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Los 3 Pasos para Perdonar y Ser Feliz

El perdón es una bendición, es un regalo que nos ha dado Dios para que con él podamos
aliviar un poco nuestra carga cuando estamos sobrecargados. 

Muchas escrituras dicen lo mismo: Perdona y serás perdonado. Que sería lo mismo decir:
perdona y serás liberado de toda culpa o deseo de venganza; perdona y deja partir el pasado
de tu vida; perdona y sé feliz… 

La principal razón para perdonar es, ser feliz. Qué ganamos llevando por la vida una mochila
llena de odio, rencor, resentimiento, etc…, solamente ganaremos una existencia muy triste,
además de las enfermedades que todas esas emociones negativas pueden generar. 

El perdón es una herramienta que se puede aprender a utilizar, eso mismo, el perdón se
aprende. Aqui voy a sugerir tres pasos para que puedas poner en práctica esa herramienta
para lograr en tu vida los cambios que te harán una persona más feliz.  

Muchos de nosotros queremos resultados rápidos, queremos resolver nuestros problemas en


un dos por tres. Pero cuando se trata de nuestros sentimientos, de nuestra programación, de
nuestras emociones, tenemos que tener un poco de paciencia. Seamos realistas, no vamos
cambiar 20, 30, 40, años, de la noche a la mañana. Eso no significa que no haremos nada al
respecto, al contrario, trabajaremos con ahínco para que, paso a paso, vayamos transformando
nuestras vidas. 

Yo pienso que vale la pena, no importa el tiempo. Para unos puede ser más rápido que para
otros, pero lo importante es ir dando paso tras paso, hasta lograr nuestro el objetivo: ser
mejores personas y de esa manera, hacer que nuestro mundo sea un lugar agradable para
vivir. Siempre recuerda esto: el perdón es para ti, no para la persona que te causó dolor, la
herida la llevas tú en tu pecho, aunque la otra persona también se beneficia con tu perdón. 

Cuando decidimos perdonar recuperamos nuestro el poder que habíamos perdido tornándonos
víctimas de nuestro agresor, y cuando nos apropiamos de nuestro poder ya no necesitamos
jugar el juego de víctima y victimario, ya no necesitamos echar la culpa a los demás,
sencillamente porque nos hacemos responsables de nuestros sentimientos, de nuestras
acciones. Por lo tanto, perdonar es un acto de amor hacia nosotros mismos, consecuentemente
es también un acto de amor para los demás. 

 Observa a un niño; está lleno de amor, de pureza e inocencia, el perdón es innato en él.
Nosotros cuando éramos niños también teníamos esas características, pero con el pasar de los
años nos olvidamos de quien realmente somos, los perfectos hijos de Dios. 

Nuestra esencia sigue ahí, nunca la perdimos. El perdón nos ayuda a recordar quien somos,
nos conecta con nuestro niño interno, con nuestra divinidad y con la divinidad del otro. Nuestro
trabajo aquí es rescatar esa conexión con nuestra esencia, ¿cómo? Aprendiendo a perdonar,
dejar que el perdón entre en nuestras vidas. Dejar partir la rabia y el resentimiento, que en la
medida que alimentamos esas emociones se trasforman en odio. 

 El perdón es una poderosa herramienta, que si estamos dispuestos a usar, nuestra vida
cambiará completamente, nada volverá a ser como antes, el pasado se quedará atrás y ya no
le daremos poder para destruir nuestro presente. El perdón se aprende, y todo depende de en
cual medida estemos dispuestos a perdonar. 
De nada sirve si tu dices de la boca para afuera: “Ah.. ok, yo lo voy a perdonar…” o, “Está bien,
te perdono”, si en el fondo no perdonas. El perdón para ser efectivo tiene que ser hecho de
corazón, con la firme certeza que el mayor beneficiario serás tú mismo.

Es muy dañino llevar una herida por mucho tiempo, muchas enfermedades son causadas por la
falta de perdón. Se ha demostrado científicamente que el perdón mejora la calidad de vida de
quien lo practica. Hay muchos beneficios: aumenta la autoestima, te da esperanza, te hace una
persona más abierta, y seguramente mejora las relaciones personales. 

