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Dirección de Ignacio Arellano (Universidad de Navarra,

Pamplona) con la colaboración de Christoph Strosetzki


(Westfälische Wilhelms-Universität, Münster) y Marc Vitse
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Juan M. Escudero (Universidad de Navarra, Pamplona)
Consejo asesor: Patrizia Botta Università La Sapienza, Roma
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Vanderbilt University, Nashville Aurelio González El Colegio
de México Joan Oleza
Universidad de Valencia Felipe Pedraza
Universidad de Castilla-La Mancha, Ciudad Real Antonio
Sánchez Jiménez Université de Neuchâtel Juan Luis Suárez
The University of Western Ontario, London Edwin Williamson
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SABERES (IN)ÚTILES
El enciclopedismo literario áureo
entre acumulación y aplicación

MECHTHILD ALBERT
ULRIKE BECKER (EDS.)

Universidad de Navarra • Iberoamericana • Vervuert


• 2016

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ÍNDICE

Mechthild Albert
Introducción: Saberes (in)útiles. El enciclopedismo literario
áureo entre acumulación y aplicación

ENCICLOPEDISMO Y HUMANISMO

Christoph Strosetzki
Entre la curiosidad y el desinterés. Universalismo y
dogmatismo en la temprana Edad Moderna española

Emilio Blanco
Texto y subtexto en Antonio de Guevara: algunos casos
paradigmáticos

Frank Nagel
Los saberes del diálogo. Enciclopedismo y hermenéutica
negativa en Pedro Mejía

André Gallego Barnés


La ratio studiorum del humanista aragonés Juan Lorenzo
Palmireno: formación enciclopédica y promoción social

Abraham Madroñal
Jerónimo Román de la Higuera y la literatura de su tiempo

ENCICLOPEDISMO EN EL GUZMÁN DE ALFARACHE

Folke Gernert
La acumulación de saberes (in)útiles en las «Moralidades»
del Baldo y en el Guzmán de Alfarache
Wolfgang Matzat
El tema de la caridad en los excursos del Guzmán de
Alfarache

CRISTÓBAL SUÁREZ DE FIGUEROA: ENCICLOPEDISTA Y NOVELISTA

Mauricio Jalón
Sobre la tendencia enciclopédica en tiempos de Suárez de
Figueroa

Ulrike Becker
Saberes y género narrativo en La constante Amarilis de
Cristóbal Suárez de Figueroa

ENCICLOPEDISMO Y GÉNEROS LITERARIOS

Miguel García-Bermejo Giner


Los usos de la materia y el método enciclopédicos en la
Égloga o Farsa del Nascimiento de Lucas Fernández

Asunción Rallo Gruss


Aprender narrando. Los relatos intercalados como
enseñanza de saberes éticos

Isabel Colón Calderón


La natural dulzura de los saberes inútiles en las
Experiencias de amor y fortuna de Francisco de Quintana

Mechthild Albert
Saberes enciclopédicos y alegoría moral en Juan de
Zabaleta y Francisco Santos

EL ENCICLOPEDISMO ENTRE LOS SIGLOS

María José Vega


Enciclopedismo y conflicto religioso. La expurgación del
Theatrum Vitae Humanae de Theodor Zwinger en la España
de los siglos XVI y XVII

Alfredo Alvar Ezquerra


La (in)utilidad de los saberes de López de Hoyos

John Slater
El enciclopedismo político de Luis Aldrete y Soto:
circulación, circulatores y un imperio que ciñó el orbe

Sobre los autores

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EL ENCICLOPEDISMO POLÍTICO DE LUIS
ALDRETE Y SOTO: CIRCULACIÓN,
CIRCULATORES Y UN IMPERIO QUE CIÑÓ
EL ORBE
John Slater1

