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PROHIBIDO

FANFIC Nº 5 (OCTUBRE 2006)

CAPITULO I

Soy Yulia Volkova y esta es mi historia. Desde niña fui muy independiente. Era hija
única, una chica delgada y rubia. Aprendí a cuidarme sola porque papá trabajaba
como piloto y viajaba mucho, y mamá había muerto cuando yo tenía dos años
apenas. Mi papá fue sobreviviente de la guerra y el único oficio que aprendió fue el
de pilotear aviones. Consiguió trabajar para una aerolínea importante llevando
paquetes. Vivíamos cómodamente, no éramos ricos. Poco después de mi
cumpleaños número 10, mi papá viajó. Fue la última vez que lo vi vivo, ya que le
falló una turbina y se estrelló. Fue duro, cambió mi vida completamente.

CAPITULO II

Al poco tiempo de morir papá, la señora Inessa se hizo cargo de mí. Ella de
alguna forma estuvo también en la guerra pero como enfermera y allí conoció a mi
papá. Al finalizar dicha guerra se casó con el señor Sergey, quien murió de un
infarto años después y le heredó a ella y a sus hijas una enorme fortuna. La
señora Inessa era una persona muy sencilla. Ella siempre me trató como a una
hija. Sus hijas eran muy diferentes a ella y entre si. Rika, una rubia robusta y alta
de profundos ojos grises, era una niña malhumorada, malcriada y antipática, de mi
misma edad. A cada minuto me recordaba que era una snob, es decir, una
recogida. Elena en cambio era una chica introvertida, dulce y delicada. De ojos
verdes grisáceos y cabello rojizo ensortijado. Muy pocas veces habló conmigo,
pero siempre tenía una sonrisa para mí.

CAPITULO III

Pasaron diez años, en los cuales viví cosas buenas y malas. Crecí con la ausencia
de mis padres y sintiéndome sola. Rika y yo nos graduábamos de la secundaria
ese año. A Lena todavía le faltaba unos años.
Un día ocurrió algo extrañísimo. Estaba leyendo en mi habitación cuando Lena
entró llorando. Dejé mi lectura y le pregunté sorprendida: - Lena, ¿Qué tienes?

Ella sólo me dijo: - Yulia, cierra la puerta por favor…

Lo hice enseguida sin entender nada. Me echó los brazos al cuello. Sólo la abracé.

- ¿Qué te pasa, Lena? - Volví a preguntar - ¿Por qué lloras? Cuéntame cariño.
¿Se trata del patán de tu novio?

- Me terminó por otra – me dijo sollozando – Dice que es mas bonita que yo…

Enseguida rompió a llorar. Me dio rabia lo que ese chico le hizo.

- Ese tipo es un idiota – le dije a modo de consuelo - ¿Qué diablos se cree? Tú


eres muy linda, cualquier chico haría fila por ser tu novio. No sabe lo especial que
eres…

Sequé sus lágrimas con mis manos. Lena me miró a los ojos, convencida por mis
palabras. Sentí una conexión entre las dos, algo muy fuerte que en ese momento
no supe explicar. Me hipnotizó con sus ojos verdes grises y sin darme cuenta me
besó… La verdad yo no entendía la actitud de ella ni la sensación que me
producía. La señora Inessa llamó a la puerta. Ella se separó de mi sonrojada. Me
miró confundida y salió de la habitación.

CAPITULO IV

A los 3 meses me fui al ejército. Encontré la oportunidad perfecta para alejarme y


dejar colar lo sucedido. Papá estaría orgulloso de mí. Rika comenzó la
universidad, yo preferí servir a mi país. Al principio fue un poco difícil: dejar a mis
amigos, a la señora Inessa y a Lena… Además de esto, el entrenamiento sería
fuerte. Lo bueno era que sólo estaría allí por dos años, y a la vez estudiaría una
carrera corta en menor tiempo. Me inclinaba por los cómputos, así que decidí
estudiar Informática.
CAPITULO V

Finalicé el servicio militar y volví a casa. Extrañamente me moría por verla.


