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Las Seis Leyes Fundamentales

(Mundo # 6)
Hemos arribado a este lugar con algo en nosotros, deseamos trabajar. A
través de los esfuerzos que hemos hecho para separarnos nosotros
mismos de nosotros mismos, es posible participar en una afirmación
genuinamente libre. Lo que lo abre en nosotros es iniciado por el
Trabajo. Es el Trabajo de “la tríada de la libertad” (3-2-1); una
intervención desde un mundo superior que nos coloca bajo el trabajo
de una ley superior. Lo podemos comprender a través del trabajo de una
decisión genuina en nosotros. Tal y como somos, no tenemos voluntad o
“Yo”. Esto no significa que la voluntad nunca trabajará en nosotros y que la
decisión es totalmente imposible; pero cuando reconocemos el trabajo de
nuestra propia voluntad, tiene el mismo sabor de la tríada de la
libertad. Un acto ha sido hecho del cual nosotros mismos estamos
inconscientes, y a su vez, la totalidad de nosotros es afectada y se
compromete a un curso de acción. Tanto como podemos ver, nada que
hayamos pensado o experimentado nos ha llevado a este punto de
afirmación, y a su vez, no existe nada aleatorio o accidental acerca de esto,
algo muy interno y más allá de nuestro alcance ha afirmado en este
asunto y hemos sido movidos a la acción.

Se puede decir que la afirmación viene desde más allá de


nuestro propio “Yo”. Entonces el “Yo” es el representante o
instrumento del Trabajo, y es el trabajo el que está detrás de la
respuesta que encontramos en nosotros mismos, “Si, estamos
comprometidos”. En el genuino acto de voluntad, nuestra naturaleza
ordinaria es la fuerza de negación.

Aun con la poca experiencia que tenemos de las diferentes maneras


de trabajar juntos en una tarea, muchos de nosotros hemos llegado a
reconocer que algo realmente opera y que es distinto de nuestras
maneras ordinarias de hacer las cosas. Esto nada tiene que ver con la
actividad externa, ni con nada preparado desde afuera. Tal y como somos
no vemos de dónde viene esta cualidad diferente. Está muy cercano a lo
que Gurdjieff dijo acerca de los “impulsos o emociones sagradas”. Esas
emociones sagradas o positivas no tienen nada que ver con el desorden y
tumultos de nuestros estados emocionales ordinarios. Sólo vienen dentro
de nuestras vidas cuando las cosas están correctas y pueden
encontrar un lugar apropiado. Puede arribar, por ejemplo, un tipo de
“confianza” de que las cosas irán como deben ir y que nada tiene que ver
con los “pensamientos positivos”, ni con nada artificial parecido a eso, ni
tienen nada que ver con un estado de excitación o de auto-felicidad. Esto es
lo que Gurdjieff significa por “esperanza consciente”. O podemos
encontrar en nosotros mismos un sentimiento de cuidado real; un
comprometernos a la labor completamente divorciados de cualquier interés
a los elogios o a la censura; un estado de calmada determinación, la cual
es el “deseo genuino”. Podemos sentir dentro de nosotros un tipo de
consentimiento hacia todos aquellos a nuestro derredor; algo que es muy
independiente de nuestras actitudes, buenas o malas, de nuestras
reacciones, nuestros gustos y disgustos hacia las demás personas del
grupo; algo en lo que nos sentimos realmente conectados con todos.
Este es el sabor del “amor”. Existe un sentimiento de que podemos
dejarnos ir porque algo más capaz que nuestros personajes ordinarios
puede darnos una mano. En este tipo correcto de sumisión no-pasiva
existe la “aceptación real”.

El instante en que nos dejamos ser estimulados por tales


cosas, lo perderíamos todo. Aun lo que experimentemos directamente no
sería el Impulso Sagrado por sí misma, sino un “perderse de nuevo” dentro
del trabajo de nuestros personajes ordinarios. Cuando tratamos de hacer
algo a partir de tales eventos internos, nos alejamos de ellos. Lo peor de
todo es cuando abordamos la tarea con cierta actitud en mente: “Bien, ¿de
qué manera debo hacer la tarea de hoy? ¿Voy a hacerla por fe o por amor?”
Esto convierte todo en una estupidez. Presumimos que tenemos la
tercera fuerza en nuestro bolsillo y que podemos sacarla y hacerla
trabajar. No es parecido a esto. Ella es impredecible. Ni siquiera está
abierta a lo que llamamos nuestra comprensión. La tercera fuerza
viene desde otra dimensión, y si es pura y esencial, entonces puede
traer algo de la cualidad a la que nos hemos referido. Si estamos
abiertos a su acción, debemos aprender a no actuar como si fuésemos
capaces de iniciar el trabajo. Fallar al hacerlo tiene el resultado de que
todo llega a estar embrollado por el trabajo de la personalidad, y la
posibilidad dada a nosotros para trabajar de una nueva manera es
totalmente gastada. Todo lo que podemos experimentar son los hábitos y
reacciones que se han formado durante el curso de nuestras vidas. Cuando
es parecido a esto, la tercera fuerza no es nada más que los resultados,
los resultados visibles, de qué hacer. Sólo sirve como una liga con otras
tríadas y todo es usado externamente; y no podríamos ganar nada de
beneficio para nosotros.

