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Universidad de Guadalajara

Centro Universitario de Arte Arquitectura y


Diseño
Maestría en Gestión y Desarrollo Cultural
Economía de la Cultura
Prof.a: Dra. Marissa Reyes Godínez
26 de junio del 2021

La potencialidad de la artesanía para el


desarrollo integral y la economía cultural
Por: Mónica Jazmín Peña Gutiérrez
En México la artesanía siempre se ha concebido como una actividad tradicional de
gran acervo y como patrimonio cultural inmaterial, siempre ligada a las clases
sociales bajas y a los pueblos originarios. Recuerdo que cuando decidí estudiar la
disciplina del diseño de las artesanías, surgieron muchas dudas entre mis conocidos
sobre mi futuro económico, puesto que generalmente se tiene la creencia de que la
artesanía, a pesar de ser una labor hermosa, es uno de los oficios peor
remunerados y con poco futuro mercantil.

A lo largo de los últimos 7 años que he pasado estudiando esta disciplina, he podido
acumular una serie de conocimientos que si bien no garantizan que la artesanía es
un mercado certero, dan muestra de la potencialidad de esa rama, que con trabajo
duro, podría llegar a ser una de las industrias más fuertes del país y sobre todo de la
región de Jalisco, ya que este estado es el tercer lugar con mayor número de
artesanos (Sales, 2013), lo que supone que un buen manejo y entendimiento del
papel y la potencialidad de esta industria, podría ser vital para el desarrollo integral
de la sociedad, ya que la actividad y la práctica artesanal sugieren otra serie de
beneficios de índole social, que van más allá de lo económico, lo que propiciaría el
aumento de la calidad de vida para los habitantes de esta zona del país y sobre todo
para las comunidades rurales que son cuna de miles de técnicas tradicionales.

Por otra parte, a pesar de la importancia del patrimonio que representa la artesanía,
sucede cada vez con mayor frecuencia el fenómeno de la desvalorización de estas
técnicas y productos, según Malo (2006) las artesanías están en peligro de
extinción, ya que con el avance de las telecomunicaciones y el auge de las compras
por internet, la actividad económica de la artesanía se ha visto desplazada por los
mercados internacionales, que en muchas ocasiones manufacturan productos de
apariencia artesanal mediante procesos industrializados en China, que a su vez
ofrecen precios ridículamente bajos, además las redes sociales están funcionando
como un medio para difundir tendencias de consumo entre sus usuarios, lo que ha
provocado que los consumidores miren hacia otro tipo de productos, relegando el
consumo de lo nacional, por lo tanto es necesario entender el papel que juega la
artesanía para la economía local y de este modo poder entender de qué manera
trabajar en pro del beneficio del desarrollo de la sociedad Mexicana, por lo que es
vital entender la importancia de la economía de la cultura.
hasta hace algunos años el término de economía de la cultura era un concepto poco
estudiado y del que pocas personas tenían conocimiento, aún ahora, incluso para
muchos profesionistas del arte y la cultura, el término sigue siendo una idea difícil de
construir, pocas personas pueden encontrar una relación coherente entre las artes y
la economía, ya que las artes siempre han sido disciplinas estrechamente ligadas a
las emociones humanas, más casi nunca se concibió su importancia en términos de
derrama económica (Reyes & Linares, 2013).

Apenas en el siglo pasado se comenzaron a dar los primeros pasos para establecer
una relación entre estas dos ramas (Bonet, 2004). Estudios como los de la escuela
de Frankfurt comenzaron a dar los primeros pasos, aunque al principio la visión de
algunos de estos pensadores se encaminaba a creer que la relación entre estas
disciplinas podría ser catastrófica, ya que ellos asociaban el concepto con una
manera de enriquecimiento a través de la creación de contenidos para manipular las
acciones de las masas, por lo tanto entender la importancia de estudiar esa relación
se volvió relevante porque las líneas divisorias entre estas podían ser muy difusas
(Reyes & Linares, 2013).

