Está en la página 1de 82

/ ,%52 7$3$ IK 3 JLQD

Claudio Arrau León


y el Congreso Nacional de Chile
1908 -1921

Homenaje al centenario del concierto de


Claudio Arrau en Chillán en 1908
y el apoyo parlamentario para su beca en Alemania.

Fernando Arrau Corominas


LIBRO TAPA.fh11 4/2/09 11:19 P gina 2
, /

Claudio Arrau León


y el Congreso Nacional de Chile
1908 -1921

Fernando Arrau Corominas


Investigador del Departamento de Estudios, Extensión y Publicaciones
Biblioteca del Congreso Nacional de Chile
, /

Editor General
David Vásquez Vargas

Co-Editor
Felipe Rivera Polo

Autor
Fernando Arrau Corominas

Concepción Visual
Racic Grupo Diseño

Ediciones Biblioteca del Congreso Nacional de Chile


Enero 2009
Impreso en Chile por Ograma

©Biblioteca del Congreso Nacional de Chile


Registro de Propiedad Intelectual Nº 177314
I.S.B.N: 978-956-7629-08-4
, /

Tabla
de
Contenidos

Presentación

Introducción
04
07 11
Va emergiendo el artista

Hacia Santiago
17 23
Los parlamentarios comienzan
a tomarlo en serio

Se abre la vía a Europa

Por fin en Berlín


27 33
La guerra y la posguerra

De vuelta en Chile
43 53
Bibliografía
63
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 4

P resentación

Hace 100 años, un niño chillanejo maravilló a sus padres, a sus coterráneos, a las
autoridades en Santiago, al Presidente de la República Pedro Montt y a los senadores
y diputados que tuvieron oportunidad de escuchar su arte, su frágil inspiración, su
magia infantil, interpretando a los clásicos de la música. Esas experiencias, relatadas
por los contemporáneos y recogidas en el texto que acompaña esta hermosa caja que
hoy presentamos, llevaron a los parlamentarios a impulsar decididamente el viaje de
aquel niño, nuestro insigne Claudio Arrau, a estudiar a Europa, a empaparse con los
orígenes, a nutrirse de un maestro como Martin Krause, discípulo directo de Beethoven,
a experimentar la efervescencia de una Europa próxima a precipitarse al mayor
conflicto bélico experimentado hasta entonces.

Así fue como el pequeño Claudio Arrau partió a Berlín con el apoyo financiero del
Estado, gracias a la beca concedida por el Congreso chileno. Y así también fue como
lo perdimos. Claudio Arrau pasó a ser patrimonio de la humanidad y su interpretación
musical alcanzó alturas inéditas y profundidades insospechadas, incluso por los mayores
conocedores de los clásicos alemanes. La interpretación musical de una orquesta es
una de esas experiencias colectivas sublimes, que subraya el trabajo colaborativo, el
diálogo de los instrumentos, los distintos instantes protagonizados por uno u otro,

04
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 5

constituyendo una celebración de la creatividad y la mancomunión humana, no sólo


entre quienes interpretan y quien dirige, también es una metáfora en un idioma que
traspasa límites culturales y geográficos.

Claudio Arrau es un chileno universal y este parlamento se siente orgulloso de haber


tomado, en su momento y en un contexto de crisis, una decisión tan trascendental
como la que adoptó hace 100 años de entregar y mantener una beca de estudio, cuyo
episodio se encuentra relatado en los textos que acompañan esta caja homenaje al
maestro. Este objeto está concebido como una verdadera experiencia sensorial, en
que se puede observar fotos de la niñez y adolescencia de Claudio Arrau y de su
familia en Chile y Berlín, así como se puede escuchar algunas piezas interpretadas
por el maestro, mientras se recorre las páginas del texto principal.

El Senado agradece a la Biblioteca del Congreso Nacional y a su directora Soledad


Ferreiro por concretar esta magnífica iniciativa, que nos permite vincular al Congreso
y la cultura nacional, en el recuerdo y homenaje a uno de sus más reconocidos
compatriotas, Claudio Arrau León.

Adolfo Zaldivar Larraín


Marzo, 2009 Presidente del Senado de la República de Chile

05
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 6

Programa de su concierto ofrecido en Viena en 1922.

06
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 7

I ntroducción

“JH/ Sin duda, todos deben de haberse enterado de sus proezas de Chillán.

CA/ De hecho aparecí en los periódicos de todo el país. Finalmente, surgió la propuesta de
enviarme a Europa con una beca, y tenía que ser aprobada por el congreso. Mi madre fue
fundamental en ese respecto, al igual que varios parientes. Todos decidieron que era esa la
única forma de que yo pudiera estudiar en el extranjero. De modo que mamá me llevó a
visitar, uno por uno, a todos los diputados y senadores, y toqué para ellos. Luego, los legisladores
votaron casi unánimente a mi favor. Así me otorgaron una maravillosa beca para estudiar
música en el extranjero”.

(Joseph Horowitz. Arrau. Javier Vergara Editor S.A. Buenos Aires, 1984)

Claudio Arrau León nació en la ciudad de Chillán el 6 de febrero de 1903.


Era el tercer hijo del matrimonio formado por Carlos Arrau Ojeda y Lucrecia
León Bravo de Villalba. El padre era uno de los herederos del fundo Quinquehua
de Cato, a unos cincuenta kilómetros de Chillán, propiedad de su padre Juan
Antonio Arrau Daroch, la cual había formado parte de la Hacienda de Cato

07
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 8

perteneciente a los jesuítas y que, después de su expulsión, cuando fue entregada


en pública subasta, fuera rematada por Lorenzo de Arrau, su bisabuelo, ingeniero
militar español llegado a Chile en 1768. Lucrecia León Bravo de Villalba provenía
de una familia de agricultores de Quirihue, capital del Departamento de Itata,
perteneciente a la Provincia de Maule hasta 1928, situada a unos 72 kilómetros
al Noroeste de Chillán. Carlos prefirió la profesión de médico oftalmólogo en vez
de la agricultura. Habiendo vendido, al igual que su esposa, sendos derechos y
acciones sobre tierras en la Isla de Cato y en Quirihue, respectivamente, instalaron
su casa en la ciudad de Chillán, en la calle Lumaco, en 1894.

Mientras Lucrecia, además de cumplir con las obligaciones propias de una


esposa y madre de su clase y de su tiempo, tocaba el piano y era aficionada a la
literatura francesa, Carlos instaló su consultorio médico en su casa. Era un hombre
con mucho sentido social que atendía gratuitamente a aquellos que no podían
pagarle y, aún más, tenía un convenio con la “Botica Italiana” de Tomás Taricco,
en Chillán, para que les entregase gratis las medicinas recetadas (1).

En 1904, un año después de haber nacido Claudio (2), falleció el médico de

(1) Landauro, Antonio. Arrau. El hombre y el artista. Sociedad Musical Santa Cecilia de Chillán. VIII Región,
Chile, 2002, p. 18.
(2) En sus conversaciones con Joseph Horowitz, Arrau. Javier Vergara Editor, Buenos Aires, 1984, p. 31
Claudio Arrau hace sólo tres referencias de su padre: A la pregunta ¿No guarda ningún recuerdo de su padre?
su respuesta es: En absoluto; el matrimonio de sus padres no había sido feliz por las constantes infidelidades
de Carlos, y entre las ideas muy estrictas que su padre tenía acerca de lo que debía hacer un hombre, pensaba
que la música era maravillosa, pero solo para las niñas, por lo tanto si Claudio hubiera crecido junto a él habría
tenido que sufrir mucho.

08
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 9

cuarenta y ocho años, víctima de un accidente ecuestre. Su funeral fue grandioso


de acuerdo a la información periodística. Entre los presentes y que hicieron uso
de la palabra para despedirlo, además del subinspector de policía, del jefe de la
tercera dotación de bomberos, de un representante de la asociación médica regional
y del administrador del hospital local, estaba un representante de la Asamblea
Radical de Chillán pues Carlos era, como lo proclamó el columnista Jorge
Du-Roy en la crónica “Sabatinas”, entre otros rasgos: “el correligionario valiente y
decidido que en las horas de lucha solía alentar a los pusilánimes” (3).

Lucrecia quedó viuda con tres hijos, Carlos, el mayor, de once años; Lucrecia
(“Quecha”), de siete años y Claudio, de un año. No hay certeza sobre el modo
como pudo solventar los gastos familiares en los años siguientes. Se dice que la
filantropía del padre consumió los ahorros y, aún, que había dejado deudas.
Claudio Arrau dijo a Horowitz que ella había vendido “el último pedazo de tierra
que les quedaba” a la muerte del padre, pero sus recuerdos a los setenta y nueve
años a veces no correspondían a la realidad. Hay dos hechos verificables: Lucrecia
comenzó a hacer clases de piano (4) y un año después del terremoto de 1906
arrendó la casa familiar de la calle Lumaco.