Para mí hay tres pasos fundamentales que tenemos que dar si estamos dispuestos a perdonar:
El primer paso es Reconocer que estamos heridos. El segundo paso es Sentir compasión
por nuestro agresor, y el tercer paso es Tomar la decisión de Perdonar.

  Entonces el primer paso para aprender a perdonar es reconocer que estamos heridos, y que
la herida la llevamos nosotros. Tenemos la tendencia de poner la culpa en los demás por las
cosas que nos pasan a nosotros: “yo me siento así porque fulano me hizo tal cosa…” “todo lo
que me pasó es por tu culpa...”, etc. Para algunas personas puede ser difícil entender que
nosotros somos los responsables por las situaciones, tanto agradables como desagradables,
que nos ocurren. 

Nosotros atraemos las experiencias que nos toca vivir para crecer y aprender algo que
seguramente la tenemos como una materia pendiente, tal como en la escuela, para pasar de
grado tenemos que aprender las lecciones… Por lo tanto tenemos que tomar conciencia que si
una herida no es curada a tiempo puede empeorar con el pasar de los años, por eso la
principal razón para perdonar es sentirnos bien, estar en paz. 

 Cuando tomamos conciencia de la causa de nuestro resentimiento o dolor es mucho más fácil
deshacerse de él. Pero muchas veces la verdadera causa no está en el hecho que podría
parecer el causante del dolor, eso podría ser sólo un detonante, la causa podría estar mucho
más atrás, como por ejemplo alguna experiencia traumática en la infancia. Cuanto más
ahondamos dentro de nosotros mismos más nos conoceremos. 

Hagamos el siguiente ejercicio: Toma lápiz y papel y escribe (es muy importante que escribas,
porque estarás usando casi todos tus sentidos): 
- Alguien a quien quiero perdonar es……………………………..… 
- El motivo por el cual lo quiero perdonar es por qué………………………….. 
- Lo que gano guardando resentimiento es………………………. 
- Lo que gano perdonando es………………………… 
- Cómo me siento perdonando a…………….

Puedes ser creativo e inventar tus propias frases. Al terminar de escribir, toma unas cuantas
respiraciones… estírate… relájate…, no intentes analizar o buscar explicaciones sobre lo que
has hecho, simplemente siente. Muchas veces el intelecto busca razonamientos, que de
verdad, cuando estamos trabajando con nuestras emociones, no sirven para nada, más bien
estorban. Así que, date el permiso de sentir, lo que sea… 
 
El segundo paso es sentir compasión, ver al agresor como un ser humano, reconocer al
perfecto hijo de Dios que es y tratar de comprender lo que le llevó a causar daño. Esto no
significa sentirse superior y con derecho a juzgar y culpar porque sería caer en un círculo
vicioso. Significa simplemente en aceptar el orden divino de las cosas.
Dios, o el Universo, o como lo quieras llamar, nos “utiliza” a nosotros para sus fines. Recuerda
que la vida es una escuela, y las situaciones que atraemos (Ley de Atracción) siempre son
bendiciones. El hecho de que puedas aceptar el orden divino y reconocer al hijo de Dios en el
agresor, no quiere decir que tengas que estar de acuerdo con sus acciones, una cosa no tiene
nada que ver con la otra. El tema importante aquí son nuestros sentimientos, no la historia que
haya sido la causa de nuestro dolor, podemos pasar toda una vida recordando el hecho en sí y
olvidándonos de lo que ese acontecimiento nos produce. Vuelvo a repetir: lo más importante
son nuestros sentimientos, no las anécdotas. 

Trata de comprender la causa de la actitud de la persona que te ha hecho daño. Yo sé que es


difícil aceptar a las personas, pero te repito que “no somos nuestras acciones”, además, todos
cometemos errores, y por más grave que haya sido el agravio, todos merecemos el perdón. 