A partir de la década de los sesenta, se comenzó a estudiar de manera más formal


el fenómeno, encontrando que para las industrias culturales es más difícil aumentar
la productividad, ya que muchas de estas actividades artísticas (como una obra de
teatro clásica), a pesar del avance de las tecnologías, requerían de la misma mano
de obra y materiales para su realización, que la que utilizaban hace 200 años
cuando fueron creadas (Reyes & Linares, 2013).

Aun así, este fenómeno no era precisamente replicable en todas las áreas
culturales, puesto que había algunas que gracias a las tecnologías habían podido
aumentar su producción con menor inversión de recursos, esto demostró que los
estudios sobre la economía de la cultura eran pertinentes y que había mucho trabajo
por hacer, para poder explicar los distintos fenómenos que se presentaban en cada
área específica y poder establecer medidas de acción para aumentar la
productividad de ellas.
Esta necesidad sobre establecer más estudios económicos en torno a la cultura no
solo se concibió por la importancia de la derrama económica, sino porque al mismo
tiempo, los estudios sociológicos y antropológicos sobre la cultura avanzaban y
había que entender la importancia de estas manifestaciones para la realización del
ser humano, su valor no sólo era económico, sino también espiritual (Bonet, 2004).

A finales de la década de los 80 y tras un mayor entendimiento del carácter


holístico y transdisciplinar de la economía, Amartya Sen propuso la teoría del
desarrollo humano y surgió en la ONU y la UNESCO la necesidad de acuñar un
nuevo término, donde la relación entre economía, desarrollo y cultura quedara
mejor establecida. Es así como se creó una nueva manera de medir el
crecimiento de una sociedad, a partir de la creación del programa de las naciones
unidas para el desarrollo (PNUD), donde se estableció a la cultura como el cuarto
pilar para el desarrollo, reconociendo su importancia no solo en lo económico,
sino en términos de bienestar humano y el florecimiento de sus capacidades
(Sen,1998).

En la teoría del desarrollo humano, Amartya Sen (1998 & 2000) sugirió que las
mediciones a partir del producto interno bruto, representaban un promedio
estadístico que no tomaba en cuenta la desigualdad social, su principal
preocupación era la pobreza y las hambrunas, postuló que el ejercicio de la libertad
humana es un componente esencial para el desarrollo humano, entendiendo éstas
libertades como potencialidades; también hizo énfasis en la importancia de la
democracia para mejorar la calidad de vida de las personas, a raíz de estos trabajos
es como el PNUD presenta un nuevo concepto sobre el desarrollo de una sociedad,
y un nuevo instrumento llamado el índice de desarrollo humano, que toma en cuenta
tres aspectos : la esperanza de vida; la tasa de alfabetización y de escolaridad; y
por último el nivel de vida representado por el PIB por habitante.

Esta teoría centra su interés en la capacidad que tiene una sociedad para brindar a
sus poblaciones las oportunidades y capacidades que les permitan acceder a un
mejor nivel de vida y bienestar social (Gutiérrez, 2008 y Sen,1998), para lo cual la
cultura juega un papel importante, ya que “desde el patrimonio cultural a las
industrias culturales y creativas, la cultura es facilitador y motor de las dimensiones
económica, social y ambiental del desarrollo sostenible” (UNESCO, 2015).