(3) Landuro, op. cit. p. 19. Este rasgo lo diferenció de muchos de sus primos, especialmente de aquellos más
vinculados con la ciudad de Concepción, que eran más cercanos al Partido Conservador.
(4) En muchas biografías breves de Claudio Arrau y, aún, Horowitz lo hace (op. cit. p. 21), se dice que su
madre era una profesora de piano lo que es verdad sólo si se entiende que comenzó a serlo por necesidad y,
sin un carácter profesional, cuando murió su marido.

09
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 10

Claudio Arrau junto a sus hermanos mayores Carlos y Lucrecia.

10
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 11

V a emergiendo el artista.

Las clases de piano de su madre fueron la vía para que el niño se acercara
también a la música y comenzara a mostrar sus dotes excepcionales. Pronto
comenzó a asombrarla con su comportamiento. A los tres años, “en vez de hacer los
grabados comunes a todos los pequeños, – dijo la madre (5) – en vez de dibujar casitas y
monigotes, él trazaba pautas, claves y notas […] le enseñé a reconocer aquellos puntos en
el teclado […] con un dedo descifraba al poco tiempo mis partituras más difíciles”. Más
adelante empezó a manifestar la definición de sus gustos, mostraba su agrado
cada vez que ella interpretaba la música de Johann Sebastian Bach y le pedía
que continuara haciéndolo.

“Todo lo que quería era la música. – recordaba el pianista (6) – Incluso comía junto
al piano. Mi madre se sentaba a mi lado y aprovechaba cualquier distracción para introducirme
un bocado en la boca. Cuando esto sucedía, lo masticaba lo más rápidamente posible con tal
de deshacerme de él”.

A los cuatro años, cuando aún no sabía leer ni escribir, el niño preguntaba a su

(5)León, Lucrecia. La infancia de Arrau. Revista Ercilla, 16.08.1939, p. 48


(6) Horowitz, op. cit. p. 19

11
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 12

madre sobre los signos de la escritura musical, copiaba trozos de las partituras
que ella poseía, las memorizaba y las tocaba en el piano. Escuchaba las lecciones
que recibía su hermana mayor y luego las repetía. El pianista nunca pudo explicarse
cómo había aprendido a leer música. Rememoraba que las primeras piezas que
tocó fueron la pequeña Sonata en do mayor de Mozart (K. 545) y el Kinderszenen
de Schumann. “De algún modo, conseguí la música y comencé a descifrarla. Me dejaron
completamente solo, porque mi madre se sentía alarmada frente a un hijo con tales aptitudes.
Decidió no presionarme. Fue una actitud maravillosa… jamás intentó imponerme nada”(7).

Llena de confusión, Lucrecia no se atrevía a comentar con sus cercanos lo


que sucedía en su casa, temiendo que no le creyeran y se burlaran de ella. Cuando
logró hacerlo, surgió la idea de organizar un concierto en beneficio de la Banda
del Regimiento Chillán, en el Teatro Municipal recién inaugurado, con
interpretaciones al piano del niño de cinco años.

La función se realizó el 19 de septiembre de 1908. De acuerdo con los recuerdos


del intérprete y de su hermana Lucrecia y con la información del periódico El
Comercio de Chillán, del 22 de septiembre, sucedió lo siguiente: según el medio,
la comisión de ornato y el personal del Regimiento habían revestido al inconcluso
teatro de “hermosos escudos nacionales, verduras i tricolores, entre los cuales brillaban una

(7) Ibid, p. 47.

12
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 13

multitud de lamparillas eléctricas”(8). Arrau, en cambio, lo recordaba “sin electricidad;


había velas dispersas por todo el lugar” (9).

Se dio inicio al concierto a las 21.30 horas por lo cual el intérprete estaba
comenzando a dormirse y debieron “mantenerme despierto contándome cuentos”. Su
hermana lo condujo hacia el escenario. Iba “con un gorrito blanco y con guantes”. El
piano vertical tenía unos candelabros con velas encendidas por lo cual el niño
“temía que pudiera incendiarse”. Su hermana lo alzó para que se sentara sobre un
taburete frente al piano y permaneció detrás de él durante todo el concierto para
impedir que se cayera de la silla al inclinarse demasiado hacia un costado. A los
pies del ejecutante había una caja de madera con dos varillas que le permitían
presionar los pedales del piano que no alcanzaba por su estatura de niño.

Otra discrepancia entre lo informado por El Comercio de Chillán y el recuerdo


del músico, recae sobre el contenido del programa. El periódico, cinco días después
del concierto, señalaba que “la Banda del Rejimiento tocó con la maestría de siempre el
Coro del Guaraní, la Jota Dolores, el bolero Los Diamantes de la Corona” y, en seguida,
“Claudito Arrau León, niñito de cinco años, tocó con toda corrección el ‘Aire Luis XIII de
L. Streablog’. Luego, “volvió a tocar a cuatro manos acompañado por su mamá”(10).

(8) Landauro, op. cit. p. 23.


(9) Horowitz, op. cit. p. 48.
(10) El Air de Louis XIII (opus 15) está incluido en la selección de dancitas y trocitos para niños para tocar
en piano a cuatro manos publicado por L. Streabbog (Landauro, op.cit. p. 24).

13
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 14

El pianista, en cambio, evocó ante el crítico musical estadounidense Joseph


Horowitz (11), casi ocho décadas después, haber interpretado la Sonata en Do
Mayor de Mozart, las Variaciones sobre “Nel cor più non mi sento” de Beethoven
y, posiblemente, el Estudio en Fa menor de los Nouvelles Etudes de Chopin, los
cuales le habrían exigido en su ejecución quebrar las octavas pues no podía
abarcarlas con su mano.

(11) Horowitz, op. cit. p. 48.

14
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 15

15
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 16

Claudio Arrau junto al piano antes de partir a Alemania.

16
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 17

H acia Santiago.

A mediados de 1909, Lucrecia León viajó a Santiago con sus dos hijos menores,
Quecha y Claudio. Había sido estimulada para ello por su hermana Clarisa quien
la había visitado en Chillán con el fin de resolver el dilema materno sobre si el
niño era normal o no. “Al verlo – contaba la hija – exclamó de inmediato: ‘¡Empaquen
todo! ¡Vendan todo! ¡Vayan a Santiago! ¡Este niño debe estudiar! ¡Debe conocer al Presidente!
¡Este chico es un fenómeno!’ ” (12). El viaje tuvo dos intenciones: encontrar un buen
maestro para el niño y presentárselo al escritor, poeta y autor teatral Antonio
Orrego Barros, joven de 29 años, muy influyente en el mundo cultural y social
de la capital.

Como profesor fue elegido el prestigioso pianista italiano Bindo Paoli que
había llegado al país, desde Argentina, en 1889, y que contaba con una buena
cantidad de alumnos. A Orrego, entonces taquígrafo del Senado, lo visitaron en
su casa. La profunda impresión que causara el niño en el santiaguino la hizo
pública unos meses después en el artículo que publicara en la revista Selecta
titulado “El Mozart chileno. Claudio Arrau”:

(12)Ibid, p. 44.

17
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 18

“Me parece sentir que algo canta dentro de mi alma. Mientras ese niño realiza sus
prodigios en el piano, creo oir una voz misteriosa que murmura en mi oído anunciándome
en Claudio Arrau León uno de eso seres privilegiados en quienes la naturaleza derrama sus
dones y ante quien el mundo se inclinará como en presencia de su genio.[…] Y aquel niño
lo reune todo. Fino, distinguido, buen mozo, de pelo revuelto y ojos pensadores, sin perder la
frescura y el candor del niño que goza con los juguetes y se deleita con los dulces, lleva en su
mirada la expresión intensa y luminosa del que tiene la facultad de penetrar los arcanos del
arte.

Pasa, con la misma naturalidad y agrado, de los dulces al piano que del piano a los
dulces. Asombra pero no espanta; se siente el prodigio pero no se ve el fenómeno. Siempre es
un niño, siempre se le encuentra niño, aún tocando: casi llegamos a creer de que el piano es
un juguete infantil. Pero es un niño que atrae con su mirada, que despierta interés con sus
movimientos: es un niño en que se adivina algo.

Vestido de blanco, sentado al piano, con su cabeza revuelta y sus ojos clavados en la
música, era para mi algo como una evocación de Mozart […]” (13).

(13) Landauro, op. cit. pp. 34-35.

18
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 19

Doña Martina Barros, madre de Antonio Orrego, le envió una carta de


presentación a su amiga Sara del Campo, esposa del Presidente Pedro Montt.
Este invitó al niño y a su familia a La Moneda, pidiéndoles que le brindaran un
concierto. El 30 de septiembre de 1909, el niño fue presentado por el Presidente
a las autoridades ejecutivas, parlamentarios, cuerpo diplomático y músicos, como
el director de orquesta italiano Arturo Padovani, avecindado en Santiago, o el
pianista chileno Enrique Soro Barriga, muy talentoso.

Finalizada la audición, con gran éxito, el Presidente Pedro Montt abrazó


cariñosamente al pequeño ejecutante y le regaló un libro con la siguiente dedicatoria:
“A Claudito Arrau en recuerdo de la admiración cariñosa con que le he oído tocar el piano
a la edad de seis años. Santiago a 30 días de septiembre de 1909”.

