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LENGUA Y LITERATURA 2º BACHILLERATO.

CURSO 2010-2011
1. ARGUMENTO

La historia se centra en la Amazonía ecuatoriana y cuenta las aventuras de Antonio José


Bolívar Proaño, un anciano que habita en El Idilio, una remota población que solo recibe la
visita de un barco dos veces al año. Para matar las largas noches de su vejez, a nuestro
protagonista le gusta leer novelas de amor que le lleva dos veces al año su amigo el
dentista Rubicundo Loachamín, y procura mantenerse alejado de las ambiciones y locuras
de sus convecinos blancos. Un día se ve obligado a tomar parte en la cacería de una tigrilla
que ronda por los contornos después de que un insensato gringo matara a sus cinco crías e
hiriera a su macho, convirtiéndose desde entonces en un peligro para la comunidad.
Durante la caza, Antonio José descubrirá los verdaderos motivos que llevaron al animal a
convertirse en un cazador de hombres y le llevará a sentir una mayor comunión con el
animal que con sus congéneres.

Partiendo de esta anécdota, Sepúlveda narra la vida del protagonista: su juventud, la


llegada a la jungla como colono y su convivencia con la tribu shuar que le permite conocer
diversos aspectos de la cultura de esta tribu: comidas, forma de vestir, códigos de cortesía
e incluso el embrutecimiento de los shuar debido al contacto con la civilización y sobre
todo con el alcohol. Junto a los shuar, Bolívar aprenderá a conocer, respetar y amar la
selva. Después de un tiempo con ellos, vuelve a El Idilio, donde se dedica a la caza, a
mirar con ojos críticos cómo su amada selva va siendo destruida y a leer novelas de amor,
“del verdadero amor, del que hace sufrir”, y que, a ser posible, tengan un final feliz.

2. TEMÁTICA

2.1. La relación del hombre con la Naturaleza

Es el tema principal de la novela. Sepúlveda plantea las diferentes dimensiones que


integran la relación del ser humano con su entorno natural:, a partir del enfrentamiento
entre civilización y Naturaleza. En el texto se determina fuerzas ideológicas diferentes de
acuerdo con la situación del sujeto con respecto a la naturaleza amazónica: los indios
shuar, los animales. el viejo Antonio José Bolívar frente al alcalde, los gringos, los
buscadores de oro y los colonos.

El contraste con la actuación del hombre blanco es determinante para que el lector perciba
las consecuencias de los actos del ser humano con relación a la ecología. Si se persiste en
destruir el ecosistema, se producirá un desequilibrio cuyo carácter irreversible terminará
con la vida misma del planeta. Los hombres primitivos, como los indios shuar, e incluso
los animales, sí han captado esta situación y se desenvuelven de acuerdo a las leyes
naturales. Pero también se produce un caos en la naturaleza cuando hay individuos
inescrupulosos que la explotan –gringos, buscadores de oro y algunos colonos- al buscar
en ella un fin meramente utilitario.

Los shuar como modelo del hombre natural

Los shuar se sienten parte de la naturaleza y actúan en consonancia con ella: la cuidan y
por eso sólo se quedaban tres años en cada sitio, no hacen daño a los animales ni a la
vegetación. Toda una vida en la selva hace al shuar poseedor de una sabiduría de la
misma y de un cuerpo fuerte y ágil. Cuando los primeros colonos llegan a El Idilio deben

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luchar muy fuerte con esa naturaleza desconocida y avasalladora; es gracias a esas
características de los shuar unidas a su espíritu colaborador que la gente del lugar puede
sobrevivir: “...de ellos aprendieron el arte de convivir con la selva”. Sus costumbres,
creencias, mitos, medicinas, ideas del amor y de la muerte, están regidas por sus propias
leyes basadas en el ritmo de la naturaleza selvática.

Los indios shuar encarnan en la novela el respeto y la convivencia con la naturaleza; son el
pueblo indígena amazónico más numeroso, con decenas de miles de habitantes (según la
fuente consultada varían entre treinta y cinco y ochenta mil) asentados entre las selvas del
Ecuador y Perú. En muchas publicaciones suelen aparecer con el nombre de “jíbaros”,
término despectivo que les dieron los conquistadores españoles hace siglos para acentuar
el lado más salvaje de algunas de sus prácticas ancestrales. Algunas de sus tradiciones,
rituales y costumbres se podrán ir conociendo a lo largo de la lectura de la obra de
Sepúlveda –a veces rozando una visión casi maniqueísta–.