Esta comprensión holística sobre el desarrollo es la teoría que tiene fundamentos


más pertinentes a la hora de argumentar cómo es que la artesanía puede ser parte
del desarrollo integral de las personas, ya que podemos encontrar la relación de ella
con la cultura. Según Recaman y Maass (2014), al ser la cultura una dimensión
simbólica de la sociedad, esta comprende un enfoque integral y transversal, la
cultura no se limita a ningún área específica, es por eso que la cultura funciona
como un elemento interrelacionado con el desarrollo económico a través de la
creación y comercio de productos y servicios útiles y bellos, ya que estos dan
sentido a las acciones de las personas y la cultura se presenta como la base para el
desarrollo de la comunidad (Recaman & Maass, 2014)

Por lo tanto, comprender la dimensión económica de la cultura y en específico de la


artesanía, nos permite entender cómo se comporta el mercado en estos sectores y
tomar medidas de acción para cada uno, ya que estas manifestaciones no
corresponden a los órdenes lógicos que estudian otros campos de la economía
como lo son el de la producción industrial. Según Bonet (2004) el campo de la
cultura es tan diversificado que cada una de las áreas que representa tiene una
lógica distinta, por ejemplo, refiere que en las producciones artesanales la
productividad puede aumentar gracias a que este tipo de disciplina permite la
reproducción de una pieza a partir de una matriz.

Además de esto podemos ver la importancia de la artesanía para la economía,


puesto que Bonet (2004) argumenta que una de las principales características que
hacen pertinente el estudio de la economía en las áreas culturales, es la amplia
variedad de aspectos en los que estas producciones pueden generar valor. Bonet
(2004) explica que los productos culturales generan valor funcional, valor simbólico
y valor emotivo, además la economía de la cultura en tiene la facultad de evaluar la
intervención de esta, en distintas dimensiones como lo son: el valor que la gente le
da a los productos y lo que están dispuestos a pagar por ellos dependiendo del valor
agregado que estos presenten; el impacto de generación de empleo, desarrollo
económico y social; su función como herramienta de cohesión social; su poder para
generar identidad y su facultad para generar cohesión familiar.

Es vital destacar que la actividad artesanal tiene cabida en todos los ámbitos
mencionados, es una actividad que genera un valor funcional, ya que las piezas son
utilitarias, no sólo en sentido decorativo: todos los que habitamos en México alguna
vez hemos tenido una taza o un plato elaborado artesanalmente típico de alguna
región que utilizamos todos los días para alimentarnos; al mismo tiempo esta taza,
tiene un valor simbólico, ya que representa el imaginario de la comunidad o de la
región donde fue realizada, a través de los motivos decorativos que tiene, e incluso
su valor simbólico también se encuentra en la técnica tradicional con la que esta se
elaboró y en la procedencia de los materiales con los que se realizó, ya que estos
suelen ser obtenidos de la misma región; además puede tener un valor emotivo, si
es que ese objeto te recuerda un momento especial de tu vida, o si te la regaló
alguna persona que aprecias; también es importante recordar que el conocimiento
sobre las técnicas artesanales se da por transmisión de generación en generación,
según el directorio del censo artesanal en Tonalá, Jalisco (Cota & López, 2017) la
mayor parte de los talleres registrados, son talleres familiares de menos de 10
trabajadores, por lo que la práctica artesanal se da en el entorno familiar,
cumpliendo un papel importante para la cohesión de las familias Tonaltecas.

A Partir de esto podemos notar el amplio valor que tiene la actividad artesanal
como producto cultural, debido a que la relación entre la cultura y el desarrollo es
estrecha, por eso se debe hablar más sobre la importancia de la práctica artesanal
para propiciar las condiciones de desarrollo antes mencionadas, por lo que es vital
describir el concepto de artesanía.

A menudo se entiende como artesanías al proceso de producción de una


pieza (elaborada artesanalmente) o como el conjunto de saberes y formas plásticas
de origen popular. Hasta hace poco la artesanía era artesanal, pero ahora las
artesanías en su cualidad plástica popular pueden ser elaboradas por procesos
industrializados (Malo, 2006).

Por otro lado, el manual de diferenciación entre la artesanía y la manualidad


el FONART en 2015, señala que la artesanía: “Es un objeto o producto de identidad
comunitaria hecho por procesos manuales continuos”(pág. 14), señalando que se
pueden utilizar herramientas y utensilios para facilitar su realización, que la materia
prima comúnmente se obtiene de la región que habita el artesano, las técnicas
utilizadas son dominadas por los mismos y son parte del patrimonio comunitario,
además el artesano puede dotarlos de valores simbólicos e ideológicos propios de
su cultura y su función será determinada por el nivel económico y social de los
individuos que las utilicen.

