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Los corintios habían sido dotados de muchos dones espirituales, más que cualquier otra
iglesia a la que Pablo haga referencia. Pero ellos habían hecho de los dones espirituales
su propia exaltación, trayendo como resultado que tenían problemas de división, y por
darles más importancia a unos que a otros habían caído en errores de interpretación y de
confusión.
De esta manera, la presencia de este capítulo 13 es dado, no solo para corregir la
desviación de la iglesia en cuanto a temas doctrinales y prácticos, sino para fijar en la
mente de los creyentes que, cualquier cosa que sea hecha en la vida personal y en la
iglesia no tendrá ningún valor si no se hace bajo el ungüento del amor.
Por cierto, que la palabra para “amor” en este pasaje es “ágape”, la palabra que define el
amor de Dios, las otras son “eros”, el amor sensual y “fileo” el amor fraternal. Así, pues, el
amor auténtico, el que permanecerá para siempre, es el amor “ápate”; el bendito y único
amor del cielo. Pablo ha dicho que nos mostraría un camino más excelente, ese camino
tiene que ver con este amor. Consideremos la superioridad de este amor.
Esto es serio y duro mis hermanos. Cualquier servicio que prestemos al Señor en la iglesia
a través de los dones espirituales, si no va acompañado de un amor genuino será eso,
“metal que resuena que hace ruido y nada más”. No permitamos que la falta de amor nos
haga insensibles aun en el servicio del Señor.
II. ES SUPERIOR A MI ELOCUENCIA INTELECTUAL
a. Hablando profecías sin amor (vers. 2)
El don de profecía tiene que ver con “anunciar o declarar” los propósitos de la voluntad
divina con el único objetivo de poner en la vida del pueblo de Dios su verdad revelada. En
efecto, el don de profecía se entiende como el proclamar la palabra recibida de Dios. Esto
sería lo que ahora llamamos la predicación de la palabra.
Los pastores, evangelistas, misioneros y todos aquellos que proclamamos la verdad
tenemos que usar este don. De esta manera también se aclara que este don más que
predecir el futuro como lo hicieron los profetas del AT y algunos del NT, ahora se conoce
por aquellos que proclaman en el evangelio.
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Por cierto, resulta interesante anotar que Pablo le dio más importancia a este don que al
de hablar en lenguas, porque este don apunta más a alcanzar al perdido, mientras que el
otro es para la edificación del creyente.
Por lo tanto, y debido a la importancia que esto tiene por ser un don que tiene que ver con
la elocuencia, si no está ungido con el amor, tampoco sirve para nada. Pudiera haber
predicaciones vacías por la falta del amor. El amor será siempre el filtro de lo que predico.
b. Entendiendo los misterios sin amor (vers. 2b)
Pablo era el hombre que poseía casi la totalidad de todos los dones que está enumerando
en esta primera parte del texto. Él dijo que nadie habló más lenguas que él, nadie profetizó
más que él y ahora habla que nadie entendió mejor los misterios y la ciencia como él. De
hecho, en 1 Corintios 2:6-16 él habla de esos misterios.
Siempre he considerado que Pablo es el más grande interprete de las Escrituras y
especialmente de los llamados misterios divinos. Pero él mismo, hablando de este tema,
nos dice que, si ese conocimiento no está sustentado por el amor, tampoco sirve: “El
conocimiento envanece, pero el amor edifica” (1 Corintios 8:1-16). Son muchos los que tienen
un gran conocimiento de las Escrituras.
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Es por eso por lo que nos deleitamos en escuchar a un maestro de escuela dominical, un
predicador de la palabra, a un erudito en idiomas bíblicos, pero de que sirve todo ese
conocimiento si no hay amor. Pablo dice que, si yo tengo el don de descifrar los misterios
de Dios, tanto que pueda revelar cosas que jamás otra persona ha descubierto, pero no
tengo amor, “nada soy”. ¡Qué solemne advertencia es esta!
c. Ejercitando la fe sin amor (vers. 2c)
Pablo sigue en esta cadena de enumeración de los dones espirituales de los cuales hemos
dicho que él era poseedor. Ahora habla de la fe, pero no como una fe natural, sino el de
una fe sobrenatural, de un tipo de fe que es un don como los que ha descrito
anteriormente. La idea de Pablo es mostrar que en efecto hay hombres con esta clase de
fe que trae e inspira los milagros.
