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I

1. Chile es un país expuesto a prácticamente todos los desastres


naturales y los sufrimos con una frecuencia escalofriante.
Terremotos, maremotos, erupciones volcánicas, sequías,
aluviones, temporales, trombas marinas, inundaciones son
algunas de las fuerzas naturales que afectan regularmente a
secciones de nuestro territorio.

En ese contexto, siempre me ha parecido extraño el poco


desarrollo doctrinal y jurisprudencial de la excusa del caso fortuito
o fuerza mayor en el derecho chileno. Con excepción de algunos
notables estudios que se mencionarán más adelante, existen
pocas obras que aborden esta noción y, en particular, examinen
el contenido de sus requisitos esenciales. En cuanto a la
jurisprudencia, solo en los últimos años, y a propósito de los
juicios consecutivos al terremoto y maremoto de 27 de febrero de
2010, se han dictado interesantes decisiones que analizan con
mayor detención sus requisitos y efectos.

De ahí que me pareciera oportuno efectuar una revisión del


caso fortuito, analizando su noción, sus funciones, sus requisitos,
sus efectos y su prueba, a manera de contribución al estudio de
esta figura jurídica.

2. Este estudio quisiera dedicarlo a la memoria del recordado y


querido profesor don Gonzalo Figueroa Yáñez, con quien tuve la
suerte de trabajar en el Departamento de Derecho Privado de la
Universidad de Chile, y ser testigo de su lúcido espíritu, sus
inmensos conocimientos, su aguda comprensión del derecho civil,
su gran sentido del humor y su pasión por la enseñanza del
derecho. Vayan estas líneas en homenaje a la memoria de uno
de los más notables civilistas chilenos.

3. En esta segunda edición, revisada, ampliada y actualizada,


esta obra incorpora el análisis de un importante número de fallos
recientes de la Corte Suprema, que abordan la noción de caso
fortuito a propósito de las trágicas consecuencias del terremoto
de 27 de febrero de 2010 y el posterior maremoto, que dieron
origen a varios juicios de indemnización de perjuicios de las
víctimas indirectas contra el Fisco de Chile.

Asimismo, se abordan, entre varios otros, fallos recientes que


examinan esta noción a propósito de cortes de suministro
eléctrico por fenómenos climáticos, lamentablemente cada vez
más usuales.

Estos nuevos precedentes jurisprudenciales representan una


contribución sustantiva a la precisión de los elementos del caso
fortuito, y por ello he considerado pertinente incluir en esta
edición fichas de análisis de cada uno de ellos, así como de los
anteriores, en cuya elaboración agradezco la valiosa colaboración
de Nicolás Lagos, egresado de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Chile. Agradezco también al abogado Esteban
Ovalle, por sus lúcidos comentarios a las versiones preliminares
de esta investigación,

Por otra parte, considerando que el cierre de esta edición


coincidió con el estallido social de 18 de octubre de 2019,
también se incluyen algunos comentarios y reflexiones sobre su
carácter imprevisible e irresistible respecto de contratos en curso
de cumplimiento.
Por último, esta nueva edición también incorpora el análisis de
contribuciones doctrinales recientes y el examen de la noción de
fuerza mayor que introdujo la reforma del derecho de los
contratos y de las obligaciones en Francia del año 2016, figura
que presenta enormes proximidades con el derecho chileno, y de
ahí la utilidad de revisarla.

4. El caso fortuito es una excusa al incumplimiento de una


obligación, contractual o extracontractual. Es una causal de
justificación que pertenece, en términos generales, al deudor de
una obligación, y que le permite eximirse del pago de la misma.
Es un concepto que proviene del derecho de los contratos,
aunque también se encuentra presente en los ilícitos
extracontractuales.

En consecuencia, al referirnos al caso fortuito, nos situamos en


una hipótesis en que se discute la subsistencia de la
responsabilidad contractual o extracontractual de un agente. En
ese escenario, se sostiene que las catástrofes naturales serían,
entre otras, situaciones de caso fortuito1. Por su importancia
reciente en Chile, por las terribles consecuencias del terremoto y
maremoto de 2010, me parece útil referirse a esta materia, como
forma de introducción.

Surge la pregunta entonces de ¿por qué debemos mezclar la


responsabilidad, y hablar de responsables, cuando nos referimos
a una catástrofe natural? Decir responsable es atribuir los efectos
de un acto a la acción humana libre, y por definición las
catástrofes están más allá de las fuerzas humanas. En el fondo,
¿qué tiene que ver un desastre de la naturaleza con la
responsabilidad humana?

En efecto, consideramos la catástrofe como un elemento


natural, repentino e imprevisto, que sobrepasa el alcance de la
voluntad humana. Así, la catástrofe se distingue del accidente,
que tiene su origen en la acción humana (por ejemplo, un
accidente de ferrocarriles).

Pero si la catástrofe es un suceso imparable, repentino, ¿por


qué la analizamos a propósito de la responsabilidad?

5. En realidad, el tratamiento de las catástrofes por el derecho ha


sufrido enormes vicisitudes a lo largo de la historia de la
humanidad2. En esta breve exposición introductoria, solo es
posible efectuar algunas anotaciones generales sobre esa
evolución, sin duda incompletas y simplificadoras, pero que
pueden esclarecer en parte el análisis que vendrá a continuación.

6. Originalmente, y probablemente así ha ocurrido durante la


mayor parte de la vida humana tal como la conocemos, las
catástrofes siempre estuvieron ligadas a la responsabilidad
humana.

En la mitología griega, dos diluvios tuvieron lugar bajo Ogigia y


Deucalión, porque Zeus juzgó que los hombres eran una especie
perdida en vicios, y por eso decidió ahogarlos.

En la Antigüedad, existen varios relatos de dioses que protestan


y separan, mediante catástrofes, a los buenos de los malos. Entre
los diálogos de Platón, se encuentra en Critias el relato de una
catástrofe que hace desaparecer a la Atlántida, que sucumbe por
terremotos, porque un dios estimó que la depravación de los
hombres merecía el castigo con un cataclismo.

En fin, en la propia Biblia hay varios relatos de un dios que


castiga la maldad de los hombres con cataclismos (como ocurre
en el relato acerca del Diluvio, y la suerte de Sodoma y Gomorra).
7. En esta mentalidad antigua nada corresponde al azar. Los
hombres por una causalidad mística interpretan los cataclismos
como el precio por los pecados, el castigo a su comportamiento.
Así, solo el hombre es responsable de las catástrofes naturales
que se suscitan.

8. En el propio lenguaje actual existen vestigios de esta idea de


que las catástrofes se deben a la culpa humana. Entre los
muchos sinónimos de la palabra catástrofe (como cataclismo,
calamidad o desastre) se encuentran las expresiones "azote"
(castigo a la desobediencia y arrogancia humana) y "siniestro"
(que significa un viraje equivocado, un giro desafortunado y una
advertencia enviada por los dioses).

9. Es el espíritu científico del Renacimiento el que expulsa a los


dioses del mundo (al menos, de la ciencia jurídica). La liberación
del hombre, fruto del racionalismo, vuelve la confianza hacia la
técnica y lleva a que la catástrofe se atribuya a la responsabilidad
exclusiva de la naturaleza. Ciencia y técnica erradican los terrores
mitológicos.

La coronación de ese espíritu, con la Ilustración, conduce a la


elaboración de los Códigos con ese tratamiento que es tributario
de la mentalidad abstracta y racionalista, que ve en las
catástrofes la manifestación de la naturaleza que va más allá de
la voluntad humana. Por esto, el artículo 45 del Código Civil
dispone que "se llama fuerza mayor o caso fortuito el imprevisto a
que no es posible resistir, como un naufragio, un terremoto...".

10. Pero los fenómenos sociales, bien lo demuestra la historia,


son cíclicos. La tercera etapa es un resurgimiento de la
responsabilidad humana en las catástrofes. Ahora sobre una
base técnica y no mística.
Esto es el resultado del avance de la tecnología y de la
transformación de la naturaleza por parte del hombre. La
naturaleza va en retroceso, pues la intervención del hombre sobre
ella aumenta y, por otra parte, lo inevitable, consecuencialmente,
disminuye. Ejemplo de ello es lo que ocurre con la deforestación
o con la construcción en laderas que aumentan los riesgos o los
efectos de los aluviones. Sin ir más lejos, es la situación de las
inundaciones provocadas por una lluvia incesante que antes era
canalizada naturalmente, y que hoy no lo es, debido a la
pavimentación de grandes espacios precordilleranos. La misma
construcción en altura constituye una seria intervención del
hombre sobre la naturaleza. Incluso algunos temblores pueden
deberse a la acción del hombre, como se ha demostrado al cubrir
de agua grandes embalses artificiales.

La intervención del hombre acrecienta los riesgos, y, como un


efecto multiplicador, potencia los daños, haciéndolo copartícipe
de la destrucción provocada por el cataclismo. Es suficiente con
leer relatos de grandes terremotos, para percatarse de este
efecto multiplicador de la acción del hombre en las catástrofes
naturales3.

11. En el presente, para analizar esta materia es necesario


recurrir a los criterios básicos de la responsabilidad civil
contractual y extracontractual, que remontan sus orígenes al
Derecho romano, pero cuya configuración moderna se debe
esencialmente a la obra de Henri y Léon Mazeaud4.

Para la responsabilidad civil, la culpa se construye sobre la base


de un patrón abstracto de hombre diligente, preguntándose si un
profesional diligente colocado en las mismas circunstancias
externas habría actuado de otra forma. En este esquema resultan
relevantes tres conceptos básicos. En primer lugar, la
previsibilidad del daño, esto es, la posibilidad de prever lo que no
se ha previsto, como ha señalado la Corte Suprema5. En
segundo lugar, el riesgo creado por la actividad, que impone un
cuidado mayor al agente mientras más intensa sea la entidad del
riesgo creado. En tercer lugar, la prevención de los daños, que ha
dado origen incluso al nacimiento del denominado principio de
precaución, que obliga a la abstención frente a un riesgo elevado
de daño.

12. El hombre diligente, en síntesis, anticipa lo que una persona


normal puede anticipar, dados los avances de la ciencia, y
tomando las medidas preventivas para evitar riesgos que crea o
que acrecienta. Así, quienes construyen en montañas, en zonas
costeras sísmicas o en terrenos blandos, deben tomar las
medidas necesarias para evitar o aminorar el riesgo de daños que
es perfectamente previsible que puedan ocurrir. En caso de que
el riesgo sea elevadísimo, la prudencia obliga a abstenerse de
ejecutar esa actividad. Si no toma tales medidas, el agente
responde porque es culpable.

13. Por eso el caso fortuito se presenta como una excusa, una
exclusión de la culpa, o como una exclusión de la causalidad en
los ámbitos de responsabilidad estricta. Para ello, es necesario
que presente las características de ser irresistible, inevitable y
exterior (que no provenga de un acto atribuible al agente).

14. Para examinar esta cuestión, es necesario revisar la noción


legal de caso fortuito (pues, a diferencia de otros países, en Chile
se encuentra definido legalmente), pero teniendo muy en cuenta
lo expuesto por la jurisprudencia y la doctrina nacional y
comparada.

En efecto, como se expondrá, la noción de caso fortuito ha


tenido un largo desarrollo en la dogmática comparada, pues es
una de las figuras legales más críticas, complejas y transversales
del ordenamiento jurídico, y los tribunales nacionales han dictado
resoluciones que en ocasiones son el reflejo de posiciones no
necesariamente coincidentes.

Por esto, un análisis con rigor científico exige, ineludiblemente,


examinar esas distintas posiciones jurisprudenciales y
doctrinales. Así, en este estudio se analizarán los distintos
elementos de esta figura jurídica, revisando las diversas
interpretaciones a que ha dado lugar en la doctrina y en la
práctica judicial.

15. Para efectuar este análisis, el presente estudio se divide en


las siguientes secciones: I. Prevenciones sobre la regulación y
funciones del caso fortuito; II. Caso fortuito y diligencia debida;
III. Noción y elementos del caso fortuito; IV. Imprevisibilidad del
caso fortuito; V. Irresistibilidad del caso fortuito; VI. Externalidad
del caso fortuito; VII. Prueba del caso fortuito; VIII. Efectos del
caso fortuito; y, IX. Fichas de jurisprudencia.

1El autor de este estudio ha tenido oportunidad de referirse brevemente a este


tema en la siguiente publicación: T , Mauricio, "Catástrofe y fuerza mayor", en
Derecho y catástrofe: lecciones del terremoto, Santiago, edición de la Facultad de
Derecho de la Universidad de Chile, 2012, pp. 57 y ss.

2Sobre esta evolución me parece muy aconsejable la lectura del artículo


"Catastrophe et responsabilité", de D , Marc-Alain, en Revue Française de
Sociologie, XIII, 1972, pp. 376 y ss.

3Es interesante leer el relato contenido en un conflicto de un asegurado con una


compañía de seguros generado luego del terremoto de 1906 en Valparaíso, y fallado
por la Corte Suprema el 11 de diciembre de 1908 (RDJ, T. 5, sec. 1ª, pp. 194 y ss.).

4M , Henri, Léon y Jean, y C , François, Traité théorique et pratique de


la Responsabilité civile délictuelle et contractuelle, París, Montchrestien, 1983, 6a y
última edición. Traducción al español de este tratado: Tratado teórico y práctico de la
responsabilidad civil delictual y contractual, traducción de la quinta edición por Luis
Alcalá-Zamora y Castillo, Buenos Aires, Ediciones Jurídicas Europa-América.

5Corte Suprema, 29 de marzo de 1962, RDJ, T. 59, sec. 4ª, p. 21.


I. P

16. El análisis de si un suceso constituye una hipótesis de caso


fortuito, a la luz del derecho nacional, requiere efectuar ciertas
prevenciones para entender cabalmente el régimen al que está
sometido y las funciones que cumple: i) En primer lugar, el caso
fortuito es objeto de dos tipos de regulaciones en el derecho
nacional, y ii) En segundo lugar, el caso fortuito cumple diversas
funciones en el derecho que deben ser consideradas.

1. R

17. No obstante tener múltiples funciones en el derecho —tal


como se expone en el apartado siguiente—, la regulación del
caso fortuito obedece, en esencia, a dos regímenes que definen
su noción y determinan sus elementos: el régimen contractual y el
régimen supletorio y general del Código Civil.

18. a) Régimen contractual. En un contrato, bases de licitación


aceptadas, contrato por adhesión, reglamento contractual o, en
general, en cualquier documento contractual que cuente con el
consentimiento de las partes, es posible definir qué se entenderá
por caso fortuito o fuerza mayor, o regular sus efectos. Por
ejemplo, es usual que en los contratos de construcción complejos
se introduzcan definiciones de lo que se entenderá por caso
fortuito, o se enuncien las únicas hipótesis que se considerarán
como tal, y al mismo tiempo se definan sus consecuencias, por
ejemplo, suspensión de la ejecución, otorgamiento de prórrogas o
término del contrato6.

Se trata de una facultad entregada a todo contratante, y en caso


de que las partes la ejerzan será únicamente esa la definición que
deberá utilizarse para apreciar la concurrencia de sus requisitos.
Así se prescribe en el inciso final del artículo 1547 del Código
Civil. En Francia, luego de la reforma del derecho de los contratos
de 2016, la doctrina llega a la misma conclusión, en orden a que
las partes pueden regular la noción y los efectos del caso fortuito.
Pueden, en particular, pactar que, aunque sobrevenga una
hipótesis de fuerza mayor, seguirán obligadas, cuestión que
transforma ese vínculo en una especie de "obligación de
garantía"7 o en una "cláusula de garantía", asumiendo el deudor
el riesgo del caso fortuito8.

No obstante, deben tenerse presente tres cuestiones sobre esta


regulación contractual del caso fortuito:

En primer lugar, si las partes en el acuerdo contractual solo


enuncian y no definen el caso fortuito, o solo mencionan sus
efectos sin abordar sus requisitos, o si abordan los requisitos de
manera parcial, debe entenderse que subsidiariamente se aplican
las reglas del derecho común, previstas en el Código Civil (pues,
como se expondrá a continuación, constituye el régimen de
aplicación supletoria y general en nuestro derecho). Lo anterior es
relevante, pues en muchas ocasiones los contratos establecen un
procedimiento de denuncia de casos fortuitos, o regulan sus
consecuencias en las obligaciones de las partes, sin pronunciarse
sobre los requisitos que deben cumplirse para que constituya una
hipótesis de fuerza mayor. En tal caso, ese vacío se suple por las
reglas de derecho civil, que son examinadas en detalle en este
estudio.

En segundo lugar, cuando existe un tratamiento contractual del


caso fortuito la aplicación de sus disposiciones exige una tarea
adicional, en orden a interpretar el contrato para discernir su
alcance. Y, al respecto, cabe recordar que la interpretación del
contrato es un proceso que se encuentra regulado en nuestro
derecho positivo, en los artículos 1560 y siguientes del Código
Civil, bajo el principio general de búsqueda de la intención común
y de la regla auxiliar que remite al derecho dispositivo común. Así,
la tarea de determinar el alcance del caso fortuito definido
contractualmente se sujeta a un doble procedimiento: aplicar las
reglas de interpretación contractual para discernir el alcance de la
noción y de los requisitos del caso fortuito definidos en el contrato
y, efectuado tal proceso, determinar en qué medida las reglas
supletorias civiles que regulan el caso fortuito les son aplicables9.

19. b) Régimen general y supletorio del Código Civil. En caso de


que las partes no hagan uso de esa facultad, el Código Civil
contiene disposiciones supletorias que se aplican por el solo
ministerio de la ley, y que definen y establecen los requisitos del
caso fortuito (art. 45 del Código Civil).

Recordemos que en nuestro derecho, el Código Civil, que es el


derecho común, tiene una aplicación supletoria y general
respecto de todas las regulaciones especiales (art. 4º del Código
Civil). Así, respecto de las múltiples funciones que cumple el caso
fortuito, que se expondrán a continuación, y respecto de cualquier
relación jurídica (delitos y cuasidelitos, contratos públicos y
privados, civiles y comerciales, laborales, etc.), normadas en
cualquier estatuto (leyes comerciales, de seguros, de servicios
eléctricos, de construcción, del trabajo, etc.),
resulta
supletoriamente aplicable en defecto de regulación especial10.

Específicamente, en materia contractual, se aplica la regulación


del Código Civil en silencio de las partes a todo tipo de contrato,
aun cuando estas tienen la facultad de modificar o complementar
tales efectos (así lo dispone expresamente el artículo 1547, en
materia de diligencia debida y caso fortuito). Son reglas a
"disposición" de las partes, que rigen frente a su silencio.

Es lo que se desprende, por lo demás, de los siguientes


artículos del Código Civil: 1444 (que define los elementos de la
naturaleza del contrato, que se entienden pertenecerle sin
necesidad de cláusula especial); 1546 (que dispone que los
contratos obligan no solo a lo que en ellos se expresa, sino que a
todo lo que emana de la naturaleza de la obligación); 1547, inciso
final, que faculta expresamente a las partes a modificar las reglas
legales sobre diligencia debida y caso fortuito; y 1563 (que
ordena interpretar los acuerdos de la forma que más se acerque a
su naturaleza)11.

En consecuencia, el régimen general del caso fortuito tiene


vocación a aplicarse a toda relación jurídica, ya sea con clientes o
contrapartes, con proveedores o consumidores, con entes
públicos y privados, sobre las cuales puedan extenderse sus
efectos.

2. F
20. Porque el caso fortuito obedece, como se ha expuesto, a un
régimen general aplicable a toda relación jurídica en defecto de
acuerdo, sus funciones son múltiples en el marco de tales
relaciones jurídicas.

Si nos remitimos a las relaciones jurídicas privadas (porque


también tiene un rol en el derecho internacional, en el derecho
público, etc.) podemos visualizar que cumple diversas funciones
en el ámbito extracontractual (esto es, en los ilícitos civiles) y en
el ámbito contractual.

21. En el ámbito extracontractual, el caso fortuito cumple una


función "eximente de responsabilidad", esto es, en su virtud el
agente quedará liberado de la indemnización de los perjuicios que
hayan sufrido las víctimas. La forma en que cumple esa función
eximente es debatida en la doctrina. Para algunos, la
constatación de un caso fortuito en la raíz del accidente descarta
cualquier comportamiento negligente del agente, por una razón
muy sencilla: la culpa es no haber previsto lo que se debió prever
y el caso fortuito es por esencia algo imprevisible. Para otros, en
cambio, la fuerza mayor interviene en la cadena causal, de tal
forma que el daño solo puede explicarse por ese acontecimiento
fortuito y no por la negligencia del agente. Como sea, en ambos
casos se termina con la liberación de la obligación de pagar la
indemnización de perjuicios a la víctima, pues no parece justo
hacer cargar a un agente con la responsabilidad de un suceso
que escapa a su previsión o que no provocó.

22. En cambio, en el ámbito contractual, el caso fortuito no solo


cumple una función en la responsabilidad contractual
(indemnización de perjuicios) sino que también respecto del
contrato (subsistencia o suspensión de las obligaciones de las
partes)12.
Respecto de la responsabilidad contractual, el caso fortuito
cumple un rol eximente, pues no deberá compensar el
incumplimiento mediante el pago de una indemnización de
perjuicios (tanto de la indemnización moratoria como de la
indemnización compensatoria). En cuanto a la forma en que
opera esa liberación, se presentan las mismas tesis que para el
caso de la responsabilidad extracontractual: exime porque
descarta la culpa o porque causalmente puede sostenerse que es
la causa del daño.

Respecto del contrato, permite dispensar legítimamente al


deudor del cumplimiento total u oportuno de una obligación. En
efecto, si el caso fortuito es total y permanente, la obligación
contractual se extinguirá porque su cumplimiento se vuelve
imposible (modo de extinguir las obligaciones regulado en los
artículos 1670 y siguientes del Código Civil). En cambio, si el
caso fortuito es temporal, solo suspenderá momentáneamente el
cumplimiento, pues en tal caso la obligación sigue vigente.

En el capítulo sobre los efectos del caso fortuito se volverá


sobre este aspecto.

6V. al respecto: M , Philippe; F , Dominique y M , Mustapha,


Droit des obligations, París, LexisNexis, 2017, 14ª ed., p. 684.

7C -G , Anne-Sophie, "Force majeure", en D , Thibault (dir.), La


réforme du droit des contrats, du régime général et de la preuve des obligations,
Caen, Lextenso-Gualino, 2ª ed., 2018, p. 219.

8M , Philippe; A , Laurent y S -M , Philippe, Droit des


obligations, París, LGDJ, 2018, 10ª ed., p. 547.

9El autor de este estudio ha tenido oportunidad de examinar estas reglas de


"interpretación del contrato" en las siguientes publicaciones: T , Mauricio, Efectos
de los contratos, texto docente, Universidad de Chile, Santiago, Central de Apuntes,
2011, pp. 26 y ss.; y, Contrato por Adhesión. Ley Nº 19.496 (en coautoría con José
Miguel Valdivia), Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 2002, pp. 127 y ss.

10Por ejemplo, en el ámbito del derecho laboral, puede consultarse: C J ,


Juan Luis, "Caso fortuito o fuerza mayor como causal de término de la relación
laboral. Requisitos del caso fortuito ¿se confunden con la inimputabilidad del
empleador?", en Revista Chilena de Derecho del Trabajo y Seguridad Social, Vol. 6,
Nº 11, 2015, pp. 13-35.

11Esta función de "derecho común supletorio" del Código Civil ha sido revisada por
el autor de este estudio en la siguiente publicación: T , Mauricio, Código Civil:
1855-2005. Evolución y perspectivas, Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 2005.

12Este es un efecto que la legislación y doctrina nacional y comparada le atribuyen


unánimemente al caso fortuito o fuerza mayor. Por ejemplo, en Chile, A ,
Arturo; S , Manuel y V , Antonio, Tratado de las obligaciones,
Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 2004, 2ª ed., pp. 278 y ss.; y, en Francia, de
cuyo Código fueron tomadas las normas nacionales, C , Jean, Droit Civil:
Les obligations, París, Quadrige/PUF, 2000, 22ª ed., pp. 2199 y ss.
II. C

23. Precisar el alcance del caso fortuito pasa, necesariamente,


por abordar la diligencia debida por el agente o deudor. En efecto,
el caso fortuito se presenta siempre como un fenómeno que va
más allá de lo que puede esperarse de ese contratante o agente
(emanado de la "diligencia" con que debía conducirse), y de ahí
que no le sea exigible un comportamiento distinto, dirigido a
prevenir o resistir ese hecho, quedando fuera del ámbito de sus
obligaciones.

Por tanto, es desde la perspectiva de la diligencia debida por el


agente que deben apreciarse los elementos integrantes del caso
fortuito o fuerza mayor: su carácter externo, irresistible e
imprevisible.

Como ha sostenido en Chile el célebre jurista David Stitchkin:


"lo irresistible y lo imprevisible del hecho debe mirarse en función
de las medidas que previamente hubiere debido adoptar el autor
del daño para evitar el riesgo"13. O, como señala una conocida
obra nacional sobre el caso fortuito: "el caso fortuito descansa
sobre la valuación de la conducta del agente frente al suceso
dañoso, esto es, sobre la determinación de si el deudor empleó o
no la debida diligencia y cuidado en el cumplimiento de su
obligación, en la prevención y en la resistencia frente a dicho
evento"14.
24. En síntesis, ineludiblemente la respuesta a la pregunta de si
un determinado suceso puede ser calificado como una hipótesis
de caso fortuito requiere interrogar, previamente, acerca de cuál
era la conducta debida del deudor (responsabilidad contractual) o
del agente (responsabilidad extracontractual). En otras palabras,
"no se puede calificar por sí sólo de fortuito a un determinado
acontecimiento sin hacer una valuación de la diligencia del
agente"15.

La respuesta a esta pregunta permite discernir el marco de los


deberes y obligaciones del deudor y, en consecuencia, aquello
que excede tales límites y su responsabilidad16.

25. La cuestión ha sido discutida recientemente en Chile con


motivo del terremoto de 27 de febrero de 2010, particularmente
en el marco de los contratos de construcción y venta de
inmuebles. Me refiero a la discusión acerca de los límites de la
diligencia debida por el constructor y sus fronteras con el caso
fortuito. Por su relevancia, me parece adecuado analizar con un
poco más de detalles estos casos y el estándar de diligencia
exigible a los constructores, que es el objeto general de este
apartado.

En tales contratos, el constructor se obliga a edificar cumpliendo


los parámetros técnicos antisísmicos, que son vinculantes por así
disponerlo la Ley General de Urbanismo y Construcciones, su
Ordenanza y la respectiva Norma Técnica. Según estas
disposiciones, el constructor debe respetar ciertos estándares
técnicos en la edificación que impiden el colapso como
consecuencia de terremotos de una determinada magnitud.

26. En efecto, la normativa técnica aborda a esta materia sobre la


base de criterios de "coeficiente sísmico", "espectro de
elasticidad", "espectro de diseño" y otros representados en la
reglamentación mediante fórmulas complejas de cálculo
estructural, que determinan cómo y hasta dónde deben resistir las
edificaciones frente a movimientos sísmicos.

Ante todo, el artículo 105 letra e), de la Ley General de


Urbanismo y Construcciones señala: "El diseño de las obras de
urbanización y edificación deberá cumplir con los standard que
establezca la Ordenanza General en lo relativo a: e) Condiciones
de estabilidad y asismicidad". Por su parte, el artículo 5.1.27. de
la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones indica: "El
Revisor de Proyecto de Cálculo Estructural revisará el proyecto
de acuerdo con las normas técnicas que se indican a
continuación y verificará su cumplimiento en lo que le sea
aplicable: NCh 433 Diseño sísmico de edificios". De las normas
referidas, es posible concluir que la legislación ordena el
cumplimiento de un estándar técnico fijado por la Ordenanza, y
esta a su vez, define que la normativa técnica aplicable será la
NCh 433.

A su turno, la NCh 433 es un cuerpo normativo de carácter


técnico creado en 1996 orientado, según indica la misma norma,
a lograr que estructuras puedan presentar daños durante sismos
de intensidad excepcionalmente severa, pero siempre evitando el
colapso.

Dada su antigüedad, y en atención a los avances de los


estudios en materia sísmica, en 2009 se introdujeron pequeños
cambios en la NCh 433. En general, se mantuvieron las mismas
disposiciones de la normativa original, pero se agregaron "tipos
de estructuración". Considerando que poco tiempo después de
aprobada la actualización se produjo el terremoto de 27 de
febrero de 2010, y que las consecuencias catastróficas de ese
evento implicaron replantear la normativa nacional, la
actualización de 2009 tuvo poca aplicación práctica.
Como se acaba de mencionar, luego del terremoto de 2010
resultó necesario revisar la normativa sísmica con el objeto de
sugerir nuevas modificaciones que pudieran prevenir
consecuencias frente a sucesos de la magnitud que tuvo el
referido fenómeno. En noviembre de 2010, se dictó el Decreto
Supremo Nº 117 del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, como
norma de emergencia mientras concluía el estudio acabado de la
normativa nacional. Los principales cambios que introdujo este
decreto fueron los siguientes: se definió un nuevo ensayo de
suelos, el que consiste en evaluar la rigidez de los mismos para
bajas deformaciones en todos los estratos de suelos de los
primeros 30 metros de terreno; se modificó totalmente el espectro
de diseño, principalmente para las estructuras más flexibles; y se
definió el espectro elástico de desplazamientos, con el fin de
aportar al desarrollo del diseño de muros de hormigón armado
sobre la base de la demanda de desplazamiento de techos.

En noviembre de 2011 se aprobó el Decreto Supremo Nº 61 del


Ministerio de Vivienda y Urbanismo, que derogó el Decreto
Nº 117. El Decreto de 2011, junto a la versión actualizada a 2009
de la NCh 433, conforman la actual norma sísmica chilena.

Los principales cambios de este decreto son los siguientes: Se


creó un nuevo tipo de suelos entre los suelos II y III, ahora
definidos como B y D respectivamente. Con esto se buscó
aminorar la diferencia que entregan los diseños basados en los
suelos tipo II o tipo III, los que a veces presentan hasta un 50%
de diferencia en las armaduras de una estructura; se eliminó el
espectro del Decreto Nº 117 y se volvió al espectro original de la
NCh 433; se calibró el espectro de la norma del 96 por un factor
"s", factor que depende del tipo de suelos y que varía entre 0.9
para suelos Tipo A y 1.3 para suelos Tipo E; y se calibró el
espectro de desplazamientos mediante un factor de amplificación
Cd*. En 2012 se actualizó nuevamente la NCh 433 pero solo para
refundir su versión de 2009 con el nuevo Decreto Nº 61.

Lo que antecede describe, en general, los minuciosos deberes


de construcción antisísmica al que están afectos los constructores
en Chile. De esta forma, si se acredita que el constructor cumplió
esos parámetros, que no son otra cosa que el patrón de diligencia
debida en la materia, y a pesar de ello el edificio colapsa por un
terremoto de una magnitud o características no contemplados en
la norma técnica, entonces no será responsable17.

Para llegar a tal conclusión puede valorarse tal fenómeno


natural desde una de tres perspectivas: en primer lugar, puede
sostenerse que no siéndole exigible una previsión mayor a la
fijada por la normativa, y reuniéndose las otras condiciones, se
configura una hipótesis de caso fortuito; en segundo lugar, puede
argumentarse que el daño se explica por otra causa adecuada,
fallando ese requisito para establecer su responsabilidad civil; o,
finalmente, lo que me parece más apropiado, puede concluirse
que el constructor cumplió el estándar de diligencia en la materia
(definido detalladamente por la normativa), no siéndole exigible
otra conducta, por lo que la ausencia de responsabilidad civil
provendrá de que no será posible establecer un comportamiento
culpable en su contra18.

27. Por otra parte, la Corte Suprema también ha desechado la


eximente de caso fortuito en los casos de responsabilidad del
Estado por los sucesos posteriores del terremoto de 2010,
considerando el comportamiento negligente de la Administración:
"Así, si bien las dificultades en las comunicaciones esgrimidas por
la propia demandada para justificar el hecho de no haber
informado la alerta, evidentemente impedían a la autoridad dar
cuenta del riesgo cierto de tsunami, aquello en modo alguno
puede justificar la conducta contraria, esto es, asegurar a la
población la inexistencia de tsunami o de riesgo de ocurrencia, no
pudiendo dicho llamado a la población llevar a calificar que las
muertes producidas respecto de quienes lo acataron, sea
consecuencia atribuible al caso fortuito o de la fuerza mayor"
(...) "De este modo, la prudencia y el deber de cuidado sobre los
habitantes del país en supuestos como el de autos, le impidió a la
Administración el efectuar un llamado como el que en los hechos
realizó, bajo las circunstancias relatadas, en cuanto el buen
criterio y la responsabilidad que como autoridad recaía sobre ésta
que hacía preferible que omitiere un llamado a la calma y a
mantenerse en sus casas, como el que hiciera en la oportunidad
indicada el Intendente de la época"19.

28. Y por ser esta cuestión esencial para los efectos de este
estudio, se expondrá brevemente a continuación el tratamiento
que el derecho nacional atribuye al deber de diligencia debido por
el deudor. Para esto, es necesario referirse a lo siguiente: i) La
noción legal de diligencia; ii) La apreciación in abstracto de la
diligencia, y iii) La consideración de las circunstancias externas
en el juicio de diligencia.

1. N

29. Al igual que el caso fortuito, la diligencia está definida en el


derecho común (art. 44 del Código Civil), con vocación a
aplicarse a toda relación jurídica. Esa norma recoge una
gradación o clasificación en tres tipos de diligencia (provenientes
del Derecho romano justinianeo), definidos en términos negativos,
es decir, como patrones de comportamiento culpable o
negligente.

El estándar más elevado de cuidado es el que corresponde al


patrón de "culpa levísima", definida como aquella esmerada
diligencia que un hombre juicioso emplea en la administración de
sus negocios importantes. El estándar menos exigente
corresponde al de la "culpa grave" o "culpa lata", que equivale a
no manejar los negocios ajenos con el cuidado que aun las
personas negligentes y de poca prudencia suelen emplear en sus
negocios propios. El estándar medio es el de la "culpa leve", que
es la falta de diligencia que los hombres emplean ordinariamente
en sus negocios propios.

30. Este último estándar (culpa leve) corresponde al "cuidado


ordinario", a la "diligencia ordinaria", aplicable por regla general a
toda relación jurídica y equivale al comportamiento de un "buen
padre de familia" o de un "hombre razonable". Es el estándar
normal, que debe cumplir cualquier persona en toda relación
jurídica interpersonal (contractual o extracontractual), salvo que
alguna disposición especial exija un estándar superior (culpa
levísima) o rebaje el nivel de cuidado a uno inferior (culpa grave o
lata).

La explicación de por qué es exigible este estándar ordinario


atiende al sentido común: las expectativas recíprocas de
comportamiento en la sociedad descansan en un comportamiento
razonable, a lo que ordinariamente se entiende por diligencia, al
comportamiento de un hombre sensato, que no corresponde ni al
más juicioso ni al más imprudente.

31. En materia contractual, sin embargo, debe tenerse en cuenta


de forma adicional que la legislación civil determina en qué
contractos se responde de uno u otro estándar de conducta,
dependiendo de a quién resulta útil el acuerdo. Nuevamente se
trata de normas de aplicación general.

En efecto, según el artículo 1547 del Código Civil, el deudor


responde de la culpa lata en los contratos que por su naturaleza
solo son útiles al acreedor; es responsable de la culpa leve en los
contratos que se hacen para beneficio recíproco de las partes; y
de la levísima en los contratos en que el deudor es el único que
reporta beneficio.

Como lo usual es que los contratos se suscriban para el


beneficio recíproco de las partes (la inmensa mayoría de los
contratos de prestación de servicios y de intercambio de bienes),
en aplicación de esta regla, una vez más es la culpa leve
(equivalente a la diligencia ordinaria) la que se termina aplicando
a la generalidad de los intercambios.

32. En síntesis, la definición legal de diligencia consiste,


esencialmente, en que el comportamiento del agente se ajuste al
determinado por un estándar de conducta. Y por ello, la ausencia
de diligencia debida, esto es, la negligencia, equivale en el
derecho privado a la culpa civil20.

2. A

33. La responsabilidad civil se encuentra históricamente vinculada


a la responsabilidad penal. Por esta razón, originalmente tenía
una marcada función retributiva y en el juicio de culpabilidad civil
(que determina la diligencia o negligencia del agente) era
frecuente considerar las aptitudes subjetivas del agente
(predisposición psicológica o debilidades del carácter). De esta
forma, la pena y la indemnización eran proporcionales a la
gravedad de la culpa del agente.

Pero esta apreciación in concreto de la diligencia fue cediendo


paso a una apreciación in abstracto, en una lenta evolución cuyos
orígenes pueden remontarse al Derecho romano, pero que se
acentuó en los últimos dos siglos.

34. En la actualidad, la constatación de la diligencia o negligencia


se efectúa comparando la conducta real del agente con aquella
que podía esperarse de un buen padre de familia (o del hombre
razonable). La actuación diligente se define así como la que
legítimamente podían esperar los terceros de un hombre
razonable colocado en una situación similar y, por ello, se
sostiene que la diligencia y la culpa civil se aprecian in abstracto.

Lo que juzga el derecho privado contemporáneo son actos


externos, comportamientos, y no predisposiciones psicológicas o
estados de ánimo, que escapan a las expectativas de
comportamiento recíproco y que harían irracional la vida en
común. En efecto, "la diligencia se presenta como algo que el
deudor debe utilizar o emplear al ejecutar la prestación, lo que en
definitiva significa que éste debe desplegar una conducta
objetivamente apreciable. Esto impide que la diligencia se ubique
sólo en el plano psicológico del deudor"21.

Entendido de esta forma, la jurisprudencia se desinteresó del


examen de las particularidades o debilidades específicas del
agente (cada persona debe compensar sus debilidades con un
grado de cuidado apropiado), volviendo más severo el juicio de
reproche y extendiendo, en consecuencia, el número de
potenciales responsables.
35. Definido en estos términos objetivos, el estándar del debido
cuidado depende esencialmente, en la práctica judicial chilena, de
la previsibilidad de los daños que se siguieron a la acción,
declarando responsable al agente cuando se responde
afirmativamente a la pregunta de si un hombre medianamente
diligente, colocado en la misma situación y con calificaciones
similares, habría debido prever la ocurrencia de ese daño y, en
consecuencia, actuar de otra forma. Por esto, la jurisprudencia
nacional define la diligencia y culpa civil como "una posibilidad de
prever lo que no se ha previsto"22.

El hombre diligente actúa razonablemente y no puede exigírsele


que conduzca su actuación dependiendo de consecuencias que
no podía anticipar. El comportamiento razonable, en otras
palabras, alcanza solamente aquello previsible23.

Tal como se indicará más adelante, a propósito de los requisitos


del caso fortuito (en particular, del requisito vinculado a la
"imprevisibilidad"), en el caso de la responsabilidad contractual el
carácter previsible o imprevisible de un determinado suceso debe
medirse en relación con el momento de la suscripción del
contrato.

36. Para determinar si la conducta del agente coincide o no con la


del patrón del hombre diligente algunas leyes especiales otorgan
criterios aplicables a ciertos ilícitos (como ocurre en materia de
urbanismo, tránsito, medio ambiente o libre competencia). Sin
embargo, en la mayoría de los casos la jurisprudencia debe
discernir el comportamiento diligente sobre la base de algunos
criterios generales (que reconducen en último término a la
"previsibilidad" ya expuesta), que no se encuentran formalmente
establecidos, sino que pueden inferirse de un estudio comparativo
de las decisiones desde fines del siglo XIX. Estos criterios —
como la intensidad del daño, su probabilidad, el valor social de la
acción o los costos de prevenirlos— son utilizados de forma
variable por los tribunales para determinar la diligencia debida.

De entre esos criterios, tal como se expondrá más adelante, es


el elemento "probabilidad" el que juega un papel fundamental
para determinar lo previsible o imprevisible para los efectos de
responder a la pregunta de si un determinado suceso reviste los
caracteres del caso fortuito.

3. C

37. El hecho de que en el juicio de diligencia se opte por una


apreciación in abstracto no significa que en el mismo no se
consideren ciertas circunstancias "externas". Se trata de
consideraciones objetivas, exteriores y, por tanto, constatables y
oponibles a todos. De esta forma, no se altera la regla de que
todos los atributos, calidades o deficiencias subjetivas del agente
no se consideran para los efectos de medir la diligencia debida.

En el fondo, se compara la conducta efectiva del agente con


aquello que hubiera podido esperarse de una persona diligente
colocada en las mismas circunstancias externas.

Entre tales consideraciones externas se encuentran


esencialmente dos grupos: aquellas que atienden a las
condiciones en que se actuó y aquella que considera a la
calificación profesional del deudor.

38. En cuanto al primer aspecto (circunstancias en que se actuó),


es evidente que la diligencia esperable de un agente o deudor no
es la misma dependiendo de las condiciones exteriores más o
menos adversas que tenga que enfrentar para ejecutar la
conducta debida. Así, por ejemplo, no es el mismo
comportamiento que puede esperarse de un deudor que debe
ejecutar una prestación en condiciones climáticas particularmente
hostiles, ni es la misma conducta la que se puede exigir de un
médico que asiste de urgencia a un enfermo en la vía pública que
la que podría exigírsele si lo hace en una clínica especializada.

39. En cuando al segundo aspecto, constituye también una


circunstancia externa la calificación profesional del agente. No es
el mismo comportamiento el que puede esperarse de un
contratante experto, que pacta en el dominio de su especialidad,
que el que puede atenderse de alguien que no tiene una
determinada calificación profesional.

Es por ello que la conducta de un experto o especialista debe


reconducirse siempre a los parámetros o protocolos que entrega
su especialidad (la denominada "lex artis"). En el fondo, el umbral
del comportamiento esperable para el caso de un contratante
experto está dado, en una medida importante, por el estado
actual de la ciencia o técnica de la cual es especialista. Son los
conocimientos adquiridos y actualizados de esa ciencia los que
definen la medida de aquello que debe ser previsto por ese
deudor.

40. En síntesis, y en lo que importa para el objeto de este estudio,


evaluar si un suceso constituye un caso fortuito exige determinar
la diligencia debida por el agente. Esta diligencia debida, según el
derecho nacional, atiende a un patrón legal de comportamiento
que, en términos generales, alude a un estándar ordinario que es
dable esperar de una persona razonable que anticipa los
acontecimientos previsibles y toma las medidas necesarias para
evitarlos. Ese estándar de comportamiento se compara con la
conducta efectiva del agente, sin consideración a elementos
subjetivos, y por ello se sostiene que obedece a una apreciación
in abstracto. No obstante, en ese juicio de valor se consideran las
circunstancias externas, tales como las condiciones concretas
particularmente dificultosas en que se actuó y su calificación
profesional.

Esta cuestión es particularmente relevante pues, como se


expondrá, la diligencia debida cumple un doble papel en las
obligaciones contractuales: por una parte, la prueba de haber
observado la diligencia debida permite excluir la responsabilidad
del deudor frente a un incumplimiento contractual; y, por otra
parte, la prueba de la diligencia debida, sumado al carácter
irresistible y externo de un determinado suceso, son los
elementos que constituyen la excusa de caso fortuito. En su
primer rol, el deudor no es responsable porque no puede
imputársele el cumplimiento por ser el suceso imprevisible e
inevitable. En segundo rol, el deudor no es responsable porque la
causa del incumplimiento es reconducible a ese suceso fortuito y
no a su comportamiento.

Para entender ese segundo rol, en el capítulo siguiente se


analizan en detalle los componentes o requisitos del caso fortuito,
teniendo en cuenta la diligencia debida ya analizada.

13S B , David, Prólogo al libro El caso fortuito ante el derecho


civil, de C , Eduardo e I , Fernando, Santiago, Editorial Jurídica de
Chile, 1958, p. 7.

14C , Eduardo e I , Fernando, El caso fortuito ante el Derecho civil,


de Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 1958, p. 13.

15C , Eduardo e I , Fernando, op. cit., p. 47.


16Por ejemplo, en un caso de responsabilidad médica se acreditó por el deudor el
cumplimiento del estándar de diligencia siendo ello suficiente para descartar su
responsabilidad, sin ser necesario el análisis de si además concurría una hipótesis de
caso fortuito. Corte Suprema, 19 de enero de 2015, rol Nº 7215-2014, Ficha Nº 59.

17En sentido contrario, en un caso en que no se logró acreditar el cumplimiento de


la norma técnica, se declaró responsable al constructor, desechándose la excusa de
caso fortuito (daños en una construcción como consecuencia del terremoto de 27 de
febrero de 2010): "Se ha aceptado por los jueces del fondo que parte de los daños
producidos en el edificio de propiedad de la actora, tuvieron como causa el hecho
propio voluntario de quien lo alega, esto es, las deficiencias constructivas derivadas
de la falta de estricto apego a las especificaciones técnicas y/o planos estructurales
del proyecto, así como a la inobservancia de disposiciones legales y reglamentarias
aplicables en la especie". Corte Suprema, 10 de marzo de 2015, rol Nº 25001-2014
(Cº. 5), Ficha Nº 24.

18Sobre esta discusión: P , Carlos, "Daños en la construcción, fuerza mayor


y terremotos", en Revista de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de
Valparaíso, XXXIV, 1er semestre de 2010, esp. pp. 172-175.

19Corte Suprema, 18 de marzo de 2019, rol Nº 4185-2018 (Cº. 9), Ficha Nº 2. En el


mismo sentido, Corte Suprema, 28 de agosto de 2017, rol Nº 97661-2016 (Cº. 18),
Ficha Nº 16; Corte Suprema, 27 de julio de 2017, rol Nº 68818-2016 (Cº. 22), Ficha
Nº 17.

20V. sobre la diligencia civil y la "culpa": T , Mauricio, Código Civil: 1855-2005...,


op. cit., pp. 281 y ss.

21B , María Graciela, El caso fortuito y su incidencia en el derecho de la


responsabilidad civil contractual, Santiago, AbeledoPerrot, 2010, p. 112.

22Corte Suprema, 29 de marzo de 1962, RDJ, T. 59, sec. 4ª, p. 21.

23Por ejemplo, en una decisión reciente la Corte Suprema ha sostenido que


escapa a la previsibilidad para un empleador el daño causado a uno de sus
empleados contratados para la limpieza de veredas, como consecuencia del impacto
recibido por un automóvil conducido por una persona en estado de ebriedad y que no
habría respetado una luz roja (existiría caso fortuito, pero también ausencia de
comportamiento culpable por ser imprevisible) : "Más allá de que el sentenciador de
segunda instancia señalara que la circunstancia de que un vehículo motorizado
conducido por un tercero en estado de ebriedad, luego de un choque se proyectara
sobre la vereda causando la muerte de la trabajadora en virtud del impacto,
constituye un caso fortuito para el empleador, las condiciones en que se produce el
accidente determinan la ausencia de reproche a este, pues no puede olvidarse que la
culpa supone la previsibilidad de las consecuencias dañosas del hecho, concepto
normativo que debe apreciarse en abstracto y que se relaciona con el resultado
normal, esperable en el desarrollo de determinada actividad. Así, no puede exigirse
que un empleador adopte medidas extraordinarias para el barrido de una vereda, en
relación al tránsito de los vehículos, toda vez que aquellos deben circular por las
calles, por lo que no se puede requerir que el empleador adopte medidas de
seguridad incluso para enfrentar la circulación antirreglamentaria de los vehículos
motorizados, menos aún que recabe medidas para enfrentar delitos cometidos por
terceros manejando en estado de ebriedad pues aquello en nada se relaciona con el
desempeño de las funciones de la trabajadora...cualquier interpretación en contrario a
la establecida en el fallo impugnado implicaría reconocer que se está ante un caso de
responsabilidad estricta, pues haría responsable al empleador de todos los
accidentes que se produzcan en el lugar que se ejercen las labores, aun cuando éste
sea un espacio público y con independencia de las medidas de seguridad que se
adopten, requiriendo incluso medidas para enfrentar cuestiones tan imprevisibles
como la que origina los presentes autos, cuestión que es improcedente, puesto que,
como es sabido, por ser excepcional, tal responsabilidad estricta necesita
consagración legal expresa, lo que no ocurre en la especie". Corte Suprema, 26 de
febrero de 2018, rol Nº 37434-2017 (Cº. 11), Ficha Nº 57. En cambio, en otro caso, en
el que una Municipalidad alega la excusa de caso fortuito por continuar utilizando un
vertedero más allá de la fecha de su cierre dispuesto por la autoridad sanitaria,
rechazó tal alegación sobre la base de que debió "prever" una solución alternativa
con anticipación, en los siguientes términos: "Asentado lo anterior, se debe ser
enfático en señalar que aun cuando esta Corte aceptara que se encuentran
acreditadas todas aquellas circunstancias alegadas por la recurrente como base para
configurar la eximente de responsabilidad, igualmente ésta no podría prosperar, toda
vez que en la especie no se verifica ninguna de las exigencias descritas previamente,
pues la falta de un terreno alternativo para la disposición de residuos es atribuible a la
Municipalidad, en tanto es el referido ente edilicio el que debió prever con anterioridad
a la fecha de cierre del vertedero municipal distintas alternativas para dar
cumplimiento a la Resolución que disponía el cierre definitivo". Corte Suprema, 3 de
octubre de 2017, rol Nº 18167-2017 (Cº. 11), Ficha Nº 58. Asimismo, en otro fallo, la
Corte Suprema estimó que se encuentra dentro de las consecuencias previsibles la
caída de un árbol que termina con la vida de una persona, y que presentaba signos
de inclinación hace meses: "Establecido este hecho, la parte demandada debía
acreditar su diligencia, sin que probara haber realizado actividad alguna tendiente a
evitar el riesgo que generaba la correspondiente inclinación del árbol. En efecto, la
prueba del caso fortuito se traducía, en este caso, a la de la diligencia o cuidado
observados por el agente y a la existencia de acciones concretas para evitar que la
inclinación del árbol produjera daños en quienes transitaban por la vía, carga que no
fue satisfecha en la especie". Corte Suprema, 27 de diciembre de 2016, rol Nº 20057-
2016 (Cº. 19), Ficha Nº 53. En otro caso se estimó que un contribuyente había
actuado negligentemente, y no existía caso fortuito, por no haber tomado medidas de
resguardo adecuadas para la conservación de documentos tributarios. Corte
Suprema, 16 de abril de 2009, rol Nº 2681-2007, Ficha Nº 21.
III. N

41. Para estudiar la noción y los elementos del caso fortuito, en


este capítulo se examinarán: i) Las fuentes del derecho que
deben considerarse para la definición; ii) La sinonimia entre "caso
fortuito" y "fuerza mayor"; iii) La noción legal de caso fortuito, y iv)
La enumeración de los requisitos del caso fortuito.

1. F

42. El caso fortuito es una institución, como se dijo, transversal y


crítica del derecho privado. De ahí que su tratamiento haya sido
objeto de un amplio debate doctrinal en el Chile y en el derecho
comparado, particularmente en el derecho francés que constituye
la fuente material de las disposiciones nacionales.

Y esto a pesar de que, como se expone en este capítulo, en


nuestro sistema jurídico el caso fortuito tiene una definición legal,
contenida en el artículo 45 del Código Civil.

Tanto sus condiciones de procedencia (o requisitos), como sus


efectos, son objeto de diversas interpretaciones en la doctrina y la
jurisprudencia. En esencia, se explicará que tales interpretaciones
fluctúan desde una aproximación más "absoluta" y severa de sus
requisitos y efectos, hacia otra más "relativa" y adaptada al
modelo de diligencia debido.

No obstante, en varios puntos se demostrará cómo las


divergencias son más bien aparentes y existe bastante consenso
sobre aspectos esenciales.

43. De esta forma, todas las obras generales en materia de


obligaciones y responsabilidad civil se refieren a su
tratamiento24, además de existir obras monográficas
nacionales25, artículos y estudios26, así como obras de derecho
comparado relevantes27, que, a su vez, han dado lugar a una
multiplicidad de fallos que se han pronunciado, en particular,
sobre los alcances del concepto, sus requisitos de procedencia y
sus efectos28.

44. Como se dijo, en atención a esta diversidad de


interpretaciones o perspectivas, este estudio toma en
consideración todas ellas.

Esto sin perjuicio de señalar, cuando corresponda, aquellas


interpretaciones mayoritarias o contemporáneas del caso fortuito.

En síntesis, este estudio considera las siguientes fuentes del


derecho para examinar la materia a la que se refiere: el texto de
la legislación común, la jurisprudencia de nuestros tribunales
(aunque se efectúan también referencias a fallos extranjeros) y la
doctrina nacional sobre la materia (con referencias, asimismo, a
autores del derecho comparado). Cabe tener presente, por último,
que la revisión de la jurisprudencia y doctrina nacional se ha
efectuado con un propósito de exhaustividad, de modo de
considerar todos los fallos y autores relevantes.
2. S " " " "

45. Ante todo, se debe aclarar que las expresiones "caso fortuito"
y "fuerza mayor" son sinónimas en nuestro derecho positivo, pues
se les atribuye una misma definición legal y se sujetan, en
consecuencia, a los mismos requisitos de procedencia y efectos.

Desde ya, así se demuestra por la propia historia fidedigna del


Código Civil, puesto que en el denominado Primer proyecto de
Código Civil, Andrés Bello había incluido la regla siguiente: "La
denominación de caso fortuito comprende la fuerza mayor". Fue
la Comisión Revisora del Proyecto de 1853 quien introdujo la
definición que actualmente consta en el artículo 45 del Código
Civil, además de agregar un segundo inciso que señalaba: "El
caso fortuito se llama fuerza mayor cuando consiste en un hecho
del hombre, como en los dos últimos ejemplos". Esto es, le
otorgaba la misma definición y requisitos, pero distinguía entre las
causas del evento fortuito: si provenían del hombre (como los
actos de autoridad), se le designaba como fuerza mayor; si
provenían de la naturaleza (como un terremoto), se le
denominaba caso fortuito. En definitiva, en el Proyecto de 1855 —
que fue finalmente aprobado y promulgado como Código Civil—,
permaneció la definición que hoy conocemos, pero fue eliminado
ese inciso segundo, con lo que es posible concluir que legalmente
no existen diferencias entre el caso fortuito y la fuerza mayor.

Por lo demás, así lo concluye la doctrina nacional29 y lo ha


resuelto expresamente la jurisprudencia30.
46. No obstante, siguiendo las fuentes históricas, se acostumbra
utilizar la expresión caso fortuito cuando se trata de hechos
naturales inevitables (como un terremoto), y fuerza mayor cuando
corresponde a hechos humanos inevitables (como un acto de
autoridad o "acto del príncipe")31. Ello no pasa de ser una
distinción académica, sin efectos prácticos, desde el momento en
que ambos tienen el mismo concepto y se sujetan a idénticos
requisitos.

47. En el derecho francés también se planteó esta discusión. El


Código Civil —en su redacción ordinal de 1804— utilizaba a la
par ambos conceptos ("fuerza mayor o caso fortuito") en varios
artículos (arts. 1148, 1348 y 1733), a un punto tal que gran parte
de la doctrina los entendía idénticos32.

No obstante, algunos autores habían propuesto ciertas


distinciones, como aquella que ideó Maurice Hauriou en los
siguientes términos: "el caso fortuito escapa a las previsiones
humanas, pero se vincula al funcionamiento mismo de la empresa
o del servicio; por ejemplo, en una fábrica, es la explosión de una
caldera, en una mina, es la inflamación del grisú; la fuerza mayor,
es también un fenómeno imprevisto; pero, además, es exterior a
la empresa o al servicio; por ejemplo, es el temblor, una
inundación, un ciclón, una guerra civil, una invasión extranjera"33.

Jean Carbonnier afirmaba que la interpretación propuesta (que


también había sido impulsada por Josserand) tenía por propósito
evidente incorporar al ámbito de la responsabilidad contractual un
espacio de responsabilidad objetiva, de responsabilidad por
riesgo creado (conforme a esta distinción, el caso fortuito no sería
exoneratorio por no ser "exterior"), pero por contar con débil
apoyo en el texto del Código (que las trataba indiferentemente) no
prosperó en la práctica.
Pero Jean Carbonnier reconoce también que la distinción tiene
una base de justicia: la imposibilidad de alegar un efecto
liberatorio de un evento que, aunque sea irresistible e
imprevisible, resulta inherente al funcionamiento de la
empresa34.

No obstante, la reforma francesa del derecho de los contratos


de 2016 introdujo una definición de fuerza mayor en materia
contractual, tal como se explicará a continuación, abandonando la
expresión "caso fortuito" (aunque conserva esta noción en otros
artículos).

3. D

48. A diferencia del Código Civil francés —en su versión de 1804


— que le sirvió de modelo, el Código Civil chileno incorpora una
definición legal de caso fortuito en su Título Preliminar, que tiene
por vocación, como ya se ha expuesto, de aplicarse con efectos
generales a toda relación jurídica, salvo en cuanto algún contrato
entre las partes le atribuya un significado diverso, imponga otros
requisitos o le atribuya efectos diversos. El inciso final del artículo
1547 del Código Civil autoriza expresamente a las partes de un
contrato a alterar las reglas legales sobre el caso fortuito.

En todo caso, como también se explicó, si el documento


contractual solo define parcialmente alguno de estos elementos
(como, por ejemplo, si solo menciona sus efectos pero no sus
requisitos), la legislación civil cumple una función supletoria y se
aplican las reglas que se explican en este capítulo.
49. La definición se encuentra contenida en el artículo 45 del
Código Civil, que señala lo siguiente: "Se llama fuerza mayor o
caso fortuito el imprevisto a que no es posible resistir, como un
naufragio, un terremoto, el apresamiento de enemigos, los actos
de autoridad ejercidos por un funcionario público, etc.".

Como se desprende de su simple lectura, esta norma se limita a


definir el caso fortuito, estableciendo sus requisitos o condiciones
de procedencia (imprevisible e irresistible), sin señalar sus
efectos.

50. Por ello, esa noción legal se debe complementar con dos
disposiciones que establecen los "efectos" del caso fortuito (y que
serán abordadas en el título respectivo de este estudio).

La primera disposición es el inciso 2º del artículo 1547, que


dispone que: "El deudor no es responsable del caso fortuito, a
menos que se haya constituido en mora (siendo el caso fortuito
de aquellos que no hubieran dañado a la cosa debida, si hubiese
sido entregada al acreedor), o que el caso fortuito haya
sobrevenido por su culpa". Esta norma establece nítidamente el
alcance del caso fortuito en materia contractual, excluyendo la
responsabilidad (indemnización de perjuicios) del deudor, salvo
en cuanto provenga de su culpa o durante la mora (elemento,
como se expondrá, que tiene que ver con la "exterioridad" como
requisito del caso fortuito).

La segunda disposición es el artículo 1558 inciso 2º del Código


Civil: "La mora producida por fuerza mayor o caso fortuito no da
lugar a indemnización de perjuicios". Esta norma no hace más
que reforzar la regla anterior (que se refiere en general a la
eximente de responsabilidad, descartado tanto la indemnización
compensatoria como la moratoria), señalando específicamente
que el caso fortuito excluye la reparación del retardo culpable.
Esta aclaración tiene especial relevancia, como se concluye más
adelante, cuando el caso fortuito solo tiene un efecto temporal en
el cumplimiento de la obligación, excluyendo en el intervalo en
que la prestación es imposible la indemnización moratoria.

Por último, como también se dirá a propósito de sus efectos,


deben tenerse presente las disposiciones de los artículos 1670 y
siguientes del Código Civil, pues una parte importante de la
doctrina y de la jurisprudencia nacional entienden que cuando el
caso fortuito genera una imposibilidad permanente y total de
cumplimiento, la obligación se extingue según tales normas, que
regulan "la pérdida de la cosa que se debe".

51. Volviendo a la definición de caso fortuito del Código Civil, se


debe mencionar que ella recoge en general los elementos que
venían siendo establecidos desde el Derecho romano justinianeo
y que pasaron a nuestro derecho mediante las Siete Partidas (7,
33, 11) y la opinión de sus comentaristas. Probablemente fue
adaptado en el derecho chileno del célebre Diccionario razonado
de legislación y jurisprudencia de Joaquín Escriche35, que
contenía una definición muy cercana a la norma nacional: "El
suceso inopinado, o la fuerza mayor que no se puede prever ni
resistir"36.

Estas precisiones no son baladíes, pues todas estas fuentes


mencionadas se remontan en definitiva a las enseñanzas del
Derecho romano, que entendían el caso fortuito como la
confluencia de dos elementos: la imprevisibilidad y la
irresistibilidad. Así se demuestra al analizar la enumeración de
sus requisitos de procedencia, cuestión que se hace en el
apartado siguiente.