Aunque fingí no darle importancia a aquel beso, pensé mucho en ello en esos dos
años. Repasaba la escena una y otra vez, tratando de encontrarle una explicación
lógica. Nada. Talves le estaba dando demasiadas vueltas, ella era una
adolescente aún, frágil. Quizás solo quiso agradecerme por haberla consolado.
Imagino que en este tiempo habrá madurado.

Lena era una chica tímida, encerrada en si misma…No solía expresar sus
sentimientos, no solía hablar con nadie… Cuando llegué todo había cambiado.
Rika se volvió hippie en la universidad, iba por el cuarto semestre. Su cabello tenía
un tono verdoso. Su hermana menor en cambio iba por el segundo. Conservaba el
mismo estilo. La señora Inessa me recibió con mucho cariño.

- Lena te ha extrañado mucho… - me comentó - sabes que no se lleva muy bien


con su hermana y no confía en las personas. Sin embargo te quiere mucho,
aunque no te diga ni te lo demuestre…

- yo también la quiero mucho – asenté.

Me senté en la sala a tomarme un jugo mientras seguíamos conversando. Lena


llegó y me miró fijamente. Me levanté, le extendí mis brazos y se me lanzó encima.
¡Me alegró tanto verla! Y no me quedó duda de que ella se emocionó al verme. Me
llevó a mi cuarto y nos sentamos sobre la cama. Elogió mi nuevo look (decidí
cambiar mi cabello rubio por un discreto negro, también decidí cortarlo un poco),
me pidió que le hablara del servicio militar y como me había ido. A mitad de la
historia me interrumpió para preguntarme:

- Yulia, ¿Te hice falta estos dos años?

La miré dulcemente y sonreí. - te extrañe mucho - le respondí esquiva - y también


estar en casa otra vez.
Me miró fijamente a los ojos y se acercó a mí. – “¿Por qué me mira de esa forma?”
me dije a mí misma. No hubo respuesta. Sin mediar palabra me besó con
desesperación. Sentí que consumía mi aire. Al terminar me echó los brazos al
cuello. Ni me dió tiempo a formularme una pregunta, sólo me dijo que me amaba.
Y yo pensé que lo que estaba era confundida. - Dios oh, no. ¿Qué voy a hacer
ahora con semejante revelación? - pensé.

Le dije, tratando de acomodar todo - Lena, cariño creo que estás confundiendo las
cosas. Dices amarme porque me quieres mucho pero no es lo mismo. Eres muy
joven aún, necesitas conocer más chicos y salir con ellos…-

Se separó de mí enseguida, me miró con reprobación.

- Yo sé que sientes lo mismo y cuando quieras decírmelo, espero no sea muy


tarde - me dijo molesta antes de salir de la habitación.

Esas palabras quedaron grabadas en mi memoria.

CAPITULO VI

Lena no me dirigía la palabra. La señora Inessa me preguntó sin ánimos de


entrometerse. - ya sabe como son los adolescentes, volubles; ya se le pasará - le
dije. Ella pasó al tercer semestre y yo empezaba el primero en la Licenciatura. Su
hermana Rika abandonó en el cuarto semestre la carrera de ingeniería para
estudiar artes plásticas. Al poco tiempo conocí allí a un chico contemporáneo con
Lena y se me ocurrió la grandiosa idea de que sería bueno para ella. Quería
ayudarla aunque una parte de mi no sentía que era lo correcto. – ¿De dónde sacó
que yo la amo? - me repetía a mi misma cada día. Eso sólo está en su cabeza.

