Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Homenaje A Claudio Arrau
Homenaje A Claudio Arrau
Editor General
David Vásquez Vargas
Co-Editor
Felipe Rivera Polo
Autor
Fernando Arrau Corominas
Concepción Visual
Racic Grupo Diseño
Tabla
de
Contenidos
Presentación
Introducción
04
07 11
Va emergiendo el artista
Hacia Santiago
17 23
Los parlamentarios comienzan
a tomarlo en serio
De vuelta en Chile
43 53
Bibliografía
63
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 4
P resentación
Hace 100 años, un niño chillanejo maravilló a sus padres, a sus coterráneos, a las
autoridades en Santiago, al Presidente de la República Pedro Montt y a los senadores
y diputados que tuvieron oportunidad de escuchar su arte, su frágil inspiración, su
magia infantil, interpretando a los clásicos de la música. Esas experiencias, relatadas
por los contemporáneos y recogidas en el texto que acompaña esta hermosa caja que
hoy presentamos, llevaron a los parlamentarios a impulsar decididamente el viaje de
aquel niño, nuestro insigne Claudio Arrau, a estudiar a Europa, a empaparse con los
orígenes, a nutrirse de un maestro como Martin Krause, discípulo directo de Beethoven,
a experimentar la efervescencia de una Europa próxima a precipitarse al mayor
conflicto bélico experimentado hasta entonces.
Así fue como el pequeño Claudio Arrau partió a Berlín con el apoyo financiero del
Estado, gracias a la beca concedida por el Congreso chileno. Y así también fue como
lo perdimos. Claudio Arrau pasó a ser patrimonio de la humanidad y su interpretación
musical alcanzó alturas inéditas y profundidades insospechadas, incluso por los mayores
conocedores de los clásicos alemanes. La interpretación musical de una orquesta es
una de esas experiencias colectivas sublimes, que subraya el trabajo colaborativo, el
diálogo de los instrumentos, los distintos instantes protagonizados por uno u otro,
04
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 5
05
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 6
06
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 7
I ntroducción
“JH/ Sin duda, todos deben de haberse enterado de sus proezas de Chillán.
CA/ De hecho aparecí en los periódicos de todo el país. Finalmente, surgió la propuesta de
enviarme a Europa con una beca, y tenía que ser aprobada por el congreso. Mi madre fue
fundamental en ese respecto, al igual que varios parientes. Todos decidieron que era esa la
única forma de que yo pudiera estudiar en el extranjero. De modo que mamá me llevó a
visitar, uno por uno, a todos los diputados y senadores, y toqué para ellos. Luego, los legisladores
votaron casi unánimente a mi favor. Así me otorgaron una maravillosa beca para estudiar
música en el extranjero”.
(Joseph Horowitz. Arrau. Javier Vergara Editor S.A. Buenos Aires, 1984)
07
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 8
(1) Landauro, Antonio. Arrau. El hombre y el artista. Sociedad Musical Santa Cecilia de Chillán. VIII Región,
Chile, 2002, p. 18.
(2) En sus conversaciones con Joseph Horowitz, Arrau. Javier Vergara Editor, Buenos Aires, 1984, p. 31
Claudio Arrau hace sólo tres referencias de su padre: A la pregunta ¿No guarda ningún recuerdo de su padre?
su respuesta es: En absoluto; el matrimonio de sus padres no había sido feliz por las constantes infidelidades
de Carlos, y entre las ideas muy estrictas que su padre tenía acerca de lo que debía hacer un hombre, pensaba
que la música era maravillosa, pero solo para las niñas, por lo tanto si Claudio hubiera crecido junto a él habría
tenido que sufrir mucho.
08
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 9
Lucrecia quedó viuda con tres hijos, Carlos, el mayor, de once años; Lucrecia
(“Quecha”), de siete años y Claudio, de un año. No hay certeza sobre el modo
como pudo solventar los gastos familiares en los años siguientes. Se dice que la
filantropía del padre consumió los ahorros y, aún, que había dejado deudas.
Claudio Arrau dijo a Horowitz que ella había vendido “el último pedazo de tierra
que les quedaba” a la muerte del padre, pero sus recuerdos a los setenta y nueve
años a veces no correspondían a la realidad. Hay dos hechos verificables: Lucrecia
comenzó a hacer clases de piano (4) y un año después del terremoto de 1906
arrendó la casa familiar de la calle Lumaco.
