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SOLUCIÓN DE PROBLEMAS
REDACCIÓN
COMUNICACIÓN ORAL
Impresión y encuadernación:
Grández Gráficos S.A.C.
Mz. E Lt. 15 Urb. Santa Rosa de Lima - Los Olivos
www.grandezgraficos.com
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A Diego, Sebastián, Camila y Julián
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Agradecimientos
Roberto Ángeles
Fernando Berckemeyer
Dora Bigio
Huáscar Ezcurra
Rocío Paredes
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Índice
Prólogo p. 13
Introducción p. 17
Capítulo I
ENTREVISTAS AL CLIENTE p. 29
El “arte” de entrevistar y aconsejar
Las soluciones no están en los libros de Derecho
I. El valor de “adelantar la experiencia” p. 31
II. La importancia de la primera entrevista p. 33
III. Objetivo de la primera entrevista p. 35
IV. Preparación de la entrevista p. 36
V. El desarrollo de la entrevista p. 42
VI. Resumiendo lo aprendido p. 81
Capítulo II
SOLUCIÓN DE PROBLEMAS p. 85
Primero ordenar, después imaginar:
¿cómo se resuelve un problema legal? p. 87
I. Los seis pasos en el análisis de un problema p. 90
II. Primer paso: identificación del problema p. 92
III. Segundo paso: acopio de información p. 97
IV. Tercer paso: definición del problema p. 109
V. Cuarto paso: desarrollo de opciones p. 116
VI. Quinto paso: selección de la mejor opción p. 121
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VII. Sexto paso: implantar la solución p. 127
VIII.Epílogo p. 129
Capítulo III
RAZONAMIENTO LEGAL Y ARGUMENTACIÓN p. 131
Dilemas y paradojas del razonamiento legal
I. Dilemas: Las políticas en conflicto p. 133
II. Las paradojas p. 157
III. La aplicación de las políticas p. 164
Capítulo IV
REDACCIÓN p.197
Tips
Cien consejos útiles de redacción legal p. 199
I. Reglas generales de redacción p. 204
II. Los tres pasos necesarios: la regla PER p. 207
III. Reglas de argumentación escrita p. 226
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Capítulo V
COMUNICACIÓN ORAL p. 229
¿Cómo maximizar el impacto del informe oral? p. 231
I. El propósito del informe oral p. 235
II. La preparación del informe oral p. 240
III. La sustancia del informe oral p. 241
IV. Principios y técnicas p. 242
V. Cómo responder a las preguntas de los árbitros p. 256
VI. La réplica y la dúplica: un momento distinto p. 262
VII. Los errores más comunes de los informes orales p. 264
VIII.El nerviosismo y la desconcentración p. 267
IX. Saber terminar... p. 269
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Prólogo
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un equipo y, por cierto, el potencial de crecimiento eventual de la
persona como líder.
Las facultades de Derecho, incluso las mejores entre ellas, ¿cuán
bien preparan a sus estudiantes en estas habilidades? En este libro,
Shoschana Zusman cuenta cómo, recién en 2001, la Facultad de
Derecho de la Universidad Católica introdujo en su currícula el área
de Habilidades, que ella –junto a Huáscar Ezcurra y al director de
teatro Roberto Ángeles– desarrollan actualmente. Se me ocurre que
debe haber enfrentado una fuerte y soterrada resistencia a esta valiosa
innovación porque, en una ciudad cuya cultura todavía mantiene
rezagos coloniales, la visión tradicional de la docencia del Derecho
es una de charlas eruditas y solemnes por grandes maestros, las que
son por cierto valiosas, siempre que, a la vez, se difundan y aprendan
los instrumentos para aplicar con solvencia la teoría que se imparte.
Una de las razones por la que yo terminé estudiando ingeniería fue
por una frase impactante del encarte de un libro que leí por mis
tiempos de escolar y que se me quedó grabada: “la ingeniería, más
que estudiar lo que es, crea lo que nunca ha sido”. En realidad, el
ejercicio de cualquier profesión liberal –sea ésta derecho, medicina,
ingeniería u otra– debiera aspirar a lograr ese objetivo: a crear, sobre
la base del conocimiento teórico, nuevas soluciones a los muchos
problemas concretos que cotidianamente se enfrentan. Y es definitivo
que, para lograr ello, el aprendizaje más valioso resulta el que uno
mismo llega a descubrir. La universidad puede proveer la oportunidad,
el contexto, los estímulos adecuados, pero el aprendizaje finalmente lo
madura el propio estudiante. A muchos abogados, el haber realizado la
práctica profesional con un mentor mayor, calificado y generoso, fue
lo que finalmente les otorgó esa capacidad imaginativa para resolver
problemas, para conciliar conflictos que al inicio parecían insalvables,
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para superar restricciones limitantes. Pero, con el torbellino de la vida
moderna, la eficiencia de esa modalidad de aprendizaje profesional
puede haberse debilitado. Y las facultades deben poner su parte.
El aprender a aprender constituye una práctica que sirve para toda
la vida profesional. Hace unas semanas, un cirujano norteamericano,
cuarentón y muy exitoso, contaba que, últimamente, además de un
reconocimiento profesional creciente, sentía paradójicamente un
estancamiento relativo en su productividad real. Ya no salía de la sala
de operaciones con la convicción de que cada vez operaba mejor.
Se le ocurrió hacer algo poco usual en la carrera profesional aunque
ya más común en el mundo empresarial: llamar a un antiguo y querido
profesor de su universidad, ya retirado de la práctica, y contratarlo
como entrenador o “coach”. Por un mes, éste lo acompañó a diario en
el quirófano, observándolo en silencio mientras el primero realizaba
sus cirugías, las que también eran filmadas para ser revisadas luego
por ambos. Finalmente, el listado de sugerencias que el viejo profesor
le terminó haciendo, al término de la experiencia, lo sorprendió por
lo fructífero, resultó pagando con creces la inversión y el esfuerzo.
El cirujano se sintió renovado, más potente y eficaz, en otro peldaño
de calidad en su quehacer profesional cotidiano. Y algunas sugerencias
eran relativamente simples, como modificar la posición y amplitud de
los codos al momento de realizar una incisión, para poder responder
mejor a una eventual emergencia.
¿Cómo puede mejorarse la educación profesional para lograr, en el
futuro, mejores abogados, médicos o ingenieros? En el MIT, por
ejemplo, en el curso de Materiales del currículo de ingeniería, después
de sendas clases teóricas y diversas pruebas de laboratorio para probar
la resistencia de distintos materiales, sus alumnos, al fin del ciclo,
deben recrear, en equipos, un puente colgante como el usado por
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los Incas. Es una manera feliz de combinar teoría con práctica, así
como de motivar a los alumnos con estímulos concretos y desafiantes.
Aquellos estudiantes que finalmente celebran el fin de curso, cruzando
por encima una calle pública cercana a la universidad en los propios
puentes colgantes tejidos con sus manos, resultan así inmejorablemente
preparados, en la práctica como en la teoría, para participar luego
exitosamente, durante su carrera profesional, en la creación de nuevas
y audaces estructuras.
Para crecer como profesional creativo en cualquier oficio, además de
conocimientos especializados, se requiere de importantes habilidades
y actitudes positivas. Shoschana Zusman, en este libro, describe con
gran solvencia algunas habilidades que requiere internalizar cualquier
buen profesional, especialmente los abogados.
16
Introducción
La teoría es insuficiente
17
en el escenario de la especulación. Y, para poder ejercer la profesión
de abogado, los estudiantes, además de adquirir conocimientos, deben
desarrollar una serie de habilidades intelectuales, propias del ejercicio
de la abogacía, como son la capacidad de analizar un problema
y de hacerlo en todas sus dimensiones (jurídica y extra jurídica);
la habilidad en el manejo y aplicación de los métodos de interpretación;
el razonamiento jurídico (lógico e imaginativo); el correcto manejo
de los hechos; la construcción de buenos argumentos; la correcta
expresión verbal y escrita; la capacidad de entrevistar, persuadir, inves-
tigar, negociar, etc. El abogado debe también desarrollar habilidades
interpersonales, como son la capacidad de trabajo en equipo, las buenas
relaciones con las personas del entorno y el buen trato al cliente.
Debe, asimismo, conocer sus propias fortalezas y debilidades y actuar
conforme a ellas (e.g. poder rechazar un caso si se sabe que no se
tiene la experiencia o si se requiere tener los “nervios templados”
que momentáneamente no se tienen) y debe, finalmente, ser capaz
de incorporar la dimensión ética en el análisis del caso.
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No tengo duda, por ejemplo, que la administración de justicia
mejoraría notablemente si nuestros jueces (me refiero al promedio,
por cierto) supieran analizar un problema jurídico de cualquier rama
del Derecho, interpretar correctamente la norma, utilizar principios,
comprender la dinámica de los principios y su relación con el mundo
real; apreciar las consecuencias de sus sentencias y resolver conforme
a dicha apreciación; valorar los hechos; cultivar el “sentido de justicia”;
redactar sentencias lógicas, ordenadas y legibles y, finalmente,
comprometerse con la administración de justicia, lo cual involucra
rapidez, ética, sentido de responsabilidad y corrección frente a las
partes. Ese “nuevo perfil de juez” evitaría la proliferación de nulidades,
de impugnaciones y de artificios procesales dilatorios, con lo cual la
carga procesal disminuiría y podría resolverse más rápido y mejor.
19
Las exigencias del mercado laboral
20
personales (“drive”, auto-administración, manejo del tiempo, habilidad
para trabajar sin necesidad de supervisión, iniciativa, trabajo en
equipo, solución de problemas, análisis de riesgo/costo/beneficio,
entre otras).
21
se necesitan, por lo menos, cinco años (según Jorge Avendaño, diez)
que hoy resulta ser un periodo demasiado largo y costoso.
La enseñanza de habilidades
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conflictos sociales, medioambientales o económicos que hoy existen
en el país. Pero este Manual puede ser también útil para abogados
experimentados quienes, sin duda, encontrarán muchas de las técnicas
que ellos aplican por experiencia y, tal vez, algunas otras que no hayan
considerado y que puedan servirles. Es, pues, un texto eminentemente
práctico, pero no por eso menos reflexivo, porque lo que se propone
es fruto de la experiencia de diversos autores y ha pasado por múltiples
análisis, debates y discusiones.
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emocionales (por ejemplo, simpatía o antipatía); las técnicas para la
obtención de información; la importancia de la escucha atenta, las
preguntas; tomar o no tomar notas. Contiene asimismo, una reflexión
sobre lo que puede fallar en una entrevista, así como los inhibidores y
los facilitadores del diálogo, el consejo y sus dificultades y, el siempre
difícil, pacto de honorarios.
24
En éste, se exploran los mecanismos de decisión de los jueces, que se
condensan en tres tendencias de razonamiento, a saber, el positivismo-
formalismo; la decisión basada en principios y el análisis económico
del Derecho. Sobre dicha base, se analizan los cuatro conceptos que
deben estar presentes en la argumentación: eficiencia, moral, justicia
y seguridad jurídica. Termina este artículo con una exposición de
los siete malos argumentos y recomienda la forma de rebatirlos.
25
Aún cuando su contenido no es nuevo, el libro trae dos novedades.
La primera es la inclusión de ilustraciones o, más propiamente, de
caricaturas, que buscan graficar con cierto humor, las principales
ideas del texto. Soy consciente de la importancia cada vez mayor de
la utilización de imágenes en otros campos, incluyendo la literatura,
y pienso que éstas tienen un enorme valor pedagógico, sobre todo,
por su fácil asimilación y recordación. Por ello, inspirada en algunos
textos anglosajones, decidí ilustrar el libro, ilustración que ha estado a
cargo de Omar Delgado, a quien agradezco su dedicación y entusiasmo
en captar la idea y plasmarla en simpáticos dibujos. Y la segunda es
un CD que registra opiniones de varios clientes sobre el rol del abogado
y sus experiencias con abogados. Con la invalorable colaboración
de Eduardo Bryce Maguiña, este CD fue preparado para el curso de
Destreza Profesional que Huáscar, Roberto y yo venimos dictando
en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica. Se trata de
un material pedagógicamente útil para los alumnos, ya que los en-
trevistados son clientes reales, es decir, no ficticios o imaginarios,
quienes, en base a su experiencia, opinan sobre lo bueno, lo malo y
lo feo de los abogados.
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30
El “arte” de entrevistar y aconsejar1
E N T R E V I S T A S A L C L I E N T E 31
adquirir habilidades en su centro de prácticas profesionales, puedan
hacerlo en la universidad. La tercera razón es que las estadísticas2 dan
cuenta que el mercado reclama, no tanto abogados con conocimientos,
sino con, entre otras cosas, buena redacción, buen razonamiento,
capacidad de manejo de crisis y capacidad de trabajar en equipo.
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II. La importancia de la primera entrevista
La primera impresión
E N T R E V I S T A S A L C L I E N T E 33
El doctor Equis: un mal comienzo
Como abogada interna de una entidad pública, pedí una cita a un colega de indiscutible
cartel: el doctor Equis. El asunto era complicado y urgente, pero nos concedió la entrevista
para el día subsiguiente, cosa que aceptamos por tratarse de un abogado de su prestigio.
Después de muchas coordinaciones, aceptó visitarnos en nuestra sede institucional. Pues
bien; llegó el momento y todos –el presidente del Directorio incluido– lo esperábamos
ansiosos, pero el Doctor Equis llegó, ¡agitadísimo él! con una demora de 45 minutos.
“¡Mil disculpas! Me retuvieron en las oficinas de don Juan Olórtegui de Vergara, el
empresario minero más importante del Perú, por más tiempo del que pensé y luego el
tráfico...” El doctor vestía de lo mejor: terno de seda gris, perfecto para el verano, camisa
de color celeste intenso y corbata de buena factura. Si no fuera por el anillo de promoción
año 68-piedra azul que lucía en el anular derecho, el Rolex paraguayo en la mano
izquierda y sus casi imperceptibles medias de smoking, el doctor me habría parecido una
persona de indudable elegancia.
Cual pistolero mejicano, el doctor Equis puso el celular prendido sobre la mesa y, sin
sacar un cuaderno de notas y lapicero, comenzó la reunión. “¿En qué puedo servirlos?”,
preguntó el doctor mirando de reojo su Rolex paraguayo. Uno de los gerentes inició
la explicación del caso, haciendo hincapié en una serie de detalles técnicos, difíciles
de entender. Había que tomar una decisión inmediata y, para ello, era obviamente
necesario entender los aspectos técnicos del problema. Pero, el doctor no parecía estar
dispuesto a desplegar ese esfuerzo y comenzó a dar muestras de impaciencia ante tanto
“tecnicismo”. El celular sonó no menos de tres veces y el doctor Equis contestó las tres
veces, “tomándose su tiempo” en cada llamada, sin mostrar preocupación alguna por la
interrupción. “Bueno, ¿en qué estábamos? Ah! sí, continúe, por favor…”
Terminada la exposición, no tuvo ninguna pregunta que hacer. Pero no por la claridad
de la exposición del gerente técnico, sino porque no había entendido absolutamente nada.
Pero, cual experto ilusionista, sacó de la manga la posibilidad de –textualmente– inventar
una nulidad, para demorar el proceso. Pero, “¿cómo?, ¿por qué tendríamos que demorar
el proceso?, ¿cuál es su opinión legal sobre el asunto?, ¿qué ganamos con la nulidad?”,
preguntó una joven abogada. Dirigiéndose a ella le respondió: “bueno, 'amiga' es muy
pronto para 'saberlo', pero yo puedo preparar un informe legal sobre el tema. ¿De
acuerdo? Y ahora, les pido mil disculpas, pero me espera a almorzar el Presidente de la
Coca Cola, así es que tengo que interrumpir esta reunión, porque llegaría tarde. Le pediré
a mi asistente que prepare una cotización de honorarios y luego le mando 'a la amiga'
el informe prometido”. “Pero, doctor! Hubiéramos querido discutir el problema un poco
más a fondo”, le dijo la joven abogada! “Bueno, 'amiga', podría ser un día de la próxima
semana….¿qué tal si coordinan con mi secretaria, la señorita Lucía? Lamentablemente,
no tengo una tarjeta. Gracias y hasta luego”.
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Pues bien; la primera entrevista con el cliente es un momento muy
importante en el manejo de un caso, porque es ahí donde se produce
la primera impresión que, por lo general, persuadirá al cliente a
contratar o no al abogado (y al abogado a aceptar o no el caso).
Y la primera impresión proviene, no tanto de un análisis racional del
cliente sobre los conocimientos legales del abogado, como de factores
“extra-legales” tales como el tono de voz, la claridad, la simpatía,
el buen (o mal) uso del lenguaje e, incluso, la apariencia personal.
Por eso, hay una dimensión en el ejercicio profesional –la relación
con el cliente– que no es jurídica, pero que, por su importancia en
el resultado del caso, es necesario entenderla y aprender a manejarla.
6 Sherr, Avrom; op.cit. Webb, Julian; Maughan, Caroline; Maughan, Mike; Keppel-Palmer,
Marcus; Boon, Andrew; op.cit. Krieger, Stefan H.; Neumann, Richard K.; op.cit.