CAPITULO VII

Lena comenzó a salir con Dima, el chico que le presenté. Él estaba muy
interesado en ella lo cual extrañamente no me agradaba.Lena lo notó y cada vez
que yo estaba cerca lo besaba para irritarme. Incluso las invitaciones a comer a la
casa no se hicieron esperar. Un día hablando con él me confesó que era gay y
que sólo salía con ella para guardar las apariencias. ¡Lena tenía que saberlo! Fui a
buscarla y hablé con ella pero no me creyó, pensó que estaba celosa. ¿Y qué si lo
estaba? Pero ese no era el punto.

A los días hablé con él y le exigí que se alejara de ella. Talves si tuviera un vida
privada de que ocuparme no me tomaría esto tan a pecho. Me cuestioné si
realmente estaba celosa. ¿Qué me hacía pensar a mí que a Lena no le interesaba
Dima? ¿Qué tal si era cierto? Me atormentaba la idea una y otra vez.

CAPITULO VIII

La Señora Inessa salió por unos días fuera de la ciudad para atender asuntos de
negocios. Rika se había mudado hacía unas semanas atrás al campus con una
amiga. Así que sólo quedábamos en la casa Lena y yo. Inevitablemente tuvo que
hablarme de nuevo. No obstante, estaba distante conmigo, sólo me hablaba lo
estrictamente necesario.

- ¿hasta cuándo piensas comportarte así conmigo? ¿es inmaduro sabes? - le


decía una y otra vez, para conseguir en su mirada fría una amarga respuesta.
Diablos, ¿hasta cuándo seguirá ignorándome, hasta cuándo seguirá castigándome
con su silencio? Era una verdadera tortura.

Hicimos el trato de llevarnos bien mientras la Sra Inessa estaba fuera. Un viernes
por la noche estábamos en la sala viendo una película. Hacía frío, nos envolvimos
en sábanas sobre el sofá, cada una en un extremo. Cuando terminó la película me
di cuenta que se había dormido. Se veía tan dulce, me descubrí a mí misma
suspirando al verla. La cargué para llevarla a su habitación pero como todas las
luces estaban apagadas tropezaba con todo. Tanteé la puerta de su habitación y
entré para acostarla. Tropecé con fuerza con la pata de la mesa de noche y me
caí sobre ella en la cama. Me abrazó sin dejar de mirarme fijamente a los ojos. No
dejaba de mirarme, no decía nada.

- Cariño no quería despertarte – le dije. Mi voz temblaba. "Por qué me pone tan
nerviosa" me decía a mí misma en ese instante. Simplemente me sentía como un
iceberg en pleno verano. La respuesta probablemente no era la que quería, pero
tuve que aceptar que era la única. No podía seguir negándolo.

Mi mirada se clavó en la suya, no pude evitarlo. Tuve tanto miedo en ese


momento. Sólo me dijo que aún no era tarde y me besó. Era un beso tierno que
luego se tornó desesperado, lleno de pasión y deseo. Me dejé llevar por el
conjunto de emociones y mis manos en un gesto nervioso y al mismo tiempo hábil
la despojó de su ropa. La acaricié como si fuera una muñeca de porcelana, mi
boca recorrió cada milímetro de su piel. Ella suspiraba y respondía a mis
estímulos, y fue guiándome hacia su parte mas íntima. Vacilé por un momento,
preguntándome si lo que estaba haciendo era lo correcto. Me miró y de repente no
pensé en nada mas que en esta hermosa chica amándome y enseñándome a
amarla. No le tomó mucho tiempo a ella librarme de mi ropa y recorrerme con sus
manos. El deseo le ganaba por ventaja al nerviosismo y me volví de su propiedad.
Hicimos el amor lo que quedaba de noche. Al terminar me miró con sus hermosos
ojos verdes grisáceos.

- Yulia, te amo - me dijo - Desde que era una niña te amaba y eres la primera
persona en mi vida.

Me sentía nerviosísima y algo avergonzada, debo confesar que ella también fue la
primera para mí. Todo comenzó con aquel beso hace dos años. Lena me despertó
algo por ella. De nada me sirvió negarlo, de nada me sirvió alejarme, de nada me
sirvió una relación… Sin darme cuenta siempre sentí un cariño muy especial.
Estaba confundida, mis padres no tuvieron tiempo de explicarme sobre la
orientación sexual de las personas. En el ejército aprendí que el amor entre dos
personas del mismo sexo era prohibido.

