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Profesor Luis Almada.

Apunte N° 2 Literatura Universal I


Unidad II
Introducción

Figura 1. Mosaico del pavimento de la catedral de

Otranto (detalle).

Entre 1163 y 1165 un monje llamado Pantaleón


realizó un extraordinario mosaico en la catedral de
Otranto, en la costa mediterránea de Apulia, en la
Italia meridional. La obra, que ocupa todo el
pavimento de la iglesia, representa un enorme
árbol de la vida en cuyas ramas se distinguen
personajes y episodios pertenecientes, sobre todo,
al Antiguo Testamento, junto con otros de distinta
procedencia. En las ramas más altas del árbol
aparece la figura singular de un soberano, con su
corona y cetro, montado en una extraña criatura y
presidido por la inscripción “REX AR TV RVS”,
rey Arturo (Figura 1). Es éste uno de los
testimonios artísticos más antiguos de la difusión
de temas relacionados con las narraciones artúricas
en los territorios italianos, junto con los bajorrelieves de la Porta de la Pescheria de la catedral de Modena, en
los que figuran el mismo Arturo y Ginebra, entre otros. Algunos años antes, alrededor de 1140, un escultor
conocido tan solo como maestro Nicolò, labró a los dos lados del portal de la catedral de Verona dos estatuas
de caballeros armados, como guardianes del templo. En la espada de uno de ellos se lee la inscripción “DV
RIN DAR DA” que remite al nombre de la mítica espada de Roldán; las dos esculturas, en efecto, representan
a Roldán y Oliveros y constituyen una de las primeras huellas
de la difusión de la materia carolingia en Italia

(Figura 2) Como es bien sabido, las historias del rey Arturo y


los caballeros de la Mesa Redonda, que integran la llamada
materia de Bretaña, se consideran como uno de los núcleos
fundadores de la literatura caballeresca occidental.

Figura 2. Esculturas del portal del Duomo de Verona (detalle).

Sus orígenes se remontan a las leyendas bretonas narradas en


crónicas como la Historia Regum Britanniae (1136) de
Godofredo de Monmouth reelaboradas en forma literaria en las obras en verso de los trovadores como Chrétien
de Troyes. La otra materia que tradicionalmente confluye bajo el marbete genérico de “literatura caballeresca”,
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es la llamada materia carolingia (o materia de Francia), es decir las historias de Roldán, Oliveros y los
paladines de la corte de Carlomagno que tienen sus orígenes literarias en las chansons de gestes francesas,
cuyo exponente más conocido es la Chanson de Roland. Tanto las esculturas de Verona como el mosaico de
Otranto y otros monumentos −junto con los datos toponomásticos y antroponímicos recogidos por los
especialistas− prueban cómo los personajes y temas principales de las dos materias se difundieron en Italia en
una época muy próxima a las fechas de composición de los textos franceses considerados como fundadores de
los grandes ciclos caballerescos medievales. La circulación de estos materiales se debe, sobre todo, a los
juglares que ejercían su profesión a lo largo de las rutas de peregrinación y en sus puntos neurálgicos, como las
cortes y las ciudades portuarias.