(3) Landuro, op. cit. p. 19. Este rasgo lo diferenció de muchos de sus primos, especialmente de aquellos más
vinculados con la ciudad de Concepción, que eran más cercanos al Partido Conservador.
(4) En muchas biografías breves de Claudio Arrau y, aún, Horowitz lo hace (op. cit. p. 21), se dice que su
madre era una profesora de piano lo que es verdad sólo si se entiende que comenzó a serlo por necesidad y,
sin un carácter profesional, cuando murió su marido.
09
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 10
10
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 11
V a emergiendo el artista.
Las clases de piano de su madre fueron la vía para que el niño se acercara
también a la música y comenzara a mostrar sus dotes excepcionales. Pronto
comenzó a asombrarla con su comportamiento. A los tres años, “en vez de hacer los
grabados comunes a todos los pequeños, – dijo la madre (5) – en vez de dibujar casitas y
monigotes, él trazaba pautas, claves y notas […] le enseñé a reconocer aquellos puntos en
el teclado […] con un dedo descifraba al poco tiempo mis partituras más difíciles”. Más
adelante empezó a manifestar la definición de sus gustos, mostraba su agrado
cada vez que ella interpretaba la música de Johann Sebastian Bach y le pedía
que continuara haciéndolo.
“Todo lo que quería era la música. – recordaba el pianista (6) – Incluso comía junto
al piano. Mi madre se sentaba a mi lado y aprovechaba cualquier distracción para introducirme
un bocado en la boca. Cuando esto sucedía, lo masticaba lo más rápidamente posible con tal
de deshacerme de él”.
A los cuatro años, cuando aún no sabía leer ni escribir, el niño preguntaba a su
11
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 12
madre sobre los signos de la escritura musical, copiaba trozos de las partituras
que ella poseía, las memorizaba y las tocaba en el piano. Escuchaba las lecciones
que recibía su hermana mayor y luego las repetía. El pianista nunca pudo explicarse
cómo había aprendido a leer música. Rememoraba que las primeras piezas que
tocó fueron la pequeña Sonata en do mayor de Mozart (K. 545) y el Kinderszenen
de Schumann. “De algún modo, conseguí la música y comencé a descifrarla. Me dejaron
completamente solo, porque mi madre se sentía alarmada frente a un hijo con tales aptitudes.
Decidió no presionarme. Fue una actitud maravillosa… jamás intentó imponerme nada”(7).
12
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 13
Se dio inicio al concierto a las 21.30 horas por lo cual el intérprete estaba
comenzando a dormirse y debieron “mantenerme despierto contándome cuentos”. Su
hermana lo condujo hacia el escenario. Iba “con un gorrito blanco y con guantes”. El
piano vertical tenía unos candelabros con velas encendidas por lo cual el niño
“temía que pudiera incendiarse”. Su hermana lo alzó para que se sentara sobre un
taburete frente al piano y permaneció detrás de él durante todo el concierto para
impedir que se cayera de la silla al inclinarse demasiado hacia un costado. A los
pies del ejecutante había una caja de madera con dos varillas que le permitían
presionar los pedales del piano que no alcanzaba por su estatura de niño.
13
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 14
14
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 15
15
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 16
16
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 17
H acia Santiago.
A mediados de 1909, Lucrecia León viajó a Santiago con sus dos hijos menores,
Quecha y Claudio. Había sido estimulada para ello por su hermana Clarisa quien
la había visitado en Chillán con el fin de resolver el dilema materno sobre si el
niño era normal o no. “Al verlo – contaba la hija – exclamó de inmediato: ‘¡Empaquen
todo! ¡Vendan todo! ¡Vayan a Santiago! ¡Este niño debe estudiar! ¡Debe conocer al Presidente!
¡Este chico es un fenómeno!’ ” (12). El viaje tuvo dos intenciones: encontrar un buen
maestro para el niño y presentárselo al escritor, poeta y autor teatral Antonio
Orrego Barros, joven de 29 años, muy influyente en el mundo cultural y social
de la capital.