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IV. Preparación de la entrevista
IV.1 El ambiente
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c) tener tiempo suficiente para conversar, sin personas que esperen
ser atendidas o abogados que necesiten la sala;
d) captar la atención plena del abogado;
e) sentarse con suficiente confort;
f) conversar sin barreras físicas que impidan la comunicación;
g) no tener que esperar demasiado para ser atendido.
IV.2 Preparación personal
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(i) Al concertar la cita, el abogado debe conocer la razón por la cual el
cliente requiere la entrevista. Por eso, debe preguntárselo al cliente.
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de una mina, debe saber que es necesario contar con el apoyo de
un ingeniero para discutir la magnitud del daño.
E N T R E V I S T A S A L C L I E N T E 39
Inspirado en Caricatura de Ron Tocknell, publicada en: Maughan, Caroline y Webb,
Julian: Lawyering Skills and the Legal Process. Butterworths. London. 1995. p. 170.
40
b) Ser empático, lo cual supone (i) la capacidad de percibir la
situación del otro; (ii) la capacidad de dar respuesta amable al
dolor ajeno; y (iii) la habilidad de distinguir entre los propios fines
e intereses y los del cliente (e.g. un litigio puede significar ingresos
para el abogado, pero esa debe ser una consideración secundaria).
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el abogado sea ágil y concreto con el cliente empresario; que
sea particularmente claro, e incluso paciente, con el cliente lego,
explicándole las implicancias legales, financieras o personales del caso;
que maneje adecuadamente el ánimo de quien ha perdido la “frialdad”
para apreciar el problema y que tenga la suficiente tolerancia con
quien afronta un problema.
V. El desarrollo de la entrevista
V.1 La bienvenida
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La bienvenida está directamente relacionada con la creación de
una relación de confianza con el cliente. Parece un momento poco
relevante, pero es una parte crítica de la entrevista, porque es el
momento en que el cliente se formará la primera impresión –a veces
inmodificable– del abogado. Por eso, el abogado debe asegurarse
que cuando el cliente llegue, será saludado y que quienes lo reciban
(secretaria, conserje, practicante, abogado), lo harán sentir cómo-
do y que no tendrá que esperar demasiado. Este momento implica,
esencialmente, el manejo de modales relacionados con la afabilidad,
que los abogados no siempre toman en cuenta: estar correctamente
vestido, ponerse de pie cuando el cliente aparece o salir a recibirlo,
ofrecerle asiento, presentarse claramente, entregar una tarjeta personal
o información sobre el Estudio, “romper el hielo” con conversación
informal (small talk) y ofrecerle algo de tomar. El abogado debe
conocer (y no olvidar!) el nombre del cliente y, si es el caso, su
posición en la empresa. Terminada la entrevista, lo que corresponde
es acompañar al cliente hasta la puerta. Estos detalles parecen obvios
y para algunos abogados forman parte de su conducta habitual,
pero no es así en todos los casos. Hay, a veces, sensibilidades distintas,
poco contacto con la cordialidad y afabilidad o, en ocasiones, simple-
mente juventud, que hace que el empleo de modales en el momento
de la bienvenida y de la despedida, no sea tan obvio para algunos
abogados.
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Por eso, las omisiones, exageraciones, distorsiones o contradicciones del
cliente, pueden tener una influencia negativa en el caso, porque atentan
contra la precisión de la información. Y eso requiere de un especial
sentido de alerta para detectarlas y buscar precisiones o aclaraciones.
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Cualquier falla en la escucha atenta contra la precisión de la infor-
mación y, consecuentemente, impide la solución del problema. La
escucha profesional es, entonces, una actitud de gran concentración
(no de tensión!), consistente en poner toda la atención posible en
captar la historia del cliente.
V.2.2 ¿Cómo provocar que el cliente cuente su historia?
E N T R E V I S T A S A L C L I E N T E 45
que las segundas son “orientadas” por el abogado y evidencian lo que
desea obtener con la respuesta.7 Una modalidad no es mejor que la
otra y cada una de ellas debe ser utilizada según la circunstancia.
Lo ideal es que el cliente se exprese de la mejor manera y eso depende
de una serie de factores, tanto estructurales (e.g. timidez), como
coyunturales (e.g. mucho ruido). Algunas veces funcionan bien las
preguntas abiertas: ¿qué?, ¿por qué?, ¿cómo?, ¿cuándo?, que, como no
pueden ser respondidas con un sí o un no, obligan al cliente a
7 Maughan, Caroline; Webb, Julian; Lawyering Skills and the Legal Process; London:
Butterworths; 1995, p.14.
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pregunta abierta que generalmente no produce buenos resultados)
y las preguntas (en todo momento) cerradas pueden ser estrechas y
parciales y, por lo tanto, inhibitorias (e.g. ¿otorgó su padre testamento?;
¿qué clase de testamento?; ¿ante qué Notario?). Lo aconsejable es,
sin embargo, iniciar la entrevista con una pregunta abierta, dando la
indicación al cliente que el abogado tiene toda la intención de escuchar, e
ir abriendo poco a poco “canales de información” que se van angostando
con preguntas cerradas, a medida que la conversación avanza. Por eso,
Sherr considera que, en este momento de la entrevista, se requieren
tres habilidades clave: memoria, paciencia y concentración.
8 Sherr cita una investigación elaborada por Douglas Rosenthal referida a clientes en juicios
de daños. La investigación mostró que los clientes que tuvieron participación en el manejo del
caso, estuvieron mucho más satisfechos con sus abogados que quienes no tuvieron participa-
ción y que los montos de indemnización obtenidos en los primeros casos, fueron sustancial-
mente mayores que los obtenidos en los segundos (Rosenthal, Douglas; Lawyer and Client:
Who is in charge? Citado por: Sherr, Avrom; op. cit. p.19).
E N T R E V I S T A S A L C L I E N T E 47
el contacto visual, que es muy importante en la transmisión de soporte
y confianza al cliente.
48
(v) El procesamiento incompleto de la información. Está demostrado
que la atención es selectiva y, por tanto, el abogado puede perder
involuntariamente una parte de la historia, por atender otra. Para eso,
es necesario tener concentración.
E N T R E V I S T A S A L C L I E N T E 49
V.2.4 La buena técnica de preguntar
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es el que se enseña en la universidad– el trabajo profesional toma
como punto de partida un elemento muy concreto: las metas del cliente
(e.g. cobrar, divorciarse, reivindicar un bien, conciliar). Eso implica
para el abogado, abandonar la neutralidad y tomar, necesariamente,
partido con el interés del cliente. Ocurre, sin embargo, en muchos casos,
que los clientes no tienen claro qué buscan: si mantener la sociedad
o disolverla; si entrar o no entrar en insolvencia; si acogerse o no a
la amnistía; si divorciarse o no. En esas situaciones, el abogado
debe ayudar al cliente a encontrar sus propias metas (¡no las del
abogado!), porque sólo conociéndolas, podrá entender el caso y diseñar
la estrategia que corresponda. Y, para eso, hay preguntas abiertas
que pueden ayudar: ¿qué quisiera usted obtener en este caso? o
¿cómo le gustaría que termine este asunto?
Para entender las metas del cliente, el abogado debe tener paciencia y
capacidad de escucha, porque el cliente no siempre indica claramente
cuáles son sus metas; a veces alude a ellas de manera inadecuada
y a veces está confundido o nervioso. Todo eso puede suceder y,
por tanto, la actuación del abogado en la obtención de información
debe ser muy cuidadosa.
E N T R E V I S T A S A L C L I E N T E 51
V.2.6 La importancia de entender las emociones
52
adquiriendo con la experiencia. No obstante, un buen manejo de las
emociones del cliente impone tres reglas mínimas, a saber:
Diálogo A:
Clienta: El gran problema con mis hermanos es que, según me he enterado, ellos comentan
con nuestros parientes que yo soy una persona conflictiva y que, además, no trabajo y
soy una carga para ellos. Eso no es cierto y hiere mi autoestima. Por ejemplo, el otro día
me encontré con mi tío Pedro y me pareció percibir que reprueba mi supuesta conducta.
Y, para mí, lo más importante es reivindicar mi imagen con mi familia.
Abogado: Usted suena preocupada sobre este asunto.
Clienta: Sí, estoy preocupada. Mis hermanos y algunos parientes me ignoran e incluso
pretenden no haberme visto cuando nos encontramos. Hace poco me encontré con unos
primos en una reunión y cruzaron al otro lado para no saludarme, esto es para mí
intolerable, yo debo reivindicar mi nombre.
Abogado: ¿no sería conveniente que convoque usted a sus parientes y les explique que las
cosas son distintas? ¿Hay alguien en particular a quien podría usted telefonear? Por lo
menos podría descubrir si realmente tienen esa impresión sobre usted.
Clienta: Yo podría, supongo.
E N T R E V I S T A S A L C L I E N T E 53
Diálogo B:
Clienta: El gran problema con mis hermanos es que, según me he enterado, ellos comentan
con nuestros parientes que yo soy una persona conflictiva y que, además, no trabajo y soy
una carga para ellos. Eso hiere mi autoestima. Por ejemplo, el otro día me encontré
con mi tío Pedro y me pareció entender que me reprueba. Y, para mí, lo importante es
reivindicar mi imagen con mi familia.
Abogado: Probablemente no sea nada. No les haga caso, es posible que ese sea su modo
de ser o que ellos mismos tengan problemas que no tienen que ver con usted. Además, la
autoestima no es lo más importante. ¿Cuándo le pidieron que deje usted el inmueble de
propiedad común?
Diálogo C:
Clienta: El gran problema con mis hermanos es que, según me he enterado, ellos comentan
con nuestros parientes que yo soy una persona conflictiva y que, además, no trabajo y soy
una carga para ellos. Eso hiere mi autoestima. Por ejemplo, el otro día me encontré
con mi tío Pedro y me pareció entender que me reprueba. Y, para mí, lo importante es
reivindicar mi imagen con mi familia.
Abogado: Sí, eso es muy preocupante, aunque, como abogado, no me corresponde ayudarla
en ese problema. Lo importante es ver cómo mantener la posesión de la casa y demandar
la rendición de cuentas, ¿cuánto cree que debiéramos pedir como indemnización en el
caso que en la rendición de cuentas se determine que ha habido malos manejos?
Diagnóstico
Cada una de las entrevistas anteriores tiene pros y contras. El primer diálogo representa
un intento de permitir que la clienta exponga sus sentimientos sin ser conducida por el
abogado. No obstante, éste no ha podido llevar al cliente al terreno legal, que es el que le
interesa. En el segundo diálogo, el abogado trata de explicar racionalmente la conducta
atribuida a los parientes, aunque corre el riesgo de que la clienta se quede con la sensación
que el abogado no cree su versión y que, además, no le da importancia a asuntos que para
ella son vitales. El tercer diálogo es más directo y puede tener el efecto de que la clienta
perciba que su problema de autoestima no debe ser ventilado con el abogado, sino con
otro profesional. El abogado parece haber logrado conducir el diálogo a los aspectos
legales del problema, aunque ha demostrado muy poca empatía con el problema de la
clienta, lo cual puede afectar la construcción de una relación de confianza.
54
V.2.7 El estilo
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muchas veces los casos son complejos y la información abundante,
lo que impone registrar la historia relatada por el cliente. Por eso,
el abogado debe saber tomar notas, de manera tal que obtenga la
mayor cantidad de información sin perder el contacto visual con el
cliente ni perturbarlo con la supuesta falta de atención.
b) Iniciar el diálogo con el cliente con una “primera escucha” sin tomar
notas. Entendido preliminarmente el caso, proceder a hacerlo.
56
relatado por el cliente;
E N T R E V I S T A S A L C L I E N T E 57
capacidad de afrontar un juicio que puede implicar incumplimientos
en la provisión de alimentos.
V.2.11 ¿Qué preguntar?
58
i) Preguntar si el asunto ha sido conocido por otro abogado. Esto no es
curiosidad. Es necesario saber si el otro abogado falló y en qué falló
o si el problema es el cliente, que puede ser difícil de satisfacer.
E N T R E V I S T A S A L C L I E N T E 59
Diagnóstico
b) En su desesperación por obtener algún detalle del caso, no pareció reconocer los
sentimientos de su clienta. Daba la impresión de querer llegar de inmediato a los aspectos
legales del problema y eso aparentemente incomodó a la clienta, dado que su estado
de ánimo no era el mejor.
d) Dudó de la versión de la clienta, lo cual puede haberla inhibido mucho más a contar
la historia..
60
El abogado puede sentirse tentado de responder, pero debe recordar
que las predicciones muy tempranas pueden ser equivocadas, porque
no se cuenta con todos los elementos de juicio para poder hacerlas.
Por eso, lo mejor es evitar hacer predicciones, indicando únicamente
lo que debe hacerse para obtener un buen resultado.
Inhibidores
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ayudarlo, es necesario conocer lo bueno y lo malo y darle la seguridad
que la información recibida es confidencial;
62
Facilitadores
E N T R E V I S T A S A L C L I E N T E 63
parezca. Y no es que los clientes sean manipuladores (aunque los hay).
Puede ocurrir que se sientan avergonzados o que tengan dificultad
en hablar de un asunto privado. En esos casos, el abogado debe
obligatoriamente, motivar al cliente a ser franco y lo más conveniente
es explicarle por qué la verdad es lo mejor para la defensa, dándole
simultáneamente todas las seguridades de lealtad y confidencialidad.
Sin embargo, cuando el engaño es sustancial y el abogado percibe
que la actitud del cliente no cambiará, lo mejor es terminar la relación,
porque la defensa no prosperará.
c) Transmitir seguridad;
64
g) Estar alerta a las omisiones o evasiones de la misma manera como
se está alerta a las afirmaciones;
E N T R E V I S T A S A L C L I E N T E 65
V.3 El resumen de los hechos
V.4 El consejo
Esta etapa de la entrevista es, tal vez, la más difícil porque, a diferencia
de las etapas anteriores, en el momento del consejo, el abogado adquiere
66
un rol protagónico, pasando
de “escucha activo”, a
“asesor” o “consejero”,
inevitablemente “evalua-
do” por el cliente. Tan
difícil es ese momento, que
algunas investigaciones
sobre el tema indican que
el consejo es un momento
muy mal manejado por
los abogados.11
11 Avrom Sherr en Lawyering Skills and the Legal Process de Maughan, Caroline; Webb,
Julian; op.cit. p.162, cita una investigación sobre la calidad del consejo legal, que llega a
resultados muy poco alentadores: el 45% de los encuestados señaló que el abogado les dio
un mal consejo y/o fijó un plan de acción inadecuado; el 59% indicó que el abogado no cons-
tató que el cliente hubiera entendido y el 67% señaló que falló en establecer contacto futuro
con el cliente.
E N T R E V I S T A S A L C L I E N T E 67
d) Porque es el momento en que el abogado debe poner a prueba
su dominio de la situación: seguridad, credibilidad, transmisión de
confianza, empatía, etc.
Los factores legales tienen que ver con el análisis jurídico, tanto
sustantivo (e.g. responsabilidad civil) como procesal (e.g. prescripción;
abandono); con el análisis a partir de otras disciplinas (tributaria o
laboral); con la evaluación de la conveniencia de un juicio o de una
negociación; con el análisis de la posibilidad del arbitraje; la posibilidad
de un futuro litigio; la existencia o no de garantías, etc.
68
ciertos aspectos prácticos (¿mudarse o no mudarse?), así como los
riesgos de los posibles cursos de acción, bajo el esquema costo-
beneficio. Si esos factores no son tomados en cuenta, es muy posible
que el consejo del abogado haga más mal que bien. No es, finalmente,
suficiente con presentarle al cliente un rango de alternativas, sino que
es preciso evaluar cada una de ellas, conjuntamente con el cliente.
E N T R E V I S T A S A L C L I E N T E 69
éste va adecuando los hechos al marco legal que conoce: negligencia,
incumplimiento de contrato, etc. Una vez que cuente con una versión
de los hechos lo más completa posible, estará listo para dar una
opinión legal preliminar o su primera impresión sobre el asunto.
En muchas situaciones, el abogado no estará preparado para una
verdadera estimación del caso, pues puede requerir información
adicional (testigos, reportes, declaraciones, médicos, etc.) o considera
necesario investigar ciertos aspectos legales con mayor detalle.
Eso es perfectamente legítimo y es preferible hacerlo, si la respuesta
es particularmente difícil. Existen, sin embargo, situaciones en las
que el abogado debería estar capacitado para dar consejo legal, sobre
todo si se trata de un asunto sencillo o rutinario.
El abogado no debe asumir que conoce las metas del cliente. Como
he indicado, a veces los clientes no son capaces de establecer cuáles
son sus metas. Otras veces saben lo que quieren, pero quieren cosas
70
contradictorias (e.g. en un caso, un cliente quería entregar el control a
su socio, pero permanecer en control). El abogado debe saber orientar
al cliente en la precisión de sus metas y, si tiene varias, rankearlas.
E N T R E V I S T A S A L C L I E N T E 71
Ocurre frecuentemente que el abogado tiene que hacer una predicción,
sin tener los elementos fácticos y/o jurídicos en la mano. En esos
casos, lo conveniente es establecer claramente lo que se conoce y
lo que no se conoce, pero que puede tener influencia en el caso y
plantearlo de esa manera. A veces, la predicción es correcta en el
momento en que se hace, pero los hechos cambian sorpresivamente
y la predicción no se cumple. Es, por eso, necesario explicar al cliente
cuáles son las variables que podrían modificar la predicción (e irlas
modificando en la medida que las circunstancias cambien).