52. Antes, se efectuarán algunas referencias a la reforma


francesa del derecho de los contratos de 2016, que introdujo una
definición de fuerza mayor que, como se dijo, antes no existía en
ese Código Civil37. No obstante, la doctrina, sobre la base de la
jurisprudencia, tendía a sostener mayoritariamente (aunque con
ciertas divergencias en algunas de sus condiciones, que serán
evocadas en esta obra), que la fuerza mayor constituía en el
ámbito contractual "un suceso 'exterior', no solamente respecto
del deudor, sino también respecto de las cosas o personas por las
cuales es responsable, 'imprevisible', esto es, que no podía
razonablemente ser previsto al tiempo de la suscripción del
contrato, e 'irresistible', esto es, cuya sobrevivencia no podía ser
evitada (inevitable), ni los efectos superados durante la ejecución
(irremontable)"38. En materia extracontractual, si bien era usual
hacer referencia a esa trilogía de condiciones, algunos autores
destacaban que, por su propia naturaleza, la imprevisibilidad
tenía un rol menor en ese ámbito39.

La nueva definición legal presenta enormes cercanías con la


nacional y con la forma en que la jurisprudencia chilena la ha
interpretado, cuestión que no sorprende porque la doctrina
nacional, como se sostiene en esta obra, ha utilizado obras
francesas para delimitar los contornos de esta figura jurídica.

El inciso 1º del nuevo artículo 1218 del Código Civil francés


define la fuerza mayor en materia contractual de la siguiente
forma: "Existe fuerza mayor en materia contractual cuando un
suceso que, escapando al control del deudor, no podía ser
razonablemente previsto al momento de la suscripción del
contrato y cuyos efectos no pueden ser evitados por medidas
apropiadas, impide la ejecución de la obligación por el deudor"40.

Por su parte, el inciso segundo describe las consecuencias de la


fuerza mayor: "Si el impedimento es temporal, la ejecución de la
obligación se suspende a menos que el retardo que de ello
resultaría no justifique la resolución del contrato. Si el
impedimento es definitivo, el contrato se resuelve de pleno
derecho y las partes son liberadas de sus obligaciones en las
condiciones previstas en los artículos 1351 y 1351-1"41. Estos
artículos, tratando de la imposibilidad de ejecución, describen el
efecto liberatorio de la fuerza mayor para el deudor.

El Informe dirigido al Presidente de la República, que acompaña


la Ordenanza Nº 2016-131 que contiene la reforma (y que
constituye una valiosa fuente de interpretación de esta
modificación transcendental del Código Civil francés)42, afirma
que este artículo recoge la definición jurisprudencial de fuerza
mayor, pero que abandona el tradicional requisito de la
"exterioridad", en razón de que la jurisprudencia de la Asamblea
Plenaria de la Corte de Casación lo habría también abandonado
en 200643. Asimismo, en la introducción de esta noción, solo
aplicable para el ámbito contractual (la reforma de la
responsabilidad civil extracontractual se encuentra pendiente44),
se señala que tiene por propósito superar algunos puntos de
controversia en la jurisprudencia (en particular, sobre sus
requisitos), precisando que la imprevisibilidad en este ámbito se
aprecia al día de la conclusión del contrato (y no al día del hecho
ilícito, como ocurre en materia extracontractual), y que el evento
debe ser irresistible tanto en su acontecimiento (inevitable) como
en sus efectos (irresistible propiamente tal).

En los diferentes capítulos de este libro se volverá sobre esta


nueva noción y su interpretación por la doctrina, en aquello que
resulta ilustrativo para el derecho nacional, pero desde ya se
menciona que el propósito del legislador francés en orden a
erradicar el requisito de la "exterioridad" parece haberse
frustrado, pues la mayor parte de los autores afirma que el mismo
estaría inequívocamente contenido en la expresión "escapando al
control del deudor"45. Asimismo, resulta paradójico que el
mencionado informe señale que la fuerza mayor comprende, en
el requisito de la irresistibilidad, tanto el carácter inevitable (la
ocurrencia del acontecimiento no se podía impedir) y la
irresistibilidad propiamente tal (esto es, que sus efectos no
puedan ser dominados o detenidos), pero que aquello no se haya
precisado en el texto de la definición legal46.

4. E

53. En efecto, en cuanto a la enumeración de los requisitos del


caso fortuito, es posible afirmar —como lo hace la principal obra
monográfica nacional sobre la materia— que en "todos los países
de raíces latinas, se postulan como requisitos del caso fortuito la
imprevisibilidad y la irresistibilidad...", siendo común que se
agregue un tercero: "la ajenidad o exterioridad"47.

54. La conclusión de que los requisitos del caso fortuito son estos
tres (imprevisibilidad, irresistibilidad y exterioridad) no es debatida
en nuestro derecho. Los dos primeros elementos emanan de la
propia definición del artículo 45 del Código Civil, y el tercero se
extrae, en particular, de la exigencia contenida en el artículo 1547
del mismo Código (en orden a que el caso fortuito no puede
provenir de la culpa del deudor).

Así lo ha sostenido invariablemente la doctrina nacional más


calificada48 y la jurisprudencia de la Corte Suprema. Esta última
ha sostenido categóricamente lo siguiente: "La jurisprudencia y la
doctrina relativas a la materia coinciden en que su concurrencia
exige tres requisitos mínimos: a) que el hecho sea imprevisible,
b) que sea irresistible y c) que no acaezca por un acto propio de
quien lo hace valer"49.

Por lo demás, la conclusión no es original de nuestro derecho,


sino que, como se mencionó, es común a los países de tradición
de derecho continental50.

55. De esta forma, para determinar si un determinado suceso


constituye o no una hipótesis de caso fortuito, es necesario
examinar si se reúnen en la especie estos tres elementos: un
hecho imprevisible; un hecho irresistible; y, que sea exterior, es
decir, que no haya sido provocado por quien lo invoca.

En los capítulos siguientes se analiza por separado el alcance


de cada uno de estos requisitos.

Cabe mencionar que estos requisitos son copulativos, por lo que


la ausencia de cualquiera de ellos excluye la calificación del
evento como caso fortuito. Sin perjuicio de esto, tal como se
expondrá a propósito de los efectos de la fuerza mayor, la sola
presencia del elemento imprevisibilidad, si bien no es suficiente
para calificar el suceso como caso fortuito, sí es suficiente para
probar la diligencia debida y, por tanto, excluir la culpa civil.

24Para referirse a las obras generales principales en materia de obligaciones:


A , Arturo; S , Manuel y V , Antonio, op. cit., pp. 278 y
ss., y, A , René, Las obligaciones, T. II, Santiago, Editorial Jurídica de Chile,
1993, pp. 828 y ss.; R , René, De las obligaciones, Santiago, LexisNexis, 2004,
pp. 263 y ss. En materia de responsabilidad civil: A , Arturo, De la
responsabilidad extracontractual en el derecho civil chileno, Santiago, Imprenta
Universitaria, 1943, T. II, pp. 599 y ss.; C , Hernán, Lecciones de
responsabilidad civil extracontractual, Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 2003,
pp. 114 y ss., y Contratos y daños por incumplimiento, Santiago, AbeledoPerrot, 2010,
pp. 131 y ss.; y, B , Enrique, Tratado de responsabilidad civil extracontractual,
Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 2006, pp. 414 y ss.

25Existen dos libros nacionales especialmente dedicados a este tema, que en


atención a su profundidad y pertinencia se utilizan en varios pasajes de este estudio:
C , Alberto e I , Fernando, op. cit.; y, B , María Graciela, El caso
fortuito y su incidencia..., op. cit. Este último trabajo es probablemente el más
completo de todos, aunque es cuestionable el tratamiento que efectúa a la diligencia
debida (adoptando una distinción foránea de dos tipos de diligencia —una promotora
y otra en la ejecución de la obligación— que difícilmente es sostenible en el derecho
nacional), así como también ciertas confusiones que presenta en materia de
"irresistibilidad". A ellos se deben agregar otras dos tesis de grado: I , Eduardo,
El caso fortuito en la legislación civil, Concepción, Universidad de Concepción, 1961,
y S , Sergio, La responsabilidad, el caso fortuito y la culpa ante la
jurisprudencia, Concepción, Universidad de Concepción, 1964. Por último, nuestra
modesta contribución: T , Mauricio, Caso fortuito en el Derecho civil chileno,
Santiago, Thomson Reuters, 2013.

26Entre ellos, destaco: P , Carlos, "La fuerza mayor como defensa del
deudor. A propósito de la restricción del suministro de gas a Chile", Gaceta Jurídica,
Nº 288, 2004, pp. 7 y ss., y "Daños en la construcción, fuerza mayor y terremotos", en
Revista de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, XXXIV,
1er semestre de 2010, pp. 161 y ss.; V , Paulina, "Caso fortuito y las catástrofes",
en Derecho y catástrofe: lecciones del terremoto, op. cit., pp. 63 y ss.; y nuestra
modesta contribución: T , Mauricio, "Catástrofe y fuerza mayor", en Derecho y
catástrofe: lecciones del terremoto, op. cit., pp. 57 y ss. Existen, también, tres
artículos de María Graciela Brantt, que, no obstante, se encuentran integradas en su
libro ya citado: "Exoneración de responsabilidad y extinción de la obligación: la
delimitación entre el caso fortuito y la imposibilidad sobrevenida de la prestación", en
G B , Alejandro (ed.), Estudios de Derecho Civil III. Jornadas Nacionales de
Derecho Civil, Valparaíso, 2007, Santiago, LegalPublishing, 2008, pp. 479 y ss.; "La
irresistibilidad del caso fortuito y el deber de actuación del deudor como condición
para su exoneración", en F , Gonzalo; B , Enrique y T , Mauricio
(coord.), Estudios de Derecho Civil VI, Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Olmué
2010, Santiago, LegalPublishing, 2011, pp. 737 y ss.; y "La exigencia de la
exterioridad en el caso fortuito: su construcción a partir de la distribución de los
riesgos del contrato", Revista de Derecho de la Universidad Católica de Valparaíso,
XXXIII, 2009, pp. 39 y ss.

27En el derecho comparado existen varias obras relevantes. No obstante, por su


amplitud y profundidad, y por los vínculos históricos que tiene el derecho francés con
el nuestro, la obra más relevante y citada es la de A , Paul-Henri,
Contribution a l'étude de la forcé majeure, París, LGDJ, 1992.

28Como lo demuestra la simple revisión de la jurisprudencia extractada a propósito


del artículo 45 del Código Civil en el Repertorio de Legislación y Jurisprudencia del
Código Civil (Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 1994, 3ª ed., T. I), así como la
jurisprudencia extractada en la edición del Código Civil a cargo de Javier Barrientos
(Santiago, Abeledo Perrot, 2012, T. I). Asimismo, y como ya se adelantó, con
posterioridad a la primera edición de esta obra han surgido numerosos
pronunciamientos judiciales sobre la materia en casos de indemnización de perjuicios
relativos a las consecuencias del terremoto y tsunami de 2010. En los párrafos
siguientes son citadas y analizadas las sentencias más relevantes sobre la materia.

29V. por ejemplo, A , Arturo; S , Manuel, y V , Antonio,


op. cit., p. 279; y, A , René, op. cit., p. 828.

30V. por ejemplo, Corte de Apelaciones de Valparaíso, 14 de marzo de 1928, RDJ,


T. 28, sec. 1ª, p. 239; y Corte de Apelaciones de Concepción, 18 de abril de 2011,
L.P. Nº 49241.

31Señalando que son sinónimas: V. A , Arturo; S , Manuel y


V , Antonio, op. cit., pp. 278 y ss. En una sentencia reciente de la Corte
Suprema, se señala al respecto: "Por caso fortuito se entiende un evento natural
inevitable, al cual no es posible resistir, como un terremoto, rayo, incendio no
imputable, epidemia; y por fuerza mayor a hechos humanos inevitables para cualquier
deudor, como su aprisionamiento por error de la autoridad". Corte Suprema, 10 de
noviembre de 2016, rol Nº 35563-2016 (Cº. 6), Ficha Nº 23.

32V. al respecto: D , Nicolas y J , Christophe, Réforme du droit des


contrats, du régime général et de la preuve des obligations, París, Dalloz, 2017,
p. 125.

33H , Maurice, La distinction de la force majeure et du cas fortuit, Sirey,


1912.3.161.

34C , Jean, op. cit., p. 2204.

35Andrés Bello probablemente lo tomó de la edición de Valencia de 1838. Una


edición posterior: E , Joaquín, Diccionario Razonado de Legislación y
Jurisprudencia, París, Librería de Ch. Bouret, 1885, p. 426.

36Al respecto, v. B , Javier, op. cit., p. 122.


37Me refiero a la reforma del derecho de los contratos, del régimen general y de la
prueba de las obligaciones (Ordenanza Nº 2.016-131, de 10 de febrero de 2016, que
entró en vigor el 1 de octubre de 2016).

38C , François, Le nouveau droit des obligations et des contrats, París,


Dalloz, 2ª ed., 2018, p. 140.

39V. D , Nicolas y J , op. cit., p. 125.

40Traducción libre del autor. El texto original en francés es el siguiente: "Il y a force
majeure en matière contractuelle lorsqu'un événement échappant au contrôle du
débiteur, qui ne pouvait être raisonnablement prévu lors de la conclusion du contrat et
dont les effets ne peuvent être évités par des mesures appropriées, empêche
l'exécution de son obligation par le débiteur".

41Traducción libre del autor. El texto original en francés es el siguiente: "Si


l'empêchement est temporaire, l'exécution de l'obligation est suspendue à moins que
le retard qui en résulterait ne justifie la résolution du contrat. Si l'empêchement est
définitif, le contrat est résolu de plein droit et les parties sont libérées de leurs
obligations dans les conditions prévues aux articles 1351 et 1351-1".

42Rapport au Président de la République relatif à l'ordonnance Nº 2016-131, du 10


février 2016, portant réforme du droit des contrats, du régime général et de la preuve
des obligations (Journal officiel, 11 février 2016).

43La noción que podía desprenderse de esa jurisprudencia es que la fuerza mayor
en materia contractual corresponde a un acontecimiento "imprevisible al tiempo de la
suscripción del contrato e irresistible en su ejecución". Corte de Casación, Asamblea
Plenaria, 14 de abril de 2006, Nº 04-18902 y Nº 02-11168.

44El proyecto de reforma de la responsabilidad civil propone también una definición


para la fuerza mayor en el ámbito extracontractual: "En materia extracontractual, la
fuerza mayor es el evento que escapa al control del demandado o de la persona por
la cual él responde, y respecto del cual éstos no podían evitar ni la ocurrencia ni las
consecuencias por medidas apropiadas". Traducción libre del autor. El texto original
en francés es el siguiente: "En matie`re extracontractuelle, la force majeure est l'e´ve
´nement e´chappant au contro^le du de´fendeur ou de la personne dont il doit re
´pondre, et dont ceux-ci ne pouvaient e´viter ni la re´alisation ni les conse´quences
par des mesures approprie´es". Ministère de la Justice, Projet de réforme de la
responsabilité civile, marzo 2017, artículo 1253 inciso 2º.

45V. por todos: C , François, op. cit., p. 141.

46Ibídem, p. 140.
47B , María Graciela, El caso fortuito y su incidencia..., op. cit., p. 52. Antes,
C , Eduardo e I , Fernando, op. cit., p. 45.

48V. por todos, A , Arturo; S , Manuel y V , Antonio,


op. cit., p. 279, y A , René, op. cit. p. 829.

49Corte Suprema, 8 de abril de 2009, L.P. Nº 41987. En el mismo sentido, entre


otros fallos: Corte Suprema, 9 de septiembre de 1992, RDJ, T. 89, Nº 3, sec. 5ª,
p. 254; Corte Suprema, 19 de junio de 2003, RDJ, T. 100, sec. 3ª, p. 88, Ficha Nº 51;
Corte Suprema, 29 de septiembre de 2004, F. del M., Nº 526, sent. 17ª, p. 2094; Corte
Suprema, 17 de agosto de 2006, RDJ, T. 103, sec. 3ª, p. 872, Ficha Nº 47; Corte
Suprema, 24 de agosto de 2006. RDJ, T. 103, sec. 1ª, p. 636, Ficha Nº 27; Corte
Suprema, 28 de junio de 2007, L.P. Nº 36884, Ficha Nº 45; Corte Suprema, 21 de
enero de 2008, L.P. Nº 38118, Ficha Nº 26; Corte Suprema, 16 de abril de 2009,
L.P. Nº 38806, Ficha Nº 21; Corte Suprema, 18 de diciembre de 2008, L.P. Nº 41441,
Ficha Nº 41; y, Corte Suprema, 22 enero 2009, L.P. Nº 41619.

50En el derecho francés, se ha concluido, por ejemplo, que "la fuerza mayor debe
presentar, en ausencia de convención particular, tres caracteres: irresistibilidad,
imprevisibilidad y exterioridad". M , Philippe; A , Laurent y S -
M , Philippe, Les obligations, París, Defrénois, 2009, 4ª ed., p. 511.
IV. I

56. Como se expondrá en los párrafos siguientes, tanto la


imprevisibilidad como la irresistibilidad constituyen "estándares
jurídicos", esto es, instrumentos jurídicos útiles para señalar la
razonabilidad o la normalidad de un comportamiento51.

Es por eso, como ya se ha dicho, que ambos estándares se


encuentran, en definitiva, determinados por la diligencia debida
por el deudor o agente, del que no son sino su contrapartida.
Aquello que corresponde al cuidado debido, es previsible y
resistible, formando parte del ámbito de las obligaciones del
deudor o agente; aquello que escapa al comportamiento
razonable, es imprevisible e irresistible, constituyendo una
hipótesis de caso fortuito si, además, reúne el requisito de la
exterioridad.

Y esto porque las conductas exigibles en las relaciones


recíprocas no son aquellas esperables de santos o de héroes. De
los otros esperamos un comportamiento normal y razonable, y es
ese criterio el decisivo en materia de imprevisibilidad e
irresistibilidad.

57. Por ello, para examinar el requisito de la imprevisibilidad,


conviene referirse a lo siguiente: i) Las distintas aproximaciones a
este requisito; ii) El método de apreciación de la imprevisibilidad;
iii) La probabilidad como elemento determinante de la
imprevisibilidad, y iv) Momento en que debe medirse la
imprevisibilidad.

1. A

58. Como en todas las materias de derecho civil vinculadas a la


diligencia debida y sus límites (tal como el caso fortuito), existen
dos aproximaciones en la doctrina y en la jurisprudencia: una más
tradicional y absoluta, y otra más moderna y relativa52.

Ambas posiciones constituyen perspectivas diversas acerca de


la noción de previsibilidad y del momento en que debe ser
apreciada para los efectos de determinar si un suceso constituye
un caso fortuito.

59. La posición tradicional y absoluta sobre la imprevisibilidad se


puede sintetizar en tres ideas.

En primer lugar, postula que el evento debe ser imposible de


prever para cualquier persona colocada en iguales circunstancias
externas, con independencia del deber de diligencia de que es
deudor el agente53.

En segundo lugar, esta posición pone acento en la idea de que


la previsibilidad se vincula directamente a las medidas o
providencias necesarias para precaver un hecho, esto es, a las
"actividades de prevención idóneas para evitar la realización del
suceso previsto"54. De esta forma, para esta posición el
acontecimiento es imprevisto cuando sucede a pesar de la
adopción de las medidas de precaución adecuadas. De ahí que,
mirado desde esta perspectiva, se vincule más con la posibilidad
de evitar un suceso que con la posibilidad de anticiparlo. En otras
palabras, esta perspectiva enfoca la previsibilidad desde la óptica
de la irresistibilidad, confundiéndola con este concepto55.

Por último, al poner atención en las actividades para evitar su


ocurrencia, esta aproximación pone énfasis en las medidas de
precaución que se toman en la fase de ejecución de las
obligaciones y no al momento de celebrar el contrato (si se trata
de una hipótesis de responsabilidad contractual)56.

60. Debe mencionarse que esta posición doctrinal y


jurisprudencial corresponde a una visión tradicional
(esencialmente, de la primera mitad del siglo XX), que ha sido
fuertemente discutida por la doctrina contemporánea y, en gran
medida, ha sido superada.

Por lo demás, como se expondrá, varios de los autores que se


citan como sostenedores de esta teoría, en realidad matizan su
exposición refiriéndose a una previsibilidad que invoca patrones
abstractos de conducta y según las "circunstancias externas", lo
que introduce un claro elemento relativo57. En gran medida, la
asignación de un carácter absoluto a las condiciones del caso
fortuito obedece también a que era frecuente, en la doctrina
clásica, el confundirlo con el modo de extinguir las obligaciones
denominado "imposibilidad absoluta de ejecutar la prestación",
que es otra institución y que tiene, como expondrá más adelante,
una regulación diversa en el Código Civil.

Las críticas esencialmente se dirigen a las tres ideas que la


sustentan.
En primer lugar, no podría sostenerse en materia de previsión
de comportamientos en el derecho que ella deba extenderse de
forma absoluta, preguntándose si el deudor o cualquiera otra
persona haya podido anticipar ese hecho. Ello conduciría a un
absurdo, pues, en abstracto, todo evento puede ser de alguna
forma previsible o realizable en la imaginación humana que no
tiene límites. Como se señala en una obra francesa: "existen
individuos inquietos y roídos por el miedo que prevén todo: la
huelga, la tempestad o el atentado criminal"58. Una concepción
de esta naturaleza llevaría a la conclusión, en definitiva, de que
ningún evento podría considerarse imprevisible y, en
consecuencia, no podría existir ninguna hipótesis de caso fortuito.

En efecto, incluso las peores y las más excepcionales


catástrofes pueden, en teoría, anticiparse. Recientemente, la
jurisprudencia chilena ha concluido algo similar, a propósito de los
numerosos juicios de responsabilidad del Estado, originados por
las fatales consecuencias del terremoto y tsunami de 2010. En
varias decisiones, la Corte Suprema ha sostenido que: "En la
práctica, la imprevisibilidad entendida desde esta perspectiva,
haría realmente difícil configurar un evento como fuerza mayor,
pues en estricto sentido, casi todos los hechos o circunstancias
de la vida pueden ser humanamente imaginados, es decir,
hipotéticamente previstos, lo que haría infructuoso alegar esta
causal de exoneración, pues prácticamente nunca se configuraría
como hecho imprevisible"59.

Esto por esto que el derecho no considera necesario anticipar


todo, sino solo prever aquello que un hombre razonable debe
anticipar.

Sostener lo contrario no sería solo ilógico, sino también


irrealizable, porque la previsión en definitiva es el estándar de
comportamiento diligente en el tráfico jurídico y, si se exigiera
prever todo, se obligaría a las personas a una perfección que no
es consistente con la condición humana. Por eso, en ningún
sistema jurídico se les exige a los contratantes anticipar todo, sino
solamente lo normalmente previsible.

Como lo ha afirmado lúcidamente Jean Carbonnier —quizá el


más grande jurista del siglo XX—, "se le reprocha sobre todo a la
doctrina clásica el haber puesto el acento sobre lo absoluto de
cada uno de los elementos de la trilogía [del caso fortuito].
¿Acaso no es exigir al hombre calidades de un superhombre?
(...) Filosóficamente, es la concepción relativa la que tiene la
razón: el absoluto no es de este mundo"60. Como otros autores,
con cierto humor afirman: "es evidente que el derecho no es
absoluto, no exige al deudor ser un superhombre, Tarzán, Astérix,
Tintin, Superman, Rambo o el Conde de Montecristo"61.

Así como concluye un fallo francés, la imprevisibilidad de


entenderse de "manera humana y no absoluta, a la escala del
entendimiento y de la fuerza humana"62.

La reciente reforma del derecho de los contratos en Francia


confirma este criterio, pues la definición de fuerza mayor del
nuevo artículo 1218 señala que un suceso reviste tal carácter
cuando "no haya podido ser razonablemente previsto al momento
de la suscripción del contrato". Es por esto que una obra reciente
concluye que "la incorporación del término 'razonablemente'
obligará al juez a aplicar este criterio de la previsibilidad con
inteligencia, y a no reducir la categoría de eventos de fuerza
mayor sólo a los sucesos totalmente improbables o
imaginables"63.
En segundo lugar, al conducir la imprevisibilidad a las medidas
de prevención destinadas a evitar un suceso que, a pesar de ser
implementadas, de todas formas aconteció, esta teoría en
realidad termina confundiendo la imprevisibilidad con la
irresistibilidad. Es esta última, como se expondrá, la que exige
preguntarse si se podían tomar las medidas destinadas a evitar o
contener el hecho en que consiste el caso fortuito. Ello equivale a
dejar sin contenido uno de los requisitos legales del caso fortuito,
contrariando el texto de la ley, cuestión que también se encuentra
presente en cierta doctrina comparada contemporánea64.

Por último, también se critica a esta posición doctrinal el centrar


el análisis en las medidas de precaución implementadas en la
fase de ejecución del contrato, siendo que la previsibilidad de los
comportamientos debe medirse, en el caso de los acuerdos, en el
momento en que se celebraron65.

61. La segunda posición, contemporánea y relativa, puede


resumirse en las siguientes dos ideas, tal como se ha adelantado
en los párrafos anteriores66.

En primer lugar, la imprevisibilidad atiende a una representación


mental y anticipada de que ciertos hechos pueden ser las
probables consecuencias de ciertas causas. Tal previsión debe
efectuarse no en términos absolutos, sino en relación con la
diligencia debida por el agente y sus circunstancias. Como se
sabe a propósito del análisis de la diligencia debida, para esta
aproximación la pregunta pertinente para determinar el carácter
imprevisible de un acontecimiento pasa por responder,
previamente, cuál era el estándar de comportamiento (y, por
tanto, de previsión) exigible al agente.
Esta posición comenzó a generalizarse a partir del conocido
estudio de André Tunc de 1945, quien defendió por primera vez
con fuerza el carácter relativo de la imprevisibilidad y de la
irresistibilidad, la necesidad de vincularlas estrictamente a la
diligencia debida67. Tal como la sintetiza Jean Carbonnier: el
caso fortuito "es liberatorio desde que él gobierna los medios que
el deudor estaba obligado a aplicar; debe ser medido según la
diligencia que él debía de acuerdo al contenido de la
obligación"68. Envuelve así una apreciación in abstracto, tal como
lo confirma, en el caso del derecho francés, la introducción de la
noción de "razonablemente" en el concepto de fuerza mayor69.
En síntesis, "la imprevisibilidad de un suceso constitutivo de
fuerza mayor debe ser apreciada in abstracto, esto es, se trata de
determinar aquello que es normalmente imprevisible para un
hombre razonable"70.

En segundo lugar, tal operación de previsión debe medirse, para


el caso de la responsabilidad contractual, en el momento de
celebración del acuerdo, pues es en ese instante donde debe
apreciarse si el deudor pudo anticipar el suceso y tomar las
medidas (en la redacción de las cláusulas del contrato) para
regular o excluir ese riesgo. De esta forma, la imprevisibilidad
conserva un rol independiente de la irresistibilidad en el caso
fortuito, pues la primera se mide al momento del acuerdo y la
segunda al momento de la ejecución cuando se desencadenan
los acontecimientos.

62. La doctrina y la jurisprudencia contemporáneas (nacionales y


comparadas) se inclinan masivamente por la segunda concepción
descrita (la posición relativa)71. Basta señalar, desde ya, que las
obras principales sobre la materia, así como la jurisprudencia,
concluyen en tal sentido72. De ahí que en los párrafos siguientes
se analicen los componentes de la imprevisibilidad y su forma de
apreciación conforme a sus criterios, citando los fallos nacionales
que recogen actualmente esta visión.

Para esto, hay que tener presente que la imprevisibilidad, al


igual que la diligencia debida, presenta una doble pregunta: cómo
se aprecia y qué elementos la componen.

2. M

63. Si el actuar diligente está definido por comportarse de


acuerdo a las consecuencias previsibles de su actuación —tal
como ya ha sido explicado—, es evidente que la imprevisibilidad
conduzca a la misma pregunta de cómo debe medirse lo
imprevisible (in concreto o in abstracto).

En otros términos, ¿se trata de determinar lo imprevisible


subjetivamente?, esto es, ¿qué podía anticipar ese individuo
concreto según su capacidad intelectual, fortalezas y debilidades
peculiares?; o bien, ¿se trata de determinar qué debía haber
anticipado según el deber de diligencia que le era exigible?, esto
es, ¿qué debía haber previsto un sujeto diligente colocado en las
mismas circunstancias externas?

64. Ahora bien, por las mismas razones que la diligencia debida
—y su corolario la culpa civil—, se aprecian in abstracto, así
también la imprevisibilidad —y su corolario la excusa de caso
fortuito—, se aprecian según el mismo método.
En síntesis, se compara la conducta efectiva del agente (aquello
que previó y no previó) con el patrón de conducta aplicable
(aquello que debió haber previsto), para obtener la respuesta de
si un determinado acontecimiento fue previsible o imprevisible.

Esta es una conclusión absolutamente mayoritaria en la doctrina


y jurisprudencia, por dos razones esenciales:

En primer lugar, por una razón de sentido común, pues si la


imprevisibilidad se apreciara in concreto difícilmente
encontraríamos hechos previsibles y los juicios civiles se
convertirían en disputas entre informes psicológicos que
rebatirían el menor o mayor grado intelectual del deudor y, en
consecuencia, su posibilidad de anticipar determinados eventos o
no. Evidentemente, un sistema de intercambios y de relaciones
interpersonales fundadas en la confianza que nacen de las
conductas externas no puede descansar en ese subjetivismo
psicológico.

En segundo lugar, por una razón de coherencia, porque si


legalmente —como se ha expuesto— la diligencia se mide en
virtud de las conductas previsibles que imponen los patrones
abstractos de comportamiento (artículo 44 del Código Civil), es
evidente que su contrapartida —los hechos imprevisibles— deben
medirse con ese mismo método abstracto.

65. El método in abstracto de apreciación de la imprevisibilidad es


con frecuencia recogido en las sentencias de las Cortes
superiores chilenas sobre caso fortuito bajo la exigencia de que él
debe medirse en términos "razonables" o "racionalmente"73. Esto
porque lo "razonable" hace referencia en nuestros sistemas
jurídicos contemporáneos a lo que el Código Civil denomina un
buen padre de familia, esto es, una persona de ordinaria
diligencia. En efecto, un "buen padre de familia, es una persona
razonable por definición"74.

Tal patrón de conducta —como se ha explicado latamente— es


el que corresponde al de la "culpa leve", aplicable a todas las
relaciones extracontractuales y a la inmensa mayoría de los
contratos (aquellos que se suscriben en utilidad recíproca, salvo
que las partes hayan dispuesto otra cosa).

Así, nuestra Corte Suprema ha concluido que "la


imprevisibilidad del caso fortuito o fuerza mayor significa que
racionalmente no existe manera de anticipar su ocurrencia"75. La
jurisprudencia nacional ha agregado, en el mismo sentido, que es
imprevisible cuando "racionalmente no existe manera de anticipar
su ocurrencia"76; o, "cuando no hay ninguna razón esencial para
creer en su realización"77, etcétera.

De esta forma, la actuación racional es aquella esperable de


una persona diligente que prevé aquello que le corresponde
prever según el estándar de diligencia del cual responde (y
usualmente ese estándar es el mediano, correspondiente al buen
padre de familia).

66. En el mismo sentido concluye la jurisprudencia francesa —


que es siempre seguida de cerca por los fallos nacionales en esta
materia— afirmando que el elemento imprevisible debe medirse
en atención a aquello que es "normalmente imprevisible"78o
"racionalmente imprevisible"79. Como ha concluido una conocida
obra francesa reciente de derecho de las obligaciones: en su
valoración en "abstracto, hablamos de evento 'normalmente
imprevisible': la apreciación en relación al buen padre de
familia"80.
67. En gran medida por influencia del derecho francés de
mediados del siglo XX, la doctrina nacional afirma
sistemáticamente en el presente que la imprevisibilidad debe
medirse en abstracto.

Como afirmara la señera obra de Henri y Léon Mazeaud y


François Chabas: "no se trata de determinar si el deudor en
particular podía anticipar el evento y resistirlo, sino si un deudor
diligente, colocado en las mismas circunstancias, habría podido
anticiparlo y resistirlo"81.

Siguiendo esas enseñanzas, la doctrina nacional más


autorizada (Arturo Alessandri) también ha sostenido que "un
hecho es imprevisto cuando ninguna razón hay para esperar su
ocurrencia"; o, cuando "ni el agente ni ninguna otra persona
colocada en las mismas circunstancias de tiempo y de lugar
habría podido preverlo"82.

68. Como se desprende de lo anterior, al igual que la "diligencia


debida" (y su corolario la culpa civil) en la apreciación in abstracto
de la imprevisibilidad también son relevantes las "condiciones
externas", en particular, el grado de especialización o el carácter
profesional del deudor (el profesional especialista debe anticipar
ciertos eventos que un lego no está en condiciones de hacer), y
las circunstancias concretas en que actuaba (así, no es lo mismo
obligarse a cumplir un contrato en un lugar inhabitado y extremo,
que hacerlo en medio de una ciudad).

Un ejemplo tomado de la jurisprudencia nacional puede ilustrar


lo anterior: es previsible que en Valdiviapueda llover intensamente
y estropearse una cosecha o entorpecerse una construcción; pero
es imprevisible que en una zona seca como Arica pueda
presentarse el mismo acontecimiento83.
Como lo sintetiza en Francia, Geneviève Viney, sobre la base de
lo fallado reiteradamente por la Corte de Casación: "tal como
ocurre para la apreciación de la culpa, la imprevisibilidad debe
referirse a una persona 'media', correspondiente a un hombre
normalmente prudente y diligente, el estándar del 'buen padre de
familia' adaptado a la actividad ejercida por el deudor y al grado
de especialización que ella implica"84.

69. No es necesario insistir en este modelo de apreciación ni en


la consideración de las condiciones exteriores, pues ellas han
sido desarrolladas latamente a propósito de la diligencia debida y
son plenamente aplicables a esta materia, por cuanto, como
también se ha reiterado, la previsibilidad (diligencia) y la
imprevisibilidad (caso fortuito) no son más que dos caras de la
misma moneda.

En síntesis, y en lo que importa para el objeto de este estudio,


un evento constituirá una hipótesis de fuerza mayor cuando,
reuniéndose las restantes condiciones que se analizarán, haya
sido imprevisible, esto es, cuando un agente diligente (de su
misma especialidad técnica), y actuando en las mismas
circunstancias externas, no habría podido anticipar racionalmente
su ocurrencia.

Queda por determinar, a continuación, cuál es el elemento


determinante de esa "imprevisibilidad", cuestión que nos lleva a
pronunciarnos sobre la "probabilidad" de ocurrencia del suceso.

3. P
70. Cuando se examina la diligencia debida se menciona con
frecuencia que el juicio de diligencia o de negligencia (culpa civil),
exige preguntarse, ante todo, aquello que debió prever el agente,
pues, como ha concluido la jurisprudencia, la culpa no es más
que no haber previsto aquello que debió preverse.

Se indica también que para precisar la previsibilidad de una


conducta la jurisprudencia utiliza indicadores como la probabilidad
de ocurrencia del suceso, la intensidad del fenómeno, el valor
social de la acción en el marco en el que se produce o el costo de
las medidas de prevención.

Algo similar ocurre con la imprevisibilidad en materia de caso


fortuito, salvo en cuanto que para esta figura jurídica adquiere
particular relevancia, entre esos factores, la "probabilidad" de
ocurrencia del suceso.

71. Ante todo, una precisión terminológica. El Código Civil, en la


definición de caso fortuito (art. 45), se refiere al hecho
"imprevisto", lo que daría a entender que es algo que en el caso
concreto no fue anticipado; y no se refiere a un evento
"imprevisible", esto es, que comprende no solo los eventos no
anticipados, sino también aquellos hechos que no se anticiparon
pero que debieron anticiparse. En otros términos, el criterio de
hecho "imprevisible" es mucho más severo que el criterio del
texto legal (imprevisto).

No obstante, como concluye acertadamente Paulina Veloso, la


doctrina y jurisprudencia nacional y comparada unánimemente
sostienen que el requisito del caso fortuito es el más severo,
debiendo revestir el hecho el carácter de "imprevisible"85.

72. En definitiva, si atendemos a su etimología, el requisito


reconduce a aquello que "no se pudo ver con anticipación", o que
no se pudo "conocer, conjeturar por algunas señales o indicios lo
que ha de suceder"86.

Tal como se entiende de su simple lectura, ni con el texto legal


ni con su sentido etimológico se avanza demasiado, pues, en
estricto rigor, cualquier hecho "se pudo ver con anticipación" (la
imaginación humana es infinita), y ya hemos expuesto por qué
razones de sentido común y de fondo el derecho rechaza ese
absolutismo.

73. En realidad, la tarea de determinar qué se debió anticipar es,


nuevamente, una cuestión entregada a la apreciación de los
jueces sobre la base de esos patrones abstractos de
comportamiento que ya fueron analizados, y donde
frecuentemente se utilizan criterios jurídicos que emanan de los
propios precedentes judiciales y de las enseñanzas de la
doctrina.

Una lectura de esas fuentes lleva a la conclusión de que entre


tales criterios jurídicos el determinante es la "probabilidad" de
ocurrencia del suceso, sin perjuicio de que se utilicen otros
subcriterios —que permiten darle contenido a aquel—, que
también se mencionarán.

Esto es, determinar qué cuestión no pudo prever el hombre


diligente conduce a preguntarse cuán "probable" era la ocurrencia
del hecho en examen.

74. Efectivamente, la probabilidad constituye un criterio que le da


un contenido específico y realista ("a escala humana", como
señalaba una sentencia ya citada) a la posibilidad de prever: "se
trata de un cálculo destinado a establecer las expectativas
plausibles de que un determinado hecho impida el cumplimiento
fiel y oportuno del deudor"87.
75. La idea de la "probabilidad" como factor determinante de la
imprevisibilidad del caso fortuito está presente desde antiguo en
la doctrina comparada, y en el derecho contemporáneo es
recogida ampliamente por la doctrina nacional y también por los
precedentes judiciales.

La vinculación entre imprevisibilidad y probabilidad surgió


tempranamente en el derecho francés —en un fallo de la Corte de
Casación de 1842—, y tomó su formulación como criterio gracias
al aporte de la obra de Marcel Planiol y Georges Ripert, para
quienes: "todos los eventos son previsibles. Pero ellos son más o
menos probables y la actividad práctica es solamente posible si
no se exige la previsión y la prevención de todos los peligros
susceptibles de ser imaginados"88.

Durante el siglo XX, ese elemento fue consagrándose en la


doctrina civil89, de tal forma que la "imprevisibilidad aparece así
como una cuestión de más o menos chances: ella se excluye por
una certeza o probabilidad seria, pero no por una posibilidad
vaga"90; hasta llegar a afirmar que "en realidad no es la
previsibilidad a lo que se apunta, sino a la probabilidad"91.

En el derecho chileno, se ha afirmado recientemente que la


"probabilidad es un criterio propio de la previsibilidad"92, que la
previsibilidad exige el cálculo de "riesgos probables"93, y que el
deber de anticipar los sucesos depende de "cuán probable
sea"94.

Así también la Corte Suprema ha afirmado que la


imprevisibilidad del caso fortuito consiste en que no haya podido
ser previsto "dentro de un cálculo de probabilidades"95.
76. A diferencia del sentido etimológico de "prever", el que
corresponde a "probable" entrega más pistas acerca de su
alcance: un suceso es probable "cuando hay buenas razones
para creer que se verificará o sucederá"96.

La pregunta pertinente es, entonces, ¿cuáles son esas buenas


razones que deben examinarse para determinar que un evento
sea probable?

Aun cuando el derecho no es una ciencia exacta, tales razones


y la determinación en definitiva de la probabilidad (de aquello que
era plausible anticipar), obedece, a su vez, a una serie de
variables y criterios, que pueden sintetizarse en los siguientes: a)
El carácter profesional del agente; b) El grado de probabilidad de
ocurrencia del suceso; y, c) La mayor o menor concreción del
evento cuya anticipación se evalúa. La Corte Suprema se ha
pronunciado recientemente de un modo similar: "En cada caso
concreto se requiere: a. El referente a su normalidad y frecuencia;
b. El atinente a la probabilidad de su realización; c. El
concerniente a su carácter excepcional y sorpresivo"97.

Tales criterios, que se examinan a continuación, se desprenden


de lo que es sostenido en el presente por la jurisprudencia y la
doctrina.

77. a) Carácter profesional del agente. La cuestión de la


consideración del carácter de experto del agente cuyo
comportamiento se evalúa es una cuestión latamente examinada
en el derecho nacional (a propósito de la diligencia debida)98.

Lo relevante de destacar en este apartado es que si lo


imprevisible es aquello que no se pudo anticipar con los indicios o
con la información disponible, resulta lógico que deba
considerarse la calidad de experto del agente. Un contratante o
agente profesional se presume que maneja mayor información
(por el dominio de su ciencia o arte) y, por tanto, puede estimar
como "probables" más eventos que alguien que no lo es. Así se
ha fallado también por la jurisprudencia chilena99.

Esto no es una consideración subjetiva, pues, como se explicó,


la calificación profesional es una circunstancia externa, que tiene
cabida en un método de apreciación objetivo y abstracto, que es
el que se aplica en nuestro derecho a la imprevisibilidad.

78. b) Grados de probabilidad. La probabilidad siempre es una


cuestión de grados. Un evento puede ser más o menos probable
en su ocurrencia. La pregunta relevante es ¿cuál es el umbral de
probabilidades bajo el cual se considera un evento como
imprevisible?

Nuevamente, las respuestas no son categóricas, y solo es


posible avanzar ciertos criterios de sentido común, pues el
derecho —debe insistirse— no es una ciencia exacta.

En primer lugar, lo que debe evaluarse son las probabilidades


de ocurrencia de un hecho y no las meras posibilidades de
ocurrencia, como sucedería si la anticipación se funda en
antecedentes vagos y generales. En el extremo, cualquier evento
es probable que acontezca en el futuro, pero tal probabilidad no
puede fundar una conducta racional en el tráfico jurídico. Como
señalaba un autor francés, "en todas las cosas de este mundo...
existe una posibilidad vaga..." de ocurrencia, pero ello no es
suficiente para calificarla como probable y previsible100.

En segundo lugar, debe tratarse entonces de probabilidades que


se aproximen a la certeza, o al menos que constituyan
probabilidades serias de ocurrencia. Y eso se desprende de los
antecedentes con que se cuente. En el fondo, lo que debe
examinarse es si el agente, al momento de contratar, debía estar
al tanto de antecedentes que volvían seria la probabilidad de
ocurrencia de un hecho y, por tanto, debía adoptar medidas en
relación con el mismo.

El derecho de daños proporciona ejemplos ilustrativos sobre la


materia. El lucro cesante es un perjuicio futuro y, por tanto, en
gran medida incierto en su ocurrencia (porque el futuro lo es por
esencia). No obstante, en el derecho se indemniza porque su
probabilidad de ocurrencia es cercana a la certeza, en atención a
los antecedentes en que se funda (por ejemplo, en un contrato de
trabajo que permite precisar los ingresos que recibiría el
trabajador de haber continuado laborando si el accidente no se le
hubiere impedido). Así también ocurre en materia del daño
denominado "pérdida de una chance", que consiste en
indemnizar la pérdida de oportunidades de obtener un beneficio o
de evitar un perjuicio (como el médico que omite un examen y
hace perder al paciente las chances de someterse a un
tratamiento oportuno y sobrevivir)101. Aun cuando el daño, en
este caso, pudo provenir de otras causas, se indemniza por
cuanto se tiene certeza de que al menos el agente destruyó
oportunidades en la víctima y tales oportunidades eran "serias"
según los antecedentes (por ejemplo, existían tratamientos
efectivos para la enfermedad que le habrían podido salvar la
vida)102.

En definitiva, la seriedad de la probabilidad depende de los


"antecedentes" con que cuente el agente, cuestión que
evidentemente dependerá —conforme a lo expuesto— de su
calificación profesional (y de los conocimientos adquiridos de la
ciencia y arte que profese), pero donde también influirán los datos
que arranquen de la experiencia pasada.
En tercer lugar, y vinculado a lo anterior, será relevante
entonces para determinar la probabilidad de ocurrencia de un
suceso la circunstancia de que en el pasado se haya presentado
o no con cierta "frecuencia". Mientras más reiterado haya sido un
suceso en el pasado, más probable (y por tanto previsible) será
en el futuro, pues un agente diligente debe estar al tanto de tales
antecedentes.

Este es un criterio de probabilidad muy presente en la doctrina y


en la jurisprudencia chilena. Así, se ha sostenido que eventos de
"intensidad" inusitadas, son poco frecuentes y, por tanto,
imprevisibles por improbables103. En efecto, "la reiteración más o
menos periódica de un cierto evento puede influir en que se
califique como más o menos alto el grado de probabilidades de
que aquél se verifique"104.

Una Corte nacional ha afirmado, sobre este factor, que la


imprevisibilidad implica que el evento "no sea de ordinaria
frecuencia"105; y otras sentencias han estimado que, por ser
frecuentes, son probables y previsibles lluvias en la ciudad de
Puerto Varas106o movimientos sísmicos de mediana intensidad
en Santiago107.

Así también, por ejemplo, una Corte falló que es imprevisible


(por ser inusitado) el colapso de un sistema recolector de aguas
por una afluencia repentina y mayor de la misma108.

Sobre esta cuestión de la probabilidad como elemento de la


imprevisibilidad, es necesario efectuar un análisis más detallado
de lo que ha sostenido recientemente la jurisprudencia en Chile,
luego del terremoto y tsunami de 27 de febrero de 2010. ¿Eran
imprevisibles? Al respecto, es necesario referirse separadamente
al suceso del terremoto y al posterior tsunami.,

Respecto del primero, Carlos Pizarro ha afirmado, de forma


categórica, que "Tratándose de un terremoto no existe duda que
es improcedente calificarlo como un caso de fuerza mayor. Los
terremotos en Chile por sus características geográficas son
previstos, siendo un argumento indesmentible la necesidad de
construir conforme a la norma sísmica. De ahí que deba
descartarse el terremoto en sí mismo como un fenómeno de
fuerza mayor en términos amplios y generales. Falta el elemento
del imprevisto, aunque sea irresistible. Sabemos que puede
verificarse, aunque no sabemos cuándo"109. No obstante,
pareciera que la afirmación es demasiado amplia. Sabemos que
Chile es un país sísmico, y que un fenómeno de esta naturaleza
ocurrirá en algún sector del país, pero su probabilidad de
ocurrencia es variable. El desarrollo de la sismología, y los
registros históricos, han permitido ir afinando la predicción acerca
de la época (rango de años) en que debería repetirse un
movimiento sísmico de gran magnitud, en el norte, centro y sur
del país. En el fondo, conocemos lo que en la ciencia en la
materia se denomina "periodo de retorno". El concepto de periodo
de retorno (o también denominado periodo de recurrencia) se
refiere, en la lex artis, a una noción estadística que consiste en el
tiempo esperado o tiempo medio entre dos sucesos de baja
probabilidad. Por ejemplo, en ingeniería hidráulica es el tiempo
medio entre dos avenidas con caudales iguales o superiores a
uno determinado, mientras que en ingeniería sísmica es el tiempo
medio entre dos terremotos de magnitud mayor que un cierto
valor, esto es, un concepto estadístico que intenta proporcionar
una idea de hasta qué punto un suceso puede considerarse
raro110.
Así, por ejemplo, sabemos que un terremoto de magnitud 7 a 8
se puede presentar dentro de las próximas décadas. Ahora bien,
tal periodo de recurrencia es mayor o menor, evidentemente,
dependiendo de la zona del país, y de la antigüedad del último
fenómeno de esa naturaleza ocurrido en tal sector. Por su parte,
un terremoto grado 9 (como el de Valdivia) tiene un periodo de
recurrencia de 300 a 400 años, según los estudios en la
materia111.

De lo expuesto es posible desprender que los terremotos tienen


en Chile una probabilidad de ocurrencia que varía según su
magnitud y la zona específica en cuestión, variables que la
sismología ha ido precisando, según lo expuesto. De esta forma,
un terremoto puede ser más o menos probable, y de ahí que, en
mi opinión, es necesario efectuar tales distinciones para
determinar si cumple con el requisito de la probabilidad, no
pudiendo descartarse a priori que pueda satisfacer con ello el
elemento de la "imprevisibilidad" del caso fortuito, particularmente
cuando se analiza en el marco de una relación contractual (el
periodo de retorno puede quedar razonablemente más allá del
horizonte temporal del contrato). Por lo demás, no debe olvidarse
que la definición de caso fortuito del derecho nacional incorpora
como ejemplo precisamente al terremoto. Es cierto que puede
sostenerse que en la época de su redacción la sismología no
había desarrollado estos análisis, pero creo ello no puede
conducir a excluirlo por ese solo hecho de las hipótesis de caso
fortuito, por las razones expuestas.

79. En cuanto a la jurisprudencia post terremoto de 2010, si nos


remitimos a lo resuelto por la Corte Suprema, pueden extraerse,
hasta la fecha (hay varias instancias en curso), dos conclusiones
generales: por una parte, hay grupo importante de fallos
ejecutoriados que consideran que es imprevisible el terremoto,
pero que no lo sería el posterior tsunami y sus consecuencias; y,
por otra parte, existe un conjunto de decisiones que declara
incluso previsible el terremoto, por la naturaleza sísmica del país
(que se demuestra, entre otras, por las normas de construcción
antisísmicas aludidas), y por la creación de órganos públicos
especializados para actuar frente a estas contingencias, incluso
aquellas de la magnitud del terremoto de 2010112.

A continuación se expondrán los razonamientos principales de


la Corte Suprema para arribar a estas conclusiones, en atención
a que inciden en la "probabilidad" de ocurrencia que se viene
examinando.

Respecto del primer grupo, las sentencias discurren sobre la


posibilidad de estimar imprevisible el terremoto, pero no sus
consecuencias, en particular, el posterior tsunami113. Por
ejemplo, la Corte Suprema ha afirmado lo siguiente: "...en el
presente caso fue la absoluta falta de una razonable previsibilidad
acerca de lo que sobrevendría luego de sucedido el fuerte
terremoto que golpeó con especial fuerza a la VIII Región, lo que
impide acoger la alegación que efectúa el Fisco, puesto que si
bien el fenómeno natural ocurrido, por su fuerza y efectos podría
estimarse, prima facie, un evento imprevisto e irresistible, fue la
misma autoridad quien apoyada en nulos antecedentes y
completa falta de información fidedigna, la que asumió y previó un
devenir de sucesos equívocos dando cuenta el Intendente en dos
ocasiones que la población debía regresar a sus viviendas
asegurando que nada más sobrevendría, haciéndose eco de una
información oficial, emanada del organismo técnico especialista
en emergencias y que en sus manos tenía el devenir de las
consecuencias próximas, esto es, la ONEMI, que canceló la
alerta de tsunami una hora y media después de ocurrido el
terremoto de 8.8 grados en la escala de Richter..."114.
Respecto de los segundos, existe un conjunto de fallos que
estiman que la naturaleza sísmica del país hace que los
terremotos sean previsibles, solo que no se sabe en qué
momento exacto ocurrirán y cuál será su magnitud exacta: "Lo
anterior es trascendente, pues, por una parte, atendida las
características geológicas del país y la existencia de una larga
franja costera, lo hacen propenso a sufrir terremotos y tsunamis,
cuestión que ha sido reconocida incluso en los textos
reglamentarios que han sido analizados a propósito del examen
de la existencia de la falta de servicio, por lo que en caso alguno
se puede señalar que tales eventos sean imprevisibles, pues se
sabe con certeza que ocurrirán, sólo que el día en que ocurrirá y
de su magnitud, es algo que no puede ser determinado con
antelación"115. En cuanto al tsunami, y considerando la magnitud
del terremoto en cuestión, la Corte valora precisamente la
"probabilidad" de su ocurrencia para determinar su
previsibilidad116. Una decisión agrega lo siguiente: "...el fatal
desenlace que origina el daño cuya reparación se pretende no
puede ser considerado como caso fortuito o fuerza mayor, pues,
per se, la ocurrencia de un tsunami posterior a un gran terremoto
no puede ser entendido como un hecho imprevisto, al tratarse de
un fenómeno de reiterada ocurrencia en la historia de la Nación (e
incluso anterior a su existencia), a lo que debe agregarse que el
reproche pasa, en lo sustancial, no por no haber advertido la
ocurrencia del maremoto en cuestión sino por no haberse
comunicado la alerta de tsunami ya emitida por el organismo
competente para ello, precisión que deja en evidencia la
inviabilidad de esta alegación"117.

80. Por otra parte, existen también interesantes precedentes


recientes sobre la probabilidad de ocurrencia de fenómenos
climáticos que terminan afectando la continuidad del suministro
de servicio eléctrico.
La Corte Suprema ha tendido a sostener que estos fenómenos
no constituyen fuerza mayor precisamente por ser "probables", en
los siguientes términos: "En cuanto a los efectos de los sistemas
frontales, éstos no constituyen un caso fortuito o fuerza mayor,
dado que no concurre el requisito de la imprevisibilidad por
cuanto en la zona donde se presentan son fenómenos naturales
probables. En las condiciones referidas no resulta atingente
sostener que la empresa concesionaria se viera enfrentada a un
imprevisto imposible de resistir. Precisamente era previsible que
el sistema frontal causara estragos en las instalaciones y
sistemas de distribución, sin embargo, se podrían haber evitado o
mitigado las consecuencias lesivas para el sistema eléctrico, si se
hubieran adoptado las medidas necesarias para procurar la
continuidad del servicio"118. Efectivamente, los fenómenos
climáticos adversos son previsibles por su frecuencia y
probabilidad, por lo que no parece admisible que ellos se utilicen
como excusa para justificar una suspensión del servicio eléctrico
respecto del que la ley ordena una continuidad del servicio. Al ser
probables, y no haber tomado las medidas necesarias para
impedir sus efectos sobre la continuidad del servicio al que se
obligan con sus clientes, o no haber tomado las providencias
necesarias para disminuir y acotar su impacto, se demuestra una
actuación negligente de la empresa, que evidentemente excluye
toda excusa de fuerza mayor119.

81. Por otra parte, y dado los sucesos recientes, cabe también la
pregunta de en qué medida era improbable, y por tanto
imprevisible, el estallido social en Chile de 18 de octubre de 2019.
Por supuesto que las causas que alimentaron este grave suceso,
así como sus serias consencuencias, escapan a los propósitos de
esta obra. Estos son sin dudas los elementos más relevantes.
Pero en lo que importa para la materia analizada en este estudio,
resulta relevante preguntarse en qué medida este estallido social
puede considerarse previsible o imprevisible, atendiendo
precisamente a su probabilidad de ocurrencia, de modo de
determinar si podría invocarse como excusa de fuerza mayor,
particularmente en acuerdos contractuales en curso.

Es posible imaginar, en efecto, muchos contratos en curso, de


ejecución diferida, escalonada o de tracto sucesivo, que pueden
verse seriamente afectados por estos eventos. Por ejemplo, los
innumerables contratos suscritos para la provisión de productos
periódicamente; las promesas de compraventa de inmuebles
sujetas a condiciones suspensivas impactadas en su
cumplimiento por la destrucción, la paralización total o parcial de
organismos públicos o la dramática transformación del entorno
donde se encuentran; los contratos de arriendos sobre bienes
vandalizados; los severos efectos en los contratos de
construcción en curso sobre inmuebles total o parcialmente
afectados por saqueos o vandalismo, entre otros ejemplos.

Como es obvio, desde esta perspectiva, y tal como en el caso


de los terremotos, es necesario preguntarse por la probabilidad
de ocurrencia o frecuencia de estos sucesos en Chile.

Una rápida revisión histórica, desde el siglo XX, conduce a


sostener que estos sucesos se han repetido con escalofriante
periodicidad en Chile, y con consecuencias lamentablemente
catastróficas.

El mitín de la carne (1905). Durante el gobierno de Germán


Riesco, Chile sufrió los efectos de una inflación económica que
progresivamente fue generando descontento, principalmente, en
los sectores populares de la sociedad. El punto cúlmine de la
insatisfacción ciudadana tuvo lugar tras un alza en los precios de
la carne originada por un impuesto a las importaciones de este
producto.
El 22 de octubre de 1905 y los días siguientes se convocaron
protestas en los alrededores de La Moneda que, luego de
irrupción del ejercito a cargo del general Roberto Silva Renard,
terminaron con alrededor de 500 heridos y 200 fallecidos120.

La revuelta de la chaucha (1949). Hacia el final de los gobiernos


radicales, y tras la dictación de la Ley Maldita, el Presidente
Gabriel González Videla atravesó una crisis de respaldo político,
además de una inflación que fue combatida con medidas como la
fijación de precios de artículos de primera necesidad. Las
medidas del gobierno de González Videla provocaron una ola
paros convocados por diversos gremios.

En este escenario, el 12 de agosto de 1949, el gobierno


aumentó el precio del pasaje del transporte público en 20
centavos. El 16 de agosto comenzaron a producirse protestas en
las calles de Santiago protagonizadas por estudiantes, quienes
luego serían apoyados por otros sectores de la sociedad.

Por orden del gobierno, las manifestaciones fueron reprimidas


por Carabineros y el Ejército, cuya consecuencia fue el
fallecimiento decenas de personas.

Batalla de Santiago (1957). El segundo gobierno de Carlos


Ibañez del Campo enfrentó una profunda crisis económica. Entre
otras medidas, el gobierno dispuso un alza en el en precio del
transporte público.

La Central Única de Trabajadores, en conjunto con otras


organizaciones sindicales, convocó una protesta para los días 2 y
3 de abril de 1957. La magnitud de la protesta implicó que se
decretara estado de sitio.
La fuerzas policiales en conjunto con el Ejercito enfrentaron las
manifestación provocando 18 muertes y alrededor de 100
heridos121.

Dejo fuera de esta cronología el golpe de Estado de la dictadura


cívico-militar de Augusto Pinochet (1973), por tratarse no de una
revuelta ciudadana, sino todo lo contrario, de una ruptura
democrática orquestada por un sector de la elite económica y
política, con apoyo internacional. Asimismo, excluyo otros
incididentes graves, pero con efectos más circunscritos o locales,
como la Matanza de Santa María de Iquique (1907), la Matanza
del Seguro Obrero (1938) y la Matanza de Puerto Montt (1969).

Como prueba lo anterior, estos estallidos sociales tienen una


frecuencia indesmentible en la historia reciente de Chile. Desde
esa perspectiva, pueden considerarse relativa o incluso
estadísticamente previsibles, más aún si se considera que en
este caso el descontento social se venía acumulando desde hace
al menos 30 años, evidenciado por las reacciones —hasta antes
del estallido controladas— que generaban en los ciudadanos:
alza del costo de la vida, sobreendeudamiento de las familias,
exigüas pensiones, precarización de la salud y educación pública,
abusos masivos a consumidores, grandes evasiones tributarias o
condonaciones, impunidad de los delitos económicos y de los
ejecutados por la clase política, etc.

No obstante, me parece que por más que estos sucesos


dramáticos tengan cierta periodicidad, al igual que los terremotos
es difícil sostener que pueda preverse la época exacta en que
ocurrirán. Varios elementos abonan esta tesis en este caso. Ante
todo, el momento político en que nos econtrábamos, habiéndose
elegido recientemente un gobierno de derecha con un programa
de gobierno que anunciaba más bien una produndización o al
menos una continuidad del modelo económico que ahora se
estima condujo a este estallido social. Asimismo, la solidez y
estabilidad que, al menos en términos macroeconómicos, parecía
presentar nuestro país. Van también en ese sentido las
complacientes tesis que sostenían que el bienestar del modelo
neoliberal, y la construcción de esta sociedad de consumo,
llevaban a interpretar las demandas sociales como el síntoma de
una ciudadanía que aspiraba a una mayor participación en esa
prosperidad y no como un cuestionamiento de sus bases. Por
último, y entre otras justificaciones, que en la última elección
presidencial parecía que la ciudadanía había decidido renunciar o
al menos postergar las reformas que hoy (escribo estas líneas
cuando se cumple un mes del estallido social) surgen como los
remedios urgentes para paliar las demandas sociales: nueva
Constitución, mejoras en pensiones y sueldo mínimo, incremento
de impuestos a los más ricos, fortalecimiento de la educación y
salud pública, etc.

Esas y otras razones me conducen a sostener que el estallido


social de 18 de octubre de 2019 cumple el estándar para ser
considerado como un evento imprevisible, particularmente en
cuanto a su impacto en las relaciones contractuales en curso.
Más adelante analizaré si, al mismo tiempo, fue inevitable e
irresitible.

82. c) Mayor o menor concreción del evento. Finalmente, también


reviste importancia como criterio la probabilidad de anticipar un
determinado evento en sí mismo y en sus consecuencias (o
características). Este elemento se vincula con la frecuencia del
suceso, que acaba de exponerse. Así, por ejemplo, son
frecuentes en ciertos sectores del país las sequías, pero son
improbables las sequías prolongadas que generen la destrucción
de toda la agricultura de ese sector. Así lo ha fallado la
jurisprudencia122. Fallos recientes atienden al carácter inusitado
y extraordinario del evento, como elemento para evaluar su
imprevisibilidad123.