Los animales

A los animales de la selva amazónica se les adjudica sólo características positivas, no son
crueles y atacan únicamente si se les agrede antes. La tigrilla enloquece de dolor al
encontrar a sus crías muertas y al tigre macho herido y por esa razón es que este animal
ataca al hombre. Sus víctimas fueron: el gringo infractor, el buscador de oro Napoleón
Salinas, Miranda y su acémila, Plascencio Puñán. Pero esas muertes el viejo las justifica
porque en ellas ve un acto de justicia: “Un cruento, pero ineludible, ojo por ojo”. Dado que
el animal está más cerca del medio natural que el hombre “civilizado”, también demuestra
más inteligencia para sobrevivir.

La destrucción de la Naturaleza

La denuncia de la destrucción de la Amazonía es el motivo presente en toda la obra y


sobre el que se desarrollan el resto de los temas y narraciones, no solo porque la acción
transcurra en un poblado de la selva ecuatoriana rodeado de bosques vírgenes milenarios
(en el Valle de Nangaritza), sino porque incluso la dedicatoria de la obra y del premio con
el que fue galardonada (“Tigre Juan”, 1998) la realiza el autor a Chico Mendes, un activista
ambiental que dedicó su vida a luchar por la conservación del Amazonas, asesinado en
1988, e icono de esta causa. Se critica la barbarie humana, que antepone sus intereses a
todo lo que le rodea.

“Tanto los colonos como los buscadores de oro cometían toda clase de errores estúpidos
en la selva. La depredaban sin consideración, y esto conseguía que algunas bestias se
volvieran feroces”. Aparecen como individuos que sólo buscan su propio beneficio. Por
ejemplo, el alcalde, quien llega a cobrar impuestos a El Idilio y a vender permisos de caza
y pesca. El móvil del alcalde es el negocio fácil, lo que a él le interesa es sólo el dinero. A
los buscadores de oro se les describe como: “Individuos sin escrúpulos venidos desde
todos los confines sin otro norte que una riqueza rápida”. Ellos mantienen buenas
relaciones con el alcalde porque lo pueden manejar a su antojo; eso no lo pudieron lograr
con el anterior representante de la ley, y por eso lo mataron. Los buscadores de oro y los
gringos irrumpen en el medio natural de la selva sin conocimiento alguno, sólo los
conduce la avidez material o la sensación de poder y orgullo; por lo tanto, no hay
intercambio de bienes entre ellos y la naturaleza a la cual explotan. Los gringos le sacan

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provecho a la selva mediante la adquisición de pieles para venderlas luego a grandes
precios, e incluso matan a los cachorros sólo para después retratarse con sus pieles.

No son sólo estos grupos humanos los que tratan de beneficiarse según el texto; la misma
fundación de El Idilio está basada en el engaño del Gobierno que nunca cumplió las
promesas hechas a los colonos: por lo consiguiente, entre el Gobierno y los colonos
tampoco existe intercambio de bienes. El Idilio y su región selvática aledaña has sido
dejadas a la “mano de Dios”, una vez que se cumplió el deseo de las autoridades
gubernamentales de que ese territorio estuviera poblado, por conveniencias meramente
políticas.

La ironía y la burla son recursos que se emplean como parte de la denuncia o crítica social
inmersa en la novela, en relación con la depredación del ambiente: “...los colonos
destrozaban la selva construyendo la obra maestra del hombre civilizado: el desierto”. Los
gringos: “se las saben siempre todas”. La burla está presente sobre todo en las
descripciones que se hacen del alcalde. Cuando los colonos van en la expedición con el
alcalde, se destaca su figura amorfa y ridícula, además de los errores que él comete. Estos
recursos de estilo crean una atmósfera de rechazo hacia estos personajes y sus actitudes.

El hombre natural

El proyecto ideológico del autor se resume mediante su propuesta de que el hombre


íntegro es el que vive en contacto con la naturaleza, ya que la civilización lo corrompe.