Si hemos arribado a una afirmación libre, ¿qué sucede? Salimos y


vamos al campo y lo miramos, y comenzamos a trabajar. Necesitamos
reconcordarnos a nosotros mismos de la decisión que hemos tomado
y de que viene a partir del trabajo. Entonces algo de esa libre y no-
identificada cualidad puede ser impartida a lo que estemos haciendo.

Al final de la tarea dos cosas diferentes habrán sucedido. Existe un


cambio visible: hemos separado las raíces y las hierbas del suelo, y las
llevamos a otro lugar dejando el suelo detrás. Estamos libres para hacer
algo con ese suelo que no era posible antes. Antes, sólo era un pedazo
de tierra yerma ahogada con raíces enmarañadas y algo del suelo estaba
endurecido. Ahora, hemos removido las piedras y raíces, hemos abierto lo
endurecido para permitir que el aire entre y le ayude a que vuelva a ser fértil
una vez más. Un nuevo ciclo de crecimiento puede comenzar; pero
somos libres para decidir qué haremos después. Podemos no hacer
nada y dejar que regrese a su estado enmarañado; o podemos obtener una
producción del suelo, con jardineros seleccionando la siembra, plantando,
cuidando y cultivando. Para alcanzar esta libertad de elección, tenemos
que hacer el trabajo sobre la tierra. Esto es algo que ha sido liberado
como un resultado de la acción entre la primera y segunda fuerza,
entre nuestra energía, habilidad y atención, y el campo. Esta libertad
es la tercera fuerza.

Hemos separado lo fino de lo grosero, no sólo externamente


sino también interiormente. Hemos tratado de mantenernos de regreso a
la libertad de la afirmación con la que fuimos ayudados para comenzar,
hemos tratado de trabajar conscientemente en vez de mecánicamente. El
trabajo ha estado ahí para ayudarnos a recordar. Gurdjieff decía: “la
energía gastada en un trabajo consciente es inmediatamente convertida
para usos posteriores; mientras que la gastada automáticamente es perdida
para siempre.” Ahora tenemos un potencial en nosotros mismos que no
estaba ahí antes. Existe un esfuerzo adicional que podemos hacer; no
dejar que esa energía producida en nosotros sea chupada por la
personalidad para producir una satisfacción pasajera y barata.
Necesitamos detenernos al final y recogernos (no-emanación)
nosotros mismos, y recordar nuestra meta; y de esa manera hacemos
posible almacenar aparte algo de ese nuevo estado para ayudarnos a
trabajar en el futuro. Así como la tierra enmarañada ha sido convertida en
un jardín potencial, nosotros estaremos también más cerca de nuestro
potencial humano.

¿Qué fue aquello que la tierra aportó a la situación? Fue debido a


que ese pedazo de tierra necesitaba ser cultivado que la tarea fue
posible. Si hubiésemos hablado acerca de limpiar la tierra sin tener tierra
alguna por limpiar, entonces nuestra afirmación no hubiese importado nada,
o menos que nada, porque todo habría sido un sueño. Es sólo la segunda
fuerza la que hace de la situación algo real. Necesitamos la fuerza de
negación: sin ella no podemos hacer nada que sea real. Existe el dicho
popular: “traernos de regreso a la tierra; tener nuestros pies sobre la
tierra”. Justamente como nuestra transformación sólo puede aparecer
a partir de nuestra naturaleza tal y como es, así la transformación en el
jardín sólo puede aparecer a partir de la misma naturaleza. Este pedazo
particular de terreno tiene un suelo muy bueno y en otros tiempos ha sido
muy productivo. Con nuestra experiencia de otros pedazos de terrenos,
apreciamos lo libre que esta tierra estaba de piedras. Al mismo tiempo, se
intentó que fuese utilizada para producir todos los vegetales que
necesitamos. Sin todo esto, no hubiese sido posible producir tales cambios
en el poco tiempo que lo hicimos. Este pedazo de tierra puede llegar a ser
un jardín de la cocina de nuevo, debido al potencial que estaba
encerrado en el suelo mismo.

