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Editorial Xamezaga

Catalogo Obras 1.285


La Memoria de los Vascos en Venezuela

La Rebelión de Andresote.

Si hay un punto sobre el que apologistas y adversarios de la Compañía Guipuzcoana


estén de acuerdo es este: que los primeros años de la empresa vasca fueron fecundos en
bienes, no sólo para ella, sino también para Venezuela y la Corona. Estos años en que
—no se olvide— no disfrutaba aun, al menos legalmente, de la exclusividad del
comercio que en 1742 llegó a conseguir, son los que hicieron a autor tan severo para
con la Compañía como lo fue, p. ej. Baralt, escribir: "Ora fuese por el deseo de ganarse
el afecto de los naturales, ora por el de acreditarse en la corte para conseguir mayores
mercados, es lo cierto que, en los primeros años, la Compañía vendió sus mercaderías a
precios más altos, por supuesto, que los holandeses, pero moderados; que compró los
frutos del país sin enormes ventajas, y que, como era consiguiente, aumentó las rentas
públicas con los derechos de una exportación que si no era, en realidad, mayor respecto
del país, lo era, sin duda, respecto del erario" . Y no dejemos de citar aquí las palabras
de Andrés Bello cuando, después de hacer un breve recorrido histórico de los primeros
años de la Guipuzcoana, escribe: "La lisonjera perspectiva (pie acabamos de presentar
justificara siempre los primeros años de la Compañía de las justas objeciones que
pueden oponerse contra los últimos que precedieron a su extinción"
.
No, el levantamiento de Andresote que tan de inmediato siguió a la instalación de la
Compañía en tierra venezolana, no fue consecuencia de los procederes despóticos de la
empresa vasca, como quieren algunos, ni creemos pueda pretenderse que se trate de un
espontáneo estallido de la conciencia nacional venezolana en un comienzo de gestación,
como por otros se estima; "...la del zambo fue una aventura en la que sólo vemos
aparecer el gran coro del agro encarnado en los negros, los indios y los mestizos"

Aventura, añadimos nosotros, suscitada, fomentada y sostenida no sólo con dineros y


armas, sino con hombres propios armados, como pronto veremos, por aquellos a
quienes la instalación y el activo funcionamiento de la Compañía habían venido a herir
en lo más vivo de sus intereses y a privarles de las enormes ganancias que realizaban en
el comercio clandestino con Venezuela: los comerciantes holandeses de la vecina isla de
Curacao.

No es nuestro objeto hacer aquí la historia de esa rebelión. A través de los tres
volúmenes del "Expediente sobre el zambo llamado Andresote" que fueron copiados del
Archivo de Indias por el inteligente celo del Hermano Nectario María y que pueden
consultarse en el Archivo de la Academia de la Historia, extractamos solamente lo que
interesa a la actuación de Olavarriaga en este asunto en que, desde un principio, le tocó
participar.

Correspondía a Olavarriaga, como Director General de la Real Compañía Guipuzcoana,


iniciar el proceso contra los levantados de la región del Yaracuy. Lo hará en dos
direcciones : la primera, ante las autoridades españolas; la segunda, ante los holandeses
del Curazao.
En el primer aspecto, vemos que Olavarriaga formula concreta denuncia (21) a tenor de
la cual: "...es notorio el hallarse en las costas de sus valles y especialmente en el río
Yaracuy un zambo nombrado Juan Andrés, alias "Andresote" levantado contra Su
Majestad y dicha Real Compañía con grande porción de indios y negros cimarrones
armados de flechería, armas de fuego y otras ofensivas; cometiendo gravísimos Insultos,
robos y muertes, todo a fin de mantener a guerra viva el comercio furtivo con los
extranjeros en dichas costas, mediante el fomento, favor y ayuda de los extranjeros con
los mismos criollos, para lograr el traslado y transporte de sus mercaderías y frutos,
"Que siendo de la primera obligación de la Real Compañía a mi cargo el impedir y
exterminar dicho comercio" he tomado providencias por medio de los comisio-narios
dos de ellos Domingo de Urresti y Domingo de la Cruz Salamanca que yendo de
pesquisa por el río Yaracuy fueron detenidos por Andresote y sometidos a interrogatorio
y les dijo, entre otras cosas, que cualquier noche saquearía el almacén de Puerto
Cabello; que tenía infinitos amigos así en la dudad como en todas partes; también
consta que, además de los cincuenta hombres de la comitiva del dicho Andresote, se
hallaban incorporados con ellos mas de sesenta holandeses armados que estaban
entendiendo en el comercio y embarque de distintas porciones de cacao y tabaco que
bajaron por el río Yaracuy en distintas canoas, en cuyo comercio íurtivo estaban
ejercitadas tres valandres holandesas" (extremo que prueba Olavarriaga con sólidos
testimonios: carta de Aragüita que le había dirigido Nicolás López; testimonio escrito
de Felipe Luis Alvarado; testimonio de Juan Fuentes, etc.);