En síntesis, el juicio de imprevisibilidad requiere preguntarse si


un agente diligente, colocado en las mismas circunstancias
externas, habría podido estimar como suficientemente "probable"
el suceso, teniendo presentes los conocimientos adquiridos de la
ciencia, la experiencia, la frecuencia con que se dieron en el
pasado y la posibilidad de anticiparlo en todas sus
consecuencias.

4. M

83. Esta cuestión plantea menos problemas de interpretación. En


esencia, depende de si se aborda el caso fortuito en una hipótesis
de responsabilidad extracontractual o contractual.

Tratándose de la responsabilidad extracontractual, la


imprevisibilidad debe medirse al momento en que el agente
comienza a ejecutar la acción o desde el momento en que
sobreviene el daño, cuestión que es más bien equivalente, desde
que el daño es parte de la acción (salvo en cuanto el daño se
manifieste o sea conocido en una época posterior)124. Así, por
ejemplo, será imprevisible el corte de los frenos de un automóvil
si al momento en que el conductor comenzó la conducción no
pudo anticiparlo, en atención a que el mismo venía saliendo de
una revisión mecánica completa de un taller.
En cambio, en materia de responsabilidad contractual, la
imprevisibilidad debe medirse en el momento de la suscripción
del acuerdo, en atención a dos razones esenciales. La primera es
que en ese momento se fijan los derechos y obligaciones de las
partes, esto es, el ámbito de deberes de cada parte, cuestión que
alcanza lógicamente a las consecuencias previsibles. La segunda
razón es que en ese momento corresponde al deudor abstenerse
del compromiso o excluir su responsabilidad por eventos que
puedan impedir el cumplimiento. Es en ese instante donde debe
presumirse que asumió sobre sí el peso de eventos previsibles
que dificultaran o impidieran el cumplimiento de la obligación,
pero que al mismo tiempo excluyó su responsabilidad sobre
sucesos que en ese instante eran imprevisibles (por cuanto la
diligencia debida por todo contratante no alcanza tales eventos,
según se ha dicho).

En este sentido, la doctrina y la jurisprudencia son


unánimes125.

Esta regla fue incorporada expresamente en el Código Civil


francés. La nueva definición de fuerza mayor, en materia
contractual, prescribe que el evento debe ser uno que "no haya
podido ser razonablemente previsto al momento de la suscripción
del contrato" (art. 1218). El Informe dirigido al Presidente de la
República, que acompaña la Ordenanza Nº 2.016-131 que
contiene la reforma126, afirma, para justificar esta regla, que "si el
evento era previsible en el momento de la formación del contrato,
el deudor ha asumido soportar el riesgo de no poder ejecutar su
obligación"127.

51V. en este sentido, A , Paul-Henri, op. cit., p. 46. Son estándares


jurídicos tal como lo son la "buena fe" o las "buenas costumbres".
52V. sobre estas aproximaciones en general la exposición de: B , María
Graciela, El caso fortuito y su incidencia..., op. cit., pp. 123 y ss.

53En la doctrina nacional clásica esta posición era frecuente. Por ejemplo, se
afirma que este requisito se cumple cuando "el agente ni ninguna otra persona
colocada en las mismas circunstancias de tiempo y de lugar habría podido preverlo".
A , Arturo; S , Manuel y V , Antonio, op. cit., p. 280. No
obstante, como se dirá, la invocación de las "circunstancias" en el pensamiento de
estos autores tiende a relativizar esta conclusión. Algunas sentencias nacionales
también han seguido esta posición: "ni el agente ni ninguna otra persona colocada en
las mismas circunstancias habría podido preverlo" (Corte Suprema, 20 de junio de
1949, RDJ, T. 46, sec. 1ª, p. 533). En el mismo sentido: Corte Suprema, 2 de mayo de
1963, RDJ, T. 60, sec. 1ª, p. 59, Ficha Nº 61.

54B , María Graciela, El caso fortuito y su incidencia..., op. cit., p. 123.

55Por ejemplo, en el derecho francés, siguiendo esta posición clásica, Christian


Larroumet afirma: "la imprevisibilidad no debe ser enfocada sino en relación con la
irresistibilidad, es decir que la previsibilidad de un evento debe servir para evitar su
ocurrencia o eludir sus consecuencias". L , Christian, "La causa extraña", en
Los contratos en el derecho privado. Estudios de derecho colombiano y comparado,
Bogotá, Universidad del Rosario-Legis, 2007, p. 296.

56C , Eduardo e I , Fernando, op. cit., p. 113.

57De ahí que exista una cierta equivocidad en la doctrina contemporánea al querer
atribuirle a autores clásicos, como Arturo Alessandri o incluso a los célebres
hermanos Mazeaud, el ser férreos sostenedores total o parcialmente de una teoría
"absoluta", cuando sus escritos claramente hacen referencia a algunas apreciaciones
relativas, tal como se expone más adelante. Es una de las críticas que puede dirigirse
al trabajo de B , María Graciela, El caso fortuito y su incidencia..., op. cit.,
pp. 125 y ss.

58M , Philippe; A , Laurent y S -M , Philippe, op. cit., p. 549.

59Corte Suprema, 21 de enero de 2019, rol Nº 40166-2017 (Cº. 23), Ficha Nº 4. En


el mismo sentido: Corte Suprema, 17 de enero de 2018, rol Nº 5094-2017 (Cº. W),
Ficha Nº 8; y Corte Suprema, 19 de noviembre de 2013, rol Nº 2296-2013 (Cº. 31),
Ficha Nº 54.

60C , Jean, op. cit., p. 2204.

61M , Philippe; A , Laurent y S -M , Philippe, op. cit., p. 548.


62Corte de Apelaciones de Rouen, 29 de febrero de 19742, Dalloz 1973, p. 87, con
comentario de Rodière.

63C -G , Anne-Sophie, op. cit., p. 217.

64Como se expondrá a propósito de la irresistibilidad, una parte de la jurisprudencia


francesa contemporánea sostiene que ese solo elemento determina la existencia del
caso fortuito.

65B , María Graciela, El caso fortuito y su incidencia..., op. cit., p. 125.

66Para una exposición de esta posición doctrinal: B , María Graciela, El caso


fortuito y su incidencia..., pp. 126 y ss.

67T , André, "Force majeure et absence de faute en matière contractuelle",


Revue Trimestrielle de Droit Civil, 1945, pp. 243 y ss.

68C , Jean, op. cit., p. 2204.

69C , Gaël y L , Mathias, La réforme du droit des obligations.


Commentaire théorique et pratique dans l'ordre du Code civil, París, Dalloz, 2016,
p. 534.

70L , Christian y B , Sarah, Traité de droit civil. Les obligations, le


contrat, París, Económica, 2018, 9ª ed., p. 778.

71Así se demuestra en los párrafos siguientes con citas a autores y fallos recientes.

72En Chile: B , María Graciela, El caso fortuito y su incidencia..., op. cit.,


pp. 126 y ss. En Francia: A , Paul-Henri, op. cit., pp. 44 y ss.

73Aunque es una expresión proveniente del derecho anglosajón (razonable), es


equivalente a lo que nuestro Código entiende por buen padre de familia o persona
medianamente diligente y, por ello, ha tendido a ser incorporado en los sistemas de
derecho continental.

74B , Charles-Édouard, "Force majeure", en M , Denis; B , Romain


yB , Nathalie, Dictionnaire du contrat, París, LGDJ, 2018, p. 594.

75Corte Suprema, 9 de septiembre de 1992, RDJ, T. 89, sec. 5ª, p. 254. Esta
invocación a la racionalidad se repite en sentencias recientes: Corte Suprema, 19 de
junio de 2003, RDJ, T. 100, sec. 3ª, p. 88; y Corte Suprema, 22 de enero de 2009,
L.P. Nº 41619.
76Corte de Apelaciones de Santiago, 27 de septiembre de 2007, L.P. Nº 37339. En
el mismo sentido: Corte Suprema, 9 de septiembre de 1992, RDJ, T. 89, Nº 3, sec. 5ª,
p. 254.

77Corte Suprema, 20 de junio de 1949, RDJ, T. 46, sec. 1ª, p. 533; Corte Suprema,
2 de mayo de 1963, RDJ, T. 60, sec. 1ª, p. 59, Ficha Nº 61; y Corte de Apelaciones de
Concepción, 30 de julio de 2007, L.P. Nº 36905.

78Entre los innumerables fallos de la 2ª sala civil de la Corte de Casación (en


materia extracontractual): 25 de enero de 1966, Dalloz 1966, p. 645, comentario de
André Tunc; y de la 1ª sala civil de la misma Corte (materia contractual): 10 de
noviembre de 1965, Dalloz 1966, p. 235.

791ª sala civil de la Corte de Casación, 18 de noviembre de 1970, Bulletin des


ârrets de la Cour de cassation, 1970, Nº 308, p. 254.

80M , Philippe; A , Laurent y S -M , Philippe, op. cit., p. 512.

81M Henri, Léon y Jean, y C François, Leçons de droit civil,


Obligations: Théorie générale, T. II, vol. 1, París, Montchrestien, 1998, 9ª ed. por
C , François p. 665.

82A , Arturo; S , Manuel y V , Antonio, op. cit., p. 280.

83Corte de Apelaciones de Valdivia, 17 de abril de 1941, Gaceta de los Tribunales,


1 semestre, Nº 91, p. 491.
er

84V , Geneviève y J , Patrice, Les conditions de la responsabilité, Traité


de droit civil, dir. de Jacques Ghestin, París, LGDJ, 1998, 2ª ed., p. 242.

85V , Paulina, op. cit., p. 65.

86Significados de la expresión "prever". Real Academia Española, Diccionario de la


lengua española, 22ª ed.

87B , María Graciela, El caso fortuito y su incidencia..., op. cit., p. 128.

88P , Marcel y R , Georges, Traité pratique de droit civil français, T. IV,


Obligations, París, LGDJ, 1930, p. 531.

89Una explicación de este fenómeno en: A , Paul-Henri, pp. 51 y ss.

90R , J., Du cas fortuit et de la forcé majeure, París, Thèse, 1920, p. 165.

91T , André, op. cit., p. 186.


92V , Paulina, op. cit., p. 66.

93B , Jorge, "Responsabilidad contractual y factores de imputación de


daños: apuntes para una relectura en clave objetiva", Revista Chilena de Derecho,
Nº 24, 1997, p. 175.

94B , María Graciela, El caso fortuito y su incidencia..., op. cit., p. 128.

95Corte Suprema, 17 de agosto de 2006. RDJ, T. 103, sec. 3ª, p. 872, Ficha Nº 47;
Corte Suprema, 24 de agosto de 2006, RDJ, T. 103, sec. 1ª, p. 636, Ficha Nº 27; y,
Corte Suprema, 21 de enero de 2008, L.P. Nº 38118, Ficha Nº 26. En el mismo
sentido: Corte de Apelaciones de Santiago, 30 de junio de 1998, L.P. Nº 20626.

96R A E , Diccionario de la lengua española, 22ª ed.

97Corte Suprema, 21 de enero de 2019, rol Nº 40166-2017 (Cº. 23), Ficha Nº 4. En


el mismo sentido: Corte Suprema, 17 de enero de 2018, rol Nº 5094-2017
(Cº. W sentencia de reemplazo), Ficha Nº 8; y, Corte Suprema, 19 de noviembre de
2013, rol Nº 2296-2013 (Cº. 31), Ficha Nº 54; y, Corte Suprema, 9 de noviembre de
2017, rol Nº 12169-2017 (Cº. 15), Ficha Nº 14.

98Sobre este criterio, en su relación con la imprevisibilidad del caso fortuito:


B , María Graciela, El caso fortuito y su incidencia..., op. cit., p. 127.

99En un caso en que la Corte Suprema resolvió que no constituía caso fortuito la
no autorización municipal de ciertas construcciones que el agente debía conocer que
se encontraban fuera de la normativa y que, por lo tanto, era altamente previsible (por
probable) para él tal rechazo. Citada por B , María Graciela, El caso fortuito y su
incidencia..., op. cit., pp. 129 y 130.

100R , J., op. cit., p. 165.

101Tal es el caso que dio lugar al reconocimiento expreso del perjuicio "pérdida de
una oportunidad" en el derecho chileno: un paciente que pierde chances de sobrevivir
por la atención médica tardía en una urgencia. Corte Suprema, 3 de diciembre de
2015, rol Nº 29365-2014.

102El autor de este estudio ha analizado estas aplicaciones de las probabilidades y


las oportunidades en la publicación: T , Mauricio, "Pérdida de una chance: ¿un
perjuicio indemnizable en Chile?", en Elorriaga Fabián (coord.), Estudios de Derecho
Civil VII. Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Viña del Mar 2011, Santiago,
AbeledoPerrot, 2012, pp. 645 y ss.

103V , Paulina, op. cit., p. 66.


104B , María Graciela, El caso fortuito y su incidencia..., op. cit., p. 131.

105Corte de Apelaciones Pedro Aguirre Cerda, 17 de septiembre de 1987, Gaceta


Jurídica, Nº 88, p. 37.

106Corte de Apelaciones de Valdivia, 17 de abril de 1941, RDJ, T. 39, sec. 2ª, p. 1.


En el mismo sentido, Corte de Apelaciones de Concepción, 30 de octubre de 2003,
L.P. Nº 30684; y Corte Suprema, 29 de mayo de 2012, rol Nº 217-2010, Ficha Nº 60.

107Corte Suprema, 26 de agosto de 1941, RDJ, T. 39, sec. 1ª, p. 203.

108Corte de Apelaciones de Valparaíso, 7 de enero de 2008, L.P. Nº 38171.

109P , Carlos, "Daños en la construcción, fuerza mayor y terremotos", en


Revista de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, XXXIV,
1er semestre de 2010, p. 174.

110Por ejemplo, la Corte Suprema ha tenido oportunidad de referirse al periodo de


retorno de crecidas de un río, la que siendo inferior en ese caso a 5 años hacía
previsible un desborde y necesarias las medidas de previsión (contención de
caudal) que no se ejecutaron oportunamente. En un análisis técnico, y sobre la base
de los antecedentes aportados por la Dirección General de Aguas, la Corte rechazó la
tesis del responsable en orden a que el periodo de retorno sería de 150 años. Así,
concluyó que esa crecida resultaba "previsible", lo que excluyó el caso fortuito. Corte
Suprema, 17 de mayo de 2017, rol Nº 22185-2016 (Cº. 36), Ficha Nº 52.

111R , S.; M , M.; M , D.; D C , F.; P , P.; B , J.; L ,


F. y M , R., "Reawakening of large earthquakes in south central Chile: The
2016 Mw 7.6 Chiloé event", 2017, Geophys. Res. Lett., 44, 6633-6640,
doi:10.1002/2017GL074133.

112En la materia, existe un análisis jurisprudencial bastante completo, incluyendo


fichas de análisis de sentencias, en: A , Victoria y M , Francisca, Análisis
jurisprudencial sobre la responsabilidad civil extracontractual del Estado por falta de
servicio derivada del terremoto y posterior tsunami del 27f, Santiago, Memoria para
optar al grado de Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de Chile,
2018, p. 503.

113Corte Suprema, 18 de marzo de 2019, rol Nº 4185-2019 (Cº. 5, sentencia


reemplazo), Ficha Nº 2. También: Corte Suprema, 17 de enero de 2018, rol Nº 5094-
2017 (Cº. W, sentencia de reemplazo), Ficha Nº 8; Corte Suprema, 29 de diciembre
de 2017, rol Nº 97668-2016 (Cº. 12), Ficha Nº 9; y Corte Suprema, 12 de diciembre
de 2017, rol Nº 172-2017 (Cº. 17), Ficha Nº 10.
114Corte Suprema, 21 de noviembre de 2017, rol Nº 100695-2016 (Cº. 12), Ficha
Nº 12.

115Corte Suprema, 9 de noviembre de 2017, rol Nº 12169-2017 (Cº. 16), Ficha


Nº 14. Un fallo agrega lo siguiente: "...sismos y terremotos no constituyen imprevistos
en nuestro país; haciendo alusión a la zona misma en que se sitúan los hechos se
recuerda el terremoto de Chillán de 1939, y del mismo modo se acude al terremoto
que azotó especialmente las ciudades de Concepción y Valdivia en el año 1960. Se
acotó que, en este contexto, sólo puede atribuirse el carácter de imprevisto a la
intensidad que alcanzará y/o a la oportunidad, o fecha en que ocurrirá. Cabe añadir
por otra parte que, lo que definirá si un terremoto citado este evento a modo ejemplar
en el artículo 45 del Código Civil, integra o no una situación de caso fortuito, son las
circunstancias en que se produce el evento, y, resulta ser de suyo relevante si el
mismo ha tenido lugar en un lugar reconocido indiscutidamente como sísmico o, en
otro en el que no ha podido racionalmente ser concebido tal evento de la naturaleza,
de modo tal que el capítulo de nulidad que se analiza no puede prosperar; todo ello,
al margen de lo que a continuación se dirá y que reafirma la conclusión que acaba de
anotarse". Corte Suprema, 21 de noviembre de 2017, rol Nº 76472-2016 (Cº. 11),
Ficha Nº 11.

116Corte Suprema, 14 de agosto de 2019, rol Nº 2456-2018 (Cº. 19), Ficha Nº 1.


Algunas decisiones agregan que las olas posteriores del tsunami —después de la
primera— son previsibles: "Para desestimar la excepción de caso fortuito basta
consignar que, como se concluye en el fallo en revisión, una vez acaecido el
terremoto y llegada la primera ola del tsunami, éste, en cuanto hecho de la
naturaleza, deja de ser inesperado e imprevisible, puesto que resulta posible anticipar
la llegada de nuevas masas de agua que extiendan tanto su duración como sus
perniciosos efectos. En otras palabras, se trata de dilucidar si la autoridad pudo
responder adecuadamente a los hechos de que se trata, considerando en particular
que lo que se le recrimina es haber llamado a la población costera a que volviera a
sus casas, pese a que se avecinaba un tsunami que, en esta etapa, había perdido su
inicial carácter imprevisible". Corte Suprema, 26 de marzo de 2018, rol Nº 10165-
2017 (Cº. F, sentencia reemplazo), Ficha Nº 7.

117Corte Suprema, 1 de febrero de 2019, rol Nº 3033-2018 (Cº. 7), Ficha Nº 3.

118Corte Suprema, 28 de mayo de 2019, rol Nº 20271-2018, (Cº. 9). En otro caso
contra la misma concesionaria, por los mismos hechos y fallado el mismo día, la
Corte Suprema agregó lo siguiente: "En cuanto a los efectos de los sistemas
frontales, éstos no constituyen un caso fortuito o fuerza mayor, atendido que no
concurre el requisito de la imprevisibilidad por cuanto en la zona donde se presentan
son fenómenos naturales probables. En las condiciones referidas no resulta atingente
sostener que la empresa concesionaria se viera enfrentada a un imprevisto imposible
de resistir. De hecho, frente a la existencia de tal fenómeno en el mes de julio de
2015 debió necesaria e inmediatamente planificarse una operación especial para
enfrentar en lo sucesivo las perniciosas consecuencias de un fenómeno natural
similar, como aconteció en el mes de agosto de dicho año, lo cual no se hizo.
Precisamente era previsible que el sistema frontal causara estragos en las
instalaciones y sistemas de distribución, sin embargo, se podrían haber evitado o
mitigado las consecuencias lesivas para el sistema eléctrico, si se hubieran adoptado
las medidas necesarias para procurar la continuidad del servicio". Corte Suprema, 28
de mayo de 2019, rol Nº 20347-2018 (Cº. 9).

119Un análisis de la previsibilidad y resistibilidad de corte de energía eléctrica


debido a la nevazón en Santiago el año 2017, en: T , Mauricio, "Enel y la nevazón:
no se trata de un caso fortuito", en El Mostrador, 25 de julio de 2017 (en línea:
http://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2017/07/26/enel-y-la-nevazon-no-se-trata-
de-un-caso-fortuito/).

120I , Gonzalo, "Octubre de 1905: un episodio en la historia social


chilena", en Revista Historia, Nº 13 (1976), p. 68. Disponible en:
<<http://revistahistoria.uc.cl/index.php/rhis/article/view/939/761>>.

121L , Iván, "La Batalla de Santiago", en Revista Punto Final (consultado el


13 de noviembre de 2019). Disponible en:
http://www.puntofinal.cl/564/batallasantiago.htm; y, C , Cristóbal, "2 de abril de
1957: Valparaíso, Concepción y Santiago insurrectos por el alza del transporte", en El
Ciudadano (consultado de 13 de noviembre de 2019). Disponible en:
https://www.elciudadano.com/organizacion-social/2-de-abril-de-1957-valparaiso-
concepcion-y-santiago-insurrectos-por-el-alza-del-transporte/04/02/.

122Corte Suprema, 9 de septiembre de 1992, RDJ, T. 89, sec. 2ª, p. 254.

123Así, por ejemplo, resulta totalmente extraordinario que un guardia de seguridad,


encargado de la custodia de ciertas personas, decida atacarlas. Corte Suprema, 19
de noviembre de 2013, rol Nº 2296-2013, Ficha Nº 54. Otra sentencia se refiere a la
imposibilidad de prever un socavón causado por una lluvia torrencial, del que no se
tenía ningún antecedente previo. Corte Suprema, 17 de octubre de 2013, rol Nº 4416-
2012, Ficha Nº 55. Un fallo también sostiene que no existiendo ningún signo exterior
era imprevisible anticipar la caída de un árbol que termina con la vida de tres
personas. Corte Suprema, 12 de junio de 2013, rol Nº 2448-2010, Ficha Nº 56.

124D , Nicolas y J , Christophe, op. cit., p. 126.

125En el derecho chileno: B , María Graciela, El caso fortuito y su


incidencia..., op. cit., p. 131. En el derecho francés: M , Philippe; A ,
Laurent y S -M , Philippe, op. cit., p. 512.
126Rapport au Président de la République relatif à l'ordonnance Nº 2016-131, du
10 février 2016, portant réforme du droit des contrats, du régime général et de la
preuve des obligations (Journal officiel, 11 février 2016).

127La noción que podía desprenderse de esa jurisprudencia es que la fuerza


mayor en materia contractual corresponde a un acontecimiento "imprevisible al
tiempo de la suscripción del contrato e irresistible en su ejecución". Corte de
Casación, Asamblea Plenaria, 14 de abril de 2006, Nº 04-18902 y Nº 02-11168.
V. I

84. En el título anterior se explicó cómo la imprevisibilidad y la


irresistibilidad constituyen "estándares jurídicos" (instrumentos
jurídicos útiles para señalar la razonabilidad o normalidad de un
comportamiento).

Por ello, gran parte de las explicaciones efectuadas a propósito


de la imprevisibilidad son aplicables a la irresistibilidad, en
particular, sus relaciones con la diligencia debida (que es su
contrapartida) y la existencia de diversas aproximaciones
doctrinales a esta figura (una posición tradicional absoluta y otra
contemporánea relativa).

Para evitar repeticiones, en este título se efectuarán remisiones


a tales materias ya abordadas, solo destacando las
especificidades en su relación con el elemento de la
irresistibilidad.

85. Así, para examinar el requisito de la irresistibilidad, conviene


seguir un esquema similar al utilizado para el análisis del primer
requisito: i) Las distintas aproximaciones a la irresistibilidad; ii) El
método de apreciación de la irresistibilidad; iii) Los componentes
de la irresistibilidad, y iv) Momento en que debe medirse la
irresistibilidad.
1. A

86. Como en el caso de la imprevisibilidad, existen dos


aproximaciones en la doctrina y en la jurisprudencia: una más
tradicional y absoluta, y otra más moderna y relativa128.

No obstante, por su propia naturaleza, la irresistibilidad presenta


aún mayores problemas de interpretación que la imprevisibilidad.

87. La posición tradicional y absoluta sobre la irresistibilidad se


puede sintetizar en dos ideas.

En primer lugar, postula que el evento debe ser imposible de


resistir, de manera total y absoluta, para cualquier persona. Así
ha sostenido la doctrina clásica chilena129 —siguiendo
probablemente a la doctrina francesa también clásica130— y la
jurisprudencia. Existen sentencias que hacen referencia a "la
absoluta imposibilidad de evitarlo"131; que el caso fortuito es una
situación "contra la cual resulta imposible o inútil resistirse"132;
que un "hecho imposible de resistir, lo que significa que el evento
que acontece es insuperable en su constitución y efectos, de
manera que ni el deudor ni persona alguna que se coloque en tal
circunstancia podría impedir lo sucedido"133; o, "imposible de
resistir aplicando todas nuestras fuerzas y previsiones"134.

En segundo lugar, vinculado a lo anterior, esta posición sostiene


que si el cumplimiento de la obligación (cuando se trata de una
hipótesis, naturalmente, de responsabilidad contractual) se vuelve
más oneroso, complejo o dificultoso, no existe caso fortuito y el
deudor deberá aplicar mayores esfuerzos y/o recursos para
cumplir135. Se trata —para esta visión— de una imposibilidad
absoluta, y no de una imposibilidad relativa, y por ello no es
suficiente que con la ocurrencia del hecho el cumplimiento de la
obligación se haya hecho más difícil u oneroso136. El
cumplimiento de la obligación debe haberse transformado en
imposible y no solo en más dificultoso. Por eso, una simple
escasez de un producto no podría ser considerada "irresistible", si
no se traduce en una falta absoluta del bien en el mercado137.

Esto es consistente con la histórica proscripción de la


imprevisión en el derecho chileno, esto es, que no es posible
revisar el contenido de la obligación contractual bajo el pretexto
de que ella ha sobrevenido en más onerosa138. Como señala
una obra francesa reciente: "el suceso no constituye un caso de
fuerza mayor si la ejecución simplemente deviene más onerosa;
en este caso, son las reglas relativas a la imprevisión las que
deben aplicarse"139. Otros autores agregan que "la ejecución
imposible no es ni la ejecución más dificultosa, ni la ejecución
más costosa", cuestión que deja un margen de apreciación
judicial140. Así también ha concluido la jurisprudencia chilena,
por ejemplo, en un caso en que se concluyó que las dificultades
económicas por las que atravesaba una empresa son parte del
riesgo del negocio por cambios en las condiciones de mercado y,
por tanto, son previsibles y no envuelven una hipótesis de caso
fortuito141.

En tercer lugar, relacionado con el primer punto expuesto, es


usual que esta posición vincule estrechamente el carácter
irresistible al modo de extinguir las obligaciones denominado
"imposibilidad absoluta de cumplimiento" y que se encuentra
regulado en nuestro derecho a propósito de la pérdida de la cosa
debida (arts. 1670 y siguientes del Código Civil). De esta forma,
estos autores vinculan el caso fortuito no solo a su efecto de
exoneración de responsabilidad, sino también a la posibilidad de
que actúe extinguiendo el vínculo obligacional142. En el fondo,
confunden el hecho con sus efectos.

88. La segunda posición, contemporánea y relativa, puede


resumirse de la forma siguiente143.

La irresistibilidad debe medirse en relación con el


comportamiento que era exigible al agente. No puede ser
absoluta, "porque lo absoluto no es de este mundo", como
señalaba Jean Carbonnier, en una cita ya efectuada.

En definitiva, y tal como ocurre en materia de imprevisibilidad, el


carácter "irresistible" de un hecho debe medirse in abstracto, en
relación con la diligencia debida. Esto quiere decir que la
pregunta pertinente no sería si el deudor concreto de que se trata
podía resistir la ocurrencia de ese hecho, sino si podía hacerlo un
individuo diligente y de la misma especialidad, colocado en las
mismas circunstancias externas.

Esta posición ha recibido un masivo apoyo en el derecho


contemporáneo, aun cuando presenta ciertas equivocidades que
se expondrán más adelante. Basta para ello revisar la doctrina y
jurisprudencia citada a propósito de la concepción relativa de la
imprevisibilidad, pues quienes defienden la visión relativa de ese
requisito lo hacen también respecto de la irresistibilidad.

Por lo demás, como se ha venido insistiendo, parte importante


de la doctrina y jurisprudencia que mencionan el requisito del
"carácter absoluto", al mismo tiempo reconocen que debe
apreciarse in abstracto la concurrencia de este requisito,
introduciendo de esta forma un elemento relativo y la
consideración de la diligencia debida144.

La misma Corte Suprema ha afirmado, reconociendo esta


apreciación in abstracto del carácter irresistible del hecho, lo
siguiente: es "irresistible cuando no es posible evitar sus
consecuencias en términos que ni el agente ni ninguna otra
persona colocada en las mismas circunstancias habría podido
preverlo y evitarlo"145. Nótese que la sentencia se refiere a evitar
"sus consecuencias", cuestión que es relevante para explicación
que se expone más adelante, pues la diligencia debida tiene un
doble rol en materia de irresistibilidad (respecto del hecho en sí
mismo y respecto de sus consecuencias). En todo caso, la
invocación a las circunstancias externas da cuenta del recurso a
un patrón de conducta contextualizado para ese comportamiento,
que —como ya se ha expuesto— es parte esencial de la
valoración de la diligencia debida conforme a criterios abstractos.

89. En realidad, la posición clásica y absoluta del requisito de la


irresistibilidad ha sido objeto de fuertes críticas, dirigidas a tres
aspectos principales.

En primer lugar, en gran medida la posición clásica confunde los


requisitos de la fuerza mayor con aquellos que la ley fija para el
modo de extinguir "imposibilidad de cumplimiento"146. El primero
es una causal de exoneración de la responsabilidad, en cambio,
el segundo, es un modo de extinguir las obligaciones. Como este
último destruye la obligación, es lógico que el impedimento que
se exija para dar lugar a él deba ser "absoluto": el cumplimiento
se volvió imposible para cualquier persona, ahora y por siempre.
Obedece, por ello, a un fenómeno más bien físico: por ejemplo, el
objeto debido se destruyó por un terremoto, y ya no existirá más,
por lo que el cumplimiento de la obligación se volvió imposible. En
cambio, el caso fortuito es una noción netamente jurídica, desde
el momento que obliga a preguntarse por la diligencia debida por
el agente y por aquello que excedía ese patrón de
comportamiento.

En segundo lugar, vinculado a lo anterior, es evidente que una


cuestión es el hecho que se alega como caso fortuito (destrucción
de una cosa, por ejemplo), y una muy distinta es el efecto que
pueda jugar en el incumplimiento de determinadas obligaciones.
Este último aspecto es variable, pues puede afectar
provisoriamente el cumplimiento de una obligación (en cuyo caso
existirá mera suspensión del cumplimiento) o puede afectarlo en
términos completos y definitivos (en cuyo caso existirá extinción
de la obligación por imposibilidad absoluta, según lo expuesto).

En otras palabras, a diferencia de lo sostenido por la doctrina


clásica, el caso fortuito, para ser tal, no es imprescindible que
como efecto produzca una imposibilidad absoluta de
cumplimientode la obligación, puede simplemente ser transitoria.
Incluso, varios de los autores que se citan como partidarios de
esta posición "clásica y absoluta", reconocen este efecto. Así,
según René Abeliuk "si la imposibilidad es transitoria, la
obligación no se extingue; el deudor deberá cumplir una vez que
cese la imposibilidad"147. Se volverá sobre este aspecto al tratar
los efectos del caso fortuito.

Por último, la perspectiva absoluta es criticable por eludir la


consideración de la diligencia del agente. La irresistibilidad, en
efecto, se presenta como aquello que no es posible evitar o
aquello que no es posible contener en el marco del cumplimiento
de una obligación (que es un efecto del caso fortuito). Y para
responder la pregunta acerca de qué debía evitar y resistir el
deudor, resulta ineludible recurrir al estándar de diligencia que
debía observar. Es lo que la propia doctrina clásica reconoce al
invocar la comparación entre la conducta efectiva y la conducta
que habría desarrollado otro agente diligente "colocado en las
mismas circunstancias exteriores".

90. En definitiva, es posible concluir que —a diferencia de lo que


ocurre en materia de imprevisibilidad— las diferencias entre las
posiciones sobre la irresistibilidad son fruto de algunas
confusiones.

Por esto, en los párrafos siguientes se analizan los


componentes de la irresistibilidad y su forma de apreciación
conforme a estos criterios generalmente aceptados, citando los
fallos nacionales recientes.

Para ello, se debe tener presente que la irresistibilidad, al igual


que la imprevisibilidad, presenta una doble pregunta: cómo se
aprecia y qué elementos la componen.

2. M

91. Sobre este punto lo expuesto a propósito de la


imprevisibilidad es totalmente aplicable a este requisito de la
irresistibilidad, pues ambos son estándares jurídicos que se tratan
de manera similar por la doctrina y la jurisprudencia.

Por ello, y para evitar innecesarias repeticiones, solo se


efectuarán algunas anotaciones especialmente aplicables a la
irresistibilidad, siendo en todo lo demás completamente aplicables
las ideas que se expusieron acerca de la apreciación de la
imprevisibilidad:
a) En primer lugar, por las mismas razones que la diligencia
debida y la imprevisibilidad se aprecian in abstracto, así también
la irresistibilidad se aprecia según el mismo método. Se compara
la conducta efectiva del agente (aquello que no evitó o
resistió) con el patrón de conducta aplicable (aquello que debió
haber evitado y resistido) para obtener la respuesta de si un
determinado acontecimiento fue irresistible.

b) En segundo lugar, este método de apreciación in abstracto de


la irresistibilidad es con frecuencia recogido en la jurisprudencia
chilena y comparada a través de la exigencia de que el caso
fortuito debe apreciarse en términos de "razonabilidad" o
"racionalmente" o conforme a la "normalidad". Como se explicó
latamente a propósito de la imprevisibilidad, lo "razonable" o
"normal" hace referencia en nuestros sistemas jurídicos
contemporáneos a lo que el Código Civil denomina un buen padre
de familia, esto es, una persona que debe utilizar una ordinaria
diligencia.

La idea se resume bien en una cita ya efectuada a la obra


fundamental en materia de responsabilidad civil y obligaciones de
Henri y Léon Mazeaud y François Chabas: "no se trata de
determinar si el deudor en particular podía anticipar el evento y
resistirlo, sino si un deudor diligente, colocado en las mismas
circunstancias, habría podido anticiparlo y resistirlo"148.

c) En tercer lugar, al igual que la "diligencia debida" y la


imprevisibilidad (que es su antítesis), en la apreciación in
abstracto de la irresistibilidad también son relevantes las
"condiciones externas", en particular, el grado de especialización
o el carácter profesional del deudor y las circunstancias concretas
en que se desarrolló la actividad.
d) Por último, la diligencia debida (que debe apreciarse en
términos abstractos) tiene, tal como se expone más adelante, un
doble rol respecto de este requisito: por una parte, cumple un
papel en la determinación de si el evento en sí mismo podía
evitarse o no; y, en segundo lugar, cumple un rol en la cuestión de
saber si el agente efectuó todas las gestiones necesarias para
contener o resistir sus efectos.

92. De esta forma, y en lo que importa para el objeto de este


estudio, un evento constituirá una hipótesis de fuerza mayor
cuando, reuniéndose las restantes condiciones (imprevisible y
exterior), haya sido irresistible, esto es, cuando un agente
diligente, y actuando en las mismas circunstancias externas, no
habría podido evitar racionalmente su ocurrencia y resistir sus
efectos.

A continuación, es necesario determinar en qué consiste


precisamente la actividad de evitar y resistir la ocurrencia del
suceso.

3. C

93. Ante todo, debe también efectuarse una precisión


terminológica. El texto de la ley en materia de caso fortuito se
refiere a que el hecho sea "imposible de resistir" (art. 45 del
Código Civil), tal como lo hacían sus fuentes históricas (en
esencia, el Derecho romano justinianeo).

Ahora bien, es bastante común que en la doctrina149 y la


jurisprudencia150, al tratar el carácter irresistible, se haga
referencia al carácter "inevitable" del suceso, o se empleen
indistintamente ambos conceptos.

94. No obstante, ambas nociones son etimológica y lógicamente


diferentes, pues evitar significa "impedir" que suceda algo que
aún no ha ocurrido; mientras que "resistir" significa oponerse a
algo que ya comenzó a suceder151.

Corresponde probablemente a Paul-Henri Antonmattei —quien


distinguió entre lo inevitable y lo "irresistible stricto sensu" del
caso fortuito— el haber puesto en evidencia esta confusión y la
diferencia de contenido que resulta para este requisito en caso de
que se opte por uno u otro significado152. Tal distinción es
seguida en alguna doctrina chilena contemporánea153.

Las diferencias de grado entre estos dos criterios son radicales,


pues, como afirmó Gérard Cornú, "lo inevitable supera lo
irresistible"154.

95. Lo que sucede es que efectivamente existen transcendentales


diferencias si se pretende optar —como requisito del caso fortuito
— entre evitar y resistir un suceso.

La pregunta, por tanto, es ¿cuál de estas conductas es la que


se debe evaluar para determinar la concurrencia del carácter
irresistible de un suceso?, ¿una de ellas o ambas?

Para algunos autores solo bastaría la segunda155, para otros,


ambas serían exigibles156.

En la reforma francesa del derecho de los contratos de 2016, la


intención declarada del legislador fue incorporar ambos
elementos en la irresistibilidad, en el siguiente sentido: "El suceso
debe ser también irresistible, tanto en su ocurrencia
(inevitable) como en sus efectos (irremontables)"157. No
obstante, es paradójico que aquello no se haya precisado en el
texto de la definición legal, pues el nuevo artículo 1218 del
Código Civil, que contiene la definición, solo señala al respecto lo
siguiente: "...cuyos efectos no pueden ser evitados por medidas
apropiadas...".

96. En realidad, como ya se adelantó, la disyuntiva no es tal, pues


conforme a los principios y reglas que inspiran esta materia debe
concluirse que tanto el carácter inevitable como el carácter
propiamente irresistible son requeridos en materia de caso
fortuito, pero tienen un diferente rol.

El primero (evitar), para configurar su existencia, el segundo


(resistir), para que surta sus efectos en el cumplimiento de las
obligaciones. En términos muy simples, una cuestión es que un
evento sea inevitable (y de ahí la expresión "fuerza mayor"), y
otra diferente es que sus efectos o consecuencias no se pueden
reducir o detener (cuestión que afecta el cumplimiento de las
obligaciones y la responsabilidad civil). Por ello, un evento puede
ser inevitable y resistible, y será calificado como caso fortuito, sin
perjuicio de que pueda tener efectos muy limitados en el contrato.

Es toda la diferencia que existe entre calificar en abstracto un


hecho como fortuito y calificarlo como tal en el marco de un
contrato (donde, además del carácter inevitable, deberá
apreciarse si era o no resistible el incumplimiento).

Como se adelantó, se trata de la diferencia elemental entre el


hecho (donde resulta relevante su carácter inevitable) y sus
consecuencias (donde es fundamental el carácter irresistible).
Esta diferencia ha sido recogida por la Corte Suprema, que
distingue entre el hecho inevitable y las consecuencias
resistibles158.

En fallos recientes la Corte Suprema ha sostenido


categóricamente que la irresistibilidad "se refiere a la
imposibilidad objetiva para el sujeto de evitar las consecuencias
derivadas del hecho imprevisto", esto es, que para el agente haya
sido absolutamente imposible evitarlo, no obstante los medios
preventivos que haya empleado para superarlo. También, este
elemento se extiende a las consecuencias del hecho dañoso, es
decir, "implica la imposibilidad de sobreponerse al hecho para
eludir sus efectos"159. Así, la distinción parece estar
asentándose en la jurisprudencia chilena.

Otras decisiones han acentuado que lo "irresistible" envuelve


que se hayan adoptado efectivamente las medidas útiles, idóneas
y efectivas para controlar o minimizar sus consecuencias160.

Evidentemente, esta explicación tiene sobre todo validez para el


caso fortuito alegado en materia contractual, donde sus
consecuencias se miden en términos no solo de responsabilidad
civil (exclusión de la indemnización), sino también en la
subsistencia o suspensión del vínculo jurídico (las obligaciones
emanadas del contrato).

El doble rol del caso fortuito opera, efectivamente, en el marco


de obligaciones contractuales.

En el caso de la responsabilidad extracontractual la cuestión de


la irresistibilidad se presenta de una forma más simple. Al no
existir un vínculo obligatorio previo, no se plantean preguntas
acerca de sus consecuencias en la suspensión o subsistencia de
las obligaciones de las partes. Bastará siempre que el hecho sea
inevitable, externo e imprevisible161.

97. Por ello, volviendo a la explicación de la irresistibilidad en


materia de obligaciones contractuales, conviene examinar por
separado el carácter inevitable del hecho y el carácter irresistible
de sus consecuencias (esto es, en el marco de obligaciones
precisas):

98. a) Hecho inevitable. Si el hecho es evitable, si de alguna


forma racional es posible impedir su ocurrencia, entonces "es
mejor preocuparse de prevenirlo", como afirmaba Jean
Carbonnier162.

En otros términos, si el evento es evitable y no se implementan


las medidas de prevención adecuadas, entonces el deudor
responderá por no haberlas previsto. En el fondo, será
responsable porque fue negligente, por no haber previsto lo que
debió prever. En relación con los requisitos del caso fortuito, en
tal escenario fallará tanto el elemento de la irresistibilidad como el
elemento de la imprevisibilidad163.

Una razón de sentido común conduce a sostener que no es


factible —en ningún escenario— erradicar el carácter inevitable
del hecho fortuito, pues ello conduciría a concentrar el análisis en
la contención de sus efectos, descuidando la imprescindible
prevención de todos los sucesos nocivos que puedan
evitarse164. Como sostiene un autor que ha estudiado con
profundidad esta materia: "un sujeto es culpable de haber entrado
en la esfera de influencia de un hecho generador, cuando existía
una posibilidad razonable de evitar la situación"165.
Así, lo que constituye un evento fortuito es el hecho inevitable,
que no se pueda impedir su realización. En ese sentido,
entonces, tiene razón la doctrina clásica sobre la materia, al aludir
a un evento imposible de evitar.

La pregunta evidente, entonces, es ¿cuáles hechos son


inevitables y cuáles son evitables?

El carácter "evitable" de un suceso, como ocurre tratándose de


todo estándar jurídico, es una cuestión valorativa y no
necesariamente un fenómeno físico. En realidad, puede tratarse
de un hecho inevitable física o jurídicamente.

99. En cuanto a los primeros (hechos físicamente inevitables),


puede, efectivamente, tratarse de sucesos que vayan "más allá
de las fuerzas humanas", como usualmente se señala166. Un
terremoto, un huracán, la erupción de un volcán, etc. Las fuerzas
de la naturaleza son superiores a las fuerzas humanas y, por ello,
son hechos per se inevitables, pues no se puede de forma alguna
impedir su ocurrencia. Si un hecho va más allá de las fuerzas
humanas, inequívocamente cumple el requisito de ser inevitable y
es caso fortuito (hay que tener presente que el "terremoto" se
menciona expresamente en el concepto legal y es por esencia un
hecho inevitable, aun cuando puedan resistirse sus
consecuencias).

Una cuestión distinta es que algunos de estos sucesos de la


naturaleza, que son inevitables físicamente (como un temblor),
puedan ser jurídicamente previsibles (uno de mediana intensidad
en la ciudad de Santiago, como ha fallado la jurisprudencia). En
tal caso, el suceso sería físicamente inevitable, pero previsible y,
por ello, no un caso fortuito.
100. En cuanto a los segundos (hechos jurídicamente
inevitables), se trata de sucesos que la fuerza del hombre podría
en el extremo evitar, pero no le es exigible al agente tal
comportamiento. Por ello, son considerados por el derecho como
un hecho inevitable.

Por ejemplo, la fuerza mayor que proviene de un hecho


humano, como un acto de autoridad, puede ser en la práctica
evitable (sin ir más lejos, la "desobediencia cívica" logra en
ocasiones revertir decisiones públicas), pero esa conducta
extrema no es exigible a un contratante diligente (y, por ello, es
jurídicamente inevitable)167.

Otro ejemplo, tomado de la jurisprudencia chilena, es el caso de


un incendio. En general, puede estimarse que un incendio es
evitable (salvo si es intencional evidentemente), pero no lo es si,
habiéndose tomado todas las prevenciones que exigía la
normativa de seguridad, de todas formas se produjo168.

Es evidente que, en este rol, el carácter inevitable debe


apreciarse conforme al estándar de diligencia debida por el
agente. Por ello, para responder qué es lo jurídicamente
inevitable es necesario preguntarse qué habría debido evitar un
hombre diligente colocado en las mismas circunstancias externas.
Es por esto que la doctrina y la jurisprudencia hacen frecuentes
invocaciones al estándar de comportamiento cuando hablan del
carácter inevitable de un suceso.

101. En este aspecto este requisito del caso fortuito se vincula


necesariamente con la previsibilidad, pues una persona diligente
debe anticipar ciertos sucesos e implementar medidas de
prevención para evitarlos si es posible hacerlo. Más allá de
umbral de comportamiento diligente, si ocurren de todas formas
tales eventos debe estimarse que son inevitables. Al respecto, me
remito, para evitar repeticiones, a lo expuesto a propósito de la
diligencia debida y del requisito de la imprevisibilidad.

102. En todo caso, como se expone a continuación, basta que el


hecho sea considerado inevitable para ser calificado de fuerza
mayor. Sin perjuicio de que, en el marco de una relación jurídica
determinada (un contrato determinado), será necesario examinar
si el agente podía ejecutar o no los comportamientos diligentes en
orden a resistir (superar) el impedimento, para calificarlo, en el
marco de ese acuerdo, como caso fortuito.

103. Por último, es necesario señalar que una cosa distinta ocurre
en los contratos de seguros, que tienen como riesgo asegurado la
realización de una destrucción por caso fortuito de la cosa. Para
la determinación del siniestro, la constatación del carácter
inevitable del siniestro es suficiente para configurar el caso
fortuito. En efecto, en esos contratos el caso fortuito solo cumple
un rol en el nacimiento de la obligación del asegurador de
indemnizar al asegurado, y no tiene una función en el
cumplimiento de obligaciones de quien sufre el caso fortuito
(asegurado).

104. b) Consecuencias irresistibles. Una cuestión totalmente


distinta al carácter evitable o no del hecho en sí mismo, es
referirse acerca de si sus consecuencias o efectos son posibles
de resistir, esto es, de aminorar o frenar en el marco del
cumplimiento de las obligaciones de un contrato determinado. Si
no se pueden resistir, el hecho será considerado irresistible y
caso fortuito respecto de ese contrato. Si se pueden resistir,
entonces el deudor deberá desplegar la diligencia debida para
conseguirlo, y no será estimado caso fortuito.

Como se dijo, ello tiene sobre todo importancia en el efecto que


tendrá el caso fortuito en el cumplimiento de determinadas
obligaciones y en su subsistencia.

Así, hay hechos inevitables que son per se irresistibles. El


caballo vendido que antes de la entrega a su comprador muere
en un terremoto es un ejemplo nítido.

Pero, en cambio, hay hechos inevitables que es posible resistir,


como la tempestad que retrasa la entrega de la mercancía
vendida pero que, de todas formas, mediante un esfuerzo
adicional, podrá ser entregada más tarde. O la erupción volcánica
que destruye la mitad de una cosecha vendida, y que de todas
formas permitirá la entrega de la que subsistió.

En estos casos, como se expondrá más adelante, o bien la


obligación se extingue solo parcialmente o bien hay una
suspensión temporal del cumplimiento mientras dure el
impedimento. Más allá, la diligencia debida obliga al deudor a
actuar para resistirse a lo que debe y puede resistirse. En todo
caso, en estos eventos, el caso fortuito surtirá sus efectos en
materia de responsabilidad, eximiendo del pago de la
indemnización compensatoria o moratoria.

En estas situaciones, como es evidente, jugará un rol crucial,


nuevamente, la diligencia del deudor debida en virtud del
contrato, en orden a indicar cuáles eran las medidas necesarias
para contener los efectos del hecho, buscar una forma alternativa
de cumplimiento si es posible, o cumplir cuando el impedimento
haya desaparecido169. Como señala un autor nacional: "esta
actividad de resistencia al evento por parte del deudor tiene un
fundamento y, al mismo tiempo, un límite: la diligencia debida en
el caso concreto"170. En otros términos, de nada le servirá la
alegación de que el hecho era inevitable, si la diligencia impuesta
por el contrato exigía tomar medidas adicionales para de todas
formas cumplir el contrato. En el ejemplo de la erupción
volcánica, tal sería el caso si el deudor poseía otras cosechas de
la misma naturaleza y calidad, pudiendo cumplir con ellas
íntegramente el contrato. Es a ello a lo que se hace referencia en
la doctrina nacional cuando afirma que no constituye un caso
fortuito, respecto de sus efectos en el cumplimiento de un
contrato, cuando su ejecución no se ha hecho imposible sino más
onerosa.

En síntesis, respecto de aquellas medidas que resultan


"irresistibles", en el sentido que no se podían adoptar con
mediana diligencia, el caso fortuito jugará un papel en sus efectos
en el contrato de que se trate, pudiendo hacer desaparecer la
responsabilidad y eventualmente la obligación171.

Pero es evidente que un análisis más detallado acerca del rol


del caso fortuito en el marco de un contrato —determinando si era
o no irresistible—, exige una labor de interpretación del acuerdo,
tal como se señaló más arriba en este estudio.

Por ejemplo, a propósito del estallido social de 18 de octubre de


2019, parece indiscutible que tal evento resulta inevitable para un
contratante. En efecto, podría sostenerse que la autoridad
política, o incluso la elite económica, podría haber evitado esta
rebelión si hubiesen tomado las medidas oportunas para hacer
frente a las serias demandas sociales que antes negaron y hoy,
luego de ese estallido, están llanas a abordar. Pero tal conducta
no es exigible, evidentemente, a un contratante. Ahora bien,
¿eran irresistibles sus consecuencias? Eso dependerá del
respectivo contrato. Por ejemplo, si el contrato en cuestión
envuelve un financiamiento bancario, que es negado luego de
esta contingencia, pero que es posible obtener de otra entidad a
un costo mayor, entonces no será un suceso irresistible y, en
consecuencia, tampoco caso fortuito. Una cuestión distinta
ocurrirá si el contrato no se volvió más oneroso, sino que no
existen medidas exigibles a un contratante diligente para resistir
los efectos del estallido, como si por ejemplo el inmueble donde
se emplazaban los trabajos de construcción o de ampliación
sufrió severos daños por el vandalismo, el saqueo o el fuego. En
tal caso debería ser estimado un evento de fuerza mayor, pues ya
se dijo que tal suceso reúne también la calificación de
imprevisible, y evidentemente es exterior.

En el ámbito de la responsabilidad extracontractual, la Corte


Suprema ha tenido oportunidad de concluir algo similar a
propósito del actuar negligente del Estado en los hechos
posteriores al terremoto de 2010, en orden a no prevenir a la
población acerca del tsunami que se aproximaba o incluso en
ocasiones desestimar la alerta respecto del mismo: "Que surge
de relieve que tales entes públicos fueron creados para enfrentar
las catástrofes naturales, es decir, su funcionamiento fue
concebido cuando se presenten situaciones irregulares o
extraordinarias, por lo que, por lo pronto, cabe sostener que no es
factible admitir que un terremoto de una intensidad de 8,8 grados
en la escala Richter implica la inexigibilidad de las tareas
encargadas a dichos servicios estatales, en cuanto es
precisamente a la luz de dichas circunstancias excepcionales que
debe escudriñarse el cometido de la Administración"172. En el
fondo, la Corte le reprocha a la Administración el no haber
efectuado gestiones para contener las consecuencias de un
hecho (el tsunami) que materialmente era inevitable, pero
previsible luego de la magnitud del terremoto y resistible en sus
consecuencias (una prevención y advertencia oportuna habrían
impedido la pérdida de vidas)173.

105. Por otra parte, sobre esta materia cabe mencionar que en el
derecho francés —antes de la reforma de 2016— existían fallos
de la Corte de Casación que, en materia contractual, habían
sostenido que bastaba el elemento de la irresistibilidad (entendida
como "hecho inevitable") para configurar la fuerza mayor.

En efecto, la posición tradicional de la Corte de Casación era


exigir los tres elementos del caso fortuito que se vienen
analizando: exterior, imprevisible e irresistible. Luego, y bajo el
impulso de algunos autores, como Patrice Jourdain174y Paul-
Henri Antonmattei175, se comenzó a sostener en los años 90 que
la "imprevisibilidad no era de la esencia de la fuerza mayor"176.
Esto es, que aun cuando un evento haya sido previsible debía ser
tenido como una fuerza mayor cuando se demostraba que el
demandado no pudo evitar su ocurrencia y resistir sus
consecuencias. Así, para esos autores resultaba "injusto" o "poco
equitativo" condenar al demandado existiendo tales
circunstancias irresistibles.

En el razonamiento de esta concepción "moderna" de la fuerza


mayor también subyace la idea de que el carácter "imprevisible"
de un evento es más bien un indicador de que era inevitable, en
el sentido de que no pudiendo el responsable prever el suceso
difícilmente podía tomar medidas para impedir su realización177.

Esta posición logró permear la jurisprudencia de diferentes salas


de la Corte de Casación. La Primera Sala Civil sostuvo que "la
irresistibilidad es, por ella sola, constitutiva de la fuerza mayor,
cuando la previsión no habría podido impedir sus efectos,
siempre que el deudor haya tomado todas las medidas
apropiadas requeridas para evitar la realización de este
suceso"178. Posteriormente, la misma Sala afirmó de forma
categórica que "la sola irresistibilidad del evento caracteriza la
fuerza mayor"179. En ese caso, se trataba de una agencia de
viajes que había anulado una excursión a Egipto con motivo de
que el "egiptólogo", contratado por la agencia para guiar a los
turistas, se había enfermado gravemente. Con el propósito de
evitar la aplicación de la cláusula penal pactada, la agencia
invocó la excusa fuerza mayor, argumento que había sido
rechazado por la Corte de Apelaciones, pues el egiptólogo tenía
una edad avanzada y, por tanto, una enfermedad a su respecto
era previsible. La mencionada Sala casó la sentencia, y aceptó la
excusa de fuerza mayor bajo el solo criterio del carácter
irresistible de la enfermedad180.

La posición de la Primera Sala fue seguida por la Sala


Comercial181y la Sala Social182. En el fondo, lo que afirman
esos fallos, es que basta el carácter inevitable del hecho (incluso
en lo que se refiere a los efectos en un contrato), cuando el
adecuado control o resistencia a sus consecuencias (medidas
para lograr el cumplimiento de otra forma) no pudieron ser
previstas (y, por ello, son irresistibles)183. Así, un asalto violento
en un sector inseguro de la ciudad podía ser previsible, pero
constituir fuerza mayor por ser inevitable e irresistible184.

No obstante, la Segunda Sala Civil, en varias oportunidades,


contradijo esta tendencia, afirmando que la "imprevisibilidad del
suceso... es exigida como elemento constitutivo de la fuerza
mayor"185.

Esta divergencia fue resuelta, como ya se mencionó en esta


obra, por la Asamblea Plenaria de la Corte de Casación en dos
fallos del año 2006186, volviendo a la concepción tradicional que
exige los tres requisitos, cuestión que fue apoyada por la mayor
parte de la doctrina en atención al rol crucial de la
imprevisibilidad, en particular, en la responsabilidad
contractual187. Luego, las diferentes Salas de la Corte de
Casación se fueron sujetando a esta posición tradicional.

Como ya se mencionó, la reforma del derecho de los contratos


de 2016 introdujo una definición de fuerza mayor, en materia
contractual, prevista en el nuevo artículo 1218 del Código Civil. El
Informe dirigido al Presidente de la República, que acompaña la
Ordenanza Nº 2016-131 que contiene la reforma188, sostiene
que este artículo recoge la definición jurisprudencial de fuerza
mayor (aludiendo a la imprevisibilidad e irresistibilidad), pero que
abandona el tradicional requisito de la "exterioridad", en razón de
que la jurisprudencia de la Asamblea Plenaria de la Corte de
Casación lo habría también abandonado en 2006189. No
obstante, tal afirmación parece errónea, pues ni la Corte
Casación ni el texto de la ley parecen erradicar el requisito de la
externalidad, como se expondrá en el capítulo siguiente.

106. Recapitulando, podemos sostener lo siguiente: a) Un hecho


debe ser calificado como inevitable —lo que es suficiente como
requisito de procedencia del caso fortuito—, si física o
jurídicamente no se ha podido impedir. Esto es, ya sea porque las
fuerzas humanas no pueden impedirlo o porque, utilizando la
diligencia debida, el deudor no pudo evitarlo. El carácter
inevitable es una constante en toda hipótesis de caso fortuito. b)
Para determinar si ese hecho, calificado como inevitable, podrá
operar como caso fortuito en el marco de un contrato en
particular, es necesario interpretar las disposiciones de ese
acuerdo, para determinar qué medidas debía adoptar con
mediana diligencia el deudor y cuáles no les eran exigibles.
4. M

107. Una vez explicado el contenido de la irresistibilidad, a través


de su carácter inevitable e irresistible propiamente tal, es
necesario mencionar brevemente el momento en que deben
apreciarse esos criterios.

Es evidente que en la materia debe efectuarse una distinción.

Respecto del carácter inevitable del hecho, el mismo debe


apreciarse, en principio, al momento de la formación del contrato
o del comienzo de la realización de la acción, dependiendo del
ámbito en que se aplique.

En el caso de la responsabilidad contractual, esto tiene


particular relevancia cuando el hecho era "jurídicamente
inevitable", pues es al momento de la suscripción del contrato —
pero también durante su ejecución— donde debe apreciarse si el
contratante tomó todas las medidas de prevención para evitar que
aconteciera.

En el caso de la irresistibilidad propiamente tal, el momento que


debe apreciarse es en el instante en que se ejecuta el contrato
respectivo y surge el suceso inevitable, en orden a apreciar si
podía contener o eliminar sus consecuencias y, en caso
afirmativo, si tomó las medidas en tal sentido (según la diligencia
debida).

128V. sobre estas aproximaciones en general la exposición de: B , María


Graciela, El caso fortuito y su incidencia..., op. cit., pp. 123 y ss. De la misma autora
existe un artículo en una obra que el autor de este estudio tuvo el honor de codirigir:
"La irresistibilidad del caso fortuito y el deber de actuación del deudor como condición
para su exoneración", en Figueroa, Gonzalo; Barros, Enrique y Tapia, Mauricio
(coord.), Estudios de Derecho Civil VI, Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Olmué
2010, Santiago, LegalPublishing, 2011, pp. 737 y ss.

129En la doctrina nacional clásica esta posición es mayoritaria. Así, se afirma que
"el hecho debe ser insuperable en cuanto imposibilita absolutamente el cumplimiento
de la obligación". A Arturo; S , Manuel y V , Antonio,
op. cit., p. 281. No obstante, como también se mencionó a propósito de la
imprevisibilidad, la invocación de las "circunstancias de tiempo y lugar" en el
pensamiento de estos autores (y de varias sentencias) tiende a relativizar esta
conclusión. Así también A , René: "el hecho debe ser absolutamente imposible
de resistir". Op. cit., p. 830.

130Que afirmaba también que se trata de una "imposibilidad de ejecutar". P ,


Marcel y R , Georges, op. cit., p. 531.

131Corte Suprema, 2 de mayo de 1963, RDJ, T. 60, sec. 1ª, p. 59, Ficha Nº 61.

132Corte de Apelaciones de Santiago, 23 de enero de 2008, L.P. Nº 38265.

133Corte Suprema, 21 de enero de 2008, L.P. Nº 38118, Ficha Nº 26.

134Corte de Apelaciones Pedro Aguirre Cerda, 17 de septiembre de 1987, Gaceta


Jurídica, Nº 88, p. 37.

135Como señala Abeliuk: "una imposibilidad relativa, esto es, la dificultad en el


cumplimiento o una mayor onerosidad que la prevista en el mismo, no constituye caso
fortuito". Op. cit., p. 831.

136En este sentido, v. M , Henri, Léon y Jean, y C , François, op. cit.,


p. 664. Ya se ha expuesto que estos célebres autores matizan este absolutismo
proponiendo una apreciación in abstracto de estos requisitos.

137Corte de Apelaciones de Valdivia, 17 de abril de 1941, RDJ, T. 39, sec. 2ª, p. 1.

138V. al respecto: D , Ramón; P , Carlos y T , Mauricio,


"Rapport chilien. La révision du contrat", en Le contrat, Travaux de l'Association Henri
Capitant, Journées brésiliennes, Tome LV/2005, París, Société de Législation
Comparée, 2009, pp. 513 y ss.

139C -G , Anne-Sophie, op. cit., p. 217. La imprevisión, luego de la


reforma del Código Civil francés de 2016, se encuentra expresamente regulada en el
artículo 1195.

140D , Olivier ; G , Thomas y L , Yves-Marie, Réforme du droit


des contrats, du régimen général et de la preuve des obligations. Commentaire article
par article, París, LexisNexis, 2ª ed., 2018, p. 538.

141Corte Suprema, 16 de diciembre de 2009, rol Nº 6398-2009, Ficha Nº 39. En el


mismo sentido: Corte Suprema, 28 de junio de 2007, rol Nº 1408-2006, Ficha Nº 45.