2.2. El valor de la lectura

En nuestra sociedad, aunque se trate de fomentar la lectura placentera, se le suele dar más
importancia a la dimensión instrumental de la actividad lectora. Esto no pasa por la mente
de nuestro protagonista, Bolívar Proaño, que recurre a la lectura de novelas de amor en
busca de entretenimiento para relajarse, sosegarse y alejarse de la soledad en sus últimos
días. En ocasiones, bien es cierto, que la lectura le permite conocer ciudades lejanas e
incomprensibles como Venecia, pero éste no es su objetivo primordial. La lectura consigue
deslumbrar a nuestro protagonista por la temática amorosa y desgarradora de sus novelas
y por los hechos maravillosos que en ellas suceden. Nuestro insaciable lector tiene muy
claros cuáles son sus gustos literarios e incluso se permite realizar una “inocente” crítica
literaria: no le gustan los libros de geometría porque no los entiende, opina que los de
historia están llenos de mentiras y rechaza Corazón de Edmundo de Amicis por acumular
excesivas desgracias; en cambio le encanta la novela amorosa El Rosario de Florence
Barclay por acumular pasiones y sentimientos desmedidos y tener un feliz desenlace. En la
ímproba labor de conseguir material de lectura en una región tan aislada, Bolívar cuenta
con la ayuda del doctor Loachamín, el dentista, que, cada seis meses y aconsejado por una
prostituta aficionada a la lectura, Josefina, provee al voraz lector de novelas de amor.

2.3. El amor

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Este tema se presenta como otro discurso de ficción dentro del primer discurso ficcional
que es la novela. Es el Dr. Rubicundo Loachamín quien le facilita a Antonio José las
novelas de amor que tanto le gustan. Pero el dentista no es quien las escoge, sino una
prostituta, ya que ese tipo de lecturas era propio de mujeres. Las novelas de amor forman
parte de la existencia del viejo y cuando el Dr. Loachamín se las entrega, las aprieta junto
al pecho, indicio de que son muy queridas por él. Esta particularidad de que a un hombre
le gusten las novelas de amor constituye un signo de su carácter: Antonio José, como
persona muy humanitaria, se siente atraído hacia un sentimiento tan noble como lo es el
amor. Y es ese amor ideal, lleno de lágrimas, sacrificado, pero con final feliz que le llama
la atención en los textos.

Tal vez por esa razón el viejo participa de la concepción de amor de los shuar: “Era el
amor puro sin más fin que el amor mismo. Sin posesión y sin celos”. Así era la relación
que tenía con su esposa Dolores Encarnación y luego con la mujer que el shuar anfitrión le
rogaba que aceptara durante la estación de las lluvias. Era un amor lleno de sensaciones,
de sensualidad, sin violencia ni precipitación.

El título Un viejo que leía novelas de amor crea la expectativa de que el texto posea muchos
elementos relacionados con este sentimiento. No obstante, aunque no se encuentren en
abundancia esos rasgos, el hecho mismo de que el viejo prefiera ese tipo de lecturas, lo
perfila como un hombre sentimental muy particular.

2.4. Otros temas

La envidia es un motivo constante en la obra de Sepúlveda; en alguna ocasión manifestó


su desdén por la envidia chilena, de la que dijo que deberían exportarla. En la obra
encontramos algunos ejemplos. Otros motivos: la vejez, la soledad, la miseria, la
educación...

3. ASPECTOS TÉCNICOS Y FORMALES

3.1. El punto de vista

La novela está narrada por un narrador en tercera persona, de carácter omnisciente,


aunque con focalización en el protagonista, Antonio José Bolívar Proaño. En una parte del
capítulo 8 este narrador omnisciente se convierte en un narrador en segunda persona, el
propio Antonio José Bolívar, en una especie de monólogo interior o discurso vivencial
antes del enfrentamiento final con la tigrilla.

3.2. La técnica narrativa

La técnica narrativa es la de un relato tradicional: narrador omnisciente, linealidad,


desarrollo en planteamiento, nudo y desenlace.

3.3. El tiempo

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La historia principal sigue un desarrollo lineal, interrumpido por frecuentes flash backs,
cuya función principal es la de narrar la historia anterior al momento del relato de los
personajes principales, o recuerdos concretos del protagonista asociados a la situación
presente.

Igualmente hay digresiones, que interrumpen el desarrollo de la acción. Las más


importantes son las relativas a las novelas que lee el protagonista.

3.4. El desarrollo de la acción

Existe una acción principal: la partida de caza para dar muerte a la tigrilla, que se extiende
por todos los capítulos. Sobre ella se integran las diferentes historias y recuedos de los
personajes, especialmente la de Antonio José Bolívar.

La novela está compuesta por ocho capítulos. Existe continuidad entre ellos, salvo los
capítulos 3 y 4, que constituyen un flash-back en el que Sepúlveda narra la historia del
protagonista.

