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MANUAL DE ORIENTACION y
TERAPIA FAMILIAR
(Enfoque sistémico teórico-práctico)
ISBN: 84-86389-20-8
Depósito Legal: M-18380-1994
Portada: ISIDRO PARRA
Imprime: Intemational Copy, S.A.
A Pilar, mi mujer, que ha sabido renunciar al
tiempo que me ha ocupado la preparación de
este volumen.
enfoques complementarios. Tal vez debería explotar hasta qué punto la orien-
tación terapéutica no-directiva halla acomodo en la intervención sistémica y
transaccional, que a mí me parece demasiado abundante en intervenciones,
prescripciones y directrices del terapeuta.
Es cierto, por otro lado, que el sistema de transacciones es decisivo, pero no
es menos cierto que en éste tienen que integrarse otros niveles en los que
funciona, dentro de ciertos límites, la hoy tan denostada casualidad lineal. De
acuerdo en que el "paciente designado" es más bien un síntoma del "paciente
familia" o de la "familia disfuncional", y no, en primer término, el resultado de un
trauma pretérito o de una enfermedad que le causa sus trastornos. Pero eso no
quita para que haya traumas pretéritos que conviene discernir, enfermedades
actuales que hay que curar, o hábitos disfuncionales que importa "desprender".
En este contexto, el enorme arsenal de técnicas de terapia y modificación de
conducta de que hoy disponemos, tanto para el caso individual como para el
familiar, comunitario y ecológico, merece la pena ser considerado por el autor
con más atención y cuidado.
y no sólo desde el punto de vista práctico. En esto, como en todo, lo capital
es la teoría. Todo lo que no se fundamenta en ella es, a lo más, rutina, y, a lo
menos, charlatanería. Como dijo Leonardo da Vinci, la teoría e iI capitana, la
prattica sano i soldati. Claro que me refiero a la teoría tal y como la concebía
Ortega: la teoría es teoría de la práctica, y la práctica, práctica de la teoría. La
teoría del autor creo que necesita esa distinción de aspectos y niveles -no sólo
mentada, sino estudiada por pormenor- a la que vengo refiriéndome. Ya sé que
le pido demasiado; más de lo que los psicólogos actuales, entre los que le ruego
me admita, somos capaces de lograr. Pero eso es lo que anima la vida.
Embarcarse en proyectos ambiciosos e inciertos que merezcan la pena. Animo,
pues, y a la tarea, amigo Ríos González.
Tú mismo dices -y permíteme que, para mejor seguir el diálogo, me dirija
directamente a tí- que los resultados de tus tratamientos están por comprobar.
Me parece que será difícil someterlos a prueba rigurosa. Antes, habría que afinar
la teoría: qué previsiones exactas permite hacer y en qué circunstancias.
Probablemente tu interpretación e intervención sistémica sea fecunda en ciertas
situaciones. En otras, tal vez lo sea la terapia psicoanalítica o la existencial, o
las técnicas de inhibición y sustitución de hábitos de la terapia y modificación
de conducta, más o menos basadas en el condicionamiento clásico, operante
o vicario, o en los procesos cognoscitivos.
Prólogo 15
diría las siguientes. En la vida del hombre, de la familia y de los grupos humanos;
lo primero y capital es, desde el punto de vista psicológico, la vinculación.
Vinculación significa disponer de un lazo afectivo inicial con los otros, que se
viva como absolutamente seguro, incluso antes de saber dudar, tal vez ya antes
del nacimiento, pero, en todo caso, según tantos datos de la investigación actual,
muy temprano y anterior a la diferenciación del yo consciente. Lo segundo, tan
importante como lo primero, es ser capaz de desarrollar, a partir de esta
vinculación, suficiente seguridad y autonomía personales. En la familia y fuera
de ella, el hombre no puede atreverse a explorar el mundo ni a sí mismo, sino
desde un refugio seguro, desde una cierta confianza básica o urdimbre afectiva
primordial. Pero tampoco puede proseguir su desarrollo como persona si no es
capaz de hacer surgir, desde esa seguridad, la decisión autónoma. Yo no
hablaría de romper vínculos. Yo hablaría de asumirlos personalmente. Yo no
diría que lo más profundo del hombre es su aspiración a la claridad. Pero esa
aspiración no puede iniciarse y crecer sino sobre el humus de la vinculación
primaria, la seguridad afectiva y la autonomía responsable.
Sin seguridad radical ¿cómo afrontar la permanente inseguridad de la vida
humana? Sin autonomía psicológica ¿cómo encararse, personal y responsable-
mente, con la inextricable dependencia biológica, social e histórica en que nos
sustentamos?
En conclusión, eso creo que significa, amigo Ríos, tu obra: un intento de ayudar
al hombre, en su circunstancia familiar y desde sus incontables zozobras y
dependencias, a ser más capaz de sentirse personalmente vinculado, seguro,
autónomo en compañía solidaria con los demás.
Tras una excelente acogida de esta obra, aparece ahora la segunda edición
de la misma. Para un autor es una gran satisfacción haber visto cómo el
esfuerzo puesto en la preparación de un volumen ha sido correspondido
plenamente.
Un largo período desde que se agotó ha bastado para reflexionar acerca de lo
que convenía hacer de cara al futuro. Y la verdad es que no era fácil tomar
decisiones. Si a lo largo de los años transcurridos entre 1984 y 1993 he tenido
que releer muchas veces sus páginas, la mayoría de las veces me asaltaba el
deseo de cambiar bastantes cosas en casi todas los capítulos. Siempre que se
intenta reeditar un libro le asalta a uno la duda de si no será mejor escribir otro
nuevo. En este caso me empujaba a ello el contemplar la abundante producción
en torno al tema en los últimos años: la celebración, tanto nacional como
internacional, de Congresos, jornadas de estudio, seminarios y reuniones
centradas en la problemátic::a familiar, así como la continua aparición de trabajos
de investigación en este campo, sin olvidar las nuevas aportaciones de autores
clásicos y los muchos nuevos que van apareciendo, han constituido·el núcleo
básico de esa tentación. Pero siempre me frenaba otra realidad: había que
escribir una nueva obra. Y tal convencimiento me acobardaba.
Junto a esta vivencia interior, contemplada solamente por mí mismo en la
intimidad, me llegaban otras voces: reeditarla tal y como estaba; a lo sumo añadir
algunas cosas, revisar la bibliografía, introducir algún pequeño cambio y seguir
en la línea de poder ofrecer un MANUAL DE ORIENTACION y TERAPIA
FAMILIAR.
18 José Antonio Ríos González
Estas ideas me han ido ganando poco a poco y en ellas he estado empeñado
hasta el momento de dar por terminada la revisión de la primera edición que
entrego hoy, para que siga su andadura. La dedicación al trabajo cUnico con
familias y parejas, que me apasiona y proporciona la gran satisfacción de
integrar mi docencia universitaria sobre la rica experiencia de muchos años de
práctica directa sobre los problemas, las tareas incrementadas en la formación
de orientadores y terapeutas familiares, la inclusión de sus contenidos en el
nuevo plan de estudios de la Facultad de Psicología donde imparto materias
que me facilitan el acercamiento a los temas familiares, ahora como parte de
una asignatura más amplia -Orientación Educativa- y con la mirada puesta en
el desarrollo que posteriormente puede tener la de Orientación Familiar como
materia optativa para los psicólogos, han sido, entre otros, los motivos que me
han decidido a presentarla como un Manual que sea útil para los que se
acerquen a este territorio.
De la práctica cUnica, así como de la preparación de instrumentos de evalua-
ción, registro de datos y control de la terapia familiar para uso de los terapeutas
a fin de asegurar una metodología con garantías didácticas de su buen uso,
proceden los Apéndices que figuran al final de cada capítulo. Han sido una vuelta
a una más rigurosa metodología, aceptando el consejo que me daba en el
prólogo a la primera edición mi buen amigo y maestro el profesor Yela. Son los
que ya utilizamos en nuestra práctica ("Stirpe ". Madrid) desde 1987 y que día a
día seguimos revisando para que no pierdan valor y garanticen un mayor rigor
científico.
La bibliografía ha sido revisada ~in atreverme a eliminar a ningún autor. Se
han añadido 179 nuevas citas d~ nuevos trabajos. De este modo puede
apreciarse el ritmo cualitativo y cuantitativo que va tomando la terapia familiar
en los últimos años. Igualmente e~ lo referente a revistas especializadas que
debe conocer el experto en la matE;tria.
Una sugerencia muy repetida a lo largo de estos años ha sido la relativa a
ofrecer un índice de materias y d~ autores que· hagan más fácil y cómodo el
manejo del volumen. La amplitud de los mismos nos llevó a omitirlos en la
primera edición. Ahora los ofrecemos gracias a la colaboración de los que
quedan citados en otro lugar.
En el Epílogo de la primera edici1ón me lamentaba de que la Universidad no
hubiese dado entrada a la familia.como objeto de sus estudios y hacía votos
porque fuese así en un plazo corto. Desde entonces hasta hoy el paso ha sido
muy importante, no s610 en cantidad, que también lo es, sino especialmente en
Manual de Orientación y Terapia Familiar 19
formativas de las Asociaciones de Terapia Familiar que agrupan a los que nos
dedicamos a este campo.
ll
A Mercedes Molero, que organiza y coordina nuestro trabajo clínico en "Stirpe
desde .hace 28 años.
A Natacha, que como coterapeuta durante muchos años sigue a mi lado en
IIStirpe y a Zaida, que me ha acompañado hasta su marcha a otro continente
l1
hace muy pocos días. A ambas debo nuevas ideas y un gran respaldo, así como
el haber podido plasmar lo que llamamos coterapia y que supone tan rudo
aprendizaje.
A ellas tres y a María Jesús Chichón, Luis Cerrón, Ricardo Ferrín y Ana Dorado
que me han ayudado a preparar los índices analítico y de autores. A los que en
los años que van desde 1980 hasta hoy han seguido nuestro Programa de
Formación en Terapia Familiar, caminando sobre las huellas de este libro.
Ninguno de ellos sabe lo que ha hecho para que esto vuelva a ser posible, pero
mi gratitud tiene que ser grande porque sin su apoyo habría sido imposible dar
este nuevo paso.
y en el fondo de todo ello, el recuerdo, ahora ya más allá de lo terreno, para
mis padres. Mi padre no llegó a ver, por unas horas, el primer ejemplar de la
edición de 1984 que le llevé cuando ya estaba amenazado de muerte. Mi madre
no ha visto la 21 por unos meses. Pero ambos han estado, y siguen estando
presentes, en todos mis trabajos. No podía omitirlos en este momento. A ellos
el más profundo de mis agradecimientos.
Madrid, 10 de junio de 1993
J.A. R.G.
INTRODUCCION
que para que éste cambie hay que actuar sobre todo el sistema familiar, sobre
lo racional, sobre el contexto, sobre lo sistémico. El sujeto se transforma así
en "paciente designado".
Cualitativamente supone un cambio radical en los enfoques del trabajo
psicoterapéutico. No fuá una transformación instantánea, sino largamente
preparada por las exigencias del trabajo que buscaba un mayor grado de
eficacia y economía de tiempo y técnicas. La confirmación de algunas ideas
la tuve en el contraste con la lectura de los hoy denominados pioneros de la
Terapia Familiar, así como la cristalización de algunas experiencias en los
contactos y la posibilidad de trabajar en Roma con el profesor Luigi Cancrini
en el Instituto di Psiquiatria de la Universidad de Roma, al tiempo que participar
en un curso impartido por Salvador Minuchin en el mismo Instituto en 1974.
Desde entonces la opción fué clara, tomando como criterio básico ir cami-
nando hacia la no aceptación de casos aislados si la familia se resistía a entrar
en un proceso acorde con la nueva perspectiva. Esta ya larga etapa no ha sido
fácil por cuanto a las resistencias de las familias se han ido añadiendo las no
menos fuertes de algunos colaboradores. Cualquiera de ellas tiene una expli-
cación lógica: la familia quiere mejorar, pero no está muy dispuesta a cambiar
sus interacciones y modelos; la resistencia de algunos psicólogos se explica
por la asimilación de sistemas lineales en la búsqueda de causas y raíces,
Manual de Orientación y Terapia Familiar 23
en que afronta el ser padres, las edades preescolar y escolar de los hijos, la
adolescencia y la edad juvenil de los mismos.
En el tercero se contemplan los miembros del Sistema Familiar y los modos
de interacción entre ellos: madre, padre y constelación de hermanos, insistien-
do en cuanto forma la red que hace posible el encuentro perfectivo para el
trabajo de ori~ntación y terapia.
El cuarto está dedicado a la exposición de los Subsistemas dentro del sistema
total: dinámica, conflictos, confines y elementos básicos de cada uno, consi-
derando lo que ha de reunir un subsistema para que puede considerarse sano.
Los modelos familiares ocupan el quinto capítulo, agrupándolos sobre tres
variables que explican la dinámica de la familia tal y como se contempla aquí.
Los tipos de familia se exponen en el capítulo sexto, ateniendo a varios
criterios que facilitan la clasificación de los posibles y las características de
cada uno de los tipos descubiertos.
El tema del diagnóstico, con sus razones, momentos, modos, técnicas y
finalidades, se expone a lo largo del capítulo séptimo en el que, como es
natural, se ha insistido en los aspectos prácticos y operativos basados en
nuestra experiencia personal.
El octavo y último capítulo se ha dedicado íntegro a la exposición de cuanto
constituye la realización práctica de" la Orientación y Terapia Familiar: teoría
que sustenta el modelo que se defiende aquí, proceso, contrato, intervenciones
y estrategias, dificultades de su realización, coterapia y enfoque del concepto
de IIcuraciónll en la T.F. A lo largo de todo este capítulo se hacen contínuas
referencias a la experiencia acumulada, presentando aspectos muy concretos
del modo de trabajar.
De todo ello soy responsable directo. Y al terminar, tras tres largos años para
darle forma, soy más consciente de las muchas lagunas que dejo sin cubrir.
Otros lo harán. Y, mientras tanto, habrá que seguir trabajando para cumplir
algunas promesas hechas a lo largo del texto.
(H. Zulliger)
CAPITULO I
A todo ello, con no ser poco, se añaden otros factores que no pueden olvidarse.
La familia actual está en crisis, aunque tal crisis no suponga una situación
agónica. No está muerta, como se pretende, sino que atraviesa situaciones de
verdadera prueba porque el contexto social le exige nuevas actitudes, nuevos
enfoques, nuevos modos de elaborar las propias experiencias (RIOS GONZA-
ll
LEZ, 1980a). Hay una verdadera enfermedad que requiere un adecuado
lI
***
ll
El tema de la 1I 0rientación familiar ha sido abordado desde posiciones unila-
terales. Con el desarrollo de las ciencias de la educación y la aplicación de las
teorías derivadas del mejor conocimiento de las ciencias relacionadas con la
conducta humana, el enfoque de la familia ha ido adquiriendo mayores ámbitos
y una profundidad más acorde con las actuales exigencias del núcleo familiar.
No obstante, y a pesar del interés teórico por el tema, aún escasean las
aportaciones científicas para un mejor conocimiento de este sector. A raíz de la
promulgación de la Ley de Educación, la Sociedad Española de Pedagogía, a
ll
través de su revista IIBordón abordó el estudio de problemas básicamente
,
familiar. Porque este modo de abordar la educación de los padres requiere haber
conseguido con anterioridad un adecuado conocimiento de lo que es la familia
como grupo humano y sistema de comunicación interpersonal, así como tener
en la mano los datos precisos sobre cada familia en particular. Por ello mismo,
y en la misma situación antes citada, yo mismo hablaba de que 1110 social forma
ll
parte del proceso normal de madurez personal para añadir que 1110 que interesa
,
años más tarde, ratifico con los datos de la experiencia diaria en el trabajo de
orientación, diagnóstico y terapia de las relaciones familiares: lila familia tiende
a colaborar cuando se le ofrecen garantías de seriedad técnica y de orientación
posterior. La experiencia en la consulta psicopedagógica, centrada en el cono-
ll
cimiento de la dinámica familiar, es positiva en todos los sentidos porque "sólo
,
***
30 José Antonio Ríos González
***
Ante la realidad dé la familia como sistema de comunicación pueden adoptarse
muchas posturas en función de parámetros que perfilen enfoques teóricos sobre
Manual de Orientación y Terapia Familiar 31
los que apoyar una determinada acción orientadora. Por ello mismo se hace
necesario definir desde ahora cuál es mi enfoque, aunque su desarrollo tenga
que ser desplegado a lo largo de todo el volumen. En ello queda implícito el
concepto que aquí se defiende acerca de lo que debe ser la orientación familiar.
Tal vez sea más clarificador exponerlo en unas cuantas afirmaciones.
1. El enfoque que postulo es el derivado del hecho de que el proceso de
maduración personal que respalda la familia se asienta en el modo de
plantear y desarrollar las relaciones que vinculan a los distintos miembros
del sistema familiar.
2. Tales relaciones configuran, aún admitiendo la diversidad y diferenciación
debida a raíces constitucionales propias de cada individuo en cuanto
persona perfectamente diferenciada, un determinado estilo que explica el
modo de progresar hacia la madurez personal y la integración social en
sus distintas modalidades.
3. El planteamiento, por otra parte, se centra en las teorías sistémicas que
niegan la validez o cualquier intento de explicación de un fenómeno
-incluído el de la evolución maduradora del ser humano- como algo
aislado.
4. Esto obliga a modificar el modo clásico de observar un fenómeno humano,
como es el de aislarlo de su contexto. Obliga, por ello, a observar el
comportamiento y el proceso de maduración como el resultado de inte-
racciones y circularidades que tienen lugar en el interior de un sistema.
En este caso en el interior del sistema familiar que se analiza y observa.
5. El planteamiento sistémico que adopto no va a centrar la orientación
familiar en el seguimiento individual de un sujeto concreto que se presenta
al orientador como IIproblema sino que va a centrarse en el estudio del
ll
,
IIsistema relacional de que forma parte ese sujeto señalado como con-
ll
ll
apariencia psicopatológica II síndromes encuadrados generalmente en
,
ll
la patología etc....) tienen como lenguaje cifrado que obedece a un
,
32 José Antonio Ríos González
***
***
Sin negar validez a tales planteamientos, y admitiendo honradamente que en
no pocas situaciones hay que recurrir a ellos para encontrar una explicación
satisfactoria a situaciones que nos son planteadas en la consulta de cada día,
34 José Antonio Ríos González
o IIcausall de un problema que atañe a toda la familia, sino que será una pieza
más -y no la única ni la principal en la mayor parte de los casos- de la cadena
que explica el proceso que palpita bajo la sintomatología clamorosa que se
somete a estudio. La conclusión que puede adelantarse en el mayor número de
situaciones es que tal niño o tal adolescente es el 11 paciente designado ll de un
sistema interactivo enfermo y afectado.
La orientación, la ayuda, la terapia necesaria no afectará sólo al señalado por
los padres o educadores como afectado por algoll que tratan de descubrir. Tales
lI
tipos de ayuda habrá que extenderlos también a los señaladores, aunque crean
lo contrario y traten de defenderse de ello por todos los medios a su alcance.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 35
Finalidad
Se trata de proporcionar a la familia los medios adecuados para la realización
de su misión educativa en todos los frentes y objetivos que le corresponden
como "grupo primario" en el que han de tener lugar los procesos que precisan
el contacto y la comunicación total con las figuras significativas para el hijo, ya
sea niño, adolescente o joven.
Tal orientación, por ello, limita su acción a la formación básica de los padres
para que puedan cumplir una tarea de configurar personas sanas en el contexto
que ellos mismos han de creary enriquecer. Es, portanto, un nivel de contenidos
mínimos para ser factores de enriquecimiento global de los hijos.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 37
Objetivos
Pueden indicarse los siguientes:
1. Ilustrar los estadías y procesos del desarrollo personal de los miembros
del sistema.
2. Ilustrar los estadías y procesos que debe conseguir la familia como
sistema para proporcionar elementos de apoyo, seguridad y progreso a
los miembros de la misma.
3. Aprendizaje de los modos en que debe verificarse el contacto perfectivo
entre padres e hijos para constituir una base sobre la que asentar las
líneas fundamentales de la maduración personal, así como los aspectos
específicos de la dinámica familiar normal en que se concreta tal contacto
perfectivo.
4. Aprendizaje de los modos y peculiaridades en que ha de verificarse el
encuentro interpersona/ entre los diversos planos del mismo sistema
familiar en cuanto que cada subsistema tiene unas exigencias propias y
una dinámica peculiar para ser eficaces.
5. Aprendizaje de los niveles y tipos de comunicación que constituyen un
elemento básico para la interacción humana en el interior del núcleo
familiar bien constituido.
por otro lado, impulsar cuantos resortes parezcan adecuados para instaurar,
como modalidad de la educación permanente de adultos (E.P.A.), una formación
permanente de padres que los sitúe en los niveles adecuados desde los que
den respuestas válidas a sus responsabilidades educativas en el interior de la
familia. Como en otro lugar se volverá sobre estos puntos, no es necesario
ampliarlos aquí.
38 José Antonio Aros González
Finalidad
En este nivel se pretende ofrecer a la familia criterios de funcionamiento tanto
para las situaciones normales de la dinámica familiar, como para aquéllas otras
en las que cualquier alteración de los procesos o fenómenos normales presen-
ten dificultades que obstaculicen la consecución de los objetivos educativos y
formadores de la familia como núcleo de convivencia enriquecedora y desarrollo
personal.
Se trata aquf de afrontar situaciones de normalidad y situaciones en las que
los procesos ordinarios sufran alguna alteración o desajuste. Por ello mismo va
más allá de la formación básica de los padres. Es una especie de introducción
en la comprensión de momentos evolutivos delicados que no pueden ser
abordados con criterios ordinarios.
Objetivos
Bastarfa indicar dos fundamentales:
1. Ilustrar los procesos y etapas de la constitución del sistema familiar a
través del tiempo mediante la creación de programas adecuados a tal fin.
2. Replantear y formular reglas de intreacción y comunicación que caracte-
rizan los procesos que acontecen en el interior del sistema.
Ambos objetivos se centran en la familia, sin poner el acento en lo que es la
vida personal de cada uno de sus miembros. Cuanto respalda este criterio ha
sido ya expuesto en las páginas anteriores.
***
Hasta aquí llegan los planteamientos del enfoque dado a la Orientación
Familiar, el concepto del que se parte y los niveles en que se plantea.
A desarrollar cuanto queda encerrado en ello se dedican las páginas que
siguen.
NOTAS CAPITULO I
(1) No puede negarse la posible raíz bioquímica o neurológica de una alteración que
se somete al estudio de un orientador familiar. Lo que se pretende plantear aquí es
que, una vez que la ciencia médica, en cualquiera de sus especialidades, haya negado
las raíces biológicas de un trastorno, hay que admitir la explicación psicodinámica y
relacional del mismo. Aún más: el enfoque sistémico debe adoptarse una vez descar-
tadas esas raíces, aunque haya que desear que el bioquímico o el neurólogo no se
empecinen en buscar una explicación que se sale de su campo específico por un mal
entendido prestigio o prurito profesional. Por nuestra parte, el planteamiento es claro
y no hacerlo así sería, al menos, imprudente y peligroso, aparte de dañino para el sujeto
que lo padece.
42 José Antonio Ríos González
APENDICE 1
1.1. Psicoanalítica
2. Ruffiot, Liendo
3. Francia
4. La represión
ll
5. "Insight
6. Mediante la interpretación
2.1. Existencial
2. Stierlin
3. Heidelberg (Alemania)
4. La delegación
5. Reconciliación
6. Mediante el reenvío a los orígenes
3.1. Transgeneracional
2. Boszorm e nyi-Nagy
3. Filadelfia (USA)
4. La lealtad invisible
5. Pago de deudas
6. Mediante rituales terapéuticos
4.1. Comunicación
2. Satir, Chogoya
3. Boston (USA)
4. La mala comunicación
5. Buena comunicación
6. Descubrir nuevos modelos de comunicación
5.1. Estructural
2. Minuchin
3. Filadelfia (USA)
4. La confusión de límites
5. Reestructuración del sistema familiar
6. Manipulación. Prescripción directa. Explicitación
Manual de Orientación y Terapia Familiar 45
6.1. Ecléctica
2. Ando/fi, Masson
3. Roma (Italia), Lausanne (Suiza) ... ¿España?
4. La disfuncionalidad del sistema
5. IITodo es verdad si funciona ll
7.1. Estratég¡ca
2. Ha/ey
3. N. York (USA)
4. La incapacidad para resolver problemas
5. Devolución de los problemas
6. Reformulación
8.1. Sistémica
2. Watz/awick, S/uzki
3. RMI. Palo Alto (USA)
4. Los sistemas disfuncionales
5. Cambio de la interacción disfuncional
6. Manipulación no explicitada
9.1. Paradójica
2. Se/vini-Pa/azzoli
3. Milán (Italia)
4. No deseo de cambio. Juegos de poder
5. Provocar crisis
6. Connotación positiva, prescripción paradójica
***
a identificar hasta diez formas de terapia familiar, nos ofrece una lista de 62
denominaciones distintas que incluyen el apelativo de Terapia Familiar (cfr.
1989, tabla 1, p. 5-7). A partir de esta amplia heterogeneidad, presenta 15
clasificaciones realizadas entre 1968 y 1984 (tabla 2, pp. 13-14), Y en las que
46 José Antonio Ríos González
APENDICE 2
dirigido por J.A. Ríos en "Stirpe" (1965-...) desde 1980 y que, ininterrumpida-
mente, sigue vigente con las consiguientes adaptaciones y tal como se presenta
en otro Apéndice de este Manual, y, por otra, el desarrollado por C. Rajera y T.
Suárez, ambos en Madrid. Igualmente en Madrid, y algunos años más tarde,
iniciaron sus cursos de formación, con matizaciones más o menos peculiares,
el Grupo ITGP (E. López Barberá y P. Población, 1985), el Grupo "Zurbano" (N.
Barbagelata, 1986) y el centro ITAD (E. Brik, 1986).
En Barcelona trabajan en este mismo nivel A. Sarró, P. Lago yA. Fernández.
En el País Vasco funcionó durante algunos años un grupo encabezado por J.
L. Ruiz de Munain, R. Pereira y J.A. Martín Zurimendi, así como el aglutinado
en torno a F. Carrasco y M. Martínez de Velasco. En el momento actual
(1993-94) la Asociación Vasca de TF pone en marcha la Escuela Vasca de
Terapia Familiar dirigida por R. Pereira y con un programa estructurado en dos
niveles: Consejero en TF y Psicoterapeuta Familiar. En Aragón realizan tareas
formativas A. Carreras y C. Martín y el País Valenciano sigue manteniendo los
programas dirigidos por R. Sanz, y los que coordinan M. Millán y Carmela Pérez
de León, así como el ya clásico de Juan R. Abellán en Castellón. Canarias
cuenta con la Formación que encabeza J. Pereira Miragaya y en Andalucía hay
que citar los cursos promovidos por P. Guilló y N. Hervás, aparte de otros grupos
en Granada y Málaga que han visto pasar por sus actividades a muchos de los
terapeutas citados. En Málaga acaba de nacer la Escuela de Terapia Familiar
dirigida por L. Torremocha y vinculada a la Universidad Autónoma de Barcelona.
En Salamanca han formado a varias generaciones de terapeutas J. Navarro,
MI José Olea, J.L. Rodriguez-Arias y M. Beyebach, no sólo como docentes
universitarios, sino también como responsables de equipos privados que han
tenido entre sus tareas las relativas a la formación de terapeutas.
Como otra expresión de este bullir intelectual, investigador y de manifestación
de cuanto se viene haciendo en el terreno que nos ocupa, hay que hablar
-porque antes lo han hecho SANZ y NAVARRO- de nuestra revista Cuadernos
de Terapia Familiar C'Stirpe", enero 1987). El primero de ellos (1992a), cariño-
samente, dice que "es la mejor y casi única publicación de nuestro país
especializada en el tema", mientras que NAVARRO la cita como "editada en
Madrid por el grupo "Stirpe" y como una de las tres únicas (otras dos argentinas)
del ámbito hispano. En los 23 números aparecidos hasta ahora de Cuadernos
(1987-1993) se han publicado trabajos de autores españoles y extranjeros que
quedan citados, en su mayor parte, en la Bibliografia de este volumen.
La convocatoria del Premio STIRPE y su concesión a los mejores trabajos
Manual de Orientación y Terapia Familiar 51
EL SISTEMA FAMILIAR
RICK (1971) ha verificado un detallado estudio sobre tal desarrollo y parece que
las más recientes estructuras conceptuales para el análisis de la familia se
agrupan en torno a las siguientes: 1) Balance Theory; 2) Teoría de los juegos;
3) Teoría del intercambio; 4) T.G.S.y 5) Teoría de los sistemas sociales.
En este sentido, el enfoque aquí adoptado se polariza en los planteamientos
derivados de la T.G.S., desde la cual afronto cuanto sigue.
54 José Antonio Ríos González
a) Concepto de Sistema
El concepto más básico es el formulado por VON BERTALANFFY (1976) al
afirmar que "un sistema puede ser definido como un complejo de elementos en
interacción. Por interacción -continúa diciendo- entendemos unos elementos "p"
ligados por relaciones "R", de modo que el comportamiento de un elemento "p"
en "R" difiere de su comportamiento en otra relación IIR'II. Si se comporta del
mismo modo en "R II y IIR"·, no existe interacción, y los elementos se conducen
independientemente por referencia a las relaciones "R II y "R'".
La descripción hecha por T. PARSON y F. BALES (1955) presenta matices
que clarifican la operatividad del uso del concepto de sistema. Dicen ellos que
por sistema hay que entender el conjunto constituido por una o más unidades
lI
ligadas entre sí de modo que el cambio en el· estado de una unidad estará
56 José Antonio Ríos González
Sistema abierto:
Sistema cerrado:
Grupo primario
Los tres primeros tipos (1 ,2,3) son sistemas cerrados, mientras que los
siguientes (4,5,6), así como los dos finales (7 y 8) son sistemas abiertos, aunque
en algunas situaciones se comporten y actúen como sistemas cerrados.
El comportamiento de la familia dentro de esta escala adopta formas sorpren-
dentemente llamativas, hasta poder contemplar familias cuyo dinamismo no
sobrepasa los niveles más bajos de los aquí descritos. La conducta de los
miembros en tales sistemas adopta formas fuertemente deterioradas mientras
no se actúe sobre la estructura de tales sistemas.
b) Interacción en el sistema
Los fenómenos que tienen lugar en el interior de un sistema no responden más
a la explicación clásica representada gráficamente como
sino que lo que se observa en todo sistema es una interacción circular y sin fin
que puede representarse gráficamente como:
Manual de Orientación y Terapia Familiar 59
mientras que ahora -con la experiencia que permiten unos años trabajando en
problemas de diagnóstico y terapia de las relaciones familiares (STIRPE,
1965-1993)- lo que indago es el círculo sin fin que se establece en
designado ll
2. Empatía y hostilidad respecto al problema
3. Grado de acuerdo o desacuerdo acerca de las funciones primarias de la
familia
4. Concentración familiar o grado de acercamiento o lejanía de la familia
5. Percepción del rol ejercido por el otro (como esposo/esposa, padre/
madre, hijo/hija)
6. Percepción del propio rol
7. Comportamiento provocatorio de cada miembro de la familia y efectos
producidos por ello
8. Afecto primario de cada' miembro respecto a los otros
9. Grado de influencia en que queda atrapado ll cada miembro por los otros
lI
importante es ver el modo de relacionarse los miembros entre sí. Y para ello, es
válido y útil el esquema anterior.
S. MINUCHIN (1976) señala 6 sectores en los que ha de centrarse el diagnós-
tico de la interacción familiar:
6. Los modos a través de los cuales los síntomas del paciente designado se
usan dentro del sistema para mantener los modelos transaccionales
preferidos por la familia.
Es evidente que de todo ello puede obtenerse una idea bastante exacta de los
hilos secretos con los que se teje la vida de un sistema familiar. Sólo así puede
llegar a conectarse algo que de otro modo permanecerá como inexplicable o, lo
que es mucho peor, se explicará mediante atribuciones a los comportamientos
de un miembro aislado del sistema.
Para él se trata de una teoría cíclica: se parte de una pareja, se pasa por una
serie de estadíos de desarrollo, para terminar con la misma pareja originaria.
***
Aquí voy a seguir estos pasos aunque con alguna modificación, especialmente
en el punto 1, ya que aunque el encuentro de la pareja constituye un momento
especialmente significativo -excesivamente olvidado en el momento de analizar
la génesis de cualquier sistema originado en ese lIencuentroll_, parece impor-
tante centrar la atención en un II ciclo vital ll más amplio que voy a denominar lIel
inicio de la familia ll . Abarca mucho más que cuando la pareja se encuentra y
establece los vínculos que van a ir reforzándose en pasos sucesivos.
Pero veamos qué supone cada uno de los pasos citados.
***
El hecho de establecer unos determinados IIciclos vitales ll en el proceso de
desarrollo del sistema familiar, obedece al dato indiscutible de apreciar que la
realidad presenta cambios con un evidente sentido progresivo, así como otros
cargados de una fuerte tendencia regresiva. Es obvio que cada ciclo vital va a
presentar crisis, conflictos y tensiones ya que en el fondo de cada etapa se
encierran situaciones vitales en las que están implicados algunos, y a veces
todos, los miembros del propio sistema. No quiere decirse con esto que todos
los problemas que aparecen en una familia son idénticos. Los problemas -o, al
menos, sus percepciones- son diferentes. Mucho más diferentes son los modos
de afrontarlos, los métodos de intentar una solución, las formas de controlarlos,
como también son diversos los resortes a utilizar y las experiencias utilizadas
en función de la vivencia tenida y el recuerdo utilizable de las mismas.
Lo que interesa destacar en este momento es que los problemas que vive una
familia están relacionados con los conflictos básicos de la etapa de desarrollo
vital en que se encuentra el núcleo humano que constituye tal familia (BERNAN
y LIEF, 1975).
l. El Inicio de la familia
El comienzo de un sistema familiar constituye todo un ciclo vital en el que
juegan un papel importante actitudes personales de los miembros integrantes
de la pareja, así como estados emocionales que envuelven a los mismos de
modos claros, unas veces, y de modos llenos de componentes inconscientes,
la mayoría de las veces.
64 José Antonio Ríos González
Si hubiese que precisar los términos en que pudiera formularse lo que consti-
tuye el 11 conflicto básico ll del comienzo de una familia, me atrevería a concretarlo
en la dinámica y tensión que se desencadena desde el momento en que se es
consciente de la necesidad de disolver la dialéctica que se entabla entre el
sistema familiar de origen (S.F.O.) de cada uno de los cónyuges del matrimonio
o miembros de la pareja, y el sistema familiar creado (S.F.C.) que forjan los
mismos.
Tal conflicto se concreta en el modo de disolver unos determinados lazos y
crear otros igualmente necesarios para dar unidad, cohesión y posibilidad de
encuentro y progreso entre las dos personas que originan una nueva familia.
No es tarea fácil y, por ello, necesita orientación desde estos primeros
momentos. La etapa de formación de una unidad conyugal vital ll no es algo que
lI
Por otra parte, la adaptación es más fácil en cuanto que las situaciones de
relación en que intervienen elementos personales ofrecen la posibilidad de
mayores opciones para elegir con quién relacionarse o comunicarse. Así, por
ejemplo, en un ambiente laboral extenso en personas, como en un ambiente
social en el que haya muchas posibilidades de elegir con quién entablar lazos
más profundos de comunicación, resultará relativamente fácil conseguir un nivel
de adaptación satisfactorio.
Lo contrario sucederá cuando el tiempo de convivencia sea muy largo y el
número de personas con las que relacionarse sea reducido.
En la pareja que inicia su andadura, estos dos requisitos de seguridad en la
adaptación se ven un tanto limitados: porque se trata de una vinculación con
intención de continuidad en el tiempo, a la par que se trata de una relación con II
ll
una sola persona No es un deseo de vinculación amorosa para una temporada
•
1.
Encuentro biológico: el del recién nacido con la madre, que no se limita a
lo estrictamente biológico, sino que se convierte en camino hacia la
percepción de ciertas pautas ambientales y culturales.
2. Encuentro personal: del ser humano con el mundo interno del otro 11 11 ,
Sobre estos cuatro pilares se consolida la "confianza básica ll (5) que, por su
parte, va a convertirse en el gérmen del
Tipos de comunicación
Pueden distinguirse dos grandes tipos de comunicación que, a su vez, abar-
carán otros aspectos complementarios sobre los que es preciso tener algunos
conocimientos para su mejor utilización y puesta en práctica.
Estos dos grandes tipos son los siguientes:
• Comunicación verbal
• Comunicación no-verbal
Símbolos
Gestos
Signos
Símbolos
LENGUAJE LENGUAJE
DIRECTO CIFRADO
VERBAL CODIFICADO
I ¡
•
CONFLICTOS Y
"MALENTENDIDOS"
EN LA
COMUNICACION
EL MENSAJE
tiene
EL MENSAJE
ENCIERRA
UN DOBLE
VINCULO
EL MENSAJE
SE
ACOMODA
A REGLAS
Reconocidas Implícitas pero
Explicitas no reconocidas
Acordadas Secretas
"Metarreglas"
quieres?lI.
O se ignora: ni se registra el mensaje del otro, ni se reacciona ante él, ni se
ll
tiene en cuenta. Quien lo recibe actúa II como quien oye 1I0ver •••
nervios, una descarga agresiva, un insulto, un dolor físico que los movilice y les
74 José Antonio Ríos González
Una pareja en terapia refirió este incidente: El marido, estando solo en casa, recibió
una llamada telefónica interurbana de un amigo que le anunciaba que vendría a la
ciudad por algunos días. Inmediatamente lo invitó a estar con ellos, sabiendo que su
mujer estaría contenta por verlo, y sabiendo que ella habría hecho lo mismo. Sin
embargo, cuando la mujer volvió a casa surgió una fuerte discusión acerca de la
invitación que había formulado el marido. En la sesión de terapia en que se discutió
este problema, tanto la mujer como el marido parecían de acuerdo en el hecho de
invitar al amigo, ya que ello parecía la cosa más oportuna en aquella situación. Estaban
perplejos al ver que a propósito del mismo tema estaban de acuerdo en una parte y
no lo estaban en otra. Realmente había dos problemas implicados en la discusión: uno
se refería al modo más oportuno de actuar en el plano práctico, es decir, respecto a la
invitación hecha al amigo, mientras que el otro se refería a la relación entre los
comunicantes, es decir, el problema de quién tenía el derecho de tomar una iniciativa
sin consultar al otro. En el intento de resolver la falta de acuerdo, la pareja cometía un
error muy frecuente en la comunicación: el desacuerdo a nivel de IImensaje de relación ll
se transformaba en una falta de acuerdo a nivel de IIcontenidosll , plano en el que no
ll
había desacuerdo (CANCRINI, 1974).
•
Este caso típico ofrece un ejemplo en el que puede distinguirse cómo hay una
doble posibilidad de comunicarse: a nivel de contenidos y a nivel de relación,
todo ello en el encuadre de la misma comunicación. Puede desglosarse así:
ll
Marido: IIHe invitado a nuestro amigo que viene a la ciudad (mensaje de contenido);
ll
"10 he invitado yo, no tú (mensaje de relación).
Mujer: liNo debiste invitarlo porque no tenemos sitio, porque me resulta antipático,
etc. 1I (mensaje de contenido); lino te pertenece a tí tomar una decisión de
este tipo, soy yo quien debe decidir estas cosas" (mensaje de relación).
Marido: IIDebía invitarlo yo ya tí te resulta simpático" (mensaje de contenido);
lIiclaro que me corresponde a mí decidirlo!" (mensaje de relación).
(CANCRINI, 1974).
generoso y liberal en la actitud que tiene ante los hijos mientras que, al mismo
tiempo, no permite a los mismos el menor asomo de autonomía o libertad. O el
de aquéllos que hablan de afecto, cariño, amor, mientras que con la actitud no
comunican ni transmiten el menor signo de lo que proclaman con la boca.
En la pareja ocurre igual y las entrevistas conjuntas de las mismas son testigos
de cómo mientras se zarandean con los gestos y las críticas agresivas, se
adorna el lenguaje con epítetos aparentemente cargados de una gran riqueza
afectiva que no se vive en la realidad. El uso de diminutivos al dirigirse al
Manual de Orientación y Terapia Familiar 77
y rechazos feroces entrelazados con el uso de lIamor mío IIcariño ll , IIhijito ll , etc.
ll
,
• Reglas secretas (RS): Estas son las más difíciles de descubrir al estudiar
una familia. A veces hay que saber esperar para que comiencen a
mostrarse. Ordinariamente hay que desentrañarlas de un complejo envol-
torio de episodios y anécdotas que tras su nimiedad encierran estas claves.
Son modos de obrar con los que una parte del sistema, por ejemplo,
bloquean las acciones de otra parte o de otros miembros; son actos
tendentes a desencadenar actitudes deseadas por quien manipula el
resorte que lo provoca; son bloqueos de intentos de libertad, autonomía,
iniciativas con características creativas respecto a nuevos modos de
conducta; no faltan reglas que tienden a impedir la seguridad de un
miembro o a amenazar la estabilidad que ha logrado otro.
• Comunicación informativa
• Comunicación racional
• Comunicación emotiva, profunda
Las característica de cada uno de estos cuatro sistemas son las Siguientes,
ampliadas y adaptadas por mí en lo que se refiere a su utilización para un mejor
conocimiento de la familia:
1: En este sistema de comunicación lo que sucede es lo siguiente: los
miembros se relacionan para manejar realidades superficiales en las que
nadie entra en los sentimientos de los demás: II¿Qué tal estás?lI, II¿Qué
hiciste ayer?lI, II¿Has resuelto ya aquella papeleta?lI, II¿Qué hacemos
Manual de Orientación y Terapia Familiar 83
pero si a vosotros no, tomamos otra decisión", "Si todos nos encontramos
mejor, lo hacemos así" ...
Hay un verdadero contacto con el sentimiento de los otros desde la
profundidad y el riesgo de expresar los sentimientos propios. Se respeta
el mundo emotivo de los demás miembros.
De esta realidad parece que puedan establecerse tres modelos a los que
pueda reducirse el efecto final de las actitudes de búsqueda:
familia distante
familia simétrica
familia complementaria
Cada una de ellas tiene un perfil propio.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 85
G
G PARE'-'A
FAMILIA DISTANTE DISTANTE
'C.
PARE'-'A
COMPLEMENTARIA
ESPACIO
COMUN DE
ENCUENTRO
ESPACIO COMUN
FAMILIA COMPLEMENTARIA
DE ENCUENTRO
86 José Antonio Ríos González
Familia distante: En esta familia cada miembro anda por su sitio. No hay lugar
de encuentro porque los miembros están fuertemente motivados por un deseo
e impulso de independencia total que los dispersa. Cada uno es celoso de su
propia independencia y autonomía, pero en grado más alto del debido para que
se consiga una diferenciación personal sin temor a perder la propia identidad.
Entre los miembros no hay comunicación, porque comunicar sentimientos sería
amenazar el propio terreno. Hay, en síntesis, distanciamiento, alejamiento. Lo
que puede aparecer en algún chispazo, no deja de ser un leve intento de
encuentro que no se estabiliza y refuerza.
La imagen gráfica de este tipo de familia sería la denominada IIA II en la figura
anterior. Se indican los mismos tipos de pareja para mayor claridad del concepto
básico.
COMO
ES
v
TU
~
EN CADA UNO
SI
• IIEL OTRO II •
CON LO POSITIVO
CON LO NEGATIVO
\ TU
COMO
ES
EN
LO QUE NO PUEDE
SIN MASCARAS
SIN FALSEDADES
CON LO QUE PUEDO SI
\
CON LO QUE NO
SIN IDEALIZARLO
PUEDO COMO SIN SUBLIMARLO
TU
ES
EN
/
SI
contexto familiar.
Ellltú ll se percibe -y desde tal percepción se contacta con él y se relaciona con
el mismo- como algo que no tiene nada que ver con su auténtica realidad: a
veces porque se idealiza, otras porque se le despoja de límites y defectos,
algunas porque la misma vinculación afectiva se sitúa en niveles maníacos. En
pocas palabras: lo fantasmal prevalece sobre la realidad.
El esquema gráfico de este contacto sería así:
~
TU QUE SEA CONTINUAR A ...
/
PARA
-DETRAS DE ESTE
"TU" HAY UN
COMO SE "OTRO" AL QUE
YO PRETENDE EL "YO" QUIERE
~ TU QUE SEA QUE SE ASEMEJE
PARA O AL QUE SUPERE
COMO
EN LO QUE FUE
~TU
SOY COMO SE PARA EL "YO ...
EN PRETENDE AL TU SE LE
MI QUE SEA OBLIGAASER
PARA ALGO DISTINTO
A "SI MISMO".
COMO SE UN "TU" IDEALIZA·
PRETENDE DO, SIN LIMITES,
TU QUE SEA ~ SIN DEFECTOS
PARA
90 José Antonio Ríos González
Contacto por relación infantil: En ella los miembros que participan aportan
tipos diferentes de contacto y no todos tienen la misma libertad para iniciar,
decidir cualquier cosa. En tal contacto hay uno que toma la iniciativa mientras
que el resto de miembros siguen lo marcado por aquél. Es una "relación
complementaria ll (8).
Aquí no hay progreso ni comunicación enriquecedora.
dado que hay que delimitar muy bien el nuevo tipo de relación con los miembros
del sistema familiar de origen (S.F.O.).
Una idea que hay que destacar es que la fijación de estos límites o fronteras
no va contra ningún sentimiento profundo de ligazón afectiva con los familiares
próximos, sino que lo que se pretende es marcar un terreno propio donde se
realicen aquellas metas educativas y de relación interpersonal -primero entre
los componentes de la pareja y posteriormente entre éstos y los hijos que vayan
viniendo- que van a convertirse en el motor permanente del progreso y la
cohesión de todo el sistema iniciado.
Se trata, por tanto, de un replanteamiento del estilo de vida, del modo de
practicar la solidaridad con los otros, de aceptar un cierto corte ll con el pasado,
II
HiJo
Manual de Orientación y Terapia Familiar 95
• Delimitar muy bien que las aportaciones que hagan los sistemas familiares
de origen sean ayudas para organizar las nuevas funciones de la familia,
pero nunca a costa de romper o distorsionar el modelo que la pareja haya
establecido en su primera fase de constitución familiar.
• Precisar que el refuerzo con las familias de origen por los nuevos lazos
afectivos con un nuevo miembro, no se convierta en vínculos sutiles de
dependencias cuajadas de gratificaciones secundarias que hacen perder
autonomía y libertad intrasistémica en la pareja. Este es el caso, por citar
alguno, de los nuevos padres que hipotecan ciertas libertades a cambio
de que tíos, abuelos o parientes más o menos cercanos, cuiden del hijo
para poder disfrutar de un tiempo utilizado en expansión, libertad u ocio.
• .Cuidar, de modo especial, que la presencia del primer hijo no suponga la
creación del denominado "triángulo perverso", de tanta importancia para
el diagnóstico cuidado de la relación familiar.
Dada la importancia de este punto, merece la pena dedicarle un amplio
comentario.
El triángulo perverso
En la situación hipotética planteada más arriba al hablar de la posible amenaza
para la seguridad afectiva de un miembro de la pareja por el hecho de nacer un
hijo, se encierra un gérmen de lo que puede ser un "triángulo perverso". Veamos.
Por triángulo perverso se entiende "una situación de relación en el ámbito de
la cual tres miembros de un sistema relacional pertenecientes a dos generacio-
nes diversas, se disponen de tal modo que forman una alianza que una a dos
de ellos, de generaciones distintas, contra el tercero. Tal alianza se caracteriza
por el hecho de ser negada por parte de los dos 'aliados' todas las veces que
el tercero se lamenta de ello" (CANCRINI, 1973).
Pueden destacarse estas notas características:
1) Las personas que componen el triángulo no son iguales, y una de ellas
pertenece a una generación diversa de la de las otras: padre-hijo, supe-
rior-súbdito, diriginte-dirigido, jefe-subordinado...
2) En el proceso interactivo que se establece hay una persona de una
generación que forma coalición con la de la otra generación, de tal manera
que éstas, aliadas, se sitúan contra la que está en el mismo plano
generacional que la primera: madre-hijo "contra" padre; padre-hijo "con-
tra" madre.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 97
Hijo
(A)
(8)
98 José Antonio Ríos González
Hay un rodeo cuando los padres en conflicto utilizan al hijo, sin aliarlo
claramente a ninguno de ellos, para mantener el subsistema conyugal con algún
modo de equilibrio y armonía que no pasa de ser ilusoria.
En este caso al hijo se le convierte en un problema que hay que consultar, sin
darse cuenta de que ellos mismos refuerzan cualquier aspecto anómalo, para
poder desviar o tapar sus propios problemas.
Gráficamente se darían estas dos situaciones superpuestas al tiempo que la
situación (e) sirve de Iltapadera" para la situación (O):
Hijo
conflictivo
(C)
apareciendo muy unidos padre y madre en (e), frente al hijo, siendo la realidad
que padre y madre están en conflicto entre sí (O) y el hijo ha sido víctima del
"rodeo ll de ellos.
Hay una coalición estable (o triángulo perverso) cuando se establece una
coalición transgeneracional rígida contra el otro progenitor, como ya he descrito.
Gráficamente la situación sería ésta:
Manual de Orientación y Terapia Familiar 99
~I---
Padre
. Madre
------1/
Hilo ~
(E)
Dentro de estos tres modelos pueden clasificarse las posiciones más frecuen-
tes en la dinámica triangular Padre-Madre-Hijo, aunque en el caso de más hijos
las posibilidades de participar en más de un triángulo perverso complican la
realidad y hacen más ardua la tarea de descubrir en qué lugar exacto se
encuentra cada miembro. Por ello se ha afirmado (ZUK, 1970) que un sistema
familiar patológico está constituído por una estructura de triángulos perversos,
algunos de los cuales pueden venir transmitiéndose desde varias generaciones
atrás como modelo reforzado contra el que resulta difícil luchar con técnicas
terapéuticas.
El mismo autor hace esta consideración que no tiene desperdicio: 11 Si utiliza-
mos el triángulo como unidad de estudio y fragmentamos una estructura familiar
en sus componentes triangulares, aparece una complejidad aterradora. En una
familia de di~ensiones medias en la que haya: padre, madre, dos hijos, y padre
y madre de la primera pareja, con un total de ocho personas, aparecerán 56
triángulos. Cada miembro de la familia participa simultáneamente en 21 trián-
gulos (sin incluir en la cuenta tíos y tías, vecinos y dependientes o servidores
de la casa). Cada uno de los 21 triángulos en los que participan padres e hijos
encierra la posibilidad de una coalición entre generaciones. Si el establecimiento
de una coalición secreta entre generaciones es indudablemente patológica, la
potencialidad de que se presenten perturbaciones es extraordinariamente alta
ll
en cada familia (ZUK, 1970).
No es necesario insistir sobre la importancia de este dato en el conocimiento
exacto de una familia. Y la experiencia de la orientación familiar es elocuente
en este terreno hasta situaciones increíbles. Lo que encierra el tema de los
conflictos de los padres en los conflictos de los hijos o en los conflictos
padres-hijos, ha sido objeto de un trabajo personal en el que se amplian muchas
de estas ideas con ejemplos concretos vistos en mi consulta. Me remito a él
(RIOS GONZALEZ, 1980b), destacando aquí algunas conclusiones de mayor
interés:
100 José Antonio Ríos González
***
Ser padres constituye un paso importante en el proceso evolutivo del sistema
familiar. Y de su adecuado modo de vivir esta profunda realidad depende la
buena o mala salud mental del núcleo familiar.