Como profesor fue elegido el prestigioso pianista italiano Bindo Paoli que
había llegado al país, desde Argentina, en 1889, y que contaba con una buena
cantidad de alumnos. A Orrego, entonces taquígrafo del Senado, lo visitaron en
su casa. La profunda impresión que causara el niño en el santiaguino la hizo
pública unos meses después en el artículo que publicara en la revista Selecta
titulado “El Mozart chileno. Claudio Arrau”:
(12)Ibid, p. 44.
17
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 18
“Me parece sentir que algo canta dentro de mi alma. Mientras ese niño realiza sus
prodigios en el piano, creo oir una voz misteriosa que murmura en mi oído anunciándome
en Claudio Arrau León uno de eso seres privilegiados en quienes la naturaleza derrama sus
dones y ante quien el mundo se inclinará como en presencia de su genio.[…] Y aquel niño
lo reune todo. Fino, distinguido, buen mozo, de pelo revuelto y ojos pensadores, sin perder la
frescura y el candor del niño que goza con los juguetes y se deleita con los dulces, lleva en su
mirada la expresión intensa y luminosa del que tiene la facultad de penetrar los arcanos del
arte.
Pasa, con la misma naturalidad y agrado, de los dulces al piano que del piano a los
dulces. Asombra pero no espanta; se siente el prodigio pero no se ve el fenómeno. Siempre es
un niño, siempre se le encuentra niño, aún tocando: casi llegamos a creer de que el piano es
un juguete infantil. Pero es un niño que atrae con su mirada, que despierta interés con sus
movimientos: es un niño en que se adivina algo.
Vestido de blanco, sentado al piano, con su cabeza revuelta y sus ojos clavados en la
música, era para mi algo como una evocación de Mozart […]” (13).
18
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 19
19
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 20
Tal como había sucedido con la madre del pequeño concertista, esta vez fue
Antonio Orrego Barros el que se retiró del Palacio de La Moneda esa noche con
el convencimiento de que su misión era obtener una beca del Gobierno para
enviar a este dotado niño a estudiar a Europa. Como sabía que ella dependía de
una autorización del Parlamento comenzó a llevar de tres en tres a los amigos
parlamentarios, a los ministros, a los intelectuales, a unas tertulias a la casa de
sus padres para que escuchasen la interpretación musical del niño.
20
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 21
21
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 22
22
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 23
23
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 24
Antes de la votación, el Diputado Maira dijo: “Es un Mozart en ciernes que honrará
a la República; de modo que es necesario que hagamos lo posible porque no se pierda un talento
tan precoz”. Y, luego que la indicación fuera aprobada por la unanimidad de
veintiséis votos, felicitó a la Honorable Cámara “por el acto de justicia que acaba de
hacer”.
24
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 25
En octubre del mismo año, el novel pianista, ofreció en Chillán otro recital
de beneficencia a favor del Asilo de Proletarios y de la Caja para los Convalecientes
del Hospital de la religiosa Sor Isabel. El cronista del diario El Comercio lo
calificó como “un verdadero Sursum Corda [Arriba los corazones!] en la presente época
y en el presente estado social” (17).
Esta vez el programa incluyó el Rondó Gypsi de Haydn; Für Elise de Beethoven;
un concierto de Friedrich Seitz, en el que lo acompañó el violinista Heriberto
Urrutia, y Le Matin, de Grieg, junto a su madre. La crónica de El Comercio
finalizaba con estas palabras premonitorias: “Si este niño (lo que el destino jamás
permita!) no se atrasa en su carrera y no lo abandona el Numen que ilumina su cabecita,
tendrá que abismar al mundo con sus audiciones y traerá a Chillán un nuevo timbre de lustre
que deberá agregarse a lo que ya tiene como cuna de héroes y grandes patriotas”.
25
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 26
26
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 27
(18) En la sesión extraordinaria del Senado, del 9 de noviembre de 1910 (Boletín de Sesiones, p. 285).
27
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 28
Esta vez el Senador por Coquimbo Enrique Villegas Encalada, del Partido
Liberal Democrático presentó la siguiente indicación: “Pensión al joven Claudio
Arrau León para que perfeccione sus estudios musicales en Europa $6.000”, aduciendo que
era “un niño, que hace estudios aquí, pero que hay conveniencia en que vaya a Europa a
perfeccionarlos, porque es una criatura de asombroso talento. Tiene solo siete años y medio,
apenas sabe leer, pero la música la lee y toca a primera vista, como, podrán confirmarlo
algunos de mis honorables colegas”.