Novator es un vocablo que en las últimas décadas ha


llegado a designar una época o «etapa histórica»2 —
aproximadamente 1675-1725—, pero mucho antes de que
novator se hiciera común en el discurso médico, se hablaba
de circulatores3. Con la publicación del descubrimiento de la
circulación de la sangre por William Harvey en 1628,
circulator podía denominar a defensores de la fisiología
moderna y seguidores del propio Harvey (una tendencia
terminológica que se vio sobre todo en traducción inglesa);
el término circulators fue relativamente común en los
debates médicos anglófonos del siglo XVII y, posteriormente,
en la historiografía científica sobre Harvey. Sin embargo,
circulatores también podían ser, en la tradición clásica,
tanto charlatanes y curanderos itinerantes como farsantes y
encantadores de serpientes; el médico romano Celso
escribió contra los circulatores4 y, en la España moderna,
circulator resumía todas las ansiedades sociales asociadas
con buhoneros, pícaros, empíricos y saltimbanquis. Luis
Aldrete y Soto, quien se proclamó descubridor de un
milagroso remedio alquímico llamado el «agua de la vida»,
fue uno de estos circulatores.
Aldrete no fue un pionero médico modernizante; como
indica Rey Bueno, sus teorías «están más cercanas a los
alquimistas medievales de finales del siglo XVI»5. Sus textos
abundan en «los aspectos alegóricos y ocultistas de la
alquimia»6. Aldrete parece a los ojos modernos un ejemplo
lamentable de la decadencia y credulidad de la medicina del
siglo XVII, pero durante un lustro delirante (1680-1685), fue
atacado y defendido junto a los modernos fisiológicos, tales
como el médico Juan de Cabriada, y a la vez criticado
ruidosamente por ser pseudoquímico y uno de los
«curanderos más impresentables» de la época7. Aun más
que atacado, fue «Alderéticamente Zoilado», como expresa
el anónimo Memorial al Rey Gallo contra Alderete8. En el
siglo XX los estudiosos modernos se aproximaban a la vida y
obra de Aldrete con una mezcla de risa, estupefacción y
vergüenza ajena9. No obstante, si la «época de los
novatores» fue tiempo de heroicos médicos y filósofos
reformadores, su sombra y antípoda, la «época de los
circulatores» fue de faranduleros, «botiquímicos»
estrafalarios, y charlatanes —es decir, de inútiles—, que a
veces resultaban ser tan significantes como las grandes
figuras que solemos elogiar.
«Aldrete era», cuenta López Piñero, «regidor perpetuo de
la ciudad de Málaga y alguacil mayor de la Inquisición»10.
Viajó a Italia, donde conoció a alquimistas, volviendo a
Málaga, donde una «inacabable serie de epidemias
terribles» y las enfermedades de varios parientes suyos le
hicieron buscar un remedio que beneficiara a sus
semejantes11. Dos años después de la muerte de su nieto en
la epidemia de 1676, Aldrete sería nombrado «Procurador
Mayor en los Reales Consejos con la comisión de seguir y
defender los pleitos que la ciudad de Málaga tenía en la
Corte»12; una vez instalado en Madrid en 1678, lanzó el
«desafío piadoso» que enfrentaba el agua de la vida a los
remedios de los médicos tradicionales. «Sobre veinte
enfermos de Hospital quería Aldrete que las dos [medicinas]
jugasen sus armas», pero los médicos galenistas no
respondieron, «limitándose a decir que Aldrete curaba por
pacto con el diablo»13. El Protomedicato (tribunal médico)
prohibió el uso del agua de la vida en 1681, empezando un
duelo textual entre Aldrete y sus defensores, por un lado, y,
por otro, con los médicos galénicos, opuestos a la
subcultura médica extraacadémica14.
Los textos que Aldrete publicó durante esta pendencia
médico-li-teraria representan un punto donde los
significados heterogéneos de las imágenes circulares en el
discurso científico están en contacto y conflicto. Las
imágenes circulares fueron, desde un punto de vista,
enormemente importantes en las mentalidades
protocientíficas. Walter Pagel, entre otros, defendió que
existía una filosofía de círculos conceptualmente vinculada
al trabajo de muchos pensadores separados geográfica y
cronológicamente, desde Giordano Bruno y Andrea
Cesalpino hasta William Harvey y Thomas Browne15.
Como Bouza ha demostrado16, la imaginería circular era
también un motivo clave de la iconografía de los Austrias —
simbolizando a la vez la providencia de Dios y la monarquía
global—, y la importancia de esta imaginería circular creció
con la unión de las Coronas de España y Portugal (1580-
1640); como he señalado en otro lugar, la relevancia de la
iconografía circular no desapareció después de 164017.
Aldrete utiliza el imaginario político de la circunnavegación
española y la gobernanza global en combinación con el
lenguaje de la astrología y la alquimia para hacer un
compuesto agradablemente monstruoso. Aldrete adoptó el
lenguaje de la «filosofía de los círculos» por dos razones. La
primera de estas razones fue para posicionar sus conceptos
alquímicos en el contexto de la política española (como tal,
el «agua de la vida» de Aldrete era una panacea no solo
para todas las enfermedades, sino para la totalidad del
imperio global); y la segunda fue el uso de imágenes
circulares para desviar la atención de las cuestiones
técnicas que rodean la preparación de un remedio cuyos
ingredientes y elaboración nunca quiso divulgar.
El fin de la alquimia es la pureza —tanto para médicos
(como Cabriada) como para predicadores (como Manuel de
Guerra y Ribera), la alquimia consiste en separar lo puro de
lo impuro18—, pero su producto secundario no es sino la
inutilidad. Guerra y Ribera, el gran predicador de la segunda
mitad del siglo XVII, explicó en su Cuaresma continua que la
oratoria (en este caso «la boca Sabia») y la alquimia (el
alambique utilizado para la destilación de quintaesencias)
eran análogas: «Ha de ser la boca Sabia un discreto
alambique, que destile lo substancial y arroje lo inútil»19. De
hecho, la exagerada elocuencia de Guerra fue comparada a
la alquimia mística de Aldrete en una cita que recoge
Edward M. Wilson de las controversias de la época: «¿Se
hará más famoso el Padre Guerra con el para todos de su
pluma que don Luis de Alderete con el sánalo todo de su
agua de la Vida?»20. Guerra y Ribera se encontró implicado
en varias de las polémicas candentes de su día: firmó una
aprobación para la Defensa de la astrología de Aldrete
(1681) y otra muy controvertida para la Verdadera quinta
parte de las comedias de Pedro Calderón de la Barca
(1677)21. Un estudio de las encrucijadas simbólicas y
terminológicas en la política ‘separatoria’ (que se ocupa
tanto de la circulación útil como de los inútiles circulatores)
y la imaginería circular en los escritos alquímicos y políticos
de Aldrete demuestran que la iconografía circular del poder
imperial, el discurso relativo al disenso político y el
simbolismo alquímico confluían en obras notables del canon
de escritos inútiles.

