Está en la página 1de 1

Mentir para amar

Hombre de celuloide

El cine de Sang-soo Hong exige de cierto esfuerzo. No el de una película de Godard, pero sí la que requiere
por ejemplo, ver llover hasta quedar hipnotizados. Esta es justamente la sensación que queda cuando uno
ve alguna de las casi treinta películas de este prolífico director: la de estar hipnotizados. En otro país puede
verse a través de Cinépolis Klic. Estuvo en competencia en Cannes en el 2012. La obra se nos presenta
como puesta en abismo, esto es, una ficción dentro de otra ficción… hasta el infinito. Wonju es una
jovencita que come un pastel junto a su madre en un café al aire libre. Estamos en un pueblo costero y más
allá de las mujeres hay una playa gris salpicada de embarcaciones. Ellas discuten en torno a un familiar que
ha amenazado con suicidarse. Por culpa de él y, por razones que no se nos explican, madre e hija tendrán
que quedarse dos o tres días, quizás algunas semanas, en este pueblo. ¿Algunas semanas? Pregunta Wonju.
Me estás diciendo que nos vamos a quedar a vivir aquí. La madre apaga su cigarro y comienza a comer,
culpable, el pastel. El diálogo ofrece claves para entender lo que estamos viendo porque resulta que la niña,
en cuanto sabe que tendrá que vivir en provincia a causa del familiar incómodo se pone a escribir una
película que vamos a ver, pero, más importante, gracias al diálogo introductorio sabemos que la chica
conoce a su madre y sabe que miente. Wonju ha dejado de creer en ella y justamente por ello intuimos que
ha llegado a la madurez. Aún así, las historias que estamos por ver son muy sencillas; como arte naif y
parecen, en efecto, escritas por una chica que apenas ha llegado a la pubertad. En ellas, Anne, una mujer
francesa interpretada por Isabelle Huppert llega a este mismo pueblo costero, sale a dar un paseo para
buscar un faro que le han dicho que es “chiquito pero muy hermoso” y se encuentra en cambio con un
salvavidas que la hipnotiza. Las tres historias de En otro país, son variaciones en torno a este mismo tema:
el encuentro casual entre una hermosa extranjera ya mayor y un joven salvavidas coreano. Y es válido
asumir que las tres historias son como el inicio de Manhattan, de Woody Allen, borradores creativos que,
en la mente de Wonju, se van afinando. Vale la pena notar, sin embargo, que estas tres variaciones sobre un
mismo tema permiten al director explorar el tópico que debería atraer nuestra atención en esta película: el
nacimiento del amor sexual. En muchos sentidos, el director coreano esta siguiendo aquí las huellas de Éric
Rohmer quien, en Pauline en la playa de 1983 exploró también el nacimiento de la sexualidad (y la
sensualidad) en una chica de quince años. De acuerdo con ambos directores, para que nazca este deseo otra
cosa tiene que morir, esto es, la inocencia infantil. En efecto, como Pauline en la playa, En otro país
enfrenta a su protagonista con la hipocresía del mundo adulto como condición para que ellas mismas
puedan crecer. Y aún más, el descubrimiento de la mentira que implica en esta película el descubrimiento
de la sexualidad es justamente lo que permite a Wonju crear. Como vemos la puesta en abismo no es sólo
un artificio. Es parte integral de este ensayo visual en torno a la inocencia, la mentira y el arte; un ensayo en
que la forma y el fondo se complementan como en todas las obras de arte, produciendo cine que no necesita
de grandes presupuestos, pero sí de los elementos más básicos del cine: imaginación, buena fotografía y
una fabulosa actuación.

En otro país. Sang-soo Hong. Corea del Sur, 2012.

Fernando Zamora

@fernandovzamora

También podría gustarte