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UNIVERSIDAD LATINOAMERICANA CIMA

NOMBRE DE LA FACULTAD: DERECHO

CURSO:

DERECHO PROCESAL CIVIL II

NOMBRES Y APELLIDOS:

ROGER CHARAÑA MAMANI

DOCENTE:

LEON HUYANCA FREDY REYNALDO

Tacna – Perú
ENSAYO JURIDICO DE LA ADMINISTRACIÓN JUDICIAL DE BIENES

Nos ubicamos bajo tres supuestos para solicitar la administración judicial de bienes:
Falta de padres, tutor o curador; en caso de ausencia y ante la copropiedad. En el caso
de los padres, estos tienen el deber de administrar los bienes de sus hijos [CITATION
PauCC1 \l 10250 ], sin embargo, ante la ausencia de estos, procede la administración
judicial de los bienes de sus hijos.

Otro supuesto que se contempla es la administración de los bienes de los hijos, en


caso de nuevo matrimonio[ CITATION PauCC \l 10250 ]. Aquí, el Consejo de Familia decide
si conviene o no que siga con la administración de los bienes de sus hijos del
matrimonio anterior y nombra un curador si fuere el caso.

A falta de padres, tutor o curador trae consigo la designación de administrador judicial


de bienes, debido a que al no existir dichas personas, los bienes se encontrarían sin
una administración determinada, lo que es perjudicial para el menor o incapaz. La
declaración judicial de ausencia de una persona trae consigo la orden de dar en
posesión temporal de los bienes del ausente a quienes serían sus herederos forzosos
al tiempo de dictarla. Ante tal situación [ CITATION PauCC2 \l 10250 ] señala: que a solicitud
de cualquiera que haya obtenido la posesión temporal de los bienes del ausente, se
procede a la designación de administrador judicial”. En los casos de indivisión, cuando
existen varios herederos, haya o no testamento, es necesario tomar medidas para la
conservación y administración de los bienes hasta el momento de la partición. Como
señala:[ CITATION CCLi \l 10250 ], "mientras la herencia permanezca indivisa será
administrada por el albacea o por el apoderado común nombrado por todos los
herederos o por un administrador judicial".

LA DESIGNACIÓN DE ADMINISTRADOR

La designación de administrador, que en principio corresponde a los herederos, Solo


puede hacerse después de la declaración intestada, porque antes no Se sabe quiénes
son los herederos y solo puede tomarse medidas conservatorias, mas por la naturaleza
de los bienes, puede ser urgente la designación de un administrador, en cuyo caso se
ha reconocido al juez la facultad de anticipar su designación, designándolo con carácter
provisorio, cesando en sus funciones cuando se designe el definitivo. Véase el caso
regulado en el artículo 678 del CPC que dice "en los procesos sobre nombramiento y
remoción de administradores de bienes, procede la ejecución anticipada de la futura
decisión final a efecto de evitar un perjuicio irreparable". Palacio (306) al respecto dice
"desde la apertura del proceso es admisible, a título de medida cautelar, la designación
de un administrador provisional, y que una vez dictada la declaración de herederos o
declarado válido el testamento, quienes ya han acreditado su llamamiento a la herencia
tienen la facultad de nombrar un administrador definitivo, aunque el primero puede ser
ratificado y adquirir, por ende, esta última calidad".

En el caso de copropiedad, ella responde a una forma de comunidad de bienes en la


que el derecho de propiedad que sobre una cosa y sobre cada una de sus partes
tienen dos o más personas conjuntamente. La titularidad conjunta recae sobre un
mismo e idéntico derecho, pero la unidad del objeto hace que no se puedan dividir en
partes individualizadas, de las cuales pueda decirse que le corresponda a cada titular
un determinado derecho de dominio.

Aquí la gestión indirecta es realizada por un tercero, designado por un juez dentro de
un procedimiento ordenado para dicho fin y legitimado para actuar sobre dichos bienes
comunes, a efecto de satisfacer el interés de los copropietarios en la conservación y
explotación de los mismos, sin embargo, debemos precisar que se puede presentar la
administración convencional, judicial y la ejercida de ipso por cualquiera de los
copropietarios.

