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CAPITULO I
Soy Yulia Volkova y esta es mi historia. Desde niña fui muy independiente. Era hija
única, una chica delgada y rubia. Aprendí a cuidarme sola porque papá trabajaba
como piloto y viajaba mucho, y mamá había muerto cuando yo tenía dos años
apenas. Mi papá fue sobreviviente de la guerra y el único oficio que aprendió fue el
de pilotear aviones. Consiguió trabajar para una aerolínea importante llevando
paquetes. Vivíamos cómodamente, no éramos ricos. Poco después de mi
cumpleaños número 10, mi papá viajó. Fue la última vez que lo vi vivo, ya que le
falló una turbina y se estrelló. Fue duro, cambió mi vida completamente.
CAPITULO II
Al poco tiempo de morir papá, la señora Inessa se hizo cargo de mí. Ella de
alguna forma estuvo también en la guerra pero como enfermera y allí conoció a mi
papá. Al finalizar dicha guerra se casó con el señor Sergey, quien murió de un
infarto años después y le heredó a ella y a sus hijas una enorme fortuna. La
señora Inessa era una persona muy sencilla. Ella siempre me trató como a una
hija. Sus hijas eran muy diferentes a ella y entre si. Rika, una rubia robusta y alta
de profundos ojos grises, era una niña malhumorada, malcriada y antipática, de mi
misma edad. A cada minuto me recordaba que era una snob, es decir, una
recogida. Elena en cambio era una chica introvertida, dulce y delicada. De ojos
verdes grisáceos y cabello rojizo ensortijado. Muy pocas veces habló conmigo,
pero siempre tenía una sonrisa para mí.
CAPITULO III
Pasaron diez años, en los cuales viví cosas buenas y malas. Crecí con la ausencia
de mis padres y sintiéndome sola. Rika y yo nos graduábamos de la secundaria
ese año. A Lena todavía le faltaba unos años.
Un día ocurrió algo extrañísimo. Estaba leyendo en mi habitación cuando Lena
entró llorando. Dejé mi lectura y le pregunté sorprendida: - Lena, ¿Qué tienes?
Lo hice enseguida sin entender nada. Me echó los brazos al cuello. Sólo la abracé.
- ¿Qué te pasa, Lena? - Volví a preguntar - ¿Por qué lloras? Cuéntame cariño.
¿Se trata del patán de tu novio?
- Me terminó por otra – me dijo sollozando – Dice que es mas bonita que yo…
Sequé sus lágrimas con mis manos. Lena me miró a los ojos, convencida por mis
palabras. Sentí una conexión entre las dos, algo muy fuerte que en ese momento
no supe explicar. Me hipnotizó con sus ojos verdes grises y sin darme cuenta me
besó… La verdad yo no entendía la actitud de ella ni la sensación que me
producía. La señora Inessa llamó a la puerta. Ella se separó de mi sonrojada. Me
miró confundida y salió de la habitación.
CAPITULO IV
Lena era una chica tímida, encerrada en si misma…No solía expresar sus
sentimientos, no solía hablar con nadie… Cuando llegué todo había cambiado.
Rika se volvió hippie en la universidad, iba por el cuarto semestre. Su cabello tenía
un tono verdoso. Su hermana menor en cambio iba por el segundo. Conservaba el
mismo estilo. La señora Inessa me recibió con mucho cariño.
Le dije, tratando de acomodar todo - Lena, cariño creo que estás confundiendo las
cosas. Dices amarme porque me quieres mucho pero no es lo mismo. Eres muy
joven aún, necesitas conocer más chicos y salir con ellos…-
CAPITULO VI
CAPITULO VII
Lena comenzó a salir con Dima, el chico que le presenté. Él estaba muy
interesado en ella lo cual extrañamente no me agradaba.Lena lo notó y cada vez
que yo estaba cerca lo besaba para irritarme. Incluso las invitaciones a comer a la
casa no se hicieron esperar. Un día hablando con él me confesó que era gay y
que sólo salía con ella para guardar las apariencias. ¡Lena tenía que saberlo! Fui a
buscarla y hablé con ella pero no me creyó, pensó que estaba celosa. ¿Y qué si lo
estaba? Pero ese no era el punto.
A los días hablé con él y le exigí que se alejara de ella. Talves si tuviera un vida
privada de que ocuparme no me tomaría esto tan a pecho. Me cuestioné si
realmente estaba celosa. ¿Qué me hacía pensar a mí que a Lena no le interesaba
Dima? ¿Qué tal si era cierto? Me atormentaba la idea una y otra vez.
CAPITULO VIII
La Señora Inessa salió por unos días fuera de la ciudad para atender asuntos de
negocios. Rika se había mudado hacía unas semanas atrás al campus con una
amiga. Así que sólo quedábamos en la casa Lena y yo. Inevitablemente tuvo que
hablarme de nuevo. No obstante, estaba distante conmigo, sólo me hablaba lo
estrictamente necesario.