142Basta con citar que Arturo Alessandri afirmaba que en virtud del caso fortuito se
provoca "la extinción de la obligación y la liberación de responsabilidad del deudor".
A , Arturo; S , Manuel y V , Antonio, op. cit., p. 282.

143Para una exposición de esta posición doctrinal: B , María Graciela, El caso


fortuito y su incidencia..., op. cit., pp. 145 y ss. Así también, en: "La irresistibilidad del
caso fortuito y el deber de actuación del deudor como condición para su
exoneración", op. cit., pp. 737 y ss.

144En este sentido, v. M , Henri, Léon y Jean, y C , François, op. cit.,


p. 664.

145Corte Suprema, 20 de junio de 1949, RDJ, T. 46, sec. 1ª, p. 533; y, Corte
Suprema, 2 de mayo de 1963, RDJ, T. 60, sec. 1ª, p. 59, Ficha Nº 61.

146V. sobre esta confusión entre caso fortuito e imposibilidad de cumplimiento:


B , María Graciela, "La irresistibilidad del caso fortuito y el deber de actuación
del deudor como condición para su exoneración", op. cit., pp. 739 y ss.

147Op. cit., p. 831.

148M , Henri, Léon y Jean, y C , François, op. cit., p. 665.

149Por ejemplo, A , Arturo: es "irresistible, cuando no es posible evitar


sus consecuencias". De la Responsabilidad Extracontractual en el Derecho Civil
Chileno, op. cit., p. 831.

150Por ejemplo, "evitar su ocurrencia" (Corte Suprema, 9 de septiembre de 1992,


RDJ, T. 89, sec. 2ª, p. 254; "que sea inevitable" (Corte de Apelaciones Pedro Aguirre
Cerda, 17 de septiembre de 1987, Gaceta Jurídica, Nº 88, p. 37); o, que "no sea
posible evitarlo" (Corte de Apelaciones de Concepción, 7 de octubre de 2008, rol
Nº 950-2007).

151R A E , Diccionario de la lengua española, 22ª ed.

152A , Paul-Henri, op. cit., pp. 63 y ss.

153B , María Graciela, El caso fortuito y su incidencia..., pp. 146 y ss.


154C , Gérard, "Comentario de jurisprudencia", Revue Trimestrielle de Droit
Civil, 1981, p. 171.

155En el derecho chileno, así lo sostiene: B , María Graciela, El caso fortuito y


su incidencia..., op. cit., pp. 147 y ss. No obstante, esto es un error, por las razones
que se mencionarán a continuación.

156A , Paul-Henri, op. cit., pp. 63 y ss.

157Rapport au Président de la République relatif à l'ordonnance Nº 2016-131, du


10 février 2016, portant réforme du droit des contrats, du régime général et de la
preuve des obligations (Journal officiel, 11 février 2016).

158Corte Suprema, 21 de enero de 2008, L.P. Nº 38118, Ficha Nº 26.

159Corte Suprema, 21 de enero de 2019, rol Nº 40166-2017 (Cº. 23), Ficha Nº 40;
Corte Suprema, 16 de noviembre de 2017, rol Nº 4658-2017 (Cº. 23), Ficha Nº 13;
Corte Suprema, 3 de octubre de 2017, rol Nº 18167-2017 (Cº. 22), Ficha Nº 58; Corte
Suprema, 19 de noviembre de 2013, rol Nº 2296-2013 (Cº. 12), Ficha Nº 54; y, Corte
Suprema, 12 de junio de 2013, rol Nº 2448-2010, Ficha Nº 56.

160Por ejemplo: Corte Suprema, 5 de septiembre de 2017, rol Nº 76461-2016,


Ficha Nº 15.

161Por ejemplo, si un cazador dispara su arma contra una presa le es inevitable


que pueda esa bala rebotar y herir a otro cazador. Ningún rol desempeñará en ese
caso la posibilidad de resistir a sus efectos. V. A , Paul-Henri, op. cit.,
pp. 63 y ss.

162A , Paul-Henri, op. cit., p. 378.

163Por ello, es erróneo lo que señala María Graciela Brantt, en orden a que
resultaría ilógico estimar que un hecho debe ser inevitable para cumplir este requisito
(irresistible), por cuanto nunca podría evitarse por ser imprevisible. Lo que sucede es
que, en tales casos, el hecho es sencillamente previsible y, por tanto, no hay caso
fortuito. B , María Graciela, El caso fortuito y su incidencia..., op. cit., p. 147.

164Esta es la principal crítica contra el análisis de G B , María, El caso


fortuito y su incidencia..., op. cit., pp. 147 y ss.

165A , Paul-Henri, op. cit., p. 63.

166C , Jean, op. cit., p. 308. Es la expresión que usualmente se


encuentra en la doctrina.
167En una decisión reciente, la Corte Suprema estimó que es caso fortuito un acto
de autoridad (juzgado de garantía) la orden de detención provisoria de un empleado
que le impide por esa razón presentarse a su trabajo. Corte Suprema, 14 de febrero
de 2018, rol Nº 35152-2017, Ficha Nº 29. Mismo criterio en: Corte Suprema, 6 de abril
de 2016, rol Nº 7351-2015, Ficha Nº 32; y, Corte Suprema, 1 de septiembre de 2015,
rol Nº 23799-2014, Ficha Nº 33. No obstante, en sentido contrario: Corte Suprema, 31
de enero de 2017, rol Nº 38196-2016, Ficha Nº 30; Corte Suprema, 21 de julio de
2016, rol Nº 17964-2015, Ficha Nº 31; y Corte Suprema, 4 de septiembre de 2003, rol
Nº 4056-2002, Ficha Nº 50. La divergencia se puede explicar porque algunos fallos
consideran que la detención, provocada por una acción delictual que envuelve una
conducta deliberada, hace previsible la privación de libertad. En este sentido, para el
caso detención por consumo de drogas: Corte Suprema, 5 de abril de 2011, rol
Nº 7543-2010, Ficha Nº 37; para el caso de delito de estafa: Corte Suprema, 10 de
enero de 2008, rol Nº 5460-2007, Ficha Nº 43; para el caso de conducción en estado
de ebriedad con resultado de muerte: Corte Suprema, 17 de agosto de 2006, rol
Nº 725-2005, Ficha Nº 47; y, para el caso de violación y estupro: Corte Suprema, 2 de
junio de 2009, rol Nº 1673-2009, Ficha Nº 40. Por otra parte, se ha fallado que una
orden de retención de dineros, dictada por un juez de garantía, es un acto de
autoridad que envuelve una hipótesis de fuerza mayor. Corte Suprema, 5 de abril de
2011, rol Nº 7543-2010, Ficha Nº 47. En sentido contrario, no lo es una orden de
autoridad, en este caso incautación de bienes, fundada en el propio comportamiento
del deudor (no pago de derechos de internación). Corte Suprema, 21 de enero de
2008, rol Nº 5055-2006, Ficha Nº 26.

168Corte de Apelaciones de Santiago, 28 de noviembre de 2007, L.P. Nº 37840.

169Una sentencia nacional se ha referido a este rol de la irresistibilidad: Corte


Suprema, 21 de enero de 2008, L.P. Nº 38118.

170B , María Graciela, El caso fortuito y su incidencia..., op. cit., p. 151.

171Por ejemplo, en un caso de responsabilidad contractual se reprochaba al


deudor por una pérdida de mercancía (hamburguesas) que quedaron sin refrigeración
debido al corte de electricidad posterior al terremoto de 27 de febrero de 2010,
afirmando que no dispuso de mecanismos auxiliares para asegurar el suministro
eléctrico (grupo electrógeno). La Corte consideró que de todas maneras la situación
revestía el carácter de caso fortuito, pues no existían mecanismos idóneos y posibles
para resistir sus consecuencias: "En efecto, si bien Chile es un país sísmico, la
ciencia aún no ha logrado prever el día y magnitud de un evento de esta naturaleza,
como tampoco sus consecuencias. No es posible entonces olvidar que con ocasión
del terremoto del 27 de febrero de 2010 las costas de nuestro país, entre ellas la de
San Antonio, fueron afectadas por un 'tsunami', lo que llevó a la autoridad a decretar
la inhabilitación del puerto e impedir el ingreso a dicho recinto por un término superior
a las 72 horas, decisión que fue adoptada con la finalidad de asegurar la vida e
integridad de quienes trabajaban en dicho recinto. Tales circunstancias impidieron a la
demandada poder actuar en la forma que pretende la actora, pues aun en el evento
de haber contado con un sistema alternativo que generase electricidad con
prescindencia del sistema interconectado central, el que también se vio afectado, el
ingreso para adoptar cualquier medida de mitigación sólo se pudo efectuar en un
primer turno el 28 de febrero, el que tuvo por finalidad limpiar el lugar y despejar los
accesos, habilitándose los generadores autónomos a la parte vital del puerto apenas
se pudo. Lo expuesto claramente da cuenta de un hecho imprevisible e irresistible y
que libera al deudor de su responsabilidad contractual". Corte Suprema, 10 de
noviembre de 2016, rol Nº 35563-2016 (Cº. 8), Ficha Nº 23. En otro caso se ha
concluido que no es posible resistir las consecuencias de un terremoto en el marco
de contratos laborales, que lleva al cierre de locales y despidos, no siendo exigible el
que se reubiquen los trabajadores en otros establecimientos del que el demandado
es socio. Corte Suprema, 11 de abril de 2012, rol Nº 6008-2011, Ficha Nº 35. En el
mismo sentido, en caso de un incendio del establecimiento: Corte Suprema, 18 de
diciembre de 2008, rol Nº 6311-2008, Ficha Nº 41; y, Corte Suprema, 1 de octubre de
2008, rol Nº 4327-2008, Ficha Nº 42. Pero no constituye caso fortuito cuando el
incendio es parcial, y las actividades se reanudaron en unos meses: Corte Suprema,
31 de julio de 2007, rol Nº 2055-2006, Ficha Nº 44. Tampoco lo es, por ser posible
resistir sus consecuencias, una expropiación parcial del lugar de trabajo: Corte
Suprema, 13 de noviembre de 2006, rol Nº 5366-2006, Ficha Nº 46.

172Corte Suprema, 18 de marzo de 2019, rol Nº 4185-2018 (Cº. 5, sentencia


reemplazo), Ficha Nº 2.

173Por ejemplo, la Corte Suprema ha sostenido: "Que de esta forma, para que el
evento sísmico y el tsunami del 27 de febrero de 2010 haya tenido la función
exculpatoria que le atribuye el Fisco en su contestación y la misma sentencia de
primera instancia, el Estado tuvo que haber desplegado toda una actividad eficiente
de prevención, manejo y regulación de la emergencia conforme las normas que el
mismo se otorgó desde hace ya largo tiempo, abarcando a nivel local esto es
Curanipe modalidades de educación, señalética y de regulación respecto de las
personas que pernoctan en los camping de la zona, de la de forma de haber otorgado
a las víctimas la posibilidad cierta adoptar resguardos más elaborados que le
hubieran otorgado una chance efectiva y cierta de evitar las consecuencias dañosas
reseñadas en esta causa. Por estas razones, la alegación de caso fortuito no puede
ser acogida y será desestimada". Corte Suprema, 21 de enero de 2019, rol Nº 40166-
2017 (Cº. 25), Ficha Nº 4. En el mismo sentido, Corte Suprema, 8 de noviembre de
2018, rol Nº 871-2018 (Cº. 25), Ficha Nº 5. Corte Suprema, 17 de abril de 2018, rol
Nº 18225-2017 (Cº. 10, sentencia reemplazo), Ficha Nº 6; Corte Suprema, 16 de
noviembre de 2017, rol Nº 4658-2017 (Cº. 25), Ficha Nº 13.
174J , Patrice, "Observación a fallo de la Corte de Casación, Primera Sala,
9 de marzo de 1994", en Revue trimestrielle de droit civil, 1994, p. 871.

175Op. cit., p. 58.

176Ibidem.

177T , François; S , Philippe; L , Yves y C , François, Droit


civil. Les obligations, París, Dalloz, 2018, 12ª ed., p. 813. Estos autores efectúan una
completa exposición de la evolución en la materia.

178Corte de Casación, Primera Sala Civil, 9 de marzo de 1994, Revue trimestrielle


de droit civil, 1994, p. 871.

179Corte de Casación, Primera Sala Civil, 6 de noviembre de 2002, Bulletin des


ârrets de la Cour de cassation, 2002, I, Nº 91.

180C , Gaël y L , Mathias, op. cit., pp. 531 y 532.

181Corte de Casación, Sala Comercial, 1 de octubre de 1997, Bulletin des ârrets de


la Cour de cassation, 1997, IV, Nº 240.

182Corte de Casación, Sala Social, 12 de febrero de 2003, Bulletin des ârrets de la


Cour de cassation, 2003, V, Nº 50.

183Un autor ha sostenido, con razón, que estos fallos no hacen más que interpretar
de una "forma razonable" la concurrencia de la imprevisibilidad, cuando todas las
medidas de prevención necesarias fueron implementadas y de todas formas el hecho
se produjo. B , Jean-Sébastien, "La force majeure: une définition spécifique
à la matière contractuelle?, Revue des Contrats, 2006, p. 1207.

184C , Gaël y L , Mathias, op. cit., p. 531.

185Corte de Casación, Segunda Sala Civil, 13 de julio de 2000, Bulletin des ârrets
de la Cour de cassation, 2000, II, Nº 126.

186Corte de Casación, Asamblea Plenaria, 14 de abril de 2006, Nº 04-18902 y


Nº 02-11168.

187T , François; S , Philippe; L , Yves y C , François,


op. cit., p. 814.

188Rapport au Président de la République relatif à l'ordonnance Nº 2016-131, du


10 février 2016, portant réforme du droit des contrats, du régime général et de la
preuve des obligations (Journal officiel, 11 février 2016).
189La noción que podía desprenderse de esa jurisprudencia es que la fuerza
mayor en materia contractual corresponde a un acontecimiento "imprevisible al
tiempo de la suscripción del contrato e irresistible en su ejecución". Corte de
Casación, Asamblea Plenaria, 14 de abril de 2006, Nº 04-18902 y Nº 02-11168.
VI. E

108. El tercer y último requisito de la fuerza mayor atiende a que


el suceso debe ser "exterior", provenir de una causa "ajena",
"extraña" o "inimputable"190. Este es un elemento que no se
encuentra contenido expresamente en la definición del artículo 45
del Código Civil, pero que la jurisprudencia191 y la doctrina han
sostenido invariablemente que constituye una exigencia del caso
fortuito192.

En gran medida, este elemento, por lo demás, se desprende del


artículo 1547 de ese mismo Código, que señala que el deudor no
es responsable del caso fortuito o fuerza mayor cuando este ha
"sobrevenido por su culpa".

109. El origen de este requisito debe encontrarse, una vez más,


en la doctrina francesa. La idea de que el caso fortuito deba
provenir de una "causa extraña" o "una causa inimputable"
(expresiones que son utilizadas frecuentemente en la doctrina
chilena), se originó en los términos del artículo 1147 del Código
Civil francés que establece la responsabilidad del deudor en
orden a indemnizar el daño provocado por el incumplimiento,
salvo si este proviene de una causa extraña (cause
étrangére) que no le sea imputable. Como el artículo siguiente
(1148), dispone que no se debe indemnización cuando el
incumplimiento se debió a un caso fortuito, tempranamente
(desde los comentaristas del Código), se entendió que esta
segunda norma no era sino una aplicación de la "causa
extraña"193. No obstante, como se señalará en el párrafo
siguiente, existen divergencias en cuanto a su alcance.

Por otra parte, de forma contemporánea se discutió incluso en el


derecho francés sobre la necesidad de este requisito de la
exterioridad, en razón de que algunos fallos tendieron a señalar
que el único elemento determinante del caso fortuito es la
irresistibilidad, tal como se explicó más arriba.

La situación es un poco curiosa, pues los fallos de la Asamblea


Plenaria de 2006, que resolvieron la controversia entre las Salas
de esa Corte en orden a si la irresistibilidad constituía o no el
único elemento del caso fortuito, sostuvieron —apelando a la
noción clásica— lo siguiente: el caso fortuito es un evento
"imprevisible al tiempo de la suscripción del contrato e irresistible
en su ejecución" (en materia de responsabilidad contractual).
Asimismo, afirmó que un suceso, en el marco de "en un
accidente, [debe tener] un carácter imprevisible e irresistible" para
ser constitutivo de fuerza mayor (en materia de responsabilidad
extracontractual)194.

De ahí que algunos autores sostuvieron que en realidad la Corte


de Casación había abandonado el requisito de la "exterioridad", y
que, en consecuencia, no había seguido de forma ortodoxa, la
definición clásica que le asigna las tres condiciones copulativas.

Además de la omisión formal del requisito en el texto de ambos


fallos, tal conclusión se desprendía, en particular, de uno de ellos,
que reconocía el carácter de fuerza mayor de una enfermedad
grave sobreviniente de un contratante que le impidió ejecutar el
contrato. Según un autor, este fallo confirmaría que un caso
fortuito "puede ser de origen interno", y no necesariamente
exterior195.

No obstante, tal conclusión era discutible, desde el momento


que la cuestión de la exterioridad no había motivado la casación
y, por tanto, no fue controvertida ante la Asamblea Plenaria.
Asimismo, un comunicado oficial de esa Corte de Casación, al
referirse a estos importantes fallos, mencionaban la exterioridad
como parte del "concepto clásico de la fuerza mayor", que esa
instancia había decidido reafirmar196. Por último, el suceso
"interno" al que se refería uno de los fallos (enfermedad) le era en
absoluto inimputable al deudor, y en ese sentido cumplía el
requisito de la exterioridad197. Por lo demás, se trataba de una
prestación que solo podía cumplir el deudor y no otro tercero, en
razón de los conocimientos específicos que envolvía198.

Como se dijo, el concepto de fuerza mayor, incorporado por la


reforma del derecho de los contratos de 2016, no efectúa una
mención explícita al requisito de la "exterioridad". El Informe
dirigido al Presidente de la República, que acompaña la
Ordenanza Nº 2.016-131 que contiene la reforma199, sostuvo —
como se adelantó en el capítulo anterior— que abandona el
tradicional requisito de la "exterioridad", en razón de que la
jurisprudencia de la Asamblea Plenaria de la Corte de Casación
lo habría también abandonado en 2006 (se refiere a los dos fallos
recién analizados)200. La afirmación parece, en realidad,
doblemente errónea.

Por una parte, es discutible que los mencionados fallos hayan


abandonado ese requisito, tal como se expuso. En segundo lugar,
y más importante, existe bastante consenso entre los autores que
han comentado esta reforma que la expresión "escapando al
control del deudor", incorporada en el nuevo artículo 1218,
corresponde a la condición de exterioridad201. En efecto, algo
que escapa al control del deudor le es "inimputable", y en tal
sentido puede sostenerse que cumple el requisito de la
inimputabilidad202. Como se ha afirmado, "la cuestión se traduce
así en poder del deudor sobre el suceso, y entonces en su poder
de impedirlo"203.

La situación abre nuevamente en ese derecho una ambigüedad


acerca de la pertinencia de este requisito del caso fortuito, que ha
dado lugar a tantas controversias.

Una aproximación adecuada para interpretar esta norma, me


parece que es sostener que conforme a la nueva definición no
existirían inconvenientes en ese sistema comparado para concluir
que configura fuerza mayor un suceso interno, que concierne al
deudor en el caso de la responsabilidad contractual (una
enfermedad grave o su situación de cesantía repentina, que le
impide ejecutar el contrato), a condición de que ese suceso no
pueda ser controlado por él (y que cumpla las otras condiciones
de esta figura), pues es la voluntad del deudor la que debe estar
excluida de la fuerza mayor y en ese sentido es "exterior"204. En
el fondo, no le debe ser "imputable" de alguna forma205, pues
eso lo hace culpable como ya se ha expuesto, pero puede un
suceso "interno" serle inimputable (por ejemplo, un cáncer
sobreviniente que le impide cumplir la prestación)206. Esto es,
como señala otro autor, la "exterioridad exigida es entonces una
exterioridad psicológica y no material"207.

110. Ahora bien, tal como los otros elementos del caso fortuito, si
bien existe relativo consenso en que es un requisito necesario,
subsisten disputas acerca de su significado exacto en el derecho
comparado, a un punto tal que un autor contemporáneo ha
sostenido que es el elemento "más controvertido" de la
calificación de la fuerza mayor208.

Efectivamente, un hecho puede ser exterior en relación con la


persona del agente, a su voluntad, a la cosa que genera el daño o
a su actividad. ¿A qué elemento o elementos de entre estos se
refiere este requisito?

En síntesis, es posible concebir aproximaciones sobre la


exterioridad denominadas "subjetivista", "voluntaristas" o
"psicológicas" (que tienden a enfocarla desde la perspectiva de la
ajenidad en relación con la voluntad o conducta del agente), y
teorías "objetivistas" o "materialistas" (que la vinculan a la
actividad del deudor o con el objeto que generó el daño)209.

111. Si nos remitimos a las posiciones adoptadas en el derecho


chileno, en realidad las disputas son menores, y tanto la doctrina
y la jurisprudencia la entienden en referencia a la actuación del
agente o deudor, solo existiendo matices en relación con si lo que
se exige es que el caso fortuito no provenga de la culpa del
deudor o que el mismo provenga de una "causa extraña" del
deudor. Tales diferencias no tienen consecuencias mayores en la
práctica.

Solo existen opiniones aisladas que pretenden otorgarle un


supuesto contenido objetivo a la exterioridad, pero que en
definitiva llegan a los mismos resultados, tal como se expondrá.

112. En realidad la posición del derecho nacional se explica por


dos razones:

En primer lugar, el debate en torno a la exterioridad es un tanto


foráneo, con fundamentos en las particularidades de otros
sistemas jurídicos. Las disputas en torno a la exterioridad tienen
una razón histórica: la invención por la jurisprudencia francesa de
las responsabilidades objetivas por el hecho de las cosas, que
llevó a algunos autores a proponer un requisito de exterioridad
que permitiera cubrir con este régimen privilegiado un mayor
número de accidentes. En el fondo, ninguna situación que se
encuentre en el dominio del custodio o guardián de una cosa
podía ser considerada caso fortuito, por no ser "externo". Por
ejemplo, un daño generado por un vicio de la cosa empleada en
la actividad que generó el daño no constituye caso fortuito por no
ser externo210. Esto generó una reacción en orden a
contrarrestar esta interpretación con una aproximación más
voluntarista o subjetiva.

Es evidente que en un sistema como el nuestro, que carece de


este régimen objetivo, la discusión pierde relevancia.

En segundo lugar, porque, en definitiva, tratándose de un


sistema de responsabilidad por culpa, la exterioridad presenta
sutiles problemas de interpretación en casos límite —como la
consideración de la huelga del propio establecimiento211 o la
enfermedad del deudor como hipótesis de fuerza mayor—,
cuestiones que no se han presentado con esa intensidad en
nuestro derecho212.

113. En concreto, el tratamiento de la exterioridad en el derecho


chileno puede resumirse en las siguientes ideas213:

a) En primer lugar, se entiende que un hecho es exterior cuando


no deriva de la voluntad o es ajeno al deudor, haciendo referencia
a que no debe provenir de su culpa214. En gran medida esto
equivale a sostener que el daño no haya sido previsible para el
deudor, y en eso se aproxima a ese otro requisito del caso
fortuito.

Con ello se le reconduce, en esencia, a la regla del artículo


1547 del Código Civil.

Así, la Corte Suprema ha afirmado categóricamente que para


que la fuerza mayor constituya una causal inimputable del deudor,
es necesario que el hecho "no haya sido provocado por quien lo
alega, puesto que ello implicaría exonerarse de responsabilidad
por hecho propio y voluntario"215.

b) En segundo lugar, se señala, por varios autores, que el hecho


debe provenir de una causa exterior, haciendo referencia, en
esencia, a que el hecho debe interrumpir la acción causal entre la
acción del agente y el resultado216. Algunos fallos también han
recogido esta perspectiva217.

c) Por último, una opinión aislada en la doctrina chilena señala


que el requisito de la exterioridad debería reconducirse al ámbito
de los "riesgos" del contrato, noción extraña a nuestro derecho y
que alude, esencialmente, al ámbito de las obligaciones asumidas
por las partes. En todo caso, las conclusiones que extrae de tal
concepción no son muy lejanas a las que se llega en virtud de las
otras dos posiciones, pues el ámbito de los riesgos del contrato
no es otra cosa que aquello que pueda ser alcanzado por la
previsión de las partes (y eso se puede atribuir a la "voluntad",
expresa o tácita, de las partes)218.

114. En síntesis, puede concluirse lo siguiente en relación con el


requisito de la exterioridad del caso fortuito en el derecho chileno:
a) En primer lugar, debe tratarse, en esencia, de un hecho que
esté "fuera de la esfera de la cual el deudor deba responder"219.
Esto es, "se trata simplemente que el deudor no puede invocar,
para eludir su responsabilidad, un hecho que haya él mismo
provocado o en cuyo origen se encuentre"220.

b) En segundo lugar, un hecho que proviene del deudor excluye


el caso fortuito, ya sea porque esa acción se considera negligente
o ya sea porque el vínculo causal relevante se establece entre tal
hecho y el daño y no entre el hecho fortuito y el daño. En
definitiva, por causalidad o culpa, tal como se expondrá más
adelante, se llega al mismo resultado221.

c) En tercer lugar, la aproximación del derecho nacional (de la


doctrina inmensamente mayoritaria y de la jurisprudencia) enfoca
la exterioridad desde la perspectiva de la voluntad del deudor y
no en relación "a la cosa que la motiva"222. Esto, porque, como
se explicó, no tiene relevancia en Chile la discusión acerca de
regímenes objetivos de responsabilidad por el hecho de las
cosas. Por ello, como señala un autor, "si el daño se produce por
un defecto interno de la cosa, ello no impide de suyo alegar caso
fortuito, ya que el requisito de la exterioridad mira más bien a si el
hecho dañoso ha sido propio del deudor"223.

190Sin perjuicio de que todas las obras generales en materia de obligaciones y de


responsabilidad civil se refieran a él, existe un trabajo bastante exhaustivo, aunque
con conclusiones discutibles, de: B , María Graciela, "La exigencia de la
exterioridad en el caso fortuito: su construcción a partir de la distribución de los
riesgos del contrato", op. cit., pp. 39 y ss.

191Por ejemplo, entre los innumerables fallos que lo afirman: Corte Suprema, 9 de
septiembre de 1992, RDJ, T. 89, sec. 5ª, p. 254, y Corte Suprema, 19 de junio de
2003, RDJ, T. 100, sec. 3ª, p. 88, Ficha Nº 51.
192Por todos, A , René, op. cit., pp. 829 y ss.

193V. por todos, M , Henri, Léon y Jean, y C , François, op. cit., p. 667.

194Corte de Casación, Asamblea Plenaria, 14 de abril de 2006, Nº 04-18902 y


Nº 02-11168.

195J , Patrice, Force majeure: La'Assemblée plénière manque l'occasion


d'une définition claire, Recueil Dalloz, 2006, pp. 1577 y ss.

196T , François; S , Philippe; L , Yves y C , François,


op. cit., p. 814;

197C , Gaël y L , Mathias, op. cit., pp. 532 y 533.

198F -M , Muriel, Droit des obligations. Contrat et engagement unilatéral,


París, PUF, 2017, p. 714.

199Rapport au Président de la République relatif à l'ordonnance Nº 2016-131, du


10 février 2016, portant réforme du droit des contrats, du régime général et de la
preuve des obligations (Journal officiel, 11 février 2016).

200La noción que podía desprenderse de esa jurisprudencia es que la fuerza


mayor en materia contractual corresponde a un acontecimiento "imprevisible al
tiempo de la suscripción del contrato e irresistible en su ejecución". Corte de
Casación, Asamblea Plenaria, 14 de abril de 2006, Nº 04-18902 y Nº 02-11168.

201V. T , François; S , Philippe; L , Yves y C , François,


op. cit., p. 814; D , Nicolas y J , Christophe, op. cit., p. 126; C ,
François, op. cit., p. 141; C -G , Anne-Sophie, op. cit., p. 217; D ,
Olivier; G , Thomas y L , Yves-Marie, op. cit., p. 537; C , Gaël y
L , Mathias, op. cit., p. 533; F -M , Muriel, op. cit., p. 715; B -
L , Yvaine y L -T , Virginie, Droit civil. Les obligations, París,
Sirey, 2018, 16ª ed., p. 833.

202C , Gaël y L , Mathias, op. cit., p. 533.

203F -M , Muriel, op. cit., p. 715.

204C -G , Anne-Sophie, op. cit., p. 218.

205C , Gaël y L , Mathias, op. cit., p. 530.

206V. al respecto: N , David, "La maladie du débiteur cas de forcé majeure",


Recueil Dalloz, 2006, pp. 1566 y ss.
207B , Charles-Édouard, op. cit., p. 593.

208A , Paul-Henri, op. cit., p. 25.

209Sobre estas posiciones, v. A , Paul-Henri, op. cit., pp. 25 y ss.

210Corte de Casación, Sala Civil, 26 de marzo de 1934, Recueil hebdomadaire de


jurisprudence Dalloz, 1934, p. 266.

211En el derecho francés se tiende a analizar las causas de la huelga para percibir
su carácter "externo", esto es, una huelga generada por decisiones gubernamentales
es externa, una huelga generada por decisiones polémicas del empleador no lo es.
V. en este sentido: C , Gaël y L , Mathias, op. cit., 2016, p. 534.

212No obstante, existe un fallo que reconoce el carácter de fuerza mayor a una
huelga y toma de un recinto universitario de propiedad del acreedor, que impidió
cumplir con un plazo de entrega de una construcción: Corte Suprema, 29 de enero de
2002, rol Nº 4804-2000, Ficha Nº 28.

213Una adecuada síntesis de estas visiones en: C , Hernán, Contratos...,


op. cit., pp. 136 y ss.

214V. por todos: A , Arturo; S , Manuel y V , Antonio,


op. cit., pp. 279 y ss. "Para que un hecho constituya caso fortuito o fuerza mayor debe
ser generado por una causa enteramente ajena a la voluntad del deudor, es decir,
que el deudor no haya contribuido en forma alguna a causarlo".

215Corte Suprema, 9 de septiembre de 1992, RDJ, T. 89, Nº 3, sec. 5ª, p. 254.

216V. por todos, B , Jorge, op. cit., p. 175, y P , Carlos, op. cit., pp. 7 y
ss.

217Corte de Apelaciones de Santiago, 27 de septiembre de 2007, L.P. Nº 37339.

218B , María Graciela, El caso fortuito y su incidencia..., op. cit., p. 61.

219C , Jean, op. cit., p. 308.

220V , Geneviève y J , Patrice, op. cit., p. 219.

221Desde la perspectiva de la causalidad: S M , Lilian, "Desastres naturales


y responsabilidad civil: posible concurso causal entre actividad humana y fenómeno
natural" en G T , Maricruz; H , Gabriel; L , Fabiola y
T , Mauricio, Estudios de Derecho Civil XIV, Jornadas Nacionales de Derecho Civil
2018, Coquimbo, Santiago, Thomson Reuters, 2019 (en prensa).
222C , Hernán, Contratos..., op. cit., pp. 138 y ss.

223C , Hernán, Contratos..., op. cit., p. 139.


VII. P

115. En cuanto a la prueba del caso fortuito, las reglas del


derecho nacional son bastante claras y pueden distinguirse en
dos grupos: i) En primer lugar, las reglas del derecho común de
aplicación general, y ii) En segundo lugar, las reglas especiales
aplicables al contrato de seguro.

1. E

116. El principio general de prueba de las obligaciones está


contenido en nuestro derecho en el artículo 1698 del Código Civil,
que dispone que "incumbe probar las obligaciones o su extinción
al que alega aquéllas o ésta"224.

Ahora bien, en materia de caso fortuito, esa regla general tiene


una aplicación expresa en el artículo 1547 del Código Civil, que
sigue la doctrina de Pothier, quien afirmaba que es el deudor
quien "debe justificar el caso fortuito". La regla del inciso 3º del
artículo 1547 del Código Civil dispone: incumbe "la prueba del
caso fortuito al que lo alega"; y es repetida en el artículo 1674: "el
deudor es obligado a probar el caso fortuito que alega".
Asimismo, la regla general es repetida para el arrendamiento de
transporte (art. 2015 del Código Civil) y para el mandato (art.
2016 del Código Civil).

117. En todo caso, es claro que "la enunciada regla probatoria es


categórica y su ámbito de aplicación es de orden general"225.
Estas reglas del derecho civil son el derecho común de todas las
relaciones jurídicas y tienen por vocación aplicarse salvo
disposición legal o contractual especial.

118. En cuanto al objeto de la prueba, ella debe comprender la


concurrencia de los requisitos del caso fortuito. Con todo, debe
tenerse presente que existen ciertos hechos fortuitos, que, por ser
notorios e indubitados, no requieren una demostración mayor (por
ejemplo, un terremoto o, en general, eventos de la naturaleza).

Como tales elementos reconducen inevitablemente, como ya se


ha explicado, a preguntarse por la diligencia del deudor (en
cuanto a qué no pudo prever, ni resistir y que el hecho fue
exterior), usualmente la prueba alcanzará también a las medidas
que prueban el respeto del cuidado debido. Lo anterior no es
extraño, pues ambas son defensas que permiten eximir de la
responsabilidad: o bien porque se actuó con diligencia debida (y
entonces no hay culpa, que es uno de los elementos de la
responsabilidad), o bien porque el daño lo causó un hecho
imprevisible, irresistible y exterior (un caso fortuito)226.

2. R
119. Las reglas generales anteriores tienen una excepción legal
en el caso del contrato de seguro. Según el antiguo artículo 539
del Código de Comercio: "El siniestro se presume ocurrido por
caso fortuito; pero el asegurador puede acreditar que ha sido
causado por un accidente que no le constituye responsable de
sus consecuencias, según la convención o la ley".

En efecto, como afirma René Abeliuk, en materia de seguros


"se presume el caso fortuito... en el sentido que el siniestro lo
constituye"227. En otros términos, "esta excepción se traduce en
una presunción que favorece al asegurado, en cuya virtud se da
por establecido que el accidente ha tenido su origen en un caso
fortuito y, por tanto, que el suceso reúne todos los requisitos de
éste"228. En términos contractuales, ello significa simplemente,
como ha concluido Osvaldo Contreras, que "el siniestro se
presume ocurrido por caso fortuito y que está amparado por la
cobertura de la póliza"229.

La jurisprudencia chilena ha tenido ocasión de confirmar la regla


señalando que "en este contrato comercial el caso fortuito se
presume"230; declarando incluso "ilícitas" las cláusulas de las
pólizas que contravienen esa disposición legal231.

120. Como se sabe, la Ley Nº 20.667, que regula el contrato de


seguro, sustituyó el título VIII del Libro II del Código de Comercio,
donde se encontraba esta norma. Esta reforma, publicada el 9 de
mayo de 2013, y que entra en vigencia el 1 de diciembre de 2013,
sustituyó la redacción de la norma en comento por la siguiente:
"Art 531. Siniestro. Presunción de cobertura y excepciones. El
siniestro se presume ocurrido por un evento que hace
responsable al asegurador. El asegurador puede acreditar que el
siniestro ha sido causado por un hecho que no lo constituye en
responsable de sus consecuencias, según el contrato o la ley".

Como puede concluirse, la norma tiene un sentido similar,


aunque su nueva redacción le atribuye un alcance aún más
general: el siniestro se presume que constituye un evento
cubierto por la póliza. En la materia, por tanto, su consecuencia
es la misma expuesta por la doctrina y jurisprudencia para la
anterior redacción, pues si la póliza cubre hipótesis de daños
provocados por casos fortuitos, entonces el evento se deberá
presumir caso fortuito y cubierto por el seguro, salvo que el
asegurador demuestre lo contrario.

224V. sobre estas cuestiones, la completa exposición de C , Eduardo e


I , Fernando, op. cit., p. 158.

225C , Eduardo e I , Fernando, op. cit., p. 158.

226En este sentido, por ejemplo, Corte Suprema, 1 de diciembre de 1917, RDJ,
T. 15, sec. 1ª, p. 302, y Corte Suprema, 30 de junio de 1915, RDJ, T. 12, sec. 1ª,
p. 110, Ficha Nº 62.

227A , René, op. cit., p. 835.

228C , Eduardo e I , Fernando, op. cit., p. 160.

229C , Osvaldo, El contrato de seguro, Santiago, Editorial La Ley, 2002,


p. 263.

230Corte de Apelaciones de Valparaíso, 20 de mayo de 1929, RDJ, T. 28, sec. 1ª,


p. 29.

231Corte Suprema, 30 de diciembre de 1909, RDJ, T. 8, sec. 1ª, p. 62.


VIII. E

121. En materia de efectos del caso fortuito es necesario efectuar


algunas distinciones.

Ante todo, debe distinguirse si se pretende invocar una excusa


de caso fortuito i) en el marco de la responsabilidad
extracontractual, o ii) en una hipótesis de responsabilidad
contractual.

Luego, en el ámbito de la responsabilidad contractual, es


preciso distinguir entre el efecto en materia de responsabilidad y
el efecto en cuanto al vínculo obligacional.

Se examinarán por separado estas situaciones.

1. R

122. En materia de responsabilidad extracontractual, el caso


fortuito funciona como eximente de responsabilidad. Esto es, el
agente no deberá indemnización de perjuicios a la víctima por los
daños causados232.

Para ello, es necesario que el caso fortuito constituya la causa


determinante del hecho dañoso. Esto es, que sea la razón
principal que explique ese resultado, aun cuando hayan
intervenido otras causas provenientes del agente o de
terceros233.

Cabe tener presente que en el derecho comparado (en


particular, en el francés) se debate acerca de si el caso fortuito
tiene un efecto exoneratorio al excluir la relación causal o la
culpabilidad234.

En realidad, como sostiene Geneviève Viney, la fuerza mayor


"demuestra al mismo tiempo que el agente tuvo solamente un rol
muy accesorio en la realización del daño y que su conducta no
tiene nada de reprochable"235.

2. R

123. En materia de responsabilidad contractual la fuerza mayor


tiene un rol más amplio, que puede sintetizarse del modo
siguiente236:

124. a) Efecto de exoneración de responsabilidad. Ante todo, el


caso fortuito tiene un efecto directo y principal sobre la
responsabilidad contractual, esto es, sobre el deber de
indemnizar daños al acreedor.

Según los artículos 1547 y 1558 del Código Civil, ya analizados,


la existencia del caso fortuito libera al deudor, por una parte, de la
indemnización compensatoria por el incumplimiento y, por otra, de
la indemnización moratoria, si el caso fortuito solo retardó el
cumplimiento. Tampoco podrá demandársele el cumplimiento
forzado de la obligación. Estos efectos son inequívocamente
afirmados por la doctrina nacional237.

125. Como se ha adelantado, en materia de responsabilidad civil


contractual, el deudor posee dos defensas distintas para excluir
su responsabilidad: probar que actuó con la diligencia debida o
probar un caso fortuito. En el primer caso, no habrá
responsabilidad porque falta uno de sus requisitos (culpa), en el
segundo no habrá responsabilidad porque intervino un hecho
fortuito en la cadena causal238.

126. Para ello, resulta útil precisar, conforme a lo que concluye la


doctrina y la jurisprudencia nacional en el presente, si esas
obligaciones son de medios o de resultado239.

Se atribuye generalmente a René Demogue esta clasificación


entre obligaciones de medios y de resultado, que atiende a la
forma de constatar su incumplimiento. Una obligación contractual
de medios, también denominada obligación general de prudencia
y diligencia, exige solamente emplear la diligencia debida para
intentar obtener el resultado perseguido (un típico ejemplo es el
deber del abogado de obtener una sentencia favorable para el
cliente). Una obligación contractual de medios equivale, por ello,
a las que en materia extracontractual se denominan obligaciones
sujetas al deber general de prudencia y diligencia. Usualmente,
se trata de obligaciones en cuyo cumplimiento existen elementos
aleatorios que no dependen exclusivamente de la voluntad del
deudor (por ejemplo, sanar a un paciente, en el caso del médico,
o ganar el proceso, en el caso del abogado).

Por el contrario, en una obligación contractual de resultado el


deudor asegura la obtención de un objeto determinado, la
obtención de un resultado concreto (la entrega material de una
cosa, por ejemplo).

En la obligación de medios, la prueba del incumplimiento del


contrato supone efectuar un juicio de valor acerca de la diligencia
empleada por el deudor; en cambio, en la obligación de resultado,
el incumplimiento queda demostrado si se prueba simplemente
que el resultado no se obtuvo240.

Por ello, en este último caso sería particularmente aplicable la


presunción de culpa en materia contractual (prevista en el artículo
1547 Código Civil), pues en una obligación de medios la
constatación del incumplimiento exige —en teoría— que la
víctima pruebe la negligencia del deudor.

127. Esta clasificación de las obligaciones ha sido paulatinamente


aceptada en el derecho chileno241, y prueba de ello son los ya
numerosos fallos de la Corte Suprema que la recogen y aplican
en casos de prestaciones contractuales médicas242.

128. En ese contexto, resulta evidente que la fuerza mayor o caso


fortuito reviste especial relevancia en materia de obligaciones
contractuales de resultado (aquellas donde el deudor se
compromete a obtener un objetivo determinado, como por
ejemplo construir una casa en un determinado plazo), y no en las
obligaciones contractuales de medios (donde el deudor se obliga
a hacer sus mejores esfuerzos para obtener un resultado
determinado, pero no se obliga a conseguirlo, como por ejemplo
las obligaciones del médico de sanar a un paciente). En efecto,
es en las primeras en que la fuerza mayor adquiere una
importancia radical, pues solo mediante su prueba podrá el
deudor excusarse del cumplimiento de la obligación243. En
cambio, en las obligaciones de medios le basta con probar su
diligencia para quedar exento de responsabilidad, sin que sea
necesario probar la concurrencia de un caso fortuito.

De todas formas, para medir ese efecto, resulta imprescindible


interpretar y calificar previamente el contrato específico de que se
trate.

129. b) Efectos sobre el vínculo obligatorio. Bajo la condición de


que sobre el contrato en particular de que se trate se reúnan los
requisitos de la fuerza mayor (en particular, la irresistibilidad, cuya
aplicación particular en la materia ya fue tratada), el caso fortuito
puede surtir los siguientes efectos sobre el vínculo obligatorio:

— Si el impedimento de cumplimento es total y absoluto, de


forma tal que la ejecución de la obligación se vuelve imposible,
entonces existe extinción de la obligación, según las
disposiciones de los artículos 1670 y siguientes del Código Civil
(que se entienden aplicables a las obligaciones de dar, hacer y no
hacer). Como la obligación se extingue sin culpa, el deudor no
estará obligado a indemnizar los perjuicios al acreedor. Cabe
destacar que, en atención a la precaria regulación nacional,
pareciera que no se efectúan distinciones según la gravedad del
incumplimiento que se transforma en imposible, para dar lugar a
este efecto liberatorio. No obstante, parece sensato sostener que
la extinción de la obligación opere solo cuando se trate de una
inejecución de una gravedad suficiente244.

En la reforma francesa de los contratos de 2016, el inciso


segundo del artículo 1218 señala que en caso de que el
impedimento provocado por el caso fortuito sea definitivo el
contrato "se resuelve de pleno derecho". Esto se ha entendido
como una innovación, pues al señalar que este efecto se produce
"de pleno derecho", ello significa que opera "automáticamente",
sin decisión judicial, correspondiendo al acreedor impugnar en
justicia el caso fortuito invocado por el deudor.

Tal solución se inscribe en una línea de aumento de los poderes


unilaterales de las partes, preconizado por proyectos de
armonización, en particular, los Principios de derecho europeo de
los contratos245, y tiene la complejidad de que el acreedor
deberá sufrir, durante todo el tiempo del proceso, el
incumplimiento del deudor, y por ello resulta discutible246.

— Si el impedimento es solo temporal, entonces el deudor


quedará eximido de indemnizar perjuicios por el cumplimiento
tardío o imperfecto, y la obligación recobrará su exigibilidad
cuando se supere tal evento247. En el fondo, el caso fortuito en
esta hipótesis tiene solo un efecto suspensivo sobre el
cumplimiento de la obligación, y por eso algunos autores le
denominan "fuerza mayor temporal"248. Evidentemente,
conforme a las reglas generales, durante el tiempo de la
suspensión el deudor está afecto al deber general de diligencia,
en orden a tomar todas las medidas adecuadas para superar el
impedimento y cumplir la obligación249.

El nuevo artículo 1218 del Código Civil francés —reforma del


derecho de contratos de 2016— contiene esa regla
expresamente, afirmando que si el impedimento es "temporal", la
ejecución de la obligación se "suspende", cuestión que recoge
una regla que ya había sido declarada por la jurisprudencia de
ese país250. La reforma agrega una regla interesante, que
prescribe que un impedimento temporal puede llegar a extinguir la
obligación cuando ello se "justifique", en el entendido que esa
justificación existe cuando el incumplimiento tardío ya no presente
ningún interés para el acreedor251. La regla también se inspira
en los Principios de derecho europeo de los contratos252.

130. Esos son los efectos generales del caso fortuito.


Evidentemente, ellos se desarrollan en consecuencias más
sutiles dependiendo de la naturaleza del contrato de que se trate
y las estipulaciones particulares que se hayan pactado.

232En el derecho nacional, existe un trabajo que plantea la posibilidad de


establecer, sobre la base de una causalidad parcial, una eximente también parcial de
responsabilidad en cuanto concurra también una acción culpable del agente. Por
ejemplo, en un desastre natural cuyas consecuencias sean amplificadas por las
escasas prevenciones del agente. La propuesta es discutible en tanto envuelve la
difícil tarea de valorar más de una causa adecuada del daño y asignarle un rol en la
producción del daño. Materialmente es muy difícil de discernir si las medidas de
prevención oportunas, por ejemplo, habrían evitado todo el daño o una parte de este.
Lo usual es que sea tan determinante la acción culpable —ausencia de medidas de
prevención frente a catástrofes— que todo el daño se explique por ellas, desde el
momento que habiéndolas implementado las consecuencias nocivas se habrían
evitado. Por ejemplo, de haber contado con medidas diligentes de advertencia de
riesgo tsunami es presumible que todas las víctimas habrían salvado su vida, y no
solo algunas de ellas. V. Desde la perspectiva de la causalidad: S M , Lilian,
op. cit.

233V. en este sentido, A , Arturo, De la responsabilidad


extracontractual..., op. cit., T. II, p. 602, y B , Enrique, op. cit., pp. 414 y ss.

234A , Paul-Henri, op. cit., pp. 145 y ss.

235V , Geneviève y J , Patrice, op. cit., p. 247.

236Una exposición completa sobre estos efectos en: B , María Graciela, El


caso fortuito y su incidencia..., op. cit., p. 61.

237V. por todos: A , Arturo; S , Manuel y V , Antonio,


op. cit., p. 282.

238V. en este sentido, A , Arturo, De la responsabilidad


extracontractual..., op. cit., T. II, p. 603.
239V. "Obligaciones de medios y de resultado" en: T , Mauricio, Código Civil:
1855-2005..., op. cit., pp. 331 y ss.

240Sobre las obligaciones de medios y de resultado en el derecho francés actual:


M , Henri, Léon y Jean, y C , François, op. cit., p. 13 y 369.

241La recepción de esta clasificación en el derecho chileno ha sido objeto de un


interesante examen en la tesis de Carlos P , Etude Critique sur la
Responsabilité Contractuelle en Droit Positif Chilien, These pour le Doctorat en Droit
Privé, Université Pantheon Assas (París II), 2003.

242Por ejemplo, C. Suprema, 28 de enero de 2011, rol Nº 5849-2009.

243C. Suprema, 29 de marzo de 1962, RDJ, T. 59, sec. 4ª, p. 21.

244D , Olivier; G , Thomas y L , Yves-Marie, op. cit., p. 539.

245Artículo 9:303, Nº 4: "Si conforme al artículo 8:108 una parte queda liberada del
cumplimiento de su obligacio´n a consecuencia de un impedimento absoluto y
definitivo, el contrato queda automáticamente resuelto, sin necesidad de
comunicación alguna, desde el momento en que se produjo la imposibilidad".

246C , François, op. cit., p. 142.

247A , René, op. cit., p. 831.

248D , Olivier; G , Thomas y L , Yves-Marie, op. cit., p. 538.

249D , Olivier; G , Thomas y L , Yves-Marie, op. cit., p. 61.

250Corte de Casación, Primera Sala Civil, 24 de febrero de 1981, Nº 79-12.710; y,


Corte de Casación, Tercera Sala Civil, 22 de febrero de 2006, Nº 05-12.032.

251C , François, op. cit., p. 141.

252Artículo 8:108, Nº 2: "Cuando el impedimento sea tan so´lo temporal, la


exoneración prevista en este artículo produce sus efectos durante el tiempo en el que
persista el impedimento. Sin embargo, si el retraso se tradujera en un incumplimiento
esencial, el acreedor puede tratarlo en tal sentido".
IX. F

En este capítulo se contienen las fichas de jurisprudencia,


provenientes de la Corte Suprema, que abordan la noción,
requisitos y efectos del caso fortuito. La exposición se divide en
los siguientes grupos: 1. Caso fortuito o fuerza mayor en casos de
terremoto y tsunami; 2. Caso fortuito o fuerza mayor en casos
relacionados a cortes de suministro eléctrico; 3. Caso fortuito o
fuerza mayor en materia tributaria; 4. Caso fortuito en materia de
incumplimiento contractual; 5. Caso fortuito o fuerza mayor en
materia laboral; 6. Otras sentencias sobre caso fortuito o fuerza
mayor relacionadas con la falta de servicio; y, 7. Otras sentencias
sobre caso fortuito o fuerza mayor.

1. C

Ficha 1

Corte Suprema, 14 de agosto de 2019, rol Nº 2456-2018.

Ministros (Tercera Sala): Rosa Egnem S., Carlos Aránguiz Z., Andrea Muñoz
S., Jean Pierre Matus A. y Julio Pallavicini M. Redacción a cargo de la
ministra señora Rosa Egnem S. y, de la disidencia, sus autores ministra
señora Muñoz y del abogado integrante señor Pallavicini M.

Acción o recurso: Recurso de casación en la forma y en el fondo.

Hechos

El 27 de febrero de 2010, a las 3:14, aconteció un terremoto de magnitud


8.8 en la escala de Richter. Con posterioridad, un tsunami azotó las costas
chilenas, lo que produjo el ingreso del mar a la comuna de Constitución
después de 15 o 20 minutos y la consecuente muerte de sus familiares,
quienes estaban acampando en la Isla Orrego, a 150 metros del continente,
a fin de celebrar la "noche veneciana", situación que era conocida por la
autoridad marítima comunal y regional. Asimismo, en la Capitanía de Puerto
quedaron de turno dos funcionarios de la Armada, quienes omitieron
cualquier ayuda a quienes pernoctaron en el lugar, además de que se
negaron a prestar botes anclados a los particulares, que los querían para
socorrer a las personas que pedían ayuda. Por su parte, tanto el Servicio
Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada de Chile como la Onemi no
dieron los avisos oportunos y necesarios, ni realizaron acciones de rescate
una vez producido el terremoto.

Solicita la demandante

Ángel Sepúlveda dedujo demanda de indemnización de perjuicios en contra


del Fisco de Chile señalando que, como consecuencia de lo reseñado,
fallecieron nueve integrantes de su grupo familiar. En particular, solicitó que
se condene al Fisco al pago de una indemnización por los siguientes montos:
$ 200.000.000 por la muerte de su madre Cecilia; $ 30.000.000 por la muerte
de su hermana María Carolina; $ 30.000.000 por la muerte de su hermano
Marcelo; $ 30.000.000 por la muerte de su hermana Rocío; $ 10.000.000 por
la muerte de su sobrino Sebastián; $ 10.000.000 por la muerte de su sobrina
Antonela; $ 5.000.000 por la muerte de Alex Pérez; $ 100.000.000 por el
desaparecimiento y muerte del menor Luis Castro; y, $ 100.000.000 por el
daño sufrido a consecuencia del dolor del hecho de haber perdido gran parte
de su familia; o bien, el monto que el tribunal estime pertinente, todos por
concepto de daño moral.
Los demandados se excepcionaron por caso fortuito indicando que el
terremoto del 27 de febrero de 2010 reunía las características para ser
catalogado como tal, a saber, (i) fue un fenómeno natural cuya generación no
pudo ser anticipada y (ii) una vez producido, fue imposible neutralizar sus
consecuencias.

Decisión de primera y segunda instancia

El 1er Juzgado de Letras de Talca acogió parcialmente la demanda,


condenando al demandado al pago de $ 50.000.000 a título de
indemnización de perjuicios por concepto de daño moral, más reajustes e
intereses.

La Corte de Apelaciones de Talca rechazó el recurso de casación en la


forma interpuesto por la demandada y confirmó la sentencia impugnada.

Decisión de la Corte Suprema

La Corte analizó el concepto de caso fortuito o fuerza mayor en el


considerando décimo séptimo al señalar que, conforme al artículo 45,
consiste en el "imprevisto a que no es posible de resistir, como un naufragio,
un terremoto, el apresamiento de enemigos, los actos de autoridad ejercidos
por un funcionario público, etc.", el cual actúa como causal eximente de
responsabilidad en tanto impide imputar un determinado daño a una persona.

En este sentido, indicó en el considerando décimo octavo que tanto la


doctrina nacional como comparada es concordante al señalar que son tres
los elementos del caso fortuito: (i) es un hecho externo; (ii) es un hecho
imprevisible; y, (iii) es un hecho irresistible.

La externalidad dice relación con que el hecho no depende del actuar de


ninguna de las partes vinculadas al hecho dañoso, siendo, así, inimputable
tanto a quien lo causa como a quien lo sufre.

La imprevisibilidad significa la imposibilidad de contemplar el hecho dañoso


con anterioridad a su ocurrencia, cuya determinación en concreto dependerá
de las circunstancias del caso en particular que rodean la actividad en
desarrollo de la cual surgió el daño a fin de verificar que se adoptaron las
previsiones normales exigibles a quien lo alega.
Por último, la irresistibilidad se refiere a la imposibilidad absoluta para el
sujeto de evitar las consecuencias derivadas del hecho imprevisto, es decir,
debe ser absolutamente imposible de evitar el suceso, incluso si se
emplearon medios de defensa eficientes y eficaces para superarlo, se
sostuvo en el considerando décimo octavo.

La Corte estimó en el considerando decimonoveno que en la especie no


concurrió ninguno de los elementos referidos.

Acerca de la imprevisibilidad del terremoto, atendidas las características


geológicas del país, estamos ubicados en una zona propensa a los
terremotos y tsunamis, lo que es demostrado por nuestra historia y tanto
reconocido como corroborado por textos reglamentarios. Así, no es dable
sostener que estos eventos sean imprevisibles toda vez que se sabe con
certeza que ocurrirán, solo que no el día y su magnitud. En este sentido, si
bien el hecho, momento e intensidad del sismo en particular son
imprevisibles, su acontecimiento no lo es, de manera que el Estado tiene la
obligación de obrar de forma eficiente para evitar sus efectos.

Por otra parte, el tsunami tampoco cumple con los requisitos de


imprevisibilidad e irresistibilidad por cuanto los efectos posteriores al
terremoto son plenamente previsibles si se consideran los antecedentes
geográficos, históricos y las características del movimiento telúrico, los que
permiten establecer las probabilidades de ocurrencia de tsunami.

Por estos motivos, la Corte rechazó los recursos de casación en la forma y


en el fondo interpuestos por la parte demandada, confirmando la decisión
impugnada.

Otros

En el voto de minoría se consideró que procedieron los requisitos del caso


fortuito, de manera que no es posible sostener la falta de servicio del Estado.
Fundaron su voto en que, dado el contexto desastroso del terremoto del 27
de febrero de 2010, los estándares de conducta exigibles a la Administración
no podían ser idénticos a los que rigen en un período de normalidad. Por las
características especialmente desastrosas del terremoto en cuestión, nada
pudo hacer la Administración para evitar la muerte de las personas
señaladas en la demanda. Asimismo, esta imposibilidad es aún más clara si
se considera que el tsunami ocurrió unos 15 o 20 minutos después del
terremoto, tiempo en el que era imposible realizar alguna acción. Todo lo que
permite sostener que este terremoto constituyó un caso fortuito o fuerza
mayor.

Ficha 2

Corte Suprema, 18 de marzo de 2019, rol Nº 4185-2018.

Ministros (Tercera Sala): María Eugenia Sandoval G., Carlos Aránguiz Z.,
Arturo Prado P., y los abogados integrantes señores Jean Pierre Matus A. y
Ricardo Abuauad D. Redacción a cargo de la ministra Sandoval. Acordado
con el voto en contra de la ministra Sandoval y del abogado integrante señor
Matus.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

El 27 de febrero de 2010 Nery Valdebenito Gatica, que vivía Talcahuano, se


encontraba en su casa junto a su grupo familiar cuando ocurrió el terremoto.
Salieron a la calle esperando que este concluyera y buscando obtener
información acerca de lo sucedido. Uno de los vecinos encendió una radio,
único medio con el que pudieron acceder a la información del momento,
mediante el que escucharon que el Intendente Regional don Jaime Tohá
González explicaba que las personas debían permanecer en sus hogares y
que estaba absolutamente descartada la posibilidad de que ocurriera un
tsunami. Lo anterior también fue informado por la Compañía de Bomberos
del sector, acorde con la información radial.

Cerca de las 5:00 horas de la madrugada ingresó una gran cantidad de


agua a las costas de Talcahuano, específicamente al sector donde ellos
vivían. El fenómeno arrastró a parte del grupo familiar, salvándose todos ellos
menos Nery Valdebenito Gatica, cuyo cuerpo se encontró el 3 de marzo en la
Autopista Interportuaria Penco Talcahuano.

Solicita la demandante
El cónyuge, hijos y nietos de Nery Valdebenito dedujeron demanda de
indemnización de perjuicios por falta de servicio en contra del Fisco de Chile.
Solicitaron que se condenara al Fisco a pagar la suma de $ 215.500.000 a
cada uno de los demandantes por concepto de daño moral, más las
expensas funerarias de la víctima, lo que en total sumaba $ 2.586.400.000; o
bien, la suma que el tribunal determinara conforme al mérito del proceso.

Decisión de primera y segunda instancia

El 2º Juzgado Civil de Concepción rechazó la demanda en todas sus partes


en razón de que, entre la errónea comunicación de las autoridades sobre la
posibilidad de ocurrencia del tsunami y la muerte de la víctima, no se
demostró el vínculo causal.

La demandante dedujo recurso de apelación. La Corte de Apelaciones de


Concepción confirmó íntegramente la sentencia impugnada.

Decisión de la Corte Suprema

El ejercicio de discernir si en la especie medió falta de servicio de parte del


Estado debe asociarse con la procedencia del caso fortuito, toda vez que la
presencia de los requisitos de tal eximente suprime dicha falta.

En cuanto a los componentes del caso fortuito, el considerando noveno


indicó que la naturaleza imprevista se verifica cuando no resulta posible
vislumbrar la existencia del deterioro con antelación a su ocurrencia, cuando
se hubieren adoptado todas las precauciones para que el mal no se produzca
y, aun así, ha sido imposible para el agente contrarrestarlo.

Por su parte, en el considerando décimo se señaló que la irresistibilidad


apunta a la conducta del agente frente a un suceso en vías de concretarse,
inminente, o ya ocurrido, y radica en defensas que se oponen al imprevisto
con el designio de evitar sus corolarios.

Así, es la previsibilidad de un suceso lo que obliga a adoptar medidas de


diligencia tendientes a precaverlo. Si de todos modos se produce el
acontecimiento dañoso, a pesar de las providencias tomadas, entonces es
posible calificarlo de imprevisto. Por lo tanto, para atribuirle el carácter de
irresistible, es indispensable que los resguardos concretamente
implementados para contrarrestar o minimizar los efectos del acontecimiento
dañoso, sean eficientes, eficaces y efectivos para evitar el evento y sus
consecuencias. En definitiva, no basta con disponer determinadas
precauciones que impidan un percance, ellas deben ser útiles, idóneas y
eficaces para prevenirlo. De lo anterior se desprende que el estudio de la
irresistibilidad es posterior al de la imprevisibilidad.

Bajo este prisma cabe distinguir en una primera fase, atinente a la


ocurrencia del terremoto y tsunami, hechos que en otras partes del mundo
pueden ser considerados imprevisibles, pero que en un país como el nuestro
constituyen eventos frecuentes. Luego, no se advierte que, una vez
acontecido el fenómeno, la actuación de las autoridades encargadas de
intervenir se haya visto alterada por los efectos de un caso fortuito, a saber,
el intendente tuvo ocasión de informar del suceso a la población descartando
la posibilidad de un tsunami.