Planteamiento Caps. 1 y 2 Muerte del gringo


Flash-back Caps. 3 y 4 Historia de Antonio José Bolívar
Muerte de Napoleón Salinas (cap. 5)
Nudo Caps. 5 y 6
Muerte de la mula de Miranda (cap. 6)
Partida de caza. Nuevas muertes (cap. 7)
Desenlace Caps. 7 y 8
Duelo de Antonio José con la tigrilla (cap. 8)

3.5. El espacio

La novela transcurre en El Idilio, un poblado en la selva ecuatoriana en el Valle del


Nangaritza, uno de los más biodiversos del planeta, conocido ser caudaloso, muy extenso
y profundo, donde se puede encontrar una gran variedad peces. El espacio geográfico
corresponde a la amazonía, región de América del Sur que se caracteriza por su
exuberancia de flora y fauna.

En esta región se ubica El Idilio, pueblo en donde tienen lugar muchos de los
acontecimientos de la novela. De él se dice que es un “...rincón perdido del oriente”
Cuando el viejo llegó ahí por primera vez con su esposa, sólo existía una choza; después
los colonos pueblan el lugar a conste de esfuerzos y privaciones. También se nombran tíos
que pertenecen a esa extensión, tales como: el río Nangaritza (al frente de él tiene el viejo
la choza), el Zamora, el Yacuambí. Hay un puerto fluvial importante que es “El Dorado”,
en donde se ubica un puesto policial y también ahí arriba el barco “El Sucre”.

En San Luis, un poblado serrano aledaño al volcán Imbabura, Antonio José conoce a
Dolores Encarnación; allí se casa y permanece unos años. Cuando la pareja va rumbo a la
amazonía, pasan por las ciudades de Zamora y Loja, pero solo las ven de lejos. En realidad
la única ciudad grande que Antonio José había conocido fue Ibarra, El viejo también
anduvo por la cordillera del Cóndor,
Si se observa el mapa, todos los nombres de los lugares aludidos corresponden a la
realidad referencial, circunstancias que crea un carácter de verosimilitud dentro del texto
de ficción. Sitios como El Dorado, Loja, Zamora, Marañón (río que da origen al

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Amazonas), se ubican en la parte sur del territorio ecuatoriano. El pueblo El Idilio
probablemente se podría encontrar dentro de lo que se conoce como “zona de litigio” y
que estaría situada entre Ecuador y Perú.

4. ESTILO

La novela conecta con el mejor realismo de la década de los cuarenta de la narrativa


hispanoamericana, e incide en esa lucha del hombre con la naturaleza que representaron
importantes novelistas como José Eustaquio Rivera. Por otro lado, también recoge esa
sintonía entre fantasía y realidad que representó el “realismo mágico”; como en este
movimiento, el lenguaje derrocha creatividad, imágenes originales y un estilo sencillo y
directo que capta al lector. Los procedimientos discursivos son variados: narración
(fundamentalmente), algunas descripciones, digresiones y diálogos.

Aparecen abundantes términos y expresiones del español de América (“cojudo”;


“gringo”), y, especialmente, palabras relacionadas con la selva (“guatusas”; “capibaras”;
“saínos”), que ayudan a crear, por su componente exótico, ese clima de misterio tan
característico de las novelas de aventuras. También son numerosos los episodios
humorísticos, que aligeran el tono de la novela (“El Gobierno tiene la culpa de que tengas
los dientes podridos”; “Y usted, que traspira tanto, todo saladito, es una invitación para
estos bichos”).

5. ORIENTACIONES SOBRE EL COMENTARIO CRÍTICO

El compromiso ecologista

La dedicatoria de la obra y del premio con el que fue galardonada (“Tigre Juan”, 1998) la
realiza el autor a Chico Mendes, un activista ambiental que dedicó su vida a luchar por la
conservación del Amazonas, asesinado en 1988, e icono de esta causa.A modo de
curiosidad podemos señalar que la compañera de lucha de Chico Mendes, Marina Silva,
fue nombrada en 2003 ministra brasileña de Medio Ambiente por el presidente Luis Inácio
Lula da Silva.

La destrucción del medio ambiente

La selva amazónica está considerada la cuenca fluvial más grande del mundo, un
gigantesco ecosistema de selvas tropicales que se extiende sobre un área de siete millones
de kilómetros cuadrados. Los expertos consideran a esa zona como la reserva biológica
más rica del mundo, con varios millones de especies de insectos, plantas, pájaros y otras
formas de vida, muchas de las cuales todavía no han sido catalogadas por la Ciencia. Y
sobre ella pesa continuamente la amenaza de su destrucción: hasta el 40% de la selva
amazónica podría desaparecer antes del 2050, a menos que se apliquen medidas para la
conservación de ese enorme ecosistema, según se desprende de un informe elaborado por
el científico brasileño Britaldo Silveira Soares-Filho, y que ha sido publicado en la revista
científica Nature3.