Hicimos el trato de llevarnos bien mientras la Sra Inessa estaba fuera. Un viernes
por la noche estábamos en la sala viendo una película. Hacía frío, nos envolvimos
en sábanas sobre el sofá, cada una en un extremo. Cuando terminó la película me
di cuenta que se había dormido. Se veía tan dulce, me descubrí a mí misma
suspirando al verla. La cargué para llevarla a su habitación pero como todas las
luces estaban apagadas tropezaba con todo. Tanteé la puerta de su habitación y
entré para acostarla. Tropecé con fuerza con la pata de la mesa de noche y me
caí sobre ella en la cama. Me abrazó sin dejar de mirarme fijamente a los ojos. No
dejaba de mirarme, no decía nada.
- Cariño no quería despertarte – le dije. Mi voz temblaba. "Por qué me pone tan
nerviosa" me decía a mí misma en ese instante. Simplemente me sentía como un
iceberg en pleno verano. La respuesta probablemente no era la que quería, pero
tuve que aceptar que era la única. No podía seguir negándolo.
- Yulia, te amo - me dijo - Desde que era una niña te amaba y eres la primera
persona en mi vida.
Me sentía nerviosísima y algo avergonzada, debo confesar que ella también fue la
primera para mí. Todo comenzó con aquel beso hace dos años. Lena me despertó
algo por ella. De nada me sirvió negarlo, de nada me sirvió alejarme, de nada me
sirvió una relación… Sin darme cuenta siempre sentí un cariño muy especial.
Estaba confundida, mis padres no tuvieron tiempo de explicarme sobre la
orientación sexual de las personas. En el ejército aprendí que el amor entre dos
personas del mismo sexo era prohibido.
CAPITULO IX
- Buenos días. ¿Cómo te sientes? - pregunté cuando noté que Lena abrió sus
ojos.
- Feliz ¿Y tú? - dijo ella, con una sonrisa enorme y una mirada dulce.
- Así es entonces como se siente el amor- dije, aunque mis palabras sonaban más
a una pregunta que a una afirmación.
- justo así, Yulia - dijo Lena con toda la seguridad del mundo, cómo si tuviese la
experiencia en la materia. - No todo se cuestiona, ¿Sabes? - volvió a decir. No
todo en la vida tiene un sentido lógico. El corazón tiene razones que la razón no
entiende.
- es sólo que esto nunca me había pasado ¿sabes? - murmuré. A lo que Lena me
interrumpió: - no somos computadores, Yulia. Nuestras emociones no pueden ser
calculadas ni controladas. Desde que llegaste a casa sentí algo especial por ti,
pero es ahora que tiene sentido. - volvió a decir. -Te amé desde el primer día que
te ví y sólo tenía 8 años - rió - ¿Qué podía saber yo del amor en ese momento?-
- todo está bien, Yulia. No hay nada malo con nosotras. Sé que no es lo común,
pero no somos personas comunes. Esto que tenemos es especial. Al menos para
mí si...
- Oh, Lena para mí también- dije enseguida, colocando mis brazos sobre los
suyos. - Sólo necesito procesarlo un poco.
- shhh, tranquila cariño. todo va a estar bien. No pienses demasiado, sólo siente.-
puntualizó con una voz arrulladora.
Me volteé para quedar frente a ella. La besé y era la señal que esperaba. La
verdad es que llevaba tiempo deseándola así, tenerla tan cerca. En mis sueños la
tuve un par de veces pero despertaba desconcertada y algo frustrada al darme
cuenta de la realidad. Lena y yo comenzamos a entendernos tan bien sin
necesidad de hablar...
- espero que te quede tan bueno como esto- dijo Lena señalando la cama.
Sentí mi cara arder otra vez. - Te ves tan linda cuando te sonrojas. La fuerte e
imponente Yulia Volkova se sonroja con un par de palabras - se burló. - oye, me
bañaré contigo- y acto seguido se metió a la ducha.
- no lo sé. Eso lo vamos a averiguar esta noche. Lena me dió un beso en la frente
y levantó los platos del desayuno.
CAPITULO X
- pero no lo somos - volví a decirle – y es allí donde quiero llegar (le tomé la mano
a Lena, quien estaba firme junto a mí y continué) Lena y yo nos enamoramos.
CAPITULO XI
Me fui a vivir con una vieja amiga del ejército. Le conté mi situación y me apoyó.
Por fortuna yo tenía una subsidio de por vida por haber prestado servicio militar,
Lena en cambio sólo dependía de su madre. La amenazó con irse de la casa si no
me permitía regresar y ésta no se inmutó. Hizo caso omiso de la amenaza de su
madre de dejarla sin fortuna y se marchó. Al verla salir la Señora Inessa se
derrumbó. Se había quedado sola.
Como no tenía a donde ir, lo único que se le ocurrió fue recurrir a su hermana.