WALTER PAGEL Y LA FILOSOFÍA DE LOS CÍRCULOS


El interés por parte de la historiografía médico-científica
en la filosofía de los círculos floreció en los años cincuenta
del siglo pasado22. Pagel, explicando un concepto cuasi-
hermético en su lúcida prosa, indica que la filosofía de los
círculos consiste en la introducción de elementos
espirituales al discurso científico: el círculo «a non-scientific
symbol [...] revealed that circular motion, the main driving
force in the cosmos at large, was also operative in the living
microcosm»23. Pagel detecta una creencia en la supremacía
del movimiento circular («belief in the supremacy of circular
movement») entre filósofos naturales24. La filosofía de los
círculos, tal y como la define Pagel, permite ver afinidades
espirituales, científicas y hasta estéticas en las obras de
Giordano Bruno, Cesalpino y William Harvey, entre la
astrología y la circulación de la sangre. Roger French
expresa una duda significante sobre la teoría de Pagel, que
es que no se ha identificado «evidence of interaction» y no
se han comprobado conexiones o influencias entre estos
pensadores25. No obstante, Pagel no pretende dilucidar una
cadena de influencias concretas, sino más bien un espíritu y
un gusto compartidos por varios filósofos naturales
modernos26. Pagel destaca que la filosofía de los círculos no
fue nueva en el siglo XVI y muchas veces era cuestión de un
reajuste de ideas existentes o filosofías conocidas, y no un
planteamiento radical. En mayor o menor grado, la
combinación de espiritualidad y protociencia moderna que
estudia Pagel son ecos de la celebérrima frase atribuida a
Empédocles: «Deus est circulus cujus centrum ubique,
circumferentia nusquam», o como lo traduce Guerra y
Ribera en los Sagrados jeroglíficos, enigmas misteriosas,
Dios «es un círculo cuyo centro estando en todas partes, no
está su circunferencia en alguna»27. Este tipo de misticismo
geométrico basado en el círculo resultó ser bastante común;
un ejemplo típico es la frase de José Pavia: «El corazón de
Cristo [...] fue participante de todos los dolores de todos los
otros miembros, que iban de dar en él, como las líneas de la
circunferencia van al centro»28.
En la filosofía política, autores como Andrés Ferrer
expresaron sus ideas de manera parecida; en el Cetro con
ojos, al que Guerra y Ribera escribió una censura, Ferrer
apunta: «La esfera tiene un centro y del salen unas líneas
iguales, hasta la circunferencia. Del centro de el Príncipe
han de salir las líneas iguales a sus vasallos, que así hará
Cielo su gobierno»29. La filosofía de los círculos en la
concepción de Pagel era una mezcla de ideas científicas y
símbolos espirituales («an intimate blending of scientific
ideas and discoveries with spiritual symbols»30) y desde
luego, no se debe confundir la mera presencia de símbolos
geométricos espirituales con una filosofía científica. Sin
embargo, Guerra y Ribera, por ejemplo, era uno de los
predicadores favorecidos por Juan José de Austria y formaba
parte del movimiento reformador que incluía al médico
novator Juan Bautista Juanini31; Guerra y Ribera no estaba
aislado del mundo de los avances fisiológicos y
químicomédicos de su día.
Para Pagel, la filosofía de los círculos también denota un
mundo en proceso de cambio constante, «the fundamental
symbol representing the One, the eternal Being that is
active behind the ever-changing phenomena»32. Y si
hablamos de conceptos de cambio durante las últimas
décadas del siglo XVII, necesariamente hablamos de
alquimia, medicina química o yatroquímica y protoquímica,
porque la alquimia es un léxico técnico para describir
cambios de estado. Como comentó el jesuita Juan Cortés
Osorio en una aprobación a una obra que defendió el agua
de la vida de Aldrete: «Este globo de tierra que pisamos,
como los demás elementos de que vivimos, se transmutan y
transforman unos en otros, como si todo este universo se
conservase con la Chymica»33. Si las imágenes de los
cambios cíclicos y movimientos circulares eran claves en el
discurso protocientífico como mantiene Pagel, eran igual de
importantes en la iconografía política; y como veremos, los
símbolos circulares que propiamente pertenecían a la
alquimia o a la política a veces se intercambiaban.

ENCICLOPEDISMO POLÍTICO

Las imágenes circulares y el uso de verbos como ‘ceñir’ y


‘circundar’ llegan a ser elementos claves del discurso
político durante la unión dinástica de España y Portugal.
Empresas y estampas de las últimas décadas del siglo XVI
representan la providencia de Dios (y por consiguiente la
monarquía de los Austrias) ciñendo el globo terrestre. Bouza
estudia las negociaciones heráldicas e iconográficas que
acompañaron la coronación de Felipe II como rey de
Portugal en 1580. Señala Bouza que el señorío universal de
Felipe II se simbolizó con una empresa de dos manos
entrelazadas, con el lema «Ex concordia plenitudo
imperii»34. La idea de que los imperios español y portugués
fueran dos manos gobernadas por un cabeza de Estado
llegaría a ser una imagen fundamental en la representación
del dominio español, sobre todo del dominio del Pacífico,
donde, explica Rafael Valladares, hubo no solo una
convergencia simbólica de manos, sino también una
«convergencia de intereses entre unos y otros súbditos, lo
que generó situaciones de simbiosis tanto como de
conflicto»35.
Las manos entrelazadas de España y Portugal
simbolizaron un abrazo global, la gobernanza cristiana de
los Habsburgo que ciñó y circundó la esfera de la tierra. Esta
retórica de circunvalación, en sí una filosofía de movimiento
circular, tanto de navegantes como de misionarios, se ve
reflejada en obras como la traducción por Francisco de la
Torre y Sevil del manual iconográfico Símbolos selectos y
parábolas históricas de Nicolas Caussin. Torre y Sevil
describe el simbolismo de la «manus Dei», o la «providencia
de Dios extendida en todas partes»: «Eduardo Sexto, Rey de
Inglaterra, pintó en una empresa suya [...] [del] globo
celeste atado con una cadena, que pendía de una superior
mano y por lema, nada sin Dios»36. En 1604, Bernardo de
Balbuena había utilizado la misma figura —«el tener todo el
orbe encadenado»— en La grandeza mexicana, destacando
aún más como la actividad mercantil redondea y ciñe la
esfera de dos mundos37.
El mismo año en que Balbuena publicó su obra La
grandeza mexicana, Tomás Maluenda dio a la estampa su
De Antichristo, en el cual explica que el imperio del rey de
España es tan dilatado que no hay nada parecido en la
memoria del hombre, y completamente circunda y ciñe la
tierra: «Ceterum illud non praetermittimus dicere, Hispaniae
Regem Imperio suo post hominum memoriam amplissimo
circumdare, ac plane cingere universum ipsum terrarum
orbem»38. Cortés Ossorio, en una aprobación a la
Peregrinación del Mundo de Cubero Sebastián, de 1682,
explica que las navegaciones de los antiguos españoles
«ciñeron y midieron» el mundo «con sus pasos de tal modo
que lo que parecía inmenso, lo redujeron a los mensurables
límites de [lo] comprensible»39. Como se ha visto, no es
ninguna novedad hablar de imágenes de circunnavegación
o de poder global, pero en el ejemplo de Cortés Ossorio,
ceñir el mundo lo hace comprensible. Es decir, en lo
escatológico de Maluenda o en lo simbólico de Torre y Sevil
se imagina una enciclopedia (según la etimología popular
de enciclopedia como un círculo de lo conocible o «circle of
learning»40), aliada al proyecto imperial español. En este
sentido, el dominio político —fruto de la providencia divina—
contribuye directamente al conocimiento, una tendencia
que podemos llamar «enciclopedismo político». No es la
delimitación de fronteras lo que hace comprensible el
mundo; al contrario, la inclusión de toda la circunferencia de
la tierra traza la totalidad del conocimiento ahora poseído
por el imperio español.