Ha quedado apuntado un núcleo originario de problemas, aunque la misión
paterna y materna encierra otros aspectos que se verán en el próximo capítulo
todos los niños toman contacto con las instituciones educativas mucho antes,
ya que factores sociales, económicos y culturales presionan para que la incor-
poración a una institución (guardería infantil, jardín de infancia, parvulario) sea
mucho más precoz.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 101
Por otra parte, y desde una consideración psicológica, esta etapa exige
actualmente un mayor ajuste también desde el punto de vista del momento en
que se inicia. Tal afirmación viene respaldada por el hecho indiscutible de que
dentro de la infancia no basta hablar de dos o tres infancias (1 ª: del nacimiento
al tercer año; 2ª: de los cuatro a los siete años; 3ª: de los ocho al comienzo de
la preadolescencia -10/11 años-) (MONEDERO, 1972), sino que lIel primer año
ll
de vida constituye un ciclo vital con características tan peculiares y fenómenos
tan importantes que lo convierten en un período con entidad propia (SPITZ,
1970).
Esto obliga a ajustar, desde una perspectiva operativa y con vistas a dar
criterios claros a los padres sobre lo que representa la relación con los hijos,
mientras permanecen estrechamente vinculados al ambiente doméstico de la
familia, lo que aquí se entiende por período preescolar, ya que en él tienen lugar
procesos evolutivos de enormes repercusiones en la maduración de la perso-
nalidad del hijo.
Dicho esto podrían mostrarse dos esquemas en los que se vean claramente
las fases de la infancia y, posteriormente, lo que abarcaría teóricamente la edad
preescolar. A ello habría que añadir lo que en realidad, y dadas las circunstan-
cias sociales del momento en que se vive, va a considerarse aquí como lIedad
ll
preescolar :
INFANCIA:
Años 1 2 3 4 5 6 7 8 9 1O 11 ...
I 1 I
Inf. 1ª 2ª 3ª
Nacimiento 2 3 4 5 6
La situación real -la que viven cada día la inmensa mayoría de las familias-
plantea muchos problemas de cara a lo que ha de ser la maduración del niño.
La perspectiva teórica es válida para tratar de enfocar y poner luz en las
realidades que chocan con lo que psíquicamente es necesario mantener si
queremos ayudar al niño de cara a su futuro.
Hay que partir de un hecho cierto: muchos niños, y parece que cada vez más
conforme la incorporación de la mujer/madre al mundo del trabajo es más
frecuente, ya desde el primer año de vida viven en una institución más o menos
adecuada desde el punto de vista educativo. Algunos niños viven varias horas
diarias en la Guardería cuando sólo cuentan días.
Lo que es una realidad socio-familiar se convierte en un hecho irreversible. Y
la familia, en este ciclo vital concreto, precisa tener ideas claras sobre las
repercusiones que puede tenertal realidad. En la medida en que unos buenos
medios de orientación preparen a la familia para afrontar este desafío, podrán
evitarse mayores males.
***
En este ciclo vital tienen lugar procesos de capital importancia, la mayor parte
de ellos centrados en el tipo de relación madre-hijo, arrancando de ahí una serie
de repercusiones de gran profundidad.
Como se verá al hablar de la figura paterna, no todo queda reducido a tal
relación madre-hijo, pero sí puede afirmarse que el mayor porcentaje de inci-
dencia en lo que va a ser la constitución de la personalidad, corre a cargo de la
madre en este período. Más claramente de lo que suceda en el primer año de
vida, pero también del tipo de enriquecimiento afectivo que se consiga a lo largo
de toda la primera infancia (0-3 años de edad cronológica).
Los procesos centrales durante el período preescolar son los siguientes:
1. La relación afectiva con la madre
a) A través de la lactancia y el destete
b) En el aprendizaje de los primeros hábitos
c) A través de la pre-identificación
Manual de Orientación y Terapia Familiar 103
sobre el cual el niño podrá apoyarse para afrontar la realidad con may~r
seguridad e independencia. Si la madre no está presente -física y emocional-
mente- el sentimiento de amenaza impregnará los aprendizajes hasta inte-
riorizar estos temores para toda la vida.
Hay un momento muy poco valorado en el sentido que aquí se insiste, y es el
período alrededor del 9º mes de vida en el que se termina la denominada
ll
lIexterogestación (ROF CARBALLO, 1972). El ser humano, como se sabe, nace
poblado de inmadureces. Destacan tres: la inmadurez neurológica, la enzimá-
tica y la inmunológica. El nacer tras nueve meses de gestación no asegura la
maduración en estos aspectos, por lo que se hace preciso otro período de
idéntica duración (270 días) que es una gestación en el lI exterior El dato
II
ll ll
•
estimo que aumenta de día en día (10)- una fuerte concausa de actitudes de
"abandono" que incidirán necesariamente sobre la personalidad del hijo.
La experiencia clínica indica cómo el hijo no-deseado ni-aceptado, rumia una
morbosa culpabilidad por saber que ha venido al mundo sin ser deseado (S.
CIBELLI, 1958), teniendo ocasión de tratar a personas en las que la superación
de tal conflicto ha llevado largos años de psicoterapia hasta integrar los propios
valores con el sentimiento de rechazo que habían albergado durante muchos
años.
En el lactante puede vivirse un estado de abandono al verse privado del
alimento materno en una fase tan primordial como es la contenida en la relación
preobjetal. Si la carencia se estructura antes del período normal en el que la
relación se convierte en "objetal", el desarrollo psicoafectivo sufrirá alteraciones
de mayor o menor intensidad.
El abandono se estructura aquí porque el niño se separa de la madre mucho
antes de sentirla como algo distinto-a-sí-mismo. M. KLEIN (1932) fija como inicio
de la percepción de la madre como figura distinta-de-sí-mismo el segundo
cuatrimestre de vida (4º a 8º mes de vida), de tal modo que cualquier interrupción
de la relación madre-hijo en los meses anteriores, se vivirá como una verdadera
amputación emocional, con repercusiones físicas y neurológicas.
La relación preobjetal interrumpida ha sido estudiada por A. DELL'ANTONIO
(1968), llegando a la conclusión de que los niños que cambian de ama de cría
en el segundo semestre de vida tienen mayor número de reacciones adecuadas
a las situaciones de comunicación interpersonal y a la adaptación cuando
aparecen frustraciones en el juego. El daño es, por tanto, menor cuando el
cambio de "ama" se realiza después de iniciada la relación objetal con la que
sustituyó a la madre. El daño en el desarrollo psicoafectivo del lactante es mayor
si la relación con tal figura maternal se interrumpe en los primeros meses de
vida.
Otros estudios han puesto de relieve la incidencia de una alimentación al pecho
y una alimentación artificial en la aparición precoz del asma y algunos tipos de
eczemas (GRILLO, 1972, 1973; RESTA, 1955; NOCCIOLI y RUGANI, 1957;
PANTAROTTO y coL, 1976), aspectos que corroboran la importancia de la
relación afectiva con la madre.
En el análisis de la díada madre-hijo aparecen estados de semicarencias
particulares cuando alguna circunstancia específica altera lo que es la normal
relación entre estas dos personalidades. V. RAPISARDA, F.R. BARLETIA Y M.
MARCELLINI (1970) han estudiado las relaciones del prematuro entre los días
Manual de Orientación y Terapia Familiar 107
nales" que son el campo y el camino para la madurez biológica dentro del ámbito
de los comportamientos de vinculación.
Otro tipo de semicarencia puede vivirlo el niño durante el proceso de incorpo-
ración precoz a una institución de cuidados o pedagógica. Este es el caso a que
aludía anteriormente y que está constituyendo un verdadero problema desde
consideraciones psicológicas.
P. BENEDETTI Y G. DE GIORGIS (1959) han estudiado lo que sucede en 80
niños con una permanencia en el Asilo-Nido (equivalente a nuestras Guarderías
Infantiles), entre 30 días y 11 meses (con una media de 3,6) y separados de la
madre durante 8 horas diarias (de 8 de la mañana a 6,30 de la tarde) teniendo
todos ellos edades comprendidas entre 12 semanas y 16 meses. Sus conclu-
siones son las siguientes:
ll
o formas enmascaradas que tienen el significado de equivalentes depresivos
lI
***
Pero no todo ha de ser negativo en esta fase. En ella, de manera silenciosa y
oculta, se está fraguando un proceso de capital importancia para el porvenir del
niño: se inician las identificaciones con dos fenómenos trascendentales: la
preidentificación con la madre y la identificación con la figura paterna (identifi-
cación primaria). De una y otra van a depender los pasos siguientes en el
desarrollo de una personalidad adulta, madura y bien estructurada. Porque del
juego de identificaciones va a depender el tipo de identidad que se logre en la
adolescencia.
Estos dos puntos -preidentificación e identificación primaria- es aquí donde
cronológica y emocionalmente tienen su lugar. De ahí que la cercanía de las
figuras parentales no deba ser interferida ni interrumpida por una rotura de
ligámenes antes del tiempo debido. Esto debe estar consolidado antes de iniciar
la vida escolar.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 111
La socialización
No puede precisarse con exactitud cuándo se inician los procesos de sociali-
zación. Parece que una falta de estímulos por parte del ambiente bloquea las
necesidades de comunicación y contacto que experimenta el niño desde los
primeros días. Lo que en ello juegan tres signos de comunicación -mirada,
sonrisa y tacto- es cada vez más evidente. De tal modo que la carencia de ellos,
o lila defectuosa recepción de estímulos, por pobre «aferentización», se percibe
ll
en el segundo, tercero y en los años subsiguientes de la vida llegando a ,
consecuencias más graves como que lila articulación verbal es defectuosa, las
aptitudes para el juego pobres y limitadas, y, sobre todo, la adquisición de
conceptos generales sufre un grave deterioro. El mundo conceptual queda
lacunar, insuficiente. Es impreciso y desordenado. En los juegos se observa, en
estos niños, una defectuosa delimitación entre lo que es IItuyo y II mío" (ROF
ll
CARBALLO, 1972).
Por ello, el primer concepto o idea a tener en cuenta al afrontar el estudio de
la socialización del ser humano es que, si partimos de admitir que el niño está
en contínuo desarrollo, sería erróneo tratar de verlo como un ser aislado. Las
coordenadas sociales inciden sobre el desarrollo del ser humano. La socializa-
ción, de este modo, se convierte en una de las más fuertes causas de evolución
intelectual y afectiva del- hombre.
Pero la socialización no puede concebirse como la influencia del ambiente
sobre el niño pasivo. No está socializado el niño que logre una sumisión pasiva
a cuanto le viene dado desde fuera. El ser bien condicionado y eternamente
obediente no es ningún ideal educativo, como tampoco debe entenderse la
socialización como la aceptación sumisa de normas construidas por un deter-
minado grupo social.
Socializar no es, por tanto, distorsionar la personalidad, sino ponerla en camino
de ser persona con todo lo que tal expresión lleva consigo. Es, pues, una
participación activa y directa en las respuestas que el mismo sujeto debe darse
ante los otros, siendo una respuesta IIsuya" a las exigencias e interrogantes que
le presenta el grupo.
Aunque la socialización es un proceso inacabado pueden fijarse algunos
momentos especialmente significativos en orden a la estructuración de este tipo
112 José Antonio Ríos GonzáJez
Para WOLFF (1962), las etapas del desarrollo de la socialización son éstas:
1. Etapa del monólogo: el niño vive como unidad independiente.
2. Etapa de descarga: aparece la agresividad incontrolada. No tiene direc-
ción determinada.
3. Etapa de identificación con el medio ambiente.
4. Etapa de establecimiento de ideales concretos: en figuras o cosas toma-
das como modelos.
5. Etapa de propiedad.
6. Etapa de la competencia: capacidad para poseer la diferenciación entre
su propia individualidad y la de los demás.
7. Etapa de amor y agresividad hacia' una persona determinada.
8. Etapa de exigencia de una acción recíproca de cariño y agresión.
9. Etapa del altruismo que se expresa en la colaboración, sacrificio y agre-
sión.
10. Etapa de colaboración: comienza a tener conciencia de las relaciones con
los demás en cuanto personas. Esta es la fase que conduce a la conso-
lidación del nyon.
Desde un punto de vista práctico, hay que decir que el contacto con el mundo
escolar tiene una gran parte en la consecución de estas etapas, ya que en él se
verifica un ajuste entre dos tendencias muy claras: por una parte, el deseo de
adaptarse a un mundo lleno de todos esos desafíos; por otra, un ajuste de
tensiones porque en la adaptación al grupo se h~ce patent~ una clara resistencia
a incorporarse a las exigencias y necesidades de los otros. El grupo, además,
le servirá de estímulo, de diversión auténtica, de aprendizaje vital y en él tendrá
un terreno propicio al juego de las identificaciones con los que se relaciona.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 113
E/Juego
El encuentro con el mundo de los otros se realiza a través del trabajo y del
juego. Si la clase es para el niño una comunidad de trabajo, también debe ser
una comunidad de juego. Mediante ambos elementos, debidamente integrados,
el niño descubre que la relación con los otros no es una simple relación de
114 José Antonio Ríos González
dependencia, sino que encierra otros valores. En el juego descubrirá que puede
influir sobre los otros, y, a la vez, será influido de modo distinto a como lo había
sido hasta esta edad: no habrá presión autoritaria, sino que se convertirá en
motivación. Aparecerá al mismo tiempo el matiz de lo cooperativo, tendiendo a
permanecer al lado de los otros, jugar en colaboración una vez superadas las
etapas en que el objeto de juego era el propio cuerpo o el juego con su mundo
de imaginación y ensueño.
La actividad de grupo empieza a imponerse y necesita jugar con los otros para
seguir socializándose.
***
Pero hay que distinguir lo que supone en la vida del niño el juego como
expresión de vivencias internas y lo que no pocas veces se impone al niño al
tiempo que se le coloca fuera de un contexto emocional por la presión de lo que
desean para él los adultos.
Es ahí donde queda colocado el tema del juguete que constituye un nivel muy
peculiar de la actividad del niño ante la realidad y la fantasía. El juguete es un
objeto transicional en el que el niño vuelca muchos de sus deseos y transforma
parte de su mundo interno. Pero no todo juguete resulta educativo.
El niño, de por sí, no habría inventado el juguete. Este es un invento del adulto,
ya que para el niño todo es bueno para jugar: desde una caja de cartón que se
desecha por inútil, hasta un trozo de alambre, un pedazo de cinta aislante y un
palillo de dientes. Con estos tres trozos de cosas el niño construye un maravi-
lloso barco que sale a pescar en alta mar y regresa cargado de peces. Al niño
le basta una lata de sardinas vacía o una serie de sillas o un muelle viejo. Porque
Manual de Orientación y Terapia Familiar 115
un hermanito pequeño
que se monta a mis espaldas,
y otro hermano que es II soldao ll
con los botones de plata...
y me sé un nido de chovas
en lo alto de una rama...
y un rincón de amapolas,
y una estrella que me guiña,
y una araña... ¡Ah!... ¡Ah!
¡Y dice que no tengo nada!. ..
***
El niño en esta etapa necesita jugar, aunque el apoyo del verdadero juguete
no sea siempre necesario. Cualquier objeto, cualquier material (papel, palos, un
trozo de cuerda, residuos de material de ferretería ...) será suficiente.
Un buen juguete, cuando el niño tenga que buscar este apoyo, debería tener
las siguientes cualidades:
• Que no limite ni canalice con exceso el margen de elección e iniciativa del
niño
• Que se preste a ser empleado en varios sentidos
• Que permita hacer cosas para las que no ha sido fabricado
• Que suscite y provoque la creatividad
• Que permita hacer, decir, obrar II como sí. .. 1I
Juegos de Ejercicio
pensamiento:
Juegos de símbolo
... durmiese
b.1 Proyección de
esquemas simbólicos
sobre nuevos objetos: Dormir a un oso, a un perro
b.2 Proyección de esquemas
de imitación sobre nuevos
objetos: Como si se telefonease
b.3 Asimilación de un objeto Dejar correr arena entre los
a otro: dedos y decir: ··lIueve ll ...
b.4 Asimilación del propio
cuerpo a otra persona Andar a cuatro patas y decir
u objeto: II miau ll
b.S Combinaciones simbó- Inventar un pueblo donde viven
licas variadas: personas
b.6 Combinaciones com- IIComo si ll se vertiese agua cuando
pensatorias: se ha prohíbido jugar con agua.
b.7 Combinaciones liquida Jugar a estar muerto··
lI
doras:
Juegos de reglas
***
hay que detener el juego y ver qué pasa. Alguno ha quebrantado las leyes
o reglas acordadas. Si se trata de algo imprevisto, se reestructura la II regla ll.
el otro, y así hasta elegir al último por orden de capacidad. Al final, muchas
veces, queda el más inepto. Y ese, precisamente ese, es aceptado como
juez: será el árbitro. Se acepta el reglamento no por la capacidad de quien
lo defiende o custodia. Es una lección para un adulto que se cree IIsocia-
ll
lizado •
El juego: Teorías
• Teorías psicoanalíticas:
- El juego no es un instinto de imitación.
- En el juego el niño repite todo lo que en la vida le causa una honda
impresión, y con él intenta adueñarse de la situación.
- El juego es un procedimiento simbólico para controlar las relaciones
penosas con las imágenes introyectadas.
Dentro de ellas hay varios enfoques:
- Teoría catártica: (CARA, GROSS, FREUD)
- El juego purifica al niño de hábitos innatos antisociales, violentos,
favoreciendo la anulación, encauzamiento o sublimación de los
mismos.
- FREUD encontró analogías entre el juego simbólico infantil y los
sueños del adulto. Con el juego se hace activo lo que se ha sufrido
de manera pasiva.
- ERICKSON define el juego como la elaboración de experiencias
traumáticas, aunque también defiende que es expresión de renova-
ción.
- ANA FREUD ve en el juego una reproducción de satisfacciones
eróticas: los primeros juegos están ligados al cuerpo materno y al
propio cuerpo.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 123
El juego: Clasificación
Pero hay un matiz que es importante tener en cuenta por cuanto indica sobre
la profundidad de la vida emocional del niño. El amigo real se convierte muchas
/1 11
sexo. El empalme con la identidad será más fácil desde el terreno ya preparado
con esta identificación materna.
La identificación secundaria con otros adultos aparecerá la mayor parte de las
ll
veces bajo formas más o menos variadas de lIinfluencias que, en el momento
actual, son múltiples y entremezcladas. Ahí van a jugar un papel importante
figuras idealizadas, mitos ensalzados por la sociedad, imágenes más o menos
adulteradas de personajes reales que llegan al mundo emocional del niño con
ll
una fuerza en la que alternan elementos positivos y, por tanto, lIimitables y ,
elementos no tan sanos, a cuya eliminación habrá que ayudar al sujeto bien con
medios normales y con la fuerza equilibradora de la presentación de modelos
más sanos en el mismo ambiente cercano, o con medios de los que no están
ajenas las técnicas de terapia cuando el proceso ha profundizado en estratos
de la personalidad que hay que reestructurar.
El campo emocional de las identificaciones, por todo ello, se convierte en un
área necesaria de explorar en el trabajo de orientación familiar. Si los modelos
parentales han dejado un vacío que se ha llenado por figuras pertenecientes al
proceso de identificación secundaria, habrá que analizar hasta dónde esta
sustitución ha resultado positiva y enriquecedora. Igualmente habrá que analizar
los contenidos cuando la presencia de figuras secundarias pueden nublar,
desplazar o aniquilar de modo inadecuado lo que se había consolidado en la
identificación primaria. Pero tal identificación no se acaba aquí.
El niño puede tomar como superior a él -adulto en cierto sentido- a otros niños
de su misma edad pero que se le muestran como dignos de imitación en algún
plano. La identificación con el semejante puede ser también un factor de
identificación progresiva en cuanto que despierten deseos de superación y
permitan la incorporación de rasgos o particularidades que no encuentra en los
adultos que le rodean.
Tal dato llevará a la necesidad de plantearse la existencia de otras modalida-
des de identificación, tales como las regresivas, la identificación con el rival y la
identificación cruzada, todas ellas importantes para clarificar comportamientos
que tienen lugar a lo largo de todo el proceso evolutivo de maduración personal.
La identificación regresiva se hace presente cada vez que el niño toma como
modelo una persona que le obliga a adoptar formas de comportamiento en las
que predomina la repetición de esquemas ya superados y hasta abandonados
por inútiles en la fase evolutiva que atraviesa, y con cuya repetición se logran
determinados beneficios.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 129
Procesos de identificación
METODOLOGIA
• Completar la hoja de respuestas P.I.R.
130 José Antonio Ríos González
APL/CAC/ON
- Individual o colectivamente
- En casos de investigación: seguridad de anonimato
- Necesidad de ser sinceros
- Libertad para responder o no las cuestiones propuestas
3. Respuestas narcisistas
Comprende aquellas respuestas en las que el sujeto se propone a sí
mismo como ideal.
4. Respuestas negativas de la identificación
Incluye todas aquéllas en las que el sujeto ha respondido diciendo "nadie",
"no sé", o cualquier otra forma vaga de eludir una contestación directa y
clara.
***
134 José Antonio Ríos González
ll ll
Tal vez todo se deba a confundir "adolescencia y IIpubertad A cargar de
•
SUJETO
TEN f
(
BARRERA
~structura
DEN :;>r( :==". normal y
" equilibrada
elAS
f EMOCIONAL
(
,\~. I----------,
conducto anormal I
1.1 sintomos
ll
El sujeto debe llegar, en la satisfacción de IItendencias (necesidades, impul-
ll
sos, etc.) a una estructura normal y equilibrada que constituye la meta final de
lI
***
138 José Antonio Ríos González
• Proceso de interiorización
• Proceso de adaptación social
• Proceso de integración
• Proceso de maduración
Del mismo modo hay que distinguir ciertas dificultades que contribuyen a hacer
un tanto inestable la adquisición de esa personalidad que se verá coronada con
ll
la conquista de la lIidentidad personal •
Proceso de interiorización
El descubrimiento de la propia intimidad es un hecho indiscutible en el que se
vuelcan todas las energías del adolescente. Del 11 yo 11 infantil se pasará paulati-
namente alllyoll del adulto, atravesando todas las capas de la personalidad que
ll
deben ser conocidas en su estructura más íntima. El IIdespertar afectivo se
enriquece en esta etapa; la afectividad madura al compás que se logra la
aceptación respetuosa del adolescente. Su pudor exige respeto, y la aceptación
que pide para sí es la que él mismo va logrando mediante el enfrentamiento
consigo mismo en lo más íntimo de su ser.
Al interiorizar en sus sentimientos, emociones, afectos y en su mismo mundo
intelectual, se siente inseguro, ya que no acierta a unir lo que constituye una
clara tendencia a descubrir el mundo que le rodea al tiempo que contempla y
trata de comprender lo que aparece en su interior.
Este proceso necesita un clima determinado, como es el de permitirle realizar
el descubrimiento de su intimidad sin críticas ni rechazos. Y aquí los adultos
fallan muchas veces. La fácil irritabilidad del adolescente, la inestabilidad de sus
emociones, los cambios de humor, el rubor y la vergüenza no confesada de lo
que siente, descubre y desea, son factores influyentes en este proceso.
El adolescente siente nostalgia de la infancia en cuanto que sabía cómo obrar,
al tiempo que suspira por nuevos horizontes. Cuando San Juan de la Cruz nos
140 José Antonio Ríos González
núcleo familiar. Si esto es así en cualquier situación, tal vez en nuestros días se
aprecia una mayor tendencia a romper con cuanto se valora como esquema
tradicional más o menos rígido e inflexible.
Esta incorporación a la sociedad la realiza el adolescente mediante gestos de
independencia respecto a lo que puede ser calificado como lI estructuras forma-
ll
les que amenazan su independencia. De ahí que rechace cuanto puede venir
impuesto por el adulto. Conviene no olvidar que la sociedad es un producto de
Manual de Orientación y Terapia Familiar 141
Proceso de integración
Uno de los puntos más discutidos en la psicología dinámica es el modo y ritmo
de integrar cuanto se va adquiriendo en función de los mismos procesos de
desarrollo, evolución, crecimiento y maduración del individuo. Lo mismo sucede
si se considera el tipo, ritmo y modo de integrar lo que constituye planos de la
estructura interna de la personalidad y los factores de inteligencia.
Hay muchos modelos para enfocar este tema que, por lo que aquí intere~a,
adquiere un punto culminante en la adolescencia. El niño que va pasando de
unos ciclos a otros, tiene que ir estructurando todo lo adquirido de modo que le
sirva de soporte y apoyo para pasos posteriores. El adolescente también ha de
pasar por esta elaboración. Y ha de hacerlo en un momento en el que toda la
fuerza de tendencias, emociones, sentimientos, capacidades, impulsos, etc. se
unifican para dar como producto final un todo armónico y uniforme.
Para algunas escuelas psicológicas, la madurez se logra en el momento en
ll
que se consigue una sublimación de todos esos elementos. Para mí, la
II
Proceso de maduración
El adolescente madura al ritmo de sus necesidades y quiere ser aprobado por
los demás tal y como es y no como quisiéramos que fuera. El tiene una vida por
delante y quiere madurar con calma. Lo que de verdad desea el adolescente es
que le dejen imponerse a sí mismo el ritmo que puede soportar y el que
personalmente admite según sus propias características personales.
Muchas de las aparentes dificultades que hacen acto de presencia en la vida
del adolescente, no son más que defensas con las que salvaguardar tal ritmo
de maduración. Consciente o inconscientemente crea comportamientos de
fatiga, pereza, independencia, ociosidad, desorden, anarquía, con los que pone
entre su vida y la de los otros una barrera que le permite marcar los tiempos de
su ritmo evolutivo. Gracias a ello consigue pervivir como persona.
Es evidente que la maduración constituye un proceso complejo en el que
intervienen muchos factores que deben ser analizados con atención y cuidado.
Para ello me remito a manuales en los que la consideración de tales aspectos
pueda ser más ampliada de lo que aquí puede hacerse (MUSSEN, 1982;
NICKEL, 1978; MARCHESI y otros, 1983).
***
Todos estos procesos tienen dificultades específicas, de las que voy a destacar
las que estimo más importantes para un adecuado conocimiento de lo que puede
ser una amenaza para la buena realización del tránsito de la infancia a la edad
adulta.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 143
es algo más que la suma de las identificaciones que tienen lugar en la infancia.
Es interesante saber que su respuesta da la clave para comprender mejor en
qué consiste, de verdad, la identidad. Su planteamiento es el siguiente:
1. Es seguro que la identidad está preparada por las identificaciones que
tienen lugar en la infancia
2. Igualmente está preparada por la aceptación del rol correspondiente al
propio sexo en la fase edípica
3. Asimismo por la formación de la conciencia moral
Todo ello, afirma él, es necesario para la conquista de la madurez personal.
Pero la identidad es algo más que todo lo anterior. Al sentimiento de identidad
pertenecen también, como notas características, los siguientes aspectos:
• El sentimiento de pertenencia a un grupo
• La aceptación de los preceptos y prohibiciones del mismo grupo
148 José Antonio Ríos González
A ello hay que añadir que el resultado final será la conquista de la vivencia
II
• Quién soy
• Hacia donde me encamino: qué quiero
• De qué soy capaz
de estos "lenguajes·· eran entendidos por estos padres. El resto del comporta:-
miento de este adolescente no estaba al nivel de su etapa adolescente. Era un
verdadero niño, carente de la necesaria independencia porque en ese contexto
familiar no era posible conseguir un mínimo nivel de independencia emocional
desde el momento que los propios padres le habían negado el respaldo de
seguridad que se deriva de una comunicación espontánea y fluida que le era
negada todas las noches.
Como consecuencia de ello, y ante la presión interna que experimenta el
adolescente, la huida del hogar es una escapatoria inevitable. Se buscará fuera
del hogar lo que no se encuentra en él. Tal vez en el ciclo vital siguiente -la
juventud- este hecho vaya dándose con mayor frecuencia. Pero lo que es un
hecho indiscutible es que la tendencia a buscar fuera del hogar lo que éste le
niega a muchos adolescentes, obliga a plantearse tal huida en etapas cada vez
más precoces.
Cuando la familia no permite la independencia sana del hijo nos encontramos
ante un tipo muy definido de familia como se verá en su lugar. En este caso,
estamos ante la familia que puede denominarse familia simbiótica que, en la
etapa que ahora nos interesa resaltar, es un verdadero obstáculo para la
maduración del hijo, ya sea por parte de limitaciones que impone el padre o la
madre. El dinamismo de esta dinámica familiar se verá en su lugar, pero lo que
sí puede afirmarse aquí es que al final esta incapacidad para admitir la inde-
pendencia del hijo, cristaliza en la rotua violenta de los vínculos que unen a
padres e hijo, sin que con ello se resuelva todo el problema que ha crecido en
tal caldo de cultivo emocional.
Pero en muchas familias se ignora que el hijo adolescente precise tal autono-
mía como elemento básico para la estructuración de su personalidad. No sólo
no se valora, sino que en muchos casos se ignora y hasta se combate
abiertamente. El hijo -en el decir de tales padres- tiene que hacer lo que dicen
los mayores, acatar los modelos que éstos imponen, aceptar las normas que
derivan de la voluntad de los adultos. Aquí es donde se pone de relieve de una
manera palpable esa actitud que ya se ha descrito: al adolescente se le seguirá
tratando como a un niño, con el agravante de que con ello se le infantiliza, se le
obliga a vivir en permanente actitud de regresión, ya que los comportamientos
que debe adoptar ante la exigencia del ambiente son los típicos de etapas
evolutivas ya muy pasadas.
El modelo familiar que produce este tipo de obstáculos para el hijo adolescente
es la familia que vamos a denominar "familia restrictiva" o "familia limitante".
Tienen un modelo que no puede discutirse ni directa ni indirectamente. Los
efectos de tal tipo de familia sobre el hijo se verán en su lugar, aunque hay que
decir aquí que un resultado inmediato sobre lo que es el adolescente es el de
violentar cuanto suponga espontaneidad, originalidad, creatividad, afectando a
todos los niveles de la conducta, aunque resulte más llamativo en algunos a los
que los padres, particularmente, están más sensibilizados, tales como los que
ejercen sobre el conjunto de la vida escolar y los procesos de organización
mental.
También aquí aparecerán comportamientos sintomáticos: si en la familia
restrictiva no hay posibilidad de diferenciarse, no hay posibilidad de opinar, no
puede defenderse algo que vaya en contra de lo ya establecido, la conducta del
adolescente se poblará de lenguaje cifrados no-verbales. Ese es el sentido de
la autonomía ("hacer lo que me da la gana", aunque sea de manera descarada
y llamativa) en el modo de vestir cargando de agresividades contra lo tradicional,
lo formal, lo habitual en esa familia, en el modo de hablar cargado de novedades
ininteligibles para los padres a fin de hacer más patente y aguda la separación
entre una y otra generación, principalmente cuando en el mismo desgarro verbal
se pretende poner la fuerza de una clara división entre lo que es el mundo que
se está construyendo el adolescente con sus iguales y lo que es el mundo de
la familia de origen.
Es un modo de establecer un terreno propio en el que se busca una autonomía
y donde el adulto no tiene entrada ni posibilidad de comunicación. Los límites
que el mismo adolescente va a ponerse en este intento de definir su propia
personalidad frente a la que los adultos intentan imponerle, no pueden preverse.
156 José Antonio Ríos González
En tal intento se llega a los linderos de lo patológico que, con tal de conseguir
un deseo, pueden estructurarse formas que entran plenamente en lo patológico.
Es el caso, por ejemplo, de la anorexia mental cuando en ella se oculta un deseo
de marcar una frontera entre su mundo y el de las imposiciones de los mayores.
La anoréxica -y esto hay que aceptarlo psicodinámicamente para descifrar el
lenguaje contestatario y comunicativo que se oculta tras el cuadro clínico- deja
de comer para rebatir un modelo de relación en el que lo único que se pretende
mantener es la estructura formal de mostrar a los otros que hay una unidad
familiar hecha realidad bajo el modelo tradicional de IIcomer juntos ll , al tiempo
que se ignoran otras comunicaciones más significativas para la hija adolescente.
Se deja de comer para reservarse un terreno en el que sea posible la realización
de una cierta autonomía, aunque sea dañina desde otras perspectivas que se
escapan a quien pone en juego tal mecanismo de búsqueda de algo que es
importante para realizar una vivencia de IIser-sí-mismoll.
El tema del contexto familiar, aunque sea insistir machaconamente sobre el
particular, vuelve a ponerse así sobre el tapete.
denominar obsesiva, para terminar con aquellas en las que, dada la manipula-
ción de elementos y personas que son arrastradas hasta el juego caótico que
las envuelve, pueden ser denominadas "familias histeroides".
Si el hijo adolescente ~e ve atrapado por alguna de estas modalidades
familiares, sentirá en lo más hondo de su personalidad que "pinta muy poco",
que no significa casi nada. Y la explosión ante tal realidad será terriblemente
violenta: tratará de llamar la atención de "pintar algo" sea como sea, y aún a
costa de sacrificar realidades muy estimadas. Lo que le va a suceder al
adolescente -fruto indudable de su experiencia, de su impulsividad y de su
natural falta de exactitud al elegir objetivos- es que va a caer en un nuevo error:
el de no saber elegir lo que le ayudará a ser sí mismo de manera constructiva
y progresiva.
Hemos conocido el caso de un adolescente que ante la imposibilidad de
expresar su originalidad sana en el ambiente familiar que le había tocado vivir,
tuvo que elegir algo en lo que destacarse del resto de la familia. Como es
frecuente, erró la puntería porque se colocó en situación de ser algo distinto a
lo que eran los demás, gracias a un contenido en el que, por decirlo de algún
modo gráfico, "se especializó": nada más y nada menos que en "abrir coches
como no era capaz de hacerlo nadie de su familia". Así de ambicioso y así de
original. Sólo cuando la familia supo asignarle un papel más diferenciador y
sano, al tiempo que se le ayudaba a estructura su "sí mismo", pudo desemba-
razarse de esta trampa que él mismo se había tendido. "Esto, decía él, no lo
hace nadie en mi casa: ni mi padre, ni mi madre, ni mi hermana la guapa, ni mi
hermano el listo... nadie... nadie... sólo yo".
La elección de modelos de conducta cuando no hay salidas para la originalidad
es terriblemente complicada: hay quien, para ser original en un ambiente que
niega la necesidad de ser original, se orina en la cama; los hay que roban, otros
se drogan o se "hacen delincuentes", no faltando quien aprende a enfermar
como no lo hace ningún otro de la familia hasta hacerse ver por todos los
especialistas de la sociedad médica a la que pertenece ... o se masturba "como
no lo hace nadie": delante de todos, horrorizando a la madre, asustando a las
hermanas al tiempo que refuerza el comportamiento "original" porque "es lo
único que sé hacer bien y quieren que deje de hacerlo..."
Todo esto aparece siempre que se ha atacado y se ha impedido la realización
de tendencias y necesidades básicas que son sanas y naturales en la vida del
adolescente.
***
158 José Antonio Ríos González
ll
cómo responde el adulto ante lo que él vive como II maldad que no quiere.
Lo malo del adolescente es su agresividad no canalizada, intento de
II ll
ll
cuentro consigo mismo se verifique en condiciones óptimas. Entra ahí,
por supuesto, el proporcionarle un II rincón donde el adolescente pueda
ll
en que el joven adquiere una madurez plena y una segunda etapa que terminaría
hacia los 28/29 años según mi estimación personal.
Unificando ambos criterios, la edad juvenil podría sintetizarse de este modo:
Edad
Ciclo Conflicto Etapa o Cronológica Virtud
Vital de base Fase (Años) Básica
VI Intimidad
Aislamiento Juventud 17/21 Amor
Las características de este amplio ciclo vital dan como resultado final una
síntesis bastante compleja de la que pueden distinguirse y diferenciarse algunos
puntos que estimo esenciales para delimitar el camp.o en que habrá de actuar
el asesor u orientador familiar en aquellos sistemas familiares en que haya hijos
comprendidos en estas edades.
Las notas más importante a destacar son las siguientes:
1. Consolidación de la capacidad de amar, producir, comunicarse producti-
vamente con los demás.
2. Integración de la capacidad de dar y recibir de modo equilibrado y sano,
evitando la donación neurótica del que busca algo a cambio y la ansiosa
necesidad de recibir con actitudes inmaduras e infantiles.
3. Estabilidad progresiva de la madurez psicosexual en la que tomen parte
los componentes psíquicos y físicos sin disociaciones que obstaculicen
dicha estabilidad.
4. Adquisición y consolidación de las actitudes básicas de lIintimidad ll per-
fectamente integradas con la capacidad de saber salir de sí mismo para
vivir la solidaridad ll con los otros, tal y como corresponde al narcisismo
II II
ll
socializado •
5. Capacidad de crearse nuevas metas de vida de modo que con ellas pueda
desarrollarse plenamente la personalidad como totalidad unificada y
adaptada a las propias necesidades y a las exigencias del entorno.
6. Capacidad de IIsepararsell de quienes le han creado (padres), mediente
la conquista de una independencia adulta y sana que le libere de los
ligámenes primarios típicos de las etapas anteriores a la adolescencia.
162 José Antonio Ríos González
• Aislamiento destructivo
• Búsqueda de compensaciones y reivindicaciones llenas de exigencias con
respecto a los otros, esperando que ellos resuelvan todo y en el mismo
momento que impone la compulsividad angustiosa del que se encuentra
en este conflicto.
• Refugio en las figuras subjetivamente adornadas de características "ma-
ternales" o "paternales", con especial proyección en el momento de romper
vínculos afectivos para buscar otros de mayor madurez, como es, por
ejemplo, la elección de pareja.
• Incapacidad para resolver la vinculación por dependencia afectiva, cargán-
dola de componentes neuróticos que ocasionen la búsqueda neurótica del
afecto.
• Peligro de caer en comportamientos compulsivos cuando los otros no se
presten al juego que el sujeto intenta imponer a toda costa. La búsqueda
de compañero/compañera ("partner") adecuada a la edad que se posee,
se hace bajo el impulso de motivaciones en las que predominan los
elementos destructivos y de venganzas como proyecciones de figuras
masculinas/femeninas anteriormente vividas como "malas", ya sea por
abandonos reales o por complejos de sentimientos de abandono afectivo
como aparece en algunos momentos de la propia infancia.
A su vez, la falta de realización de las características comprendidas entre los
números 5 y 8, desencadenan comportamientos en los que está presente:
Manual de Orientación y Terapia Familiar 163
• El joven que rompe con los vínculos parentales cuando ha logrado una
adecuada identidad personal y la desvinculación se ha verificado de
manera progresiva, serena, aceptada interiormente y sin virulencia con
respecto a lo que ha de seguir siendo la relación afectiva con los padres,
habrá creado:
a) Una dependencia adulta con respecto a los padres, a los que no
rechaza pero sitúa en el lugar exacto que han de tener en la diná-
mica de relación interpersonal con ellos.
b) Una independencia, también adulta, por cuanto tal desvinculación
no crea los lazos neuróticos por los mecanismos de la pena, la
culpa, el temor a haberlos dañado, etc.
De esta segunda modalidad están plagadas las consultas que exponen padres
e hijos al orientador familiar que se mueve en estas dimensiones.
Todo lo dicho puede quedar sintetizado en el cuadro que sigue y en el que
resumo las características fundamentales de una y otra dependencia:
***
Una primera afirmación que es preciso formular es la que resalta que la
importancia de la relación interpersonal que se establece en las primera fases
de la vida, no quedará desvirtuada porque en el profundo mundo relacional
empiecen a aparecer algunas figuras. Unas aparecerán como consecuencia
natural y lógica del proceso de desarrollo a que se ve sometida la persona
humana. A ello contribuyen los procesos que en varios lugares de estas páginas
se han expuesto y seguirán apareciendo sucesivamente. La raíz de ellos es
puramente dinámica, inevitable, consustancial con el mismo fenómeno del
Manual de Orientación y Terapia Familiar 169
***
La marcha del hijo del hogar constituye para el sistema familiar, y esencial-
mente para los padres, una ocasión inigualable para replanear muchas cosas.
Culturalmente se considera "normal" que un hijo/hija abandone el hogar familiar
cuando decisiones adultas le llevan a tomar una postura personal ante la vida
y sus exigencias. Eso no es vivido emocional y socialmente como una rotura.
Es, suele decirse, "ley de vida". Y, tras la decisión, nada se rompe en los niveles
afectivos: sigue el contacto, se mantienen y reestructuran con mayor o menor
dificultad los nuevos lazos emocionales, sin que ello suponga violencias de
ningún tipo. La familia, por decirlo brevemente, no rompe nada esencial aunque
se modifiquen vías y modos de comunicación, porque los padres tendrán que
rehacer muchos aspectos de la propia vida al quedarse solos. Como ha
expresado bellamente GUITTON (1973) quedan como "supervivientes del
amor" y vuelven a encontrarse frente a frente como al inicio. Otras veces lo que
queda en este momento crucial de la familia son lilas restos del naufragio".
La otra posibilidad es la de no ver la marcha del hijo como "ley de vida". Supone
un trauma y existe una especie de alarma social ante otros modos de rotura que
están apareciendo: los hijos se marchan porque no se dejan controlar o porque
los padres no los saben controlar debidamente. Los datos empíricos son
evidentes: muchos hijos prefieren dejar la casa para instalarse por cuenta
propia, ya sea a solas o ya sea compartiendo un nuevo piso con jóvenes de su
misma edad, pero no exclusivamente del mismo sexo. Otros se marchan porque
no soportan un determinado tipo de convivencia familiar, sin faltar los que
motivan su decisión en un abierto rechazo de las actitudes educativas de los
padres.
En síntesis: se prefiere al grupo, el piso propio, la vida en el apartamento frente
a la vida de lo que algunos sectores de la juventud denominan lila familia
burguesa del siglo XIX".
En este panorama, contemplado a vista de pájaro pero que sintetiza una
realidad social que nadie puede negar, surge una pregunta que no vamos a
eludir aquí: ¿Qué está pasando tras estos hechos?
Desde el punto de vista psicológico -como psicólogo de la familia y de la edad
evolutiva- no interesa lo anecdótico que no pasa de ser un efecto más o menos
Manual de Orientación y Terapia Familiar 171
llamativo, sino que interesa indagar las "causas" que actúan a modo de motiva-
ciones desencadenantes de comportamientos como los que aquí se ponen en
juego.
Esa amplia gama de posibilidades explicativas puede sintetizarse en los
siguientes puntos:
1. La rotura con el hogar no es sólo y siempre una huida física de la casa
familiar de origen.
2. Hay una huida física que no lleva consigo la verdadera rotura de depend-
encias.
3. Hay roturas con el contexto familiar que son profundas aunque aparente-
mente se mantenga la permanencia física en el hogar de los padres.
4. La rotura con el hogar, así como su expresión externa de "huida de la
casa", es un fenómeno dinámico en el que, al menos, intervienen:
a) Una motivación tendencial.
b) Una peculiar percepción de la familia.
c) La necesidad de tomar una decisión traducida en una postura
personal con implicaciones racionales y repercusiones emotivas.
5. La rotura con el hogar obliga a estructurar un nuevo tipo de conducta,
tanto en el miembro del sistema que se aleja como en los miembros que
permanecen en el hogar de origen.
porque necesita irse, porque lIalgo le empuja a ello; porque con la huida se
ll
formulación por otra: ¿qué busca el hijo o hija?", ¿qué necesita?lI, .. ¿qué echa
11 11
huida de los hijos, deben preparar con tiempo, tacto y visión clara lo que
conducirá a una sana rotura como expresión de una desvinculación madura de
lo que son los Iigámenes de las etapas anteriormente vividas.
Es cierto que para tales situaciones no hay fórmulas mágicas o recetas de fácil
aplicación. A lo sumo, pero ya es algo importante, pueden darse IIcriterios" que
cada familia habrá de traducir en actos concretos.
Entre otros, pueden citarse algunos para estas situaciones:
174 José Antonio Ríos González
profunda de algunos padres es que, desde ahora, la vida pierde sentido por
comenzar a desvirtuarse lo que para ellos era la relación objetal con el hijo.
A veces esta situación resulta más dramática en el caso de que sólo perviva
uno de los cónyuges de la familia de origen. La pérdida del control directo sobre
los hijos se ve descompensada, a su vez, por la falta de un compañero o
compañera -según el caso- con el que reanudar una estructuración de los
procesos de integración y gratificación de las necesidades libidinales, afectivas
y emocionales que se ponen en juego en estos casos.
En el caso de que pervivan los dos cónyuges cuando la evolución vital de la
familia llega a este ciclo, pueden apreciarse dos posibilidades:
***
180 José Antonio Ríos González
en actitudes infantilizantes, está el gérmen del más profundo rechazo por parte
de éstos. Aunque no lo expresen. Aunque sólo lo sufran en el silencio que es el
único testigo de una inmadurez total porque los padres absorbentes han
impedido que tales hijos lleguen a la verdadera madurez (ROF CARBALLO y
otros, 1979).
NOTAS CAPITULO 11
(2) Este es el planteamiento culturalmente clásico del matrimonio, aunque en la realidad
estén haciéndose patentes otras realidades. Pero todavía la pareja que inicia una
familia lo hace con tal intención de estabilidad y aún los que lo plantean de otro modo
son conscientes de que parten de una amenaza, como indica la experiencia del análisis
de conflictos de matrimonios.
(3) La dinámica de la elección de pareja comprende muchos y varios aspectos: desde
la evolución de figuras que desean mantenerse, eligiendo así otra persona semejante
a aquélla, hasta la elección de un tipo de persona totalmente opuesta a aquélla que
prefería "borrarse". Algunos otros matices, centrados en componentes físicos y sexua-
les, han sido expuestos en WILSON, G. y NIAS, O. (1979) The Psychology of Sexual
Attraction. (Hay una traducción al portugués con el título Psicología da atra~ao sexual.
Ed. 70. Lisboa).
(4) Prácticamente en todas sus obras. Cfr. Bibliografía final.
(5) La "confianza básica ll es piedra angular de toda la teoría de la id~ntidad postulada
por ERICKSON como se verá al hablar de la adolescencia. Constituye tal tipo de
confianza uno de los polos del primer conflicto de base, y de su adecuada o inadecuada
consolidación van a depender los progresos ulteriores.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 183
APENDICE 1
APENDICE2
APENDICE3
DESARROLLO
Actualización de
funciones específicas
• evolución y cambio
• nuevos ritmos
• crecimiento flexible
• equilibrar cambios y mantenimiento
• negociar reglas y normas
• establecer rituales de pasaje y transición
APENDICE 4
ADOLESCENCIA
APENDICE 5
CONTRASTES INTERGENERACIONALES EN LA
ADOLESCENCIA
ll ll
de la familia familiar y cohesión familiar
II
En toda familia existen unos miembros fijos porque sin ellos -figura materna y
figura paterna, hijos- no podría hablarse de IIfamilia Pero no todas las familias,
ll
•
a pesar de esta semejanza, son iguales. Basta una observación superficial para
llegar a la evidencia de que la familia S. se diferencia de la familia G. aunque
sea solamente en la estructura material de los componentes que la integran.
Así, por ejemplo, podrían encontrarse estos dos modelos muy simplificados:
Familia S.
Hijo varón
FAMILIA s.
Subsistema conyugal: Marido/mujer.
I Subsistema parental: Padre/madre.
I FAMILIA G.
I
I ceA» Subsistema conyugal: Marido/mujer.
Subsistema parental: Padre/madre.
FAMILIA R. FAMILIA Z.
Para ninguno de ellos, por tanto, la familia es igual ya que, según cada caso,
la familia como sistema de relación está formada por realidades personales
diferentes, al menos en el nivel del subsistema filial o en la fratría.
La diversidad está dada por las variables:
- hermana menor
- hermano mayor en el caso de la familia R
- hermano menor
- hermana mayor en el caso de la familia Z.
A todo ello hay que añadir lo que introduce de diferente el tipo de vinculación
que se establezca entre los miembros de sun subsistema y otro.
Por ejemplo: el hijo varón (1 Q) de la familia R. puede percibir - y en función de
tal percepción motiva y decide cuanto le afecta profundamente- una red de
relaciones semejante a esta situación en la que madre y hermana forman, a su
Manual de Orientación y Terapia Familiar 197
Padre
• El apego
• El diálogo mímico de la lactancia
• El descubrimiento de un "objeto" significante.
• La estructuración del psiquismo mediante el influjo de los "organizadores".
• Los procesos de pre-identificación.
• El aprendizaje de los hábitos primarios.
A cada uno de ellos debe prestar atención especial el asesor o el orientador
familiar que pretende poner luz en la compleja dinámica de la relación que se
establece en los primeros meses de la vida de ser humano.
Por ello conviene detenerse en su análisis.
E/apego
El tema del apego no es una cuestión teórica o un descubrimiento científico
que esté despegado de la realidad humana. El apego, como comportamiento,
es un verdadero impacto en el futuro de lo que hay que entender por desarrollo
del ser humano. El año 1958 es una cifra clave para quien tenga los ojos abiertos
a la realidad humana. En este año HARLOW Y BOWLBY, por caminos distintos,
con metodología no idéntica y con la atención puesta, respectivamente, en el
neonato-macaco y en el neonato-niño, llegan a conclusiones semejantes sobre
lo que es la satisfacción de necesidades en una y otra especie.
Lo que para no pocos ha constituido una piedra de escándalo al sentirse
infravalorados por ver la semejanza que existe entre lo que necesita el animal
y lo que necesita el niño, es, sin lugar a dudas, un verdadero hito en el
planteamiento de los nexos que unen las distintas manifestaciones de procesos
que están íntimamente ligados al desarrollo y maduración del sujeto en creci-
miento.
R.ZAZZO (1974) se pregunta si tales descubrimientos constituyen el toque a
muerte para el psicoanálisis o, si por el contrario, no es momento de un
replanteamiento crítico o segundo nacimiento del psicoanálisis. La respuesta no
está clara, aunque el hecho de interrogarse sobre ello constituye un punto de
arranque para formular una nueva teoría sobre el origen de la afectividad.
200 José Antonio Ríos González
con-otros, y, por ello, inserto en un sistema de relaciones que van más alla de
lo puramente indentificable como materializado en necesidades para la super-
vivencia. Aún más: desde aquí puede llegar a concluirse que tan esencial para
_' subsistir es lo material (alimento, leche materna, etc.) como lo radicado en la
esencia de la comunicación afectiva que posibilita el despliegue de otros
caminos' d~ comunicación y entre los que, en el caso de la especie humana,
constituirá en etapas posteriores un elemento diferenciador con respecto a los
neonatos de la especie animal: la aparición del lenguaje, la presencia de la
sonrisa, el intercambio de lenguajes comunicativos tanto a nivel verbal como en
niveles no-verbales.
P~r ello puede definirse el apego como un ligamen de afecto específico que
une a un individuo con otros, aunque el primer ligamen se establezca con la
madre, ocasionando así un camino que origina sistemas de conducta significa-
tiva en función de la naturaleza de tal vínculo o I·¡gamen.
***
En el trabajo de orientación y terapia familiar el tema del apego es un nudo
importante. La falta de apego en las primeras experiencias produce vacíos de
cuya resonancia sólo van a ser testigos las vivencias de cada persona en etapas
posteriores de su vida. Los efectos de la falta de apego son efectos retardados,
pero evidentes y, a veces, drámaticos. El vínculo que origina el apego se
despliega en manifestaciones que han sido explicadas, desde ópticas comple-
mentarias en mi criterio, por la necesidad que tiene el niño de agarrarse y
adherirse a la madre para satisfacer su carencia de afecto (teoría del impulso
secundario), de relacionarse con el pecho de la madre (teoría del chupeteo
primario o de la relación primaria de objeto), la necesidad de refugiarse en el
regazo de la madre y de trepar por ella (teoría de la adhesión táctil primaria), sin
olvidar que en la falta de tales satisfacciones puede aparecer un componente
que desencadena conductas extravagantes en adolescentes o adultos, pero
que no tienen otra explicación que la tendencia a retornar al ámbito feliz del seno
materno tal y como ha explicado la teoría del retorno fetal.
Regresiones y fijaciones en el proceso normal del desarrollo evolutivo del ser
en crecimiento (niño, adolescente o adulto), deben ser explicadas a la luz de
estas ideas. El arte del orientador o asesor familiar está en saber dosificar la
aplicación de la teoría a la iluminación del caso concreto que tiene delante en
su consulta o en su despacho.