12 Lewellyn Karl, citado por: Krieger, Stefan H. y Neumann, Richard K.; op. cit. p. 236.
72
prácticas al asunto). Por eso –repetimos– las soluciones deben ser
prácticas y requieren que el abogado sepa calcular los costos de
transacción, es decir, cuánto le cuesta al cliente tomar una determinada
opción; calcular los efectos colaterales y no sólo los directos y aceptar
que el cliente puede preferir ser generoso que pretender la máxima
ganancia. Y, para eso, el abogado debe tener capacidad de manejar
“números”.
E N T R E V I S T A S A L C L I E N T E 73
Hay puntos de vista distintos sobre la información de costos y
honorarios. Algunos consideran que el abogado debe dar la información
al comienzo de la entrevista, otros al final. Lo recomendable es, siempre,
ser flexible. Pero, si la primera entrevista será facturada al cliente (eso
no es siempre así) éste debe conocer al iniciarse dicha entrevista, cuál
será el costo de la misma, de manera que esté en capacidad de decidir
si continúa o no.
74
la imposibilidad o dificultad de cobrar a la contraparte, aún si se gana
el juicio.
E N T R E V I S T A S A L C L I E N T E 75
i) Explicar las posibles opciones en forma neutral, esperando que el
cliente le pida ayuda para elegir la opción más conveniente;
k) Abordar todos los hechos, aun los más difíciles. No ser optimista si
no se puede;
Los autores coinciden en que hay tres errores típicos al dar asesoría
legal:
76
que –lo más importante– no todos los casos permiten una respuesta
inmediata pues hay temas que deben ser estudiados o meditados
(e.g. un planteamiento jurídico sofisticado o complejo no puede
elaborarse al momento).
E N T R E V I S T A S A L C L I E N T E 77
c) Dar un consejo que el cliente no quiere recibir. No se trata de
abstenerse de darle malas noticias ni de ocultar algo que es importante
que el cliente sepa, aunque le disguste. Eso es parte del trabajo.
Lo que debe evitarse es, por ejemplo, anteponer los objetivos del
abogado a los del cliente; asumir el modelo autoritario, que pone
al abogado en total control de la situación, sin intervención del cliente
o insistir en una línea de acción, que el cliente rechaza (incluso
irracionalmente). Así y todo, muchos abogados priorizan su propia
agenda y objetivos, ignorando o poniendo en segundo lugar el
problema del cliente. Es, entonces, importantísimo que el cliente
conozca todas las opciones de acción y que tenga la oportunidad de
elegir con total libertad alguna de ellas.
78
siquiera preliminar. El cliente debe saber lo que el abogado pretende
hacer como siguiente paso. Este plan puede consistir en profundizar
la investigación para poder dar un consejo completo; enviar una carta,
contactar a una persona, averiguar sobre el estado de un expediente,
etc. Puede apuntarse también a que el cliente reconsidere su posición
a la luz del consejo dado. Como sea, lo importante es que el abogado
y el cliente compartan la información y decidan en conjunto,
las acciones a ser tomadas.
E N T R E V I S T A S A L C L I E N T E 79
V.4.11 El contacto futuro
80
En conclusión, pues, al terminar la entrevista, el cliente debe haber
suministrado al abogado toda la información relevante y el abogado
debe haber podido darle un consejo (generalmente preliminar) referido
a sus opciones legales y no legales, costos, riesgos y/o nivel de servicio
que pueden esperar del Estudio. Lo más importante al terminar una
entrevista es lo siguiente:
Para finalizar, dos tablas con consejos sobre qué hacer y qué no hacer
y una adicional sobre las tareas que corresponden ser ejecutadas por
el abogado durante la entrevista.
E N T R E V I S T A S A L C L I E N T E 81
VI.1 ¿Qué hacer y qué no hacer?
82
VI.2 Las trece tareas de Sherr
E N T R E V I S T A S A L C L I E N T E 83
84
SOLUCIÓN DE PROBLEMAS
85
Inspirado en Caricatura de Robert J. Day publicada en The New Yorker, edición del 12 de Agosto de 1950
86
Primero ordenar, después imaginar:
¿Cómo se resuelve un problema legal? 14
S O L U C I Ó N D E P R O B L E M A S 87
destreza profesional han analizado, “desmontado” y ordenado el
ciclo de solución de problemas prácticos, a partir del cual han
formulado un conjunto de pautas, consejos o tips, que resultan
muy útiles –si no indispensables– para abordar un problema legal.
15 Este artículo está fundamentalmente basado en: Webb, Julian; Maughan, Caroline;
Maughan, Mike; Keppel-Palmer, Marcus; Boon, Andrew; op. cit. Krieger, Stefan H.;Neumann,
Richard K.; op. cit. Sherr, Avrom; op. cit.
88
fundamentales en el trabajo profesional. Pero he querido, además,
transmitir mi propia experiencia de trabajo, para lo cual le sugerí a
una joven colega que, en la preparación de un informe legal que
teníamos pendiente, reparáramos en todos nuestros actos y que
analizáramos nuestras decisiones, identificando nuestros aciertos
y desaciertos, con la finalidad de incorporarlos en este artículo.
Y, hay algunos (en realidad, varios) tips producto de tal experiencia.
16 Por aludir a un aspecto del pensamiento estudiado en nuestro país, las estadísticas sobre
comprensión de lectura de niños educados en nuestras escuelas son alarmantes, “de una
prueba tomada a 305.135 niños de segundo grado de todo el país, sólo el 26% alcanzó el nivel
óptimo, es decir, pudo entender todo un texto narrativo” (El Comercio, edición del 5 de marzo
de 2007). Y el problema no radica en la falta colectiva de talento, sino en qué se enseña y cómo
se enseña, más allá de otros problemas que, como el de nutrición, indudablemente influyen en
el aprendizaje, la comprensión y el desarrollo del pensamiento.
S O L U C I Ó N D E P R O B L E M A S 89
I. Los seis pasos en el análisis de un problema
Desarrollo de opciones
(ii) Fase de Solución Elección de la mejor opción
Implementación de la solución
Antes de analizar cada paso, es, sin embargo, necesario aludir a tres
aspectos esenciales:
90
es correcta. Y así, las veces que sea necesario, hasta estar listo para
elegir e implantar la solución.
S O L U C I Ó N D E P R O B L E M A S 91
II. Primer paso: Identificación del problema
II.1 El dilema
92
análisis, hasta poder definir (todavía gruesamente) el problema. Y, con
esa suerte de definición gruesa o “pre-definición”, el abogado ingresa
a la segunda fase del proceso y comienza a acopiar información, la
cual puede confirmar o no la “pre-definición”, como consecuencia
de los hechos que van apareciendo o que se van entendiendo mejor
(revisión de cartas o correos electrónicos).
En esta primera fase, el abogado debe identificar las metas del cliente.
De ahí –y sólo de ahí– puede comenzar el proceso: el cliente quiere
comprar una propiedad; quiere poner fin al contrato de arrendamiento;
o necesita que el proceso administrativo que le ha iniciado la
Administración, no manche el buen nombre de su empresa en el
mercado. El abogado puede pensar que la compra de la propiedad es
un mal negocio; o que es mejor que el arrendamiento no finalice o
que la importancia que el cliente da a su buen nombre es exagerada.
También puede comentárselo, e incluso recomendarle qué hacer.
Pero, lo que no puede, es imponerle su apreciación. Si el cliente persigue
ciertas metas, deben ser esas (y no otras) las metas perseguidas por
el abogado, si es que no ha logrado persuadirlo de otra cosa.
S O L U C I Ó N D E P R O B L E M A S 93
El abogado debe evitar caer en explicables tentaciones (un cliente
famoso o poderoso; un caso lucrativo; un caso “sonado”), que lo
lleven a aceptar un asunto que no está en condiciones de atender,
sea por falta de tiempo, por falta de incentivo económico, por
desconocimiento de la materia o por el costo del aprendizaje. Esta
es una cuestión ética, que debe ser encarada por el abogado
con la tranquilidad de saber que, no aceptar un caso puede ser,
a la larga, mucho más beneficioso (e, incluso, lucrativo) que aceptarlo.
Cuidado, pues, con la codicia!
Inspirado en Caricatura de Ed Fisher, publicada en The New Yorker, Edición del 10 de abril de 1995.
94
II.4 Recomendaciones
S O L U C I Ó N D E P R O B L E M A S 95
Por eso, una buena primera entrevista con el cliente es crucial para
identificar el problema. La capacidad de pensamiento simultáneo
–en aspectos fácticos y jurídicos– es, asimismo, esencial, porque,
como hemos señalado, las fases de solución de problemas no son
realmente sucesivas, sino, interactúan entre sí. Y eso requiere dominar
la técnica de pensamiento simultáneo;
96
disposiciones transitorias o finales de un Decreto y resulta que en éstas
se encuentra la solución del asunto) y que el tedio y la impaciencia sólo
se vencen con paciencia y disciplina. Por eso, si, al iniciar el trabajo, el
abogado siente que “no es su mejor momento”, lo más recomendable
es que deje la tarea de lado y que asuma otra más mecánica o más
“fácil” pero igualmente necesaria (ordenar el file). O, por último, que
haga algo totalmente distinto, como salir a caminar.
S O L U C I Ó N D E P R O B L E M A S 97
III.1 ¿Cómo se acopia el material?
98
personas (condómino A y condómino B), por contratos (comodato,
usufructo), etc. El abogado debe recordar que organizar el file del
caso toma tiempo y que, no obstante, es un tiempo bien utilizado, porque
en la fase de evaluación del problema, el abogado volverá una y
otra vez al file y, sin duda, facilita enormemente el análisis, que
el material esté ordenado, correctamente clasificado y, además,
permanentemente actualizado.
S O L U C I Ó N D E P R O B L E M A S 99
(ii) Si se trata de una controversia o de una negociación, nombre de la
otra parte y de sus abogados;
(v) Metas del cliente: ¿qué quiere?, ¿es posible lograr ese resultado?,
¿a quiénes afecta el resultado?
(vi) Asistencia previa: otro abogado a cargo del caso, qué consejo
dio al cliente;
100
III.4 ¿Cómo se analizan los hechos?
S O L U C I Ó N D E P R O B L E M A S 101
trabajo de acopio y evaluación de los hechos es muy complejo y su
manejo requiere orden. Esto es de suma importancia porque, sólo
con orden, la información contenida en el file será fácil de encontrar,
revisar y entender, no sólo por el abogado, sino por terceros que tengan
que acceder al file (e.g. otros abogados, practicantes, secretarias).
Y, sobre todo, en momentos en los que hay poco tiempo y es necesario
estar preparado (e.g. minutos antes del informe oral).
102
III.6 ¿Qué problemas se presentan en el proceso de acopio
de información?
S O L U C I Ó N D E P R O B L E M A S 103
de información (y muchas veces por el cansancio), el abogado
confunde un documento con otro, sin percatarse que las fechas son
distintas o que hay estipulaciones discordantes. En algunos casos,
el abogado asume la existencia de una obligación, cuando ésta no
existe o es distinta, y en otros, el abogado no se percata que un
determinado documento (que no revisó con atención), puede cambiar
la situación. Y eso es sumamente grave.
104
información, partirá de una premisa eventualmente equivocada, que,
definitivamente, distorsionará su apreciación del caso (e.g. descartará
la negociación con un “delincuente”). En otras ocasiones, los prejuicios
(machismo, homofobia, racismo, conservadurismo, religiosidad, etc.)
pueden ser impedimentos para apreciar el problema con distancia,
neutralidad y empatía. Por eso, al analizar un problema, el abogado
debe “despojarse” de su individualidad y abstenerse de actuar en
función de sus propios juicios de valor. Y, si no lo consigue, sea porque
tiene un prejuicio muy arraigado, o porque no se siente capaz de
manejar ciertas situaciones (e.g. el cliente o la contraparte le resultan
S O L U C I Ó N D E P R O B L E M A S 105
El cuarto problema es la tendencia de algunos abogados a hacer
analogías con otros casos. Es cierto que, con el tiempo, el abogado
recibe casos parecidos a los anteriores y es también cierto que entre
ambos hay similitudes. Pero, en realidad, no existen dos casos
idénticos, pues todos tienen una particularidad. Por eso, lo que el
abogado no debe hacer es partir de la similitud absoluta de los casos y
aplicarles la misma “receta” porque, al menos, la personalidad de los
clientes es distinta y eso hace, a veces, una gran diferencia. Por eso
y, tomándome la licencia de recurrir a una analogía, el abogado debe
trabajar como “artesano”, tratando de entender la particularidad del
caso. La experiencia de un caso anterior es, pues, sumamente útil, pero
es necesario cuidar de no precipitarse a hacer analogías (que es, por lo
demás, el camino más fácil), porque, si son inexactas, pueden terminar
distorsionando la conclusión.
¡Pero si es mi hijo!
(iv) Desarrollar la habilidad de manejo del file del caso. Recordar que el
pensamiento es orden y que es mucho más fácil pensar ordenadamente,
cuando la documentación está ordenada, es decir, clasificada de una
manera lógica, que facilite la ubicación de lo que se busca;
S O L U C I Ó N D E P R O B L E M A S 107
de nuestro sistema de valores y creencias;
Inspirado en Caricatura de Arnie Levin, publicada en The New Yoker, Edición del 29 de Marzo de 1993.
108
segundo, porque es posible “vender” un informe o modelo muchas veces. Por eso,
los Estudios “fabrican” los documentos según “líneas de producción” (e.g. la última
norma tributaria) y los usan para resolver problemas generalmente estandarizados. Este
modelo ha sido muy cuestionado, denominándose a las franquicias legales que trabajan
de esa manera las Kentucky fried law. Es cierto que la estandarización genera ahorros
considerables, pero es necesario tener cuidado al calificar un caso de “estándar” porque
puede tener una particularidad que haga inaplicable la “receta” previamente utilizada.
La estandarización, finalmente, puede ser gerencialmente eficiente, pero es necesario
poner en la balanza el beneficio de la eficiencia vs. el de la creatividad, que queda
relegada a segundo lugar, corriendo, incluso, el riesgo de desaparecer, a medida que la
estandarización se vaya imponiendo.
S O L U C I Ó N D E P R O B L E M A S 109
el análisis de dos grupos de elementos:
SCRL
Información
Como las cosas son ahora Como las cosas podrían ser
(El lado del problema) (El lado de la solución)
110
las causas del problema, con el objeto de poder solucionarlo de manera
definitiva; y (ii) los objetivos que interesan son los del cliente y aunque
el abogado considere que éstos son absurdos o antieconómicos, debe
actuar en función de los mismos. Por cierto y como se ha adelantado,
no debe abstenerse de opinar e incluso tiene la obligación de advertir
a su cliente, de la manera más realista posible, sobre las posibles
consecuencias de tomar un determinado camino.
S O L U C I Ó N D E P R O B L E M A S 111
de precedente obligatorio. Lamentablemente, en el Perú, el desarrollo
jurisprudencial de la Corte Suprema es todavía incipiente, a pesar de las
(muy autorizadas) voces que reclaman una jurisprudencia ordenada,
coherente y orientadora de la conducta de los jueces, especialmente
en temas claves para la sociedad (e.g. alimentos, arrendamiento).
En materia constitucional, en cambio, el Tribunal Constitucional ha
establecido precedentes interesantísimos y muy bien fundamentados
sobre temas esenciales de la vida cotidiana: la libertad de expresión;
el principio de legalidad; la interpretación de la norma constitucional;
el abuso del derecho; la discriminación, etc. Y, a pesar de que algunos
fallos del Tribunal han sido cuestionados (y con cierta razón), sea
por considerarse que éste ha excedido su competencia; porque su
planteamiento es “ideológico”; o porque atenta contra principios
económicos esenciales, ha producido excelentes sentencias, que
nada tienen que envidiar a las de cortes extranjeras y que vienen
112
aportando una necesarísima orientación jurídica y axiológica al
sistema legal peruano.
S O L U C I Ó N D E P R O B L E M A S 113
de retracto, etc. Se trata, pues, de conectar los hechos del caso
con el Derecho y determinar cuál (o cuáles) es (son) la(s) figura(s)
legal(es) aplicable(s), tanto en el aspecto sustantivo, como procesal
(¿qué derecho tengo y cómo lo ejecuto?). Y, ese mismo ejercicio debe
ser hecho en relación a la pretensión de la otra parte, porque, trátese
de una controversia o de una negociación, entender las pretensiones
de la otra parte permitirá predecir las acciones que ésta tomará y,
con ello, poder desarrollar argumentos para conciliar, transigir,
suscribir el contrato y ¿por qué no? ganar la controversia.
114
(¿es o no deudor?; ¿es o no culpable?); (ii) la acción que correspondería
iniciar (indemnización por daños); y (iii) lo que debe ser demostrado
(la existencia de la deuda; la negligencia, etc.)
IV.4 Recomendaciones
(iii) ser paciente, lo que supone estar dispuesto a dar muchas vueltas
al asunto, hasta concebir una “teoría fáctica y legal del caso”;
S O L U C I Ó N D E P R O B L E M A S 115
Finalmente, en esta fase pueden ser muy útiles los flujos y los mapas
de ideas, que pueden dar una idea más gráfica de la gama de caminos
a seguir y soluciones a tomar.