En medio del público, su preceptor Bindo Paoli manifestaba su admiración


tanto por el perfecto oído musical del ejecutante, como por su poderosa facultad
de leer música, mientras Enrique Soro comentaba su condición de “genio”. Entre
los ministros, el de Relaciones Exteriores, Culto y Colonización, Agustín Edwards
Mac Clure, se acercó muy entusiasmado por las dotes del niño para invitarlo a
su casa a fin de presentarlo a su familia. Había sido el que mayores atenciones
le había brindado, ajustando a su altura el piso giratorio y ayudándolo a equilibrarse
en él.

19
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 20

Tal como había sucedido con la madre del pequeño concertista, esta vez fue
Antonio Orrego Barros el que se retiró del Palacio de La Moneda esa noche con
el convencimiento de que su misión era obtener una beca del Gobierno para
enviar a este dotado niño a estudiar a Europa. Como sabía que ella dependía de
una autorización del Parlamento comenzó a llevar de tres en tres a los amigos
parlamentarios, a los ministros, a los intelectuales, a unas tertulias a la casa de
sus padres para que escuchasen la interpretación musical del niño.

20
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 21

21
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 22

Antiguo edificio del Congreso Nacional de Chile.

22
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 23

L os parlamentarios comienzan a tomarlo en serio.

Los deseos del Presidente Pedro Montt y de Lucrecia León comenzaron a


cumplirse, principalmente como consecuencia de las iniciativas de Antonio Orrego
Barros, cuando la Cámara de Diputados en la orden del día de la sesión
extraordinaria del 22 de febrero de 1910 (14) continuó votando las indicaciones
relativas al presupuesto de Instrucción Pública. Era el procedimiento acostumbrado
para otorgar pensiones a estudiantes o profesionales destacados.

El Secretario de la Cámara anunció una indicación del Diputado por Itata


Carlos Maira González, del Partido Radical de Chile, junto a otros diputados,
para consultar el siguiente ítem en la partida 14 del proyecto de Presupuesto de
Instrucción Primaria: Para la educación musical de Claudio Arrau León $1.200.

Presente en la Sala, el Diputado Maira aclaró que la indicación no solo llevaba


su firma sino también la de treinta o cuarenta Diputados de los diversos Partidos
(15) y pidió a la Cámara que acordara la pensión por unanimidad.

(14) Cámara de Diputados. Boletín de Sesiones. Sesión 22 de febrero de 1910. p.2773.


(15) Entre otros: Alfredo Barros Errázuriz, del Partido Conservador; Enrique Bermúdez de la Paz, del Partido
Liberal Doctrinario; Alberto Edwards Vives, del Partido Nacional; Manuel García de la Huerta Izquierdo,
del Partido Liberal; Marcial Ribera Alcayaga, del Partido Radical.

23
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 24

El Diputado por Santiago Ricardo Cox Méndez, del Partido Conservador,


integrante de la Comisión Permanente de Instrucción Pública, aclaró que él era
uno de los firmantes y que había escuchado al pianista: “Quien haya oído tocar a este
niño – dijo – no le negará su voto”.

Antes de la votación, el Diputado Maira dijo: “Es un Mozart en ciernes que honrará
a la República; de modo que es necesario que hagamos lo posible porque no se pierda un talento
tan precoz”. Y, luego que la indicación fuera aprobada por la unanimidad de
veintiséis votos, felicitó a la Honorable Cámara “por el acto de justicia que acaba de
hacer”.

El ítem aprobado por la Cámara de Diputados fue considerado por el Senado


en la sesión del 25 de febrero de 1910 (16). En ella su defensor fue el Senador por
Malleco Juan Castellón Larenas, del Partido Radical de Chile, miembro de la
Comisión de Instrucción Pública del Senado. “El niño Claudio Arrau León a que este
ítem se refiere, – dijo – es un verdadero genio musical. A pesar de que es un niño, que tiene
solo 7 años, ejecuta a primera vista cualquier trozo de música clásica que se le presente”.
Propuso que siendo muy bajo el monto de la pensión se elevara a mil quinientes
pesos. Votada secretamente la indicación fue aprobada por diez votos contra dos.

(16) Senado, Boletín de Sesiones. Sesión del 25 de febrero de 1910, p. 1612.

24
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 25

El 4 de junio de 1910 el prodigioso niño ofreció su segundo concierto en la


capital, el que incluyó obras de Johann Sebastian Bach, Edvard Grieg, Wolfgang
Amadeus Mozart y Carl Reinecke. Esta vez fue acompañado en dos piezas por
la violinista chilena Lucía Vásquez.

En octubre del mismo año, el novel pianista, ofreció en Chillán otro recital
de beneficencia a favor del Asilo de Proletarios y de la Caja para los Convalecientes
del Hospital de la religiosa Sor Isabel. El cronista del diario El Comercio lo
calificó como “un verdadero Sursum Corda [Arriba los corazones!] en la presente época
y en el presente estado social” (17).

Esta vez el programa incluyó el Rondó Gypsi de Haydn; Für Elise de Beethoven;
un concierto de Friedrich Seitz, en el que lo acompañó el violinista Heriberto
Urrutia, y Le Matin, de Grieg, junto a su madre. La crónica de El Comercio
finalizaba con estas palabras premonitorias: “Si este niño (lo que el destino jamás
permita!) no se atrasa en su carrera y no lo abandona el Numen que ilumina su cabecita,
tendrá que abismar al mundo con sus audiciones y traerá a Chillán un nuevo timbre de lustre
que deberá agregarse a lo que ya tiene como cuna de héroes y grandes patriotas”.

(17) Landauro, op. cit. p. 25

25
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 26

Diario de sesión de la Cámara de Senadores del 24 de noviembre de 1911.

26
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 27

S e abre la vía a Europa.

El Senado había acordado en febrero de 1910 que el niño permaneciera un


año más en el país con derecho al goce de la pensión, continuando sus estudios
con Bindo Paoli, sin embargo, en la primera quincena de noviembre del mismo
año se trató la alternativa de enviarlo a perfeccionar sus estudios musicales en
Europa.

No era el momento más adecuado pues el Ministro de Hacienda había


anunciado el gran déficit en que se encontraban las finanzas públicas y la necesidad
de que el Congreso en todas aquellas partidas de la ley de presupuesto en que
pudieran hacerse economías sin perjudicar el servicio público, no vacilara en
hacerlo. Entre ellas estaban las pensiones para estudio y por ello sólo debían ser
aprobadas aquellas que aparecieran muy justificadas.

Igualmente, como lo señalara el Senador por Curicó, Fernando Liborio


Lazcano Echaurren, del Partido Liberal (18), si bien al considerar aquellas pensiones
se tomaba en cuenta el ejemplo del Japón, que entre los medios de que se valió

(18) En la sesión extraordinaria del Senado, del 9 de noviembre de 1910 (Boletín de Sesiones, p. 285).

27
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 28

para alcanzar el portentoso progreso con que asombró al mundo, se contaba el


enviar a los centros europeos más adelantados a sus estudiantes más distinguidos.
Una circunstancia que dañaba a Chile era que no ejercía la vigilancia sobre sus
pensionados, como lo hacía el país nipón sacando el mayor provecho al sistema.
Al contrario, afirmaba el Senador, el testimonio de los chilenos que regresan es
que los pensionados por el Gobierno ocupan su tiempo en paseos más que en
estudios.

Esta vez el Senador por Coquimbo Enrique Villegas Encalada, del Partido
Liberal Democrático presentó la siguiente indicación: “Pensión al joven Claudio
Arrau León para que perfeccione sus estudios musicales en Europa $6.000”, aduciendo que
era “un niño, que hace estudios aquí, pero que hay conveniencia en que vaya a Europa a
perfeccionarlos, porque es una criatura de asombroso talento. Tiene solo siete años y medio,
apenas sabe leer, pero la música la lee y toca a primera vista, como, podrán confirmarlo
algunos de mis honorables colegas”.

A continuación, el Senador por Concepción Gonzalo Urrejola Unzueta, del


Partido Conservador, expresó su acuerdo con el Senador anterior recordando
que “para mandarlo al extranjero será necesario que vaya con su madre, de manera que
sería menester asignarle una pensión no inferior a seis mil pesos”. Por otra parte, mostró
su desacuerdo con el Senador Enrique Villegas en cuanto a que el niño apenas

28
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 29

sabía leer: “Es un niño de inteligencia precoz – dijo – de gran talento matemático y lee
perfectamente”. Esto era de especial importancia para el Senador Urrejola porque
creía “que el Gobierno y el Congreso harían una obra patriótica, si fomentaran los
conocimientos y aptitudes de este niño, porque si bien los estudios musicales que perfeccione
en Europa pueden no ser bastante útiles, mirando las cosas por el lado práctico, su gran
talento puede aplicarse allí a otros ramos que sean también de beneficio al país”.

