que tú serías un


mejor gobernante cuando yo muera.

Jory se echó a reír.

—En primer lugar, sería un Rey horrible. Odio la


política. —Prefería hacer sus cambios detrás de la escena.

Su padre sonrió.

—Lo sé niño, pero no todo el mundo piensa de esa


manera. Miran tus habilidades, tu imagen, tu carácter dulce
y creen que harías un excelente trabajo de camino al
poder. Sé que eres más fuerte de lo que nadie cree, pero tu
hermano ha oído los rumores, y a pesar de los cinco
hermanos que están entre tú y el trono no se ha detenido.
Si pones los pies en otro planeta los rumores terminarán,
porque te establecerás y comenzarás tu propia vida. Por
eso te destierro.

—¿Me me destierras? —La voz de Jory se rompió junto


con los pedazos de su corazón. Siempre había contado con
el amor de su padre a pesar de todo. Ser expulsado no solo
de su reino sino fuera del planeta, era más dolor del que
esperaba—. ¿Así que me pateas hacia el gran y malo
mundo de los dragones?

—No seas idiota, —gruñó el Rey—. Te daré dinero,


comida, alojamiento, y lo suficiente para comprar planetas
si quieres. —Se inclinó para hacer contacto con los ojos de
su hijo—. No me decepciones Jory. Es inteligente que tu
hermano te quiera muerto. Si tienes un compañero,
tendrás otro nivel de protección del que yo puedo
proporcionar. Detrius podría ser capaz de poner a la gente
en tu contra, ya que no todos apoyan tus decisiones, pero
yo te protegeré lo mejor que pueda.

—¿Por qué a Detrius le importa si prefiero a los


hombres? Uno pensaría que estaría feliz ya que tengo
menos probabilidades de poner a mis propios hijos en el
trono, incluso si decido tomar el relevo. Además tiene sus
dos hijos que están delante de mí en el trono. ¿Se supone
que voy a matarlos también?
El rostro del Rey perdió todo sentido del humor.

—No hay razonamiento en el fanatismo. Tal vez está


celoso porque tu madre era la única mujer a la que he
amado y sabe que te quiero. Sus otros hermanos y
hermanas no son competencia. Son felices con sus familias
y su lugar en la jerarquía real, pero tú eres hermoso,
inteligente y nuestro pueblo te adora. Si no te destierro
hijo, me temo que no sobrevivirás a esta semana.

Jory asintió con la cabeza cuando su comida se


revolvió en su estómago. No había manera de escapar. No
podía negar que el hombre que estaba sentado frente a él
tenía amor y tristeza en sus ojos.

—Muy bien padre, si piensas que es mejor, me iré por


la mañana. Pero si no encuentro a nadie…

El rey se echó a reír.

—El festival de apareamiento dura un mes. Si no hay


perspectivas en ese tiempo, seguiremos en otros lugares.
Voy a verte casado antes de morir Joriah, quiero irme a la
otra vida sabiendo que alguien está allí para cuidarte.

Jory parpadeó para contener las lágrimas. Momentos


como éste le recordaban la gran edad de su padre. Siempre
vio al Rey con una irresistible fuerza, pero todo el mundo
crecía y todos morían.
Tendiéndole la mano, Jory la tomó, el Rey le dio una
sonrisa.

—Quiero que me prometas que cuando encuentres una


pareja, aceptarás un contrato para criar. ¿Todavía deseas
tener hijos, verdad?

Jory asintió con la cabeza. Era uno de sus sueños


principales, tener una familia propia.

—Juré sobre la cama de ascensión de mi madre que


no dejaría que la línea muriera conmigo. Asumo que
estamos hablando de creación artificial ¿no?

—Por supuesto. Sé de tu aversión a las mujeres. —Su


padre le dio una sonrisa socarrona.

—No me disgustan, —protestó Jory—. No estoy


interesado en ellas sexualmente.

—Un hecho en el que siempre estaremos en


desacuerdo, —el Rey se rió. Su buen humor volvió ahora
que había tomado una decisión.

Mientras se comía el resto de su desayuno, Jory


decidió que el viaje no sería tan horrible. Iba a un planeta
donde un grupo de hombres atraídos por otros convergían.
Si no había nada más, podía tener una gran orgía. Bajando
los ojos para que su padre no le viera su expresión dijo: —
bueno Padre, asumo que tu secretaria tiene mis planes de
viaje, así que mejor iré a decidir que llevarme.
El Rey asintió con la cabeza.

—Calli hizo todos los arreglos con el nombre de soltera


de tu madre. Supuse que no querías que todos supieran
quien eras.

—Prefiero que no lo sepan. Cuantas menos personas


sean conscientes de que soy tu hijo, más probabilidades
tengo de conseguir un compañero sincero.

—Estoy de acuerdo. Tu imagen se desvanecerá con el


tiempo, hijo, pero el dinero dura para siempre. Si todo lo
que necesitas es dinero para conseguir a la pareja perfecta,
házmelo saber y te daré lo que necesites. —El hombre
mayor se inclinó hacia adelante, su amorosa mirada se
transformó en la fría mirada del Rey galáctico—. Solo
recuerda, si alguien te hace daño, responderá ante mí.

Jory tragó saliva. A veces se olvidaba que tras la


mirada amorosa de su padre vivía uno de los hijos de puta
más despiadados del universo.

—Sí Padre, pero para que nos quede claro, si necesitas


comprarme a mi compañero, no lo quiero.

Los dos hombres terminaron de desayunar en


armonía. Después de compartir la comida, Jory fue a
prepararse para su viaje y su padre fue a hacer lo que los
temerarios reyes galácticos hicieran para redondear su día.
CAPiTULO
CAPiTULO DOS

L a estación espacial se parecía a todas las que había

visto, utilitarias y aburridas. Tenía paredes de color gris,


alfombra gris, sillas grises atornilladas al suelo y una línea
de puertas de color grises separaban a las vainas para
pasar la noche de la calle principal del aeropuerto. Al doblar
la esquina, sonrió al único punto brillante de color, una
bandera azul enorme cubría toda una pared. Con letras
blancas sobre un fondo azul estaban las palabras “Conoce a
tu pareja en nuestra Caza de Compañero”.

Joriah miró el cartel preguntándose que implicaba


exactamente una caza de compañero. ¿Era este el festival
de apareamiento del que su padre le habló o era un evento
totalmente diferente? Aunque confiaba en su propio
atractivo, Jory sabía que el poder y riqueza de su familia
eran sus mayores atractivos para sus anteriores amantes.
Ahora solo tenía su propio encanto al que recurrir para
atrapar a un hombre, el pensamiento le preocupaba y
emocionaba a partes iguales.

¡Qué comience la caza!


Su mirada se alejó de la señal a tres hombres de
cabello oscuro que llevaban nada más que un taparrabos
plateado y unos tatuajes estratégicos. Sus cuerpos
aceitados, con músculos poderosos, merodeando por el
aeropuerto dejando destellos de nalgas musculadas con
casa paso.

—¡Qué me jodan! —Susurró Jory, observando los finos


especímenes pasar.

Visiones de estar tumbado en la cama con los tres


magníficos hombres le pasaron por la cabeza con todo
detalle. El segundo hombre del trío se volvió en su dirección
y se humedeció los labios doblando un dedo hacia él.

—Infiernos, sí.

Jory echó un vistazo sobre su hombro para ver si el


hombre estaba tratando de llamar la atención de otra
persona.

Sonrió cuando vio que nadie estaba tras él. Bueno, no


le hacía falta una invitación grabada y su padre le dijo que
debía explorar su lugar en el universo. ¿Qué mejor manera
que con tres hombres magníficos? Podía imaginar un
montón de exploraciones, como poco dentro de la
habitación.

Solo dio un paso cuando un movimiento a su izquierda


llamó su atención. Un hombre se sentó en una mesa junto
a la pasarela, estaba bebiendo algo azul en un vaso de
cristal. Con profundo pelo negro y un cuerpo fuerte y
musculoso, el hombre brilló con una cautivadora sonrisa y
Jory se olvidó por completo de los musculosos y aceitados
trillizos.

Tal vez Peter tenía razón.

Era un hijo de puta caprichoso.

Eso no era excusa para tirar toda la ropa bonita de


Jory en medio de su dormitorio y hacer una fogata. Hijo de
puta.

La saliva se agrupó en la boca de Jory cuando revisó al


guapo desconocido. Alto, de largas piernas estiradas bajo el
espacio vacío frente a él, sus pantalones de cuero le
abrazaban la piel de sus musculosos muslos y una camisa
blanca ajustada le dio el testimonio de unos bonitos
músculos. El hombre tenía el pelo intensamente negro, un
poco corto, pero aun así del largo suficiente para sujetarlo
adecuadamente en un momento de pasión. Los dedos de
Jory se contrajeron con la anticipación de hundirse en ese
exuberante paisaje, mientras el otro hombre se hundía en
él.

Un poder más fuerte del que Jory era capaz de resistir


tiró de él hacia el magnífico extraño.
Todo y todos los demás se desvanecieron en el fondo
cuando Jory se adelantó, y no se paró hasta que estuvo
delante del alto y moreno futuro amante.

—Buenas tardes.

Cuando el hombre levantó la mirada y vio sus


brillantes ojos verdes, casi se rompió y salió corriendo con
un inicio tardío de nervios, pero la misma compulsión tiró
de él y no lo dejó irse. Su reticencia desapareció bajo las
olas del deseo que atravesaban su cuerpo. Sus labios se
estremecieron con la necesidad de besar al otro hombre,
Jory frunció el ceño ante su abrumadora fascinación por el
hombre. Sacudiendo la cabeza hizo caso omiso de la
pequeña voz dentro de su cabeza que cuestionaba su
interés, tenía un objetivo y nada le impediría alcanzarlo.

—Buenas tardes. —La voz del hombre era rica y


profunda, se instaló en las bolas de Jory.

—Perdóneme, pero tengo que probarlo. —Dijo Jory


antes de inclinarse y tomar la boca del hombre con sus
labios.

Divina.

El sabor del extraño explotó sobre la lengua de Jory.


Dulce con un toque de masculina sal, haciendo alusión al
sudor del placer. Más, quería mucho más.
El áspero vello facial le raspaba la cara cuando el beso
continuó. Dos grandes manos agarraron el culo de Jory,
instándolo a acercarse hasta que estuvo sentado en el
regazo del hombre. Cuando por fin terminó el beso, Jory
estaba a horcajadas entre las caderas del extraño jadeando
como si acabara de terminar una práctica dura de espada.

La erección presionada contra la suya le hizo saber


que no estaba solo con su deseo.

Durante un largo momento se miraron el uno al otro,


respiraban entrecortadamente mientras trataba de
recuperar su compostura. Jory comenzó a levantarse, pero
las grandes manos lo agarraron tirando de él hacia abajo.

—No te vayas. —Las palabras eran duras por la


necesidad, la mirada esmeralda, determinada.

Jory se inclinó para otro beso. El corazón le latía fuerte


contra su pecho cuando finalmente se rompió.

—No te voy a dejar. Me voy a levantar de tus piernas


antes de correrme en los pantalones como un adolescente.

Mordió el musculoso y grueso cuello, recibiendo un


gruñido de satisfacción. El sonido vibró bajo sus labios,
haciéndolos zumbar junto con cualquier parte de su cuerpo.
Jory obligó a su boca a alejarse de la tentadora piel del
hombre.

—¿Nombre? —Jadeó.
Las oraciones completas estaban fuera de lugar
cuando su capacidad intelectual se desvaneció y su sangre
corrió hacia el sur.

—Val. ¿Cuál es el tuyo?

—Jory. —Chilló cuando Val le pellizcó en su garganta.


Su pulso recorría su cuerpo como una sacudida eléctrica—.
¡Para!

—No. —Gruñó Val.

—Me correré en los pantalones. Tienes que parar.

Jory admiró la sonrisa en el rostro del otro hombre


antes de darse la vuelta a regañadientes y cruzar a través
del hermoso hombre a su propia silla.

Un mohín adorable cruzó la cara del hombre.

—No tienes que sentarte tan lejos.

—Sí, tengo que hacerlo. Si no quieres que te la chupe


en un puerto espacial lleno de extraños y que posiblemente
me arresten en mi primer día aquí.

Los ojos verdes de Val se ensombrecieron aún más, se


pusieron esmeralda en vez del verde jade de los ojos de su
padre, más traslúcidos y brillantes, como si una gota de luz
solar se quedara atrapada en su interior.
—¿Quieres conseguir una habitación? —Val inclinó la
cabeza hacia la derecha.

Los ojos de Jory siguieron el movimiento a las filas de


las pequeñas salas de descanso que salpicaban ambos
lados de la estación espacial. Se utilizaban para dar cabida
a los cansados viajeros, siempre incluían los elementos
importantes para una exitosa conexión. Sábanas limpias,
lubricante y gel protector. Se había quedado en muchas de
estas habitaciones debido a los constantes saltos de su
planeta en su lucha clandestina contra la esclavitud y la
corrupción.

—Oh, sí. Me encantaría conseguir una habitación


contigo. —Ronroneó Jory, deslizando un pie en el interior
del muslo de Val.

Su atrevido y audaz enfoque nuevo funcionaba bien si


el otro hombre no le indicaba lo contrario.

Val se levantó, rodeó la mesa y arrebató a Jory de su


silla. Jory dejó escapar un pequeño grito cuando Val lo
arrastró a través de toda la terminal. No tuvo la
oportunidad de reconsiderarlo cuando se dirigió a la
habitación más cercana, deslizando su tarjeta de
identificación y arrojando dentro a Jory empujando al
pequeño hombre contra la pared.

—Lo siento cariño. —Antes de que pudiera orientarse Val


envolvió sus grandes brazos alrededor de Jory mirándolo
con sus grandes ojos verdes llenos de contrición—. No
quise ser tan rudo.

—La rudeza tiene su lugar, querido. —Jory ofreció una


sonrisa malvada—. Me gusta un hombre con mano firme,
siempre y cuando solo sea en el dormitorio.

Además de que una conmoción cerebral solo dura unos


segundos.

Durante un largo momento, se miraron el uno al otro,


ambos luchando por recuperar la compostura.

Mirando a Jory, Val se quitó la camisa dejando al


descubierto sus abdominales y su pecho ancho y fuerte.

Delicioso.

Hipnotizado por los músculos flexionados, Jory ni


parpadeó hasta que una mano callosa le inclinó hasta
tenerle frente a sus ojos.

—¿Estás bien con esto? Supongo que es bastante más


que un beso.

—N... No, no supongas. —Se apresuró a


tranquilizarle—. Estaba ocupado viendo tu hermoso cuerpo.

Val levantó a Jory con manos fuertes y le puso en la


cama con el mismo cuidado que le daría a una pieza de
vidrio de la colección privada del Rey.
—Eres el hombre más bello que he visto. —El tono de
Val lleno de asombro hizo sonrojar a Jory.

Sintió el calor aumentar en sus mejillas, bajo la


mirada ardiente de los calientes ojos esmeralda del otro
hombre. A pesar de que le complacía resultarle atractivo a
Val, prefería ser guapo que bello. Por supuesto, le hubiese
gustado medir cinco centímetros más, pero estaba
acostumbrado a la decepción.

—Me alegro que me apruebes. —Jory seguía


difícilmente la conversación, mientras luchaba contra el
loco deseo de saltar al cuerpo de Val.

Se movió con la necesidad de frotar su cuerpo por


todas partes con el otro para obtener la mayor cantidad de
trozo de piel como fuera humanamente posible.

La voz profunda de Val retumbaba aún mas, enviando


escalofríos de emoción por la espalda de Jory,
estableciéndolos en su polla.

—Tienes demasiada ropa para esta fiesta, hermoso.


Como caballero, es una cortesía cuidar de ese problema.

—Que no se diga nunca que tú no eres un caballero. —


La ronquera de su voz contrastaba con su intento de
indiferencia.

Con un toque rápido, sabiendo lo que hacía, Val


despojó a Jory de sus botas, calcetines, pantalones y
camisa. En un abrir y cerrar de ojos, yacía en la cama
vistiendo solo unos calzoncillos de seda.

—Bonito. —Val deslizó un dedo áspero por el material,


enganchándose en el fino tejido. Por una vez Jory no se
preocupó por el estado de su ropa. Quería que se la
quitara, que se fuera esa barrera entre él y las fabulosas
manos.

—Esa hermosa tentación. Ahora vamos a verte


completamente desnudo.

Jory soltó un chillido cuando Val arrancó sus


calzoncillos, arrojándolos al suelo, por la espalda.

—Había planeado ponérmelos de nuevo.

Abandonó la queja cuando Val acarició su cuerpo con


sus calientes manos, luchaba por recuperar su cordura.

El hombre magnífico gimió, tomando los labios de Jory


evitando cualquier otra queja.

—Mmm —Tarareó Jory dentro de su boca. Agarró el


cabello del otro hombre, deslizando sus dedos entre la
textura sedosa medianoche.

No tenía suficiente.

Jory dio un gruñido cuando Val se echó hacia atrás.

—Tengo que quitarme la ropa, hermoso.


Jory dio un profundo suspiro.

—Date prisa.

Val se quitó la ropa con halagadora velocidad. Una


inmensa cantidad de piel dorada se extendía sobre sus
músculos endurecidos y sus ojos brillaban salvajes, Val era
como un animal salvaje preparándose para reclamar a su
pareja.

—Necesito estar dentro de ti. —Gimió Val pasando las


manos sobre el cuerpo de Jory.

—Sí… por favor… ahora. —Jadeó Jory.

En realidad era increíble que pudiera formar palabras


entrecortadas cuando la sobrecarga de sensaciones era
como un cortocircuito a su cerebro. En una nube sintió
como Val le tocaba tentativamente buscando entrar en su
agujero. Debió tomar un poco de lubricante del depósito de
la pared mientras Jory admiraba su cuerpo.

Los movimientos de Val eran fuertes y seguros, sus


largos dedos tocaron la glándula de Jory con sabios toques.

Jory relajó su cuerpo y dejó que el hombre tomara el


control.

Se quejó sin aliento.

—Sigue con eso y me correré.


—No sin mí. —La voz de Val dura y de mando cortó a
través de la niebla de deseo que envolvía a Jory.

Miraba a través de sus ojos como Val se tomaba un


momento para cuidarle. No se molestaría en decirle que era
inmune a la enfermedad, ya que su cuerpo mataría todo lo
que intentara atacarlo. No podía ni pillar un resfriado, pero
ahora no era momento de hablar de sus habilidades, no con
el hombre más sexy que había visto levantando sus piernas
y deslizándose suavemente en su interior con un
movimiento.

—Ahh. Sí. —Profundo. Duro. El único ruido que había


en la habitación eran los gemidos, gruñidos y el golpe de
carne contra carne.

Brillantes ojos verdes llenos de lujuria le miraron hacia


abajo. La intensidad del momento sacudió a Jory hasta la
médula. A pesar que había tenido muchas aventuras en su
corta vida nunca había sentido un momento de conexión
como este.

Val acariciaba la polla de Jory, deslizando sus callosos


dedos ásperos por su eje. Intensas sensaciones de
pinchazos atravesaban su cuerpo. Solo le tomó un
momento darse por vencido. Apretando con fuerza escuchó
el gruñido de Val por su liberación. Entonces cuando
todavía cabalgaba la ola de su orgasmo, los dientes de Val
le atravesaron el hombro con una dolorosa sensación.
—Ouch.

—Shhh, mi tesoro. —Susurró Val, lamiendo el lugar


donde le había mordido y enviando una sensación relajante
por la columna vertebral de Jory.

Val se deslizó lentamente y tomó una profunda


respiración, levantándose de la cama. Mientras Jory
parpadeaba por todo, regresó con un paño caliente y limpió
el semen del estómago de Jory con un toque suave.

—Duerme niño, échate una siesta. Hablaremos más


tarde.

¿Hablar? ¿De qué?

No tuvo oportunidad de preguntarlo porque después


de tirar el paño, el hombre se envolvió a su alrededor como
un musculoso osito de peluche y rápidamente se quedó
dormido.

Unos momentos más tarde Jory se unió a él.

El Duque Valer Klarian despertó lentamente. El calor


que sentía a su lado se movió un poco, advirtiéndole que no
estaba solo.
Jory.

Quedarse en el puerto espacial para relajarse antes de


ir a su casa resultó la mejor idea que había tenido. Era un
deber para el Duque de las provincias del norte encontrar
una pareja adecuada. No conocía la idoneidad de Jory, pero
era sin duda su pareja. Su ADN dragón había identificado al
hombre en cuanto había entrado por la terminal. Si el
bonito hombre hubiera seguido a los trillizos su dragón los
hubiera seguido y le hubiese cazado.

Estaba contento que Jory cambiara de opinión. Val no


quería que la primera vez que se vieran fuera en forma de
dragón, matando a quien se había atrevido a tocar a su
compañero.

Ahora después de probar a su amante, Val sabía que


tenía necesitaba tocar gentilmente al hombre que pensaba
reclamar como suyo. A diferencia de los luchadores que por
lo general se acostaban con el Duque, no había siquiera un
callo en las hermosas manos de su compañero.

La apariencia de Jory, los modales y la ropa hablaba


de un hombre acostumbrado a las cosas más finas de la
vida. No era el tipo de hombre que por lo general llamaba
la atención de Val, pero después del mejor sexo de su vida
estaba dispuesto a dar a este suave y bien oliente hombre
lo que quisiera, siempre y cuando Jory estuviera a su lado.
Val se desenrolló de los brazos de Jory cuidando de no
despertar a su compañero de cama, pero decidido a
conseguir otra mirada. Maldita sea. Los dioses debían haber
amado a Val por encima de todo cuando crearon a Jory.
Ninguno de sus anteriores amantes tenía ni de cerca la
atractiva apariencia de éste, pero a pesar de la belleza
innata de Joriah, fue su mirada lo que inicialmente llamó y
mantuvo la atención de Val. Eran azules y plateados, como
el vientre de un dragón, de un color llamativo.

En algún lugar de los antecedentes genéticos de este


joven vivió alguien que no era enteramente humano, lo que
lo hacía más deseable. Val amaba lo exótico… y él le había
encontrado primero.

Una baja risa escapó de sus labios cuando se imaginó


la mirada de su rival. El Rey Raiston iba a tener un equipo
de dragones cuando le echara un ojo al compañero de Val.

El tuerto rey amaba la belleza, y competían a menudo


por los amantes. Val deslizó un dedo por el pequeño
hombro de Jory, pasándolo por la marca que había dejado.
Un ceño fruncido cruzó su cara cuando su mano solo
acarició piel suave.

¿Dónde, por el fuego del dragón, estaba su marca?

Val se sentó, fijándose en Jory mientras buscaba la


marca de acoplamiento que sabía que había dejado durante
su caliente encuentro sexual.
—¿Q…Qué está mal? —Una mirada plateada se volvió
hacia él.

—No estás marcado.

Sus ojos se aclararon cuando se sentó.

—¿Qué quieres decir con que no estoy marcado?

—Te marqué con los dientes cuando tuvimos


relaciones. No está.

Jory se encogió de hombros. No parecía sorprendido.

—Me he curado.

—Nadie se cura tan rápidamente.

Jory le miró a los ojos, serio como la muerte.

—Yo lo hago, sano rápidamente.

Huh. Las reglas de la caza de compañero le impidieron


hacer más preguntas. Nada personal podía ser discutido
hasta que la marca de acoplamiento se revelara. Impedían
los prejuicios contra ciertas clases.

—Tengo que encontrar otra forma de reclamarte. —


Decidió Val. El hermoso hombre no podía caminar sin estar
marcado, mientras que un compañero de caza estuviera en
la ciudad. Se lo quitarían antes de que diera un paso fuera
del puerto espacial.
Pensando rápidamente, Val apagó su brazalete
izquierdo. Tenía la impresión de su casa y rango y marcaría
a Jory para quien lo mirara. Val lo envolvió alrededor del
brazo izquierdo de Jory, la tecnología dentro del brazalete
se ajustó al tamaño más pequeño de su compañero e hizo
clic. Integraba una tarjeta con un chip de identidad, la
banda solo se desconectaba con las huellas dactilares de
Val. Cualquiera que mirara la banda sabría que era
propiedad del Duque. Los listos se mantendrían alejados de
su amante.

Satisfecho, Val se acostó y cubrió a su nuevo amante


con sus brazos.

Jory le dio una sonrisa.

—¿Estoy etiquetado convenientemente ahora?

—Sí.

En cuarenta y ocho horas, el ADN de Val se fusionaría


con el de Jory, y cambiaría como si fueran compañeros de
verdad, un tatuaje con la forma de su dragón aparecería en
la espalda de Jory. Una vez que la marca apareciera, solo la
muerte podría separarlos, un hecho que no había
mencionado al hombre que abrazaba a su lado.