28
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 29
sabía leer: “Es un niño de inteligencia precoz – dijo – de gran talento matemático y lee
perfectamente”. Esto era de especial importancia para el Senador Urrejola porque
creía “que el Gobierno y el Congreso harían una obra patriótica, si fomentaran los
conocimientos y aptitudes de este niño, porque si bien los estudios musicales que perfeccione
en Europa pueden no ser bastante útiles, mirando las cosas por el lado práctico, su gran
talento puede aplicarse allí a otros ramos que sean también de beneficio al país”.
29
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 30
30
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 31
31
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 32
32
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 33
P or fin en Berlín
"Siete años de edad, una presencia tan desenvuelta como simpática, una maravillosa
ejecución que sorprende no sólo por las dificultades que supera su pequeña mano, sino también
por la gracia y la expresión que pone su todavía ingenuo corazón en las obras de un vasto y
elevado repertorio, hace de él un prodigio verdadero y una mayor esperanza”.
"Al oírle interpretar con ajustada técnica y a primera vista los trozos de los maestro
clásicos, al escucharle ejecutar con cuidadoso estilo las piezas de sus compositores predilectos,
33
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 34
“El viaje fue bastante largo… duró casi cuatro semanas – relató el músico más tarde
(22) –. Yo me sentía terriblemente excitado, y también temeroso, ya que nadie en mi familia
sabía una palabra de otro idioma salvo el español… excepto mi madre, que dominaba el
francés. Pero no sabía hablar alemán. Mamá nunca antes había estado fuera de Chile. Tuvo
un inmenso coraje en esa oportunidad”.
Cierta confianza le daban a Lucrecia, por una parte, el saber que en Berlín
la esperaba su amiga Matilde Yungue que vivía en esa ciudad desde el año anterior.
Su esposo, el general Emilio Körner, había jubilado después de veinticinco años
de servicios al Estado chileno organizando y comandando el Ejército. Por otra
(21) Montero, Juan Carlos. La lección de piano: semblanza y anecdotario de un prodigio frente al teclado
que iluminó el siglo XX. Disponible en:
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=471340.
(22) Horowitz, op. cit. p. 53.
34
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 35
parte, había sabido al salir de Chile que el gran admirador de su hijo, el ex Ministro
de Relaciones Exteriores del Presidente Pedro Montt, Agustín Edwards Mac
Clure, había sido nombrado Ministro Plenipotenciario en Londres. A través de
la Legación de Chile en Gran Bretaña eran pagadas las pensiones otorgadas por
el Ministerio de Instrucción Pública de Chile.
Efectivamente, una vez llegados a Berlín, la señora Körner llevó a los viajeros
a la casa que había escogido para ser arrendada por ellos en Prinzregenten Strasse
77 y les presentó a un pianista alemán muy conocido en ese momento que ella
consideraba apropiado para que fuese el profesor del niño. “Una dama chilena muy
dominante – comentaría después el músico a Joseph Horowitz (23) – decidió que mi
maestro debería ser Waldemar Lütschg […] el profesor más aburrido que se pudiera imaginar,
incluso se dormía durante las lecciones”.
35
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 36
esperanza para el arte, puede ser más tarde una gloria de Chile”. El segundo agregó:
“Tanto, que creo que no volverá más a Chile”.
“Arrau – dijo – es una gloria y una esperanza para el arte y podrá ser, en un porvenir
no lejano, un émulo de aquellos artistas que honran la música, y que, vuelvo a repetirlo, será
indudablemente para nuestro país la mejor réclame.
El gasto que origina esta pensión es bien insignificante, cinco mil pesos, y por ahorrar cinco
mil pesos […] se va a privar a la República de tener la honra de contar entre sus compatriotas
a un músico notable (26).
36
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 37
Se me dice que hay numerosos empleados públicos en Valparaíso y Santiago que usan
autos particulares costeados por el Fisco, y se me asegura que son cuarenta o cincuenta. Pues
bien, Señor Presidente, cada uno de estos coches particulares que costea el Fisco cuestan lo
mismo que mantener un pensionado en Europa.”
