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La suerte no lo quiso, pero estuvo en manos de Ricardo "Corazón de León", baber cambiado
el rumbo de la historia vasca... a mejor. Comoquiera que sea, en su época, Euzkadi al
amparo de las condiciones formidables de nautas de los vascos y la situación del Cantábrico,
era reducto principal de piratas, siendo así que salieron de allí los más famosos, que
asolaron las costas del Mar Caribe.
Según Rectoran, el último pirata fue Laffite, natural de los Bajos Pirineos, pero amante
enamorado de América, por la que luchó. No hace esto al caso. Nos interesa la piratería
vasca en Venezuela; y piratas, corsarios y bucaneros nos dan material pira mucho más de lo
que podemos ocupar en esta crónica.
Se supone que i_xiste una fortuna enterrada, y que perteneció al pirata Morgón. Ello debido a
que al derruir una casa se encontraron unos esqueletos y, en sus manos, se nos dice, una
documentación cifrada, que he-
mos visto y que debía servir para guiar a los muertos hasta el lugar exacto donde está
enterrado el tesoro.
Son trozos de pergaminos llenos de signos y trazos para la criptografía, intrincados, difíciles.
Se requiere ser políglota, cartógrafo, matemático y quién sabe qué conocimientos para
poderlos descifrar, y eso en el caso de que no falte algún trozo de pergamino clave.
Asimismo existe una carta que, textualmente, dice así:
Impuesto de los eminentes peligros que Vd. me anuncia para los hombres que saben vencer
obstáculos y romper vallas, no existen tales suposiciones. Una vez que ya hemos asegurado
todo lo de los fundos de abajo, creo conveniente asegurar lo aue se relaciones con Santa
María de Belén.
Para eso le envío al italiano Omeri, quien hará el plano. Busque cualquier pretexto para alejar
del fundo la gente vieja y haga el entierro con la gente nueva. Y luego que haya terminado
saque por partes a la montaña a todo el que fuere testigo y mátelos. De más me parece decir
que Omeri debe morir también. De los presos sólo indulto a Cesáreo y su niño. Procure
farsear los cimientos del fundo tal como se hizo en J. Sabana; y tan pronto como salga con
rumbo S.E. y espere en el escondrijo de Punta Espina (Punta de Palma, hoy) teniendo el
cuidado de hacer su entrada por la noche y no pasar la ensenada.
Le espera su amigo y Cte./
Se sabe que el tesoro enterrado según los dictados de esa carta, suponía ía suma de doce
tesoros, y que uno de éstos y no el menos importante lo constituye lo formado con lo robado
al Obispo de Coro — de donde es la Virgen Patrona de Donostia y población fundada por la
Real Compañía Guipuzcoana —, por cierto prelado vasco, de apellido Zabanola, al que el
pirata Car-meaux, si es que éste intervino directamente, seguramente le diría en euzkera:
—Parkatu jauna, baña gu corsarishuak, bixi bear degu eta bakoitza bere lanetatik.
Sin embargo, entresacado de la obra de Michel Iriart, he aquí lo que podríamos decir en favor
de los corsarios, justificando su conducta:
"Más arriba hemos dicho que es muy escaso el número de obras dedicadas al estudio o
recopilación y reseña de estos hechos que, sobre todo en Venezuela, debería tener más
cultivadores por cuanto que ayudaría a escribir ía verdadera Historia Venezolana. Es el caso
que, más recientemente todavía que "Les Basques" de Veyrin, se ha dado a la imprenta una
obra erudita y muy bien presentada que se titula "Corsaires basques et bayonnais du XV au
XIX siecle". con magníficas ilustraciones de Pablo Tillac.
Hay un largo capítulo que se titula "Michel le Basque et Ñau l'Olonnais" dedicado
íntegramente a Mara-caibo. Pero su autor, Pierre Rectoran, deplora la falta de datos
impresos y señala que para llevar a cabo su deseo, habría de emprenderse el trabajo ingente
de consultar los libros marinos de la época, que él no ha intentado. Investiga pues, en las
bibliotecas de París y del País Vasco y encuentra como guía la más interesante; la obra de
OExmelin "Historie des aventures filibustiers", traducida del holandés y que hemos podido
también leer en la Biblioteca Nacional de Caracas.
Allí se señala, dicho sea a grandes rasgos, cómo exige un trabajo periodístico, que el Cuartel
General de Operaciones lo tenían establecido Michel El Vasco y el Olonés, en la Isla de La
Tortuga (Santo Domingo).
El Olonés asumía el mando supremo de los navios y El Vasco actuaba como Capitán
General de Tierra, léase asaltos, etc. Sólo que raramente El Olonés podía permanecer
inactivo y acompañó a Michel El Vasco en todas las operaciones terrestres.
Anunciar el verdadero objetivo a la tripulación y arribar a Maracaibo, que tomaron sin mucho
esfuerzo.