La suma de dinero le pareció muy alta al Senador independiente por Santiago,


Joaquín Walker Martínez, integrante de la Comisión Permanente de Instrucción
Pública, quien, además, sin oponerse a que se otorgara la pensión, si no sobrepasaba
los tres mil seiscientos pesos, preveía “que mientras más fenómeno musical sea, más
difícil será que vuelva a Chile, una vez que perfeccione sus conocimientos”.

El Senador Juan Castellón Larenas, que había defendido el año anterior la


primera pensión, reiteró el merecimiento del niño de ser pensionado, esta vez
para estudiar en el extranjero, coincidiendo con el Senador Walker Martínez en
que su monto debería ser de tres mil seiscientos pesos, similar al que se otorgaba
a los médicos para estudiar en el extranjero. En estos términos el ítem fue aprobado
en la sesión extraordinaria del Senado del día siguiente.

29
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 30

Por su parte la Cámara de Diputados, en enero de 1911 (19), trató el ítem:


Pensión al joven don Claudio Arrau León para que perfeccione sus estudios musicales en
Europa $3.600. Había una indicación del Diputado Ricardo Cox Méndez para
elevar el ítem a cinco mil pesos. El Diputado por La Victoria y Melipilla, Enrique
Morandé Vicuña, del Partido Conservador, la apoyó considerando que “siendo un
niño de ocho o nueve años, tiene que ir con su madre”.

Después de algunas aclaraciones de procedimiento, el Diputado por La


Victoria y Melipilla, José Ramón Gutiérrez Martínez, también del Partido
Conservador, quiso hacer presente a sus colegas que “esta es la pensión más justificada;
se trata de un genio precoz, que es un portento, que seguramente va a asombrar a la Europa
y será un orgullo nacional […] es un niño de nueve años de edad, que no puede ir solo a
Europa. Este portento debe ir en compañía de su madre”. El Diputado por Concepción,
Talcahuano, Lautaro y Coelemu, Aníbal Rodríguez Herrera, del Partido Nacional
– al cual había pertenecido el Presidente Pedro Montt, recién fallecido – que era
Vicepresidente de la Cámara, dijo coincidir con lo afirmado por su colega y el
Diputado por Santiago Armando Quezada Acharán, del Partido Radical de Chile,
justificó el monto de la pensión debido a que “en Europa este niño tendrá que pagar
profesores muy caros”.

(19) Cámara de Diputados, Boletín de Sesiones. Sesión de 16 de enero de 1911, p.1451.

30
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 31

El ítem, con el número 4181, fue votado en la Cámara de Diputados, por


treinta y tres votos contra cinco, en la forma propuesta por el Diputado señor
Cox: cinco mil pesos.

La pensión de Claudio Arrau fue formalizada a través de un decreto del


Ministerio de Instrucción Pública del 29 de marzo de 1911. El niño había celebrado
recién su octavo cumpleaños en Valparaíso, donde ofreció una audiencia especial
a la prensa del puerto. Antes de ella, había cumplido con una visita a la revista
“Sucesos” (20). Uno de sus cronistas lo describió como “un chico limpísimo, fresco,
elegante [que] trepa gravemente, mirándolo todo, por las escalas de Sucesos, tras de él una
señora y una señorita distinguidas”.

El 7 de mayo el viajero dio un concierto de despedida dedicado a Chillán en


el que interpretó obras de Chopin, Schumann, Mozart, Beethoven y compositores
menos conocidos, posiblemente sugeridos por su maestro, como el suizo Joseph
Joachim Raff, que fue secretario de Franz Lizt; el polaco Moritz Moszkowski
y el francés Jean-Baptiste Duvernoy.

(20) Landauro, op. cit. p. 40.

31
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 32

Conservatorio Stern en Berlín, Alemania.

32
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 33

P or fin en Berlín

A mediados de 1911 la pequeña familia Arrau viajó a Berlín. Iban la madre,


Lucrecia, de cincuenta y cinco años y sus tres hijos: Carlos, de dieciocho años;
“Quecha”, de catorce años y Claudio, de ocho años.

En Buenos Aires, en tránsito para continuar hacia Alemania, fueron recibidos


en la Embajada de Chile donde se organizó una reunión social en honor al niño
y en la cual un conjunto de personalidades de la cultura argentina pudo escucharlo
en un breve recital. Entre ellas se encontraba invitado el crítico musical del diario
La Nación de Buenos Aires, que refieriéndose a las alternativas de aquella noche
escribió:

"Siete años de edad, una presencia tan desenvuelta como simpática, una maravillosa
ejecución que sorprende no sólo por las dificultades que supera su pequeña mano, sino también
por la gracia y la expresión que pone su todavía ingenuo corazón en las obras de un vasto y
elevado repertorio, hace de él un prodigio verdadero y una mayor esperanza”.

"Al oírle interpretar con ajustada técnica y a primera vista los trozos de los maestro
clásicos, al escucharle ejecutar con cuidadoso estilo las piezas de sus compositores predilectos,

33
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 34

se experimenta la emoción mezclada de congoja que presenta una vida de trabajo y de


gloria”(21).

Los viajeros abordaron el carguero “Titania”, de la compañía alemana Kosmos,


que también llevaba pasajeros, el cual había recorrido los puertos del sur de Chile
para luego recalar en Buenos Aires, antes de seguir a Le Havre, Inglaterra y
Hamburgo.

“El viaje fue bastante largo… duró casi cuatro semanas – relató el músico más tarde
(22) –. Yo me sentía terriblemente excitado, y también temeroso, ya que nadie en mi familia
sabía una palabra de otro idioma salvo el español… excepto mi madre, que dominaba el
francés. Pero no sabía hablar alemán. Mamá nunca antes había estado fuera de Chile. Tuvo
un inmenso coraje en esa oportunidad”.

Cierta confianza le daban a Lucrecia, por una parte, el saber que en Berlín
la esperaba su amiga Matilde Yungue que vivía en esa ciudad desde el año anterior.
Su esposo, el general Emilio Körner, había jubilado después de veinticinco años
de servicios al Estado chileno organizando y comandando el Ejército. Por otra

(21) Montero, Juan Carlos. La lección de piano: semblanza y anecdotario de un prodigio frente al teclado
que iluminó el siglo XX. Disponible en:
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=471340.
(22) Horowitz, op. cit. p. 53.

34
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 35

parte, había sabido al salir de Chile que el gran admirador de su hijo, el ex Ministro
de Relaciones Exteriores del Presidente Pedro Montt, Agustín Edwards Mac
Clure, había sido nombrado Ministro Plenipotenciario en Londres. A través de
la Legación de Chile en Gran Bretaña eran pagadas las pensiones otorgadas por
el Ministerio de Instrucción Pública de Chile.

Efectivamente, una vez llegados a Berlín, la señora Körner llevó a los viajeros
a la casa que había escogido para ser arrendada por ellos en Prinzregenten Strasse
77 y les presentó a un pianista alemán muy conocido en ese momento que ella
consideraba apropiado para que fuese el profesor del niño. “Una dama chilena muy
dominante – comentaría después el músico a Joseph Horowitz (23) – decidió que mi
maestro debería ser Waldemar Lütschg […] el profesor más aburrido que se pudiera imaginar,
incluso se dormía durante las lecciones”.

Entretanto, en Santiago, el Senado trató el “Item 4181: Pensión al joven don


Claudio Arrau León, para que perfeccione sus estudios musicales en Europa $5.000” (24).
Era la renovación correspondiente al año 1912. Nuevamente se produjo un
significativo diálogo entre los senadores Juan Castellón y Joaquín Walker
Martínez: el primero terminó sus palabras diciendo: “El niño Arrau, que es ya una

(23) Horowitz, op. cit. p. 53.


(24) Senado, Boletín de Sesiones. Sesión extraordinaria de 24 de noviembre de 1911, p. 713.

35
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 36

esperanza para el arte, puede ser más tarde una gloria de Chile”. El segundo agregó:
“Tanto, que creo que no volverá más a Chile”.

El año 1912, problemas presupuestarios llevaron al Gobierno a anunciar que


no renovaría ninguna pensión a los estudiantes chilenos residentes en Europa y
los Estados Unidos. El 31 de agosto, en la Cámara de Diputados (25), el Diputado
por Itata Carlos Maira González, del Partido Radical de Chile, defendió nuevamente
el caso del “niño músico Claudio Arrau”:

“Arrau – dijo – es una gloria y una esperanza para el arte y podrá ser, en un porvenir
no lejano, un émulo de aquellos artistas que honran la música, y que, vuelvo a repetirlo, será
indudablemente para nuestro país la mejor réclame.

El gasto que origina esta pensión es bien insignificante, cinco mil pesos, y por ahorrar cinco
mil pesos […] se va a privar a la República de tener la honra de contar entre sus compatriotas
a un músico notable (26).

(25)Cámara de Diputados, Boletín de sesiones. Sesión 31 de agosto 1912, p. 1827.