EL ENCICLOPEDISMO ALQUÍMICO-POLÍTICO DE
ALDRETE

Hasta este punto hemos visto dos usos del círculo como
imagen: el primero, una adaptación del simbolismo
geométrico a contextos científicos (y un crecimiento en el
poder que se percibió en las imágenes circulares de explicar
el funcionamiento del mundo); el segundo, el uso político de
imágenes de un mundo ceñido o circundado por una
monarquía terrenal divinamente autorizada. Entre los usos
científicos y políticos hubo puntos de contingencia y zonas
de coincidencia, no solo porque Cortés Ossorio pensó que el
dominio español hizo comprensible la totalidad de la esfera,
sino también porque los avances médicos (como la
circulación de la sangre) fueron comparados con la
circunnavegación. Ernest Gilman explica que los logros de
Magallanes y el descubrimiento de la circulación de la
sangre de Harvey fueron proyectos conceptualmente
relacionados en el siglo XVII. En inglés, tanto navegantes
como médicos fueron llamados circulators por estar
asociados con la circulación.
Apunta Gilman que hubo en la mentalidad moderna
inglesa una «sympathetic connection» entre Harvey como
explorador del mare internum y Francis Drake, quien abrió
nuevos pasajes a la navegación y al comercio41. La conexión
retórica entre medicina y circunnavegación también está
presente en la España de los novatores. Luis Pueyo y Abadía
llama al alquimista Juan de Vidós y Miró «Nuevo Vasco de
Gama de la Cirugía», añadiendo que Vidós nos informa «en
la Oriental India de su estudio»42.
Los movimientos circulares —las operaciones alquímicas,
la circulación de la sangre, las órbitas de los planetas y la
circunnavegación de los mares— fueron fuertemente
vinculados en la mentalidad de protoquímicos y circulatores.
La Filosofía Cristiana y Faetonte manifiesto de Aldrete nos
ofrece un caso ejemplar. Aldrete proclamó que su agua de la
vida era una panacea y que a través de sus investigaciones
alquímicas y arcanas él había descubierto los secretos de
las postrimerías de ultratumba. Empieza la Filosofía
Cristiana con la exageración que le era habitual:

La Sabiduría Inmensa (Sacra y Real Majestad) en


todas las Hechuras de su Mano Omnipotente puso un
Reloj de muestra, que con lengua muda (aunque general
a todas las Naciones) publicase la naturaleza oculta de
cada individuo, y el fin particular con que lo crió, para
que el Hombre especulase el Antídoto de sus achaques,
así para la conservación del Período breve de la Vida,
como para el buen Gobierno y Política43.