(27) Archivo Nacional de la Administración. Fondo Ministerio de Relaciones Exteriores. Volumen 1584 (ex
1503), 1903, pp. 44-45.
37
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 38
Del mismo modo como hasta ahora había sucedido en la vida del niño,
aparecieron las personas precisas para ayudarlo a resolver el conflicto: la pianista
chilena Rosita Renard (1894-1949) y su maestro Martin Krause (1853 – 1918).
Rosita había sido becada por el gobierno chileno el año 1910. Estudiaba en
el Städlisches Konservatorium für Musik (Conservatorio Stern) de Berlín, y
recibía lecciones de Krause. La pianista estuvo entre los pensionados a los cuales
no se les renovó su pensión. Sólo las gestiones realizadas por Martin Krause le
permitieron su inscripción como alumna honoraria, con beca completa, para
continuar sus estudios en el Conservatorio Stern. El año 1913 recibió el diploma
de honor por mejor alumno del Conservatorio, el que se había entregado sólo
una vez desde su fundación en 1860 (28).
(28) Tapia, Paz. Rosa Amelia Renard Artigas (1894-1949). Disponible en:
http://www.portalpirque.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=40&Itemid=1.
38
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 39
Rosita les sugirió a la madre y al hijo probar con su profesor y se los presentó.
Martin Krause era un sajón de sesenta años, hijo de un organista y maestro
concertador. Había hecho sus estudios de maestro de piano en la pequeña localidad
de Borna (Land Sachsen) y concluyó sus estudios con Ferenc (Franz) Liszt.
Había dado lecciones de piano en Leipzig y Munich antes de establecerse en
Berlín. Krause traía consigo una genealogía musical que lo vinculaba con Ludwig
van Beethoven ya que éste había tenido como dilecto discípulo al checo-austríaco
Carl Czerny (1791-1857), un músico precoz (29), quien, a su vez, tuvo como
alumno por dos años a Franz Liszt, que le dedicó sus Estudios Trascendentales.
(29) Beethoven escribió sobre él: “[…] yo que firmo abajo, tengo el placer de atestiguar que el joven Carl Czerny ha
hecho un adelanto extraordinario en el piano, más allá de lo que podría esperarse a la edad de catorce años. Creo que merece
toda la ayuda posible, no sólo por lo que acabo de manifestar, sino por su asombrosa memoria…” (Cháneton, Natalia.
Karl Czerny (1791-1857). El gran pedagogo del piano. Disponible en:
http://musicaclasicaymusicos.com/czerny.htm
(30) Horowitz, op. cit. p54.
39
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 40
(31) A quien compara, “con su perilla y su bigote retorcido”, con el pérfido maestro de música Svengali, personaje
creado por el escritor francés George L. du Maurier (o por su nieta Daphne) y no, como lo afirma Horowitz,
por el escritor y compositor alemán Ernst Theodor Amadeus (E.T.A.) Hoffmann (1776-1822), que inspiró
la ópera de Jacques Offenbach basada en sus cuentos (Ibid, p. 23).
(32) Ibid, p. 60.
(33) Ibid, pp. 32-34.
40
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 41
“Se desesperaba cuando algo marchaba mal en mi evolución. Pero jamás intervino. Era
una mujer muy inteligente. Lo suficientemente lúcida como para saber que, desde el momento
en que comencé a estudiar con Martin Krause, si surgía algún problema, debía permitir que
él tomara todas las decisiones. […] La única vez que me impulsó, no mucho, a estudiar fue
en Berlín justo antes que conociéramos a Krause, en una época en que yo había perdido interés
en el piano. Esa fue la única vez que me presionó”.
41
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 42
42
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 43
L a Guerra y la posguerra.
43
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 44
“Es en verdad conmovedor oir tocar a este niño de once años. No se percibe en él ningún
rastro de elaborado refinamiento. Con frescura y naturalidad, musicalmente práctico y directo,
como puede esperarse de un niño, pero, al mismo tiempo, con todos los síntomas infalibles de
un extraordinario talento, este joven gallardo interpretó a Mozart, Weber, Schubert y
Mendelsohn. El profesor Martin Krause, por cuya agudeza pedagógica debemos estar
agradecidos, se ha propuesto que el muchacho no ejecute sino aquellas piezas que puedan
encuadrar en su juvenil espíritu y discernimiento. En mi opinión, este joven lozano, impregnado
del temperamento germánico, ha de convertirse en un destacado artista” (36).
