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ACTIVIDAD DE CLASE
INTRODUCCIÓN:
Un movimiento artístico o estilo artístico es una tendencia o estilo referente al arte con
una filosofía o meta específica en común, seguida por un grupo de artistas durante un
período; o característico de un periodo más extenso de la Historia del Arte como el
renacimiento y el barroco; o restringido a un lugar determinado, con lo que se habla
entonces de una escuela artística como por ejemplo la escuela florentina o la escuela
veneciana entre otras.
Cada movimiento o estilo artístico refleja el arte con ciertos rasgos similares durante
una etapa de tiempo, siendo un fenómeno de expresión artística que manifiesta las
características propias de la época en la que surge. Los movimientos o estilos
artísticos se clasifican por los historiadores del arte atendiendo a distintos criterios de
periodización y se proyectan en las diferentes áreas del arte (pintura, escultura y
arquitectura).
Los movimientos o estilos artísticos son entendibles no solo a partir del análisis del
contexto histórico donde nacieron o se desarrollaron, y de la que serían expresión
ideológica junto con la religión o el derecho. Sino que también, el estudio de las
variaciones o similitudes formales del contenido iconográfico de las producciones
artísticas hacen al entendimiento de los estilos, junto al análisis de la personalidad de
los artistas que han pertenecido a dichos estilos.
terreno en todos los países de Europa. El estilo que vino después del renacimiento
recibe generalmente el nombre de Barroco. Sin embargo, mientras resulta más
sencillo identificar los estilos anteriores mediante signos definidos, el caso no resulta
tan sencillo en el barroco se refiere, en tanto se ha suscitado una gran controversia en
torno a la definición y caracterización de dicho estilo.
Luego de esta breve introducción acerca de los estilos artísticos, necesaria para la
comprensión del tema que hemos de desarrollar, nos dispondremos a realizar la
comparación del estilo renacentista, manierista y barroco.
Como punto de partida, para establecer las similitudes y diferencias que podemos
encontrar en ambos estilos, indagaremos en el significado de los nombres con que se
han bautizado ha dichos estilos y el contexto histórico en el cual han surgido, en tanto
toda la producción artística de los estilos analizados, es consecuente al mundo en cual
se hallan insertos.
Renacimiento:
En este sentido, no es extraño que los italianos se daban perfecta cuenta del hecho
que, en un pasado remoto, Italia había sido el centro del mundo civilizado, cuando su
poder y su gloria decayeron en el mismo momento en que las tribus germánicas de
godos y vándalos invadieron su territorio y abatieron el Imperio Romano. La idea de un
renacer se hallaba íntimamente ligada en el espíritu de los italianos a la de una
recuperación de la “grandeza de Roma”. Los italianos del S XIV creían que el arte, la
ciencia y la literatura habían florecido en la época clásica, que todas esas cosas
habían sido casi destruidas por los bárbaros y que a ellos les correspondía reavivar el
glorioso pasado e inaugurar una nueva época.
Manierismo:
Su origen etimológico proviene de la definición que ciertos escritores del siglo XVI,
como Giorgio Vasari, asignaban a aquellos artistas que pintaban "a la manera de...",
es decir, siguiendo la línea de Miguel Ángel, Leonardo o Rafael, pero manteniendo, en
principio, una clara personalidad artística. El significado peyorativo del término
comenzó a utilizarse más adelante, cuando esa "maniera" fue entendida como una fría
técnica imitativa de los grandes maestros. Este concepto proviene de una valoración
extrema del Alto Renacimiento que no reconoce como un estilo diferente al que se
desarrolla entre 1520 y 1600 y lo considera una fase decadente del clasicismo, un
"amaneramiento de quienes trataban de copiar a los maestros clásicos sin lograrlo".
Se pensaba que estos artistas trataban de pintar "alla maniera" de Rafael, por
ejemplo, cuando estaban desarrollando un lenguaje diferente.
