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Un enfoque psicosocial en el arte terapia: trabajando en situaciones de

conflicto e incertidumbre

Publicado: Universidad de Chile 2012

Dra. Margaret Hills de Zárate

Mi ponencia aborda el tema del trabajo en situaciones de conflicto e incertidumbre


social y lo que se puede entender como un enfoque psicosocial en el arte terapia.
Los trabajos sobre los que focalizaré mi intervención fueron realizados en la ex
Unión Soviética y en América Latina a lo largo de un periodo de diez o doce años.
Mi enfoque terapéutico, es decir, lo que fundamenta mi práctica cuando estoy
trabajando fuera del contexto clínico en arte terapia, es básicamente un enfoque
vinculado a la visión psicosocial, y en él uso el concepto de ‘cuidado terapéutico’,
(therapeutic care) desarrollado por Renos Papadopoulos (2002, 2006). Consultor
psicólogo clínico en la Clínica Tavistock, psicoanalista Jungiano y psicoterapeuta de
la psicoterapia familiar sistémica, Papadopoulos actúa como asesor de las Naciones
Unidas entre otras organizaciones y ha trabajado con refugiados y otros
sobrevivientes de la violencia política en muchos países.

Otros referentes teóricos en mi práctica son la denominada Psicología de la


liberación, pensamiento desarrollado por el psicólogo Ignacio Martín Baró (1996) y
el trabajo del educador social Brasileño Paulo Freire (1970) y específicamente su
concepto de la concientización. La concientización, o conciencia crítica, se centra
en lograr una comprensión profunda del mundo, lo que permite la percepción y la
exposición de las contradicciones sociales y políticas. La concientización también
incluye la adopción de medidas contra los elementos opresivos de la vida que son
revelados por esa comprensión. Según Freire (1970) la concientización implica
romper mitos prevalecientes para alcanzar nuevos niveles de conciencia y,
concretamente, una conciencia de la opresión. Según Friere, ‘el proceso de
concientización implica la identificación de contradicciones en las experiencias a
través del diálogo y forma parte del proceso de cambiar el mundo’ (Friere, 1970).
Todos estos objetivos, yo creo, son perfectamente congruentes con los objetivos de
una psicología o psicoterapia de la liberación y, por ende, con el arte terapia.

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Según Martín-Baró (1996), la solución a los problemas de salud mental en las
sociedades caracterizadas por la opresión, en su "anormalidad normal"
prevaleciente, es la transformación de la sociedad para trascender la realidad
histórica de la opresión. Los psicólogos no podemos ignorar la influencia que
ejercen los contextos difíciles sobre la salud mental. Por otra parte, si lo hacen, se
convierten en cómplices de las injusticias sociales (o anomalías) que puedan haber
causado esos problemas de salud mental en primer lugar. De ello se deduce que el
psicólogo debe ser capaz de identificar los factores que influyen y afectan a la salud
mental de las poblaciones con las que trabaja, y, por lo tanto, de trabajar siguiendo
una ética y una integridad que debe convertirse en la prioridad de los
investigadores.

El Profesional Reflexivo

Por consiguiente, considero imprescindible hacer investigaciones tanto formales


como informales antes y durante todo el proceso de cualquier intervención
psicosocial. Si investigar es tratar de entender más a fondo los problemas de las
situaciones en las que uno se encuentra, se necesita una metodología que ayude
al investigador a comprender lo que los individuos perciben como su mundo y en la
que el proceso de interacción influya y guíe al investigador y a sus investigaciones.
Además, teniendo en cuenta que la investigación está dirigida al desarrollo de
intervenciones psicoterapéuticas apropiadas, se requiere una metodología que
argumente a favor de la legitimación del conocimiento tácito y que permita tomar en
cuenta la sutileza de las interacciones humanas y el rol del inconsciente dentro de la
relación transferencial.