CAPITULO IX

- Buenos días. ¿Cómo te sientes? - pregunté cuando noté que Lena abrió sus
ojos.

- Feliz ¿Y tú? - dijo ella, con una sonrisa enorme y una mirada dulce.
- Así es entonces como se siente el amor- dije, aunque mis palabras sonaban más
a una pregunta que a una afirmación.

- justo así, Yulia - dijo Lena con toda la seguridad del mundo, cómo si tuviese la
experiencia en la materia. - No todo se cuestiona, ¿Sabes? - volvió a decir. No
todo en la vida tiene un sentido lógico. El corazón tiene razones que la razón no
entiende.

- es sólo que esto nunca me había pasado ¿sabes? - murmuré. A lo que Lena me
interrumpió: - no somos computadores, Yulia. Nuestras emociones no pueden ser
calculadas ni controladas. Desde que llegaste a casa sentí algo especial por ti,
pero es ahora que tiene sentido. - volvió a decir. -Te amé desde el primer día que
te ví y sólo tenía 8 años - rió - ¿Qué podía saber yo del amor en ese momento?-

Sus palabras me causaban un total alivio, la seguridad con la que hablaba,


mientras que yo libraba una batalla interna aún. Mi nerviosismo se hacía presente
nuevamente, amenazando con romper la magia del momento. En ese instante
sentí unos brazos rodeandome desde atrás y unos labios susurrando en mi oído.

- todo está bien, Yulia. No hay nada malo con nosotras. Sé que no es lo común,
pero no somos personas comunes. Esto que tenemos es especial. Al menos para
mí si...

- Oh, Lena para mí también- dije enseguida, colocando mis brazos sobre los
suyos. - Sólo necesito procesarlo un poco.

- shhh, tranquila cariño. todo va a estar bien. No pienses demasiado, sólo siente.-
puntualizó con una voz arrulladora.

- tienes hambre? - pregunté

- de tí, muchísima - bromeó

sentí mis mejillas arder, debí sonrojarme.


- tranquila, Yulia. Si no lo deseas ahora está bien- me dijo con un tono de
decepción en su voz.

Me volteé para quedar frente a ella. La besé y era la señal que esperaba. La
verdad es que llevaba tiempo deseándola así, tenerla tan cerca. En mis sueños la
tuve un par de veces pero despertaba desconcertada y algo frustrada al darme
cuenta de la realidad. Lena y yo comenzamos a entendernos tan bien sin
necesidad de hablar...

- Prepararé el desayuno- dije mientras me levantaba para darme una rápida


ducha.

- eso tengo que verlo- bromeó

- Estuve un tiempo en la cocina mientras estuve en el ejército. Allí aprendes o


aprendes- le dije, con total orgullo. Te voy a sorprender.

- espero que te quede tan bueno como esto- dijo Lena señalando la cama.

Sentí mi cara arder otra vez. - Te ves tan linda cuando te sonrojas. La fuerte e
imponente Yulia Volkova se sonroja con un par de palabras - se burló. - oye, me
bañaré contigo- y acto seguido se metió a la ducha.

Mientras cocinaba un omelet y tostaba unos panes, pensaba en cómo de la noche


a la mañana Lena se abrió conmigo. No era la chica introvertida en ese momento,
supongo que se sentía a gusto y decidió aflorar su ser. Quizás su introversión era
simplemente una armadura que la mantenía alejada del resto del mundo, pero
conmigo no sentía la necesidad de usarla. Mientras tanto, un pensamiento
repentinamente empañaría el momento, La sra Inessa volvería y tarde o temprano
notaría lo que está sucediendo. Terminé el desayuno y lo serví.