Juzgado severamente durante siglos como una degeneración del arte renacentista, el
manierismo sería reconocido por la crítica moderna como una fase necesaria dentro
de la evolución artística, que al margen de sus valores propios planteó muchos de los
problemas que harían surgir la estética barroca.
La actitud serena y sin problemas qué fue característica de la teoría del arte
renacentista y que también corresponde a esta tendencia, patente en todas las
manifestaciones de aquella época, de armonizar las antítesis más evidentes, va
cediendo paulatinamente ante otra actitud totalmente distinta en los escritores teóricos
de la segunda mitad de siglo XVI. Es característico de la conciencia cultural de la
época el ser a la vez revolucionaria y tradicionalista, el sentirse impulsada al mismo
tiempo a la separación y a la unificación de las normas artísticas del pasado. Si el
Quattrocento pretendía la ruptura incondicional con la Edad Media, la segunda mitad
del Cinquecento apunta a la superación y también a la continuidad del periodo
renacentista.
Esta época, que prepara tanto el pleno Barroco como el clasicismo, nos ofrece por lo
menos tres corrientes estilísticas que luchan entre sí, y que sin embargo, prevalecen
todas: una relativamente moderada, que trata de continuar la dirección del
clasicismo(representada en su forma más pura por Rafael) y de desarrollarlo de
acuerdo a las nuevas tendencias, y dos relativamente extremistas, de las que una,
representada por Correggio y otros artistas del norte de Italia, se expresa con un
nuevo sentido de la luz y del color, mientras la otra es, la del verdadero Manierismo,
pretende superar al clasicismo, colocándose en el extremo opuesto, es decir,
modificando y agrupando las formas plásticas como tales.
El arte manierista rompe o modifica las formas armónicas y universalmente válidas del
clasicismo, de tal forma que no son raras las figuras de diez y más cabezas, y las
formas se pliegan y se contorsionan como si no tuvieran ni huesos ni articulaciones;
del mismo modo que este arte abandona las representaciones claras, basadas en el
concepto de la perspectiva racional de la época áurea, por esa peculiar manera de
componer, que de forma casi medieval comprime todas las figuras en un solo plano
“abarrotado” (decimos casi medieval porque, de hecho, la plasticidad de la figura
aislada , que había sido una conquista del Renacimiento, jamás fue abandonada y
entra en contradicción con la superficialidad de la visión de conjunto, una contradicción
totalmente ajena al arte medieval, que desde el principio se había manifestado sub
specie de esta superficialidad); del mismo modo que sucede todo esto, también se
afirma ahora en la teoría del arte de la segunda mitad de siglo, uniéndose al juicio
negativo de Miguel Ángel sobre la doctrina de las proporciones de Durero, una crítica
enérgica de las tentativas que en el pasado había emprendido la teoría del arte para
racionalizar la representación artística sobre una base científica y matemática. Si
Leonardo se había esforzado en determinar los movimientos del cuerpo según las
leyes de la fuerza y el peso; si Piero della Francesca y Durero trataron de obtener los
escorzos mediante construcciones geométricas y si todos estos teóricos estaban de
acuerdo en admitir que las proporciones de la figura humana en reposo debían ser
fijadas con ayuda de las matemáticas, ahora encontramos, en cambio un
ensalzamiento a la forma en “S”, a la figura serpentinata, que irracionalmente
contorsionada y desproporcionada, leemos la significativa advertencia contra una
excesiva valoración de la doctrina de las proporciones, que es necesario conocer, pero
no siempre aplicar, sobre todo en las figuras en movimiento. Es así que la matemática,
considerada y honrada en el Renacimiento, como el fundamento más sólido de las
artes figurativas, es ahora perseguida con odio.
Barroco:
La palabra “barroco” fue un término empleado por los comentaristas de una época
posterior que combatieron las tendencias del siglo XVII, deseando ridiculizarlas. En
este sentido, dicha palabra era asociada con lo absurdo y lo grotesco. La palabra fue
empleada por personas que insistieron que las formas clásicas nunca debían ser
aplicadas o combinadas de otra manera que como lo hicieron los griegos y los
romanos.