En el caso de las sociedades, cualquiera sea su forma, no es posible que un socio bajo
el argumento de la supuesta "copropiedad de los bienes sociales", solicite la
designación de un administrador judicial de bienes comunes, pues los bienes sociales
no Son bienes comunes, sino bienes de la sociedad, sobre los cuales el socio no tiene
ningún derecho directo'

La administración judicial se configura como un mandato expreso de la autoridad


judicial, caracterizándose por su contenido específico, su eminente temporalidad y las
particularidades del ejercicio del cargo, que regulan los artículos 773 y 774 del CPC.
Como refiere el artículo 769, concurren diversas fuentes para justificar la administración
judicial de bienes, de ahí que sea necesario al solicitar la administración precisar si esta
responde al estado de copropiedad que se invoca o por testamentaria.

El artículo en comentario no solo se limita a señalar que el objeto de este proceso es


nombrar administrador judicial sino que requiere además se precise los bienes que va a
administrar. Sobre el particular, concurren dos probabilidades: que exista consenso o
desacuerdo en los bienes a administrar, trasladando al proceso de inventario (ver el
artículo 753 del CPC) la discusión sobre los bienes que serán objeto de administración,
sea por que la ley lo prescriba (como el caso del usufructuario, quien antes de entrar en
posesión del bien debe hacer el inventario y tasación de los bienes muebles como
señala el artículo 1006 del CC) o por que se sustente su necesidad. En presencia del
juez, se realiza una relación ordenada de los bienes que pertenecen o pertenecieron a
una persona, o de las cosas o efectos que se encuentran en el lugar. La constatación
de la existencia de los bienes, así como el estado en que estos se encuentran en el
momento que se impone su inventario, no puede ser más beneficiosa, toda vez que
gracias a aquella no puede tergiversarse la realidad constatada.

La administración judicial es un medio de protección a los derechos patrimoniales de


los incapaces, sin tutor ni curador, en casos de ausencia y de copropiedad.

La solicitud para designar administrador judicial puede operar por mandato legal o
judicial. En el primer supuesto, la ley autoriza la petición. Véase el caso del ausente
que regula el artículo 54 del cc: "a solicitud de cualquiera que haya obtenido la
posesión temporal de los bienes del ausente, se procede a la designación de
administración judicial".

El artículo 772 del CPC regula el procedimiento para el nombramiento del


administrador judicial, a diferencia del artículo 771 del CPC que hace referencia a la
solicitud para el nombramiento. Esta designación, que en principio corresponde a los
herederos, solo puede hacerse después de la declaratoria, porque antes no se sabe
quiénes son los herederos y solo pueden tomarse medidas conservatorias o cautelares.

Por la naturaleza de los bienes puede ser urgente la designación de un administrador,


en cuyo caso se ha reconocido en el artículo 678 del CPC, la facultad de designarlo
con carácter provisorio. También se puede recurrir a las medidas genéricas (artículo
629 del CPC) como la facción de inventarios, el pedido de informes tendiente a
determinar, que pudiere corresponder al causante en una sociedad, o en la designación
de peritos contadores para investigar el patrimonio real de aquel a la época del deceso
y su evolución posterior y en el libramiento de una mandamiento de constatación de un
inmueble denunciado como integrante del acervo sucesorio a fin de dilucidar su
situación jurídica.

En caso de mediar unanimidad de los herederos con respecto a tal persona que debe
administrar los bienes, el juez procederá a designarla, al margen de que se trate de un
heredero o de un extraño. Apréciese de la redacción de la norma que solo se faculta al
juez a resolver las diferencias que se susciten entre aquellos, pero no para sustituir la
voluntad unánime de los sucesores.

El artículo expresamente señala si "existe acuerdo unánime respecto de la persona


que debe administrarlos, el nombramiento se sujetará a lo acordado". Propuesto el
administrador en forma unánime resulta ya innecesaria la fijación de la audiencia de
actuación y declaración judicial, prevista en el artículo 754 del CPC. Un administrador,
cualquiera sea el origen de su designación, debe estar premunido de un conjunto de
herramientas jurídicas que le permitan llevar adelante la conservación y explotación de
los bienes que han sido puestos bajo su cuidado, en interés de los copropietarios. Esas
herramientas le permiten actuar y a su vez, son el sustento para que los interesados
puedan exigirle al administrador el realizar una gestión satisfactoria. Esto lleva a
sostener que "a mayor número de herramientas otorgadas, mayores resultados
esperados y, por consiguiente, mayor responsabilidad para quien las ostenta".