Igualmente habría que tener presente en la orientación de muchos casos que
convulsionan la estabilidad del sistema familiar, la evidente realidad de los
Manual de Orientación y Terapia Familiar 203
hechos observados por HARLOW. Sus estudios con dos tipos de madres
artificiales -una con biberón que amamanta, pero fría y seca en su estructura de
alambre, y otra sin biberón pero cubierta de piel suave y agradable al tacto- han
puesto de manifiesto la necesidad de contacto táctil, de adherencia a la super-
ficie cutánea de la madre, lo que demuestra cómo la necesidad de agarre, de
calor o tibieza comunicada en el cuerpo a cuerpo, es superior a la necesidad
oral o de alimento.
En el análisis de muchas familias zarandeadas por conflictos profundos
encontramos madres frías, distantes, poco cálidas en afecto, en expresividad
corporal, en dejarse agarrar, trepar, palpar, chupar...por el niño de pocos días
o meses. Aunque el hijo esté bien alimentado, cuidado, vigilado, si le falta lo que
ll
con mayor grafismo puede expresarse en el IIpiel-a-piel tal hijo será un ser
,
los iguales (otros niños, otros animales de la misma edad), para aparecer más
tarde los otros-adultos, ocasionando procesos complementarios en orden a la
maduración total y condensados en la socialización y la integración, según
etapas o ciclos evolutivos peculiares. Más adelante surgirá la tendencia a
desarrollar actividades denominadas exploratorias, ya sea a través del juego, la
creatividad, la imitación, con la parti,cularidad de que la intensidad de las mismas
es inversamente proporcional a la necesidad de mantener un vínculo de apego
con la madre.
Es por ello signo de progreso la aparición de tales manifestaciones, así como
será índice o señal de alarma con respecto a este punto, el mantenimiento de
cuadros de comportamiento en los que el apego a los iguales sea más duradero
de lo que evolutivamente puede considerarse superado.
204 José Antonio Ríos González
En los niños que aún no han llegado a la adolescencia pero que tampoco están
en edades correspondientes a la primera infancia (0-3 años), no es signo de
normalidad lo que se ha puesto de relieve con la observación de los monos
criados sin madre y en grupo. Tales monitos tienden a juntarse en la postura
que ha sido descrita como elltchu-chu-chu", permitiendo de este modo un mayor
contacto piel a piel en una mayor superficie de su cuerpo.
La importancia de estas realidades para una adecuada orientación de las
madres con niños pequeños es fundamental. Muchos cuadros clínicos detecta-
dos en etapas más avanzadas de la biografía de una persona, tienen su raíz en
estos comportamientos tempranos. Una madre bien orientada puede evitar el
desencadenamiento de procesos que alteran profundamente la maduración de
la personalidad.
De ahí que este tema constituya un capítulo central para la mejor orientación
durante el embarazo y primeros meses de la vida del niño. La madre bien
orientada será fuente de garantía respecto a lo que ha de ser la mejor higiene
mental del desarrollo del hijo.
ll
ción de que el cerebro lino acariciado no funciona. La tremenda inmadurez del
cerebro infantil -no mielinizado hasta los dos años aproximadamente~ precisa
de códigos programadores engarzados en la estructura de lo emocional que se
comunica en el diálogo mímico con la madre.
Esto es una realidad, aunque aún permanezca en lo oscuro cuando se
establecen estos vínculos que permiten hablar de algo más que del puro y simple
alimento. AJURIAGUERRA habla de un alimento-estímulo" aunque la explica-
lI
ción del momento en que tal hecho tiene lugar sea discutida entre diversas
opiniones. Para unos la vinculación con la madre se refuerza unos días después
del nacimiento; para otros la relación se establece por la succión y alrededor del
cuarto día de vida. AJURIAGUERRA (1978) apunta que la sincronía se estable-
ce en los primeros quince días. Lo cierto es que estamos ante un tema
impresionante donde las investigaciones parecen afectadas por la me~cla de lo
real con lo que tiene apariencia de fantástico, lo intuido con lo misterioso, lo
apenas sabido con lo todavía oculto.
En el diálogo madre-hijo una cosa parece indiscutible: y es que los receptores
del sistema total del niño reciben, asimilan y se acomodan para nuevos progre-
sos en función de los ofrecimientos que le hace el ambiente. El niño crea aquí
una vinculación con la madre, y todo el potencial que trae el ser humano para
desarrollar sistemas de comportamiento, se organiza de forma especial en
función del ambiente particular en que tiene lugar el desarrollo.
La madre es un verdadero organizador del psiquismo infantil, actuando me-
diante aferencias que se van sembrando a través de la piel, la voz, el calor, la
caricia, la lactancia. Pero hay que destacar el sentido de verdaderas aferencias
lI
emocionales" que ayudan a madurar los mismos caminos biológicos por los que
ha de discurrir la vida del niño apenas nacido. Hay una permanente comunica-
ción que tiene una expresión evidente en el diálogo a que puede reducirse la
lactancia.
La lactancia es un complejo intercambio en el que se dan cita elementos
senso-motrices y gratificaciones profundas que contribuyen a la aparición del
sentimiento de seguridad en el niño -aunque tal seguridad tenga más de lo que
ERIKSON ha denominado "confianza básica" o sentir que la madre no va a fallar
cuando él la necesita- y el sentimiento de amor materno en la madre. En este
último sentido AJURIAGUERRA defiende que el niño es un creador, es un ser
creativo ya que es él quien hace nacer en la madre el amor materno. Sus
observaciones con madres primíparas en los 4/5 días primeros de la vida del
hijo le llevan a la conclusión de que sólo alrededor del 4º ó 5º día aparece en la
206 José Antonio Ríos González
Fases Sentido
1. Introducción del pezón en
laboca-- Invitación a nutrirse
2. Estimulación-de la zona bucal Aspecto sensorial pasivo
3. Suce'sivas reacciones motrices
que motivan el reflejo de succión Aceptación del ofrecimiento
4. Estímulo del pezón Aspecto sensorial pasivo
Ese acto natural y tantas veces repetido por una madre que lacta a su hijo
encierra la enorme trascendencia de ,ser 'el germen de conductas posteriores.
El niño capta infinitas modalidades del lenguaje preverbal con que la madre "le
habla". Es el tono emocional de la madre que acepta o rechaza al hijo que le
extrae la leche del seno; es el.gesto de cogerle, colocarle, ponerle cómodo,o
incómodo, dirigirle palabras que no puede entender el niño pero que sin duda
·siente" en el fondo de sus estructuras emocionales en formación. En una
palabra: es la suavidad o la "-,deza de la madre que dialoga corporalmente con
el hijo en ese momento. Porque el hijo succiona el contenido .del seno materno
en muy pocos minutos. Pero continúa agarrado al pecho mucho más tiempo.
Ya no extrae nada porque el pecho se ha vaciado; pero si sigue ahí hasta quedar
dormido y relajado, es porque aún obtiene otras gratificaciones: estar seguro,
percibir afecto, sentirse querido y aceptado.
Ahí radica la importancia que F.CUKIER-HEMEURY, LLEZINE y J. de AJU-
RIAGUERRA (1979) han dado a la observación· de las posturas de madre
primípara que alimenta a su hijo en el propio pecho. A este fenómeno lo he
denominado en otro lugar (RIOS GONZALEZ, 1980a) afecto materializado ya
que en la materialidad expresiva de los gestos corporales se asienta la base de
lo que será el ensamblaje de señales comunicativas de gran hondura. Una vez
más ocuparía aquí un lugar destacado el contacto piel a piel, aunque esta vez
Manual de Orientación y Terapia Familiar 207
ni aún en los niveles de la relación física. Los monos de HARLOW y los niños
carenciales de SPITZ, así como los niños que robaban y fueron denominados
ll
lIindiferentes afectivos por el propio BOWLBY (1946) quedaron truncados en
su capacidad de dar porque no fueron adiestrados en recibir. Se cuaja ahí un
comportamiento que hay que desmenuzar con cautela en muchos problemas
de orientación. Siempre que encontremos sujetos que dan para recibir y no para
entregarse a sí mismos en esa donación, en la base de su comportamiento
encontraremos códigos que se identificarán con el hecho de dar para seguir
recibiendo lo que nunca tuvieron. Por ello adoptarán una postura más bien
pasiva mediante la cual aceptarán todo ofrecimiento que llene el vacío anterior
en que han vivido, así como buscarán personas o realidades en las que sea
posible prolongar o simbolizar un pecho materno que les invite a nutrirse en
cualquier nivel de su conducta emocional.
***
límites normales del espacio uterino- se amplía después del nacimiento hasta
formar un verdadero contexto de la relación y materializado en la realidad que
forma el"cuerpo a cuerpo" entre la madre y el niño. Estas posturas adecuadas
ayudan a reducir el estado de malestar que afecta al niño recién nacido y
mediante el ofrecimiento del pecho y la recepción del mismo por parte del hijo,
se verifica la vinculación materno-filial, vinculación que se realiza a través de
algunas aqtividades significantes, tales como:
• el ritmo de la succión
• la actividad mecánica de ingerir y deglutir
• percepción del olor de la leche y del cuerpo de la madre
• gusto y calor de la leche materna
• contacto con el cuerpo y pecho disponible de la madre
• intercambios corporales entre ambos cuerpos
• al ser acogido en el hueco de los brazos y en la cavidad que facilita el
chupeteo
• reciprocidad de las posturas que se van ajustando para proporcionar
bienestar y relax al niño que mama y a la madre que lacta.
Con tales criterios no se trata de calificar a las posturas adoptadas por la madre
como buenas o malas, sino de ver qué condiciones permiten que se realice de
modo fácil y eficaz una adaptación mutua que gratifique a ambos miembros de
la situación relacional que se da en la mamada.
Estas posturas -clasificadas por ellos en ajustadas o no ajustadas, con varios
subtipos (CUKIER-HEMEURY, LEZINE y AJURIAGUERRA (1979)- dependen
de varios elementos que hay que tener en cuenta, tales como:
a) el peso del niño
b) el nivel de vigilia que tenga al mamar
c) su estado de saciedad
d) su grado de tensión
e) la misma morfología corporal de la madre como consecuencia de dolores
derivados del parto y sus circunstancias
f) el vestido de la madre al dar la tetada
g) la capacidad de la madre para representarse la posición en el espacio
210 José Antonio Ríos González
FIG. 1
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FIC.4
FJc.3
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Flc.9
Las conclusiones a que llegan las investigaciones iniciadas por estos autores
pueden sintetizarse, por el momento, así:
1. En posturas adecuadas:
Bebé satisfecho: 75% de las madres se declaran satisfechas
2. En posturas inadecuadas o difíciles para la madre:
Bebé satisfecho: 75% de madres satisfechas
Bebé insatisfecho: 80% de madres decepcionadas y ansiosas
Si el bebé ha mamado bien: madres sin inquietud
3. La insatisfacción del bebé se expresa a través de gritos y agitación.
La de la madre a través de ansiedad y decepción
4. El tiempo de duración de la mamada viene definido por la necesidad del
niño. Las paradas espontáneas del niño interrumpen la succión de forma
regular, pero sin que el niño suelte el pecho y sin que cambie de posición.
Las paradas provocadas por la madre hacen que el niño suelte el pezón
que retira la madre, ya sea para reajustar la postura, para estimular la
succión o con intención lúdica.
s. Al principio de la mamada el niño está en gran tensión muscular y con los
puños fuertemente cerrados.
6. Al final de la mamada el niño se relaja, suelta los brazos y los extiende,
abre las manos, moviliza los dedos, deja caer la cabeza hacia atrás y
puede dormirse fácilmente, apareciendo una especie de sonrisa o semi-
sonrisa con los ojos cerrados.
7. El niño ha de encontrar su postura adecuada en los brazos de la madre,
aunque puede intentar deshacer la cavidad que se le ofrece ya que el niño
no es un ser puramente pasivo. Unos brazos rígidos e incapaces de
flexibilidad tónica impiden el encuentro de una postura adecuada para el
niño. La adecuación se consigue por la interacción de los dos cuerpos,
ll
obligando a la madre a entender el lenguaje motriz del niño que intenta
lI
Esto es cierto.
Pero más allá del planteamiento cuantitativo de tiempo de separación (5 meses
seguidos produce esos daños), hay que plantearse una cuestión nueva:
¿La separación madre-hijo que cualitativamente pueda llegar a ser como la
que estudió SPITZ, producirá los mismos daños aunque haya horas al día que
la madre esté con el hijo? ...
No hay datos para responder adecuadamente.
Pero sí hay indicios para planearse el tema con claridad, toda vez que las
condiciones sociolaborales de muchas madres impiden que el tiempo de per-
manencia con el hijo se haga acorde con unas mínimas condiciones de higiene
mental que garanticen ternura, comunicación profunda, estabilidad afectiva,
coherencia en la línea de actitud educativa, en el ejercicio de la autoridad y en
el mantenimiento de un determinado tipo de disciplina que sean las mimbres
con que se vaya tejiendo o estructurando la maduración personal del hijo.
Este es un hecho empírico auque no haya datos para hacer una exposición
arropada por datos estadísticos que permitan ver la significación del hecho.
La consulta de problemas familiares da pie para poder plantear que las
condiciones en que se da el encuentro madre-hijo por razones del estilo de vida
de la mujer actual, constituye una seria amenaza para que se convierta en un
factor positivo de crecimiento y desarrollo de la personalidad del hijo que se
cobija en ella. Algunos estudios (BENEDETII DE GIORGIS, 1959) insisten en
el mismo carácter ansiógeno que adoptan comportamientos maternales cuando
la madre desea IIsuplir", IIcompensar", Ildar lo que no puede darse en un clima
ll
,
ll
y ritmo más acorde con el mismo "tempo vital del niño que desea encontrar a
ll
la madre cerca lIaquí y ahora sin dilaciones, sin esperas por horarios, sin
,
retrasos.
En la misma línea hay que afirmar que es probable que los daños producidos
por este tipo de relación y encuentro madre-hijo, no sean tan profundos como
216 José Antonio Ríos González
los descubiertos y descritos por SPITZ (1970). La razón es que también él vió
que la reinstauración de lo que denominó entrega de afecto ll por parte de la
lI
La ampliación del tema en las obras básicas de R. SPITZ (1970, 1972) puede
aportar un conjunto de sugerencias de las que, inevitablemente, se derivará la
aparición de aspectos concretos a realizar en la relación madre-hijo en estos
primeros momentos del desarrollo evolutivo.
Alimentación
Parecería exagerado afirmar que el niño debe aprender a alimentarse. Igual-
mente lo parecería si se afirmase que la madre debe enseñar al hijo lo que
concierne a una función vital tan elemental e imprescindible. Pero a pesar de
todo, hay que recalcar ambas afirmaciones. Es evidente que no me estoy
refiriendo a un aprendizaje mecánico de las operaciones que lleva consigo el
hecho físico de alimentarse: captar alimentos, elaborarlos mediante salivación
o masticación y deglutirlos. Me refiero, fundamentalmente. a lo que tiene de
profundo el aparentemente simple hecho de "comer". Comer no es simplemente
tragar. Comer es realizar una función en la que intervienen elementos físicos y
contexto emocional. Muchos trastornos en la esfera oro-alimenticia ponen de
relieve la enorme complejidad de influencias procedentes de niveles estricta-
mente emocionales.
Cuando el niño mama no sólo chupa la leche contenida en el pecho materno.
El niño "incorpora" pautas que le son transmitidas a través de códigos cifrados
en lenguajes no-verbales que debe descodificar. Ya he hablado de ello más
arriba. Pero lo que hay que decir aquí es que el hábito primario de alimentarse
puede perfeccionarse mediante la eliminación de obstáculos que impidan que
el encuentro perfectivo con el alimento sea un camino hacia la maduración.
A cualquiera que tenga experiencia en la observación de procesos relaciona-
dos con las etapas infantiles no se le escapa el dato de que hay madres que
interfieren en el mismo proceso de alimentación del hijo. ¿Cómo puede hacerse
esto? ..Oe mil modos entre los que quiero destacar algunos:
4. A partir de los 8 años el uso del esquema corporal se hace más rico y
variado, apareciendo el perfeccionamiento de movimientos que va unido
a la mejor organización de la potencia musculary a la adquisición de cierta
"gracia" que no siempre se usa con moderación y estética. La afirmación
seductora dela personalidad (WALLON, 1965) corresponde al período de
gracia que malogran las manipulaciones inadecuadas de muchos padres
y educadores.
5. La aparición del despertar del adolescente con su evidente eclosión pu-
beral, supone un replanteamiento de la aceptación o rechazo del esquema
corporal. La aparición de los caracteres secundarios de la sexualidad
implica una remodelación del esquema anteriormente aceptado.
6. Las repercusiones emocionales de tales transformaciones son innume-
rables y, por desgracia, muchas veces desapercibidas para los padres.
En muchos adolescentes se acompaña de un sentimiento de rídiculo ante
la percepción un tanto desangelada de la propia figura. Lo que en mi tierra
se expresa al decir que el adolescente "parece un cigüeño en campo
raso", ahorra muchas palabras. La imagen me parece perfecta.
7. El adolescente, probablemente más que el niño y el adulto sano, "se siente
vinculado a esa sustancia", según la feliz expresión de AJURIAGUERRA
(1976), ya que con ella va a comunicarse y a relacionarse con el entorno.
Aquí aparece un nuevo factor que determina otras muchas cosas: que lila
sociedad y él mismo asumen o rechazan la morfología como portadora
de significación, como papel que les es confiado, ya que la forma visible
de ser y de actuar del cuerpo y la conducta social se hallan frecuentemente
asociados" .
8. En tal evolución corporal no actúan siempre con la misma intensidad las
características de la alimentación, ya que el dinamismo morfológico
obedece a leyes perfectamente establecidas por la fisiología y cuya
modificación desde el exterior puede ocasionar alteraciones, ya sea en lo
referente al crecimiento estatural o al aumento ponderal con la aparición
de "disauxiasDo "auxopatíasD de tanta importancia en esta etapa evolutiva.
Al trabajar con las familias no aparecen siempre los mismos dinamismos. Una
observación superficial puede llevar a la precipitada conclusión de que siempre
se hacen las mismas cosas. Pero no es así. Lo que sí es cierto es que hay
variables que se manejan con casi todas las familias y, lo que es más cierto aún, .
hay modalidades de orientación y terapia que no hay más remedio que utilizar
al dirigirse a alguno de los miembros significativos del sistema familiar.
Por ello parece conveniente detener la atención en ver qué papel juega la
madre -como luego se hará con el padre- en la terapia del sistema familiar. Aquí
sí hay repetición porque rara vez no hay que hacer algunas de las cosas que
se van a comentar inmediatamente. La razón de tal repetición está en que hay
modelos de comportamiento materno que se repiten en la mayoría de las
familias.
Es indudable que tales modelos aparecen en relación directa con las edades
de los hijos, cambiándose por otros alternativos en la medida en que el hijo crece
en sus normales procesos evolutivos.
De cualquier modo, en la figura materna, como muy bien han señaladado
NAPIER y WHITAKER (1978), hay una tendencia natural a ser el centro
psicológico de la familia y sus dinamismos. Y esto se pone de relieve apenas
se inicia una sesión conjunta con la familia. Al ser invitados a "exponer qué les
trae a la consulta", y tras unos instantes de embarazo y silencio, suele ser la
madre la que toma la palabra, lo cual, como muy bien se sabe, es un indicio de
cierto poder por parte de la misma. La madre, a partir de tal poder, acapara un
territorio en el que, consciente o inconscientemente, no entran otros miembros,
pasando a controlar áreas en las que se mueve con desenvoltura y flexibilidad.
Este es un dato que llama la atención en el primer contacto con las familias,
sobre todo cuando la motivación de la consulta se centra alrededorde problemas
de salud, estudios, educación en general y cuantos tengan vertientes psicope-
dagógicas.
De tal modo de proceder se derivan otras actitudes que el orientador y
terapeuta debe partir para planificar sus intervenciones en el orden práctico.
Veamos las más importantes.
En las mayorías de las familias parece necesario iniciar un trabajo de modifi-
cación de pautas y reglas mediante la introducción de cambios que permitan
conseguir los siguientes objetivos de cara a la figura materna:
Manual de Orientación y Terapia Familiar 229
tico.
Desde 1980 en que publiqué mi obra "El padre en la dinámica personal del
hijo", se ha reactivado la aparición de trabajos relacionados con la figura paterna.
Es como si en distintos lugares, y como obedeciendo a algunos elementos
internos desencadenantes de nuevos derroteros, hubiese llegado el momento
de empezar a dar cuenta sistemática de lo que el padre significa en la vida y
desarrollo personal del hijo. A lo largo de este capítulo se dará cuenta de algunos
de tajes trabajos y de sus aportaciones a un mejor conocimiento del tema, aún
consciente de que algunos pueden quedar en el silencio dada la numerosa serie
de los aparecidos en tan corto espacio de tiempo.
Las orientaciones clásicas en el modo de abordar el tema se han polarizado
en los puntos que originan el enfoque psicoanalítico que ha proporcionado
elementos de base para un planteamiento del mismo. Durante muchos años
casi todas las sugerencias alrededor del padre se han centrado en desentrañar
cuantas ideas sugerían los temas clásicos de la teoría freudiana, aunque más
centrados en algunos de los puntos más directamente vinculados a su dinámica.
Es un enfoque que no puede olvidarse y del que habría que seguir sacando
aplicaciones prácticas, aunque sea mediante una revisión crítica de algunas
facetas importantes. Personalmente lo he tenido muy en cuenta en la obra
anteriormente citada y estimo que hay necesidad de seguir reflexionando sobre
232 José Antonio Ríos González
La conclusión de esta autora es que en esta clave de lectura, para llegar a una
plena comprensión del modo con que el hombre puede vivir la paternidad, se
da un gran relieve a las experiencias infantiles y a la solución del complejo
edípico.
***
***
discurso sobre la paternidad ll . Para ella hay que hablar de un IIdiscurso ll porque
el área científico-cultural en que se mueve el tema del padre se muestra
actualmente como algo más bien IIdisperso" y IImagmáticoll. Se trata de un tema
que suscita una viva atención y una curiosidad que afecta a muchos más que a
los implicados en el tema como profesionales; como muchos problemas crucia-
les afrontados por las ciencias humanas, el uso público de ciertos datos de las
investigaciones y la presión del clima de la época sobre tales investigaciones,
interactúan ampliamente y hacen que ellldiscurso ll esté menos codificado de lo
necesario.
Esta autora estima que de tal situación surgen tres orientaciones principales:
la madre, con una posición propia y cuya razón específica está caracteri-
zada de modo muy variado.
234 José Antonio Ríos González
1. Prepaternidad y covada
Lo que biológicamente acontece en la mujer que espera un hijo está más o
menos estudiado en la literatura científica, no sólo desde una perspectiva de
normalidad como desde el ángulo de algunas repercusiones que se acercan a
238 José Antonio Ríos González
mujer y que desaparecen después del nacimiento del hijo. Tales fenómenos,
eminentemente psicosomáticos, aparecen más claramente en los varones que
son padres por primera vez, lo que rememora las dificultades físicas y psíquicas
que son frecuentes en las madres primíparas. Los estudios clínicos de TRET-
HOWAN y colaboradores (1965) y los verificados por LIEBENBERG (1967,
1968), así como los citados por PARKE de ENTWISLE y DOERING (1980)
corroboran que los varones viven muy profundamente el preparto. Para los
primeros autores los hombres presentan síntomas especiales en el tercero y
noveno mes de embarazo y en el momento del parto. Los más frecuentes son
pérdida de apetito, dolor de muelas, náuseas y vómitos y dolores de riñones,
acompañando a tal sintomatología física fenómenos de ansied.ad, insomnio y
cierta irritabilidad.
Para LIEBENBERG, y mediante un estudio de 64 hombres que eran padres
por primera vez, el 65% de ellos presentaban II síntomas del embarazo ll : astenia,
dolor de espaldas, vómitos y naúseas. La mayoría se manifestaban contentos
por el embarazo, pero estaban preocupados por la carga emotiva y económica
de la aparición de un hijo. Las actitudes ante el período de gestación se
centraban en envidia del embarazo de la mujer, negación del embarazo con la
pretensión de que la mujer llevase lo que denominaban una II vida normal ll e
imponiéndole a ésta ritmos fatigosos a nivel de diversiones. Para otros la
identificación con la mujer era tan completa que se ocupaban de la dieta y de la
vestimenta de la mujer, controlándole el peso, comprándole ropa pre-mamá,
aparte de una fuerte carga de ansiedad por la buena marcha del embarazo.
ENTWISLE y DOERING afirman que las manifestaciones de ansiedad en los
hombres superan con frecuencia a la de las madres, y que las preocupaciones
por el malestar y el sufrimiento de la mujer pueden ser mayores que las que
tienen ~lIas mismas.
PARKE (1981), a su vez, destaca cómo tras el marido como figura que
culturalmente sirve de sostén a la mujer, se oculta un hombre que para serfuerte
y seguro en este periodo de espera necesita una mayor solidaridad y cercanía
por parte de las personas amigas, los propios padres y en especial la propia
madre.
Es interesante resaltar que los padres más comprometidos en la espera del
hijo resultan ser, posteriormente, los más competentes en el cuidado del hijo,
adquiriendo mayor capacidad y sensibilidad para ello al tiempo que se ocupan
del mismo de un modo más satisfactorio.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 241
distinciones que ayudan a perfilar con mayor exactitud estos conceptos básicos.
ll
Así, por ejemplo, LAMB (1981) distingue el"apego del "comportamiento afilia-
tivo". Entiende bajo este denominador el comportamiento expresado a través
de sonrisas y vocalizaciones puesto en acto en una interacción amistosa aún
con personas extrañas al niño, mientras que por IIcomportamiento de apego"
entiende lo expresado por el llanto y por la búsqueda de ayuda que es el que
da la medida exacta de lo que sea el apego al adulto y si existe una jerarquía
de preferencia entre más personas. Sus conclusiones se resumen en que los
niños muestran apego a ambos progenitores, aunque prefieren a la madre en
situaciones de estrés, mientras que desde el punto de vista afiliativo, y después
del primer año de vida, los varones prefieren al padre porque éste es el que
interactúa más con el hijo en este plano de "ofrecerle lo mejor de sí mismo", "un
nuevo provenir de compartir y amar, una nueva distribución de los papeles".
La pretendida repercusión sobre la sexualidad por el hecho de contemplar el
parto no parece demostrada en número significativo de casos. VOGTHAGER-
BAUMER (1981) ha constatado que sólo un 20/0 de maridos de primíparas
temían que esto sucediera así.
Lo que sí parece cierto en este orden de cosas es que la pareja esté
simultáneamente preparada para tal acontecimiento (KITZINGER, 1970) y en
muchos países empieza a aceptarse tal presencia si previamente ambos
esposos han tomado parte en algún tipo de preparación al parto.
Algunas investigaciones (HENNEBORN y COGAN (1975) han evidenciado
que la presencia del marido en el parto tiene un efecto beneficioso sobre el modo
que tiene la mujer de percibir el dolor, hasta permitir reducir la administración
de fármacos durante el parto, y TANZER, en un trabajo no publicado pero citado
por MACFARLANE, insiste en los efectos positivos que tiene la presencia del
padre mientras la mujer pare, comparándolo con otros casos en que fueron
excluidos del parto.
En algunas situaciones específicas se ha demostrado igualmente el efecto
beneficioso de la presencia del padre. Tal es el caso de los partos cesáreos.
PARKE (1982) indica que las mujeres asistidas en este tipo de parto estando
presente el marido, reaccionan mejor y antes que otras mujeres. Por otra parte
-y esto hay que resaltarlo aquí- el parto cesáreo tiene repercusiones sobre la
relación padre-hijo a distancia de algunos meses del nacimiento. PEDERSEN
y colaboradores (1980) investigaron los efectos producidos por el parto cesáreo
en la relación padre-hijo a los cinco meses del nacimiento y encontraron que
estos padres dedicaban más tiempo al hijo cuando estaban en casa, producen
Manual de Orientación y Terapia Familiar 243
***
Los estudios realizados en torno a este tema aportan datos sobre los que es
conveniente reflexionar. Las limitaciones metodológicas, sin embargo, hay que
anotarlas, porque faltan experiencias que abarquen períodos de edad que hasta
ahora han quedado fuera de la observación. El mismo LAMB (1981) indica cómo
los estudios realizados tienen en cuenta sujetos a partir de los nueve meses,
mientras que no hay datos de lo que sucede entre los 6 y los 9, que es cuando
según BOWLBY (1969) se forma el ligamen madre-hijo. He ahí, por tanto, un
Manual de Orientación y Terapia Familiar 245
desafío para llenar un hueco actualmente existente y sobre el que, tal vez,
podrán obtenerse datos importantes para una mejor sistematización del tema.
Cuando BOWLBY (1974) estudia longitudinalmente el tema del apego con
ambas figuras progenitoriales, lo hace con niños de 7, 8, 12, 13 Y 24 meses. Sus
conclusiones son que los niños prefieren padre o madre indistintamente, antes
que a un extraño hasta los 12 meses, que las niñas mantienen tal preferencia
hasta los 2 años y que los varones manifiestan una clara preferencia hacia el
padre y sólo se dirigen a la madre en situaciones de estrés.
ll
Guadiana según el cual el tipo de relación que establezcan padre e hijo en el
primer año de vida va a tener unos efectos que, frente a los inmediatos que
provoca la buena o mala relación con la madre según SPITZ, van a ser mediatos,
a largo plazo. Según ellos tales efectos se sentirán cuando el hijo haya coronado
los procesos de identidad, lo cual, desde un punto de vista práctico nos da una
clave para entender qué puede dar razón de ser de lo que es un adolescente o
joven que presenta ciertos trastornos o desajustes en su personalidad o en su
conducta. Todo ello tiene que ver con lo que fue la interacción con el padre en
los primeros meses de su existencia.
Junto a esta idea, para mí importante y clave de la decodificación de muchas
conductas que se ven en la consulta, hay una serie de investigaciones que
muestran una línea escalonada de cómo se va a realizar esta integración precoz
entre padre e hijo. Aludo a algunas de las más importantes, aunque quedan
omitidas otras.
Partiendo de que tanto el padre como la madre son igualmente sensibles a las
señales que les envía el hijo, no interactúan de igual manera, encontrando que
la relación establecida entre padre-hijo y madre-hijo difieren cualitativa y cuan-
titativamente, al menos en la familia media actual en la que aún el varón ocupa
el puesto laboral central. Si, derivado de ello, los padres están, como media,
menos horas en casa, la relación con el hijo puede verse afectada profunda-
mente en comparación con la que establecen la madre y el hijo.
246 José Antonio Ríos González
laborales, también juega mucho con el hijo, dado que de los cuidados se ocupa
alguna otra persona, al tiempo que la madre quiere recuperar al máximo el
tiempo que pasa fuera del hogar.
De todo ello aparece con cierta fuerza la necesidad de plantearse la cuestión
de describir, en alguna medida, al padre como compañero de juegos del hijo,
dado que la respuesta de los niños al juego con el padre es significativamente
más positiva que con la madre. CLARKE-STEWART (1978) afirman que los
niños de 20 meses son significativamente más Ilresonantes" a una interacción
social de juego iniciada por el padre que a las iniciadas por la madre, y que
igualmente, hacia los 2 años y 5 meses son más cooperativos, cercanos,
estimulados e interesados en el juego con el padre. Más de dos tercios de los
niños prefieren jugar con el padre y la decantación del padre como compañero
de juego encuentra reciprocidad en el niño en los dos primeros años de vida.
Otra observación importante en este orden de cosas es la relativa a los tipos
de juego que sirven de base para la interacción con el padre y la madre. Los
juegos verbales (cu-cu/trás, palmas-palmitas, etc.), llamarle, esconderse, diri-
girse al hijo con sonrisas dulces, sonidos repetitivos, imitativos, es el tipo de
juego más presente en la interacción madre-hijo (YOGMAN y otros, 1977;
LAMB, 1981), en una escala comparativa que. se gradúa así: madres:47 % ;
padres: 20%, personas extrañas: 120/0. Los juegos de contacto físico (tocarse
con movimientos rítmicos, juegos de acción, juegos en que interviene el contacto
corporal y la fuerza muscular) son los más frecuentes en la interacción padre-hijo
(DELAISI DE PARCEVAL, 1982).
Todas estas observaciones se estima que son válidas hasta los 2 años
aproximadamente y en el fondo de su dinamismo está la explicación de un estilo
complementario de comunicación que se conjunta con la interacción de las dos
modalidades presentes en el hombre y la mujer. El hombre tiende más a
comunicarse, también con el hijo, mediante la acción y el contacto físico (LAMB,
1981), mientras que la mujer se inclina por la actividad verbal (POWER y
PARKE, 1981), aunque hay que admitir que las madres utilizan el mismo estilo
comunicativo con los hijos y las hijas, sin diferencia sexual, mientras que el padre
interactúa con juegos vivos y turbulentos con los varones y no son así con las
hembras. (LAMB,1982).
A ello hay que añadir que según PARKE (1982) la relación del padre con el
hijo varón es más estimulante, mientras que con la niña está más cargada de
afectuosidad, lo que puede ser ya una forma peculiar de interacción tipificada
con diferencias en orden a la definición sexual de los hijos.
248 José Antonio Ríos González
En este tipo de relación pesan cosas previas. Y así RUBIN (1974) habla de
que los padres, antes de coger en brazos a los hijos, están como programados
por atribuciones que asignan al hijo varón ya la hija hembra. Al varón le atribuyen
mayor fuerza y vivacidad, mejor coordinación motriz y una constitución más
robusta. A la hija se le atribuye mayor dulzura y más debilidad y fragilidad. Esto
se debe, según HOFMAN (1971), a que los estereotipos y los roles sexuales
influyen sobre las expectativas de los padres, expectativas que, como afirma
LAMB (1980), se reflejan sobre el comportamiento que adoptan los padres ante
el hijo, solicitando de éste cosas diferentes según el sexo.
A partir del segundo año los padres dirigen el comportamiento social sobre
todo con los varones, mientras que las madres lo hacen con las hijas, al tiempo
que unos y otras centran la atención de los hijos sobre sí mismos, su identifica-
ción sexual y la identidad en general.
4. Identificación
A la identificación secundaria, de la que se ha hablado en el capítulo anterior,
precede la que puede denominarse lIidentificación primaria" y sobre la que me
he extendido ampliamente en mi obra sobre el padre (RIOS GONZALEZ,
1980a). Me remito a ello por no repetir cuanto se dijo allí, aunque sí convenga
recordar que tal nivel en este proceso se ve actualmente muy amenazado por
la escasa convivencia que mantienen los hijos con la figura paterna. Es
importante destacar que tal identificación ha de haber cubierto sus niveles
mínimos antes de que el hijo haga su entrada en la vida escolar, lo que obliga
a una presencia paterna constante y rica antes de este momento crucial. Es por
aquí por donde se refuerza una vez más la necesidad de que la interacción
padre-hijo sea intensa en el primer tramo de la vida infantil, aspecto muy poco
cultivado.
Desde un punto de vista operativo y práctico, y dada la finalidad de esta obra,
hay que destacar aquí las condiciones que autores como LYNN (1969) han
señalado aquí para que la identificación primaria tenga un efecto positivo. El
habla de que toda identificación está favorecida por el tiempo, la intimidad y la
intensidad con que se verifican y repiten los contactos entre las dos personali-
dades que intervienen en el proceso identificador. La realización de estas tres
condiciones contribuyen a una adecuada interacción emocional entre padre e
hijo, dado que en la vida real de la familia es donde ha de verificarse este
encuentro entre ambas personalidades. A un mayor tiempo de relación corres-
ponderá una más profunda interacción, lo que contribuirá a que la observación
Manual de Orientación y Terapia Familiar 249
del padre como modelo sea más constante y estable. Muchos hijos de hoy han
tenido escasas posibilidades de observar al padre, lo que supone una verdadera
pérdida de datos para la construcción de un modelo al que se tienda por
imitación. Sólo la observación facilitará el descubrimiento de lIalgoll imitable en
el padre, aspecto que parece ser importante para el enfoque de la identificación
como un proceso de aprendizaje, sobre todo en cuanto se refiere al aprendizaje
de roles maculinos.
A mayor intimidad seguirá la inevitable consecuencia de una interacción más
calurosa y afectiva y uno de cuyos efectos inmediatos será el de desencadenar
el deseo de reproducir en sí mismo IIpartes del padre amado ll y al fin de evitar
el sentimiento de pérdida de amor (MOWRER, 1950).
A la intensidad seguirán procesos de refuerzo de cuanto el niño/niña -dado
que la identificación primaria es un proceso común independientemente de sexo
de quien lo asume- vea imitable y estimulante del IIdeseo de ser como .. .'1 que
constituye el último eslabón del proceso identificador. Aquí es donde, tal vez,
tenga su influjo el matiz de quien presenta este proceso como un concepto
sociológico y que pretende unificar los enfoques de la teoría freudiana y la del
aprendizaje en la síntesis postulada por PARSON (1955), para quien el niño se
identifica con la persona que está en mejor situación de dispensarle tanto
gratificaciones como puniciones, poniendo de relieve que el modelo que tiene
más probabilidades de ser imitado es el que controla de manera más evidente
los resortes que tienen valor, tal y como acontece en la mayoría de las familias
en relación con el padre (BANDURA y WALTERS, 1963; MUSSEN (1961).
De cualquier modo, y admitiendo que probablemente una integración de las
teorías que tratan de explicar este proceso sea el camino adecuado para una
mejor utilización de cuantos resortes encierra, lo que hay que reforzar en el
trabajo con las familias es la creación del contexto en que sea posible que se
realice esta culminación de pasos reales en el camino del hijo hacia la madurez.
Una ausencia del padre, o una inadecuada realización de la identificación
primaria, supondrá una amenaza para el equilibrado crecimiento del hijo,
aspecto que hay que cultivar en casi todos los procesos terapéuticos que vemos
en la consulta. En este sentido es iluminante el hecho tantas veces repetido de
que cuando, tras el trabajo de orientación o terapia, se revisan las condiciones
antes citadas -tiempo, intimidad e intensidad- en la dinámica padre-hijo, se
obtienen beneficios inmediatos traducidos en una evidente mejora del compor-
tamiento del hijo un una palpable mejoría de la connotación gratificadora que
experimentan los padres al comprobar los resultados de la reestructuración de
250 José Antonio Ríos González
los modelos de relación que tenían establecido con el hijo. Ello es lo que hace
que este punto lo tenga muy presente al trabajar con las familias porque, aún
en los casos de relación más positiva, siempre se puede avanzar en la intensi-
ficación de este proceso inacabado.
las cuales -quiérase o no- el nuevo ser queda vinculado a todo un fondo cultural
que presta armazón y estructura a la personalidad en crecimiento.
El análisis, así como el ofrecimiento de un respaldo para la realización de esta
tarea en el interior de la familia, constituye también un objetivo cargado de
finalidades terapéuticas ya que muchos adolescentes y jóvenes se muestran
desarbolados por no haber recibido, a su debido tiempo, un código de valores
por parte del padre.
6 Autoridad y disciplina
Autoridad y disciplina aparecen perfectamente hermanadas como dos facetas
de una misma realidad educativa, tendentes a la consecución de un ser
equilibrado ante los valores y perfectamente capaz de integrar y vaya apare-
ciendo como consecuencia interna de la elaboración personal de pautas,
normas y valores.
La autoridad educativa de la figura paterna ha de enmarcarse en lo que
constituye el meollo de la transmisión de un respaldo que haga posible la
integración de todas las tendencias que laten en el fondo de la inicialmente
anárquica personalidad del hijo.
El problema práctico que ofrece la realización de estas afirmaciones se centra
en ver qué tipo de autoridad suele desarrollarse en el interior de la dinámica
familiar y qué tipo de personalidad provoca cada uno de los posibles modelos.
252 José Antonio Ríos González
l. Autoritarismo estable
Sus notas fundamentales pueden agruparse en los puntos siguientes:
1. El medio educativo que origina este nivel de autoridad es el que viene
representado por los regímenes de tipo totalitario estabilizados.
2. Las pautas y metas del comportamiento vienen prescritas desde arriba,
verticalmente, y de forma detallada por la autoridad que no dimana de la
base, sino de unos principios superiores, inexpugnables y nunca discuti-
dos.
3. Desde ellos se estructura descendentemente un clima de disciplina donde
están claramente especificadas las metas del comportamiento y -lo que
es muy importante- también los procedimientos exactos o pautas que
conducen a su consecución.
4. Se sabe que atenerse a este sistema conduce a determinadas compensa-
ciones y recompensas, mientras que transgredirlo origina castigos bien
determinados.
5. Las consecuencias de este modelo sobre la personalidad son la aparición
de una personalidad conformista, con escasos conflictos, con una creati-
vida y un subdesarrollo cognitivo atrofiados, al tiempo que la identidad
personal se define en términos externalistas ajenos a ella que provoca
una pobreza de tal identidad. Todo ello se exterioriza en una pobreza de
léxico, tendencia a la categorización simplista y dicotómica, escasa capa-
cidad para distinguir medios y fines, actualismo elemental en la descrip-
ción de los hechos, resistencia al cambio, moral heterónoma y una débil
identidad personal y una personalidad simbiótica. Otra faceta es la del que
Manual de Orientación y Terapia Familiar 253
11. Este sistema no atrofia las estructuras cognitivas del sujeto, pero tampoco
favorece un desarrollo intelectual creador.
l/l. Sobreprotección
Es un nivel cuajado de notas que lo definen con bastante nitidez frente a los
otros. Pueden destacarse las siguientes:
1. En este nivel se facilita el incremento del nivel de aspiraciones sin
esfuerzo.
2. Los padres o educadores se encargan de que el niño consiga lo que
desea, sin necesidad de luchar por ello.
3. La tolerancia para las transgresiones de la disciplina es sumamente
grande.
4. El desarrollo de destrezas y hábitos es algo que sobreviene y no que se
genere desde la propia interioridad. Las destrezas se montan sobre una
personalidad poco avezada a luchar con las dificultades, débil para
afrontar los obstáculos serios de la vida.
s. Las consecuencias son que tales personas generan un conformismo
activo y una definición de la propia identidad muy poco exigente consigo
ll
misma y demasiado acogida a la protección del"establishment •
A este nivel ha de asociarse la autoridad sana que engarza y asienta sus raíces
en las auctoritas romana, concebida como un fundamenteo benévolo del poder,
como aumento de calidad personal para garantizar el bien de los gobernados.
Lo creativo queda aquí engrandecido y potenciado y hay que volver a afirmar
que si la autoridad familiar, y por ello la paterna, está en crisis, no es por falta
de ejercicio, sino por un inadecuado ejercicio de ella en su concepción esencial.
El ejercicio del poder como forma arbitraria, caprichosa y represiva impide el
crecimiento, el augmentum en que se basa el buen ejercicio de la autoridad. El
padre que usa sus poderes para aumentar las capacidades, las posibilidades,
el despertar de potencialidades latentes en el hijo, es un padre sanamente
adornado de la autoridad. El padre que, por el contrario, frena posibilidades,
limita potencialidades de manera arbitraria y caprichosa, peca contra la autori-
dad rectamente entendida. Esa es, afirmaba en otro lugar, la razón de la actual
crisis de autoridad: porque quien la ejerce la entiende solamente como limitación
y no como estímulo.
***
Este ejercicio, que como puede observarse admite una amplia gama en cuanto
a su realización, ha centrado la atención de muchas investigaciones en las que
se ha pretendido ver el tipo de repercusión que tiene sobre áreas concretas del
comportamiento infantil y juvenil.
Hay investigaciones, por ejemplo, que descubren la relación existente entre la
imposición de límites por parte del padre y el desarrollo masculino. LEFKOWITZ
(1962) ha visto que niños que hicieron algunas elecciones femeninas de
juguetes tenían un padre que se ocupaba de su disciplina menos de cuanto lo
hacían los padres de niños que hicieron elecciones de juguetes exclusivamente
masculinos. ALTUCHER (1957) ha detectado que el mayor número de adoles-
centes que obtuvieron alta puntuación en la masculinidad de los intereses
profesionales -en comparación a los de baja puntuación- afirmaron tener un
padre que establecía la disciplina. Lo mismo obtuvieron MOULTON y colabora-
dores (1966), aunque no llegó a las mismas conclusiones DISTLER (1964)
según presenta BILLER.
Lo que parece cierto es que la situación disciplinar que se crea en el ambiente
familiar es relevante respecto al aprendizaje que hacen los niños respecto a la
agresividad y la masculinidad (BILLER, 1974). Hay que destacar aquí, y parti-
cularmente es un aspecto en el que insisto frecuentemente con resultados
inmediatos y palpables, que lo importante en tales esquemas de disciplina es la
firmeza del padre, en este caso, ya que de tal condición depende el adecuado
desarrollo de un comportamiento equilibrado, coherente y estable. Para BILLER
esta firmeza, así como la decisión del padre en el campo disciplinar, es una
valiosa ayuda para la conquista de un comportamiento asertivo y agresivo en el
hijo.
Creo fundamental distinguir aquí lo que es la firmeza de lo que ordinariamente
suele atribuirse a la rigidez o cierta dureza en la imposición de pautas discipli-
nares. Ser ~irme no es ser rígido ni duro, sino convencido de que aquello que se
transmite al hijo es algo coherente y nada ambivalente. Sería conveniente
vincular a esta idea cuanto se deriva de lo que se ha denominado en otro lugar
l/autoridad creadoral/, por una parte, y lo que S. ORlO denomina disciplina
equilibrada y madura. Los hijos aceptan la firmeza; aún más, la necesitan y la
esperan. Lo que no aceptará un hijo medianamente sano es cuanto venga
envuelto en rigideces e intransigencias que, curiosamente, son alternantes tal
258 José Antonio Ríos González
vas en torno a las que se debate diariamente cualquier padre que desea acertar.
Intentar lo correcto, aún a riesgo de equivocarse, es el camino que hay que
enseñar a recorrer cuando se trabaja con la familia. También ello, adecuado a
c~da familia concreta, es una meta para el orientador y el terapeuta.
ll
en la consulta y que indica de modo patente cómo la IInurturance materna se
ha realizado al tiempo que ha quedado incompleta y hasta ausente la II nurturan-
ll
ce paterna.
Para que el desarrollo personal vaya acorde con un suficiente contacto con el
padre es importante intensificar la cantidad y la calidad de las interacciones. Y
más hondamente parece paso obligado el que en tales interacciones coincida
una especie de combinación que aúne la disponibilidad paterná para IIdarse y ll
262 José Antonio Rfos González
• Los varones separados del padre obtenían puntuaciones más bajas que
los que no vivían esta situación, especialmente en las pruebas de aritmé-
tica.
• Estas pruebas, en términos de standards sociales, se consideran vincula-
das a la necesidad de aptitudes de tipo masculino.
• Sus conclusiones sugieren la existencia de interacciones complejas entre
ausencia del padre y clase social: en las clases obreras, los hijos separa-
dos del padre obtenían resultados generalmente más bajos que los que
tenían cercano al padre. La menor capacidad se centraba en las pruebas
verbales, las tareas perceptivo-motrices y las manipulativo-espaciales. En
las clases medias los daños globales eran menores y las áreas más
afectadas eran las perceptivo-motrices y manipulativo-espaciales, pero
obtenían puntuaciones más altas en inteligencia verbal.
• Cuando los hijos alejados del padre tenían un sustituto paterno los resul-
tados que obtenían, comparativamente con aquéllos que no sufrían la
ausencia del padre, no eran significativamente diferentes, lo que parece
puede interpretarse como que un modelo masculino da estabilidad al niño.
En la misma línea, BILLER (1974) afirma que los estudios concuerdan en que
los niños sin padre, al menos tos procedentes de ambientes sociales más bajos,
tienen menos posibilidad de éxito en los tests de inteligencia y en los tests
aptitudinales que los que tienen los hijos con padre presente (BLANCHARD y
BILLER, 1971; DEUTSCH y BROWN, 1964; LESSING y col., 1970; SAN-
TROCK, 1972). Por otra parte todo parece indicar que en edades más avanza-
264 José Antonio Ríos González
das a las infantiles, tal ausencia paterna incide en las aptitudes de los hijos,
como han puesto de manifiesto los estudios de SUTTOM-SMITH, ROSENBERG
y LANDY (1968) que al examinar esta relación -ausencia paterna y puntuación
en tests de aptitudes -en estudiantes de segundo curso universitario, concluyen
que estos sujetos obtenían puntuaciones más bajas en los niveles verbales,
lenguaje y aptitudes en general, siendo mayor la repercusión desfavorable sobre
los varones, al tiempo que aquellos sujetos que tenían un hermano varón
rendían más que los que tenían una hermana, y las hijas únicas con padre
presente alcanzaban rendimientos mayores en tests aptitudinales.
Los mismos autores en 1969 amplían sus conclusiones en el sentido de hacer
ver que la ausencia del padre tenía un efecto particularmente destructivo sobre
las aptitudes hacia materias científicas en las chicas universitarias. Igualmente
destacan que la ausencia total del padre antes de los 16 años está asociada a
escasa aptitud para las materias científicas, conclusiones que llevan al pensa-
miento según el cual la ausesncia del. padre tiene un efecto negativo sobre las
aptitudes escolares.
Todo ello plantea el tema de si el padre tiene un papel importante o no en la
formación de estilos cognitivos en el hijo. El tema es particularmente interesante
cuando se trata de analizar las posibles raíces de ciertos conflictos escolares
que se sitúan en el nivel de rendimientos insuficientes en algunas materias o
áreas de la vida académica de los sujetos.
LESSING, ZAGORIN y NELSON (1970) han profundizado en el tema para
escudriñar cómo repercute la ausencia del padre en el funcionamiento cognitivo,
como ya se ha indicado y CORTES YFLEMING (1968) encontraron la existencia
de tal interacción en niños negros de escuelas elementales.
El tema, al margen de planteamientos genéricos, se enfoca en el sentido de
ver cómo el padre influye en la adquisición de ciertas capacidades intelectuales
características del sexo al que se pertenece. El fundamento teórico de tal
abordaje está en que parece cierto que las capacidades quedan distribuidas de
un modo peculiar según el sexo (varones más aptos para tareas analíticas,
. espaciales, matemáticas y verbales; hembras más idóneas en fluidez verbal,
uso del lenguaje, capacidad de percibir detalles y aptitud para la lectura), lo que
puede relacionarse con el tipo y grado de relación padre-hijo y sus repercusiones
en este sector del funcionamiento intelectual.
Así, por ejemplo, estudiando grupos de hijos que no tuvieron presente al padre
por la situación vivida durante la segunda guerra mundial, y cuando los hijos
estaban en edades comprendidaas dentro de las primera infancia, se vió que
Manual de Orientación y Terapia Familiar 265
***
***
***
• Una relación calurosa con un padre que esté seguro de la propia mascu-
linidad, es un factor crucial para el desarrollo masculino del hijo.
• Los padres que tienen un padre punitivo y rechazante o pasivo e ineficaz,
tienen, en general, un funcionamiento del rol sexual menos adecuado que
los niños que tienen un padre comprometido e interesado que juega un
papel importante y decisivo en la interacción familiar.
• El tener padre no garantiza que el desarrollo del rol sexual del niño tendrá
lugar con facilidad. No todos los niños cuyo padre está presente se
convierten en masculinos, mientras muchos niños con padre ausente
desarrollan modelos de comportamiento masculino.
• Puede preverse que los niños con un padre disponible y muy importante
sean, como grupo, masculinos con mayor seguridad, en especial por lo
que se refiere a la orientación del rol sexual, en relación con aquéllos otros
niños de padres ausentes o ineficaces.
También puede predecirse que los niños con padre presente pero ineficaz, no
resultan más masculinos que los niños con padre ausente (BILLER, 1969).
Las investigaciones en este sector han sido muy numerosas y conviene
destacar algunas.
SEARS y SEARS (1946) han analizado el influjo de la ausencia del padre en
niños de 3 a 5 años mediante la técnica del teatro de marionetas. Sus conclu-
siones llegan a afirmar que los niños con padre ausente se muestran menos
agresivos y manifiestan una menor diferenciación sexual en el juego con
muñecos, al tiempo que demuestran menor énfasis en la masculinidad de las
marionetas que representan al padre y al niño.