Esperaba que la capacidad de curación de Jory no


afectara a su conexión de apareamiento, pero incluso si lo
hacía, nada salvaría a Jory de ser suyo, porque una vez que
un dragonkin encontraba a su compañero, nada podría
separarlos.

Una oleada de posesividad llenó a Val mientras miraba


el brazalete envuelto alrededor del bíceps de Jory. Pocos se
atreverían a llevárselo después de ver el brazalete en el
brazo del hombre. Técnicamente Jory todavía tenía dos días
después de su primer encuentro para encontrar otra pareja.
Cuando dos hombres mordían a la misma potencial pareja
tenían que esperar y ver que marca fue elegida por el dios
Borl, cazador de parejas de dragón. La marca más fuerte
ganaba siempre, después de varias temporadas viendo a
sus amigos emparejados, empezaba a pensar que era
imposible de emparejar. Una mirada a Jory y cambió de
opinión.

Este hombre era el único.


CAPITULO
CAPITULO TRES

D espués de lavarse y volverse a vestir, la pareja salió

fuera del puerto en la limusina flotante que Val había


llamado.

—¿Quién eres tú? —Le preguntó Jory a su amante,


mirando al lujoso vehículo. Con la riqueza de su padre,
Jory reconocía a un propietario de limusina cuando lo veía,
por no mencionar que el conductor le dio una sonrisa
familiar a Val y lo llamó por su nombre.

—Uh, uh, uh. —Val agitó su dedo frente a él—. No estás


autorizado a hacer preguntas durante la caza de
compañero.

Val estaba inclinado en el asiento a su lado, sus largas


piernas estiradas delante de él en el espacioso vehículo.
Sus gruesos y musculados muslos y el fabuloso paquete
entre ellos, le hicieron a Jory la boca agua.

—Ahora es un buen momento para decirte las reglas de


la caza de compañero.

—Hmm. —Jory había olvidado por completo de lo que


estaban hablando cuando su mente se nubló por la lujuria.
Con movimientos elegantes se deslizó sobre sus rodillas y
comenzó a desatar los cordones de los pantalones de cuero
suave de Val.

—Oh, joder. Cariño. En realidad debemos hablar.

—Uh, huh.

Cualquier hombre consideraría una charla a cambio de


una mamada una opción razonable.

—Tú sigue adelante y habla, yo fingiré que estoy


escuchando.

Liberó la polla de Val de sus confines, contento cuando


saltó de los pantalones flojos como si tratara de embestir
su boca. Inclinándose hacia adelante, Jory lamió la punta
aterciopelada, saboreando el sabor de su nuevo amante
con su lengua.

Un ahogado gemido desde encima le hizo sonreír. Su


amante fuerte, disfrutaba del toque suave. Relajando su
garganta, Jory se tragó a Val, dejando que su garganta
rodeara por completo la polla de su amante.

—Maldita sea. Mierda. Me corro.

Para sorpresa de Jory, Val perdió el control por completo


y se corrió en su garganta en cuestión de segundos.
Tomando el flácido miembro de Val, Jory le miró.
—Vas a tener que trabajar en tu resistencia amor.
Apenas tuve la oportunidad de saborearte.

Val se ruborizó.

—Puede ser que necesite un montón de práctica cariño.


—Val agarró a Jory del brazo y le puso en el asiento—. Eso
fue increíble. —Una sonrisa tonta cruzó la cara de Val
cuando ataba sus pantalones.

Con los pantalones atados, tomó a Jory en sus brazos y


lo besó como un tonto.

—Me gusta el sabor de nosotros juntos. —Dijo con ojos


oscuros y serios.

—A mi también. —Jory puso su cabeza sobre el pecho de


Val.

Acunado en sus grandes brazos, Jory se sentía en paz.


Suspirando, acarició el brazalete. Quizás todo esto era más
fácil de lo que pensó.

El Rey Raiston Dragonsbreath miró a la multitud, con


profunda depresión. Haciendo uso de su visión de dragón,
vio a la gente entrar a registrarse para la caza de
compañero desde un balcón del castillo. Cuando era niño,
Rai había soñado encontrar a su compañero, el compañero
perfecto creado para ser su otra mitad. Sin embargo,
ahora, a los treinta y cinco y quince compañeros de caza
más tarde, había perdido la esperanza.

Hasta ahora ningún hombre o mujer había despertado a su


dragón. ¿Cuándo sería su turno para encontrar pareja?

—No he visto ningún compañero decente. —Dijo su


hermano el Príncipe Lewn, con voz aburrida.

—Silencio. —Raiston miró a su alrededor para ver si


alguien había escuchado a su hermano menor—. Alguien
puede oírte.

—Bien, así no volverán el año que viene a hacernos


perder el tiempo. —El príncipe movió la cabeza sin
despeinar sus rizos perfectos.

Raiston se habría burlado de él, pero en ese momento


vio a su mayor rival político, el Duque Klarian.

Cuando el Duque se acercó a la mesa de registro,


Raiston pudo ver que Val tenía a una persona entre sus
brazos.

¿Val había encontrado un compañero?

—Los dioses se ríen de nosotros. —Dijo Lewn viendo al


Duque.
Los hermanos se inclinaron hacia adelante en el balcón
para tener una menor vista.

La habitual expresión de fría superioridad estampada


en su cara estaba completamente ausente. En cambio, el
Duque miró al hombre entre sus brazos con una abierta
adoración, con una cursi sonrisa cruzando sus normalmente
duras facciones.

El brazo del duque alrededor del otro hombre en


público mostraba un nivel sin precedentes de afecto.

Los anteriores amantes del duque se habían quejado


en voz alta de que el hombre apenas los miraba frente a
otros.

—¡Qué me jodan, es hermoso! —El comentario de su


hermano atrajo su atención y retiró su vista del Duque
mirando al hombre que se escondía al lado.

Su cerebro se cortocircuitó, y su polla se endureció al


ver como el compañero del Duque se deslizaba hacia el
hombre más grande con gracia salvaje. El cabello rojizo con
un trillón de tonos de oro y marrón cubría su elegante
cabeza, tenía pómulos altos y una estrecha barbilla que le
daba una apariencia dulce. Rai tuvo ganas de lamer al
hombre por todas partes para descubrir si sabía tan dulce
como parecía.

Dentro de él, su dragón se despertó con un rugido.


Compañero.

—Estoy jodido, —susurró.

En ninguna caza de compañero anterior había sentido


este nivel de deseo por otra persona, y que fuera el hombre
que el duque había elegido para él era un tipo especial de
tortura. Hoy en día incluso había pensado en recurrir tal
vez a las mujeres.

Raiston se volvió hacia el sirviente que esperaba a su


lado.

—Tráeme a Zellyn, —ordenó.

—Rai, ¿qué estás haciendo? —Los ojos de su hermano


brillaban con picardía como si pudiera leer los
pensamientos de Rai.

—Conseguir a mi compañero.

Lewn miró de Raiston al Duque.

—Oh, por favor, dime que no estás haciendo lo que


creo ¿No vas a intentar robarle el compañero al Duque,
no?

—No voy a intentarlo, —anunció— voy a conseguirlo.

El excepcional momento de silencio de su hermano se


extendió hasta que finalmente habló en un aturdido tono
tranquilo.
—¿Qué necesitas que haga?

Rai sonrió.

—¿Te he mencionado últimamente lo mucho que te


aprecio?

Lewn se echó a reír.

—Recuérdalo la próxima vez que necesite un favor.

Aburrido de esperar en la fila, Jory miraba a la gente


alrededor de él para entretenerse. Al parecer todo el mundo
asistió al festival. Hombres, mujeres y criaturas que nunca
había visto u oído llenaban la enorme sala.

—Wow. No me di cuenta de toda la variedad. —Los


ojos de Jory se abrieron mientras miraba entre la multitud.

—¿Qué esperabas?

Jory se encogió de hombros.

—Por la forma en la que mi padre hablaba de ello


pensé que eran un montón de chicos como yo tratando de
encontrar una pareja. No me di cuenta que habría mujeres
y otros seres también. —No mencionó que el objetivo de su
padre era establecer una alianza política. No le importaba si
hacia una alianza o no. Su objetivo era encontrar a alguien
que pudiera llamar suyo.

—Todo el mundo quiere un compañero. —El tono


grave de Val atrajo la atención de Jory al hombre, pero los
ojos de Val exploraban a la multitud para que no pudiera
ver su expresión.

Volviendo su atención a la gente que los rodeaba, Jory


se echó hacia atrás cuando vio que todos los ojos estaban
puestos en él. En casa, todos le conocían por lo que atrajo
algunas miradas.

—¿Por qué están todos mirando?

Val se echo a reír.

—Porque…

—Buenas tardes, Val.

Un hombre alto se le acercó. El hombre tenía una piel


lisa, de color caramelo y hacía contraste con su cabello rojo
oscuro. Se veía bien.

—Buenas tardes, Z. —La voz de Val sonaba con dudas.


Aumentó la presión sobre Jory un poco. No le hacía daño,
pero definitivamente apretaba. Jory se preguntó por qué
este hombre ponía nervioso a Val.

—El príncipe Lewn desea hablar contigo.


—Dígale al príncipe que estoy ocupado.

Z le dio una sonrisa irónica.

—Lo siento Val, dijo que era importante. Si quieres


puedo vigilar a tu chico.

Val miró al pelirrojo durante tanto tiempo que el


hombre comenzó a moverse.

—Vigílalo y cuídalo Z. Si llega a sufrir cualquier daño,


no seré responsable de mis acciones. —Gruñó al otro
hombre que se puso más derecho.

—Prometo que cuidaré bien de él.

—Veremos.

Antes de que Jory pudiera protestar porque se le


asignara una niñera, la boca de Val se abalanzó y cubrió su
boca con un beso tan carnal, que casi le hizo saltar frente a
todo el mundo.

Val lo soltó, dejando a Jory sin aliento y su corazón


golpeando contra su pecho.

Val se volvió a Z.

—Conociendo a Lewn, esto me llevará un tiempo. Una


vez que esté registrado, lleva a Jory a su habitación y que
consiga lo que necesite.
Tomó un poco de dinero de su bolsillo y se lo entregó
a Z, que negó con la cabeza.

—Subirá mi cotización si me ven con él.

Val no pareció encontrar esto extraño porque asintió


con la cabeza y después de dejar un dulce beso en las
mejillas de Jory se alejó.

—Wow, nunca he visto a Val besar a alguien en


público antes. Soy Zellyn, pero todos me llaman Z. —Dijo el
amistoso pelirrojo tendiéndole la mano.

Jory le dio la mano.

—Soy Joriah, pero todos me llaman Jory. —Cuando no


le llamaban “mi príncipe”.

—Encantado de conocerte Jory. Val parece muy


enganchado contigo. —Sonrió el otro hombre con tan buen
humor que Jory no pudo evitar corresponderle.

—Val es un hombre muy dulce.

Z se rió a carcajadas.

—¿Qué? —No sabía porque el otro hombre lo


encontraba divertido.

—Val no es un tipo dulce. Se le conoce como uno de


los más fríos bastardos del reino.

La ira desgarró a Jory, caliente e inesperada.


—Apreciaría que no hables así de mi amigo.

Z levantó las manos.

—Lo siento. No me he dado cuenta que estabas tan


apegado a él.

Solo la práctica extensa del control de sus emociones


hizo posible que a Jory se le pasara su ira. Tomando un
profundo aliento no habló hasta que sintió la furiosa ola
retroceder.

—Yo tampoco.

Antes de que el hombre pudiera decir nada más, era el


turno de Jory de registrarse en la mesa.

—Código. —El hombre que le hablaba era un hombre


mayor con el pelo salpicado de canas y modales bruscos,
tenía la construcción y la postura de un viejo soldado. Sus
ojos estaban centrados en el monitor que tenía en la mesa,
sus manos preparadas para escribir.

—¿Qué?

—Código.

—Debe estar en tus documentos. —Le dijo Z.

—Oh. —Jory metió la mano en el bolsillo de su


pantalón y sacó la hoja doblada que le había dado la
secretaria de su padre—. 12235.
El hombre le miró y simplemente se puso a mover sus
dedos por el teclado.

Cuando había pasado un minuto, Z se echó a reír.

—Frest, creo que necesitas terminar el registro de


Jory. Val estaba más que apurado de conseguir ficharle
para la caza.

Frest negó con la cabeza.

—Lo siento. —Una luz cubrió sus mejillas bronceadas y


sus ojos se abrieron. ¿Prefiere a los hombres?

Jory asintió con la cabeza.

Escuchó ruidos de decepción por detrás de él. Jory se


hizo el sordo.

Frest volvió su atención al monitor. Su enrojecimiento


de piel se acentuó cuando ingresaba el código.

—Ah, aquí estás. Joriah. —Tomó un pedazo de papel


de la pila de su izquierda—. Aquí tienes una lista de reglas
para ti como referencia. Pero te diré las principales. Un
participante que está buscando pareja no puede decir sus
apellidos, datos personales, títulos o cualquier información
que pueda hablar de su riqueza o de la posición de su
familia. Esto es con el fin de nivelar a ambos compañeros, y
que son elegidos por la compatibilidad no por el dinero.
Jory asintió con la cabeza. No podía ser más perfecto,
las reglas debían ayudar a encontrar a un hombre que lo
quisiese, no por su riqueza de familia o poder, sino por sí
mismo. Esperaba haberlo encontrado ya en Val, pero no
tenía garantías. Necesitaba estar más tiempo con Val y
otras potenciales parejas, a pesar que nunca hubiera
sentido ese nivel de conexión que sentía con Val antes.

»Los participantes tienen que estar disponibles para


aparearse y conversar. No se puede hacer una búsqueda
adecuada si no salen de su habitación. Te sorprendería
saber cómo muchas personas vienen aquí y tienen miedo
de conocer a nadie. Los principiantes deben tener
relaciones con al menos dos posibles compañeros. Debes
aprender su nombre y el número de registro así puedes
registrar tu unión. Recuerda que mientras más personas
conozcas más probabilidades tienes de encontrar al
perfecto. En la presentación oficial te quitarás la camisa y si
el dios Borl ha decidido emparejaros, una marca aparecerá
en tu cuerpo y una correspondiente en la de tu compañero.
Si te has emparejado con un shifter, una marca aparecerá
en tu espalda en las siguientes cuarenta y ocho horas, sin
embargo, vuestro apareamiento no se considerará oficial
hasta la ceremonia en la que se reconocen todos los
compañeros.

—¿Qué tipo de marca? —Preguntó Jory, su mente


estaba acelerada.
No le gustaba la idea de tener relaciones sexuales con
otro que no fuera Val. Su estómago se revolvió al pensar
que alguien más lo tocaba. El brazalete se sentía tan
vinculante como un anillo de bodas que había oído que
utilizaban otras sociedades. Sin embargo, desde que había
acordado participar en la caza no podía salir ahora.

—Tu marca representará a tu compañero. Si tu pareja


es un dragonkin entonces será un tatuaje del dragón en el
que se transforma. Si no es así, entonces será algo que le
represente en la vida. Tengo un árbol en mi espalda porque
mi compañero es un trabajador de la madera y él tiene una
espada en la suya, porque yo vengo de una larga línea de
guerreros.

—Wow. —Jory se preguntó si Val era dragonkin, pero


recordando los colmillos que atravesaron sus hombros,
pensó que lo sería, o al menos algún tipo de shifter. Se
preguntó qué tipo de marca dejaría en la espalda de su
compañero. Maldita sea, esperaba conseguir intercambiar
su marca con Val.

— ¿Entiendes las reglas?

Jory asintió con la cabeza.

—¿Has tenido relaciones con Val?


Sonrojándose asintió con la cabeza. Recordando su
caliente encuentro con Val su cuerpo se llenó del calor que
le atravesaba.

—Su número de registro es 552, —le comentó Z.

Cuando Jory le dirigió una mirada curiosa se lo explicó.

—Mantienes tu mismo número hasta que encuentras a


tu pareja. Val y yo intentamos aparearnos el año pasado
pero no funcionó.

Jory esperó a que los celos le golpearan, pero no sintió


ninguno. No era como si Z hubiese aparecido para cuidar
de Val. Cuando se encontraron no hubo ningún
comportamiento romántico o sexual en su saludo.

Frest consultó a su equipo.

—Aquí está tu tarjeta clave. Estas en el grupo de las


habitaciones de plata. Tu equipaje ha sido llevado allí
directamente. —Le entregó una tarjeta plateada con un
número en amarillo y una pulsera de uno de los montones
de bandas de color que tenía apiladas junto a él.

Con un encogimiento de hombros, Jory se la puso en


la muñeca.

—¿Qué representan los colores?

Frest se volvió a mirarle sorprendido de que aún


estuviera allí.
—El morado representa que te gustan las personas del
sexo opuesto, el amarillo las de tu mismo sexo, el verde es
para ambos, y el naranja es para personas que buscan más
de un compañero. Se evita la primera pregunta y se ayuda
a identificar a las personas que piensan como uno.

Jory se echó a reír.

—Dudo que pueda manejar a más de un compañero.


Creo que encontrar uno será suficiente experiencia. —Jory
se preguntó si Val se enojaría con él por tener relaciones
sexuales con otro hombre, luego recordó que no era la
primera vez que participaba Val. Seguramente conocía las
reglas del concurso si había estado involucrado antes.

La pareja se alejó de la mesa. Jory agarró las normas


con fuerza para asegurarse de no perderlas. Si tenía suerte
de encontrar a su pareja, no quería ser descalificado por
cualquier motivo. Se dio cuenta por primera vez que Z
llevaba una pulsera verde.

—¿Estás a la caza de un compañero también?

Z asintió con la cabeza.

—Esta es mi quinta vez. Creo que me he acostado con


la mayoría de hombres y mujeres del planeta, pero sigo
esperando que el siguiente hombre o mujer sea el único. La
mayoría de la gente no encuentra a su pareja en su
primera cacería, así que no te decepciones si no funciona.
—No creo que pudiera estar en cinco de estos. —Jory
tiró de la banda de goma amarilla, pensando en repetir la
prueba completa. Dejaría que su padre le tendiera una
trampa antes de volver a pasar por esto.

—Sí, es duro. —Acordó Z—. Pero tengo la sensación


de que lo harás bien. —Z le dio una palmadita amistosa en
la espalda—. Buena suerte.

Llegaron a lo que parecía ser el eje central del castillo.


Desde el círculo del centro diferentes líneas de colores
llevaban a distintos corredores en diferentes direcciones.

—Si seguimos la línea plateada nos llevará a tu ala.


Tuviste suerte. Ese es el ala más cercana a la calle con
todas las discotecas y tiene la mejor vista de los campos de
dragón. Vas a conseguir verlos despegar.

—¿Puedes cambiar a un dragón?

Z negó con la cabeza.

—Mi línea no es lo suficientemente pura. Mi padre era


dragonkin, pero no mi madre. Sólo los dragonkin de pura
raza pueden cambiar, aunque tengo una mejor vista y oído.
Muchos de los dragones del campo del dragón son reales,
no dragonkin. Los soldados que pasan los cambios y no se
pueden desplazar, se les ofrece la posibilidad de entrenar
con dragones naturales. Los criadores de dragón los tienen
desde que eran huevos.
—¿Cómo se puede sentir la diferencia? —Jory encontró
fascinante ese vistazo a la cultura dragonkin.

—No se pude mientras son dragones, pero con el


tiempo se tienen que transformar de nuevo. La mayoría de
los dragonkin no pueden estar en forma de dragón más de
un par de horas.

—Huh.

La pareja llegó a la sala de Joriah, el número estaba


en la puerta con números plateados.

—Z, solo por curiosidad, ¿por qué hay números y


tarjetas de acceso en un castillo?

La casa de Jory era el doble de grande y no había


nada marcado.

Z se echó a reír.

—El viejo rey perdió la memoria después de un


accidente. Pusieron números y llaves porque no dejaba de
caminar al azar por las salas y perderse.

—¿No tenían guardaespaldas para protegerle?

Z negó con la cabeza.

—Siempre encontraba la forma de escapar de ellos, y


ya que siempre se realiza aquí la caza de compañero, tenía
sentido seguir adelante y marcar las habitaciones para los
invitados. Los miembros de la realeza no utilizan la mayor
parte del castillo de todas formas.

Moviendo la cabeza por las extrañezas de la gente


dragón Jory abrió la puerta con su tarjeta llave. Una
habitación normal le saludó, con muebles lujosos, pero una
habitación.

—Wow.

—¿Qué? —Jory miró a su alrededor pero no vio nada,


solo su maleta estaba apoyada contra la pared. Solo tenía
una pequeña cantidad de ropa y su par de cuchillos. Una
vez que Z saliera, tendría que ver y asegurarse de que sus
cuchillos estuvieran bien. Nunca viajaba sin ningún arma de
ningún tipo. Su padre nunca le perdonaría si salía sin
protección. Era un milagro que le hubiese dejado salir sin
un equipo de soldados siguiéndole.

—Debiste gustarle a Frest. Esta es la habitación más


bonita que he visto.

—Oh. —Jory esperaba que no significara que el


hombre lo conocía.

—Debe ser porque Val te acompañaba.

Jory asintió débilmente. Sin embargo, ya que su


equipaje estaba ahí, dudaba que Frest tuviera algo que ver
con su elección de habitación.
—¿Eso es todo lo que tienes? —Z cabeceó hacia la
maleta que había en el suelo.

—Sí. Mi ex–novio quemó la mayor parte de mis


prendas de vestir.

—¿No jodas? —Los ojos de Z estaban muy abiertos,


mirando a Jory con un nuevo interés.

—Sin joder. —Dijo Jory examinando la bonita chaqueta


de Z y sus pantalones ajustados—. No creo que conozcas a
un buen sastre.

—Mi tío es sastre. No es famoso ni nada. —Dijo Z—.


Pero te hará ropa buena por un precio decente y a
diferencia de los sastres del palacio no es demasiado
orgulloso para escuchar a sus clientes. —La última parte la
dijo en voz baja como si le confiara un secreto oscuro y
profundo.

—Estoy seguro que podremos trabajar en algo. Solo


quiero algo para usar que me ayude a atraer a un buen
compañero. Si tu tío puede hacer el trabajo, me encantaría
contratarle. —Siempre podía buscar otro más adelante si no
le gustaba su trabajo.

—Genial. Le voy a llamar. —Z sacó un comunicador de


su bolsillo y fue al final de la habitación para hablar en
privado.
Jory se acercó a la entrada del balcón y abrió las
puertas. Le costó un momento mirar que estaba mal con
las estructuras. No había barandillas en el balcón, solo una
repisa larga. Consideró que era un peligro para la seguridad
hasta que recordó que los dragonkin probablemente
utilizaban esta sala y no querrían saltar para comenzar a
volar. Sin embargo, como no era un dragón se quedaría
fuera de la terraza y admiraría las vistas desde las
ventanas, aunque no temía las alturas, no tenía deseo de
morir tampoco.

Un golpe en la puerta le retiró de la peligrosa cornisa.

Jory rozó al pasar a Z y abrió la puerta a una mujer


mensajero. Ella se rió cuando lo vio.

—¿Es usted Joriah?

Asintió con la cabeza.

—Mensaje para usted.

—Gracias. —Aceptó el papel que le entregó pero


cuando iba a darle una propina, salió corriendo.

Encogiéndose de hombros cerró la puerta y examinó el


papel.

—¿Qué pasa? —Z notó que los ojos de Jory miraban la


nota con interés.
—No lo sé todavía. —Desplegó la nota, y leyó las
palabras garabateadas.

Jory,

Soy incapaz de salir esta noche.

Pregunta a Z y que te lleve al Club Dragonriders.

Tuyo.

Val.

—¿El Club Dragonriders? —Inclinó el papel para que Z


pudiera verlo.

Z se echó a reír.

—Me sorprende que Val elija ese lugar, pero


probablemente quiera estar seguro que sigas las leyes del
concurso y no te quedes escondido en tu habitación.
Puedes encontrar fácilmente un ligue en Dragonriders. —Z
le dio una palmadita en la espalda—. Estás de suerte. Mi tío
dijo que podría darte una hora si puedes ir ahora.

—Genial. —Jory dejó que las preguntas y el estrés se


desvanecieran durante un momento. Esperaba que el tío de
Z fuera tan bueno como dijo, sería una gran ayuda si fuera
capaz de encontrar un sastre con talento para reconstruir
su guardarropa—. Vamos.
CAPITULO
CAPITULO CUATRO

L os dos hombres salieron de cabina de vuelo frente

a un edificio color crema con el nombre Britson escrito en


letras doradas frente un fondo negro en el escaparate.

Captando un movimiento por el rabillo del ojo Jory se


volvió. Por un segundo pensó que había visto a Brill, uno de
los guardias personales de su hermano, pero cuando se dio
la vuelta no estaba allí. Escaneando la calle no vio a nadie
que coincidiera con Brill.