La Corte sentenció en el considerando noveno la sentencia de casación:


"Así, si bien las dificultades en las comunicaciones esgrimidas por la propia
demandada para justificar el hecho de no haber informado la alerta,
evidentemente impedían a la autoridad dar cuenta del riesgo cierto de
tsunami, aquello en modo alguno puede justificar la conducta contraria, esto
es, asegurar a la población la inexistencia de tsunami o de riesgo de
ocurrencia, no pudiendo dicho llamado a la población llevar a calificar que las
muertes producidas respecto de quienes lo acataron, sea consecuencia
atribuible al caso fortuito o de la fuerza mayor" (...) "De este modo, la
prudencia y el deber de cuidado sobre los habitantes del país en supuestos
como el de autos, le impidió a la Administración el efectuar un llamado como
el que en los hechos realizó, bajo las circunstancias relatadas, en cuanto el
buen criterio y la responsabilidad que como autoridad recaía sobre ésta que
hacía preferible que omitiere un llamado a la calma y a mantenerse en sus
casas, como el que hiciera en la oportunidad indicada el Intendente de la
época".

Luego, en el considerando quinto de la sentencia de reemplazo, la Corte


dispuso: "Que surge de relieve que tales entes públicos fueron creados para
enfrentar las catástrofes naturales, es decir, su funcionamiento fue concebido
cuando se presenten situaciones irregulares o extraordinarias, por lo que, por
lo pronto, cabe sostener que no es factible admitir que un terremoto de una
intensidad de 8,8 grados en la escala Richter implica la inexigibilidad de las
tareas encargadas a dichos servicios estatales, en cuanto es precisamente a
la luz de dichas circunstancias excepcionales que debe escudriñarse el
cometido de la Administración.

A lo anterior, se hacen extensivas las consideraciones formuladas en el


fallo de casación que antecede, las que se han tenido por reproducidas en lo
referente a la distinción entre la imprevisibilidad e irresistibilidad del acaso
constituido por el terremoto y tsunami, de la previsibilidad y resistibilidad de
las consecuencias dañosas posteriores a tales eventos, los cuales se
encuentran dentro de la órbita de competencias y cuidado de tales
reparticiones".

Se acogió el recurso de casación en el fondo. En reemplazo, se determinó


la responsabilidad del Fisco por falta de servicio y se le condenó a pagar la
suma de $ 105.000.000 por concepto de daño moral, desglosados entre los
actores conforme al siguiente detalle: (i) $ 40.000.000 a José Cecilio Gatica
Salgado; (ii) $ 15.000.000 para cada una de las hijas de la víctima, a saber,
Marioly Ester Gatica Valdebenito, Pamela Ivonne Gatica Valdebenito, Maritza
del Carmen Gatica Valdebenito y María Eliana Gatica Valdebenito; y, (iii)
$ 5.000.000 al menor de apellidos Gatica Bustos.

Ficha 3

Corte Suprema, 1 de febrero de 2019, rol Nº 3033-2018.

Ministros (Tercera Sala): Sergio Muñoz G., María Eugenia Sandoval G.,
Carlos Aránguiz Z., Arturo Prado P. y Ángela Vivanco M. Redacción a cargo
de la ministra Sandoval. El ministro Aránguiz y la ministra Vivanco estuvieron
por condenar en costas al Fisco de Chile.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Doña María Angélica Pérez Germain se encontraba de vacaciones en la


Isla Robinson Crusoe cuando aconteció el terremoto y posterior tsunami del
27 de febrero de 2010. La cabaña donde se encontraba fue violentamente
embestida por el ingreso del agua y la arrastró desde el lugar en donde se
ubicaba para luego hundirse. Doña María Angélica se encuentra
desaparecida y declarada presuntamente muerta con motivo del tsunami.

El tsunami afectó a la Isla entre las 4:24 y 4:30 de la madrugada, más de


45 minutos después del terremoto, período en el que no recibieron alerta
alguna. La advertencia revestía especial importancia porque, en el territorio
insular, el terremoto no fue percibido, salvo por algunos habitantes como un
leve movimiento.

Solicita la demandante

La demanda fue interpuesta por los padres y hermanos de doña María


Angélica, quienes solicitaron indemnización de perjuicios por la
responsabilidad que le atañe al Estado por su falta de servicio. En particular,
se solicitó que se condene al Fisco al pago de $ 100.000.000 para la madre;
$ 100.000.000 para el padre de la víctima; y, $ 50.000.000 para cada uno de
los hermanos de la difunta; todos por concepto de daño moral.

Decisión de primera y segunda instancia

El 5º Juzgado Civil de Santiago acogió íntegramente la demanda,


condenando al Fisco por el total de los montos demandados y en costas.

La demandada dedujo recurso de apelación en contra de la sentencia de


primera instancia, la que fue confirmada, con costas, por la Corte de
Apelaciones de Santiago.

Decisión de la Corte Suprema

La Corte sostuvo que, de la simple contrastación de los hechos que se


tuvieron como acreditados, esto es, que la víctima fue alcanzada por el
tsunami sin siquiera haber sido alertada de la ocurrencia previa del
terremoto, con las obligaciones exigibles al SHOA y la Onemi, quedó en
evidencia el actuar deficiente de ambas reparticiones al no haber
comunicado eficazmente la alerta de tsunami, lo que implicó que el Estado
de Chile incurrió en falta de servicio.

En el considerando séptimo de la sentencia, la Corte señaló: "... el fatal


desenlace que origina el daño cuya reparación se pretende no puede ser
considerado como caso fortuito o fuerza mayor, pues, per se, la ocurrencia
de un tsunami posterior a un gran terremoto no puede ser entendido como un
hecho imprevisto, al tratarse de un fenómeno de reiterada ocurrencia en la
historia de la Nación (e incluso anterior a su existencia), a lo que debe
agregarse que el reproche pasa, en lo sustancial, no por no haber advertido
la ocurrencia del maremoto en cuestión sino por no haberse comunicado la
alerta de tsunami ya emitida por el organismo competente para ello, precisión
que deja en evidencia la inviabilidad de esta alegación. Por último, reiterando
lo dicho en el motivo anterior, la falla en el acto comunicativo tampoco puede
ser considerado como irresistible, pues fue fehacientemente acreditado en
juicio que tanto el SHOA como ONEMI contaban con mecanismos técnicos
para la transmisión de la alerta, y que Carabineros de Robinson Crusoe y
algunos de sus habitantes mantuvieron permanente comunicación telefónica
y radial con el continente".

La Corte rechazó, sin costas, el recurso de casación deducido y confirmó la


sentencia dictada por la Corte de Apelaciones de Santiago que condenó al
Fisco al pago de $ 300.000.000 a la familia de la víctima por concepto de
daño moral, según el mismo detalle fijado por los jueces del fondo.

Ficha 4

Corte Suprema, 21 de enero de 2019, rol Nº 40166-2017.

Ministros (Tercera Sala): Sergio Muñoz G., María Eugenia Sandoval G.,
Carlos Aránguiz Z., Arturo Prado P., y la Abogada Integrante señora Leonor
Etcheberry C. Acordado con el voto en contra de la ministra Sandoval.
Redacción a cargo del ministro Prado y la disidencia de su autora.

Acción o recurso: Casación de oficio (se dedujo casación en el fondo y en la


forma).

Hechos

Nora Teresa Muñoz García, Hortensia del Pilar Henríquez Roche, María
Haydee Coloma Sandoval, Ana Booth Acuña, Rosa Alba Márquez Sánchez y
José Alfonso Miranda Lagos, visitantes en la zona, pernoctaban en el
Camping Municipal de Curanipe la noche en que ocurrió el terremoto del 27
de febrero de 2010.
La zona donde ocurrieron los sucesos que dan origen a la demanda fue
identificada como "zona de sacrificio" por su cercanía al epicentro del
terremoto, intensidad del sismo y prontitud con la que aconteció el tsunami.

Pese a las características del sector, que facilitaron la magnitud de la


tragedia, no se había implementado en la zona ninguna medida tendiente
controlar o manejar la emergencia.

Solicita la demandante

Familiares de las víctimas dedujeron demanda de indemnización de


perjuicios en contra del Fisco de Chile por falta de servicio. Solicitaron que se
le condenase al pago de $ 100.000.000 para cada hijo y cónyuge de las
víctimas; $ 50.000.000 para cada conviviente; y, $ 30.000.000 para el
hermano de una de las víctimas.

Decisión de primera y segunda instancia

El 1er Juzgado de Letras de Talca rechazó la demanda puesto que los


actores no lograron probar la existencia de la falta de servicio ni el nexo
causal entre las acciones de los demandados y el resultado fatal que dio
origen a la demanda.

La demandante dedujo recurso de apelación en contra de la sentencia de


primera instancia. La Corte de Apelaciones de Talca confirmó la sentencia
impugnada, pero además estimó que en la especie concurrió la eximente de
caso fortuito.

Decisión de la Corte Suprema

La doctrina es conteste en que, una vez efectuado el juicio de reproche y


determinada la relación causal entre el hecho generador del daño y el daño
probado, corresponde examinar si concurre el caso fortuito o fuerza mayor
como causal de exoneración.

Es un caso de fuerza mayor el que presenta las tres siguientes


características: (i) exterioridad; (ii) imprevisibilidad; e, (iii) irresistibilidad. Para
pronunciarse sobre la procedencia del caso fortuito no basta una simple
clasificación mecánica de acontecimientos apreciados en abstracto, sino que
resulta necesario estudiar las circunstancias que rodean el hecho con el fin
de establecer si, frente al deber de conducta que aparece insatisfecho, las
características de lo ocurrido se sintetizan en la imposibilidad absoluta de
cumplir, derivada de la presencia de un obstáculo insuperable unido a la
ausencia de culpa del agente cuya responsabilidad se pretende
comprometer.

La exigencia de un hecho externo le da el verdadero carácter de causa


extraña a la fuerza mayor. Así, el hecho constitutivo de fuerza mayor debe
ser ajeno a la actividad dentro de la cual se ha causado el daño. Dicho de
otra manera, la fuerza mayor está definida como aquel hecho que no
depende del actuar de ninguna de las partes que se encuentran vinculadas al
hecho dañino: no debe ser imputable ni a quien lo causa ni a quien lo sufre.

Sobre el requisito de la imprevisibilidad, la Corte ahondó especialmente en


su descripción. Así, en el considerando vigésimo tercero expuso: "Que se
trate de un hecho imprevisible importará que no resulte posible contemplarlo
con anterioridad a su ocurrencia. Para establecer qué es lo previsible en
cada caso concreto, se requiere analizar las circunstancias particulares que
rodean la actividad en desarrollo de la cual surgió el daño y, por consiguiente,
se deben verificar las previsiones normales que habrían de exigirse a quien
alega la fuerza mayor. Oposición a la imprevisibilidad es prever, operación
intelectual que implica representarse mentalmente como posible la
consecuencia o efecto de una determinada causa.

En la práctica, la imprevisibilidad entendida desde esta perspectiva, haría


realmente difícil configurar un evento como fuerza mayor, pues en estricto
sentido, casi todos los hechos o circunstancias de la vida pueden ser
humanamente imaginados, es decir, hipotéticamente previstos, lo que haría
infructuoso alegar esta causal de exoneración, pues prácticamente nunca se
configuraría como hecho imprevisible. En cada caso concreto se requiere:
a. El referente a su normalidad y frecuencia; b. El atinente a la probabilidad
de su realización; c. El concerniente a su carácter excepcional y sorpresivo".

Citando la tesis doctoral de la profesora María Gabriela Brantt Zumarán, "El


Caso Fortuito y su incidencia en el Derecho de la Responsabilidad
Contractual", la Corte señaló, respecto de la imprevisibilidad, que: "Es
necesario contar con un cierto nivel de certeza acerca de la ocurrencia del
hecho, la que debe ser la suficientemente alta como para excluir las meras
eventualidades".
Finalmente, la exigencia de ser un hecho irresistible, indicó la Corte en el
considerando vigésimo tercero, se refiere a la imposibilidad objetiva para el
sujeto de evitar las consecuencias derivadas del hecho imprevisto, es decir,
consiste en que haya sido absolutamente imposible evitar el hecho o suceso
aludido, no obstante los medios de defensa empleados para superarlo.
También implica la imposibilidad de sobreponerse al hecho para eludir sus
efectos.

De esta manera, la Corte nuevamente citó a la profesora Brantt al señalar


que "la sola circunstancia de que el acontecimiento sea imprevisible implica
que su ocurrencia es inevitable para el deudor, pues, si éste no sabe y
tampoco le es exigible saber que sucederá un determinado hecho, mal puede
imponérsele el deber de impedirlo" (Brantt, ob. cit., p. 147).

En la especie, la Corte razonó en el considerando vigésimo cuarto que


quedó establecido que correspondía al Estado, según la normativa de
emergencia, una obligación de prevención y regulación tendiente
precisamente a evitar las consecuencias de estas catástrofes. De esta
manera, era su deber definir áreas vulnerables, preparar en cada caso el
contexto de emergencia y educar a la población según las particularidades
de cada zona. Así, el Estado, en conocimiento por medio de sus agentes del
ejercicio de la actividad turística de camping en la zona de los
acontecimientos, tuvo que preparar previamente las condiciones de modo
que permitiese otorgar a la población elementos de resguardo más
elaborados tales como determinación de las zonas de riesgo, en el
señalamiento de vías de evacuación y en la prohibición de pernoctación en
lugares más expuestos al mar.

En el mismo orden de ideas, la Corte sostuvo en el considerando vigésimo


quinto: "Que de esta forma, para que el evento sísmico y el tsunami del 27 de
febrero de 2010 haya tenido la función exculpatoria que le atribuye el Fisco
en su contestación y la misma sentencia de primera instancia, el Estado tuvo
que haber desplegado toda una actividad eficiente de prevención, manejo y
regulación de la emergencia conforme las normas que el mismo se otorgó
desde hace ya largo tiempo, abarcando a nivel local esto es Curanipe
modalidades de educación, señalética y de regulación respecto de las
personas que pernoctan en los camping de la zona, de la de forma de haber
otorgado a las víctimas la posibilidad cierta adoptar resguardos más
elaborados que le hubieran otorgado una chance efectiva y cierta de evitar
las consecuencias dañosas reseñadas en esta causa.

Por estas razones, la alegación de caso fortuito no puede ser acogida y


será desestimada".

La Corte invalidó de oficio la sentencia impugnada y, en reemplazo,


condenó al Fisco al pago de una indemnización de $ 345.000.000 por
concepto de daño moral, repartidos entre los familiares de las víctimas
conforme al siguiente detalle: $ 40.000.000 para cada cónyuge de las
víctimas; $ 20.000.000 para cada hijo; y, $ 5.000.000 para el hermano de una
de las víctimas.

Ficha 5

Corte Suprema, 8 de noviembre de 2018, rol Nº 871-2018.

Ministros (Tercera Sala): María Eugenia Sandoval G., Carlos Aránguiz Z.,
Arturo Prado P., y los abogados integrantes Álvaro Quintanilla P., y Leonor
Etcheberry C. Acordada con el voto en contra de la ministra Sandoval y del
abogado integrante Quintanilla. Redacción a cargo de la Abogada Integrante
señora Etcheberry y las disidencias de sus autores.

Acción o recurso: Casación de oficio.

Hechos

El 27 de febrero de 2010, a las 3:30 horas de la madrugada, en el poblado


costero de Curanipe, falleció Nelly Yamilet Cheuquelén Añiñir, mientras se
encontraba acampando en el Camping Municipal de dicha localidad,
oportunidad en que fue arrastrada por el tsunami ocurrido con posterioridad
al acaecimiento del terremoto que afectó a la zona central del país,
consignándose como causa de muerte "asfixia por inmersión / catástrofe
natural".

Solicita la demandante

Los padres y hermanos de la víctima demandaron al Fisco de Chile,


solicitando que se le condene a pagar una indemnización de $ 100.000.000
para su madre y padre; y, $ 50.000.000 para cada hermano de Nelly
Chequelén; ambos por concepto de daño moral.

Decisión de primera y segunda instancia

El 1er Juzgado de Letras de Talca rechazó la demanda al acoger la


excepción de vínculo causal opuesta por la demandada.

Los demandantes dedujeron recurso de apelación en contra de la sentencia


de primera instancia. La Corte de Apelaciones de Talca revocó la sentencia
impugnada, acogiendo la excepción de caso fortuito, y confirmó el fallo de
primera instancia en todo lo demás.

Decisión de la Corte Suprema

Es un caso constitutivo de fuerza mayor el evento que presenta las tres


características siguientes: (i) exterioridad (respecto del demandado); (ii)
imprevisibilidad (en su ocurrencia); (iii) e irresistibilidad (en sus efectos). Una
vez efectuado el juicio de reproche y determinada la relación causal entre el
hecho generador del daño y el daño probado, corresponde examinar si
concurre esta como causal de exoneración. Se puede exonerar de
responsabilidad al demandado de forma total cuando la fuerza mayor es
considerada como la causa única, exclusiva y determinante del daño.

La Corte indicó en el considerando vigésimo cuarto de la sentencia: "Que


los hechos determinados en este proceso ubican a la víctima en el sector de
Curanipe, en la Provincia de Cauquenes, donde habitualmente existía una
población flotante que concurría a la zona con ocasión de la actividad
turística que en ella se desarrollaba.

Que tal como se indicó, tanto el Fisco en su defensa, como la sentencia de


primera instancia radican el análisis de este elemento únicamente en la
existencia de una obligación de auxilio una vez ocurrido el hecho, que como
se dijo constituye una concepción reactiva de los servicios de emergencia y
protección civil que debían ser prestados.

Que, como se indicó en los motivos anteriores, al Estado le correspondía, y


así lo había asumido en la normativa de emergencia reseñada, una
obligación de prevención y regulación tendiente precisamente a evitar las
consecuencias de estas catástrofes, de cuya infracción se deriva
precisamente el sustento de su responsabilidad en este caso.

De esta manera, correspondía al Estado definir áreas vulnerables, preparar


en cada caso el contexto de emergencia y educar a la población según las
particularidades de cada zona, pues por ello, los planes de emergencia tiene
una estructura funcional y territorial que importa conocer sectorialmente
cuales son aquellas áreas que presentan mayor vulnerabilidad en estos
hechos. Así, sobre el Estado, en conocimiento por medio de sus agentes del
ejercicio de esta industria turística, recaía una obligación de preparación
previa que permitiese otorgar a la población elementos de resguardo más
elaborados, no sólo en la determinación de las zonas sino además, en el
señalamiento de vías de evacuación y en la prohibición de pernoctación en
lugares más expuestos.

La omisión de aquella obligación no ha estado amparada por la exculpación


del terremoto y maremoto del 27 de febrero de 2010 y de la infracción de
aquella es que se deriva la responsabilidad del Estado para con la víctima en
este caso, quien, de haber sido advertidos, preparados, regulados,
capacitados y enseñados quienes desarrollaban actividades turísticas en la
zona, habría estado en condición de adoptar medidas que le hubieran
permitido tener la opción de salvar su vida".

Del mismo modo, la Corte concluyó en el considerando vigésimo quinto


que: "Para que el evento sísmico y el tsunami del 27 de febrero de 2010 haya
tenido la función exculpatoria que le atribuye el Fisco en su contestación y la
misma sentencia impugnada, el Estado tuvo que haber desplegado toda una
actividad eficiente de prevención, manejo y regulación de la emergencia
conforme las normas que el mismo se otorgó desde hace ya largo tiempo,
abarcando a nivel local modalidades de educación, señalética y de
regulación de la actividad turística de forma de haber otorgado a la víctima la
posibilidad cierta adoptar resguardos más elaborados que le hubieran
otorgado una chance efectiva y cierta de evitar las consecuencias dañosas
reseñadas en esta causa".

La Corte invalidó de oficio la sentencia impugnada y, en reemplazo,


condenó al Fisco a pagar $ 115.000.000, a título de indemnización de
perjuicios por concepto de daño moral conforme al siguiente detalle:
$ 35.000.000 para cada padre de la víctima y $ 15.000.000 para cada
hermano.

Ficha 6

Corte Suprema, 17 de abril de 2018, rol Nº 18225-2017.

Ministros (Tercera Sala): Sergio Muñoz G., María Eugenia Sandoval G.,
Arturo Prado P., y los abogados integrantes Álvaro Quintanilla P., y Leonor
Etcheberry C. Acordado con el voto en contra de la ministra Sandoval y del
abogado integrante Quintanilla. Redacción a cargo del ministro Arturo Prado
P., y la disidencia de sus autores.

Acción o recurso: Casación de oficio (se dedujo recurso de casación en el


fondo y en la forma).

Hechos

En el contexto del tsunami que azotó las costas de Chile luego del
terremoto del 27 de febrero de 2010, se demandó falta de servicio por parte
del Estado (en particular, de la Armada y el SHOA) por no haber
implementado en la zona planes de educación y prevención para este tipo de
emergencias, lo que habría tenido como consecuencia la muerte de 9
personas que pernoctaban en Isla Orrego, frente a las costas de
Constitución, la cual fue violentamente azotada por el tsunami. Además,
tampoco se prestó auxilio una vez ocurrido el terremoto, a pesar de que la
capitanía de Constitución estaba cerca del lugar donde se encontraban las
víctimas y además tenía conocimiento de la presencia de personas en ese
sector, así como los medios (botes y personal suficiente) para haber ido en
su auxilio o al menos haber enviado alguna señal de alerta ante el riesgo de
tsunami, todo lo cual no ocurrió.

Solicita la demandante

Familiares de las víctimas solicitaron que se condene al Fisco de Chile al


pago de $ 200.000.000 para cada madre, padre e hijos de las víctimas
muertas y desaparecidas; $ 100.000.000 para cada hijo; $ 50.000.000 para
cada nieto; $ 30.000.000 para cada hermano; $ 20.000.000 para cada
sobrino; $ 10.000.000 para cada sobrino nieto; y, además, $ 100.00.000 por
los daños sufridos a título personal; todo ello por concepto de daño moral.

Decisión de primera y segunda instancia

Se acogió parcialmente la demanda en primera instancia, condenando al


Fisco a pagar $ 60.000.000 para uno de los demandantes, y $ 30.000.000
para cada uno de otros 2 actores; todo por concepto de daño moral.

La demandada dedujo recurso de casación en la forma y recurso de


apelación. La Corte de Apelaciones de Talca rechazó el recurso de casación.
Respecto de la apelación, revocó la sentencia impugnada y, en reemplazo,
rechazó la demanda al acoger la excepción de caso fortuito.

Decisión de la Corte Suprema

La doctrina nacional y comparada reconoce tres elementos indicadores del


caso fortuito y los hace parte de su definición: (i) es un hecho externo; (ii) es
un hecho imprevisible; y (iii) es un hecho irresistible.

El caso fortuito está definido como aquel hecho que no depende del actuar
de ninguna de las partes que se encuentran vinculadas al hecho dañino: no
debe ser imputable ni a quien lo causa ni a quien lo sufre.

La Corte razonó en el considerando décimo de la sentencia de reemplazo


que: "En este sentido cabe destacar que los hechos determinados en este
proceso ubican a las víctimas en la isla Orrego, sita en las cercanías de
Constitución, lugar en el que habitualmente ellos y otras personas
acampaban durante el período veraniego y, en particular, con ocasión de
festividades comunales, tales como la 'Noche Veneciana'.

Tal como se indicó, el Fisco hace radicar esta causal de justificación en la


existencia de una obligación de alerta una vez ocurrido el hecho, de lo que se
sigue, a su juicio, que la imposibilidad de acceder a las víctimas dadas las
características del lugar en que se encontraban y la llegada en breve tiempo
del mar a ese sector exoneraría de responsabilidad a su parte.

Sin embargo, y como quedó asentado más arriba, al Estado correspondía,


y así lo había asumido en la normativa de emergencia reseñada, una
obligación de prevención, regulación y salvamento, tendiente precisamente a
evitar las consecuencias de estas catástrofes, de cuya infracción se deriva
precisamente el sustento de su responsabilidad en este caso.

Así las cosas, cabía al Estado definir áreas vulnerables, preparar en cada
caso el contexto de emergencia, educar a la población según las
particularidades de cada zona y planificar y ejecutar las acciones de
prevención y de salvamento pertinentes, máxime si, como acontece en la
especie, se hallaba en conocimiento, por medio de sus agentes, de la
recurrente presencia en ese lugar de personas realizando actividades de
campismo; en estas condiciones, resulta evidente que pesaban sobre la
Administración Pública deberes de preparación previa y de actuación
posterior como los descritos, cuya omisión no se encuentra justificada con la
ocurrencia del terremoto y maremoto del 27 de febrero de 2010.

En efecto, para que tales eventos naturales pudieran cumplir la función


exculpatoria que les atribuye el Fisco, el Estado debió desplegar toda una
actividad previa y eficiente de prevención, manejo y regulación de la
emergencia conforme las normas que el mismo se otorgó desde hace ya
largo tiempo, abarcando a nivel local esto es, en Constitución modalidades
de educación, señalética y de regulación de la actividad en comento que
permitieran a las víctimas adoptar resguardos y medidas adecuadas que les
otorgaran, cuando menos, una chance efectiva y cierta de evitar las
consecuencias dañosas reseñadas en esta causa.

Más aun, también debió prever y concretar específicas actuaciones


destinadas al salvamento, en el evento que fuera necesario, de las personas
que pernoctaban en la isla Orrego, acciones que, como lo demostró de
manera categórica y dramática el proceder de diversos particulares el día de
los hechos, no sólo eran factibles, sino que, todavía más, podían resultar de
enorme utilidad frente a la catástrofe que se estaba viviendo.

Empero, el demandado incumplió estos deberes, con lo que privó a las


víctimas de autos, incluso, de la más mínima chance de salvar sus vidas,
motivo que se estima suficiente para desestimar la alegación de caso fortuito
en estudio".

La Corte Suprema anuló de oficio la sentencia impugnada. En reemplazo,


confirmó el fallo de primera instancia en lo relativo a la condena de
$ 120.000.000 al Fisco por concepto de daño moral, conforme al detalle
expuesto anteriormente.

Ficha 7

Corte Suprema, 26 de marzo de 2018, rol Nº 10165-2017.

Ministros (Tercera Sala): Sergio Muñoz G., Carlos Aránguiz Z., Arturo Prado
P., y los abogados integrantes Jorge Lagos G., y Rafael Gómez B. Acordado
con el voto en contra del ministro Muñoz. Redacción a cargo del abogado
integrante Gómez y la disidencia de su autor.

Acción o recurso: Casación de oficio.

Hechos

Don Luis Humberto Luna Prieto falleció como consecuencia de haber sido
alcanzado por las aguas del tsunami acontecido el 27 de febrero de 2010,
mientras se encontraba en el puerto de Talcahuano. Pese a que la población
del sector huyó hacia los cerros luego del terremoto, fueron conminados por
Carabineros y Bomberos para regresar a sus domicilios. Las autoridades
informaron a través de la radio y de personal de Carabineros y Bomberos
que no existía peligro de tsunami.

Solicita la demandante

La hija de Luis Luna dedujo demanda de indemnización de perjuicios por


falta de servicio. En particular, solicitó que se condenara al Fisco al pago de
$ 200.000.000 a título de indemnización de perjuicios por concepto de daño
moral.

Decisión de primera y segunda instancia

El 1er Juzgado Civil de Concepción rechazó la demanda en razón de no


haberse demostrado la relación causal entre la actuación de las autoridades
y la muerte de la víctima.

La demandante dedujo recurso de apelación contra la sentencia de primera


instancia. La Corte de Apelaciones confirmó sin más la decisión del tribunal a
quo.

Decisión de la Corte Suprema

En la especie el caso fortuito debe ser desestimado por cuanto no concurre


el requisito de imprevisibilidad. Al respecto, la Corte sostuvo, en el
considerando "F" de la sentencia de reemplazo: "Para desestimar la
excepción de caso fortuito basta consignar que, como se concluye en el fallo
en revisión, una vez acaecido el terremoto y llegada la primera ola del
tsunami, éste, en cuanto hecho de la naturaleza, deja de ser inesperado e
imprevisible, puesto que resulta posible anticipar la llegada de nuevas masas
de agua que extiendan tanto su duración como sus perniciosos efectos. En
otras palabras, se trata de dilucidar si la autoridad pudo responder
adecuadamente a los hechos de que se trata, considerando en particular que
lo que se le recrimina es haber llamado a la población costera a que volviera
a sus casas, pese a que se avecinaba un tsunami que, en esta etapa, había
perdido su inicial carácter imprevisible".

La Corte revocó la sentencia impugnada y, en reemplazo, acogió la


demanda, condenando al Fisco a pagar una indemnización de $ 20.000.000
por concepto de daño moral.

Ficha 8

Corte Suprema, 17 de enero de 2018, rol Nº 5094-2017.

Ministros (Tercera Sala): Carlos Cerda F., Gloria Ana Chevesich R., Rosa
Egnem S., María Eugenia Sandoval G. y Jaime Rodríguez E. Acordada con
el voto en contra de la ministra Sandoval, quien fue del parecer de confirmar
la sentencia en alzada en virtud de no configurarse en este caso la falta de
servicio alegada por los demandantes.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Debido al tsunami acaecido luego del terremoto del 27 de febrero de 2010,


Julio Pinto, Jorge Carvajal, María Flores y José Peña fallecieron. Sus
familiares señalaron que ciertos organismos del Estado no alertaron
oportunamente del peligro e indujeron a la población a error al indicar que no
existía riesgo de maremoto.

Solicita la demandante

Los familiares de las víctimas dedujeron demanda de indemnización de


perjuicios por falta de servicio en contra el Fisco de Chile. Solicitaron
$ 100.000.000 para los hijos de cada padre y madre víctima del tsunami;
$ 100.000.000 para cada cónyuge sobreviviente; $ 30.000.000 para cada
hermano; y, diferentes montos en razón de ser víctimas directas; todo lo
anterior por concepto de daño moral.

Decisión de primera y segunda instancia

El 3er Juzgado de Letras de Concepción rechazó la demanda en todas sus


partes al acoger la excepción de caso fortuito opuesta por la demandada.

Los demandantes dedujeron recurso de apelación en contra del fallo de


primera instancia. La Corte de Apelaciones de Concepción confirmó la
sentencia del tribunal a quo, indicando expresamente que comparte el
razonamiento del fallo impugnado respecto de la excepción de caso fortuito.

Decisión de la Corte Suprema

El Caso Fortuito o Fuerza Mayor es una institución de amplia aplicación en


materia de responsabilidad civil, estando constituida por tres requisitos: (i) es
un hecho externo; (ii) imprevisible; e; (iii) irresistible.

Que sea externo significa que el hecho constitutivo de fuerza mayor debe
ser ajeno a las partes vinculadas al hecho dañoso: debe ser inimputable a
quien lo causa y a quien lo sufre.

Sobre el requisito de la imprevisibilidad, la Corte expresó en el


considerando "W" de la sentencia: "Que se trate de un hecho imprevisible
importará que no resulte posible contemplarlo con anterioridad a su
ocurrencia. Para establecer qué es lo previsible en cada caso concreto, se
requiere analizar las circunstancias particulares que rodean la actividad en
desarrollo de la cual surgió el daño y, por consiguiente, se deben verificar las
previsiones normales que habrían de exigirse a quien alega la fuerza mayor.
Oposición a la imprevisibilidad es prever, operación intelectual que implica
representarse mentalmente como posible la consecuencia o efecto de una
determinada causa.

En la práctica, la imprevisibilidad entendida desde esta perspectiva, haría


realmente difícil configurar un evento como fuerza mayor, pues en estricto
sentido, casi todos los hechos o circunstancias de la vida pueden ser
humanamente imaginados, es decir, hipotéticamente previstos, lo que haría
infructuoso alegar esta causal de exoneración, pues prácticamente nunca se
configuraría como hecho imprevisible. En cada caso concreto se requiere: a.
El referente a su normalidad y frecuencia; b. El atinente a la probabilidad de
su realización; c. El concerniente a su carácter excepcional y sorpresivo".

Citando la tesis doctoral de la profesora María Gabriela Brantt Zumarán "El


Caso Fortuito y su incidencia en el Derecho de la Responsabilidad
Contractual", la Corte señaló respecto de la imprevisibilidad: "Es necesario
contar con un cierto nivel de certeza acerca de la ocurrencia del hecho, la
que debe ser la suficientemente alta como para excluir las meras
eventualidades".

Por su parte, que sea irresistible significa que sea imposible, objetivamente,
para el sujeto evitar las consecuencias derivadas del hecho imprevisto: es la
imposibilidad absoluta de evitar el hecho o de sobreponerse a él para eludir
sus efectos.

El Estado alegó que le fue imposible adoptar las medidas necesarias por la
lejanía del lugar. Sin embargo, la Corte indicó que era su deber establecer
medidas y una regulación preventiva. En consecuencia, dado que incumplió
con estos deberes preventivos, privando a las partes de la más mínima
chance de salvar sus vidas, es que se desestimó el caso fortuito.

Al respecto, la Corte razonó en el considerando "X" de la sentencia de


reemplazo que: "En este sentido cabe destacar que los hechos determinados
en este proceso ubican a las víctimas en la playa El Diezmo, sita en el sector
de Minacosta, lugar en el que habitualmente ellos y otras personas
desarrollaban una actividad de recolección de algas marinas.

Tal como se indicó, el Fisco hace radicar esta causal de justificación en la


existencia de una obligación de alerta una vez ocurrido el hecho, de lo que se
sigue, a su juicio, que la imposibilidad de acceder a las víctimas dada la
lejanía del lugar donde se encontraban y la llegada en breve tiempo del mar
a ese sector exoneraría de responsabilidad a su parte.

Sin embargo, y como quedó asentado más arriba, al Estado correspondía,


y así lo había asumido en la normativa de emergencia reseñada, una
obligación de prevención y regulación tendiente precisamente a evitar las
consecuencias de estas catástrofes, de cuya infracción se deriva
precisamente el sustento de su responsabilidad en este caso.

Así las cosas, cabía al Estado definir áreas vulnerables, preparar en cada
caso el contexto de emergencia y educar a la población según las
particularidades de cada zona, máxime si, como acontece en la especie, se
hallaba en conocimiento, por medio de sus agentes, del ejercicio de la
actividad de recolección primaria que en el lugar de que se trata se llevaba a
cabo por personas de escasos recursos; en estas condiciones, resulta
evidente que pesaban sobre la Administración Pública deberes de
preparación previa como los descritos, cuya omisión no se encuentra
justificada con la ocurrencia del terremoto y maremoto del 27 de febrero de
2010.

En efecto, para que tales eventos naturales pudieran cumplir la función


exculpatoria que les atribuye el Fisco, el Estado debió desplegar toda una
actividad previa y eficiente de prevención, manejo y regulación de la
emergencia conforme las normas que el mismo se otorgó desde hace ya
largo tiempo, abarcando a nivel local esto es, en Minacosta modalidades de
educación, señalética y de regulación de la actividad extractiva que
permitieran a las víctimas adoptar resguardos y medidas adecuadas que les
otorgaran, cuando menos, una chance efectiva y cierta de evitar las
consecuencias dañosas reseñadas en esta causa".

La Corte revocó la sentencia impugnada, acogiendo la demanda solo en


cuanto se condenó al Fisco a pagar $ 455.000.000 a título de indemnización
de perjuicios por concepto de daño moral, repartidos entre los demandantes
familiares de las víctimas conforme al siguiente detalle: $ 40.000.000 para la
cónyuge sobreviviente; $ 20.000.000 para cada hijo; y, $ 5.000.000 para cada
hermano de las víctimas.

Ficha 9
Corte Suprema, 29 de diciembre de 2017, rol Nº 97668-2016.

Ministros (Tercera Sala): Sergio Muñoz G., Rosa Egnem S., Carlos Aránguiz
Z., Manuel Valderrama R., y el abogado integrante señor Álvaro Quintanilla
P. Acordado con el voto en contra del abogado integrante señor Quintanilla.
Redacción a cargo del ministro Valderrama y la disidencia de su autor.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

En el contexto del terremoto de 27 de febrero de 2010 y el sucesivo


tsunami, don Eduardo del Carmen Suárez Figueroa falleció por inmersión
dentro de su casa ubicada en el sector de Santa Clara luego de que las
autoridades locales descartaron toda posibilidad de ocurrencia de un
maremoto.

Solicita la demandante

Los hermanos del difunto dedujeron demanda de indemnización de


perjuicios por falta de servicio en contra del Fisco de Chile. Solicitaron
$ 40.000.000 para uno de ellos y $ 30.000.000 para el otro; ambos montos
por concepto de daño moral.

Decisión de primera y segunda instancia

El 3er Juzgado Civil de Concepción acogió la demanda en cuanto condenó


al Fisco a pagar la suma de $ 20.000.000 para cada hermano de la víctima.
Rechazó la excepción de caso fortuito opuesta por la demandada.

La demandada dedujo recurso de apelación en contra de la sentencia de


primera instancia. La Corte de Apelaciones de Concepción confirmó el fallo
impugnado y compartió la cuantía de la indemnización determinada por el
tribunal a quo.

Decisión de la Corte Suprema

En lo que concierne a los antecedentes que lo configuran, la Corte sostuvo


en el considerando undécimo que la naturaleza imprevista del caso fortuito
se verifica cuando no resulta posible vislumbrar la existencia del daño con
anterioridad a su ocurrencia, es decir, tras haber adoptado todas las
precauciones para que el daño no se produzca y, aun así, ser imposible para
el agente contrarrestarlo. La irresistibilidad, por su parte, se refiere a la
conducta del agente frente a un suceso en vías de ocurrir, inminente, o ya
ocurrido, y consiste en defensas que se oponen al hecho imprevisto
tendientes a evitar sus efectos dañosos.

En la especie, la Corte sostuvo que no concurrió el requisito de la


imprevisibilidad dado que el llamado de las autoridades a que los habitantes
volvieran a sus casas, luego de acontecido el terremoto, soslayó la evidente
posibilidad de que sobreviniera un tsunami. En ese sentido, sostuvo en el
considerando duodécimo: "...en el presente caso, fue la absoluta falta de una
razonable previsibilidad acerca de lo que sobrevendría luego de sucedido el
fuerte terremoto que golpeó con especial fuerza a la VIII Región, lo que
impide acoger la alegación que efectúa el Fisco, puesto que si bien el
fenómeno natural ocurrido, por su fuerza y efectos podría estimarse, prima
facie, un evento imprevisto e irresistible, fue la misma autoridad quien
apoyada en nulos antecedentes y completa falta de información fidedigna, la
que asumió y previó un devenir de sucesos equívocos dando cuenta el
Intendente en dos ocasiones que la población debía regresar a sus viviendas
asegurando que nada más sobrevendría; es decir, soslayando la
imprevisibilidad acerca de lo que ocurriría luego de la catástrofe y la escasa
información que a nivel central se estaba produciendo, decidió el Intendente
qué debía hacerse a continuación y cómo proceder frente a la población, sin
sustento ni base alguna, más que su sola y errada creencia basada en un
antecedente también desacertado proveniente de un oficial de la Marina.

En efecto, es la imprevisibilidad de un suceso catastrófico recién ocurrido


que obliga a una persona y en particular a la Autoridad a adoptar las medidas
de diligencia y cuidado tendientes a prevenir un daño mayor frente a un
futuro incierto luego de acaecido un terremoto de las dimensiones como
aquel que se produjo la madrugada del 27 de febrero de 2010; sin embargo,
al no haberlo hecho, al ser las resueltas imprudentes e inmotivadas, lo
ocurrido obliga a considerar que el actuar de la Autoridad obedeció a un
estimación que erradamente creyó previsible, con trágicos resultados para la
ciudadanía al descartar toda consecuencia aún peor que el terremoto que
acababa de desolar al país".
La Corte rechazó el recurso de casación confirmado el fallo impugnado que
condenó al Fisco al pago de $ 40.000.000 a título de indemnización de
perjuicios por concepto de daño moral, repartido entre ambos demandantes
conforme al detalle indicado anteriormente.

Otros

El voto de minoría sostuvo, en su considerando quinto, que el caso fortuito


o fuerza mayor procede si ante un hecho proceden tres elementos distintos:
(i) externalidad; (ii) imprevisibilidad; e, (iii) irresistibilidad.

Acerca del primer requisito, indicó que es el hecho constituyente de caso


fortuito debe ser ajeno a la voluntad de las partes afectadas por él, de
manera que sea inimputable tanto a quien causa el daño como al que lo
sufre.

Sobre la imprevisibilidad, señaló que consiste en la imposibilidad de


contemplar el hecho con anterioridad a su ocurrencia. En este sentido, lo
previsible se determina atendiendo a las circunstancias particulares que
rodean la actividad en desarrollo de la cual surgió el daño y, por ello, se
deben verificar las previsiones normales que habrían de exigirse a quien
alega la fuerza mayor.

Finalmente, la irresistibilidad es la imposibilidad objetiva para el sujeto de


evitar las consecuencias derivadas del hecho imprevisto; consiste en que
haya sido absolutamente imposible evitar el hecho o suceso aludido, no
obstante, los medios de defensa empleados para superarlo. También implica
la imposibilidad de sobreponerse al hecho para eludir sus efectos.

En el mismo orden de ideas, la Corte razonó en los considerandos sexto a


octavo: "6º Que en el caso en concreto, y considerando lo hasta aquí
relacionado, no es posible concluir la existencia de responsabilidad del Fisco
por falta de servicio, toda vez que a las Autoridades y Órganos del Estado no
les resultaba posible, advertir y precaver la serie de sucesos que
sobrevendrían a continuación del fuerte terremoto que desoló al país, más
aún si, como ha quedado establecido, las comunicaciones estaban
completamente interrumpidas y que el Intendente obró conforme a las
instrucciones que recibía de la Armada, cuya información también fue
afectada por la extraordinaria fuerza del evento sísmico que afectó a gran
parte del país. Un razonamiento contrario implicaría exigir, más allá de lo
prudente, razonable y esperable, que la Autoridad respondiera en todo caso,
como una especie de responsabilidad estricta u objetiva, obviando las
características desastrosas de este evento en particular, lo que aparece sin
duda una exigencia indebida, cuando no impracticable.

Así, probada la existencia de un hecho constitutivo de fuerza mayor o caso


fortuito, con las características que se acaban de enunciar, corresponden
consecuentemente los efectos exoneratorios de la responsabilidad que ha
pretendido imputársele al Fisco, al interrumpirse el nexo causal por la
estimación, para quien disiente, de un hecho que reviste los caracteres de
caso fortuito o fuerza mayor.

7º Que en ese estado de cosas, tampoco podía preverse el


comportamiento del mar por la Autoridad, con la escasa información que
disponía, menos adquirir el conocimiento acerca del momento exacto en que
el tren de olas arrasaría la Población Santa Clara, supuesto que en caso
alguno formaba parte del acervo y conocimiento de los Órganos a cargo de
asumir el control de los hechos posteriores a la catástrofe, es decir, la
situación en concreto no era posible de determinar, de conformidad con sus
imprevistas consecuencias.

8º Que, en razón de lo dicho, para quien disiente, correspondía concluir


que los jueces de la instancia incurrieron en los errores de derecho que se
les atribuyen en el recurso, de tal suerte que la casación en el fondo
intentada debió ser acogida".

Ficha 10

Corte Suprema, 12 de diciembre de 2017, rol Nº 172-2017.

Ministros (Tercera Sala): Carlos Aránguiz Z., Rosa Egnem S., Sergio Muñoz
G., María Eugenia Sandoval G. y Arturo Prado P. Acordado con el voto en
contra de María Eugenia Sandoval, quien estuvo por confirmar la sentencia
en virtud de los fundamentos reseñados en la sentencia de casación.
Redacción a cargo del ministro Aránguiz.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.


Hechos

María Gabriela Sepúlveda dedujo demanda de indemnización de perjuicios


en contra del Fisco de Chile por la muerte de su madre Gabriela del Carmen
Aliste como consecuencia de haber sido alcanzada por las aguas del tsunami
acaecido en la localidad de Dichato luego del terremoto de 27 de febrero de
2010. Fundamentó su pretensión en que el Intendente Regional indicó, por la
radio, la inexistencia de peligro de tsunami. El Fisco alegó caso fortuito o
fuerza mayor.

Solicita la demandante

La hija de la víctima demandó al fisco por indemnización de perjuicios


fundada en la falta de servicio en la que habría incurrido el Estado. Solicitó se
condenara a la demandada al pago de $ 80.000.000 a título de
indemnización de perjuicios por concepto de daño moral.

Decisión de primera y segunda instancia

El 2º Juzgado Civil de Concepción rechazó la demanda en todas sus partes


no obstante haber desestimado la excepción de caso fortuito opuesta por el
Fisco. Fundó el rechazo de la demanda en que la actora no habría
demostrado que la muerte de la víctima fue consecuencia de la falta de
servicio.

La demandante dedujo recurso de apelación en contra de la sentencia de


primera instancia, y la demandada por su parte se adhirió al recurso para
solicitar se revocara el rechazo a la excepción de falta de servicio y la de
caso fortuito. La Corte de Apelaciones de Concepción revocó el fallo
impugnado en cuanto al rechazo de la excepción de ausencia de falta de
servicio y en definitiva acogió tal excepción. En cuanto al rechazo de la
demanda y de la excepción de caso fortuito, confirmó la decisión del tribunal
a quo.

Decisión de la Corte Suprema

El caso fortuito consiste en el imprevisto que no es posible resistir. La


imprevisibilidad se verifica cuando no resulta posible vislumbrar la existencia
del deterioro con antelación a su ocurrencia, siendo imposible de
contrarrestar incluso si se hubieran tomado todas las precauciones para
evitar el mal. Por su parte, la irresistibilidad dice relación con las medidas
adoptadas para evitar los resultados dañosos del imprevisto. Así,
corresponde realizar primero un análisis de la imprevisibilidad para,
posteriormente, ejecutar uno acerca de la irresistibilidad.

Dado que el Estado brindó injustificadamente información falsa,


incentivando a que la ciudadanía se quedase en sus casas, no es posible
sostener que su actuar se debió a un caso fortuito, puesto que en vez de
determinar medidas para resistir los efectos del fenómeno, incentivó a los
habitantes desechar la posibilidad de su ocurrencia.

En el anterior sentido la Corte argumentó, en el considerando


decimoséptimo de la sentencia de casación, que: "(...) Bajo este prisma en
los hechos asentados en autos cabe distinguir dos fases: la primitiva atinente
a la ocurrencia del terremoto y tsunami, hechos que, en un país distinto al
nuestro, de cultura sísmica antigua y permanente podría aceptarse que la
ocurrencia de un sismo mayor y excepcional, constituya caso fortuito. Sin
embargo, frente a un escenario de falta de comunicaciones de cara a la
hecatombe acaecida con este suceso, la actuación postrera de las entidades
públicas encargadas de intervenir no se divisa que ella se haya visto alterada
por los efectos de un supuesto caso fortuito. Y como el mérito de los
antecedentes dan cuenta que el señor Intendente de la Región del Bío Bío de
la época, en entrevista a radio BíoBío el día 27 de febrero de 2010 a las 5:01
AM y 5:19 AM informó a la comunidad que el Contra Almirante Macchiavello
Marceli, había expresado la inexistencia en un horizonte próximo de peligro
de tsunami, llamando a la gente a la tranquilidad, a quedarse en casa y a
salir sólo en caso de extrema necesidad, resulta entonces que debe
examinarse si existió responsabilidad imputable a la autoridad en el
suministro del servicio aplicable específicamente a este.

Así, si bien las dificultades en las comunicaciones esgrimidas por la propia


demandada para justificar el hecho de no haber informado la alerta,
evidentemente impedían a la autoridad dar cuenta del riesgo cierto de
tsunami, aquello en modo alguno puede justificar la conducta contraria, esto
es, asegurar a la población la inexistencia de tsunami o de riesgo de
ocurrencia, no pudiendo dicho llamado a la población llevar a calificar que las
muertes producidas respecto de quienes lo acataron, sea consecuencia
atribuible al caso fortuito o de la fuerza mayor.
De este modo, la prudencia y el deber de cuidado sobre los habitantes del
país en supuestos como el de autos, le impidió a la Administración el efectuar
un llamado como el que en los hechos realizó, bajo las circunstancias
relatadas, en cuanto el buen criterio y la responsabilidad que como autoridad
recaía sobre ésta que hacía preferible que omitiere un llamado a la calma y a
mantenerse en sus casas, como el que hiciera en la oportunidad indicada el
Intendente de la época".

La Corte acogió el recurso de casación en el fondo, revocó la sentencia


impugnada y en reemplazo condenó al Fisco a pagar a la demandante
$ 40.000.000 a título de indemnización de perjuicios por daño moral.

Ficha 11

Corte Suprema, 21 de noviembre de 2017, rol Nº 76472-2016.

Ministros (Tercera Sala): Sergio Muñoz G., Rosa Egnem S., María Eugenia
Sandoval G, Carlos Aránguiz Z., y Jorge Dahm O. Redacción a cargo de la
ministra Egnem.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Luego del terremoto de 27 de febrero de 2010, parte de las dependencias


del Centro Penitenciario de Chillán se derrumbaron, entre ellos un muro
perimetral, lo que motivó la fuga de una gran cantidad de reos de la cárcel.
De una población de 760 reclusos 269 de ellos se fugaron ocasionando
incendios y destrozos en las casas vecinas, entre ellas el inmueble de
Claudio Cortez Tapia donde este habitaba y desarrollaba sus actividades
profesionales, la cual terminó quemada en gran parte. Claudio Cortés
demandó indemnización de perjuicios en contra del Fisco por falta de
servicio.

Solicita la demandante

El médico por sí y en representación de su sociedad, y la familia del


primero dedujeron demanda de indemnización de perjuicios en contra del
Fisco por falta de servicio. Solicitaron $ 90.000.000 para una integrante de la
familia que estaba embarazada al tiempo del terremoto, y $ 70.000.000 para
cada uno de los demás actores, todos por concepto de daño moral.

Adicionalmente, solicitaron $ 45.000.000 por concepto de daño emergente


relativo a la destrucción total del inmueble afectado y los muebles que lo
guarnecían.

Decisión de primera y segunda instancia

El 2º Juzgado Civil de Chillán rechazó la demanda en todas sus partes por


cuanto acogió la excepción de caso fortuito opuesta por la demandada.

La demandante dedujo recurso de apelación en contra del fallo de primera


instancia. La Corte de Apelaciones de Chillán acogió el recurso, revocando la
sentencia impugnada y desestimando la excepción de caso fortuito y acogió
la demanda en cuanto condenó al Fisco al pago de $ 45.000.000 a título de
indemnización de perjuicios por daño emergente, y al pago de $ 60.000.000
para cada uno de los cinco demandantes personas naturales, por concepto
de daño moral.

Decisión de la Corte Suprema

Debe considerarse que el carácter de imprevisto de un evento se verifica


cuando el mismo no es posible de prever, ni vislumbrar, así como tampoco de
resistir, siendo entonces la imprevisibilidad e irresistibilidad sus requisitos
copulativos.

En consecuencia, es la previsibilidad de un suceso lo que compele u obliga


a una persona a adoptar las medidas de diligencia y cuidado tendientes a
evitarlo. Si el hecho dañoso ocurre de todas maneras, no obstante las
medidas adoptadas, este suceso permite ser calificado de imprevisto. Sin
embargo, para atribuir a tal acontecimiento que originó daños a un tercero el
carácter de irresistible es necesario que las medidas de defensa que
efectivamente se implementaron para evitar su ocurrencia y/o minimizaran
sus consecuencias, sean eficientes, eficaces y efectivas a tales efectos. En
otras palabras, no basta con disponer determinadas medidas que impidan
que se origine un daño, ellas deben ser útiles, idóneas y efectivas para
evitarlo.
En la especie, la Corte sostuvo en el considerando undécimo de la
sentencia, confirmando el criterio del fallo de segunda instancia que: "
(...) sismos y terremotos no constituyen imprevistos en nuestro país;
haciendo alusión a la zona misma en que se sitúan los hechos se recuerda el
terremoto de Chillán de 1939, y del mismo modo se acude al terremoto que
azotó especialmente las ciudades de Concepción y Valdivia en el año 1960.
Se acotó que, en este contexto, sólo puede atribuirse el carácter de
imprevisto a la intensidad que alcanzará y/o a la oportunidad, o fecha en que
ocurrirá. Cabe añadir por otra parte que, lo que definirá si un terremoto citado
este evento a modo ejemplar en el artículo 45 del Código Civil, integra o no
una situación de caso fortuito, son las circunstancias en que se produce el
evento, y, resulta ser de suyo relevante si el mismo ha tenido lugar en un
lugar reconocido indiscutidamente como sísmico o, en otro en el que no ha
podido racionalmente ser concebido tal evento de la naturaleza, de modo tal
que el capítulo de nulidad que se analiza no puede prosperar; todo ello, al
margen de lo que a continuación se dirá y que reafirma la conclusión que
acaba de anotarse".

Habiéndose establecido como hechos inamovibles, que Gendarmería de


Chile incumplió sus deberes de seguridad del establecimiento carcelario, en
particular, el de mantención y conservación del muro perimetral que
deslindaba el establecimiento con propiedades residenciales del sector, entre
ellas, con la casa habitación de los actores, no cabe sino entender que tal
entidad incurrió en falta de servicio que tuvo incidencia directa en los hechos
que ocasionaron los daños cuyo resarcimiento se ha impetrado en estos
autos.

La Corte rechazó el recurso de casación confirmando la sentencia


impugnada que condenó al Fisco al pago de $ 45.000.000 a título de
indemnización de perjuicios por concepto de daño emergente a la sociedad
dueña del inmueble, y a $ 300.000.000 por concepto de daño moral
repartidos entre los demandantes conforme al detalle indicado
precedentemente.

Ficha 12

Corte Suprema, 21 de noviembre de 2017, rol Nº 100695-2016.


Ministros (Tercera Sala): Carlos Aránguiz Z., Rosa Egnem S., Sergio Muñoz
G., María Eugenia Sandoval G. y Manuel Antonio Valderrama R. Redacción a
cargo de Manuel Valderrama.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Pablina Ortiz y Sonia Obregón dedujeron demanda de indemnización de


perjuicios en contra del Fisco de Chile por falta de servicio al desinformar a la
población acerca del tsunami ocurrido en la madrugada del 27 de febrero de
2010, mediante la difusión de información errónea por parte del Intendente, lo
que derivó en el fallecimiento de León Ortiz Novoa y Valeria Ortiz Obregón en
la localidad de Dichato. Después del terremoto, permanecieron por horas en
un cerro. Al no comunicarse alerta de tsunami, decidieron volver a sus casas,
momento en que fueron alcanzados por el hecho dañoso. El Fisco
excepcionó caso fortuito.

Solicita la demandante

Ambos familiares de las víctimas demandaron indemnización de perjuicios


al Fisco por su falta de servicio. Una de las demandantes solicitó
$ 150.000.000 por la muerte de su cónyuge, $ 150.000.000 por la muerte de
su hija, y $ 50.000.000 por su daño propio a raíz de las lesiones; La otra
demandante solicitó $ 150.000.000 por la muerte de su hermana, y
$ 150.000.000 por la muerte de su padre; todos los anteriores montos por
concepto de daño moral.

Decisión de primera y segunda instancia

El 3er Juzgado Civil de Concepción acogió la demanda en cuanto condenó


al Fisco al pago de $ 70.000.000 para la demandante cónyuge y madre de
las víctimas, y $ 30.000.000 para la demandante hija y hermana de las
víctimas, a título de indemnización de perjuicios por concepto de daño moral.

La demandada dedujo recurso de apelación en contra de la sentencia de


primera instancia. Por su parte, la Corte de Apelaciones de Concepción
confirmó el fallo impugnado.
Decisión de la Corte Suprema

El artículo 45 define al caso fortuito como el imprevisto que no es posible


resistir. Que sea imprevisto significa que no es posible vislumbrar la
existencia del daño con anterioridad a su ocurrencia de manera que, aun
adoptando todas las precauciones para que el daño no se produzca, siga
siendo imposible para el agente contrarrestarlo. La irresistibilidad, por su
parte, se refiere a la conducta del agente frente a un suceso en vías de
ocurrir e inminente, o ya ocurrido, consistiendo en defensas que se oponen al
hecho imprevisto tendientes a evitar sus efectos dañosos.

En la especie, si bien se podría estimar al terremoto, prima facie, como


caso fortuito, fue la autoridad quien brindó información errónea, dando cuenta
con esto que descartó el hecho ciertamente previsible de que ocurriera un
tsunami, y por consiguiente desplegando nulas medidas tendientes a resistir
sus efectos; de manera que incurrió en falta de servicio, no procediendo el
caso fortuito como exonerante de responsabilidad.

En ese sentido, en el considerando décimo segundo la Corte señaló: "(...)


en el presente caso fue la absoluta falta de una razonable previsibilidad
acerca de lo que sobrevendría luego de sucedido el fuerte terremoto que
golpeó con especial fuerza a la VIII Región, lo que impide acoger la alegación
que efectúa el Fisco, puesto que si bien el fenómeno natural ocurrido, por su
fuerza y efectos podría estimarse, prima facie, un evento imprevisto e
irresistible, fue la misma autoridad quien apoyada en nulos antecedentes y
completa falta de información fidedigna, la que asumió y previó un devenir de
sucesos equívocos dando cuenta el Intendente en dos ocasiones que la
población debía regresar a sus viviendas asegurando que nada más
sobrevendría, haciéndose eco de una información oficial, emanada del
organismo técnico especialista en emergencias y que en sus manos tenía el
devenir de las consecuencias próximas, esto es, la Onemi, que canceló la
alerta de tsunami una hora y media después de ocurrido el terremoto de 8.8
grados en la escala de Richter; es decir, obviando el supuesto de
previsibilidad exigido en el artículo 45 del Código Civil, puesto que estimaron
predecible el devenir de los acontecimientos, por algo fue que con tanta
firmeza y pese a lo que estaba sucediendo en diversos lugares del país,
cancelaron la orden que alertaba la ocurrencia de un tsunami, decidiendo el
Intendente Regional qué debía hacerse a continuación y cómo proceder
frente a la población y qué debía hacer ésta, aunque sin sustento ni base
alguna, más que su sola y errada creencia fundada, en un antecedente
también desacertado, proveniente de un oficial de la Marina y antes, de la
oficina experta en emergencias, apartando todo elemento empírico que podía
ser recogido sobre la base de la experiencia de lo que pasaba en aquellos
mismos instantes en otros lugares del país, por ejemplo, en la Isla de Juan
Fernández".

Del mismo modo, sentenció en el considerando decimotercero: "Que en


efecto, es la imprevisibilidad definida como desconocimiento de las
consecuencias razonables sobrevinientes de un suceso recién ocurrido la
que obliga a una persona y en particular a la Autoridad a adoptar las medidas
de diligencia, prudencia y racional cuidado tendientes a prevenir un daño
mayor frente a una espera incierta luego de acaecida una calamidad como la
acontecida en la madrugada del 27 de febrero de 2010; sin embargo, al no
haberlo hecho, al ser las resueltas imprudentes e inmotivadas, lo ocurrido
obliga a considerar que el actuar de la Autoridad obedeció a un estimación
que erradamente creyó previsible, resolviendo cómo proceder, con trágicos
resultados al descartar toda consecuencia aún peor que el terremoto que
acababa de desolar al país".

La Corte rechazó el recurso de casación, confirmando la sentencia


impugnada que condenó al Fisco al pago de $ 100.000.000 a título de
indemnización de perjuicios por concepto de daño moral, repartidos entre
ambas demandantes, conforme al detalle indicado precedentemente.

Ficha 13

Corte Suprema, 16 de noviembre de 2017, rol Nº 4658-2017.

Ministros (Tercera Sala): Rosa Egnem S., María Eugenia Sandoval G.,
Manuel Valderrama R., Arturo Prado P., y el abogado integrante señor Álvaro
Quintanilla P. Acordada con el voto en contra de la ministra Sandoval y del
abogado integrante señor Quintanilla. Redacción a cargo del ministro Prado y
la disidencia de sus autores.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos
Hernán Cuevas San Martín falleció alcanzado por la primera ola del
tsunami acontecido luego del terremoto de 27 de febrero de 2010 en el sector
de Isla Mocha. Los familiares de la víctima acusaron la nula respuesta de los
órganos del Estado, en específico por no haber comunicado a la población la
alerta de tsunami, ni haber desarrollado labores de educación y
determinación de zonas seguras.

Solicita la demandante

Su familia demandó al Fisco indemnización de perjuicios por falta de


servicio. Solicitaron $ 100.000.000 para cada uno de los seis actores
familiares de la víctima por concepto de daño moral.

Decisión de primera y segunda instancia

El 3er Juzgado Civil de Concepción acogió la excepción de caso fortuito


opuesta por el Fisco, y en consecuencia rechazó la demanda en todas sus
partes.

Los demandantes dedujeron recurso de apelación en contra de la sentencia


de primera instancia. La Corte de Apelaciones de Concepción confirmó la
decisión del tribunal a quo.