Ahora algo puede suceder ahí. Las semillas pueden ser


plantadas. Por nosotros mismos no podemos hacer que las semillas
crezcan. El crecimiento de las semillas viene a partir de la fertilidad del
suelo y del potencial en las especies de semillas. Lo que hagamos en
esa situación será dictado por las necesidades de las plantas mismas;
cuándo plantar, cómo plantar, qué escardar es necesario, qué tanta agua y
cuándo cultivar. Para realizar el nuevo potencial tenemos que comenzar
con la tierra misma y con la naturaleza de las semillas que serán
plantadas en ella. Así, a pesar de hayamos elegido ese pedazo particular
de tierra para trabajar sobre él, y esperando llegar a alguna cualidad de
trabajo por medio de esa tarea, sin el potencial del suelo todos esos
esfuerzos habrían sido inútiles.

Así como la afirmación nos condujo hacia el trabajo sobre la tierra,


ahí ha estado otro proceso correcto desde el principio: el campo
realizando su potencial a través de nosotros. Este segundo proceso
comienza con el suelo mismo como la segunda fuerza o negación. El suelo
no puede limpiarse por él mismo; las semillas no pueden plantarse ni
pueden atenderse ellas mismas. Si miramos a lo que está sucediendo
desde el punto de vista de la fuerza afirmativa, el suelo es pasivo; pero
si lo miramos desde el punto de vista de la segunda fuerza, lo que
estamos haciendo es responder a sus necesidades. El primer proceso,
donde un poder activo trabaja sobre un material menos activo o “el suelo” es
llamado: “involución (1-2-3)”. El movimiento es desde un nivel superior de
inteligencia y actividad hacia uno inferior. Esto es muy fácil de ver. Lo que
es más difícil de ver es el proceso contrario de la realización del potencial,
el cual llamamos: “evolución (2-1-3)”. Miramos el campo y todo lo que
vemos es un material inerte; porque vemos con los ojos del mundo
físico o del mundo de los cuerpos.

De acuerdo con Gurdjieff estos dos procesos fundamentales del


mundo –involución y evolución- están siempre casados entre sí. El
movimiento hacia arriba y el movimiento hacia abajo siempre van juntos. A
través de la involución, la fuente creativa llega dentro del mundo y
desciende a través de los varios mundos, siendo dividida y limitada en el
camino. A través de la evolución, existe una ascensión a través de los
varios mundos, consolidando y unificando en el camino. Ambos de los
dos movimientos fundamentales se dirigen hacia la libertad de la tercera
fuerza.

Es muy importante para nosotros aprender el sabor de la


evolución, porque es el proceso fundamental de nuestro trabajo, de
nuestro retorno a la Fuente, nuestro propio ascenso desde tener muchas
voluntades y no tener un “Yo”, hasta alcanzar una voluntad simple y nuestro
propio “Yo”. Esto está ilustrado por lo que nos sucede al ir juntos a través
de una tarea especial. Al comienzo todos se sientan y escuchan mientras
lo que tiene que ser hecho es descrito, y es muy normal que todos lo capten
de manera diferente. Algunas personas no atraparán acerca de qué pedazo
de tierra se está hablado. Otros no atraparan lo que tiene que ser hecho.
Otros quizás tengan una clara imagen, pero lo que sucede actualmente se
convierte en otra cosa. Aun y cuando vayamos al sitio, cada uno tiene
diferentes imágenes de qué tipo de cosas pueden ser hechas o qué no
puede ser hecho, o qué estándar esperamos alcanzar. Pero mientras el
tiempo transcurre, aquellos que toman parte pueden ver que están
mirando a la tarea de la misma manera que cada uno de los otros,
porque existe ese compromiso de trabajar y todos nosotros tratamos
de regresar a la meta. Somos capaces de notar lo que otras personas
están haciendo y somos capaces de regresar a la visión de la tarea como
una totalidad. Cuando, al final, nos reunimos de nuevo, descubrimos que
fuimos capaces de darnos cuenta no sólo de la totalidad como hecho de lo
que hicimos juntos, sino también de que un tipo de totalidad ha sido
realizado a través de nosotros como grupo. Alguna gente lo sintió de
cierta manera y otros de otra, y lo que todos nosotros tocamos es nuestra
propia estilo y no es algo a lo que podríamos estirarnos para alcanzarlo. Es
el comienzo real de una consciencia de grupo. Mientras el tiempo
transcurría durante el trabajo, podíamos sentir algo de esto creciendo y
sólo comenzó a surgir después de un cierto periodo de esfuerzos
concertados. Pero, al paso de las semanas, llegaremos a darnos cuenta de
que cada uno de estos eventos especiales contribuye a la realización
de nuestra propia unidad. En la última tarea, teníamos un factor añadido,
y es que estábamos no solo interesados con hacer una cierta cantidad de
trabajo, sino de hacerlo con cierta calidad.