- cariño, ¿En qué piensas? Me preguntó

- en tu mamá. tarde o temprano lo notará. Ella te conoce demasiado bien- dije

- No tan bien como tú ahora- dijo Lena acariciando mi pierna.


Joder volví a sonrojarme, podía sentirlo. Lena vió la preocupación en mi cara.

- ¿Qué quieres hacer? - me dijo esta vez seria

- hay que decirle. Eso es lo correcto- le dije

- no siempre lo correcto es lo mejor, Yulia - dijo

- lo sé. ¿Quieres que hable con ella?

- Está bien, hagámoslo juntas. Eso me demuestra que vas en serio...

- sí mi amor, mucho muy en serio. Después de esto no hay vuelta atrás.

- tranquila Yulia, no vas a una batalla, sólo hablaremos con mi mamá.

- ¿Crees que lo entienda? dije nerviosa

- no lo sé. Eso lo vamos a averiguar esta noche. Lena me dió un beso en la frente
y levantó los platos del desayuno.

CAPITULO X

La Señora Inessa volvió de su viaje. Le expliqué que necesitaba hablar de algo


muy importante con ella y que se trataba de Lena y de mí. Nos sentamos en la
sala a tomar té.

- Señora Inessa, espero no vaya a malinterpretar mis palabras - dije - yo la


considero como una madre. Para usted no es un secreto que Lena y yo nos
queremos mucho…

- eso lo sé - me interrumpió - se criaron como hermanas.

- pero no lo somos - volví a decirle – y es allí donde quiero llegar (le tomé la mano
a Lena, quien estaba firme junto a mí y continué) Lena y yo nos enamoramos.

La señora Inessa se indignó, me acusó de haberle metido ideas raras en la


cabeza a su hija y de traicionar su confianza.
- como comprenderás - me dijo secamente - ya no quiero que sigas viviendo aquí,
así que ve por tus cosas y vete.

Salí corriendo a empacar lo que consideré importante. Lena me propuso irse


conmigo pero no lo permití. No estaba en condiciones de brindarle las
comodidades a las que estaba acostumbrada. Nos abrazamos tan fuerte como
cuando volví a casa. Le dí un beso de despedida y me fui. Ella rompió a llorar.
¿Qué podía hacer?

CAPITULO XI

Me fui a vivir con una vieja amiga del ejército. Le conté mi situación y me apoyó.
Por fortuna yo tenía una subsidio de por vida por haber prestado servicio militar,
Lena en cambio sólo dependía de su madre. La amenazó con irse de la casa si no
me permitía regresar y ésta no se inmutó. Hizo caso omiso de la amenaza de su
madre de dejarla sin fortuna y se marchó. Al verla salir la Señora Inessa se
derrumbó. Se había quedado sola.

Como no tenía a donde ir, lo único que se le ocurrió fue recurrir a su hermana.
Rika se sorprendió al verla.

- me fui de la casa – le dijo antes de ponerse a llorar. Le echó los brazos al cuello.

Rika escuchó atentamente la historia y aunque no comprendió mucho no la juzgó.

CAPITULO XII

En el lapso de un mes empecé a dar clases de premilitar en un colegio por


recomendación de mi amiga. El mismo tiempo tenía sin ver a Lena y me
preguntaba constantemente como estaría. Mi agenda era sumamente apretada.
Apenas si podía ir a clases. Un día estaba en el cafetín de la universidad cuando
Lena se me acercó llorando. Me dijo que la señora Inessa había muerto, ¡no podía
creerlo! Esa noticia me dio escalofríos. Estaba destrozada, Rika y yo tuvimos que
encargarnos del sepelio. En un mes se haría pública la lectura del testamento de
la señora Inessa Yo no quería ir, pero el abogado me dijo que tenía que estar
presente.