Que dicho levantamiento suena sólo ser hecho con el fin de mantener, a guerra viva, el
comercio furtivo en opósito del embarazo que se le pone por dicha Rl. Compañía a la
cual, así como a la Real Hacienda, causa gravísimo daño y perjuicio: Que se hagan las
averiguaciones y se apliquen los castigos necesarios-; Que si se llegase al anunciado
incendio de los almacenes de Puerto Cabello nunca se averiguaría si lo han hecho los
holandeses solos o dho. Andresote y quedaría la Real Compañía Guipuz-coana sin
recurso para pedir la satisfacción del daño; Que se hallan mas de 20.000 etiopes"
levantados de sus amos que, como cuando el alzamiento del negro Miguel, pondrían en
gran peligro esta provincia tan abierta e indefensa", etc.

Al mismo tiempo que iniciaba así las diligencias de acusación contra los levantados del
Yaracuy, Olavarriaga, procediendo en otra dirección, envía a la isla de Curazao como
apoderado suyo a Juan José de Ureta quien presenta en la isla demanda conteniendo
diferentes quejas sobre las hostilidades "comitidas por capitanes que navegan de esta
isla con la dicha Compañía Guipuzcoana y otros vasallos de Su Majestad Católica de
España", acusándolos, concretamente, de la intervención que habían tenido en los
sucesos del Yaracuy y en el fomento del trato ilícito. Pero el Consejo de la isla hurtó el
cuerpo, muy lindamente, disponiendo, por su fallo del 18 de febrero, que no había por
qué castigar a los capitanes por haber sacado el cacao que se supone hecho ilícitamente,
ya que hay constancia escrita de que fue pagado hasta el último maravedí; pero los
condenan a pagar las "armas y algunos efectos que algunos de sus marineros" hallaron
abandonados en el camino y fueron sacados del Yaracuy. Nos consta también que
apoderó a D. Ignacio de Loperena para que lo represen*

Conocido es el fin que tuvo la rebelión de Andresote. No es nuestra misión ocuparnos


aquí de ello. Pero sí llamaremos la atención sobre ciertas acusaciones que, en el
"Expediente" que estudiamos, resultan contra los dos principales actores de la represión:
el director Olavarrlaga y el Gobernador Garría de la Torre. A éste, en varias cartas
insertas al final del s-igmv do de los tres tomos de que ei "Expediente" se compone, le
acusa el Contador Mayor de Cuentas de Tierra Firme, Don Martín Madera de los Ríos
(la primera carta es fecha 9 d« febrero de 1732) de una serle de "tiranas injusticias", así
como de vartos delitos (robos, etc.) En cuanto a Olavarnaga, vemos (declaración de
Pedro Matos, vecino de Barquisimeto) que los capitanes holandeses le inculpan de
haber introducido en la Isla (Curazao) "porción de cargas de tabaco y cacao".

Esto, según Andresote, quien también le dijo al declarante Matos que "de dicha
Introducción hecha por Dn. Pedro de Olavarria-ga, pretende hacer Información en la isla
de Curazao la que le han ofrecido muy plenísima por manos de sus habitadores para
ponerla en el Consejo: este es el despecho con que habla y responde (23).

El hecho es que prendió la discordia entre los dos poderes y las mutuas acusaciones
llegaron al Rey con el resultado de que éste enviara a Venezuela, como Juez Pesquisidor
y Comandante General con "autoridad superior al Gobernador y Capitán General y
demás Ministros de ella" al Licenciado Don Martín de Lardlzabal, del Consejo de 8. M.
y que a la s&rón desempeñaba la Alcaldía del Crimen en la Real Audiencia de
Zaragoza.

Movimiento armado que estalla en 1731 contra la Compañía Guipuzcoana, liderado por
Andrés López del Rosario, conocido como el zambo Andresote. La rebelión tuvo por
escenario la región del Yaracuy, especialmente la zona donde desemboca el río de ese
nombre y las costas de Puerto Cabello y Tucacas

Compilacion Edicion y Publicacion


Xabier Iñaki Amezaga Iribarren

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