La palabra “barroco” tenía una intención ofensiva originalmente quería decir “de forma
extraña”, y llegó significar cualquier cosa ilógica, absurda o rara. Los clasicistas del
siglo XVIII solían utilizarla para describir el desprecio o desafío de las reglas clásicas
por los artistas del siglo XVII.
El vocablo “barroco” originalmente era empleado, entre los joyeros, para designar una
perla irregular, parecida a una “verruca” y llamada por ello, verruga o “barroca”. Los
italianos señalaron así a lo que se acumula innecesariamente y, en consecuencia, a la
arquitectura sobrecargada o artificiosa, donde descollaron las volutas, los florones y
las filigranas, aplicados sin la mesura propia de los modelos clásicos.
Heinrich Wölfflin, uno de los más famosos tratadistas de arte, después de estudiar
durante muchos años las obras artísticas del Alto Renacimiento (finales del XV y
principios del XVI) y del Barroco (siglo XVII), argumentó una serie de principios que le
ayudaron a caracterizar las diferencias entre los estilos de ambos períodos. La gran
importancia del trabajo de Wölfflin reside en que éste nos proporciona categorías
objetivas e imparciales, constituyendo un sistema dentro del que podemos articular
algunas de nuestras impresiones, que de otro modo podrían resultar muy generales e
imprecisas.
En la forma abierta de la pintura barroca las enérgicas diagonales contrastan con las
verticales y horizontales del marco. Las líneas diagonales no sólo aparecen sobre la
superficie del cuadro, sino que también se arrastran hacia la lejanía. Las figuras no
están simplemente contenidas dentro del marco: éste las corta por los lados. Hay una
sensación de espacio ilimitado fluyendo más allá de los límites del cuadro. La
composición es más dinámica que estática, sugiere movimiento y está llena de efectos
momentáneos que se oponen al tranquilo reposo de la pintura renacentista.
Renacimiento
Ya hacia finales del siglo XV, se afirma la doctrina neoplatónica en la búsqueda de una
condición de espiritualidad absoluta. No es ya la verdad el fin del arte, sino la belleza.
La tesis del arte considerado como poesía se opone en lo sucesivo a la del arte
considerado como conocimiento de la naturaleza., de la visión constructiva del espacio
y del tiempo. La actitud de la academia platónica florentina busca la revelación de la
belleza inmaterial y la perfecta relación de proporciones en la elegancia exterior del
ornamento. Leonardo y Miguel Ángel reaccionan contra este esteticismo: el primero le
opone una investigación científica penetrante, el segundo un compromiso moral
severo. Ambos representan la crisis de la cultura humanística pero sólo en el sentido
de que plantean la belleza y el arte en términos nuevos, al margen de la imitación de
lo antiguo.
Manierismo
La aparición del manierismo significa unos de los cortes más abruptos en la historia
del arte, en tanto se aparta de la actitud serena y sin problemas que fue la
característica de la teoría del arte renacentista y su tendencia de armonizar las
antítesis más evidentes. La revolución que el manierismo significa en la historia del
arte, y que va a crear cánones estilísticos totalmente nuevos, consiste, en lo esencial,
que se aparta de la naturaleza.