BACH (1946) concluye que los niños separados del padre producen un retrato
fantástico del padre idealizado, con rasgos femeninos si se compara con los
niños de un grupo de control que elaboraban las tendencias agresivas del padre.
Para SANTROCK (1970a), en los niños negros de 4/5 años, aparece un
comportamiento menos masculino y más dependiente en situaciones del juego
de marionetas, frente a lo que acontece con los que tiene un padre ausente,
aunque él no confirma que existan diferencias en la agresividad.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 275
Para STOLZ y colaboradores (1954) los niños entre 4 y 8 años que estaban
separados del padre desde los 2 años, se manifestaban con escasa agresividad
y escasa independencia en las relaciones interpersonales, así como eran
valorados como afeminados. Se mostraban muy sometidos y sus reacciones
estaban caracterizadas por una inmadura hostilidad. ROGERS y LONG (1968)
encuentran dificultades en su desarrollo masculino en los hijos de padres
ausentes durante largos períodos de tiempo.
MONEY y EHRHARDT (1972) afirman que hay períodos críticos en el desa-
rrollo del rol sexual y que una ausencia precoz del padre interviene en el
desarrollo de la orientación del rol sexual de tipo masculino. Para ellos una
ausencia anterior a los 4/5 años produce un efecto que retrasa el adecuado
desarrollo masculino. A idénticas conclusiones se aproxima HETHERINGTON
(1966) cuando ve qu~ en los chicos entre 9 y 12 años con padre ausente se
manifiesta una masculinidad menos acentuada, menor agresividad y una mayor
resistencia al ejercicio de juegos que exijen contacto físico. Según este autor la
diferencia no es clara cuando la ausencia del padre se inicia después de los 4
años del hijo. Para BURTON (1972) los efectos de la ausencia del padre inciden
de modo claro sobre el concepto masculino de sí mismo.
Puede verse, por todo lo dicho, que la ausencia del padre es un factor influyente
en el desarrollo del concepto masculino del hijo varón. Y parece que todo ello
tiene una mayor repercusión en la medida en que la precocidad de la separación
madre-hijo tiene lugar en la dinamica de la relación. Estos efectos en función de
la precocidad de la separación pueden resumirse en los siguientes puntos:
La desvinculación hay que hacerla de modo que los vínculos afectivos no creen
obstáculos que vayan contra lo que son dos metas esenciales para el progreso
personal y familiar de cada miembro y cada sistema: la autonomía personal y la
libertad interior.
Los problemas aparecen cuando el padre no es consciente de la necesidad
de esta rotura ll que ayuda a madurar. Si no se verifica así, el hijo quedará
II
necesario. Se trata de romper con lo inservible, con cuanto fué válido en una
etapa pero que resulta estéril en un nuevo estadio del desarrollo.
En este momento tiene lugar otro proceso que muchos padres dejan pasar sin
advertirlo. Se trata del desmontaje de cuanto ha sido mitificado a lo largo de la
infancia, lo que, por otra parte, no está desprovisto de tensiones y resistencias.
El hijo que empieza a ser independiente II culpa en cierto modo, al padre de
ll,
todo aquello que puede percibir como causa y raíz de sus dificultades persona-
les. Ha de criticar muchos cosas recibidas y busca un responsable de todo lo
que empieza a presentársele como menos adecuado para su actual momento.
La aparición del fenómeno de un IIresponsablell de sus fracasos y conflictos,
desencadena la dinámica de encontrar al padre como posible causa de estos
males. El que fué modelo y líder hasta ahora se convierte en objeto de críticas
y ataques. Se le exigen responsabilidades hasta límites excesivos, se trata con
crueldad al que hasta hace poco se ha adorado y amado. Se da, por ello, una
verdadera lucha IIcontra el padre ll , y al padre, antes divinizado, se le destrona,
aunque camuflando los brotes de agresividad con atisbos de afecto, lo que
complica el análisis profundo de esta realidad.
Lo que la psicología de los grupos ha descubierto como fenómeno de la
revuelta contra el líder, tiene también lugar en el interior de la relación paterno-
278 José Antonio Ríos González
filial. Pero hay que tener en cuenta que esta 11 revuelta se presenta como reacción
a una "divinización ll previa del jefe del grupo. Este es, inconscientemente,
exaltado en su personalidad, considerado como una figura todopoderosa,
omnisapiente ll (ROF CARBALLO, 1969) y IItras la suma idealización dellllíderll ,
del jefe del grupo, viene el intento de anularlo de forma simbólica, de destruirlo
y hasta de devorarlo canibalísticamente ll (idem). En la familia ocurre igual y hay
que esperarlo así. Conforme el hijo crece en independencia y afirma su autono-
mía, el padre irá perdiendo terreno. Pero esto hay que verlo con tranquilidad,
con la naturalidad de un paso más en la normal evolución del hijo. Sólo habrá
violencia en la medida en que tal momento se prolongue, se intente frenar o se
luche contra él. Por eso ROF CARBALLO (1969) afirma que Hel padre, como
representante de los valores anquilosados, empobrecidos en lo consuetudina-
rio, entristecido por la ausencia de ideales y la invasión del materialismo
burgués, se presenta como estorbo al que es fácil convertir en Ilchivo emisario ll ,
en causa de todo lo malo ll .
En este plano no hay que ver todo como cuajado de elementos negativos. Hay
que insistir una y otra vez en que el padre, en cuanto IIchivo expiatorio", puede
convertirse -o mejor aún, debe convertirse- en nuevo-modelo de identificación
gracias a un modo peculiar de transformar lo que parecía negativo en elemento
positivo. Este fenómeno se denomina identificación con el objeto de la agresión,
y gracias a efla, con palabras de ROF CARBALLO (1969) lI el agresor...acaba
pareciéndose al objeto que ataca. En realidad puede decirse que la identifica-
ción (por ejemplo, con el maestro o con una persona admirada) nunca se lleva
a cabo sin una agresión previa, sin un ataque ll .
Este aspecto constituye un dato a manejar en cualquier trabajo de orientación
y terapia familiar. Porque en su adecuada o inadecuada solución depende la
positiva o negativa evolución del hijo. Pero .luego insistiré sobre los aspectos
concretos de la terapia y su relación con la figura patema.
o. La privación paterna
Con este mismo título ha editado BILLER un interesante libro al que vengo
aludiendo con frecuencia. Constituye un tema amplio, sugestivo y lleno de
nuevos caminos que es necesario tener muy presente. Pero aquí hay que reducir
el tema.
En mi trabajo de orientación y terapia -y de un modo operativo- distingo dos
tipos de ausencias o privaciones de la figura paterna: la ausencia real que se
da siempre que el padre no existe por alguna de las múltiples razones que
Manual de Orientación y Terapia Familiar 279
Las consexiones entre todos y cada uno de estos elementos pueden favorecer
un planteamiento más o menos adecuado de la situación, a lo que habría que
añadir los factores edad y sexo del hijo para una mejor identificación de la
realidad que vive el sujeto.
Tales carencias, por tanto, deben ser valoradas en el momento de iniciar un
seguimiento con técnicas de orientación o terapia del sistema familiar.
Y en ello juega un papel importante, por cuanto supone de complementariedad
~e la situación, el tema de los sustitutos de la figura paterna.
280 José Antonio Ríos González
En todo proceso evolutivo del ser humano hay un momento en que el padre
deja de ocupar un lugar preferente para dar paso a la aparición de otros modelos.
Esta es la base de la identificación secundaria según la cual el niño empieza a
fijar su atención en adultos que no son el propio padre. Esto tiene su valor y su
importancia y sobre ello me he detenido en otro lugar (RIOS GONZALEZ,
1980a).
Pero cuando no se ha llenado el vacío producido por algunas de las modali-
dades de privación paterna, el sujeto debe buscar un modelo que supla y llene
cuanto dejó cubrir el propio padre. Es aquí donde aparece la necesidad de
buscar y tener modelos sustitutivos del padre que tanta importancia ha tenido
en algunos momentos concretos, tales como los vividos con ocasión de la
segunda guerra mundial y estudiados por WYNN (1964) entre otros.
Algunos datos parecen confirmar que hay muchos niños y adolescentes
carentes de modelo paterno y hay quien ofrece la cifra de un 100/0 de niños de
Estados Unidos que viven en familias sin padre (HERGOG y SUDIA, 1970)
acercándose a un 50% en algunas áreas (KING, 1945; MOYNIHAM, 1965).
En nuestra cultura el hecho está presente aunque no tengamos datos precisos
que nos permitan hacer una aproximación a la realidad. La experiencia de la
consulta se inclina hacia la constatación según la cual en muchas familias -y me
atrevo a decir que casi en el 100% de los casos que acuden en demanda de
orientación o necesitados de terapia- el padre no es el modelo adecuado que
necesita el hijo. Es una realidad alarmante, pero real. De ahí que, como he
adelantado hace un momento, este punto constituya uno de los objetivos
fundamentales de cualquier terapia familiar.
En honor a la verdad hay que decir que en muchos casos se han puesto en
juego ciertos dinamismos que compensan esta falta. No es fácil estructurar
cuáles son y cómo funcionan, pero deseo destacar uno que aparece como
particularmente significativo para la creación de sustitutos paternos. Se trata de
lo que denomino la IIpresencia-valorll o imagen incorporada al funcionamiento
emocional del hijo como resultado de algunos vestigios dejados por el padre en
la trayectoria emocional del hijo en alguna etapa anterior. Con otras palabras:
es el resultado del influjo que ejercen los recuerdos de interacciones pasadas
que fueron positivas y válidas, aunque no hayan conservado la constancia y la
estabilidad debida para su mantenimiento. Muchos hijos conservan una imagen
paterna interiorizada a partir de hechos aislados, episodios vividos o recuerdos
Manual de Orientación y Terapia Familiar 281
- Que afronte junto a los miembros la toma de conciencia del tema que
constituye el motivo de la consulta. Es un paso necesario para poder afrontar
el cambio de las reglas, ritos, rotura de mitos y adquisición de nuevos modelos
de interacción. De no hacerlo así seguirá manteniéndose la idea de que el
conflicto que se consulta es algo que sólo está en el interior del paciente
designado. El padre -culturalmente muy lejos de verse comprometido en los
niveles profundos de la relación con el hijo- ha de iniciar una toma de conciencia
que le lleve a abrirse a la posibilidad de tener algo que ver con aquello que se
consulta. Y esto no sólo a nivel teórico o especulativo-racional, sino con la
subsiguiente conclusión de que ha de hacer algo concreto para empezar el
cambio que se desea.
Si el padre no entra en este juego interactivo, se mantendrá fuera del ámbito
en que actuará la terapia o la orientación, lo que inevitablemente lleva consigo·
reservarse un potencial de poder que actuará a modo de freno en el esfuerzo
de cambio y de trabajo terapéutico que realicen los demás miembros. El
terapeuta de la familia no puede dejar este cabo suelto, a no ser que prefiera
afrontar el trabajo con una familia- sabiendo que un miembro preponderante -el
padre, en este caso- va a manejar hilos de poder desde fuera del contexto
terapéutico. Las inexperiencias del terapeuta que comienza con familias facilitan
este poder y son las causa de esterilidades en el esfuerzo del terapeuta y de los
que participan en la terapia familiar. Los modos en que este control a distancia
se hace patente son muchos: descalificación del trabajo terapéutico, críticas a
las pautas que van apareciendo, intentos de sabotear las tentativas de cambio,
negativa a posibilitar que quienes quieran puedan participar en la terapia.
Algunas veces -y tengo experiencia de ello- se niega la colaboración económica
para que la terapia pueda llevarse a cabo, sobre todo cuando son los miembros
jóvenes de la familia los que desean mantener las sesiones porque encuentran
un apoyo y refuerzo en ellas. No hace falta decir que una dificultad de tal
naturaleza tiene fácil solución mediante la redefinición del contrato terapéutico
y su vertiente económica con aquellos miembros menos solventes que deseen
continuar la terapia.
284 José Antonio Ríos González
2. Rivalidad fraterna
Ya ha quedado apuntado que una función esencial de los hermanos es la de
ayudar a la mejor socialización del niño. Pero no es menos cierto que tal proceso
va a encontrar dificultades y dolores que es preciso tener muy en cuenta. Un
obstáculo, inevitable y a su vez enriquecedor, es el que contituye el paso
obligado mediante el cual el niño hace la elevación de sus sentimientos desde
la rivalidad a la amistad y la colaboración. Estos últimos sentimientos se
traducirán en actitudes que van a ser un término óptimo de lo que es el proceso
relacional con los hermanos.
El nudo central del proceso está, por lo tanto, en la buena disolución de los
mecanismos que componen la actitude de rivalidad con los hermanos. Veamos
este aspecto.
Siguiendo algunas ideas de L. CORMAN (1970), las tensiones entre hermanos
pueden concretarse en el fenómeno de la rivalidad en tres niveles fundamenta-
les:
• rivalidad cuerpo a cuerpo
• rivalidad de rechazo
• rivalidad mediante la negación del rival
290 José Antonio Ríos González
Rivalidad de rechazo:
definición que era más positiva que la del que afirmaba que el hermano era
ll
licero, cero, cero No faltan ocasiones en que la negación del hermano se hace
•
ll
el cobrador del autobús te entregó a mamá •
***
a) Comportamientos agresivos:
Se clasifican dentro de este gran grupo todos los comportamientos de tipo
verbal o de actuación directa mediante los cuales un niño agrede al nuevo
hermano. Ya se dijo en otro lugar que la verbalización no siempre se manifiesta,
siendo así que la agresividad toma formas exteriorizadas de conductas lesivas
para el otro. TERRANA clasifica aquí los casos citados por el propio FREUD en
su descripción de las reacciones del pequeño Hans al nacimiento de su hermana
y el caso citado por JUNG de la pequeña Ana la cual, apenas le presentan a su
hermano declara su propósito de matarlo. También coloca aquí aquellos otros
casos más violentos que describen DESCURET (1841) Y BAUDOUIN (1931)
quienes, respectivamente, aluden al caso de un chico de doce años que arroja
en la garganta de su hermana una vela y la llena de cenizas calientes y el de
294 José Antonio Ríos González
un niño de cuatro años que derrama en los ojos del hermano tintura de iodo por
haber sido alabado en su presencia.
Con cualquiera de tales comportamientos agresivos es evidente que se trata
de causar.un mal al otro hermano. Luego se dirá qué actitud educativa hay que
adoptar ante estos modelos de conducirse.
b) Comportamientos regresivos:
La casuística en este plano es muy frecuente y más normal desde un punto
de vista psicológico y educativo. En líneas generales, y como es bien sabido,
se trata de modos de retornar a estadios de desarrollo ya superados: dejar de
hacer lo que se sabía, pedir ayuda en lo que ya se era autosuficiente, solicitar
que se haga con uno lo que se hace con el recién nacido. Las áreas en las que
las regresiones florecen con gran fuerza son, por ejemplo, las del comer,
vestirse, expresar las propias necesidades, pedir el pecho, ser querido de un
modo muy infantil, pedir que se le coja en brazos, etc.
Es evidente que no todas las regresiones tienen la misma importancia e
intensidad, sino que admiten niveles. El autor que vengo citando habla de tres
niveles de regresiones: leve, grave y un tercer tipo que denomina regresión-
agresión.
- La regresión leve está constituida por aquellos modos de comportamiento
que suponen un retorno a situaciones ya superadas en la relación madre-hijo y
en las que predomina un deseo de llamar la atención y exigir cosas para las que
ya era autosuficiente: querer ser cogido, mimado, lactado...
La regresión grave constituye un tipo de reacción de mayor intensidad, con
evidente aparición de síntomas que indican una participación emotiva más
profunda, al tiempo que adoptan ante el nuevo hermano una actitud de indife-
rencia y frialdad que se refuerza con las insistentes exigencias a la madre y la
aparición de formas de inquietud, enuresis, insomnios, anorexia y adelgaza-
miento.
La regresión-agresión tiende a eliminar al recién nacido. El comportamiento
adquiere aquí formas de malos tratos, golpes, intentos de hacerlo caer de la
cuna, pellizcarle, meter los dedos en los ojos, y así sucesivamente. En este nivel
los síntomas de regresión son más o menos graves con comportamientos en
los que se alterna lo verbal con lo directamente ejercido.
***
Manual de Orientación y Terapia Familiar 295
De cualquier modo lo que parece claro es que en una u otra forma -agresiva
o regresiva y sus respectivos niveles- lo que queda afectado hondamente es la
dinámica afectiva del hijo con la madre y todo ello por obra y gracia de la
aparición de un nuevo hermano. Lo que no parece tan claro es cómo se concreta
tal dinamismo, ya que en unos casos se advierte un intento por reforzar los
ligámenes afectivos con esa madre que se teme perder mientras que en otros
casos se acentúa el rechazo de la madre paralelamente a una más clara
polarización afectiva hacia el padre. En cualquier caso no es temerario decir que
el niño atrapado en esta tensión dinámica vive una verdadera y profunda
ambivalencia tanto con los adultos -padre y madre- como con el nuevo hermano,
ya que junto a tal cúmulo de sentimientos negativos no faltan comportamientos
de afectividad con los que intenta adaptarse a la nueva e inevitable situación.
Los datos de V.TERRANA indican que, con cualquiera de sus modalidades, el
comportamiento de los primógenitos se altera al nacer un hermano en un 60%
de los casos, aunque la frecuencia, según tipos, sea como sigue:
Tipo Frecuencia
Regresión leve 35%
Regresión grave 23%
Regresión-agresión 11 % 69%
Ninguna reacción 31 %, aunque parece que esta
cantidad sea superior a lo
que acontece en la realidad.
2. Sexo
• La reacción regresión-agresión es prerrogativa casi exclusiva de los varo-
nes, tanto cuando el recién nacido es del mismo sexo como cuando es del
otro.
• La regresión grave es más frecuente cuando el primogénito es de sexo
diferente al nacido.
• La diferencia de sexo favorece las reacciones de tipo regresivo simple o
leve y aumenta la de tipo agresivo-regresivo cuando el primogénito es
hembra.
4. Alejamiento ocasional:
Se entiende aquí por tal alejamiento la separación del hermano por un período
superior a un día. El alejamiento ha provocado reacciones más fuertes (regre-
sión grave y regresión-agresión) en los sujetos que han aceptado mal el hecho
de ser separados del nuevo hermano.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 297
fraterna que se realiza por una transmisión inconsciente a los hijos por
parte de los padres, y referido a sus antiguos conflictos de rivalidad
fraterna. Según él tal rivalidad se traspasa de generaciones a generacio-
nes y se interrumpe sólo cuando el conflicto se hace consciente. Para mí
que tal hecho es un dato más que avala la necesidad de indagar muy bien
en los Sistemas Familiares de Origen de los padres que se atienden en
la consulta.
7. La actitud ansiosa de los padres ante el hecho de la rivalidad entre
hermanos y ante la presencia más o menos fuerte de celos, no es una
condición sana para la resolución del conflicto. Los padres han de saber
que el paso por tal situación es un proceso madurador, evolutivamente
normal y emocionalmente necesario para la adecuada constitución de la
personalidad madura. Una actitud de sana indiferencia - como quien no
ve todo lo que está sucediendo- contribuirá a colocar las cosas en su lugar
más sano.
8. Procurar no intervenir en las tensiones que originará tal proceso. La
intrusión en el mundo de los hermanos no suele ser un buen procedi-
300 José Antonio Ríos González
A cada uno de estos enfoques se dedican los dos últimos apartados de este
punto relacionado con el encuentro perfectivo con los iguales.
Veamos cada uno de ellos por separado:
El primogénito
Viene descrito en la literatura científica que aborda este tema como un sujeto
"autoritario y conservadorll . Así lo describe ADLER (1962). Es objeto de mayor
atención por parte de los padres dado que su situación permite que los padres
le proporcionen mayor número de vínculos afectivos y una mejor cualidad en
las relaciones que establecen con él. El desarrollo intelectual se da en un periodo
de soledad en el que la misma disponibilidad afectiva actúa a modo de estímulo
para el buen despliegue de las facultades intelectuales. Algunos estudios llegan
Manual de Orientación y Terapia Familiar 301
El segundogénito
ADLER lo describe como I'rebelde y oprimido·. Las reacciones de éste al
ambiente que encuentra y vive se polarizan en torno a tres ejes fundamentales:
El tercero o tercerón
Es, según ADLER, perezoso, lleno de fantasía y original. La originalidad
-característica que he visto acentuada en muchos terceros- le viene dada por la
necesidad que tiene de organizar y organizarse de tal modo que salga con
elegancia de los conflictos que viven entre sí el primero y el segundo. Pese a
las reiteradas confesiones de imparcialidad de los padres ante la presión de
preferencias ocultas por los dos primeros, el tercero capta que lIaquello ya está
repartido ll : uno es el preferido del padre; el otro se lleva las preferencias de la
madre. Y en este momento llega él. Momento difícil que me atrevo a denominar
IIneurosis del tercer hijoll, intuida muchas veces al detenerme en este dinamismo
y aún no estudiada, al menos que yo sepa. Se trata de un conflicto peculiar
mediante el cual se rompe cierta armonía adquirida precedentemente. La
aparición del tercer hijo convulsiona la dinámica familiar ya estructurada y rompe
304 José Antonio Ríos González
En los hijos intermedios, aunque no de modo exclusivo pero tal vez de modo
bastante claro, se aprecia otro aspecto que hay que tener presente. Es el caso
de ser un varón entre hermanos o una chica entre varones. El conglomerado de
modelos, arquetipos, pautas educativas y, lo que es más importante, las actitu-
des educativas adoptadas por los padres ante tales situaciones, determinan un
juego dinámico de interacción personal que tiene un gran influjo sobre la
determinación de identificaciones y síntesis de identidad psicosexual tal y como
se expuso ya en otro lugar. Es por ello por lo que antes se ha aludido a la
importancia de los hermanos en el proceso de adquisición de papeles vincula-
dos a la sexualidad como rasgo diferenciador de personalidad.
El hijo último
ll
Para ADLER, es casi siempre un IItipo particular Nunca se vió sólo ni tiene
•
yores un poco alejados por edad. Algunas veces este pequeño se convier-
te en una especie de hijo único, ya que lo que debieran ser relaciones
306 José Antonio Ríos González
El hijo único
Ha sido descrito como un primogénito perpetuo y se señala como característica
fundamental la de desarrollar un sentimiento de dependencia muy fuerte res-
pecto a los padres.
El hijo único viene calificado clásicamente como un "verdadero problema
pedagógico" y hacia él se canalizan las interminables listas de cualidades
negativas: egoísta, inadaptado, agresivo, caprichoso, inmaduro...por no añadir
a ello la cualidad de mimado, adulado, "objeto precioso y único", exigente,
malhumorado, "no logrando en la mayoría de los casos ser un adulto lo
suficientemente maduro como para tomar decisiones y cometer sus propias
equivocaciones", según una revista pretendidamente especializada en temas
de familia y educación.
LUBAN-PLOZZA (1977) ven en el hijo único un sujeto con mayores dificultades
para superar el complejo edípico y un potencial prisionero de la sofocante
relación triangular madre-padre-hijo, así como le atribuyen la imposibilidad de
transferir sobre hermanos los propios sentimientos de amor y agresividad al no
poder vivir la prueba de los celos como se vive en una familia con más hijos.
Igualmente parece que el hijo único tiene dificultades en conseguir un espíritu
grupal.
La actitud errónea de los padres del hijo único se centra en buscar un éxito
brillante para él, que los amigos y el ambiente social en que se mueven sea lo
más selecto posible conforme a su nivel sociocultural y económico y una
pretendida aspiración de que nadie supere a su hijo, para lo cual tienden a
concederle todos sus gustos.
Un peligro evidente es que el niño en tal situación familiar tenga escasa
iniciativa por "tener todo resuelto" y que los padres estén tan pendientes de él
que le conceden todo antes de que lo pida.
La socialización -cuajada en intercambio y frustraciones interpersonales-
puede verse amenazada y afectada por no tener muchas ocasiones en que
Manual de Orientación y Terapia Familiar 307
ll
atribuir al hijo la cualidad de II pOCO valioso no hay mucha distancia.
Es un tipo que precisa ser revisado a la luz de otros criterios. Entre los
seleccionados por los Estados Unidos para la realización de los primeros vuelos
espaciales se encontró un elevado número de hijos únicos. El astronauta no es,
precisamente, un ser mediocre física y psiquicamente, sino un hombre situado
en el nivel de bien dotado como personalidad global. No ha faltado el comentario
jocoso de decir que, precisamente por ser hijos únicos, están mejor dotados
para afrontar la soledad inevitable del espacio. Pero es la broma que nunca
falta.
Existe en el hijo único un rasgo que ha de ser tenido en cuenta con vistas a su
educación: su componente de rivalidad fraterna, aún no teniendo hermanos. Ha
sido M.KLEIN quien lo ha expresado de manera. clara. Dice: IIEI hijo único es
mucho más sensible a la angustia que provoca en él la continua espera de un
hermano o de una hermana y a los sentimientos de culpa que experimenta por
los impulsos de agresividad inconsciente que dirige contra su existencia imagi-
naria en el interior de la madre, ya que no puede adoptar en la realidad una
ll
actitud positiva de relación con él •
una pareja formada por dos seres que son complementarios con una estructura
interna y en un mundo peculiar fundado en una relación que va desde un eje de
lIascendenciall a otro de sumisión ll .
II
No conviene olvidar que cada gemelo tiene una posición distinta ante el mundo
que les rodea. Por decirlo de modo gráfico: uno es elllministro del interior" de la
pareja; el otro es el ministro de exteriores ll . Cada cual tiene misiones muy
II
Hijo 22 ( )
Hijo 5º ( )
( ) Poner sexo: Vo H.
21 V Conociniento El de encauzar iniciativas y Estar siempre a lo que la fanila El ctivo expiatorio de dertas
propio. ponerlas en práctica. quiere que se haga, no lo que yo situaciones Ifnite, o al menos,
quiero hacer. el pano de lágrimas.
29 V Problema conducta. El de una persona un poco Una cierta violencia para repre- Algo que se me ha sustraido, como
Problema sexual. (bastante) nitificada, se me sentar lo que yo no quiero, que serra mi iniciativa a ser yo con inde- c-
Alteración lenguaje. considera como una persona es papel anterior. pendencia de los demás. o
m
(1),
superior a los demás.
»
:::J
25 H Conflido personal y De miembro que marca las Una aditud positivadora continua. Culpable en aquellos momentos en o
matrimonial. pautas, según mi estado de que no puedo positivizar y atrapada :::J
ánimo. ya que si algo falla soy yo, porque eS-
J]
el resto de las dramstancias per- (5'
manecen invariables. m
G>
23 H Desequifibrio De rebeldia hacia todas las Acatamiento a todas las normas, Incomodidad, angustia. agresividad. o
:::J
personal. pautas que pretenden un comportamiento igual al que incomprensión. N
Q).
imponerme. ellos esperan de mí. CD
N
21 V Conocimiento Hijo y hermano bueno y Superación. atención y ayuda. AcorT1lélftado y bien útil y responsa-
propio. responsable. afedo. ble querido.
25 V Conocimiento El de nino bueno, sensato. Estar de puente entre mis HH y Ganas de mostrar todas aquellas
propio. estudioso y consciente. Muchas mis PP con mucho cuidado para cosas que pueden cambiar mi
veces el espejo donde mis no tomar parte por ninguno de los imagen Y. sobre todo. sentir ganas
padres reflejan a mis hermanos. bandos. de abandonar esta situación
A pesar de esto, soy quien más marchándome.
gravemente transgrede las
normas habituales.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 317
verdaderos mitos que, según se hace ver en su lugar, actúan como defensas
para ocultar otras realidades.
En este juego especular de IItipo/antitipoll hay necesidad de insistir en todo
trabajo de orientación y terapia familiar. No debe aceptarse la definición que da
lO la familia de cada uno de sus miembros. Como punto de partida el orientador o
el terapeuta ha de desconfiar que eso que muestra la familia sea una realidad
objetiva. La carga de subjetividad es enorme y hay que desafiarla aunque para
ello haya necesidad de elegir el momento adecuado. El desafío es necesario
porque sólo cuando se reduzca la fuerza que potencia la presencia del papel
asignado, podrá trabajarse en niveles de progreso y enriquecimiento del sistema
familiar y de sus miembros. Por ello es conveniente desenmascarar muy pronto
lo que haya en este sentido. Prácticamente cuando una familia empieza a
describir a un hijo como lIadornado ll de toda la serie de cualidades -positivas o
negativas- que le han ido asignando a lo largo de los años, interrumpo el discurso
para preguntar a quien habla: 11 ¿Y quién es el lIopuestoll a éste en la familia?lI.
He oído muchas veces las mismas expresiones: lI i Ahl Fulano es todo lo
contrario: trabajador, constante, no hay que mandarle estudiar, responsable ... 1I
***
familias con dos hijos, 123 eran primogénitos necesitados de algún tipo de
atención. Su conclusión es que tal prevalencia es sólo aparente y se ofrece como
un artefacto debido a la selección de niños enviados a las clínicas según su
edad. Su hipótesis es que probablemente influyan otros datos, aparte del orden
de nacimiento, en el hecho de acudir al experto.
En el segundo de sus trabajos (1931) examinó 231 familias con 3 hijos y en
las que la distribución era: 97 primogénitos, 80 segundogénitos y 45 terceros.
Esto les obligó a pensar de nuevo que la presencia numérica de primogénitos
pudiera tener un fundamento en la realidad. De hecho, al ampliar la muestra y
considerando juntamente familias con dos o tres hijos, el número de primógeni-
tos era tres veces superior a cuanto podría esperarse, lo que le llevó a concluir
que este dato merecía una atención científica que no se había prestado hasta
entonces.
***
SLETTO (1934) ofrece los datos obtenidos mediante el estudio de 939 sujetos
en edad escolar y enviados al Tribunal Tutelar de Menores por trastornos de
comportamiento. Este grupo es comparado con otro de control que por edad y
dimensión de la familia correspondían exactamente a los delincuentes uno a
uno. Sus conclusiones fueron las siguientes:
***
***
El subsistema fraternal, tal y como puede verse a través de todas estas ideas,
constituye un factor importante en el desarrollo personal del sujeto. Su buen
conocimiento, el manejo adecuado de su dinámica, la necesidad de estar atento
a lo que constituye en él un factor de riesgo, son jalones en los que ha de apoyar
su acción el orientador y el terapeuta de la familia. Por ello no podía dejar de
ser tratado en el contexto de este volumen, aún conscientes de las muchas
lagunas que quedan por cubrir y de las muchas investigaciones que han de ser
continuadas.
CAPITULO IV
A. Subsistema conyugal
Integrado por marido y mujer y correspondiente al vínculo afectivo que los ha
unido para compartir intereses, metas, objetivos y aspiraciones.
328 José Antonio Ríos González
En este subsistema sólo se tiene en cuenta lo que une a ambos como marido
y mujer, prescindiendo de otras particularidades que pueden darse en los
mismos, tales, por ejemplo, como las de ser al mismo tiempo padre y madre.
B. Subsistema parental
Aunque pueda referirse a las mismas personas individualizadas que el subsis-
tema conyugal, el vínculo que estructura éste se centra en la realidad relacional
que supone para ambos el ser progenitores de unos nuevos seres. Está, por
tanto, integrado porel hombre-padre y la mujer-madre, realidad que origina unos
vínculos afectivos con uno o más nuevos seres.
La realidad del "ser padre" y ser madre es el elemento constitutivo que da
Il
ll
c. Subsistema filial
Está integrado por los hijos que constituyen un núcleo diferenciado de miem-
bros del sistema. En su aceptación, así como en su potenciación dentro de lo
que constituyen las técnicas de orientación, asesoramiento o terapia familiar, es
un puntal básico para trabajar en la reestructuración de las relaciones interper-
sonates sanas dentro del sistema familiar.
El tema de la constelación de hermanos o, con otro nombre, la fratría, se
convierte en elemento clave para la determinación de límites o confines en la
vida interna de familia y en lo que constituye la vida personal de cada miembro,
entendida como expresión de autonomía y posibilidad de definir la propia
individualidad de cada miembro.
El subsistema filial puede adquirir modalidades distintas si dentro de la fratría
se distinguen núcleos propios en atención a las características diferenciales en
función del sexo. De este modo podríamos admitir la existencia de un subsiste-
ma filial/fraternal formado por los varones, por las hembras, al mismo tiempo
que en función de las edades puedan admitirse diversos subsistema. Este último
modelo se presenta en las familias con muchos hijos comprendidos en un arco
de edades amplio, lo que hace que los intereses, las metas, los objetivos y las
aspiraciones de los mayores sean muy distintos de lo que aglutina a los más
pequeños. Esto, como se verá, presenta características que no pueden olvidar-
se al tratar de comprender cómo funciona una determinada familia.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 329
Contra tal rigidez hay que actuar para facilitar que la percepción de una realidad
compleja y variopinta no quede imposibilitada, sino que aunque en un momento
concreto haya que acentuar la percepción de ser miembro de un subsistema
determinado (percepción de ser marido, mujer, padre, madre, hijo, hija, herma-
no, hermana...), ello no inutiliza que en otro momento se potencie y refuerce la
percepción de ser parte de otro subsistema. Así, por ejemplo, el varón adulto de
una familia actualizará en la relación con su mujer la percepción de ser miembro
del subsistema "conyugal", aislando esta realidad de cualquier otra que en ese
momento no ha de distorsionar la primera. Al cabo de un rato, y sin negar lo
anterior, pero situándolo en un plano al que es posible llegar por ausencia de
rigideces, potenciará su percepción de ser padre, poniendo en el primer plano
de su vivencia su condición de miembro del subsistema "parental".
Lo mismo puede decirse del adolescente que, según distintos momentos de
su experiencia personal, actualice su condición de "hijo" (miembro del subsis-
tema fraternal).
Esta lucha contra la rigidez facilita la .presencia de cierta flexibilidad en la
adopción de relaciones que hacen posible enriquecerse en la alternancia de
vinculaciones, según las peculiaridades de cada subsistema.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 331
Una vez más hay que destacar que más que la situación o problema que se
nos consulta hay que adentrarse en el laberinto que forma la familia desde el
momento que se admite en ella la existencia de una permanente comunicación.
Factor desencadenante de tal laberinto suele ser la inversión de identidades
en la típica que exige cada subsistema, inversión que suele pasar desapercibida
en muchas familias, pero que forma parte de la cadena que integra muchas
situaciones consultadas.
Desde esta perpectiva solemos encontrarnos con situaciones en las que la
trama interna del problema puede iluminarse a la luz de este esquema:
que ocupa cada cual en el interior del sistema. Este mapa puede hacerse de
II ll
representado así:
334 José Antonio Ríos González
HI~O ~
_ _(_v....)__
l
\
\\
\
\
\
~ORE
1. Subsistema conyugal:
a) Entre padre y madre aparece el"paciente designado" (4º hijo)
b) Hay más cercanía emocional entre padre e hija 11 que entre marido y
mujer
c) La mujer -como esposa- está lejana del marido y mantiene una mayor
cercanía del 4º hijo (paciente designado) y del hijo 2º
2. Subsistema parental:
a) Ni padre ni madre aparecen como figuras paternal y maternal del 3º de
los hijos.
b) La figura paterna parece más vinculada como tal a la hija mayor (1 1 ) Y al
4º hijo (paciente designado).
c) La figura materna mantiene una relación como tal sólo con los hijos 2º y
4º, al tiempo que su presencia en la vida de la hija 11 está mediatizada
por el paciente designado (4º de la serie de hijos).
3. Subsistema fraternal:
a) No está bien delimitado el subsistema fraternal ya que los hijos no
mantienen una cohesión en cuanto tales y la intromisión en los otros
subsistemas es patente de un modo intuitivo y gráfico.
336 José Antonio Ríos González
,
\
\
\
\ ,
\
\
\
\
\ TERAP.
\
\
\
\
\
\
e) Conflictos inter-subsistémicos
Tensión
La tensión que puede aparecer entre los subsistemas está derivada la mayor
parte de las veces por una falta de claridad en lo que ha de ser competencia,
responsabilidad, obligaciones y derechos de cada uno de ellos. Suelen ocultar
reglas que nunca se han hecho explícitas y que, por ello mismo, impulsan a que
cada uno trate de defender lo que estima como propio frente al que estiman
como lIenemigoll o IIcompetidorll. El hecho de que cada vez que aparece un
fenómeno en que deban intervenir los miembros de más de un subsistema haya
que discutir los términos en que se puede formular tal hecho, plantea una
tensión. La particularidad radica en que el hecho puede ser muy banal, pero
capaz de encerrar en su aparente insignificancia una carga emocional que viene
determinada p'or la estratificación de insatisfacciones que no se hacen explícitas.
Tales tensiones no pueden mantenerse ocultas desde el momento que inter-
viene el orientador. Es más, una labor suya es desenmascarar la raíz última de
tales tensiones. Mal servicio se haría a la familia si se colaborase en el
mantenimiento de este mecanismo de ocultación que tanto malestar produce.
Hay que descubrirlo, hay que hacer patente las reglas ocultas que lo retroali-
mentan de manera permanente, hay que ir al fondo del tema, aunque todo ello
suponga la provocación de una verdadera crisis, ya que la familia se ha
habituado a convivir con lo oculto que no desea descubrir por nada del mundo.
La familia se aterroriza de admitir que hay tensión como consecuencia de una
verdadera lucha interna. Y por ello prefiere seguir ocultándolo.
Lo de menos es el contenido de la tensión, ya que en cada familia ésta puede
variar según sus características propias. Lo que deseo resaltar aquí es que
Manual de Orientación y Terapia Familiar 341
Lucha
La lucha tiene un único objetivo: diferenciar el propio subsistema de los demás
que se dan en la familia. Sucede aquí lo que acontece en la conducta individual
siempre que el sujeto se ve despojado de la propia individualidad. Cuando el
sujeto no se ve diferente a los otros, no se ve potenciado en alguna característica
que lo distingue de los otros, cuando no puede presentar como algo propio y
típico una nota que lo separe positivamente de lo común que afecta a todos,
desencadena mecanismos de lucha por su distinción. Esta lucha no siempre es
abierta y clara, sino que muchas veces se camufla tras comportamientos con
los que perfila algo peculiar. En este mecanismo radica la explicación de por
qué individuos muy normales en la mayor parte de sus niveles de comporta-
miento estructuran un área en la que aparecen como extraños, raros, extrava-
gantes. En ese área es donde han descubierto que pueden hacer algo que no
hacen los demás. Es en ese área donde él y sólo él es competente, aunque de
tal "competencia" se deriven consecuencias muy rechazadas por el ambiente
en que vive. Es una forma de plantar cara al ambiente, de dar guerra, de luchar.
En las relaciones entre subsistemas sucede lo mismo. Si el subsistema no ha
sido respetado y diferenciado por los otros como algo peculiar y con caracterís-
ticas propias, sus miembros -sabiéndolo o no, porque también en esta concien-
ciación habrá que trabajar desde el punto de vista terapéutico y orientador- se
organizarán en torno a tipos de comportamiento subsistémico con los que luchar
frente a los demás. Hay que advertir, sin embargo, que en tal lucha no se alían
siempre todos los miembros del subsistema que plantea tal dinamismo, sino que
se crearán infraestructuras dentro del subsistema, respondiendo a un modo
particular de crear focos de interés en torno a los que agruparse.
En muchas familias actuales solemos ver que un número determinado de
miembros del subsistema fraternal -dejando marginado a otro número de
miembros de ese mismo subsistema-, se asocian para reivindicar ciertos dere-
chos. Cuando ante la rigidez del subsistema parental los hijos no pueden hacer
nada para conseguir unas autonomías que consideran mínimas, los hijos
varones, por ejemplo, reclaman ciertas libertades, apoyándose en esquemas
culturales que refuerzan la posibilidad de admitir una independencia en el
comportamiento de los varones que han sobrepasado, por ejemplo, la edad
adolescente. En este caso parte del subsistema fraternal marca de modo más
'342 José Antonio Aros González
rotundo una limitación, ya que deja fuera de este objetivo a los miembros
femeninos del mismo subsistema.
Otras veces sucede al contrario, ya que son las hijas las que entablan una
lucha con el subsistema paternal para conseguir aquello que estiman más propio
de la condición femenina y en lo que no intentan implicar a los hermanos
varones.
Otra situación frecuente es la que aparece en las familias muy numerosas en
hijos y con un arco de edades entre el mayor y el menor muy grande. Ya se
apuntó algo más arriba. Pero la lucha "frente al subsistema paternal ll toma
formas muy diversas en esta situación. La constelación de hermanos se ve
también afectada por este modo de luchar. Los mayores pretenden conquistar
objetivos muy precisos y acordes con lo que estiman necesario para su edad y
momento evolutivo. Aquí no se alían con los pequeños. A su vez, éstos
presentan sus propios derechos para lo que algunas veces no tienen más
remedio que negociar con los hermanos mayores que pueden servirles de ayuda
y re~paldo. Otras, sin embargo, prefieren no contar con ellos por múltiples
razones. Pero lo interesante es ver que muchas veces queda una franja del
subsistema fraternal que no encuentra la propia identidad dentro del mismo.
Coinciden los de esta franja con los hermanos intermedios en el arco de edades
y, lo que es interesante resaltar aquí, con el ámbito en que puede florecer el
"paciente designado" de esta famitia en lucha.
Esta situación me la describía una señora que se vió colocada en tan molesta
posición de modo muy gráfico: Il yo, decía, he sido la menor de los mayores y la
mayor de los pequeños". Y desde ahí, con esa ambigüedad tan largamente
sostenida, apenas si sabía lo que, en verdad, era eUa misma dentro del propio
sistema familiar y en el interior del subsistema fraternal. Unas veces tenía que
estar aliada con los mayores; otras, por el contrario, era rechazada por éstos a
la zona del subsistema donde se relacionaban los pequeños. Su terreno nunca
está definido. Su inestabilidad tenía una clara explicación desde este punto de
vista.
El subsistema conyugal y paternal también entabla lucha con el subsistema
filial y fraternal. Esta lucha es aquí más fina y oculta. Veamos.
Un modo de luchar la diada padre-madre con el subsistema final, es el de
pretender inculcar en los hijos -o en alguno de ellos, al menos,- un determinado
esquema sobre el que los padres basan la posibilidad de conseguir determina-
dos objetivos y aspiraciones. Los denominados "valores de los padres" actúan
aquí de un modo fuerte y claro. Cuando el subsistema parental ha elaborado
Manual de Orientación y Terapia Familiar 343
Sería largo demostrar a los padres cómo luchan con los hijos si hubiera que
llevarlos a través de un largo y minucioso recorrido intelectual; se les hace ver,
destacando lo que está sucediendo aquí y ahora, cómo son de exigentes, de
controladores, de inhibidores de las manifestaciones espóntaneas de los hijos,
con lo que captan inmediatamente el fondo de esta lucha entre el propio
subsistema que entreteje la dinámica propia de los hijos.
ll
pendiente II mujer independiente" en lo que se refiere a vinculaciones más
,
estructuradas. Eso con respecto al papel. En relación con "el t~rreno que cada
cual ha de pisar" también hay una cierta y suficiente claridad. Ambos saben que
tienen todo el "espacio físico" a su total y absoluta disposición, salvo que ya
desde los comienzos de la vida de pareja tengan que compartir el espacio físico
(el piso, la vivienda) con otras personas, sean familiares o no. Este aspecto,
olvidado muchas veces, tiene hondas repercusiones sobre lo que es la verda-
dera constitución de la pareja. El subsistema conyugal puede quedar mortal-
mente herido para las etapas sucesivas si no se ha logrado una total autonomía
en este aspecto.
Paralelamente a ello, y del mismo modo que hay una amplia posibilidad de
ll ll
disponer del lIespacio físico el "espacio emocional también está disponible.
,
Manual de Orientación y Terapia Familiar 345
Será el espacio donde puedan encontrarse, no sólo a nivel sexual, sino donde
tendrán que seguir compartiendo afectos, aspiraciones, metas y objetivos.
Muchas familias tienen aquí el germen de sus sinsabores porque en la misma
territorialidad nunca han marcado fronteras. Los hijos pueden entrar y salir en
el terreno propio de los padres, del mismo modo que los padres -con un ímpetu
avasallador impresionante- entran y salen en el terreno propio de los hijos. A
unos y otros -como adultos o como niños, adolescentes y jóvenes- se les impide
ll
un mínimo de intimidad. Ninguno encuentra II SU propio rincón y todos están
invadidos por todos.
Minuchin (1978) ha presentado el símbolo de la IIfamilia de puertas abiertas··
y IIfamilia de puertas cerradas·· para representar gráficamente lo que sucede en
estos sistemas. La familia de puertas abiertas nunca cierra las puertas de cada
habitación. No hay fronteras, no hay diques. Lo curioso, cuando se pregunta a
la familia si actúan así, es que valoran este tipo de convivencia como muy sano.
Creen que por tener acceso directo a todos, logran cosas muy positivas, siendo
así que lo único que se logra a la larga es una auténtica invasión de los niveles
profundos de la intimidad y el aislamiento que necesita la persona humana.
La familia de puertas cerradas es la más sana: en ella hay un territorio propio
para los adultos y territorio propio para el subsistema de los hijos-niños, los
hijos-adolescentes o los hijos-jóvenes. Cada cual en su sitio, sin mezclas
inadecuadas. El ser humano precisa para aislarse, tiene derecho a su inde-
pendencia, precisa un territorio propio del mismo modo que los necesita el
animal y lo demarca con su canto o su orina. El niño o el adolescente que no
logra esto estructurará comportamientos que pueden parecer patológicos, sien-
do así que responden a un mecanismo de autonomía.
La consulta presenta a veces casos clamorosos en los que la invasión agresiva
del terreno del otro se presenta con manifestaciones aparentemente extrañas.
He podido ver un adolescente en el que la falta de individualización dentro del
sistema familiar total le llevaba diariamente a buscar un cierto apoyo en los
padres que no acertaban a entender su lenguaje. Este chico reproducía todas
las noches un verdadero ritual, entre cuyos componentes se presentaba el ir a
la zona física del piso que estaba reservada a los padres. En esta zona se
asentaban el dormitorio y cuarto de baño de los padres, ya que para los hijos
existía otra zona concreta en la que también había un cuarto de baño. El
ritual-agresivo de este adolescente era entrar en el cuarto de baño de los padres
y orinar en el pavimento, retirándose a continuación a su dormitorio. Los padres
Manual de Orientación y Terapia Familiar 347
no entendían qué significaba esto que venía repitiéndose -noche tras noche-
hacía más de ¡dos años¡
El contexto indicaba que se trataba de un deseo de apoderarse de una porción
del terreno de los otros. Pero el componente agresivo quedaba muy claro al ver
que el ritual previo al ya descrito era aproximarse al dormitorio de los padres,
empujar la puerta que -curiosamente- nunca estaba cerrada, pero sí entornada
y repetir también cada noche: papá, mamá: os quiero
II
ll
•
Los padres nunca le respondían, aunque le oían todas las noches. (!).
La interpretación dada a los padres no fué compartida por ellos. Y este
adolescente solamente pudo ser apoyado muy levemente para poder defender-
se del influjo de sus propias carencias no captadas. No tenía su territorio bien
marcado y entraba en un terreno ajeno para descargar alguna de sus muchas
tensiones.
El tema de la territorialidad es un caballo de batalla en muchos sujetos que se
ven afectados por los muy mal denominados problemas escolares", mal apro-
II
El caso de Roberto:
no tener que estudiar en el cuarto de mi padre". El único sitio que tiene y donde
de verdad se encuentra a gusto es en su habitación, poniéndola "como a mí me
guste y no como me la ha decorado mamá".
Los padres acceden a este deseo que es apoyado en el momento de ser
expresado, pese a las dificultades reales de esta familia, y cambia la actitud del
niño ante el trabajo escolar. El niño se compromete a "estudiar más y rendir
más ll ; se aconseja a los padres que lo dejen a su ritmo, que le permitan
organizarse como él quiera, sin presionarle, sin agobiarle y que dialoguen con
él sobre el tema de la estructuración de sus espacios Clmesa de estudio",
IIhabitación propia l" Ildecoración a su gusto ll ...).
Desde ese momento lo que inicialmente era un problema de estudios Cllos
estudios de nuestro hijoll) se convierte en un problema de desarrollo personal
Cllo que nuestro hijo necesita"), con lo que el modo de abordar la búsqueda de
soluciones toma un derrotero totalmente distinto.
El caso de Javier:
ll
casi todas la noches •
ll
a todo y no me importa con lo que racionaliza la situación en la que no
,
ll
equivale a Ilceder ante ella Por ello aparece como el miembro más
•
independiente de la familia.
• La abuela tiene su terreno bien delimitado también a raíz de haber estado
internada en una sanatorio psiquiátrico. Al salir del mismo reivindicó para
ella el terreno descrito anteriormente.
• Los miembros que hasta ahora no habían necesitado ayudas específicas
por parte de experto en temas de salud mental no tienen delimitado su
terreno. Javierviene a nuestra consulta e inmediatamente aparece el tema
ll
del Ilpropio terreno Parece que ha captado algo ya aprendido por la
•
La ayuda a esta familia se orienta desde ese momento a que cada cual tenga
su terreno propio pero no a base de renunciar a las necesidades profundas de
alguno de los miembros.
y desde ese momento los problemas que ocasionaron la venida a la consulta
empiezan a redimensionarse de un modo distinto, en el que se muestran nuevos
enfoques de aspectos de la situación global, desde la percepción que madre e
hijo tienen de la hermana mayor hasta la necesidad de que la madre empiece
a enfrentarse con Javier y con la hija para defender sus propias necesidades y
recuperar lo que es de ella a niveles profundos, aspectos que hasta ese
momento estuvieron eclipsados por la protección que ocupaba el primer puesto
de sus quehaceres como imagen materna. Cuando la madre adoptó la postura
de no ceder de lo que precisa como mujer, como adulta, como persona, los hijos
empezaron a colocarse en una actitud también distinta. El enfoque de cambiar
las relaciones entre las personas evitó seguir insistiendo en la pretendida
finalidad de cambiar a las personas.
El Ilterreno ll de Javier empezó a estar delimitado en todos los aspectos y
empezó a manejarlo como ha de hacerlo un adolescente de 14 años:
ll
abandonadas •
En el caso de éstos las cosas son más evidentes porque también han sido
menos respetadas. La idea central en este nivel puede concretarse en la
necesidad de lograr para cada hijo un grado de autonomía que permita el
crecimiento personal.
Las situaciones en que hay qu~. defender este terreno a favor de los hijos son
innumerables. Rara es la familia que acude a la consulta en que no haya
necesidad de trabajar con este tema. los adultos creen con demasiada frecuen-
cia que el niño o el adolescente no tiene necesidades en este terreno. Para
muchos padres todo queda resuelto con un buen programa de salud física, un
planteamiento de proporcionar medios idóneos de formación cultural e intelec-
tual y una mejor o peor orientación de cara a la adquisición de esquemas de
conducta ética según un amplio espectro en que puede verterse esta inquietud
moralizante en un sentido amplio. Hay, sin embargo, un área totalmente ajena
a las inquietudes de muchos padres: 'el mundo afectivo en sus dimensiones
sentimentales y emocionales.
El mundo emocional del hijo merece un gran respeto y el conocimiento de sus
características es un punto central para el buen ajuste del subsistema filial por
parte de los padres. El objetivo a conseguir es el de lograr un gran respeto por
el espacio vital del subsistema de los hijos y de cada hijo en particular (MINU-
CHIN).
Esquematizar las tareas orientadoras en este aspecto no resulta tarea, fácil
porque la variedad de situaciones es muy rica y amplia. Sin embargo, puede
seguirse de algún modo el criterio de S.MINUCHIN (1978) al enumerar algunas
técnicas para conseguir este respeto; al hilo de sus ideas las traduzco en modos
concretos con los que habitualmente trabajo:
S.MINUCHIN, con ese sentido del humor que sabe utilizar en el trabajo directo,
envía mensajes a las familias a través de frases como éstas:
***
1. Que el subsistema sea algo más que la simple suma de sus partes
(individuos).