A las mujeres se les pidió que dirigieran toda su atención a la


calidad de lo que se estaba haciendo, y cómo finalizaron; mientras que a
los hombres se les pidió concentrarse totalmente en la cantidad, para que
hicieran bastante. Tenemos varias ayudas para recordar nuestra meta
interna. Al mismo tiempo existía un movimiento hacia la unidad entre las
personas, existía un movimiento similar en el campo mismo. Inicialmente,
algunas partes del terreno estaban en buena condición mientras que
otras estaban en una situación deplorable. Al final, existía un pedazo de
suelo que podía ser visto como una totalidad. Había adquirido el potencial
de un jardín. Las personas inician en un estado de separación, con ideas
y actitudes muy diferentes, y finalizan con una consciencia de grupo; la
tierra inició con un estado enraizado y de caos, y terminó como un campo
listo para plantar.

El movimiento hacia la unidad es alcanzado por la ley de


“identidad (2-3-1)”. Lo que es ser uno mismo, es muy diferente en el
mundo existencial y en el esencial. Similarmente, encontramos nuestras
identidades en lo que sabemos o hemos adquirido automáticamente desde
nuestro medio ambiente a través de lo que nos ha sucedido. Si vemos qué
hueco y vacío es este tipo de identidad, veremos que la verdadera identidad
del hombre no está en esas externalidades. La verdadera y esencial
identidad es el “Yo Soy”, el cual es pronunciado con la totalidad de
nosotros, desde lo que realmente somos. Sólo puede ser exclamado
cuando el trabajo está dentro de nosotros. La individualidad no surge de las
diferencias externas, sino de ser capaz de actuar a partir de nuestra
propia iniciativa. Algunas veces, cuando hagamos algo parecido a este
ejercicio especial, podremos lograr un sabor de esa identidad real. Tal
identidad no surge fortituamente de nuestras interacciones con el mundo,
sino del trabajo que viene desde dentro de nosotros. Si llevamos el
trabajo dentro del campo, entonces podemos encontrarnos a nosotros
mismos, encontrar el grupo como una totalidad, y encontrar el campo
como una totalidad. Somos capaces de alterar y cambiar las labores así
que todo pueda seguir hacia adelante y converger hacia el momento cuando
podremos mirar y decir: “Esto está finalizado”.
La identidad se mueve de manera diferente a la involución y la
evolución. No viene justamente ni desde arriba ni desde abajo. Es la
unidad de involución y evolución y emerge cuando exista una correcta
conjunción del descenso del poder capacitante desde arriba y el asenso
de los esfuerzos que están ejecutándose desde abajo.

Cuando la “interacción (1-3-2)” es correcta, todo puede ser


conectado con todo lo demás. En cualquier tarea existe una interacción
entre el trabajador y sus herramientas, y entre las herramientas y los
materiales; pero llegamos a algo más que eso. Las personas realizan que
pueden abandonar las herramientas que estaban usando y agarran otras
herramientas, existe un intercambio libre de palas, azadones, talaches y
rastrillos. Las personas hicieron una media docena de labores diferentes
durante ese tiempo para que la totalidad de la tarea continuara
apropiadamente. Esto sólo puede trabajar cuando existe un espíritu de
servicio; pero no llegaremos a él por decirnos al principio: “Ahora vamos a
servir al trabajo”. Tal como somos, no tenemos voluntad y no podemos
“hacer” nada. Simplemente tratamos de hacer lo que podemos hacer al
trabajar juntos, y algunos pueden llegar a estar abiertos a lo que
significa el servicio. Esta apertura es dentro de nosotros, no algo que
viene de afuera, o por lo que pensemos o por lo que alguien nos dijo, o por
alguna regla o disciplina. Entonces todas las interacciones se mantienen
juntas por el trabajo mismo.