En las primeras décadas del siglo XVI la seguridad que proporcionaban las
representaciones equilibradas, armónicas e idealizadas del arte del Renacimiento, que
eran expresión de la conciencia del hombre, el cual tenía una concepción de sí mismo
como medida de todas las cosas, comenzó a decaer, principalmente a causa de las
cuestiones de fe que surgían a debate debido a las exigencias de reforma que
procedían de los países nórdicos. Martín Lutero inició la guerra religiosa reformadora
contra la iglesia católica El rápido desarrollo del movimiento reformista confirmaba la
dimensión de las innovaciones que era necesario introducir en el seno de la iglesia. La
unidad de la Iglesia se desmoronó y su autoridad se cuestionó cada día más. La
inseguridad que trajo consigo este hecho se vio reforzada por los nuevos
descubrimientos científicos que desestabilizan la imagen del mundo. El cambio en la
percepción del mundo producido por Copérnico queda claramente reflejado en el arte
italiano de este tiempo. Los artistas perdieron, como muchos de sus contemporáneos,
la creencia en la armonía ordenada del mundo y pensaron que la concepción de las
leyes racionales, que se basaban en el equilibrio de las cosas, ya no era el medio
apropiado para plasmar una idea del mundo desvencijada. El arte manierista refleja
una situación de cambio, motivado principalmente por la búsqueda de un nuevo
idioma pictórico.
Los pintores de la nueva generación sintieron que no podían desarrollar más el estilo
que Leonardo, Miguel Ángel, y Rafael habían logrado llevar a la perfección. Los
grandes maestros habían conseguido pintar cuadros que, por un lado eran muy
naturales y reales y, por el otro lado, poseían un planteamiento distributivo perfecto.
En su opinión los artistas ya habían hecho todo lo que estaba en sus manos según las
reglas del arte de aquella época. De esta forma, al igual que hicieron los vanguardistas
modernos muchos siglos más tarde, también ellos se rebelaron contra el canon
artístico tradicional descomponiendo, desfigurando y combinando de nuevo el
repertorio de formas que la pintura renacentista había desarrollado. Es así que los
artistas se vieron con la necesidad de buscar un nuevo modo de expresión mediante
la acentuación de diversos elementos.
Los manieristas destacaron con más fuerza que los artistas anteriores el estilo de
pintura individual, la interpretación personal y la concepción pictórica. Descubrieron el
contenido simbólico de la creación artística, el momento expresivo de la pintura.
Los colores no remiten a la naturaleza, sino que son extraños, fríos, artificiales,
violentamente enfrentados entre sí. El propio Miguel Ángel o el académico Rafael
experimentaron en sus últimas obras el placer de la transgresión, desdibujando sus
figuras o dejando inacabadas sus obras.
El fin de los manieristas era crear imágenes que no fueran una representación de este
mundo y en las que se percibiera un halo de la esfera divina y extranjerizante, y no
pinturas que plasmaran la realidad de forma tan natural que el espectador creyera que
formaba parte del cuadro. Puesto que en la naturaleza no existía ningún ejemplo de
este mundo sobrenatural, los pintores dependían de su fantasía, escenificaban las
historias como directores de teatro. Intentaban desprender de sus cuadros cualquier
acercamiento al mundo real recreando una iluminación escénica irreal con dramáticos
efectos de claroscuro y mediante perspectivas obstinadas o atrevidos escorzos.
Convertían escenas religiosas en escenarios extasiados.
Entre los principales representantes del estilo pictórico manierista están: Japopo de
Pontormo, Rosso Florentino, Parmigianino, Gulio Romano, Bronzino, entre otros. En
este sentido, los principales centros manieristas en Italia fueron Roma, Florencia y
Mantua. La pintura veneciana, en su “escuela”, siguió un camino independiente,
representada en la larga carrera de Tiziano. La escuela Veneciana se caracteriza por
su sensualidad y cromatismo. Giorgione inició el nuevo estilo, con algunas obras que
podrían considerarse manieristas, como su famosa obra “Tempestad”. Sin embargo, el
único artista propiamente manierista, de todos los artistas venecianos, fue Tintoretto,
influenciado por el color de Tiziano y la tensión, las posturas difíciles de Miguel Angel.
Su obra “La última cena”, en comparación con “La última cena” de Leonardo, advierte
claramente las diferencias formales de proceder manieristas.
La obra más célebre de Vignola es, no obstante, la iglesia de los Jesuitas de Roma “il
Gesù”. El arquitecto fusionó los esquemas centralizados de la arquitectura del
Renacimiento con los longitudinales de la época medieval. En lo que respecta a la
concepción del espacio interno, Vignola se inspiró en la Basílica de San Andrés.