La idea en esta fase es generar todas las hipótesis que permitan, desde
el punto de vista fáctico “construir la historia del caso” y desde el
punto de vista legal, corroborar que la normativa jurídica favorece la
posición del cliente y si no, los
caminos que pueden tomarse.
116
creíble?; ¿existen vacíos en la historia?; ¿cómo podrían explicarse?;
¿son éticos los argumentos de defensa?; ¿cuál sería el resultado de la
controversia o la negociación?; ¿positivo para el cliente?
V.2 Recomendaciones
Existen dos clases de abogados: (i) los “rígidos”, que se mueven entre
los extremos de “se puede” y “no se puede” y que normalmente optan
por esta última posibilidad dado que evitan todo riesgo personal,
opinando que “no se puede”. Este es un problema que debe ser tratado
desde el punto de vista ético (¿qué pretendo?; ¿no correr riesgos yo?;
¿o ayudar a mi cliente?); y (ii) los “creativos”, que son, en general,
S O L U C I Ó N D E P R O B L E M A S 117
menos formalistas que los “rígidos” y que tratan el tema como un
“arte”, donde, de lo que se trata es de encontrar soluciones que sean
coherentes con las metas del cliente.
118
entender que en las discusiones se apunta a llegar a una solución y
que no son el escenario para el lucimiento personal ni para “tener
el placer de escucharse a uno mismo”; tener empatía; saber tomar
nota y saber hacer las preguntas adecuadas.
S O L U C I Ó N D E P R O B L E M A S 119
acabar con el mito de “antes y después de la Facultad de Derecho”
porque demuestra que todos los conocimientos acumulados a lo largo
de nuestra vida, pueden ser útiles para resolver un caso.
(vi) Evaluar las posibles soluciones en relación a las metas del cliente,
eligiendo la que mejor las cumpla. El abogado deberá recordar que
no siempre es posible alcanzar lo óptimo, pero sí soluciones
suficientemente buenas como para que se cumplan dichas metas.
Por eso, deberá hacer trade off entre lo óptimo pero riesgoso y lo
suficiente, pero seguro.
120
(viii) Categorizar los posibles riesgos: (a) administrativo (e.g. no
presentación de un documento dentro del plazo); (b) financiero
(demasiada exposición del cliente); (c) probatorio (material
insuficiente); legal (interpretación diversa; poca claridad de las
normas); y (d) personal (pérdida de estímulo por haber pactado sólo
un honorario de éxito en un caso dudoso).
VI.1 Las dos reglas de oro: tener una “historia que contar” y
poder explicarla jurídicamente
S O L U C I Ó N D E P R O B L E M A S 121
(i) La teoría fáctica del caso supone la “construcción de la historia
del caso”. Tener una “historia que contar” es importantísimo. Tanto,
que el abogado que, en un litigio, no la tenga, tiene mal pronóstico.
La “historia del caso” no es, sin embargo, un recuento de hechos,
sino una explicación de por qué ocurrieron; cómo se presentaron;
qué se hizo por evitar que ocurrieran; cómo así se presentaron
obstáculos adicionales, etc. Se trata de dar, pues, una explicación
de lo que sucedió y esa explicación tiene que ser lo más fundada,
coherente y creíble posible y no un frío recuento de hechos.
En el Perú solemos no dar demasiada importancia a construir una historia con los hechos
del caso. Ese es un grave error, porque los jueces y árbitros están, sin duda, interesados
en saber qué pasó, qué impidió el cumplimiento; qué se hizo para evitar el evento; si se
podía cumplir de otra manera, etc. El buen planteamiento fáctico tiene, pues, importancia
vital. Un ejemplo producto de mi experiencia en un arbitraje puede ser ilustrativo.
Se trataba de una controversia entre un contratista y una empresa estatal, donde el
contratista había pedido la nulidad de un acto administrativo expedido por dicha entidad.
La demanda era totalmente “jurídica”, en el sentido que se alegaba que dicho acto
era nulo por no haber cumplido con un requisito de la ley, sin incluir un solo
elemento fáctico que diera sentido a la historia (e.g. con fecha X se celebró el contrato;
el contrato tiene un vicio; el contrato es nulo). Al leer la demanda, tuve la sensación
que se trataba de una nulidad forzada, probablemente invocada para justificar el
propio incumplimiento. Pero, lo sorprendente fue que, para suerte del contratista,
su abogado no asistió al informe oral, de manera que en ausencia de éste, se vio
obligado a defender la causa, refiriéndose únicamente a los aspectos fácticos del
problema. Pues bien; el relato fue tan vívido, colorido y tan lleno de hechos y situaciones,
que las cosas comenzaron a cobrar sentido. La parte relató al Tribunal cómo se construye
una carretera en ceja de selva; las dificultades técnicas que deben sortearse; la
dependencia de las fuerzas de la naturaleza y los inconvenientes que había tenido antes
y después de la celebración del contrato. Contó al Tribunal, asimismo, que todo se
postergó por razones puramente burocráticas; que hubo cambio de directorio en la
empresa estatal; que el período de lluvias se adelantó y que no había manera de ingresar
a la obra; que la empresa no designó a un supervisor adecuado, sino a un novato, con el
que no se podía llegar a acuerdo alguno, sencillamente porque no conocía de una
obra tan sofisticada como la que se había encargado. Y ocurrió lo que el abogado
nunca se esperó y, quién sabe, nunca asoció: que gracias a su ausencia, el contratista
ganó el caso.
122
En esta etapa, los problemas suelen producirse por el inadecuado
manejo de la información, sea porque es insuficiente y el abogado no
ha reparado en ello, porque las estipulaciones no son claras, porque los
testigos no son fiables; o porque los documentos no tienen suficiente
mérito probatorio. Por eso, es importantísimo revisar los resúmenes
del caso (bien hechos, por cierto); la cronología de los hechos
(¡es indispensable!) y todos los esquemas que han sido construidos
para apreciar los hechos.
(ii) La teoría legal del caso, que supone convertir la historia fáctica
en una o más categorías jurídicas, que deben explicar jurídicamente,
lo que ha sido explicado desde el punto de vista fáctico. Es inter-
esante observar que, cuando la historia de los hechos es completa
y coherente, la historia jurídica también lo es. El Derecho es, pues,
“buen sentido común”. Pero, a veces se producen tropiezos debido
a ciertas restricciones o prohibiciones legales que, más allá
del talento del abogado, impiden seguir una determinada línea
argumentativa (e.g. según la ley, el contrato se interpreta a favor del
deudor y el cliente es el acreedor; la acción prescribe a los dos años
y el plazo ya venció; o la ley no acepta cierto material como medio
probatorio).
S O L U C I Ó N D E P R O B L E M A S 123
VI.2 Los factores extra-jurídicos y su influencia en la
solución del problema
La señora “B”
Una persona cercana me pidió que asesorara a su madre –la señora B- en la compra
de una casa. Acepté con cierta resistencia porque, a pesar de no haberla tratado demasiado, la
percibía conflictiva, engreída, “sabelotodo”, agresiva, descontrolada, soberbia, caprichosa
y con una trayectoria non sancta en lo que al pago de honorarios se refiere. Demasiados
reparos para aceptar el caso pero, en consideración a que se trataba de un SOS,
decidí intervenir. La primera reunión con la dama fue relativamente tranquila, lo que
me hizo pensar que, quizás, mis temores habían sido infundados. Le pregunté lo que
era de rigor: si había visitado el inmueble; cuál era el precio que estaba dispuesta
a pagar, si financiaría la compra en un banco, si estaba dispuesta a hipotecar la casa,
si el vendedor le había alcanzado una oferta o alguna propuesta preliminar y otras
semejantes. Le indiqué expresamente que yo no atendería el caso, sino una abogada del
124
Estudio, de mi total confianza, cosa
que pareció aceptar. No obstante,
cuando comenzó la negociación con
el vendedor, la señora B decidió
que no reconocería el precio que
ya había acordado con éste
verbalmente. Decidió también
reclamarle al vendedor la refacción
del patio de la casa que, según
ella, éste le había prometido; la
pintura de toda la casa que
supuestamente le había prometido
y pretendió, finalmente, que la
entrega debía ser inmediata, aún cuando había sido advertida que el vendedor necesitaba
tiempo para mudarse. No obstante, quería esa casa y no otra. La joven abogada trató
de convencerla que aceptara el precio pre-acordado verbalmente, porque el vendedor
podría retractarse de seguir adelante con la venta; le mencionó que tenía entendido
que nunca se pactó arreglo alguno ni la pintura de la casa y que –nuevamente– exigencias
“sacadas de la manga” podrían causar una mala impresión al vendedor y llevarlo a no
vender. Y, a pesar de las sensatas recomendaciones, la señora B se fue exasperando y,
a gritos, le dijo a la abogada que estaba del lado del vendedor, que seguramente le
estaba pagando a sus espaldas, que era una incompetente, que el Estudio pretendía que
ella pagara la alcabala, cuando “no le corresponde porque en Estados Unidos el comprador
no paga impuestos por la venta”; que yo no respondía sus llamadas (lo cual era cierto),
que eso no era ético, que le había hecho perder demasiado tiempo, que la abogada
asignada era mala negociadora, mala abogada y, por último, mala persona. Decidí pasar
por alto esas imputaciones en consideración a la persona que me había pedido que la
asesorara en la venta. Pero, la señora B, lejos de calmarse, decidió llamar al vendedor
e increparlo, llamándolo mentiroso, desleal y, lo peor, diciéndole que su abogada estaba
totalmente de acuerdo con ella sobre su deslealtad. En esas circunstancias, me vi obligada
a llamar a la hija de la señora B, diciéndole que su madre era una persona muy difícil de
tratar y que quería dejar el caso. No lo conseguí y me mantuve en éste, tratando –esta vez
sin la intervención de la joven y traumatizada abogada– de buscar una salida distinta
(usando el pensamiento lateral) y decidí apaciguar al vendedor, con la esperanza que si
entendía la problemática psicológica de mi clienta, tendría mejor disposición para seguir
con el contrato. En efecto, me reuní con el vendedor y le aseguré que mi clienta quería
comprar esa casa y no otra, dándole las mayores muestras de mi buena fe y una explicación
coherente sobre la señora B que, para ese momento, ya estaba totalmente desacreditada.
Finalmente lo conseguí. El vendedor aceptó a regañadientes atender una parte de los caprichos
de la señora B, pero, inteligentemente, se mantuvo firme en el precio y, finalmente, la venta
se cerró. Pero, se cerró a un costo emocional que, para mí, fue totalmente desproporcionado
en relación al honorario que coticé. Y que, por cierto... la señora B nunca pagó.
S O L U C I Ó N D E P R O B L E M A S 125
VI.3 La decisión final es del cliente
VI.4 Recomendaciones
126
(iv) El abogado debe utilizar un medio de comunicación con el cliente lo
más eficiente posible para el tipo de recomendación que dará (sencilla,
compleja, emocionalmente difícil de aceptar). En ocasiones puede ser
conveniente preparar un informe preliminar sobre el caso o sobre algún
aspecto particularmente complejo, de manera que el cliente pueda
asimilarlo con antelación a la reunión con el abogado. Y, en otras,
puede ser conveniente tener una reunión con el cliente y plantearle la
solución utilizando la pizarra o simplemente conversando.
VII.1 Planeamiento
S O L U C I Ó N D E P R O B L E M A S 127
Webb y Maughan27 identifican 6 elementos del planeamiento:
(vi) Tener claro qué recursos se requieren para cada tarea (e.g. fondos
para copias registrales).
128
VII.2 Plan de contingencia
VIII. Epílogo
S O L U C I Ó N D E P R O B L E M A S 129
130
RAZONAMIENTO LEGAL Y ARGUMENTACIÓN
131
132
Dilemas y paradojas del razonamiento legal28
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 133
de identificar las políticas y principios involucrados en una controversia
y de combinarlos correctamente, podrá construir fácilmente los
argumentos de una y otra parte y tendrá por ello, las mejores
posibilidades de ganar.
134
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 135
I.1 El dilema entre individuo y sociedad
136
la confiscación de bienes por razones de raza, una política individualista
llevada al extremo, llevaría a resultados también inaceptables pues,
como señala Vandervelde, decisiones tales como tocar trombó
a las 3 a.m., trabajar en condiciones infrahumanas o –añadimos
nosotros– aceptar ser devorado por el “caníbal de Rotenburgo”,
debieran ser aceptables por ser expresiones de la autonomía de la
voluntad. Y eso no es así.
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 137
dilema no llega a resolverse porque, si las políticas se llevan al extremo,
ninguna de ellas resultará satisfactoria. Así, si el alcalde de Miraflores
decidiera amurallar todo el litoral miraflorino, a fin de extender su
–para él– loable intervención paternalista de instalar unos horribles
pilotes recubiertos de fibra de vidrio en el puente Villena, con la
intención de “ponerle freno al suicidio”, la protesta –hoy incipiente–
no se haría esperar pues –en ese caso sí– su paternalismo sería extremo
y ese mismo hecho abriría paso a una política más tolerante con
el suicidio, en consideración a que serían pocos los suicidas
“beneficiados” con tal medida, frente al perjuicio a toda la población,
consistente en ser privada por completo de gozar del paisaje del
litoral miraflorino. Pero, en el extremo opuesto, una política de total
autonomía referida a la libertad de suicidarse, tampoco resulta aceptable
pues, en nuestro ejemplo, la ayuda a cometer suicidio debiera estar
permitida, ya que se trata de una decisión autónoma y libremente aceptada
por el suicida y eso es discutible, tal como ha ocurrido con la famosa
máquina de la muerte del doctor Jack Kevorkian, donde la Corte de
Michigan lo condenó a entre 10 y 25 años de prisión, desechando los
argumentos del procesado sobre la libertad de decidir y la legalidad de
la eutanasia. Llevadas las cosas al extremo, pues, los resultados no
son satisfactorios. Por eso y de la misma manera que en el conflicto
mayoría-individuo, el conflicto paternalismo autonomía es permanente
y, por lo mismo, irresoluble.
138
en ciertos casos (el surgimiento de la prueba de ADN, por ejemplo)
podría demostrarse la filiación de manera (casi) indubitable, cosa
que era imposible en el momento que se sentenció. Pero, por injusta
que sea, nadie duda que la cosa juzgada es imprescindible en todo
sistema jurídico pues, de no existir, los conflictos se perpetuarían
hasta, teóricamente, el infinito, lo cual provocaría una inseguridad
jurídica de tales proporciones, que la convivencia humana sería
simplemente imposible. Las figuras de la prescripción33 y caducidad,
del fideicomiso, del pacto comisorio, así como algunas ficciones y
presunciones (pater ist, presunción de propiedad o de buena fe)34 son
también derivación del principio de eficiencia, pues, el transcurso del
tiempo en el caso de la prescripción, la transferencia de propiedad
en garantía en el caso del fideicomiso, la apropiación del bien objeto
de la prenda en el caso del pacto comisorio y las “verdades” anticipadas
en el caso de las presunciones, otorgan seguridad a algunas relaciones
jurídicas vitales, aún cuando el resultado termine siendo injusto. Y, de
la misma manera como ocurre en los casos anteriores, el conflicto es
perpetuo e irresoluble pues, como señala Vandervelde en relación a
la cosa juzgada, un sistema que no aspire a la justicia es inaceptable,
pero tampoco es aceptable malgastar recursos individuales y sociales
en dar protección a todo aquél que la requiera, pues eso “recargaría” el
sistema de tal manera, que lo volvería inoperante.
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 139
“intocables”, que el Estado no puede abolir ni permitir su vulneración,
aunque eso haga menos feliz a la mayoría? Para la primera política
-el utilitarismo- los jueces están obligados a decidir bajo el criterio
de “lo socialmente más conveniente” y sólo podrán optar por beneficiar al
particular, si con ello benefician a la sociedad en general, mientras
que para la segunda -el individualismo- el bienestar social interesa
sólo en la medida en que el particular se beneficie. Derivan del
utilitarismo, la tolerancia de la ley a la actividad de ciertos agentes
de riesgo (e.g. es preferible permitir la circulación de automóviles,
aunque ello cause daño a algunas personas), la aplicación del criterio
objetivo de responsabilidad (i.e. basta con demostrar el daño, sin
necesidad de demostrar la culpa en el caso de actividades riesgosas
o peligrosas), o la utilización del “criterio per se” de calificación
de infracciones contra el mercado35. Derivan del individualismo,
en cambio, el “criterio de la razón”36 en relación a las infracciones
contra el mercado y las garantías a los derechos individuales, como son
el debido proceso, la prohibición de tribunales sin rostro o la imposición
de límites a la carcelería sin juicio, aun cuando, la libertad de individuos
socialmente peligrosos haga la infelicidad de la mayoría de personas,
como estuvo a punto de ocurrir hace pocos meses, cuando un juez
cambió la orden de detención por la de comparecencia al conocido
delincuente (a) Momón, por haber vencido el plazo de carcelería sin
haberse iniciado el juicio.
35 El criterio per se consiste en sancionar una conducta sólo por el hecho de haberse produ-
cido, sin que interesen sus efectos actuales o potenciales.
36 El criterio de la razón consiste en calificar la ilegalidad de una práctica, según los efectos
concretos que ésta podría tener.