CAPITULO XIII

La señora Inessa repartió todo en cuatro partes iguales para Rika, para Lena, para
mí y el resto para instituciones benéficas. Fue un acto muy noble. La casa nos
quedó. Además dejó dos cartas; una para cada hija. Rika se fue a donde vivía,
Lena y yo subimos a mi habitación. Ella quiso compartir conmigo el contenido de
su carta. Esta decía: “Lena: lee esta carta junto a Yulia, porque lo que aquí escribo
le atañe a las dos. Hija mía, cuando leas esta carta yo estaré surcando los cielos
para reunirme con tu padre. Cariño, te quiero tanto…lamento no poder decírtelo
por última vez. Eres mi hija y te acepto tal cual eres… Y respeto el camino que
hayas escogido. Perdóname por haber sido tan dura. He tenido mucha suerte,
todas son excelentes hijas. No puedo decirte que aplaudo tu decisión pero la
respeto y les apoyo. Yulia: aunque no hallas nacido de mi yo te quiero como a una
mas de mis hijas. Cariño perdóname tú también por la forma en que te traté
semanas atrás. Fui muy injusta con las dos y mi soberbia me llevó a la soledad.
Yulia, te conozco y sé que eres una muchacha ejemplar, motivo por el cual me
sentiré tranquila de que Lena esté contigo. Te pido que por favor la cuides, la
protejas, la respetes…Que por ningún motivo dejes de estar pendiente de ella.
Quiero que estén unidas aunque tomen caminos distintos. Sean felices, las quiero
mucho”. Cuando Lena terminó, me abrazó y lloramos juntas.

CAPITULO XIV

La casa se sentía sola y vacía. Se me ocurrió rentar una de las habitaciones a una
persona conocida. Se lo propuse a Lena y estuvo de acuerdo. Empecé
difundiendo la voz y una chica se mostró interesada. ¿Su nombre? ¡Viktoria! Sí, es
una conocida, amiga de una amiga… Lena y yo le recibimos un año por
adelantado. Le alquilamos la habitación de Rika que se encontraba frente a la mía.
Al lado estaba la de Lena, pero ella dormía conmigo la mayoría del tiempo. De
igual forma también dormíamos algunas veces en la suya, recordando que allí fue
nuestra primera vez.

Con el pasar de los días, Viktoria comenzó a coquetearme y yo la ignoraba, pero


Lena lo notó y se puso celosa. La noche del lunes, Lena y yo estábamos
acostadas, ella sobre mi pecho y yo la rodeaba con mis brazos, como todas las
noches.

- ¿mucho trabajo hoy? - me preguntó

- si cariño, mucho - le respondí. Pero estar contigo recompensa todo el esfuerzo.


Pronto me graduaré y me ofrecerán un mejor cargo. - sentencié.

- Yulia, tenemos que hablar de Viktoria. No me gusta nada como te mira. He sido
bastante paciente pero no sé por cuanto tiempo más lo permitiré. - dijo Lena.

- Lena, mi amor, la dueña eterna de mi corazón. ¿Estás celosa? - bromeé.

- sí - gimió. - más vale que se detenga.

- Cariño traquila, nada pasará. No tengo ojos para nadie más que tú, Elena Katina.

Cerré la declaración con un beso y pude notar como su cuerpo abandonaba la


tensión que tenía momentos atrás.

- más te vale, Yulia Volkova- dijo en tono juguetón. - No estoy dispuesta a


compartirte, ¿lo has entendido?

- Afirmativo, mi comandante - dije haciendo un gesto militar. - ¿Por qué mejor


dejamos este tema y nos enfocamos en algo mejor? - dije, acariciando su pecho
con suavidad.

- oh, sí, mejor - dijo haciendo lo mismo. Pude sentir su sonrisa cuando la besé y
honestamente eso me llenaba de felicidad.
CAPITULO XV

El martes por la mañana Lena se fue a clases temprano y yo me quedé


durmiendo, ya que no tenía que dar clases ese día. Desperté y V iktoria estaba en
mi cuarto y sentada sobre la cama.