Tal componente emerge con mayor vigor en las residencias suburbanas levantadas
por el arquitecto y en particular en la Villa Serego en Santa Sofía de Pedemonte y en
la Villa Barbaro en Maser. La primera presenta un patio cerrado, al menos en el
proyecto original y columnas rústicas, realizadas con bloques de piedra caliza labrados
de forma irregular, y superpuestos para crear pilas irregulares. Por su parte, la Villa
Barbaro se sitúa a lo largo de un ligero declive de una colina. Si en la mayor parte de
las villas palladianas la residencia está precedida por los ambientes dedicados al
trabajo agrícola, aquí esta relación se invierte y la casa patronal precede los
ambientes de trabajo; en la parte de atrás se abre una gran exedra, que recuerda el
ninfeo de las villas romanas. Así mismo otra de sus importantes obras, fue la Villa
Rotonda, con planta cuadrada con cúpula central, dispone de cuatro pórticos laterales,
presentan un orden jónico, con entablamento y frontón. Destaca también las iglesias
que realizó en Venecia, de plantas complejas y frontones incrustados unos en otros en
las fachadas, como es la Basílica de San Giorgio Maggiore.
En lo que refiere a la escultura manierista, ésta se caracteriza por una tendencia hacia
lo alto, movimiento ascendente sinuoso, línea serpentinata, superposición piramidal
combinada con la línea serpentinata, similar a la forma de la “S”. Algunos de los
grandes representantes son Benvenuto Cellini, Juan de Bolonia y la Familia Leoni.
Cellini fue un magnífico orfebre y un magnífico técnico. Algunas de sus mejores obras
son: “Perseo” se encuentra de pie y desnudo. La figura se encuentra sobre un alto
pedestal y soporta en su mano la cabeza de Medusa. Rompe el equilibrio por la línea
abierta (brazo separado). Se separa ligeramente del clasicismo por la modificación de
los cánones. No busca un ideal sino una pose humana que ofrezca una posición
dinámica. Otra de sus obras es “Salero con Neptuno y Venus”, es una extraordinaria
pieza de oro, lo que demuestra su categoría también como orfebre. Así mismo,
encontramos en Juan de Bolonia, a uno de los más característicos representantes del
manierismo. Algunas de sus obras son: “Estatua de Neptuno”, Neptuno aparece
desnudo, esculpido con proporciones monumentales. Otra de sus famosas obras es el
“Rapto de la sabina”, ésta es una clara muestra de la tendencia a la línea
serpenteante del manierismo. Se trata de un famoso tema histórico de la antigua
Roma.
El manierismo murió en buena medida como producto de sus excesos, que lo llevaron
a fórmulas petrificadas y distantes de la realidad. En este sentido, el barroco
constituyó una vuelta al intento de representar verazmente la naturaleza, pero no ya
según el modelo ideal de los renacentistas, sino en el ámbito de una naturaleza
dinámica y que contenía en sí contrastes y tensiones. Desde esta perspectiva, pues,
cabe considerar que el manierismo supuso una transición hacia el barroco, si no en
sus fórmulas, sí al menos en las interrogantes que planteó sobre la materia artística.
Barroco
De todas las características esenciales del arte Barroco podría ponerse en primer
lugar su naturalismo. Verosimilitud, aunque toma formas variadas, es el principio al
cual se suscriben todos los artistas barrocos. En efecto, es un factor en la génesis del
barroco, concebida en oposición a las convenciones estilizadas y fantasiosas del
manierismo.
Debido al creciente espíritu científico, no nos debe sorprender que el arte Barroco
evidencie un profundo interés en psicología. Lo encontramos ejemplificado en los
retratos, en el poder de un Rembrandt, de un Velásquez o de un Bernini, para evocar a
través de una imagen, un sentido de presencia misterioso. Pero el interés del Barroco
con el fenómeno de la personalidad no es manifiesto solamente en los retratos.