Debió haberlo imaginado.

—¿Vienes? —Le preguntó Z echándole una mirada


curiosa cuando abrió la puerta.

—Sí. —Jory miró a su alrededor otra vez—. Voy.

Entraron en la tienda para ver a una guapa chica


detrás de un escritorio de madera. El oro de su cabello
color miel y el color amarillento de su vestido coincidían con
el color crema del edificio.

Se puso de pie cuando entraron en la habitación.

—Z, como me alegro de verte. —Ella echó una


brillante mirada curiosa a Jory antes de dar a Z un beso en
cada mejilla.

—Hey Lila. Vamos a ir más tarde a Dragonriders,


tienes que venir.

—Me encantaría. —Ella estuvo de acuerdo con una


sonrisa. Jory vio la banda de color púrpura que adornaba su
muñeca. Otra de las participantes de la caza de compañero.

—Reservé una cita con el tío para mi amigo, Joriah.


Necesita un nuevo vestuario.

—Voy a llamarle y a decirle que estás aquí. —Lila tomó


un teléfono pulsando algunos botones en el teléfono y
halando al receptor—. Vendrá ahora le dijo a Joriah con una
sonrisa.

—Yo me quedaré aquí y charlaré con Lila. —Z lanzó su


largo cuerpo en una silla para invitados.

Asintiendo con la cabeza, Jory siguió a la chica por la


puerta.

Ella lo condujo a una sala enorme con enormes metros


y metros de telas en todas las superficies disponibles.
Un elegante hombre de mediana edad con un hermoso
traje gris estaba en el centro de la habitación.

—Buenas tardes, Señor Joriah, soy Britson. —El


hombre lo saludó con una voz bien modulada y una
elegante reverencia—. He oído que necesita un nuevo
vestuario.

—Sí, mi ex novio quemó la mayor parte de mis


prendas de vestir.

El anciano palideció.

—¿Incinerador?

—Hoguera.

El sastre sacó su cinta métrica.

—Empecemos con las medidas exactas. A partir de ahí


haré lo que necesite. Tengo algunas cosas que se pueden
adaptar a su constitución, pero un armario completo me
llevará un tiempo.

—Entiendo.

Incluso suprimió un suspiro. Lo hacía.

—Es más fácil si se queda en ropa interior para que


pueda tomar las medidas exactas.

—No llevo ropa interior. —No podía dejar de


sonrojarse cuando se lo confesó al sastre. Debería haberse
cambiado antes de salir, pero después de su encuentro con
Val y su registro no se le había ocurrido pararse y ponerse
la ropa interior.

Tampoco había planeado tener que confesar al


elegante hombre que ahora le daba una sonrisa de
complicidad. De una de las decenas de cajones que cubrían
las paredes, sacó una caja de papel, rápidamente sacó un
par de calzoncillos de seda de su caja.

—Puede llevar estos. Iré a buscar suministros a la otra


habitación mientras usted se prepara.

El sastre salió mientras Jory se desnudaba y se ponía


los bóxers. El material de alta calidad deslizándose en su
piel desnuda era decadente. La memoria de Val arrancando
su ropa interior antes le hizo ponerse duro.

Los modales inculcados por su padre le hicieron doblar


su ropa y apilarla ordenadamente en la silla.

Un suave suspiro le hizo a Jory darse la vuelta. Los


ojos de Britson se fijaron en el brazalete envuelto alrededor
en la parte de arriba de su brazo.

—Oh, me marcó para mantenerme a salvo de los


depredadores. —Esperaba que sonara casual. Rodeado por
una cultura extraña no sabía el verdadero propósito del
brazalete.

¿Había cometido un error al aceptarlo?


—Se vuelven posesivos en la temporada de caza. —Le
comentó Britson, sacando una cinta métrica y tomando
medidas, el sastre dijo terminando—. ¿Puedo tomar fotos?
Puedo ponerlas en mi computadora y elegir las telas que
coinciden con su color y forma del cuerpo, una vez que
sepa tus preferencias.

Jory se encogió de hombros.

—Cualquier cosa que necesites. —No estaba


exactamente desnudo, y no pensaba que el sastre tuviera
previsto publicarlo en la red galáctica. Jory soltó una risita,
eso haría que su padre le llamara.

—Quédate la ropa interior. Mi cliente no la echará de


menos.

Riéndose, Jory dejó que el sastre tomara su foto.

Britson levantó la ropa de Jory entre el pulgar y el


índice. Después de un largo paseo por el puerto espacial,
no estaban precisamente limpias.

—Deberías. Eso es lo que pasó con las demás.

Britson se echó a reír. Echándole una mirada.

—Tienes que contarme esa historia alguna vez.

—Invítame a una cerveza y es una cita.

El sastre soltó una risita.


—Lamentablemente es la mejor oferta que he tenido
en un tiempo. —Extendió un par de pantalones y se los
pasó a Jory.

Tomó un puñado de alfileres para que encajaran


correctamente en las piernas de Jory.

Jory sonrió al sastre.

—Quédate alrededor de mí. Soy un hombre gay


atractivo, un imán para las chicas.

Britson casi se tragó el alfiler que acababa de poner en


su boca. Lo sacó con un jadeo.

—Avisa la próxima vez antes de hacerme reír. Ponte


de pie, así puedo fijarlos y ver qué puedo hacer para que
atraigas a un hombre agradable. —El hombre miró al
brazalete de Jory—. Aunque tengo la sensación de que no
tendrás ningún problema.

Después de pasar una máquina por el pantalón ellos


tenían la talla apropiada. Jory se deslizó en la camiseta que
le entregó.

—Ambos tendremos suerte entonces.

Por suerte había estado usando sus botas favoritas


cuando el incidente de la hoguera.

Siguiendo su mirada el sastre miró el calzado al lado


de su ropa.
—Voy a tener que llamar al zapatero.

—¡No! —Gritó Jory—. Esas son mis botas favoritas.

—Estoy seguro que alguna vez estaban bien. —Jory


podía oír su voz profesional. Probablemente la sacaba
cuando un cliente hacia una “desafortunada” elección con
las prendas de vestir—. Pero conozco un fabuloso peletero
que te haría un par de botas impresionantes. No quieres
hacer de menos tu nuevo vestuario, ¿verdad?

Maldita sea.

—Supongo que Sí, es la respuesta errónea, ¿verdad?

Britson le dio unas palmaditas en el hombro para


consolarlo.

—Cuando tengas tus botas nuevas, les daremos a esas


su propia caja de entierro.

Jory gimoteó.

—Las voy a extrañar.

Se echó un vistazo a sí mismo en el espejo. Tenía que


admitir que Britson conocía sus gustos. Los pantalones
tenían un buen corte, eran azules oscuros, exponían sus
muslos, pero salvaban su dureza con un hilo de plata que
iba a lo largo de sus costuras. Su camiseta era de seda
blanca y pesada, con los mismos hilos de plata.
—Hay pocos hombres que puedan verse así. —Dijo
Britson mirando a Jory con ojos profesionales—. Tengo la
chaqueta que va con el traje.

Abrió una puerta de un armario y sacó una chaqueta


caramelo oscuro de cuero, hasta los tobillos con un
interesante patrón ondulado. Deslizó las mangas por los
brazos de Jory y las acomodó en sus hombros. Se ajustaba
como un sueño.

—Perfecto. ¿Qué tipo de cuero es este?

—De dragón.

La boca de Jory se abrió en shock. Britson se apresuró


a explicarlo.

—De un desprendimiento de un dragón. Mudan la piel


cada cien años o así. Esa capa es de un primer
desprendimiento, es por eso que es tan flexible.

—Debe ser muy cara. —Comenzó a quitársela, pero


una mano en su hombro lo detuvo. A pesar que se lo podía
permitir, no podía hacer publicidad de su riqueza a sus
potenciales parejas.

—Te voy a hacer una oferta porque tengo la sensación


que mejorarás mi reputación. —Britson sonrió a Jory.

Jory no necesitaba una oferta pero lo miraría de


manera extraña si aceptaba el precio sin protestar.
Britson se volvió para que pudiera mirarse de frente
en el espejo.

Jory siempre pensó que la calidad de sus ropas decía


más que su aspecto, pero cuando se miró en el espejo, se
sorprendió, mirándose por detrás su pelo brillaba contra la
chaqueta de piel de dragón, su cuerpo delgado parecía más
alto y la camiseta bien confeccionada con clásica forma de
V se adaptaba a su cuerpo como un amante fiel.
Volviéndose un poco, levantó el abrigo y vio como los
pantalones le hacían un culo mejor.

—Maldita sea, me veo tan bien que la publicidad no


hace falta.

Britson se echó a reír.

—Si por mí fuera siempre te verías bien. —El sastre le


dio una palmada en el hombro con una gran mano—. Gran
parte de mis clientes son gente fea con esperanza de que
haga milagros. Es un verdadero placer vestir a alguien que
tiene mucho para empezar y mucho potencial.

Jory estrechó brevemente la mano que tenía en el


hombro.

—Para o me harás llorar socavando mi hombría. —Le


dio a su pelo una mirada crítica en el espejo—. ¿No
conocerás a un buen barbero?
—¡No! —dijo Britson con voz horrorizada—. ¡No te
atrevas! Es impresionante.

Encogiéndose de hombros, Jory se apartó de su


reflejo.

—Si encuentro a mi compañero, necesitaré a alguien


para cortar casi todo, es la tradición. Me preguntaba si me
recomendarías a alguien. —Echándose el pelo hacia atrás,
le estrechó la mano a Britson—. Gracias por la ropa. Vale la
pena cada céntimo y si tuviera que volverme a poner aquel
traje de nuevo mañana, tendría que gritar.

—Que te lo pases bien esta noche con Z, pero no dejes


que te lleve por el mal camino.

Jory se echó a reír.

—Tendré cuidado.

Britson sonrió y rozó ausente la chaqueta de Jory con


un cepillo de quitar pelusa.

—Es un buen hombre, pero propenso a cometer


errores. Tendré algo de ropa para enviar a tu habitación
mañana y el resto a final de esta semana.

Jory asintió con la cabeza y salió de la habitación.


Hasta ahora le gustaba este planeta.
CAPITULO
CAPITULO CINCO

A l doblar una esquina Jory se detuvo. Frente a él

había un enorme letrero de neón con un hombre montado n


un dragón completamente vestido de militar y con tacones
altos.

—¡Me estás tomando el pelo!

Z se echó a reír.

—Nop. Los hombres más atractivos del planeta


siempre vienen aquí, y durante la temporada de
apareamiento también es la forma más fácil de conseguir
hombres. A veces, incluso el rey viene aquí.

Maldita sea. Definitivamente no quería llamar la


atención de un rey, la última cosa que necesitaba era un
enredo con la realeza. Su padre estaría fuera de control y
muy contento con él, si Jory cazaba a un rey. No le
importaría sin embargo tener más de Val.

Miró la señal de nuevo.

¿Cómo me metí en esto?

Ah sí, las normas de la caza de compañero.


Z arrastró a Jory y a Lila al club, tomando cada una de
sus muñecas como si esperara que fueran a echar a correr.
Aunque Lila parecía más ansiosa que reacia con su pequeño
vestido negro.

Cuando llegaron a la escalera, Z los liberó. Dando a


Lila su brazo, Jory la ayudó a bajar por las escaleras para
que no se cayera con sus tacones mientras seguían a Z.

En la parte de arriba de las escaleras estaba el más


grande y jodido portero que había visto. Atraído por el
luminoso, no se había dado cuenta del enorme hombre que
bloqueaba la entrada fuera de las cuerdas de terciopelo.

—Hay una fila, —anunció el portero frunciendo el ceño


a Z.

Z se hizo a un lado y tiró del brazo de Jory llevándolo


hacia adelante lo que le obligó a alejarse de Lila.

—¿Conoces a mi amigo Joriah?

Ruborizándose y encogiendo las manos de su amigo,


Jory miró al portero.

—Lo siento, no vi la fila. —Señaló el luminoso con una


sonrisa—. Estaba distraído.

El gorila, tenía el pelo oscuro y los ojos de los


habitantes del planeta, mucho más alto que Jory que tenía
menor constitución. Jory decidió que los ojos verdes y
brillantes de Val debían ser una casualidad genética porque
nadie parecía tener ese color.

—No hay problema, hermoso, entra. —Dijo el gorila


con retumbante y profunda voz.

— ¿Cuánto es? —Preguntó Z.

—Dos ducados.

Jory metió la mano en el bolsillo para sacar dinero.

—Gratis para ti, hermoso.

El portero abrió la puerta para él con una sonrisa y


una suave y coreografiada reverencia.

Confundido Jory entró en el bar.

—No puedo creerlo, no nos hizo ponernos en la fila.

—Eww, no seas aguafiestas, —se rió Z—. Me encanta


llegar a los sitios con gente guapa. Siempre entro.

Lila se rió y Jory negó con la cabeza.

El bar estaba decorado en madera oscura pulida, con


un espejo necesario, y una gran pista de baile, el club tenía
sorprendentemente clase por dentro, y los camareros eran
hombres muy guapos, la mayoría de los bailarines estaban
persuadiendo a los hombres, mejor que mejor. Volvió a
mirar a Lila.
—Oh, no te preocupes por mí. Me encanta ver
hombres guapos. —Sus ojos escanearon con avidez la
vibrante multitud.

—A veces hay hombres a los que les gusta ambos


sexos. —Z le dio a Lila una mueca juguetona, mostrando su
banda verde.

Jory puso los ojos en blanco y se alejó. Un lugar como


este tenía que tener al menos un alma amable que le
ayudara con sus requisitos para la caza. Sus hormonas
estaban revolucionadas, junto con la tensión sexual de la
habitación cuando los hombres se frotaban unos contra
otros imitando el acto sexual.

—Voy a por una mesa. Pedidme un vino blanco. —Lila


dijo por encima de su hombro mientras iba hacia una mesa
de la esquina.

Z se centró en un bonito hombre, elegante con claros


ojos marrones.

—Yo una cerveza. —Sin decir otra palabra, siguió al


objeto de su interés a través de la multitud.

Sacudiendo la cabeza, Jory fue a por las bebidas.

Instintivamente, su cuerpo comenzó a fluir con la


música. Jory se movió con el ritmo, sus caderas se
balanceaban cuando se dirigía a la barra. El pueblo de su
madre eran bailarines, y sentía su patrimonio
profundamente en sus huesos. Cerrando los ojos, Jory dejó
que el ritmo se disparara a su alma, cuando se detuvo
distraído e hizo un paso de baile que aprendió de niño. Hay
cosas que nunca se olvidaban. Cuando la música terminó,
Jory abrió los ojos ante el aplauso. Un círculo de hombres
lo rodeaban en la pista de baile sonriendo y aplaudiendo.
Jory esbozó una reverencia rápida antes de continuar hacia
la barra. Suponía que no veían muchos bailes de la realeza.

Más de una mano se acercó a tocarlo durante su


camino. Ninguna de ellas le envió ningún escalofrío, así que
Jory no les hizo caso mientras se deslizaba en un muy
gastado taburete de madera para esperar su turno. Su
trasero apenas había rozado el asiento cuando el camarero
se puso delante de él, comiéndose a Jory con los ojos.

El flaco camarero tenía gruesos aros en cada oreja,


hermosa piel de caramelo y unos perfectos y blancos
dientes en su sonrisa que destellaba hacía Jory con un
hermoso hoyuelo en la mejilla.

—¿Qué te sirvo querido? —El camarero gritó más alto


que la música—. ¿Cerveza, vino o a mi?

Jory se echó a reír. Por lo menos algunas personas no


tenían sutilezas. Desgraciadamente, le gustaban los
hombres más altos, más anchos y más musculosos. Una
imagen de Val brilló en su mente, enviando calor a través
de su cuerpo y pensamientos decadentes a su mente.
—Umm. Un vaso de vino blanco y dos cervezas.

Una ráfaga rápida de las manos y el camarero regresó


con las bebidas.

—¿Necesitas ayuda para llevarlo?

—No, puedo con ello.

Utilizó una mano con las asas de las jarras de cerveza


y la otra para el vaso de vino y se dirigió a sus amigos.

—Delicioso. Me encanta cuando los hombres calientes


me traen las bebidas. —Dijo Lila con los ojos brillantes.

Z no le hizo caso, sus ojos clavados en un hombre


delgado de pelo negro que estaba en la pista de baile en lo
que solo un hombre generoso podía decir “bailando”.

—Vosotros dos divertios. —Murmuró antes de


apresurarse a la multitud hacia el objeto de su deseo.

—Obviamente tiene bajo el nivel. —Le sonrió Lila.

Jory inclinó la cabeza mientras observaba a la pareja.

—Es bastante lindo, pero no creo que pudiera


aparearme con alguien que tiene convulsiones en la pista
de baile.

Lila se rió hasta llorar.


Jory esperó hasta que pudo respirar lo suficiente para
hablar.

—Cuéntame algo sobre ti.

Lila se encogió de hombros.

—Trabajo para Britson, y estoy buscando un


compañero. Tengo un novio, pero no es… —Ella se mordió
los labios—. No es el único.

De cerca, Jory pudo ver el maquillaje que cubría unas


ligeras magulladuras alrededor de los ojos.

—Te golpea, ¿no?

Ella asintió con la cabeza, mirando hacia otro lado.

—Sí. La única manera que puedo escapar de él es


encontrar a alguien más. No tengo las suficientes fuerzas
para alejarme por mi misma.

—No te menosprecies. —Dijo Jory tratando de


alentarla, había visto suficiente abuso cuando era
voluntario en refugios que algunas personas nunca se
alejaban de sus agresores—. Puedes hacerlo. Pero no hace
daño que mires un poco.

Jory imaginó que cualquier esperanza podría ayudarla.

—¿Y tú? —Le preguntó Lila—. ¿Cuál es tu historia?


—Soy el más joven de mi familia. Mi padre me envío
aquí para encontrar a mi compañero.

—¿No hay suficientes perspectivas en casa?

Jory se encogió de hombros.

—Mi padre no aprobaba a ninguno. —No creía


necesario mencionar que podría ser objetivo de un
asesinato. No quería asustar a un potencial amigo.

—Ah. —La vio abrir la boca para preguntarle más


cosas, pero un magnífico hombre con abultados músculos
se acercó y la invitó a bailar.

Jory asintió animándola.

—Adelante, cariño. Mantendré caliente la mesa.

Z volvió con su niño juguete sin coordinación. Jory se


preguntó que había pasado con el primer muchacho que
siguió a la multitud.

—Hey Jory, este es Pov.

—Hola. —Jory le ofreció una amable sonrisa a la


mirada lasciva del joven.

—Wow, eres hermoso. —Pov le dio lo que


posiblemente consideraba una sonrisa coqueta.

Z le miró.
Jory vació su vaso.

—Voy a por otra bebida.

Recibió un mohín de Pov, pero una sonrisa de


agradecimiento de Z.

Jory se abrió paso lentamente entre la multitud,


extrañando a Val. Extraño. En un mar de cuerpos
semidesnudos, que echara de menos a un hombre que
acababa de conocer. Después de andar entre la multitud
llegó finalmente a la barra y el camarero le dio una sonrisa
de bienvenida.

—¿No puedes estar lejos cariño?

—No, si me das otra cerveza.

El camarero le deslizó la bebida con un guiño.

—Aquí tienes nene. Solo déjame saber si necesitas


cualquier otra cosa.

Sonriendo, Jory le dio una buena propina antes de ver


a los hombres girando en la pista de baile. Era casi como
estar bailando.

Benditos fueran por intentarlo.

Giró en su silla hacia atrás, golpeó accidentalmente a


un hombre que se había acercado a la barra.

—Oh, lo siento.
—No hay problema, hermoso. —Unas manos grandes
lo sujetaron firmemente en el taburete. La polla de Jory se
llenó rápidamente sintiéndose mareado.

Oh, Wow.

Tembló de deseo, su columna se estremeció cuando


unos dedos callosos se deslizaron por sus brazos. Mirando
hacia arriba se encontró con un par de ricos ojos marrones
rodeados por un círculo dorado.

El Rey Raiston frotó al impresionante hombre en sus


brazos. Cuando había visto al hombre antes con Val, lo
había considerado atractivo, pero de cerca, vio que el
hombre tenía unos plateados ojos azules y una sonrisa
verdaderamente atractiva.

Su compañero.

Su dragón despertó, olfateando al joven que tenía


delante de él. La bestia gruñó y se paseó por el interior,
con ganas de salir y rozar a la asombrosa criatura
destinada a ser suyo.

El pelo rubio brillante caía en capas alrededor de una


cara esculpida generosamente por Dios. Tenía labios
carnosos, pómulos altos, tallados un “besable” hoyito en la
barbilla, y unos ojos que las otras personas debían usar
gafas de sol para protegerse de su fuerza.

El Dios que diseñó este hombre era un Dios a quien


Rai estaba decidido a ofrecer tributo.

Tal vez varias veces.

Solo años de autocontrol impidieron que tirara de la


belleza contra la barra y lo tomara donde estaba.

—Me puede soltar ahora. —Su voz era suave y


musical, y Rai sentía una necesidad insaciable de enrollarse
en la esencia del hombre. Nunca había tenido un hombre o
mujer que tirara de él con tanta fuerza.

—No estoy seguro de poder. —Respondió con


honestidad—. Mi nombre es Rai. ¿Cómo te llamas? —Sabía
que su nombre era Joriah, porque había interrogado a un
siervo en el registro, pero no dejó que lo vieran sus
inocentes ojos.

—Joriah, pero la gente me llama Jory. —El hombre


bello soltó una risa brillante—. Todavía me tienes que dejar
ir, azúcar, porque tengo que coger mi cerveza.

¿Azúcar?

Nunca había tenido un apodo. Sorprendentemente,


tras oír a este hombre, le gustaba.

—Tengo algo mejor que una cereza.


Una sonrisa vertiginosa brilló.

—Apuesto que sí.

Encantado Raiston se oyó a sí mismo.

—Ven a tomar una copa conmigo. He visto unas mesas


en la parte de atrás.

—No necesitamos una mesa cuando estoy seguro de


que hay un buen lugar oscuro donde podemos conocernos
mejor.

Rai se atragantó con su bebida. El pequeño era audaz.

Deslizó la mano por la espalda del pequeño hombre,


descansando la mano justo por encima del culo. La ropa era
tan hermosa como el hombre. Si Jory no tenía dinero, tenía
un guardián o Val lo había vestido. Se preguntó hacia
cuanto se conocían. Un gruñido bajo se construyó en el
pecho al pensar en Joriah con la ropa de otro hombre. Ese
era su trabajo.

Su dragón quería marcar a Joriah como suyo, y


envolverlo en su aroma. Rai estaba a favor de ese plan.

Este hombre llevaría sus ropas, le alimentaría y le


cuidaría. Pensamientos posesivos nublaron su mente hasta
que todo en lo que podía pensar era en tomar posesión del
hombre que tenía delante.

Acercándose, alineó su boca en la oreja de Jory.


—Conozco un lugar cariño. Sígueme.

—No hay problema. —Abandonó su cerveza, y se


deslizó de su taburete. Sus brillantes ojos estaban muy
brillantes, abiertos, y su deseosa lengua rosa lamió hasta la
última gota de cerveza de su atractivo labio inferior.
Tentando a Rai con un sueño caliente por todas las cosas
que quería hacer con esa lengua.

Raiston gimió y rompió toda su vida privada con un


beso en toda regla. Envolvió un brazo alrededor de la
cintura del otro hombre, y se lanzó a un abrazo como un
hombre hambriento a una mesa de buffet. Cualquiera podía
verlo y no le importaba. De hecho, su dragón votó para que
desnudase al hombre y lo follara en público para que todos
pudieran ver su reclamo.

Por suerte, la parte humana de él veto la idea. Tenía la


sensación de que el joven que tenía en sus brazos objetaría
el mal trato. Si los dioses eligieron a Joriah para él, no
quería maldecir su unión con un principio difícil.

Cuando probó la boca del hombre era como el paraíso,


la lujuria de Rai le nubló el cerebro, no podía recordar las
objeciones antes de besarse. Ahora sabía que podía probar
ese sabor para siempre. Cuando Jory abrió la boca, Rai
tomó ventaja y barrió con su lengua. Los sabores de su
compañero explotaron en su lengua, y por primera vez se
sintió absolutamente completo. Después de varios besos
retiró sus labios del impresionante rubio y dio un paso
atrás, son suavidad rompió el abrazo sexy del otro hombre.

Su ego sufrió un golpe cuando los bonitos ojos


parpadearon drogados por el deseo.

—¿Por qué has parado?

—Ven conmigo amor. —Utilizó una sexy voz grave que


fundía a sus amantes en el pasado.