Los textos de Aldrete sirven de epítome estilístico de los


exquisitos desquicios retóricos de su día. Pero sus excesos
retóricos no provocaron las críticas del agua de la vida; muy
al contrario, fue por lo que no quiso decir Aldrete que sus
contemporáneos se escandalizaron: Aldrete nunca quiso
descubrir ni los componentes de su remedio ni cómo se
elaboraba. González de Godoy se quejó de que «El que nos
introduce esta Agua lo hace empíricamente solo por
tradición y no nos dice de qué se compone, ni qué calidades
tienen sus ingredientes, para que reconozcamos lo que
pueden obrar»44.
En los escritos de Aldrete, la alquimia nunca es una
técnica; no hay alambiques ni crisoles ni azogue ni vitriolo;
más bien, la alquimia es la más pura filosofía y su agua de
la vida es esa filosofía destilada. En el caso de La Filosofía
Cristiana y Faetonte manifiesto, la filosofía alquímica se
combina con una astrología teatral. Por ejemplo, en «la
Republica numerosa de los Astros», Dios, según Aldrete,
«colocó al Sol por monarca de ese dilatado Firmamento,
Cuyo desvelo, en lo que pertenece al Cargo de su
obligación, ha sido tan preciso, que no ha cesado un
instante de registrar con sus Luces la Circunferencia»45. La
posición y el cargo del Sol forman parte de lo que Aldrete
llama «la Política del Firmamento»: el Sol es monarca del
zodiaco, Carlos es Sol en la Tierra, ergo Carlos es monarca
de la Tierra, o como dice, «lo superior tiene relación a lo
inferior; y lo inferior a lo superior; por la relación de lo
inferior a lo superior, conocemos que en este Mundo
Terrestre ha de haber Firmamento y Sol, que sea Monarca
del»46. La relación mística entre los círculos astronómicos
(«the science of the universe») y los círculos anatómicos
(«the science of the body of man») fueron metafóricamente
conectados, explica Huntley, en «the Hermetical conceit of
the zodiacal physiology»47. Para Harvey, la circulación de la
sangre en el mundo sublunar fue uno de varios fenómenos,
«seen as imitations of the celestial pattern, notably the
circular motion of the stars»48. Sin embargo, mientras
Aldrete maneja un léxico astronómico-fisiológico que
coincide en algunos particulares con el pensamiento de
Harvey, la Filosofía Cristiana evita cualquier discusión
detenida de conceptos médicos.
En vez de hablar de la alquimia o la medicina, Aldrete
busca una base cuasi cabalística para su política. Nota que
el nombre del monarca, Carlos Segundo, se compone de
trece letras, formando un anagrama para «Cargos de un
Sol»49. No era de extrañar que el misticismo alquímico se
mezclara con la cabalística cristiana o la transmigración del
alma50. Este tipo de misticismo ortográfico se ve también en
el teatro de Calderón (en las loas a Sueños hay que verdad
son y El divino Orfeo) y Sor Juana (A los años de la condesa
de Galve); los personajes se identifican por escudos que
llevan letras pintadas y van formando y reformando
palabras, mostrando la naturaleza oculta de los nombres,
descifrando y transmutando palabras que pasan de un
registro lingüístico a otro. Los nexos entre la alquimia y el
teatro de Bances (no solo en La piedra filosofal sino
particularmente en El gran químico del mundo) son
innegables51.
Con su juego de palabras reconociblemente teatral
—«Carlos Segundo», «Cargos de un Sol»— Aldrete intenta
reconciliar el conocimiento esotérico astrológico con sus
descubrimientos en la alquimia, y después, tomar toda esta
evidencia sacada del libro divino de la naturaleza y aplicarla
a la política. Quiere probar que en toda enfermedad hay una
causa y un remedio. En la religión, Cristo es panacea única;
para las enfermedades, el agua de la vida es el remedio
universal; y en la tierra, Carlos II es monarca. Estos tres
elementos —religión, medicina alquímica y política— tienen
entre sí una relación mística. Explica Aldrete: «en la Filosofía
Cristiana [...] se enseña la Medicina Universal, Obras del Sol
Elementar, a quien llamaron Apolo, por Medico y Medicina;
porque así como es el Principio de la Vida, es Conservador
de la Salud»52.
Es aquí donde Maluenda le sirve a Aldrete. Vimos antes
que Maluenda utiliza el léxico de ‘ceñir’ y ‘circundar’ para
hablar del dominio español: «amplissimo circumdare, ac
plane cingere universum ipsum terrarum orbem»53. Aldrete
lo traduce así: «el Rey de España, con su dilatadísimo
Imperio, de que no hay memorias de Hombres, circunvala y
claramente ciñe toda la redondez del Orbe. [...] Todo esto lo
gobierna un Monarca, abrazando toda la redondez del
Orbe»54. El monarca encierra o abraza la tierra como la
alquimia encierra lo invisible. El fin de los tiempos de
Maluenda y la esperada apoteosis de los Habsburgo de
Aldrete se fusionan en una mezcla de alquimia, astrología,
teatralidad y religión.
Sin lugar a dudas, existe una relación retórica entre el
imaginario de Aldrete (que combina una aserción sobre el
progreso científico con un énfasis en el movimiento circular)
y el de los novatores como Cabriada; tanto Aldrete como
Cabriada abogan por la importancia de la experiencia
propia55. Pero la cosmovisión plasmada en los escritos de
Aldrete parece tener muy poco en común con la sobriedad
que se asocia con la medicina modernizante. No obstante,
el proyecto alquí-mico-político de Aldrete no solo ocurre
contemporáneamente con los debates acerca de la
medicina química y con lo que Martínez Vidal llama «las
tesis circulacionistas» sobre la circulación de la sangre, sino
que también es confundido con los esfuerzos de médicos
innovadores como Cabriada56.

ALDRETE CIRCULATOR

Tanto Aldrete como los novatores fueron llamados


circulatores por polemistas médicos como Antonio
Colmenero de Ledesma57. Apuntamos antes que un
circulator podía ser un proponente de la circulación de la
sangre, pero también podía ser un charlatán, un farsante y
un encantador de serpientes. Diego Mateo Zapata utiliza las
dos acepciones de la palabra en su Verdadera apología en
defensa de la medicina racional filosófica; a veces, para
Zapata un circulator es un seguidor de la fisiología
circulatoria de Harvey y en otros lugares circulator es
sinónimo de «Pseudomédicos, Empíricos, Químicos» y
«bobos»58. Para entender la permeabilidad léxica entre
estos dos conceptos —el uno, moderno y científico, el otro
fraudulento y retrógrado— es necesario saber algo más
sobre la historia de los circulatores en el discurso médico.
En la Antigüedad romana, los circulatores se ganaron la
vida circulando entre la gente y proporcionando algún tipo
de entretenimiento o la venta de algún tipo de servicio
(«made some kind of living going around among the people
[...] providing some kind of entertainment or selling some
kind of service»)59. El servicio que ofrecieron fue, con
frecuencia, médico: trataban en venenos (y encantaban
serpientes), o vendían remedios mágicos y milagrosos.
Llamar a estos itinerantes circulatores formó parte de un
intento de mantener jerarquías sociales, asociándolos con
una cultura que se podía descartar como trivial en contraste
con la cultura de élite («associated with a culture that could
be dismissed as trivial by contrast with elite culture»)60.
O’Neill, en su estudio de la cultura romana, indica que los
tres elementos —teatralidad, medicina e intento de
mantener la hegemonía política— fueron constantes en la
representación de los circulatores, consagrada en textos de
Marcial, Tácito, Séneca y Celso (todos conocidísimos a los
médicos eruditos españoles del siglo XVII)61. Ya en el siglo XVI,
los circulatores eran pseudomedici62. Maluenda avisa contra
los peligros de los circulatores en 160463, pero su mejor
descripción en la literatura moderna española se encuentra
en los Días geniales o lúdicos de Rodrigo Caro64. El
manuscrito de Caro (c. 1626) trata de los circulatores en
una sección dedicada al juego llamado «corregüela», o
«maese corral»:

se llaman [...] circulatores porque andan haciendo gente


de rueda en rueda y de ciudad en ciudad; y algunos de
ellos traen culebras grandes en el seno que se les
enlazan por la garganta y por los brazos, y les llegan a la
boca, con lo cual admiran y emboban a la gente del
vulgo [...] Suelen traer éstos una varilla con que hacen
sus ilusiones, que llaman la varilla de las siete virtudes
[...] Tales eran las varas de los magos de Egipto,
imitadores falsos de la vara milagrosa del Santo Moisés65.

Continúa comparándoles con saludadores (que curaban


con la saliva), haciendo un compuesto de hermetismo,
recursos para obtener la salud de carácter mágico-creencial,
charlatanería y espectáculo callejero. Tal era Aldrete, según
los zoilos.
Las controversias españolas sobre la circulación de la
sangre y el nuevo uso de la palabra circulator para designar
a un seguidor de Harvey nunca eclipsaron la antigua
definición. En la edición de la Plaza universal de Suárez de
Figueroa de 1733, publicada con extensas adiciones, se
precisa que los circulatores son médicos mediocres o
deficientes que «[atraviesan] la ciudad en la asistencia de
los enfermos»66. Entonces, ¿en qué sentido eran ambos,
Aldrete y los novatores, circulatores?

CONCLUSIÓN: LA ETAPA DE LOS CIRCULATORES

López Piñero afirma que la «agrupación» de novatores


como Cabriada y charlatanes como Aldrete «en un frente
común de todos los que habían formulado críticas a la
medicina tradicional» se debe a la «precaria instalación
social» de los «auténticos novatores», que se vieron
obligados a «tal alianza»67. Pero el término circulator
también pone de relieve que los problemas de Aldrete eran
problemas de autoridad —como apunta O’Neill, el uso
primordial de circulator formó parte de un intento de
mantener la hegemonía política— consecuencia de su
oposición a la medicina académica. Llamar a Aldrete un
circulator era una manera de desestimar no solo sus
argumentos, sino también la posición desde la que hablaba.
Aldrete respondió con otra imagen circular: el
enciclopedismo político y los verbos «ceñir» y «circundar»,
que tomó prestados de Maluenda. Una estrategia común de
los circulatores era responder a las presiones de las
autoridades médicas aliándose con poderes superiores a la
medicina: la autoridad política y la religión.
Centrarse en el imaginario circular y en cuestiones
políticas (en vez de defender sus ideas médicas o prácticas
técnicas) tenía sentido desde cierta perspectiva porque
permitía entrelazar gobierno global y cura universal; Aldrete
se movió entre los dos conceptos fácilmente. La filosofía de
los círculos —donde coincidían símbolos derivados de la
política, la religión y la medicina— proporcionaba un
lenguaje que Aldrete podía utilizar para no hablar de
medicina (a diferencia de pensadores como Harvey). Hizo
una obra espectacular de lo que Rodríguez de la Flor llama
«ingeniería imaginaria del Barroco hispano»68.
Aldrete no solo habló de política para no hablar de
medicina, sino que utilizó un lenguaje que no era
compatible con una explicación de su pericia técnica
alquímica. La alquimia siempre había prometido a sus
adeptos un conocimiento total del mundo creado69; en este
sentido, era un competidor de la religión ortodoxa. Pero
como arte separatoria, ofreció este conocimiento a través
de la exclusión y la eliminación de impurezas e inutilidades.
El imaginario político español representó una propuesta
muy diferente; como vimos en el caso de Cortés Ossorio, la
circunnavegación y poderío universal hicieron comprensible
la totalidad del mundo. Esta comprensión era fruto de la
inclusión y la agregación, a diferencia de la separación de la
alquimia. Conceptualmente, estas diferencias se podían
resolver y, de hecho, se resolvieron habitualmente, pero
Aldrete no buscó un modelo integrante. Optó por el
enciclopedismo político. Ciertamente, las enciclopedias
ofrecían un conjunto de conocimientos útiles y no
pretendían incluir el conocimiento inútil, ya que el énfasis
estaba en la plenitud y no en la separación. Lo que hace
Aldrete, fusionando las imágenes político-enciclopédicas a
su proyecto político-alquímico, es evitar una elaboración
discursiva de los aspectos técnicos de la alquimia
(precisamente lo que no quería discutir).
Aldrete fue duramente criticado precisamente porque no
descubrió nada sobre su práctica. No obstante, no era el
caso que los novatores ganaran el respeto o la aceptación
de los médicos galénicos con demostraciones de pericia
técnica o conocimiento compendioso. La medicina, como
profesión, tenía como propósito el control del conocimiento
y no siempre acogía ideas ‘foráneas’, sea cual fuere el nivel
de primor técnico que las autorizaba70. La tendencia de
evitar representaciones precisas de la práctica es común a
muchos textos canónicos de los novatores, como la Carta
filosófica médico-chymica de Cabriada (1687)71. Es
precisamente la resistencia a descubrir las técnicas
destilatorias lo que tienen en común Cabriada y Aldrete.
Folch Andreu recoge una cita de 1622 que explica esta
actitud: «es mejor que el curioso que quisiere saber lo vea
hacer a un alquimista, y viéndolo lo aprenderán más presto
que por dicho escrito»72.
Es importante destacar que los temas que debatieron los
médicos galenistas, novatores y circulatores no eran
nuevos: el uso de remedios químicos por parte de los
médicos y sanadores españoles tenía ya décadas de historia
cuando el Protomedicato prohibió el uso del agua de la
vida73, y la institucionalización de prácticas experimentales
también tenía más de un siglo de historia74. Sabemos que
los médicos galenistas y los novatores leyeron los mismos
textos químicos75 y que cualquier intento por parte de la
Inquisición de impedir la difusión de textos alquímicos era
ineficaz: como dice Rey Bueno, «lejos de cumplirse las
normas inquisitoriales, los nombres de Paracelso,
Bodenstein, Dorn o Van Helmont, por citar solo algunos de
los autores prohibidos, circulaban libremente en los círculos
médicos»76. Tampoco estaban estos debates relacionados
directamente con la práctica clínica77; y es un error creer
que si Aldrete hubiera divulgado los ingredientes del agua
de la vida habría ganado la aceptación por parte de los
médicos: Juan de Vidós y Miró publicó sus recetas y fue
llamado un mero «profesor de secretos» por el médico José
Lucas Casalete78.
Aldrete, siendo circulator, tenía mucho en común con
médicos como Cabriada: un interés en el simbolismo
circular, un deseo de evitar descripciones de su práctica y
una postura desafiante hacia la medicina académica.
Aldrete hizo, desde una perspectiva anamórfica,
exactamente lo que hizo Harvey: construyó un sistema
coherente de metáforas circulares que funcionó como un
arma retórica con la cual desafió las ideologías médicas
arraigadas. De hecho, la importancia de la alquimia para
eclesiásticos como Guerra y Ribera era precisamente que
era una forma de hablar. Guerra y Ribera pasaba fácilmente
de «la idea» de la piedra filosofal (la gran meta de la
alquimia) a la geometría circular: «La piedra Filosofal y la
cuadratura del círculo es constante verdad en la idea, y es
imposible en la práctica, porque nunca pueden corresponder
cabales las operaciones a verdades que penden de las
manos»79. Son imposibles pero a la vez esclarecedoras,
inútiles a la práctica pero útiles a la comprensión.
Folch Andreu pensó que Aldrete «no pudo jamás probar»
su «competencia en la Química», pero también es verdad
que Aldrete nunca lo intentó en sus publicaciones y sus
críticos nunca lo acusaron de ignorar cómo destilar80. Los
debates alrededor del agua de la vida tenían más que ver
con el poder y la autoridad que con la medicina, como
apunta Rey Bueno81. Aldrete, Cabriada y los demás
defensores de la medicina alquímica o química no
promovieron ideas nuevas. Si era una etapa de novatores,
también era una época de circulatores políticos que
buscaban cambios sociales (además de beneficiarse
personalmente) a través de argumentos circulares.