Está claro que se requiere una metodología altamente reflexiva y sensible si el


investigador debe acceder a materiales sensibles y potencialmente peligrosos en
situaciones de conflicto. Además, el nivel de incertidumbre e incógnita exige una
metodología que permita la suficiente flexibilidad para seguir y elaborar los distintos
temas a medida que vayan surgiendo en áreas previamente impensables. Si la
pregunta de la investigación es ¿qué tipo de contribución puedo ofrecer y puede ser
adecuada en este ámbito o contexto? el terapeuta/investigador tiene como primera
tarea identificar el modo de obtener esta información. Esto requiere una

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metodología que concuerde con el objeto de la investigación; un instrumento que
encaje, que sea adecuado, que toque lo que se quiere saber y reconozca que lo
más importante pueda ser algo inimaginable. Lo que en las ciencias sociales se
llama investigación naturalista: (Naturalistic Inquiry) siempre se hace en un contexto
o ‘setting’ natural, porque el contexto está siempre implicado en el significado.
(Lincoln y Guba, 1985).

Una investigación tan contextual exige el instrumento humano, el único instrumento


suficientemente sensible a la situación indeterminada con la que se va a encontrar.
El enfoque de investigación adecuado para trabajadores en áreas de conflictos es la
investigación naturalista puesto que, al no ser técnica, es más accesible y así la
investigación puede utilizarse como herramienta de crítica contra posiciones
institucionales y políticas, y también puede actuar como mecanismo para
desmantelar discursos y políticas corruptas (Lincoln y Guba 1985; Martín Baró
1996).

La información es el poder de las estructuras políticas institucionales dominantes,


que tienen los recursos para la recopilación, gestión y poder de utilización de dicha
información, ésta puede ser recopilada y divulgada de un modo fácilmente
asimilable, como las historias y experiencias comunes a minorías subyugadas. Es
por ello que en tiempos de guerra la información adquiere el potencial de ser
utilizada como un arma, conectando ésta idea con lo descrito por Martin Baró
(1996).

El primer trabajo que realicé usando esta metodología fue en la Havana, Cuba,
donde realicé un trabajo de campo durante 14 meses investigando la relación entre
las artes plásticas y la psicoterapia en Cuba después de la Revolución. Esta
experiencia me resultó muy útil cuando fui al campo de refugiados de Duisi, un
pueblo de la Republica de Georgia situado junto a la frontera con Chechenia, donde
trabajé entre 2004 y 2005 como parte de un equipo multidisciplinario ya
establecido, haciendo intervenciones psicosociales en un campo de refugiados. Eso
fue poco después del infame atentado de Beslan, en el que, como ya es sabido, una
escuela fue ocupada por terroristas, donde más tarde entraron las fuerzas del

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ejército ruso y se produjo un tiroteo. La masacre que tuvo lugar supuso una terrible
tragedia para este pueblo.

A continuación comentaré un poco mi postura en el sentido de mis objetivos, desde


una doble perspectiva tanto de terapeuta como de investigadora. Investigo y trato
de entender para poder desarrollar una intervención adecuada y sensible, pero me
parece que esta postura de investigadora es también de terapeuta reflexiva, alguien
que reflexiona sobre su intervención. Este enfoque describe algo importante que es
que la investigadora no sabe lo que no sabe y no impone un entendimiento
establecido a priori, lo elabora en situ junto a las personas viviendo esta situación.
Conocer los hechos no es suficiente, como dice Boris Pasternak, ‘lo que es
ordenado y factual nunca abarca suficientemente la verdad entera. La vida siempre
rebosa el borde de cada copa’.