Esas herramientas son conocidas en el Derecho como atribuciones y que Arata, las
distingue del concepto derecho y obligación y que a continuación citamos:

"Una atribución es tanto un poder para decidir qué hacer, de forma discrecional y según
las circunstancias que se presenten, como un deber de ejercer, oportuna y
adecuadamente, esos poderes en orden a la obtención de las finalidades para las
cuales se ha conferido al sujeto un determinado estatus jurídico.

En el artículo 774 del CPC señala que una de las principales obligaciones que tiene el
administrador judicial es la rendición de cuentas y la información de su gestión, siempre
que se le exija. El plazo para la rendición no es uniforme porque puede ser establecido
por los interesados con capacidad de ejercicio, por mandato legal y al cesar el cargo,
como el caso del tutor, quien está obligado a administrar los bienes del menor con la
diligencia ordinaria y como señala el artículo 540 del CC, está obligado a dar cuenta de
su administración anualmente o al acabar la tutela o cesar en el cargo.

A pesar de que el Código no lo precise, la rendición de cuentas puede ser solicitada por
cualquier interesado en la sucesión. El juez también puede establecer la obligación de
rendir cuentas por períodos determinados.

Agotado el plazo fijado para la presentación, será pasible de las sanciones pecuniarias
sin perjuicio de amparar la posible remoción, siempre y cuando se acredite haber
operado la intimación judicial para la rendición cuentas.

Algunas opiniones sostienen que la rendición debe hacerse en forma de planilla, con
sus respectivos comprobantes, bajo apercibimiento de declararse a su cargo las
partidas no justificadas.

En el caso de la herencia indivisa, esta puede ser administrada por un administrador


judicial (ver el artículo 85'l del CC). La rendición de cuentas del administrador se realiza
aplicando supletoriamente las reglas contenidas en el artículo 794 del CC. Señala dicho
artículo que el informe y las cuentas correspondientes sean por escrito, con los
documentos del caso u otro medio probatorio, dentro de los sesenta días de terminado
el cargo. Las cuentas no requieren la observancia de formalidad especial en cuanto a
su contenido, siempre que figure una relación ordenada de ingresos y gastos.

Este deber también se cumplirá durante el ejercicio del cargo, con frecuencia no inferior
a seis meses, cuando lo ordene el juez civil, a pedido de cualquier sucesor. El informe y
las cuentas se entienden aprobados si dentro del plazo de caducidad de sesenta días
de presentados no se solicita judicialmente su desaprobación, en un proceso de
conocimiento.

A diferencia del artículo 774 del CPC, que regula las obligaciones del administrador, el
presente artículo está referido a las prohibiciones para el administrador, las que pueden
tener una fuente legal o judicial.
ADMINISTRACION DE BIENES DE MENORES

En la administración de bienes de menores por los tutores, el artículo 538 del CC cita
cuatro supuestos de prohibición, cuando ejercen la administración de los bienes del
menor: Comprar o tomar en arrendamiento los bienes del menor; adquirir cualquier
derecho o acción contra el menor; disponer de los bienes del menor a título gratuito;
arrendar por más de tres años los bienes del menor.

El inciso 8 del artículo 1366 del CC, recoge la prohibición del administrador de bienes
ajenos, adquirir derechos reales por contrato, legado o subasta pública, respecto de
bienes que, por ley o acto de autoridad pública administre. También está prohibido
tomar en arrendamiento los bienes que administra, tal como refiere el inciso 2 del
artículo 1668 del CC.

En opinión de Arata el administrador judicial de bienes comunes se encuentra prohibido


de practicar, en ejercicio de sus atribuciones, cualquier acto que suponga un conflicto
entre los intereses de los copropietarios cuyos bienes administra y sus propios
intereses. Esta regla general según el autor se deduce de las reglas de la anulabilidad
del acto jurídico celebrado por el representante consigo mismo.

LAS PROHIBICIONES

Las prohibiciones pueden ser también impuestas por mandato judicial, en atención a
las circunstancias del caso.

La actividad del administrador judicial debe estar orientada a la conservación y


administración de estos. Cualquier acto de liberalidad debe ser autorizado previamente
por el juez.

Estas autorizaciones aparecen expresamente requeridas en el Código Civil (véase el


caso de la ausencia regulado en el artículo 56 del CC que dice: "en caso de necesidad
o utilidad y previa autorización judicial, el administrador puede enajenar o gravar bienes
del ausente en la medida de lo indispensable"), sin embargo, pueden concurrir
circunstancias que sin estar reguladas en el Código necesiten autorización, como los
bienes de una herencia indivisa que se encuentren en estado de destruirse o sean de
difícil conservación.