La belleza rubia se echó a reír y deslizó ese hermoso


cuerpo contra el suyo. Sin dejar de sonreír, Rai permitió al
joven bailar y coquetear con él durante unos minutos,
antes de poco a poco, moverse hacia la puerta de atrás.
Jory saludó a Z y a un par de personas sentadas en la mesa
indicándoles a Rai.

Rai le dio una mirada a Z desafiándolo a que hablara.

Z simplemente sonrió y lanzó un beso a Joriah antes


de volverse hacia la mujer. Sintió un poco la tensión de su
compañero.

—No quería que se preocupasen, —dijo Jory


volviéndose a Rai.

—Fue muy amable de tu parte.

Con un gesto al camarero, Rai caminó hacia la parte


de atrás del bar y abrió la puerta, dejando al descubierto
una escalera privada que iba hacia el segundo piso. Iba
hacia atrás tirando del hombre. Podía sentir la mirada triste
del camarero detrás de ellos. El coqueteo del otro hombre
con Jory no le había pasado desapercibido.

Una pena por él. Ahora nunca tendría una


oportunidad. Después de esta noche, nadie tocaría a su
hombre. Sabía que Val lo había intentado primero, pero
después de tener relaciones sexuales con Rai, Jory
cumpliría con el requisito de haber tenido relaciones con
dos personas, le pondría guardias armados, nadie tendría
oportunidad de tocarlo.

Al llegar a la planta superior, Rai maniobró a Jory a


través del laberíntico pasillo de puertas antes de sacar una
tarjeta llave de su bolsillo y desbloquear su suite privada.

Jory echó un vistazo alrededor.

—Qué cómodo.

Le mostró a Rai otra brillante sonrisa. En ese


momento Rai supo que si ese hombre no era su pareja,
preferiría estar solo el resto de su vida.

Su dragón rugió descontento ante la sola idea de no


quedarse con Joriah.

Tirando cerca a Jory le dio un caliente beso. La


conexión entre sus cuerpos le puso totalmente duro. Un
ataque de nervios le hizo retirarse una pulgada del otro
hombre
¿Realmente quería tomar a su pareja en un lugar
donde había estado con tantos otros?

—Si quieres podemos ir a un sitio más agradable, —le


dijo.

Un lugar donde pudiera pasar la noche envuelto en los


brazos del otro.

Una mirada de cautela entró en esos hermosos ojos.

—No, aquí está bien cariño. Estoy seguro que tenemos


todo lo que necesitamos aquí, y creo que tienes algo para
mí. —Jory desabrochó los pantalones de Rai con dedos
ágiles, deslizándolos a sus tobillos y siguiéndolos.

La polla de Rai lloró con necesidad, el líquido pre-


eyaculatorio brilló en la punta, como un faro de luz. La
proximidad de la hermosa cabeza del hombre en su pene
amenazaba con hacerle correrse antes incluso de sentir su
boca.

—Chúpame, hermoso. —La voz de Rai sonaba áspera.

Esperaba que el hombre que estaba de rodillas no


escuchara su desesperada necesidad. No quería que Jory
supiera cuando poder tenía sobre él. No hasta que
estuvieran oficialmente acoplados.

La lengua rosada de Jory lamió la pulsante cabeza de


su pene, enviando sacudidas de electricidad a sus pelotas,
el rey no pudo contener el profundo gemido o su sacudida
endureciendo el control sobre la cabeza dorada de Jory.

Los ojos plateados brillaban malvadamente antes de


chuparlo más duro y hacer que Rai se perdiera por
completo.

En el momento en que la agotada polla de Rai se


deslizó por completo de la boca de Jory, Rai dejó de saber
de que estaba hablando. Todo su enfoque se centró en
asegurarse que sucediera de nuevo. Con suavidad ayudó a
Jory a ponerse de pie.

—Desnúdate pequeño. Quiero ver lo que está debajo


de todas esas lujosas ropas.

Ropa que se encargaría de ofrecer en el futuro.

Tenía una ancha sonrisa cuando Jory se quitó la ropa,


y con una velocidad halagadora expuso su piel sedosa,
cubrió al pequeño hombre por instinto, envolviendo su
cuerpo alrededor del cuerpo de Jory con su mano alrededor
de la verga del otro hombre. El olor del deseo de su
compañero sacó sus incisivos, y antes de que su cabeza
pudiera hacer caso omiso a su corazón los hundió en su
delgado hombro.

—Joder, —gritó Jory cuando se corrió, disparando su


semilla sobre la mano de Rai.
La sensación de Jory corriéndose envió a Rai al borde
una vez más, corriéndose sobre los abdominales de su
compañero. El olor del semen perfumó el aire llenándolo de
testosterona.

Con un gruñido final Rai retractó sus dientes, lamiendo


el hombro de su pareja con aire ausente. El salvaje dragón
no pudo contener la sonrisa que cruzaba su rostro.

—Eres mi compañero ahora, dulce Joriah.

Jory se deslizó del abrazo de Rai.

—¿Compañero? No tengo ni idea de eso.

Rai no entendió la resistencia de Jory.

—Viniste a encontrar a un compañero, y ahora que lo


tienes, no sé cuál es el problema.

Jory movió lentamente la cabeza.

—Val dijo que era suyo. Se suponía que ibas a ser mi


segundo encuentro, no mi compañero. —Agarrando una
toalla del lavabo, el más joven limpió su piel.

Rai gruñó.

—Machote, eres mío.

Hizo una mueca cuando se escuchó a sí mismo, pero


no podía detener las palabras que salieron de su boca. Su
dragón quería su pareja, y negar a Jory no era aceptable
para su bestia. Nada le impediría reclamar a su compañero,
incluso si el hombre luchaba contra él.

Jory se vistió con pequeños tirones enojados y se


dirigió a la puerta.

Rai agarró el brazo del joven antes de salir.

—Dame tu comunicador.

—¿Por qué? —Frunció el ceño.

—Porque cuando los dos nos calmemos, más tarde, te


llamaré y debatiremos como hombres civilizados sobre el
apareamiento.

Jory sacó su comunicador, un dispositivo de alta gama


que Rai ni siquiera sabía que había salido.

—Bonito.

El guapo se encogió de hombros.

—Mi padre me lo compró.

Rai suspiró y su pecho se sintió más ligero. Era más


fácil sustituir a un padre que siempre proveía a su hijo que
apartarlo de un amante que le proporcionaba cosas. Con el
corazón más ligero escribió su código de compañero
mientras tomaba el número de Jory de la memoria del
comunicador. Con sus recursos sería capaz de seguir a su
amante con la señal de la máquina.
—He añadido mi número de compañero en tu libreta
de direcciones. Dame el tuyo, así podemos registrar
nuestro encuentro.

Jory recitó su número. Rai se alegró cuando Jory le dio un


suave beso de despedida antes de salir por la puerta. Ahora
no era momento para presionar. Con unas pocas llamadas
no sería capaz de salir del planeta o de la ciudad sin un
trillón de alarmas sonando.

Sonriendo se enderezó y salió por la puerta de atrás,


regresando al palacio con alegre paso.
CAPITULO
CAPITULO SEIS

J ory suspiró cuando escuchó el antro tras él.

Extrañamente cuando Val mencionó antes que


posiblemente era su compañero, no sonó tan mal. Sin
embargo, realmente la propuesta de Rai fue importante y
angustiante. Con el magnífico Val podía imaginar una
buena vida tranquila, viviendo cómodamente, mientras
negociaba la paz intergaláctica lejos de su padre, pero le
pareció que Rai no era un tipo que aceptara la persuasión,
y hacía las cosas a su manera, tercamente. No era el tipo
de hombre que pudiera envolver en su dedo.

Ambos hombres le tiraban en direcciones diferentes,


pero tal vez era mejor no tener ningún compañero que uno
que no fuera su pareja ideal. Tendría que preguntar a Frest.

El hecho de que fuera requerido por las normas de


apareamiento alivió algo su culpabilidad, pero rompió su
habitual política de solo un hombre a la vez. Extraño,
generalmente no se sentía atraído por sus conquistas.
Riéndose de su propia idiotez, Jory se dirigió por la calle
desierta hacia el castillo. Por lo menos pensó que iba hacia
el castillo. Las curvadas carreteras y las señales al azar le
hacían darse la vuelta. Las calles no eran como el patrón
familiar cuadriculado de su casa.

Un grito estridente quebró la atención de Jory hacia un


callejón lateral. Escuchando los burlones gritos contra los
edificios a ambos lados.

—Mira como corre.

—Estúpida criatura.

—Tírale otra piedra.

Oyó otro grito. El sonido de terror le envió escalofríos


por su columna.

Jory corrió hacia los gritos. El metal de las suelas de


sus botas resonaba contra el hormigón cuando se acercó.
Doblando una esquina vio a tres niños tirando piedras a una
pequeña criatura negra que flotaba en un extremo del
callejón. Volvió a gritar cuando una piedra voló cerca de su
cabeza.

—Dejad de hacer eso ahora. —Gritó él. Su corazón se


desgarraba por los lastimeros gritos del animal.

Los tres muchachos se dieron la vuelta. Todos tenían


el pelo castaño y mugriento, con caras de viejo, ojos
pícaros que no tenían miedo de los adultos. Por supuesto,
no era mucho más alto que él más alto de ellos, pero
parecían adolescentes, demasiado jóvenes para tener esos
ojos de viejo.

Uno de los muchachos se pavoneó por delante con una


sonrisa dura.

—¿Qué vas a hacer al respecto, señor?

Jory hizo un movimiento que su instructor le mostró


hacía mucho tiempo. Dio un paso a un lado, cambió su
peso Jory pasó por debajo del puñetazo que lanzó el chico y
volcó su cara primero a la pared de ladrillo. El adolescente
gritó de dolor, cuando Jory se volcó contra él, el rostro
delgado del niño era blanco de terror y los trozos de ladrillo
estaban incrustados en su piel.

Mientras que la memoria de la paliza estaba aún fresca


Jory estableció la ley.

—Voy a dejar que te vayas pero llévate a tus


pequeños amigos contigo cuando te vayas, ¿me entiendes?

—S… Sí se…señor. —Dijo el líder con voz temblorosa.

Jory se apartó del chico y se movió para que pudieran


escapar. Los tres comenzaron a moverse hacia la salida del
callejón.

—Es un movimiento impresionante señor. —Dijo el


mayor con un respetuoso tono—. Yo y mis chicos nos
iremos ahora.
Oyó un susurró de los demás.

—No os veo moveros.

Jory los observaba, a sabiendas que un único


encuentro no les mantendría en el buen camino.

—Voy a mantener un ojo en vosotros tres. No me


hagáis tener que volver a hablar con vosotros otra vez.

—No señor.

—Absolutamente no.

—No nos verá otra vez. —Con esa despedida el líder


abandonó el callejón después de sus amigos.

Jory miró para asegurarse que se habían ido


completamente. Acurrucado en las sombras, el pequeño se
agachó tratando de permanecer lo más pequeño posible,
Jory casi podía oírle temblando.

—Shhh. Ven aquí cariño. No voy a hacerte daño. —


Mantuvo su voz con un suave canturreo que utilizaba
cuando los niños en el palacio se enfadaban.

Un sonido chirriante llegó de la esquina, como una


cuchilla pasando por una piedra de afilar. Brillantes ojos
dorados llameaban en la oscuridad cuando una pequeña
criatura emergió de las sombras.

Un dragón. Un bebé dragón.


Mierda. ¿Qué iba a hacer ahora?

Brillantes escamas negras cubrían su pequeño cuerpo.


Mientras Jory hablaba, sus orejas se levantaron un poco y
sus pies con garras tocaron el suelo arrastrándose hacia
adelante. Un bajo ronroneo retumbó de la criatura. Le
recordó a los dragones chinos que vio en la antigua Tierra.

En la tenue luz, vio los puntos de sangre de las


escamas oscuras, pero en general las heridas parecían
superficiales.

—Eww, pobre bebé, fueron duros contigo ¿verdad? —


Dejó salir un silbido—. Ven aquí precioso, deja que Jory
cuide de ti.

No sabía hasta que punto le entendía el pequeño


dragón, pero se arrastró cuidadosamente hasta él y se
sentó. La cola se encrespaba protegiendo su cuerpo. Los
grandes ojos dorados seguian sus movimientos. De rodillas
Jory recogió a la pequeña criatura. Sus dos manos le
abarcaban todo el cuerpo.

—¿No es precioso el bebé? Vamos a encontrarte una


buena casa, si, lo haremos. —Le cantó.

Jory lo sostuvo hasta que se calmó y finalmente utilizó


sus garras para trepar hasta su pecho y acurrucarse en su
hombro izquierdo, envolviendo su larga cola alrededor del
cuello de Jory para mantener el equilibrio, escondiendo su
puntiaguda cabeza en su hombro derecho, debajo de su
cabello. Las escamas de la criatura ajustaron su
movimiento. Se quedó quieto hasta que el pequeño dragón
se estabilizó, no quería enemistarse con una criatura que
descansaba tan cerca de su yugular.

Menos mal que su chaqueta de piel gruesa impedía que las


garras le atravesara la piel.

—No puedo hacerme cargo de un dragón, Preciosa, —


dijo Jory acariciando la cola de ébano. Tampoco podía tener
un dragón en su casa. No sería justo para la criatura. A
menos que se emparejara realmente con alguien se iría del
planeta a fin de mes.

La pequeña criatura le dio un ronroneo bajo, envió


vibraciones por su espalda. Se rió con la sensación de
cosquillas pero no se molestó en tratar de soltarse del
dragón. Le dio al animal una suave palmada dejándolo
quedarse en su hombro mientras caminaba por la calle
buscando a alguien que pudiera decirle qué hacer con un
bebé dragón traumatizado.

Deseaba que su primo Tor estuviera allí. El hombre se


había unido a un dragón del espacio desde niño,
posteriormente se quedó ciego. Sin embargo, su primo
sabía más sobre los diferentes tipos de dragones que nadie
en el sistema solar y era una de las pocas personas a las
que Joriah les contaba toda la verdad. Podría usar toda su
calma y sabiduría ahora.

Observando las señales, mientras caminaba, Jory tuvo


la esperanza que alguna coincidiera con alguna de las pocas
que había memorizado. Después de unos minutos tuvo que
admitir que estaba perdido sin remedio, y de que el
pinchazo que sentía en la nuca tenía más que ver con el
hecho de que estaba siendo seguido que con el hecho de
que las escamas rozaban su nuca. Se detuvo junto al
escaparate de una tienda y fingió mirar la mercancía,
mientras observaba la gente que iba detrás. La multitud no
le dejó ver a nadie que explicara su malestar. Justo cuando
se iba a dar por vencido y reconocer que había estado
equivocado, vio el claro reflejo de Brill cruzando la calle. La
presencia del hombre en el planeta le heló sus huesos.

Una señal de una pastelería le llamó la atención. Al


mismo tiempo, su estómago dejó escapar un gruñido
fuerte. El dragón estuvo de acuerdo.

—Sí, estoy de acuerdo.

La multitud podía ocultar las acciones de Brill, pero no


intentaría nada frente a unos testigos que podrían ser
capaz de señalarle más tarde. Brill era un especialista en
esconderse y ser sigiloso. Jory tendría que enviar una nota
a su padre acerca de esto. Deseaba haber puesto sus
cuchillos en sus botas. Era una estupidez vagar por las
calles de noche sin ningún tipo de protección.

Mirando por la ventana, Jory vio una gran panadería


con decenas de pasteles deliciosos y pilas de pequeñas
cajas rosas. Le recordaron a los pasteles que la cocinera del
palacio solía hacer cuando era niño. Los recuerdos se
almacenaban en su cabeza, los cruasanes de mantequilla se
deshacían en su boca y los ricos bizcochos de chocolate
servidos por los suaves abrazos de una mujer.

—Parece un buen sitio para tomar un aperitivo,


Preciosa. —Murmuró rascando detrás de las orejas de su
acompañante. Jory se dirigió a la panadería, cuidando de
que su comportamiento no revelara que sabía que le
seguían.

El dragón dio un chillido.

La campanilla sonó alegremente cuando entró.

—¿Puedo ayudarle? —Le preguntó una mujer de


cabello oscuro detrás del mostrador. Tenía las mejillas
regordetas y una sonrisa generosa, le recordaba un poco a
su amada cocinera. La barbilla con hoyuelos tenía una
mancha de polvo blanco, tal vez harina, pero posiblemente
azúcar.

A Jory le gustó de inmediato.


Sus ojos codiciosos examinaron el mostrador lleno de
galletas, pasteles y tartas de fruta crujiente cubierta de
fruta.

Delicioso.

—Buenas noches, —respondió Jory decidido—. He


visto su letrero y he decidido que nos gustaría un pequeño
refrigerio. ¿Sabe por casualidad si los dragones bebés
pueden comer dulces?

No quería envenenar a su nueva amiga.

Los ojos de la mujer fueron a los hombros de Jory, con


los ojos cada vez más grandes.

—No creo que nada envenene a un dragón…

Como si supiera que era objeto de la discusión, la


criatura saltó de los hombros de Jory y aterrizó en la caja
con un golpe torpe en la balanza y un chirrido de garras.

La panadera chilló por la sorpresa.

—Todo está bien. No le hará daño.

Por lo menos eso esperaba.

La lengua larga de la criatura salió corriendo para


apropiarse de una pequeña galleta de polvo blanco de un
plato de cristal en el mostrador.
—Creo que nos llevaremos unas galletas, —dijo Jory
con voz seca.

La señora se echó a reír.

—Parece bastante inofensivo.

Jory levantó a la criatura de nuevo.

—Ella.

— ¿Cómo se llama?

Se encogió de hombres.

—No es mía. La acabo de rescatar de algunos niños.


En este momento la llamo Preciosa. No sé si me voy a
quedar en este planeta, por lo que no quiero que se apegue
mucho a mí. ¿Hay refugio para dragones sin hogar?

¿Qué hace la gente cuando encuentran mascotas?

Mientras hablaba, la panadera abrió una caja de color


rosa y deslizó media docena de galletas azucaradas antes
de alejar el plato de la pequeña bestia.

—Es posible que debas intentar hablar con el


entrenador de dragones Maurek. Es mi sobrino. Sigue a
todos los dragones del reino. Desea registrar todos los
casos, las líneas de sangre son importantes. Aunque no
puedo decir que haya visto un dragón negro antes.

—¿En serio?
Jory le dio a la criatura una palmadita. Los ojos
dorados le miraron parpadeando y le dio un sordo
ronroneo.

—Veré a Maurek mañana.

—Buena suerte con tu dragón. Fue muy valiente de tu


parte interceder ante los matones. Ese dragón le debe su
vida. —Le dijo la mujer sonriendo—. Considere las galletas
como un regalo de la casa.

Jory le devolvió la sonrisa.

—Gracias.

Vio con asombro como el dragón se dirigió al siguiente


mostrador y se tragó una pequeña tarta de un solo bocado,
antes de subir a los brazos de Jory y acurrucarse de nuevo
en sus hombros. Su estómago estaba hinchado como el de
una serpiente después de comer a su presa, a excepción
que su presa salvaje era el azúcar.

—¿Quiere que le ponga más galletas?

Jory negó con la cabeza.

—No estoy seguro de si debe tomar tanto azúcar al


mismo tiempo. Aunque me encantaría si pudiera incluir
algunas de esas pequeñas tortas, ¿son de limón? —Señaló
un hojaldre con algo amarillo.

—Crema de limón.
—Genial, una de esas también.

Minutos más tarde, estaba de vuelta en la calle con


una gran caja de color rosa y un dragón cubierto de azúcar.
Cada pocos pasos diminutas gotas de polvo con forma de
azúcar en nieve caían a la chaqueta de Jory.

—Bestia sucia. —Jory la regañó en tonos suaves


mientras que cepillaba la chaqueta oscura con el dorso de
la mano—. Vamos a meternos en nuestra habitación y
esperemos que nadie nos vea. —No estaba seguro de la
política del castillo con los animales domésticos en las
habitaciones, pero estaba demasiado cansado para hacerle
frente. Después de su día de aventuras todo lo que quería
era acostarse y descansar un poco y no morir por el asesino
de su hermano.
CAPITULO
CAPITULO SIETE

C uando Jory llegó a su habitación, se sorprendió de

ver que Val le esperaba en su cama. A pesar de la nota que


le mandó a Jory, Val debió tener la esperanza de que Jory
volvería a su habitación por la noche. Jory suspiró ante la
visión, el hombre parecía aún más hermoso dormido.

Oliendo el humo y el olor del club en su piel, Jory puso


al dragón en una silla al lado.

—Sé buena y no despiertes a Val, —le dijo en voz


baja.

El dragón hizo un sonido que Jory tomó como el


sonido de estar de acuerdo.

—Así es, sé buena.

Desnudándose rápidamente, Jory se quitó toda la ropa


y se dirigió al cuarto de baño. Una fuerte corriente de agua
caliente salió de espiga. Satisfecho de que no fuera una
ducha de partículas, Jory entró en la corriente, gimiendo
cuando la tensión de los músculos se relajó bajo el calor del
agua vaporizada. Una vez que salió de la panadería no
volvió a ver al hombre de su hermano. No sabía si estaba
más tranquilo o asustado. Si su padre estaba en lo cierto,
Jory estaba en peligro de asesinato. El hecho de que Brill
pudiera haberle encontrado en las calles sin testigos, y no
lo hubiera hecho se destacó en su mente.

¿Qué podía estar haciendo?

La gran pregunta era si realmente su hermano mayor


lo quería muerto. Todavía no podía creer en la historia de
su padre. No es que su padre le mintiera
intencionadamente, pero su hermano nunca le había
mostrado ningún rencor antes, y volverse así de fanático
era un gran salto.

—¿Puedo entrar?

Jory dio un grito asustado.

—Lo siento, —dijo Val riendo. Dio un paso dentro de la


ducha y su gran cuerpo ocupó la mayoría del espacio, pero
a Jory no le importaba siempre y cuando esas grandes
manos siguieran acariciando su piel y dándole suaves
toques en la espalda—. No quise asustarte.

Los latidos de su corazón volvieron a su cauce cuando


se apoyó contra Val, su gran cuerpo sosteniendo a Jory
como un gran muro protector contra el mundo. Suspiró
cuando Val le acarició con sus cálidas manos.

—Pensé que estabas dormido. —Dijo con voz


tranquila. Sonaba mejor que “podrías haber sido un
asesino”. Uno sexy con el que se estaba restregando en la
ducha, el otro de vuelta a casa—. Oh, justó ahí. —Val
excavaba con los dedos masajeando la tensión de la
espalda de Jory.

—Te estaba esperando, —dijo Val con voz baja y


caliente, haciendo que Jory se calentara en los lugares
justos, hasta que su amante le olfateó el cuello—. Has
estado con otro hombre.

—Sí. —Jory se sintió abrumado por la vergüenza,


haciendo que perdiera su erección. ¿Cómo pudo engañar a
este maravilloso hombre? Una disculpa se atoró en su
garganta. Antes de que saliera por sus labios, Val inclinó su
cabeza hacia atrás dándole un caluroso beso.

—Bueno. Entonces cumpliste con los requisitos


¿Tuviste relaciones?

—No. —Jory no podía hacerle frente. Se tapó la cara


contra el pecho del otro. Visiones del hermoso rostro de Rai
brillaron en su mente, pero las apartó sin piedad.

Val le inclinó la barbilla, lo que le obligó a mirarle a los


ojos.

—Pero llegaste al clímax, ¿verdad? No cuenta a menos


que te corrieras. —Los ojos de Val eran salvajes. Por
primera vez Jory vio al dragón que estaba escondido en el
interior.
—Sí.

La tensión que estaba en el cuerpo de su amante


desapareció.

—Bueno.

Recibió un beso suave, un simple roce de labios contra


labios.

—¿Tienes su número de registro?

Jory asintió con la cabeza.

—Lo puso en mi comunicador.

Val asintió con la cabeza.

—Bueno. Lo puedes registrar mañana y no dejaré que


te vayas de mi lado. ¿Cuál era su nombre?

—Rai.

Los dedos de Val se clavaron en sus brazos.

— ¡Ay!

Val hizo un gesto alejando las manos.

—Lo siento. —Dio un paso hacia adelante y envolvió a


Jory en sus brazos.

Jory dejó que el resto de su estrés saliera por debajo


del toque experto de Val. Envuelto en los brazos de Val se
sentía como que todo se establecía en su mundo. Atrás
quedaban sus preocupaciones sobre el apareamiento. Lo
único que importaba era el hombre con el cuerpo caliente
presionado contra el suyo. Tal vez su padre estaba en lo
cierto, tal vez solo necesitaba alejarse para encontrar a su
compañero para toda la vida.

—Vuélvete contra la pared. Voy a reclamarte.

Jory sabía que el dragón de Val tenía que reclamarle.


Podía ver que acechaba detrás de sus brillantes ojos
verdes.