Orientación Terapéutica

La posición que adopto en la investigación es congruente con mi enfoque


terapéutico. En Gran Bretaña se usa el término de arte terapia como sinónimo de
terapia artística. El término Terapias de Artes o Terapias Creativas, es un término
genérico que se usa para describir cuatro profesiones distintas: terapia de artes
visuales y plásticas, de música, de danza y de drama. En este sentido, cuando yo
hablo de Arte Terapia me refiero a una disciplina, reconocida y registrada por el
estado Británico, basada en las artes visuales y plásticas, la cual se usa como
herramienta terapéutica dentro del contexto de de una relación terapéutica. Quiero
enfatizar que, desde nuestro enfoque, la relación terapéutica no es la práctica del
arte en sí, sino que también va acompañada por una dimensión relacional que tiene
límites, y se trata de una forma de intercambio humano muy específica.

Tanto en el arte terapia, como en la músicoterapia, drama terapia y danza


movimiento terapia, los pacientes no requieren una experiencia previa o precisa en
el arte, el valor está localizado en la creatividad, la comunicación verbal y no verbal
(y por supuesto la relación entre ambos), las imágenes, la metáfora y el simbolismo
más que en lo estético. No quiero señalar con esto que lo estético no es
importante, sino que la comunicación no depende de si es una obra bella o una obra
bien hecha. Otro aspecto importante de la terapia artística es que el terapeuta
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facilite un ambiente seguro, un concepto que se refiere al pensamiento y práctica
de los psicoanalistas Bowlby (1953, 1969, 1973, 1979, 1980, 1988) y D.W. Winnicott
(1971, 1974, 1977, 1982, 1984, 1986). Un ambiente seguro significa que éste
permite el desarrollo de una alianza entre terapeuta y cliente, y los objetivos
terapéuticos dirigen la estructura y el estilo de la intervención. El asesoramiento y la
evaluación son parte de la práctica rutinaria del arte terapeuta.

Las teorías sobre las cuales se basan las prácticas de las terapias del arte incluyen
teorías sobre la estética, la producción y la recepción de obras de arte; conceptos
psicoanalíticos; principios de psicoterapia; procesos de grupo; la psicología
psicodinámica o humanista; un entendimiento y compromiso social y cultural;
formulaciones medicas y psicobiológicas y, sobre todo, consideraciones éticas.
Cualquier trabajo que involucre otras personas requiere una consideración ética. No
tenemos el derecho de intervenir en la vida de los demás sin hacer una evaluación
muy profunda de las posibles implicaciones y consecuencias; hay implicaciones que
no siempre son evidentes y, a menudo, consecuencias que no pueden ser
predeterminadas.

Por eso considero que el concepto de ‘cuidado terapéutico’ (therapeutic care) de


Papadopoulos (2002, 2006) es de gran utilidad pues nos ubica dentro de un nivel de
psicoterapia de apoyo o sostén que está bien documentada en la literatura
psicoterapéutica (Winston, Rosenthal and Pinsker, 2004) y en la bibliografía que
pertenece al trabajo comunitario terapéutico (Elias (1965,2000), Foulkes (1983,
1990), Pichon-Rivière (2001).

Este enfoque no implica que ignoremos el problema del trauma pero es importante
reconocer, como señala Papadopoulos (2006), que el fenómeno de los refugiados
no está comprendido en el ámbito habitual de la teoría psicológica. Por lo tanto, es
comprensible que los psicólogos intenten comprender los fenómenos con los que se
encuentran mediante la búsqueda de teorías psicológicas existentes que parezcan
aplicables a los refugiados. El trauma psicológico se ha convertido en la perspectiva
más adecuada, ya que es la única que privilegia a las realidades exteriores. La
categoría de psiquiátrico de trastorno de estrés postraumático es la única categoría
de este tipo que se basa en la presencia de un evento externo.

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Según Papadopoulos (2006) la gama de posibles efectos de un trauma se divide en
tres categorías: negativo, positivo y neutro. En primer lugar hay que destacar que no
deben ser exclusivos. Psicológicamente hablando, las reacciones psicológicas a la
adversidad y las devastadoras consecuencias de tener que ir al exilio pueden variar
enormemente de un individuo a otro dependiendo de un sinfín de diferentes
variables. Estas incluyen factores personales como la historia del individuo,
características psicológicas, mecanismos de adaptación, fortalezas y debilidades,
educación y factores relacionales tales como sistemas de apoyo, la familia (nuclear
y ampliada), y la comunidad tanto local como más amplia e internacional. Las
variables relacionadas con las circunstancias de los acontecimientos devastadores
y el significado político, religioso e ideológico dado a estos acontecimientos, pueden
influir en la forma en que cada individuo responde a las experiencias y
acontecimientos que les han llevado al exilio (Papadopoulos, 2006).