La manera de mantener las cosas juntas por la imposición de alguna


autoridad externa es inherentemente inestable; y dura en tanto la autoridad
tenga poder. Cuando el trabajo es dentro de nosotros, no existe
necesidad de autoridad externa. Esta es la situación descrita por Gurdjieff
cuando habla acerca de la organización de la existencia del hombre
establecida por Ashiata Shiemash: “las viejas formas de autoridad
virtualmente fueron dejadas de lado cuando los hombres comenzaron
a vivir de acuerdo a los dictados de su consciencia, de acuerdo a sus
dictados internos de auto-perfección”.

No podemos sobreponernos a nuestra separación a menos que


estemos abiertos al trabajo, y esa apertura no es algo que podamos
establecer o determinar. Cuando el trabajo está presente la fuerza
reconciliadora entra en todos nosotros y entra en todas las cosas. Esa
fuerza de negación no es entonces la cosa que nos conserva apartados.
Todos nosotros somos capaces de hacer nuestra propia contribución
de acuerdo a la habilidad, energía y conciencia. Lo externo, los
resultados visibles, y los internos, los resultados invisibles estarán en
armonía.

Donde existe el desorden, el orden llega. Hemos extraído los


factores de disturbio del suelo, las raíces y las malezas. Si vamos a la
siguiente etapa y convertimos el campo en un jardín, entonces ese orden
será incrementado. Los jardineros decidirán qué plantas sembrar; ellos
marcarán las filas en las que irán las semillas y las plantarán. Cuidaran
después de las plantas en crecimiento y harán lo que sea necesario. Como
un jardín de cocina; lo que es plantado debe ser puesto en el tiempo
correcto y de la manera correcta; debe conservarse razonablemente libre
de hierbas. Existiría un patrón al cual tendríamos que conformarnos, y si lo
descuidamos, la línea de orden establecido se colapsaría. El orden no se
mantiene por él mismo, y si descuidamos el jardín caería en el
desorden y perdería el potencial que había sido logrado.

En la ley del “orden (3-1-2)”, la tercera y reconciliadora fuerza está


en la posición de la iniciativa. Es la visión del jardín que puede ser hecha
y podemos dejarnos ser guiados por esa visión cuando salimos a
trabajar en el campo. Tal visión no es algo en nuestras mentes solamente,
o de nuestros sentimientos y o de nuestros cuerpos; es la totalidad de
nosotros y a través de ella podemos realmente entrar en el patrón de lo
que será hecho. Esta visión nos es dada por el trabajo, y no es algo que
produzcamos por nosotros mismos. Lo que tenemos que hacer es tratar
de trabajar sobre nosotros mismos y recordar nuestras metas.

Las seis leyes fundamentales incluyen todo lo que hace que el


mundo trabaje; pero para ver esas leyes no sólo tenemos que tener gran
experiencia, también tenemos que ser capaces de aprovechar esa
experiencia de una manera no-habitual. No basta con tomar las
experiencias que tengamos, sin importar que tan ricas puedan ser, y tratar
de identificar las diversas leyes. Esto no va más allá de la teoría. Lo que es
necesario es que entremos en el trabajo de las leyes al mismo tiempo
que están en operación, participando en ellas con la totalidad de
nosotros mismos. Esto puede ser hecho por una recapitulación, mirando
hacia atrás de un evento, pero entonces necesitamos ser capaces de
revivir la substancia de la experiencia en nosotros mismos. No basta con
tener memorias acerca de lo que hicimos, y no tiene sentido comenzar
diciéndonos: “Oh sí, eso estaba bajo tal y tal ley”. Los centros ordinarios
son incapaces de comprender la ley del tres. Esto requiere de los
centros superiores. Debido a eso, fallamos al reconocer el trabajo de las
leyes superiores y de sentir que nada significante nos ha sucedido.