(26) Como una referencia sobre el valor adquisitivo de los 5.000 pesos oro de la pensión puede considerarse
que en 1911 el arriendo de un chalet moderno con siete departamentos, aparte de las habitaciones de la
servidumbre, en la avenida Concepción de la Municipalidad de Providencia costaba 150 pesos. Diez años
más tarde, al concluir el beneficio de la pensión cuyo monto se había reducido a 3.600 pesos oro , un automóvil
Dodge costaba 4.700 pesos y un Ford, 2.500 pesos. La pensión de 5.000 pesos oro era considerada excepcional.
La de 3.600 pesos oro era igual a la que recibían profesionales de diferentes especialidades para perfeccionarse
en Europa o en los Estados Unidos.

36
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 37

Se me dice que hay numerosos empleados públicos en Valparaíso y Santiago que usan
autos particulares costeados por el Fisco, y se me asegura que son cuarenta o cincuenta. Pues
bien, Señor Presidente, cada uno de estos coches particulares que costea el Fisco cuestan lo
mismo que mantener un pensionado en Europa.”

En definitiva, las pensiones de muchas personas fueron renovadas. La lista


de ellas para el año 1913, que se encuentra en la Memoria de la Legación de
Chile en Gran Bretaña (27) consigna cincuenta y dos nombres entre los cuales,
además de Claudio Arrau León, se incluyen educadores, como el matrimonio
Labarca Hubertson (Amanda y Guillermo), Sansón Radical, Gutemberg Lagos,
Ricardo Donoso o la Doctora en Botánica Filomena Ramírez; pintores, como
Manuel Ortiz de Zárate, Eucarpio Espinoza, Julio Fossa o José Backaus, y
médicos, como Ernesto Prado Tagle, Armando Larraguibel, Israel Bórquez o
Basilio Muñoz Pal.

En tanto, en Berlín, el niño Arrau se desilusionaba de su primer maestro en


Alemania. Este pretendía que el niño olvidara sus conocimientos y comenzara de
nuevo y, además, que sólo practicara ejercicios de cinco dedos. A pesar de las
protestas de Matilde Yungue, fue reemplazado por Paul Schramm que era un

(27) Archivo Nacional de la Administración. Fondo Ministerio de Relaciones Exteriores. Volumen 1584 (ex
1503), 1903, pp. 44-45.

37
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 38

pianista tan conocido en Berlín como Waldemar Lütschg. Arrau recordaba a


Schramm como “un hombre amable, muy inteligente y lleno de ideas, pero algo loco”.
Aunque aprendió mucho con él, su falta de sistema le hizo sentir que no aprendía
con la rapidez de que él era capaz. El entusiasmo por el piano comenzó a decaer
y habló a su madre sobre sus deseos de renunciar a la beca y volver a Chillán.

Del mismo modo como hasta ahora había sucedido en la vida del niño,
aparecieron las personas precisas para ayudarlo a resolver el conflicto: la pianista
chilena Rosita Renard (1894-1949) y su maestro Martin Krause (1853 – 1918).

Rosita había sido becada por el gobierno chileno el año 1910. Estudiaba en
el Städlisches Konservatorium für Musik (Conservatorio Stern) de Berlín, y
recibía lecciones de Krause. La pianista estuvo entre los pensionados a los cuales
no se les renovó su pensión. Sólo las gestiones realizadas por Martin Krause le
permitieron su inscripción como alumna honoraria, con beca completa, para
continuar sus estudios en el Conservatorio Stern. El año 1913 recibió el diploma
de honor por mejor alumno del Conservatorio, el que se había entregado sólo
una vez desde su fundación en 1860 (28).

(28) Tapia, Paz. Rosa Amelia Renard Artigas (1894-1949). Disponible en:
http://www.portalpirque.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=40&Itemid=1.

38
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 39

Rosita les sugirió a la madre y al hijo probar con su profesor y se los presentó.
Martin Krause era un sajón de sesenta años, hijo de un organista y maestro
concertador. Había hecho sus estudios de maestro de piano en la pequeña localidad
de Borna (Land Sachsen) y concluyó sus estudios con Ferenc (Franz) Liszt.
Había dado lecciones de piano en Leipzig y Munich antes de establecerse en
Berlín. Krause traía consigo una genealogía musical que lo vinculaba con Ludwig
van Beethoven ya que éste había tenido como dilecto discípulo al checo-austríaco
Carl Czerny (1791-1857), un músico precoz (29), quien, a su vez, tuvo como
alumno por dos años a Franz Liszt, que le dedicó sus Estudios Trascendentales.

Este es el recuerdo de Arrau, después de casi setenta años, de su encuentro


con Krause: “Lo adoré desde el primer momento. Pero también me infundía temor. Era
terriblemente severo, y me exigía mucho… tal vez, demasiado. Es probable que algunas de
mis dificultades posteriores se hayan debido a Krause. A los once años, yo ya estudiaba los
Estudios Trascendentales de Liszt. Por supuesto, según él, yo no estaba rindiendo de acuerdo
con mi talento. Con sus constantes exigencias, me forzaba a alcanzar logros con la mayor
rapidez posible. Me decía que jamás debería olvidar que después de los veinte años ya no se
adquiere más técnica. En realidad, no creo que sea así” (30).

(29) Beethoven escribió sobre él: “[…] yo que firmo abajo, tengo el placer de atestiguar que el joven Carl Czerny ha
hecho un adelanto extraordinario en el piano, más allá de lo que podría esperarse a la edad de catorce años. Creo que merece
toda la ayuda posible, no sólo por lo que acabo de manifestar, sino por su asombrosa memoria…” (Cháneton, Natalia.
Karl Czerny (1791-1857). El gran pedagogo del piano. Disponible en:
http://musicaclasicaymusicos.com/czerny.htm
(30) Horowitz, op. cit. p54.

39
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 40

En sus conversaciones con Joseph Horowitz, Claudio Arrau resaltó las


diferencias entre el autoritarismo de Krause y el modo en que su madre apoyó
su carrera musical. Horowitz exagera sobre el “autocratismo” de Krause (31) y el
autoritarismo de su “sobreprotectora madre”. Arrau matiza lo negativo del primero
al responder a la pregunta: “¿Hasta que punto diría que Krause fue un padre para usted?”

“Krause fue la figura paterna en mi desarrollo psicológico… en el buen sentido, y también


en el malo, como todas las figuras paternas. Pero no me causó mucho daño. Podría haberlo
hecho” (32).

Sobre su madre dice (33):

“Consideraba que su misión era facilitarme el camino para convertirme en un importante


artista. Por supuesto, en cierto momento, sentí que su preocupación era excesiva. […]
Entonces, inicié una vigorosa rebelión en contra de esa actitud. Esto me sucedió, tal vez, a
los quince o diecisiete años. Y mamá lo aceptó sin mucha queja”.

(31) A quien compara, “con su perilla y su bigote retorcido”, con el pérfido maestro de música Svengali, personaje
creado por el escritor francés George L. du Maurier (o por su nieta Daphne) y no, como lo afirma Horowitz,
por el escritor y compositor alemán Ernst Theodor Amadeus (E.T.A.) Hoffmann (1776-1822), que inspiró
la ópera de Jacques Offenbach basada en sus cuentos (Ibid, p. 23).
(32) Ibid, p. 60.
(33) Ibid, pp. 32-34.

40
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 41

“Se desesperaba cuando algo marchaba mal en mi evolución. Pero jamás intervino. Era
una mujer muy inteligente. Lo suficientemente lúcida como para saber que, desde el momento
en que comencé a estudiar con Martin Krause, si surgía algún problema, debía permitir que
él tomara todas las decisiones. […] La única vez que me impulsó, no mucho, a estudiar fue
en Berlín justo antes que conociéramos a Krause, en una época en que yo había perdido interés
en el piano. Esa fue la única vez que me presionó”.

Técnicamente el vínculo entre el niño de diez años (1913) y Martín Krause


se fue desarrollando hacia un nivel de calidad inigualable. El sajón, que no aceptó
ninguna remuneración por las clases de piano de Claudio, se hizo cargo también
de su educación general. Habían decidido que no asistiera a la escuela por lo
tanto contrataron profesores privados de francés, inglés, matemáticas, historia,
etc. Ambos visitaban museos y el maestro decidía las óperas que le convenía ver,
del mismo modo como vigilaba su dieta. La familia Arrau se había instalado en
Salzburger Strasse 17, en una casa vecina a la del maestro, en ésta el niño
permanecía la mayor parte del día. Había un piano en una de las habitaciones del
fondo donde practicaba entre siete u ocho horas diarias. Al anochecer, una vez
que el profesor había terminado con sus otros alumnos, le daba una lección de
al menos hora y media. Por insinuación de Martin Krause, y con su apoyo, el
niño ingresó, a fines de 1913, al Conservatorio Stern aun cuando no tenía la edad
requerida.

41
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 42

Claudio Arrau reconocido como un gran interprete en Alemania.

42
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 43

L a Guerra y la posguerra.

A pesar de la guerra iniciada en 1914, la actividad musical en Berlín continuó


variada y de buen nivel. “Todo resultaba tan difícil, – relataba Claudio Arrau (34) –
que la gente se volvió a buscar una forma de vida mejor en la cultura, en los libros, en la
música. […] Los soldados en las trincheras estudiaban sus instrumentos musicales, con un
fervor tal, como si estuvieran ciertos de continuar tocando durante toda la eternidad”.