Val lamió el agua del cuello de Jory, enviando


escalofríos en su espalda.

—¿Con quién más vas a tener sexo? —Jory no pudo


dejar de sentir la punzada de celos, no importaba lo injusto
que pudo ser.

—Oh, cariño. —Dijo Val besando su mejilla—. Solo los


principiantes deben tener relaciones sexuales con más de
una persona, no quiero tocar a nadie, solo a ti, hasta que
Dios nos una.

Jory compartió lo único que lo preocupaba.

—¿Pero y si no nos une?

Val ahuecó la parte de atrás de su cabeza y volvió a


Jory lo justo como para depositar un beso en sus labios.
—Borl nos va a bendecir, porque por primera vez sé lo
que significa encontrar a mi alma gemela.

Haciendo caso omiso de la pequeña voz de su cabeza


murmurando que podían salir muchas cosas mal, Jory se
dejó persuadir por su amante grande.

Con dedos ásperos, Val acarició el agujero de Jory.


Gimiendo, Jory se echó hacia atrás contactando contra el
cuerpo de su amante.

—Por favor, Val. Fóllame.

—¿Te divertiste con él?

Jory asintió con la cabeza. A Val no le gustaba la


respuesta pero no iba a empezar su relación con una
mentira.

—¿Qué hiciste?

—Una mamada.

— ¿Y dejó que te fueras?

La risa de Jory se rompió cuando Val se abrió camino


en su interior con un solo movimiento.

—Ahh. —Solo su curación instantánea le impidió sentir


dolor.

—Lo siento, tesoro. —Dijo Val con su voz cargada de


culpa—. No me pude contener.
Val cubrió las caderas de Jory con sus grandes manos
cuando entró y salió de su agujero. Apenas sintió el agua
goteando desde arriba, cuando todo su mundo se redujo a
la conexión de carne contra carne. Solo le tomó unos pocos
empujones en el sitio justo de la polla de Val antes de que
Jory explotara contra las baldosas.

—Sí, así. Así de simple. Eso es todo. —Un gemido


señaló la liberación de Val. Justo antes de correrse clavó los
dientes en el hombro de Jory, por lo que la polla de Jory
siguió pulsando crema. Poco a poco se alejó giró a Jory
todo lo que pudo para poder besar sus labios.

—Eres mío y ningún Dios o Diosa nos separará.

Su energía se agotó por los sucesos del día, Jory dejó


que su amante lo enjuagara. Val apagó el agua antes de
tirar de Jory de la ducha y secarlo.

—Vamos tesoro. A la cama. Has tenido un día largo, y


hay eventos a los que asistir mañana.

Jory dejó que Val tirara de él a su habitación. Miró


alrededor al dragón.

—¿Qué hiciste con el dragón?

—¿El qué? —Val se volvió hacia él.

—El dragón.

—¿Qué dragón?
—He encontrado un bebé dragón negro hoy. Iba a
llevarla a alguien llamado Maurek mañana para ver si
puede encontrarle un hogar.

Val se detuvo y tomó la cara de Jory en sus manos


grandes.

—Debes estar soñando cariño. No existe ningún


dragón negro.

Jory se apartó del contacto de otro hombre.

—Sí, lo hay. —Mirando por la ventana vio que la


ventana estaba un poco abierta—. Tal vez salió por ahí. —
Abrió más la ventana, pero nada más que vio la oscuridad
de la noche.

—Vuelve a la cama Joriah. Quizás esté aquí por la


mañana. —Jory miró hacia atrás para ver a su amante de
pie con la mano extendida. No estaba convencido de que
Val lo creyera, pero estaba dispuesto a dejarlo ir en interés
de la paz.

Dejó que el hombre lo tirara a sus brazos y le asentara


en la cama. Acurrucándose abajo dejó que el agotamiento
se lo llevara.
CAPITULO
CAPITULO OCHO

A lgo estaba rascando su piel. Con su primera

punzada de conciencia, Jory sintió que algo duro estaba


asentado en mitad de su estómago, y una pequeña
vibración retumbaba contra su piel.

Recuerdos del día anterior se filtraron en su


subconsciente cuando parpadeó despertando. Nunca fue un
hombre que despertara fácilmente, a Jory le llevó un
momento identificar a la escamosa criatura negra que
estaba enroscada en su estómago.

—Buenos días, Preciosa.

Preciosa le dio un dulce trino. Grandes ojos dorados le


miraron queriendo que se despertara.

Mirando por encima, se encontró con que estaba solo


en la gran cama. Un pedazo de papel estaba a su lado en la
almohada.

Mi tesoro,

He tenido que hacer algunas cosas.

Nos encontraremos para el almuerzo.


Mantente lejos de los problemas.

Tuyo,

Val

Recogiendo al dragón, la sentó en la cama antes de


deslizarse en el pantalón del día anterior.

—Llamaré a Britson para saber si mi ropa está en


camino, y luego iremos a hablar con alguien para
encontrarte a un verdadero dueño. —Le dijo al pequeño
dragón.

Consiguió un pequeño chirrido como respuesta. Tan


pronto como sus pantalones estaban en su sitio, el dragón
voló a sus hombros envolviendo su cola en Jory para
conseguir equilibrio.

Oyó un golpe en la puerta. La abrió y se encontró a Z


esperando con una bandeja. Pasando a Jory Z entró con
familiaridad.

—Jory te perdiste toda la emoción. Se rumorea que el


rey podría haber encontrado a su compañero. —Los ojos de
Z estaban especulativos, escaneando el desnudo pecho de
Jory—. He venido a saber que te pasó anoche.
Simplemente desapareciste.

Z caminó demasiado cerca para la comodidad del


dragón.
El dragón silbó. Un líquido viscoso verde voló por los
aires y cayó frente a la alfombra frente a Z.

—Ahh, —gritó Z. Puso la bandeja sobre la mesita de


noche con un ruido sordo.

—Lo siento Z, no sabía que atacaba.

Una baja vibración retumbó en el pequeño cuerpo.


Esta vez sabía que no estaba ronroneando, estaba dando
una advertencia.

—Shhh, Preciosa. —Le dio una palmadita en la espalda


hasta que su zumbido fue menos amenazante.

La cara de Z ganó algo de su color anterior, mientras


miraba al dragón negro con asombro.

—¿Cuándo conseguiste un jodido dragón?

—Cuando me fui ayer del bar, la encontré en un


callejón.

—Se supondría que echarías un polvo, no recogerías


un animal, —dijo Z frunciendo el ceño. Inclinó la cabeza
mientras miraba al dragón—. Los dragones salvajes son
increíblemente raros. ¿Cómo pusiste tus manos en uno?

Jory le contó la historia de su encuentro. Z estaba allí,


con la mandíbula abierta.
—Es el destino. Estabas destinado a ser dueño de un
dragón. Nunca había oído hablar de un dragón negro. Me
pregunto si ella solo echa ácido o también llamas. Algunos
dragones pueden hacer ambas cosas.

Jory se encogió de hombros.

—No ha ido tan lejos.

—Otro tema, ¿cómo era el hombre con el que


estuviste ayer por la noche? No le vi bien. ¿Quién era?

Jory se ruborizó.

—Su nombre era Rai, era increíble. Pero también lo es


Val. No sé a quién prefiero como compañero, pero tengo la
sensación que va a ser uno de los dos. Me refiero a que Rai
fue muy intenso, pero me siento más seguro con Val. —
Extraño, porque nunca había pensado que hubiese querido
tener a otro hombre que se hiciera cargo de él.

Una extraña expresión cruzó el rostro de Z.

—Ten cuidado Jory. Los dragonkin son un poco


posesivos, cuando los compañeros están involucrados.
Durante la temporada de apareamiento, todos vamos un
poco locos, pero los dragones son los peores.

—¿Cómo sabes que ambos son dragonkins?

Z se encogió de hombros.
—¿No?

Jory se encogió de hombros.

—Creo que ambos son dragones. No lo pregunté, pero


ambos me mordieron.

—Ten cuidado. No quieres que se enfurezcan tanto


que decidan luchar por tu dominio.

—Tienes razón sobre lo posesivo. Un momento Val dijo


que estaba contento de haber acabado la calificación y al
siguiente quería cargar sobre el otro hombre. ¿Qué hiciste
cuando me fui? ¿Fue él el elegido?

Con un suspiro Z se sentó en una silla. Levantó la tapa


de un plato cogió un trozo de pan tostado.

—No, —Z no levantó la vista mientras seguía


apartando el pan—. No estaba buscando un compañero.
Solo quería bailar.

Los dos hombres se miraron un momento antes de


estallar en carcajadas. Las lágrimas rodaban por las
mejillas de Z cuando trató de recuperar el aliento.

—Era tan malo. —Se rió.

Jory se rió con él. Había pasado un tiempo desde que


había dejado que se fueran las responsabilidades y se riera
con un amigo. Bebió un poco de zumo para humedecer su
garganta.
Un sonido de Preciosa le recordó sus objetivos para el
día.

—Mierda. Tengo que llamar a tu tío y ver si tiene algo


de ropa para mí, y me dijeron que Maurek podría encontrar
un buen hogar para Preciosa.

—Sería bueno ver a Maurek. —Acordó Z con una


inclinación de cabeza—. Está a cargo de los dragones. Será
capaz de decirte qué hacer.

—Excelente. Val dijo que se reuniría conmigo para la


comida, así que tengo que irme.

—No te olvides de registrar vuestra unión.

—Lo haré. —Jory se dirigió hacia el cuarto de baño a


cepillarse los dientes—. Te veré más tarde Z, y gracias por
traerme el desayuno.

—No hay problema. Quería oír tus noticias. —Z se


levantó dando a Jory un beso fuerte en la mejilla, y salió
corriendo por la puerta, mientras el dragón le siseó.

Jory se rió y cerró la puerta tras él.

Hablando de noticias… después de asegurarse de que


la puerta estaba segura, Jory sacó su comunicador y marcó
el código especial.
Una serie de pitidos, anunció su conexión. El frontal de
su comunicador se abrió y Jory vio la cara de su buen
amigo, Zar.

—Saludos, mi príncipe. —Saludó Zar con su sonrisa. El


pirata intergaláctico Zar, era famoso por el secuestro de
barcos esclavistas y liberar de los contrabandistas de sus
bienes robados. Lo que mucha gente no sabía era que
trabajaba para Jory.

—Saludos, mi amigo pirata. Mi tío va a hacer un


intercambio de bienes en el cuartel Villio el próximo mes.
Habrá tres naves con diversos bienes, esclavos, dinero en
efectivo y gran cantidad de joyas de la galaxia Marl.
También habrá intensificado la seguridad por lo que tendrás
que ser muy cuidadoso.

—Me gusta tu nuevo equipo. —El pirata miró de reojo


el pecho desnudo de Jory.

Jory se echó a reír.

—Estoy esperando mi ropa. Debe de llegar pronto, si


quieres algo de esto, tienes que ponerte a la cola. En este
momento soy el premio entre dos hombres que me quieren
como su pareja.

—Elige con cuidado Joriah. —Le advirtió Zar. Su rostro


inusualmente serio—. Odiaría que te enganchases con la
pareja equivocada.
—Lo haré amigo. Y tú cuídate de los piratas.

Zar se echó a reír.

—Lo haré.

Un golpe en la puerta sonó después de colgar.

Una rápida mirada a su alrededor le mostró que


Preciosa había desaparecido. Una vez más, la ventana
había resultado ser una práctica vía de escape, extraño, no
se acordó de haberla abierto. Si el dragón no volvía antes
de que tuviera que irse, tendría que ir a ver al guardián de
dragones más tarde.

Al abrir la puerta, fue recibido por Lila, con una sonrisa


maliciosa.

—No dejes que te interrumpa. Creo que estas la mitad


de desnudo. —Abrazaba un montón de perchas con la ropa
envuelta en plástico en una mano.

Jory sonrió hasta que vio su rostro. La cuidadosa


aplicación de maquillaje escondía mucho, pero podía ver
moretones nuevos bajo el polvo.

Lo llenó de furia al pensar en esta delicada mujer


siendo golpeada.

—¿Quién te ha tocado?

La sonrisa de Lila desapareció.


—No sé de lo que estás hablando. Ven a ver la ropa
nueva. Le prometí a Britson que te la traería directamente.

Jory puso sus manos sobre los hombros de Lila. La


furia se construyó cuando dio un respingo por su toque.

—Cuéntame.

—No tenía la comida preparada. —Sollozaba, sus


manos retorciéndose juntas—. Me dijo una y otra vez que
cuando llegara a casa le gustaba tener la comida caliente,
¿pero lo escucho? —Su cabello rebotaba cuando ella
sacudía la cabeza—. Si no fuera tan estúpida, no tendría
que golpearme.

Sus ojos violetas estaban muy abiertos y eran


sinceros.

Jory estaba ardiendo, la ira le destrozaba en su


interior, bajó los ojos para que no viera su expresión
cuando le preguntó.

—¿Cómo se llama tu novio?

—Wesland. Es uno de los soldados del rey, —susurró,


con la voz llena de temor—. No digas nada, ¿de acuerdo?
Está bajo mucha presión para demostrar que es tan duro
como los otros. No quiere hacerlo, y... y siempre se
arrepiente. Realmente es un gran tipo.
Verdaderamente un gran tipo. El idiota necesitaba que
alguien le golpease.

Jory tomó las ropas y las puso sobre la cama, antes de


tomar con cuidado sus manos y llevarla a una silla para
sentarse. Le temblaban las manos y Jory les dio un apretón
suave.

Soltó una risa rota.

—Me dijo que lo sentía y me envió una docena de mis


rosas favoritas, rosas amanecer.

—Qué bien. —Esperaba que su voz tuviera el nivel


adecuado de calidez. No quería ponerla más nerviosa. Le
tomó un montón de coraje admitir los abusos. Jory conocía
a los tipos como su novio.

—¿Tienes otras lesiones?

Lila se levantó la camisa para mostrar su estómago.


Feas marcas atravesaban su pálida piel. Se veían como
marcas de látigo. Manteniendo su voz firme, Jory le dijo
que necesitaba ir al médico.

—Pueden infectarse.

Lila asintió con la cabeza.

—Pruébate la ropa y enviaremos de vuelta la que no te


guste. Britson dijo que solo te cobraría las que te quedases.
—Lo haré.

Jory mantuvo su mirada ausente mientras la escoltaba


hacia afuera, asegurándose que fuera a ver a un médico,
sin alterarla ni mostrar su ira. No había nada que odiase
más que los matones. Las manos temblando por la furia
abrieron un paquete y se puso un par de pantalones de un
azul ojo de dragón, una camisa de malla hecha de algo
metálico y un par de suaves botas de piel con puntas de
acero, eso hizo que tirara las anteriores. Antes de salir de
la habitación, deslizó sus cuchillos en sus fundas y los
cubrió con su chaqueta larga.

Era el momento de hacerle una visita a Wesland.

Su pequeña dragón podría encontrarle cuando


estuviera lista.

Solo le tomó dos paradas para preguntar la dirección y


rechazar gentilmente tres solicitudes de citas encontrar la
zona de las armas. Se detuvo ante el primer soldado que
encontró.

—Estoy buscando a Wesland.


El hombre le dio a Jory una mirada curiosa, pero no le
pidió ninguna explicación. Después de un momento de
silenció le señaló un grupo de soldados que estaban
practicando maniobras.

—El que va de azul con el brazalete plateado.

Jory le dio un guiño.

—Gracias.

Al acercarse Jory vio porqué a Lila le gustaba el tipo.


Wesland tenía una pinta de duro con el pelo liso negro y
una constitución de soldado, pero su hermosura no
ocultaba su mirada de crueldad que Jory vio en sus ojos,
cuando le dio un puñetazo en la cara de su oponente sin
previo aviso.

Jory esperó a ver si el otro hombre se la devolvía.


Cuando pareció que el oponente de Wesland estaba fuera
de combate, se acercó.

—¿Eres Wesland? —Le preguntó Jory para guardar las


formas. No quería golpear a la persona equivocada.

Glaciales ojos azules lo miraron de arriba abajo antes


de burlarse.

—¿Qué pasa contigo?

—Esto.
Utilizando la ventaja de la sorpresa, Jory le dio un
puñetazo en la cara, mirando sin ninguna emoción como el
poderoso cuerpo golpeaba el suelo con un golpe
contundente. Sorprendentemente no hubo ningún
movimiento por parte de los otros guerreros para proteger
a su compañero.

Jory les ignoró cuando estrelló el acero de sus botas


nuevas en las costillas del hijo de puta que estaba en el
suelo. El crujido le dio un poco de satisfacción, como los
gritos del hombre.

Antes de que Wesland pudiera moverse, Jory sacó sus


cuchillos, colocando uno en el cuello del hombre y otro
justo bajo sus pelotas.

—Si me entero que has hecho daño a tu bonita novia


una vez más, la próxima vez no serás capaz de levantarte.

Jory vio el miedo en los ojos del hombre que sintió los
pinchazos de sus cuchillas, y el gran cuerpo bajo él
temblaba. Dejó que el temblor vibrara a lo largo de su
cuchillo.

—Recordarás eso ¿verdad Wes?

—S… s… sí.

—Bien, ya que Lila es amiga mía, y yo miro por mis


amigos.
La rabia latía a través de Joriah, incluso con el hombre
que se acurrucaba a sus pies. Lo que no impidió el hecho
que su amiga viviera aterrorizada por este culo. Sintió un
suave golpe y una lengua lamió su mejilla.

—Hola Preciosa. Este es Wesland, golpea a mi amiga


Lila. —Le dijo Jory con voz calmada mientras su interior
hervía de rabia—. No creo que ella lo esperara lo
suficientemente rápido. ¿Crees que todavía lo querrá si lo
parto en trozos pequeños?

Wesland tembló debajo del cuchillo de Jory dejando un


reguero de sangre.

—Cuidado. Odiarías meterlo en tu propia garganta.

Se preguntó cuando tiempo tardarían los otros


soldados en meterse. Estaba un poco sorprendido de que
no lo hubiesen hecho ya. Lo que le demostró que era
probablemente un matón con todo el mundo.

Wesland se estremeció cuando el dragón asomó la


elegante cabeza negra sobre el hombro de Jory. La criatura
deslizó su mejilla contra Jory como un gato cariñoso.

—Escupe ácido. —Le dijo a Wes con gran placer.

El dragón dejó escapar un gruñido.

Jory le acarició.
—Se buena niña. No queremos matarlo, solo necesita
una lección.

Wesland se sacudió tanto que tuvo que levantar el


cuchillo para que el hombre no se cortara la garganta.

Sintió que el pequeño dragón se fue de su hombro


segundos antes de sentir otro toque cálido contra su cuello.

¿Dónde diablos se fue el dragón?

Una fragancia llenó su nariz, hombre caliente con un


toque de especias. Su pene se endureció en sus pantalones
como si estuviera entrenado por el simple olor del otro
hombre.

—¿Tienes algún problema, amor? —Le dijo la


seductora voz de Rai en su oído mientras frotaba el cuello
de Jory con lentos movimientos como si tratara de calmar a
su bestia anterior, lo cual era ridículo desde el punto de
vista humano. Ningún dragón acechaba debajo de la piel de
Jory, aunque se preguntaba donde se fue el dragón.

—No me gusta la gente que se aprovecha de los que


son más débiles que ellos. —Dijo entre dientes—. A este
soldado le gusta hacer daño a su bonita novia. Tenía
marcas de sangre de un látigo cruzando su estómago
donde él la golpeó.

Rai continuó con sus movimientos circulares suaves.


—Shhh. Hablaré con la persona que está a cargo y le
encontraremos una nueva ocupación donde no tendrás que
verlo y no le hará daño a su novia. Voy a ver que sea
convenientemente castigado y le enviaremos a un consejo.

—Muy lejos, —insistió Jory.

—Sí, muy lejos. Escuché que el reino del sur necesita


guardias.

—O podría dejar a mi dragón con él. Podemos ver el


efecto que un aerosol de ácido tiene en su cara bonita.

La mano de Rai continuó dándole un masaje en la


espalda a Jory.

—Fácil amor. No sé de qué dragón estás hablando


pero enviaré a Wes a una parte del reino que no tiene más
que arena y serpientes.

Si eso haría.

La mano calmante de Rai continuó hasta que sintió


que el furor se deslizaba bajo la superficie.

—Eso es amor, déjalo ir. Conseguiremos que Wesland


sea reasignado. No necesitas matarlo.

Jory se enderezó, deslizando los cuchillos en sus


fundas.

Se volvió para mirar a los ojos de Rai.


—¿Te asegurarás qué sea reasignado?

Rai asintió con la cabeza.

—De acuerdo.

Raiston hizo un gesto hacia un funcionario que pasaba.

—Lleva a Joriah de vuelta a mi cuarto y prepárale un


baño de agua caliente.

Como un perrito dócil, Jory dejó que el mayordomo lo


alejara, y Rai tomó la primera respiración profunda desde
que encontró a su delicado amante segundos antes
repartiendo a un hombre de tres veces su tamaño.

—¿Qué diablos pasó aquí? —El temor por Jory hizo que
su voz saliera aguda.

Si algo le hubiese ocurrido a su compañero, no sería


responsable de la cantidad de hombres que hubiera
matado.

Tilden, su maestro de la guardia dio un paso adelante.

—Su hombre vio los moretones en la novia de


Wesland. —Los ojos del guerrero siguieron el proceso de
Jory por el campo antes de mirar desdeñosamente al
hombre que estaba en el suelo—. Golpeó a Wesland en la
cara, le aplastó las costillas, y amenazó con cortarlo en
pedacitos si descubría alguna vez que estaba herida de
nuevo. El hombre puede ser pequeño, pero seguro que
patea su culo.

Raiston vio asombrado el respeto a Jory en los ojos del


guerrero y sintió una oleada de orgullo.

—Ese hombre es mi compañero y cualquier persona se


pensará dos veces vengarse. Mataré para protegerle.

Después de mandar a Wesland a un curandero y


reasignarlo, se dirigió a la habitación para encontrar a su
amante.

¡No estaba allí!

Una rápida mirada le demostró que su habitación


estaba completamente vacía. Al pulsar el botón del
comunicador, le preguntó a su mayordomo.

—¿Dónde está Jory?

—¿Quién Su Alteza?

—Joriah, hombre guapo con pelo rubio e increíbles


ojos azul plata.

El siervo de la pantalla negó con la cabeza.


—Nadie llegó aquí, Alteza.

El miedo se hizo cargo hasta que una idea se formó y


supo donde había ido.

Rai marcó el número de Val en su comunicador.

—¿Cómo puedo ayudarte Alteza? —Gruñó Val cuando


su imagen apareció en la pantalla.

Raiston sabía que al Duque le devoraba perder a su


compañero por Rai si Borl, el dios de los compañeros, le
escogía.

—Devuélveme a mi compañero.

—No es tu pareja hasta el día de la revelación. Y aún


así, estoy seguro que será mío.

—Está bien. Devuélveme a mi compañero y no haré un


anuncio en palacio diciendo que estas buscando
desesperadamente una pareja femenina.

Val entornó sus brillantes ojos verdes al rey.

—¿Qué significa devuélvemelo? Pensé que estaba


fuera, de turismo o algo así. Suponía que nos íbamos a
encontrar para comer a mediodía.

Rai negó con la cabeza.


—Decidió hacer turismo por los cuarteles y golpear a
Wesland primero. Lo envié de vuelta a mi habitación para
calmarlo.

Una sonrisa de orgullo cubrió el rostro de Val.

—¿Golpeó a Wesland? Siempre he pensado que ese


hijo de puta necesitaba una patada en el culo.

—Pero ahora Jory está perdido.

—No te asustes. Mi compañero estará aquí.

Rai gruñó.

—Lo veremos con el tiempo, Val. Pero tenemos que


encontrarlo primero.

—De acuerdo. Te veré en su habitación.

—Volveré sobre sus pasos.

Los dos hombres colgaron a la vez y Rai corrió. Una


vez fuera Rai cerró los ojos y se concentró en convertirse
en dragón. Imaginando sus escamas verdes, los ojos
dorados y su cuerpo grande. Rai sintió la transición
tomando el control. Golpeando con su cola, puso la nariz en
el suelo y olió a Joriah. Después de la última noche, el olor
del hermoso hombre estaba impreso en su alma.

Con un gruñido, saltó en el aire para conseguir un


mejor punto de vista. Un gritó llamó su atención. Un
pequeño dragón hizo un círculo descendiendo, haciendo
sonidos de angustia. Qué extraño. Enfocándose en la
pequeña criatura, Rai aterrizó con un golpe fuerte,
sacudiendo la tierra con su impacto. Nunca había visto un
dragón negro antes, había pensado que eran producto de
su infancia.

Jory estaba tumbado en el suelo como muerto. Un


vistazo rápido y encontró al sirviente que había enviado con
Jory tendido muerto junto a él, su cerebro salpicaba la
acera.