La desaparición de la selva ecuatorial

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Las selvas ecuatoriales son los ecosistemas más ricos y complejos de toda la Tierra. La
abundancia de agua y las pocas variaciones estacionales permiten a los seres vivos de estas
regiones desarrollarse sin limitaciones a lo largo de todo el año, lo que origina una
extraordinaria biodiversidad. En cada hectárea de selva ecuatorial se han llegado a
contabilizar 1.500 especies vegetales diferentes (de ellas 200 son árboles), 400 de aves y 100
de reptiles. Además, en algunos de los grandes árboles viven 1.000 insectos diferentes, e
incluso aún existen numerosas especies desconocidas para la ciencia. Esto la convierte en
la gran reserva de biodiversidad (entre el 70% y el 90% de las especies del planeta).

Y sin embargo, estos bosques que durante miles de años habían permanecido intactos
están siendo destruidos a un ritmo alarmante. Cada año se pierden 16 millones de Ha. Las
causas son las explotaciones madereras que llevan a cabo compañías multinacionales, la
sustitución del bosque por pastos para el ganado, cuya carne normalmente se comercializa
en los países desarrollados, y por último la agricultura de subsistencia que realizan los
indígenas impulsados por su necesidad de conseguir tierras.

Pero a pesar de todo este despliegue de vida, la selva ecuatorial es un ecosistema muy
frágil. La circulación de los nutrientes es muy rápida y se produce a través de los seres
vivos, dado que las altas temperaturas aceleran las reacciones químicas y la
descomposición de los restos orgánicos. Esto quiere decir que los nutrientes no se
concentran en el suelo, sino sobre todo en los árboles, que además son los que crean el
microclima adecuado para el desarrollo del resto de la vegetación. Por este motivo cuando
se talan para conseguir pastos o madera, el suelo, muy pobre en nutrientes, queda
expuesto a las fuertes Iiuvias y sometido a un proceso de lavado muy fuerte (arrastre de
las sales minerales por el agua) que lo hace inservible a los pocos años.

La comunidad shuar

Son aproximadamente 45.000 personas que habitan en las cuencas del río Santiago,
Marona y Pastaza. Ocupan el Este de la Provincia de Zamora y Morona Santiago y el Sur
de la Provincia de Pastaza. Los shuar son aproximadamente 35.000 habitantes y los Achurs
unos 15.000. La subsistencia se basa principalmente en la horticultura itinerante de
tubérculos, complementando con la caza, pesca y recolección que son realizadas por el
hombre; el cuidado de la parcela y también de la recolección, le corresponde a la mujer.
Ella está a cargo de los niños y de las labores del hogar, particularmente de la preparación
de la chicha y de la cocina. Utilizan el sistema de cultivo de roza y quema. La caza es la
principal fuente de proteínas, complementando la alimentación con la pesca y recolección
de frutos, insectos y plantas.

Sin embargo, en la actualidad la mayoría del tradicional territorio de caza está siendo
sustituido por pastizales para ganado, lo que ha traído como consecuencia el agotamiento
progresivo del suelo y una menor disponibilidad de tierras. Esto ha ocasionado la
implantación de un patrón de asentamiento sedentario, el mismo que está produciendo
cambios en su sistema socioeconómico. Tradicionalmente el asentamiento fue disperso,
normalmente zonificado de acuerdo a las relaciones de parentesco. Actualmente su patrón
de asentamiento se integra a la estructura político administrativa de la Federación Shuar, y
otras organizaciones. Esta formada por varias unidades llamadas “centros”, vinculados en
torno a una zona comunal, que es la plaza donde funcionan servicios tales como; escuela,
capilla centro de salud, campos de juego y lugar de reuniones sociales. Su territorio está
delimitado por el número de familias que conforman y es reconocido por las autoridades.

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Rousseau y el Emilio

Jean Jacques Rousseau (1721 – 1778) vive la mayor parte de su vida en Francia, aunque
nació en Ginebra y fue un infatigable viajero. Durante el siglo XVIII, conocido como el
“siglo del Despotismo Ilustrado” se le da preponderancia a la razón y se considera que el
“ilustrarse” es garantía de felicidad y de progreso social. De ahí que, se le adjudica gran
importancia a la educación como elemento modificador de la naturaleza humana.