2. Que tenga bien definidos los límites, fronteras o confines con respecto a
los demás.
3. Que aún admitiendo una gran variedad por el influjo de variables socio-
culturales, tenga:
a) Su propia identidad
b) Su autonomía como tal y que refuerce la autonomía de cada
uno de sus miembros.
4. Que tal autonomía no suponga una amenaza para el establecimiento de
una autoridad y jerarquía total en el sistema global.
5. Que el subsistema facilite a cada miembro el planteamiento y resolución
de:
a) El tema de la autonomía
b) El tema de la competencia
c) El tema de la propia intimidad
d) El tema de la sana independencia
símil no pretenda decir que necesariamente hay que cuantificar este fenómeno.
Así, por ejemplo, vemos parejas en conflictos que al ser analizadas se concluye
que ambos miembros son valiosos y perfectamente competentes en determina-
ll
das áreas, mientras que al mostrarse como unidad conyugal el resultado total
lI
queda disminuido.
Lo que teóricamente debiera ser algo así
+ =
+ =
lo que claramente nos demuestra que intervienen muchos elementos para llegar
a este resultado final. Ello, en la realidad, lleva a la evidencia de que dos
personas perfectamente sanas pueden generar un subsistema carente de esta
misma cualidad, ya que con excesiva frecuencia lo que no está planteado en
términos sanos es la relación, conclusión que abre caminos insospechados a la
hora de orientar o tratar terapéuticamente a este subsistema
Desde esta consideración lo teórico debería ser:
ya que en la dinámica interna del subsistema influyen otros factores, como por
ejemplo:
358 José Antonio Aros González
MIEMBRO
+ MIEMBRO = SUBSISTEMA
SANO SANO CONYUGAL
(Marido) (Esposa) NO SANO
Relación
conflictiva,
agresiva,
humillante,
etc.
que apenas si tienen que ver con lo que es cada uno de los miembros
intervinientes en el juego dinámico de la relación paterno/materno-filial.
Este fenómeno se debe a que también en la misma realidad de lo relacional
ll
que se encierra en el11ser padre/ser madre intervienen elementos heterogéneos
que dan como resultado una síntesis que difiere de la misma suma de sus
elementos. Entra en acción lo que es para cada uno de los partners la corres-
ll
pondiente "paternidad" y "maternidad aparte de que en tal relación intervienen
,
+ = PARENTAL
~
I HIJO
MA"
aunque la matización que el otro imprime al papel propio quedaría de este modo:
~ ~
SER SER SUBSIS-
aunque se trate, como en el primer supuesto, del modo de ser padre y madre
con el mismo hijo a que se refiere aquél.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 359
delllmundo de los hijosll, aunque en éstos, a su vez, sea preciso deslindar otros
mundos, tales como el mundo de los niños", el mundo de los adolescentes ll ,
lI lI
"el mundo de los jóvenes ll , puesto que pueden darse todos estos niveles dentro
del complejo "mundo de los hijos".
En la práctica de la consulta hay que manejar con profusión esta característica,
ya que de su demarcación se van a seguir claros e inmediatos resultados
positivos para la mejor integración familiar. Lo dicho al hablar de los confines'
territoriales y vitales tiene, con vistas a este objetivo, su aplicación práctica y el
sentido de su aprendizaje.
a) Por una parte es una niña desde el punto de vista cronológico (10 años)
y como tal es tratada por los padres y por el hermano mayor (12 años).
b) Por otra parte sucede que a los 9 años de edad tuvo la menarquía, que
la convierte en púber desarrollada desde el punto de vista sexual y es
tratada como tal en algunos niveles de la relación familiar, sobre todo en
lo que se refiere a niveles de exigencia, expectativas de responsabilidad,
etc.
c) Si cronológicamente es una niña y evolutivamente una adolescente,
familiarmente no es una adol~scente ya que es exigida como adulta: tiene
tareas y misiones que limitan sus necesidades infantiles como cumplir
tareas domésticas desproporcionadas para su madurez, asumir respon-
sabilidades que le ocupan el poco tiempo libre que tiene, sin poder jugar,
Manual de Orientación y Terapia Familiar 361
sin poder relajarse, sin poder disfrutar de lo que disfrutan otras niñas de
su misma edad. Aparte de ello, sobre María Luisa pesa la permanente
comparación con la conducta del hermano.
a) El tema de la autonomía
Ha quedado ampliamente desarrollado en los puntos anteriores. Baste decir
aquí que cada miembro debe gozar de una autonomía tanto en el propio
subsistema -conyugal, parental, fraternal- como en el sistema total y acorde con
las características derivadas del puesto que ocupa en el mismo.
Lo que se ha acentuado al hablar de la autonomía propia de los hijos no quiere
restar importancia a la que es preciso defender en los adultos, ya sea en su
dimensión de esposo/esposa o en la propia de padre/madre, porque no siempre
éstos alcanzan un nivel de independencia y autonomía en la que sea posible la
relación adecuada con los otros miembros del respectivo subsistema o del
sistema total.
En la tarea de orientación y asesoramiento hay que prestar atención a este
aspecto, haciendo que los hijos no invadan el terreno de los adultos hasta
amenazar la propia identidad del papel que han de desempeñar en cada
momento de la vida familiar.
b) El tema de la competencia
Constituye un aspecto muy olvidado en los planteamientos de muchas familias.
En la familia sana cada miembro ocupa un lugar en el que es aceptado en virtud
de cierta cualidad o característica conseguida por sí mismo, y en la que no hay
exigencias desde el exterior que distorsionan lo que tal miembro quiere y
necesita ser. En la famifia sintomática, conflictiva o problemática hay miembros
que no son aceptados como competentes en algún área o aspecto.
Este concepto precisa una reflexión más detenida.
Lo que antes he venido describiendo como necesidad de ocupar un puesto
muy concreto en el II mapa ll familiar, puede ser abordado desde este nuevo
ángulo como la necesidad de que cada miembro tenga un papel digno y
competente en el funcionamiento dinámico de la familia y sus respectivos
subsistemas. No hace falta decir que este aspecto se refiere a todos, padres e
hijos, adultos y niños.
La IIcompetenciall del hijo se aprecia desde la primera entrevista con la familia.
Si se recibe a toda la familia -como es de desear desde la perspectiva sistémica-
inmediatamente se ve si los padres valoran al hijo como competente o no de
Manual de Orientación y Terapia Familiar 365
Mensaje - - - - - . Silencio
Mensaje Respuesta
----..
Estímulo silenciada
sino que, con el apoyo del experto se va a dar una doble fase:
366 José Antonio Ríos González
l' fase:
Estímulo
- - - - Respuesta
Mensaje
2' fase:
EstírJ!Wo ' \
e Mensaje.
Respuesta
,
En tal situación ya hay algo importante que hacer patente: el paciente desig-
nado no es tan competente como los otros, al menos en el modo de comportarse
ante personas no familiares. Yeso es una IIreglall que siempre funciona así
aunque, extendida a otros muchos aspectos y facetas de la vida ordinaria.Detrás
de la regla hay una permanente amenaza de la espontaneidad de ese hijo. Lo
cual no es poco. Porque obliga a que ese hijo exprese lo espontáneo de un
modo que no es el suyo personal, sino el adoptado o el impuesto por el sistema.
¿Qué va a seguirse de todo esto, aparentemente trivial y casi sin importancia?.
Lo primero y fundamental es que ese hijo -y repítase lo mismo para cualquier
miembro de un subsistema dado- se planteará la necesidad de crear lIotro
comportamiento ll , contrario a las reglas del sistema y en el que sea posible
conseguir una competencia que nadie le pueda discutir o negar.
11 En mi casa yo no soy nadie -decía un adolescente que he visto en mi consulta-;
no soy nada ll . Y empezó entonces a crear un ámbito en el que ser lIalgoll quena
fueran los demás y lo diferenciase claramente de los otros. Lo que sucedió es
que erró la puntería y se especializó en abrir coches. IIComo abro yo los coches
no lo hace nadie en mi familia". A este chico no le habían dado otra posibilidad
y el sistema permitía muy pocas cosas, ahogando al individuo. Cuando los
padres, tras las orientaciones oportunas, empezaron a valorarle en otras face-
tas, a considerarle competente en áreas sanas de la conducta, cambió su
comportamiento. Desde ese momento ya tenía un sentido en el sistema y una
competencia que le definía ser él mismo frente a los demás. Y todo ello de
manera sana.
Destacar este aspecto en la familia es una tarea imprescindible porque en cada
familia cada miembro tiene un papel; uno es el listo, otro el guapo, otro el
habilidoso, alguno ocupa ese puesto de especie de ministro de asuntos exterio-
res que sirve de vinculación con el mundo extrafamiliar, mientras que no falta
quien realice tareas de intermediario para evitar tensiones y conflictos en el
interior de la familia: el que fracasa, el agresivo, el extraño, la oveja negra... el
IIpaciente designado ll . Y desempeña su papel muy bien: fracasa como ninguno,
agrede como nadie, es raro de un modo excepcional, roba, miente, da disgustos,
enferma...como ningún otro sabría hacerlo en la familia. El que soporta este
papel se hace competente en ese nivel y en ese aspecto y nadie puede
aventajarle.
El dinamismo que ocasiona estos comportamientos tiene su origen no en el
individuo, sino en un sistema que no ha permitido abrir un área de competencia
para ese miembro menos capaz o más vulnerable por mil razones. De ahí que,
368 José Antonio Ríos González
APENDICE 1
Creo que está por estudiar con detenimiento si las interrupciones, abandonos
y terminaciones bruscas de muchas terapias no están vinculadas a este factor
que nos ha permitido atajarlo en una gran medida, ya que el número de
aplazamientos o anulaciones de tal sesión entra en límites bastante normales.
Es evidente que hay que estar atentos para no caer en otra trampa. A veces nos
avisan diciendo "no podremos ir porque , pero pueden darnos otro dia y hora
para la próxima a la que ya iremos todos··. Es evidente que no podemos caer
en esa maraña, para lo cual vuelve a citarse a los padres para la misma tercera
sesión.
La intención de esta sesión está en dar un nuevo paso en el abordaje sistémico
de la familia. Si al comienzo de la terapia hemos pasado "del individuo al
sistema", ahora se trata de pasar IIdel sistema total al subsistema parental" para,
de este modo, centrarnos en cuanto convenga trabajar sobre los estilos educa-
tivos de los padres, los modelos de autoridad y disciplina, la relación parental
ll
con los hijos, etc. Es, por ello, una sesión IIpara los padres que, hipotéticamente,
han acudido a terapia "porque no saben qué hacer·· ante el problema que les
afecta.
ll
Nuestro deseo no es, por lo tanto, trabajar sobre ellos "como pareja (subsis-
tema conyugal), sino II como padres··, aunque la experiencia demuestra que es
una ocasión propicia para empezar a plantear cuestiones que afect.an al matri-
.monio .y que, no pocas veces, se muestran como la verdadera causa de la
disfuncionalidad del hijo que padece los síntomas que intentan eliminar.
372 José Antonio Ríos González
APENDICE2
Cada día se afirma con insistencia que no hay una familia. Cada vez parece
más evidente que hay muchos tipos de familia. Y todos los días -al final del
trabajo con distintas familias- me confirmo .en ambas afirmaciones porque no
hay dos familias iguales y, lo que es más curioso y atractivo, un misma familia
va ofreciendo sesión a sesión un peculiar modo de presentarse como en un
jugueteo que semeja al caleidoscopio que me entretenía en mis calurosas
siestas cacereñas de niño. Un pequeño movimiento en la dinámica de la familia
es semejante al breve girar del caleidoscopio que ofrecía un dibujo distinto con
la pregunta siempre sin contestar de si aquello que estaba viendo lo había visto
alguna vez anterior. Creo que no.
Lo mismo acontece cuando se da un pequeño impulso al grupo familiar:
aparece un nuevo IIdibujo que provoca la misma pregunta: este IItipo de familia
ll ll
que estoy contemplando ahora mismo -día tantos del mes equis de mil nove-
cientos tantos- ¿la había visto alguna otra vez? Creo que no.
Hay un trabajo apasionante al trabajar con la familia y, simplemente, consiste
en reconstruir en cada familia las fases a través de las que se forma un
determinado modelo. Lo peculiar, lo interesante, lo novedoso y hasta lo atrevido
no está en ver IIcómo se ha formado ese IItipo de familia sino en descubrir el
ll
ll
,
IIpor qué" y "para qué" de ese modelo que tiene mucho que ver -casi todo- con
lo que ocurre en la relación de sus miembros. No interesa, por ello, la etiología
de la familia que ahora veo; lo que me interesa es la "ecología de esa familia,
ll
374 José Antonio Ríos González
el Ilecosistemall que tengo delante. Porque sólo así puedo aceptar que no hay
una familia pura ni un modelo único, sino que en la realidad viva de cada familia
se dan cita muchos modelos parciales que originan un tipo que me es dado
contemplar, como en los cristalitos que según se combinen van a dar lugar a
una figura particular formada por el juego alucinante de cada una de sus partes.
***
ll
creado (S.F.C.) que es una verdadera obra de negociación consensuada para
perfilar cómo va a ser nuestra familia", evitando así que cada cual intente hacer
II
de esta nueva familia una copia fiel de la que les vió nacer. En el S.F.C. habrá
muchas cosas que ya se tuvieron, vivieron y potenciaron en el S.F.O., pero habrá
otras cosas nuevas: aquéllas surgidas como consecuencia de una integración
de aspectos que se verán inmediatamente.
Este S.F.C. también va a estar presionando el tipo de comportamiento que se
presenta en la descripción de cuanto preocupa en el hijo que traen a la consulta.
Pero no termina ahí el proceso.
Una pareja tiene que aceptar que intenta conservar cosas valoradas como
positivas en su S.F.O., al igual que ha de admitir que desea construir cosas
nuevas y diferentes más acordes con las coordenadas históricas, sociales,
culturales y hasta biológicas que le impone el momento histórico que viven. Pero
a pesar de que estos dos planos estén suficientemente perfilados y claros,
siempre queda un plano que es el que explica y da sentido al carácter dinámico
del sistema familiar como totalidad. La pareja sabe también que lo que tienen
adquirido y lo que han estructurado por sí mismos, no satisface todas las
necesidades y aspiraciones que configuran el dinamismo que hará posible no
detenerse en una marcha progresiva y ascendente. Marido y mujer van a estar
376 José Antonio Ríos González
tao Al final se llegaría al sistema familiar constituido por figuras encarnadas y por
una cierta urdimbre tejida de elementos muy concretos.
Para ver con mayor precisión lo que se sitúa dentro del S.F.O. voy a seguir los
siguientes puntos:
a. La estructura del S.F.O.
b. La actitud ante el S.F.O.
MIEMBROS
VALOR DOMINANTE
PODER OSTENTADO
MITO FUNDAMENTAL
ELEMENTOS DEL CISMA FAM.
MIEMBRO/S SINTOMATICO/S
ACTITUDES EDUCATIVAS BASICAS
AUTORIDAD PREDOMINANTE
PRINCIPALES CRISIS PADECIDAS S/F
FIDELIDAD OCULTA AL CLAN FAMILIAR
FIDELIDAD OCULTA A LA TRIBU
FIDELIDAD OCULTA AL PADRE
FIDELIDAD OCULTA A LA MADRE
FIDELIDAD OCULTA A - -
378 José Antonio Ríos González
MARIAS denomina IIfondo del arca 11 , haciendo traer a la sesión esa caja de fotos
antiguas que conservan casi todas las familias. Eso es un tesoro. Es un estímulo
inigualable que hace evocar trozos del pasado casi desdibujado, situaciones,
vivencias, hábitos y costumbres, modos de vestir que son patrimonio de un
momento cultural concreto que ha dejado sus huellas sobre quienes lo vivieron.
y todo ello es un material que permite ir dibujando con perfiles más claros lo que
ha sido ese IIsistema familiar de origen ll de cada miembro de la pareja que forma
un nueva familia. Es un soporte que facilita entrar en la verdadera urdimbre de
la familia. Y, a veces, disipa temores, recupera estados de ánimo, permite
conocer lo que fuá en verdad una etapa que se ha sepultado en el olvido.
A este respecto no quiero dejar de resaltar cómo no hace mucho, y por iniciativa
de una madre angustiada que acudió con marido e hijos a nuestra consulta, el
único modo que encontró esta apesadumbrada mujer de aliviar ciertos senti-
mientos de culpa que se le habían incrustado con respecto a uno de los hijos
(el 11 paciente designado") fuá traer a la primera entrevista -sin que se le hubiese
pedido, con lo que dinámicamente confirmó la idea antes expuesta- un montón
de fotografías en la que ella se detenía para hacerme ver que lI yo he tratado a
este hijo con el mismo cariño que a los otros" (sic) o que lI ya ve usted cómo le
estoy mirando ll o II cómo lo tengo a mi lado y más agarrado que al otro ll .... ,
fotografías de la infancia de este niño que han permitido abrir un rayo de luz en
la visión que esta mujer se iba forjando de la relación que tenía con el hijo objeto
de la consulta.
Gracias a lo que tales recuerdos fotográficos habían depositado en elllespesor
histórico ll de esta relación, se ha podido trabajar una vez disipada la nube de
una culpabilidad que entorpecía la estructuración de una relación más sana y
relajada.
***
1. Miembros
Se trata de enumerar los miembros que han estado presentes en la vida del
sujeto que responde a lo propuesto. Comprende, por tanto, la presenc;:ia del
padre y de la madre, así como la de los distintos hermanos, sin omitir la presencia
de otros miembros significativos que puedan ser valorados como partes inte-
grantes del sistema familiar. Muchas veces se omite la enumeración de parien-
tes que ejercen un gran influjo en la dinámica familiar y ostentan un fuerte y
380 José Antonio Ríos González
claro poder en la misma. En tal situación suelen encontrarse abuelos, tíos, etc.,
con independencia de que compartan la misma vivienda o no. El influjo y el poder
no va necesariamente unido a la cercanía física, sino que es patente y claro aún
en casos de lejanía física o geográfica.
La descripción de los "miembros" del S.F.O. permite ver cómo se estructura
desde aquí una cierta idea de familia amplia o reducida, al tiempo que posibilita
comprender un "tipo·· determinado de familia, como se verá más adelante.
De la descripción de los miembros de uno y otro S.F.O. podrá concluirse
quiénes han de tomar parte en un trabajo posterior de ayuda, orientación o
terapia, ya que de la segregación de alguno de ellos pueden seguirse mecanis-
mos de evolución lenta o negativa, por haber dejado fuera de la reestructuración
del sistema alguna persona con niveles de poderío que mediatiza la introducción
de cambios necesarios para la buena salud psíquica y educativa del núcleo
familiar que se tiene delante.
2. Valor dominante
Cada familia estructura su vida en torno a un valor preponderante del que hace
depender su sensación de felicidad, éxito y eficacia. Es difícil encontrar la
verdadera causa de por qué un sistema familiar condiciona la mayor parte de
sus experiencias a la verificación o no de tal valor. Lo que sí es cierto es que
toda familia gira en torno a un punto estimado como meta, objetivo a conseguir
y termómetro de su buen o mal funcionamiento.
Podría hacerse una enumeración de los valores que se detectan con mayor
frecuencia en un consultorio de problemas relacionados con la vida familiar.
Pero cada experto puede presentar una relación un tanto diversa, ya que este
tema está en función de variables tan claras como nivel social, cultural, econó-
mico, etc. Y esta perspectiva hay que aceptarla y respetarla sin tratar de
modificarla, sino ayudando a la familia para que lo que es un valor auténtico no
se les convierta en raíz y causa de sufrimientos internos, ya sea por la tensión
y el estrés que supone su conquista, ya sea por la sensación de frustración y
fracaso que desencadena la no consecución del mismo. El valor dominante
debe ser un incentivo, una motivación de estabilidad sana, de cohesión interna
y de progreso para el grupo familiar y sus miembros.
En la experiencia de los años dedicados a la orientación y terapia familiar
destacaría los siguientes:
Manual de Orientación y Terapia Familiar 381
a) La inteligencia
único que interesa a los padres es que ese hijo o esa hija sean eficaces en el
cultivo de su .inteligencia, aunque sea a costa de sacrificar facetas de la
personalidad que son más necesarias para un adecuado progreso y equilibrio
personal.
Lo que hay de comportamiento reactivo y rechazante ante tal valor en muchos
problemas clasificados como IItrastornos escolares" es algo que aparece con
evidencia en la consulta, aunque está pendiente de un estímulo sistemático que
ponga luz sobre esta realidad.
382 José Antonio Ríos González
b) La salud
'Constituye un valor muy intenso en la estima de los padres cuando los hijos
tienen edades tempranas. Si la infancia es una etapa muy saturada de necesi-
dades biológicas, es cierto que hay necesidad de estar atentos a cuanto
suponga refuerzo o amenaza de esta faceta en la que se asentarán otras
realizaciones posteriores. Sin embargo, la acentuación del valor salud lleva a la
familia a la organización de mecanismos tendentes a defenderse de amenazas
que la mayor parte de las veces son irreales.
El concepto de "salud ll y lIenfermedad ll como antagónicos es una idea que está
confusa en estos núcleos familiares. La evolución fisiológica de un niño o un
adolescente tiene altibajos y crisis; pero nada de ello ha de ser confundido con
lo lIanormalll y mucho menos con lo IIpatológico ll . Hay crisis perfectamente
explicables por los simples mecanismos ~volutivos del ser en crecimiento; hay
crisis con ribetes de lIanormalidadll por cuanto aparecen en momentos evolutivos
en los que ya debieran haber desaparecido sus manifestaciones (regresiones);
y hay conductas y funcionamientos que pueden ser clasificados como IIpatoló-
gicos ll cuando su aparición, su estabilidad crónica o su evolución creciente
suponga una paralización del desarrollo global de la persona (fijaciones) o un
deterioro en alguno de sus niveles de crecimiento y desarrollo.
La familia que centra sus valores en la IIsalud ll está necesitada de la clarifica-
ción anterior. Ante lo evolutivo hay que conseguir serenidad y paciencia para
que el mismo dinamismo consiga su proceso normal y dentro del "anormalll
habrá que indagar causas y factores que expliquen el por qué y hasta el para
qué de tal manifestación externa. Ante lo IIpatológico 'l habrá que recurrir a
medidas adecuadas que reestructuren lo amenazado y potencien lo limitado.
En ningún caso la 'Isalud" puede ser el valor dominante que restrinja la creación
de un clima familiar en que desaparezca E:) 1 fantasma de lo lIenfermizo ll o
"patológico" como un factor limitante de las enormes posibilidades ocultas de
un hijo en edad evolutiva.
La presencia del valor "salud" es la que desencadena en muchos casos la
necesidad de acudir a un experto. Pero su misma presencia detecta la mayor
parte de las veces lo equívoco de la motivación, ya que se busca una raíz
fisiológica en algo que depende de factores influyentes por parte del lIecosiste-
ma ll que cobija al hijo cualificado como Ilpaciente designado ll de la consulta que
se plantea. A muchos padres preocupa una sintomatología que se sitúa en los
linderos de lo biológico. Hay familias que tardan en acudir a un experto porque
no dan importancia a la pasividad de un hijo, o a la falta de socialización, o al
Manual de Orientación y Terapia Familiar 383
c) La comida
Para muchas familias la comida es el valor dominante. Se estructura su
formación como tal en las etapas en que la presión social de ciertos mitos obligan
a los padres a adoptar una postura determinada ante un hecho vinculado a la
necesidad de pervivencia. Sin embargo hay modalidades en la forma de vivir
presididos por tal valor. Una modalidad es la de considerar la comida como algo
que no admite flexibilidad y ritmo: hay que comer pase lo que pase. Otra
modalidad está en hacer girar toda la vida familiar en torno a la comida como
ritual en el que se expresan otras muchas cosas no explicitadas de modo directo
y verbal.
Las familias que se regulan por el valor II comida ll como algo inflexible presio-
narán sobre el hijo con los comportamientos hiperalimenticios que se han
expuesto en otro lugar. El rechazo de la comida (anorexia) hay que interpretarlo
a la luz del mecanismo reactivo que estructura el hijo como respuesta a los
mensajes que recibe del ambiente familiar así organizado.
Las familias que muestran un modelo de relación exteriorizado en el ritual de
la comida dan sensación de unidad, cohesión, armonía. Y es cierto en muchos
casos, porque la posibilidad de "comer juntos" es un valor cultural de cuya
pérdida como consecuencia del estilo de vida que impone la vida actual van a
resentirse las interacciones intrafamiliares, la comunicación entre padres e hijos,
la relación afectiva que posibilita las identificaciones. Pero en otros no dej~ de
ser la tapadera con la que se pretende ocultar una verdadera crisis de la
interacción familiar que está amenazada y hasta muerta.
384 José Antonio Ríos González
Hay familias en las que Ilcomer a la misma hora ll esel último vestigio de muchas
cosas perdidas. Con ello se intenta mantener una imagen formal de algo que ya
no existe, como si así pudiera salvarse algo muy deteriorado o se intentase
recuperar algo ya perdido.
Ante una familia hay que observar cómo se vive este valor y cómo actúa cada
miembro ante la imposición más o menos velada de este tipo de comportamien-
to. La experiencia confirma que gran parte de los hábitos actuales presentes en
muchas familias -frente a las exigencias manifestadas por los padres- y según
los cuales se tiende a coincidir menos en las horas de comer y cenar, son una
verdadera contestación a esquemas valorados como pobres de contenidos al
faltarles el componente afectivo y comunicativo que debiera tener. Hay que decir
muy claramente que en este aspecto no todo es achacable al ritmo de vida o a
incompatibilidad de horarios, porque cuando se presenta la posibilidad de
coincidir, se evita por todos los medios.
Nada de ello contradice que haya necesidad de revisar los verdaderos conte-
nidos del hecho de comer y del rito de comer en familia. Los terapeutas de la
familia saben muy bien que hay cuadros de anorexia que constituyen un
lenguaje comunicativo frente a moldes vacíos de comunicación profunda. Como
también es cierto que hábitos culturales valiosos en otras épocas pierden fuerza
y sentido en la actualidad. Así, por ejemplo, muchas familias han vivido durante
años en torno al ritual de la merienda como algo muy significativo. Sin llegar, tal
vez, al té de las cinco de la sociedad inglesa, hay reductos en los que Ilmerendarll
constituye un momento de confluencia de relaciones y vinculaciones. A este
respecto no olvidaré lo oído a una familia en un día de excursión en la sierra
madrileña. La madre, fiel guardian de quién sabe qué tradiciones inviolables,
llamaba a sus hijos dispersos por el campo con una frase que es todo un tratado
de fidelidades ocultas a mantener: IIVenid que comamos, porque luego tenemos
que merendar... 11 Y todos, sin rechistar, acudieron ante tal convocatoria. Lo
importante, parece ser, no era comer. Lo importante, lo valioso, era poder
merendar.
La razón última de tales valores no está siempre muy clara. De otro modo
podríamos explicarnos cómo una familia que ve amenazada su vivienda por un
fuego declarado reacciona de modo distinto en cada uno de sus miembros.
Aunque uno de ellos -la madre- respondía a lo que aquí se está exponiendo.
Mientras el padre recogía papeles y documentos importantes para salvarlos y
cada hijo acaparaba juguetes o recuerdos personales que estaban cargados de
contenidos afectivos para ellos, la madre centrada en el valor-comida, metía en
Manual de Orientación y Terapia Familiar 385
una bolsa de plástico IIpan y chorizo ll para poder merendar una vez salvados de
las llamas.
d) El dinero
La experiencia terapeútica enseña que el buen manejo del tema IIdinero ll abre
puertas insospechadas para poder entrar en niveles más profundos de la
dinámica personal. Existen relaciones muy estrechas entre IIdinero ll y otras
realidades más o menos verbalizadas. No en vano FREUD insistía en la
necesidad de plantear muy abierta y claramente el tema de dinero en la primera
entrevista con un paciente ya que, para él al menos, era un tema al que se
enfrenta un cierto tabú que era preciso romper desde el inicio de un análisis,
enseñando así al paciente a hablar de algo muy resistente a la verbalización.
De este modo, y siempre desde su perspectiva, se abría la posibilidad de abordar
un tema muy conexionado a él en niveles simbólicos: el sexo.
El dinero es un valor muy civilizado y lleno de racionalizaciones que aparecen
en la terapia de la familia, aunque sea de manera muy camuflada. Hay familias
que giran en torno a él del modo ya descrito para otros IIvaloresll, aunque lo
importante aquí es ver si tal valor se ha convertido en la interacción de la familia
en un verdadero instrumento de IIpoderll , IIdependencia ll , IIsimbiosis ll , II man ipu-
lación ll y hasta IIchantaje afectivo al que se ve sometido alguno de sus
11
***
e) Otros valores
Pueden enumerarse algunos centrados en núcleos ideológicos de distinta
naturaleza, pero que de manera inequívoca condicionan muchos comporta-
mientos que se transmiten de padres a hijos. Desde el valor "religión" hasta el
valor "política" con un signo u otro, la familia es depositaria de un cúmulo de
ideas que es necesario mantener y transmitir. Luego se verá que muchos padres
transmiten a sus hijos una ideología determinada, aunque se aprecie que lo
transmitido y casi impuesto no era totalmente aceptado e integrado. Sin embar-
go, y mientras se descubre tal fenómeno, constituye un paquete de ideas que
pasan a formar parte del S.F.O. que explica el comportamiento de un adulto que
presenta como problemático a su hijo.
En cualquier dirección que tomen estos valores es preciso ver, en un paso
posterior, la actitud personal que se ha adoptado ante tal valor. Porque sólo
desde ahí puede canalizarse un programa de ayuda para la familia que lo
soporta.
***
los hijos en el terreno profesional: los estudios se valoraban en función del grado
de belleza o de contenidos estéticos que tenían o podían reportar en el futuro
de quien los tomase como camino de realización personal y profesional.
***
3. Poder ostentado
En toda familia existe una fuente de poder que no siempre se descubre. La
persona que ostenta tal poder o dominio va a matizar toda la vida de ese sistema
relacional dando lugar a algunos tipos de familia muy característicos. Tal será
el caso de la IIfamilia matrifocal ll , cuyo poder ostenta la madre, así como la
IIpatrifocal ll centrada en la figura paterna, como se verá en su lugar.
Descubrir el que ostenta el poder es algo fundamental para trabajar a nivel de
orientación, asesoría o terapia. Y ello no resulta fácil porque hay toda una serie
de defensas inconscientes para ocultar esta realidad. El experto ha de detec-
tarlo, para lo cual le servirá de ayuda alguno de los criterios dados por los
expertos en el tema y que resumimos a continuación siguiendo las referencias
dadas por CIGOLI (1977a)
Parece que la persona que ostenta el poder en un sistema familiar puede
adoptar algunas de las siguientes actitudes o comportamientos: la que toma
más decisiones (CAPUTO, 1963), o aquélla cuyas decisiones personales se
convierten con mayor frecuenca en decisiones de todo el grupo (FERREIRA y
WINTER, 1965, 1966 Y 1968). Para otros el poder viene exteriorizado por el
detalte de quién utiliza más tiempo en la entrevista familiar (WISHLER y
WAXLER, 1966, 1967...) mientras que para WILD y colaboradores (1975) se
detecta por el tipo de relación que se establece en el interior de la familia al
realizar una tarea encomendada como técnica de diagnóstico y terapia de todo
el sistema familiar.
Algunas modalidades del mismo tema se ofrecen en las investigaciones
llevadas a cabo por LERNER (1965, 1967), así como las realizadas por BECKER
390 José Antonio Ríos González
***
Desde el punto de vista que interesa resaltar aquí hay que destacar la
importancia que tiene el ver quien y cómo ostentó el poder en el S.F.O. de los
cónyuges que acuden al consultorio. Suele darse el caso de querer repetir el
mismo esquema, opción que aparece siempre que la experiencia del que desea
mantenerla haya sido positiva con respecto a lo que vivió en su propia casa, así
como es fácil encontrar quien busca por todos los medios luchar contra el
modelo vivido, dado que su vivencia conserva residuos muy negativos en tal
dirección.
En la práctica del trabajo con familias hay un mecanismo que sirve para
localizar con relativa rapidez quién ostenta o, al menos, quién intenta acaparar
el uso del poder en el interior del sistema familiar. Se trata de ver qué sucede
en la primera entrevista con una familia.
La primera entrevista suele estar solicitada por algún miembro de la familia
que es quien realiza los primeros contactos con el experto. Será mediante una
llamada telefónica o por petición directa de una conversación que le permita IIver
ll
cómo convencer a un familiar de la necesidad o la conveniencia de acudir a un
especialista. Esto constituye ya un dato: esa persona que llama o pide una
entrevista orientadora tiene algún poder.
La situación puede resultar más clara cuando se tiene ya a toda la familia en
la consulta. Lo adecuado al iniciar una conversación con una familia es no
dirigirse a un miembro concreto de los presentes. Ni siquiera al formalmente
más representativo (padre o madre), ni al que ya tuvo algún tipo de contacto con
ll
el experto. Lo correcto para poder detectar el tema del IIpoder es lanzar una
pregunta al aire, a todos, sin destinatario concreto: IIBien. ¿Qué ha motivado
que pidan Vds. una consulta?II ...
Lanzada la pregunta hay que registrar bien quien la recoge y la contesta. En
un porcentaje alto empieza a hablar el miembro del sistema que ha logrado
Manual de Orientación y Terapia Familiar 391
4. Mito fundamental
Al hablar de los mitos en la familia no hay más remedio que aceptar que en
toda familia, aún en aquella que pueda ser clasificada como más normal, hay
una cierta dosis de mitología. Los estudiosos del tema, entre los que resulta
inevitable citar a ANTONIO J. FERREIRA (1963, 1965, 1966 Y 1967), H.
STIERLIN (1973) Y M. SELVINI-PALAZZOLI (1974), afirman que el mito es
necesario para un buen desarrollo de las relaciones.
ll
El concepto de mito puede quedar descrito como las IIcreencias o las
II
crean en la familia.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 393
1) No hay, por tanto, que preguntarse sobre la verdad o la lógica del mito. El
mito está ahí, incrustado en la dinámica de la familia y no hay más remedio
que encararlo y aceptarlo.
m) Si se desea analizar un mito hay que analizar sus imágenes y sus temas,
pero todo ello en relación con la cultura que le rodea. En el caso de la
familia, la cultura viene dada por el resultado de cuanto ha ido acumulando
el S.F.O. que se intenta conocer.
n) La construcción de un mito es algo lento y sinuoso en lo que intervienen,
como afirma ERIKSON, la construcción de la frase con la que se transmite
y la propia melodía que acompaña a las palabras que lo expresan.
simpático ll , etc.
• Trato de descubrir cómo se construyó ese mito. A partir de qué dato,
experiencia, acontecimiento o anécdota recordada. Y, a ser posible, quién
II
En el caso del mantenimiento y refuerzo del mito hay que actuar para
delimitar su influjo con algunas de las técnicas encaminadas a sanear tales
estratos del S.F.O.
•. Finalmente trato de aclarar para qué sirve el mito en esa familia concreta
y en ese momento concreto. Hay aquí, como en el comportamiento
sintomático de un miembro individualizado, un beneficio secundario que
es preciso descubrir. Sólo de su descubrimiento podrá seguirse la modifi-
cación de la resistencia basada en un juego homeostático que lo refuerza
y convierte en algo crónico.
Con todo este material puede iniciarse un trabajo centrado en el tema de los
mitos del S.F.O.
En el nivel de lo que puede ser la modificación de las interacciones basadas
en el mito fundamental de la familia hay que montar estrategias tendentes al
desafío del mito, empresa ardua por cuanto la familia cree que no podrá vivir sin
él, creencia que la coloca en posición de afianzar la parte verdadera del mito
aunque sin darse cuenta de que una vez construido el mito resulta muy difícil
separar en él lo que es real y lo es ficción.
Para poder entrar en esos niveles puede ser útil conocer algunas clases de
mitos, así como algunos tipos de los más frecuentes en el trabajo con las
familias.
Clases de mitos
H. STIERLIN (1973) ha establecido una clasificación de los mitos hablando de
los siguientes:
a) Mitos de armonía
b) Mitos de disculpa y redención
c) Mitos de ~alvación y protección
Cada uno de ellos tiene un sentido peculiar que es necesario conocer, no sólo
para su delimitación diagnóstica, sino también para saber cómo abordar su
desmantelamiento o terapia.
La función de cualquiera de ellos es, en último término, la de negar o deformar
de manera selectiva aspectos e implicaciones de las relaciones familiares, ya
sea pasadas o presentes.
La diferencia entre ellos puede delimitarse en función del contenido de cada
uno, como se verá enseguida, o por la intención defensiva que va implícita en
el mismo contenido.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 395
e) Mitos de salvación y protección: Este tipo de mito amplia los mitos de dis-
culpa y redención. Tras toda reparación vendrá la salvación como el final
esperado de, cualquier tipo de fatiga, dolor y conflicto.
La base del mito, en este caso, está en la creencia de que todo sufrimiento,
así como cualquier injusticia presente en la vida familiar e individual, puede
ser borrado y alejado por la beneficiosa intervención de una persona
potente y hasta omnipotente. Hay, por ello, un salvador mítico. Para
STIERLIN tal salvador mítico puede tomar forma en un pariente o un amigo
rico, fuerte y capaz de socorrer, del que se espera sea capaz de conducir
al "paraíso" y librar de fatigas y conflictos a todos los que sufren por una
circunstancia determinada. Afirma él que también puede quedar adornado
de tal carácter el mismo terapeuta de la familia en cuanto que se espera
que proporcione todo aquello deseado. Del terapeuta se percibe la efusión
de cierto carisma, aspecto que se refuerza toda vez que los breves y
Manual de Orientación y Terapia Familiar 397
de cierto carisma, aspecto que se refuerza toda vez que los breves y
espaciados contactos impiden la aparición de desilusiones que serían, por
otra parte, inevitables.
En tales mitos de salvación y protección, como sucede con los de armonía,
fa verdadera historia de la familia queda deformada.
Tipos de mitos
Entre todos los posibles mitos que aparecen en la experiencia clínica con la
familia parece oportuno señalar algunos que por su frecuencia es necesario
tener muy presentes. Con ello no se pretende cerrar las posibilidades de
aparición de otros. Pero, tal vez, muchos mitos parciales puedan quedar
reducidos a alguno de los siguientes:
a) El mito de la unidad familiar
b) El mito de la felicidad material
c) El mito de la normalidad
d) El mito de la IIcapacidad para "
e) El mito de "a quien se parece "
f) El mito de "de quien ha heredado..."
Veamos cada uno de ellos por separado
• ttSiempre hemos sido una familia muy unida hasta que.. : t, y aquí empieza
fa descripción más o menos detallada de lo que ahora, en su creencia,
puede ser una amenaza para esa unidad tan querida y estimada por todos
los miembros del sistema.
• "Siempre hemos estado de acuerdo en todo", hasta que la aparición de la
conducta del miembro señalado como paciente ha empezado a presentar
ciertas grietas en esa especia de t1 unidad monolítica t• que en opinión de
alguno de los miembros ha llegado a ser hasta un motivo de envidia para
familiares y amigos del propio contexto
• t1Estamos de acuerdo todos, menos... (P.O.)t1
Una vez formulada esta unidad hay que entrar en su análisis interno
preguntando, como ha de ser la norma terapeútica más eficiente, si todos
están de acuerdo con esa visión del contexto familiar respecto a este valor
expuesto. Hay que estar muy atento a lo que cada cual diga, toda vez que
398 José Antonio Ríos González
• Por otro lado se acepta una realidad percibida como amenazante de esa
IInormalidadll, pero se minimiza como consecuencia de la presión del
mismo mito:
- IISiempre hemos sido... pero a pesar de todo seguimos manteniendo
bastante normalidad ll .
- IINunca reñimos, y aunque ahora...enseguida recuperamos la normali-
dad ll .
- IINunca nos enfadamos, y aunque de una temporada hacia acá... ,
inmediatamente volvemos a ser normales ll ...
Una forma peculiar de este mito aparece cuando la familia, una vez dados
los primeros pasos para buscar ayuda o apoyo, ve que lo que les afecta
402 José Antonio Ríos González
***
Este mito, sin embargo, presenta una faceta que no quiero pasar por alto:
la manifestación de un auténtico nivel de potencialidades terapéuticas no
utilizado en toda su plenitud. Con otras palabras: habrá que saber distinguir
cuándo la familia utiliza el mito para defenderse con él y cuándo, por el
contrario, empieza a sacar recursos de sus propias capacidades curativas.
La razón de esta distinción radica en algo que es muy importante cuando
se trabaja con familias, tal y como es el hecho de hacerlas despertar hacia
la utilización de sus propias capacidades terapéuticas.
Desde una perspectiva personal dejo a la familia que decida por sí misma
cuándo ha de volver a una sesión una vez iniciado un proceso de cambio
en la estructura y en la dinámica del funcionamiento de sus interacciones.
Parto de la idea de que hay que devolver cuanto antes la capacidad
terapéutica a la familia en conflicto. Unas veces porque, en verdad, posee
tal capacidad, aunque ésta esté bloqueada y paralizada; otras porque es
preciso reestructurar el uso de las partes más sanas del sistema, aunque
ello conlleve una tarea de aceptación de lo que conservan como más
saludable y el reconocimiento consciente de aquellas zonas o áreas del
comportamiento intrasistémico que han quedado amenazadas y hasta
deterioradas en muchas ocasiones.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 403
Resulta, por tanto, útil el manejo del limito de la capacidad para... II . El arte
del terapeuta o del asesor y orientador familiar está en saber sacar partido
positivo de la creencia que tiene la familia en sus propias virtualidades. Un
buen uso del pensamiento mágico y hasta omnipotente de que II se es
capaz ll constituye un instrumento terapéutico que en los modelos clásicos
se paraliza y aniquila.
Tal vez en esa creencia de IIser capaz ll se encierre un filón que es preciso
recuperar para la eficacia de muchas terapias. Al menos aminora la
duración de las mismas porque el desafío que puede provocarse con tal
creencia se transforma en motivación de esfuerzos que de otro modo
quedarían en el terreno de lo puramente planeado.
e) 'El mito de"a quien se parece... ". Es una forma secundaria del manejo de
los poderes que pretende conservar cada uno de los S.F.O. de los proge-
nitores de un caso en observación. Con él se intenta dar cuenta y razón
del por qué de un determinado comportamiento. Más que a los parecidos
físicos se refiere a la explicación, modos de ser, aptitudes o cualidades
más o menos elogiables por parte del contexto familiar.
f) El mito de ude quien ha heredado... ". Si en todos los mitos hay una actitud
básica de no cambiarlos, en éste la intención de mantener el status qua es
mucho más clara. Y en él se ofrece un peligro que no es tan manifiesto en
los otros: el de arrastrar al experto hasta las simas del propio mito. Lo que
es el paciente designado es algo contra lo que no hay nada que hacer
IIporque es heredado ll ; no se trata de una conducta derivada de factores
ambientales o de contexto, sino que el problema es fruto de un juego en el
que lo hereditario tiene el gran peso específico de ser la única raíz y causa
del mal. El mito queda, pues, reforzado, y lo que hay en verdad es un
enfermo.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 405
No quiero terminar este epígrafe sin aludir a lo valioso que resulta para el
trabajo de descubrimiento de mitos la utilización de cuanto se deriva del perfecto
conocimiento de los SS.FF.O. (sistemas familiares de origen) ya que todo mito
tiene una larga historia. Como afirma el mismo STIERLIN, puede decirse que
los mitos son como esas vallas publicitarias que se elevan en algunos barrios
de las grandes ciudades para ocultar chabolas o ghetos vergonzantes. Al tiempo
que distraen la atención de los extraños, y hasta los divierten, logran algo más
Manual de Orientación y Terapia Familiar 407
ya que con ello se desvela que antes de afrontar la solución de cuanto les trae
a la consulta hay otros puntos importantes que resolver.
La relación de cuanto existe entre síntomas existentes en la familia y necesidad
de ocultarlos para sólo fijar la atención en el que ellos muestran como proble-
ma-eje, tiene bastante que ver con lo expuesto acerca de los mitos. Hay
síntomas-mitos que actúan negativamente sobre el P.O., mientras que hay otros
vistos como mitos-favorables a favor de otro u otros miembros intocables que
el terapeuta debe desafiar. La manera directa de actuar se traduce en interven-
ciones en las que haga ver que lo que exponen no es lo fundamental. "Con ese
problema -suelo decir a las familias- tratan de ocultar la conducta de N.N. que
es más preocupante que lo que están diciendo". O también: "Vdes. son una
familia en la que hablan mucho del problema de X. para no abordar cuanto
plantea el síntoma T. de M.".
Puede verse, por todo ello, que lo que hay que plantear aquí es una verdadera
estrategia de desvío: que fijen la atención en algo más importante que se está
desplazando y hasta negando. Sólo así el síntoma propuesto adquiere la
verdadera naturaleza de "defensa" de algo que es más molesto tocar. En el
fondo es una estrategia para buscar, por parte de la familia, un cambio-1", sin
I
• Hiperprotección represiva
• Hiperprotección indulgente
• Insuficiente, frustrante y traumatizante
410 José Antonio Ríos González
Cada una de ellas parece tener una relación más directa con algún tipo de
problema que precisa la intervención del experto, remitiéndome a los lugares
citados para ver de qué modo se presentan en la problemática de niños y
adolescentes.
De los datos manejados puede concluirse que la actitud que se encuentra en
un mayor número de casos consultados es la descrita como II rígida y perfeccio-
nista ll (800/0 de los casos), seguida de la presencia de una IItensión familiar
ne.gativa ll (550/0) y de la lIinsuficiente, frustrante y traumatizante ll (450/0)
La hiperprotección represiva abunda más en las familias que acuden por
problemas de lI apatía ll del sujeto (42%) e lIinadaptación ll (36%)
La hiperprotección indulgente se encuentra con mayor frecuencia en los
problemas de lIinadaptación ll (42%) y IIfracaso escolarll (36%)
La rigidez que origina un estilo educativo perfeccionista y exigente de muy altos
ll
porcentajes en casi todos los problemas analizados: lIinadaptación (780/0),
IIfracaso escolarll (720/0), lIagresividadll (71 %), lIinestabilidad (65%) seguidos de
ll
Hiperprotección represiva 1 5 6 15
Hiperprotección indulgente 5 11 16 41
Insuficiente 4 4 10
Frustrante, traumatizante 1 1 3
Inestable 2 2 4 10
Incoherente 1 1 2 5
Ambivalente 2 3 5 13
Rígida 8 4 12 31
Perfeccionista 3 4 7 18
Exigente 11 9 20 51
Tensión familiar negativa 2 4 6 15
el sentido expuesto. Es por ello por lo que me atrevo a afirmar que vale más una
actitud exigente en ambos progenitores, aunque desencadene mecanismos no
muy sanos, que una ambivalencia por la discrepancia materno-paterna ante los
hijos.
He ahí, por tanto, un objetivo importante que rara vez no hay que trabajar en
el proceso terapeútico de las familias que acuden a nuestra consulta.
8 Autoridad predominante
Al explorar este aspecto puede servir de guía y pauta cuanto se ha expuesto
en el capítulo 111 al hablar de la autoridad, ya que todo aquello resulta válido para
el establecimiento de unos criterios que permitan delimitar convenientemente el
equilibrado ejercicio de la misma. Destacaría aquí lo útil que resulta ver cuál es
el tipo predominante entre las distintas modalidades de autoridad que se ejercen
en el interior de un sistema familiar, ya que, como sucede en el caso de las
actitudes educativas, cuanto más cercano sea el modelo adoptado por padre y
madre, mejores serán los efectos positivos de la misma. Cuanto se dijo allí
acerca de la estabilidad/inestabilidad del autoritarismo, así como sobre el
hiperproteccionismo y la independencia creadora, tiene aquí su aplicación
práctica e inmediata.
Esta valoración permite introducir un factor discriminante en el conocimiento
de los mecanismos que interactúan en la relación padres-hijos en un tema cuya
realización tiene vigencia diaria en cualquier familia.
9. Disciplina predominante
También se ha expuesto en el capítulo 111 todo el contenido teórico de ejercicio
de la disciplina como prolongación del ejercicio real de la autoridad familiar. La
valoración de este punto encierra actualmente un gran valorporcuanto suponga
I
el establecimiento de modelos de disciplina que lleven implícito el deseo parental
de ofrecer un esquema de referencias y valores que no aceptan de buen grado
los hijos actuales. Los tipos que ha ofrecido S. ORlO (1969) Y descritos en el
lugar citado permiten cincunscribir con bastante exactitud cualquier esquema
de comportamientos adoptados en este aspecto. Es difícil, sin embargo, decir
cuál de estos tipos es más frecuente en las familias disfuncionales que acuden
a la consulta. Aunque no poseo datos elaborados en este sentido, me inclino
por afirmar que en la mayoría de conflictos familiares prevalece la denominada
"rígida-severa" o aquélla que se excede en correcciones, prohibiciones y
castigos. Es alarmante ver la escasa frecuencia de interacciones estimulantes
Manual de Orientación y Terapia Familiar 413
entre padres e hijos, mientras que sorprende ver cómo la mayoría de los padres
que piden ayuda tienen perfectamente estructurado un tipo de relación en el que
los mensajes están cuajados de limitaciones, correcciones, prohibiciones y
castigos. Aún más: el envío de tales mensajes lo realizan algunos padres en un
contexto relacional en el que al escuchar la forma verbal que adoptan da la
impresión que se dirigen a un hijo de mayor edad de la que tiene realmente. La
saturación de contenidos que entrarían a forma parte de lo que he denominado
adultismo (RIOS GONZALEZ, 1972b) es evidente en tales situaciones. El
análisis detenido de secuencias de este tipo, tal y como aparecen en el interior
de las sesiones de Terapia Familiar, constituye un dato en cuya profundización
puede encontrarse la explicación de por qué un niño o un adolescente se
comportan de un modo disfuncional.
En el capítulo 111 se indicaron algunas pautas de actuación que pueden tener
aquí su lugar oportuno, ya que la comprobación de si se realizaron o no en el
S.F.O. de los progenitores de P.D. ofrecerá un camino sobre el que asentar las
hipótesis causales de un comportamiento sometido a consulta y tratamiento.
do. El clan dicta sus reglas y la madre a la que consideramos patológica o poco
afectiva o afectiva en exceso, muchas veces lo que hace es recoger esas pautas
secretas, esas consignas, esas II misiones que le ha dictado el clan. No está
ll
ll
del tejido social (ROF CARBALLO, 1980).
De este modo se construye una tupida red de fidelidades que se remontan a
generaciones anteriores y que no siempre resulta fácil desmontar.
Siempre que se trabaja con una familia se aprecia la fuerte resistencia a
modificar las dependencias que se han establecido con valores del pasado
familiar. En las generaciones adultas, representadas en nuestro caso por los
padres que traen un hijo a la consulta, esta dependencia no siempre es patente,
416 José Antonio Ríos González
pero existe. Como afirma ROF CARBALLO esto está IIdisimulado y para ll
descubrir el juego no hay más solución que abordar el análisis de los valores
dominantes, los mitos fundamentales, los factores desencadenantes de cismas,
aspectos que se han expuesto anteriormente. No es menos la casuística
acumulada en los años de trabajo, fidelidades ocultas al clan o tribu, al padre,
a la madre. En cada caso adoptan formas diferentes, ya que el juego interactivo
de sus componentes no obedece siempre a idénticas motivaciones.
- En las fidelidades al clan y a la tribu tienen una gran fuerza las presiones
ejercidas por el deseo de mantener inmutables las reglas que han presidido las
interacciones del sistema familiar en que ha crecido quien desea conservarlas.
Es llamativo el ver cómo algunos adultos quieren que los propios hijos, madu-
rados en un contexto sociocultural muy diverso al que ellos tuvieron en edades
similares, repitan lo que ellos vivieron cuando eran niños o jóvenes. La lucha
interna de la familia se hace aquí muy dura porque el mecanismo que aparece
de manera inevitable es la escalada de ver quién gana y quién domina. Un
análisis sereno de tales actitudes puede abrir una brecha para empezar a ser
más flexible ante la realidad que viven los hijos y que, por ello mismo, arrastra
con igual fuerza a los adultos.