En 1914, Claudio hizo su primera aparición pública en Berlín en un recital


colectivo de alumnos organizado por Martin Krause. En cuatro conciertos
ejecutaron la obra completa de “El clavecín bien temperado”, de Bach y el crítico del
Allgemeine Musik-Zeitung distinguió de este modo al chillanejo de entre los
demás: “En particular, debe mencionarse al niño de diez años Claudio Arrau, un maravilloso
joven que ejecutó los preludios y fugas que se le asignaron con sorprendente seguridad e
independencia […] ¡Qué hermosamente articula! Ejecutó las piezas individuales de una
manera clara, límpida, precisa, que no fue solo el resultado de la práctica, sino, más bien,
el reflejo de una naturaleza artística en su plenitud” (35).

(34) Landauro, op. cit. p. 63.


(35) Horowitz, pp. 62.

43
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 44

El mismo crítico lo siguió, con favorables artículos, en sus dos primeros


recitales como solista, en diciembre de 1914 y febrero de 1915. Sobre el segundo
concierto, que agotó las localidades de la Künstlerhaus, quedando numeroso
público rechazado frente a las boleterías, comentó:

“Es en verdad conmovedor oir tocar a este niño de once años. No se percibe en él ningún
rastro de elaborado refinamiento. Con frescura y naturalidad, musicalmente práctico y directo,
como puede esperarse de un niño, pero, al mismo tiempo, con todos los síntomas infalibles de
un extraordinario talento, este joven gallardo interpretó a Mozart, Weber, Schubert y
Mendelsohn. El profesor Martin Krause, por cuya agudeza pedagógica debemos estar
agradecidos, se ha propuesto que el muchacho no ejecute sino aquellas piezas que puedan
encuadrar en su juvenil espíritu y discernimiento. En mi opinión, este joven lozano, impregnado
del temperamento germánico, ha de convertirse en un destacado artista” (36).

El 19 de junio de 1915, habiendo sido seleccionado como uno de los siete


pianistas más destacados del momento en Berlín, fue el elegido para recibir los
dos más altos premios otorgados por el Conservatorio Stern: el piano de cola de
concierto concedido anualmente por la Casa Ibach Sohn y la medalla Hollander.

(36) Ibid, pp. 63-64.

44
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 45

Aunque Krause le permitía dar no más de quince a veinte conciertos por


temporada, el preadolescente tocó en muchas partes. Recordaba principalmente
la ejecución del Primer Concierto de Franz Liszt con Arthur Nikish, el legendario
director de la Berliner Philharmoniker y la Gewandhaus Orchester de Leipzig,
el cual, según Arturo Toscanini, hacía que cualquier orquesta bajo su mando
sonara en forma sublime. A pesar de que a Nikish no le agradaban los niños
prodigios, luego del primer ensayo, fue muy amable con él.

También dio recitales en diversas cortes europeas como la de los reyes de


Sajonia, de Württemberg, de Bavaria y de la reina de Rumania. Asimismo, la de
los reyes de Noruega. Durante su permanencia en este país la viuda de Edvard
Grieg (1843 - 1907) le enseñó a tocar el famoso concierto para piano “en la menor”
de su marido.

En 1916, el repertorio del joven de trece años – a quien en sus inicios en


Alemania, por algún motivo desconocido, siempre le fue disminuido un año – se
mostraba más exigente; los críticos se referían a él como “el genio nato del piano”,
“el pequeño titán del piano” o “este hombre maravilloso”. El crítico Joseph Horowitz
destaca un recital dado dos años después, en 1918, en la Beethovensaal porque
considera que la crítica de Leopold Schmidt en la Tageblatt und Handels-Zeitung
podría haber sido válida cincuenta años más tarde: “posee un extraordinario talento

45
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 46

técnico para el piano. Exhibe un timbre enérgico, que no se ajusta a la preferencia actual por
un efecto ligero y susurrante y que, en forte, es capaz de producir la máxima intensificación
dinámica con absoluta claridad y seguridad” (37). Schmidt concluyó diciendo: “Ya ha
logrado fascinar a un cuantioso número de seguidores que se regocijan con su interpretación
y cuya estima difícilmente llegue a perder […] parece estar destinado a desplegar una notable
carrera”.

Sin embargo, a pesar de la demanda de bises por el público en esa ocasión,


su talante no era el mismo, se había producido en él una profunda inflexión: tres
semanas atrás había fallecido Martin Krause durante una estancia vacacional en
Plattlin, Baviera.

“La muerte de Krause fue terrible para mi. – dijo en 1980 a Joseph Horowitz (38) –
Creía que se había acabado el mundo. Y experimentaba una horrible sensación de abandono.
Sentía que ya no podía seguir tocando. Y, por otro lado, tenía que luchar contra todas esas
damas que insistían en que fuera a ver a Schnabel, o a no se quién, porque me consideraban
demasiado joven para quedar sin maestro. Pensaban que un muchacho de quince años de
ninguna manera podía desarrollarse por sus propios medios. Pero yo me rehusé. Sentía una
profunda lealtad hacia Krause. Era algo infantil esa lealtad, pero temía que cualquier otro

(37) Ibid, p. 65.


(38) Ibid, p. 68.

46
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 47

maestro pudiera confundirme. Por otra parte, estaba convencido de que todo lo que un pedagogo
pudiera enseñar, él me lo había brindado, y consideraba que sólo me restaba asimilar todas
sus enseñanzas y continuar el camino por mi mismo. Desde luego, hubiese sido mucho más
cómodo encontrar otra figura paterna”.

No la buscó, pero pronto fue percibiendo que Alemania se iba cerrando para
él. Por su timidez le era difícil retomar por si mismo los contactos que Martin
Krause había usado para continuar desarrollando su carrera como pianista
profesional. Tuvo que aceptar las solicitudes de países más pequeños, como
Noruega, Finlandia, Bulgaria o Rumania. Aun cuando le pagaban muy poco, el
éxito que tenía en ellos le hacía bien, le permitía decirse a si mismo que con
seguridad había algo valioso en él.

La crisis económica en la Alemania de posguerra sumió al joven en mayor


desesperación aun cuando en 1919 y 1920 recibió el premio Lizst que se había
mantenido desierto por cuarenta y cinco años. Asimismo, recibió el importante
Premio Schulhoff. Estos honores, además de la importancia para su carrera, lo
ayudaban económicamente, lo mismo que las primeras grabaciones que hizo,
aunque se sentía asqueado por las abreviaciones de algunas piezas que lo obligaban
a hacer.

47
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 48

En noviembre de 1919, viajó a Londres aceptando la invitación del Ministro


Plenipotenciario de Chile en el Reino Unido, Agustín Edwards Mac Clure. Muy
respetuoso de las expresiones culturales, el Embajador venía siguiendo la trayectoria
del joven pianista desde que admirado de su arte, lo escuchara en el
Palacio de La Moneda, como Ministro del Presidente Montt.

Informado de la crisis en la que se encontraba el músico y de la difícil situación


por la que pasaba la población de la Alemania de posguerra, el diplomático lo
convidó a estar una temporada en su casa, esta vez, de Londres. En el período
organizó para él dos recepciones que Claudio comentó en dos cartas enviadas a
su madre que había permanecido en Berlin. En la primera, donde “habían (sic)
puros chilenos: – escribió (39) – se volvieron locos conmigo; decían que habían oído hablar
tanto de mi, pero que nunca hubieran creído que era tanto, “estupendo” decían todos! [En
la segunda (40) , destinada a] “todo el gobierno y toda la prensa […] habían 200 personas.
Todo el público, […] estaba muy entusiasmado conmigo!”.

Agustín Edwards lo presentó a algunos empresarios. Uno de ellos, Mr. Powell,


lo contrató para la primavera londinense de 1920, con el fin de que ofreciera
recitales en el Aeolian Hall y en el Royal Albert Hall. Ese año, debutó con la

(39) Landauro, op. cit. pp.72-73.


(40) Arrau, Claudio. Cartas a su madre. Disponible en:
http://claudioarrau.blogcindario.com/2005/02/00006-cartas-de-don-claudio-arrau-a-su-madre-y-una-entrevista-
dias-antes-de-su-muerte.html

48
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 49

Filarmónica de Berlín dirigida por el prestigioso director de orquesta alemán Karl


Muck.

Una vez en Londres, Claudio cumplió sus compromisos con el empresario


inglés. En el Aeolian interpretó con gran éxito las Variaciones Goldberg de Johann
Sebastian Bach, originalmente escritas para clavecín. El 10 de mayo, tal como lo
había hecho en la anterior estadía, le escribió a su madre comentándole el concierto:
“Salió grandioso, un gran éxito, críticas muy buenas. El empresario Powell estaba loco, se
le caían las lágrimas; me dijo que ya era uno de los más grandes pianistas del mundo; que
me prometía que ganaría cantidades de plata! […] Don Agustín [Edwards] me lleva casi
cada noche al teatro; anoche estuvimos a ver bailar a la Pavlova, fue fenomenal! Imagínate,
en el concierto me trae una niña un gran ramo de flores lacres, la miro, ¿quién es? La Fela
Ribier! Aquí en Londres!” (41).