El IDEAL CABALLERESCO:
La institución de la caballería medieval está ligada a la historia de los guerreros a caballo en
el reino de Francia que surge de la descomposición del Imperio carolingio (Francia
occidentalis). A finales del siglo X los caballeros se habían convertido en el cuerpo militar
más importante, frente a la infantería común, acumulando un creciente poder político. El
ejercicio del poder por los caballeros fue posible porque solamente ellos poseían el necesario
entrenamiento militar y la suficiente riqueza para mantener las armas y los caballos
necesarios para poder desarrollar su forma típica de combate. La diferenciación social
basada inicialmente en la habilidad y destreza de los propios caballeros desembocó en un
sentido de clase caballeresca, orgullosa de su conducta y valores marciales y desdeñosa
hacia otros segmentos no armados de la sociedad: los clérigos y los campesinos.
Los caballeros nacieron de la necesidad de defender los dominios feudales (nobiliarios o
eclesiásticos, ambos vinculados en las mismas familias) contra toda clase de enemigos,
incluyendo los pillajes y rapiñas y los salteadores de caminos. De esta forma, la caballería
fue un ejército coercitivo. Los caballeros defendían los intereses de aquellos de quienes
dependían, es decir, de los señores que les mantenían; lo que entre otras cosas suponía
garantizar el cobro de las cargas impuestas a los campesinos.
Así como en el origen de los caballeros predominaba el espíritu guerrero, en los
primeros relatos artúricos se daba mayor énfasis al valor militar, a los hechos de guerra y a
las descripciones de las batallas. La iglesia procuró moderar los excesos bélicos con
instituciones como la tregua de Dios y encauzó el apetito de combate de los milites hacia
objetivos más acordes con el espíritu cristiano: la lucha contra las injusticias y la lucha
contra los infieles. La incorporación de las tradiciones violentas de la caballería en el seno
de la propia iglesia permitió que clérigos fueran célebres narradores artúricos, como es el
caso de Robert de Boron, a finales del siglo XII.
Dentro de esta estructura feudal, los caballeros mantenían un feudo que un señor les había
concedido, a cambio de rendirle homenaje y prestarle servicio con las armas. A su vez este
señor podía ser vasallo de otro señor más poderoso, o el caballero ser servido por otros
caballeros de inferior rango. Con el paso del tiempo eran muchos los milites, a veces de baja
extracción social, que querían convertirse en caballeros, por lo que se impuso una prueba
selectiva, que acabó por tomar la forma de un rito de iniciación, bendecido por la Iglesia,
llamado espaldarazo o palmada. Como su nombre indica, el rito consistía en el golpe
solemne dado al principiante por su padrino o caballero que le había instruido y le introducía
en la Caballería. El prestigio que adquirió la citada ceremonia y el carácter sagrado que le
confirió la Iglesia, provocó que muchos nobles de nacimiento se hicieran armar caballeros.
Con el tiempo, hacia el siglo XIII, nobleza y caballería acabaron confundiéndose, aunque en
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general los nobles eran los responsables de mantener la paz debido a su asunción de
autoridad real, y a veces a un especial carisma basado en su descendencia de héroes o santos,
mientras que los caballeros eran sus auxiliares, sin un linaje distinguido y con poca o
ninguna tierra. No obstante, se debe resaltar que el título de caballero no es parte del
escalafón feudal en sí, sino que puede atribuirse a señores de muy distinto rango. Ejemplos
de ello son Ricardo III de Inglaterra, que antes de ser rey fue duque de Gloucester y fue
armado caballero, o Eduardo el príncipe Negro, que era príncipe de Gales y duque y fue
armado caballero tras la batalla de Creçy.
El auge de la caballería tuvo lugar en Francia hacia los siglos XII o XIII, en la misma época
que los relatos artúricos, pero se desarrolló y tomó forma en un contexto europeo. En los
primeros relatos (Cantar de Roldán) la caballería o caballerosidad se identifica con la acción
valerosa en el campo de batalla. Sin embargo, a partir del siglo XII esta se entiende como
un código social, moral y religioso de conducta caballeresca, haciendo hincapié en las
virtudes de coraje, honor y servicio.