La dificultad práctica de modificar esta fidelidad cuando es fuertemente escle-
rótica y paralizante, reside en que se explica tal actitud mediante fuertes
racionalizaciones que la presentan como lógica, coherente y normal. Hay que
decir que, en verdad, tienen una parte así, pero que no todo se explica mediante
tal fachada porque en el fondo se oculta un miedo a iniciar un cambio, un temor
a perder lo que ofrecía seguridad, un sentimiento de ansiedad ante lo que puede
deparar un futuro que no se conoce sin tales apoyos y que siempre está cargado
de incógnitas.
Estas fidelidades al clan y a la tribu se encuadran dentro de la ya citada
psico-historia de cada región. Su forma más frecuente es la de reglas estructu-
radas a las que se someten las personas pertenecientes a un mismo grupo
humano con características idénticas y dependientes de troncos comunes. La
consecuencia práctica de ello se traduce en inmovilismos que aparecen como
modelos encorsetados e incapaces de plantearse la menor posibilidad de
modificación interna. Otras veces se aprecian tras tradiciones inamovibles ante
ll
la evidencia de necesitar un cambio. IIEn mi casa siempre se obró así en mi , lI
familia ante tales situaciones se actuaba de tal modo son frases que repiten
ll
,
algunos padres a sus hijos. Romper la línea tribal sería traicionar algo muy
profundo. Y ante tal posibilidad, nada se cambia.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 417
Portado ello puede decirse que las fidelidades ocultas son una lucha defensiva
contra el destino personal, lucha que se expande en aspiraciones que pueden
sintetizarse en los siguientes puntos:
• Ser un fiel cumplidor de sus ideas, proyectos, metas, ilusiones. Los niveles
de aspiraciones paternas que se introyectan en estos casos se convierten
en pesado fardo para las posibilidades reales y limitadas de muchos hijos.
• Ser un albacea testamentario de las voluntades paternas, aunque en la
realidad éstas estén muy lejos de lo que en realidad han querido o deseado
los propios padres.
En todas estas situaciones los hijos "oyen" las voces exigentes de los padres
y el sometimiento a ella y sus consecuencias se convierte en una verdadera
esclavitud.
Lo que encierra cualquier "fidelidad oculta" es enormemente profundo, y
CREMERIUS, al hablar de Felipe 11, hace ver cómo éste, para muchos de sus
contemporáneos, sólo fué el continuador obediente y fiel de lo iniciado por el
padre, el cumplidor de sus ideas, un mero albacea testamentario (1971, p.187),
todo lo cual termina por convertirse en un mecanismo de defensa ante el odio
reprimido, afirma él. El hijo sano quisiera romper ligaduras, eliminar vinculacio-
nes que ya son innecesarias, pero todo eso supone ser "malo" por un mal
enfoque del hecho de IIser fiel". Lo que el ser fiel quiere salvar a toda costa es
no sentirse mal y lo que exteriormente aparece como IIreacción de amor,
obediencia y admiración" no deja de ser una verdadera mascarada: con ello el
yo" se protege contra la angustia de sentirse culpable al no seguir los pasos
lI
del padre.
Esto explica que en la consulta encontremos personalidades con fijaciones a
tales fidelidades y que, ni en la expansión vital, ni en el modo de llevar un negocio
o dirigir una empresa, ni en la reorganización de los aspectos burocráticos de
una contabilidad o en el modo de vivir una jornada libre o distribuir las horas
libres de un domingo, se vaya contra el modelo paterno. En todo, aun en cosas
aparentemente mínimas, está sobrevolando la imagen paterna; una imagen
paterna Iimitante, restrictiva, bloqueante de las mejores capacidades del hijo y
de las más creadoras ideas de renovación personal y profesional.
En el sistema familiar de origen de muchos adultos que veo en la consulta,
sigue dominando el esquema derivado de muchas de estas fidelidades. Y las
consec~_e~cias cristalizan en los conflictos que vive el paciente designado que
me traen. Creo, por ello, que es verdad cuanto CREMERIUS encierra en su
afirmación: "en el interior todo se ve fosilizado. bajo el eterno círculo de la
repetición de lo pasado y de conservación de lo viejo" (I.c., p. 212). Así, el S.F.O.
es una pieza de museo, pero nunca puede llegar a ser un mecanismo de
progreso y evolución hacia adelante.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 419
Los ciclos vitales de la familia ofrecen fenómenos semejantes a los que tienen
lugar en el interior de la evolución personal de un individuo: hay procesos de
diferenciación que toman formas muy concretas en las fases de síntesis de
procesos anteriores.
En el orden individual, y una vez atravesados los inevitables procesos de
"identificación" con figuras significativas, aparece la gran síntesis integradora
que recibe el nombre de "identidad" y tan central en la maduración del individuo
como ha demostrado en amplios estudios ERIKSON (1968).
En el orden que se refiere al sistema familiar podemos apreciar un camino
paralelo:
los dos miembros de la pareja parental que vemos en la consulta. Al final, como
veremos más adelante, el resultado final de tal selección va a ser, o debiera ser
al menos, lo que constituirá una parte del modelo que estructura el S.F.C. por
esas personas que integran la pareja.
La casuística derivada de este proceso es muy amplia y no es necesario
detenerse en su descripción, pues lo importante es saber qué hay oculto tras el
proceso descrito, aunque las particularidades con que aparece sean múltiples.
y costOSO. Aún más: parece bastante claro que ante los mitos incorporados al
esquema de vida de un sujeto no cabe el rechazo porque ello supondría una
labor de desenmascaramiento para la que el individuo se siente incapacitado.
No hay que olvidar que II rechazarll un limito familiar ll es convertirse en disidente
del sistema que lo ha creado y potenciado. Y esto es algo que resulta muy
costoso. Lo que en otros temas puede ser un rechazo, va a convertirse aquí en
una verdadera destrucción, ya que sólo con la destrucción puede llegar a
desaparecer el mito. Esta es la razón por la que la mayor parte de las veces sea
inútil un abordaje directo de los mitos. MARA SELVINI PALAZZOLI (1971) habla
de una estrategia basada en la prescripción de rituales, ya que sólo una táctica
de verdadero II rodeo ll , en la que el ataque aparezca encubierto y como inadver-
tido, es eficaz en este tema.
Personalmente opino que el rechazo del mito sólo será posible cuando el que
lo padece sea consciente de qué existe tras la trivialidad de los clichés y las
denominadas rutinas familiares que, por otra parte, aparecen como verdades
indiscutibles que desencadenan acuerdos automáticos. Y al mismo tiempo
sucede que la familia que busca ayuda y pide apoyo lo hace a base de plantear
de manera implícita su deseo de cambiar, pero sin que estas costumbres y
hábitos sufran modificaciones. Tales IIcostumbresll y IIhábitos ll son los mitos
resistentes a cualquier intento de cambio.
Los expertos en el tema ven en el ataque frontal del II mito ll el final de muchas
terapias. No porque hayan conseguido sus fines, sino porque la familia rompe
el vínculo terapéutico antes de aceptar la posibilidad del cambio. La cautela en
este aspecto nunca será excesiva.
La mejor actitud es su aceptación consciente. Desde esa plataforma podrá
intentarse su modificación, su flexibilización. Para que de este modo una parte
aceptada del mito pueda modificar la parte menos sana del mismo, la que impide
el progreso hacia formas más coherentes de conducta familiar.
Fácilmente se ve cómo los miedos s·e entrelazan con los mitos, hasta tal punto
que éstos se contemplan como las únicas defensas para estar más a salvo de
los ataques de aquéllos. Mitos y miedos hacen más tupida la red de las
interacciones y el rechazo de los miedos incorporados desde el S.F.O. hay que
hacerlo a la par que se desentrañan los mitos que han crecido paralelamente
como murallones que pudieran frenar la invasión de tantos temores.
El rechazo de miedos ha de realizarse antes que puedan ser transmitidos a
los hijos, y cada pareja ha de afrontar los que trae a la nueva familia (S.F.C)
para impedir que se entrecrucen hasta hacer tupida la red que aprisione a los
propios hijos del nuevo sistema familiar.
\ Desenmascarar miedos de uno y otro tipo es imprescindible cuando nos
encontremos en la consulta con comportamientos caracterizados por la timidez,
la inseguridad, la labilidad física y emocional, así como en todos los cuadros
sintomáticos en que hagan aparición trastornos psicosomáticos que son la
traducción inevitable del temor a la enfermedad y la inminente muerte. La
objetivación de las raíces de tales miedos es imprescindible porque a lo vivido
como amenaza y sentido a través del lenguaje somatizado del síntoma no cabe
más arma que lo objetivo. Conviene no olvidar que lo que más daña a estos
sujetos no es lo real y palpable, sino lo vivido en su propia fantasía. Y la lucha
contra tales elaboraciones e ideaciones fantasmáticas es ardua, aunque llena
de satisfacciones cuando se objetiva con la fuerza que hace desaparecer el
mismo síntoma.
riores. La razón de este efecto se basa en que tales rechazos constituyen una
raíz de mecanismos de proyección que infiltran muchas de las relaciones
afectivas y emocionales que se establecen en la vida posterior.
Los rechazos van a proyectarse en imágenes que se identificarán con perso-
nas del nuevo sistema de vida. Las coaliciones y alianzas aceptadas van a
suponer un refuerzo y un apoyo para mecanismos de identificación que pueden
resultar beneficiosos para el progreso personal del miembro que las acepte
como factores de refuerzo para los proyectos de vida de cara al futuro.
Como se ha apuntado en otro lugar hay coaliciones en forma de triangulación
que al ser reforzadas no resultan beneficiosas, pero de ellas se ha hablado con
amplitud en su lugar. Baste señalarlas aquí como una modalidad de un tipo de
alianza o coalición que iría en contra de los beneficios positivos que se acaban
de indicar más arriba. La no aparición de rechazo en estos tipos reforzaría, en
efecto, su naturaleza regresiva o cargada de componentes de fijación que es
preciso no olvidar.
***
Manual de Orientación y Terapia Familiar 427
Estas dos formulaciones no son una pura disquisición teórica, sino una realidad
palpable en cada consulta. He visto parejas que han llegado a romper el vínculo
establecido por caminos jurídicos o canónicos sin haber estado, en verdad,
IIcasadosll en el sentido que hablo aquí. Y he visto algunas parejas que han roto
más de una vez los vínculos que establecían, sin ser conscientes de que en
ninguna de las situaciones vividas habían establecido un verdadero compromiso
al nivel de IIsentirse marido/compañero" o "sentirse esposa/compañera ll . Se
rompía algo que, en verdad, no llegó a existir nunca.
Es sorprendente poder observar cómo hay parejas que pasan inmediatamente
de lo que pudieramos denominar II ser libre a nivel de sistema conyugal" a lo que
puede definirse como estar vinculado a un sistema conyugal ll , mientras que
lI
lo expuesto al hablar del S.F.O. y la actitud que se toma ante el respectivo que
se trae a la nueva familia constituida, hay que afirmar aquí que en el S.F.C.
deben estar presentes, co~o mínimo, los temas de la "fertilidad ll , "sexualidad",
"comunicación", 11 relación afectiva", así como los más amplios de la Ilpaternidad ll
y IImaternidad ll con sus implicaciones emocionales, psicológicas y educativas a
las que se pretende aportar algo con el contenido general de esta obra.
La formación del S.F.C. no puede someterse al reduccionismo de circunscribir
la temática esencial de los que puede entenderse como éxito de pareja, a los
niveles de la relación sexual en el interior de la misma, sino que hay necesidad
urgente de abrir mucho más el ángulo de visión. Lo sexual mal planteado en el
S.F.C. es un puro síntoma de otros planteamientos inadecuados, pero que no
siempre se ve así y explica la confusión que reina en la búsqueda de salidas a
situaciones de pareja, por limitar la contemplación de la realidad que se vive en
todos los niveles.
El S.F.C. por tanto, va a surgir como consecuencia de un acuerdo entre los
cónyuges, acuerdo que ha de ser lo más explícito posible por cuanto en él van
a tener una gran fuerza la presencia y la formulación de reglas de comporta-
miento que van a diferenciarse de las anteriormente vividas.
Pero habría que añadir algo que es importante para mejor captar su verdadera
naturaleza: tal S.F.C., así como la IIbondad ll o no de sus reglas y sus nuevos
modos de interacción, no dependen del grado de patología o salud de los
cónyuges. Una vez más hay que destacar la idea de que aunque ambos sean
personas muy equilibradas puede surgir un tipo de interacción inadecuado, así
como de la presencia más o menos intensa de ciertos modelos desajustados
de comportamiento en cualquiera de los cónyuges, puede surgir un tipo de
relación y, por tanto, un tipo de S.F.C. con un nivel de salud aceptable y capaz
de desencadenar progreso y enriquecimiento para sus miembros.
Lo importante está, por tanto, en el tipo de interacción que se establece,
vertiente que es muy tenida en cuenta cuando se trata de describir la estructura
dinámica de la familia que hay que atender y orientar.
***
v C. v P. M D1. M Dh.
A. SALUD
B. ECONOMIA
C. VIDA SOCIAL
D. VIDA CULTURAL
E. VIDA RELIGIOSA
F. PROFESION
G. AFECTIVIDAD
H. SEXUALIDAD
Las áreas que se señalan en esta ficha no son las únicas que pueden valorarse,
sino aquéllas que en mi experiencia aparecen con mayor frecuencia al intentar
medir cómo se constituye el S.F.C. Se indican 8 áreas: salud, economía, vida
social, vida cultural, vida religiosa, profesión, afectividad y sexualidad. Con ello
se busca abrir un camino mucho más amplio de aspectos deteriorados en la
relación de pareja, al tiempo que se ofrece un abanico de opciones entre los
que siempre es posible encontrar algún nivel menos dañado, y en el que sea
posible apoyar un esquema de trabajo de saneamiento o terapia cuando los
conflictos lo requieren. Aún las familias que vienen con un planteamiento
excesivamente limitado y corto, pueden ver que la vida es mucho más rica que
aquello que se ha convertido en fuente de sufrimiento y desazón.
La razón de distinguir en las áreas dañadas un aspecto destructivo y otro
deshumanizante está en que no es idéntico el daño producido por una u otra
causa. Hay aspectos destructivos de la relación que no se viven como deshu-
manizantes para el otro miembro de la pareja. Así, por ejemplo, algunos vínculos
432 José Antonio Ríos González
ll
rico en sugerencias y posibilidades. Uno y otro cónyuge han de saber para qué11
les vale el nuevo S.F. que han creado,toda vez que el mantenimiento de
IIprestigiosll, como la pérdida de los mismos, puede ser la raíz de conflictos que
influyan en los hijos como una pura y simple derivación de sentimientos de
inadecuación o insatisfacción por frustraciones no siempre detectadas.
En la ficha adjunta aparece para cada situación una doble casilla para consig-
nar lo relativo al varón (v) o a la mujer (h).
ESQUEMA 2 - EL S.F.C.
Afeas en que cada cual es... *
Mas Menos
v h v h
COMPETENTE - _ COMPETENTE
VALIOSO VALIOSO
QUERIDO QUERIDO
CAPAZ CAPAZ
*Utilizarlasáreasindicadasen S.F.C. (1)
Manual de Orientación y Terapia Familiar 433
en las que pueda realizar lo que de manera más o menos consciente ha buscado
siempre que se planteaba la posibilidad de una vida familiar propia.
Aún más: tratará igualmente que el otro cónyuge, y los hijos cuando vengan,
ll
se adecúen a ese modelo que tiene lIin mente •
Es así como de ninguna manera puede darse por acabada la tarea de seguir
manteniendo vinculaciones con lo que ha constituido la plataforma básica de
origen. Y por ello, precisamente, cada cual seguirá trabajando por la conquista
de un modelo definitivo de pareja o de familia que, tal vez, nunca llegará a
consolidarse.
***
***
nunca se han formulado en voz alta las preguntas que pueden servir de
iluminación para lo que está moviéndolas en los niveles profundos de la
interacción. MINUCHIN afirma que muchas parejas se han dicho linos casamos",
"será magnífico", pero nunca se han planteado otras cuestiones claves, tales
como "10 que yo quiero y espero de tí como esposol. y "10 que yo quiero y espero
de tí como esposa", al igual que en el juego interno de la familia muy pocas
veces salen preguntas como las siguientes: "10 que yo espero de tí como padre
o como madre", "10 que yo espero de tí como hijo", .....como hermano", "...como
ll
madre •••
En los trabajos de orientación y terapia familiar hay que utilizar este conjunto
de realidades porque en ellas se encierran las claves de comportamientos que
precisan ayuda. Mientras no se entre en la hondura de tal mecánica, se dejarán
muy fuera de las técnicas de reestructuración elementos que son clave para
conseguir un progreso y una línea de comportamiento que sea sana y eficaz
para el sistema.
En el problema planteado a partir del P.D. tienen un influjo importante estos
elementos derivados del S.F.C. y los que lógicamente van a actuar desde el
momento que los padres estructuran su propio nivel de S.F.O/O. Hay, por tanto,
que trabajar con todos ellos a la hora de analizar lo que está aconteciendo en
la vida de todo el sistema.
La habilidad del orientador o del terapeuta está en saber manejar todos estos
materiales, para conseguir una mejor profundización de las verdaderas causas
ll
que explican lo que está sucediendo en este momento concreto que no es
lI ,
más que la secuencia de una larga película cuyo desarrollo se inició muchísimo
tiempo antes, y cuyo fin no puede concebirse si no es teniendo en cuenta el
orden relacional de todas las secuencias que nos sea dado observar y desme-
nuzar.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 437
APENDICE 1
hecho y puedo garantizar que permite ver, desde otra óptica, aspectos que el
modelo psicoanalítico no llega a abordar. Ver, desde la perspectiva sistémica,
lo que cada cual ha vivido desde sus raices, resulta aleccionador e i1uminante.
Por ello hay que decir que resulta útil, aunque también hay que afirmar que no
es suficiente si no se entra en sí mismo" a través de otras técnicas.
lI
438 José Antonio Ríos González
***
CAPITULO VI
TIPOS DE FAMILIA
Como no hay modelos únicos de familia, tampoco hay un único tipo de familia.
El juego dinámico es aquí más complejo y variado. En cada familia van a confluir
varios tipos, según la perspectiva que se adopte para su contemplación.
Pueden intentarse algunas clasificaciones que faciliten tanto el trabajo de
diagnóstico y observación como el más complicado de orientación, asesora-
miento o terapia de cada tipo de familia.
Manteniendo un criterio operativo para mejor comprensión de cuanto intento
decir, prefiero establecer el siguiente cuadro de clasificación de posibles tipos
de familia, advirtiendo que soy plenamente consciente de que pueden adoptarse
otros muchos y que aquí, por supuesto, no quedan agotadas ni las posibilidades
reales ni las opciones posibles.
Se trata, simplemente, de ofrecer un cuadro de referencias sobre el que
mostrar la gama de posibles tipos que aparecen en la consulta.
A. Por el grado de estabilidad, cohesión y progreso
1. Familias sintomáticas: 1.1. F. Neuróticas
1.2. F. Fóbicas
1.3. F. Obsesivas
1.4. F. Histéricas
1.5. F. Ansiosas
1.6. F. Anafectivas
2. Familias sanas
440 José Antonio Ríos González
La familia aparece ante el observador que trabaja con ella como un sistema
dinámico, abierto y progresivo. Pero ello requiere un cierto grado de estabilidad,
cohesión y progreso que facilite la permanente evolución de dicho sistema.
La estabilidad afecta a los modelos de interación, ya que sobre ella se
construye la posibilidad de una maduración de los miembros como individuali-
dades, estabilidad que, a su vez, hace posible la conquista de un nivel de
felicidad frente a la infelicidad que acosa a tantas familias en conflicto. La
estabilidad - en el sentido de la teoría del equilibrio óptimo de LENNARD y
BERNSTEIN (1969) facilita que haya más acuerdos que desacuerdos, que para
que el sistema familiar funcione bien es preciso que las respuestas dadas por
el mismo sean más que las preguntas, que la concordancia sea una garantia de
equilibrio y que tal estabilidad no pierda dinamismo a pesar de tener que
conservar ciertos niveles estáticos por ser fundamentales y necesitados para
una permanencia en niveles mínimos de pervivencia.
La cohesión para hacer posible la integración entre las necesidades del
sistema total y de los subsistemas y miembros que alberga éste. La cohesión
será una garantia de estabilidad y por ella se evitará la aparición de la lIintrusión
ll
ll
(LENNARD, 1969), las lIinterrupciones (RISKIN, FAUNCE, 1968) y la lIintromi-
ll
sión (MISHLER y WAXLER,1968).
El progreso abarca dos direcciones mínimas: por una parte el crecimiento y
desarrollo positivo de sus miembros como seres individualizados y, por otra, el
progreso de los miembros como partes de un subsistema (conyugal, parental o
fraternal).
Veamos ahora algunos de los tipos que aparecen a partir de estas tres notas.
1. Familias sintomáticas
En otro lugar (RIOS GONZALEZ, 1980a) la he definido como aquélla en la que
la comunicación se realiza mediante un lenguaje traducido en síntomas. No hay
mensajes verbales en la medida en que sería sano y deseable. Hay, por el
contrario, un auténtico juego manipulativo mediante la remoción de emociones
provocadas por la presentación de los síntomas creados y mantenidos tenaz-
mente.
Este tipo de familia puede denominarse tambien familia psicosomática (LU-
BAN-PLOZZA, 1977) y en tal sentido su comportamiento, como muy bien
describe este autor, no se debe a una particular o casi predestinada estructura
442 José Antonio Ríos González
A todo ello tengo que añadir algo que considero fundamental para entender
bien el concepto de familia sintomática y para revitalizar lo que es el comporta-
miento sintomático. El enfoque clásico se fijaría esencialmente en lo que más
ll
arriba se ha denominado radical neurotico En él se centraría todo el trabajo
11 •
***
Este tipo de familia tiene unas características que la diferencian con bastante
~Iaridad de las que pueden considerarse sanas en el sentido que luego se verá.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 443
Para mí, y sintetizando aquí lo que expuse en mi obra "El padre en la dinámica
personal del hijo" (1980), la familia sintomática ofrece todas o algunas de las
características siguientes:
a. Confusión de generaciones
b. Conflictos continuos
c. Escasa autonomía personal
d. Fuerte resistencia al cambio
Remitiéndome al lugar indicado para un mayor desarrollo de cada una de ellas,
resumo aquí lo que estimo fundamental en torno a cada una de ellas.
a. Confusion de generaciones
En tal familia resulta poco claro el reparto de comportamientos acordes con la
edad y el momento evolutivo de cada miembro. Algunos de ellos - cuando no
todos- ocupan un lugar que no les corresponde. No hay diferenciación de planos,
sino que el conjunto es como un conglomerado en el que no aparecen límites
claros. Esto origina múltiples formas: desde la situación en la que los padres
quieren que todos lo hijos sean iguales a ellos, con idéntica escala de valores,
con realizaciones prácticas idénticas a las del comportamiento adulto, hasta la
dificultad real de aceptar en cada hijo una peculiaridad de conducta derivada de
sus diferencias personales·y de la presión que el mismo contexto social impone
a un hijo niño, adolescente o joven.
En tal confusión juega su papel la falta de claridad en la determinación de lo
que antes se ha denominado "terreno físico" y "terreno emocional" en la
configuración del propio "mapa de la familia". Con otras palabras: no hay respeto
por un mínimo esquema en el que sea posible apoyar la diferenciación personal
de las generaciones adultas (padres y antepasados cercanos) y las generacio-
nes nuevas (hijos en cualquiera de sus ciclos vitales no adultos).
Esta confusión invade, como es obvio, todos los terrenos de la relación
estableciendo capas y más capas a modos de subsistemas confusos tal y como
las ha estudiado J. HALEY (1974).
Es así como vuelve a aparecer aquí, y desde esta perspectiva, la necesidad
de plantear el tema de la autonomía, la competencia personal y la atmósfera
que posibilite la conquista de la propia intimidad para que en todo ello se
encuentren las bases sobre las que apoyar una sana "cultura familiar" como
valor que garantice un nivel de salud que se ve amenazado por esta confusión
entre las generaciones.
444 José Antonio Ríos González
b. Conflictos continuos
***
1. La familia neurótica
Corresponde a este tipo de familia la caracterizada por una sobredotación de
ansiedad o angustia que permeabiliza la vida de relación de la misma.
Lo neurótico en la familia está en que la carga de ansiedad que se respira en
ella impide una adecuada realización de todo lo que constituye un elemento de
progreso y avance.
La multiplicidad de comportamientos neuróticos a nivel de grupo o sistema no
invalida que todas ellas tengan como elemento común y básico el de obstacu-
lizar el progreso. La neurosis familiar paraliza el crecimiento de sus miembros,
hasta tal punto que los trastornos relacionales impiden el buen desarrollo de los
miembros.
Esta paralización afecta con más intensidad a los miembros más jovenes, lo
que explica que la mayor parte de las consultas derivadas de este tipo de familia
tengan como motivo manifiesto algún trastorno en el comportamiento de alguno
de los miembros-niños o miembros-adolescentes de estos sistemas familiares.
Es aquí donde salta una vez más el interrogante de si los trastornos de estos
sujetos son alteraciones sistémicas que los cobijan.
Veamos, por ello, algunos tipos de familias neuróticas que aparecen en la
consulta.
448 José Antonio Ríos González
2. La familia fóbica
3. La familia obsesiva
4. La familia histérica
La relación intrasistémica es fundamentalmente manipulativa. El manejo de
las emociones, la utilización disfuncional de los estados de ánimo, sentimientos
y estados afectivos, constituye el elemento básico sobre el que se organizan y
estructuran todos los dinamismos de relación entre sus miembros.
A este tipo de familias se le ha dado tambien el nombre de Jlfamilia teatro Jl
(HORST-RICHTER, 1971) ya que el comportamiento que se observa parece
estar dictado escrupulosamente conforme a un guión previo, aunque a veces
no sea fácil descubrir quién organiza la acción y quién pone en movimiento a
los distintos elementos personales que se mueven ante el hipotético público.
Cada uno adopta un papel concreto cada vez que el manipulador pone en
marcha los mecanismos de teatralidad. A veces las cosas más simples se
dramatizan hasta límites increíbles y en la mayoría de las ocasiones a toda
ll
actuación corresponde un IIchantaje previo -aunque difuso y camuflado- que
es el que moviliza la acción de todo el sistema familiar.
No hay, por otra parte, comportamientos discretos y naturales. Todo viene
ll
adornado por lo extraordinario, por lo llamativo; cada acto se rodea de cierto
lI
nivel de teatralidad y el simple hecho de tener que tomar una aspirina, por
Manual de Orientación y Terapia Familiar 451
ll ll
peor quién esta peor quién sufre más lo que supone una serie
, II , II
ll
,
5. La familia ansiosa
MARTI-TUSQUETS (1980) la ha descrito como un tipo de familia dominada
por la angustia, la timidez, el miedo, la inseguridad y las fantasías en torno a los
temas del sexo, la agresividad, la violación y la muerte.
452 José Antonio Ríos González
En todo ello se adivina una mezcla de aspectos que hace muy difícil y
escasamente serena la vida de relación y la percepción de los otros.
Las características fundamentales que el mismo autor señala, son las siguien-
tes:
lugar una amenazante relación ~exual con el marido, aspecto que solamente
ll
era posible evitar mediante la preocupación que invadía a toda la familia ante
los terrores que el hijo padecía al temer la muerte.
El nivel de ansiedad constituye un componente básico que reactiva el funcio-
namiento de mecanismos que explican la aparición de síntomas más o menos
somatizados.
No hace falta insistir en la enorme fuerza controladora que ejerce la fantasía
de cuanto suponga miedos a lo violento, lo agresivo o lo destructivo. La
implicación de cada uno de estos temores con componentes radicados en la
sexualidad, puede dar una idea de lo complicado que resulta en muchas
ocasiones desentrañar y dar su verdadero sentido al lenguaje estructurado a
través del comportamiento sintomático que está en el fondo de todas las familias
neuróticas, sean de un tipo u otro.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 453
6. La familia anafectiva
marcar algunas ideas a modo de criterios orientadores sobre los que pueda
basarse la creacion de nuevos modos de actuación según la originalidad y
creatividad del experto que ha de trabajar en estos niveles.
Un primer aspecto que hay que destacar es que lo básico con cualquier familia
sintomática es iniciar un proceso de cambio en la interación sistémica, lo que
supone el planteamiento claro de una verdadera estrategia. Para ello pueden
ser útiles las ideas siguientes:
Con tales criterios ante la vista puede realizarse un acercamiento a este tipo
general de familia. Nunca insistiré bastante en afirmar que en manos del orienta-
dor o el terapeuta queda aún mucho para crear. Intentar tener fórmulas hechas
es mutilar una acción que, por su misma esencia, es eminentemente creadora.
2. Familias sanas
Por contraposición a la familia sintomática que se ha descrito, existe una familia
que puede considerarse suficientemente sana y progresiva.
La utilización del término sana plantea ya muchos problemas. Hablar así
II ll
• Una familia puede ser sana, aunque muy pocas -por no decir ninguna- lo
sea al cien por cien. Hay grados que son los que marcan el nivel de
capacidad o incapacidad que se ha indicado en el cuadro comparativo
anterior.
ll
• No es lo mismo IIfamilia no sanan que IIfamilia patológica por lo que ,
***
El tema del poder en la familia tiene una gran importancia por cuanto supone
la polarización en una figura que, siendo un miembro del sistema familiar,
ostenta un valor peculiar toda vez que en él se concentran ciertos mecanismos
que le permiten adquirir el relieve de figura especialmente significativa.
En varias ocasiones se ha insistido en el tema del poderll y en otras se ha
II
1. La familia matrifocal
2. La familia patrifocal
En un tercer tipo:
3. Familia focalizada en otro miembro, aludiré a algunas figuras
específicas (abuelos, tíos, tías).
1. La familia matrifocal
Específicamente es el tipo de familia centrada en la figura materna. Más
ampliamente puede entenderse por tal la familia cuyo centro fundamental está
en una figura femenina adulta que no sea el miembro que vengo llamando
"miembro sintomático" o "paciente designado/l.
En el segundo modo de entender lo matrifocal/l hay que dar cabida a cualquier
/I
que en este segundo modo mantengo la opinión de que no es una ausencia real
(por muerte, lejanía, abandono, etc), sino lo que he denominado lIausencia
ll
virtual del padre y que consiste en una presencia real que no se ve correspon-
dida por una presencia moral y activa en los niveles de cercanía emocional con
el hijo, modelo de identificación, guía de pautas educativas o formadoras. Este
ll
tipo de "padre periférico coincidente con la madre dominante en el tipo matri-
focal ha sido encontrado en las investigaciones de FRAZIER (1939) y DAI
(1953).
PETTIGREN (1964) estima que el tipo de familia matrifocal es más frecuente
en las clases socioeconómicamente bajas y prevalente en familias de color
pertenecientes a este nivel social.
La motivación que da lugar al desarrollo de cuanto palpita en el fondo de la
dinámica de este tipo de familia puede expresarse con las palabras de ROHER
y EDMONDSON (1969) cuando afirman que estas mujeres lIaunque manifiestan
un verdadero afecto por sus niños, están claramente convencidas que todos los
varones deben convertirse, inexorable y deplorablemente, en hombres con
ll
todos los defectos de tal sexo (pag.161).
Manual de Orientación y Terapia Familiar 461
Es evidente que tal actitud básica tiene una influencia fuertemente presente
en otros aspectos que afectan al desarrollo personal de los miembros del
sistema. Así, por citar alguna repercusión, tal desprecio materno por la mascu-
linidad lleva a que el hijo varón evite comportamientos masculinos mientras no
establezca un contacto suficientemente rico con el ambiente de sus iguales.
Personalmente pienso que este tipo familiar afecta a la adecuada maduración
personal del hijo en todo lo relativo a la adquisición de una identidad que facilite
la maduración global del individuo, aunque en algunos casos esta influencia
menos positiva afecta de modo más claro al aspecto psicoafectivo y psicosexual
del proceso de identidad personal.
Las actitudes parentales más frecuentes en este tipo de familia se concentran
en torno a dos líneas fundamentales:
Por un lado la presencia constante de una fuerte hiperprotección materna; por
otro, la existencia de un padre ausente (TILLER 1958) Y una figura paterna
descrita como sumisa e ineficaz (LEVY, 1943).
TILLER ha encontrado el tipo de padre ausente en familias de marinos
noruegos cuyos hijos, comprendidos entre 8 y 9 años, estaban rodeados de un
ambiente más hiperprotector por parte de la madre que en otros grupos de
control. Lo que es claro por el tipo de ocupación laboral del marido, parece que
se repite en otros tipos de familias en las que el padre está, como se adelantó
anteriormente, virtualmente ausente de los aspectos nucleares de la formación
personal del hijo.
Un caso particular en el que es frecuente encontrar el modelo matrifocal es el
de las familias que tienen un hijo catalogado como enfermo crónico Esta
lI
ll
•
2. La familia patrifocal
***
los estudios de SCHUHAM (1970) han puesto de relieve cómo las familias
con hijos sanos son las que tienen como figura dominante la del padre, así como
aquéllas en las que las decisiones de éste eran mutuamente aceptadas por el
resto de miembros.
Idéntica conclusión ha sacado AlKIRE (1969) cuando descubre que el padre
domina frecuentemente en las familias de adolescentes normales, mientras que
la madre es la figura dominante en las que tienen hijos adolescentes perturba-
dos.
Otros autores (lEIGHTON, STOllAK y FERGUSON, 1971) han comparado
familias con hijos sanos y familias con hijos perturbados, deduciendo de sus
investigaciones que:
a) En general las familias sanas tienen un padre en posición dominante.
b) En las familias sanas el papel del padre es más aceptado por parte de los
otros miembros.
c) las familias alteradas, por el contrario, estaban dominadas por la madre,
aunque el resto de la familia se opusiese y se encontrase incómoda.
las fuentes de los datos no son independientes, dado que la relación padre-hijo
se ha valorado en muchos estudios a través de las respuestas del hijo y otras
veces a través de las descripciones que hace la madre. Parece importante -de
ahí que en mi práctica tienda a ello de manera clara y directa- que el padre
quede incluido en la recogida de datos, con su presencia real y física en la misma
entrevista o sesión de terapia familiar. BILLER pone de relieve que es necesario
llegar a una observación más directa de la interacción padre-hijo si se quiere
comprender mejor el impacto del padre sobre el desarrollo de la personalidad
del hijo.
Esta es la razón por la que cada vez creo más en la necesidad de ver a toda
la familia junta. Cuanto se observa y descubre en una sesión con todos los
miembros del sistema familiar no se logra obtener en muchas entrevistas,
coloquios, recogida de datos a través de cuestionarios, etc, tal y como se hace
en la metodología tradicional del trabajo de orientación y diagnóstico.
educativas, apareciendo el hecho de que son los abuelos quienes trazan las
líneas educativas en cuanto se relaciona con modelos de comportamiento,
esquemas de autoridad o moldes en los que se vierte el modo concreto de llevar
a cabo la disciplina.
Este tipo de familia encuentra grandes dificultades para poder desarrollar un
verdadero programa educativo acordado por los padres. Aunque éstos tuviesen
una idea clara de lo que conviene hacer con los hijos -cosa que no siempre
sucede así y cuya ausencia origina que los otros vayan apoderándose de un
mayor número de áreas en las que decidir y actuar- encontrarían el gran
obstáculo de verse continuamente invadidos por los esquemas preferidos por
abuelos o tíos.
466 José Antonio Ríos González
ll
taria cada una de las cuales ofrece un perfil propio que fuá descrito en aquel
,
lugar.
Aparte de lo dicho entonces, es conveniente ampliar algunas características
en cuanto que cada uno de estos tipos origina modos de comportamiento que
es necesario tener en cuenta. Veamos cada uno de ellos.
1. La familia "distante"
Da lugar a una verdadera y llamativa disgregación en cuanto que sus miembros
no tienden a unificar esfuerzos, unir intereses y potenciar capacidades latentes.
Las conductas, por otra parte, se hacen incompatibles, cayendo en una verda-
dera, aunque disimulada, competitividad que lejos de resultar eficiente y útil se
transforma en un factor de mayor dispersión y autodestructividad.
En tal familia se rompen los mecanismos de funcionamiento interno coherente
y con el intento y deseo de destruir tabúes y mitos familiares, quedan perfudi-
cadas otras muchas cosas esenciales para el progreso y la estabilidad.
Para mí la imagen gráfica de este tipo de familia sería la de IIfamilia-hotel en
ll
,
la que todos saben que tienen un lugar físico para vivir, pero en la que los
468 José Antonio Ríos González
2. La familia "simétrica"
ll
invalidez y soledad tal y como se ha expresado ROF CARBALLO (1972).
ll
Al mismo tiempo, tal tipo de familia intenta reforzar lo lIigual para mantener un
equilibrio que de la impresión externa de que todo está en orden y de que
cualquier peligro está perfectamente controlado. La presencia de unos valores
unidireccionales es una nota típica de tal familia. Hay, por decirlo con otras
palabras, una preponderancia práctica concretada en un objeto o valor primor-
dial que se intenta inculcar en todos los miembros por igual. A ello se une la
presencia de un único y central valor familiar (el dinero, la fama, el consumo, la
inteligencia, el éxito, la salud, lo religioso, lo político, el comer bien ... etc) y a él
se supedita todo, caiga quien caiga.
Las consecuencias de tal actitud han sido descritas en muchas ocasiones,
destacando cómo la aparición de trastornos en tales familias es una consecuen-
Manual de Orientación y Terapia Familiar 469
intenta poder imponer un mismo esquema a todos los miembros del sistema
familiar. En este tipo de comunicación, los padres actúan de forma directa en
la transmisión de mensaje, aspecto que puede ser positivo y enriquecedor, pero
la finalidad perseguida es que los hijos estén formados al máximo, que adquie-
ran el mayor y mejor número de conocimientos, que adopten actitudes respon-
sables en su formación, mientras que la máxima aspiración de tales padres es
que los hijos asciendan, eleven su nivel dentro de la sociedad y, como afirma
MARTI TUSQUETS (1989), lilas hijos, aquí, más que amados, son criados El ll
•
3. La familia "complementaria"
1. La familia restrictiva
ll ll
tado "anatema El sujeto no puede crear nada, en la expresión feliz de ROF
, •
CARBALLO, porque crear algo sería romper algo yeso se vive como una
amenaza de retirada de afecto.
Consecuencia de tales esquemas comportamentales es emprobrecer el hori-
zonte y crear el tipo que el mismo ROF ha denominado "pensamiento sin
ll
imaginación inteligencia sin imaginación. Su interpretación es que el grito del
,
Por todo ello no tengo inconveniente en denominar a este tipo de familia con
el término de IIlimitante ll . Es el sistema que organiza toda la vida intrasistémica
de modo limitante hablando, organizando y actuando en función de lo más
destructivo y hasta de lo más patológico.
Se repite aquí lo que en otro lugar se expuso como el sistema en el que cuando
los miembros actúan como totalidad "valen menos ll que lo que debiera ser la
suma total de sus componentes.
***
El orientador o terapeuta debe actuar aquí de modo que la familia pueda abrir
ampliamente el horizonte de sus planteamientos. Las estructuras de actuación
dentro del proceso terapéutico han de ser más amplias de lo que habitualmente
hace la familia aquí descrita. Modos concretos de realizar tal objetivo es, por
ejemplo, hacerles hablar de los aspectos sanos que vive la familia, planear algo
constructivo, ayudarles a descubrir algoll valorable en la totalidad del sistema
lI
2. La familia autista
3. La familia esquizofrenógena
***
476 José Antonio Ríos González
Si es interesante ver cuanto tiene lugar en el interior del sistema familiar total,
no es menos útil ver algunos aspectos de la dinámica relacional que se establece
entre el paciente designado como esquizofrénico y las figuras del subsistema
parental (padre y madre).
Partiendo de lo más general hacia lo más específico, puede verse, con LUTZ
(citado por KANNER, 1957) que las perturbaciones carenciales parentales
inciden en lo que él denomina "perturbaciones del contacto" y que para este
autor constituyen un elemento fundamental del síndrome de la esquizofrenia
infantil.
Para G. INGRASSIA (1966) un componente básico del mismo síndrome se
encuentra en la falta de calor materno y paterno que es fundamental para el
desarrollo psicobiológico infantil, juntamente con los otros síntomas (no adqui-
sición o pérdida de contacto objetivo con la realidad, aparición de un pensa-
miento autista, fenómenos de regresión y disociación).
BOSZORMENYI-NAGY y FRAMO (1965) destacan cómo los padres del
esquizofrénico tienen miedo a funcionar como individuos autónomos en relación
con el paciente, ya que actuar así significa para ellos la muerte del paciente. De
ahí se sigue que éste explote el terror de los padres, para obtener de ellos
gratificaciones infantiles en una relación eminentemente simbiótica y tan intensa
que impide la maduración del mismo, de donde la destructividad del esquizo-
frénico no es de tipo interpersonal, sino motivada por la necesidad de una
identificación sana, aunque muy primitiva (pág.484-487).
Los mismos autores indican que los padres de esquizofrénicos siguen vincu-
lados a las propias familias de origen, hasta tal punto que no forman parte
psicológicamente de la propia familia conyugal. En la misma línea están las
investigaciones de LIDT, CORNELISON, FLECK y TERRY (1957) que aportan
datos de 16 familias estudiadas a lo largo de varios años, afirmando que en
cinco de ellas los padres permanecían fieles a las respectivas familias de origen,
lo que supone un verdadero obstáculo para la constitución de un nuevo sistema
familiar integrado por los cónyuges. Tal apego afectivo -siguiendo el hilo de las
ideas de los autores que estoy citando-, así como la dependencia de uno o
ambos cónyuges a una figura parental, tiene todas las características de una
IIfijación" que impide que tal apego pueda transferirse al cónyuge. Creo que
ll
puede afirmarse que en tales casos se tiene conseguida la IIfiliación pero a ,
***
***
Una y otra figura parental tienen rasgos que, aunque no rígidos, permiten
formar una idea aproximada del perfil de una y otra. Esquemáticamente, y
teniendo en cuenta algunas investigaciones al respecto, pudieran ser las
siguientes:
• Las madres son más protectivas e intrusivas que las de hijos normales.
Tal característica no es peculiar del momento actual en que la esquizofre-
nia está más o menos estructurada, sino que parece ser una nota peculiar
derivada de una actitud general hacia el hijo mucho antes de evidenciarse
la perturbación esquizofrénica.
FROM REICHMAN (1948) ha descrito tales madres como controladoras
rigurosas, frías, rechazantes, amenazadoras y dominantes, aspectos que
Manual de Orientación y Terapia Familiar 479
biciones afectivas con las figuras parentales. El trabajo en coterapia facilita este
proceso, ya que el paciente tiene alternativas para elegir a uno de los terapeutas
como modelo de identificación, sin verse obligado a tener que establecer una
relación con uno de ellos. El saber alternar las intervenciones cuando se vea
que puede ser más eficaz la acción de uno de los terapeutas, constituye una de
las claves de un trabajo eficaz.
Parece necesario que la acción terapéutica fundamental se centre en la
reestructuración de la relación padre/madre-hijo esquizofrénico, introduciendo
elementos no-verbales que rompan el aislamiento y la dificultad de conectar
tanto consigo mismo como con el mundo entorno. Con excesiva frecuencia el
deseo de colaborar de los padres y otros miembros del sistema se ve bloqueado
por la escasa posibilidad de aprender cómase conecta con el mundo interno
del esquizofrénico. La terapia familiar constituye una plataforma en la que
realizar este lento aprendizaje. Pero de las modificaciones que se logra intro-
ducir en este nivel siempre se beneficia el sujeto y la propia familia.
***
Un punto fundamental a trabajar con las familias de esquizofrénicos es el
relativo a la disolución de los "dobles vínculos" ya expuestos en el capítulo II y
que tienen aqu ísu mayor influencia. Para ello la familia ha de aprender a integrar
en algo único y coherente aquello que transmite al miembro afectado, ya sea
por la vía verbal (lino hagas esto porque nos desagrada", lino actúes así porque
no te beneficia" ... ), ya lo haga mediante el envio de un mensaje no-verbal
(actitudes, gestos, tono de voz, acciones significativas que indican que lo dicho
con las palabras no debe ser tenido en cuenta), lo cual equivale a decir
simultáneamente, aunque sin palabras, algo así como lino te sometas a esta
orden", "si no lo haces así no pasa nada".
El juego esquizofrénico se hace más complicado cuando en el doble vínculo
el segundo término (no Verbal) queda concretado en las voces alucinatorias
que oye el "enfermo". Lo dicho por los otros entra en contradicción con lo que
le "dicen las voces" que, por otra parte desea eliminar y confiesa no querer
escuchar. Ante este dilema cuanto se haga por aconsejar no hacer caso a las
voces o, en la medida en que se pretenda que se es comprendido, intentar
demostrar que no existen tales voces, será un intento fallido. Lo único posible
desde una perspectiva paradójica es dar permiso al esquizofrénico para que
oiga las voces ante nosotros, ampliando tal permiso para cuando esté fuera de
la sesión de terapia. La respuesta más frecuente en tales casos es que "ya no
oye" las voces, lo que quiere indicar que la paradoja funciona.
482 José Antonio Ríos González
4. Familias anorexígenas
y acorde con la edad que tienes", son posibles modos de favorecer esta
conquista).
• Hacer que la madre -casi siempre intrusiva y pocas veces capaz de
descubrir aspectos positivos en la paciente- descubra aspectos dignos de
valoración en ésta (lIqué es lo que más valora en su hija", "qué es lo que
más le gusta de ella").
La definición de un miembro sintomático que se haga exclusivamente a
base de rasgos negativos no debe ser admitida por el terapeuta. Es más:
Manual de Orientación y Terapia Familiar 491
resulta eficaz que sea el mismo terapeuta quien a lo largo de una sesión
de terapia familiar haga comentarios tendentes a reforzar algunos aspec-
tos del comportamiento o modo de ser del paciente C'yo creo que tú tienes
deseo de superar este conflicto ll , lime parece que eres una persona con
posibilidades de valerte por tí misma ll , lime gusta cuando expresas... II ,
licuando decides.. .'·, licuando eres capaz de decir a tu padre o a tu madre
que... II ), sin dejar, por parecer poco importante, la valoración de matices
exteriores que tienen gran resonancia en una adolescente, (lime gusta el
modo que tienes de decir las cosas", IItienes un pelo muy bonito: Le gusta
a tu madre?", lI eres muy bonita: No le gusta a tu padre presumir de hija?II),
modos, por otra parte, de enseñar a los padres a descubrir facetas no
valoradas en la hija.
• Hacer ver a los padres que el conflicto anoréxico es, con mucha frecuencia,
una tapadera que oculta o distrae de otras cosas. Es, en cierto modo, una
protección contra lI algo·' (II mi mujer, sabe?, es muy nerviosa ll , lI es que en
otras cosas que no tienen nada que ver con esto (?I) no estamos muy de
acuerdo ll , IIsi se hiciesen algunas cosas como yo digo esto sería otra
cosall).
5. Familia obesígena
Sobre los postulados teóricos de cuanto se ha expuesto en el capítulo 111 al
hablar de la alimentación y sus consecuencias, algunos autores (BRUCH, 1940)
plantean la existencia de una familia obesígena, opinión que niega KAPLAN
(1957).
492 José Antonio Ríos González
Para los defensores de tal tipo de sistema familiar la razón reside en que la
necesidad de hiperalimentarse es la reacción a una relación familiar alterada.
Para BRUCH los obesos viven en un clima emocional ambivalente que impide
la conquista de un espacio autónomo y reduce la posibilidad de experimentar
sensaciones, pensamientos y vivencias como provenientes del propio yo.
En el fondo de las terapias familiares con sujetos obesos, cuando tal obesidad
se deba a mecanismos emocionales derivados de una disfuncionalidad del
sistema familiar, hay que reestructurar los dinamismos interactivos que desen-
cadenan tensiones. Un matiz especial de tales tensiones parece derivarse de
la dificultad que ofrece el ambiente familiar para permitir la descarga de
agresividades contenidas. En tal contexto se pone en funcionamiento un
mecanismo cargado de oralidad que es la única y casi inmediata solución de
las tensiones acumuladas.
No es menos importante el rehacer los esquemas basados en el valor IIcomerll
ya expuesto en otro lugar. Ayudar al sujeto y su familia a buscar otras compen-
saciones forma parte de la línea de un proceso terapéutico, insistiendo en la
idea de que la familia ofrezca, a cambio de reducir la comida, otros apoyos
emocionales que hagan innecesario el uso del comer como un síntoma central
del comportamiento que lleva a la obesidad.
También aquí hay que recurrir a la capacidad terapéutica del paciente en el
sentido de ponerle en situación de elegir lo que crea mejor para él, aún a costa
de desafiar los esquemas familiares. IISi quieres comes, si no, no comas",
indicación que ha de tener su paralelismo en lo comunicado a la familia en
términos de lIestar gordo no es señal de estar sano ll , lIél -el P.O.- ya sabe qué
ha de hacer: déjenle actuar por sí mismo ll .
6. Familia normativa
***
Ante tal situación la terapia familiar tiene que hacer frente a un desafío:
coordinar los mensajes para que de tal tarea se siga un algo coherente y eficaz.
No se trata, por tanto, de descalificar sistemáticamente lo que venga de fuera
de la familia, sino de aprovechar los materiales que existan en otros mensajes
para hacer posible una integración de lo aprovechable en todos.
Tal vez la tarea más importante en tales casos sea la de hacer ver, tanto al
sujeto como a los miembros del sistema familiar, que el problema no reside en
Manual de Orientación y Terapia Familiar 495
semejante a la paterna dentro del contexto social. Pero se olvida poner ante la
vista que los valores transmitidos pueden tener un valor y sentido diferente en
otra época histórica y en otro contexto que espera a los hijos.
***
A los tipos anteriormente descritos hay que añadir los modelos de WERTHEIM
(1973, 1975) Y REISS (1971) dada su importancia teórica y la riqueza de
sugerencias que encierran de cara al trabajo terapéutico con la familia.
WERTHEIM postula la existencia de una estructura multidimensional para
hacer la descripción de las características del sistema familiar. Su pensamiento
se articula en torno a tres factores fundamentales: morfostasis consensual (Me),
morfostasis forzada (Mf) y morfogénesis inducida (1M).
Por morfostasis se entiende la cualidad del sistema que asegura la pervivencia
de las reglas del mismo, así como su estabilidad, distinguiendo dos modalida-
des:
• Morfostasis consensual, referida a la disttibución adecuada del equilibrio
del poder intrafamiliar y que se relaciona con la estabilidad del sistema
familiar gracias al consenso de todos sus miembros. Este tipo de morfos-
tasis contribuye al desarrollo de la identidad individual y del grupo, así
Manual de Orientación y Terapia Familiar 497
ellas, así como sus niveles de integración y el pronóstico que cada una ofrece
de cara al trabajo de Terapia Familiar, siguiendo en todo ello a CIGOLI (1977a).
Tipos normales
Prototipo de familias adaptadas.
1. Tipo abierto e integrado con 1M alto, Mc bajo y Mf bajo/alto. El pronóstico
en T.F. lo presenta como una familia accesible a la terapia, de breve
duración y con resultados favorables.
2. Tipo parcialmenmte abierto (intrasistémico) e integrado con 1M bajo, Mc
alto y Mf bajo. Familia abierta a la realidad externa y a las diferencias
extrasistémicas. Su bajo 1M indica que la adaptación se ha realizado de
manera creativa, con procesos intrafamiliares más que como resultado
de presiones o empujes al conformismo.
El pronóstico en T.F. es accesible, breve/largo y favorable.
498 José Antonio Ríos González
npospseudo~ntegrados
Tipos no integrados
En ellos aparece una gama muy amplia de sintomatología; igualmente apare-
cen comportamientos antisociales en sus miembros.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 499
***
• Hijos normales.
• Perciben el ambiente como lógico y cognoscible.
• Perciben el ambiente como algo capaz de ser dominado.