Pareciera que para el joven era más importante alentar a su abnegada madre
que relatar lo sucedido. A ésta, como lo señala al concluir su carta, la dureza de
los últimos tiempos le estaba afectando la salud: “¿Cómo están todos allá? ¿Te fuiste
a fotografiar con rayos X? Muchos abrazos y besitos para todos de tu hijo chico”.

(41) Landauro, op. cit. p.74.

49
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 50

En el Royal Albert Hall el adolescente compartió el programa con el violinista


polaco de origen judío Bronislaw Hubermann y con la cantante de ópera australiana
Nellie Melba, ante una concurrencia de más de doce mil personas, algo inusual
en ese tiempo. El pianista recordaba que en ese concierto Melba había desaprobado
sus repetidos saludos frente a la ovación del público después de la Rapsodia
Española de Liszt. Detrás del escenario le dijo: “Ya es suficiente muchacho” (42).

A partir de estas últimas experiencias, Claudio Arrau consideró durante toda


su vida que, aparte de Sudamérica, fue en Londres donde había logrado una
“entusiasta aceptación” antes que en cualquier otra parte del mundo: “Allí no tuve
que luchar – dijo (43). Durante muchos años, cuando recibía una mala crítica en algún otro
país, sabía que siempre podía recurrir a Inglaterra, a la fidelidad del público inglés. Y yo
adoro Londres como ciudad. No es tan hermosa como París o Viena, pero posee una gran
distinción”.

Estos apoyos personales e importantes triunfos profesionales si no desvanecieron


la melancolía del artista al menos morigeraron los sufrimientos que él y su familia
debieron soportar el año 1921, permitiéndoles sobrellevarlos con entereza.

(42) Horowitz, op. cit. p. 70.


(43) Ibid, p. 87.

50
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 51

En 1921, el gobierno chileno suspendió la beca de estudios que había sido


renovada anualmente, casi sin excepciones, desde 1911, aunque había sido
disminuida a tres mil pesos en los últimos años. Claudio Arrau cumplía 18 años:

“Tuvimos que atravesar unos tiempos terriblemente difíciles – comentó más tarde (44).
Realmente nos moríamos de hambre. No teníamos un solo centavo. Mi madre no sabía una
palabra de alemán. Mi hermana sí, pero incluso para los alemanes era difícil conseguir
empleo. Para extranjeros, era prácticamente imposible. Yo trataba de conseguir alumnos
particulares. Tenía que caminar hacia sus casas, porque no contaba con los cinco centavos
del subterráneo. […] La gente un día descubría que su dinero valía menos que el día
anterior...”.

(44) Ibid, p. 74

51
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 52

Diez años después de partir a Berlín, Claudio Arrau vuelve a Chile en 1921.

52
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 53

D e vuelta en Chile.

Estos tiempos “terriblemente difíciles” inspiraron a la dolida familia para visitar


Chile dentro de una gira de conciertos por Latinoamérica.

Su llegada, el 2 de mayo de 1921, fue anunciada por el diario El Mercurio


con afables palabras: “Durante diez años nuestra atención se ha consagrado a seguir desde
lejos los pasos de este artista eminente que ha producido en Europa la más ruidosa sensación
de los últimos tiempos. […] No es necesario volver nuevamente sobre el criterio que Arrau
ha inspirado a los maestros de la crítica […] lejos de diluirnos en citas, preferimos estampar,
por medio de estas líneas, el placer con que lo vemos retornar al terruño después de haber
ampliado su personalidad al contacto de cátedras tradicionales. Su presencia constituye para
nosotros una satisfacción y un orgullo que muchos se afanarían por alcanzar. Y este orgullo
que encierra cierta dosis de egoísmo, se justifica por lo humano”.

Los mismos sentimientos expresaron aquellos que de diversas formas se


refirieron al regreso del pianista. Iris (seudónimo de Inés Echeverría Bello)
escribió en el diario El Mercurio: “Los escritores no deben juzgar a los músicos.

53
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 54

Es uno de los propósitos a que hago excepción hoy, sin más reparo que el entusiasmo que
despierta en mi alma la personalidad del joven maestro Claudio Arrau. Es un “niño prodigio”
que ha cumplido cabalmente la promesa que hiciera a los 8 años, cuando su madre lo llevó
a estudiar a Berlin” (45).

Fernando Orrego Vicuña contó como fue llevado por sus padres a la casa de
una tía para ver un prodigio: un niño músico venido de Chillán (46). De cómo al
comienzo lo miró con recelo, envidioso de que a él se le tributaran todos los
homenajes, pero luego de verlo y escucharlo tocar el piano y resolver las pruebas
a que fue sometido por los presentes “estaba perplejo en mi rincón, nada decía; sólo en
mi interior me confesaba que ese niño era más que yo y más que todos mis amigos, hasta
otros más grandes que conocía”. Concluida la guerra todos sabían que vendría. “Y
por fin, hace pocos días, – continuaba Orrego – sentados en una butaca del Municipal,
esperábamos oirlo”.

En los comentarios sobre la personalidad del artista también se transparentaba


la misma amabilidad. “Hay en su mirada como un pálido reflejo de alguna luz interior.
– escribió Guillermo Canales Pizarro en la revista Zig-Zag (47) –. Es un adolescente
aún, y habla emocionado del arte y discute sabiamente sobre la naturaleza. Quienquiera que

(45) Landauro, op. cit. pp. 78-79


(46)Orrego Vicuña, Fernando. “Arrau”. Revista Zig-Zag, XVII, N° 848, 21 de mayo de 1921.
(47) Canales Pizarro, Guillermo. “Claudio Arrau íntimo”. Revista Zig-Zag, XVII N° 852, 18 de junio de 1921.

54
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 55

le vea pasar por las calles anónimamente, le tendrá que mirar, y pensará que es tal vez un
personaje escapado de alguna página inédita de un artista refinado”.

“Arrau habla con sencillez… – escribió también Fernando Orrego – para él es


desconocido el orgullo; trata todas las cosas como cosas normales, que debieran, naturalmente,
suceder; él no desempeña un papel de importancia, trata de aparecer como uno de tantos”.

Y, nuevamente, Iris: “Es ahora un apuesto mancebo de 18 años, de bella figura y


expresión a la vez ingenua y soñadora. Fino de trato y modestísimo aun después de haberse
conquistado gloria en el “país de la música”, nos sorprende su sencillez amable. Si el piano
es el instrumento de sus manos, él se siente el instrumento de la vida… de esa vida sobrenatural
que empieza allí mismo donde termina la palabra del hombre y también allí donde concluyen
todos sus medios de expresión. En ese universo infinito, que está más allá del mundo de la
forma corpórea. Claudio Arrau es un mago portentoso del Sonido” (48).

El joven pianista dio el primer concierto en el Teatro Municipal de Santiago,


de casi una decena, el 12 de mayo de 1921. En uno de éstos, en que interpretó
el Concierto en Si bemol menor Op.23 de Tchaikovsky y el Concierto en Mi
bemol menor de Franz Liszt, la orquesta fue dirigida por Luigi Stefano Giarda,
uno de los músicos italianos avecindados en Chile, quien había recomendado,

(48) Landauro, op. cit. p. 79.

55
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 56

en 1911, a Bindo Paoli para profesor del niño, porque estimaba que era uno de
los grandes pedagogos en la enseñanza pianística que había en ese momento en
Santiago.

Luego del concierto Giarda escribió (49):

"Cuando hace más de 10 años me hablaron de un niño prodigio, creí que se trataba de
uno de tantos niños mimados de sus padres. [...] Pero cuando vi al niño, con su mirada algo
soñadora, intensa, reflexiva, extraña a esa edad, cuando lo oí ejecutar música de Bach, de
Beethoven y espontáneamente transportarlas de un tono a otro, cosa difícil hasta para los
grandes maestros, me convencí de encontrarme en presencia de una naturaleza privilegiada,
de un talento extraordinario. [...] Yo tenía noticias continuas de él; conocía sus estudios, sus
progresos, sus éxitos, [...] y comprendía que paulatinamente Claudio Arrau llegaba a la
madurez de su innato talento. Pero, pensaba yo, ¿habrá realmente realizado todas las
esperanzas que se fundan en él?... ¿ser verdaderamente un grande, o sólo entrar en la esfera
de los tantos buenos ejecutantes? Y para que desaparecieran mis incertidumbres, anhelaba
siempre verlo y oirlo. Volvió al fin Claudio Arrau a su patria, lo ví y lo escuché.

Experimenté una sensación de arte superior, una de esas emociones casi indefinibles,

(49) Barrientos Garrido, Iván. Luigi Stefano Giarda. Una luz en la historia de la música chilena. Revista
musical chilena, V. 50 N° 186, Santiago julio 1996, pp. 40-72.