La doctrina que defiende Rousseau es que el hombre natural es bueno, es la sociedad


laque corrompe esa bondad. Para buscar una salida a esta situación, Rousseau propone el
retorno a la virtud primitiva. Este escritor publica el Emilio, en 1762, obra que fue
condenada a la hoguera, y debe huir de Francia porque se dicta una orden de su
detención. Ya había participado Rousseau con artículos que se incluyeron en la
Enciclopedia y había también salido a la luz La Nueva Eloísa y El contrato social, texto que
se prohíbe en Francia. Además de esas obras, tiene numerosos discursos, Las confesiones,
Sueños, Reflexiones de un paseante solitario.

En el Emilio, obra considerada como “novela de educación”, Rousseau propone una


educación triple, la primera es la que brota de la misma naturaleza, la segunda viene de
los hombres y la tercera de las cosas. En la obra Rousseau de convierte en preceptor de
Emilio, un niño o alumno imaginario, y lo educa con base en esa triple secuencia que
también está acorde con su desarrollo biológico, cuyas etapas son la infancia,
adolescencia y juventud. El educador, para Rousseau, tiene que ser muy especial y hábil
porque primero tiene que conseguir poner al niño en armonía con su medio ambiente y
después, con esa base, debe conformar al hombre social.

El concepto de “naturaleza” en el siglo XX

Así como Rousseau, otros escritores han tenido presente a la naturaleza como tema
fundamental de sus textos. En la literatura latinoamericana ese asunto ha surgido en
variadas ocasiones, aunque la manera de enfocar la relación hombre-naturaleza es
diversa. Es sobre todo a principios del siglo XX cuando el centro del mundo narrado lo
constituye el espacio geográfico en la llamada “novela regionalista”. En un afán por
exponer los problemas sociales del hombre latinoamericano, los escritores dan a conocer
regiones como la pampa, el llano, la selva, la montaña, con un predominio de ese ambiente
sobre esos personajes; Doña Bárbara (1929) del venezolano Rómulo Gallegos y La
vorágine (1924) del colombiano José Eustasio Rivera son fiel ejemplo de esta circunstancia.

Ahora, a fines del siglo XX cuando la preocupación por el problema ecológico se


encuentra en su apogeo, el medio natural es también un elemento importante para la
literatura latinoamericana. En el texto de Luis Sepúlveda la naturaleza no se contempla
como ajena al hombre, ni es aquella que lo “engulle”. El elemento natural es asunto de
preocupación desde otra perspectiva: si se destruye el ecosistema, se acaba la misma
existencia del ser humano. El discurso ecológico, como eje programador del texto, remite
al contexto histórico y social latinoamericano de finales del siglo XX, en el cual el binomio
hombre-naturaleza representa una gran problemática. Como dominante discursiva, remite
a la propuesta del sujeto colectivo de que el hombre actual debe tomar conciencia de que
él es un elemento inherente de la naturaleza, por eso si la destruye también lo hace consigo
mismo.

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Crítica a la posición de Luis Sepúlveda

La propuesta del autor deja ciertos vacíos en una época como la actual. Su angustia es
válida en una coyuntura en donde los recursos naturales se están perdiendo y el hombre
aparece impotente ante esta situación irreversible. El individuo ya es hora de que tome
conciencia de su condición natural y aprenda a convivir con el medio ambiente para
amarlo y cuidarlo en vez de destruirlo. En el texto se percíbela nostalgia por volver a ese
estado natural considerado como ideal. Pero, como la de Rousseau en el siglo XVIII, la
posición de Sepúlveda a fines del siglo XX se considera demasiado idealista y romántica.

¿Cómo puede el hombre prescindir de la civilización en su condición de ser social? El viejo


protagonista de la novela, tuvo la suerte de aprender muchos secretos y leyes de la
naturaleza mediante la convivencia directa con ella; sin embargo, no tenía sus raíces en ese
lugar y por esa razón no se “compenetra” del todo con él. Por tanto, el viejo debe asumir
una postura más bien contemplativa y de reparación. ¿Es esa la actitud que debe poseer,
según Sepúlveda, el hombre frente a la naturaleza? Parece que la consigna del texto: “vivir
y dejar vivir”, se fundamenta en la idea de José Tono de que el buen posmoderno es “El
que vive su vida y nos deja en paz” (1986: 25). No obstante, ¿cómo conciliar esos dos
mundos, el natural y el de la civilización, que en el texto de Sepúlveda están tan
separados, pero que conforman nuestras vidas?

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