Respuesta Negativa

En cuanto a los efectos negativos, Papadopoulos (2006) propone que el daño


psicológico real puede conducir a una verdadera condición patológica de mayor o
menor duración. No hay duda de que ciertas personas están de hecho
traumatizadas por los efectos devastadores de los eventos externos generados por
la guerra, los conflictos, y los desastres ambientales. Sin embargo, dentro de esta
categoría se pueden identificar tres grados de severidad.

El sufrimiento humano común (ordinary human suffering): ésta es la respuesta


humana más común a las tragedias de la vida. El sufrimiento no es siempre una
condición patológica; él sufrimiento es parte de la vida y no es beneficioso siempre
medicarlo o patologizarlo.

La reacción psicológica angustiosa (distressful psychological reaction): este es un


efecto que no siempre requiere atención especializada. La resistencia humana
ordinaria puede hacer frente a este tipo de efecto.

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El trastorno psiquiátrico (psychiatric disorder): el tipo más común de este efecto es
el trastorno de estrés postraumático (post traumatic stress disorder) que sin duda
requiere la intervención de profesionales.

Respuesta Positiva

En cuanto a los efectos positivos, en el marco de las posibles respuestas de los


refugiados, Papadopoulos (2006) hace referencia a los fenómenos que tienden a
ser descuidados por las teorías generales y las prácticas profesionales. Sin duda,
hay gente que no solamente sobrevive con un grado significativo de integridad las
condiciones inhumanas y crueles que ha soportado, sino que también se fortalece
por su exposición a la adversidad en particular. Es por esta razón que esta
respuesta se ha denominado ‘el desarrollo activado por la adversidad’ (adversity
activated development) (Papadopoulos, 2004), que hace referencia a los
acontecimientos positivos que son el resultado directo de haber sido expuesto a la
adversidad. Hay un sinfín de personas y grupos que encuentran sentido a su
sufrimiento y son capaces de transformar sus experiencias de una manera positiva,
en búsqueda de nuevas fuerzas y experimentando la renovación transformadora.
Dichas personas no son sólo testimonios conmovedores, sino que también ponen
en entredicho el discurso social sobre el trauma y la tendencia a medicar y
patologizar el sufrimiento humano.

Es cierto que el trauma puede permitir una limpieza a fondo de las prioridades de la
vida anterior, proporcionando de este modo un borrón y cuenta nueva para
comenzar una nueva vida. En lo que respecta a los refugiados, este tipo de
respuesta crea incómodos dilemas morales y complejidades porque sin duda la
persona no quiere centrarse en los resultados positivos de los actos despreciables
de violencia política. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que estos
resultados positivos son posibles. Transformar la adversidad en un desarrollo
positivo es un fenómeno reconocido. Filósofos y novelistas abordaron estos
fenómenos mucho tiempo antes de que los psicólogos se dieran cuenta de su
relevancia. Es interesante observar que estas ideas entraron en la literatura del
trauma especializado relativamente tarde, más o menos al mismo tiempo que el
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estrés post traumático fue introducido. Sin embargo, psicólogos tales como Carl
Gustav Jung, Frankl, Víctor y otros ya habían identificado estos fenómenos,
utilizando diferentes terminologías, mucho antes de que apareciera esta literatura
especializada. Frankl (1959), utilizando su experiencia personal como preso en un
campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, demostró cómo el
darle sentido al sufrimiento puede ser transformador.