Por otra parte Malo (2006) señala que la artesanía es un proceso que ha
acompañado a la humanidad desde sus inicios, señala que la elaboración de estos
artefactos se da como un proceso por el cual el cerebro dirige a las manos para
crear algo nuevo, hermoso y utilitario, también señala que tras la revolución
industrial se predijo que la artesanía quedaría relegada por su incapacidad de
producir productos con rapidez y eficiencia, lo que haría que la industrialización
garantizara la desaparición de la pobreza, puesto que hacía posible obtener más
recursos y más productividad. Se puede observar que estas predicciones fueron
erróneas, la artesanía no desapareció y el capitalismo tampoco logró reducir la
pobreza, al contrario, parecería que aumentó la marginalidad y que las
desigualdades se volvieron más evidentes (Sen, 2000).

Entonces ¿qué es lo que ha permitido que la artesanía no desaparezca?


Probablemente la razón por la que la artesanía logró prevalecer ante la
industrialización es porque esta responde a necesidades que los productos
industrializados son incapaces de satisfacer (Malo, 2006), y no solo necesidades
para los consumidores, sino también necesidades para el creador, la artesanía es
una práctica tan valiosa, que tiene beneficios por su índole cultural y espiritual, tanto
para el que las realiza como para quien las consume. La artesanía refleja el
imaginario de una comunidad e incluso refleja la cosmovisión personal del artesano
que crea con sus manos, ya que él plasma una serie de conocimientos que fueron
adquiridos de generación en generación, que no solo representan la historia de su
comunidad , sino de su historia y gustos personales, además para el consumidor de
artesanías, un producto artesanal puede representar un producto exclusivo y único,
ya que la naturaleza de estas creaciones hace que cada pieza sea diferente, lo que
sigue teniendo atractivo para los compradores.

Aunado a esto encontramos el valor económico que aporta la artesanía en


producto interno bruto (PIB). Según la cuenta satélite de cultura en México (INEGI,
2020) la artesanía ocupa el segundo peldaño entre las industrias culturales que más
aportan en el sector, sólo precedida por la industria de las telecomunicaciones. Uno
de los datos interesantes sobre esto es que, las industrias culturales aportan un
3.1% del PIB nacional y según Ernesto Piedras (2004, si sumamos la economía
sombra esta cifra sería aproximadamente del 7%, además las industrias culturales y
creativas son de las pocas industrias que año con año presentan crecimiento en
lugar de decremento, lo que muestra que tienen un amplio potencial para propiciar
un avance en la economía del país, por lo que es vital voltear a ver a las industrias
culturales como un producto que podría llevar a México a ser una potencia, ya que
la diversidad cultural que tiene este país propicia que las industrias culturales y
creativas puedan llegar a ser unas de las principales productoras de Riqueza.

Por lo tanto, la artesanía tiene el potencial para propiciar el desarrollo en


México ya que no solo es una actividad que produce riqueza económica, sino que
además aporta al fortalecimiento de la identidad cultural que como ya se vio, es un
elemento básico para lograr el desarrollo de la comunidad.

Otro punto importante de destacar es que actualmente se tienen catalogados


algunos tipos de artesanías entre los que se encuentran la artesanía tradicional, la
suntuaria, la artística y la neoartesanía (FUNDESARTE, 2011). Es importante
aprender a identificar los tipos de artesanía, ya que como mencionamos
anteriormente, el valor de dichas artesanías dependerá del contexto
socioeconómico de cada individuo y del tipo de artesanía de la que estemos
hablando, cada una de estas categorías tiene significados diferentes, por lo tanto,
mercados diferentes.