Por cierto, que esto no sería nuevo porque el mismo Cristo, hablando de la importancia de
aquella fe nos había indicado que, si tan solo ella fuera como el grano de mostaza, le
diríamos a esa montaña que se moviera y se movería (Mateo 17:20). Aquello era una
expresión proverbial que significaba “hacer posible lo que se ve como imposible”.
El asunto es que, si alguien es poseedor de este tipo de este don milagroso, esto sería
nada si no está revestido de amor. ¡Qué manera la forma como Pablo aborda este asunto
del amor en este capítulo! El hecho de citar estos espectaculares dones donde se pone de
manifiesto el uso intelectual, carente de amor, “de nada sirve”. Oh, mis hermanos, qué
llamada de atención es esta. Si no tengo amor, pues nada soy.
En el tiempo de Pablo hubo hombres que tenían este don. Uno de los casos más notorios
fue el de Bernabé, el llamado “hijo de consolación”. Él tenía este don del que Pablo nos
habla. Vendió su propiedad y la trajo a los pies de los apóstoles para que ellos pudieran
dar de comida a los pobres.
Sin embargo, quien no tuvo ese don fue el joven rico, pues al ser increpado por el Señor
de vender lo que tenía y darlo a los pobres, el texto nos dice que se fue triste porque tenía
muchas riquezas (Mateo 19:22).
El hecho de incluir este don como un sacrificio personal, donde la persona queda sin nada
en el banco y en el bolsillo por otros, si no va acompañado de amor, de nada sirve. Son
muchas personas que hoy llegan a estos extremos de filantropía, pero que en el fondo sus
propósitos podrían ser más para lograr una salvación por obra, que un obrar realmente por
amor.
b. Entregar mi cuerpo para ser quemado sin amor (vers. 3b)
Esta última consideración de Pablo para hablarnos de la superioridad del amor pudiéramos
decir que es el extremo de un sacrificio personal. La alusión del apóstol sería a los
sacrificios de los mártires. Se nos dice por la historia que Nerón alumbraba las afuera de
su palacio con antorchas humanas, la mayoría de ellos cristianos que preferían ofrendar
sus cuerpos en la pira que negar a Jesucristo como el Señor.
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Un precedente de esto lo tenemos con los amigos de Daniel que prefirieron ser lanzados
en un horno de fuego, antes de adorar la estatua que el rey había levantado con ese
propósito. El asunto es que hasta un sacrificio de este tipo sería en vano si en él no hay
ningún tipo de amor al momento de semejante sacrificio personal.
Conocemos de religiones que aprueban la flagelación y en algunos casos hasta los
sacrificios humanos. Pero lo que Pablo nos está advirtiendo es que llegar a estos extremos
nos aprovechará en nada sino primero no tengo amor por Dios y mi buena voluntad para
con los hombres. Cuanto engaño hay en hacer algo para impresionar, sin que haya un real
amor.
CONCLUSIÓN
Hay dos frases distintivas de este capítulo que nos revelan por qué el amor tiene una
supremacía sobre las demás virtudes. Una de ella nos dice: “El amor nunca de ser”. En
efecto, cómo vemos esto. Piense, por ejemplo, que el dinero se acaba y al final no te da la
felicidad. Que la fama se acaba y al final tampoco te da la satisfacción. Piense cuántos
terminan con sus vidas aun el tope de su “grandeza”.
Si el amor no es lo que domina todas mis acciones, nada soy. La otra frase que hace
grande el amor de este pasaje es cuando termina diciendo que, sin bien es cierto que la fe
y la esperanza son importantes, “el mayor de ellos es el amor”.
Lo que dijo Napoleón Bonaparte respecto a su supremacía y la del amor de 1 Corintios 13,
encarnado en la persona de Cristo, quedó registrado con estas palabras: “Alejandro
Magno, César, Carlomagno y yo fundamos grandes imperios. ¿Pero con qué impusimos la
creación de nuestro genio? Con fuerza.
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Solamente Jesús creó Su imperio con amor, y hasta el día de hoy millones de personas
están dispuestas a morir por Él». Nada hay más grande que el amor. ¿Qué clase de amor
hay en su vida?