En las últimas dos décadas, la literatura sobre el trauma ha experimentado un influjo


de estas ideas que, utilizando terminologías diferentes, siguen la misma dirección
con respecto al uso positivo de la adversidad. Entre estas encontramos por ejemplo
expresiones tales como el crecimiento relacionado con el estrés, el crecimiento
relacionado con la crisis o el desarrollo, la prosperidad en la adversidad, el
crecimiento post-trauma, el trauma seguido por una transformación positiva y, la
transformación positiva del sufrimiento (los ejemplos incluyen Affleck y Tennen,
1996; Folkman, 1997; Harvey, 1996; Janoff-Bulman, 1992; Lifton, 1993; McMillen, y
Fisher, 1998; McMillen, 1999; Park y otros, 1996; Saakvitne y otros, 1998; Tedeschi
y Calhoun, 1995; Tedeschi y Calhoun, 1996; Tedeschi y otros,1998, y Thompson,
1985).

Las características del ‘desarrollo activado por la adversidad’’ (adversity-activated


development) son los siguientes:

La adversidad expone los límites: cuando la adversidad golpea, empuja a la gente al


límite de sus propios planes. Por lo general, las personas sienten que sus vidas han
llegado a su fin y no saben cómo proceder. Este alcance de los límites, que se
experimenta como un fin, puede abrir nuevos horizontes más allá de los ya
previstos o imaginados con anterioridad.

Las nuevas percepciones surgen de uno mismo (de la propia identidad) y de sus
relaciónes con los demás y, en última instancia, del significado y propósito de la
vida.

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Una nueva epistemología (nueva teoría del conocimiento) surge: la suma total de
todas las nuevas percepciones conduce a la adquisición de una nueva forma de
entender, hablar y relacionarse, lo que equivale a una nueva epistemología

Respuesta Neutra

La tercera respuesta posible a la violencia política es la de la resistencia.


Es importante destacar que la literatura existente no hace distinción entre el
desarrollo activado por la adversidad y la resistencia. Todo lo que no está
comprendido en el espectro de los efectos negativos se ha denominado
"resiliencia", sin embargo, es importante destacar la diferencia.
La resiliencia es un término que en física hace referencia a la capacidad de un
cuerpo de no alterarse después de haber sido sometido a diferentes condiciones
extremas. Con lo cual, metafóricamente, nos referimos a una persona, familia o
comunidad que resiste todo tipo de presiones sin alterar sus valores básicos,
habilidades o capacidades. La característica clave de la resiliencia es que conserva
las cualidades que existían antes, mientras que el desarrollo activado por la
adversidad introduce nuevas características que no existían antes de la adversidad.
Una de las cualidades más importantes de la resistencia humana, a diferencia de la
resistencia en física, es que en ella lo principal no es el resultado de la fuerza
individual, sino esencialmente un proceso relacional (Walsh, 1993). Esto significa
que una persona es más resistente si se asegura un apoyo de colaboración y
reciprocidad con otros.
El tema principal de la resiliencia es que, a pesar de haber sufrido los más
devastadores acontecimientos, no todo el mundo es aplastado por ellos. De hecho,
la mayoría de los individuos no requiere una atención profesional debido a que gran
parte de su buen funcionamiento se mantiene intacto y no afectado por la
devastación (es decir, son resistentes al cambio - ya sea positiva o negativamente).
De hecho, es notable ver la dignidad y la resistencia del espíritu humano triunfante
sobre las condiciones más espantosas de la degradación, la impotencia, la
humillación, el perjuicio real y la pérdida. En el último par de décadas, la atención

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profesional en temas sobre la resistencia en este campo (pero también en el amplio
ámbito del cuidado de la salud mental) ha aumentado de manera espectacular
(véase, por ejemplo, Cicchetti y Luthar de 2003, Clarke y Clarke, 2003, Daniel y el
valle de las sombras, 2002; Glantz y Johnson, 1999; Greene, 2002; Haggerty y
otros, 1997; McCubbin and otros, 1998a; McCubbin y otros, 1998b; McCubbin y
otros, 1998c; McCubbin y otros, 1999; Stinnett y DeFrain, 1985; Tec, 2003; Tizard y
Varma, 2000; Werner y Smith, 1992; Wolin y Wolin, 1993).