140
el músico del piso de arriba tiene derecho a tocar trombón a altas horas
de la madrugada o si el derecho es, más bien, del vecino a descansar,
como tampoco quedaría claro si el derecho a la libre expresión es
absoluto o si existen limitaciones fundadas en el derecho a la
imagen o a la privacidad.
37 Algo parecido ocurrió en el famoso caso Lucchetti donde más o menos 200 trabajadores,
la mayoría de ellos residentes en la localidad de Villa, fueron despedidos al haber sido clau-
surada la fábrica, mediante una discutible resolución municipal basada en la contaminación
del medio ambiente.
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 141
I.2 El dilema entre jusnaturalismo y positivismo
142
basadas en criterios justos, aunque extra-legales, como parece estar
ocurriendo en algunos casos de corrupción, donde se ha sostenido
la aplicación de una ley penitenciaria38 –que extiende el período de
carcelería para la obtención de la semi-libertad– a delitos cometidos
con anterioridad a su vigencia, con el argumento de que existe una
diferencia entre la ley sustantiva –que admite la ultractividad– y la
ley penitenciaria que, forzadamente asimilada a la ley procesal, no
la admite. Ninguno de los extremos es, sin embargo, aceptable
y, como ha sido históricamente demostrado, el positivismo no es
capaz de desplazar completamente al jusnaturalismo ya que
no es posible concebir una sociedad que no aspire a la justicia.
Y, a la vez, el jusnaturalismo no es capaz de desplazar totalmente al
positivismo, pues un Derecho no escrito introduciría en el sistema
legal un grado tal de discrecionalidad e indeterminación, que llevaría
al caos y haría imposible la convivencia.
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 143
particular (su aplicación al caso). Para los instrumentalistas, en
cambio, la adjudicación es un proceso inductivo, donde la norma
se aplica a partir de la evaluación de las políticas que la inspiran.
De ahí que, para el autor, el instrumentalismo conviva muy bien con
conceptos estándar, tales como la razonabilidad, la buena fe, el abuso
del derecho o el orden público, pues se trata de conceptos flexibles
que permiten resolver caso por caso, sin necesidad de encasillarse
a una única solución.
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 145
su actuación (e.g. otorgamiento de plazos adicionales o la no atención
a faltas formales intrascendentes).
¿Y cuál es el sustento de cada una de dichas posiciones? Para los
formalistas, la aplicación mecánica y silogística de la ley tiene dos
virtudes: (i) la uniformidad, ya que, a casos iguales, soluciones iguales,
cosa que es esencialmente justa y (ii) la predictibilidad, porque en
un sistema de orientación formalista, todos los ciudadanos están en
condiciones de conocer sus deberes y sus derechos por anticipado,
lo que lo hace fiable. Los formalistas resaltan el valor de una
política semejante para la economía de mercado, pues –señalan–
facilita la celebración de contratos, simplifica su aplicación forzosa
por los jueces y desestimula la interposición de demandas o
reclamaciones frívolas, ya que es posible predecir que éstas no
prosperarán. Para los instrumentalistas, en cambio, toda norma
jurídica debe interpretarse a partir de la política que la sustenta
(la ratio legis) y, entonces, si su texto es limitado o restrictivo,
éste debe ser entendido en su sentido más amplio, de manera
que pueda incluir la política subyacente. Y si bien los instrumentalis-
tas reconocen que no pueden aspirar a la uniformidad, consideran que,
al fin y al cabo, se trata de, tan sólo una ilusión, porque en el plano
normativo (supuestamente más concreto) tampoco se puede evitar la
indeterminación. Es más, si de eso se trata, es el formalismo el que
produce la indeterminación, puesto que, a mayor generalidad de la
norma, mayor indeterminación, por lo que –señalan– no queda sino
concluir que la uniformidad y la predictibilidad absolutas son im-
posibles de alcanzar. Además –continúan los instrumentalistas– los
estándares flexibles permiten hacer justicia, porque las normas son
siempre incompletas, es decir, demasiado “anchas” o demasiado
“angostas”, cosa que no puede ser de otra manera porque en el mo-
mento de su redacción, era imposible prever todas las hipótesis a
146
ser cubiertas por la misma.41 Pero los formalistas vuelven a la carga,
“enrostrando” a los instrumentalistas que una posición que permite
al intérprete apartarse de la letra, da pie a que los jueces fallen
en función a sus deseos y preferencias y no en virtud del mandato
de la ley, lo cual produce imprevisibilidad, genera incentivos para
litigar y aumentan así los costos de transacción. Y en cuanto
a la objeción referida a lo indeterminado e impreciso de la regla
general, eso no les preocupa, pues siempre será posible expedir reglas
excepcionales, que, si son claras, contribuirán a la predictibilidad del
sistema. A lo que responden los instrumentalistas que la proliferación
de excepciones a la regla general, harán de la regla misma, una inde-
terminable.
41 Debe señalarse, sin embargo, que la utilización de buenas técnicas de redacción legal es
muy útil a efectos de la perdurabilidad de la norma.
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 147
inseguridad. Y así se suceden las objeciones y las contra-objeciones,
sin que el dilema pueda ser resuelto.
148
son especulaciones que sólo sirven para que el juzgador introduzca
–indebidamente, por cierto– sus preferencias personales. Señalan
también que el método literal de interpretación es el más seguro,
porque parte del lenguaje concreto y garantiza a las personas que no
serán penalizadas por no haberse percatado de cuál era la política
subyacente a la norma42. Pero, para los defensores del instrumentalismo,
las palabras utilizadas por la norma son normalmente indeterminadas
o poco claras y, por tanto, para llenar los vacíos de la ley es inevitable
recurrir, siquiera mínimamente, a las políticas subyacentes. Consideran
también los instrumentalistas que si bien el método literal limita el
rango de posibilidades interpretativas, no permite decidir cuál de todas
es la mejor o la más conveniente, con lo cual se convierte en una teoría
de interpretación incompleta.
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 149
norma?; ¿en determinar la intención “presunta” u “objetiva” de un
legislador hipotético?; ¿o se deben analizar las normas en relación
al presente, sin referencia a las razones verdaderas o presuntas para
las cuales fueron creadas? Todo eso ha sido discutido a lo largo
del desarrollo del pensamiento jurídico, dando lugar a tres teorías:
(i) la teoría de la intención (intentionalism); (ii) la teoría de la
intencionalidad (purpositivism); y (iii) la teoría de lo no original
(nonoriginalism), todas las cuales han logrado resultados tan sólo
parciales43. La primera, porque la búsqueda de la intención del
legislador (es decir, el de carne y hueso) es muy complicada debido a
que, por lo general, las normas no cuentan con exposición de motivos44
y aún si contaran con ella, las leyes responden muchas veces a arreglos
y componendas políticas (e.g. buscar la reelección). Además, llegar al
pensamiento del legislador (otra vez el de carne y hueso) es imposible
pues, como sea, la conclusión pasa por el tamiz del intérprete, quien
sin duda agregará al texto su propia subjetividad. Por su parte, la
teoría de la intencionalidad tampoco llega a resultados satisfactorios
pues, si bien se concentra en el propósito “objetivo” de la norma, termina
distorsionando su significado original y convirtiendo en impredecible
cualquier resultado interpretativo, pues caben todos los significados
posibles. Finalmente, la teoría de lo no original está más divorciada
aún de la intención del legislador (del verdadero), porque ni siquiera
presume su voluntad hipotética. Y eso convierte a la interpretación
en algo más impredecible aún, lo que lleva a Vandervelde a sostener
que la teoría del nonoriginalism es bastante ingenua, pues no puede
ocultar que, en el fondo, permite la ilimitada discrecionalidad del
intérprete.
43 Estas teorías han sido sostenidas dentro del sistema anglosajón. No obstante, la discusión
se produce también en el sistema continental.
44 Un tema todavía no resuelto es si las exposiciones de motivos publicadas conjuntamente
con las normas, pertenecen al método histórico de interpretación o son un coadyuvante del
método literal.
150
Las posiciones formalista-literalista e instrumentalista-no literalista
están, pues, en permanente enfrentamiento y responden (y aspiran)
a políticas diferentes: el formalismo a la seguridad jurídica y a la
predictibilidad y el instrumentalismo a la justicia individual, como
freno al abuso de los fuertes sobre los débiles.
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 151
Comercial de Francesco Messineo– no aluden a la irreconciabilidad
de ambas posiciones, sino, más bien, pretenden su aplicación sucesiva
(y en abstracto), comenzando con el método literal y terminando con
la “intención del legislador”, que, según Messineo45 “a veces puede
conducir a modificar el resultado de la interpretación, tal como
derivaría del sentido literal de la norma”. No sustenta el autor, sin
embargo, la razón por la cual un método –la intención del legislador–
puede tener la virtud y la fuerza de modificar el resultado de otro
–el método literal– ni cuándo puede hacerlo: ¿siempre?; ¿casi siempre?;
¿a veces?; ¿sólo si la norma carece de claridad?; ¿y cuándo carece
de claridad?; ¿es el juzgador quien lo determina discrecionalmente?;
¿no es eso arbitrario? Y, en fin; ¿cuándo debe optar el juez por trascender
el texto y cuándo no? Es más, en el sistema planteado por Messineo,
el método histórico –constituido fundamentalmente por los trabajos
preparatorios– queda relegado al último rango en consideración
a que éstos no pueden predominar sobre la voluntad objetiva de
la ley, debiendo prevalecer la formulación de la norma, frente al
propósito manifestado. Pero, ¿no es que, para Messineo la intención
del legislador puede modificar el resultado del método literal?;
¿por qué, entonces, relegar al último lugar la evidencia más palpable
de la misma, como son los trabajos preparatorios?46; ¿no constituyen
dichos trabajos el fruto del más auténtico pensamiento de sus
autores? Y, de otro lado, ¿qué es la voluntad objetiva de la norma?;
152
¿se refiere a su texto?; ¿o a lo que diga el intérprete? Tampoco
queda claro en qué consiste para Messineo, la “intención del legislador”,
pues el autor se limita a considerarla como el elemento lógico, el
espíritu o la razón de ser de la norma, distinguiéndola, además, de
la occasio legis, que es el motivo contingente en la expedición de la
ley (frente a su verdadera finalidad), sin explicar el significado de los
términos “espíritu” o “racionalidad”: ¿existen parámetros o es lo que
considere el juzgador de manera discrecional?; ¿y no es eso arbitrario?
Y, finalmente, ¿cuál es la ratio legis y cuál la occasio legis en
un caso en el cual sólo el motivo contingente (e.g. la ocurrencia de una
huelga) puede explicar el sentido de la norma?
47 De conformidad con la ley 24047, los bienes declarados patrimonio cultural son inmodi-
ficables por sus propietarios sin autorización del INC (hoy, Ministerio de Cultura). En
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 153
dos respuestas contrapuestas, relativas a su potestad de afectar un
bien. Para algunos, es suficiente para afectar, con que el bien califique
de estético, mientras que para otros, se trata de un acto del Estado
que, al vulnerar la propiedad privada debe ser excepcionalísimo.
Para aquellos –utilitaristas– la amplitud de la potestad encuentra su
justificación en que la inclusión de la mayor cantidad de bienes al acervo
cultural del país hace más feliz a la mayoría, mientras que para éstos
–individualistas y partidarios de la eficiencia– el derecho individual de
propiedad no puede ser afectado sino excepcionalmente, es decir, sólo
en aquellos casos en que se trate de un verdadero monumento, porque
es injusto que el propietario pague el costo social del disfrute de la
cultura por los demás y puesto que, además, si las afectaciones son
excesivas, convierten al sistema en ineficiente, porque obstaculizan la
circulación de la riqueza, que es la base del desarrollo.
los hechos, dichas afectaciones constituyen una carga sobre los bienes y disminuyen notable-
mente su valor económico. Algunos consideran que tales afectaciones a la propiedad por el
Estado son inconstitucionales porque, a diferencia de la expropiación, no conllevan indemni-
zación mediante el pago de un justiprecio.
154
adquiere contenido. Así, en el ejemplo anterior, un juez podría optar
por priorizar la privacidad si, digamos, el medio periodístico
abusa de las imágenes bochornosas, pero ese mismo juez podría
elegir la libertad de expresión si se trata de un personaje público.
Pero en este último caso –e.g. un candidato a la presidencia– un juez
podría priorizar el derecho a la privacidad si concluye que el hecho
que la prensa ha atribuido a dicho personaje no tiene conexión con
el ejercicio de su cargo y otro podrá priorizar la libertad de expresión,
si concluye que el público tiene derecho a conocer todos los aspectos
de la vida íntima de sus futuros gobernantes, sin restricción, porque
eso le permite escrutarlos mejor. El caso que mejor ilustra este
dilema es el del manejo periodístico sobre la paternidad no
reconocida del candidato a la presidencia y luego presidente
del Perú: el famoso caso Zaraí. Aquí se planteaba el problema
de los alcances de la libertad de prensa al tratar la vida íntima del
candidato. Algunos opinaban que ésta debía ser ilimitada y que,
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 155
sólo por el hecho que el candidato aspirara a la presidencia, la
población tenía derecho a conocer absolutamente todos los aspectos
de su vida privada. Otros sostenían, en cambio, que sólo si el no
reconocimiento era capaz de influir en las decisiones de su gobierno
o, en general, en su capacidad de gobernar, la supuesta filiación de la
hija no reconocida, podía ser ventilada públicamente. Y, para estos
últimos, en el caso Zaraí se trataba de actos de la vida privada del
candidato, que en nada influirían en sus decisiones, porque –llevada
la argumentación al extremo– era impensable que éste se propusiera
implantar una política de incentivos al no reconocimiento de los
hijos o que –más absurdo aún– quisiera aplicar políticas contrarias
a la infancia, como, por ejemplo, promover la pornografía.
156
II. Las paradojas
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 157
En el siguiente cuadro, el autor expone la dualidad entre lo universal y
lo particular en sus tres manifestaciones:
158
En ese sentido y continuando con nuestro ejemplo, la libertad de
expresión puede convertirse en caos y anarquía y en el abuso del fuerte
sobre el débil. Es por eso que la libertad debe garantizarse mediante
el poder del Estado. Sin embargo, el poder del Estado llevado a su
extremo, puede desembocar en autoritarismo y en la consecuente
desaparición de la libertad individual. Con lo cual, preservar al
Estado para asegurar la libertad deja de ser importante.
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 159
considera la autonomía de la voluntad como la regla general; por el
paternalismo, al haber incluido figuras tales como la lesión, la exce-
siva onerosidad o la nulidad de las estipulaciones exoneratorias de
responsabilidad por dolo o culpa inexcusable; se adhiere al instru-
mentalismo, porque considera que los defectos de forma no causan
la nulidad automática del acto jurídico; adopta la política basada en
la eficiencia al haber acortado los plazos de prescripción regulados en
el Código de 1936; y suscribe la política formalista, cuando establece
que los contratos son obligatorios en todo lo que está contenido en
ellos, pero sólo en eso48.
160
de políticas49. Eso es lo que le da sentido al caso y lo que motiva al
juez a actuar. Y, tal vez, eso sea hacer justicia.
Ahora bien; así como la relación teórica entre las diversas políticas
es fija e inamovible, la relación entre sus consecuencias no lo es y
puede ocurrir que para promover la política de eficiencia, se requiera
aplicar una política individualista (e.g. el libre mercado) o que, al
contrario, se considere más conveniente una política mayoritaria
(el otorgamiento de licencias para ciertas actividades). Puede ocurrir,
asimismo, que las políticas sean consistentes (es decir, que varias
políticas sustenten un mismo resultado), que sean opuestas (es decir,
que sean contradictorias) o que sean independientes (es decir, que
una política sea indiferente a la otra). Así por ejemplo, algunas
políticas convergen en sostener el valor del pacto comisorio50:
la autonomía, pues aceptar dicho pacto implica respetar la libre
voluntad de las partes; la eficiencia, pues, con su aceptación, se
desestimulan los litigios, acelerándose la circulación de la riqueza;
y el formalismo, pues se prioriza la letra de la ley sobre toda
otra consideración. Se opondría, sin embargo, a dicho pacto, la
política paternalista, que postula la protección del deudor respecto
de la conducta abusiva del acreedor, sobre todo si el valor
de la prenda supera al de la deuda garantizada. Finalmente,
dos políticas son independientes cuando ninguna de ellas
impide el funcionamiento de la otra. Vandervelde propone
como ejemplo, el caso de una persona que pretende tocar trombón
a las 3 a.m., molestando a sus vecinos. El abogado del vecino
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 161
sustentará su posición en el utilitarismo pues la mayor felicidad
para todos es que el músico no toque trombón a esa hora.
Dicha posición sería, sin embargo, perfectamente compatible,
tanto con una decisión formalista que imponga al músico la
prohibición de tocar trombón a partir de las nueve de la noche,
cuanto con una instrumentalista, que le prohíba tocar trombón en
“horas inadecuadas”.
162
es reducible por el juez si determina que es excesiva (política
paternalista) mientras que, también según el Código Civil, el monto
pactado como derecho de salida52 no lo es, pues, como en cualquier
otro contrato, prevalece la autonomía de la voluntad, aún si éste es
manifiestamente excesivo (política de autonomía). En ese caso, el
abogado de la parte que pretendía la reducción sostenía la existencia
de una contradicción teórica en el Código Civil, pues era inconcebible
que la ley diera un mejor trato a quien incumplía un contrato –
mediante la reducción de la cláusula penal– que a quien se apartaba
del mismo –impidiendo la reducción de la “cláusula de salida”–
porque tal inconsistencia creaba incentivos al incumplimiento.