44
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 45
45
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 46
técnico para el piano. Exhibe un timbre enérgico, que no se ajusta a la preferencia actual por
un efecto ligero y susurrante y que, en forte, es capaz de producir la máxima intensificación
dinámica con absoluta claridad y seguridad” (37). Schmidt concluyó diciendo: “Ya ha
logrado fascinar a un cuantioso número de seguidores que se regocijan con su interpretación
y cuya estima difícilmente llegue a perder […] parece estar destinado a desplegar una notable
carrera”.
“La muerte de Krause fue terrible para mi. – dijo en 1980 a Joseph Horowitz (38) –
Creía que se había acabado el mundo. Y experimentaba una horrible sensación de abandono.
Sentía que ya no podía seguir tocando. Y, por otro lado, tenía que luchar contra todas esas
damas que insistían en que fuera a ver a Schnabel, o a no se quién, porque me consideraban
demasiado joven para quedar sin maestro. Pensaban que un muchacho de quince años de
ninguna manera podía desarrollarse por sus propios medios. Pero yo me rehusé. Sentía una
profunda lealtad hacia Krause. Era algo infantil esa lealtad, pero temía que cualquier otro
46
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 47
maestro pudiera confundirme. Por otra parte, estaba convencido de que todo lo que un pedagogo
pudiera enseñar, él me lo había brindado, y consideraba que sólo me restaba asimilar todas
sus enseñanzas y continuar el camino por mi mismo. Desde luego, hubiese sido mucho más
cómodo encontrar otra figura paterna”.
No la buscó, pero pronto fue percibiendo que Alemania se iba cerrando para
él. Por su timidez le era difícil retomar por si mismo los contactos que Martin
Krause había usado para continuar desarrollando su carrera como pianista
profesional. Tuvo que aceptar las solicitudes de países más pequeños, como
Noruega, Finlandia, Bulgaria o Rumania. Aun cuando le pagaban muy poco, el
éxito que tenía en ellos le hacía bien, le permitía decirse a si mismo que con
seguridad había algo valioso en él.
47
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 48
48
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 49
Pareciera que para el joven era más importante alentar a su abnegada madre
que relatar lo sucedido. A ésta, como lo señala al concluir su carta, la dureza de
los últimos tiempos le estaba afectando la salud: “¿Cómo están todos allá? ¿Te fuiste
a fotografiar con rayos X? Muchos abrazos y besitos para todos de tu hijo chico”.
49
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 50
50
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 51
“Tuvimos que atravesar unos tiempos terriblemente difíciles – comentó más tarde (44).
Realmente nos moríamos de hambre. No teníamos un solo centavo. Mi madre no sabía una
palabra de alemán. Mi hermana sí, pero incluso para los alemanes era difícil conseguir
empleo. Para extranjeros, era prácticamente imposible. Yo trataba de conseguir alumnos
particulares. Tenía que caminar hacia sus casas, porque no contaba con los cinco centavos
del subterráneo. […] La gente un día descubría que su dinero valía menos que el día
anterior...”.
(44) Ibid, p. 74
51
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 52
Diez años después de partir a Berlín, Claudio Arrau vuelve a Chile en 1921.
52
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 53
D e vuelta en Chile.
53
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 54
Es uno de los propósitos a que hago excepción hoy, sin más reparo que el entusiasmo que
despierta en mi alma la personalidad del joven maestro Claudio Arrau. Es un “niño prodigio”
que ha cumplido cabalmente la promesa que hiciera a los 8 años, cuando su madre lo llevó
a estudiar a Berlin” (45).