Rai se transformó rápidamente en su forma humana.


Haciendo caso omiso de su desnudez se precipitó hacia su
amante.

Tan pronto como se acercó a Jory, el pequeño dragón


cayó, ubicándose entre Rai y su futura pareja.

—Vamos, pequeño. Necesitas moverte para que pueda


llegar a Jory, —dijo él tratando de convencer a la pequeña
bestia para poder ver la condición de Jory. No quería
hacerle daño, porque la criatura salvaje, estaba
obviamente, tratando de proteger al hombre.

El pequeño dragón abrió la boca y dejó escapar una


llama de tres veces su tamaño. Raiston instintivamente
saltó hacia atrás para evitar el fuego. Debido a su sangre
de dragón su piel no podía quemarse, pero sus ojos
humanos podían dañarse.
—¡Suficiente! ¡Sal de mi camino!

Le siseó, sus ojos dorados brillando con malicia, luego


abrió su boca de nuevo. Rai se preparó para saltar fuera,
pero la pequeña criatura escupió un pegote de color verde.
El líquido chisporroteó en la acera, dejando un agujero
donde golpeó el ácido.

¡Mierda!

Jory dio un suspiro húmedo.

Rai no podía perder más tiempo. Mataría al otro


dragón si fuera necesario para llegar a su compañero. Rai
comenzó su transformación, y un remolino de viento giró
en el patio.

Un vórtice brillante se detuvo junto a Joriah y una


mujer salió de la luz brillante. Tenía el pelo rubio y largo y
unos familiares ojos azul plata. Rai la reconoció a la
primera. Era la diosa adorada por los soldados, Katia, la
Diosa de la Buena Fortuna.

Su llegada al planeta fue una bendición para Rai,


desde que llegó, poco después de la muerte de su padre, la
gente vio su aparición como una señal de que Rai sería un
buen rey.

—¿Quién ha herido a mi hijo? —La voz de la mujer


resonó en sus oídos como un campanazo fuerte. Una voz
que normalmente daba buenas palabras y sonaba más fría
que los polos del planeta.

¿Hijo?

—Sí, mi hijo. —Respondió ella como si lo hubiera


oído—. No pensarías que he venido solo a ver el planeta de
los dragones, ¿verdad? Estaba buscando posibles
compañeros de mi único hijo. Suerte para él que he
encontrado a dos.

Dejando de lado al pequeño dragón, tomó a su hijo


con su fuerza inhumana.

—Es bueno que se cure rápidamente. Lástima que no


pudiste cuidar de él. Voy a tener que dárselo a su otro
compañero. Había pensado que podrías compartir, pero
ahora no estoy segura.

Terror frío se hizo cargo del corazón de Rai, pero no se


atrevió a hablar. Cualquier cosa que pudiera decir en ese
momento se tomaría de manera incorrecta, y no necesitaba
una Diosa enojada con él, sobre todo si también era su
futura suegra.

Reprimiendo las palabras que quería decir, regresó


humildemente al castillo, complacido cuando ella se dirigía
a su habitación en vez de a la de Jory.
—Consigue a alguien que le prepare un baño. A pesar
de que las heridas ya deben estar curadas, está sucio, y no
queremos que siga con la camisa llena de sangre seca.

—Sí, Diosa. —Rai se apresuró a obedecer. Su dragón


quería gruñir, quejarse y abrazar a su compañero, pero su
lado humano, más práctico, temía enojar a la Diosa, que
era, más importante aún, la madre de Jory.
CAPITULO
CAPITULO NUEVE

J ory se despertó en unas sábanas suaves y con

música relajante. Alguien cantaba una canción dulce de


cuna, con voz grave. No se adaptaba a la voz, pero sin
embargo, era dulce. La cabeza le golpeaba como un redoble
de tambor, y su boca estaba tan seca como las arenas del
dragón, positivamente pantanosas.

Abrió un ojo con cautela. Val se sentó junto a él


cantando con voz áspera. Alguien necesitaba lecciones de
canto, pero no pudo detener su sonrisa mientras le miraba.

—¿Estás bien amor? —Le susurró. Su garganta no le


permitía hablar demasiado alto.

—Tesoro, estás despierto. —Una sonrisa alegre cruzó


la cara del otro hombre. Se acercó a la mesa y agarró un
vaso y una pajita—. Trata con algo de zumo.

Val envolvió un brazo alrededor de Jory, apoyándolo


para que pudiera sentarse y tomar un trago.

—Puedes venir y hacerme compañía. —Le ofreció Jory


después de un par de sorbos.
Val se echó hacia atrás, facilitando a Jory que se
tumbara, Jory vio la mirada en los ojos de Val.

—Casi te pierdo amor. —Jory vio la garganta de Val


temblar, y los hermosos ojos verdes brillaban con la
humedad—. Te dispararon seis veces a quemarropa con
una pistola laser. Shanl, el criado que iba contigo, está
muerto. ¿Quién está tras ti mi tesoro? Dínoslo y nos
aseguraremos que muera.

Con lentos movimientos cuidados, Jory movió cada


grupo de músculos para comprobar si tenía daños graves.
Satisfecho de que su cuerpo estuviese curado, se empujó
para posicionarse sentado.

—Cuidado. —Val envolvió su brazo alrededor de Jory


de nuevo.

Fingiendo debilidad Jory se apoyó en Val. Recorriendo


su cabeza a lo largo del musculoso brazo, descansando su
cabeza en el hombro, y con rapidez mordió el sexy cuello
apoyando convenientemente sus labios.

—Tesoro, —gimió Val, con su cuerpo temblando.

—Veo que te sientes mejor. —El sonido seco de la voz


de Rai sorprendió a Jory mirando hacia arriba.

Rai se deslizó en la cama al otro lado de Jory. Rai


acarició el pecho de Jory, como para tranquilizarse a sí
mismo de que estaba mejor.
—¿Te duele algo?

Jory negó con la cabeza.

—No, me siento bien. Si mueves la mano un poco más


abajo, te diré como de bien.

Oyó a Val reírse con él. Los ojos de Rai no reflejaban


ninguna diversión.

—No sabes lo horrible que te veías cuando te


encontré. Ese maldito pequeño dragón negro tuyo no
quería dejarme llegar hasta ti.

Sorprendido, Jory miró a su alrededor.

—¿Qué le hiciste a Preciosa?

—No le hice nada a esa bestia maldita, incluso a pesar


de que me escupió fuego y ácido. Se quedó con Maurek, el
entrenador de dragones. Espero que pueda enseñarla
buenos modales. ¿Dónde encontraste un dragón reina de
todos modos? —Le preguntó Rai.

Jory les contó la historia. Los dos se rieron cuando les


contó la historia de la panadería y la tendencia del dragón
al azúcar.

—¿Cómo me alejaste de ella?

—Tu madre vino. —El tono tranquilo de Rai le dijo a


Jory que el evento fue cualquier cosa menos ordinaria.
Jory palideció.

—¿Qué quieres decir con que mi madre vino? —Sin


duda había entendido mal. Rai se rascó el puñado de vello
que crecía en su barba—. Esperaba que no sé hablaba de la
familia hasta después de la caza de compañero.

Rai asintió, como si entendiera el dilema de Jory.

—Sé que se supone que no podemos hablar de


nosotros mismos en la caza, pero me resulta difícil ocultar
que tu madre es una Diosa.

—Como no la he visto desde que tenía quince años, no


es difícil de ignorar. —Dijo Jory con amargura.

Cuando cumplió quince años, su madre lo declaró lo


suficientemente crecido como para dejarlo al cuidado de su
padre. Permitió que su cuerpo ascendiera como la diosa.
Después de la ascensión, había estado en su papel como la
nueva diosa de un planeta que necesitaba una figura
mágica.

Hasta ahora, Jory no tenía ni idea de donde terminó su


madre. Ahora sabía por qué su padre le había enviado a
este planeta. No se trataba necesariamente de su amor por
los dragones. Era un torpe intento de que Jory se
reencontrara con su madre.

Sacudiendo sus memorias, miró a los dos deliciosos


hombres, tan cerca y todavía tan vestidos.
—Me siento muuuucho mejor. —Le dio a Rai su mejor
mirada sexy con la esperanza de atraer al otro hombre más
cerca.

Recibió una pequeña sonrisa y un toque en la zona


inferior de su espalda desnuda.

—Se siente mejor, Val. Tal vez deberías venir y


comprobarlo tú mismo.

Val le dio un suave beso en el hombro a Jory mientras


Rai se inclinaba y le daba un suave beso en los labios. Dejó
que saliera un suave gemido, tratando de animarle a que
se acercara. El hombre podría estar en la cama, pero no
estaba lo suficientemente cerca.

—Ahora descansa. Cuando te levantes discutiremos


sobre quién podría quererte muerto.

Jory suspiró.

—No tengo que descansar para decirte eso. Es mi


hermano.

Los dos hombres intercambiaron una mirada.

—¿Por qué te quiere muerto tu hermano? —Preguntó


Rai con voz suave.

—Se supone que no podemos hablar de los


antecedentes. —Le recordó Jory.
—Te hemos marcado. En este punto, eres pareja de
alguno o no. Nada cambiará el curso de los
acontecimientos. Empezaré yo si te hace sentir más
cómodo.

Jory asintió con la cabeza.

—Sí creo que lo haría.

Además se moría por saber más sobre sus amantes.


Se preguntó que había elegido su madre para él. No tenía
ninguna duda de que su madre ya había elegido a dedo a
alguno de estos hombres como su pareja perfecta.

—Soy el Rey Raiston Dragonsbreath, el gobernante de


la parte sur del planeta, y este es el Duque Valer Klarian,
tercero en la línea de sucesión. Mi propio hermano es el
segundo. Lo conocerás cuando te encuentres mejor.

—Mierda. —Jory se echó hacia atrás sobre las


almohadas—. Tenía la esperanza de que fuerais
comerciantes o soldados, infiernos, incluso piratas sería una
mejora, pero no, tenéis que ser de la realeza. A mi padre le
va a encantar.

Ni siquiera importaba cual eligiera, ya que ambos eran


de esa clase.

Rai frunció el ceño.


—Pensé que estarías feliz de tener a dos hombres de
alto rango como potenciales compañeros. Ambos tenemos
los suficientes fondos como para mantenerte con estilo.

Jory se echó a reír, pero podía oír el borde de la


histeria.

—No lo entendéis. No necesito dinero, o prestigio. —


Se frotó la cara con las manos.

—Por supuesto que no, tesoro. —El toque


reconfortante de Val le acarició el cabello—. No pensamos
que estuvieras buscando este tipo de hombres. Es obvio
que te va bien por tu cuenta.

Jory se rió tan fuerte que las lágrimas caían de sus


ojos.

—Oh mierda. No es solo que mi madre sea una Diosa


y me dejara una fortuna cuando crecí, es mi padre.

El rey se apoderó de los hombros de Jory dándole un


abrazo de apoyo.

—Nosotros te protegeremos.

—Mi padre es el Rey de la Alta Galaxia, Rufus Eprion.


—Espetó él.

—¿Qué?
Jory miró a los dos hombres, sorprendido de que
sonaran tan parecidos cuando gritaban. Decidió sacarlo
todo, se lanzó.

—Se rumorea que mi hermano, el Príncipe Detrius, me


quiere muerto para que no esté en la línea de sucesión.

La pareja lo miró fijamente por un largo tiempo.

—¿Eres el hijo del Rey Eprion? —Le preguntó Val.

Jory asintió con la cabeza.

—No lo dije por las reglas de la caza de pareja, pero


estoy casi seguro que mi atacante era de mi hermano. No
le vi la cara, pero he visto a Brill, el hombre de mi
hermano, en la ciudad. No hay ninguna razón legítima por
la que él deba estar aquí.

La furia llameó en las caras de los hombres.

—Creo que deberíamos tenderle una trampa a tu


hermano. —Dijo Val.

—En efecto. Y sé cómo. —Coincidió Rai.

—¿Cómo? —No sabía cómo conseguir que su hermano


viniese hasta aquí.

—Insistiré en conocer a toda tu familia antes de


nuestra ceremonia de coronación formal. Después de todo,
soy un gobernante importante. No me puedo casar con
cualquiera.

Val dejó escapar un gruñido.

—¿Qué te hace pensar que Jory se casará contigo? Lo


conocí primero. Sabes que hay que terminar los requisitos
para terminar la caza de pareja. Es más probable que yo
sea su compañero.

—Hey chicos. ¿Me recordáis?

Dos pares de ojos enojados giraron para fijarse en él.

—Es una buena idea, no importa con quien me


empareje. Puedo hacer que mi padre les exija a todos la
asistencia. Nosotros simplemente necesitamos esperar y
ver qué dragón aparece en mi espalda.

En este momento, Jory no sabía a quien quería


pertenecer, y aunque el Dios Borl le diera un compañero,
¿podría la marca de apareamiento quedarse o desaparecer
como ese tatuaje que trató de conseguir cuando tenía
dieciocho años?
CAPITULO
CAPITULO DIEZ

A la mañana siguiente mientras esperaba que la

fiesta comenzara, Jory iba a conocer a Maurek, el


entrenador de dragones.

Aún en reposo obligado por sus potenciales amantes,


Jory estaba en la cama mirando al techo y preguntándose
en cuántos problemas se metería si incendiaba el lugar.

Un golpe en la puerta fue una interrupción agradable.

—Adelante, —gritó.

Un hombre de piel bronceada con una amplia sonrisa y una


cara cuadrada se asomó a la habitación. Mirando alrededor,
entró con una pequeña jaula. Un bajo gruñido salió de ella.

—Preciosa.

Con una sonrisa de placer, Jory saltó de la cama y se


precipitó hacia la carga. Val insistió en que se pusiera los
pantalones de pijama después de que atrajo a los hombres
a la cama.

—Cuidado. Escupe ácido.


Jory se echo a reír.

—Lo sé, pero ella no me escupirá, ¿verdad mi niña? —


Le cantó a la jaula.

Abriendo la puerta con un estallido, metió la mano y


tiró del pequeño dragón. Con un grito encantado, el dragón
negro subió por el brazo y se envolvió alrededor de los
hombros de Jory.

Volviendo su atención al entrenador de dragones, Jory


arañó la negra cabecita con escamas, cuando la bestia
ronroneaba por su atención.

La boca de Maurek se quedó boquiabierta.

—Nunca he visto a un dragón hacer eso antes. ¿No te


hace daño el veneno de sus garras?

—¿Veneno?

—Sí, ella es una reina negra. Extremadamente rara.


Vale una pequeña fortuna en el Mercado negro, la mayoría
de la gente no los toca, debido al ácido, fuego y veneno.
Muy letal y una raza dura.

Jory apenas podía oír al hombre con el dragón


ronroneando en su oído.

—Pero ella es un dragón dulce.


Maurek levantó su brazo derecho. Una larga cicatriz
marcaba la superficie.

—Tu dulce dragón me quemó con su ácido.

Levantó su mano izquierda.

—Y con fuego.

Jory inclinó la cabeza para mirar sus heridas.

—Se ven muy bien…teniéndolo en cuenta.

—El curandero está trabajando en ello. Uno de los


entrenadores más jóvenes está todavía en la sala de
curación, después de que ella le cortara con sus garras
venenosas. Las mismas con las que se arrastró hasta tu
hombro, salvo que pareces estar bien.

Jory se encogió de hombros.

—Me curo rápidamente.

El entrenador de dragón miró a Jory durante un


tiempo más largo, pero la mirada de Maurek no intimidaba
al príncipe. Había crecido con hombres mucho más difíciles.

—¿La ha encontrado un nuevo hogar? Necesita a


alguien para ser su mascota y la acaricie detrás de la oreja.
A ella la gusta.

Maurek frunció el ceño.


—Ten en cuenta que los dragones no son mascotas.
Los dragones son parejas. Pelean, se preocupan, protegen.
En la batalla son fuertes y tranquilos, son protectores. En
tu vida no tendrás un compañero más leal.

El discurso tenía el sonido de algo ensayado, pero


sincero de todos modos. Una pregunta todavía le rondaba.

—Si ella es tan rara y especial, ¿cómo crees que se


perdió? —Rascó a la criatura mortal bajo el cuello como si
fuera un gato.

El entrenador de dragones se encogió de hombros.

—Alguien podría haber encontrado un huevo o robarlo.


No importa ahora, una vez que se ha unido tiene que ser
entrenado por su pareja.

Jory asintió con la cabeza. Con más cuidado que


antes, levantó al dragón y comenzó a entregarlo al
entrenador. Por mucho que adorara a Preciosa, no sabía
nada sobre dragones y esperaba que encontrara un buen
hogar para ella.

—Parece que sabe lo que estás haciendo. Asegúrate


que tiene un buen compañero. —El dragón se volvió y lo
miró con dos ojos color zafiro.

¿No eran dorados antes?


—Por favor no me digas que una de las señales de
estar unido es el cambio de color de ojos.

Maurek sonrió.

—Los cambios de color de ojos... ellos responden a


una única persona…

—Maldita sea. —Jory le dio a Maurek su mejor mirada


de súplica—. Por favor, por favor, dime que ellos se pueden
volver a enlazar.

El entrenador de dragones, sacudió la cabeza.

—Nunca he oído hablar de que eso suceda. Una vez


que escoge a una persona con la cual vincularse, se queda
con ella hasta la muerte.

—¿La mía o la suya?

Maurek rodó sus ojos.

—No creo que se pueda enlazar si estás muerto.


Escogiste a una con la que es difícil relacionarse, pero
nunca tendrás un amigo más leal, y parece que eres
inmune al veneno. Es un privilegio para la unión, no solo
con un raro dragón negro, también con una portadora de
huevos. Los dioses bendicen cada paso. Puedes conseguir
dinero por un huevo de dragón negro. Por no hablar de las
escamas de dragón negro. Cuando ella las arroje, tendrás
más dinero del que puedas soñar. Ahora que está unida
contigo, es tu deber velar porque ella se acople
apropiadamente.

—Por supuesto que sí. —De alguna manera nada de lo


que había sucedido en este planeta lo sorprendía más.

Maurek le dedicó una tímida sonrisa.

—Podría ayudarte con su formación. Si va a estar


rodeada de gente, hay que intentar enseñarla como
comportarse con los demás. Dudo que una vez que se haga
más grande tu estés a su alrededor para que se alimente y
vayas con ella cada día.

Jory le dio una mirada de agradecimiento.

—Te lo agradecería. ¿Cómo puedo hacer para que deje


de desaparecer? Es frustrante. Rai y Val no creían ni que
existiera hasta que me hirieron.

Maurek miró al dragón con una maravillosa sonrisa.

—¿Puede teletransportarse? Pensé que era un mito.


Pero por supuesto, hasta hace poco, pensé que los
dragones negros también lo eran. Tendremos que estudiar
cómo lo hace y por qué. Podría ser un mecanismo de
defensa.

—Ajá. —Jory rascó al dragón detrás de la cabeza—.


¿A quién le pica, hmmm?

Maurek negó con la cabeza.


—Recuerda que no es una mascota.

Jory se echó a reír cuando Preciosa se puso a


ronronear.

Se escucharon campanas en la sala.

—Será mejor que vayas.

—¿Por qué? ¿Qué sonido es ese?

—La ceremonia de apareamiento. Es para mirar las


marcas. Estoy seguro de que el Duque y el Rey querrán que
estés allí.

Con un suspiro, acarició la cabeza de Preciosa.

—Estoy seguro.

La dejó suavemente en la cama.

—Te dejaré aquí esta noche. No quiero que quemes a


nadie, ni escupas ácido. —Con una palmadita sobre la
cabeza del dragón y despidiendo a Maurek se dirigió a la
enorme sala de reuniones, esperando a medias perderse
entre la multitud. Su corazón dolía por tener que escoger
entre los dos hombres.
Jory estaba nervioso. No había forma de ocultarlo,
intercambió una pequeña sonrisa con los otros en el grupo.
Z se acercó y le dio una palmada en la espalda.

—Hoy es el gran día. ¿Has mirado la marca antes de


venir?

—Estaba muy nervioso. —Dijo Jory sacudiendo la


cabeza.

—¿Puedo mirar?

—No.

Un suave siseo le alertó de la presencia del dragón en


su hombro.

—¿Cómo llegaste aquí? Te dije que te quedaras en la


habitación. —Le susurró a la pequeña criatura.

El dragón ronroneó, pero el peso se mantuvo en torno


a su hombro.

El sonido de murmullos aumentó cuando Rai entro con


un hombre que Jory no había visto nunca.

La similitud de características le dijo que era probable


que fuera el hermano que había mencionado antes.
—Buenos días a todos. Voy a dejar a mi hermano,
Lewn hacer los anuncios esta mañana porque tengo una
pareja que reclamar.

Sin decir una palabra, Rai se quitó la camisa y le dio la


espalda a la multitud. Un dragón negro se extendía en su
espalda, una imagen perfecta de Preciosa.

El público aplaudió salvajemente.

—Como pueden ver, nuestro rey ha encontrado a su


pareja. —Dijo Lewn al micrófono—. Ahora hermano,
¿querrías anunciar con quien estás emparejado?

Jory miró esperanzadamente a Val. El dolor atravesó


su pecho ante la idea de dejar al magnífico hombre solo.

—Solo un momento. —La voz de Val sonó tras él—.


También me gustaría reclamar a mi compañero.

Con un movimiento suave, Val se quitó la camisa y le


dio la espalda a la audiencia, exponiendo un dragón
idéntico al de la espalda de Rai, una imagen exacta de
Preciosa.

Rai frunció el ceño.

—Jory, ven aquí.

Con un suspiro se acercó al podio, podía sentir cada


mirada de Val como una presencia física en su cuerpo.
—Quítate la camisa, —exigió Rai.

Jory miró hacia el mar de gente, de pie alrededor, y


luego otra vez a Val que subió las escaleras para unirse a
él.

—Adelante.

Tomando una profunda respiración, Jory sentó a


Preciosa en una silla cercana y se quitó la camisa, dándose
la vuelta para que todo el mundo pudiera ver.

—¿Qué hay en mi espalda?

Tenía miedo de preguntar. Val era como una


necesidad en sus entrañas, pero otra parte de él se sentiría
vacía si perdía a Rai.

La multitud se quedó en silencio.

—¿Qué hay en mi espalda? —Exigió Jory.

Mientras subía el nivel de tensión Preciosa voló de


regreso a sus hombros con cuidado cuando aterrizó.
Instintivamente Jory se rascó la cabeza, tratando de calmar
su nivel nervioso.

Lewn se dio la vuelta cuando los otros dos hombres se


quedaron mirando.

—Tienes a los dos, un dragón verde por Rai, y un


dragón azul por Valer. Nunca he oído hablar a nadie en
nuestra familia que tenga una triple unión antes. —Lewn le
dio una amplia sonrisa—. Felicidades “hermano”.

—Genial, justo lo que necesito, otro hermano. —Dijo


Jory en un tono seco.

Solo Rai y Val cogieron la broma y comenzaron a reír,


rompiendo la tensión que se había levantado.

—Como estaba diciendo, —siguió Rai—, Joriah está


enlazado con ambos, conmigo y con Lord Klarian, siendo mi
consorte y el compañero registrado de Val.

—¿Consorte?

Esto era malo. Esto era tan malo que Jory no sabía
cómo responder. Por no mencionar que ni siquiera sabía si
el tatuaje iba a durar. Su padre iba a estar demasiado feliz
por esto.

—Sí. —Rai se le acercó y colocó un largo y caliente


beso en sus labios.

Olvidándose de sus preocupaciones, olvidándose de la


audiencia, ¡infiernos!, casi olvidándose de su nombre, Jory
se entregó al gran hombre dragón.

—Soy el rey, y tú eres mi Rey Consorte, y el consorte


del Duque Val. Ahora eres la persona más importante de mi
reino.
—Mierda. —Alejándose de sus pensamientos, miró a
los dos enojados hombres.

—¿Qué?

—Por lo menos podías fingir ser feliz. —Lo miró Rai.

Jory se tragó el nudo de su garganta.

—Lo siento.

—Tienes que presentar a tu dragón. —Dijo Lewn—.


Para confirmar que sus marcas coinciden con la bestia. Es
la tradición dragonkin.

—¿Qué pasa con ellos?

Lewn se encogió de hombros.

—Todo el mundo sabe cómo son sus dragones. Pero


no sabemos nada sobre eso. —Señaló al dragón en el
hombro de Jory—. Ponlo en la mesa. —Dijo señalando una
mesa en el centro de la habitación.

—Ella. —Corrigió Jory.

Una mujer mayor se acercó al escenario, con porte


real y sus ojos fríos. Esperó delante de la mesa para ver al
dragón.