Podemos observarlo también en el arte religioso. Así mismo, es característico del
Barroco que el joven héroe sea presentado no como un campeón orgulloso por su
victoria, sino como un muchacho reflexivo y triste que mira fijo, con algo de
remordimiento, a su espantosa obra. En dichos temas, el Barroco fue capaz de
explotar al máximo su gusto por la descripción de emociones mixtas.
Así mismo, otro tema recurrente en el arte religioso Barroco fue la visión y el éxtasis.
Uno de los productos más típicos del arte católico del siglo XVII fue la representación
de retablos llevados a cabo de una forma intensamente emocional. De la misma
manera, el tema católico favorito de la muerte y el martirio, inicialmente introducidos
por razones de fe, pasaron a ser luego un vehículo para la descripción de estados
extremos.
Igualmente característico, fue la introducción del humor dentro del campo del arte.
Tanto Carracci como Caravaggio, ambos considerados fundadores del Barroco, fueron
uno de los inventores de las caricaturas en el sentido moderno de la palabra. Por
caricatura se entiende a la exageración cómica y medio burlona, y al intento, un poco
compasivo, de reflejar la comprensión de los propios complejos de personalidad.
Bernini era aficionado al dibujo de caricaturas. Frívolas y ejecutadas rápidamente,
derivan del mismo sentimiento de humanidad que revelan sus retratos.
Por otra parte, el Barroco ha mostrado un gran interés en lo infinito, la cual fue
expresada en términos del espacio, la luz y el tiempo. Mencionar el espacio en el arte
Barroco, es pensar en el inmediatamente en el extenso interés por el paisaje, interés
que unió a artistas de diversas personalidades tales como Rembrandt, Carracci,
Poussin y Vermeer, entre otros. La típica pintura paisajista del siglo XVII, que impone
una rápida profundidad y una subordinación de la humanidad a la vasta escala de la
naturaleza., nos relata no sólo una visión fundamentalmente natural, sino también el
regocijo que se siente al contemplar la continuidad del espacio. Esto no quiere decir
que todos los temas exteriores del Barroco son monótonamente semejantes; lo cual se
evidencia en la variedad de la riqueza estilística de este periodo evidencia las
diferencias que surgieron del amplio acercamiento al paisaje.
Este sentimiento por la prolongación infinita se pone de manifiesto, así mismo, en los
distintos recursos ilusionistas empleados por los artistas para disolver la barrera
impuesta por la imagen plana entre el espacio físico del observador y el espacio
perspectivo de la pintura: la manos tendidas, que parecen salir más allá de la
superficie de la tela, los espejos, en los cuales se reflejan las personas y objetos no
contenidos en la obra, haciendo creer, que se está frente a él, estas y otras
invenciones similares han apuntado no solamente a crear un efecto teatral, sino
también para sugerir un flujo continuo e ininterrumpido del espacio. Los artistas
Barrocos, fueron concientes que la falta de límites puede ser sugerida por medio de lo
indefinido, como en los interiores holandeses una ventana abierta o pasaje inducen
provocativamente a un espacio más allá de lo indefinido, o como en Caravaggio y
Rembrandt, en donde la oscuridad de la escena parece indicar el profundo retroceso.
Los pintores paisajistas, igualmente, han hecho uso de la luz. Como se ve en muchos
paisajes Barrocos, el punto máximo de profundidad coincide con el área más grande
de luminosidad, el brillo en el horizonte sugiere la infinidad del espacio.
Estas son algunas de las características principales que forman el contenido distintivo
del arte Barroco.
Bibliografía
Gombrich, Ernst (1992) Historia del Arte. Alianza. Madrid.
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Barcelona: Espasa Calpe.
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Panosfsky, E.: Idea. Contribución a la historia del arte, Madrid, Alianza, 1979,
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Rupert Martin. The Baroque Readings in art history: Lecturas en la Historia del Arte del
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