LEYES DE CREACIÓN Y MANTENIMIENTO


A fin de ser capaces de cambiar, hemos de entender, en un sentido real, la
ley de la triplicidad. Una cosa es ser capaz de tratar estos asuntos con
palabras, y otra muy distinta vivirlos. Al comienzo todos sufrimos una
tremenda decepción: el funcionamiento de nuestros centros es dominado
por la polaridad, de modo que toda cosa que miramos, todo lo que sentimos
y pensamos, es experimentado en términos de dos fuerzas, y no de tres.
Gurdjieff lo expresaba diciendo: “El hombre es ciego a la tercera fuerza”. Lo
vemos todo en función de afirmación y negación, de apetencias y
desapetencias, de sí y no, llamados a veces los “pares de opuestos”.
- Para el centro de movimiento: hay acción y reposo, actividad y pasividad.
O estamos inquietos buscando algo que hacer con nuestras manos y
cuerpos, o lo opuesto, lentos e indolentes, cuando incluso el pensamiento
de algún tipo de trabajo físico nos cansa.
- En el centro instintivo encontramos: el placer y el dolor, enfermedad y
salud, atracción instintiva y aversión instintiva. Tiene una sensibilidad polar
para equilibrar los procesos internos, ajustando el exceso o la falta de
acidez en la sangre, y demás procesos homeostáticos.
- En el centro emocional opera de acuerdo con: apetencias y desapetencias;
nos hacen buscar lo agradable y cerrarnos a lo desagradable. Si una
experiencia es emocionalmente neutral, el centro emocional no funciona en
absoluto, pues la neutralidad no es una fuerza independiente.
- El centro intelectual tiene: el sí y no, acuerdo y desacuerdo, aceptación y
rechazo, conocimiento y desconocimiento. Si miramos un objeto y decimos
que es una silla, y luego miramos a otra cosa, decimos que no es una silla.
Este modo de dividir las cosas pertenece a nuestra lógica mecánica
ordinaria.

En el funcionamiento ordinario de nuestros centros es muy raro que


experimentemos los opuestos al mismo tiempo. Usualmente, nuestra
experiencia es dominada sólo por una de las dos fuerzas. Pero en el estado
natural del hombre es la experiencia simultánea de las dos fuerzas la que le
da el poder de elección. Cuando fui es capaz de experimentar placer y
dolor, apetencia y desapetencia, sí y no, al mismo tiempo, puede ver que la
ley consiste en que los opuestos se cancelan entre sí. Si la personalidad es
activa, la inactividad no es real para ella; si está llena de inercia, no puede
concebir lo que es ser enérgico. Si está en un estado de placer, el dolor no
existe; y viceversa. Si pudiéramos empezar a ver que esto es así, podemos
entender que hacemos demasiadas cosas contrarias a nuestro verdadero
bienestar. Para la personalidad, lo único real es la fuerza que está
experimentado en un momento dado. Si hay placer, nada hay desagradable,
y la vida es “todas rosas, rosas”; pero si entramos en un mal estado, la vida
es simplemente horrible. ¡Esto hay que verlo para creerlo!

En el nivel del Mundo 48 somos como mecanismos, a la búsqueda


de placer, deseando estar con la gente a la que queremos, atraídos hacia
las ideas con las que estamos de acuerdo; y creemos que todas estas
cosas son “buenas”. Lo que es doloroso para nosotros, la gente que no
queremos, las ideas con las que no estamos de acuerdo, y todo lo demás,
son las cosas “malas”. Vivimos en un mundo en el que hay cosas “sí” para
nosotros, y cosas “no” para nosotros. Creemos que son cosas muy
separadas, y que es posible tener una sin tener la otra. A causa de esta
falta de realismo, consideramos las cosas “no” como dolorosas e incluso
como malas.