Jory tragó. Por primera vez estaba nervioso. Si no


suponía mal, era familiar del rey. Tenía los ojos de Rai. Con
cautelosos movimientos, para no asustar al pequeño
animal, Jory levantó al dragón de su hombro, se acercó y lo
puso sobre la mesa, Preciosa se quedó como una estatua
para que pudieran comprobar sus similitudes.

Lewn la examinó.

—Declaro esta unión válida.

Un rugido surgió de la multitud. El dragón negro se


movió con inquietud sobre la mesa.

—Buena chica, —Jory le dio unas palmaditas a la


bestia en la cabeza.

El trío pasó a un segundo plano cuando otros llegaron


hacia adelante y pusieron de manifiesto sus marcas de
apareamiento. Algunos se convirtieron en dragones para
demostrar su marca a sus nuevos compañeros, otros no
eran dragones por lo que no fue necesario. Jory estaba
sentado cómodamente entre sus dos compañeros cuando el
hermano del rey presidió la ceremonia.

Cuando todo había terminado y la gente empezaba a


salir Jory se puso de pie.

—¿Puedo llevarla? —Había una mirada de asombro en


los ojos de Rai mientras miraba al dragón negro.

—La preguntaré, pero si ella no quiere, no insistas,


escupe ácido.

—Lo sé.
—Ácido y fuego. —La mujer le dio una amplia sonrisa.
Jory estaba seguro que la inusual expresión podría romper
la cara de la mujer—. El guapo hombre encontró a una
maldita diosa reina negra. —Ella lo miró con unos ojos tan
similares a los de su amante que era desconcertante—.
Cualquier hombre que puede llamar a una reina es digno de
mi sobrino. Te doy mi bendición.

—Umm. ¿Gracias?—No estaba seguro de que sonara


como una pregunta más que como una afirmación
verdadera. Después de todo, no estaba seguro de que
quisiera a un Rey y un Duque como sus compañeros. Su
padre se habría divertido demasiado con eso. Quizás podría
intentarlo de nuevo y conseguiría un soldado de infantería o
alguien que no tuviese sangre real.

Era un accidente que esperaba que sucediera.

—Entonces, ¿qué hacemos ahora?

Rai y Val dieron un paso adelante para tomar a Jory


del brazo. Bajos gruñidos se levantaron de sus gargantas
cuando intentaron tirar del uno hacia el otro.

Entrando entre los hombres, el familiar de Rai lo tomó


del brazo.

—¿Por qué no vienes querido y podemos hablar de lo


que necesitas para la ceremonia de coronación? Soy la
duquesa Thi, la tía de Raiston.
—¿La ceremonia de coronación? —Se enfocó en la
frase como una línea de vida. Algo en lo que centrarse que
no fuese el pánico de pensar que estaba acoplado a dos
hombres poderosos y su padre iba a estar
insoportablemente contento con el evento.

Estaba asustado de la mirada que le dio cuando sonó


tan horrorizado como se sentía.

—Sí, serás consorte del Rey y consorte del Duque, por


lo que debes verte lo mejor posible. —Recorrió a Jory con la
mirada—. —Aunque parece que tienes buen estilo.

—¿Puedo decirle a Britson que me haga algo? —Wow,


sonaba quejumbroso. Su madre le habría pateado el culo.

—¿Britson? —La duquesa le dio otra mirada—. Llevas


en la ciudad menos de una semana y ¿ya tienes a alguien
que te viste? —Deslizó un brazo por Jory—. Sí, creo que lo
vas a hacer muy bien. ¿De dónde vienes, querido?

Jory estaba a punto de dar una vaga respuesta cuando


sus compañeros llegaron a su rescate.

—No tan rápido tesoro. —Le dijo Val. Con un suave


movimiento, desenganchó a Jory de la mujer y deslizó un
brazo por su cintura.

El rey fue rápido detrás de él y frunció el ceño cuando


vio la posición de Val.
—Sí, tía Thi, apenas le hemos reclamado y ya le estás
robando.

—Pensé que Joriah decidiría que iba a usar para su


coronación.

—Dudo que le dé muchas vueltas todavía. —Rai le dio


a Jory una sonrisa familiar—. Después de todo, va a verse
fabuloso con cualquier cosa.

—O con nada. —Le susurró Val al oído. Jory se


estremeció. Podía sentir el rubor en sus mejillas, cada vez
mayor.

—Solo quería conocer mejor a mi nuevo sobrino. —Oh,


ella hizo de inocente realmente bien. Jory tendría que
mantener una estrecha vigilancia sobre ella. Una de sus
hermanas era muy parecida.

—Tendrás mucho tiempo para hablar con él más tarde.


—Rai le dio a su tía un beso en la mejilla.

—Y con eso, nos despedimos. —Dijo Val, saliendo por


el pasillo con Jory y con el rey siguiendo sus talones—.
Tienes suerte, mis padres son hijos únicos y están fuera de
la ciudad.
Jory se despertó entre sábanas de seda y cuerpos
calientes a ambos lados. La luz era fuerte y natural. Era la
mañana después de su anuncio oficial y todavía no entendía
que ahora era responsable de otras dos personas.

Mierda. Tenía que prepararse para una ceremonia y un


plan para atrapar a su hermano, pero proteger a sus
compañeros era primordial.

Trató de incorporarse, pero sus dos compañeros le


agarraron tirando de él hacia abajo.

—Shhh tesoro. —Val acarició el hombro de Jory con


una mano.

—Cálmate, amor. —Rai lo acarició con largos toques


sensuales.

—Tengo que levantarme y preparar las cosas para la


ceremonia. Mi familia tiene tradiciones que sigue cuando
nos enlazamos.

—¿Quieres su boca o su culo? —Le preguntó Raiston a


Val.
—¿Es qué nadie me escucha? —Preguntó Jory, su ira
saliendo tan rápido cuando la muy caliente boca de Val
empezó a bajar y a lamer sus pezones.

Después de morderlos y enviar olas de necesidad a


través de su cuerpo, Jory miró hacia arriba, a sus intensos
ojos verdes brillantes con el calor.

—Quiero su polla.

Con un pequeño preludio, Val se deslizó por el cuerpo


de Jory. Una lengua caliente y húmeda le lamió las pelotas
con movimientos largos y calientes antes de tragar toda su
longitud. Gritando, Jory se resistió intensamente.

—Creo que esperaré mi turno. —Raiston besó a Jory


con la misma intensidad. La combinación de las dos
calientes bocas en cada extremo era demasiado. Jory se
corrió con un gemido estrangulado.

Esperaba que la habitación estuviera insonorizada.

Val se deslizó por el cuerpo de Jory, su caliente piel le


envolvía como si estuviera en un capullo. Le dio un codazo
a Rai para detener el beso.

—¿Qué puedo hacer por ti? —Le preguntó a Val, su


cuerpo flojo y sin huesos.

—Nada, corazón. Me corrí cuando tú lo hiciste. Voy a


tomar un baño, y dejarte con el rey. —Le dio una mirada a
Rai que Jory no pudo descifrar, antes de deslizarse fuera de
la cama.

Cuando Rai se deslizó por él, no le importó.

—¿Qué quieres mi boca o mi culo?

—Tu culo si no estás muy dolorido por la noche


anterior.

La mano de Rai rozó su rostro, un extraño gesto suave


de un hombre que parecía nacido para la violencia.

Jory se movió de forma experimental.

—Estoy bien.

—Sobre tu estómago. Quiero ver mi dragón mientras


estoy dentro de ti.

Con mucho gusto, se volvió sobre su estómago, le


encantaba el sexo por detrás con un cuerpo más grande
cubriendo su espalda. Rai deslizó sus largos dedos dentro
de Jory, preparando el camino para un viaje más duro. El
suave toque de Rai lo había sentido como una adoración,
como si estuviera haciendo algo valioso, como el tesoro que
Val siempre le llamaba.

Le presionó un suave beso contra su espalda que le


hizo pestañear por las lágrimas del gesto de ternura. Nunca
había tenido unos amantes tan dulces hasta que se metió
en la cama con un par de posesivos dragones. Ahora si
pudiera conseguir que se besaran su mundo sería
completo.

—Vamos, cariño, estaré bien. —Le insistió a Rai,


mientras empujaba sus dedos de nuevo en su amante.

—No quiero hacerte daño. —Las palabras alimentaron


su alma.

—Lo sé, pero estoy listo.

Tomando su palabra, Rai se deslizó lentamente hasta


que sus pelotas golpearon el culo de Jory. Jory dejó escapar
un gemido de necesidad, de querer, de deseo.

—Eso es todo, cariño, tómame entero.

Raiston se deslizó lentamente, hasta que estuvo


seguro de que Jory sentía cada vena de la polla del otro
hombre. La necesidad ascendió por su columna vertebral
estremeciéndole, causando que pequeñas olas de deseo
cubrieran su piel.

—Vamos Rai, dámelo, ¡hazme tuyo! —Le exigió Jory.

Casi podía oír el chasquido de control de Rai. Dentro y


fuera, con potentes explosiones rítmicas, Rai golpeó dentro
de Jory como si el siguiente movimiento fuera tan esencial
para la vida como su siguiente latido.

El tiempo no tuvo sentido hasta que Val se apoderó de


su rostro y lo besó, envió a Jory corriendo sobre el borde.
Mientras su visión se aclaraba, oyó gruñir a Rai
cuando se corrió.

—Eso fue tan caliente. —Dijo Val. Con solo una toalla
envuelta en su duro cuerpo, se inclinó y colocó un beso en
los labios laxos de Jory.

—Mmm. —Respondió. Su cuerpo estaba tan relajado


que podía hacer cualquier cosa—. La próxima vez puedes
unirte.

El Duque se echó a reír cuando le dio un beso a Joriah


en la mejilla.

—Hay algo que debes saber, tesoro. Tú y yo somos


compañeros, y tú y Rai sois compañeros, pero Rai y yo
nunca seremos compañeros. Lo más que puedes esperar es
que no nos matemos el uno al otro.

Un escalofrío llenó el alma de Jory y se volvió hacia


Rai.

—Está bien, cariño. Nos toleraremos el uno al otro por


tu amor, pero nunca seremos amantes. No hay conexión
sexual entre nosotros.

Eso puso a Jory inexplicablemente triste. Parpadeando


alejando las lágrimas, se deslizó fuera de la cama y se alejó
de ellos.
—Voy a tomar una ducha. —No miró a ninguno de los
dos cuando salió de la habitación.

Cuando volvió a salir, Rai se había ido. Val estaba


vestido, pero sentado en la cama. Se puso de pie cuando
Jory se acercó y le dio un suave beso.

—No irás a ninguna parte sin guardias. —Le exigió


antes de salir por la puerta.
CAPITULO
CAPITULO ONCE

J ory salió de la habitación de la suite de Rai. Los

últimos días, había pasado las noches de la sala de Rai a la


de Val a pesar que todos terminaban durmiendo en la
misma cama antes de que la noche terminara. Era algo
territorial entre los dos dragonkin. Jory se sintió tentado a
eliminar algunos muros y crear una suite nueva.

Hizo una nota para hablar con ellos más tarde.

Mirando a su alrededor, vio una docena de guardias


alineados en la sala.

—¿Sabéis donde fue Rai?

El flaco alto asintió con la cabeza y señaló hacia la


izquierda.

—Tenía una reunión.

Excelente. Jory no podía dejar la sonrisa de su rostro,


a pesar que no lo tenía muy claro.

—¿Y Val?

Una vez más el flaco alto contestó.


—Lo vi seguir a Rai.

—Perfecto.

Con una sonrisa Jory se dirigió hacia afuera, solo para


ser parado por una larga mano en su hombro.

Se apartó.

—No me toques. —Gruñó Jory.

Desde el apareamiento, se sentía mal si los demás, los


que no eran sus compañeros, tenían contacto físico con él.

El soldado levantó las manos, mirando con recelo a


Jory.

—Me preguntaba por qué te importaba a donde


fueron.

—Bueno… Val dijo que si vagaba sin una escolta me


iba a atar y golpear mi culo, y Rai estuvo de acuerdo, pero
ya que ambos me abandonaron, y me dejaron por mis
propios medios, voy a explorar. Solo tengo una semana
antes de la ceremonia de las rosas, y mis regalos de
apareamiento no están listos.

—Iremos contigo. —La voz del hombre era tan dura


como sus ojos castaños.

—Olvídalo. No necesito niñera. Solo voy al mercado


para encontrar los regalos para mis compañeros.
—No voy a informar al Rey que te dejé sin escolta.
Soy Revyn y estos hombres son Mal y Trius. Seremos tu
escolta.

Jory se hinchó de ira.

—Dudo que necesite mucha escolta. —¿Realmente


pensaban que iba a largarse con mercancía real?

Los tres guardias lo siguieron. Suspirando, Jory los


ignoró.

Los suaves muros del castillo eran como un laberinto


sin fin. Estaba a punto de preguntar las direcciones cuando
vio un claro y fue hacia allí.

Colores. Los colores brillantes eran casi cegadores en


comparación con los colores fríos del castillo. Sonriendo,
Jory se zambulló en la multitud, confiando en que los
guardias podrían seguirle, o no.

Era importante que siguiera las tradiciones,


especialmente con su madre mirando. En la cultura de su
madre, uno siempre necesitaba tres cosas para su
apareamiento, una manta para entrar en calor y mostrar
preocupación por su comodidad, un arma para mostrar la
confianza en su capacidad para proteger a la familia, y una
pieza de joyería para demostrar que era apreciado.

Los vendedores le llamaron desde la barrera. Un


vendedor ambulante de mantas le mostraba franjas
brillantes de tejidos con diseños intrincados. Perfecta. Con
un destello y una mirada hacia los guardias, Jory entró en
la cabina.

—¿Le interesa algo señor? —Le preguntó un hombre


de piel oscura con un cegador brillo de dientes blancos. Con
ojos astutos, examinaba la ropa de Jory.

Jory sonrió de nuevo. Podía permitirse cualquier


precio, ¿pero que había de divertido en eso?

Fingiendo indiferencia, Jory miró por encima de las


mercancías, pensando en sus amantes. Recordando el lujo
de las cámaras de Val, Jory eligió una manta roja con un
exquisito dragón en negro. El material tenía un sensual
tacto que le recordaba a su apasionante amante, y el
dragón le recordaba a Preciosa. Encontró una en color
plata, de nuevo con un dragón negro, que le recordaba a
Rai.

—Me gustan estas. —Le dijo al vendedor—. Quiero


estas para mis compañeros.

—Excelente elección. —Los ojos del otro hombre se


volvieron cálidos y sinceros, cómo solo un vendedor
delicado podía ser.

Jory observó con satisfacción que el hombre no puso


ningún obstáculo cuando mencionó a más de un compañero
hasta que se dio cuenta que el hombre probablemente
pensara que estaba cubriendo sus apuestas.

Después de veinte minutos de regateo, Jory terminó


pagando mucho menos de lo anunciado, pero todavía el
vendedor probablemente se llevó un buen beneficio. El
comerciante envolvió las mantas muy bien y bonito, y lo
arregló para entregarlas.

—A tus hombres les gustará mucho.

—Sí, creo que sí.

Satisfecho con su compra, Jory pasó por otros


puestos. Buscando sus regalos específicamente, le tomó un
tiempo antes de que sus ojos se encendieran al encontrar
el soporte del herrero. Colgando de un gancho había una
serie de cuchillos para lanzar.

Emocionado, Jory caminó a través de la multitud para


examinar las armas. Se veían aún mejor de cerca.

—¿Puedo ayudarlo señor?

Jory se volvió para ver a un hombre que podía desafiar


a los guardias por lo grande.

—Sí, estoy buscando regalos de apareamiento. Mi


cultura exige que uno de los regalos para mis nuevos
compañeros sea una nueva arma. Necesito algo para cada
uno. El dinero no es problema, pero que sea de calidad.
El herrero lo miró de reojo.

—¿Está seguro que no quiere quitarse de encima a sus


compañeros e intentarlo con un hombre de verdad?

Mal, Revyn y Trius gruñeron tras él. Jory se echó a


reír.

Revyn dio un paso hacia adelante, colocando a Jory


tras él.

—Más respeto. Este hombre está acoplado con el


Duque Klarian y el Rey Raiston.

Preciosa se dejó caer sobre el hombro de Jory y le dio


un siseo. Los guardias y el herrero se congelaron.

—¿De dónde sacaste un dragón negro? —Le preguntó


el herrero en un reverente susurro. Miró a su alrededor y
frunció su frente—. ¿Y de dónde acaba de llegar?

—No quiero causar ningún problema, —dijo Jory


cuando la tensión aumentó—. Podría echarse atrás por
favor. Preciosa es dulce, pero he visto lo que hace cuando
piensa que estoy siendo amenazado, y no quiero tener que
explicar las quemaduras de ácido en cuatro personas.

Con una mirada final al herrero, los guardias salieron


del puesto.
Jory le dio al otro hombre una sonrisa amistosa, pero
no fue necesario. El herrero tenía un ojo puesto en su
dragón.

—¿Realmente son sus compañeros Lord Klarian y el


Rey?

—Sí.

Los agudos ojos del herrero escaneaban su mercancía.

—Pensé en una espada para Rai y un conjunto de


cuchillos para Val.

Asintiendo con la cabeza el herrero se dirigió a su


puesto de espadas. Extendió la mano a una de ellas muy
llamativa con un dragón en la parte delantera.

—No esa no.

El herrero lo miró con más respeto. Jory no sabía


porque la gente le echaba un vistazo y suponía que quería
lo más llamativo.

—¿Cuál entonces? Puede elegir.

Jory se acercó al grupo y las revisó al azar. Dejó que


sus sentidos se hundieran en las diversas armas,
imaginándolas en las manos de su amante. Una espada
normal con cuero trenzado le llamó la atención cuando la
tomó.
—Me llevaré esta.

—Supongo que usted es más que una cara bonita con


un dragón mortal.

—Supongo que lo soy.

El herrero señaló con el dedo hacia la muestra de


cuchillos para lanzar, inclinando la frente para que los
examinara.

—Me quedo el conjunto que tiene la joya con piel


oscura.

Puso una amplia sonrisa.

Bueno a veces iba a por lo bonito.

Regateó por el precio solo unos instantes. El herrero


envolvió cada arma por separado y dijo que lo enviaría por
mensajero al castillo.

Jory abandonó el puesto, ya había comprado dos de


tres regalos para sus parejas y tenía la dirección de un
joyero con talento.

—¿Hemos terminado? —Le preguntó Mal.

—Nop. Necesitamos un joyero. —Haciendo caso omiso


de los lamentos de sus guardias, Jory paseó por las calles,
siguiendo las instrucciones que le dio el herrero hasta llegar
a un pequeño edificio de ladrillo con un discreto cartel
anunciando que era un joyero.

Caminando dentro, Jory intentó no reírse cuando sus


tres guardias entraron pesadamente tras él, mirando
incómodos. Pobrecitos. Con un poco de nostalgia, Jory
extrañó su propia gente. Su soldadito de plomo, Sandhurst,
nunca miraba incómodo, no importaba hacia donde le
arrastrara Jory. Y lo había intentado en el pasado, incluso
en el burdel gay, donde su muy hetero guardia no rompió
su muy estoica fachada.

—¿Cómo puedo ayudarle señor? —Un elegante hombre


con un hermoso traje gris perla se acercó. Su pelo era liso
y blanco y estaba bien cortado a capas, dándole un aspecto
muy pulido adaptándose al brillante entorno.

—Necesito regalos de apareamiento.

Un gesto desfiguró la frente del hombre por un


momento.

—¿Es usted Taliwian?

—Sí. —Jory casi gritó de emoción—. Por fin, alguien


que me entienda.

—Soy Stanvire. Mi familia lleva en este negocio


trescientos años, y nos hemos ocupado de la mayoría de la
gente. Ahora, ¿quién es tu compañero?
Jory se ruborizó. Confiaba en que sería mucho más
fácil con el tiempo.

—El rey Raiston y Lord Klarian son mis compañeros.

Si Stanvire había sido fríamente amistoso antes, ahora


brillaba con placer.

—Estoy seguro de que podemos hacer algo para


ayudarle. ¿Qué tipo de regalos está buscando?

—Anillos. Quiero tres anillos diseñados con tres


dragones entrelazados por la banda. —Al pensar en ellos
tres llevando tres anillos a juego un calor vertiginoso le
recorrió. Finalmente, tendría la relación que anhelaba.

Tras una amplia discusión y algunos bocetos


preliminares, Jory dejó el diseño en manos del joyero. A
pesar de su tenso aspecto, Stanvire tenía una ingeniosa
mente y algunas ideas brillantes sobre el color de cada
dragón, para igualar al color de los dragones naturales de
sus compañeros.

—¿Con trenzas tradicionales?

Jory asintió con la cabeza. Wow. Stanvire realmente


conocía su trabajo.

—Necesitaré joyas verdes y azules.

Sonriendo, el joyero entró tras el mostrador y salió


con algunas piedras brillantes a la luz.
—Perfecto. —Regateó brevemente pero el corazón de
Jory no estaba en ello. Estaba muy emocionado de
encontrar exactamente lo que quería. Abandonó el edificio
con el recibo de los anillos, un puñado de piedras, y la
dirección de una peluquería que el joyero juró sabría qué
hacer con su pelo.

Después de una breve parada en la peluquería, el pelo


de Jory estaba a la altura de la barbilla con dos trenzas en
la parte derecha de la cabeza que brillaban con las piedras
tejidas en ellas.

Satisfecho ni siquiera se molestó cuando los soldados


lo rodearon después de salir del estilista o incluso cuando
ellos sacudieron sus cabezas por su nuevo corte. Compro
un ramo de flores a una niña de un puesto ambulante y se
puso derecho. Escalofríos recorrieron su espalda cuando el
aire rozó la piel de su cuello recién descubierto.

—Ahora nos encontraremos en un templo.

—¿Qué tipo de templo estás buscando?

—La clase de templo en el que pueda decirle a mi


madre su propio maldito negocio.

—Hay un templo no confesional por la Tercera Calle.

—Perfecto.
Jory caminaba por la calle, contento de que sus
regalos de apareamiento estuvieran en camino. Esperaba
que a ambos hombres les gustaran sus regalos y los
aceptaran con la intención en que fueron hechos.

—Por aquí. —Mal señaló una plaza adornada con una


estructura que solo podía ser un templo—. Vamos a mirar
primero en el edificio y entonces entraras a decir tus
oraciones.

Jory no se molestó en corregir al hombre. Si quería


pensar que era culto y no una discusión con su madre,
dejaría que lo pensara. Esperó con los otros dos guardias,
que escaneaban la calle a conciencia.

—No se preocupe señor, hemos escuchado sobre el


ataque. Nos aseguraremos que nadie vaya tras usted.

—Gracias. —Curiosamente Jory no estaba tan


preocupado sobre la posibilidad de ser asesinado tanto
como lo estaba tratando con un matrimonio con dos
hombres.

Un minuto más tarde, Mal volvió a salir.

—Todo despejado. Está completamente vacío. Extraño,


ya que esta es una hora de culto.

Jory sabía por qué estaba vacía. Su madre lo estaba


esperando. Le dio al hombre una inclinación de cabeza y se
acercó a las escaleras. Al entrar en el templo el suelo de
mármol pulido reemplazó la rugosidad de las escaleras de
piedra. Ni siquiera estaba a mitad del templo cuando oyó el
portazo de la puerta tras él y el aroma de las lilas llenar el
aire. Un suave timbre sonó tras él.

—Buenas tardes madre.

—Jory. —La palabra fue más un suspiro en la brisa que


una voz real—. Estoy tan contenta de que vinieras a verme
y me trajeras flores.

El tono encantado le dijo, que cualquiera que fueran


sus diferencias en ese momento ella era feliz con él.

—Hiciste que mi padre me enviara aquí. —No había


ningún punto en irse por las ramas. Las Diosas no
entendían la sutilidad.

—¿Qué si lo hice?

Jory miró a su madre cuando poco a poco fue pasando


de luz brillante a Diosa. Cruzando los brazos la miró.

—Me gusta estar al cargo de mis propias relaciones.

—¿No has aprendido todavía, hijo, que nadie está a


cargo de tus relaciones? Es por eso que son tan
desordenadas. Sin duda no habría elegido enamorarme de
un rey y dejar a mi hijo con él. Debes tratar con lo que se
te ha dado. Te di dos hombres… así que trata.

—Gracias mamá, eres de gran ayuda.


Su madre se echó a reír espumosamente.

—Lo sé.

Durante un breve momento, se consolidó por completo


dejándole ver a Jory como había sido antes,
transformándose de nuevo.

—Lo harás muy bien. He elegido buenos compañeros


para ti. Tendrás que hacer algún pequeño ajuste, pero te
acostumbrarás a cada uno.

—Pero, ¿se acostumbraran el uno al otro?

Su madre le dio una sonrisa brillante.