Rika se sorprendió al verla.
- me fui de la casa – le dijo antes de ponerse a llorar. Le echó los brazos al cuello.
CAPITULO XII
CAPITULO XIII
La señora Inessa repartió todo en cuatro partes iguales para Rika, para Lena, para
mí y el resto para instituciones benéficas. Fue un acto muy noble. La casa nos
quedó. Además dejó dos cartas; una para cada hija. Rika se fue a donde vivía,
Lena y yo subimos a mi habitación. Ella quiso compartir conmigo el contenido de
su carta. Esta decía: “Lena: lee esta carta junto a Yulia, porque lo que aquí escribo
le atañe a las dos. Hija mía, cuando leas esta carta yo estaré surcando los cielos
para reunirme con tu padre. Cariño, te quiero tanto…lamento no poder decírtelo
por última vez. Eres mi hija y te acepto tal cual eres… Y respeto el camino que
hayas escogido. Perdóname por haber sido tan dura. He tenido mucha suerte,
todas son excelentes hijas. No puedo decirte que aplaudo tu decisión pero la
respeto y les apoyo. Yulia: aunque no hallas nacido de mi yo te quiero como a una
mas de mis hijas. Cariño perdóname tú también por la forma en que te traté
semanas atrás. Fui muy injusta con las dos y mi soberbia me llevó a la soledad.
Yulia, te conozco y sé que eres una muchacha ejemplar, motivo por el cual me
sentiré tranquila de que Lena esté contigo. Te pido que por favor la cuides, la
protejas, la respetes…Que por ningún motivo dejes de estar pendiente de ella.
Quiero que estén unidas aunque tomen caminos distintos. Sean felices, las quiero
mucho”. Cuando Lena terminó, me abrazó y lloramos juntas.
CAPITULO XIV
La casa se sentía sola y vacía. Se me ocurrió rentar una de las habitaciones a una
persona conocida. Se lo propuse a Lena y estuvo de acuerdo. Empecé
difundiendo la voz y una chica se mostró interesada. ¿Su nombre? ¡Viktoria! Sí, es
una conocida, amiga de una amiga… Lena y yo le recibimos un año por
adelantado. Le alquilamos la habitación de Rika que se encontraba frente a la mía.
Al lado estaba la de Lena, pero ella dormía conmigo la mayoría del tiempo. De
igual forma también dormíamos algunas veces en la suya, recordando que allí fue
nuestra primera vez.
- Yulia, tenemos que hablar de Viktoria. No me gusta nada como te mira. He sido
bastante paciente pero no sé por cuanto tiempo más lo permitiré. - dijo Lena.
- Cariño traquila, nada pasará. No tengo ojos para nadie más que tú, Elena Katina.
- oh, sí, mejor - dijo haciendo lo mismo. Pude sentir su sonrisa cuando la besé y
honestamente eso me llenaba de felicidad.
CAPITULO XV
- quiero disculparme por los problemas que te causé con Lena - dijo - te preparé el
desayuno.
Me enyesaron una pierna, el Dr. dijo que tuve suerte de haber caído boca abajo,
de lo contrario mi historia hubiera sido otra. Me sentía terrible, ella es demasiado
dulce y sensible. No quiero perderla.
CAPITULO XVI
Me dieron de alta un día antes de lo previsto. Me fui a la universidad directamente
con la intención de hablar con Viktoria. La encontré y se sorprendió al verme en
ese estado.
- Me rompí una pierna, cuando me caí por la escalera debido a aquel jugo que me
diste hace días – le dije.
- lo siento, sé que me pasé, pero no pensé que ella se pondría así por ti – dijo.
- pero Yulia, Lena y tu no… - dijo sorprendida – espera un segundo, ¡pensé que
me rechazabas porque no te gustaban las chicas! Por eso se me ocurrió esa
estúpida idea, pensé que era mi única oportunidad…
- Vik, sé que no eres mala persona. Por favor ve a hablar con Lena. Y después ya
sabes…
- está bien, iré ahora mismo. Y no te preocupes por eso, ella me echó mientras
estabas en el hospital.
Viktoria fue a hablar con Lena y le explicó todo, incluso le sugirió que mandara a
analizar el jugo para corroborar la verdad.
Lena es introvertida, tan repliegada con sus sentimientos. Así la conocí y así la
amo. No pretendo ni quiero cambiarla, solo quiero estar junto a ella mientras me
sea posible. Dejar que se descubra junto a mí, poco a poco conocer qué le
emociona. Me basta con que me mire a su manera, tan tierna y me diga: “Te amo
Yulia”. Eso es suficiente para mí. No pido nada más. Lena me da todo lo que
necesito. ¡Me hace tan feliz! La amo tanto y nunca me cansaré de decírselo. El día
que lo haga estaré muerta. Y aún así mi alma me recordará cuanto la amo…
FIN