Por último, hay que recordar que estas tres respuestas a los refugiados y al trauma
no son mutuamente excluyentes. Los mismos individuos pueden responder a la
adversidad de diferentes maneras en diferentes contextos. Esta variación puede
existir también en términos de un progresivo orden cronológico: por ejemplo, en un
principio se puede reaccionar negativamente y más tarde neutral e incluso
positivamente. Sin embargo, esta variación de respuestas puede existir al mismo
tiempo dependiendo de los diferentes contextos a los que la persona está expuesta.

Además de estas consideraciones psicológicas, cuando se habla de un ser humano


en un campo de refugiados, es imprescindible que el terapeuta tome en cuenta las
múltiples perspectivas de la realidad del refugiado, lo socio-político, lo legal y lo
organizacional y por supuesto lo ético.

El reasentamiento implica el movimiento de asistencia a los refugiados que no


pueden regresar a sus hogares en países del tercer mundo con seguridad. Eso
puede ocurrir imprevisiblemente y por supuesto subraya la necesidad de considerar
cuidadosamente las cuestiones de la dependencia y de la intervención apropiada
cuando una conclusión no puede ser prevista o planificada. Esta realidad aumenta
la utilidad de trabajar en equipo; compartiendo el cuidado y evitando replicaciones
de abandono. En la vida diaria compartida y siguiendo el modelo de las
comunidades terapéuticas, cualquier cosa puede ser terapéutica así como el
momento de comer o el momento de saludar a la persona. Es en las situaciones
complejas donde el marco terapéutico se amplía hacia el contexto y sus múltiples
variables, donde el contexto exige que el terapeuta tome en cuenta y sea
consciente de que cada interacción puede ser considerada y entendida desde una
perspectiva terapéutica.
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Los límites espaciotemporales terapéuticos habituales no pueden ni deberían
ser transferidos desde las prácticas clínicas en entornos más tradicionales.
En este modelo de trabajo es necesario que el terapeuta personifique el
espacio terapéutico, y proporcione la contención necesaria de material a
menudo difícil y tácito en lo que a menudo son espacios aparentes y fuera de
control. Se trata de una tarea difícil pero posible gracias a una supervisión y
un buen trabajo en equipo que incluyan sesiones diarias de informes en
equipo.

La situación de movilidad y desplazamiento tanto en la Republica de Georgia como


en Colombia, donde trabajé en 2007, es un elemento muy delicado debido a las
varias afiliaciones políticas. Un ejemplo más preciso que ilustra este hecho tuvo
lugar cuando estuve invitada a trabajar en Colombia en un proyecto vinculado con
El Defensor del Pueblo. Trabajé con un grupo muy grande de niños entre ocho y
dieciocho años, ex combatientes que estaban en ese momento viviendo en casas
“seguras” como parte de un programa de rehabilitación. Muchos de ellos venían
del campo, de zonas rurales y de familias desestructuradas y pobres. Había
miembros ex combatientes del FARC, ELN, y paramilitares conviviendo en un grupo
con afiliaciones diferentes e historias de enfrentamientos entre sí. La importancia de
tomar eso en cuenta fue imprescindible así como la realización de que para
muchos de ellos el hecho de haber sido un combatiente no conllevaba
necesariamente ni una connotación negativa ni un nivel de entendimiento político
muy desarrollado; una realidad comprensible dado el nivel de alfabetización
general de aproximadamente un niño de 8 años. En resumen, los niños tenían más
cosas en común que diferencias entre ellos; el denominador común clave siendo la
pobreza.