Podemos concebir a Dios el Creador o algún poder creativo. Pero no


podemos tener una compresión del papel cósmico de la fuerza de negación,
porque siempre lo vemos como algo “malo” o negativo. En realidad, la
fuerza de negación es igual en estatura e importancia a la fuerza de
afirmación. Su Eternidad, La Fuente, fue obligada a crear el mundo
existente a fin de tener una fuente a partir de la cual el lugar de Su Morada
pudiera ser mantenido. Esta creación se volvió una fuerza de negación
respecto al Sol Absoluto: esto es, se convirtió en su campo de acción. La
creación tiene un papel necesario que jugar, y no puede ser considerada
como negativa en sentido alguno.
Las tres fuerzas de creación son llamadas: “Dios-el-Padre”, “Dios-el-
Hijo”, “Dios-el-Espíritu Santo”. No podemos considerar al Hijo como
negativo. El Hijo es engendrado por El Padre, y entra en el mundo para
devenir el medio a través del cual El Padre puede expresarse. El Hijo no es
inferior al Padre, tiene un papel diferente que jugar en el cosmos, papel de
ningún modo inferior.
El hombre y la mujer son iguales; los sexos son verdaderamente
iguales. La diferencia es que tienen papeles cósmicos diferentes, ambos de
los cuales son por igual necesarios para nuestro completamiento humano; y
estos roles no afloran en medio de las convenciones sociales, sino que
tienen una naturaleza interior y oculta. Sólo cuando puede haber un
encuentro de los iguales, un encuentro de aceptación mutua, podrán estos
papeles cósmicos ser una realidad.
Nuestra dificultad para igualar los papeles cósmicos de Dios-El-Hijo
y de Satán, es exactamente lo mismo. Pero como Satán es el adversario, la
personificación misma de la fuerza de negación, nos resulta terriblemente
difícil no considerarlo como negativo. Sí, sin la tentación, y sin la fuerza de
resistencia, la transformación de los individuos no sería posible.
Esto no es simple teología, es la realidad misma que encontramos
cuando empezamos seriamente, en la práctica, a trabajar sobre nosotros
mismos. El fundamento mismo de este Trabajo es el establecimiento en
nosotros de la lucha entre el “sí” y el “no”. Nuestra liberación deviene
posible cuando empezamos a luchar con nuestro propio “principio de
negación”. Es a través de nuestra propia negación que somos capaces de
transformarnos.
La vida de una sola fuerza corresponde al Mundo 48. Es sólo en el
Mundo 24 que somos capaces, a través de lo que llamamos la “liberación
de la sensibilidad”, de experimentar dos fuerzas al mismo tiempo. Mientras
que experimentamos un estado, podemos asimismo experimentar el
opuesto; mientras coincidimos con una idea, podemos también
experimentar el desacuerdo con ella. Salvo que podamos hacer esto, no
nos será posible comprender la segunda fuerza, la fuerza de negación. La
comprensión de las tres fuerzas corresponde propiamente al Mundo 12, en
el que es posible ver las cosas tal y como realmente son. En ese Mundo
somos capaces de ver que hay algo además de la afirmación y la negación,
algo que constituye una fuente de libertad, y que es a través de esa tercera
fuerza que llega la integridad.
Hay mucho que aprender acerca del funcionamiento de las tres
fuerzas actualizándolas en la experiencia de nuestros centros. El cerebro de
la cabeza corresponde a la fuerza de afirmación (1), el cerebro del cuerpo a
la fuerza de negación (2), y el cerebro del sentimiento a la fuerza de
reconciliación (3). Cuando tratamos de entender algo o de trabajar de un
modo diferente, pueden verse implicados todos los cerebros. O como
mencionó Gurdjieff, por medio de una oración: “Fuentes de los Regocijos,
las Repugnancias y Sufrimientos, dirigid vuestra acción sobre nosotros”.
Esta oración está dirigida a la formación de nuestros cuerpos superiores. La
semilla de nuestro cuerpo espiritual está en nosotros, o en nuestro “Yo”.
Esta es la fuente del regocijo. Nuestro cuerpo físico es la fuente de la
repugnancia. Lo que ha de venir es tan “contrario” a nuestro ser ordinario
con sus pensamientos y sentimientos, que este “cuerpo”, este atrincherado
modo de existencia que tenemos, debe ser negación. Cuando oremos así,
caeremos en la cuenta de que todo lo que somos, no es sino negación.
Podemos comenzar a entender que nuestras ideas sobre el significado de la
afirmación se han basado en experiencias del amor propio y de la
agresividad. La libertad llega cuando podamos negarnos a nosotros mismos
por alguna obligación oculta. Esto es llamado por Gurdjieff: “Sufrimiento
intencional”. Sólo a través de tal sufrimiento puede ser reconciliada una
afirmación ilimitada con una existencia condicionada. Todo sufrimiento que
conocemos está vinculado a las emociones de: miseria, temor, apego y
deseo. Un sufrimiento vinculado con el regocijo nos ha de parecer un
absurdo o una perversión.
Para entender esta oración o el funcionamiento de las tres fuerzas
cósmicas, es posible formar “una imagen mental”, pero hemos de ser
capaces de sentir el contenido de esta imagen y entrar en ella. Esto
requiere de nosotros algo muy difícil: ser capaces de encarar la experiencia
real y verla tal y como es. Esto significa que hemos de detener nuestro
hábito de “pensar acerca de la experiencia”, habito que desgasta la
experiencia y nos impide ser realistas acerca de nuestras vidas. Hemos de
eliminar todo “pensar acerca de”, todo ese asociar y formatear, y ver.

LAS SEIS TRIADAS FUNDAMENTALES.-

(2-1-3) TRIADA DE EVOLUCION O CONCENTRACION (El hombre como


yo evolucionado).-
El organismo humano es un campo para el crecimiento de los poderes
latentes, los instrumentos y los vehículos. Este debe responder a las fuerzas
liberadas en los sentimientos. Cuando la afirmación del sentimiento evoca la
respuesta correcta en el organismo, hay una concentración de energía o un
aumento de potencial. Esto es la evolución o transformación por la que el
poder del pensamiento es transferido desde una etapa o nivel de un
personaje a otro, hasta que el verdadero Yo sea despertado y preparado
para la unión con la Individualidad.