Como mencionan Santamaria y Leucona (2017), el saber hacer propio del


artesano se transforma en un potencial de desarrollo debido a las formas
particulares de elaboración producción y materiales conjugados a través de la
creatividad, además agregan que para que la industria artesanal crezca se deben
generar caminos hacia la integración del diseño como detonante creativo y la
investigación para obtener un panorama fértil del desarrollo artesanal, ya que es un
sector con mucho potencial económico, aunque en muchos casos la generación de
nuevos productos se ve limitada por la ausencia de información y de profesionales
que generen respuestas creativas e innovadoras, por lo que el diseño toma fuerza
como parte esencial del sector productivo, ya que el diseño marca pautas y
conceptos que guían proyectos y los llevan al éxito.

Por lo tanto comprender la inferencia de la artesanía, como un elemento que


propicia el desarrollo y entender cómo se comportan estos sectores para tomar
medidas de acción pertinentes en cada uno, permite ver la importancia de la
artesanía para la economía, por lo que se debe tener una visión que lleve la
artesanía al siguiente nivel de la innovación a través del diseño, en este sentido la
inserción de mentes jóvenes y con ideas nuevas a la industria artesanal, se vuelve
relevante para poder lograr el despegue económico de la artesanía y el desarrollo
local.

Y ¿Cómo podemos atraer a las mentes jóvenes a la industria artesanal? La


artesanía como actividad cultural es un detonante de identidad, que es un punto
básico en la formación de los jóvenes y adolescentes, esta tiene implicaciones
importantes para el desarrollo de las sociedades, puesto que permite el trabajo por
el bien común, por lo que para entender la importancia de la artesanía es necesario
entender la relación que existe entre la identidad, el desarrollo humano y la cultura,
por esto es vital definir el concepto de identidad cultural.

Giménez (2005) señala que, la relación entre identidad y cultura es


simbiótica, se construyen la una a la otra. La identidad es una apropiación de ciertos
repertorios culturales que se encuentran en nuestro entorno y sirven para delimitar
fronteras entre los que pertenecemos a un grupo y los que no, de manera que se
genere un contraste, para lo cual la cultura juega un papel importante, porque
representa una serie de pautas de significados que suelen ser compartidos y
duraderos a través del tiempo y dentro de un grupo, pudiendo tener una gran fuerza
emotiva, presentando zonas de estabilidad y de movilidad.
Según Giménez (2005), todas estas pautas o formas culturales se
exteriorizan a través de representaciones sociales de las experiencias comunes
compartidas por los miembros de un grupo determinado, teniendo como función
unificar a los integrantes dentro de él y diferenciar o contrastar en relación con los
otros sujetos fuera de él. De esta manera se puede entender que la práctica de la
artesanía es una forma cultural exteriorizada, que funciona como un canal de
comunicación, transmisión de conocimientos y formas de ver la vida, entre los
miembros de una sociedad, ya que estas técnicas son compartidas por estos y los
motivos de la decoración e incluso los materiales y los procesos de creación, son
particularmente característicos de un determinado grupo poblacional y de una
región, por ejemplo, la cerámica de Tonalá presenta procesos y motivos decorativos
distintos a los de la cerámica de Oaxaca o de Chihuahua.

Giménez (2005) señala que para mantener la cohesión grupal se requiere de estar
construyendo permanentemente los lazos entre los miembros, por lo consecuente la
formación de la identidad colectiva permite a los individuos darle un sentido a lo que
están haciendo dentro de un grupo, permitiéndoles sentirse parte de una común
unidad, esta percepción de la identidad permite inferir que cuando las personas
pertenecientes a un grupo o una comunidad de artesanos interactúan entre sí, la
pertenencia a este medio les permite crear lazos con los demás miembros, por lo
tanto, los talleres son lugar idóneo para cultivar la fraternidad y la comunidad, a
través del intercambio de conocimientos, saberes, costumbres e incluso, de las
interacciones interpersonales que se gestan en el momento de trabajar en un mismo
espacio, ya que no sólo se comparten aspectos técnicos, sino también aspectos de
sus vidas personales, lo que les permite precisamente que los lazos entre estos
individuos se vayan construyendo y reforzando.