• Cada miembro de la familia valora la solución de los problemas ofrecida
por los otros sobre la base de una cuidada objetividad.
• La conclusión ante cualquier hecho se retrasa hasta que se haya obtenido
toda la información del ambiente y sea compartida con los otros.
ll
• Los miembros están atentos a los lIinput que proceden del interior y
exterior de la familia.
• El desacuerdo se centra sobre el problema y no sobre la relación.
• Los padres dan amplio espacio a los hijos y son felices al constatar tal
capacidad.
Tipo de
Familia Mecanismos homeostáticos Características de comportamiento
ll
nado II sensible a la distancia interpersonal •
***
Manual de Orientación y Terapia Familiar 503
APENDICE 1:
En una serie de trabajos anteriores (Educadores, 105, 106, 107, 109 Y 110)
hemos descrito varios tipos o modelos de parejas, Y,en otra serie (Educadores,
111, 112, 113, 115, 117, 119 Y 121) los estilos de terapia que creemos más
conveniente para cada tipo. Me remito a ellos aún consciente de que necesita-
rían una revisión actualizada de muchos de sus puntos. Me limito a presentar
sintéticamente lo que constituyen tales artículos.
(*) Parejas estimadas más funcionales y eficaces.
MODELOS DE PAREJA
4.5. Pareja, V
4.6. Pareja X
4.7. Pareja Y
* 4.8. Pareja I
***
Manual de Orientación y Terapia Familiar 505
ESTILOS DE TERAPIA
2. Programación de objetivos:
***
CAPITULO VII
1. Qué diagnosticar
• Por lo mismo, y este aspecto hay que destacarlo para una mejor compren-
sión del trabajo posterior, los síntomas deben ser definidos no sólo como
comportamientos de un miembro de la familia, sino de la interrelación de
todos los miembros de la familia (p.27).
• De ahí se deriva que este modelo afirme también la importancia de la
experiencia psicológica de cada miembro de la familia (p.17).
• Lo importante a destacar en el diagnóstico de la dinámica familiar es la
continuidad de las influencias de los miembros del sistema total en la
formación y mantenimiento del síntoma.
• Por ello no hay necesidad de insistir en la causas históricas -el por qué de
un síntoma-, sino en el uso que se hace del mismo en el momento presente
-el para qué del síntoma-o
1. La estructura de la familia.
2. La flexibilidad del sistema.
3. La resonancia del sistema familiar.
4. El contexto ambiental de la familia.
5. El estadío de desarrollo y la puesta en práctica de lo propio del mismo,
miembro por miembro.
6. Los modos a través de los cuales los síntomas del paciente designado se
usan dentro del sistema familiar para mantener los modelos transaccio-
nales preferidos por la familia.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 511
A ello añade otros dos objetivos que refuerzan una vez más la idea de que,
en este tema, diagnóstico y terapia son niveles inseparables de una misma
realidad:
***
Areas de cambios
Una vez definido el problema que desean consultar, es necesario replantear
ll
la cuestión mediante lo que viene llamándose "redefinición del problema.
Consiste en hacerles ver que el cambio deseado ha de ir en otra dirección
diferente a la que ellos preven. Este enfoque permite analizar las características
del sistema familiar en cuanto que alguna o algunas de ellas tienen que ver con
el conflicto consultado.
Aunque en cada familia encontramos múltiples características necesitadas de
replanteamientos más sanos, pueden señalarse algunas áreas especialmente
necesitadas de este trabajo: sistemas de interacción, mensajes (tanto en sus
contenidos como en su relación), ya sean verbales o no verbales (símbolos,
gestos, modales, tonos de voz, poder, dinero...), tipos de comunicación.
512 José Antonio Ríos González
Areas a diagnosticar
Dinámica familiar
II
querido en... •
Comportamientos
Ocupa un lugar importante la distinción entre comportamientos afectuosos y,
por tanto, potenciadores de estabilidad, cohesión y progreso personal y sisté-
mico, y los comportamientos restrictivos o necesitados de cambios inmediatos.
Igualmente hay que destacar en este apartado la posibilidad que ofrece el
sistema familiar para la conquista y desarrollo de comportamientos autónomos,
individualizados, acordes con la personalidad peculiar de cada miembro. Todo
ello está muy vinculado al grado de riqueza afectiva que se potencia en la familia,
Manual de Orientación y Terapia Familiar 513
***
Una idea común en todos los terapeutas de la familia es que lo que viene
llamándose la primera entrevista es una pieza clave para la terapia basada en
un buen conocimiento de la dinámica familiar.
Esta Primera Entrevista Familiar (P. E. F.), no obstante su aparente simplicidad,
comprende varios aspectos que me parece oportuno distinguir:
a. Su metodología
b. Criterios prácticos para su realización.
c. Técnicas a utilizar.
d. Mi esquema de P.E.F.
Veamos cada uno de ellos separadamente:
Los que regulan el trabajo habitual que realizo con las familias, pueden
sintetizarse así:
1. Trabajar con material movible en una sala amplia donde cada miembro
de la familia pueda elegir con libertad el lugar que prefiera. Para ello utilizo
sillones-módulos que puedan moverse y ser desplazados si fuera el caso.
2. No indicar a ninguno el lugar que deben ocupar. Cuando entran en la sala
no hay nadie ni existe ningún sillón de mayor o diferente rango, ya que si
fuese así -y alguna vez lo he visto al tener que usar una silla diferente al
resto- suele dejarse o para el miembro más importante de la familia o para
el terapeuta que los atenderá.
3. Es importante ver cómo se sientan los miembros de la familia: cómo
quedan distribuidos en el espacio y en torno a quién o quiénes se agrupan
los demás.
4. El punto anterior es importante puesto que en base a ello puede hacerse
una hipótesis inicial respecto a la existencia o no de alianzas, coaliciones,
miembros aislados o periféricos, etc. Igualmente el terapeuta puede
realizar algunos cambios jugando con el espacio físico de la sala, cam-
biando de lugar a alguno o cambiándose él con aquel miembro que
interese desplazar en un momento dado. La presencia de un coterapeuta
-modalidad que adopto habitualmente- permite una mayor flexibilidad en
estas operaciones. También es importante ver qué sillón dejan libre para
el terapeuta y coterapeuta: dónde lo sitúan, entre quiénes, al lado de
quién...etc.
5. El terapeuta, y a partir de esta situación, puede jugar con la familia todo
el profundo tema de crear alianzas, reforzar coaliciones, destruir triángu-
los perversos, romper simbiosis, evitar hiperprotecciones, integrar miem-
bros periféricos, controlar intrusiones, establecer canales de relación y
comunicación. Todo ello facilita la construcción del mapa emocional de la
familia como pieza sobre la que asentar nuevas intervenciones.
6. Sobre el manejo del espacio se van a asentar las estrategias de cambio,
resistencia al cambio, reacciones ante los cambios, así como las de
proximidad emocional, cercanía emotiva, etc., técnica que permite des-
cubrir interacciones que no sería fácil hacer patente mediante las simples
técnicas verbales.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 517
quiénes.
c) Técnicas a utilizar
El nivel de técnicas a utilizar se entrecruza con el de las tácticas y estrategias,
todo lo cual constituye un amplio capítulo en el que no hay más remedio que
seleccionar. Expongo lo que constituye en el momento actual un conjunto central
de técnicas tal y como vengo trabajando en la terapia familiar yen su diagnóstico
interaccional.
1. No preguntar directamente a nadie al iniciar la entrevista con toda la
familia; hacerlo de un modo tan neutro que impida canalizar de modo
selectivo un tipo de planteamiento que la familia o algún miembro intuya
como más valioso o aceptado por parte del terapeuta o terapeutas. Por
ejemplo:
- "¿Qué les pasa o preocupa?"
- "¿Qué ha hecho que pidan Vdes. una consulta?"
- "¿Qué ha desencadenado la necesidad de acudir a alguien que les
escuche?".
- "¿Qué les preocupa en estos momentos?".
2. Observar los lenguajes no-verbales: posturas, movimientos, sonrisas,
miradas evasivas o buscando apoyo, aprobación o refuerzo, movimientos
de las manos, agitación de cualquier tipo, distensión ...
520 José Antonio Ríos González
l
aqu f es lo que suele suceder en la vida ordinaria de la familia.
lI ,
ll
minando el plano de la vivienda y lila sala de estar en casa" como se
lI
***
Interesa comentar algún punto de los anteriormente señalados:
Quién envía o aconseja que consulten. Con ello se trata de averiguar el origen
de la motivación, dado que con excesiva frecuencia se consulta bajo algún tipo
de presión derivado del prestigio de quien indica la conveniencia de someter a
estudio una situación. No voy a detallar aquí el grado de incidencia con que tal
consejo viene dado por un profesional cualificado (psicólogo, orientador escolar,
tutor, profesor, médico pediatra, psiquiatra, etc.) o por alguna persona con algún
grado de influencia sobre esa familia concreta (asistente social, sacerdote,
familiar con peso específico en la familia) o persona anteriormente tratada por
nosotros que, por alguna razón, conoce esta nueva situación.
Nuestra actual preocupación respecto a este punto está en la necesidad de
plantear la posibilidad de que quien aconseja venir a T.F. venga también a la
consulta. Es la idea ya expuesta en otro lugar de que no basta ver al"señalado"
(P.D.), sino ver junto a éste al "señalante", especialmente cuando se trata de
alguna de las personas indicadas en las dos primeras categorías (profesional
cualificado y persona influyente en la familia). La idea básica que respalda este
intento es el convencimiento -demostrado por la experiencia- de que si no se
hace así, hay un área de poder" que permanece fuera del contexto terapéutico
II
con evidente influjo que puede invalidar y descalificar la acción de los terapeutas
de la familia. Baste aludir al simple hecho de que la persona enviante/señalan-
lI
ll
te pide a la familia una cierta información sobre lo que nosotros hemos dicho,
hecho, opinado y aconsejado. Y ante tales datos esa persona adopta una actitud
que se transforma en confirmación" de nuestra intervención terapéutica o en
II
Quién llama o pide consulta. Con este dato llega a conocerse quién ostenta
en un sistema familiar un grado de poder que es preciso detectar al iniciar el
trabajo. Ordinariamente es la madre, lo que corrobora que en las áreas relacio-
nadas con lo psíquico, educativo, escolar, y en general, la salud mental, es la
ll
madre la que recibe una IIdelegación familiar que configura la dinámica en lo
relativo a posesión de información, poder, centralización de tareas, etc.
ll
Teniendo en cuenta cuanto se ha expuesto al hablar del "poder y del papel
de la madre en la orientación y terapia, este dato interesa resaltarlo desde el
primer momento que tenemos información sobre una familia.
Tarea del terapeuta es confirmar en los contactos sucesivos si las conclusiones
derivadas de esta hipótesis son correctas o no, encontrando ahí un filón sobre
524 José Antonio Ríos González
luminosa la idea de M. SELVINI (1980) cuando hace ver que de no tener una
hipótesis coherente con la epistemología sistémica adoptada, podría darse la
impresión de que las intervenciones durante o al final de la sesión salen por arte
de magia, cuando en realidad corresponden al desarrollo correcto de algunos
principios establecidos sobre la información recibida.
Toda esta información recogida por un coterapeuta se convierte en material
de trabajo en la pre-sesión que celebramos los terapeutas que intervenimos en
una terapia familiar y aquéllos otros miembros del equipo o personas en
formación que verán la sesión detrás del espejo. El replanteamiento de las
hipótesis está previsto mediante la formulación de otras alternativas basadas
en los datos obtenidos en esta llamada previa.
9. Definición del problema objeto de consulta (por quien lo expone, por los
otros, por el P.D.)
10. Mentalidad del S.F. ante el problema consultado.
11. Empatía/Hostilidad del S.F. ante el problema expuesto.
12. Grado de acuerdo/desacuerdo en su formulación. (Reformulación del
problema (y quién/quiénes lo reformulan)
13. Comprensión del S.F. de la situación motivacional.
14. Motivación para trabajar juntos problemas comunes del S.F.
15. Soluciones intentadas hasta ahora (fecha).
16. Eficacia de las mismas (consultas anteriores, consejos/tratamientos da-
dos, duración de los mismos, eficacia o resultados obtenidos, razón
abandono).
17. Alternativas no intentadas, aunque formuladas (cuáles, quién las propuso,
quién las rechazó y por qué).
18. Qué esperan obtener de la T. F.
ll
19. Definición del IIcambio que desean obtener.
20. IICambios que desea obtener el P.D.
21 Cambio-1 y Cambio-2.
22. Actitud del S.F. ante el cambio-2
23. Registro de cambios/manejo del espacio durante la P.E.F. (sentido y
reacción de cada uno).
24. Mapa de comunicaciones transaccionales intrasistémicas.
25. Interacciones (quién interrumpe a quién y cuando; en qué temas se
interrumpe y quién; quién domina las interacciones: poder).
26. Modelos alternativos de comunicación intrasistémica.
Sobre el contexto familiar que puede detectar la serie de datos anteriores, hay
que indagar acerca de la dinámica que se estructura en torno al síntoma o
síntomas que afectan al P.D.
Por ello nuestro modelo insiste en este punto a través de los siguientes:
30. Factores sistémicos influyentes (con influjo positivo y nexo con el síntoma;
con influjo negativo y nexo).
31. Interpretación sistémica de la relación "síntomas-factores".
32. Posible utilización terapéutica de los síntomas y cuáles (analizar, dina-
mizar, controlar, eliminar y prescribir).
33. Comportamiento del P.D. (prevalente, provocativo, y otras modalidades
que se especifiquen en el modelo/dossier).
34. Aspectos del S.F. (alianzas, comunicación, confines intrasistémicos, ex-
trasistémicos, confusión de roles, dobles vínculos, triángulos perversos,
mitos, poder, etc...junto a otros allí detallados).
35. Mensajes intrasistémicos en relación con el P.D. (de contenido, de
relación, confirmados, no-confirmados, rechazados, ignorados).
36. Código de los mensajes: tipo y contenido.
37. Interacción familiar: aspectos y modos.
38. Actitud del S.F. ante posibles "cambios" (deseo, poder, actitud/disposi-
ción, lucha... etc.
39. Diagnóstico sistémico (del P.D., del S.F....).
40. Diagnóstico estructural del S.F.
41. Otras apreciaciones diagnósticas.
42. Planteamiento del "contrato terapéutico"
43. Objetivos primarios de la T.F. (contenidos, prescripciones, etc.)
44. Estrategias terapéuticas a tener en cuenta.
45. Alternativas terapéuticas futuras.
3. Cómo diagnosticar
lugar a otro que me interesa que esté donde yo estaba, para ir colocándolos
como me convenga y así, mediante el uso del espacio, llegar a trasmitirles una
idea que captarán perfectamente cuando la vean plasmada en la realidad de la
nueva colocación.
Aparte de lo indicado, la colocación de la familia en el espacio disponible nos
permite ver cuáles son sus concepciones de fondo respecto a la interacción
emocional ya que en toda posición/colocación física se expresan actitudes
internas tales como:
• La propia identidad personal es una diferenciación progresiva y deli-
mitante entre el espacio interior y exterior.
• Si no hay espacio exterior se dificulta la conquista del espacio interior o
vital.
• Hay un territorio físico y un territorio emocional.
• El espacio que me dejan los otros supone poder tener un lugar para mí y
para, desde él, relacionarme con los otros de modo sano.
• El espacio responde a la necesidad profunda de sentirse lIindividuo ll ,
IIpersonall.
y citando entre paréntesis las páginas de la obra citada, es oportuno señalar las
técnicas siguientes:
Sobre estos criterios, todos los datos recogidos mediante los pasos anterior-
mente descritos, ha de trazarse un camino a seguir en las sesiones de T.F.
No hay diagnóstico de la dinámica familiar si no es en función de la terapia y
hay que destacar la idea de que, por mucha y buena que sea la información
previamente recogida, no bastará si no hay un trabajo posterior mediante las
técnicas terapéuticas que se describen en el capítulo siguiente.
***
Manual de Orientación y Terapia Familiar 539
APENDICE 1.
Instrumentos para la evaluación previa a la Terapia
Familiar y la Terapia de Pareja
Teléfonos de contacto .
Fecha de hoy .
ESTRUCTURA DE LA FAMILIA
NOMBRE EDAD PROF/ESTUD. OBSERVACIONES
Padre .
Madre ..
Hijo 12 ....•...
Hijo 22 .•.••.•.
Hijo 32 .•...•.•
Hijo 42 ..•...•.
Hijo 52 .
Hijo 62 .
¿Aceptan la intervención del equipo de STIRPE en la consulta que hacen? (sí o no )....
¿Aceptan su presencia tras el espejo unidireccional? .
¿Aceptan la grabación en Vídeo conforme a las condiciones que se especifican en la
Autorización que devuelven firmada? .
¿Aceptan abonar al final de cada sesión los honorarios que se le han indicado? .
¿Conocen y aceptan todos los miembros de la familia las condiciones y normas de nuestro
modo de trabajar? .
¿Desean añadir algo?
Fecha y firma:
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PRIMERA LLAMADA: Fecha I I La
La recibe
hace I I SEGUNDA LLAMADA: Fecha
La recibe
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¿Se le han indicado honorarios? c=J/pts:1
Observaciones:
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horas. Vendrán
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MATRIMOIO
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Manual de Orientación y Terapia Familiar 543
PRIMERA LLAMADA:
Se consigna la fecha, quién la hace desde el sistema familiar y quién la recibe en el
sistema terapéutico.
2. ESTRUCTURA DE LA FAMILIA
NOMBRE EDAD PROF/ESTUD. OBSERVACIONES
Padre .
Madre ..
Hijo 1Q ..
Hijo 2Q ..
Hijo 3Q ..
Hijo 42 ..
Hijo 52 ..
Recogida de datos:
M- Motivo de la consulta:( ) .
T- Tiempo/Duración del problema consultado ( ) .
P- Presentación del problema que les preocupa ( )
ll
S- Solicitud que hacen a IIStirpe ( ••••••• ) ••••••••••••••••••••••••••••••••••
C - CONTRA-ACTITUD DE TERAPEUTA
A partir de la actitud de la persona con quien hablamos es importante descubrir
la "contra-actitud" del terapeuta, ya que sobre ella se construirán elementos
favorables o negativos a la relación terapéutica y la neutralidad durante la misma.
Entran aquí sentimientos, afectos, emociones de varios tipos que es preciso tener
bien delimitadas.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 547
~
16. Antig. síntoma: U DDDD ~
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23.5. Estilo afectivo 23.2~ Miemb.sint:
23.31. Est. Defens:
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23.8. " disciplina: f---
23.23 Poder fam.: 41- CO
45- EX
Lu o 23.9. " educativo : 23.24 Red Social: 56- CT
w 8 Q
CJ ~
~
42- OR:
52- CN:
Mod. Fich.Fam. JARíos/1991
ati
,... lti
~
23.15 Fidelidades SF:
= 23.28 Valor dom: ==d
(Continúa en el dorso: ... / ...
U1
U1
PROCESO TERAPEUTICO: FECHAS HECHA POR RECIBIDA POR OBSERVACIONES Y ORDEN MOTIVO T.F. O
111 Llamada:·
'2 1 Llamada:
Inicioi de TF: Final de TF Terapeutas:
SESIONES DE TERAPIA FAMILIAR:
Núm. Fecha Vídeo Asisten Terapeutas Contenidos fundamentales de la sesi6n Observaciones
1
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CONTROLES Y SEGUIMIENTOS:
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Inicio: Fin:
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10. Se conocen hace D 11. Casados hacer===] 13. Separados hace D 12. Hijos nacidos:
1 2 3 ~ 5 6
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14. Enviados por r==I 15. Motivo/síntoma
f I Edad:
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Sexo:
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15.1. Síntomas previos 16. Antigu/ "
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16.1. Antig." " 17. Consultas previas
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23.3. DAS: Consenso (32) 23.1i "sol.probl. 1. Claridad
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23.18 Miemb. sintomá/ 1 - - - 1. Grado CT AU
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ca
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a: 23.7. Estilo afectivo
23.8. " apoyo
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23.19
23.20
Antec.
Mito pareja
" ~ ~3.28 Tiempo libr
1 - - - 23.29 Valor domin
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lti 23.9. " defensivo 23.21 Poder pareja 1---
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Mod. Ficha Pareja. JARíos/1991 '-'
I PROCESO TERAPEUTICO FECHAS HECHA POR RECIBIDA POR OBSERVACIONES Y ORDEN MOTIVO T.PAREJA. 01
01
N
1 1 Llamada:
2 1 Llamada:
Inicio TP: Final TP: Terapeutas:
SESIONES DE TPAREJA:
Núm. Fecha Vídeo Asisten Terapeutas Contenidos fundamentales de la sesi6n Observaciones
1
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CONTROLES Y SEGUIMIENTOS: ro
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Cuest.STP Cueste A-TP (ant) Cueste D-TP (Durant) Cueste F-TP (Final)
1 2 3 4 S 1 2 3 4 5 6 1 2 3 4 S 6 7 8 9 O 1 3 4 S 1 2 3 4 5 6 7 8 9
Esp2
ESpl
OTROS CONTROLES:
FECHAS RESPONDEN EVOLUCION OBSERVADA SITUACION ACTUAL OBSERVACIONES
Manual de Orientación y Terapia Familiar 553
6b. RESIDENCIA ACTUAL del P.D., Padre y Madre o Marido y Mujer. (Código como
en 6a. y consignandolo en parte inferior del recuadro)
554 José Antonio Ríos González
13. ¿SEPARADOS?: En caso afirmativo, indicar años que hace se han separado.
14. ENVIADOS POR:
1. Propia iniciativa del PO o de la pareja.
2. El padre del PO
3. La madre del PO
4. El marido
5. La mujer
6. Familiar del marido
7. Familiar de la mujer
8. Médico
9. Psicólogo
10. Asistente Social
11. Sacerdote
12. Institución (Escuela, Hospital, S. Sociales, etc)
13. Antiguo paciente de Stirpe
14. Fam iliar del marido tratado en Stirpe
15. Familiar de la mujer tratado en Stirpe
16 Otros medios (Inicar cuáles)
15. MOTIVO-SINTOMA DE LA CONSULTA.
1. Abuso medicamentos
2. Adaptación, problemas de...
3. Adelgazamiento
4. Afectividad. Problemas de...
5. Agorafobia
6. Agresividad
7. Alcoholismo
8. Amenorrea
9. Angustia
10. Anorexia
11. Anorgasmia
12. Ansiedad
13. Apatía
14. Asma
15. Bulimia
16. Cefaleas
17. Ciclotimia
18. Celos infantiles
19. Celos matrimonio
20. Claustrofobia
21. Cleptomanía
22. Complejo inferioridad
23. Conducta, problemas y trastornos
24. Conflicto conyugal
25. Conflicto con familia de origen marido
26. Conflicto con familia de origen mujer
27. Conflicto padres-hijos
28. Conflicto padre-hijo
29. Conflicto padre-hija
556 José Antonio Ríos González
127. Tartamudez
128. Temores/Miedos
129. Terrores nocturnos
130. Tics
131. Timidez
132. Tristeza
133. Ulcera
134. Vómitos
135. Voracidad compulsiva
136. Zurdera
15.1. (En FP): SINTOMAS PREVIOS (en FF no hay espacio. Anotar margen)
16. ANTIGÜEDAD DEL MOTIVO-SINTOMA: Indicar en número de años
16.1.(En FP): ANTIGÜEDAD DE SINTOMAS PREVIOS (En FF no hay espacio)
17. CONSULTAS PREVIAS REALIZADAS
1. Médico general
2. Psiquiatra
3. Psicólogo
4. Pediatra
5. Logopeda
6. Neurólogo
7. Endocrino
8. Ginecólogo
9. Abogado
10. Sacerdote
11. Terapia individual
12. Terapia de pareja
13. Terapia de familia
14. Terapia de grupo
15. Otros especialistas médicos: cual.
16. Otros tipos de terapia. Cual
17.1. RESULTADOS OBTENIDOS EN CONSULTAS ANTERIORES
1. Optimo. Muy bueno. Problema solucionado
2. Bueno, satisfactorio, estable
3. Regular, transitorio, inestable
4. Escaso, insuficiente, ineficaz
5. Nulo, negativo
6. No seguido, abandonado, sin terminar
7. Fracaso terapéutico
18. CICLO VITAL DE LA FAMILIA O DE LA PAREJA.
1. Encuentro y noviazgo ("Caza y pesca")
2. Matrimonio reciente (menos de 2 años)
3. Etapa de extensión: nacimiento de hijos
4. Con hijos en edad preescolar (edad del "pastoreo")
5. Con hijos en edad escolar
6. Con hijos adolescentes: extensión completa. Crisis por la presencia de las
características de la etapa evolutiva
Manual de Orientación y Terapia Familiar 559
2. Controlador
3. Dogmático, inflexible, rígido
4. Sublimación e idealización
562 José Antonio Ríos González
5. Evasión
6. Negación de la realidad.
7. Somatización histérica ante problemas (situación vivida como lIamenazall).
23.9 en FF. ESTILO EDUCATIVO
1. Equilibrado, constructivo y adecuado
2. Hiperprotección indulgente
3. Hiperprotección represiva
4. Insuficiente
5. Frustrante
6. Traumatizante
7. Inestable y am bivalente
8. Rígida y perfeccionista
9. Exigente
10. Tensión familiar con influjo negativo
11. Carencia, ausencia de estilo educativo
12. Abandono educativo
23.10. en FF y en FP. ESTILO DE INDIVIDUACION y APOYO DE
IDENTIDAD PERSONAL
1. Estimulante y facilitadora de la indiv.lidentidad
2. Ambivalente ante la individuación e identidad
3. Inhibidora y bloqueante de la individ/identidad
4. Rechazo de la individuación y la identidad
23.11. en FF y en FP. ESTILO INTERACTIVO
1. Positivo, adecuado y estim ulante
2. Alta EE (Emoción Expresada): ver 23.4 y 23.6
3. Simbiosis acaparadora
4. Deficiente y lim itante
5. Ausente y nulo.
23.12. en FF ESTILO PARENTAL
1. Jerarquización bien definida y clara
2. Constantemente compartido por ambas figuras
3. Constantemente ambivalente
4. Estilo que descalifica al padre
5. Estilo que descalifica a la madre
6. Predominio del padre (F. patrifocal)
7. Predominio de la madre (F. matrifocal)
8. Carencia real de la figura paterna
9. Carencia II virtual ll de la figura paterna
10. Carencia real de la figura materna
11. Carencia Il virtual ll de la figura materna
12. Carencia de estilo parental bien definido
13. Jerarquización confusa de atribuciones
14. Estilo paterno negativo y destructivo
15. Estilo materno negativo y destructivo
Manual de Orientación y Terapia Familiar 563
B. Distribución
1. Complementaria: cada uno a uno
2. Simétrica: todos a todo
3. Conflictiva
4. Imprevista
5. Sin distribución
6. Abandono de los atribuidos
7. Rechazo de los asignados. No se acepta ninguno.
23.26 en FP: SEXUALIDAD EN LA PAREJA
(Medido a través del SF-82 de J.A. Ríos)
1. INICIO:
1.1. Inicio marido
1.2. Inicio mujer
1.3. Inicio mutuo acuerdo
1.4. Inexistencia/inapetencia
2. MOTIVACION:
2.1. Apetece a ambos
2.2. Apetece al marido y la mujer acepta
2.3. Apetece a la mujer y el marido acepta
2.4. Obligación aceptada sin convencimiento
2.5. Por compasión o pena hacia el marido
2.6. Por compasión o pena hacia la mujer
2.7. Por conseguir una mayor unidad de pareja
2.8. Por aliviar o resolver tensiones y problemas
2.9. Por verdadera comunicación de afecto y amor
3. SATISFACCION:
3. 1. Buena y estable
3.2. Buena aunque inestable
3.3. Insatisfactoria e inestable
3.4. Estable e insatisfactoria
3.5. Inestable e insatisfactoria
3.6. Nula
4. ESTABILIDAD:
4.1. Buena
4.2. Regular
4.3. Escasa
4.4. Nula
5. DISFUNCION:
5.1. Ninguna
5.2. Alguna (indicar cual)
5.3. Varias (indicar cuáles)
23.27 en FF y 23.28 en FP: TIEMPO LIBRE EN LA FAMILIA/PAREJA
1. Satisfactorio por adecuado al ciclo vital o necesidades profundas de cada
miembro de la familia o pareja (familia y pareja complementaria)
2. Equilibrio por aceptación de tiempo libre y compartido cuando hay
motivos
568 José Antonio Ríos González
6. Obesígena
7. Normativa
8. Con com unicación de dirección de los otros
9. De comunicación tradicional
10. Alcohólica
11. Drogodependiente
12. Delictiva
13. Psicosomática
4. Por el modelo estructural (OTF, 518)
1. Abierto-integrado
2. Parcialmente abierto-integrado
3. Abierto-bastante integrado
4. Parcialmente abierto-bastante integrado
5. Parcialmente abierto-pseudointegrado
6. Cerrado-pseudointegrado
7. Cerrado-integrado
8. Parcialmente abierto-no integrado
9. Sensible al ambiente (OTF, 522)
10. Sensible a la distancia interpersonal
11. Sensible al consenso
5. Por distancia emocional (OTF, 486)
1. Familia IIdistantell
2. Familia IIsimétrica ll
3. Familia IIcomplementariall
6. Modelo de Minuchin (M) y Canevaro (C)
1. Aglutinada (M)
2. Laxa (M)
3. Cohesiva (C)
4. Dispersiva (C)
Pareja: (Ríos G., 1979-1980: Educadores núm. 105, 106, 107, 109, 110)
1. Por la estabilidad de la relación:
1. Estable-insatisfactoria
2. Inestable-insatisfactoria
3. Inestable-satisfactoria
4. Estable-satisfactoria
2. Por las reglas de la relación:
1. Pareja con reglas reconocidas
2. Pareja con reglas implícitas
3. Pareja con reglas secretas
4. Pareja con metareglas
5. Pareja sin reglas
3. Por el tipo de sistema conyugal:
1. Pareja con sistema conyugal abierto
2. Pareja con sistema conyugal cerrado
570 José Antonio Ríos González
Agentes:
1. Conflicto conyugal
2. Pre-divorcio
3. Divorcio/separación real
4. Malos tratos
5. Violencia
6. Enfermedad crónica de un miembro
7. Enfermedad ocasional grave
8. Trastorno psíquico grave
9. idem ocasional
10. Inestabilidad laboral
11. Paro
12. Accidente
13. Marginación/delincuencia
14. Emigración (inadaptación por )
15. Inmigración (inadaptación por )
16. Cárcel
17. Prostitución
18. Drogadicción
19. Alcoholismo
20. Sida
21. Muerte familiar cercano
22. Muerte amigo
23. Expulsión de colegio
24. Fracaso sentimental
25. Salida del hogar de algun miembro
26. Violación
27. Padre ausente
28. Madre ausente
30. Embazaro imprevisto hija
31. Problemas económicos graves
32. Infidelidad conyugal
33. Cambio de casa, piso, residencia, ciudad
34. Tensión laboral o profesional
35. Fracaso estudios
36. Fracaso negocio/laboral
37. Otros: indicar cuáles.
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3. EVOLUCION DEL MOTIVO/SINTOMA:
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15. CONNOTACIONES EN SESION. 16.REDEFINICIONES EN SESION CAMBIOS DE ESPACIO EN LA SESION
1. 1. Inicio sesi6n: Hora:
2. 2.
OC] c=l SIGLAS
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3.
Dada -a:l
3.
17. pRESCRIPCIONES DADAS EN ESTA SESION:
--COn-teiiTciO resumido I -Uojetivo -lContról Or::=J c]O
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Primer cambio: Minuto
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SR MR OR 42 19. Lim. Flsil 1. SIGLAS
C' 1>- CN . 45-44-51 20. Miemb.sintl t:=l r::::J
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Comunicaci6n: Tipo 21. Antec."
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4. Emoc. Expresada 23. Poder fam.
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5. Estilo afectivo 24. Red Social 4.
6." apoyo 25. Reglas fa·m Tercer cambio: Minuto
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8. "disciplina 1.Claridad 6. SIGLAS
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9." eduiativo 2.Distrib. c:::J c=J
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28. Valor domo
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o 19. COMUNICACION PREDOMINANTE EN LA SESION. 20.
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§ 1. HIPOTESIS PRE-SESION:
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8. ENFRENTAMIENTOS I I MErnfadOS
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El 14. PRESCRIPCIONES DADAS EN ESTA SESION: o~
(.) o
~ Dada a: Contenido resumido Objetivo ontrol ~
ii: 15. PROCESO EVOLUTIVO ~
~ de la pareja según ~
~ se observa(DORSO)
~
15. PROCESO EVOLUTIVO DE LA PAREJA SEGUN .SE OBSERVA EN LA _n_2 Fecha Video
1. Hipótesis pre-sesión: Se registran las 2/3 hipótesis que formula el equipo con vistas
a que sirvan de guía para la sesión que va a celebarse.
En la post-sesión se registrará si han sido confirmadas (C) o no confirmadas (NC) a fin
de tenerlo en cuenta para el proceso terapéutico posterior.
que el terapeuta trabaje ayudando a que el equilibrio no se haga a base de crear "nuevos
pacientes ll • Marcarán nuevos caminos del trabajo a realizar. De lo contrario tendremos
siempre en juego el tipo de "familia que hace enfermar" y que cronifica las situaciones
disfuncionales.
En la ficha SP sólo aparece el apartado 4.
6. 7. 8. Y 9. Nuevos subsistemas: Más allá de los subsistemas clásicos, podemos ir
viendo cómo la misma dinámica de la terapia crea otros nuevos (6, 5 en la SP). En ello
intervienen, como se sabe, las nuevas alianzas (7; 6 en la SP) y la determinación de los
miembros afectados, las nuevas triangulaciones (8; 7 en la SP) y los afectados por
ellas, así como los enfrentamientos (9; 8 en la SP). Todos ellos explican muchos
fenómenos de la interacción familiar en su creciente desarrollo. El registro de cada uno
de estos mecanismos resulta útil para que el terapeuta y su equipo puedan tener idea
clara de lo que sucede más allá de la pura sintomatología. No conviene olvidar que tras
ellos se ocultan muchas maniobras de poder, control, resistencias al cambio, obtención
de beneficios secundarios, etc.
Un espacio para observaciones permite completar la información recogida en la sesión.
***
Manual de Orientación y Terapia Familiar 581
APENDICE 2.
Cuestionarios de evaluación previa a la Terapia de
Familia y Terapia de Pareja
Desde hace varios años venimos utilizando en nuestra consulta varios Cues-
tionarios como instrumentos de Evaluación antes de empezar la Terapia de
Familia o Pareja. Tras algunos años en que prescindimos de ellos, iniciando la
ll
terapia de manera directa -tal vez como II rechazo a tantos años anteriores en
que apoyabamos casi todo nuestro trabajo en los datos acumulados mediante
la aplicación de tests y resortes de diversa índole- hemos vuelto a ellos, viendo
que las pistas que abren poara el inicio de la terapia son muy importantes. Por
ll
otra parte, si no tenemos un cierto IIdiagnóstico inicial de las interacciones que
se dan en el interior de los sistemas que abordamos terapéuticamente, mala-
mente podremos tener un punto de referencia sobre el cual asentar la evaluación
de los cambios que provoca la terapia.
La amistosa invitación del profesor Vela en el prólogo a la primera edición de
esta obra, ha sido, sin duda, un estímulo para volver a centrar lo que él denomina
ll
IItecnologías verificables Es un paso hacia derroteros que otros irán profundi-
•
Es una manera de recoger la impresión subjetiva que tiene cada uno de los
miembros del sistema sometido a consulta, para poder tener un punto de partida
sobre el que iniciar el trabajo terapéutico.
582 José Antonio Ríos González
Familia . Ref .
Respuestas de: .
Fecha: .
Como información complementaria a cuanto han sometido a nuestra consideracion,
desearíamos nos respondiese con independencia de los demás miembros de su familia,
a las preguntas siguientes, eligiendo una de las posibilidades que se le ofrecen en cada
cuestión:
A.1. La situación familiar actual es:
a. Buena
b. Existen problemas
c. Es francamente mala
d. Es muy mala
A.2. El problema que consultamos se centra en:
a. Los padres
b. Afecta a todos
c. Afecta a un hijo (indique su nombre: )
d. Afecta a una hija (idem:)
e. Afecta al padre
f. Afecta a la madre
A.3. Lo que yo espero de "Stirpe" es:
a. Que nos ayuden a solucionar la situación
b. Que nos solucionen todo en "Stirpe"
c. No espero nada
A.4. La invitación a que acudamos todos a la terapia:
a. Me ha parecido la mejor forma de abordar la situación
b. Me sosprende agradablemente
c. Me produce curiosidad
d. La acepto sin plantearme ningún problema
e. Me deja indiferente
f. Me sorprende negativamente y la rechazo
A.S. Antes de venir a "Stirpe", pienso que la raíz de nuestros problemas está:
a. En toda la familia
b. En una parte de la fam i1ia
ll
c. Sólo quien aparece como paciente
II
Firma:
Manual de Orientación y Terapia Familiar 583
Matrimonio: . Ref.: .
Respuestas de .
Fecha: .
Hemos confeccionado estos dos Cuestionarios para evaluar la "actitud sistémica" que
tiene cada miembro del sistema ante la consulta que formulan. Al contestar cada uno por
su cuenta podemos tener una información preciosa de cara a determinar quiénes van a
estar más inclinados a colaborar con los terapeutas y quienes van a ponertodo su empeño
en enfocar todo el problema como el resultado lineal de conflictos o mecanimos intrapsí-
quicos del que aparece como "paciente".
Familia . Ref.: .
Respuestas de: .
Agradeceremos que antes de ser recibidos en nuestra consulta, nos responda, sin ponerse
de acuerdo con los demás, las cuestiones siguientes:
S.2. Pienso que la situación tiene algo que ver con toda nuestra familia: ....
S.3. Pienso que la situación tiene algo que ver con la escuela/colegio/trabajo
y hay que intervenir también en ese plano: .
S.4. Pienso que todo lo que nos preocupa es del ambiente familiar y hay
que actuar sobre todos por igual: .
S.S. Pienso que todo es de tipo escolar/laboral y hay que actuar sobre la
escuela/colegio/trabajo: .
Firma
Manual de Orientación y Terapia Familiar 585
Firma:
El Manual editado por TEA (1984) la presenta como el instrumento adecuado para
lIapreciar las características socio-ambientales de todo tipo de familia ya que lIevalúa y
ll
describe las relaciones interpersonales entre los miembros de la familia, los aspectos de
ll
desarrollo que tienen mayor importancia en ella y su estructura básica •
En los problemas de pareja puede ser válido para evaluar el Clima de la Familia actual
(contestado sobre la familia constituida por la pareja) y compararlo con el Clima de la
Familia de Origen de cada cónyuge. De este modo se detectan las posibles raíces de los
conflictos actuales mediante la observación de las semejanzas y divergencias de cuanto
ha recibido cada uno en su contexto familiar de origen.
Consta de 11 items que recogen la información necesaria para evaluar los siguientes
aspectos:
1. Unión ante las decisiones
2. Areas percibidas como conflictivas
3. Tipo de comunicación marital
4. Nivel de la comunicación en la pareja
5. Tipología de pareja
6. Sexualidad: iniciativa, motivación, nivel de satisfacción y afectividad
7. Afectividad
8. Poder y áreas de poder de cada cónyuge
Mediante 40 frases a las que el sujeto deberá responder si se ve reflejado en ellas (p.ej.:
ll
lime considero una persona feliz vivo mejor que la media que me rodea lino he tenido
, II
ll
,
ll
muchos problemas en mi vida o completando algunas abiertas mis principales dificul-
) (II
tades en la vida han estado centradas en los siguientes temas (señalar 3 por orden
prioritario)lI, mi enfermedad crónica/frecuente es....·, lIactualmente me están tratando por
II
***
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CAPITULO VIII
DE LA DINAMICA FAMILIAR
(J. Bergamín)
A lo largo de los capítulos anteriores, según iban apareciendo las oportunida-
des más aptas, he dado bastantes pinceladas que permiten formarse una idea
del modelo terapéutico que he adoptado en mi trabajo. A través de ello se ha
pretendido dar una idea de lo que es y en qué consiste y cómo se hace la Terapia
Familiar. Paralelamente se ha intentado decir lo que puede ser una verdadera
Orientación Familiar. Ambas cosas suponen, por evidentes, haber elegido una
teoría y caminar bajo su sombra. Lo que hay que añadir además, es que, al
ll
menos hasta ahora, parece que tal elección IIda suerte se obtienen resultados,
,
***
Es evidente que tal enfoque discrepa y se aparta un tanto de los estilos clásicos
de terapia. Históricamente se explica porque la ciencia ha evolucionado desde
posturas eminentemente centradas en el individuo por el peso de la tradición
ll
médica y médico-psiquiátrica que ha volcado todo sobre el enfermo con el
lI
***
Todo este respaldo teórico es el que fundamenta cuanto sigue y que se refiere
más directamente a los aspectos prácticos derivados del mismo.
Una vez iniciada la T. F. pueden distinguirse diversas fases que permiten poder
seguir con cierta sistematización todo lo que va teniendo lugar al compás que
se avanza o mientras aparecen fases mesetarias y situaciones de progreso.
No puede olvidarse que el proceso es entendido por cada terapeuta de un
modo particular, acorde tanto con sus presupuestos teóricos como con la
modalidad y estilo que inevitablemente se imprime en la terapia. Esta es la razon
por la que quien observa a un terapeuta de familia verá que hace cosas muy
semejantes a otros, aunque esto no anula la personalidad del mismo para
incorporar en un momento dado algo suyo que no se encuentra en otros
terapeutas. Es, con otras palabras, lo que marca un estilo y lo que, en caso de
no ser entendido así, puede originar discusiones acerca de lo que IIdebió
ll
hacerse o IIdebió omitirse en una sesión concreta o en un momento preciso
ll
Para conseguir este encuadre cada terapeuta elegirá un modelo entre los
existentes o, si su experiencia lo permite, estructurará un cuadro de referencias
en el que tenga claro el camino que desea recorrer; con cada familia irá trazando
un proceso peculiar y según las notas típicas de ellas, pero siempre tendrá un
apoyo donde poder redefinir lo que quiera y donde encontrar explicación a
cuanto está haciendo con cada familia. Por otra parte, tales referencias servirán
para controlar la evolución de la terapia de cada familia.
Entre los modelos existentes que dan explicación del proceso terapéutico
quiero destacar tres para exponerfinalmente los puntales en que personalmente
apoyo todo proceso terapéutico.
S. MINUCHIN establece un proceso en el cual el objetivo fundamental de sus
intervenciones es el de conseguir una "curación" mediante lo que denomina
"reestructuración activa" y cuyos elementos centrales son:
***
Todo el proceso admite la distinción de fases que en cada autor toman una
forma diferente. En cualquier caso, parece que el ritmo de la terapia es el único
criterio válido para poder indicar en cada caso lo que convenga ir realizando
para conseguir una mayor eficacia terapéutica.
Por ello no parece fácil reducir a categorías los pasos a dar. El trabajo
demuestra cómo con cada familia hay que ir marcando sesión a sesión II10s
ll
pasos a dar todo ello a la luz de lo que se va logrando, las resistencias que se
,
encuentran y lo que parece más apto para seguir estimulando fuerzas positivas
y controlando aquéllas que aparezcan como negativas. Estos elementos son
los que facilitan ir replanteando continuamente cuáles son los puntos focales
en los que apoyarse, los resortes que aparecen más sutiles en cada terapia y,
desde ahí, los objetivos inmediatos que regulen la acción del terapeuta.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 597
Por la importancia práctica que encierra para no perder el norte del rumbo
terapéutico, parece conveniente destacar que el terapeuta ha de estar pregun-
tándose a lo largo de todo el proceso ¿qué relación hay entre lo que está
11
ll
pasando al P. D. Ylo que es esta familia en que ha nacido y vive ? Sólo así podrá
mantenerse el contexto sistémico, aun en aquellos momentos en que, por
estrategia momentánea, se trabaje con el P.D. o con alguna parte del S.F. total.
De lo contrario se utilizará un esquema lineal que no tiene nada que ver con lo
que es la esencia de la T.F.
Otro punto importante en este mismo sentido es el que viene estructurado por
el ritmo y numero de sesiones de T. F. que se realizan con cada familia. La familia
pregunta cuánto va a durar la terapia que se inicia. O, si no lo pregunta, se lo
plantea en su interior. Y, de algun modo, hay que dar una respuesta que pueda
ir desde una indicación más o menos evasiva hasta una transmisión que haga
captar la importancia de su colaboración para la rapidez y eficacia del tratamien-
to. No faltan quienes marcan un numero concreto de sesiones (SELVINI-PA-
LAZZOLI y su equipo, 1982) al final de las cuales se replantea una serie de
sesiones o se concluye el tratamiento. Tal criterio, apoyado en una larga y
controlada experiencia, se concreta en 10 sesiones y así es mantenido por
cuantos siguen la directriz del grupo de Milán representado por MARA SELVI NI.
Otros terapeutas plantean sesiones durante un largo periodo de tiempo (WHI-
TAKER y colaboradores).
Mi postura personal se centra en indicar a las familias la realización de un
numero corto de sesiones aunque distribuido a lo largo de un periodo no
intensivo que viene ocupando el equivalente a un curso escolar que da cabida
a un numero de sesiones cercano a las 10 ó 12. No fijo tal numero al comenzar
la terapia aunque sí hago ver a la familia el encuadre general, destacando que
llegar al final es lo importante, aunque tal llegada dependa del ritmo que seamos
capaces de coger, los obtáculos que encontremos, las paradas que hagamos
y los acelerones que sepamos aguantar. Uso la imagen de que mi respuesta a
su pregunta es equivalente a lo que contestaría si me preguntasen cuánto vamos
a tardar en ir desde Madrid a Burgos: todo depende de cómo esté la circulación
(interacciones, transacciones, mensajes, comunicaciones), el tráfico en direc-
ción contraria (resistencias, descalificaciones, mensajes no captados, ausencia
de algun miembro a las sesiones), el cansancio (de la familia, del P.D., de los
terapeutas), sin olvidar la capacidad de soportar equipajes (prescripciones,
tareas, cambios a introducir, nuevos modelos a incorporar, interacciones a
modificar, comunicaciones a poner en práctica).
598 José Antonio Ríos González
***
En el C.T. hay que distinguir, por otra parte, lo que pide la familia y lo que,
frente a tal concepto, puede ofrecer el terapeuta.
La experiencia demuestra que cuando la familia acepta el esquema metodo-
lógico de acudir a una T.F. viene movida internamente por varias demandas y
necesidades:
1. Una solución rápida y eficaz con el menor esfuerzo de todos y el menor
tiempo posible.
2. Una intervención terapéutica para la que están dispuestos a proporcionar
datos que se centran en la información sobre el P. D. Yno tanto sobre otros
miembros e interacciones del S.F.
3. Una disponibilidad circunscrita a facilitar un cambio modelo Cambio-1,
dado que ignoran que la postura que adoptamos en T.F. es una continua
referencia a la movilización de mecanismos que hagan posible el plan-
teamiento del cambio en la línea del Cambio-2.
4. Que se actúe -y que se profundice, dicen- sobre el P.D. Esta idea, aún
cuando se haya iniciado un proceso terapéutico y se encuentren en
camino de una evolución positiva desde el punto de vista terapéutico,
suele ser recurrente siempre que aparecen momentos de crisis, paraliza-
ciones en la terapia, nuevos problemas, resistencias al cambio o cualquier
otro tipo de situación que desencadena la amenaza de que se puede
empeorar o retroceder. Igualmente se refuerza este deseo cuando es otro
el que empieza a lIempeorarll, fenómeno que sabemos muy bien actúa
sobre las familias disfuncionales y en la medida en que el P.D. empieza
a liberarse de interacciones inadecuadas. La estabilidad homeostática
amenazada inclina a volver a P. D. como único responsable de sus propios
males.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 601
5. Los objetivos que la familia desea hacer objeto de C.T. son: curar al P.D.,
aliviar la tensión o estrés actuales, recibir pautas y hasta I/recetasl/
concretas para obrar rectamente en la educación, potenciación o ayuda
al miembro señalado como paciente.
6. Difícilmente se plantean que l/junto al/ o l/frente al/ cuanto han hecho con
mayor o menor éxito, hay otras alternativas para cuyo descubrimiento y
puesta en práctica han de estimular su creatividad, originalidad y hasta
cierta capacidad de desafiar moldes, mitos, rituales, etc. Todo ello cons-
tituye caminos para recuperar algunos niveles de la propia capacidad
terapéutica oculta o bloqueada.
La idea del C.T. por parte de la familia está muy limitada. Sobre la base mínima
ya apuntada hay que ir consiguiendo una apertura que permita desfocalizar el
problema-eje centrado exclusivamente en el P.D. para pasar al S.F.
La no delimitación de este modo de platear la terapia lleva a la posturaadptada
por algunos psicólogos que dicen hacer terapia familiar cuando, en realidad lo
único que hacen es trabajar con la familia sin abandonar intervenciones y
estrategias que sólo tiene en cuenta al paciente. Lo que hacen es trabajar con
el paciente, aunque en presencia de los otros familiares. Esto no es hacer terapia
familiar porque no se moviliza nada relativo al sistema familiar. Y el C.T. debe
evitar este error desde el comienzo.
***
Lo que ofrece el terapeuta de la familia y ha de quedar esbozado en el C.T.
es algo que puede resumirse así:
Desde aquí los terapeutas tienen que trabajar para que la familia capte que el
contexto terapéutico que encuadra el C.T. tiene un trasfondo inevitable que
puede exteriorizarse en lo siguiente:
a) Desde el terapeuta:
1. Delimitando el sector o aspecto del problema-base ll sobre el que se va
II
***
7) Esta va a ser, repetimos una vez más, una Terapia de Familia, por lo que
esperamos que a lo largo de las sesiones hablen de las dificultades de la
familia.
Ahora nos gustaría que durante unos minutos discutieran Vdes. este contrato
que les proponemos, y nos comuniquen después su decisión.
Los mismos terapeutas agrupan estos puntos en 4 bloques, dado que con ellos
tratan de transmitir a las familias el fondo de la terapia familiar ya que se les
habla del lIencuadrell (puntos 1 y 2) de la técnica a utilizar (puntos 3 y 4), de la
circularidad ll (puntos 5,6 y 7) Y se plantean en un cuarto bloque el análisis de
II
la toma de decisión.
Observan que la respuesta dada al contrato ofrecido es global, sin entrar a
discutir aspectos particulares del mismo, que la decisión que se toma no suele
adoptarse en el espacio de tiempo que se les concede para ello, sino que viene
tomada previamente, aunque en ese momento la actualizan y asumen de un
modo más claro. Destacan la respuesta que dan las familias a la circularidad
(puntos 5, 6 Y 7) Y que les obliga a plantearse abiertamente el funcionamiento
familiar y la cuestión de los roles establecidos en el sistema.
a) Las de asociación
Son procedimientos para provocar una reestructuración, y sirviéndose de ellas
el terapeuta usa los movimientos propios de la familia con el fin de empujarla
en la dirección de los objetivos terapéuticos. Se pone en marcha siempre que
se subrayan las acciones realizadas por el terapeuta con el fin de establecer
una relación con los componentes del sistema o con el sistema como tal: sentir
el dolor de un miembro, apoyar a uno aislado, sostener al más débil, dejarse
querer por uno de ellos. MINUCHIN afirma que lI el terapeuta se usa a sí mismo
creando alianzas y coaliciones; creando, reforzando o debilitando confines y
ll
contrastando o sosteniendo modelos transaccionales •
ll
familia está inhibida, sus comunicaciones son concisas •
b) Las de reestructuración
Son intervenciones terapéuticas tendentes a afrontar o a desafiar a la familia
en el intento de imponer un cambio terapéutico. Tienden a introducir cambios
en las reglas precedentes del sistema, y suelen tener como característica la de
ser intervenciones dramáticas que provocan el progreso hacia objetivos tera-
(1) Ver págs. 653-655
608 José Antonio Ríos González
péuticos. Creo que pueden estimarse como verdaderos revulsivos. Para ejercer
bien este tipo de estrategia el terapeuta debe haber alcanzado en el sistema
familiar un verdadero papel de líder.