Fernando Orrego Vicuña contó como fue llevado por sus padres a la casa de
una tía para ver un prodigio: un niño músico venido de Chillán (46). De cómo al
comienzo lo miró con recelo, envidioso de que a él se le tributaran todos los
homenajes, pero luego de verlo y escucharlo tocar el piano y resolver las pruebas
a que fue sometido por los presentes “estaba perplejo en mi rincón, nada decía; sólo en
mi interior me confesaba que ese niño era más que yo y más que todos mis amigos, hasta
otros más grandes que conocía”. Concluida la guerra todos sabían que vendría. “Y
por fin, hace pocos días, – continuaba Orrego – sentados en una butaca del Municipal,
esperábamos oirlo”.
54
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 55
le vea pasar por las calles anónimamente, le tendrá que mirar, y pensará que es tal vez un
personaje escapado de alguna página inédita de un artista refinado”.
55
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 56
en 1911, a Bindo Paoli para profesor del niño, porque estimaba que era uno de
los grandes pedagogos en la enseñanza pianística que había en ese momento en
Santiago.
"Cuando hace más de 10 años me hablaron de un niño prodigio, creí que se trataba de
uno de tantos niños mimados de sus padres. [...] Pero cuando vi al niño, con su mirada algo
soñadora, intensa, reflexiva, extraña a esa edad, cuando lo oí ejecutar música de Bach, de
Beethoven y espontáneamente transportarlas de un tono a otro, cosa difícil hasta para los
grandes maestros, me convencí de encontrarme en presencia de una naturaleza privilegiada,
de un talento extraordinario. [...] Yo tenía noticias continuas de él; conocía sus estudios, sus
progresos, sus éxitos, [...] y comprendía que paulatinamente Claudio Arrau llegaba a la
madurez de su innato talento. Pero, pensaba yo, ¿habrá realmente realizado todas las
esperanzas que se fundan en él?... ¿ser verdaderamente un grande, o sólo entrar en la esfera
de los tantos buenos ejecutantes? Y para que desaparecieran mis incertidumbres, anhelaba
siempre verlo y oirlo. Volvió al fin Claudio Arrau a su patria, lo ví y lo escuché.
Experimenté una sensación de arte superior, una de esas emociones casi indefinibles,
(49) Barrientos Garrido, Iván. Luigi Stefano Giarda. Una luz en la historia de la música chilena. Revista
musical chilena, V. 50 N° 186, Santiago julio 1996, pp. 40-72.
56
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 57
¿Quiénes fueron los que habían creído en él? En primer lugar sus coterráneos
de Chillán que permitieron hacer evidentes sus excepcionales aptitudes. Luego,
en Santiago, Antonio Orrego Barros, el Presidente Pedro Montt y, sin duda, los
(50) Ibíd.
(51) Anónimo. Conversación con el ilustre pianista. Dairio El Mercurio, Santiago 11 de mayo de 1921.
57
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 58
58
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 59
En Chillán, su tierra natal, todo fue alegría y aplausos. Claudio Arrau realizó
un único concierto en el Teatro Municipal, el mismo donde se había dado a
conocer a los cinco años. Al terminar la segunda parte, el abogado y maestro,
Rector del Liceo de Hombres de Chillán, Narciso Tondreau le ofreció un homenaje,
en el que hizo partícipe a su madre, Lucrecia León, interpretando la felicidad
de todos los chillanejos por verlos cumplir en tal grado sus esperanzas. “Para un
observador atento – comentó en La Discusión un periodista de Talcahuano (53)–
que lo examine en todo el conjunto de sus portentosas facultades, parece un capricho de la
naturaleza que se ha complacido, con generosidad inaudita, en acumular en él cuanto tiene
la humanidad de excelso y de noble”.
59
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 60
“1923 – escribe Antonio Landauro (54) – señala otra etapa. Arrau sale de nuevo a
los escenarios revestido de una especie de nueva dignidad artística. La primera parte del
camino ya estaba cimentada. Había ganado algún dinero y aunque sin lujos, podía vivir sin
grandes sobresaltos. La angustia de los primeros años había quedado atrás. Ahora nacía el
artista verdadero, el hombre que, consciente de su misión, ya nada tenía que sacrificar al
éxito rápido del concierto”.
60
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 61
mucho, grande como Paderewski y como Hoffmann, tal vez un poco de amor patrio, que me
enorgullecía al pensar que Chile figuraría en arte tan noble junto a las celebridades” (55).
excepcional.
61
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 62
62
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 63
B ibliografía.
63
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 64
64