56
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 57

imposible de expresarlas con palabras y comprendí que estaba plenamente justificado el


clamor de admiración y de entusiasmo que produce sobre el público el joven y grande artista.
[...] Y como los verdaderos grandes, Claudio Arrau es modesto e ingenuo como un niño. A
todos acoge con una sonrisa espontánea, buena, encantadora, que atrae y conquista. Este
mago del piano, este alto exponente del mundo entero, parece que ignora sus méritos; parece
no tener conciencia exacta de su valer. ¡Hermoso ejemplo!" (50).

Finalmente, en una crónica anónima se reproduce lo que el joven pianista


había dicho sobre el mayor interés suyo al regresar a su patria:

“habla con ternura de su regreso a Chile, de la nostalgia que sentía de su país, de la


alegría de hallarse entre los suyos, de la acogida afectuosa que ha hallado aquí y del anhelo
ferviente mantenido durante todo el tiempo de su ausencia de venir a mostrar en su patria
que los que creyeron en él cuando era pequeño no han sido defraudados, por lo menos en el
esfuerzo que ha hecho para adquirir una educación completa y refinada” (51).

¿Quiénes fueron los que habían creído en él? En primer lugar sus coterráneos
de Chillán que permitieron hacer evidentes sus excepcionales aptitudes. Luego,
en Santiago, Antonio Orrego Barros, el Presidente Pedro Montt y, sin duda, los

(50) Ibíd.
(51) Anónimo. Conversación con el ilustre pianista. Dairio El Mercurio, Santiago 11 de mayo de 1921.

57
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 58

parlamentarios que hicieron posible su estadía en Alemania. En primer lugar,


aquellos treinta o más que firmaron la primera indicación para otorgarle la pensión,
como Alfredo Barros Errázuriz, Enrique Bermúdez de la Paz, Alberto Edwards
Vives, Manuel García de la Huerta Izquierdo, Marcial Ribera Alcayaga y otros
cuyos nombres no fueron indicados en el acta de la sesión correspondiente.
Asimismo, todos los que votaron por él, en algún momento y, en especial, los que
se jugaron en las sesiones explicando por qué al niño le correspondía recibir una
pensión: los Senadores Juan Castellón Larenas, Gonzalo Urrejola Unzueta,
Enrique Villegas Encalada y Joaquín Walker Martínez y los Diputados Carlos
Maira González, Ricardo Cox Méndez, José Ramón Gutiérrez Martínez, Enrique
Morandé Vicuña, Armando Quezada Acharán y Aníbal Rodríguez Herrera.

Como si se dirigiera a todos ellos, el periodista anónimo concluyó: “Claudio


Arrau tiene condiciones personales para abrirse camino, tiene fe artística, tiene valor, trabaja
con tesón, carece de vanidades y afectaciones, posee el encanto de una gran frescura de alma
unida a un talento poderoso y a una voluntad fuerte. Hay en él algo del predestinado del arte
que sigue su camino sin vacilaciones, seguro que llegará, de que ya ha llegado, cuando otros
comienzan”.

Después de Santiago el joven pianista viajó a Valparaíso y Chillán donde lo


recibieron tan bien como en Santiago. En el puerto, el cronista de La Estrella

58
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 59

buscó expresar la conmoción que el artista produjo en él y en todo el público en


su concierto en el prestigiado Teatro Victoria: “Ostenta siempre una sensibilidad noble
y serena. Ante el piano es todo un magnífico señor que domina al auditorio; y el respeto que
inspira su personalidad no se amengua con su infantil apariencia, pues, como Parsifal, parece
llevar en el fondo de sus claros ojos el esplendor de una reencarnación sublime” (52).

En Chillán, su tierra natal, todo fue alegría y aplausos. Claudio Arrau realizó
un único concierto en el Teatro Municipal, el mismo donde se había dado a
conocer a los cinco años. Al terminar la segunda parte, el abogado y maestro,
Rector del Liceo de Hombres de Chillán, Narciso Tondreau le ofreció un homenaje,
en el que hizo partícipe a su madre, Lucrecia León, interpretando la felicidad
de todos los chillanejos por verlos cumplir en tal grado sus esperanzas. “Para un
observador atento – comentó en La Discusión un periodista de Talcahuano (53)–
que lo examine en todo el conjunto de sus portentosas facultades, parece un capricho de la
naturaleza que se ha complacido, con generosidad inaudita, en acumular en él cuanto tiene
la humanidad de excelso y de noble”.

Al terminar su gira por Sudamérica el músico se refugió nuevamente en Berlín.


Hasta 1923 permaneció recluido consagrado al estudio.

(52) Landauro, op. cit. p. 84.


(53) Ibid, p. 86.

59
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 60

“1923 – escribe Antonio Landauro (54) – señala otra etapa. Arrau sale de nuevo a
los escenarios revestido de una especie de nueva dignidad artística. La primera parte del
camino ya estaba cimentada. Había ganado algún dinero y aunque sin lujos, podía vivir sin
grandes sobresaltos. La angustia de los primeros años había quedado atrás. Ahora nacía el
artista verdadero, el hombre que, consciente de su misión, ya nada tenía que sacrificar al
éxito rápido del concierto”.

Había concluido para Claudio Arrau el prolongado rito de iniciación que lo


había integrado al selecto grupo de mujeres y de hombres capaces de reproducir
con maestría a través del piano el misterioso lenguaje de la música, legado por
generaciones anteriores. Distintas naciones, a través de diversos idiomas así lo
habían reconocido, vendrían otros que adherirían a esta comprobación otorgándole
en definitiva su carácter universal.

Sin embargo, había algo particular en el músico que lo ligaba exclusivamente


a un grupo más pequeño de personas. Fernando Orrego Vicuña lo había sentido
así y lo había descrito muy bien: “Yo temblaba por él. No se por qué. Desde que le oí
aquella vez en mi niñez sentía alguna vinculación a él, algo que hacía desear que fuese

(54) Ibid, p. 89.

60
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 61

mucho, grande como Paderewski y como Hoffmann, tal vez un poco de amor patrio, que me
enorgullecía al pensar que Chile figuraría en arte tan noble junto a las celebridades” (55).

Se trata de una trascendencia que penetraba la identidad de cada chileno que


lo escuchaba y que sabía de su éxito. Ella fue avizorada por los parlamentarios
que aprobaron la pensión permitiéndole al pianista los años decisivos de Berlín.
Por ello les debemos nuestra gratitud pero también se la debemos al mismo
Claudio Arrau que como niño, como adolescente y como hombre, hasta el último
día de su vida, se esforzó por alcanzar y mantener un nivel de calidad interpretativa

excepcional.

(55) Orrego, op. cit.

61
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 62

62
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 63

B ibliografía.

Anónimo (1921). Conversación con el ilustre pianista. Diario El Mercurio. p. 3.


Santiago, 11 de mayo.
Archivo Nacional de la Administración. Fondo Ministerio de Relaciones
Exteriores (1913). Volumen 1584 (ex -1503). Lista de pensionados.
Arrau, Claudio (2005). Cartas de Claudio Arrau a su madre. Disponible en:
http://clauduiarrau.blogcindario.com/2005/02/00006-cartas-de-don-claudio-arrau-
a-su-madre-y-una-entrevista-dias-antes-de-su-muerte.html
Barrientos Garrido, Iván (1996). Luigi Stefano Giarda. Una luz en la historia
de la música chilena. Rev. music. chil. v.50 N° 186 Santiago jul. 1996, pp. 40-72.
Cámara de Diputados (1910). Boletín de Sesiones. Sesión 22 de febrero.
Cámara de Diputados (1912). Boletín de Sesiones. Sesión 31 de agosto.
Cámara de Diputados (1911). Boletín de Sesiones. Sesión 16 de enero.
Canales Pizarro, Guillermo (1921). Arrau íntimo. Revista Zig-Zag, XVII N°'a1
852, 18 de junio de 1921.
Cháneton, Natalia (2008). Karl Czerny (1791-1857) El gran pedagogo del piano.
Disponible en:
http://musicaclasicaymusicos.com/czerny.htm.

63
LIBRO INTERIOR.fh11 4/2/09 12:52 P gina 64

Horowitz, Joseph (1984). Arrau. Buenos Aires – República Argentina: Javier


Vergara Editor S.A.
Landauro, Antonio (2002). Arrau. El hombre y el artista. VIII Región - Chile:
Sociedad Musical Santa Cecilia de Chillán.
León, Lucrecia (1939). La infancia de Arrau. Santiago – Chile: Revista Ercilla,
16.VIII.1939.
Merino Montero, Luis (2003). Claudio Arrau. Chillán –Chile: Memorial Cultural
de Ñuble.
Orrego Vicuña, Fernando (1921). Arrau. Revista Zig-Zag XVII, N° 848, 21 de
mayo de 1921.
Senado (1910). Boletín de Sesiones. Sesión 25 de febrero.
Senado (1910). Boletín de Sesiones. Sesión 9 de noviembre.
Senado (1911). Boletín de Sesiones. Sesión de 24 de noviembre.
Tapia, Paz (2008). Rosa Amelia Renard Artigas (1894-1949). Disponible en:
http://www.portalpirque.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=40
&Itemid=82

64

También podría gustarte