El Tribunal no acogió dicha argumentación –pese a considerarla válida
e ingeniosa– y utilizó el razonamiento ad absurdo, señalando que la
reducción sistemática de los montos pactados como derecho de salida
terminaría destruyendo la posibilidad de celebrarlos, lo cual, por
razones de eficiencia (predictibilidad, por ejemplo), no era aceptable.
52 Si bien el artículo 1480 del Código Civil señala que “la entrega de las arras de retracta-
ción sólo es válida en los contratos preparatorios y concede a las partes el derecho de retrac-
tarse de ellos”, el Tribunal arbitral descartó la norma y consideró que el pacto del derecho
de separación a cambio de un precio es un contrato innominado que deriva de la autonomía
de la voluntad.
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 163
III. La aplicación de las políticas
164
apología al terrorismo. Asimismo, con el propósito de incrementar
el rigor de las penas, el delito de terrorismo, que no contemplaba la
pena de muerte, fue inicialmente asimilado al de traición a la patria53,
que sí la contemplaba y que era una figura para nada semejante a aquélla,
pero que “se adaptaba a las necesidades” de esa precisa coyuntura
histórica, caracterizada por el profundo malestar de la población en
relación al fenómeno terrorista. Si bien hubieron cuestionamientos
a dicho sistema, la mayoría de la población, sin intuir, tal vez, que las
políticas mayoritarias y positivistas estaban siendo llevadas al extremo,
apoyaba la aplicación de políticas de control estatal absoluto, siendo
en ese momento aceptable sostener que “el Estado lo puede todo”;
que “las garantías al debido proceso son secundarias”; que “se trata
de una guerra interna”; que “es un estado de excepción” o; ¡cómo
olvidarlo!, la famosa expresión de un representante de la Iglesia
Católica, que, con contundente claridad, dio cuenta de su desdén por
los derechos humanos. Hacia el año 1993, el terrorismo comenzó a
decrecer y el fenómeno fue básicamente erradicado. Fue así como,
con la caída del gobierno que optó por el extremo del autoritarismo,
comenzaron a prevalecer las políticas de signo opuesto –justicia
individual, respeto al debido proceso, garantías individuales, régimen
carcelario más humano– con lo cual se descartaron la pena de muerte
y la de cadena perpetua, se anuló un importante número de procesos
por vulneración del debido proceso, especialmente en los casos del
juzgamiento por tribunales castrenses y se mitigó el rigor de las
condiciones carcelarias, implantándose de manera general, una política
de respeto a la individualidad y de rechazo a los abusos del Estado.
53 El artículo 235 de la Constitución de 1979 establecía que “No hay pena de muerte, sino
por traición a la patria en caso de guerra exterior”. Derogada dicha Constitución, el artículo
140 de la Constitución de 1993 incluyó el delito de terrorismo, estableciendo que “La pena
de muerte sólo puede aplicarse por el delito de traición a la patria en caso de guerra, y el de
terrorismo, conforme a las leyes y a los tratados de los que el Perú es parte obligada”.
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 165
Y en el tema de la lucha contra la corrupción –indudable secuela
del régimen autoritario– viene ocurriendo algo parecido pues,
reconocidos penalistas consideran que ciertos tipos penales han
sido extendidos de manera forzada, en contravención con el
principio de tipicidad y la garantía individual de nulla poena
sine lege. No obstante, al conocerse en el año 2000 las proporciones
de la corrupción, era un sentir general que dichas conductas,
estuvieran o no tipificadas como delitos, debían ser sancionadas y,
en un ambiente de abierto rechazo a la corrupción, los jueces
optaron por uno de los extremos de este conflicto –el instrumentalismo–
interpretando ciertos delitos –el peculado54 por ejemplo– como
inclusivo de conductas que sólo forzándolas encajaban en el
tipo, considerando lícitas ciertas pruebas obtenidas de manera
ilícita o, como se ha señalado, aplicando retroactivamente normas
que prolongaban el período de carcelería para obtener la semi-
libertad para los reos por corrupción, es decir, actuando en
contra del principio general del Derecho Penal de favorecer al reo.
166
posibilidades de ganar y si no, tiene todas las posibilidades
de perder.
55 Los “contratos ley” se definen como contratos que no pueden ser modificados o dejados
sin efecto unilateralmente por el Estado (como sí se puede en un contrato administrativo). Los
contratos-ley tienen carácter civil y no administrativo, y sólo pueden modificarse o dejarse sin
efecto por acuerdo entre las partes (artículo 39º del Decreto Legislativo 757).
56 Por eso, al analizar un contrato, el intérprete debe tener plena conciencia de que el mo-
mento de la interpretación no es el mismo que el de la suscripción del contrato y que entre
ambos puede haber transcurrido un período significativo. Puede entonces ocurrir, que las
políticas predominantes en el momento de su suscripción hayan perdido peso relativo y que,
en el momento de su interpretación, predominen las políticas opuestas. Este problema se
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 167
Debido a la indeterminación de las políticas, pues, la argumentación
de cada abogado irá por el lado de advertir al juez que, de aceptar la
vigencia de una, se desconocerá el efecto beneficioso de la contraria.
evidenció en el caso de la discusión sobre el significado del contrato ley, porque todo indicaba
que se comenzaba a transitar sutilmente de las políticas de fomento a la inversión a otras fa-
vorecedoras de la participación del Estado en la economía. Y eso explicaba la discrepancia.
57 Artículo 116 de la Ley 26859, Ley Orgánica de Elecciones publicada el 01.10.97, e inciso 3,
artículo 10 de la Ley 26864, Ley de Elecciones Municipales publicada el 14.10.97.
168
de contratación puede dar cabida, tanto a una libertad autónoma,
como a una sujeta a la intervención del Estado, lo que deja un importante
margen de maniobra para los abogados, así como la política de no
discriminación puede favorecer o no el matrimonio gay.
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 169
“manera de ver el mundo” puede ser determinante. En efecto, los
jueces pueden ser formalistas o instrumentalistas, paternalistas o
autonomistas, utilitaristas o partidarios de la justicia individual,
jus naturalistas o positivistas. Y eso es mucho más común de lo que
se cree, sobre todo cuando se trata de determinar el significado de
conceptos estándar, como los de buena fe, razonabilidad, inversionista
sensato o agente leal.
170
otorgándose protección sólo a aquellas personas que tienen un buen
conocimiento del mercado; mientras que para otros, la valla debe
ser más baja, protegiéndose también a quienes invierten sin tener
demasiado claro los riesgos que dicha inversión conlleva. Lo mismo
ocurre con el paradigma del “agente leal” que, para algunos, tiene
obligaciones de diligencia y lealtad muy estrictas, mientras que para
otros, tales obligaciones no lo son tanto. Y así, en relación a muchos
otros conceptos estándar.
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 171
172
¿Cómo se decide un caso?
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 173
como se considera en el sistema continental, pues están influenciados,
en mayor o menor medida, por la cosmovisión del juez.
174
contrario al aborto o a la experimentación con embriones exhibe,
por su parte, una determinada concepción de género, de ideología y de
religión, ideología que será la opuesta, si un juez concibe las cosas de
manera opuesta, es decir, si favorece el aborto o la experimentación
científica con embriones. No existe, entonces, ni mucho menos, un
pensamiento unitario en el aparato de administración de justicia.
Y esa disparidad se pone en evidencia, sobre todo, en el arbitraje,
donde, a diferencia del Poder Judicial, no existe institucionalidad
que cuente con los instrumentos para marcar la pauta (precedentes
obligatorios), ya que pueden arbitrar abogados y no abogados,
libremente elegidos por las partes, que no responden a pensamiento
institucional alguno y que pueden fallar inspirados en cualquier
ideología. Y, de eso debe ser consciente el abogado litigante, tanto
al elegir al árbitro que le corresponde elegir, como al formular los
argumentos del caso.
58 Fox Marie, Bell, Christine; Learning Legal Skills; 3rd.ed.; Glasgow: Blackstone Press;
1999; p. 239-255.
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 175
en los de vacíos legales. Participan de esta corriente los defensores
del Realismo Jurídico, cuya posición más extrema se resume en la
famosa frase que el juez resuelve según el humor con el que se haya
levantado esa mañana; (iv) Política de la judicatura, que es una rama
del Realismo Jurídico, pero mucho menos amplia, que considera que la
discrecionalidad judicial no es tan abierta como sostiene el Realismo,
porque hay factores estables en la norma, que hacen que la interpretación
sea predecible. Esta predictibilidad es posible porque se considera
que, por encima de todas las cosas, los jueces tienden a mantener
sus propios intereses; (v) Derecho como integridad o probidad,
según la cual, el juez nunca tiene discrecionalidad absoluta para
decidir, porque la norma refleja una serie de principios y políticas
que condensan ciertas metas colectivas de la comunidad como un
todo; (vi) Análisis económico del Derecho, según el cual, las teorías
judiciales deben ser resumidas en la evaluación de la eficiencia de las
decisiones, dado que la función de la ley es promover la asignación
de recursos lo más eficientemente posible; (vii) Teoría crítica del
Derecho, la que, de manera semejante al Realismo Jurídico considera
que no hay un modelo judicial de razonamiento y que el Derecho es,
simplemente, política disfrazada; (viii) Feminismo, que deriva de la
anterior y que sostiene que la ley puede defender un tipo particular de
masculinidad y que favorece a cierto tipo de hombre, de cierta clase
y raza; (ix) Postmodernismo, según la cual, la interpretación legal
no puede ser separada del dolor y la muerte y que, en sí misma, encierra
violencia, ya que el sólo hecho de usar la coerción para aplicar la
ley es violenta.
176
(i) La fundada en el formalismo-positivismo, según la cual, el sistema
jurídico es un sistema cerrado (la plenitud hermética del Derecho).
Los jueces formalistas-positivistas consideran que, de lo que se trata
es de la aplicación de la ley a los hechos y de razonar conforme al
silogismo jurídico. La búsqueda de la justicia, la eficiencia o la equidad,
así como la aplicación de principios que puedan morigerar el rigor
de la ley, no tienen mayor cabida en esta tendencia de razonamiento,
donde el valor que se prioriza es, más bien, la seguridad jurídica.
Los jueces formalistas-positivistas no son amigos de figuras tales
como la lesión o la excesiva onerosidad de la prestación, por lo cual
son muy estrictos con el cumplimiento de las exigencias legales para
su procedencia.
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 177
últimos años ha venido ganando terreno en nuestro país y que analiza
la ley en términos económicos, es decir, en términos de eficiencia y
de costo-beneficio. Esta tendencia descarta la justicia y la equidad
como orientadores de la adjudicación de derechos y las reemplaza
por la eficiencia, pues se considera que una norma eficiente será
siempre mejor (más justa) desde el punto de vista de la sociedad
en su conjunto. Los jueces que privilegian la eficiencia parten de la
idea de la imperfección nata de los contratos y de la necesidad de
interpretarlos en términos de eficiencia y de incentivos que beneficien
a la sociedad en su conjunto.
I. Eficiencia
178
considere que todo intercambio de bienes o servicios, que incremente
el bienestar de una persona sin reducir el bienestar de la otra, mejorará
el bienestar social. Y una ley es eficiente cuando crea derechos de
propiedad ejecutables judicialmente y cuando reduce los costos de
transacción. Esta apreciación crítica de la ley no tiene relación con
la justicia distributiva ni con la equidad y tiene como base la libertad
de contratación, considerando que una buena regla es aquella que
permite lograr aquello que las partes han querido. Y la norma se
analiza de acuerdo al criterio costo-beneficio, aunque apreciado
desde el punto de vista de la sociedad en su conjunto y no de cada
relación jurídica en particular. El análisis económico del Derecho
pone, asimismo, el énfasis en las externalidades, que pueden consistir
en ganancias o pérdidas de terceros, derivadas de la conducta de una
persona y en la creación de incentivos para que los individuos tomen
las externalidades en cuenta para que sus actos no generen costos
sobre los demás. Se trata, pues, de una manera de evaluar la ley, el
contrato y otros instrumentos jurídicos, a partir de la previsión de
sus consecuencias.
Bullard59 propone que los jueces analicen sus casos según las pautas
siguientes:
59 Bullard González, Alfredo; Derecho y Economía; Lima: Palestra Editores; 2003. pp.60-
61.
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 179
(iii) Preguntarse si con el fallo se incentivan o desincentivan conductas; y
(i) Se trata del cobro de una deuda a una persona que, por haber sufrido
un accidente, se quedó sin medios económicos e incapacitado para
trabajar. En ese caso, el juez tiene dos opciones: a) declarar la
inexigibilidad de la deuda, por alguna razón que le permita proteger
al deudor incapacitado; o b) obligarlo a pagar la deuda, bajo el
argumento que otros deudores en situación semejante al incapacitado
buscarían que se declare inexigible su deuda, con lo cual, la sociedad
en su conjunto sufriría, porque se generaría incertidumbre en el
cobro de deudas.
180
comida rápida porque el café que le sirvieron se encontraba demasiado
caliente y se quemó (el caso Mc Donalds). Al juez se le presentarán al
menos las siguientes alternativas: (a) acoger la demanda e indemnizar
a la reclamante con una suma importante por los daños que le pueda
haber ocasionado el café demasiado caliente, incentivando de esa
manera que los restaurantes empleen una mayor diligencia al servir su
comida a los clientes; o (b) declarar infundada la demanda u otorgar
una indemnización nimia, desincentivando de esa manera posibles
demandas frívolas que entorpezcan el tráfico de bienes y el sistema
judicial, el cual podría dedicarse a causas más provechosas.
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 181
a escasas cuatro cuadras de distancia) a cambio del pago de S/. 400.
Apremiado por su situación, el hombre herido acepta el precio sin
dudarlo. Al poco tiempo, el chofer del taxi recibe una demanda exigiendo
que se rescinda el contrato por lesión, al haber existido al momento
de celebrarse el contrato una desproporción entre las prestaciones
mayor a las dos quintas partes. El juez que conoce el caso, al momento
de resolver, tendrá en cuenta las siguientes opciones: (a) acoger
el pedido de rescisión del contrato, desincentivando de esa manera
conductas que se aprovechen del estado de necesidad de las personas
o (b) denegar el pedido, considerando que el acogimiento de la
solicitud de rescisión podría desincentivar que en casos como el
propuesto, un taxista auxilie a la víctima del asalto, siendo preferible
un auxilio “caro” al desamparo de una víctima.
II. Moral
60 Devlin, P; The Enforcement of Morals; Oxford University Press; 1965 p. 7-18. Citado por:
Fox, Marie y Bell, Christine; op. cit. p. 268-270.
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 183
Dado que, en relación a la vinculación entre Derecho y moral hay
una gama bastante grande de opciones y considerando que el sentido
del fallo dependerá, en definitiva, de la ideología del juez, lo que
Fox y Bell recomiendan es que la argumentación del abogado –que
no elige el caso que le toca defender (salvo que, ciertamente, decida
rechazarlo)– sea racional e informada, independientemente de la
orientación que tenga que asumir en su defensa. Porque, la utilización
de argumentos de orden moral (no moralista) será siempre bien
recibida por jueces y tribunales.
184
su parte, que la relación contractual está teñida por la moral, una
de cuyas derivaciones es la buena fe y que, entonces, el deber del
comerciante de Rodas era no ocultar a sus compradores, la llegada de
los barcos.
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 185
favorable al gobierno. Se trataba
de hechos profundamente inmorales
y agraviantes para con la sociedad,
pero no tipificados como delitos.
El impacto moral fue tan grande en
ese caso, que se forzaron figuras
tales como complicidad en el
peculado, para castigar dichos
hechos. Este es un caso en que la
moral rompió las barreras jurídicas
del nullum crimen, nulla poena
sine lege y quienes cometieron esos
hechos fueron castigados.
III. Justicia
61 Hutchinson, A; Dwelling on the Threshold. Toronto, Carswell. 1988. p. 23. Citado por:
Fox, Marie y Bell, Christine; op. cit. p. 275.
186
piscina con ambas manos y el ganador de la carrera había tocado
el borde de la piscina con una mano. ¿Y por qué? Pues porque el
nadador era manco. ¿Cuál era, en ese caso, la solución justa con
todos los competidores?, ¿qué significaba trato equivalente?,
¿contravenir la regla y declarar ganador a quien había tocado el borde
con una sola mano?, ¿o descalificar al nadador manco, aplicando la
regla de manera estricta?
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 187
la sociedad en su conjunto. Por ejemplo, puede ser injusto que se
prohíba que una persona monopolice la prestación de un servicio,
porque todos han tenido las mismas oportunidades para lograr crear
una empresa prestadora de servicios públicos y sólo uno lo logró.
Ello es, sin embargo, ineficiente para la sociedad en su conjunto, porque
el monopolio incrementa los precios. También al contrario: es injusto
que un competidor expulse a otro del mercado, pero eso puede ser
eficiente en términos sociales, porque la guerra de precios que terminó
con la salida de uno de los competidores del mercado favoreció al
consumidor. Aunque, ahora que salió del mercado, el consumidor
deje de estar favorecido.