Decisión de la Corte Suprema

Primeramente, la exigencia de un hecho externo le da el verdadero carácter


de causa extraña a la fuerza mayor. Así, el hecho constitutivo de fuerza
mayor debe ser ajeno a la actividad dentro de la cual se ha causado el daño.
Dicho de otra manera, la fuerza mayor está definida como aquel hecho que
no depende del actuar de ninguna de las partes que se encuentran
vinculadas al hecho dañino: no debe ser imputable ni a quien lo causa ni a
quien lo sufre.

Luego, que se trate de un hecho imprevisible importará que no resulte


posible contemplarlo con anterioridad a su ocurrencia. Para establecer qué
es lo previsible en cada caso concreto, se requiere analizar las circunstancias
particulares que rodean la actividad en desarrollo de la cual surgió el daño y,
por consiguiente, se deben verificar las previsiones normales que habrían de
exigirse a quien alega la fuerza mayor.
La Corte explica, en el considerando vigésimo tercero, que la exigencia de
ser un hecho irresistible se refiere a la imposibilidad objetiva para el sujeto de
evitar las consecuencias derivadas del hecho imprevisto. Consiste en que
haya sido absolutamente imposible evitar el hecho o suceso aludido, no
obstante los medios de defensa empleados para superarlo. También implica
la imposibilidad de sobreponerse al hecho para eludir sus efectos.

En este sentido, cita a la profesora Brantt Zumarán quien señala que "la
sola circunstancia de que el acontecimiento sea imprevisible implica que su
ocurrencia es inevitable para el deudor, pues, si éste no sabe y tampoco le es
exigible saber que sucederá un determinado hecho, mal puede imponérsele
el deber de impedirlo" (Brantt Zumarán, María Gabriela. El Caso Fortuito y su
incidencia en el Derecho de la Responsabilidad Contractual, Pontificia
Universidad Católica de Valparaíso, Facultad de Derecho, LegalPublishing,
año 2010).

En consecuencia, al Estado le correspondía, y así lo había asumido en la


normativa de emergencia, una obligación de prevención y regulación
tendiente precisamente a evitar las consecuencias de estas catástrofes, de
cuya infracción se deriva precisamente el sustento de su responsabilidad en
este caso.

De esta manera, correspondía al Estado definir áreas vulnerables, preparar


en cada caso el contexto de emergencia y educar a la población según las
particularidades de cada zona, pues por ello, los planes de emergencia
tienen una estructura funcional y territorial que importa conocer
sectorialmente cuales son aquellas áreas que presentan mayor
vulnerabilidad en estos hechos. Así, el Estado, en conocimiento por medio de
sus agentes del ejercicio de esta actividad de recolección primaria, por
personas de escasos recursos importaba una obligación de preparación
previa que permitiese otorgar a la población elementos de resguardo más
elaborados, en la determinación de las zonas, en el señalamiento de vías de
evacuación y en la prohibición de pernoctación en lugares más expuestos
como la de Punta de Lobos.

Sobre lo anterior, la Corte razonó en el considerando vigésimo quinto de la


sentencia: "Que de esta forma, para que el evento sísmico y el tsunami del
27 de febrero de 2010 haya tenido la función exculpatoria que le atribuye el
Fisco en su contestación y la misma sentencia de primera instancia, el
Estado tuvo que haber desplegado toda una actividad eficiente de
prevención, manejo y regulación de la emergencia conforme las normas que
el mismo se otorgó desde hace ya largo tiempo, abarcando a nivel local esto
es Isla Mocha modalidades de educación, señalética y de regulación de la
actividad extractiva de forma de haber otorgado a la víctima la posibilidad
cierta adoptar resguardos más elaborados que le hubieran otorgado una
chance efectiva y cierta de evitar las consecuencias dañosas reseñadas en
esta causa".

La Corte acogió el recurso de casación, revocó la sentencia impugnada y


en reemplazo condenó al Fisco a pagar $ 120.000.000 a título de
indemnización de perjuicios por concepto de daño moral, de los cuales
concedió $ 60.000.000 para la cónyuge sobreviviente de la víctima, y
$ 20.000.000 para cada uno de sus 3 hijos.

Ficha 14

Corte Suprema, 9 de noviembre de 2017, rol Nº 12169-2017.

Ministros (Tercera Sala): Carlos Cerda Fernández, Sergio Muñoz Gajardo,


Manuel Antonio Valderrama Rebolledo, Jorge Lagos Gatica y Jean Pierre
Matus Acuña. Redacción a cargo de Jorge Lagos Gatica.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Setenta y cuatro personas dedujeron demanda de indemnización de


perjuicios en contra del Fisco de Chile fundada en la falta de servicio de
funcionarios del Estado al enfrentar el terremoto y posterior tsunami ocurrido
el 27 de febrero de 2010. El Fisco excepcionó por caso fortuito.

Solicita la demandante

Los demandantes solicitaron se condenara al Fisco a pagar una


indemnización total de $ 10.675.000.000 desglosados entre los actores
según la cantidad de familiares víctimas de la catástrofe y la cercanía del
vínculo que tenían con estos, todas las sumas por concepto de daño moral.
Decisión de primera y segunda instancia

El 22º Juzgado Civil de Santiago acogió la demanda condenando al Fisco a


pagar $ 30.000.000 para cada cónyuge, pareja, hijo, padre o madre de las
víctimas, $ 15.000.000 para cada abuelo o hermano, y $ 7.500.000 para cada
nieto. Asimismo, condenó a la demandada a pagar $ 10.000.000 por las
lesiones causadas a una de las actoras. Todos los montos anteriores por
concepto de daño moral. El tribunal condenó en costas a la demandada.

El Fisco dedujo recurso de apelación en contra de la sentencia de primera


instancia. La Corte de Apelaciones de Santiago revocó la sentencia
impugnada en cuanto a la condena en costas a la demandada, y la confirmó
en lo demás.

Decisión de la Corte Suprema

En el considerando decimocuarto la Corte indicó que el caso fortuito es el


eximente de responsabilidad consistente en el imprevisto que no es posible
resistir. Así, para que proceda, deben concurrir tres requisitos: (i) ser un
hecho externo; (ii) imprevisible; e, (iii) irresistible. El hecho externo se traduce
en su inimputabilidad tanto al agente como a la víctima. La imprevisibilidad
consiste en que no resulte posible contemplarlo con anterioridad a su
ocurrencia, debiéndose analizar las circunstancias del caso en particular para
compararlos con las previsiones normales que habrían de exigirse a quien
alega la fuerza mayor. Para ello, se señalan tres estándares, según expone
la Corte en el considerando décimo quinto de la sentencia: "(...) que se trate
de un hecho imprevisible importará que no resulte posible contemplarlo con
anterioridad a su ocurrencia. Para establecer qué es lo previsible en cada
caso concreto, se requiere analizar las circunstancias particulares que
rodean la actividad en desarrollo de la cual surgió el daño y, por consiguiente,
se deben verificar las previsiones normales que habrían de exigirse a quien
alega la fuerza mayor. La imprevisibilidad implica que en condiciones
normales haya sido imposible para el agente precaverse contra él. En cada
caso concreto se requiere: a) El referente a su normalidad y frecuencia; b) El
atinente a la probabilidad de su realización; c) El concerniente a su carácter
excepcional y sorpresivo".

La Corte indicó en el considerando vigésimo quinto que la irresistibilidad


consiste en que haya sido absolutamente imposible evitar el hecho o suceso
aludido, no obstante los medios de defensa empleados para superarlo.

El Fisco incurre en error al señalar como causa en sí misma de los daños la


ocurrencia del tsunami dado que no es dable señalar que estos son
imprevisibles en nuestro país: se sabe que ocurrirán, solo que no se sabe
cuándo. En consecuencia, este solo hecho obliga a las autoridades a adoptar
medidas preventivas y que permitan actuar de manera rápida y sin dudas
ante estas catástrofes, ya sea mediante la evacuación de la población o la
alerta de tsunami. En consecuencia, no es posible sostener la existencia de
caso fortuito.

En relación con lo anterior, el considerando décimo sexto expone: "Que en


el caso de autos no se verifica ninguna de las exigencias descritas en los
considerandos precedentes. En efecto, el recurrente comete un error al
sostener que el vínculo de causalidad se relaciona con la ocurrencia del
tsunami, soslayando que la falta de servicio se relaciona con la omisión de
trasmitir la alerta del evento de la naturaleza, cuestión que habría permitido a
las personas adoptar acciones que le permitirán alejarse de las zonas
azotadas por el evento. Lo anterior es trascendente, pues, por una parte,
atendida las características geológicas del país y la existencia de una larga
franja costera, lo hacen propenso a sufrir terremotos y tsunamis, cuestión
que ha sido reconocida incluso en los textos reglamentarios que han sido
analizados a propósito del examen de la existencia de la falta de servicio, por
lo que en caso alguno se puede señalar que tales eventos sean
imprevisibles, pues se sabe con certeza que ocurrirán, sólo que el día en que
ocurrirá y de su magnitud, es algo que no puede ser determinado con
antelación. Así, es la circunstancia que se tenga mediana seguridad respecto
que en el futuro se pueda desarrollar alguno de estos eventos, la cuestión
que ha llevado a las autoridades a tomar ciertos resguardos contemplados en
distintos cuerpos reglamentarios".

La Corte rechazó el recurso de casación, confirmando la sentencia


impugnada que condenó al Fisco a pagar $ 30.000.000 para cada cónyuge,
pareja, hijo, padre o madre de las víctimas, $ 15.000.000 para cada abuelo o
hermano, y $ 7.500.000 para cada nieto. Asimismo, condenó a la demandada
a pagar $ 10.000.000 por las lesiones causadas. Todas las sumas a título de
indemnización de perjuicios por concepto de daño moral.

Ficha 15
Corte Suprema, 5 de septiembre de 2017, rol Nº 76461-2016.

Ministros (Tercera Sala): Lamberto Cisternas R., Carlos Cerda F., Manuel
Valderrama R., y los abogados integrantes señores Álvaro Quintanilla P., y
Jaime Rodríguez E. Acordada con el voto en contra del señor Quintanilla.

Acción o recurso: Recurso de casación en la forma y en el fondo.

Hechos

Propietarios de los inmuebles ubicados en la calle 5 de Abril de Chillán


dedujeron demanda de indemnización de perjuicios en contra del Fisco de
Chile dado que, por el terremoto de 1960, el muro que separaba dicho bien
con los patios de la cárcel de Chillán se vio dañado y nunca fue reparado por
Gendarmería de Chile. Posteriormente, por el terremoto de 27 de febrero de
2010, el muro colapsó, permitiendo la fuga de más de 200 reos quienes, al
escapar, incendiaron las viviendas para impedir su captura.

Solicita la demandante

Los propietarios de los inmuebles solicitaron se condenara a la demandada


al pago de $ 100.000.000 por concepto de daño moral a cada uno de los
demandantes, $ 124.794.675, $ 133.875.493, $ 100.383.661, $ 99.585.877, a
cada actor respectivamente por concepto de daño emergente, y $ 17.365.000
para uno de los demandantes por concepto de lucro cesante.

Decisión de primera y segunda instancia

El 1er Juzgado Civil de Chillán rechazó la demanda en todas sus partes al


determinar que en la especie no medió falta de servicio.

Los demandantes dedujeron recurso de casación en la forma y recurso de


apelación en contra de la sentencia de primera instancia. La Corte de
Apelaciones de Chillán rechazó el recurso de casación. Respecto de la
apelación la Corte acogió el recurso y revocó la sentencia impugnada dando
lugar a la demanda en cuanto condenó al Fisco a pagar las sumas de
$ 80.668.827, $ 86.538.780, $ 64.373.547, y $ 64.889.245, a cada
demandante por concepto de daño emergente, $ 50.000.000 para cada
demandante por concepto de daño moral, y $ 3.020.000 a uno de los
demandantes por concepto de lucro cesante.

Decisión de la Corte Suprema

El caso fortuito ha sido definido en el artículo 45 del Código Civil como: "El
imprevisto a que no es posible resistir". En este sentido, la Corte sostuvo en
el considerando décimo sexto que lo imprevisible se verifica cuando no
resulta posible vislumbrar la existencia del daño con anterioridad a su
ocurrencia, pese a haberse adoptado todas las precauciones para que el
daño no se produzca, de forma que es imposible para el agente
contrarrestarlo. Por su parte, la irresistibilidad se refiere a la conducta del
agente frente a un suceso en vías de ocurrir, inminente, o ya ocurrido: son
defensas que se oponen al hecho imprevisto a fin de evitar sus efectos
dañosos. Así, mientras la previsibilidad de un suceso obliga a que se adopten
las medidas de diligencia y cuidado tendientes a evitarlo, lo irresistible dice
relación con que se hayan adoptado efectivamente las medidas útiles,
idóneas y efectivas para evitar o minimizar sus consecuencias.

En el mismo orden de ideas, la Corte indicó que "De lo anterior, puede


desprenderse que el análisis de la irresistibilidad es posterior a la
imprevisibilidad y luego de haber efectuado dicha calificación, la que debe
concurrir igualmente para calificar el hecho de caso fortuito".

En el caso sub lite, el recurrente no la impugnó oportunamente, dado que


en primera instancia se descartó la existencia del caso fortuito, cuestión
sobre la cual no recurrió el demandado, y en consecuencia no tuvo cabida en
la sentencia de alzada, por lo que no puede analizarse ahora mediante
casación.

La Corte rechazó ambos recursos de casación confirmando la sentencia


impugnada que condenó al Fisco a pagar las sumas de $ 80.668.827,
$ 86.538.780, $ 64.373.547, y $ 64.889.245, a cada demandante por
concepto de daño emergente, $ 50.000.000 para cada demandante por
concepto de daño moral, y $ 3.020.000 a uno de los demandantes por
concepto de lucro cesante.

Ficha 16
Corte Suprema, 28 de agosto de 2017, rol Nº 97661-2016.

Ministros (Tercera Sala): Rosa Egnem S., María Eugenia Sandoval G., Carlos
Aránguiz Z., Andrea Muñoz S., y el abogado integrante Jaime Rodríguez E.
Redacción a cargo del abogado integrante señor Rodríguez.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Doña Clemira Berríos se encontraba en su casa, en un sector cercano a la


costa de Talcahuano, cuando ocurrió el terremoto de 27 de febrero de 2010 y
el posterior tsunami. Las autoridades locales comunicaron por la radio que no
había peligro de tsunami por lo que parte de las personas permaneció en sus
hogares, entre ellas doña Clemira, quien fue alcanzada por la inundación y
falleció por inmersión.

Solicita la demandante

El cónyuge y los hijos de la víctima dedujeron demanda de indemnización


de perjuicios en contra del Fisco por falta de servicio. Solicitaron
$ 170.000.000 para el cónyuge, $ 200.000.000, $ 190.000.000, y
$ 120.000.000, respectivamente, para cada hijo. Todos los montos por
concepto de daño moral.

Decisión de primera y segunda instancia

El 3er Juzgado Civil de Concepción dio lugar a la demanda en cuanto


condenó al Fisco al pago de $ 50.000.000 para el cónyuge de la víctima,
$ 50.000.000, $ 30.000.000, $ 30.000.000, y $ 20.000.000 para los hijos,
respectivamente, todas las sumas por concepto de daño moral.

La demandada dedujo recurso de apelación en contra del fallo de primera


instancia. La Corte de Apelaciones de Concepción confirmó la decisión del
tribunal a quo.

Decisión de la Corte Suprema

Es la previsibilidad de un suceso lo que obliga a adoptar las medidas de


diligencia y cuidado tendientes a precaverlo. Si el acontecimiento dañoso se
produce igualmente, a pesar de las providencias tomadas, entonces permite
calificarlo de imprevisto. Sea como fuere, para atribuirle haber originado
gravamen a un tercero, el carácter de irresistible, es indispensable que los
resguardos concretamente implementados para contrarrestarlos o minimizar
sus consecuencias, sean eficientes, eficaces y efectivos para evitar el evento
dañoso y sus colofones. En otras palabras, no basta con disponer
determinadas precauciones que impidan un percance, ellas deben ser útiles,
idóneas y eficaces para prevenirlo. El estudio de la irresistibilidad es posterior
a la imprevisibilidad y luego de formulada tal calificación, la que debe obrar
igualmente para tildar el hecho de caso fortuito.

En relación con lo anterior, la Corte señaló en el considerando decimoctavo


de la sentencia: "Que, frente a un escenario de falta de comunicaciones de
cara a la hecatombe ocurrida, la actuación postrera de las entidades
encargadas de intervenir no se divisa alterada por los efectos del caso
fortuito. Y como el mérito de los antecedentes da cuenta que a las 4,07 horas
se emitió una alarma de tsunami no entregada a la población y que después,
entre las 4,20 y las 4,30 horas, el Comandante en Jefe de la II Zona Naval,
contralmirante Roberto Machiavello, proporciona a Carabineros la
información contraria, a saber, que no hay alerta de maremoto, circunstancia
que es transmitida por el Intendente Tohá a través del único medio radial
disponible a las 5,01 horas, en circunstancias que con apego al informe
elaborado por el Director del Instituto de Sismología de la Universidad de
Chile, aparejado por el demandado a fojas 191 'los parámetros de ubicación
y tamaño del terremoto del 27 de febrero de 2010 por parte del Servicio
Sismológico de la Universidad de Chile, solamente fueron estimados
alrededor de las 05:15 horas del día 27 de febrero', lo cual revela que se
levantó la alerta de tsunami mucho antes de siquiera tener certeza de los
caracteres del sismo y si reunía o no las peculiaridades para generar un
maremoto".

Finalmente sentenció en el considerando decimonoveno que el correcto


funcionamiento del servicio obligaba a la autoridad a transmitir aquella
información que se encontrara sustentada en elementos fidedignos, e incurre
en falta de servicio al no avisar la alerta de tsunami emitida por los
organismos de emergencia singularmente creados para esos fines y más
tarde, al llamar a una falsa sensación de calma, conminando a la población a
prescindir de las providencias de seguridad que espontáneamente había
adoptado, sin tener en cuenta la falta de comunicaciones que le exigía
proceder sobre la base de datos ciertos ante una catástrofe como la ocurrida.
Lo reseñado permite elucidar la imposibilidad de determinar que la actuación
de la autoridad queda cubierta por un caso fortuito.

La Corte rechazó el recurso de casación en el fondo, confirmando la


sentencia impugnada que condenó al Fisco al pago de $ 130.000.000 a título
de indemnización por concepto de daño moral, repartidos entre los
demandantes conforme al detalle que se indicó anteriormente.

Ficha 17

Corte Suprema, 27 de julio de 2017, rol Nº 68818-2016.

Ministros (Tercera Sala): María Eugenia Sandoval Gouet, Sergio Muñoz


Gajardo, Manuel Antonio Valderrama Rebolledo, Álvaro Quintanilla Pérez y
Jaime Rodríguez E.

Acción o recurso: Recurso de casación en la forma y en el fondo.

Hechos

Silvia Gutiérrez y Greisnery Gutiérrez dedujeron demanda de


indemnización de perjuicios en contra del Fisco de Chile por haber incurrido
en falta de servicio, al no comunicar oportunamente la alerta de tsunami y al
conminar erróneamente el Intendente Regional a que la población se
quedase en sus casas, lo que provocó la muerte de su padre, Juan de Dios
Gutiérrez Rioseco, al ser alcanzado por las olas.

Solicita la demandante

Las hijas de la víctima solicitaron se condenara al Fisco a una


indemnización de perjuicios por la suma de $ 80.000.000 para cada una de
las dos actoras, por concepto de daño moral.

Decisión de primera y segunda instancia

El 2º Juzgado Civil de Concepción rechazó la demanda en todas sus partes


al acoger la excepción de prescripción opuesta por la demandada, en
atención a que entre la fecha del terremoto y la notificación de la demanda
transcurrieron más de cuatro años.

La demandante dedujo recurso de apelación en contra de la sentencia de


primera instancia. La Corte de Apelaciones de Concepción, conociendo del
recurso, rechazó la excepción de prescripción en atención a que el plazo se
habría interrumpido. En definitiva, acogió el recurso de apelación y dio lugar
a la demanda en cuanto condenó al Fisco a pagar la suma de $ 50.000.000 a
cada actora por concepto de daño moral.

Decisión de la Corte Suprema

El caso fortuito es definido por nuestro Código Civil como el imprevisto que
no es posible resistir. En consecuencia, cuenta con dos requisitos: (i) debe
ser un hecho imprevisible e (ii) irresistible. Sobre la imprevisibilidad, la Corte
indicó en el considerando vigésimo primero que consiste en la imposibilidad
de vislumbrar la existencia del daño con anterioridad a su ocurrencia y
haberse adoptado todas las precauciones para que el daño no se produzca y
que, incluso así, haya sido imposible de contrarrestar por el agente. Por su
parte, la irresistibilidad consiste en las defensas que se oponen al hecho
imprevisto que tienen por finalidad evitar sus efectos dañosos, esto ante un
suceso en vías de ocurrir e inminente o que ya ocurrido. Por eso, mientras el
primero lleva el deber de tomar las medidas de diligencia y cuidado
tendientes a evitar el daño, el segundo es la adopción efectiva de tales
medidas, las que deben ser eficientes, eficaces y efectivas.

En este sentido, la Corte sostuvo en el mismo considerando que "Es la


previsibilidad de un suceso lo que obliga a una persona a adoptar las
medidas de diligencia y cuidado tendientes a evitarlo. Si el hecho dañoso
igual ocurre, no obstante las medidas adoptadas, este suceso permite ser
calificado de imprevisto. Sin embargo, para atribuir a tal acontecimiento que
originó daños a un tercero, el carácter de irresistible, es necesario que las
medidas de defensa que efectivamente se implementaron para que no
ocurrieran o minimizaran sus consecuencias, sean eficientes, eficaces y
efectivas para evitar el evento dañoso y sus efectos. En otras palabras, no
basta con disponer determinadas medidas que impidan que se origine un
daño, ellas deben ser útiles, idóneas y efectivas para evitarlo.
De lo anterior puede desprenderse que el análisis de la irresistibilidad es
posterior a la imprevisibilidad y luego de haber efectuado dicha calificación, la
que debe concurrir igualmente para calificar el hecho de caso fortuito".

En la especie, no es dable estimar que procede el caso fortuito dado que se


levantó la alerta de tsunami de forma infundada y mucho antes de tener
alguna certeza al respecto; según expuso la Corte en el considerando
vigésimo segundo: "Que es a la luz de la explicación anterior que en los
hechos asentados en autos deben distinguirse dos momentos: el primero de
ellos relativo a la ocurrencia del terremoto y tsunami, hechos que en esencia
son imprevisibles e irresistibles, de manera que no existe discusión en cuanto
a que tales fenómenos naturales configuran un caso fortuito y no pueden ser
imputados a la Administración.

Sin embargo, ante un escenario de falta de comunicaciones en razón de la


catástrofe ocurrida la actuación posterior de los órganos encargados de
actuar no se ve abarcada por los efectos del caso fortuito. Es así como el
mérito de los antecedentes da cuenta que a las 4.07 horas se emitió una
alerta de tsunami que no fue comunicada a la población y que luego, entre
las 4.20 y las 4.30 horas el Contralmirante en Jefe de la II Zona Naval
Roberto Machiavello transmite a Carabineros la información contraria, esto
es, que no hay alerta de maremoto, circunstancia que es transmitida por el
Intendente Tohá a través del único medio de comunicación disponible a las
5.01 horas (informe de la Policía de Investigaciones, acompañado por los
demandantes a fojas 194) en circunstancias que de acuerdo al informe
elaborado por el Director del Instituto de Sismología de la Universidad de
Chile, agregado en autos por el demandado a fojas 96 'los parámetros de
ubicación y tamaño del terremoto del 27 de febrero de 2010 por parte del
Servicio Sismológico de la Universidad de Chile, solamente fueron estimados
alrededor de las 5.15 horas del día 27 de febrero'. Esto es, se levantó la
alerta de tsunami mucho antes de siquiera tener certeza de las
características del sismo y si éste reunía o no las particularidades para
generar un maremoto".

La Corte rechazó ambos recursos de casación, confirmando la sentencia


impugnada que condenó al Fisco al pago de $ 50.000.000 a cada una de las
demandantes a título de indemnización de perjuicios por concepto de daño
moral.
2. C

Ficha 18

Corte Suprema, 28 de mayo de 2019, rol Nº 20271-2018.

Ministros (Cuarta Sala): Sergio Muñoz G., María Eugenia Sandoval G., Arturo
Prado P., Ángela Vivanco M. y el abogado integrante señor Álvaro Quintanilla
P. Redacción a cargo del abogado integrante señor Álvaro Quintanilla P.

Acción o recurso: Recurso de apelación.

Hechos

La Superintendencia de Electricidad y Combustibles formuló cargos en


contra de CGE Distribución S.A. dado que un significativo número de clientes
sufrió una interrupción del suministro por más de 20 horas.

La Superintendencia hizo constar que la Dirección Meteorológica de Chile


previó que, desde el día 5 hasta el día 8 de agosto de 2015, diversos
sistemas frontales afectarían al territorio nacional entre las regiones de
Coquimbo y Bío Bío, razón por la que la Superintendencia instruyó a las
empresas concesionarias de distribución de electricidad, entre las que se
encuentra CGE Distribución S.A., adoptar oportunamente todas aquellas
medidas que fueren necesarias para otorgar suministro continuo y seguro a
sus clientes.

En marzo de 2016 la Superintendencia de Electricidad y Combustibles


sancionó a CGE Distribución S.A. con una multa de 8.055 U.T.M. por los
cargos formulados contra la concesionaria ocurridos en la Región de
O'Higgins. La empresa dedujo recurso de reposición en contra de la referida
resolución el que fue rechazado el 23 de agosto de 2016.
Solicita la demandante

CGE Distribución S.A dedujo recurso de reclamación de ilegalidad en


contra de las referidas resoluciones de la Superintendencia de Electricidad y
Combustibles, solicitando que se dejaran sin efecto, o en subsidio sustituir la
multa impuesta por amonestación escrita, o en subsidio de la anterior reducir
significativamente la multa impuesta.

Decisión de primera y segunda instancia

La Corte de Apelaciones de Santiago rechazó el reclamo de la actora. CGE


apeló contra dicha sentencia, aduciendo que el fallo impugnado no considera
que un 41,7% de los casos de interrupciones del servicio se debieron a fallas
no imputables a la empresa por constituir caso de caso fortuito o fuerza
mayor.

Decisión de la Corte Suprema

Atendida la necesidad de preservar el desarrollo de las actividades relativas


al ámbito eléctrico, la continuidad y calidad de los servicios, y la seguridad de
las personas o bienes, el legislador ha establecido estrictas exigencias con
miras a asegurar el cumplimiento de tales finalidades. El artículo 145 del
Reglamento de la Ley General de Servicios Eléctricos, aprobado por Decreto
Supremo Nº 327 de 1997, dispone: "Las empresas concesionarias de
servicio público de distribución deberán suministrar electricidad a sus
usuarios de manera continua e ininterrumpida, salvo las excepciones legales
y reglamentarias". Asimismo, el artículo 222 del mismo Reglamento ha fijado
como criterios de calidad en la prestación del servicio la oportuna atención y
corrección de situaciones de emergencia, interrupciones de suministro,
accidentes y otros imprevistos. Del mismo modo, el artículo 245 ha
determinado los períodos de interrupción del servicio que se estiman
aceptables para un período de 12 meses. De lo anterior se desprende que
detrás de la normativa subyace el principio de continuidad del servicio público
eléctrico, que impone un funcionamiento ininterrumpido de la actividad.

En relación con la alegación de caso fortuito o fuerza mayor debe tenerse


presente que en virtud del principio de continuidad del servicio público
eléctrico, la prestación del mismo debe realizar sin interrupciones, salvo se
trate de una aceptada y prevista en la regulación. Por tanto, la causal de
justificación invocada debe ser analizada de manera excepcional y restrictiva
puesto que la empresa concesionaria debe adoptar con antelación los
resguardos necesarios antes, durante y después de producirse fenómenos
climáticos, en pos de procurar la continuidad del servicio.

Respecto del requisito de imprevisibilidad la Corte indicó en el


considerando noveno de la sentencia que: "En cuanto a los efectos de los
sistemas frontales, éstos no constituyen un caso fortuito o fuerza mayor,
dado que no concurre el requisito de la imprevisibilidad por cuanto en la zona
donde se presentan son fenómenos naturales probables. En las condiciones
referidas no resulta atingente sostener que la empresa concesionaria se viera
enfrentada a un imprevisto imposible de resistir. Precisamente era previsible
que el sistema frontal causara estragos en las instalaciones y sistemas de
distribución, sin embargo, se podrían haber evitado o mitigado las
consecuencias lesivas para el sistema eléctrico, si se hubieran adoptado las
medidas necesarias para procurar la continuidad del servicio".

Conforme a lo razonado, la Corte determinó que la sanción aplicada al


reclamante se ajusta a derecho, por lo que la apelación deducida no puede
prosperar. La Corte confirmó la Sentencia impugnada condenando al
apelante al pago de una por multa de 8.055 U.T.M.

Ficha 19

Corte Suprema, 28 de mayo de 2019, rol Nº 20347-2018.

Ministros (Cuarta Sala): Sergio Muñoz G., María Eugenia Sandoval G., Arturo
Prado P., Ángela Vivanco M. y el abogado integrante señor Álvaro Quintanilla
P. Redacción del abogado integrante señor Álvaro Quintanilla P.

Acción o recurso: Recurso de apelación.

Hechos

La Superintendencia de Electricidad y Combustibles formuló cargos en


contra de CGE Distribución S.A. dado que, en entre los días 11 al 13 de julio
de 2015, un significativo número de clientes sufrió una interrupción del
suministro por más de 20 horas; incluso en el Sector Forel y Carrizalillo de
Constitución, la Superintendencia constató que transcurridas a lo menos 72
horas, aun había usuarios sin suministro, debido a que los generadores
instalados no tenían capacidad suficiente para el consumo de todos los
sectores.

Asimismo, entre los días 5 al 8 de agosto de 2015, CGE, informó de 4.149


clientes afectados por interrupción eléctrica, la que excedió largamente el
límite de 20 horas de interrupción de suministro que establece la ley. Del
mismo modo, el 11 de agosto de 2015, informó sobre 2012 clientes en 12
comunas de la VII región afectados por interrupción eléctrica de más de 20
horas.

La Superintendencia hizo constar que la Dirección Meteorológica de Chile


previó que, desde el día 5 hasta el día 8 de agosto de 2015, diversos
sistemas frontales afectaría al territorio nacional entre las regiones de
Coquimbo y Bío Bío, en razón de lo cual la Superintendencia instruyó a las
empresas concesionarias de distribución de electricidad, entre las que se
encuentra CGE Distribución S.A., adoptar, oportunamente todas aquellas
medidas que fueren necesarias para otorgar suministro continuo y seguro a
sus clientes.

La Superintendencia de Electricidad y Combustibles sancionó a CGE


Distribución S.A. con una multa de 20.000 U.T.M. por los cargos ocurridos en
la Región del Maule formulados contra la concesionaria. La empresa dedujo
recurso de reposición en contra de la referida Resolución, el que fue
rechazado.

Solicita la demandante

CGE Distribución S.A dedujo recurso de reclamación de ilegalidad en


contra de las referidas resoluciones de la Superintendencia de Electricidad y
Combustibles, solicitando que se dejaran sin efecto, o en subsidio sustituir la
multa impuesta por amonestación escrita, o en subsidio de la anterior reducir
significativamente la multa impuesta.

Decisión de primera y segunda instancia

La Corte de Apelaciones de Santiago rechazó el reclamo de la actora. CGE


apeló contra dicha sentencia, aduciendo que el fallo impugnado no considera
que un 41,7% de los casos de interrupciones del servicio se debieron a fallas
no imputables a la empresa por constituir una hipótesis de caso fortuito o
fuerza mayor.

Decisión de la Corte Suprema

Atendida la necesidad de preservar el desarrollo de las actividades relativas


al ámbito eléctrico, la continuidad y calidad de los servicios, y la seguridad de
las personas o bienes, el legislador ha establecido estrictas exigencias con
miras a asegurar el cumplimiento de tales finalidades. El artículo 145 del
Reglamento de la Ley General de Servicios Eléctricos, aprobado por Decreto
Supremo Nº 327 de 1997, dispone: "Las empresas concesionarias de
servicio público de distribución deberán suministrar electricidad a sus
usuarios de manera continua e ininterrumpida, salvo las excepciones legales
y reglamentarias". Asimismo, el artículo 222 del mismo Reglamento ha fijado
como criterios de calidad en la prestación del servicio la oportuna atención y
corrección de situaciones de emergencia, interrupciones de suministro,
accidentes y otros imprevistos. Del mismo modo, el artículo 245 ha
determinado los períodos de interrupción del servicio que se estiman
aceptables para un período de 12 meses. De lo anterior se desprende que
detrás de la normativa subyace el principio de continuidad del servicio público
eléctrico, que impone un funcionamiento ininterrumpido de la actividad.

Adicionalmente, la Corte enfatizó los requerimientos legales relacionados al


plazo de restablecimiento del servicio, en específico por cuanto este criterio
forma parte de lo que la Ley entiende por calidad del servicio comercial.

En relación con la alegación de caso fortuito o fuerza mayor debe tenerse


presente que en virtud del principio de continuidad del servicio público
eléctrico, la prestación del mismo debe realizar sin interrupciones, salvo se
trate de una aceptada y prevista en la regulación. En razón de lo anterior, la
causal de justificación invocada debe ser analizada de manera excepcional y
restrictiva puesto que la empresa concesionaria debe adoptar con antelación
los resguardos necesarios antes, durante y después de producirse
fenómenos climáticos en pos de procurar la continuidad del servicio.

En el considerando noveno de la sentencia, la Corte afirmó que: "En cuanto


a los efectos de los sistemas frontales, éstos no constituyen un caso fortuito
o fuerza mayor, atendido que no concurre el requisito de la imprevisibilidad
por cuanto en la zona donde se presentan son fenómenos naturales
probables. En las condiciones referidas no resulta atingente sostener que la
empresa concesionaria se viera enfrentada a un imprevisto imposible de
resistir. De hecho, frente a la existencia de tal fenómeno en el mes de julio de
2015 debió necesaria e inmediatamente planificarse una operación especial
para enfrentar en lo sucesivo las perniciosas consecuencias de un fenómeno
natural similar, como aconteció en el mes de agosto de dicho año, lo cual no
se hizo. Precisamente era previsible que el sistema frontal causara estragos
en las instalaciones y sistemas de distribución, sin embargo, se podrían
haber evitado o mitigado las consecuencias lesivas para el sistema eléctrico,
si se hubieran adoptado las medidas necesarias para procurar la continuidad
del servicio".

Conforme a lo razonado, la Corte determinó que la sanción aplicada al


reclamante se ajusta a derecho, por lo que la apelación deducida no puede
prosperar. La Corte confirmó la Sentencia impugnada condenando al
apelante al pago de una multa de 20.000 U.T.M.

3. C

Ficha 20

Corte Suprema, 6 de septiembre de 2012, rol Nº 7228-2010.

Ministros (Segunda Sala): Milton Juica A., Hugo Dolmestch U., Carlos
Künsemüller L., Haroldo Brito C., y Juan Escobar Z. Redacción a cargo del
ministro Escobar.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

La Sociedad Inmobiliaria y Constructora Piedra Luna dio aviso al Servicio


de Impuestos Internos de pérdida de documentos el 4 de febrero de 2005
debido a la sustracción de guías de despacho. El contribuyente se
autodenunció y efectuó las publicaciones legales correspondientes. El SII
sancionó a la Constructora y esta inició un procedimiento de reclamación en
contra de la resolución del Servicio.

Solicita la demandante

La Sociedad reclamante solicitó se acogiera la excepción de caso fortuito y


en definitiva se dejara sin efecto la sanción impuesta por el SII.

Decisión de primera y segunda instancia

El Juzgado Tributario de Chillán rechazó la reclamación interpuesta por la


Sociedad y confirmó la decisión del SII.

La reclamante dedujo recurso de apelación contra la sentencia de primera


instancia. La Corte de Apelaciones de Chillán determinó que el extravío de
los documentos constituyó un "hecho fortuito" y revocó la sentencia
impugnada dejando sin efecto las sanciones impuestas por el SII.

Decisión de la Corte Suprema

La Corte indica, en el considerando octavo de la sentencia que: "Se ha


entendido que lo imprevisible del caso fortuito significa que racionalmente no
exista manera de representarse la eventual ocurrencia del hecho; mientras
que lo irresistible del mismo, importa que quien lo sufra, atendidas las
circunstancias concurrentes, pueda evitarlo adoptando oportunamente las
adecuadas medidas de resguardo".

En estas circunstancias, solo puede concluirse que la calificación de los


antecedentes efectuada por la sentencia recurrida se encuentra ajustada a la
preceptiva enunciada, puesto que resulta manifiesto que los hechos
establecidos por los sentenciadores dan cuenta de que el extravío de la
documentación obedeció a las circunstancias determinadas por los
jurisdicentes y que no resultó previsible ni evitable mediante la adopción de
medidas de resguardo por la recurrente.

La Corte rechazó el recurso de casación, confirmando la decisión


impugnada que dejó sin efecto la multa impuesta por el Servicio.
Ficha 21

Corte Suprema, 16 de abril de 2009, rol Nº 2681-2007.

Ministros (Tercera Sala): Pedro Pierry A., Héctor Carreño S., Haroldo Brito C.,
Sonia Araneda B. y Guillermo Ruiz P. Redacción a cargo del abogado
integrante señor Ruiz.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Sociedad Gutiérrez Hermanos Limitada interpuso reclamación tributaria en


contra de resolución dictada por el Director Regional del Servicio de
Impuestos Internos, en la que consideró que la pérdida de documentación
tributaria que se encontraba en poder de un tercero no fue fortuita, sino de
responsabilidad del contribuyente.

Solicita la demandante

La Sociedad reclamante solicitó se acoja la excepción de caso fortuito y en


definitiva se deje sin efecto la sanción impuesta por el SII.

Decisión de primera y segunda instancia

—No existen registros—.

Decisión de la Corte Suprema

El caso fortuito requiere de, al menos, dos requisitos para que proceda
como causal de exoneración de responsabilidad: (i) el hecho debe ser
imprevisible e (ii) irresistible. Lo imprevisible del caso fortuito significa que
racionalmente no exista manera de representarse la eventual ocurrencia del
hecho; mientras que lo irresistible del mismo importa que quien lo sufra,
atendidas las circunstancias concurrentes, pueda evitarlo adoptando
oportunamente las adecuadas medidas de resguardo.

En la especie, el que se haya perdido documentación en poder de un


tercero puede considerarse como caso fortuito o fuerza mayor, siempre que,
respecto de este tercero, procedan las características de lo imprevisible e
irresistible. De esta manera, dado que la sociedad contribuyente no adoptó
ninguna medida de precaución, resguardo o protección para evitar el extravío
de estos documentos no es dable sostener que estamos en presencia de un
caso fortuito.

La Corte rechazó el recurso de casación en el fondo interpuesto,


confirmando el fallo impugnado que a su vez confirmó la imposición de una
multa de 180 U.T.M. al reclamante.

Ficha 22

Corte Suprema, 27 de agosto de 2002, rol Nº 50-2001.

Ministros (Segunda Sala): Ricardo Gálvez, Domingo Yurac, Humberto


Espejo, María Antonia Morales y Adalis Oyarzún. Redacción a cargo del
ministro Espejo.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Vidsur Limitada interpuso reclamación en contra del acta de denuncia


número 10, de 12 de mayo del 2002, de la Unidad de San Fernando del SII
que impuso una multa de $ 378.690 por pérdida de facturas de ventas del
número 83 a 110, emitidas y 111 a 121, sin emitir. Señaló que el extravío de
estos documentos se debió a un caso fortuito consistente en el robo de una
camioneta de la empresa dentro de la que estaba el talonario de facturas.

Solicita la demandante

La Sociedad reclamante solicitó se acoja la excepción de caso fortuito y en


definitiva se deje sin efecto la sanción impuesta por el SII.

Decisión de primera y segunda instancia

—No existen registros—.

Decisión de la Corte Suprema


El artículo 97 Nº 16 del Código Tributario impone dos obligaciones a quien
sufrió la pérdida o inutilización no fortuita de los libros de contabilidad o
documentos que sirvan para acreditar las anotaciones contables o que estén
relacionados con las actividades afectas a cualquier impuesto: (i) dar aviso y
(ii) reconstituir la contabilidad.

En este sentido, estos requisitos solo adquieren relevancia cuando la


pérdida sea fortuita, esto es, "que las circunstancias en que se produjo ésta o
la inutilización en su caso, proceden de un imprevisto y que, ciertamente, no
son responsabilidad del contribuyente".

Así, la pérdida o inutilización de determinados documentos debe ser


sancionado, a menos que la pérdida o inutilización sea calificada de fortuita
por el Director Regional y, además, que el contribuyente cumpla con estos
requisitos copulativos, de forma que no puede declararse fortuito si no se
cumplen los requisitos formales previstos en la ley.

En la especie, no se acreditó el carácter fortuito del robo de la camioneta,


razón por la que se rechazó el recurso de casación interpuesto por el
contribuyente.
4. C

Ficha 23

Corte Suprema, 10 de noviembre de 2016, rol Nº 35563-2016.

Ministros (Primera Sala): Patricio Valdés A., Héctor Carreño S., Guillermo
Silva G., Rosa María Maggi D. y Juan Eduardo Fuentes B. Redacción a
cargo del ministro Valdés.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

La empresa Liberty Seguros Argentina demandó a San Antonio Terminal


Internacional, subrogándose en los derechos de su asegurada,
indemnización de perjuicios por responsabilidad contractual fundando su
demanda en que el Terminal incumplió en la conservación y custodia de un
cargamento de hamburguesas que se encontraba en un contenedor
refrigerado al interior del puerto a la espera de ser embarcado.

Acontecido el terremoto de 27 de febrero de 2010 se habría provocado un


corte de energía que duró varios días, situación que significó la afectación de
la totalidad de la mercadería que permanecía en el referido contenedor.

Solicita la demandante

La empresa demandante solicitó que se condenase a San Antonio Terminal


Internacional al pago de US$ 79.118,44 o a la suma que el tribunal estime de
derecho y justicia como indemnización por concepto de daño emergente.

Decisión de primera y segunda instancia

El primer juzgado de letras de San Antonio rechazó la demanda deducida


por cuanto acogió la excepción de falta de legitimación activa, con costas.
La Corte de Apelaciones de Valparaíso confirmó la sentencia apelada, sin
costas.

Decisión de la Corte Suprema

Respecto de los requisitos del caso fortuito, el considerando sexto de la


sentencia señaló lo siguiente: "Por caso fortuito se entiende un evento natural
inevitable, al cual no es posible resistir, como un terremoto, rayo, incendio no
imputable, epidemia; y por fuerza mayor a hechos humanos inevitables para
cualquier deudor, como su aprisionamiento por error de la autoridad. Para
que tales circunstancias eximan de responsabilidad al contratante
incumplidor se precisan tres requisitos: a) el hecho debe ser generado por
una causa extraña a la voluntad del deudor; b) imprevisto; y c) irresistible.

En relación al primero, esto es, que el hecho sea generado por una causa
extraña a la voluntad de la parte demandada, en otras palabras, lo que exige
el legislador es que este contratante no haya contribuido en forma alguna a
causarla. A su vez, un hecho es imprevisto cuando ninguna razón hay para
esperar su ocurrencia, e irresistible, cuando no es posible evitar sus
consecuencias. El profesor Alessandri sostiene que 'el hecho debe ser
imprevisto e irresistible en sí mismo, es decir, que ni el agente ni ninguna otra
persona colocada en las mismas circunstancias de tiempo y lugar habría
podido preverlo y resistirlo. Se requiere una imposibilidad absoluta. Una
simple dificultad o una imposibilidad relativa, personal al agente, no
bastan...'".

En este sentido la Corte sostuvo que, para que un hecho pueda calificarse
de caso fortuito o fuerza mayor debe ser insuperable en cuanto imposibilita
absolutamente el cumplimiento de la obligación. Cuando concurren respecto
del deudor los requisitos analizados, él queda liberado de cumplir la
obligación y, por lo mismo, no se le puede exigir la ejecución forzada de ella
ni la indemnización de perjuicios por el incumplimiento.

En considerando octavo la Corte razonó: "En efecto, si bien Chile es un


país sísmico, la ciencia aún no ha logrado prever el día y magnitud de un
evento de esta naturaleza, como tampoco sus consecuencias. No es posible
entonces olvidar que con ocasión del terremoto del 27 de febrero de 2010 las
costas de nuestro país, entre ellas la de San Antonio, fueron afectadas por
un 'tsunami', lo que llevó a la autoridad a decretar la inhabilitación del puerto
e impedir el ingreso a dicho recinto por un término superior a las 72 horas,
decisión que fue adoptada con la finalidad de asegurar la vida e integridad de
quienes trabajaban en dicho recinto. Tales circunstancias impidieron a la
demandada poder actuar en la forma que pretende la actora, pues aun en el
evento de haber contado con un sistema alternativo que generase
electricidad con prescindencia del sistema interconectado central, el que
también se vio afectado, el ingreso para adoptar cualquier medida de
mitigación sólo se pudo efectuar en un primer turno el 28 de febrero, el que
tuvo por finalidad limpiar el lugar y despejar los accesos, habilitándose los
generadores autónomos a la parte vital del puerto apenas se pudo. Lo
expuesto claramente da cuenta de un hecho imprevisible e irresistible y que
libera al deudor de su responsabilidad contractual, independientemente de
haberse acreditado o no la existencia de un vínculo contractual que ligue a
las partes".

Fue rechazado el recurso de casación confirmando la sentencia impugnada


que negó la demanda.

Ficha 24

Corte Suprema, 10 de marzo de 2015, rol Nº 25001-2014.

Ministros (Tercera Sala): Carlos Cerda Fernández, Ricardo Blanco Herrera,


Nibaldo Segura Peña, Emilio Pfeffer Urquiaga y Alfredo Prieto B. Redacción a
cargo del ministro Carlos Cerda Fernández.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

La Corporación Administrativa del Poder Judicial dedujo demanda de


indemnización de perjuicios por responsabilidad contractual en contra de
Constructora Guayamán Limitada, solicitando que se le condene al pago de
$ 321.663.185 por concepto de daño emergente, más reajustes e intereses.
Fundamentó su demanda en fallas, defectos o errores en la ejecución y en el
cumplimiento de las especificaciones técnicas y obligaciones precisas que
contrajo la demandada, las que fueron causa necesaria y determinante de las
fisuras y daños en general habidos en el mencionado edificio.
Debido al terremoto del 27 de febrero, el inmueble sufrió daños que obligan
a la demolición de parte de su estructura y rehabilitación de instalaciones y
terminaciones. La empresa constructora se excepcionó por caso fortuito.

Solicita la demandante

La Corporación Administrativa del Poder Judicial solicitó que se condene a


la demandada al pago de $ 321.663.185 por concepto de daño emergente,
más reajustes e intereses.

Decisión de primera y segunda instancia

El 23er Juzgado Civil de Santiago acogió parcialmente la demanda de


indemnización de perjuicios por defectos constructivos, condenando a la
demandada a pagar la suma de $ 84.605.313 por concepto de daño
emergente, más reajustes e intereses.

La Corte de Apelaciones de Santiago confirmó la sentencia apelada.

Decisión de la Corte Suprema

La Corte expuso en el considerando cuarto de la sentencia que: "El artículo


45 del Código Civil define al caso fortuito como el imprevisto que no es
posible resistir, tal como un naufragio, un terremoto, el apresamiento de
enemigos, los actos de autoridad ejercidos por un funcionario público,
etcétera. Así, de la definición se desprende que se requiere la concurrencia
de, al menos, tres supuestos distintos: (i) un hecho imprevisto; (ii) que sea
irresistible para el deudor, y; (iii) que no haya sido desencadenado por un
hecho propio".

La Corte estimó que, como se dio por acreditado en el tribunal de instancia


que los daños del edificio se produjeron debido a un hecho propio de la
constructora, esto es, por deficiencias en la construcción del inmueble, sin
haberse acreditado la infracción a las normas regulatorias de la prueba,
entonces no queda más que rechazar el recurso deducido. En ese sentido, el
considerando quinto señala: "Se ha aceptado por los jueces del fondo que
parte de los daños producidos en el edificio de propiedad de la actora,
tuvieron como causa el hecho propio voluntario de quien lo alega, esto es, las
deficiencias constructivas derivadas de la falta de estricto apego a las
especificaciones técnicas y/o planos estructurales del proyecto, así como a la
inobservancia de disposiciones legales y reglamentarias aplicables en la
especie".

La Corte rechazó el recurso de casación y confirmó la sentencia impugnada


que condenó a la demandada al pago de $ 84.605.313 a título de
indemnización de perjuicios por concepto de daño emergente.

Ficha 25

Corte Suprema, 23 de octubre de 2008, rol Nº 4949-2007.

Ministros (Primera Sala): Margarita Herreros M., Juan Araya E., Sonia
Araneda B., Benito Mauriz A. y Rafael Gómez B. Redacción a cargo del
ministro Araya.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Juan Smart dedujo demanda de indemnización de perjuicios en contra de


Inmobiliaria e Inversiones Pangal S.A. en razón de que el 25 de junio de
1999 la demandada vendió un inmueble al actor, obligándose a la entrega de
un certificado de recepción final del bien raíz. Sin embargo, este no cumplió
dentro del plazo indicado, de manera que incumplió su obligación,
haciéndose efectiva una cláusula penal pactada en compraventa. La
inmobiliaria alegó caso fortuito.

Solicita la demandante

El demandante solicitó que se haga efectivo el pago estipulado en la


cláusula penal que se pactó con el demandado, consistente en el pago de
200 U.F., más 2 U.F. por cada día de retraso desde que la obligación se hizo
exigible.

Decisión de primera y segunda instancia

El 27º Juzgado Civil de Santiago acogió la demanda deducida y condenó al


demandado a pagar al actor la suma de U.F. 200 por concepto de la cláusula
penal acordada y a U.F. 2 por cada día de atraso desde que la obligación se
hizo exigible y hasta el cumplimiento de la obligación.

La Corte de Apelaciones de Santiago confirmó la sentencia, sin


modificaciones.

Decisión de la Corte Suprema

Conforme al artículo 45 del Código Civil, se llama caso fortuito o fuerza


mayor el imprevisto a que no es posible resistir, como un naufragio, un
terremoto, el apresamiento de enemigos, los actos de autoridad ejercidos por
un funcionario público, etcétera. De esta definición, podemos desprender que
son dos los requisitos copulativos que deben concurrir para que proceda el
caso fortuito en tanto causal de exoneración de responsabilidad: (i)
imprevisibilidad e (ii) irresistibilidad. Faltando cualquiera de ellos, la
obligación mantiene toda su vigencia.

Al respecto, la Corte sostuvo en el considerando quinto que "De la


definición legal se desprende que son dos los componentes básicos de esta
causal de exención de responsabilidad y que ambos deben concurrir
copulativamente para configurarla, de manera tal que faltando cualquiera de
ellos la obligación mantiene toda su vigencia".

En el caso en concreto, la Corte estimó que la misma recurrente se hace


cargo del caso fortuito en la contestación a la demanda, al señalar que es un
procedimiento de lata tramitación, por las dificultades operativas que al
respecto existen en la Dirección de Obras Municipales de Lo Barnechea,
además de que presentaron previamente ante este organismo una solicitud
de recepción final, la que fue rechazada puesto que el demandante había
realizado construcciones adicionales al inmueble.

En consecuencia, como fue la misma inmobiliaria la que construyó el


inmueble que posteriormente vendió al actor, entonces debió de haber
previsto que esas construcciones adicionales iban a obstaculizar la entrega
del certificado de recepción. De esta forma, no concurrió en la especie el
requisito de imprevisibilidad, por lo que correspondió no dar lugar al recurso
de casación en la forma interpuesto por la demandada.

Ficha 26
Corte Suprema, 21 de enero de 2008, rol Nº 5055-2006.

Ministros (Primera Sala): Milton Juica A., Sergio Muñoz G. y Juan Araya E.,
Óscar Herrera V. y Óscar Carrasco A.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Sociedad Almacenes Pullman Limitada dedujo demanda de resolución de


contrato de arrendamiento con opción de compra, indemnización de
perjuicios y restitución de las rentas pagadas con posterioridad al 13 de
diciembre de 1996, en contra de Santiago Leasing S.A. Fundó su demanda
en que el 15 de noviembre de 1995 celebró un contrato de leasing de una
camioneta, en el cual la demandada se obligó a vender parte del bien
arrendado siempre y cuando la actora optase por dicha venta en tiempo y
forma y hubiere dado íntegro cumplimiento a las obligaciones impuestas por
el contrato, pagando el precio equivalente a la última renta estipulada. Se
estableció que la oferta era irrevocable.

El 15 de octubre de 1997 la demandante le comunicó que iba a ejercer este


derecho. Sin embargo, el 17 de noviembre de 1997 Santiago Leasing S.A. le
señaló que no era posible dado que el vehículo había sido objeto de una
orden de incautación por resolución del Tribunal Aduanero de San Antonio de
13 de diciembre de 1996. La demandada indicó que esto fue un caso fortuito
puesto que era un hecho imprevisible, irresistible e inimputable.

Solicita la demandante

La empresa demandante solicitó la resolución del contrato de


arrendamiento con opción de compra, la restitución de todo lo pagado en
razón del contrato o a lo que el tribunal estime, al pago de un interés
corriente calculado sobre todo el capital reajustado, desde la fecha de cada
uno de los pagos efectuados por su representada y hasta la fecha del pago
efectivo, o con el interés que el tribunal determine, al pago de la
indemnización por todos los perjuicios ocasionados con motivo del
incumplimiento, y a las costas.
Decisión de primera y segunda instancia

El 11º Juzgado Civil de Santiago acogió parcialmente la demanda por


cuanto declaró terminado el contrato a contar de la fecha de incautación del
vehículo acaecida el 13 de diciembre de 1996, condenando a la demandada
a restituir las rentas pagadas con posterioridad a esa fecha, más reajustes e
intereses, suma que ordenó determinar mediante liquidación a practicar en la
etapa de cumplimiento del fallo. Por su parte, negó la indemnización de
perjuicios y dispuso que cada parte pagaría sus costas.

La Corte de Apelaciones de Santiago revocó la sentencia de primera


instancia y, en su lugar, rechazó en todas sus partes la demanda.

Decisión de la Corte Suprema

El caso fortuito o fuerza mayor, llamado también Vis Divina o Fatum


Fatalitas, está definido en el artículo 45 del Código Civil como el imprevisto a
que no es posible resistir. De esta definición, la Corte indicó en el
considerando cuarto que son tres los elementos constituyentes del caso
fortuito: (i) causa extraña al deudor (inimputabilidad); (ii) que sea imprevisible,
esto es, "imposible de conjeturar lo que ha de suceder en un cálculo de
probabilidades", no existiendo razón alguna para creer en su realización, y;
(iii) que sea irresistible, o sea, "que el evento que acontece es insuperable en
su constitución y efectos, de manera que ni el deudor ni persona alguna que
se coloque en tal circunstancia podría impedir lo sucedido".

Asimismo, en el considerando quinto señaló que los ejemplos de caso


fortuito entregados por el legislador apuntan a situaciones fácticas (naufragio,
terremoto, apresamiento de enemigos y actos de autoridad ejercidos por un
funcionario público), sin embargo, la jurisprudencia ha extendido su
procedencia a otras situaciones, tales como el mar agitado, enfermedad y ley
de Moratoria.

El razonamiento es que, dentro de los actos de autoridad, se incluyen los


del poder legislativo, no existiendo razón legal o de equidad para restringir
dicho concepto a actuaciones emanadas únicamente de determinadas
autoridades, excluyendo los que provienen de otras. Por su parte, el artículo
1547 establece los efectos del caso fortuito al indicar que "el deudor no es
responsable del caso fortuito", bajo la idea de que nadie está obligado a lo
imposible, de manera que "si el deudor no cumple las obligaciones que
contrae por la concurrencia de un caso fortuito o fuerza mayor, su
incumplimiento es excusable".

A continuación, el caso fortuito puede exonerar parcialmente de


responsabilidad al deudor cuando el hecho que se alega como tal tenga
relación con solo una parte de la obligación, sin afectar la exigibilidad de lo
restante. Primero se debe distinguir qué fue lo irresistible: (i) si el hecho
mismo o (ii) sus consecuencias. La diferencia tiene relevancia en tanto un
hecho puede ser irresistible, pero no necesariamente sus efectos, de manera
que el deudor deba responder por estos, pese a la irresistibilidad del hecho.

Para determinar cuándo el sujeto pasivo debe responder por estos efectos
se debe atender al grado de diligencia y cuidado que le imponía la obligación,
de forma que si responde por culpa leve, entonces se le es exigible la
diligencia que ordinariamente ocupan las personas en sus negocios propios.
En función de lo dicho, el deudor, que es quien alega caso fortuito, debe
probar que empleó la debida diligencia a fin de demostrar que obró sin culpa
suficiente (doctrina de incumplimiento sin culpa).

En el caso sub lite, la Corte estimó en el considerando noveno que "pudo el


demandado efectivamente cumplir las obligaciones que le imponía el contrato
de leasing librando al vehículo materia del contrato de los vicios que
motivaron el acto de autoridad dispuesto en su contra, pagando los
respectivos impuestos y, habiendo aceptado el pago de las rentas y el íntegro
y cabal cumplimiento de las obligaciones de la arrendataria durante, a lo
menos diez meses, sin que existiera reciprocidad en las contraprestaciones
emanadas de su propia parte, no pudo excusarse del cumplimiento que le
correspondía alegando un exceso de onerosidad en su prestación, aún que
aquel le impusiese una conducta y un desembolso de dinero originalmente
no previstos, ya que al aceptar el íntegro, total y oportuno cumplimiento de
las obligaciones de la contraparte en pleno conocimiento de la situación
fáctica que afectaba al objeto del contrato, consintió tácitamente en que
también debía cumplir con aquello a lo que se había comprometido vender el
vehículo, para lo cual debió realizar todo lo que fuese necesario".

Asimismo, añadió en el considerando décimo que el arrendador debió


emplear en el salvamento de los efectos de la orden de incautación la
diligencia del buen padre de familia, comportamiento que en la especie debió
traducirse en el pago de los derechos de internación que motivaron la
instrucción de la causa en que se ordenó la medida administrativa
sobreviniente que privó inesperadamente a las partes del uso, goce y
disposición de la especie, no vislumbrándose que su dictación excusara el
cumplimiento de las obligaciones esenciales del arrendador-vendedor, cuales
eran la de liberar al arrendatario de toda turbación o embarazo en el goce de
la cosa y la de formalizar su venta, en atención a la oferta irrevocable
formulada en el contrato de leasing por el demandado a la demandante.

La Corte acogió el recurso de casación interpuesto por la parte


demandante, invalidando la sentencia de la Corte de Apelaciones de
Santiago declarando en su lugar que a) Se condena a la demandada
Santiago Leasing S.A. a la restitución a la actora Almacenes Pullman
Limitada de todo lo pagado a consecuencia del contrato, esto es, 1.732,94
U.F., suma que atendido el hecho de estar establecida en una unidad
reajustable excluye otro tipo de reajustes, más intereses corrientes para
operaciones reajustables, calculados estos últimos desde el día en que el
deudor se constituya en mora y hasta el día de su pago efectivo; b) Que se
condena a la demandada al pago de una indemnización por todos los
perjuicios ocasionados a la demandante por motivo del incumplimiento de las
obligaciones contractuales que motivaron la resolución del contrato, cuya
naturaleza y monto se deberá discutir y determinar en la etapa de ejecución
del fallo, y; c) Que se condena a la demandada al pago de las costas de la
causa.

Ficha 27

Corte Suprema, 24 de agosto de 2006, rol Nº 1913-2004.

Ministros (Primera Sala): Sergio Muñoz, Margarita Herreros, Julio Torres, y


los abogados integrantes señores Óscar Herrera y Patricio Valdés.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

La Sociedad Aussicht Chile Ltda. dedujo demanda en juicio ordinario de


resolución de contrato e indemnización de perjuicios contra la Municipalidad
de San Francisco de Mostazal, fundándola en que celebró un contrato de
arrendamiento con la demandada que tenía una duración hasta el 5 de
diciembre de 2005, el cual habría sido incumplido por la Municipalidad al
negarse a pagar las facturas expedidas por la empresa por los servicios
prestados.

La Municipalidad demandada contestó solicitando el rechazo de la acción,


por estimar improcedente la demanda toda vez que el actor no cumplió sus
obligaciones. Por otra parte, la publicación de las Leyes Nº 19.791, que en su
artículo 2º suspendió por el plazo de 120 días el uso de equipos de registro
de infracciones, con excepción de los radares portátiles o de puño utilizados
por Carabineros de Chile, y Nº 19.816 que dispuso que los equipos de
registro y detección de infracciones relativas a velocidad solo podrán ser
operados por Carabineros de Chile y por los inspectores fiscales designados
por el Ministerio de Obras Públicas; ha provocado que se vea imposibilitada
de disponer de los servicios objeto del contrato de arrendamiento, por lo que
el incumplimiento en que ha incurrido deriva de la existencia de un evidente
caso fortuito o fuerza mayor.