Construir lazos entre los individuos de una comunidad es una de las bases
para el trabajo en equipo y por el bien común, un individuo que no siente lazos
estrechos con su comunidad o que no siente protección y dignificación de su
existencia, que no siente este reconocimiento del que habla Giménez (2005),
difícilmente desearía trabajar en pro de esta. Este fenómeno puede ser explicado
por Butler (2017), que argumenta que cuando un individuo se mantiene en una
mecánica social donde el valor de su vida está dado en términos estadísticos y
donde no se procura la garantía de sus derechos humanos, el acceso a condiciones
de desarrollo e igualdad de oportunidades, este pierde el valor sobre la vida. Este
fenómeno crea en los individuos una apatía por la vida misma y la de los demás, lo
que dificulta el desarrollo de los mismos, puesto que al no sentirse reconocidos
pierden el interés por hacer las cosas “bien” y esforzarse, además esa situación
propicia la impunidad, lo que a su vez puede provocar que los mismos miembros
pierdan el respeto por la vida de los demás al inferir que no tendrán ninguna
consecuencia si comenten algún agravio en contra de otra persona.

Por lo tanto la identidad permite la integración de los miembros de una


sociedad y posibilita el desarrollo de sus integrantes a través de la organización y el
trabajo por el bien común, este debe procurar la capacidad de superar una realidad
humana actual, llevándola a niveles superiores de calidad de vida, ya que el
humano tiene derecho de vivir, lo que implica el derecho a aspirar a una existencia
cada vez mejor (Orduna, 2003), para lo cual la educación en torno al patrimonio
cultural juega un papel importante, ya que este es un medio para alcanzar el
desarrollo local y afirmar la personalidad de los individuos, enriqueciéndolos con la
capacidad de afrontar las contingencias de la vida y crear oportunidades de
superación, la identidad también puede velar por la conservación de los valores para
promover y afianzar en los individuos la adquisición de capacidades que procuren
bienestar individual y colectivo, así como orientar las actividades de la vida social
hacia metas que aseguren una existencia más próspera y feliz (Orduna, 2003 &
Arteaga, 2010).

En conclusión, podemos observar que la práctica artesanal es una actividad cultural


con alto potencial para el desarrollo integral de la sociedad, esta actividad ha
prevalecido a lo largo de la historia y como cualquier actividad cultura, esta ha
tenido transformaciones y adecuaciones para adaptarse a las necesidades del
grupo social que la practica y la consume, por eso es necesario seguir trabajando en
la investigación en torno a la artesanía, entendiéndose como una actividad con
características interdisciplinares.
Es necesario estudiar los fenómenos socio económicos que nos han llevado al
consumo masivo de productos industrializados, un fenómeno interesante de
observar es el que está sucediendo en sentido contrario a este consumo masivo,
actualmente se están generando nuevas propuestas de desarrollo de productos que
integran el conocimiento científico, la investigación y las técnicas artesanales, esta
nueva tendencia creativa es lo que conocemos como neoartesanía, que desde mi
punto de vista, puede ser el parteaguas para el despegue de la artesanía como
actividad económica, por lo que debemos hacer énfasis en la importancia de la
integración de disciplinas como el diseño, la administración, la ingeniería y la
mercadotecnia entre otras, para lograr el aprovechamiento adecuado de todas las
características que vuelven a la artesanía y demás industrias culturales y creativas,
un eje importante para el desarrollo integral de la sociedad, Además la inclusión de
otras disciplinas para la profesionalización de la artesanía, podría hacer que esta se
vuelva una rama laboral más atractiva para las nuevas generaciones, lo que nos
ayudaría a preservar este valioso patrimonio cultural.
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