El administrador puede ser facultado para retener fondos o disponer de ellos con el
objeto de pagar los gastos normales de la administración como el pago de sueldos e
impuestos (ver el inciso 2 del artículo 55 del CC); cuando se trata de gastos
extraordinarios, corresponde sean autorizados por el juez, previo traslado a los
herederos, sin embargo, hay opiniones que se ubican en el supuesto que la demora
pueda ocasionar perjuicios, en cuyo caso se sostiene que el administrador debe
informar al juzgado dentro del tercer día de realizados.

Como el administrador no puede arrendar inmuebles sin el consentimiento de todos los


herederos, recurre a ellos; en caso de que no exista conformidad entre ellos, se recurre
a la autorización judicial, la que podría concederse con la advertencia que dicho
arrendamiento no obligará a los herederos después de la partición. Algunos autores
califican de plausible la autorización, en tanto se haya orientado a evitar perjuicios a
los herederos disidentes que pueden resultar adjudicatarios del bien dado en locación.

La autorización va a ser posible su realización, oyendo previamente al Consejo de


Familia, si así lo dispusiera la ley. Cuando la guarda de la persona y de los bienes del
incapaz viene ejercida por los padres en virtud de la patria potestad no se requiere la
intervención fiscalizadora u orientadora de ningún otro organismo o autoridad, por
cuanto, nadie hay más interesado en la suerte del incapaz y en su felicidad que sus
propios padres, pero, cuando estamos ante incapaces que carecen de padres
expeditos, se debe recurrir al Consejo de Familia, como un organismo consultivo
integrado por miembros de la propia familia del incapaz. La acción del menor para
anular los actos celebrados por el tutor sin las formalidades legales prescribe a los dos
años [ CITATION CC \l 10250 ] El artículo 777 en comentario acoge dos supuestos: la
renuncia y la remoción, orientados a separar de la administración judicial a la persona
designada para ello.

LA RENUNCIA

La renuncia implica el ejercicio de disposición voluntaria y unilateral que hace el


administrador de continuar ejerciendo su función. Si bien puede renunciar en cualquier
momento a su función, a efectos de no dejar a la deriva la conducción de los bienes,
solo produce efecto su renuncia, desde que es notificada su aceptación por el juez, en
atención a que su designación fue por mandato judicial.

Adviértase que producida la aceptación, el juez no designará automáticamente su


sucesor, pues requiere para ello que el interesado solicite la nueva designación.

En el caso de la remoción del administrador este debe operar por causa justificada. En
la casuística aparecen las siguientes justificaciones para separar al administrador
cuando su actuación importare mal desempeño del cargo, como: haber dispuesto en
beneficio propio de los dineros encargados para la administración; haber perjudicado
los intereses de la sucesión, aunque el daño no sea de consideración; la retención de
fondos para gastos no autorizados; la distribución de ingresos entre algunos herederos
sin la conformidad de los otros; la oposición entre sus intereses y los de la sucesión; la
demora en la rendición de cuentas o de contestación a los pedidos de informes (ver el
artículo 774 del CPC); y en general a cualquier circunstancia sobrevenida que sea
contraria a su designación.

Para la remoción se debe seguir el procedimiento establecido para su nombramiento,


regulado en el artículo 772 del CPC. Así, si concurren quienes representan más de la
mitad de las cuotas en el valor de los bienes, pueden tomar acuerdo unánime respecto
de la remoción del administrador; pero, a falta de acuerdo, el juez se pronunciará sobre
dicha remoción. Algunos autores consideran si las causas invocadas son graves y
resultan acreditadas prima facie, el juez podrá disponer la suspensión, como medida de
seguridad.

REMOCION

A diferencia de la renuncia, en el caso de la remoción del administrador judicial, el juez


que decide la remoción, en la misma resolución, además nombrará al nuevo
administrador judicial de bienes. Un caso especial para no concurrir al proceso no
contencioso se aprecia en el albacea. Señala el artículo 795 del CC "puede solicitarse,
en un procedimiento sumarísimo, la remoción del albacea que no ha empezado la
facción de inventarios”.

Un aspecto que no acoge el Código Procesal, está referido a la sustitución del


administrador. Este se verifica frente a los casos de renuncia, incapacidad sobrevenida
o muerte del administrador. En cambio la remoción opera cuando la actuación del
administrador realiza un mal desempeño del cargo. En la casuística se ha establecido
que la remoción no procede frente a la mera enemistad de los herederos y el
administrador; a la demora en el trámite sucesorio; a la falta de rendición de cuentas,
siempre y cuando no medió previa intimidación.