188
(ii) En el caso de la “píldora del día siguiente”, la discusión se
planteó también en términos de justicia, porque se consideró que
era injusto que la ley prohibiera su distribución gratuita en centros
hospitalarios estatales y que las farmacias la vendieran libremente y
a precios que la mayoría de la población no podía afrontar. Era, pues,
injusto que la ley favoreciera a los más ricos y perjudicara a los
más pobres.
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 189
haberse percatado de cuál era la política subyacente a la norma. Los
fines de la seguridad jurídica son, básicamente (i) la predictibilidad,
que implica la posibilidad de que los sujetos de derecho conozcan,
con el mayor grado de certeza posible, qué consecuencias tendrán sus
acciones. La predictibilidad es, también, uno de los pilares del análisis
económico del Derecho; y (ii) la certeza de la realización de actos y
de la transferencia de derechos, con la finalidad de garantizar el tráfico
jurídico.
190
(iv) La figura del contrato-ley, contemplada en los artículos 62° de
la Constitución y 1357° del Código Civil, es otro supuesto en el
que el legislador prioriza la seguridad jurídica. Así, al renunciar el
Estado a sus facultades exorbitantes y colocarse en el mismo plano
de igualdad que el inversionista privado, le otorga la seguridad
que no actuará utilizando sus facultades de modificar o resolver
unilateralmente el contrato.
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 191
pero, en realidad son artificiales, sencillamente, porque esquivan
el tema de fondo. Siguiendo (y complementando) a Fox y Bell62,
ellos son:
1. Argumento esquivo:
Ejemplos: “Seguramente el abogado de la parte contraria no se ha
192
Y es que, señalar
cuándo se inicia la vida,
cuándo se produce la
concepción o cuál es el
momento de la muerte,
podría ser interpretado
como una arbitrariedad,
sencillamente porque se
trata de definir un
“momento” que puede
ser uno u otro, de
acuerdo a la ciencia
de la que se parta, de la posición asumida al interior de ésta y,
ciertamente, de la ideología. Porque, lo que sí es claro es que
ni la ciencia ni la filosofía se han puesto de acuerdo sobre el
inicio de la vida. Así, entre los griegos, únicamente la escuela
pitagórica consideraba que el embrión tenía vida desde la
concepción y que destruirlo significaba destruir a un ser humano.
En el extremo opuesto, los estoicos y la fe judía (si bien no
unánimemente) ubicaban el nacimiento como el inicio de la vida y,
entonces, no condenaban (ni condenan) el aborto. Aristóteles y Platón
sostenían, a su vez, que el aborto es recomendable antes de que
el feto sea capaz de desprenderse de su madre y de vivir una vida
independiente. Santo Tomás consideraba, por su parte, que el feto no
tiene un alma intelectual o racional en el momento de la concepción,
sino que la adquiere en algún momento posterior: 40 días en el caso
del feto masculino y 80 en el caso del feto femenino. El Common
Law consideró en un primer momento que los primeros movi-
mientos del feto, que se presentan entre las semanas 16 y 18,
marcaban el inicio de la vida (teoría de la motricidad), pues
el feto ya tenía una “forma humana reconocible” y, aún así, consideraba
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 193
que el aborto era un delito menor. Mucho tiempo después, a fines
del siglo XIX, el Common Law comenzó a ubicar el surgimiento de
la vida en un momento previo: el de la concepción, considerando que
la supresión del feto era, no un supuesto de aborto, sino, propiamente,
de homicidio. La Iglesia Católica, por su parte, se adhirió durante
la Edad Media y el Renacimiento a la teoría de la “animación
mediata”, que fue convertida en un dogma, hasta que la abandonó
a mediados del siglo XIX, para considerar que la existencia se
inicia con la concepción. Este dogma es hoy, la creencia oficial
de la iglesia Católica. ¿Puede, entonces, ganarse un debate por
definiciones?
3. “Abrir la compuerta”:
La nueva ley sobre el divorcio, del año 2008, Ley 29227, facilita el
trámite del divorcio por mutuo acuerdo de los cónyuges que no tengan
hijos menores de edad, entre otros requisitos, permitiendo que el
trámite del divorcio se realice ante una Notaría o una Municipalidad,
sin necesidad de recurrir al Poder Judicial. El argumento sería el
siguiente: Si hoy se relajan los requisitos de esa manera, mañana
bastará el acuerdo verbal entre las partes para considerarse divorciado.
El argumento no dice nada sobre por qué es malo que el trámite de
divorcio se agilice (hoy) y, además, las cosas no tienen por qué ocurrir,
necesariamente, de esa manera.
194
5. Denunciar las inconsistencias del abogado de la parte
contraria:
“El doctor X, que hasta hace muy poco defendía la tesis A, hoy defiende
la B”. O, “el doctor X ha escrito un artículo, precisamente sosteniendo
lo contrario a lo que hoy sostiene”. Este argumento es muy común y
R A Z O N A M I E N T O L E G A L Y A R G U M E N T A C I Ó N 195
6. “¿Por qué preocuparse de algo que no pasará?”:
Este argumento esconde una estrategia consistente en no entrar al
fondo del problema, sea porque es difícil, sea porque “se tiene las
de perder”.
VI. Conclusión
196
REDACCIÓN
197
198
Tips 63
R E D A C C I Ó N 199
le había adjudicado –inmerecidamente en mi opinión– la condición
de patrimonio cultural. Lo que los arquitectos tenían que resolver,
entonces, era si el inmueble era o no valioso desde el punto de
vista arquitectónico, para mantenerlo o, en su caso, excluirlo de tal
condición. Pero, preguntó uno de ellos durante la inspección ocular,
¿cómo debemos resolver en caso de duda? Yo le sugerí que leyera los
fundamentos de nuestro petitorio y que ahí encontraría la respuesta:
la adjudicación a un inmueble de la condición de patrimonio cultural
es una medida excepcional, debido a que afecta significativamente
la propiedad privada y, por tanto, ante la duda, no cabe imponer
dicha carga. El arquitecto me respondió, con bastante ingenuidad,
algo así como ¡Noooo!!!! ¿leer un “recurso” legal? No podría. Los
documentos legales son confusos y enredados –continuó el arquitecto–
y no los entiendo. Es más, nunca he podido terminar la lectura de
un documento legal y, por tanto, intentar hacerlo, es una pérdida de
tiempo. En ese momento reparé que quienes debían pronunciarse
sobre el valor arquitectónico del inmueble, resolverían sin siquiera
revisar nuestra fundamentación jurídica y que, entonces, un asunto
–la duda sobre el valor del inmueble– que sólo podía resolverse con
un argumento legal (y no arquitectónico), se resolvería sin considerar
dicho aspecto. Y, posiblemente, contrariamente a la lógica jurídica.
200
necesita para entender el documento? Y, lo más grave es que, cuando
el texto es oscuro o confuso, ni siquiera llega a entenderse después
de haber pasado por varias (agotadoras) lecturas, siendo frecuente,
incluso que se abandone la tarea, por el esfuerzo que ésta involucra.
Y, sin lugar a dudas, esa confusión repercute directamente en el
sentido del fallo.
R E D A C C I Ó N 201
Y el curso tampoco ha generado entusiasmo en los profesores, no sólo
por la apatía de los alumnos, que los desestimula, sino por el arduo
trabajo de corrección de textos, que normalmente toma más tiempo
del que uno puede disponer. Tratar, pues, de enseñar una materia con
esas características es poco menos que una hazaña y, además, sin
resultados visibles. Por lo menos, hasta el momento.
Eso es, entonces, lo que haré: dar cien “tips” de redacción, debidamente
ordenados, que puedan convertirse en una guía para quienes se inician
en el tema o para quienes no se sienten suficientemente hábiles en
redacción. Con la advertencia que este artículo tiene mucho de
divulgación y poco de originalidad porque acreditadísimos autores,
básicamente ingleses y norteamericanos, han escrito mucho y muy
bien sobre el tema. Y, luego de eso, hay poco que aportar, aunque
bastante que adaptar.
202
Se trata, por supuesto, de recomendaciones que no son rígidas y que,
por el contrario, deben ser aplicadas con criterio. Porque, por ejemplo,
si bien es recomendable redactar con claridad eso no significa que,
en ocasiones, no se requiera precisamente lo contrario, es decir, ser
oscuro o evasivo. O, si la regla es decirlo todo desde el principio, en
ocasiones es bueno añadir al planteamiento algo de misterio. Esas son
cuestiones de estrategia, que cada abogado debe analizar. Pero eso no
quiere decir que le esté permitido redactar sin orden ni concierto.
R E D A C C I Ó N 203
escritos judiciales y arbitrales (argumentación), informes de opinión a
clientes, a otros abogados o, en general, a terceros y a comunicaciones
de todo tipo (cartas, e-mails, etc.).
Procedo, entonces, a dar los “tips” sobre writing, con cargo a abordar,
en algún momento, lo relativo a drafting, una de las áreas más difíciles
en el ejercicio de la profesión.
204
su labor en una controversia es dar la versión que más convenga a
su cliente. Eso no ocurre en un informe de opinión, donde lo que se le
pide al redactor es una apreciación de las circunstancias para permitir
la toma de una acción.
R E D A C C I Ó N 205
8. Redactar solo, nunca en equipo. La redacción en equipo crea
confusiones por la distinta manera de aproximarse a un tema y por la
diferencia de estilos. Esos defectos traban la lectura.
14. Tener claro que se escribe para los lectores, no para uno
mismo. Eso significa que no hay necesidad de exponer al lector
todo el recorrido mental del redactor. Eso sería como pedirle a un
médico que explique al paciente cómo interpretar los análisis de
laboratorio.
206
redacción en términos de precisión y flexibilidad. La lectura ayuda
mucho para dicho fin.
R E D A C C I Ó N 207
(ii) Re-escribir las partes menos logradas del texto, para asegurar
coherencia;
(iii) Reorganizar el material de manera clara y amigable para el
usuario;
(iv) Nunca dejar de editar el material;
(v) Concentrarse en la gramática y en la sintaxis.
208
lógica del análisis o razonamiento. Es más, normalmente no coinciden.
La lógica puede ser impecable y el documento inentendible.
R E D A C C I Ó N 209
29. Redactar a partir de un esquema. El esquema es una guía de
comprensión: se sigue un orden lógico que va haciendo sentido a medida
que se avanza en la lectura. Un esquema ayuda a la presentación. Nunca
desestimar la presentación. Es la carta de presentación del redactor.
31. El texto debe ser claro, conciso y correcto. Ello implica unidad
de pensamiento, claridad de expresión y simpleza. No puede pasarse
de una idea a la otra. El lector se sentirá irritado y se corre el riesgo
que pierda la paciencia. Esta es la Regla CCC.
210
32. La claridad implica lo siguiente:
(i) Decir exactamente lo que se quiere decir;
(ii) Usar frases y palabras frecuentes en lugar de frases y palabras
rebuscadas (“llegaré ganada la tarde” en lugar de “llegaré por la
mañana”);
(iii) Evitar eufemismos (en lugar de referirse a la “tercera edad”, hablar
de los ancianos);
(iv) Eliminar el exceso de adjetivos y adverbios (“cálido día veraniego”,
“totalmente cierto”);
(v) Evitar ser vago o evasivo (e.g. usted puede obtener una “suma
considerable” como indemnización o “en determinado momento”
le alcanzaré el documento del que hablamos). Abstenerse de utilizar
expresiones tales como “parece”, “da la impresión”, “se considera” o
“se sostiene”. En ocasiones es necesario hacerlo, pero debe saberse
cuándo y por qué. Nunca hacerlo cuando lo que se ha solicitado
es una opinión sobre la verdadera situación del cliente. No dar
falsas esperanzas. Recordar que el lector quiere obtener la mayor
cantidad de información de la manera más precisa posible; y
(vi) Usar un lenguaje simple, es decir, no rebuscado. Eliminar la
jerga legal y los latinazgos (e.g. ab inicio, supra e infra, res inter
alios acta, etc.). Los expertos en redacción recomiendan la utilización
del “test Mc Donald´s”, que significa que si un usuario de la cadena
puede entender el texto, es porque éste está claro. El estilo y las
palabras deben ser simples y contemporáneos.
R E D A C C I Ó N 211
concepto relativamente difícil o particularmente importante, se grabe
en la mente del lector;
212
por: “a menor número de páginas, más respeto por el lector”. Tener
en cuenta que no se trata tanto del número de palabras, sino del tiempo
que le toma al lector leer el texto.
R E D A C C I Ó N 213
38. Utilizar, en lo posible, imágenes específicas. Una buena imagen
es, por ejemplo, la famosa frase del juez Holmes quien, para referirse
a los límites naturales de la libertad de expresión dijo lo siguiente:
“La protección más rigurosa a la libertad de expresión no puede
proteger a un hombre que causó pánico en un teatro, gritando que
había un incendio”64. Sin embargo, no exagerar y menos utilizarlas
para ofender a la otra parte.
64 Tomado de: Stark, Steven D.; Writing to Win: The Legal Writer; New York: Broadway
Books; 1st ed.; 1999. p. 38.
214
II.2.1 Oraciones, párrafos, signos de puntuación,
mayúsculas y minúsculas
44. Lo ideal es que cada oración contenga una sola idea, sin salvedades
ni añadidos.
R E D A C C I Ó N 215
47. Un buen párrafo es el que se anticipa a la pregunta del lector.
49. A igual que las oraciones, los párrafos deben ser cortos. Cuanto
más largos, más rápido se cansará el lector. Otro problema de los párrafos
demasiado largos, es que al lector se le hace difícil retener la idea
expuesta. El promedio de longitud de un párrafo es de seis oraciones.
La longitud del párrafo depende de la importancia y/o complejidad
del tema.
52. Los párrafos muy largos y sin cortes son expresión de mala
redacción. Ello porque ponen mucha presión en el lector, quien tiene
que luchar para llegar a captar la sustancia del asunto y, en muchos casos,
no lo consigue o –lo que es peor– pierde la paciencia. Tampoco se reco-
miendan los párrafos de una línea, pues son, por lo general, superficiales.
216
53. La información clave debe ir al comienzo o al final del párrafo.
Ello porque, según los expertos en psicología cognitiva, el lector re-
cuerda mejor esos dos momentos.
R E D A C C I Ó N 217
Hay, en esto, mucho de oído. La coma puede sustituir al paréntesis
(e.g. El arrendatario puede, o puede no, etc.). El arrendatario puede (o
puede no). La coma no se usa antes del “y” ni del “o”. Las comas siguen
a frases tales como “sin embargo”, “no obstante, “por ejemplo”, etc.
58. El punto y coma es una pausa más larga que la coma, que separa
cláusulas u oraciones completas. Se usa para evitar tres problemas: la
aparición abrupta de una serie de oraciones cortas; la monotonía de
una oración demasiado larga, evitando el “y”; y la confusión de una
oración complicada que solo está separada por comas. Se usa, entonces,
para lo siguiente y de la siguiente manera:
(i) Para añadir una oración o frase a otra frase (e.g. “Le dijo lo
siguiente: que no se preocupara, etc.”);
(ii) Para introducir un resumen (e.g. “La posición es como sigue:…”);
(iii) Para introducir una lista (e.g. “Los productos son: mangos,
papayas, etc.”);
(iv) Para introducir una cita textual (e.g. “Juan señaló lo siguiente: “...”);
y
218
(v) Para hacer un balance entre dos pensamientos (e.g. el hombre
propone: Dios dispone).
R E D A C C I Ó N 219
y apunta a que el lector preste atención a lo esencial del texto y
no a los artificios literarios del redactor. Tiene, pues, un propósito
bastante definido. Se recomienda, por eso, nunca hacer comentarios
humorísticos y mucho menos a costa de alguien. Se recomienda
también evitar el exceso de metáforas, slogans o imágenes, porque
pueden llegar a ser molestas.
220
70. Algunas recomendaciones para la presentación del documento
son las siguientes:
(i) El espacio entre líneas hace el texto más ameno. Pero, no es obli-
gatorio hacerlo. La sangría también sirve para ese fin, pero no abusar,
porque el lector se pierde en la numeración y tiene que regresar para
saber dónde está. Y eso es muy molesto cuando queda mucho por leer.
Además, el documento tiene la apariencia de una redacción en verso;
(ii) Dejar espacios entre párrafos. Eso mejora la presentación;
(iii) Usar un tamaño de letra apropiado, pueden usarse dos tamaños
para distinguir entre títulos y texto;
(iv) Puede subrayarse o resaltarse;
(v) Las tablas y columnas permiten al lector apreciar la comparación
entre dos cuestiones;
(vi) Los títulos o encabezados son muy importantes. Sin embargo, no
exagerar utilizando demasiados títulos y subtítulos, porque se corre
el riesgo que el lector se pierda;
(vii) Dejar espacio entre el título y el texto, para que se aprecie
mejor de qué se trata.
II.3.1 Autoedición
R E D A C C I Ó N 221
a) Objetivo
(i) ¿Cuál es el propósito de la comunicación?
(ii) ¿Quiénes serán mis posibles lectores?
(iii) ¿He adaptado el estilo a las necesidades del lector?
(iv) ¿He cubierto todos los temas?
(v) ¿He respondido todas las preguntas?