—Creo que dos hombres gay sanos cualquiera que


constantemente se ven desnudos eventualmente van a
querer subir al siguiente nivel, aunque solo sea para
satisfacer su curiosidad. Los tres estarán en la cama con
frecuencia. Dales tiempo, cariño, todo lo bueno llega para
aquellos que esperan, o en tu caso, con un poco de acción
subversiva. ¿Cómo va el cierre del comercio de esclavos de
tu tío?

No preguntó cómo lo sabía. Al parecer, lo sabía todo.


Se preguntó si era por ser madre o por ser Diosa.

—Mis piratas están más o menos cerrando las rutas de


navegación, pero es astuto y todavía consigue atravesar
algunos barcos.
—Bueno, lo averiguaremos. Eres un chico inteligente,
pero déjalo para después de la boda. Quiero que te aparees
con esos dos hermosos hombres, antes de que vuelvas a
meterte en problemas. Vigilaré tu espalda y me aseguraré
que tu hermano no esté cerca de ti. Observa a tus hombres
y asegúrate que lo hagan.

Jory se ruborizó.

—Gracias madre.

—No hay de qué. Ahora sal de aquí antes de que los


guardias intenten derribar la puerta. Puedo sentir como se
ponen nerviosos. Espero que vengas cada siete días y me
hables de tu vida.

Asintiendo con la cabeza, Jory se volvió para irse.

—No es como si no me fueras a ver de todos modos.

—Lo sé, pero de esta manera, no te verás como un


idiota hablando con el aire. Eres una de las pocas personas
que me puede ver, además de tu padre y tus compañeros.

Jory se dio la vuelta.

—¿Por qué pueden verte?

Su madre sonrió.

—Porque te aman. Su amor por ti les permite verme.


No tenía ningún sentido, pero sabía que era mejor
dejarlo.

—Nos vemos la próxima semana madre. Si no te veo


antes.

—Gracias por las flores.

Mierda, tenía una familia jodida. Su madre era


invisible, su padre era un escalofriante gobernador
galáctico, y su tío era un comerciante de esclavos que Jory
estaba tratando de detener sin el conocimiento de su
padre.

La puerta se abrió dejando entrar a los guardias


corriendo.

—Señor, ¡está bien! —Mal estaba sin aliento, sus ojos


exploraron a Jory en busca de signos de lesión.

—¿Por qué no lo estaría?

—Date la vuelta.

Se volvió para ver las vides cubriendo completamente


el templo. Las rosas que salpicaban las vides eran de un
color azul plateado, como el color de los ojos de Jory.

—Deja de pavonearte. —Murmuró sabiendo que su


madre podía oírle.

—¿Qué señor?
—Nada. Volvamos al Castillo antes de que mis
hombres comiencen a preocuparse.
CAPITULO
CAPITULO DOCE

C uatro soldados rodearon a Jory al acercarse al

estudio. La aprehensión estremeció su espalda mientras se


acercaba. El mensaje que había recibido le dijo que uno de
sus familiares había llegado al palacio pero no le dijeron
cuál. Este era uno de los primeros familiares que llegaron a
la boda.

Rai había enviado las invitaciones, y cada uno de sus


familiares había respondido que iban. Jory habría estado
satisfecho si no supiera que al menos uno de ellos estaba
tratando de matarlo.

J ory se escabulló con cortesía hacia un lado cuando un


guardia se deslizó por la puerta delante de él. No era nada
bueno que el hombre que estaba esperando sintiera su
presencia. Estar unido desde joven con un dragón, le dio a
su primo Tor la habilidad para ver diferente a como lo hacia
una persona normal. Los dragones del espacio se unían
completamente con los humanos y sus parejas podían ver a
través de los ojos del dragón. Así que Tor podía ver el
cosmos, pero no podía ver lo que tenía delante de sus ojos.
Para compensar usaba un bastón y un equipo de ayudantes
en sus desplazamientos.

—¿Joriah?

—¡Tor!

La felicidad inundó su cuerpo. Con un alegre gritó,


corrió junto a su guardaespaldas y salto con ligereza hacia
un par de brazos extendidos.

—Ha pasado mucho tiempo. —Las lágrimas le picaban


en los ojos.

Envolviendo sus brazos alrededor del hombre más alto


y musculoso, Jory le abrazaba como si nunca lo quisiera
dejar ir. Sintió un suave beso en la cabeza. El olor del
hogar le atravesó mientras seguía abrazando a la única
persona constante en su vida desde la infancia.

—Te extrañé. —Le susurró Jory lo suficientemente alto


para que su primo le oyera.

—¿Alguien quiere decirme que diablos está pasando?


—La voz de Rai sonó por la habitación, rompiendo el
momento de alegría de Jory.

Alejándose un poco de Tor, miró hacia atrás para ver


una mirada de furia cruzar la cara del rey.
—Rai, ven a conocer a una de mis personas favoritas
del universo entero. —Le dio a Tor otro fuerte abrazo antes
de besar sus mejillas.

Lo agarró por detrás y le arrancó del abrazo de su


primo.

—Hey, —Jory se retorció en los brazos del rey— ¿qué


estás haciendo?

Rai le sujetó con una mano y lo sacudió como a un


mal cachorro. Antes de que pudiera quejarse, un grito cortó
el aire y Preciosa se abalanzó arañando la mano del rey
obligando a que soltase a Jory.

—Joder. Todo el mundo tranquilo. —Gritó Jory—. No


sé qué te tiene molesto, pero necesitas retirarte antes de
que Preciosa haga algo que no se pueda arreglar.

Rai habló con los dientes apretados.

—No me voy a calmar mientras te frotas contra otro


hombre.

—¿Qué?

Una nueva voz se unió a la mezcla, tan enfadada como


la de Rai.

Val se acercó cuando Rai continuaba despotricando.


Era asombroso como dos hombres tan diferentes podían
tener la misma expresión.
Val se interpuso entre Jory y Tor.

—¿Quién es este? —Sus elegantes ojos esmeraldas


flamearon al fijarse en la elegante forma de Tor.

—Al parecer una de las personas favoritas de Jory. —


Las palabras escupidas por Rai estaban llenas de veneno.

—Si vosotros dos me dejáis explicarme. —Jory anduvo


alrededor del alto cuerpo de Val, esquivando la mano que
había puesto para bloquearle. Enganchando su brazo
alrededor de Tor, le llevó hacia adelante—. Este es mi
primo Tor.

La tensión de la sala se desplomó con sus palabras.

—Yo no beso a mi primo, —murmuró Rai, disparándole


con la mirada.

—Solo lo he besado en las mejillas.

—Eres bienvenido a besarme lo que quieras, amor. —


Dijo Tor con voz seductora.

Jory se echó a reír.

—Cállate, primo, me estás metiendo en problemas.

Val examinó cuidadosamente a Tor.

—No te pareces mucho a nuestro Joriah.


Tor dio un paso adelante, deslizando su bastón
mientras andaba.

—Somos primos por matrimonio. —Dijo con el mismo


todo sedoso.

Jory sonrió a su primo. Lo adoraba, siempre lo había


hecho. Tor nunca perdió la calma. Uniendo sus manos, Jory
alejó a Tor lejos de la pareja con el ceño fruncido.

—Ven conmigo Tor. Tenemos que ponernos al día. —


Con una mirada final a sus amantes, Jory se alejó, llevando
a su primo a su habitación.

Val observó a los dos hombres antes de acercarse al


rey.

—¿Qué te parece?

Rai se encogió de hombros.

—Podría ser su primo. No tendrían ninguna similitud si


no son parientes sanguíneos.

—¿Crees que está aquí solo para la boda? ¿Qué si


piensa llevarse a Jory a casa?

—Entonces le matamos. Nadie nos quitará a nuestro


Jory.

Val asintió con la cabeza.

—De acuerdo.
Era en lo único que estaban de acuerdo, Jory era suyo.

—Tor, ¿qué estás haciendo aquí? —Le preguntó Jory


cuando cerró la puerta de su dormitorio en la cara de sus
guardaespaldas—. Sé que no estás aquí para la boda. Odias
estos acontecimientos.

Su primo se acomodó en el sofá mullido cerca de la


puerta.

—Tu padre estaba preocupado. Soy una especie de


explorador para echar un vistazo a las cosas antes de que
llegue mañana. Sentía que yo era una persona menos
ofensiva. —Una sonrisa irónica cruzó su hermoso rostro—.
Al parecer tus compañeros no me ven tan inofensivo como
planeé.

Jory suspiró, dejándose caer en el suelo junto a los


pies de su primo.

—Son un poco posesivos.

Tor dio un resoplido.

—Eso es como decir que estoy un poco ciego.

Los primos se rieron juntos.


—Cómo te he echado de menos primo. Ven a acostarte
en la cama conmigo y cuéntame que has estado haciendo
últimamente.

Tor se acercó a acariciar su cabeza como lo hacía


cuando era un niño pequeño.

—No mucho. Sigo trabajando como embajador de tu


padre. Tengo una cita con el rey del sur para discutir las
ventas de mineral, han tenido acceso a un raro mineral que
otro planeta necesita. Tu padre pensó que sería una buena
excusa para pasar y visitar sin activar ninguna alarma.

Jory miró a su increíblemente hermoso primo,


recordando la comitiva con la que siempre viajaba su
primo.

—Sí, combina bien.

Jory apoyó la cabeza sobre el pecho de su primo,


acomodándose en el fuerte latido cardíaco que podía oír por
debajo del fino material. Su primo se sentía bien en sus
brazos, como en casa. El amor que Jory sentía por su primo
era una fuerza pura, brillante, salía de él como un estallido
de luz solar. Era algo raro abrazar solo por afecto. A pesar
de que todos sus amantes lo abrazaban, siempre era
después del sexo. Había olvidado lo que se sentía al
acariciar simplemente a un ser querido, incluso si solo era
familia.
—Te extrañé Tor.

—Yo también te extrañé, cachorro. Sabes que tu padre


te ama mucho.

—Lo sé. —Podría tener una tumultuosa relación, pero


Jory sabía que su padre lo amaba. Se trataba de un
abrumador, asfixiante tipo de amor, que le obligaba a
luchar y escapar, pero era la única manera en que el fuerte
rey sabía cómo demostrarlos—. Solo necesito hacer esto
por mí mismo. No puedo ser su bebé para siempre.

Tor se echó a reír otra vez.

—Acéptalo Joriah. Siempre serás el bebé de tu padre.


Solo tienes que demostrar que puedes tomar alguna de las
decisiones por tu cuenta. Le informaré que estás sano y
feliz, y que me informarás si la situación cambia y tengo
que venir. ¿Trato?

—Trato.

Jory estuvo en silencio un momento.

—Vi a el guardaespaldas de Detrius, un momento en el


mercado. Fue quien me disparó y mató al criado.

El cuerpo de Tor se puso rígido debajo de sus mejillas.

—¿Está?
Asintiendo con la cabeza, Jory se acurrucó más cerca,
como si en su primo más grande pudiera protegerse de la
verdad.

—Cuando papá me dijo que Detrius iba a matarme,


pensé que era para que viniera aquí, pero no es así,
¿verdad? Realmente mi hermano me quiere muerto. —
Parpadeando intermitentemente, con valentía, mantuvo sus
lágrimas sin bajar por las mejillas, pero nada las detuvo de
aparecer en sus ojos.

Tor acarició su cabeza.

—Yo no pensaba en Detrius, —dijo Tor—. Pensaría en


esa perra con la que se casó.

—¿Cassitty? ¿Por qué iba a querer matarme? Siempre


ha sido muy agradable cuando nos reunimos.

—Eso es porque si te hubiese dicho que “eras una


escoria de los bajos fondos que serías rechazado por los
dioses por amar a otros hombres” se lo dirías a tu padre.

La amargura en la voz de Tor le dijo que estaba


contando su propia historia.

—¿Ella te dijo eso?

—Y más.

—¿Por qué no dijiste nada? Podríamos haber ido a mi


padre. —El hecho de que su querido primo fuera tratado
mal por su cuñada enfureció a Jory más allá de las
palabras.

—Puedo pelear mis propias peleas, Jory. ¿No has oído


del lamentable incidente en el que alguien le pintó toda la
suite de su dormitorio en negro?

Jory se rió.

—¿Fuiste tú?

—No lo admitiré y he pagado lo suficiente para que lo


nieguen. —Tor se echó a reír.

Hubo una pausa, mientras ambos, estuvieron


disfrutando en silencio de la compañía del otro.

—Así que dos compañeros, ¿eh?

—Sí, no puedo decir que no estoy ocupado.

Los dos se echaron a reír. Estaban uno al lado del


otro, como hacían cuando eran más jóvenes y sin
preocupaciones, la pareja pasó las siguientes horas
poniéndose al día con todo lo que habían hecho desde la
última vez que se vieron.
CAPITULO
CAPITULO TRECE

L os preparativos de la boda iban bien, y sus

hombres se asentaron en una rutina de no gruñirse el uno


al otro, dentro o fuera de la habitación. La cercana muerte
de Jory les unió hasta casi estar siempre contra Jory. No le
importaba. Todavía sabía cómo distraer a sus hombres.

La mayor parte de sus familiares habían llegado para


la boda, a pesar que preparó una muy incómoda cena con
sus compañeros, todos sus hermanos y su padre, pensó por
un momento que sus hombres se transformarían en
dragones y se los comerían antes de que la noche hubiera
terminado.

Estaba un poco sorprendido cuando su padre estuvo


un poco arrogante en deferencia a la ocasión. Detrius le dio
a Jory una sonrisa suave, pero Jory no sintió ninguna
animosidad de su hermano o cuñada, quienes le llevaron un
fabuloso par de zapatos hechos a mano teñidos de un azul
profundo. Estaba totalmente desprevenido para lo que
sucedió después.
Ella lo estaba esperando en su habitación cuando fue
para prepararse.

—Hola, Jory. —Le dijo Cassitty con su perfecta voz


suave y modulada. Su cuñada le esperaba en su cama,
saludándole de la misma manera cordial que siempre hacía.
La única cosa que arruinaba la imagen perfecta de dama
era la gran pistola láser que llevaba en su mano derecha—.
Si quieres vivir más allá de los siguientes cinco minutos, te
recomiendo que consigas nuevos guardias. Ni siquiera
piensan en registrar a una dama.

—Guardaré en mi mente tu recomendación. —Dijo


Jory con una voz seca. Mentalmente tenía planes para
patearla el culo.

—No te molestes. No te va a ayudar en la tumba, pero


me voy a asegurar que tengas un funeral espectacular.
Podría incluso llorar.

—No quiero que te descubras. —Jory escaneó


diferentes maneras de salir de esta situación. No creía que
su curación natural pudiera con un agujero de tres
pulgadas que atravesará su corazón antes de desangrarse
hasta morir—. Nadie creerá que fue una muerte natural con
un enorme agujero en mi cuerpo.
—Es por eso que vas a ir a la terraza y saltar.

Jory se echó a reír.

—¿Y por qué iba a hacer eso?

—Porque tu tío quería que lo hiciera pasar como un


accidente.

Ahora las piezas encajaron.

—Detrius nunca ha querido verme muerto, ¿verdad?

Cassitty rió, un duro sonido chirriante.

—Extrañamente tu hermano estará afectado. En


realidad llorará lágrimas reales cuando te hayas ido. No
crees que podrás continuar atacando a los barcos de tu tío,
¿verdad? Tus pequeñas travesuras nos costaron mucho.

—¿Tú y el tío Sal? —No podía forzar el resto de la


frase fuera de su boca. La idea le hizo querer vomitar bilis.

—¿De verdad eres tan ingenuo? No es un secreto que


Detrius y yo somos un matrimonio de conveniencia. Con él,
tengo la posición y el poder, pero con tu tío todo lo que he
querido.

—Pero vendes a la gente por dinero. —El estómago de


Jory se batió en repulsión.

—No son personas. Son propiedades, y ¿por qué


debería importarme lo que les sucede a esas putas de dos
células sino es por el dinero que me iba a llevar? Ahora sal
y quédate en el balcón. Si no cooperas, me meteré en la
cama de tu hermano y le volaré sus jodidos sesos.

—¿Cómo sé que no lo harás de todos modos?

Cassitty le dedicó una sonrisa que le heló la médula.

—Te doy mi palabra, y nunca, nunca he roto mi


palabra, ¿verdad hermano?

—No que yo sepa.

—Y te prometo que, si no saltas, te mataré, mataré a


tus guardias, e iré por el pasillo y dispararé a tus
pervertidos compañeros. —Modificó su voz con una
cantarina cualidad—. Te estoy salvando realmente. Te
ahorro tener relaciones sexuales con esos monstruos
cambiando de forma.

Había una mirada en sus ojos que Jory nunca había


visto antes y lo golpeó. Ella no solo era una asesina, estaba
loca. No había manera en que saliera vivo de allí. Jory
envió una breve oración a un dios cualquiera que pudiera
estar escuchando y se dirigió a las puertas del balcón.

—Eso es. Sabía que te sacrificarías por los otros.


Siempre fuiste un hijo de puta altruista.

Mientras caminaba, Jory trató desesperadamente de


buscar una situación, pero en realidad no había ninguna.
—Camina hasta el borde. —Le dijo Cassitty con voz
calmada—. Quiero ver cómo te resbalas.

No por primera vez se opuso al hecho de que ninguno


de los balcones tuviera barandillas para proteger a los que
no eran dragones. Si sobrevivía a esto, iba a instituir
medidas inmediatas de seguridad.

Había esperado un gran discurso final, ya que ella


parecía tan aficionada a ellos. Lo que no esperaba fue el
rápido empujón sobre el borde o el grito que siguió al fuego
de la bláster. Jory dejó escapar un grito de sorpresa cuando
enormes garras azules se agarraron a su muñeca, y unas
verdes igual de grandes agarraron la otra, frenando su
descenso. Colocándolo suavemente sobre sus pies en el
suelo, mientras su corazón golpeaba contra su pecho.

Junto a él aterrizaron dos increíblemente familiares


dragones, dragones que veía en la espalda cada vez que se
miraba en el espejo.

Hubo un destello de luz, y entre una respiración y la


siguiente, los dragones se convirtieron en sus amantes. No
dijo ninguna palabra antes de que ambos hombres lo
envolvieran en un abrazo.

—Mi tesoro. —La humedad le rozó sus mejillas cuando


Val colocó besos en su rostro, y Rai le acarició por detrás,
sus brazos como un tornillo.
—Estoy bien pero no puedo respirar.

—Podrás respirar más tarde. —Dijo Rai con voz


áspera—. Casi te perdemos de nuevo. Vamos a rodearte
con tantos guardias que nadie aparte de nosotros podrá
acercarte a ti.

—Tu padre dijo que podrías tener a tu guardia


personal aquí. Le voy a tomar la palabra. —La voz de Val
no permitía discusión.

Jory no se molestó en objetar. Dejó que sus amantes


gruñeran y le espachurraran durante un tiempo antes de
que se aseguraran de que estaba bien.

—¿Qué paso con Cas?

—Tu hermano la disparó cuando vio como te


empujaba de la repisa, y tu dragón la escupió ácido en la
cara. —Dijo Rai—. Llegamos a tiempo para verla empujarte.
Val y yo cambiamos, pero no pudimos llegar antes de que
llegaras al borde. —Un escalofrío pasó por Rai.

—Estoy bien, y creo que estábamos a punto de


casarnos.

Val tomó una respiración profunda que Jory oyó como


si tuviera escofina1 en sus pulmones. Sus amantes

1
N de C: Especie de lima, pieza de acero o hierro que se utiliza, sobre todo los carpinteros, para

trabajar e igualar piezas.


lentamente le dejaron en libertad, tomando cada uno una
de sus manos.

—Vamos a casarnos, —dijo Val tirando de él y de Rai.

—Voy a usar lo que llevo puesto. —No tenía ninguna


prisa por volver a su habitación.

Jory sabía que todos sus problemas no se habían


resuelto, y que tendrían que hablar con su hermano, pero
estaba dejando todo hasta que se hubiera casado y
estuviera enlazado con sus compañeros.

Después de casi haber perdido la vida, recordó lo que


era importante, y nada era más importante que vincularse
con sus compañeros para siempre.
EPILOGO
EPILOGO

E l matrimonio, la coronación y la ceremonia de

enlace, o como quisieran llamarlo, fue de un tirón, si


ignoraba la muerte de su cuñada, cosa que Jory estaba
totalmente dispuesto a hacer. Jory prometió amar y cuidar
a sus dos compañeros, y ellos prometieron lo mismo a
cambio, ahora era el momento para que se aseguraran que
entendieran que no iba a ser el relleno de su sándwich real
para el resto de su vida.

Sonriendo, se acercó a la habitación que ahora


compartía con sus compañeros. Al abrir la puerta se escapó
rápidamente de los agarres en sus manos y fue al otro
lado. Ambos cruzaron sus brazos y miraron su evasión.

—¿Qué pasa? —Preguntó Val.

—Sí, ¿por qué estamos castigados? —Preguntó Rai.

—¿Quién dijo algo acerca de castigaros? —Jory


preguntó sorprendido.

Rai no dio marcha atrás.

—Estás fuera de nuestro alcance.


—Necesito un favor de noche de bodas.

Los hombres se relajaron tontamente.

Val dio un paso adelante.

—Cualquier cosa para ti, tesoro, ya lo sabes.

—Lo mismo digo. —Rai estuvo imprudentemente de


acuerdo.

Jory ocultó su sonrisa, con el tiempo aprenderían a


moderar sus promesas, pero hoy en día todavía podía
tomar ventaja.

—Quiero que os beséis.

—¿Qué? —Val se alejó del rey, pero Jory no vio


repulsión en los ojos, solo sorpresa.

—¿Por qué? —Preguntó Rai.

—Porque esto es una relación, nosotros tres. —Movió


la mano para abarcarlos a ellos tres—. Y quiero que
vosotros estéis cómodos tocándoos.

Oh, quería mucho más, pero se tenía que conformar


con un beso… por ahora.

Los compañeros de Jory se giraron uno al otro.


Escondió su sonrisa. Parecían más como soldados
decidiendo un plan de batalla que dos hombres a punto de
besarse.
Ambos le dieron a Jory una última mirada incierta,
como si estuvieran esperando que declarase horrible esa
idea. En su lugar, les dio el visto bueno, alentándoles.

Poco a poco, se fueron acercando hasta que estuvieron


nariz con nariz. Val deslizó sus manos por el pelo de Rai.

—Un beso. —Le oyó murmurar a Rai.

Rai asintió con la cabeza, pero a Jory le pareció


extrañamente nervioso.

El corazón de Jory saltó en su pecho mientras los dos


hombres comenzaron un beso que comenzó y terminó lleno
de vapor.

Cuando finalmente se separaron, Jory estaba desnudo


y acariciándose a sí mismo hasta casi terminar.

—Oh, joder Rai, comenzó sin nosotros.

Rai se humedeció los labios, Jory no sabía si era por


su desnudez o para absorber el beso de Val.

—No podemos dejar que se corra solo. No cuando


tiene dos compañeros. —Dijo Rai.

Val agarró la cabeza de Rai y le dio un beso hasta


quedarse sin sentido.

—Estoy de acuerdo. —Le dio a Rai una amplia sonrisa.

Joder.
Jory se derramó sobre el mármol blanco brillante.

—Lo bueno es que es fácil de limpiar, amor. —Dijo Rai


con una sonrisa.

Val asintió con la cabeza.

—Nos da mucho tiempo para jugar contigo hasta que


estés duro de nuevo.

Los dos hombres tomaron a Jory y tiraron de él hacia


abajo a la cama grande.

Val besó la mejilla de Jory.

—Besa muy bien, —le susurró a Jory al oído.

—¿A qué si? —Estuvo de acuerdo Jory.

—Val lo es también. —Coincidió Rai—. No sé si vamos


a hacer algo más, pero estoy seguro de que podemos
compartirte y tocarnos ocasionalmente el uno al otro. —Rai
miró a Jory con una mirada de consideración—. Tal vez
algún día podamos atarte y hacer que te corras.

Val gimió.

—Definitivamente me gusta esa idea.

Sí, esto iba a salir bien. Sonriendo cuando sus dos


amantes se desnudaron, Jory se empapó del amor de sus
compañeros. Ojalá algún día, sería capaz de verlos amarse
el uno al otro. Con ese objetivo en mente, Jory fue a
complacer a sus hombres.

Fin
ACERCA DE LA AUTORA

A mber Kell soñó con escribir las historias de su cabeza por más

tiempo del que puede contar.

Vive en Texas con su marido, sus dos hijos, dos gatos y un muy estúpido
perro.

Para saber más de sus libros actuales o los que están en progreso, revisa
nuestro blog en

http:// amberkell.wordpress.com.

Sus fans también pueden localizarla escribiéndole a


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Coordinacion de proyectos

Perversa
Traduccion

alex
Correccion

luisfer
diseno y formato

pervy
portada

Gaby
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