RETRIBUCION

En el artículo 778 la retribución debe asumirse como el pago que se realiza por un
trabajo o una actividad efectuada. El artículo en comentario, consagra el precepto
constitucional que "nadie está obligado a prestar trabajo sin retribución o sin su libre
consentimiento en ese sentido, aparecen en nuestra legislación, diversas opciones
para la retribución al trabajo del administrador, como las que señalan los artículos 793 y
973 del CC.

En la administración del bien común dice el artículo 973 del CC: "las obligaciones del
administrador serán las del administrador judicial. Sus servicios serán retribuidos con
una parte de la utilidad, fijada por el juez y observando el trámite de los incidentes". En
el caso del albacea encargado de administrar los bienes de la herencia, señala el
artículo 793 del CC que su remuneración no será mayor del cuatro por ciento de la
masa líquida. En defecto de la determinación de la remuneración por el testador, lo
hará el juez, quien también señalará la del albacea dativo.

El administrador tiene derecho a una retribución, siempre y cuando haya sido


designado judicialmente, aunque el trabajo no sea de su profesión o modo de vivir,
salvo que hubiere renunciado de manera expresa a aceptar el cargo.

La norma establece que sea el juez quien determine la retribución del administrador,
quedando a su criterio sopesar las circunstancias que van a condicionar su retribución.

Algunas opiniones consideran que la retribución debe fijarse a un tanto por ciento de
comisión sobre el monto de los ingresos obtenidos durante la administración, con
prescindencia del valor de los bienes. Otros criterios consideran que fijar del porcentaje
de ingresos no debe hacerse en forma estricta, ya que la simple conservación del
patrimonio, en algunos casos puede requerir de funciones extraordinarias, por lo que
deben tenerse en cuenta las expensas y pérdidas que se evitaron.
CONCLUSION DE LA ADMINISTRACION

En el artículo 779 nos habla de la conclusión de la administración judicial opera por dos
razones: por voluntad de los interesados o por mandato legal. En el primer supuesto, la
norma acoge la conclusión de la administración judicial en los casos que los
interesados tengan capacidad de ejercicio y así lo decidan.

Véase el caso de los menores que hayan adquirido mayoría de edad o el caso de los
interdictos, cuando haya cesado su incapacidad, siempre y cuando se acompañe la
declaración firme de rehabilitación y así lo decida el rehabilitado (ver el artículo 584 del
CPC).

Apréciese que la norma no requiere la capacidad de goce, que es intrínseca a todo


sujeto de derechos sino a la capacidad de ejercicio, pero además, requiere que "todos"
los interesados en la administración tengan dicha capacidad de ejercicio y decidan
todos concluir con la administración judicial. Como se aprecia, se sobrepone la
voluntad de todos los interesados en dar por concluida la designación judicial hecha
para la administración de los bienes

El otro supuesto es concluir la administración judicial por mandato legal. Véase en el


caso de la declaración de ausencia, cuando regresa el ausente o cuando se designa
apoderado con facultades suficientes, hecha por el ausente con posterioridad a la
declaración

LA COPROPIEDAD

En la copropiedad, las facultades de dominio están atribuidas a varias personas en


común; por lo que, no pudiéndose dividir, resulta que pertenece por indiviso a varios,
sin que ninguno pueda aducir su derecho a toda la cosa, ni siquiera a una parte
determinada de ella, sino una participación que pueda llamarse ideal.

De manera excepcional, se faculta al administrador judicial de bienes sujetos al


régimen de copropiedad, vender los frutos que recolecte y celebrar contratos sobre los
bienes que administra, siempre que no implique su disposición, ni exceda los límites de
una razonable administración. Véase el caso de plantaciones de árboles frutales, el
administrador podría no solo orientarse a la conservación y explotación de las
plantaciones sino que también podría extender sus atribuciones a la venta de los frutos
que se produzca en dichas plantaciones.

Como se ve, la administración no solo recae sobre el bien sino que también puede
extenderse a los frutos, pero no a los productos. Los frutos, bajo la calificación del
artículo 890 del CC, son los provechos renovables que produce un bien, sin que se
altere ni disminuya su sustancia, a diferencia de los productos que son los provechos
no renovables que se extraen de un bien. El provecho es una productividad de carácter
físico o de carácter ideal, de acuerdo al tipo de fruto del cual se trate.

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