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1
Agradezco la ayuda y las correcciones de Alicia Gallego-Zarzosa, María Luz
López Terrada, Álvar Martínez Vidal, Mar Rey Bueno y Miguel López Pérez. Gran
parte de la investigación para este estudio se llevó a cabo en el Instituto de
Historia de la Medicina y de la Ciencia López Piñero.
2
Ver, por ejemplo, la ya clásica historia de López Piñero, 1979, y más
recientes estudios de Pérez Magallón, 2001, 2002 y especialmente 2006;
François López, 1996; Mestre Sánchis, 1996; y los números especiales de
Criticón (103-104, 2008) y Studia Histórica (14, 1996), dedicados a la época de
los novatores.
3
López Pérez, 2010, resume la historia del término ‘novator’.
4
O’Neill, 2003, p. 135. Para muchos, los términos ‘circulatores’, ‘agyrtas’ y
‘circunforáneos’ se utilizaban indistintamente.
5
Rey Bueno, 2002, p. 201.
6
López Piñero, 2007, p. 316.
7
López Piñero, 2007, p. 316; López Piñero, 2009, p. 336. El resumen más
conciso y equilibrado de las controversias sobre el «agua de la vida» de Aldrete
se encuentra en Rey Bueno, 2002, pp. 195-207.
8
Memorial al Rey Gallo, s. p.
9
Ver Valles, 1979.
10
López Piñero, 2007, p. 316.
11
López Piñero, 2007, p. 317; Valles, 1979, pp. 27-30; Rey Bueno, 2002, pp.
195-196.
12
Rey Bueno, 2002, p. 196.
13
Valles, 1979, p. 29; Rey Bueno, 2002, p. 197.
14
López Pérez, 2010, pp. 349-350.
15
Pagel, 1951 y 1957, Huntley, 1951 y 1953.
16
Bouza, 1998, pp. 68-89.
17
Slater, 2014a.
18
Slater, 2009. La definición es un lugar común;Aldrete en la Luz de la
Medicina, p. 8, lo expresa en su forma más convencional: «La Chymica no es
otra cosa que separar lo puro de lo impuro».
19
Guerra y Ribera, Cuaresma continua, p. 213; la cursiva es mía.
20
Wilson, 1960, p. 11.
21
Ver Herzig, 2005, 2006 y 2008, y García Lorenzo, 1996.
22
Huntley, 1951, 1953, y Pagel, 1951, 1957, 1960 y 1967, pp. 87-124.
23
Pagel, 1957, p. 140.
24
Pagel, 1957, p. 156.
25
French, 1994, p. 62.
26
Hubo también filósofos que resistieron la circularidad como estética
filosófica, notablemente Francis Bacon; ver Rees, 1975, pp. 91-92.
27
Guerra y Ribera, Sagrados jeroglíficos, p. 17. La imagen de Dios como
círculo ha fascinado a filósofos, teólogos y poetas durante milenios; mientras
Pagel contemplaba su filosofía de los círculos, Borges escribió «La esfera de
Pascal», 1952.
28
Pavia, Rescate piadoso, p. 374.
29
Ferrer, Cetro con ojos, pp. 54-55.
30
Pagel, 1957, p. 140.
31
Sobre Juanini, ver Cobo, 2008.
32
Pagel, 1951, p. 116.
33
Cortés Ossorio, La chimica despreciada, s. p. Cortés Ossorio no era un
amparador entusiasta de la medicina química y criticaba duramente a Guerra y
Ribera; Cortés Ossorio describió a Guerra y Ribera como «mancebito [...] muy
goloso de su propia alabanza» en el Arbitraje político-militar, p. 14.
34
Bouza, 1998, pp. 74-75.
35
Valladares, 2001, p. 73.
36
Caussin, Símbolos selectos y parábolas históricas, p. 351.
37
Balbuena, 2006, p. 100.
38
Maluenda, De Antichristo libri undecim, p. 147; la cursiva es mía.
39
Cortés Ossorio, Peregrinación del mundo, s. p.
40
Como apunta Blair, 2010, la etimología es falsa, pero sigue siendo un lugar
común.
41
Gilman, 1999, p. 284.
42
Pueyo, «Aprobación», s. p.
43
Aldrete, Filosofía Cristiana, p. 1.
44
González de Godoy, 1960, p. 75.
45
Aldrete, Filosofía Cristiana, pp. 1-2.
46
Aldrete, Filosofía Cristiana, p. 7.
47
Huntley, 1953, p. 355.
48
Pagel, 1957, p. 154.
49
Aldrete, Filosofía Cristiana, pp. 10-11.
50
Secret, 1979.
51
Sobre teatro y alquimia, ver también Slater, 2014b.
52
Aldrete, Filosofía Cristiana, p. 11.
53
Maluenda, De Antichristo libri undecim, p. 147.
54
Aldrete, Filosofía Cristiana, p. 8.
55
López Pérez, 2010, p. 340.
56
Martínez Vidal, 1990, p. 56.
57
Cobo, 2008, pp. 108, 389-390.
58
Zapata, Verdadera apología, pp. 59, 40-41.
59
O’Neill, 2003, p. 151.
60
Ver O’Neill, 2003, p. 136.
61
O’Neill, 2003.
62
Siraisi, 2013, pp. 55-56.
63
Maluenda, De Antichristo libri undecim, pp. 389-391.
64
Sobre Caro, ver Ruiz Pérez, 2009, pp. 52-53.
65
Caro, Días geniales, 1978, pp. 137-139.
66
Suárez de Figueroa, Plaza universal, p. 339.
67
López Piñero, 2009, p. 336.
68
Rodríguez de la Flor, 2012, p. 7.
69
López Pérez, 2003.
70
López Terrada, 2007.
71
Slater, 2009.
72
Folch Andreu, 1935, p. 345.
73
López Pérez, 2010, pp. 334-335.
74
Barrera Osorio, 2006. Como explica Pérez Magallón, la Carta de Cabriada,
por ejemplo, «se ha convertido en punto de referencia» no «porque Cabriada
proponga ideas radicalmente novedosas» sino por «la intensa polémica que
desencadenó» (2002, p. 135).
75
Rey Bueno, 2002, pp. 205-207.
76
Rey Bueno, 2003, p. 348.
77
Ver Pardo Tomás y Martínez Vidal, 2007.
78
Casalete, «Aprobación».
79
Guerra y Ribera, «Censura», s. p.
80
Folch Andreu, 1935, p. 356.
81
Rey Bueno, 2002, p. 192.

