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DISCURSO SOBRE EL ESPÍRITU POSITIVO AUGUSTE COMTE

ENSAYO

Después de lo leído sobre el tratado de Comte pude analizar lo siguiente: Auguste


Comte sin duda nos hablaba de una regeneración universal política y religiosa a la
vez por lo que propuso el positivismo y produjo la sociología, entre sus obras
literarias se encuentra el discurso sobre el espíritu positivo que es una de las
obras más importantes de su carrera filosófica porque expone algunos elementos
donde relata la propuesta de un nuevo orden social para el progreso humano y
sirve de justificación para la mejoría de una sociedad, la superioridad del espíritu
positivo, a continuación se mostrarán las características del espíritu positivo en la
sociedad y algunos elementos de la sociología, Auguste planteó el espíritu positivo
como única base posible para resolver verdaderamente la profunda anarquía
intelectual y moral, la filosofía siempre conduce al establecimiento de una precisa
armonía básica entre el concepto de existencia y el concepto de movimiento. En la
sociedad mejor que en cualquier otro poder o institución nos dice que el progreso
continuo hacia un determinado objetivo es el resultado de toda la evolución, el
objeto principal del progreso humano es la mejoría continua de nuestra naturaleza,
con la mejoría continua de nuestras condiciones humanas y la naturaleza misma,
el objetivo de este progreso es toda nuestra existencia, los individuos y la
sociedad. Comte dice que el espíritu positivo puede representar un gran periodo
histórico como otras ciertas etapas de la misma evolución básica esta
interpretación y explicación tiene su propia solución el fetichismo, el politeísmo y el
monoteísmo son como alfa y omega en la primera etapa es decir el
desprendimiento de la comprensión del mundo está sujeto a la imaginación como
herramienta explicativa, es decir el momento de la afición en su etapa final. Un
tema cualquiera sobre el espíritu positivo conduce siempre a establecer una
armonía exacta subyacente entre las ideas de existencias de movimiento donde
resulta más especialmente para los cuerpos vivos, la correlación permanente de
las ideas de organización y luego por último especialización propia del organismo
social. La solidaridad continua de las ideas de orden con las de progreso
especialmente considerando en cuanto al orden del espíritu positivo presenta hoy
en su extensión social, esta ideología no solo es científica sino también lógica que
podrán jugarse pronto como muy superiores a las vanas pretensiones de una
teología retrógrada desde hace siglos. De acuerdo con el orden en el postulado de
Comte miramos primeramente que una de las principales dificultades en la
sociedad no es la política, sino el fundamento sobre moralidad de manera que la
solución posible depende de las opiniones y las costumbres mucho más que de
las instituciones.

Hay que tener en cuenta y como ultima aplicación en los tratados y la menos
usada que las otras, aunque igualmente universal e importante: el empleo de la
palabra positivo como lo contrario de negativo. Esto nos indica una de las más
eminentes propiedades de la verdadera filosofía, mostrándola especialmente
destinada por su naturaleza no a destruir, sino a organizar. El legado positivista de
Comte no es el sistema de conocimientos y la organización social que propuso,
sino una actitud frente a la vida, que se desprende de sus principios y máximas
fundamentales. El positivista de hoy se caracteriza por atenerse a los hechos, los
cuales determinarán qué ideas o teorías son aceptable y cuáles son rechazables.
Reconoce que cada ser humano vive en función de resolver situaciones, las
cuales procura enfrentar de manera objetiva, sin teñirlas de emociones, para no
convertirlas en problemas que agoten innecesariamente su existencia; de ahí que
usualmente se le juzque, para bien o para mal, de frío, lógico, o pragmático. Se
distingue de otras personas las ancladas al estadio ficticio o metafísico porque no
espera que las situaciones nuevas desagradables se resuelvan a su favor por la
acción de seres trascendentales, o por azar o buena suerte, sino que las enfrenta
directamente, modificando lo que esté a su alcance cambiar, y aceptando
tranquilamente lo que escapa a su ámbito de acción. Acepta, por tanto, las
limitaciones que como ser orgánico le impone la naturaleza y la vida. Frente al
conocimiento, la persona positivista no cree en la meramente posible, sino en lo
probable, o sea en los datos o informaciones respaldadas por evidencia y no por
simples suposiciones. Dada su aceptación del principio de la relatividad del
conocimiento y de la ciencia, siempre contempla la posibilidad de estar
equivocado, y por hábito somete continuamente a severo escrutinio las tesis
propias y ajenas. Así, en términos actuales, el positivista es por esencia un
ecologista, que siente y disfruta estéticamente su existencia, posibilitada por un
entorno natural, que tenemos imperiosamente que preservar para nuestros
descendientes.

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