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Un 

reloj de arena es un instrumento mecánico que sirve


para medir un determinado periodo de tiempo. Tiene dos
receptáculos de vidrio conectados permitiendo un flujo regulado
de material, normalmente arena fina, desde la parte superior a la
parte inferior, hasta su completo vaciamiento. El funcionamiento
solo requiere de la energía potencial de la gravedad.

Una vez que el contenedor superior está vacío, puede ser


invertido para empezar a cronometrar de nuevo. Entre los
factores que influyen en el tiempo medido se encuentran la
cantidad y calidad de la arena, el tamaño de los contenedores y
la anchura del cuello. Aunque las fuentes discrepan sobre el
mejor material, las alternativas a la arena incluyen
el polvo de mármol y la cáscara de huevo en polvo.

Dado que el periodo que mide es fijo, aunque con ligeras


variaciones, es un dispositivo en desuso, sustituido por el reloj de
pulsera para conocer la hora, y el cronómetro para medir el
tiempo preciso transcurrido entre dos sucesos. En los tiempos
modernos, los relojes de arena son ornamentales, o se utilizan
cuando una medida aproximada es suficiente, como en
los temporizadores para cocinar huevos o para juegos de mesa.

El origen del reloj de arena no es claro, aunque puede haber sido


introducido en Europa por un monje del siglo VIII llamado
Liutprando, que sirvió en la catedral de Chartres, Francia. No fue
sino hasta el siglo XIV que el reloj de arena se ve comúnmente,
siendo la evidencia más antigua una representación de 1338 del
fresco Alegoría del Buen Gobierno por Ambrogio Lorenzetti. A
diferencia de su predecesor, la clepsidra o reloj de agua, se cree
que el reloj de arena se originó en la Europa medieval.4 Esta
teoría se basa en el hecho de que los primeros registros escritos
de que eran en su mayoría de los cuadernos de bitácora de los
barcos europeos. Los registros escritos de la misma época
mencionan el reloj de arena, y que aparece en las listas de
provisiones de a bordo. Un registro temprano es un recibo de
venta de Thomas de Stetesham, secretario de la nave inglesa La
George, en 1345:

Los relojes de arena eran muy populares en los buques, siendo la


medición más fiable de tiempo en el mar. A diferencia de la
clepsidra, el movimiento de la nave durante la navegación no
afectaba al reloj de arena. El hecho de que el reloj de arena
utiliza materiales granulares en lugar de líquidos condujo a
mediciones más precisas, ya que la clepsidra era propensa a
presentar condensación en su interior durante los cambios de
temperatura. Los marinos encontraban que el reloj de arena era
capaz de ayudarles a determinar la longitud, la distancia al este o
al oeste a partir de cierto punto, con una precisión razonable.

El reloj de arena encontró popularidad también en tierra. A


medida que se hizo más común el uso de relojes mecánicos para
indicar los horarios de los eventos como los servicios religiosos,
la creación de una necesidad de mantener la noción del tiempo
aumentó la demanda de dispositivos de medición del tiempo. Los
relojes de arena eran esencialmente de bajo costo, dado que no
requieren de alguna tecnología sofisticada para su fabricación y
sus contenidos no eran difíciles de conseguir, y, como la
fabricación de estos instrumentos se hizo más común, su uso se
hizo más práctico.

Los relojes de arena se usaban comúnmente en iglesias, hogares


y lugares de trabajo para medir sermones, tiempos de cocción, y
el tiempo invertido en las pausas de trabajo. Debido a que
fueron siendo utilizados para tareas más cotidianas, el modelo
del reloj de arena comenzó a disminuir. Los modelos más
pequeños eran más prácticos y muy populares pero sobre todo
más discretos.

Después de 1500, el reloj de arena dejó de estar tan


generalizado. Esto fue debido al desarrollo del reloj mecánico,
que se volvió más preciso, más pequeño y más barato, e hizo
más fácil medir el tiempo. El reloj de arena, sin embargo, no
desapareció por completo. Aunque se volvió relativamente
menos útil con la tecnología avanzada de los relojes mecánicos,
los relojes de arena siguieron existiendo debido a su diseño.
Algunos de los relojes de arena más famosos son el reloj de
arena de doce horas de Carlomagno de Francia y los relojes de
arena de Enrique VIII de Inglaterra, realizados por el
artista Holbein en el siglo XVI. El reloj de arena más antiguo
conocido se encuentra en el Museo Británico de Londres.

No fue hasta el siglo XVIII que los hermanos Harrison, John y


James, pusieron en funcionamiento el primer reloj marítimo de
alta precisión que mejoró significativamente con la estabilidad
del reloj de arena en el mar. Tomando elementos de la lógica de
diseño detrás del reloj de arena, fueron capaces de crear un
cronómetro marino capaz de medir con precisión el viaje desde
Inglaterra a Jamaica, con un error de cálculo de sólo cinco
segundos, en 1761.

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