Como ejercicio para ese segundo paso vamos hacer una Visualización: 
Busca un lugar tranquilo donde puedas estar a solas sin ser interrumpido. Sentado o acostado,
toma unas cuantas respiraciones profundas. Pon tu atención en la punta de los dedos de los
pies, y ve llevando tu atención, poco a poco, por las piernas… los brazos… manos…
abdomen… pecho… cuello… orejas… ojos… boca… Respira profundo nuevamente. Ahora
imagina que te encuentras en un hermoso lugar, que puede ser en la playa o en la montaña…
donde te sientas a gusto. 
El día está hermoso, con un sol radiante, el cielo es azul y los pájaros vuelan libremente… Mira
hacia tu derecha y ves una hermosa casa, caminas hacia ella…abres la puerta y entras…y
para tu sorpresa encuentras a esa persona que te ha hecho daño pero que decididamente
estas dispuesto a perdonar. Ve en su dirección… ¿qué sientes?…párate frente a ella…mira sus
ojos y dile todo lo que le quieras decir… cuando hayas terminado, mirándole a los ojos, le
dices: (Nombre de la persona)…te perdono completamente, estoy decidido(a) a dejarte partir
de mi vida y así desencadenarme de ti. Te perdono, lo hago porque quiero sentirme bien, elijo
estar en paz… Ahora acompaña a esa persona hasta la puerta y despídela de tu vida, y mira
como se va alejándose y perdiéndose en el horizonte… toma tres respiraciones profundas y
poco a poco regresa al aquí y ahora… cuando quieras abre los ojos. 

El tercer paso es tomar la decisión de Perdonar. El fraile dominico Henry Lacordaire dijo:
“¿Quieres ser feliz por un instante? Véngate. ¿Quieres ser feliz para toda la vida? Perdona”.
Así que perdonar es la decisión más inteligente que podemos tomar.

¿Qué beneficios te traería perdonar? Son muchos: Paz interior; salud física y mental;
incremento de la autoestima; relaciones exitosas, e incluso podría mejorar tus finanzas, pero…
¿qué tiene que ver el perdón con el dinero? Muchísimo, el perdón tiene que ver con todos los
aspectos de nuestra vida. Al perdonar te vuelves una persona con más energía, con más
creatividad, ya no pierdes tu tiempo en trivialidades, aunque para ti puede parecer importante
estar enganchado con tu resentimiento. Diciendo eso no quiero desmerecer los sentimientos de
nadie, pero esa es la verdad. Malgastamos demasiada energía en cosas que no valen la pena.
No vale la pena cargar por 10, 20 o 30 años una mochila cargada de “papas podridas” (este
ejemplo lo doy en mi libro Aprendiendo a Perdonar, refiriéndome al costo que conlleva no
perdonar), es demasiado. Cuanto más liviano estemos, mejor. Nuestro paso por ésta vida será
más gratificante. Por lo tanto, no esperes más. Decide hoy mismo a perdonar. Empieza por ti
mismo. Perdónate, y luego perdona a los demás. Ejercicio: Puede ser hecho escrito o
mentalmente: Perdono a………………….completa y amorosamente. Lo haces por 10 veces
observando lo que sientes. Mejor si lo haces por escrito así podrás expresar escribiendo lo que
sientes después haber hecho la afirmación.
Llegamos al final de este mini curso, espero que haya sido de tu agrado y que las herramientas
aquí propuestas te sirvan para apoyarte en tu proceso de reconciliación contigo mismo y con
los demás. (El tema de la reconciliación lo ahondamos en mi libro Aprendiendo a Perdonar)
Ahora un último ejercicio para que practiques en tu día a día: Cuando te suceda cualquier
situación con otra persona que te desagrade, por ejemplo, una discusión, en ese mismo
momento, mira a los ojos de la persona y repite mentalmente: Reconozco en ti al hijo de Dios
que eres. Eres Luz. Eres amor. Te perdono completamente. Eso es mágico. Incluso puede
practicar con cualquier persona independiente si haya una situación desagradable o no, te
sentirás mucho mejor.

Gracias 

 Mario Moriani 

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