(vi) ¿Las he respondido con suficiente/exagerada profundidad?
b) Contenido
(i) ¿Es la información precisa?
(ii) ¿Es relevante?
c) Humanidad
(i) ¿Es el tono el apropiado para ese objetivo y ese contenido
específicos?
(ii) ¿Es amigable, cortés, útil, franco, o es cortante, distante y vago?
d) Esquema
(i) ¿Es el esquema apropiado para el objetivo y contenido?
(ii) ¿Está puesta la información en bloques manejables?
e) Estructura
(i) ¿Llego al punto rápidamente y lo hago claramente?
(ii) ¿Son las oraciones suficientemente cortas?
(iii) ¿Hace sentido el orden de las oraciones y de los párrafos?
(iv) ¿Contiene cada párrafo sólo una idea?
(v) ¿Existe un vínculo entre un párrafo y el otro?
(vi) ¿Están vinculadas las oraciones?
f) Lenguaje
(i) ¿He utilizado un lenguaje simple? (es decir, claro, conciso, correcto
222
y que pueda ser fácilmente entendible por el lector?)
(ii) ¿He prescindido de palabras o frases poco elegantes, infrecuen-
tes, redundantes, innecesariamente técnicas, difusas, “palabreras” o
vagas?
(iii) ¿Es correcta la puntuación?
R E D A C C I Ó N 223
es mejor para el documento. Se dice que el documento debe “dormir”
antes de ser despachado. Por eso es importante tratar de terminar
la redacción, por lo menos 24 horas antes de editar.
224
82. Revisar el texto las veces que sea necesario, hasta quedar
totalmente satisfecho con el mismo, es decir, poder concluir que
éste es preciso, eficiente, de fácil recordación y que inspira
confianza en el lector. El número de veces que es necesario revisar
un texto se irá reduciendo a medida que el redactor adquiera
experiencia.
85. Hay dos tipos de edición: línea por línea y un comentario final
referido a la mejora de la totalidad del documento. Si el documento
es muy malo, es mejor reescribirlo o sugerir que se reescriba. Editar
en esas condiciones es como tratar de arreglar un terno mal cortado.
R E D A C C I Ó N 225
III. Reglas de argumentación escrita
93. Ser preciso. Plantear las cosas de forma tal que quien resuelva
cuente con todos los elementos como para poder hacerlo. Para ello
es fundamental hacerse las preguntas que se haría el juzgador y
responderlas de una manera clara, sencilla, coherente y precisa.
226
diente explicación. La omisión de estas referencias oscurece el
texto y obliga al lector a descubrir lo ocultado por sí mismo, lo
que le genera desconfianza sobre todo el documento. Lo que sí
puede hacerse es editar con “linterna”, es decir, iluminando lo que
se quiere iluminar y bajando la luz a lo desfavorable.
R E D A C C I Ó N 227
frases pomposas. Debe, asimismo, evitarse la utilización de latinazgos
o expresiones no contemporáneas.
228
COMUNICACIÓN ORAL
229
230
¿Cómo maximizar el impacto del informe oral? 66
C O M U N I C A C I Ó N O R A L 231
ofrecen o se ofrecen sólo parcialmente en nuestras Facultades de
Derecho.
232
y eso es lo que me propongo hacer. Y para ello, trataré del informe
oral, que, debido al impacto de la comunicación oral en los oyentes
(en este caso los árbitros) es un momento decisivo del proceso, que
muchas veces los abogados no saben aprovechar.
68 Justice White, citado por: Shapiro, Stephen en Questions, Answers and Prepared Re-
marks; en: Mayer, Brown, Rowe & Maw LLP´s Apellate.net.
69 “Ir a la yugular” significa en el argot anglosajón, reducir el caso a lo que es esencial,
eliminando largas exposiciones de los hechos o de la historia del proceso, que son propias de
los documentos escritos (aunque, no por eso, los escritos del proceso tienen “licencia para
aburrir”).
C O M U N I C A C I Ó N O R A L 233
escenas de la película, aunque elegidas por su carácter dramático
o interesante, que intentan capturar el interés del espectador y lo
hacen desear ver la película completa (los documentos escritos).”70
De ahí su importancia.
234
I. El propósito del informe oral
Hay casos en que los hechos son múltiples y/o complejos. Pero, por
complejos que sean, los árbitros saben que tienen que entenderlos
porque, salvo que se trate de un asunto de puro derecho, la naturaleza
de los hechos, su secuencia o su interacción, son esenciales en la
solución del caso. Y es bastante frecuente que, en el momento del
informe oral, los árbitros no conozcan los hechos en profundidad y
deseen sacar el mayor provecho del informe.
A veces, la solución del caso tiene que ver, más que con los hechos,
con el sentido de una norma legal. Y, en el Perú, la legislación
tiende a ser frondosa, compleja o contradictoria e incluso, hay
ocasiones en las que no puede saberse con certeza si una norma
está o no vigente. Por eso, los árbitros saben que el informe oral
es el momento para entender cuál es la ley aplicable, si ha sido o no
derogada, si ha sido reglamentada, cómo ha sido entendida por las
partes, o cómo debe ser interpretada. Eso es de gran utilidad al
momento de laudar.
C O M U N I C A C I Ó N O R A L 235
(iii) Entender los principios que sostienen la argumentación
236
es, con total independencia de los resultados de dicha aplicación
supuestamente objetiva. Pero, lo cierto es que no existe caso en el
que los árbitros no se pregunten por las consecuencias de su fallo: ¿qué
tan perjudicada quedará una parte frente a la otra?; ¿podrá recuperarse
económicamente?; ¿causará el laudo daño a un tercero?; ¿dará lugar a
que una parte abuse de la otra?; ¿fomentará conductas no deseadas?;
¿se impedirá el desarrollo normal de los negocios?; ¿se crea una
situación absurda? Y, sin duda, estos aspectos influirán en la decisión,
aunque, a diferencia del sistema anglosajón, que admite abiertamente
que los jueces primero determinen las consecuencias y luego justifiquen
la decisión, nuestro sistema jurídico se niega todavía a aceptar esto.
Ocurre a veces, que el árbitro se inclina por una posición, pero no tiene
completamente estructurada la argumentación para defenderla. En
esos casos, un informe oral con una argumentación bien estructurada
puede ser muy útil para que el árbitro pueda defender la posición del
abogado.
Este es el momento de aclarar todas las dudas de los árbitros sobre los
hechos, las normas o la interpretación de unos y otros. Es importante
que el abogado esté alerta a cualquier malentendido, interpretación
C O M U N I C A C I Ó N O R A L 237
equivocada o asunción errónea de los árbitros, para, en el acto,
corregir dichos errores. Si, al terminar el informe oral, el abogado
tiene la sensación de haber transmitido correctamente las pretensiones
de su cliente, habrá ganado mucho.
238
perseguido es la persuasión. El abogado tiene en el informe oral,
la posibilidad de motivar a los árbitros, dando señales de una posición
justa, correcta, de sentido común y acorde con el interés público.
El abogado debe saber –y a veces no lo sabe– que la justicia,
la corrección, el sentido común y la adecuación de la pretensión
al interés público son elementos que suelen ser apreciados en los
tribunales arbitrales como “telón de fondo” de toda controversia,
aunque no siempre lo admitan.
C O M U N I C A C I Ó N O R A L 239
adicionales que puedan ser alcanzados ¡con simpatía, por favor!
al tribunal.
240
tiempo empleado y la claridad del discurso, determinando si “llegará” o
no a los árbitros.
C O M U N I C A C I Ó N O R A L 241
(iii) Al exponer los argumentos
IV.1 El principio
242
IV.2 Las técnicas
C O M U N I C A C I Ó N O R A L 243
remitirse a un texto y éste debe estar a la mano. Es mal visto por los
árbitros que los abogados se presenten sin el material al que aluden
en el informe o que, teniéndolo a la mano, no ubiquen el elemento
que quieren resaltar. Es importante marcar las piezas (banderitas,
marcadores), para no demorar en identificarlas.
244
Baste señalar que algunos abogados no lo son y que no faltan ocasiones
en que los árbitros se ven obligados a esperar a que lleguen.
C O M U N I C A C I Ó N O R A L 245
(d) el exagerado uso de adjetivos (el “vetusto” inmueble) y de
adverbios (“totalmente cierto”, “obviamente malogrado”); y (e) el
uso de palabras equívocas cuando hay total certeza sobre el
acontecimiento (“se considera que”; “tenemos la impresión”).
(ix) Iluminar los aspectos favorables sin ocultar los que no lo son
246
abordarlos, siendo recomendable, por ejemplo, no comenzar ni
terminar la exposición con un hecho o argumento desfavorable.
C O M U N I C A C I Ó N O R A L 247
por abstracto. El “dequeísmo” es otro de los errores más comunes:
“quiero decir de que”; “debo puntualizar de que”; “temía de que se
fuera”, etc. Para saber si debe o no usarse el “de que” –dado que sí tiene
un uso– es necesario convertir la frase en pregunta. Y si ésta lleva el
“de que”, su utilización en la frase es correcta. Así por ejemplo, es
correcto el uso del “de que” en el siguiente ejemplo; “me río de que
te hayas puesto un sombrero antiguo”, “¿de qué te ríes?” “de que
tienes puesto un sombrero antiguo”. En cambio, decir “es claro de que
me has causado un daño” es incorrecto porque la pregunta sería
“¿de qué es claro?” y la forma correcta de preguntarse es diciendo
“¿qué es claro?”
72 Así por ejemplo, es innecesario y, por eso, prescindible, que un informe oral se ini-
cie con una introducción bastante común antaño: “Honorable tribunal: Mi distinguido
colega y maestro, que ha forjado generaciones de brillantes alumnos de Derecho y que nos ha
deslumbrado con su sapiencia, estilo, elegancia y ¡cómo no! su fino sentido del humor, se
equivoca...”
248
(xii) Evitar ser repetitivo
C O M U N I C A C I Ó N O R A L 249
que terminen impacientando a los árbitros. Tampoco conviene apurar
el paso y argumentar sin pausas, porque con eso se pierde claridad
y efectividad. En todo informe el abogado debe manejar la velocidad
del discurso, acelerándolo o haciendo pausas, según si pretenda
resaltar o quitar importancia a un determinado aspecto.
(xv) No leer
250
Y no debe olvidarse que ese contacto debe ser con todos los árbitros,
no sólo con uno o con dos. En eso es necesario ser muy cuidadoso,
porque, aunque no lo parezca, esa actitud puede herir susceptibilidades
y, sin duda, tendrá alguna repercusión (inconsciente, por cierto)
en el laudo.
A veces los gestos dicen más que las palabras y, así como la
comunicación verbal aporta información, los gestos pueden denotar
tranquilidad, conocimiento, seguridad o solvencia o, al contrario,
inseguridad, angustia, soberbia o conflicto. Este aspecto es de suma
importancia si se considera que, en la comunicación en general, el
35% es aportado por la comunicación verbal y el 65% restante
corresponde a la comunicación no verbal (CNV)73, la cual incluye
proximidad, postura, orientación y apariencia física y puede ser visual,
táctil, auditiva y de olfato, considerándose, por eso, que se trata de
una comunicación “multicanal”. El abogado debe, entonces, cuidar
la CNV y abstenerse de hacer gestos tales como golpear la mesa,
arreglarse la corbata (¡o el pañuelo!), jugar con el lapicero, cruzar
los brazos al exponer, mirar al suelo y no al tribunal, entre otros.
Sin mencionar las repercusiones que pueden tener los aspectos visual
(desorden personal), táctil (saludo “débil”), auditivo (tono “chillón”
o poco simpático) u olfativo (¡sin comentarios!), es conveniente
referirnos brevemente al vestido, como una forma importantísima de
CNV. Existen códigos en la profesión de abogado que pueden resultar
muy molestos e, incluso, parecer absurdos: ¿por qué se debe redactar
una demanda ataviado con terno y corbata (y su equivalente femenino),
cuando todo indica que la comodidad es el mejor aliado de la buena
C O M U N I C A C I Ó N O R A L 251
redacción? Esos códigos son ajenos a otros campos como la medicina
(los médicos operan con trajes muy cómodos) o la ingeniería (los
ingenieros de campo no usan corbata) y están siendo relativizados por
algunas firmas de abogados mediante prácticas como la de “viernes
libre”, donde los abogados prescinden del uso de corbata. No obstante,
es mejor seguir dichos códigos, porque comunican seriedad, orden,
respeto y experiencia y porque, además, hacen que el atuendo del
abogado no sea el tema. No parece ser, entonces, vana la costumbre
inglesa del uso de toga y peluca por los barristers, que los obliga
a ir idénticamente ataviados a la corte.
252
descorteses. La cortesía es, pues, fundamental y, aunque parezca
sorprendente, un caso puede perderse porque el abogado ha actuado
de manera descortés con los árbitros. Y eso, sin que los árbitros sean
conscientes de ello.
Ocurre muchas veces que los árbitros hablan entre sí; leen documentos
o dan la impresión de no estar atendiendo a los litigantes. Los árbitros
deben abstenerse de hacerlo, por cierto. Pero, si eso no ocurre, el
abogado debe poder mantener la concentración y continuar con el
informe. El abogado debe ser consciente que la falta de atención
puede deberse al poco interés que despierta el informe y revisar su
manejo de volumen, tono y velocidad, cuya mala combinación
puede dar lugar a la monotonía y al tedio.
C O M U N I C A C I Ó N O R A L 253
(xxi) Referirse a los árbitros usando correctamente su nombre
254
se ataquen entre sí. ¡Quién no ha presenciado alguna vez debates
donde los ánimos de los abogados se han exacerbado a tal punto que
se atacan sin piedad! Pero, a esas situaciones exacerbadas un buen
abogado puede sacarle partido evitando el enfrentamiento personal y
guardando la calma. El tribunal, sin duda, se lo agradecerá.
C O M U N I C A C I Ó N O R A L 255
tomar asiento. Si al final de su exposición el abogado baja el volumen,
acelera demasiado o habla atropelladamente, el discurso perderá
brillo. Es importante recordar que el final del discurso es, igual que
el inicio, un momento de mayor recordación que el resto del mismo,
por lo que debe ser aprovechado para dejar nuevamente claros los
dos o tres aspectos que se quiere enfatizar.
256
alternativa. Por eso, en lo que sigue, expondré las preguntas que con
más frecuencia se formulan en los arbitrajes, para luego incluir algunos
tips (propios y ajenos) que pueden ayudar al abogado a responderlas.
Las preguntas típicas son las siguientes:
C O M U N I C A C I Ó N O R A L 257
(iv) Preguntas u observaciones humorísticas
258
V.1 Los tips para el interrogatorio son los siguientes:
C O M U N I C A C I Ó N O R A L 259
abogado se siente nervioso, cansado o irritado y no atiende correctamente
a la pregunta formulada por el árbitro. En ese caso, lo mejor es pedirle
que repita la pregunta, porque a los árbitros les resulta molesto que
el abogado responda lo que no se le ha preguntado, perdiendo valioso
tiempo en ello.
260
aclarar, confunden. No conviene tomar demasiado tiempo en responder
ni, al contrario, hacerlo demasiado de prisa y –peor aún– mostrándose
ansioso por pasar a otro tema. Si los árbitros solicitan una respuesta
detallada sobre un punto, el abogado no puede dejar de darla, le parezca
o no importante.
C O M U N I C A C I Ó N O R A L 261
normalmente detectado por los árbitros y el resultado es la pérdida
de credibilidad. Lo más conveniente es, siempre, la honestidad y
el manejo de una relación paritaria y respetuosa con los miembros
del tribunal.
262
(ii) No preparar por adelantado
C O M U N I C A C I Ó N O R A L 263
(vi) No aprovechar este momento para atacar al adversario
74 Shapiro, Stephen; Oral Argument in the Supreme Court of the United States; en Mayer,
Brown, Rowe & Maw LLP´s Appellate.net.
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(ii) Mantenerse “pegado” al texto, cuando los árbitros buscan que se
responda a cuestiones que no están en el mismo.
(v) Hablar “para uno mismo”, “para abajo”, con un volumen demasiado
bajo; sin mirar a los árbitros “a los ojos” o murmurar.
C O M U N I C A C I Ó N O R A L 265
(xii) Usar términos que “ordenen” al tribunal actuar en un sentido
(e.g. es muy frecuente que los abogados digan que “el tribunal debe
acoger nuestra pretensión).
(vii) No aceptar una observación amistosa del árbitro (e.g. “tal vez
usted ha querido decir…”).
(xi) “Devolver” una pregunta haciendo otra (e.g. ¿no actuaría usted,
señor árbitro, en ese sentido?).
266
(xii) Pronunciar mal el nombre de los árbitros.
C O M U N I C A C I Ó N O R A L 267
(ii) Practicar el informe ante colegas e, incluso, ante el espejo
Una buena práctica es repetir los primeros cinco minutos del discurso,
hasta memorizarlos. Después de eso, si hay buena preparación, el
discurso vendrá solo. Los abogados experimentados no necesitan, por
cierto, practicar.
(iv) Pensar que los árbitros son personas como uno mismo
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VIII.2 Para la desconcentración
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270
Este libro se terminó de imprimir
en los talleres de Grández Gráficos S.A.C.
el mes de agosto de 2012
www.grandezgraficos.com
Teléf.:(511) 531–4658
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