Solicita la demandante

La sociedad demandante solicitó se declare la resolución con


indemnización de perjuicios, del contrato de arrendamiento de equipos de
registro de infracciones a límites de velocidad en la comuna y prestación de
servicios complementarios, suscrito por la sociedad demandante con la
demandada, y sea condenada a pagar las sumas de $ 100.800.000 por
concepto de daño emergente o lo que estime el tribunal, $ 354.000.000 por
concepto de lucro cesante o lo que estime el tribunal y $ 100.000.000 por
concepto de daño moral o lo que estime el tribunal, más reajustes e
intereses.

Decisión de primera y segunda instancia

El Segundo Juzgado Civil de Rancagua rechazó la demanda dado que la


dictación de la Ley Nº 19.816 puso a la Municipalidad en situación de fuerza
mayor.

La Corte de Apelaciones de Rancagua confirmó la sentencia impugnada.


Decisión de la Corte Suprema

El caso fortuito o fuerza mayor, llamado también Vis Divina o Fatum


Fatalitas, es definido por el Código Civil en su artículo 45 como "el imprevisto
a que no es posible resistir...". De esta definición se desprenden sus
elementos constitutivos, a saber: 1º causa extraña al deudor o dicho en otros
términos, el hecho no debe serle imputable; 2º el hecho debe ser imprevisto,
imposible de conjeturar lo que ha de suceder en un cálculo de
probabilidades, es decir, cuando no hay ninguna razón para creer en su
realización; y 3º hecho imposible de resistir, lo que quiere decir que el hecho
que ocurre es insuperable en su constitución y efectos, de manera que ni el
deudor ni persona alguna que se coloque en tal situación podría impedir lo
sucedido.

Dentro de los ejemplos que da el Código de casos fortuitos se refiere a


situaciones fácticas, tales como naufragio, terremoto, apresamiento de
enemigos, herida, rayo, epidemia, actos de autoridad, etc. La jurisprudencia
nos da otros ejemplos, tales como: mar agitado, enfermedad, ley de
Moratoria, etc. Este último ejemplo, está contenido en sentencia de la Corte
de Talca de 8 de agosto de 1901 (Gaceta 1901, tomo II, página 251) que
razona señalando que entre los actos de autoridad que menciona por vía
ejemplar el artículo 45, se incluyen los que provienen del Poder Legislativo,
no existiendo razón legal o de equidad para pensar otra cosa. Por eso, una
ley de moratoria puede revestir los caracteres de un caso fortuito.

El inciso 2º del artículo 1547 señala los efectos del caso fortuito, al
preceptuar "el deudor no es responsable del caso fortuito" y ello es natural,
toda vez que nadie puede ser obligado a lo imposible. En consecuencia, si el
deudor no cumple las obligaciones que contrae por la concurrencia de un
caso fortuito o fuerza mayor, su incumplimiento es excusable. La ocurrencia
de caso fortuito puede liberar en parte al deudor, cuando este tiene atinencia
con una parte de la obligación contraída, ya sea en su contenido o en el
tiempo, circunstancia que permite la liberación del deudor en esa parte,
rigiendo en lo demás la exigibilidad de la obligación.

En lo que se refiere a la Ley Nº 19.791, no se vislumbra que su dictación


excusara el cumplimiento de la obligación esencial del arrendatario, cual es
el pago de la renta de arrendamiento pactada, al no darse el requisito de
imposibilidad absoluta de uso de los equipos proporcionados por la
arrendadora, toda vez que estos podían ser usados por Carabineros de
Chile, excepción contenida en la mencionada ley. Consecuente con lo
expresado en el razonamiento que antecede, los jueces del fondo han
incurrido en error de derecho al considerar que la dictación de la Ley
Nº 19.791 constituiría un caso fortuito o fuerza mayor que hacía inimputable
el incumplimiento de la demandada de la obligación de pagar la renta,
dejando sin aplicación la ley del contrato, el pacta sunt servanda contenido
en el artículo 1545 del Código Civil.

Por el contrario, la dictación de la Ley Nº 19.816 que restringió el uso de los


aparatos de registro y detección de infracciones relativas a velocidad y luz
roja, a plazas de peaje, operación de túneles y mantención de caminos
públicos sí constituye un caso fortuito o fuerza mayor para el municipio de
San Francisco de Mostazal, puesto que la restricción establecida por dicha
ley dejó sin causa para la arrendataria el susodicho contrato de
arrendamiento.

En efecto, el motivo que indujo a la arrendataria a contratar fue el de


colocar en lugares estratégicos de la comuna, en los que se podía controlar
las infracciones relativas a luz roja y velocidad (cláusula sexta) que la norma
legal redujo a lugares donde esta posibilidad era ilusoria, dándose todos los
elementos que configuran el caso fortuito o fuerza mayor.

Por estos motivos, la Corte acogió, sin costas, el recurso de casación en el


fondo deducido por la demandante, invalidando la sentencia de la Corte de
Apelaciones de Santiago, y en su lugar se declaró: a) Resuelto el contrato de
arrendamiento habido entre las partes; b) Que la demandada deberá pagar al
actor, por daño emergente las rentas devengadas entre el 14 de enero de
2002 y el 6 de agosto del mismo año. Las sumas antes señaladas deberán
pagarse debidamente reajustadas a contar de la notificación de la demanda y
devengarán intereses en caso de que se constituya en mora la deudora; y,
c) Que se confirma en lo demás la señalada sentencia.

Ficha 28

Corte Suprema, 29 de enero de 2002, rol Nº 4804-2000.


Ministros (Tercera Sala): Ricardo Gálvez, Orlando Álvarez, María Antonia
Morales, y los abogados integrantes señores Enrique Barros y Arnaldo
Gorziglia.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

La Empresa Constructora Chillán Viejo Ltda. interpuso demanda contra la


Universidad del Bío-Bío, a fin de que se le ordene pagar las sumas de dinero
que indican; la empresa demandante expone, que por contrato se
comprometió a ejecutar una obra en el campus de la Universidad
demandada, en el plazo de 283 días; que el acta de recepción final de la obra
y decreto de Rectoría de la Universidad, determinó que había 21 días de
retardo y por ende había multas. La actora señala que de los 21 días de
retardo, hay seis que no le son imputables, cuatro de ellos no pudo ingresar
al recinto universitario porque los estudiantes se tomaron la Universidad, y no
permitieron el ingreso a la obra, y los dos días siguientes, la empresa no
pudo retomar las obras por no ser días laborales.

Solicita la demandante

La empresa solicitó se condene a la Universidad del Bío-Bío al pago de


$ 715.596 y $ 1.379.532, más intereses, por conceptos de restitución de
remuneraciones pagadas y de multas retenidas por atrasos en la ejecución
de las obras por la empresa contratista demandante.

Decisión de primera y segunda instancia

El tribunal de primera instancia acogió la demanda solo en cuanto se


condena a la demandada a pagar a la actora la suma que se indica, por
perjuicios sufridos, desechándose la misma demanda en cuanto a lo demás
pedido. Una de las Salas de la Corte de Apelaciones de Concepción,
confirmó en parte la sentencia de primera instancia, declarando que condena
a la Universidad demandada a pagar a la actora las sumas que se indican,
más intereses, por conceptos de restitución de remuneraciones pagadas y de
multas retenidas por atrasos en la ejecución de las obras.

Decisión de la Corte Suprema


El recurrente indica que la sentencia recurrida habría infringido las normas
de los artículos 707, 1545 y 1546 del Código Civil, porque, en contravención
con el texto inequívoco del contrato, que establecía el derecho potestativo de
la universidad a declarar cuáles eventos constituían respecto del contratista
caso fortuito o fuerza mayor, estimó que el principio de buena fe impedía a la
universidad calificar discrecionalmente los hechos relevantes.

Ocurre en este caso que la sentencia ha recurrido al principio de


integración establecido por aquella norma al estimar que no es puramente
discrecional la facultad que el contrato confiere a la parte que ordenó las
obras para calificar como caso fortuito o fuerza mayor un evento que haya
impedido la oportuna ejecución por el contratista.

En efecto, los sentenciadores han considerado que la huelga de


estudiantes y la toma del recinto en que se ejecutaban las obras
efectivamente constituyeron caso fortuito para la empresa constructora
demandante y, a mayor abundamiento, que se trató de un hecho que caía
dentro del ámbito de cuidado de la propia universidad demandada, de modo
que esta, de conformidad con la norma del artículo 1546 del Código Civil,
debió haber reconocido que el retardo atribuible a esos hechos era excusa
suficiente del contratista, pues de la circunstancia de que el contrato
entregue a la universidad la facultad de declarar los eventos que constituyen
caso fortuito o fuerza mayor, no se sigue que tal declaración pueda ser
arbitraria o contraria a las normas legales que definen esos eventos, en todo
lo que se aplicó debidamente el artículo 1546 referido.

Por lo dicho, la Corte rechazó el recurso de casación en el fondo deducido


por la Universidad del Bío Bío en contra de la sentencia de la Corte de
Apelaciones de Concepción que, confirmando en parte la de primera
instancia, la condenó a pagar las sumas de $ 715.596 y $ 1.379.532, más
intereses, por conceptos de restitución de remuneraciones pagadas y de
multas retenidas por atrasos en la ejecución de las obras por la empresa
contratista demandante.
5. C

Ficha 29

Corte Suprema, 14 de febrero de 2018, rol Nº 35152-2017.

Ministros (Cuarta Sala): Ricardo Blanco H., Gloria Ana Chevesich R., Andrea
Muñoz S., Carlos Cerda F. y el abogado integrante Carlos Pizarro W.
Acordado con el voto en contra del ministro Blanco.

Acción o recurso: Recurso de unificación de jurisprudencia laboral.

Hechos

El trabajador faltó a sus labores los días 20, 21 y 22 de septiembre de 2016


por encontrarse privado de libertad, como consecuencia de una orden de
detención judicial dictada en su contra por conducir en estado de ebriedad.
Fue despedido por inasistencias injustificadas.

Solicita la demandante

El demandante solicitó que se declare injustificado, improcedente o


indebido el despido y que se condene a la demandada al pago de
$ 3.053.673 por concepto de indemnización sustitutiva por falta de aviso
previo; $ 76.341.825 por concepto de indemnización por años de servicios;
$ 61.073.460 por concepto de incremento de un 80% sobre los años de
servicios, conforme al artículo 168 letra c) del Código del Trabajo;
$ 5.610.060 por concepto de feriados anuales pendientes; todos los montos
reajustados; y a las costas. En subsidio, solicitó el pago de las sumas que el
tribunal estime conforme a derecho.

Decisión de primera y segunda instancia

El Juzgado de Letras de Calama acogió parcialmente la demanda,


condenando al demandado al pago de $ 2.373.596 por concepto de
indemnización por falta de aviso previo; $ 76.341.825 por concepto de
indemnización por años de servicios; $ 61.073.460 por concepto de
incremento legal de la letra c) artículo 168 del Código del Trabajo;
$ 5.610.060 por concepto de feriado anual, todo con reajustes e intereses.
No se condenó al demandado al pago de costas por no haber sido totalmente
vencido.

La Corte de Apelaciones de Antofagasta acogió el recurso de nulidad


interpuesto por el demandado, anulando, así, la sentencia de primera
instancia.

Decisión de la Corte Suprema

El artículo 45 del Código Civil llama fuerza mayor o caso fortuito al


imprevisto que no es posible resistir, y menciona, entre otros, los actos de
autoridad ejercidos por un funcionario público. Como la resolución que
dispone la detención es un acto de autoridad que emana de un juez de
garantía y, a juicio de la Corte, lo que determina la cuestión que se somete a
la decisión es que la inasistencia del trabajador al lugar donde se desempeña
lo sea sin causa justificada, es decir, que no concurra norma legal o
reglamentaria o algún evento, acontecimiento, suceso de incuestionable
entidad que dispense la no asistencia, corresponde concluir que la medida
adoptada en su contra y de la que únicamente derivan efectos transitorios,
solo puede dar lugar a la suspensión del contrato de trabajo.

La Corte acogió el recurso de unificación de jurisprudencia laboral y, en


reemplazo, revocó la sentencia que acogió el recurso de nulidad,
confirmando el fallo de primera instancia que declaró injustificado el despido
del trabajador.

Otros

El voto de minoría sostuvo que el artículo 160 Nº 3 del Código del Trabajo
dispone que: "El contrato de trabajo termina sin derecho a indemnización
alguna cuando el empleador le ponga término invocando una o más de las
siguientes causales: 3. No concurrencia del trabajador a sus labores sin
causa justificada durante dos días seguidos, dos lunes en el mes o un total
de tres días durante igual período de tiempo...". El demandante esgrimió
como causa justificante de sus ausencias la privación de libertad por orden
de autoridad competente dispuesta, en su oportunidad, en la investigación
que se siguió a su respecto por el delito de manejo en estado de ebriedad.
El caso fortuito supone la imprevisibilidad y la irresistibilidad a que se ve
expuesto el afectado. Es decir, una contingencia no posible de advertir o
vislumbrar y a la que no puede oponerse el agente, que no puede ser
contrariada o rechazada por este. En el caso, la acción voluntaria del
trabajador, que ha significado que la autoridad estime que ha tenido
participación culpable en un hecho ilícito, motivo por el cual se le condenó y
se dispuso su detención para el cumplimiento de la pena, puede
considerarse como irresistible por cuanto se trata de la orden de una
autoridad, pero no es dable de calificarse de imprevisible. En efecto, falta en
la acción realizada —delito de manejo en estado de ebriedad— la
imprevisibilidad que caracteriza al caso fortuito o fuerza mayor, pues cierto es
que quien ejecuta voluntariamente un acto ilícito puede ser penado por la ley,
por lo que debió prever los resultados de esa acción y la posibilidad de ser
descubierto y sancionado.

Concluyó que no han concurrido en la especie los requisitos legales de la


causal justificante de la ausencia laboral, esto es, la fuerza mayor alegada
por el demandante.

Ficha 30

Corte Suprema, 31 de enero de 2017, rol Nº 38196-2016.

Ministros (Cuarta Sala): Ricardo Blanco H., Gloria Ana Chevesich R., Andrea
Muñoz S., Carlos Cerda F., y el abogado integrante señor Rodrigo Correa G.
Acordado con el voto en contra del ministro Blanco.

Acción o recurso: Recurso de unificación de jurisprudencia laboral.

Hechos

Un trabajador fue despedido por inasistencias injustificadas. Este demandó


el despido injustificado puesto que el motivo de sus inasistencias fue que se
encontraba en prisión preventiva dado que se seguía en su contra una
investigación por el delito de violación de menor de 14 años, lo que
constituiría la eximente de fuerza mayor.

Solicita la demandante
Demandante solicitó que se declare que el demandado ha vulnerado sus
derechos fundamentales, con ocasión del despido, realizando diversos actos
discriminatorios, y por ello se le condene al pago $ 9.198.651 por concepto
de indemnizaciones especiales del artículo 489 del Código del Trabajo;
$ 772.984 por concepto de pago de feriado legal y proporcional; $ 836.241
por concepto de indemnización del aviso previo; $ 3.344.964 por concepto de
indemnización por años de servicio; $ 2.675.971 por concepto de recargo
legal de la indemnización anterior; y al pago de los meses transcurridos
desde su separación hasta el reintegro, con reajustes e intereses, más las
costas de la causa.

Decisión de primera y segunda instancia

El Juzgado de Letras del Trabajo de Castro rechazó la denuncia de tutela


por vulneración de derechos fundamentales con ocasión del despido
deducida por el demandante en contra de su exempleadora y desestimó la
demanda subsidiaria de despido injustificado y cobro de prestaciones.

La Corte de Apelaciones de Puerto Montt rechazó el recurso de nulidad


deducido por el actor en contra de la sentencia de primera instancia.

Decisión de la Corte Suprema

La Corte rechazó el recurso de unificación de jurisprudencia por estimar


que no existe en la sentencia impugnada una interpretación diversa sobre la
misma materia de derecho, por lo que no cabe más que desestimarlo. En
consecuencia, confirmó la sentencia que rechazó el recurso de nulidad
deducido contra la sentencia de primera instancia que rechazó la demanda.

Otros

El voto de minoría compartió la decisión de rechazar el recurso, pero


previno en la existencia de interpretaciones distintas entre la sentencia
impugnada y las que se acompañan a efecto de cumplir con los requisitos del
recurso de unificación de jurisprudencia, por lo que, aun concurriendo a la
decisión, estimó conveniente exponer sus argumentos sobre la interpretación
de las normas en conflicto.
En ese sentido el voto de minoría expuso lo siguiente: El concepto de caso
fortuito supone la imprevisibilidad y la irresistibilidad a que se ve expuesto el
afectado por el caso fortuito o fuerza mayor. Es decir, una contingencia no
posible de advertir o vislumbrar y a la que no puede oponerse el agente, que
no puede ser contrariada o rechazada por este. En el caso, la acción
voluntaria del trabajador que ha significado que la autoridad estime que ha
tenido participación culpable en un hecho ilícito, motivo por el cual dispuso su
prisión preventiva, puede considerarse como irresistible por cuanto se trata
de la orden de una autoridad, pero no es dable de calificarse de imprevisible.
En efecto, falta en la acción realizada, entiéndase el delito de violación de
menor de catorce años, la imprevisibilidad que caracteriza al caso fortuito o
fuerza mayor, pues cierto es que quien ejecuta voluntariamente un acto que
puede ser penado por la ley, debió prever los resultados de esa acción y la
posibilidad de ser descubierto y sancionado.

Ficha 31

Corte Suprema, 21 de julio de 2016, rol Nº 17964-2015.

Ministros (Cuarta Sala): Andrea Muñoz S., Ricardo Blanco H., Gloria Ana
Chevesich R., Sergio Muñoz G. y Fiscal Judicial Juan Escobar Z. Acordado
con el voto en contra de las ministras señora Chevesich y señora Muñoz,
quienes estuvieron por acoger la demanda subsidiaria de despido
injustificado y condenar al demandado a las indemnizaciones legales, por el
despido, con el recargo, reajuste e intereses correspondientes. Redacción a
cargo del Fiscal Judicial señor Juan Escobar Zepeda.

Acción o recurso: Recurso de unificación de jurisprudencia laboral.

Hechos

Nicolás Pinet fue despedido por inasistencias injustificadas. Sin embargo,


alega que no pudo asistir a su trabajo puesto que había sido condenado a
privación de libertad por conducir en estado de ebriedad.

Solicita la demandante
El señor Pinet dedujo demanda de nulidad del despido y cobro de
prestaciones en contra del Hospital Clínico Fuerza Aérea de Chile. En
subsidio, interpuso demanda de despido injustificado y cobro de
prestaciones, dada, entre otras razones, la imprevisibilidad e irresistibilidad
de la sanción penal.

Decisión de primera y segunda instancia

El juez del trabajo rechazó la demanda de nulidad del despido en todas sus
partes, pero acogió parcialmente la demanda de despido injustificado,
condenando al demandado al pago de las indemnizaciones sustitutiva de
aviso previo, por años de servicio, feriado proporcional, y al recargo del 80%.

La demandada interpuso recurso de nulidad en contra de la sentencia


definitiva. La Corte de Apelaciones de Santiago rechazó el recurso y confirmó
la decisión impugnada.

Decisión de la Corte Suprema

El tribunal acogió el recurso de unificación de jurisprudencia, pero no por


caso fortuito. El motivo es que este consta de dos elementos: (i)
imprevisibilidad e (ii) irresistibilidad, lo cual supone, sostuvo en el
considerando undécimo, una "contingencia no posible de advertir o
vislumbrar y a la que no puede oponerse el agente, que no puede ser
contrariada o rechazada por éste". Así "Es del caso consignar que la
inasistencia del trabajador radicó en su conducta dolosa y no en actos de
fuerza mayor justificativa. Además, la conducta penal reprochable ha podido
ser reconducida a otras causales de infracción laboral de carácter
inexcusable", de manera que no procede el caso fortuito.

En reemplazo, la Corte rechazó la demanda de nulidad de despido y cobro


de prestaciones, acogiéndola solo parcialmente respecto de la indemnización
por feriado proporcional.

Ficha 32

Corte Suprema, 6 de abril de 2016, rol Nº 7351-2015.


Ministros (Cuarta Sala): Carlos Cerda F., Andrea Muñoz S., Ricardo Blanco
H., Sergio Muñoz G. y Carlos Pizarro W. Acordada con el voto en contra del
ministro Ricardo Blanco quien fue del parecer de rechazar el recurso de
unificación de jurisprudencia interpuesto por el demandado. Redacción a
cargo de la ministra Andrea Muñoz.

Acción o recurso: Recurso de unificación de jurisprudencia laboral.

Hechos

Gonzalo Pérez dedujo denuncia de tutela laboral y demanda de


indemnización de perjuicios en contra de su exempleadora Administradora de
Servicios Computacionales y de Crédito CMR Falabella Ltda., dado que se le
despidió por haber faltado dos días seguidos a su trabajo. Fundó su
demanda en que su inasistencia no fue injustificada ni incumplió gravemente
las obligaciones que le imponía el contrato de trabajo puesto que permaneció
obligadamente en Buenos Aires al ser acusado de hurtos que negó
categóricamente. Así, se le privó absolutamente de su libertad de
desplazamiento, lo que le impidió regresar al país.

Solicita la demandante

El demandante solicitó se declarara la vulneración de derechos


fundamentales y, en subsidio, demandó despido indebido. En definitiva,
solicitó se condenara al empleador al pago de las indemnizaciones de 11
remuneraciones; aumento legal del art. 168 letra a) del Código del Trabajo;
por daño moral por una suma de $ 6.000.000; $ 533.948 por daño
emergente; $ 142.500 por gastos de regreso a Argentina; indemnización por
4 años de servicio; incremento legal del 80% de esta última; más reajustes,
intereses y costas.

Decisión de primera y segunda instancia

El 1er Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago rechazó la denuncia por


tutela laboral, pero acogió la demanda de despido indebido. Condenó al
demandado al pago de las indemnizaciones sustitutiva de aviso previo, por
años de servicio, y recargo legal del artículo 168 letra c) del Código del
Trabajo.
El demandado recurrió de nulidad, y la Corte de Apelaciones de Santiago
acogió el recurso respecto de la parte de la sentencia que estimó indebido el
despido.

Decisión de la Corte Suprema

El artículo 45 el Código Civil preceptúa: "Se llama fuerza mayor o caso


fortuito el imprevisto a que no es posible resistir, como un naufragio, un
terremoto, el apresamiento de enemigos, los actos de autoridad ejercidos por
un funcionario público, etc.". Así, de dicho concepto, indicó en el
considerando séptimo, se pueden extraer dos elementos: imprevisibilidad e
irresistibilidad. Lo anterior se traduce en una "una contingencia no posible de
advertir o vislumbrar y a la que no puede oponerse el agente, que no puede
ser contrariada o rechazada por éste".

En opinión de la Corte, los actos de la autoridad, como la detención del


demandante, configuran un imprevisto al que no es posible resistir.

Al efecto, sostuvo el Tribunal en el considerando séptimo "Que, así, la


detención o retención de un trabajador por un acto de autoridad como ocurrió
en la especie, en que la detención fue efectuada por agentes de la policía
aeroportuaria y la medida cautelar posterior, por decisión judicial constituye, a
no dudarlo, una razón o motivo de tal entidad, que resulta suficiente para
justificar su inasistencia a su lugar de trabajo, que es lo que se somete a la
decisión de este tribunal. Si bien la interpretación que se viene sosteniendo
no exige la concurrencia de un caso fortuito o fuerza mayor para validar un
motivo de inasistencia, resulta aceptable utilizar dicha figura si, en un caso
específico, se verifica alguna de las hipótesis que el artículo 45 del Código
Civil contempla por vía ejemplar, como es el caso, precisamente, de 'los
actos de autoridad ejercidos por un funcionario público', que configuran un
imprevisto al que no es posible resistir".

La Corte acogió el recurso y, en reemplazo, estimó que la sentencia que


declaró improcedente el despido del trabajador se ajustó a derecho.

Ficha 33

Corte Suprema, 1 de septiembre de 2015, rol Nº 23799-2014.


Ministros (Cuarta Sala): Haroldo Brito C., Gloria Ana Chevesich R., Rosa
María Maggi D., Juan Eduardo Figueroa V. y Jaime Rodríguez E.

Acción o recurso: Recurso de unificación de jurisprudencia laboral.

Hechos

Karla Franchy fue despedida luego de no asistir a su trabajo dado que se


encontraba privada de libertad por orden de un Juzgado de Garantía tras ser
acusada por el delito de homicidio calificado por haber lanzado a un bebé de
dos días a una hoguera. Señala que no pudo asistir a su trabajo puesto que
estuvo privada por acto de la autoridad, lo que constituye caso fortuito.

Solicita la demandante

Karla dedujo demanda de despido injustificado en contra de su


exempleadora Transporte Aéreo S.A., solicitando el pago de las
indemnizaciones: sustitutiva de aviso previo; por años de servicio recargo
legal del 80%; y remuneración pendiente del último mes trabajado, con
reajustes e intereses.

Decisión de primera y segunda instancia

El 2º Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago acogió la demanda y


declaró que el despido de la demandante fue injustificado. Condenó al
empleador al pago de las indemnizaciones sustitutiva de aviso previo
($ 988.432), por años de servicio ($ 3.953.728), y el recargo legal del 80%
($ 3.162.982).

El demandado dedujo recurso de nulidad en contra de la sentencia del juez


del trabajo. La Corte de Apelaciones de Santiago acogió el recurso y declaró
que el despido fue justificado, por cuanto la detención de la demandante no
constituiría fuerza mayor y rechazó la demanda.

Decisión de la Corte Suprema

La Corte indicó que el caso fortuito o fuerza mayor es "todo hecho ajeno a
la voluntad de las partes, por lo que deriva de la naturaleza o de un tercero, y
que es imprevisible en su acontecimiento, y que si provoca un incumplimiento
sustancial y definitivo de las obligaciones pone fin al contrato, pero si es
temporal solo lo suspende". Asimismo, el artículo 45 del Código Civil indica
que caso fortuito o fuerza mayor es el imprevisto que no es posible resistir, tal
como un acto de la autoridad ejercido por un funcionario público. Para la
Corte, lo relevante es que la inasistencia sea sin causa justificada, o sea,
"que no concurra norma legal o reglamentaria o algún evento,
acontecimiento, suceso de incuestionable entidad que dispense la no
asistencia, corresponde concluir que la medida cautelar personal de que se
trata y de la que solo derivan efectos transitorios no definitivos, solo puede
dar lugar a la suspensión del contrato de trabajo". Así, la prisión preventiva
es una causal justificada de inasistencia, constituyendo caso fortuito.

La Corte acogió el recurso de unificación de jurisprudencia y, en reemplazo,


confirmó la sentencia del juez del trabajo que declaró injustificado el despido
del trabajador, condenando al empleador al pago de las correspondientes
indemnizaciones laborales detalladas anteriormente.

Ficha 34

Corte Suprema, 7 de abril de 2015, rol Nº 13334-2014.

Ministros (Cuarta Sala): Carlos Cerda F., Andrea Muñoz S., Ricardo Blanco
H., Gloria Ana Chevesich R. y Ricardo Peralta V. Acordada con el voto en
contra de los ministros Blanco y Muñoz. Redacción a cargo del ministro
Ricardo Blanco H.

Acción o recurso: Recurso de unificación de jurisprudencia laboral.

Hechos

Francisco Martínez fue despedido por su exempleadora Arturo Trentini y


Compañía Limitada en razón de la supuesta ocurrencia de un caso fortuito, a
saber, el incendio del lugar donde trabajaba. Al respecto, indicó que el
siniestro era previsible dado que la empresa no contaba con los reglamentos
y protocolos de seguridad. Sobre la irresistibilidad, la empresa continuó
funcionando, de manera que seguía siendo operativa la labor del
demandante (chofer).

Solicita la demandante
El señor Martínez dedujo demanda por despido injustificado en contra de
su exempleador, solicitando que se le condene al pago de la indemnización
sustitutiva de aviso previo y por años de servicios, más reajustes, intereses y
costas.

Decisión de primera y segunda instancia

El 2º Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago estimó que en la especie


concurrió la causal de caso fortuito por lo que acogió la demanda solo en
cuanto condenó al empleador al pago de $ 72.773 por un saldo insoluto del
feriado proporcional de años anteriores, y $ 157.293 por feriado legal
proporcional.

El demandante dedujo recurso de nulidad en contra de la sentencia del juez


del trabajo. La Corte de Apelaciones de Santiago rechazó el recurso y
confirmó el fallo impugnado.

Decisión de la Corte Suprema

El artículo 45 del Código Civil establece "Se llama fuerza mayor o caso
fortuito el imprevisto a que no es posible resistir, como un naufragio, un
terremoto, el apresamiento de enemigos, los actos de autoridad ejercidos por
un funcionario público, etc.". De este concepto, se desprenden los siguientes
elementos constitutivos: (i) inimputabilidad; (ii) imprevisibilidad e (iii)
irresistibilidad o insuperabilidad.

A mayor abundamiento, el considerando cuarto expone: "Que, esta Corte


ya ha sostenido que el caso fortuito se corresponde con una contingencia en
cuyo advenimiento ninguna participación ha cabido a quien la invoca, que no
es posible de advertir o vislumbrar y a la que no puede oponerse el agente,
que no puede ser contrariada o rechazada por éste...".

La Corte rechazó el recurso de unificación de jurisprudencia dado que el


actor no logró armonizar su petición con los requisitos exigidos por la
jurisprudencia laboral, al no existir distintas interpretaciones entre el fallo
impugnado y la jurisprudencia que se acompaña como criterio para la
unificación. En consecuencia, se confirmó el fallo que rechazó el recurso de
nulidad en contra de la sentencia de primera instancia que condenó al
demandado al pago de indemnización por feriado legal proporcional.
Otros

Por su parte, el voto de minoría señaló que "se estima que se está en
presencia de un caso fortuito o fuerza mayor, cuando ocurre un hecho ajeno
a la voluntad del empleador, imprevisible e irresistible". Así: (i) debe ser
inimputable a quien lo invoca; (ii) imprevisible en condiciones normales
respecto de cálculos estimativos de riesgos; (iii) irresistible, esto es, que no
haya podido evitarse su ocurrencia, aun adoptando los medios adecuados
para ello y (iv) una relación de causalidad entre los daños que se produjeron
en las instalaciones de la empresa y el siniestro.

A su vez, el daño causado por el siniestro debe imposibilitar la mantención


de los puestos de trabajo, siéndole imposible absolutamente para el
empleador sostener el vínculo laboral con sus dependientes. A juicio del voto
de minoría, dado que el empleador continuó su giro en otra sucursal, estaba
en posibilidad de cumplir con sus obligaciones contractuales.

Ficha 35

Corte Suprema, 11 de abril de 2012, rol Nº 6008-2011.

Ministros (Cuarta Sala): Rosa Egnem S., Juan Fuentes B., Juan Escobar Z.,
y los abogados integrantes señores Ricardo Peralta V., y Arturo Prado
P. Redacción a cargo del abogado integrante señor Peralta.

Acción o recurso: Recurso de unificación de jurisprudencia laboral.

Hechos

José Medina despidió a los trabajadores de los establecimientos de su


propiedad que quedaron destruidos luego del terremoto.

Solicita la demandante

—No hay registros del proceso en el tribunal laboral—.

Un trabajador interpuso demanda por despido injustificado contra su


exempleador.
Decisión de primera y segunda instancia

El Juzgado de Letras y Garantía de Lebu acogió la demanda.

El demandado dedujo recurso de nulidad en contra de la sentencia


definitiva. La Corte de Apelaciones de Concepción rechazó el recurso de
nulidad y confirmó la sentencia impugnada.

Decisión de la Corte Suprema

El presupuesto de la causal de término de la relación laboral contenida en


el Nº 6 del artículo 159 del Código del Trabajo, esto es, la concurrencia de un
caso fortuito o fuerza mayor, se encuentra definido en el artículo 45 del
Código Civil como el imprevisto a que no es posible resistir. Por su parte, la
jurisprudencia y la doctrina relativas a la materia coinciden en que su
procedencia exige tres requisitos mínimos: (i) que el hecho sea imprevisible,
(ii) que sea irresistible y (iii) que no acaezca por un acto propio de quien lo
hace valer.

La Corte indicó en el considerando cuarto que la irresistibilidad, para los


efectos de la causal de cese de servicios, importa la imposibilidad de
mantener el puesto de trabajo de los dependientes y, por ende, de cumplir
una de las principales obligaciones contractuales de la parte empleadora,
tornándose inviable la mantención del vínculo e inevitable el término del
mismo. La exigencia de prueba al efecto, por parte del tribunal, resulta
esencial en tanto corresponde a una de las tres características que el
legislador impone al hecho cuya verificación fuerza el despido.

A su vez, en el considerando quinto señaló que el examen de la


imposibilidad de resistir a las consecuencias de un siniestro, obliga a revisar
aspectos concretos de la actividad en cuestión, las características de las
dependencias en que esta se desarrolla y el papel o labor de las
dependientes exoneradas en ella. Asimismo, resulta forzoso considerar la
factibilidad de la continuidad del giro o la actividad como alternativa a la
desvinculación.

En la especie, según lo expuesto en el considerando tercero de la


sentencia impugnada, si bien ha quedado asentado que los supermercados
El Porvenir de las comunas de Los Alamos, Arauco y Curanilahue se
encuentran destruidos y sin funcionar comercialmente desde la fecha del
terremoto, esto es, el 27 de febrero de 2010, y que en la comuna de
Curanilahue se encuentra funcionando desde hace dos meses con
posterioridad al terremoto el supermercado perteneciente a la Sociedad
Comercial Porvenir Limitada de la cual el demandado es socio, ese hecho,
por sí solo, no conlleva la existencia para el empleador de una real opción
entre la continuación de las labores y el cese de las mismas, conjuntamente
con la terminación de los contratos de trabajo de sus dependientes, cuando
de la naturaleza y características del sistema a través del que se desarrollan
aquellas, se infiere la imposibilidad física y operativa de la primera
alternativa, soslayando la económica.

La Corte acogió el recurso de unificación, revocando la sentencia


impugnada y, en reemplazo, determinó que el despido fue justificado,
rechazando la demanda del actor.

Ficha 36

Corte Suprema, 4 de octubre de 2011, rol Nº 2037-2011.

Ministros (Cuarta Sala): Carlos Künsemüller L., Mauricio Roberto Jacob Ch.,
María Eugenia Sandoval G., Patricio Valdés A. y Rafael Gómez B. Redacción
a cargo del ministro Patricio Valdés.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Hugo Ramírez y otros prestaban servicios como vigilantes privados para la


empresa Prosegur Limitada. Por examen psiquiátrico se estableció su
inhabilidad para portar armas, puesto que presentaban sicopatologías
contraindicativas. En este sentido, se les despidió por la causal de fuerza
mayor.

Solicita la demandante

—No hay registros del proceso en el tribunal laboral—.


Hugo Ramírez y otros dedujeron demanda por despido injustificado en
contra de Prosegur Limitada, solicitando que se declarasen injustificados,
indebidos e improcedentes los despidos de los que fueron objeto y que sea
condenada al pago de las prestaciones legales, con costas.

Decisión de primera y segunda instancia

El 1er Juzgado del Trabajo de Santiago acogió la demanda en cuanto


condenó a la empresa empleadora a la indemnización sustitutiva de aviso
previo y por años de servicio.

La Corte de Apelaciones de Santiago confirmó la sentencia de primera


instancia en cuanto condenó a la indemnización sustitutiva de aviso previo y
por años de servicio.

Decisión de la Corte Suprema

El caso fortuito supone la concurrencia copulativa de tres requisitos: (i)


inimputabilidad; (ii) imprevisibilidad; e, (iii) irresistibilidad. La confluencia de
estos elementos permite estimar que el caso fortuito consiste en una
contingencia ajena a la voluntad del afectado, que no es posible de advertir o
vislumbrar y a la que no puede oponerse ni ser rechazada por el agente, tal
como señaló la Corte en el considerando sexto.

En la especie, el empleador debió vislumbrar el acaecimiento de la


patología de los demandantes, dado que esta se funda en circunstancias
esperables y conocidas de la vida social y que pueden afectar a cualquier
persona, independiente de la edad, el estado físico o de las funciones que
realice. En consecuencia, la patología era previsible.

La Corte desestimó el recurso de casación en el fondo deducido y confirmó


la sentencia impugnada, que rechazó parcialmente la demanda,
confirmándola en cuanto a la indemnización sustitutiva de aviso previo y por
años de servicio.

Ficha 37

Corte Suprema, 5 de abril de 2011, rol Nº 7543-2010.


Ministros (Cuarta Sala): Gabriela Pérez P., Rosa María Maggi D., Rosa
Egnem S., Patricio Valdés A. y Héctor Patricio Figueroa S. Redacción a cargo
del ministro Figueroa.

Acción o recurso: Recurso de casación en la forma y en el fondo.

Hechos

Red de Televisión Chilevisión S.A. fue multada por la Dirección del Trabajo
toda vez que no pudo pagarle al trabajador Juan Araya por existir una
medida precautoria dictada en proceso criminal que le ordenaba retener
todos los dineros que se adeudasen al reclamante, al imputado y a los
demás miembros del directorio del sindicato de la empresa, como producto
del pago de los diversos ítems resultantes de la desvinculación del trabajador
imputado, con la sola salvedad que dicha retención debía ser realizada una
vez que se efectuaran por la reclamante todos los descuentos legales de
rigor al trabajador, entre otros, diversos anticipos de beneficios provenientes
del contrato colectivo existente, descuentos previsionales y préstamo de
determinada caja de compensación, etc. Así, debido a un acto de la
autoridad imprevisible e irresistible, se vio imposibilitada de realizar pago
alguno.

Solicita la demandante

Red de Televisión Chilevisión S.A. solicitó que la multa por $ 3.122.655 que
se le impuso fuese dejada sin efecto y que se ordene el inmediato reintegro
del dinero consignado, sancionando a los funcionarios que dieron aplicación
a la medida injusta y arbitraria, con costas.

—No hay registros del proceso en el tribunal laboral—.

Decisión de primera y segunda instancia

La Corte de Apelaciones de Santiago confirmó las sanciones impuestas por


la Dirección del Trabajo a la reclamante, salvo una, que la revocó.

Decisión de la Corte Suprema

El caso fortuito o fuerza mayor está definido en el artículo 45 de nuestro


Código Civil, que señala que es el imprevisto a que no es posible resistir.
Asimismo, la jurisprudencia y doctrina señalan que su concurrencia exige la
presencia de tres requisitos mínimos: (i) que el hecho sea imprevisible; (ii)
que sea irresistible; y, (iii) que no se produzca por un acto propio de quien lo
alega (inimputable).

En el caso sub lite, fue imposible pagar la multa impuesta por la autoridad
administrativa debido a una causa ajena al empleador, esto es, una orden
judicial de retención de dineros, la que fue dispuesta por un Juez de
Garantía.

La Corte acogió el recurso de casación, invalidando el fallo impugnado y,


en reemplazo, dejó sin efecto las multas impuestas al actor.

Ficha 38

Corte Suprema, 29 de julio de 2010, rol Nº 3547-2010.

Ministros (Cuarta Sala): Urbano Marín V., Gabriela Pérez P., Patricio Valdés
A., Rosa Egnem S. y Rosa María Maggi D. Acordado con el voto en contra
de la ministra Maggi, quien estuvo por rechazar el recurso de casación
interpuesto por la demandada. Redacción a cargo de la ministra Gabriela
Pérez y, de la disidencia, Rosa María Maggi.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Óscar Núñez prestaba servicios de operador de llenadora para Embonor


S.A. Los días 13 y 15 de diciembre de 2008 faltó sin señalar fundamentación
alguna, de manera que fue despedido al día siguiente. El trabajador señaló
que había sido detenido por la Policía de Investigaciones, por consumo de
drogas, cuando se dirigía al trabajo. En consecuencia, su ausencia se
justificaría en un acto de la autoridad competente que lo privó de libertad.

Solicita la demandante

Óscar Núñez dedujo demanda en contra de Embonor S.A. a fin de que se


declarase injustificado su despido y se condenase a la demandada a pagar
las indemnizaciones y prestaciones legales, más reajustes, intereses y
costas.

—No hay registros del proceso en el tribunal laboral—.

Decisión de primera y segunda instancia

El 2º Juzgado Civil de Temuco determinó que el despido del trabajador fue


injustificado, por lo que acogió la demanda y condenó a la demandada al
pago de las indemnizaciones sustitutiva de aviso previo, por años de servicio,
incremento legal del 80%, feriado legal proporcional, más reajustes, intereses
y costas.

El demandado dedujo recurso de apelación en contra de la sentencia de


primera instancia. La Corte de Apelaciones de Temuco confirmó la decisión
impugnada.

Decisión de la Corte Suprema

El artículo 45 del Código Civil define al caso fortuito o fuerza mayor como el
imprevisto a que no es posible resistir, como un naufragio, un terremoto, el
apresamiento de enemigos, los actos de autoridad ejercidos por un
funcionario público, etcétera. Así, la Corte indicó en el considerando décimo
que del concepto se pueden extraer dos elementos: (i) imprevisibilidad e (ii)
irresistibilidad que, conjuntamente, se traducen en una contingencia
imposible de advertir o vislumbrar y a la que no puede oponerse el agente.

En la especie, si bien una detención por parte de la autoridad es un hecho


irresistible, no puede estimarse como imprevisible por cuanto quien ejecuta
voluntariamente un hecho punible, en este caso, el consumo de drogas, debe
prever los resultados de esa conducta y la eventual posibilidad de ser
encausado y privado de libertad.

La Corte acogió el recurso interpuesto dada la errada interpretación que


había hecho el tribunal de instancia sobre el caso fortuito. Invalidó la
sentencia impugnada y, en reemplazo, rechazó la demanda.

Ficha 39
Corte Suprema, 16 de diciembre de 2009, rol Nº 6398-2009.

Ministros (Cuarta Sala): Patricio Valdés A., Guillermo Enrique Silva G., Rosa
María Maggi D., Mauricio Roberto Jacob Ch. y Maricruz Gómez de la Torre.
Redacción a cargo de la ministra Rosa María Maggi.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Un conjunto de trabajadores fue desvinculado de la empresa Distribuidora


Internacional Ltda., la que fundó el despido en crisis económicas que la
afectaron, las que constituirían caso fortuito.

Solicita la demandante

Jazmín Díaz, Ingrid Quijada, Orozimbo Riveros y Vicente Villalobos


dedujeron demanda en contra de Distribuidora Internacional Ltda. y otras,
solicitando la declaración de nulidad e injustificación de sus despidos,
además del pago de prestaciones legales correspondientes.

—No hay registros del proceso en el tribunal laboral—.

Decisión de primera y segunda instancia

El 7º Juzgado del Trabajo de Santiago rechazó la demanda. La Corte de


Apelaciones de Santiago, conociendo del recurso de apelación interpuesto
en contra del fallo de primera instancia, confirmó la sentencia impugnada.

Decisión de la Corte Suprema

El caso fortuito o fuerza mayor es aquel imprevisto no imputable al que lo


alega y que no es posible de resistir. En la especie, las crisis económicas de
la empresa no pueden considerarse como caso fortuito dado que la
administración de la sociedad, sus resultados financieros y el riesgo
empresarial ante los cambios de las condiciones del mercado no son
imprevisibles ni ajenos a la voluntad de las partes.

La Corte acogió el recurso de casación en el fondo interpuesto y, en


reemplazo, condenó a la demandada al pago de las indemnizaciones
sustitutiva de aviso previo, feriado proporcional y remuneraciones
adeudadas.

Ficha 40

Corte Suprema, 2 de junio de 2009, rol Nº 1673-2009.

Ministros (Cuarta Sala): Patricio Valdés A., Julio Torres A., Haroldo Brito C.,
Ricardo Peralta V. y Mauricio Roberto Jacob Ch. Acordada con el voto en
contra del ministro Haroldo Brito, quien estuvo por rechazar el presente
recurso de nulidad. Redacción a cargo del ministro Julio Torres y, de la
disidencia, Haroldo Brito.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Patricio Morales se desempeñaba como Superintendente de Mantención


desde 1992, siendo despedido el 27 de mayo de 2004 por ausencias
injustificadas. Patricio acreditó que las faltas se debieron a que fue detenido y
procesado como autor de violación y estupro. El empleador tenía
conocimientos de estos hechos al momento del despido, tal como se
demostró mediante prueba testimonial.

Solicita la demandante

Patricio Morales dedujo demanda en contra de Harbison-Walker


Refractories S.A., solicitando que se declare injustificado su despido y se
condene a la demandada a pagar las prestaciones que indica, más reajustes,
intereses y costas.

Decisión de primera y segunda instancia

—No existen registros—.

Decisión de la Corte Suprema

El caso fortuito o fuerza mayor está definido en el artículo 45 de nuestro


Código Civil, que señala que es el imprevisto a que no es posible resistir,
como un naufragio, un terremoto, el apresamiento de enemigos, los actos de
autoridad ejercidos por un funcionario público, etcétera. Así, supone la
concurrencia de dos requisitos: (i) imprevisibilidad e (ii) irresistibilidad, que
tornan al hecho como imposible de advertir o vislumbrar e imposible de
oposición o rechazo por parte del agente.

En el caso en concreto, la Corte sostuvo en el considerando octavo que, si


bien el procesamiento del actor puede considerarse como irresistible, no
ocurre lo mismo con la imprevisibilidad. El primero es aceptable dado que es
un acto de la autoridad; en cambio, el segundo sería forzoso puesto que el
sujeto, al cometer los delitos de violación y estupro, debe prever los
resultados de su conducta y la posibilidad de ser descubierto y sancionado.

La Corte acogió el recurso de casación deducido por los demandados y, en


reemplazo, rechazó la demanda.

Ficha 41

Corte Suprema, 18 de diciembre de 2008, rol Nº 6311-2008.

Ministros (Cuarta Sala): Patricio Valdés A., Julio Torres A., Gabriela Pérez P.,
Ricardo Peralta V. y Juan Carlos Cárcamo O. Redacción a cargo del ministro
suplente Julio Torres.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Ramón Hernán Mella puso fin al contrato de trabajo con ciertos


trabajadores luego de un incendio que destruyó completamente las
instalaciones de la barraca que explotaba la sociedad. Indicó que, dado el
siniestro, no era posible que ellos pudieran seguir ejecutando el trabajo
convenido. No obstante, fue acreditado por los demandantes que, a pesar del
incendio, el demandado continuó desarrollando la explotación de la madera.

Solicita la demandante

Vilma Cerca y otros cinco trabajadores dedujeron demanda en contra de


don Ramón Hernán Mella, a fin de que se declarase injustificados sus
despidos y se le condenase al pago de las indemnizaciones y recargo legal,
todo con reajustes, intereses y costas.

Decisión de primera y segunda instancia

—No existen registros—.

Decisión de la Corte Suprema

El caso fortuito está definido en el artículo 45 del Código Civil como el


imprevisto a que no es posible de resistir, como un naufragio, un terremoto, el
apresamiento de enemigos, los actos de autoridad ejercidos por un
funcionario público, etcétera.

Asimismo, la Corte indicó en el considerando quinto que la jurisprudencia y


doctrina coinciden en que los requisitos para calificar a un hecho como caso
fortuito son tres: (i) que sea imprevisible; (ii) irresistible; y, (iii) que no se
produzca por un acto propio de quien lo alega.

Continuando con el razonamiento, la irresistibilidad "importa la nula


posibilidad de mantener el puesto de trabajo de los dependientes y, por ende,
de cumplir una de las principales obligaciones contractuales de la parte
patronal, tornándose inviable la mantención del vínculo e inevitable el término
del mismo".

En este sentido, el análisis de este requisito obliga al empleador a revisar


aspectos concretos de la faena en cuestión, de su proceso, de las
características de las dependencias donde se realiza y de la labor de los
dependientes. En consecuencia, no es dable considerar que la continuación
del giro tiene como alternativa el despido de los trabajadores.

En la especie, no quedan dudas de que un incendio afectó a la totalidad de


las instalaciones y maquinarias ubicadas en el inmueble donde los actores
prestaban servicios, además de que fue un siniestro de larga duración y
extensión. De lo señalado, el tribunal estimó en el considerando décimo que
concurrió la causal de caso fortuito que imposibilitó absolutamente continuar
con el giro del negocio, sin perjuicio de que otros trabajadores hayan seguido
con ciertas labores que no se referían a los servicios que fueron imposibles
de desarrollar dada la destrucción absoluta del lugar.
La Corte acogió el recurso de casación interpuesto por el demandado y, en
reemplazo, rechazó la demanda de los actores.

Ficha 42

Corte Suprema, 1 de octubre de 2008, rol Nº 4327-2008.

Ministros (Cuarta Sala): Juan Araya E., Patricio Valdés A., Julio Torres A.,
Hernán Álvarez G., y Juan Carlos Cárcamo O. Redacción a cargo del
ministro Patricio Valdés.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Julio Riquelme Obreque y otros veintiocho trabajadores fueron despedidos


por la empresa Industrial Centec S.A., esta alegó como caso fortuito un
incendio que destruyó completamente el lugar donde se desarrollaba el
proceso productivo, impidiéndole cumplir con las obligaciones de prestar el
trabajo convenido con sus empleados. Asimismo, estos desarrollaban
actividades específicas en ciertas fases de la etapa productiva, de manera
que no era razonable estimar que simplemente los podía trasladar a otra
planta si no contaba con el espacio ni la maquinaria idónea para que ellos
pudieran llevar a cabo sus labores.

Solicita la demandante

Los trabajadores dedujeron demanda en contra de la empresa Industrial


Centec S.A., a fin de que se declare indebido, improcedente e injustificado el
despido de que fueron objeto y se le condene al pago de las
indemnizaciones, recargo legal y demás prestaciones que indica, más
reajustes, intereses y costas.

Decisión de primera y segunda instancia

—No existen registros—.

Decisión de la Corte Suprema


El caso fortuito o fuerza mayor está definido en el artículo 45 del Código
Civil como el imprevisto a que no es posible resistir. La Corte indicó en el
considerando quinto que la jurisprudencia y doctrina es concordante en que
son tres los requisitos para que estemos en presencia de un caso fortuito, a
saber, (i) que el hecho sea imprevisible; (ii) que sea irresistible; y, (iii) que no
se produzca por un acto propio de quien lo hace valer.

Asimismo, señaló en el considerando sexto que la irresistibilidad, para


efectos de cese de servicios, importa la imposibilidad de mantener el puesto
de trabajo de los empleados y de cumplir las obligaciones contractuales del
empleador, tornándose inviable la mantención del vínculo contractual e
inevitable su término.

De la misma manera, y a mayor abundamiento, la Corte advirtió en el


considerando séptimo que la irresistibilidad, entendido como la imposibilidad
de resistir el siniestro, implica una obligación de revisar los aspectos
concretos de la faena, el proceso productivo, las características de la
dependencia y el papel que tengan los dependientes desvinculados.

En la especie, el incendio constituyó un caso imprevisible e irresistible dado


que la empresa, si bien mantuvo medidas de seguridad adecuadas para
enfrentar un siniestro como este, fueron insuficientes por su magnitud.

La Corte acogió el recurso de casación en el fondo deducido por la


demandada, anulando el fallo de la Corte de Apelaciones de Temuco en
cuanto declaró injustificadas las desvinculaciones de los actores y condenó a
la demandada al pago de las indemnizaciones, recargo legal y costas y, en
su lugar, decidió su rechazo en tales aspectos, confirmándose en lo demás,
con declaración que cada parte debe asumir sus costas.

Ficha 43

Corte Suprema, 10 de enero de 2008, rol Nº 5460-2007.

Ministros (Cuarta Sala): Marcos Libedinsky T., Urbano Marín V., Patricio
Valdés A., Gabriela Pérez P., y el abogado integrante señor Ricardo Peralta
V.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.


Hechos

Julia Calderón fue detenida, el 11 de julio de 2002, por orden del 33er
Juzgado del Crimen de Santiago, en las dependencias de la empresa donde
trabajaba. Por ello, se vio obligada a faltar a sus funciones. Con
posterioridad, fue despedida en razón de sus inasistencias.

Solicita la demandante

La trabajadora dedujo demanda por despido injustificado en contra del


Laboratorio Clínico Blanco Ltda., a fin que se declarase injustificado su
despido y se condenase a la demandada a pagar las prestaciones que
indica, más reajustes, intereses y costas. El empleador se excepcionó por
caso fortuito, contemplado en el artículo 159 Nº 6 del Código del Trabajo.

Decisión de primera y segunda instancia

—No existen registros—.

Decisión de la Corte Suprema

El artículo 45 del Código Civil preceptúa "Se llama fuerza mayor o caso
fortuito el imprevisto a que no es posible resistir, como un naufragio, un
terremoto, el apresamiento de enemigos, los actos de autoridad ejercidos por
un funcionario público, etc.".

La Corte explicó en el considerando octavo que, en la esencia de dicho


concepto, se halla (i) la imprevisibilidad y (ii) la irresistibilidad a que se ve
expuesto el afectado por el caso fortuito o fuerza mayor, es decir, una
contingencia no posible de advertir o vislumbrar y a la que no puede
oponerse el agente; que no puede ser contrariada o rechazada por este.

En la especie, la acción voluntaria de la trabajadora, que significó que un


juez del crimen decidiera que tuvo participación en un hecho ilícito, motivo
por el que dispuso su detención, puede considerarse como irresistible por
cuanto se trata de la orden de una autoridad, pero no puede calificarse de
imprevisible.

En efecto, faltó en la acción realizada —delito de estafa— la


imprevisibilidad que caracteriza al caso fortuito o fuerza mayor, pues quien
ejecutó voluntariamente un acto penado por la ley, debió prever los
resultados de esa acción y la posibilidad de ser, finalmente, encausada y
privada de libertad.

A las anteriores reflexiones cabe agregar que la trabajadora no logró probar


la improcedencia del acto de autoridad que lo mantuvo privada de libertad,
circunstancia que habría podido modificar la concurrencia de la
imprevisibilidad a que se hizo referencia.

La Corte acogió el recurso de casación en el fondo deducido por el


demandado, invalidando la sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago
que lo condenó al pago de indemnización sustitutiva del aviso previo y por
años de servicios, con un incremento del 80%, con reajustes, intereses y
costas, declarando, en su lugar, que el despido fue justificado, acogiendo la
demanda únicamente respecto del pago de las remuneraciones por 9 días
trabajados en julio de 2002 y el feriado proporcional.

Ficha 44

Corte Suprema, 31 de julio de 2007, rol Nº 2055-2006.

Ministros (Cuarta Sala): Marcos Libedinsky T., Orlando Álvarez H., Urbano
Marín V., Patricio Valdés A., y Gabriela Pérez P.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

El 11 de agosto se produjo un incendio en el restaurant Eladio ubicado en


calle Pío Nono Nº 251, el que resultó considerablemente dañado y motivó el
despido de los trabajadores del local, bajo la causal de caso fortuito
contemplada en el artículo 159 Nº 6 del Código del Trabajo.

Solicita la demandante

Los trabajadores del restaurant demandaron a su empleador por despido


injustificado, a fin de que se declarase injustificado, ilegal e intempestivo el
despido de que fueron objeto y se condenase al demandado al pago de las
prestaciones legales, más reajustes, intereses y costas.
Decisión de primera y segunda instancia

—No existen registros—.

Decisión de la Corte Suprema

En la especie, el incendio no constituyó caso fortuito o fuerza mayor dado


que el siniestro no fue total, la suspensión de funcionamiento fue transitoria y
que, habiéndosele efectuado reparaciones, cuatro meses después
permitieron nuevamente el empleo del local en sus fines propios.

La controversia versó sobre la concurrencia de la causal de exoneración


contemplada en el artículo 159 Nº 6 del Código del Trabajo, que autoriza el
término de la relación laboral sin derecho a indemnización alguna para el
trabajador, desde que su configuración importa una circunstancia
absolutamente ajena a la voluntad del empleador y que le impide seguir
proporcionando el trabajo pactado y la remuneración convenida.

El caso fortuito a que se refiere el artículo 159 Nº 6 del Código del Trabajo
debe entenderse no como un hecho aislado y concluyente que, por sí mismo,
autorice al empleador a poner fin a los contratos de trabajo, sino que es
necesario que el empleador acredite la afectación real de su patrimonio y que
el siniestro le impidió, de manera permanente, continuar con sus actividades
comerciales, lo que no ocurrió.

Conforme a los hechos asentados, entre ellos, que el local comercial


reinició sus actividades después de cuatro meses, no es posible concluir la
existencia de un hecho que, si bien imprevisto, haya sido imposible de resistir
por el empleador, irresistibilidad entendida, según indica el considerando
quinto, como la imposibilidad de mantener el puesto de trabajo de los
actores, correspondiendo solo su despido, sin derecho a indemnización
alguna.

En el caso sub lite, el empleador pudo recurrir a la suspensión de la


relación laboral durante el tiempo en que el establecimiento comercial no
funcionó y reintegrar a sus dependientes una vez superadas las
consecuencias dañosas del siniestro. Sin embargo, optó directamente por el
despido, sin el necesario examen de la existencia o inexistencia de la
irresistibilidad que necesariamente debe presentarse a propósito de la causal
invocada para el despido, máxime si se trata de trabajadores que sufrirán la
pérdida de su fuente de ingresos inesperadamente sin resarcimiento alguno.
A ello cabe agregar que también pudo considerar la posibilidad de reubicar a
los actores en otro establecimiento de similar naturaleza.

Por consiguiente, solo es dable concluir que, en la especie, no se configuró


la causal de caducidad del contrato de los actores por caso fortuito o fuerza
mayor, desde que ha faltado la irresistibilidad exigida por la ley.

La Corte rechazó el recurso de casación en el fondo deducido por el


demandado en contra de la sentencia de la Corte de Apelaciones de
Santiago, la que declaró injustificado el despido de los actores y condenó a la
demandada a pagar las cantidades que señala por concepto de
indemnización sustitutiva del aviso previo y por años de servicios, esta última
incrementada en un 50%, a cada uno de los demandantes, más reajustes e
intereses.

Ficha 45

Corte Suprema, 28 de junio de 2007, rol Nº 1408-2006.

Ministros (Cuarta Sala): Marcos Libedinsky T., Orlando Álvarez H., Patricio
Valdés A., y los abogados integrantes señores Roberto Jacob Ch. y Ricardo
Peralta V.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Manuel González trabajaba para la sociedad Caldera Paradies S.A. hasta


que fue despedido debido a la mala situación económica en que se
encontraba la empresa, la que redujo su personal para evitar la quiebra.

Solicita la demandante

El trabajador demandó a la sociedad por despido injustificado. Esta solicitó


el rechazo aludiendo a que el despido se ajustó a la causal de caso fortuito o
fuerza mayor del numeral 6º del artículo 159 del Código del Trabajo.
Decisión de primera y segunda instancia

—No existen registros—.

Decisión de la Corte Suprema

El artículo 45 del Código Civil califica al caso fortuito o fuerza mayor como
"el imprevisto a que no es posible resistir". Asimismo, la jurisprudencia y
doctrina relativas a la materia coinciden en que su concurrencia exige tres
requisitos mínimos: (i) que el hecho sea imprevisible; (ii) que sea irresistible;
y, (iii) que no acaezca por un acto propio de quien lo hace valer.

La situación materia de autos, dice relación con las medidas adoptadas por
la empresa sub lite para afrontar y evitar la quiebra inminente, entre ellas, la
proposición a sus acreedores de un convenio preventivo —aprobado por la
Junta pertinente con fecha 21 de julio de 2003—, la consecuencial
intervención de un Síndico de Quiebras en la administración y la disminución
de personal.

Aun cuando pudiera discutirse la concurrencia de los dos últimos requisitos


señalados, la situación descrita no puede calificarse de imprevisible por
cuanto se relaciona íntimamente con la administración de la sociedad
empleadora, sus resultados financieros y el riesgo empresarial ante los
cambios en las condiciones del mercado. En consecuencia, no puede
constituir una causal de terminación de servicios que, por su naturaleza,
debe ser ajena a la voluntad de las partes.

La Corte acogió, sin costas, el recurso de casación en el fondo deducido


por la demandante en contra de la sentencia de la Corte de Apelaciones de
Santiago, que declaró que el despido del actor fue injustificado, ordenando la
reincorporación del demandante y condenando a la empleadora a enterar las
indemnizaciones y recargo legal que indica, así como las remuneraciones
devengadas desde dicha fecha y enterar las cotizaciones previsionales, con
costas, revocándola por cuanto ordena la reincorporación del demandante,
confirmándola en lo demás.

Ficha 46

Corte Suprema, 13 de noviembre de 2006, rol Nº 5366-2006.


Ministros (Cuarta Sala): Orlando Álvarez H., Jorge Medina C., Hugo
Dolmetsch U., y los abogados integrantes señores Roberto Jacob Ch., y
Óscar Herrera V.