Pero los ricos de la ciudad — dice el cronista holandés — se refugiaron en Gibraltar con
todas sus riquezas y Mikel el Vasco hubo de atacarlos allí, desbaratando las fuerzas
"españolas" que lo defendieron con tal denuedo que hicieron muchas bajas a las huestes de
El Vasco, siendo así que éste, en justa correspondencia, vengó a sus muertos haciendo una
matanza atroz, que tuvo su continuación en la obra de hacer confesar a los ricos hacendados
dónde habían "enterrado" sus tesoros. Muchos hicieron su confesión y se salvaron. Otros
murieron víctimas de su mudez.
Cuando días más tarde hubieron de partir a causa de que Gibraltar no era lugar muy seguro
para su bien ganado descanso, impusieron a los "refugiados" la cuota de nuevas dádivas, so
pena de arrasar sus haciendas.
Se registró una reunión de "fuerzas vivas" y, unos partidarios de acceder a la petición de los
corsarios, y otros, no, temerosos de establecer una mala costumbre, prevaleció este criterio y
Gibraltar fue arrasada.
La toma de Maracaibo y de Gibraltar la señala Rectoran con fecha de 1666, coincidiendo con
Landaeta Rosales.
Parees ser; sea dicho a título de terminar, que Mikel Le Basque, acabó sus días felizmente,
como un "americano", en Ciboure; mas el fin de su compañero de andanzas y tropelías fue
muy otro: se lo comieron asado los indios antropófagos de del Darien.
En 1666 El Olonés y Michel Le basque armaron una pequeña flota de 8 naves y 650
hombres con la misión de atacar las costas del Caribe meridional. La flota pirata zarpó de
la isla de la Tortuga y navegó por el golfo de Venezuela directo a la boca del lago de
Maracaibo donde se encontraba el Castillo de San Carlos armado con 16 cañones para
proteger la barra de Maracaibo. Los piratas desembarcaron después de un intenso duelo de
artillería y lo tomaron en menos de tres horas.
De allí marcharon rumbo a Maracaibo y encontraron la ciudad totalmente vacía, pero
obtuvieron grandes cantidades de alimentos, animales de granja, vino y mucho coñac. La
expedición fue un éxito con un gran botín de unos 20.000 reales, mercancías diversas y 20
prisioneros que fueron cruelmente torturados. Se apoderaron de las mejores casas para
vivienda de la tropa e hicieron del recinto de la catedral su cuartel. No conforme con el
saqueo de Maracaibo, el Olonés mandó un contingente para capturar a las personas que
encontraran y que una vez hechos prisioneros darían noticias sobre el lugar donde se
encontraban ocultos los tesoros ambicionados. Los saqueos y las torturas fueron más
terribles que nunca. Las iglesias fueron quemadas y todos los barcos enemigos destruidos.
El botín recaudado fue cuantioso. Esta suerte de carnicería fue provocada entre otras cosas
por el enorme odio que el Olonés profesaba contra los españoles, según testimonio del
médico de a bordo de la flota pirata, Alexandre Olivier Exquemelin.
Durante dos meses continuaron asaltando las plantaciones, aprisionando gente para su
esclavitud y acumulando toda clase de riquezas, comida y bienes que pudieran transformar
en dinero. Los prisioneros ricos eran torturados sistemáticamente con el fin de averiguar
dónde guardaban el resto de las riquezas que poseían.
Después de la expedición de Maracaibo, los piratas se movilizan hasta Gibraltar, al sur del
lago de Maracaibo, importante sitio de embarque de cacao y del tabaco Varinás muy
apreciados en Europa, donde arrasan con la guarnición de 500 soldados españoles. No
obstante el pago de un rescate de 20.000 piezas de oro y 500 cabezas de ganado, el Olonés
saquea la ciudad obteniendo un botin de 260.000 piezas de oro, joyas, lingotes de plata,
sedas y esclavos. El desastre infligido a Gibraltar fue tan grande que la ciudad nunca más
llegó a recuperarse de semejante ataque. Los filibusteros festejaron grandemente con bailes
y juegos en poco tiempo dilapidaron la fortuna recién adquirida. En tres semanas los piratas
gastaron el botín en las tabernas y en los prostíbulos de Maracaibo.
La historia de los ataques a Maracaibo y Gibraltar, aunque muy suavizada y con muchas
licencias, es utilizada por Emilio Salgari en su novela El Corsario Negro.
De regreso a la isla de La Tortuga el Olonés se gana el mote de "Calamidad de los
Españoles" (Fléau des Espagnols) por su cruel ferocidad en los ataques a las costas
venezolanas. Michel volvería a saquear Maracaibo en 1667.
Editorial Xamezaga
Catalogo Obras (1.030)
La Memoria de los Vascos en Venezuela
La mas extensa en referencia a la Presencia Vasca en America
Caracas Venezuela