Tanto en Colombia como en Georgia, en ambas situaciones transitivas e


indeterminadas, la intervención más adecuada fue establecer una relación de
confianza y ofrecer sostén y apoyo. Cuando el ex combatiente o el refugiado se
encuentran en una situación más segura y estable, una intervención puede ser
recomendable mientras que en la etapa indeterminada y en cualquier situación

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insegura, no lo es. Una intervención exploratoria en un mal momento podría ser
perjudicial y potencialmente traumática.

En 2004, por invitación del Centro para la Rehabilitación de Víctimas de Tortura de


la Republica de Georgia, pasé la mayor parte del tiempo trabajando con un equipo
multidisciplinario en un campo de refugiados Chechenos que se llama Duisi situado
al pie de El Cáucaso, a unos 50 km de la frontera de Chechenia. Como arte
psicoterapeuta yo seguí su trabajo y me incorporé a su equipo. Estuve en Georgia
dos meses aproximadamente, El equipo con quien colaboré se constituyó antes de
mi llegada y continuó su trabajo después de irme. Yo estaba allí para aprender,
integrarme y ayudar.

Me pareció intrusivo tomar fotos del lugar así que lo que hice fue entregarle mi
cámara a un joven que mostraba interés por mi máquina fotográfica y, de este
modo, le invité a participar en mis investigaciones, ya que él sabía mucho más de
ese lugar que yo. Así, él se involucraba en el trabajo investigativo a través de sus
registros fotográficos y, a su vez, las fotografías proporcionaban un punto focal de
debate con el grupo de jóvenes adolescentes con quienes estaba trabajando. Este
enfoque de investigación sigue el modelo de la Investigación (Acción) Participativa
de Fals Borda (1995) que es compatible con la epistemología y ontología de la
Investigación Naturalista (Naturalistic Inquiry) (Lincoln and Guba, 1985). Así que las
imágenes incluidas en este texto son cortesía de ellos y aparecen con su permiso y
con el propósito y deseo de compartir sus experiencias.

Dentro de las variables culturales es importante destacar que esta sociedad era
musulmana, de modo que los hombres no participaban en actividades con mujeres;
estaban separados. Las mujeres y los niños estaban juntos y los hombres estaban
en otros lugares haciendo otras cosas que no vi porque no se me permitió al ser
mujer. Era importante no separar a los niños de las mujeres, porque en el viaje a
través del Cáucaso muchos de ellos habían sido separados de sus madres y
separase otra vez, en un contexto terapéutico, hubiera sido como una referencia a
algo espantoso que había sucedido en el pasado. De este modo tuve que ponerme
en su lugar y escuchar a la gente.

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El trabajo terapéutico se realizó en lugares comunitarios que, a su vez, servían de
alojamiento. Nos salimos del clásico enfoque neutro de la psicología psicodinámica
para adentrarnos en uno más psicosocial. Es igualmente importante establecer un
entorno de seguridad: sin establecer una base segura de confianza no hay terapia,
no hay nada. Una vez conseguida esa confianza, empezábamos los trabajos
grupales, jugando y participando en actividades cotidianas.

La situación de un campo de refugiados implica que las personas cruzan una


frontera nacional dejando su país y entrando en otro; pueden volver pero no pueden
viajar libremente. Como profesional, yo contaba con un permiso para entrar en
dicho campo y salir cuando quisiera, algo que los refugiados no podían hacer, una
situación delicada al momento de irse.

Presentaré algunas imágenes de la vida allí para mostrar cómo es vivir en un


campo de refugiados y cómo transcurre allí la vida cotidiana.

La casa compartida por muchas familias fue un Policlínico durante la época de la


Unión Soviética. Fue abandonado en 1989 (Figuras 1).