Suelen señalarse siete tipos de operaciones de reestructuración:
a) Captar los modelos transaccionales de la familia para actualizarlos,
recreando los canales de comunicación, usando técnicas de estimulación
o de inhibición de dicha comunicación. A este fin contribuye el manejo y
reestructuración del espacio, cuestión sobre la que se ha hablado ya
ampliamente. Este instrumento permite explorar y activar las relaciones
privilegiadas en el sistema familiar.
b) Determinar los límites, logrando un grado correcto de flexibilidad o de
rigidez según que los sistemas familiares carezcan de la intimidad nece-
saria.
c) Aumentar las tensiones, provocar crisis y estrés para valorar la capacidad
de cambio y reestructuración del sistema, precipitar la situación actual y
desencadenar la aparición de nuevos contextos. Con ello, además, se
bloquean las pautas transaccionales habituales y se acentúan las dife-
rencias para introducir cambios.
d) Asignar competencias o tareas creando nuevos esquemas de comunica-
ción mediante comportamientos que se pretende convertir en conscientes
para toda la familia. Aplicado al síntoma hace posible que el sujeto que lo
padece adquiera conciencia sobre él. Las prescripciones logran avances
muy importantes en este terreno, como se verá enseguida.
e) Utilizar los síntomas mediante prescripciones, exageración del síntoma,
desfocalización del síntoma o alejamiento del P.D., adopción de un nuevo
síntoma como más importante, desplazando la atención hacia otro miem-
bro aparentemente sano; también puede utilizarse el reetiquetamiento del
síntoma haciendo que se tome conciencia sobre nuevos aspectos del
síntoma, así como modificar el afecto hacia el síntoma invitando a tomar
conciencia sobre vínculos afectivos que pueden conseguirse con esa
situación sintomática.
f) Manipular el humor, recurriendo a la imitación exagerada del estilo familiar
para suscitar mecanismos de enfrentamiento de la disfunción por parte
de la familia. Luego se volverá sobre el particular.
g) Sostener, educar y guiar, aspectos que han de mantenerse a lo largo del
proceso terapéutico y dando más peso a cada una de estas funciones
según el tipo de familia y la relación terapéutica que logre establecerse.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 609
Preescripciones reestructurantes
Momento de prescribir
Aunque de alguna manera se han sistematizado algunos momentos para
realizar las prescripciones, destacando el modelo según el cual éstas deben
hacerse al final de la sesión, parece conveniente dejar abierto el campo de
actuación ya que creo que es útil tener en cuenta lo que es el "momento
terapéutico" u ocasión propicia para hacer una intervención. Ese momento
puede ser un instante que no se repita más. Y hay que aprovecharlo.
Por ello, sin negar validez al esquema de la prescripción dada tras el cambio
de impresiones entre los terapeutas y miembros del equipo que están tras el
espejo, me atrevería a afirmar que debe prescribirse cuando aparezca un
momento idóneo al hilo de desarrollo de la sesión. Esto, sin embargo, debe estar
regulado por otro criterio importante: no debe prescribirse sin haber logrado
poder sobre el sistema familiar, aspecto que importa destacar porque la eficacia
de la prescripción está en función de este dato. Comparto plenamente la opinión
de G. VELLA (1981) cuando dice que el momento oportuno forma parte del factor
"tempo·· de la estrategia; en este IItempo entra la adquisición de poder por parte
ll
veces a lo largo de la sesión, lograr que se reciba si ser discutida por la familia
dentro de la sesión -a lo cual ayuda, sin duda, el modo de hacerla al final de
todo- y, siempre según VELLA, no dejarla para el final.
Este modo de dar y repetir la prescripción como si se tratara de un bucle que
se va rizando a lo largo de la sesión, es el modelo que prefiero. Al final, a lo
sumo, repito como en resumen los puntos básicos que contiene la prescripción
o prescripciones dadas.
Prescripciones antiterapéuticas
Si la prescripción se da bien, surte efecto. Si se muestra ineficaz es porque no
se ha dado bien o no ha sido clara o se ha elegido un mal momento. De lo
afirmado por G.VELLA (1981) pueden indicarse algunos modelos antiterapéu-
ticos que hay que evitar:
familias que no voy a entrar más allá de donde ellos permitan y quieran.
y voy entrando conforme ellos me abren las puertas, al ritmo de su
confianza y de verse respetados. No quiero ser de los que en las primeras
ll
preguntas entran en la alcoba y hasta indagan lo que ocurre en el lecho
lI
10. En este mismo sentido hay que tener muy claro con qué miembros del
sistema aparecen mayores dificultades de intervenir, ya sea porque se
les percibe como hostiles, cerrados, descalificadores, o porque transfe-
rencialmente comunican imágenes con las que el propio sistema familiar
ayuda a clarificar este fenómeno. riEse es el hermano que no he querido
tener", "éste es el padre que siempre he rechazado" ...). La contemplación
de una sesión grabada puede facilitar el descubrimiento de aquellos
miembros del sistema con los que tendemos a no interaccionar, los que
evitamos sistemáticamente.
11. La intervención terapéutica desde el enfoque sistémico ha de agilizar la
circularidad del sistema, por lo que es imprescindible establecer un tipo
de relación/comunicación radial, sin que nadie quede fuera del juego
(" ¿Cómo ves tú la actuación de tu madre con X?", 11 ¿Y la de tu padre con
tu madre cuando X hace tal cosa?", 11 ¿Y tú qué haces en esas ocasiones?",
11 ¿Y qué pasa después con tus hermanos pequeños?" ... y así sucesiva-
mente).
12. Cortar cuando se vea que la circularidad no funciona, haciéndoles notar
que se trata de ver cómo ven todos lo de todos y cómo actúan todos con
todos. Una interacción radial centrada en el P.D., por ejemplo, no debe
admitirse en la terapia sistémica.
13. El terapeuta debe integrarse en el sistema familiar desde el primer
contacto. En T.F. no es la esfinge inasequible e impenetrable del psicoa-
nalista clásico, defendido de toda contaminación emocional con el mundo
emocional del paciente y "fuente sellada" para cualquier intento de
conocimiento personal por parte del paciente. El terapeuta familiar está a
la intemperie y ha de llega a ser un miembro más del sistema mientras
dura la sesión, sin que ello le lleve a perder prestigio y poder para intervenir
con autoridad y eficacia.
Esta integración es muy activa. Interviene mediante actuaciones en las
que se maneja el espacio físico (cambio de lugar con otro), acorta
distancias (me acerco a un miembro y no temo poner la mano encima o
tocarle, cogiendo en mis brazos a un niño pequeño o sentando en mis
piernas a otro). No existen las barreras de la mesa del despacho, ni la
que provoca la bata blanca, el bloque de recetas o el material de los tests
que son, en la fantasía del"enfermo", armas de poder.
Una estrategia idónea para lograr esta meta es el uso del mimetismo ya
descrito. Cito algún ejemplo:
616 José Antonio Ríos González
Es por ello por lo que el humor bien manejado sirve para adentrarse en niveles
que no captarían de otros modos. Algunos aspectos que resultan impenetrables
empiezan a mostrar facetas más asequibles.
Otras modalidades basadas en el humor son las desarrolladas porWHITAKER
(NAPIER y WHITAKER, 1978; VELLA, 1981) mediante su método irónico y
II
ll
libertad").
6. "¿Qué tipo de padre/madre quieres tener tú?", lo que enfrenta a toda la
familia con la definición de un modelo paterno/materno adecuado a cada
uno de sus hijos. En esta línea suelo decir también:
7. "Dí a tu padre/madre el padre/madre que tú necesitas porque ellos no
aciertan a saberlo sin tu ayuda", con lo que se abre una puerta a la
comunicación en niveles profundos de los que no pueden estar ausentes
sentimientos, afectos, emociones, niveles de aspiración, peticiones afec-
tivas.
8. "Habla con tu padre/madre, que tienes ahora tan cerca, de... " frase que
intenta desencadenar una interacción dentro de la sesión de terapia. Si
esto va acompañado de un cambio físico que haga que esos dos miem-
bros se sienten juntos y puedan hablarse cara a cara, el refuerzo de la
interacción es más eficaz.
9. Cuando algún miembro de la familia se refiere o alude a algo relacionado
con otro, le digo: "Dile a ... lo que me ibas a contar a ml", acompañando
la frase de un cambio en el territorio de la sala de terapia a fin de acercarlos
y que hablen con mayor cercanía física y emocional.
1O. Si deseo ayudar al padre/madre a que se decidan a iniciar movimientos
de cambios en el sistema familiar, me siento a su lado, cambiando el
puesto con alguno al tiempo que le digo: "Yo creo que para Vd. va a ser
difícil, pero podría intentar... (y le indico qué cambios serían oportunos).
Refuerzo más la invitación si introduzco un cierto desafío, diciéndole, "No
sé si va a ser capaz". Esto vale para con cualquier otro miembro.
11. En el caso anterior hay una alianza pedida no directamente. Si quiero
hacer más directa y explícita mi petición de alianza, suelo decir: "Tú (Vd.)
Y yo vamos a hacer un pacto: (y le doy las pinceladas del mismo para
hablar y concretar) .. ¿ Te parece bien?".
12. Si el P.D. se muestra resistente a cambiar algo relacionado con su
comportamiento, sus síntomas, etc. intento una prescripción envolvente
tanteando cómo recibirá la formulación de la prescripción. Y le digo: "Si
tú necesitas eso (no estudiar, no dormir, pegar a los otros, robar, no
comer, molestar a tu madre, desobedecer a tu padre, no ir a la escuela...)
620 José Antonio Ríos González
yo te doy permiso para que lo sigas haciendo desde hoy y tus padres no
te van a decir nada ni te van a reñir".
13. Otras veces uso una fórmula paralela pero más punzante: "Si tú necesitas
eso (...) yo te lo mando, y vas a ... (fastidiar a tu madre, no comer, no
obedecer) hasta que volvamos a vernos", o "hasta el domingo próximo y
luego me llamas por teléfono", o "una hora cada día, para lo cual dime y
dile a tus padres qué hora eliges".
14. Si los padres describen al P.D. de un determinado modo, ordinariamente
destacando los aspectos menos positivos de su personalidad, interrumpo
el relato preguntando: "¿ Y a quién de Vdes. se parece en eso?", lo que
supone introducir un factor familiar que abra un camino a una nueva
manera de contemplar los mismos datos.
15. Si la descripción abunda en lo negativo, pregunto a todos, indis-
criminadamente, "Qué destacaríais como positivo en MM, ?", abriendo una
ll
rueda informal de aportaciones o, con lenguaje de A.T., caricias Lo
II •
18. Viendo cómo interactúan los miembros suelo aprovechar la ocasión para
transmitirles lo que es el enfoque sistémico y el contexto relacional. Y les
digo "Ustedes están bien; lo que está mal (enferma) es la relación".
19. Si detecto en algún miembro una actitud de reserva, hostilidad y agresi-
vidad, me adelanto a ello haciendo explícita su existencia. Y le digo al
miembro en que aprecio tal postura: "Debes estar cogiéndome una
manía... ", con lo que se da la posibilidad de descargar la tensión que
obstaculiza la terapia y puede originar la descalificación de cuanto haga
el terapeuta.
20. Cuando alguien habla por otro, interrumpo diciendo: "Espera. Nos lo va a
decir o contar él".
21. Cuando un miembro interrumpe a otro, o a mí mismo, queriendo cambiar
de tema, le hago una pregunta rápida: "¿Me has oído bien?" o "¿Has
escuchado lo que te estaba diciendo él?"
22. Si al dirigirme a uno me dice que le repita la pregunta, suelo interpretar
que quiere tomarse tiempo para pensar una respuesta digna. En tales
casos, sobre todo si se repite más de una vez, le digo: "Si me has
entendido, contéstame; si no me has entendido no te preocupes, déjalo".
La mayoría de las veces demuestra que había oído y entendido perfecta-
mente. Lo que confirma mi hipótesis.
23. Cuando el subsistema parental (padre/madre) funciona bien pero impi-
diendo a estos adultos ser personas y miembros de un subsistema
conyugal (marido/mujer) con sus exigencias y necesidades desplazadas
por querer ser buenos padres, les digo: "Los padres no deben renunciar
a ser personas. ¿Desde cuando no se sienten Vdes. personas, marido y
mujer?"... Son sorprendentes las cosas que se escuchan.
622 José Antonio Ríos González
30. Cuando establezco alianzas las pongo de relieve sin equívocos. Para
evitar que alguna vez piensen que me alío con quien no lo hago, les
advierto lo siguiente: "Cuando vean que asiento con la cabeza o cualquier
gesto a lo que me comunican no interpreten que les estoy dando la razón
o que estoy de acuerdo con ello. Simplemente quiero expresar que les
escucho y sigo el hilo. Cuando esté de acuerdo con algo lo diré claramente
con mis palabras (lenguaje verbal) y no con gestos (lenguaje no-verbal)).
31. La perspectiva evolutiva de una intervención la adopto mediante la
metáfora de la edad real frente a la edad simulada. "Me gusta cuando
hablas como un chico de 8 años", "Me encanta cuando decides como una
chica de 16 años". "Sólo te escucharé cuando hables como un chaval de
17 años", porque aceptar otros modos es confirmar un comportamiento
distorsionado para una madurez acorde con su ciclo evolutivo.
32. El terreno debido a esta correspondencia entre edad evolutiva y grado de
independencia lo expreso cuando le digo a los padres que tienen que
admitir un terreno propio de los hijos sin intrusiones indebidas. Uso la
expresión "en el mundo de los niños/adolescentes no deben entrar los
mayores".
33. Si deseo delimitarel terreno de influencia de la madre, asigno alguna tarea
de las que hace habitualmente a la responsabilidad del padre, diciéndole
a ella: "Vd. va a descansar unos días dejando que su marido haga tal y
cual cosa". Desafío su compromiso al añadir: "No sé si va a ser capaz de
esto".
34. Cuando no se ve avance pongo un límite. Y digo: "Si de aquí a tal sesión
no hay.avances, tiramos la toalla".
35. Y, finalmente, si la familia decide interrumpir la terapia se les cita para una
última sesión: "No solemos cerrar ningún caso sin tener una conversación
que fije el acuerdo de no continuar más en terapia". Con ello se evita la
manipulación de que algún miembro o una parte imponga a los otros una
decisión que no comparten. Si alguno decide continuar la terapia se
redefine el Contrato Terapéutico y se sigue.
***
5. El IIsabotaje a la T.f.
ll
celebrar sesiones si no están todos puede ser un modo de ofrecer una pista
para tal maniobra descalificadora.
6. La coterapia en la T.F
solo frente a una familia. Y la familia, cuando pueda valorarse el dato, es muy
probable que se encuentre incómoda ante un solo terapeuta.
Mi experiencia personal trata de basarse en lo que el ejercicio diario me
enseña, aunque apoyándome en ideas de WHITAKER NAPIER (1979), 808-
ZORMENYI-NAGY y FRAMO (1965), destacando algunos puntos en torno a los
que debe organizarse el trabajo en coterapia:
cada uno sea una entidad personal diferenciada a fin de que se facilite la
normal evolución somatopsíquica de cada miembro según su momento o
ciclo evolutivo.
5. Conquista de una mayor flexibilidad en los estilos educativos (actitudes,
autoridad, disciplina) para eliminar las rigideces disfuncionales y hasta
patógenas.
6. Consecución de una clara jerarquización en el sistema familiar, sin
renunciar a responsabilidades paterno/maternas acomodadas al nivel
sociocultural y a las necesidades de cada sistema familiar concreto.
7. Establecimiento de modelos equilibrados de autoridad y disciplina que no
destruyan la interacción maduradora dentro del S.F.
8. Consecución de que cada miembro esté en su lugar generacional y
susbsistémico, con respuestas de comportamiento adecuadas a su
edad/momento evolutivo para que la interacción con los demás miembros
del S.F. le ayude a conseguir mayor cohesión interna, mayor estabilidad
emocional que haga innecesarios los comportamientos sintomáticos para
diferenciarse de los otros y garantice un progreso evolutivo individual.
9. Que el S.F. total consiga, igualmente, la cohesión interna, la estabilidad
y el progreso como grupo humano en crecimiento.
De este modo tenemos un camino para marcar los pasos a dar, creando los
presupuestos que hagan posible la evolución y el crecimiento del sistema y sus
componentes. Ahí centramos nuestro concepto de IIcuraciónll
***
***
Manual de Orientación y Terapia Familiar 635
APENDICE 1.
EL CONTRATO TERAPEUTICO
CONTRATO TERAPEUTICO
18. El contenido de este Contrato debe ser conocido por TODOS los
miembros de la familia antes de venir a terapia. Lo contrario será un
obstáculo para la buena marcha de nuestro trabajo.
Madrid, . . . . .. de de 199
***
Manual de Orientación y Terapia Familiar 639
CONTRATO TERAPEUTICO
1. Una vez recibida la petición de consulta, uno de los terapeutas que les
atenderán en la primera sesión, mantendrá con Vdes. una conversación
telefónica para completar algunos datos antes de ser recibidos.
2. Entre esta llamada y la primera sesión deberán completar una serie de
Cuestionarios previos para tener la información que nos permita formar
una idea acerca de algunas cuestiones que tendremos que trabajar juntos
a lo largo de la Terapia. En otros momentos del proceso volveremos a
solicitar de Vdes. su colaboración para seguir completando datos. Sin
haber recibido los Cuestionarios aludidos no iniciaremos la Terapia soli-
citada.
3. A la primera sesión/entrevista deberán acudir los dos cónyuges.
4. En las sesiones sucesivas se entenderá que han de seguir acudiendo los
dos, salvo indicación expresa de los terapeutas. Cualquier decisión
contraria que tome la pareja será objeto de análisis en la sesión.
5. El número aproximado de sesiones de terapia de pareja a tener, según
nuestro modelo técnico, es el comprendido entre 8 y 10, con un ritmo de
distancia entre 3/4 semanas, abarcando un periodo total que oscila
alrededor de 12 meses.
6. En cada sesión se les citará para la siguiente, indicándoles día y hora de
celebración. Una vez aceptada por Vdes. no se modificará salvo fuerza
mayor. En caso de no acudir a la sesión concertada SE ABONARA
IGUALMENTE LA CANTIDAD FIJADA AL INICIAR LA TERAPIA. Basta
que acuda uno de los cónyuges para que la sesión se celebre.
7. No se tendrán sesiones individuales salvo cuando se acuerde así en una
exposición clara por parte de la pareja y sean aceptadas por los terapeu-
tas. Igualmente podrán tenerse cuando, a petición de los terapeutas, los
cónyuges lo acepten. Nunca se celebrarán por decisión unilateral de
cualquiera de las partes.
8. Siempre serán atendidos por DOS TERAPEUTAS de nuestro equipo,
pudiendo cambiar en algún caso, ya que tras el espejo están los demás
miembros del equipo que les atiende. Estos miembros pueden intervenir
en la terapia a través del teléfono interno, y están obligados al secreto
profesional como los terapeutas que les atienden directamente. El Direc-
640 José Antonio Ríos González
14. Tanto en el momento final como en otros intermedios del proceso, se les
rogará respondan un Cuestionario de Control de la Terapia que nos
permita hacer una valoración del trabajo realizado y los resultados obte-
nidos o fracasos acumulados. Con tal información -y la recogida en las
sesiones tenidas- redactaremos un INFORME EVOLUTIVO DE LA TE-
RAPIA DE PAREJA que les será entregado para su uso.
15. Una vez terminada la terapia, nuestro equipo volverá a ponerse en
contacto con Vdes. de una manera cómoda al cabo de 6, 12 Y 24 meses
para evaluar la evolución y situación posterior a la terapia realizada. De
este modo, estaremos a su disposición para cualquier duda o aclaración.
16. Si realizadas las 10 sesiones previstas en el punto 5, la pareja o el equipo
de STIRPE ven la necesidad de tener alguna sesión más, podrá plantear-
se un nuevo Contrato en el que se determinen los contenidos, ritmo y
fechas de las sesiones de la nueva fase, así como los honorarios si fuese
el caso. Para todo ello se tendrían en cuenta los datos obtenidos mediante
los Cuestionarios citados en el número 14 de estas Normas.
17. Los honorarios a abonar por cada sesión se les indicarán en el momento
de aceptar la Terapia de Pareja, una vez recogida toda la información
citada en los puntos 1 y 2, Y el inicio de la Terapia por parte de Vdes.
significará la aceptación de los honorarios fijados. El abono de los mismos
ha de hacerse al final de cada sesión a cualquiera de los terapeutas que
les atiendan.
18. Les rogamos que para cualquier contacto con nuestro equipo tengan en
cuenta los horarios de Secretaría que se les indiquen oportunamente. Con
la Secretaria determinarán si la información que desean transmitir la
comunica ella misma o es conveniente conectar con alguno de los
terapeutas. De este modo garantizamos una atención conveniente y
eficaz. En cualquier caso dejen su nombre completo y teléfono de contacto
para facilitar la conexión con Vdes.
19. El contenido de estas Normas debe ser conocido por ambos cónyuges
antes de venir a Terapia. Lo contrario será un obstáculo para la buena
marcha de nuestro trabajo.
Madrid, . . . .. de de 199
Nota importante: Una vez se les de día y hora para la próxima sesión no
se les volverá a recordar. Rogamos tomen buena nota de ello para evitar
molestias innecesarias.
642 José Antonio Ríos González
O/DI .
y O. José Antonio Ríos González. Director.
en Madrid a de de 199 .
Nota:
Cualquier limitación a los puntos anteriores deberá consignarse al dorso firmada por
ambas partes.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 643
APENDICE 2.
Instrumentos de Evaluación del Proceso de Terapia de
Familia y Terapia de Pareja.
Familia: . Ref .
Respuestas de .
Fecha: .
Matrimonio: . . . . . . . . Ref.: .
Respuestas de: (marido o mujer)
Fecha: .
Familia: . Ret.: .
Respuestas de .
Fecha: .
o 234 S 6 78 9 10
Matrimonio: . Ref.: .
Respuestas de: .
Fecha: .
INFORME
En el momento actual, y una vez realizadas ..... sesiones de Terapia Familiar/de Pareja
conforme al plan inicialmente previsto, y a fin de proporcionarles algunos criterios
derivados de la información recibida a lo largo del tiempo transcurrido, parece conveniente
destacar los siguientes puntos:
1. El motivo inicial (y se describen los aspectos planteados al comienzo de la
terapia), ha evolucionado en los siguientes niveles:
(Se hace una descripción de los aspectos que resulten más destacables en toda
la situación de la familia o la pareja, tanto en lo que ha evolucionado como en lo
que se mantiene inalterable de cuanto plantearon al inicio)
2. Los aspectos a potenciar dentro de la vida familiar/vida de pareja a fin de
mejorar la situación consultada, se centran en:
(Se detallan cuantos parezcan oportunos, usando connotaciones, reforzando
actitudes, destacando aspectos positivos, etc. sin dejar de usar los elementos
paradójicos que se crea oportuno. Es importante destacar alguna cosa positiva
de cada uno de los miembros de la familia o la pareja a fin de que todos reciban
algún tipo de refuerzo)
3. Como aspectos IImltantes dentro de la interacción familiar/matrimonial, y con
vistas a un mejor control de los mismos para evitar sus repercusioes negativas,
conviene señalar los siguientes:
(Igualmente se especifican los que resulten más necesarios para que la familia!
la pareja, tome conciencia de cuanto puede ser un obstáculo para conseguir una
mayor cohesión, una mejor estabilidad y un permanente progreso. En el buen
sentido del terapeuta está el saber presentar estos aspectos de manera no agre-
siva ni lesiva, sino más bien como un estímulo y un desafío)
4. Ante cualquier "recaída" o futuro momento crítico en la vida familiar/conyugal,
deberán tener en cuenta los siguientes puntos:
(Se aprovecha esta última parte del Informe para sintetizar algunos criterios que
permitan manejar adecuadamente cuanto han descubierto en la Terapia o todo
aquello que hayan captado como instrumentos válidos para conservar un buen
nivel de relación, comunicación, solución de conflictos, estilos educativos, etc.
Al hablarles de posibles recaídas se les transmite implícitamente que la presencia
de crisis no es sinónimo de "enfermedad", "patología" o "anormalidad", sino que
es algo inevitable en la vida ordinaria con lo que tendrán que aprender a convivir
al tiempo que buscan los modos de superarlas).
652 José Antonio Ríos González
Madrid, de de 199 .
APENDICE 3.
Proceso Terapéutico y Formato de Sesiones en Terapia
Familiar y de Pareja
APENDICE 4
LAS HIPOTESIS SISTEMICAS EN TERAPIA FAMILIAR
HIPOTESIS
(Guía que procura información. Tentativa para iniciar la Terapia o una sesión concreta)
HIPOTESIS LINEAL
(La tradicional de la búsqueda de la etiología causa-efecto: IIPor qué existe el síntoma ll )
HIPOTESIS SISTEMICA
(Guía que nos da información sobre cómo funciona la familia.
"Para qué existe el síntoma ll •
IIQué función tiene el síntoma en esta familia ll
IIQué relación existe entre el síntoma y ésta familia concreta en éste momento
concreto de su ciclo vital)
VERDADERA FALSA
VALIDADA (3) (Se eliminan variables que parecían
CONFIRMADA posibles)
Se interviene Si en parte: Si toda ella:
Se sigue trabajando
en esa dirección MODIFICADA RECHAZADA
Facilita el trazado Se adapta para Se abandona
de una línea terapéutica. aplicarla tera- definitivamente
péuticam ente.
(J.A. Ríos: Adaptación del modelo de Milán que presenta NAVARRO, 1989)
660 José Antonio Ríos González
APENDICE 5
MODELO DE SESION EN LA ESCUELA DE MILAN
1. Contacto inicial
2. Pre-sesión
3. Obtención de datos
4. Inter-sesión
5. Intervención final
6. Post-sesión
7. Seguimiento
... 2. Pre-sesión 3 4 7 2 .
2. GENERACION DE HIPOTESIS:
2.1. Formulación de hipótesis
2.1.1. Hipótesis sistém icas
2.2.2. Hipótesis tentativas
("De la misma manera que la entrevista no se comienza sin una hipótesis
tentativa, la intervención no se imparte sin una hipótesis validada"
(NAVARRO, pág. 44)
3. VALIDACION DE HIPOTESIS:
3.1. Validación de hipótesis
*3.2. Formulación de hipótesis provocatorias
3.3. Adquisición de nuevas informaciones
3.4. Discusión y validación de nuevas hipótesis
4. INTERVENCION:
4. 1. Intervención
4.2. Validación hipótesis
4.3. Nuevas hipótesis
4.4. Adquisición nueva información
***
Manual de Orientación y Terapia Familiar 661
APENDICE 6.
ESTRATEGIAS EN ORIENTACION y TERAPIA FAMILIAR
Prescripción de la Se acomodan al
conducta sintomática ritmo de la familia.
C'Más de lo mismo").
Ritualizada
(Asegurar que entre
un cambio en el sistema)
Invariables (Milán)
(Acciones que desen-
cadenan cam bios es--
tructurales en el sistema
Delimitan sistemas).
662 José Antonio Ríos González
APENDICE 7.
LAS PRESCRIPCIONES INDIRECTAS EN ORIENTACION
y TERAPIA FAMILIAR
A las prescripciones clásicas en Terapia Familiar, que creemos pueden
llamarse IIprescripciones directas ll por cuanto es el terapeuta el que manda a la
familia como tal la realización de ciertas tareas entre sesión y sesión, hay que
añadir las que venimos denominando prescripciones indirectas (RIOS GON-
ZALEZ, 1987).
Entiendo por prescripciones indirectas aquéllas que no vienen dictadas exac-
tamente a la familia en el proceso de una sesión o al final de la misma como
hacen algunos modelos de todos conocidos. Consisten fundamentalmente en
proporcionar una información que se convierte en agente de cambio en el
interior del sistema familiar.
Es, por tanto, la familia la que ha de aplicarse a sí misma aquello que le viene
dado por el terapeuta en forma de ideas, conceptos, esquemas de referencias
sobre los que construir un nuevo modo de actuar.
Su fundamentación está en que la experiencia demuestra con machaconería
que muchas familias llegan a ser disfuncionales o conflictivas a causa de la
ignorancia que tienen acerca de mecanismos elementales, reglas primarias,
ideas básicas acerca de lo que es el proceso de crecimiento de los miembros
-según su edad- o del sistema como totalidad. Intentar que una familia adquiera
todo ello de manera clara y sistemática cuando está en crisis, es una pretensión
inútil y estéril. Sin embargo, y dada su inicial disponibilidad para IIcurarsell,
mejorar o cambiar, el terapeuta puede utilizar cuanto proporciona la orientación
educativa para transmitir a la familia aquello que de haberlo poseido anterior-
r
mente le hubiese evitado caer en el conflicto que les hace sufrir lI aqu l y lI ahora ll •
Su contenido puede ser muy variado. En el caso de niños o adolescentes, lo
que los padres necesitan es descubrir II qué es un niño ll , II cómo reacciona un
adolescente ll , IIqué necesita una adolescente ll , lila importancia del juego ll , lI el
valor de la autonomía y la independencia ll , lI en qué consiste la verdadera
autoridad ll , IIcómo se imparte la disciplina ll o IIcómo se logra una comunicación
profunda ll • Son, por decirlo del modo que lo presentamos a las mismas familias,
IImini-rollos ll sobre psicología evolutiva, teoría de la comunicación, estilos edu-
cativos, modelos e interacción... En pocas palabras: todo aquello que los padres
no conocen y que pueden ser el núcleo básico.de un nuevo modo de actuar en
la vida familiar.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 663
APENDICE 8:
LOS SENTIMIENTOS DEL TERAPEUTA DURANTE LA
SESION
sando el control de los estados afectivos que pone en marcha. A veces puede
derivar hacia trastornos de la percepción por la angustia ante su no-control. El
rendimiento y la eficacia terapéutica queda muy disminuido mientras dura su
presión sobre el terapeuta.
Las pasiones o pulsiones polarizan todo el potencial afectivo que las sustenta
con el desencadenamiento de pérdida de equilibrio, limitación de la capacidad
de enjuiciar la realidad y del sentido crítico ante lo que se contempla. El terapeuta
puede verse confundido intelectualmente, arrastrado por una compulsividad
para actuar de manera inmediata y no regulada por la reflexión. La lucha interna
que se desencadena es muy fuerte y al tener un bajo tiempo de latencia, se
actúa con menor precisión en la elección de respuesta y se comete mayor
número de errores. Por la misma razón la información se analiza peor y la
eficacia terapéutica queda más reducida. Es evidente que para la familia los
resultados positivos quedan muy mediatizados: la conducta del terapeuta se
sitúa en una simple descarga sin objetivo constructivo. El sentimiento de culpa
y autorreproche suele aparecer muy pronto en el terapeuta.
Una adecuada utilización del mundo de los sentimientos en la terapia debe
hacerse mediante una metodología que ayude a su mejor canalización. Cree-
mos conveniente fijar estas condiciones:
a. Describir y clasificar las reacciones afectivas ante el clima emocional que
se crea en la sesión de terapia.
b. Distinguir bien los sentimientos removidos apenas vayan apareciendo
durante la misma sesión.
c. El equipo terapéutico, o el otro terapeuta cuando se trabaja en coterapia,
puede estar atento a derivar hacia esferas más constructivas cuanto
Manual de Orientación y Terapia Familiar 667
observación atenta sobre sí mismo y la observación por parte del otro terapeuta
o del equipo que está tras el espejo, pueden ser los medios aptos para descubrir
cuándo hace su aparición el mundo afectivo del terapeuta. Ese es el momento
que el mismo WHITAKER ha descrito como IImomento alternativo de IIden- ll
ll
tro/fuera que es lIesencial para permitir a los dos mantenerse como IIsí mismos ll
***
EPILOGO
datos según los cuales, y aunque aún sea en pocas Universidades y a cargo
de muy pocos profesores, esta afirmación tiene que ser matizada. Ya hay espa-
cios universitarios donde la formación de orientadores y terapeutas familiares
han iniciado un camino muy prometedor, aunque no carente de obstáculos.
Si entonces afirmé que la demanda era fuerte, esto sigue imponiéndose de
manera evidente y clara. Lo que en 1984 era una experiencia de cuatro años
ll
en la Formación de Terapeutas Familiares en nuestro centro IIStirpe se ha ,
***
Sin entrar en detalles que harían interminables estas páginas, es conveniente
indicar los eslabones fundamentales en que se apoya la estructura formativa
que podemos ofrecer en el momento actual dentro de nuestro equipo.
Manual de Orientación y Terapia Familiar 671
***
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Psychiatry and Behavioral Science Associates.
***
SISTEMAS FAMILIARES.
Directora: Adela G. García.
Edita: Asociación Sistémica de Buenos Aires.
Fundada en 1985
Números aparecidos: 21
Frecuencia: Cuatrimestral
Sistema: Suscripción directa y venta en librerías especializadas.
Contenido: Trabajos sI terapia familiar, noticias y comentarios bibliográficos.
Dirección: Juncal 3611. PB IIB II (1425). Buenos Aires. Argentina.
Tfno. 804-4231
Prólogo (9)
Prólogo segunda edición (17)
Introducción (21)
Cap.l. Planteamiento de la Orientación Familiar (27)
A. Concepto de Orientación Familiar (35). B. Niveles de Orientación Familiar (36):
a) nivel educativo de la O.F.: finalidad (36),objetivos (37), instrumentos para su
realización (37); b) nivel de asesoramiento de la Orientación Familiar (38): finalidad
(38), objetivos (38), instrumentos para su realización (38); c) nivel de tratamiento
terapéutico en la Orientación Familiar (39): finalidad (39), objetivos (39), instrumentos
para su realización (40). Notas al Cap.1 (40). Apéndice 1: Escuelas de Terapia Familiar
(42). Apéndice 2: La Terapia y la Orientación Familiar en España (47).
cónyuge (92). 11. El ser padres (93), el triángulo perverso (96). 111. La familia con hijos
en edad preescolar (100): abandono y subsistema madre-hijo en período preescolar
(103), efectos del abandono materno (105).IV. La familia con hijos en edad escolar
(111): la socialización (111), el juego (113): juegos de ejercicio (117), juegos de símbolo
(117), juegos de reglas (118), el juego: teorías (121), el juego: clasificación (123); el
descubrimiento del amigo (125). La identificación con los adultos (126): procesos de
identificación (130). V. La familia con hijos adolescentes (132): la adolescencia como
tránsito (134): proceso de interiorización (139), proceso de adaptación social (140),
proceso de integración (141), proceso de maduración (142), dificultades en la esfera
emotivo-afectiva (143), dificultades en la esfera social (143), dificultades en la esfera
escolar (144), dificultades en la esfera vocacional-profesional (146), dificultades en la
esfera de los valores (146), la crisis de la identidad personal (147), la adolescencia en
el contexto familiar (150), la familia ante la necesidad de independencia del hijo (152),
la familia ante la necesidad de autonomía del hijo (154), la familia ante la necesidad
de originalidad del hijo (156), actitudes ante el adolescente (158). VI. La familia con
hijos jóvenes y la rotura de dependencias (160): la rotura con el hogar (168), qué hacer
en tales situaciones? (173). VII. La familia y la pérdida de control directo sobre los hijos
(176). Notas al Cap.1I (182). Apéndice 1: La Terapia Familiar con niños (185). Apéndice
2: La Terapia Familiar con adolescentes (187). Apéndice 3: Cambios familiares en la
adolescencia (188). Apéndice 4: Peligro ante los cambios familiares en la adolescencia
(189). Apéndice 5: Contrastes intergeneracionales en la adolescencia (191).
Epnogo:
Más allá de lo afirmado en 1984 (669). La formación de terapeutas de familia (670).
Bibliografía (675).
Indice General (733).
Indice de Autores (739)
Indice de Materias (751)
INDICE DE AUTORES
A BANDURA, 127,249
BALES, 55
ACKERMAN, 440, 674, A1-1 BARBAG ELATA, A2-1
ADLER, 300, 302, 303, 305, 309, 310, BARCLAY, 265
312 BARLETTA, 106, 310, 311
AJURIAGUERRA, 67, 103, 107,201, BARRES, 483
205,206,207,209,219,222,225, BARRON, 308, 309
23f1, 241, 243, A2-1
BASSI, 227
ALBADALEJO, A2-1,
BATESON, 75, 76, 79,473,474,475,
ALBERT, 270 477,590,673, A1-1
ALEXANDER, 223, 225 BAUDOUIN, 293, 302
ALKIRE, 463 BECKER, 389
ALONSO, 618 BELL, 673, A1-1
ALTUCHER, 257, 273 BELLOTII, 237
ALTUIS, 265 BENEDETTI, 107, 108,215,313
AMES, 246 BENO, 105
AMOROSI, 223 BERESTEIN, 674
ANDOLFI, 454, 609, 610, 612, A1-1 BERGAMIN, 561
ARAGONES, 618 BERNAN, 63, 440
ARANA, A2-1 BERNSTEIN, 75, 441
ARTO, 127,272 BERTALANFFY, 53,55
ASPERGER, 483, 485 BENTZEN, 266
AUKEE, 485 BEYEBACH, A2-1
BILLER, 257,258, 261,262,263,265,
B 266,268,270,271,273,274,275,
278,462,464,465
BACH, 274
BISHOP, A1-1
BADOLATO, 232, 235, 237, 238
BLACK,53
740 José Antonio Ríos González
E GARDNER, 273
GARRE, A2-1
EACLES, 308
GATTI, 225
EDMONDSON, 460
GEERDEN, 266
EDLER, 463
GIORGIS, 107, 108
EGUIREUN, 604
GLUECK y GLUECK, 258
EHRHARDT, 275
GOLINKOFF, 246
EISENBERG, 479
GOTTESMAN, 308
EMERSON, 244
GOVER, 464
EMERY,53
GREEN, 275
ENTWISLE, 240
GRILLO, 106
EPSTEIN, 464, A1-1
GRUNEBAUM, 267
ERICKSON, 147, 149, 198,205,226,
GUILLO, A2-1
260,392,393,419,590
GUITTON, 93,170,182
ERICKSON, M.H., 590
GULLOTTA, 79, 446
ESCUDERO, A2-1
GUNTRIP, 175
ESPINA, A2-1
GURMAN, A1-1
EYSENCK, 308
GUTIERREZ, A1-1, A2-1
F H
FARBAIRN, 175
HALMI, 485
FARINA, 390
HALEY, 54, 76, 77,91,443,473,475,
FAUNCE, 60, 441
590,610,673, A1-1
FEDELMAN, 244
HALL, 121,533,535
FENICHEL, 308, 486
HARLOW, 67,199,200,201,203,207,
FERGUSON, 463 241
FERNANDEZ, A2-1 HARTMANN, 308, 310
FINCH, 485 HARVEY, 252
FINZI, 223 HEATON, 244
FISCH, 617 HELD, 223
FLAHERTY, 244 HELSON, 269, 270
FLEMING, 264 HENDERSON, 270
FLECK, 476, 478, 479 HENNEBORRN, 242
FERREI RA, 389, 391, 392, 464 HERGOG, 280
FRAMO, 476, 621, A1-1 HERVAS, A2-1
FREEDMAN, 308 HETHERINGTON, 275
FREIXA, A2-1 HINDE, 200
FREUD, 280, 385, 424 HIRSCH, 477
FROM, 477 HOFFMAN, 248, 258, 464
FRY, 477 HOLSTEI, 251,159,258
HOLZBERG, 390.
G HORST, 448, 450
HUSSEN, 249
GALINO, 269
GALTON, 308
742 José Antonio Ríos González
I LEHR, 501
LENNARD, 75, 441
INGMAN, 244
LEONARD, 308, 310
INGRASSIA, 476
LERNER, 389
LESSING, 262, 263, 264
J LEWIS, 246
JACKSON, 54, 76, 77, 91, 400, 429, 446, LEXENAIRE, 221,224
473,477,582,673, A1-1 LEZINE, 67, 206, 207, 209, 310
JERSILD, 126 LEVITT, 464
JIMENEZ BURILLO, 57 LEVY, 461
JIMENEZ DIAZ, A2-1 LIDT, 476
JOFFRE, 108 LIDZ, 478, 479, A1-1
JOHNSON, 227 LIEBENBERG, 240
JUNG, 293, 387 LIEBERMAN, 270
LIEF, 63, 440
LIENDO, A1-1
K
LINARES, A2-1
KAGAN, 245, 271, 302 LINDZ, 478, 479
KANNER, 476, 479 LOCKHART, 386, 387
KANTOR, 501,502 LONEY, 485
KAPLAN, 221, 224, 491 LONG, 275
KARPMAN, 308, 310 LOPEZ-BARBERA, A2-1
KAY, 488 LORENZ, 67, 200
KAYTON, 273 LORIMIER, 127
KELLER, 308 LOUGHLIN, 265
KIMBALL, 267 LOWEN, 214, 227
KING, 280, 483 LUBAN-PLOZZA, 302, 304, 306, 441
KLAUSER, 464 LUPOI, 227
KLEIN, 106, 123 LUTTE, 134,260
KOCH, 312
KOHN, 479 M
KOTELCHUCK, 244, 246
KYNLEY, 463 MACCOBY, 265, 275
MACFARLANE, 237, 241, 242
MADANES, A1-1
L
MAGAZ, A2-1
LABOUCARIE, 482, 488 MANRIQUE, A2-1
LAGO, A2-1, MANSILLA, 482, 484, 488
LAMB, 237, 242, 243, 244, 247 MARCELINNI, 106
LANDY, 264 MARCHESI, 142
LANG, 270 MARIAS, 150,378,379, A2-1
LANSKY, 272 MARTI-TUSQUETS, 440, 451,469,494,
LAUGHLIN, 450 495, 496, A2-1
LEBOVICI, 483 MARTIN, 440, A2-1
LEFKOWITZ, 257 MARTIN SANTOS, 362
Manual de Orientación y Terapia Familiar 743
N R
NAPIER, 228, 229,617,629, 630 RABINER,60
NAVARRO GONGORA, 634, A1-1, A2-1 RADIN, 268
NELSEN, 265, 275 RAKOFF, 224
NELSON, 262, 264 RAMBAUD, 323
NEMIAH, 483 RANSON, 473
NOVELLETTO, 321, 323, 324 RAPISARDA, 106
RAPPAPORT, 53
o RAU, 265
RAVETTO, 108
OLEA, A2-1 REICHMAN, 478
O'LEARY, A2-1, REISS, 440, 496, 499, 501
OLSON,76 RESTA, 106,206
ORlO, 256, 257, 412 . REUTER, 262
744 José Antonio Ríos González
w y
WALTERS, 249 VELA, 262, A2-1
WATT, 273
WATZLAWICK, 77, 78, 79, 590, 625,
673, A1-1
z
WAXLER, 75, 389,441,479 ZAMPIRO DE VICENTI, 237
WEAKLAND, 76, 78, 473, 478, 590, 625, ZAZZO, 199,309,310,313
673, A1-1 ZEICHNER, 276
WEIN, 246 ZUK, 97, 99, A1-1
WEISBERG, 270 ZURIMENDI, A2-1
Manual de Orientación y Terapia Familiar 747
INDICE DE MATERIAS
*(Cuando aparece A 1-8 significa que tal contenido se encuentra en el Apéndice 1 del
capítulo 8; A2-7: Apéndice 2 del capítulo 7)
Fratría (cont.) H
nacimiento de un hermano, reacción
de los herma~os, 288-300 Hábitos primarios, aprendizaje de... , 113,
218-228
orden cronológico en la... , 321-325
Hermanos (ver fratría), 490
primogénito, el, 300-302
gemelos, 308-313
segundogénito, el, 302-303
inconvenientes, 310
tercerón, el, 303-304
ventajas, 309-310
único, el hijo... , 306-307
intermedios, 304-305, 342
intermedios, los, 304-305, 342
primogénito, 300-302
gemelos, los, 308-313
reacción al nacimiento de un, 288-300
papeles asignados en la... , 313-321
comportamiento agresivo, 293
el "hijo genitorial", 320-321
comportamiento regresivo, 294
patolog ía psíquica y lugar en la ... ,
321-325 tipos de regresión, 294
reacción al nacimiento del hermano, rivalidad fraterna (ver Rivalidad)
288-300 roles asignados en la fratría, 313-321
regresión en la fratría, tipos de ... , 294 segundogénito, 302-303
rivalidad fraterna, 289-293 tercero o tercerón, 303-304
rivalidad cuerpo a cuerpo, 289-290 único (hijo), 306-307
rivalidad de rechazo, 291-292 Heterogéneo, 457
rivalidad mediante la negación del Hijo, amenaza (el .. como), 93-94, 96
rival, 292 amor aL., 94
sesión con el subsistema fraternal, desencadenante de descompensación,
A2-4 94
valor de la fratría en la maduración, diálogo mímico en la lactancia, 204-211
288-289 fuente de compensaciones, 94
Función vinculadora (Rof), 466 genitorial, 320-321
de horizonte (Rof), 175 hitos en la relación madre-hijo, 200
Funciones familiares en la adolescencia, hiperprotección del ... , 108
cambio en las... , A2-2 lugar en la serie (ver Fratría)
reacción al nacimiento de un... ,
G 397-300
separación madre-hijo, 215
Gabinete de orientación de padres, 38-39 subsistema hijo-madre, 95, 102-103
Generación, 457, 495 subsistema hijo-padre, 95, 102-103
Generatividad, 160-162 Hipótesis, 524, 525, 527
estancamiento, 160 Hiperprotección, 255, 486
Gestación (exterogestación), 105 del hijo, 108
Grabación en vídeo: autorización, A1-8 indulgente, 255
Gratificación secundaria, 100 represiva, 255
Grupo, adaptación al..., 113 Homosexualidad y figura paterna, 276
pertenencia aL .. , 147 Homeostasis, homeostático, 392, 446,
primario, 57 473
psicogrupo, 113 familiar, 78
sociogrupo, 113 Hospitalismo, 214
754 José Antonio Ríos González
Terreno v
emocional en la familia, 444
Valores, 468, 495
físico en la familia, 444
de los padres, 342
Tiempo, 501
de referencia en la TF, 596
.Tipo de familia, (ver Familias), 373
Video. Autorización grabación en ... A1-8
Tradiciones, 495
Vínculos, 54, 327
Transacciones, 498
apego, teorías sobre vínculo y... , 202
Transmisión, 495
búsqueda de... , 171-173
Trastornos psicosomáticos, 337
huída de... , 171-173
Tríada, 478, 490
neuróticos, 163
Triángulo/triangulación, 478
rotura de... afectivos, 140, 166
perverso, 96-100, 444
Voracidad compulsiva, 220
Troquelado, 86
Yo antilibidinal, 175
libidinal, 175
u
Unidad conyugal, formación de la... 64
Urdim bre constitutiva (Rof), 466
1. LA DROGA, PROBLEMA HUMANO DE NUESTRO TIEMPO
Guerra, F., Hagget, H.R., de Vicente Monjo, P., Saenz de Pipaon, J.,
Klaus, T., Rof Carballo, J., de la Quintana, P., Solms, H., Laín Entralgo, P.
Seminarios y Ediciones, 1974
2. EL CANSANCIO DE LA VIDA
González Seara, L., Pinillos, J.L., Rof Carballo, J., Yela, M., Marías, J.,
Valzelli, L., Grinker, R.R., Bugard, P., Oswald, l., Rodríguez Delgado,
J.M., González de Cardedal, O.
Karpos, Madrid 1975
3. LA FAMILIA, DIALOGO RECUPERABLE
Michel, A., Lisón, C., Paz, Y., R. Delgado, J.M., González Seara, L., de la
Quintana, P., Lasuen, J.R., de Prada, J.M., Arana, J., del Campo, S., Garre,
F., de la Peña, P., Pinillos, J.L., Brown, J., Yela, M., Marías, J., Kellmer
Pringle, M., RofCarballo, J.
Karpos, Madrid 1976.
4. FRONTERAS VIVAS DEL PSICOANALISIS
Rof Carballo, J.
Karpos, Madrid 1975.
5. EL DIVORCIO, PROBLEMA HUMANO
Arana. J., Simó Santonja, V.L., Vela, L., Montoya Triviña, B., Garre, F.,
Aradillas, A., Ríos González, J.A., Pérez Serrano, M., Zarraluqui, L.,
Karpos, Madrid 1976.
6. TERCERA EDAD
Aguirre, J.A., Duocastella, R., Mckenna, J.B., Alonso, J., Rof Carballo, J.,
Garre, F., de la Quintana, P., Prados Arrarte, J., Marías, J., Arana, J.
Karpos, Madrid 1977
7. COMUNICACION Y LENGUAJE
Lapesa, R. (coord.), Lorenzo, E., Pinillos, J.L., Lázaro Carreter, F., Alar-
cos, E., Monge, F., Alvar, M., Badía A.M., de Bustos, E., Seco, M.
Karpos, Madrid 1978
8. TRABAJO Y ESTRES
Kagan, A., Taché, J. Taché, l., Groen, J.J. Cordón, F., Rodríguez Delgado,
J.M., Selye, H., Sigüenza, M., Yela, M., Rof Carballo, J.
Karpos, Madrid 1978
764 Otras Publicaciones leH
9. SUBNORMALIDAD PSIQUICA _
Duocastella, R., Fierro, A., Mayor, F., Arana, J., Campos Castelló, J., Rof,
J., Pelechano, V., Pérez Marin, J., García Iriarte, E., Fernández Sedano, R.
Karpos, Madrid 1978
10. CAMBIO GENERACIONAL Y SOCIEDAD
Jover, J.M., Marias, J., Chacel, R., Carpintero, Helio., González Seara, L.,
Lázaro Carreter, F., Arana, J., Laín Entralgo, P., Rof, J., Acosta, R.
Karpos, Madrid 1978.
11. NIÑOS DIFICILES, DIAGNOSTICO Y TRATAMIENTO
Arana, J., Campos Castello, J., Vela, A., Ríos González, J.A., Sancho Rof,
J.M., González de Rivera, J.L., Camarero, J., Iraizoz, E., Olza, M.
Karpos, Madrid 1978.
12. PRIMERA INFANCIA
Ajuriaguerra, J.
Cuadernos Ciencias del Hombre num 1.,
Instituto de Ciencias del Hombre, Madrid 1978
13. ESTUDIO BIOPSICOSOCIAL DE JUBILADOS - ICAM 79
Carrasco, J.L., Vela, A., Arana, J.
Cuadernos Ciencias del Hombre numo 2-3,
Instituto de Ciencias del Hombre, 1979
14. HIGIENE PREVENTIVA DE LA TERCERA EDAD
Marias, J., Carrasco, J.L., R. Delgado, J.M., Yela, M., Pinillos, J.L., Borra-
chero, J., Mnez Lage, J.M., Vega Díaz, E., Rof, J., Ruíz Oriol, M.
Karpos, Madrid 1979.
15. LIBERTADES PERSONALES Y CONVIVENCIA SOCIAL
Marias, J., Yela, M., Azcárate, J., Hernández Gil, A., Fuentes Quintana,
E., Cebrián, J.L., Tusell, J., de la Villa, L.E., Rof Carballo, J., Acosta, R.,
Karpos, Madrid 1980
16. MANUAL DE PSIQUIATRIA
González de Rivera, J.L., Vela, A., Arana, J. (coord).Karpos, Madrid 1980.
17. RELACIONES FAMILIARES PADRES E HIJOS
Marias, J., Pinillos, J.L., Ríos González, J.A. Karpos, Madrid 1980.
18. LA JUVENTUD COMO ES.
Arana, J., Carrasco, J.L. Karpos, Madrid 1980.
19. INTEGRACION SOCIAL DEL SUBNORMAL.
Saizarbitoria, R., Sánchez Llamosas, J. P., De Ramón-Laca, M.L., Trueta,
M., Rodríguez, S., Domínguez, M. J. Carrasco, J.L., Arana, J., Gayarre,
C., Ramos, P., Pérez Marin, J.M. Pérez Marín, J., Sáinz de Robles, F., Vi-
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Karpos, Madrid 1980.
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