- ¡Qué demonios! - exclamé sorprendida

- quiero disculparme por los problemas que te causé con Lena - dijo - te preparé el
desayuno.

Me ofreció el jugo y sin la más mínima desconfianza lo bebí. Cual sería mi


sorpresa que empezó a decirme que le gustaba y comenzó a besarme. Yo me
sentía rara. Lena entró a la habitación y vió esa escena engañosa.

- ¡Yulia! - gritó ella y salió llorando.

- ¡Cariño espera! - le dije. Me levanté y la perseguí para explicarle todo. En ese


momento me sentí mareada y me caí por las escaleras.

Cuando recuperé el conocimiento me dí cuenta que no estaba en casa, sino en la


habitación de un hospital. Lo primero que vi: a Lena. No soportaba su mirada de
recriminación. Sus ojos verdes grisáceos dulces se tornaron vivos y su mirada era
cómo fuego, que abrasaba mi pecho.

Me enyesaron una pierna, el Dr. dijo que tuve suerte de haber caído boca abajo,
de lo contrario mi historia hubiera sido otra. Me sentía terrible, ella es demasiado
dulce y sensible. No quiero perderla.

- cariño te amo y te juro que tú eres la única para mí – le dije, extendiendo mi


mano para tomar la suya. Se levantó y salió de la habitación, claramente
consternada y furiosa.

CAPITULO XVI
Me dieron de alta un día antes de lo previsto. Me fui a la universidad directamente
con la intención de hablar con Viktoria. La encontré y se sorprendió al verme en
ese estado.

- Por dios Yulia, ¿Qué te ocurrió? – exclamó.

- Me rompí una pierna, cuando me caí por la escalera debido a aquel jugo que me
diste hace días – le dije.

- oh Yulia, ¡Lo lamento tanto! – me dijo.

- olvídalo, eso es lo de menos – continúe- Estoy aquí porque necesito que me


ayudes. Tienes que explicarle a Lena que entre tú y yo no hay nada.

- lo siento, sé que me pasé, pero no pensé que ella se pondría así por ti – dijo.

- ¡Tú no entiendes! – le grité -Lena me ama y está celosa. Yo también la amo.

- pero Yulia, Lena y tu no… - dijo sorprendida – espera un segundo, ¡pensé que
me rechazabas porque no te gustaban las chicas! Por eso se me ocurrió esa
estúpida idea, pensé que era mi única oportunidad…

- Vik, sé que no eres mala persona. Por favor ve a hablar con Lena. Y después ya
sabes…

- está bien, iré ahora mismo. Y no te preocupes por eso, ella me echó mientras
estabas en el hospital.

Viktoria fue a hablar con Lena y le explicó todo, incluso le sugirió que mandara a
analizar el jugo para corroborar la verdad.

Decidí ir a la confitería y le compré los bombones que a Lena tanto le gustan.

Llegué a casa y estaba esperándome. Me miró de la misma forma antes de


nuestra primera vez, lo cual me confundió un poco. Luego se me lanzó encima y
me abrazó. ¡Me sentí tan feliz! De la emoción se me cayó la caja de bombones,
ambas reímos.
Me ayudó a subir a mi habitación y se acostó junto a mi. Tenía la plena seguridad
de que las cosas entre nosotras se habían arreglado. Nos abrazamos y nos
besamos para luego quedarnos dormidas.

Lena es introvertida, tan repliegada con sus sentimientos. Así la conocí y así la
amo. No pretendo ni quiero cambiarla, solo quiero estar junto a ella mientras me
sea posible. Dejar que se descubra junto a mí, poco a poco conocer qué le
emociona. Me basta con que me mire a su manera, tan tierna y me diga: “Te amo
Yulia”. Eso es suficiente para mí. No pido nada más. Lena me da todo lo que
necesito. ¡Me hace tan feliz! La amo tanto y nunca me cansaré de decírselo. El día
que lo haga estaré muerta. Y aún así mi alma me recordará cuanto la amo…

FIN

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