Figura1: la polyclinica abandonada


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La siguiente imagen (Figura 2) es la sala donde trabajábamos, éste es el lugar
donde las mujeres estaban con los niños; aquí es donde vivían, comían y dormían;
todo en el mismo lugar. Llevamos a cabo talleres de arte en lo que la Dra. Chris
Wood (una colega arteterapeuta en Gran Bretaña) llamaría un estudio abierto: Allí
las personas podían entrar y salir, quedarse el tiempo que quisieran mientras
trabajaban en artes plásticas, lo que les daba libertad de decisión, un hecho muy
importante y urgente ya que esta población estaba en riesgo de hacinamiento. De
éste modo se les daba la libertad de salir y respirar si se sentían angustiados,
agobiados o frustrados. Esto sucedió de manera natural, las personas podían salir,
dejar la situación y entrar cuando quisieran, lo que permitía a la gente relajarse e
involucrarse en el momento que les pareciera mejor y a su propio ritmo.

Figura 2: La vivienda comunal (Estudio Abierto)

Es importante señalar que el enfoque de trabajo grupal en el arte terapia que


realizamos era no directivo, es decir, no había temas predefinidos, solamente había
materiales, un espacio donde trabajar y gente con quien hablar, pero no había
presión para realizar o crear algo. La falta de presión, a mi juicio, permitió a la
gente ocupar ese espacio.
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Aquí podemos ver a la cocinera del campo, que dibujó un incidente de la guerra: el
bombardeo de su pueblo (Figura 3).

Figura 3: La cocinera dibuja

Aquí podemos ver tanques Rusos con la estrella roja. Es el bombardeo de su


pueblo. Más adelante me enteré de que ella había perdido en él a toda su familia.

Figura 4: Una ejecución

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La Figura 4 es el dibujo de otra situación. Aquí podemos ver una ejecución dibujada
por un niño. Yo no sabía que la gente caía de esta manera al ser fusilada, supongo
que la mayoría de nosotros tenemos la idea de Hollywood y no se nos ocurre que
un hombre podría caer así.

Me di cuenta de que en las imágenes producidas espontáneamente en el campo de


refugiados no había un uso frecuente de metáforas, los dibujos eran bastante
directos y descriptivos. En ellos, las imágenes representan “lo que paso” y el
espectador se convierte en testigo. La metáfora visual es más compleja, menos
concreta y presenta el potencial de una elaboración y asimilación. Lo que yo
experimenté y comprendí al contemplar los trabajos visuales de los refugiados en
Duisi, que habían sufrido tantas tragedias tan de cerca en tiempo y en espacio, fue
la materia prima. A veces me entregaban las imágenes y a veces me las dejaban.
Son muy detalladas, no hay referencias a un más allá, no hay nada más elaborado,
todo es muy específico y descriptivo. Las imágenes dicen ‘esto es lo que vi.’. Estos
dibujos son testimonio; y yo me he convertido en testigo.

En conclusión, me refiero a un discurso pronunciado por Fals Borda en 1995, que


resume mi opinión sobre la investigación que, a su vez, debería servir de
información para todo el trabajo terapéutico que realizamos, donde y con quien
quiera que sea.

“No monopolices tus conocimientos ni impongas tus técnicas de un modo arrogante,


respeta y combina tus aptitudes con el conocimiento documentado y el de las
comunidades a nivel local, realizando con ellas un trabajo conjunto de investigación.
No te fíes de las versiones elitistas de la historia y de la ciencia que responden a
intereses dominantes, ten en cuenta los informes contradictorios e intenta
capturarlos también. No dependas únicamente de tu cultura para interpretar los
hechos, recupera los valores locales, los rasgos, las creencias y las artes utilizando
y colaborando con organizaciones de investigación. No impongas tu propio
ponderoso estilo científico para comunicar los resultados, divulga y comparte tus
conocimientos con los demás de modo que pueda entenderse perfectamente y
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utilizando un estilo literario fácil de leer, ya que la ciencia no debería ser
necesariamente ni un misterio ni un monopolio para expertos e intelectuales.” (Fals
Borda, 1995).

Agradecimientos a Marcela Andrade Corro y Lali Grifell por su colaboración en la


revisión de mis borradores.

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