Ideales caballerescos y Código de Caballeresco


Valor
Los caballeros deben soportar sacrificios personales para servir los ideales y a las personas
necesitadas. Esto implica el elegir mantener verdad a toda costa. El valor no significa
arrogancia, sino tener voluntad de hacer lo correcto. Estos personajes tenían un gran valor,
capaces de pelear con gran coraje contra seres superiores que mantenían a las personas de
los pueblos aterrorizados. Los caballeros eran capaces de enfrentarse a personas con mayor
habilidad para luchar, sin medir consecuencias. Por ejemplo: En la toma de Valencia Pedro
Bermúdez, Álvarez Fañez y Muñoz Guztos luchan heroicamente contra un ejército mucho
mayor que ellos.
Defensa
Los caballeros juraban cuando eran ascendidos, defender a sus señores y señoras, a sus
familias, a su nación, a las viudas , a los huérfanos, y a la Iglesia.
Fe
Los caballeros que tenían una fuerte fe en Dios les permitía llevar a cabo toda una vida de
sacrificios y sin caer en tentaciones, dándoles raíces y esperanza fuertes contra los malvados
del mundo. Por ejemplo: El Cid siempre antes de una batalla, la encomendaba a Dios y sabía
que de Él dependía la suerte del éxito.
Humildad
Los caballeros humildes eran los primeros en decir a las otras personas cuando llevaban a
cabo hechos de gran heroicidad, dándoles el honor que merecen de sus buenos hechos. Y
dejando a otros que los feliciten por sus propios hechos y estos los ofrece a Dios. Esta es una
de las características más sobresalientes de un caballero. Por ejemplo: El Cid siempre
atribuía el éxito de las batallas al coraje de sus soldados y repartía proporcionalmente las
riquezas ganadas.
Justicia
Para los caballeros era muy importante buscar la verdad sobre todo, los caballeros no
buscaban su beneficio personal. La justicia sin templar por misericordia puede traer pena,
sin embargo. La justicia buscada por los caballeros sin la flexión a la tentación era la
utilizada por ellos. Por ejemplo: El Cid bien pudo haber matado a los infantes de Carrión
pero prefirió que se hiciera un juicio y castigarles justamente.
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Generosidad
La generosidad era una característica de un caballero. Para contradecir la debilidad de la
avaricia, los caballeros eran tan abundantes como sus recursos permitirían. Un caballero
generoso puede recorrer mejor la línea entre la misericordia y la justicia fría. Por ejemplo: El
Cid repartía los bienes de las batallas ganadas y además era generoso con los enemigos
derrotados como el conde Berenguer.
Templanza
El caballero debía estar acostumbrado a comer y beber con moderación. Además el caballero
debe ser moderado con sus riquezas, esto no significaba abstenerse de ellas sino, no
utilizarlas vanamente. Sin templanza no se podía mantener el honor de la caballería. El
caballero debía contenerse de sus apetitos sexuales.
Lealtad
Los buenos caballeros juraban defender fervientemente sus ideales, a la Iglesia y a sus
señores, ellos siempre darían su vida por defenderlos. Por ejemplo: El Cid bien pudo haber
luchado contra el rey Alfonso y derrotarlo, pero él le era fiel y cumplió sus órdenes de
destierro.
Nobleza
La nobleza es el principio de la cortesía. Y los caballeros debían así ser corteses, honrados,
estimables, generosos e ilustres equitativos a todos mientras que desarrollaron y mantuvieran
un carácter noble con los ideales de la caballería. Un caballero siempre será un ejemplo a
seguir.

La historia del italiano comienza realmente con la fundación de Roma, en


-753 a.C.
Creada por pueblos que vivían en la
península italiana (etruscos, romanos y
sabinos), Roma fue el punto central de
la conquista de la región.

Algunos vestigios de la Roma antigua:


tan bella como misteriosa.

En el 200 d.C., el Imperio romano se


extendía por toda Europa occidental.
Poseía también una parte de Arabia, de
África del Norte y de Armenia.

Si te hablamos de eso, es porque este vasto imperio permitió la creación de dos lenguas
diferentes, aunque procedentes de una base común: el latín clásico y el latín vulgar.

La primera era hablado por las élites. La segunda por los colonos y los soldados.
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Cuando las invasiones germánicas llegaron desde el este y fragilizaron el Imperio romano, la
fractura todavía fue más brutal entre estas dos lenguas.

La inestabilidad de la región y de la falta de conexión entre Roma (capital del Imperio


romano) y el resto del territorio hicieron perder importancia al latín clásico.

A eso, hay que añadir las numerosas invasiones. Entre ellas, Italia vio llegar:

 A los ostrogodos (una tribu germánica);


 Los lombardos;
 Los francos;
 Los musulmanes;
 Los bizantinos;
 Los normandos.

Esta amalgama cultural y lingüística permitió a los diferentes dialectos de esta época
enriquecerse con nuevo vocabulario. Estamos entonces en los albores del siglo X.

En el Renacimiento, un nombre permite transformar la lengua oficial de la región


italiana: Dante Alighieri.

Este célebre poeta y escritor fue el creador de la novela: la Divina Comedia. Como no quería
ofrecer un relato solo para las élites, eligió escribir en florentino (una forma de lengua
toscana), en detrimento del latín.

Este idioma se convirtió rápidamente en el hablado por el conjunto de la población de la


región.

Evidentemente, con el paso de los años, se transformó y evolucionó para convertirse en la


lengua italiana que conocemos hoy.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Mussolini (el jefe del gobierno italiano) llevó a cabo
una campaña de "purificación" del italiano.

Decidió aterrorizar a las minorías lingüísticas. Además, retiró del diccionario todo el
vocabulario extranjero.

El fin de este periodo puso también fin a esta persecución

Prof. en Castellano Literatura e Historia

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