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SOBRE LOS AUTORES

Mechthild Albert
https://www.romanistik.uni-bonn.de/bonner-
romanistik/personal/albert

Christoph Strosetzki
https://www.uni-
muenster.de/Romanistik/Organisation/Lehrende/Strosetzki

Emilio Blanco
http://www.emilioblanco.es/datos.html
http://spr.uab.cat/index.php?q=node/12

Frank Nagel
https://www.romanistik.uni-kiel.de/de/personen-und-
sprechzeiten/mitarbeiterverzeichnis
https://www.uni-kiel.de/ceres/nagel.htm

André Gallego Barnés


http://framespa.univ-
tlse2.fr/actualites/pratique/annuaire/gallego-andre-
24351.kjsp?RH=1458052664905

Abraham Madroñal
http://celes.labo.univ-poitiers.fr/investigadores/madronal-
abraham-es/

Folke Gernert
http://hkfz.uni-trier.de/?p=518
https://www.uni-kiel.de/ceres/gernert.htm
Wolfgang Matzat
https://homepages.uni-tuebingen.de/wolfgang.matzat/

Mauricio Jalón
http://www.ma.uva.es/index.php/menumiembros/por-
centros/56-facultad-de-ciencias/202-jalonmauricio-2cie
http://www.cie.uva.es/

Ulrike Becker
https://www.romanistik.uni-bonn.de/bonner-
romanistik/personal/albert/mitarbeiter

Miguel García-Bermejo Giner


http://literatura.usal.es/html/es/usuario/index.html?
userId=7&PHPSESSID=dl7up4j500513i394ojqeu1sk2&_key_
=116523449544c33c1b4165be8aac5856

Asunción Rallo Gruss


https://www.ucm.es/pampinea/asuncion-rallo-gruss-
curriculum-abreviado

Isabel Colón Calderón


https://www.ucm.es/pampinea/isabel-colon-calderon-
curriculum-breve

María José Vega


http://spr.uab.cat/index.php?q=node/11

Alfredo Alvar Ezquerra


http://cchs.csic.es/es/personal/alfredo.alvar

John Slater
https://spanish.ucdavis.edu/en/people/profile/1341

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