(1-2-3) TRIADA DE INVOLUCION O EXPANSION (El hombre como


creador).-
A través de sus sentimientos el hombre tiene tres tipos de contactos: (1).-
con el mundo a su alrededor, (2).- entre los sexos, y (3).- con la
Individualidad y los Mundos Superiores. Estos corresponden a tres
modos de experiencias de sentimiento: reactiva, sexual y positiva. Hay un
dinamismo creativo siempre que los sentimientos y las sensaciones estén
en armonía. Las tres actividades creativas son: (1).- en acciones exitosas,
(2) en la procreación, y (3).- en la transmisión de influencias desde los
Mundos Superiores. En cada caso debe existir una presencia adecuada.
Esto significa, que el organismo con los apropiados instrumentos
receptivos debe estar en tono con las influencias que llegan a través
de los sentimientos. El acto creativo es manifestado a través del poder
del pensamiento o la visión. Esto es “concepción” en todos sus
significados posibles.

(3-2-1) TRIADA DE LA LIBERTAD (El hombre como agente libre).-


La libertad llega a partir de la espontaneidad, esto es, el poder del
pensamiento, emitido como la fuerza del sentimiento incondicionado a
través de la mediación de la presencia. El hombre que puede “verse” a
sí mismo y a otros es capaz de disfrutar la libertad de la espontaneidad.
Pero esta no es la verdadera libertad, a menos que sea hecha concreta en
la sensación. Puede haber una libertad ficticia del pensamiento
completamente aislada de los sentimientos y de la presencia. Esto es,
identificación. La libertad positiva es caracterizada por un dinamismo
espontaneo, el cual puede iniciar cualquier de las seis relaciones; este
es el secreto de la elección dinámica o el poder de evocar una nueva
situación.

(3-1-2) TRIADA DEL ORDEN (El hombre como Gobernador).-


El poder del pensamiento confiere gobernancia. Cuando está aliado con el
poder de los sentimientos, da al hombre poder sobre su medio ambiente,
humano y natural. Su presencia es dominante. La receptividad puede tomar
la forma de agarrar, o el amor al poder, y puede también manifestarse en el
querer servir y ayudar a otras gentes. Esto depende de la cualidad de la
energía presente y del nivel del personaje presente. Es evidente que la
triada de gobernancia operará muy diferente en el hombre del personaje
verdadero y en el hombre dominado por uno de los personajes inferiores.
Sin importar lo anterior, el poder es siempre el mismo, éste viene en
primera instancia por la habilidad de ver lo que otros no pueden ver.
Esto es conferido sobre el hombre cuyo poder de pensamiento puede
ser el factor iniciativo en sus relaciones.

(2-3-1) TRIADA DE LA IDENTIDAD (El hombre como persona).-


Esta tríada muestra como el centro de la persona es la espontaneidad
interior de la mente. El factor iniciativo es la sensación o la presencia.
Verdaderamente, nosotros reconocemos una persona por su
“presencia”, pero somos influidos por la “fuerza” que reside en sus
sentimientos. Lo que nosotros no percibimos es la actividad espontanea de
su mente, pero ésta es la que lo hace una persona capaz de combinar
espontaneidad de ideas e imágenes, con una dirección en la vida
basada en la memoria y en lo porvenir, todo lo cual son propiedades
asociadas con el centro intelectual. El hombre en el que esta tríada está
bien establecida, se hace sentir en la sociedad. Se dice que: “tiene una
fuerte personalidad”.

(1-3-2) TRIADA DE INTERACCION (El hombre como miembro de la


sociedad).-
Una vez más, el poder de pensamiento es la liga oculta. El sentimiento
como impulso afirmativo es el factor inicial en las relaciones sociales,
pero debe ser dirigido por la mente, y también recibir la flexibilidad y
adaptabilidad que vienen desde el centro intelectual. La manifestación
externa está en la presencia. Es a través de la sensación (ambas, pasiva y
activa) que establecemos contacto en nuestras relaciones sociales, pero la
fuerza directora es el sentimiento. La cualidad de interacción depende del
nivel de conciencia, pero el hombre en quien esta tríada es fuerte es
consciente de una fuerte liga con sus amigos. Él entra con facilidad en
relaciones con la gente o con las cosas de acuerdo al nivel del personaje
presente..

NOTA.- La fusión de la concentración con la expansión transforma las


conexiones del hombre y de su propio momento presente. Por la
manifestación de la espontaneidad y de la libertad en sus relaciones con
los otros, él llega a ser un canal para la transmisión de las influencias
creativas.

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