Acción o recurso: Recursos de casación en la forma y en el fondo.

Hechos

Alicia Luarte y Julio Molina fueron despedidos por Sociedad Comercial e


Industrial Ramírez Díaz Hermanos Limitada, en razón de la expropiación
parcial de las dependencias de la empresa.

Solicita la demandante

Los trabajadores demandaron a la empresa por despido injustificado, a fin


de que se declarase injustificado el despido y se le condenase al pago de las
prestaciones legales, más reajustes, intereses y costas. Esta fundó la
desvinculación en el caso fortuito contemplado en el artículo 159 Nº 6 del
Código de Trabajo.

Decisión de primera y segunda instancia

—No existen registros—.

Decisión de la Corte Suprema

La expropiación parcial, invocada como constitutiva del caso fortuito, no


pudo ser comprobada, por lo que correspondió calificar la terminación
contractual como injustificada.

Según se indicó en el considerado octavo, reafirma la idea anterior la


circunstancia de que ninguno de los dos actores se desempeñaba
físicamente en el lugar afectado por la expropiación. Además, empleador
pudo haber tomado las medidas necesarias para continuar con su negocio.
Era imposible determinar la concurrencia del requisito de la irresistibilidad
sobre la base de tales hechos.

En consecuencia, la Corte rechazó el recurso de casación en el fondo


deducido.
Ficha 47

Corte Suprema, 17 de agosto de 2006, rol Nº 725-05.

Ministros (Cuarta Sala): Urbano Marín V., Jorge Medina C., Rubén
Ballesteros C., Roberto Jacob Ch. y Ricardo Peralta V.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

René Irarrázabal fue despedido por haber faltado los días 26 y 27 de abril
de 2001, incumpliendo sus obligaciones. Su ausencia se debió a que fue
detenido por haber conducido un automóvil en estado de ebriedad, causando
una muerte.

Solicita la demandante

René Irarrázabal dedujo demanda en contra de la Empresa de Transportes


de Pasajeros Metro S.A., a fin de que se declare injustificado su despido y se
condene a la demandada a pagar las prestaciones que indica, más reajustes,
intereses y costas, dado que no habría concurrido a sus labores debido a un
caso fortuito o fuerza mayor, consistente en la privación de libertad por
autoridad competente.

Decisión de primera y segunda instancia

—No existen registros—.

Decisión de la Corte Suprema

El artículo 45 del Código Civil preceptúa "Se llama fuerza mayor o caso
fortuito el imprevisto a que no es posible resistir, como un naufragio, un
terremoto, el apresamiento de enemigos, los actos de autoridad ejercidos por
un funcionario público, etc.". La Corte señaló en el considerando octavo que
el caso fortuito se compone de dos elementos esenciales, a saber, (i) la
imprevisibilidad y (ii) la irresistibilidad, cuya concurrencia se traduce en una
"contingencia no posible de advertir o vislumbrar y a la que no puede
oponerse el agente, es decir, que no puede ser contrariada o rechazada por
éste".

La Corte continuó con el razonamiento indicando que, en la especie, si bien


la prisión preventiva es un hecho irresistible, por cuanto es una orden
emanada de la autoridad, no es factible señalar que es imprevisible. En
efecto, quien lleva a cabo un hecho ilícito (conducir en estado de
ebriedad) puede y debe prever los resultados de esa conducta y la
posibilidad de ser descubierto y privado de libertad. Por ello, no está presente
el requisito de imprevisibilidad, por lo que no concurre el caso fortuito o
fuerza mayor.

La Corte acogió el recurso de casación interpuesto por la demandada,


invalidando la sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago que
confirmó la sentencia de primer grado, que acogió la demanda por despido
injustificado y condenó a la demandada a pagar las indemnizaciones
sustitutiva del aviso previo y por años de servicios, esta última incrementada
en un 20%, feriado legal, proporcional y remuneraciones de cuatro días de
mayo, más reajustes e intereses, imponiendo a cada parte sus costas,
decidiendo, en su lugar, que el despido fue justificado, de manera que se
rechazó el pago de las indemnizaciones referidas.

Ficha 48

Corte Suprema, 17 de agosto de 2006, rol Nº 675-2005.

Ministros (Cuarta Sala): Orlando Álvarez H., Urbano Marín V., Jorge Medina
C., y los abogados integrantes señores Roberto Jacob Ch. y Ricardo Peralta
V.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Trabajadores de la notaría de Chillán de don Guillermo Vega Vargas fueron


despedidos luego del fallecimiento del notario. Al asumir otro, fueron
suscritos nuevos contratos de trabajo con los funcionarios y se dejó
constancia de que, con anterioridad, no existió vínculo alguno entre las
partes.
Solicita la demandante

Trabajadores de la notaría de Chillán de don Guillermo Vega Vargas


dedujeron demanda de indemnización por años de servicios y feriados
legales en contra de la sucesión del Notario, el que solicitó el rechazo de la
demanda alegando que el fallecimiento del empleador de los actores
constituyó un caso fortuito.

Decisión de primera y segunda instancia

Se rechazó la demanda en lo relativo a los años de servicio en primera


instancia, decisión que fue confirmada en el tribunal de alzada.

Decisión de la Corte Suprema

El artículo 45 del Código Civil califica al caso fortuito o fuerza mayor como
el imprevisto a que no es posible resistir. Asimismo, la jurisprudencia y
doctrina relativas a la materia coinciden en que su concurrencia exige tres
requisitos mínimos: (i) que el hecho sea imprevisible; (ii) que sea irresistible;
y, (iii) que no acaezca por un acto propio de quien lo hace valer.

La Corte señaló en los considerandos séptimo y octavo que la


imprevisibilidad es una condición esencial e inseparable del caso fortuito
consistente en que no debió haber existido razón alguna para anticipar su
ocurrencia. En la especie, la imprevisibilidad del evento hace dudoso asimilar
el fallecimiento de una persona a un caso fortuito o fuerza mayor, teniendo en
cuenta que, además, con arreglo a las disposiciones del Libro Tercero del
Código Civil —cuyos artículos 1097 y 1242 el recurrente estima infringidos—,
los herederos, en cuanto asignatarios a título universal, suceden al causante
en todos sus derechos y obligaciones transmisibles y son sus continuadores
para los efectos del ejercicio de unos y el cumplimiento de las otras.

La situación materia de estos autos trata de la existencia de un hecho —el


deceso del empleador— que, por su naturaleza, no puede estimarse
comprendido en el concepto de caso fortuito o fuerza mayor descrito por la
ley y que tampoco configura otra de las causales específicas de terminación
del contrato de trabajo. Pero, una vez que tiene lugar, produce esta
consecuencia, si la sucesión del empleador no puede o no se interesa en
continuar la actividad en cuya ejecución prestan sus servicios los
dependientes contratados por el causante.

A continuación, sostuvo en el considerando décimo que el término de la


relación laboral, en estas circunstancias, no es imputable a los trabajadores,
a menos que a su respecto concurra una causal distinta de extinción del
contrato de trabajo que tenga esta característica. En caso contrario, como
sucede en la especie, cabe concluir que el fallecimiento del empleador pone
fin al vínculo laboral y que, por no corresponder a una causal específica
enumerada en el artículo 159 del Código del Trabajo, debe generar los
efectos que indica este cuerpo legal en su artículo 168, los que, ante la falta
de la persona del empleador, deben ser asumidos por sus herederos como
continuadores de este en su patrimonio, en el que se han radicado esas
obligaciones al momento de producirse el fallecimiento.

Por ello, la Corte estimó en el considerando duodécimo que es forzoso


reconocer al deceso del empleador la índole y consecuencias de un caso
fortuito o fuerza mayor.

En consecuencia, la Corte acogió, sin costas, el recurso de casación en el


fondo deducido por los demandantes, invalidando la sentencia de la Corte de
Apelaciones de Chillán y, en su lugar, condenó a la sucesión de don
Guillermo Vega Varas a pagar por dicho concepto a Teresa Susana
Hinostroza Sepúlveda, la cantidad de $ 2.600.000; a Mauricio Jaque
Gutiérrez, la cantidad de $ 570.000; a Miryam de Lourdes San Martín San
Martín, la cantidad de $ 9.054.450; a Eliana Alarcón Poblete, la cantidad de
$ 3.120.000; a Rossana Alarcón Poblete, la cantidad de $ 1.710.000 y a
María Angélica Orellana Chacón Manuel, la cantidad de $ 11.376.000.

Ficha 49

Corte Suprema, 31 de agosto de 2004, rol Nº 3570-2003.

Ministros (Cuarta Sala): José Luis Pérez Z., Orlando Álvarez H., Urbano
Marín V., Roberto Jacob Ch. y Ricardo Peralta V.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos
La Municipalidad de Osorno no le renovó a Manuel Negrón, taxista, su
permiso de circulación, dado que el Decreto Supremo Nº 212, publicado en el
Diario Oficial el 21 de noviembre de 1992, ordenó sacar de circulación a los
automóviles taxis que tuvieran una antigüedad superior a 18 años. Por ello,
fue despedido por su empleador.

Solicita la demandante

Manuel Negrón dedujo demanda en contra de Virgilio Reyes, a fin de que


se declare arbitrario e ilegal su despido y se condene al demandado a
pagarle la indemnización por años de servicios, con el recargo legal, con
costas. El demandado se excepcionó por caso fortuito o fuerza mayor, a
saber, la concreción de una norma mediante un acto de la autoridad que le
era imprevisible, irresistible e inimputable, que le habría imposibilitado
continuar con el cumplimiento de su obligación.

Decisión de primera y segunda instancia

—No existen registros—.

Decisión de la Corte Suprema

El artículo 45 del Código Civil prescribe "Se llama fuerza mayor o caso
fortuito el imprevisto a que no es posible resistir, como un naufragio, un
terremoto, el apresamiento de enemigos, los actos de autoridad ejercidos por
un funcionario público, etc.". Así, la Corte señaló en el considerando sexto
que el concepto supone la concurrencia de dos requisitos copulativos: (i)
imprevisibilidad e (ii) irresistibilidad.

En la especie, al empleador no solo le era imprevisible e irresistible el


hecho, sino que, además, carecía de otra fuente de trabajo que le permitiese
mantener las condiciones del dependiente. Por ello, se estimó concurrente el
caso fortuito o fuerza mayor.

En consecuencia, la Corte acogió, sin costas, el recurso de casación


deducido por el demandado, invalidando la sentencia dictada por la Corte de
Apelaciones de Valdivia que, acogiendo la demanda, condenó a la
demandada al pago de indemnización por años de servicios, incrementada
en un 20%, con los reajustes e intereses del caso, por haber sido despedido
el actor injustificadamente, declarando, en reemplazo, el rechazo, sin costas,
de la demanda.

Ficha 50

Corte Suprema, 4 de septiembre de 2003, rol Nº 4056-2002.

Ministros (Cuarta Sala): Marcos Libedinsky T., José Benquis C., Orlando
Álvarez H., Urbano Marín V. y Jorge Medina C.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Rodolfo Valenzuela prestaba servicios de vigilancia a Inversiones Errázuriz


Limitada, siendo despedido el 31 de mayo del 2000 por haberse ausentado
en sus labores sin causa justificada. El actor acreditó que faltó debido a que
fue detenido y procesado por el Juzgado del Crimen.

Solicita la demandante

Rodolfo Valenzuela dedujo demanda en contra de Inversiones Errázuriz


Limitada, a fin de que se declare injustificado, indebido, improcedente e ilegal
su despido y se condene a la demandada a pagar las prestaciones que
indica, más reajustes, intereses y costas. Fundó su pretensión en que se vio
impedido de asistir a su trabajo dado un caso fortuito, esto es, la privación de
libertad por autoridad competente.

Decisión de primera y segunda instancia

—No existen registros—.

Decisión de la Corte Suprema

El artículo 45 del Código Civil establece que "Se llama fuerza mayor o caso
fortuito el imprevisto a que no es posible resistir, como un naufragio, un
terremoto, el apresamiento de enemigos, los actos de autoridad ejercidos por
un funcionario público, etc.". Así, la Corte señaló en el considerando octavo
que son elementos de su esencia: (i) la imprevisibilidad del hecho y (ii) su
irresistibilidad, los que, concurriendo, crean una "contingencia no posible de
advertir o vislumbrar y a la que no puede oponerse el agente, que no puede
ser contrariada o rechazada por éste".

En la especie, si bien la privación de libertad por la autoridad competente


es un hecho irresistible, no concurre el requisito de imprevisibilidad puesto
que, quien ejecuta un hecho ilícito puede y debe prever los resultados de su
conducta, a saber, ser eventualmente descubierto y privado de libertad. En
consecuencia, no procediendo el requisito de imprevisibilidad, no es dable
sostener que estamos ante un caso fortuito o fuerza mayor.

La Corte acogió, sin costas, el recurso de casación en el fondo deducido


por el demandado, anulando la sentencia dictada por la Corte de Apelaciones
de Santiago que declaró injustificado el despido del demandante y que
condenó a la demandada al pago de indemnización sustitutiva del aviso
previo y por años de servicios, esta última incrementada en un 20%, con los
reajustes e intereses del caso, declarando, en reemplazo, que solo se
acogen las pretensiones de la demanda relativas a la remuneración del mes
de mayo de 2000 y compensación de feriados legal y proporcional.

Ficha 51

Corte Suprema, 19 de junio de 2003, rol Nº 3725-2002.

Ministros (Cuarta Sala): Marcos Libedinsky T., José Benquis C., Orlando
Álvarez H., Urbano Marín V. y Jorge Medina C.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Patricio Retamal desempeñaba funciones de guardia privado a la sociedad


Preocores Limitada en la planta San Fernando de la empresa Dole Chile.
Dada la extinción del contrato de prestación de servicios entre Preocores y
Dole Chile, Patricio fue despedido.

Solicita la demandante
Patricio Retamal interpuso demanda laboral en contra de la sociedad
Preocores Limitada, a fin de que se declare injustificado el despido de que
fue objeto y se condene al demandado al pago de las sumas que indica, por
los conceptos detallados.

Decisión de primera y segunda instancia

En primera instancia se acogió la demanda solo en cuanto se ordenó pagar


al actor la suma de $ 68.568 por concepto de feriado adeudado,
rechazándola en lo demás.

La Corte de Apelaciones de Rancagua la confirmó, sin modificaciones.

Decisión de la Corte Suprema

Para resolver la cuestión debatida, fue necesario recurrir a la definición de


caso fortuito o fuerza mayor entregada por el artículo 45 del Código Civil,
desde que la causal de terminación del contrato de trabajo del numeral 6º del
artículo 159 del Código del Trabajo se limita a establecerla, mas no entrega
su contenido. El artículo 45 del Código Civil expresa "Se llama fuerza mayor
o caso fortuito el imprevisto a que no es posible resistir, como un naufragio,
un terremoto, el apresamiento de enemigos, los actos de autoridad ejercidos
por un funcionario público, etc.".

Del concepto dado por el legislador, la Corte razonó en el considerando


séptimo que, para estar en presencia de un hecho que pueda subsumirse en
dicho término, es necesaria la concurrencia de tres requisitos: (i) que se trate
de un hecho imprevisto; (ii) irresistible; y, (iii) que no haya sido
desencadenado por el hecho propio del obligado.

La imprevisibilidad del caso fortuito significa que racionalmente no existe


manera de anticipar su ocurrencia o, más precisamente, que se desconozca
con antelación la causa que lo provoca, razón por la cual el afectado no
podrá deducirlo con un cierto grado de seguridad o certeza.

Por otra parte, la "irresistibilidad" significa que quien lo sufre sea incapaz de
evitar su ocurrencia como sucede, como dice el Código, tratándose de un
naufragio, un terremoto, un acto de autoridad.
Finalmente, aunque la ley no lo especifica, el hecho no puede haber sido
provocado por quien lo alega, puesto que ello implicaría exonerarse de
responsabilidad por hecho propio y voluntario.

La Corte sostuvo en el considerando noveno que, en la especie, el


fundamento inmediato del despido del actor se encuentra en el término del
contrato que el empleador mantenía con la empresa Dole Limitada, de
manera que este es el hecho que debió estar revestido de las características
del caso fortuito. Así, correspondía al demandado probar la concurrencia de
los tres requisitos que, como se ha dicho, constituyen los presupuestos sobre
los cuales ha de construirse la razón jurídica invocada para despedir al
trabajador, sin derecho a indemnización.

En la sentencia impugnada se detallaron las pruebas rendidas en autos y


que el sentenciador valoró, arribando a la conclusión que "constituye un
imprevisto difícil de superar el hecho de que la empresa para la que el
demandado prestaba servicios haya decidido, unilateralmente, poner término
al contrato". Así, se habría acreditado la circunstancia de haberse puesto
término a la relación contractual existente entre el empleador y la empresa
Dole Limitada por un acto unilateral de esta última y, por consiguiente, la
inimputabilidad se tuvo por probada.

Sin embargo, a juicio de la Corte la imprevisibilidad no fue acreditada dado


que no se desprende de las pruebas rendidas por la empleadora ni se ha
establecido que se trata de un de un hecho cuya ocurrencia, racionalmente,
no era posible de anticipar o, más precisamente, que fuese desconocida con
antelación la causa que lo provocó, razón por la cual el afectado no podría
haberlo deducirlo con un cierto grado de seguridad o certeza.

La Corte acogió el recurso de casación en el fondo interpuesto por el


demandado, anulando la sentencia de la Corte de Apelaciones de Rancagua
que confirmó, sin modificaciones, la sentencia de primera instancia que
acogió la demanda interpuesta, solo en cuanto por ella se ordenó pagar al
actor la suma de $ 68.568 por concepto de feriado adeudado, rechazándola,
en lo demás. En reemplazo, dio lugar a la demanda, condenando al
demandado al pago de las siguientes prestaciones: $ 137.135 por concepto
de indemnización sustitutiva de aviso previo; $ 411.405 a título de
indemnización por años de servicio, aumentada en 20%; todo reajustado y
con los intereses devengados en la forma establecida por el artículo 173 del
Código Laboral. No se condenó al demandado en costas por no haber sido
totalmente vencido.
6. O

Ficha 52

Corte Suprema, 17 de mayo de 2017, rol Nº 22185-2016.

Ministros (Tercera Sala): Carlos Aránguiz Z., Sergio Muñoz G., Manuel
Antonio Valderrama R., Jorge Lagos G. y Leonor Etcheberry C. Redacción a
cargo del ministro Sergio Muñoz.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Un número de 8.430 personas, identificadas conjuntamente como


"pobladores del sector Valle Nonguén" y "vecinos de la Villa Universitaria", se
vieron afectadas por el desborde de las aguas del río Andalién y del estero
Nonguén, que llegaron hasta los centros poblacionales y entraron a las
casas, inutilizándolas o destruyéndolas por completo.

Solicita la demandante

Los pobladores del sector Valle Nonguén y vecinos de la Villa Universitaria


dedujeron demanda de indemnización de perjuicios en contra del Fisco de
Chile, solicitando que se le condenara al pago de $ 35.000.000 a cada uno
de los demandantes por concepto de daño moral. Se acusó que el Estado no
habría realizado las obras necesarias para favorecer el óptimo escurrimiento
de las aguas del río y estero desbordados. El Fisco se defendió indicando
que fue un caso fortuito.

Decisión de primera y segunda instancia

El 1er Juzgado Civil de Concepción desestimó la demanda en todas sus


partes por cuanto determinó la inexistencia de la relación causal entre la falta
de servicio y el daño sufrido por los actores.
La Corte de Apelaciones de Concepción revocó la sentencia de primera
instancia y, en reemplazo, condenó al Fisco al pago de $ 500.000 para cada
demandante a título de indemnización de perjuicios por concepto de daño
moral.

Decisión de la Corte Suprema

El caso fortuito es una eximente de responsabilidad definida por el Código


Civil en el artículo 45 como "El imprevisto a que no es posible resistir". Por un
lado, es la previsibilidad de un suceso lo que obliga a una persona a adoptar
las medidas de diligencia y cuidado tendientes a evitarlo. Si el hecho dañoso
igual ocurre, no obstante las medidas adoptadas, este suceso permite ser
calificado de imprevisto. Por otra parte, para que sea irresistible es necesario
que las medidas de defensa que efectivamente se implementaron para que
no ocurrieran o minimizaran sus consecuencias, permitan otorgarles tal
entidad y pertinencia, debiendo haber sido medidas útiles, idóneas y
efectivas para evitarlo.

En la especie, la Corte estimó que no es posible considerar al hecho


dañoso como imprevisible puesto que, previamente, habían ocurrido hechos
similares. En consecuencia, siendo previsible, no es dable que sea caso
fortuito.

En el mismo orden de ideas, la Corte expuso en el considerando trigésimo


sexto: "Que cabe determinar, por tanto, la previsibilidad de la magnitud de las
lluvias que cayeron los días 9 a 11 de julio de 2005 sobre el río Andalién y el
estero Nonguén... Pues bien, para el año 2006, aparece un caudal máximo
instantáneo anual de 368,040 metros cúbicos por segundo, cifra que
solamente tiene comparación con aquella registrada el año 2002, donde
aparece un caudal máximo de 366 metros cúbicos por segundo... A pesar de
lo anterior, uno de los reproches que plantea la recurrente es el hecho que,
para el análisis sobre la concurrencia de los requisitos del caso fortuito, no se
tuvo en consideración el hecho de que el día 12 de julio de 2006 se registró
en la estación pluviométrica Andalién un caudal de 459 metros cúbicos por
segundo, valor que se asocia a un periodo de retorno de 150 años. Sin
embargo, el informe de la Dirección General de Aguas ya citado da cuenta
que los caudales del río Andalién en ambas fechas 2002 y 2006 en muy poco
difieren, de manera que es posible desprender que las condiciones relativas
al caudal del río, que motivaron su desborde, se habían dado sólo 5 años
atrás.

A lo anterior se añade el hecho que el deber general de previsión, con el


objeto que no se ocasionen daños de manera recurrente, se sostiene en un
margen mayor y no igual a lo sucedido en periodos anteriores, puesto que
esos niveles son los normales y la circunstancia que se busca evitar es que
también sea útil, idónea y efectiva respecto de sucesos mayores.

De esta forma, no es posible concluir que la crecida que genera los daños
demandados, haya sido imprevisible".

En los considerandos siguientes, la Corte continuó refiriéndose a la


irresistibilidad: "Que, sin perjuicio de lo anterior, si se aceptara tal
planteamiento esto es, que la crecida del año 2002 fue sustancialmente
menor a la del año 2006, razón por la cual esta última tuvo características
que la hicieron imprevisible corresponde analizar si ella era o no irresistible.

En este ámbito, la alegación del Fisco de Chile consiste en que ninguna


obra podría asegurar de manera absoluta que no existirán inundaciones,
pues ellas dependen de un hecho de la naturaleza. En otras palabras, se
excepciona la Administración afirmando que, aun cuando hubiese construido
la totalidad de las obras que exigía el plan maestro, ellas no garantizaban
que no ocurrieran futuros desbordes.

Del examen del plan maestro, aparece que los principales cauces de
Concepción son el río Bío Bío, el río Andalién y el estero Nonguén, sobre los
cuales se concentra el estudio... las obras que debían realizarse para efectos
del cumplimiento de la obligación legal contenida en el artículo 1º de la Ley
Nº 19.525 debían ser aquellas dirigidas precisamente a evitar la ocurrencia
de aquellos eventos que, con la información disponible, ya resultaban
previsibles. Tales trabajos no se verificaron, en tanto el Ministerio de Obras
Públicas reconoce que solamente se ejecutaron medidas mitigatorias de
carácter precario y que, ya en el año 2007 esto es, después de 6 años de
realizado el estudio todavía se estaba a la espera de obras definitivas".

La Corte acogió uno de los recursos de casación en el fondo, revocando la


sentencia impugnada y, en reemplazo, condenó al Fisco al pago de
$ 1.000.000 para 6.630 actores, considerados individualmente, a título de
indemnización de perjuicios por concepto de daño moral.

Ficha 53

Corte Suprema, 27 de diciembre de 2016, rol Nº 20057-2016.

Ministros (Tercera Sala): Carlos Aránguiz Z., Rosa Egnem S., Sergio Muñoz
G., Rafael Gómez B. y Jaime Rodríguez E.

Acción o recurso: Recurso de casación en la forma y en el fondo.

Hechos

Luis Soffia falleció debido al impacto, en su cabeza, de un sauce en el


Camino Los Cristales, Curicó.

Solicita la demandante

María de Jesús Serrano, Álvaro Soffia, Miguel Soffia y Mariana Soffia,


madre y hermanos de la víctima, dedujeron demanda de indemnización de
perjuicios en contra del Fisco de Chile, solicitando que se le condene al pago
de $ 50.000.000 a la primera demandante y de $ 25.000.000 a los restantes
por concepto de daño moral, con intereses y costas. El Fisco se excepcionó
subsidiariamente por caso fortuito.

Decisión de primera y segunda instancia

El 2º Juzgado Civil de Talca acogió íntegramente la demanda.

En contra de la sentencia de primera instancia, la demandada dedujo


recurso de casación en la forma y apelación. La Corte de Apelaciones de
Talca rechazó ambos y confirmó la decisión impugnada.

Decisión de la Corte Suprema

El caso fortuito es el imprevisto a que no es posible resistir. Lo imprevisto


se da cuando no es posible vislumbrar la existencia de un daño con
anterioridad a su ocurrencia, siendo imposible incluso habiéndose adoptado
todas las precauciones para evitarlo o disminuirlo.

La Corte estimó en el considerando noveno que, en la especie, no


concurrió el caso fortuito: "En el presente caso, resultó establecido como un
hecho de la causa que la caída del árbol se debió a su peso y al deterioro
normal por los años de su tronco, de manera que lentamente en el tiempo se
fue inclinando hacia la calzada. Ello se concluye del mérito del informe de la
SIP de Carabineros y se vio refrendado por el testimonio de un testigo que
afirma transitar todos los días por el mismo camino y que se percató que,
dentro de un periodo de 6 meses a un año, el árbol 'se fue inclinando cada
días más, este sauce fue imposibilitando la visión de la vía de sur a norte
porque las ramas fueron bajando a un nivel que estaban a un par de metros
del asfalto (...) las ramas golpeaban el parabrisas del vehículo, era evidente
que este árbol se iba a caer'.

Establecido este hecho, la parte demandada debía acreditar su diligencia,


sin que probara haber realizado actividad alguna tendiente a evitar el riesgo
que generaba la correspondiente inclinación del árbol. En efecto, la prueba
del caso fortuito se traducía, en este caso, a la de la diligencia o cuidado
observados por el agente y a la existencia de acciones concretas para evitar
que la inclinación del árbol produjera daños en quienes transitaban por la vía,
carga que no fue satisfecha en la especie.

En consecuencia, esclarecida la falta de servicio, resulta descartado el


caso fortuito, toda vez que resultó acreditado que una simple inspección
visual del camino evidenciaba el riesgo, lo cual importa que la Dirección de
Vialidad debió proceder a adoptar las medidas que dispone el tantas veces
citado artículo 18 del Decreto con Fuerza de Ley Nº 850, en lugar de justificar
su pasividad en la alegación de no tratarse de un riesgo que afectase a su
competencia, en circunstancias que la mencionada norma lo obligaba a
actuar".

La Corte rechazó el recurso de casación y confirmó la sentencia impugnada


que condenó al Fisco al pago de $ 125.000.000 a título de indemnización de
perjuicios por concepto de daño moral, repartidos entre los actores conforme
al detalle indicado anteriormente.

Ficha 54
Corte Suprema, 19 de noviembre de 2013, rol Nº 2296-2013.

Ministros (Tercera Sala): Alfredo Pfeiffer R., María Eugenia Sandoval G.,
Juan Escobar Z., Arnaldo Gorziglia B. y Guillermo Piedrabuena R. Redacción
a cargo del ministro Alfredo Pfeiffer.

Acción o recurso: Recurso de casación en la forma y en el fondo.

Hechos

El 27 de julio de 2004 Cristián Yuseff fue asesinado mientras se encontraba


al servicio exterior del país como segundo secretario (Cónsul) de la
Embajada de Chile en San José de Costa Rica. A las 15:45 horas, mientras
el fallecido desempeñaba sus labores al interior de la embajada de Chile,
ingresó violentamente a ella el guardia de seguridad pública Orlando Jiménez
Jiménez, dependiente administrativamente del Ministerio de Policía,
Gobernación y Seguridad Pública de Costa Rica y, en concreto, del
Departamento de custodia de embajadas, quien, además de a otros dos
funcionarios, le descerrajó a quemarropa dos tiros de fusil, dejándolo herido y
falleciendo horas después.

Solicita la demandante

Juan Antonio Yuseff Duran, Alicia Elena Marchant del Canto, Vladimir
Antonio Yuseff Marchant, médico y Juan Antonio Yuseff Marchant dedujeron
demanda de indemnización de perjuicios en contra del Fisco de Chile por
falta de servicio al incumplir su obligación de otorgar seguridad a los
funcionarios que se desempeñan en una misión diplomática o consular.
Solicitaron se le condenara al pago de US$ 2.553.324 a título de
indemnización de perjuicios por concepto de lucro cesante; $ 500.000.000
para sus padres por concepto de daño moral; $ 100.000.000 para cada uno y
para sus hermanos por concepto de daño moral. Asimismo, en sus calidades
de herederos, solicitaron la suma de $ 1.000.000.000 por concepto de daño
moral propio a causa y con ocasión del sufrimiento que este padeció.
Finalmente, se solicitó la suma de $ 1.500.000.000 por concepto de daño
moral punitivo.

Decisión de primera y segunda instancia


El 6º Juzgado Civil de Santiago acogió la excepción de caso fortuito
opuesta por el Fisco y rechazó la demanda en todas sus partes.

Los demandantes dedujeron recurso de casación en la forma y apelación.


La Corte de Apelaciones de Santiago rechazó el recurso de casación y,
respecto de la apelación, confirmó la sentencia impugnada en todas sus
partes.

Decisión de la Corte Suprema

El caso fortuito o fuerza mayor es una eximente de responsabilidad que


está definido en el artículo 45 de nuestro Código Civil como el "imprevisto a
que no es posible de resistir".

La Corte señaló en el considerando trigésimo que la responsabilidad


requiere de tres elementos copulativos: (i) un daño; (ii) un hecho dañoso; (iii)
un nexo de causalidad que permita imputar el daño a la conducta del agente.
Asimismo, la doctrina y la jurisprudencia han sido reiterativas en la necesidad
de un vínculo causal. En consecuencia, la imputabilidad necesariamente
debe ser probada para que haya causalidad, siendo la fuerza mayor o caso
fortuito un motivo de exoneración de responsabilidad, la que tiene por
consecuencia la inimputabilidad de un daño determinado a una persona.

En este mismo sentido, la doctrina nacional y comparada reconocen la


existencia de tres elementos del caso fortuito, las que pueden extraerse de
su definición: (i) un hecho externo; (ii) que el hecho sea imprevisible; y, (iii)
que el mismo sea irresistible.

El primer requisito lo definió en el considerando trigésimo primero como


"aquel hecho que no depende del actuar de ninguna de las partes que se
encuentran vinculadas al hecho dañino: no debe ser imputable ni a quien lo
causa ni a quien lo sufre".

Sobre la imprevisibilidad, la Corte expresó en el mismo considerando: "Que


se trate de un hecho imprevisible importará que no resulte posible
contemplarlo con anterioridad a su ocurrencia. Para establecer qué es lo
previsible en cada caso concreto, se requiere analizar las circunstancias
particulares que rodean la actividad en desarrollo de la cual surgió el daño y,
por consiguiente, se deben verificar las previsiones normales que habrían de
exigirse a quien alega la fuerza mayor. Oposición a la imprevisibilidad es
prever, operación intelectual que implica representarse mentalmente como
posible la consecuencia o efecto de una determinada causa.

En la práctica, la imprevisibilidad entendida desde esta perspectiva, haría


realmente difícil configurar un evento como fuerza mayor, pues en estricto
sentido, casi todos los hechos o circunstancias de la vida pueden ser
humanamente imaginados, es decir, hipotéticamente previstos, lo que haría
infructuoso alegar esta causal de exoneración, pues prácticamente nunca se
configuraría como hecho imprevisible. En cada caso concreto se requiere:
a. El referente a su normalidad y frecuencia; b. El atinente a la probabilidad
de su realización; c. El concerniente a su carácter excepcional y sorpresivo".

En el mismo orden de ideas, y citando la tesis doctoral de la profesora


María Gabriela Brantt Zumarán "El Caso Fortuito y su incidencia en el
Derecho de la Responsabilidad Contractual", la Corte señaló, respecto de la
imprevisibilidad, que: "Es necesario contar con un cierto nivel de certeza
acerca de la ocurrencia del hecho, la que debe ser la suficientemente alta
como para excluir las meras eventualidades".

La irresistibilidad fue explicada en el considerando aludido, el que "se


refiere a la imposibilidad objetiva para el sujeto de evitar las consecuencias
derivadas del hecho imprevisto", esto es, que para el agente haya sido
absolutamente imposible evitarlo, no obstante los medios preventivos que
haya empleado para superarlo. También, este elemento se extiende a las
consecuencias del hecho dañoso, es decir, "implica la imposibilidad de
sobreponerse al hecho para eludir sus efectos".

En la especie, la Corte estimó, en el considerando trigésimo segundo,


normal que los guardias contratados para proteger a los diplomáticos
contasen con armas para repeler cualquier posible ataque. Asimismo, se
acreditó que Orlando Jiménez ingresó al lugar con su arma de servicio. En
consecuencia, lo relevante para el caso sub lite fue analizar este hecho
desde la perspectiva del caso fortuito, con el objeto de esclarecer si fue o no
una situación imprevisible, irresistible e inimputable.

Acerca del primer requisito, no lo sometió a mayor análisis en cuanto el


hecho es extraño a la actividad de la víctima y del Ministerio de Relaciones
Exteriores. Posteriormente, consideró acertado el análisis de los tribunales
de instancia de que este constituye un hecho imprevisible, bajo la idea de
que fue un hecho extraordinario y no esperable el que un guardia, que
precisamente estaba encargado de la custodia de la legación, atacase a
quienes debía proteger. Sumado a lo anterior, no existían antecedentes en la
guardia costarricense que hiciese presumible el hecho.

También, la Corte estimó que este fue hecho excepcional y sorpresivo,


señalando que lo contrario implicaría exigir un deber de vigilancia más allá de
lo racional, esto es, imponer a las personas la obligación de responder de
todo atentado. Al respecto, indicó que, en la práctica, "todos los eventos son
esencialmente previsibles en cuanto ellos pueden ser imaginados". Concluyó
que "No es este el sentido en el que debe entenderse la previsibilidad, sino
que se debe atender a las circunstancias específicas que rodean el
acontecimiento, atendiendo a los criterios de normalidad, frecuencia,
probabilidad y excepcionalidad del mismo".

La irresistibilidad la consideró concurrente en el considerando


vigesimotercero en tanto nada pudo hacer el Ministerio de Relaciones
Exteriores para evitar el hecho, incluso con posterioridad, dado que las
personas que estaban al interior de la embajada quedaron a merced del
sujeto.

La Corte desestimó los recursos de casación deducidos, confirmando la


sentencia impugnada que rechazó la demanda.

Ficha 55

Corte Suprema, 17 de octubre de 2013, rol Nº 4416-2012.

Ministros (Tercera Sala): Pedro Pierry A., Guillermo Silva G., Alfredo Pfeiffer
R., y los abogados integrantes señores Jorge Barahona G., y Guillermo
Piedrabuena R. Acordado con el voto en contra del ministro Silva y del
abogado integrante Barahona. Redacción a cargo del señor Piedrabuena y,
de la disidencia, el ministro Silva y el abogado integrante Barahona.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos
Lluvias torrenciales que azotaron a Valparaíso el 20 de mayo de 2003
produjeron un socavón, en el que cayó con posterioridad un bus, hecho que
resultó en el fallecimiento del conductor.

Solicita la demandante

La cónyuge, los hijos y el empleador de la víctima dedujeron demanda de


indemnización de perjuicios en contra de la Municipalidad de Valparaíso, el
Ministerio de Obras Públicas, el Serviu y la empresa de servicios sanitarios
respectivos.

Decisión de primera y segunda instancia

Se rechazó la demanda en primera instancia, decisión que fue confirmada


por la Corte de Apelaciones de Valparaíso en orden a que el fallecimiento de
la víctima se debió a un caso fortuito o fuerza mayor.

Decisión de la Corte Suprema

La Corte estimó en el considerando noveno que, en la especie, no medió


una falta de servicio atribuible a las demandadas; los hechos de que se trata
obedecen a un caso fortuito o fuerza mayor puesto que la fractura del
pavimento y el socavón del terreno tuvieron como causa directa y necesaria
las torrenciales lluvias caídas en la ciudad de Valparaíso el 20 de mayo de
2003 y la acción de terceros que intervinieron ilegalmente en el cauce de
aguas lluvias, conectando tuberías al mismo a fin de evacuar aguas servidas.

El accidente resultó impredecible pues, de acuerdo a la prueba rendida, se


concluye que si no se tenían antecedentes concretos con relación al
acontecimiento de un socavón, no es posible preverlo. Tampoco existían
antecedentes de que, después de pavimentada la calle y antes del accidente,
la vía hubiese presentado algún peligro y que, aun más, fue un hecho
establecido que hasta este último momento se hallaba en normal estado de
mantención, hasta el punto que el difunto estacionaba todos los días el bus
que conducía en el lugar donde se verificó el socavón, de modo que no
resultaba exigible al municipio demandado que colocara letreros o señales de
advertencia relativos al mal estado de la vía.
La Corte rechazó el recurso de casación, confirmando la sentencia
impugnada que rechazó la demanda en contra del Fisco.

Otros

El presente fallo fue acordado con voto dividido con 2 votos en contra. En el
criterio del voto de minoría se debió concluir que la eximente de
responsabilidad de caso fortuito o fuerza mayor que los sentenciadores han
estimado constituida en la especie en realidad no concurrió, pues pesaba
sobre el demandado Ministerio de Obras Públicas la obligación de realizar las
pertinentes faenas de reparación y mantención de las instalaciones del
sistema de evacuación y drenaje de aguas lluvias existente en el lugar de los
hechos. Si este no las ejecutó. Es forzoso concluir que el socavamiento del
terreno materia de autos obedeció no a una situación imprevisible e
irresistible, sino a la negligencia del órgano estatal encargado de conservar
en buenas condiciones el mentado sistema.

En efecto, se indicó en el considerando décimo que no se divisó la


imprevisibilidad propia de esta institución si, como las propias partes lo han
reconocido en el proceso, numerosos vecinos del sector se hallaban
conectados al colector de aguas lluvias para descargar en él sus aguas
servidas y si, más aún, dicha circunstancia era conocida por las autoridades,
quienes no efectuaron las fiscalizaciones necesarias o, al menos, de autos
no consta que así haya ocurrido. Dicha constatación permite descartar
igualmente la característica de la irresistibilidad propia de la eximente
alegada por la demandada.

Ficha 56

Corte Suprema, 12 de junio de 2013, rol Nº 2448-2010.

Ministros (Tercera Sala): Sergio Muñoz G., Pedro Pierry A., María Eugenia
Sandoval G., Arnaldo Gorziglia B. y Alfredo Prieto B.

Acción o recurso: Casación en la forma y en el fondo.

Hechos
El 17 de enero de 2001 un árbol ubicado en la propiedad del demandado
subsidiario cayó sobre la camioneta de Fredy Dennis Brown Stange, lo que
ocasionó la muerte de tres de sus ocupantes, esto en la Carretera Austral.

Solicita la demandante

Enzo Danke de la Harpe, Ingrid Hausdorf Uribe, José Hausdorf Niklitschek,


Frank Brown Bennett, Sylvia Brown Stange, Angélica Aballe Martínez,
Carmen Uribe Mayorga y Andrés Hernández Velásquez, familiares de las
víctimas, dedujeron demanda principal de indemnización de perjuicios por
responsabilidad extracontractual en contra del Fisco de Chile y, en subsidio,
en contra de The Conservation Land Trust, Empresas Verdes LLC Chile, y
Douglas R. Tompkins, solicitando que se les condene a la suma total de
$ 920.000.000 por concepto de daño moral y $ 277.373.800 por concepto de
daño emergente. Los familiares de las víctimas señalaron que el Estado, The
Conservation Land Trust, Empresas Verdes LLC Chile y Douglas R.
Tompkins debieron adoptar las medidas conservativas, de vigilancia y
mantención necesarias para evitar accidentes como el de autos, el que era
prevenible de haberse adoptado las prevenciones indicadas. Estas
excepcionaron, entre otras, caso fortuito en tanto no era previsible la caída
del árbol dado que no presentaba indicios ni evidencias sobre su madurez ni
posible caída (no estaba inclinado, muerto, ni mostraba signos de
descomposición).

Decisión de primera y segunda instancia

—No existen registros de primera instancia—.

Los demandados en subsidio dedujeron recurso de casación en la forma y


apelación en contra de la sentencia de primera instancia. La Corte de
Apelaciones de Puerto Montt rechazó la casación y respecto de la apelación
revocó la sentencia impugnada y, en reemplazo, rechazó la demanda.

Decisión de la Corte Suprema

El caso fortuito está definido en el artículo 45 de nuestro Código Civil como


el "imprevisto a que no es posible de resistir".
La Corte señaló en los considerandos trigésimo y trigésimo primero que
esta institución procede tanto para la responsabilidad contractual como
extracontractual, puesto que nuestra legislación no hace distingo alguno
sobre su procedencia, además de ubicar su definición en el Título Preliminar
del Código Civil, la que establece una regulación general, aplicable a todo su
articulado. Asimismo, uno de los requisitos de la responsabilidad es la
existencia de un nexo causal que permita imputar el hecho dañoso a la
conducta del agente.

En este sentido, el caso fortuito actúa como una causal de exoneración y


defensa respecto de la responsabilidad, esto es, "impide imputar determinado
daño a una persona, haciendo improcedente, en consecuencia, los efectos
que la ley reconoce a dicha declaración", siempre que el caso fortuito sea
"causa única, exclusiva y determinante del daño".

De esta manera, existen tres requisitos que permiten identificar la


existencia de un caso fortuito: (i) que el hecho sea externo, esto es, que no
dependa del actuar de ninguna de las partes vinculadas al hecho dañoso; (ii)
que sea imprevisible, es decir, que no sea posible de contemplar con
anterioridad a su ocurrencia, siendo necesario estudiar las circunstancias del
caso concreto para analizarlo conjuntamente con las previsiones normales
que le son exigibles a quien alega la fuerza mayor.

En relación con la previsibilidad, la Corte expuso en el considerando


trigésimo primero que la previsión se realiza mediante una "operación
intelectual que implica representarse mentalmente como posible la
consecuencia o efecto de una determinada causa". La Corte continúa
señalando que, como todo hecho es mentalmente previsible, lo que tornaría
en fútil esta institución, es que se torna necesario analizarlo bajo tres
estándares diversos "(a) la normalidad y frecuencia del hecho; (b) la
probabilidad de que el hecho se produzca, y; (c) el carácter excepcional y
sorpresivo del hecho".

Finalmente, el hecho debe ser irresistible, lo que implica la imposibilidad


absoluta, objetiva, de evitar el hecho, pese a los medios preventivos que se
hayan adoptado.

La irresistibilidad también se extiende a los efectos del hecho dañoso, o


sea, imposibilidad de sobreponerse al hecho a fin de eludir sus efectos. En la
especie, la Corte estimó que la caída del árbol no se debió a un hecho
culposo de los demandados, en la medida que no existían indicios o signos
que permitiesen concluir que el árbol causaba el riesgo del litigio. En este
sentido, señaló en el considerando trigésimo segundo que "no resulta
atendible pretender un deber de vigilancia más allá de lo exigible, dentro de
un estándar de eficiencia y prudencia de un hombre medio, lo que lleva
necesariamente a que esta Corte no puede atribuir responsabilidad en la
supuesta omisión de vigilancia y de adopción de medidas en una
eventualidad, puesto que si bien los demandados incluso pudieron
representarse la caída de algún árbol en la zona, no por ello necesariamente
era exigido prever las circunstancias en que el infortunio ocurrió".

En el mismo orden de ideas, la Corte sostuvo en el considerando trigésimo


quinto "Que la irresistibilidad se refiere a la conducta del agente frente a un
suceso en vías de ocurrir, inminente, o ya ocurrido, y consiste en defensas
que se oponen al hecho imprevisto tendientes a evitar sus efectos dañosos.
Es la previsibilidad de un suceso lo que obliga a una persona a adoptar las
medidas de diligencia y cuidado tendientes a evitarlo. Si éste hecho dañoso
igual ocurre, no obstante las medidas adoptadas, éste suceso permite ser
calificado de improviso. Sin embargo, para atribuir a tal acontecimiento que
originó daños a un tercero, el carácter de irresistible, es necesario que las
medidas de defensa que se implementaron para que no ocurriera o minimizar
sus consecuencias, sean de tal entidad y pertinentes que sean eficientes,
eficaces y efectivas para evitar el evento dañoso o sus consecuencias. En
este aspecto se mura la calidad, entidad, pertinencia e idoneidad de las
medidas que se dispusieron. Incluso no basta con disponer determinadas
medidas que impidan que se origine un daño, ellas deben ser las adecuadas
para evitarlo".

A su vez, la Corte estimó que el hecho fue imprevisible dado que no era
posible vislumbrar con anterioridad que, en ese momento exacto, en ese
lugar en particular y debido al viento imperante ese día, el árbol se iba a
desprender del suelo y caería sobre sobre un vehículo en movimiento. Así,
también el hecho era irresistible para los dueños y administradores, puesto
que les era imposible conocer que dicho suceso iba a ocurrir, de forma que
obligarlos a impedir un acontecimiento así se traduciría en que se les estaría
obligando a lo imposible.
La Corte desestimó el recurso interpuesto, confirmando la sentencia
impugnada que rechazó la demanda de indemnización de perjuicios.
7. O

Ficha 57

Corte Suprema, 26 de febrero de 2018, rol Nº 37434-2017.

Ministros (Tercera Sala): Carlos Künsemüller L., María Eugenia Sandoval G.,
Carlos Cerda F., y los abogados integrantes Álvaro Quintanilla P. y Jorge
Lagos G. Acordado con prevenciones del ministro Cerda F. Redacción a
cargo de la ministra Sandoval, y las prevenciones de su autor.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Nilda Norma Flores Castañeda era trabajadora de la empresa Paisajismo


Cordillera S.A., desempeñándose en la labor de barrido de calles. Por su
parte, Paisajismo Cordillera S.A., era concesionaria del servicio de limpieza y
barrido de calles de la ciudad de Antofagasta.

Mientras la trabajadora cumplía su labor de barrido en la vereda, un


conductor en estado de ebriedad no respetó la luz roja del semáforo,
colisionó con un taxi colectivo, siendo su vehículo expulsado a la vereda,
lugar donde arrolló a la trabajadora antes individualizada, causándole la
muerte. Se demandó sobre la base de la responsabilidad del empleador de
velar por la seguridad de sus trabajadores. La demandada dedujo excepción
de caso fortuito.

Solicita la demandante

Familiares de la víctima dedujeron demanda de indemnización de perjuicios


en contra Paisajismo Cordillera y la Municipalidad de Antofagasta. Solicitaron
se les condenara solidariamente al pago de $ 50.000.000 a cada uno de los 5
hijos de la víctima a título de indemnización de perjuicios por concepto de
daño moral.
Decisión de primera y segunda instancia

El 3er Juzgado de Letras de Antofagasta rechazó la demanda en todas sus


partes.

Los demandantes dedujeron recurso de apelación. La Corte de


Apelaciones de Antofagasta confirmó la decisión recurrida.

Decisión de la Corte Suprema

El artículo 5º de la Ley Nº 16.744 señala que se entiende por accidente del


trabajo toda lesión que una persona sufra a causa o con ocasión del trabajo,
y que le produzca incapacidad o muerte. Establece su inciso final,
"Exceptuándose los accidentes debidos a fuerza mayor extraña que no
tengan relación alguna con el trabajo y los producidos intencionalmente por
la víctima".

El examen de los requisitos del caso fortuito, en especial el relativo a la


imprevisibilidad, debe realizarse con posterioridad al análisis sobre
concurrencia de la culpa civil, que supone a su vez la previsibilidad sobre las
consecuencias dañosas del hecho. En efecto, aun cuando pudieren no
concurrir los supuestos del caso fortuito, podría descartarse la
responsabilidad cuando falte alguno de los requisitos de esta. En este
sentido la Corte sostuvo en el considerando undécimo de la sentencia: "Más
allá de que el sentenciador de segunda instancia señalara que la
circunstancia de que un vehículo motorizado conducido por un tercero en
estado de ebriedad, luego de un choque se proyectara sobre la vereda
causando la muerte de la trabajadora en virtud del impacto, constituye un
caso fortuito para el empleador, las condiciones en que se produce el
accidente determinan la ausencia de reproche a este, pues no puede
olvidarse que la culpa supone la previsibilidad de las consecuencias dañosas
del hecho, concepto normativo que debe apreciarse en abstracto y que se
relaciona con el resultado normal, esperable en el desarrollo de determinada
actividad.

Así, no puede exigirse que un empleador adopte medidas extraordinarias


para el barrido de una vereda, en relación al tránsito de los vehículos, toda
vez que aquellos deben circular por las calles, por lo que no se puede
requerir que el empleador adopte medidas de seguridad incluso para
enfrentar la circulación antirreglamentaria de los vehículos motorizados,
menos aún que recabe medidas para enfrentar delitos cometidos por terceros
manejando en estado de ebriedad pues aquello en nada se relaciona con el
desempeño de las funciones de la trabajadora... cualquier interpretación en
contrario a la establecida en el fallo impugnado implicaría reconocer que se
está ante un caso de responsabilidad estricta, pues haría responsable al
empleador de todos los accidentes que se produzcan en el lugar que se
ejercen las labores, aun cuando éste sea un espacio público y con
independencia de las medidas de seguridad que se adopten, requiriendo
incluso medidas para enfrentar cuestiones tan imprevisibles como la que
origina los presentes autos, cuestión que es improcedente, puesto que, como
es sabido, por ser excepcional, tal responsabilidad estricta necesita
consagración legal expresa, lo que no ocurre en la especie".

La Corte rechazó el recurso y confirmó la sentencia impugnada que


rechazó la demanda.

Ficha 58

Corte Suprema, 3 de octubre de 2017, rol Nº 18167-2017.

Ministros (Tercera Sala): Rosa Egnem S., María Eugenia Sandoval G., Carlos
Aránguiz Z., Manuel Valderrama R., y el abogado integrante Arturo Prado
P. Redacción a cargo del ministro Valderrama.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

La Ilustre Municipalidad de Antofagasta fue multada por la autoridad


sanitaria con ocasión de la realización de un sumario administrativo a las
instalaciones del Vertedero Municipal, recinto que se encontraba funcionando
pese a haberse vencido el plazo de cierre definitivo dispuesto por el Seremi
de Salud.

Solicita la demandante

La Municipalidad sancionada interpuso reclamación contra la multa que se


le impuso excepcionándose en que el vertedero continuó operando debido a
razones de fuerza mayor y, en definitiva, solicitó se dejara sin efecto la
sanción.

Decisión de primera y segunda instancia

El 3º Juzgado de Letras de Antofagasta rechazó la reclamación deducida


por la Municipalidad.

La reclamante interpuso recurso de casación en la forma y apelación. La


Corte de Apelaciones de Antofagasta rechazó la casación y respecto de la
apelación confirmó la sentencia recurrida.

Decisión de la Corte Suprema

La doctrina tanto nacional como comparada reconoce tres elementos


indicadores del caso fortuito y los hacen parte de su definición: (i) es un
hecho externo; (ii) es un hecho imprevisible; y, (iii) es un hecho irresistible.

El primer requisito implica la exigencia de un hecho que no depende del


actuar de ninguna de las partes que se encuentran vinculadas al hecho
dañino: no debe ser imputable ni a quien lo causa ni a quien lo sufre.

La segunda exigencia importa que sea un hecho que no resulte posible


contemplarlo con anterioridad a su ocurrencia. Para establecer qué es lo
previsible en cada caso concreto, se requiere analizar las circunstancias
particulares que rodean la actividad en desarrollo de la cual surgió el daño y,
por consiguiente, se deben verificar las previsiones normales que habrían de
exigirse a quien alega la fuerza mayor. La imprevisibilidad implica que en
condiciones normales haya sido imposible para el agente precaverse contra
él.

Finalmente, el considerando vigésimo segundo señala que la exigencia de


ser un hecho irresistible, se refiere a la imposibilidad objetiva para el sujeto
de evitar las consecuencias derivadas del hecho imprevisto. Consiste en que
haya sido absolutamente imposible evitar el hecho o suceso aludido, no
obstante, los medios de defensa empleados para superarlo. También implica
la imposibilidad de sobreponerse al hecho para eludir sus efectos.

Al respecto, el considerando undécimo de la sentencia sostuvo que:


"Asentado lo anterior, se debe ser enfático en señalar que aun cuando esta
Corte aceptara que se encuentran acreditadas todas aquellas circunstancias
alegadas por la recurrente como base para configurar la eximente de
responsabilidad, igualmente ésta no podría prosperar, toda vez que en la
especie no se verifica ninguna de las exigencias descritas previamente, pues
la falta de un terreno alternativo para la disposición de residuos es atribuible
a la Municipalidad, en tanto es el referido ente edilicio el que debió prever
con anterioridad a la fecha de cierre del vertedero municipal distintas
alternativas para dar cumplimiento a la Resolución que disponía el cierre
definitivo. En este aspecto, se constata que aun cuando la recurrente se
esfuerza en atribuir el hecho que origina el incumplimiento a una empresa
externa y a la Intendencia Regional, lo cierto es que es su falta de diligencia
la que determina que las decisiones de terceros afecten el programa que ella
tenía trazado.

En este mismo orden de consideraciones, los hechos alegados, no pueden


ser considerados como imprevisibles, pues la Municipalidad debió
contemplar la posibilidad que aquellos pudieran ocurrir, manejando otras
alternativas para cumplir las exigencias sanitarias.

Finalmente, en relación a la irresistibilidad, se debe precisar que es la


decisión de no decidir a tiempo invertir en los términos propuestos por la
empresa, buscando recursos propios, lo que generó la situación de
incumplimiento, razón por la que no se puede establecer que exista una
imposibilidad objetiva de cumplimiento".

La Corte rechazó el recurso de casación en contra de la sentencia


impugnada que confirmó el fallo de primer grado que, a su vez, rechazó el
reclamo interpuesto por la Municipalidad de Antofagasta a la resolución que
le impuso una multa de 1.000 U.T.M.

Ficha 59

Corte Suprema, 19 de enero de 2015, rol Nº 7215-2014.

Ministros (Primera Sala): Juan Fuentes B., Rosa María Maggi D., Nibaldo
Segura P., Patricio Valdés A. y Jorge Lagos G. Redacción a cargo del
ministro Lagos.

Acción o recurso: Recurso de casación en la forma.


Hechos

El 23 de noviembre del año 2006, falleció en el Hospital Clínico de la


Pontificia Universidad Católica de Chile doña Vivian Neut Bocaz, quien a esa
fecha tenía 63 años de edad, a causa de una hemorragia pulmonar masiva.

El día del fallecimiento la paciente ingresó a la Clínica de la Universidad


Católica a raíz de un cuadro denominado púrpura trombótica
trombocitopénia, el que, según diagnóstico realizado en dicha clínica,
requería la realización de urgencia de una plasmaféresis. No obstante, en la
sede de San Carlos de Apoquindo no tenían la máquina para efectuar la
plasmaféresis, a raíz de lo cual fue derivada. Las demoras y negligencia le
habrían ocasionado la muerte.

Solicita la demandante

María Fernanda, Carla, Vivián, todas de apellido Vidal Neut y Jaime Vidal,
dedujeron demanda de indemnización de perjuicios en contra del Hospital
Clínico de la Pontificia Universidad Católica de Chile, solicitando que fuese
condenado a una indemnización de perjuicios por la suma de $ 800.000.000
por concepto de daño moral. Además, demandó la suma de $ 4.300.000 por
concepto de daño emergente.

Decisión de primera y segunda instancia

El tribunal de primera instancia acogió la demanda solo en cuanto condenó


a la demandada al pago de $ 4.300.000 por concepto de daño emergente y a
$ 800.000.000 por concepto de daño moral solo en beneficio de María
Fernanda, Carla y Vivián.

La Corte de Apelaciones de Santiago, conociendo de los recursos de


casación en la forma y apelación, rechazó el primero y confirmó la sentencia
recurrida respecto del segundo.

Decisión de la Corte Suprema

La Corte determinó, en el considerando decimotercero, al caso fortuito o


fuerza mayor como "(...) aquella circunstancia que no es posible prever o
que, de haber sido prevista, no es posible evitar. Los caracteres esenciales
del caso fortuito (casus) son dos: 1) la imprevisibilidad, o sea un hecho o
evento imprevisto, ajeno a la voluntad del obligado, que sale de lo normal, un
acontecimiento extraordinario, y que no es imputable, no se trata de un deber
'ilimitado de prever' y la medida de la previsión estará dada por la materia de
la obligación, y 2) la inevitabilidad, es decir, la imposibilidad de evitarlo, que
es, en realidad, la condición esencial. Cumplidas o demostradas estas dos
condiciones el 'casus' constituye eximente de responsabilidad (Arturo
Yungano y otros, obra citada, p. 170)".

A continuación, la Corte citó el artículo 41 de la Ley Nº 19.966, el que


señala que el médico no es responsable de los imprevistos irresistibles,
según el estado de los conocimientos de la ciencia o de la técnica existente
en el momento de producirse aquellos. A su vez, cita el artículo 1547 del
Código Civil, el que indica que la prueba de la diligencia incumbe a quien ha
debido emplearla; del caso fortuito, a quien lo alega. Lo anterior es relevante
para efectos de determinar la carga de la prueba. En este sentido, el tribunal
consideró que la culpa contractual se presume, de manera que al acreedor le
basta con haber acreditado la existencia de una obligación contractual,
siendo carga del deudor probar (i) su diligencia o (ii) el caso fortuito eximente
de responsabilidad.

Por su parte, será carga de la víctima probar la existencia de un daño. Así,


"corresponde a los demandantes probar que el paciente no habría sufrido el
daño si el personal médico hubiese actuado con diligencia; a la inversa,
corresponderá al médico la prueba de que el daño de igual modo se habría
producido en la hipótesis de haber actuado de acuerdo a la lex artis ad hoc".

La Corte acogió el recurso de casación deducido dado que se habría


acreditado la diligencia del hospital y, en reemplazo, rechazó la demanda, sin
costas.

Ficha 60

Corte Suprema, 29 de mayo de 2012, rol Nº 217-2010.

Ministros (Cuarta Sala): Patricio Valdés A., Gabriel Pérez P., Guillermo Silva
G., Rosa Egnem S., y Juan Fuentes B. Redacción a cargo del ministro
Fuentes.
Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

El dueño del Fundo La Greda construyó un embalse, sin la autorización de


la Dirección General de Aguas, cuya parte oeste se rompió luego de que el
27 de junio de 2005 lloviera cuantiosamente, aumentando en gran cantidad el
caudal de los canales que desembocaban en el embalse. Lo anterior,
además de que se no efectuaron oportunamente las acciones de vigilancia y
mantención del embalse, causó la inundación del predio del demandante.

Solicita la demandante

La demandante exigió indemnización de perjuicios y solicitó se reservara su


derecho a discutir la especie y montos en la etapa de ejecución.

Decisión de primera y segunda instancia

El Juzgado de Letras de Yungay acogió la demanda de indemnización de


perjuicios y reservó a los demandantes el derecho a discutir la especie y
montos en la etapa de ejecución.

La Corte de Apelaciones de Chillán revocó la sentencia apelada y, en


reemplazo, rechazó la demanda.

Decisión de la Corte Suprema

La Corte dispuso en el considerando séptimo que: "Ante los hechos


inamoviblemente establecidos, corresponde realizar la atribución normativa
de los mismos en las disposiciones contenidas en los artículos 2314 y 2319
del Código Civil, como lo alega el recurrente, sin que pudiera estimarse
concurrente caso fortuito alguno en la circunstancia de exceso de agua
caída, en una zona lluviosa por naturaleza, pues sin duda que someterse a
las imposiciones establecidas por la ley para los efectos de una construcción
como la discutida en autos, se orienta, precisamente, a evitar resultados
perniciosos como el que se estudia y cuya omisión genera, necesariamente,
la responsabilidad reclamada por los demandantes por parte de los
demandados".
La Corte acogió el recurso de casación y, en reemplazo, confirmó la
sentencia de primera instancia que acogió la demanda de indemnización de
perjuicios y reservó a los demandantes el derecho a discutir la especie y
montos en la etapa de ejecución.

Ficha 61

Corte Suprema, 2 de mayo de 1963253.

Ministros: Pedro Silva F., Manuel Montero M., Julio Espinosa A., Ramiro
Méndez B., Víctor Ortiz C., Darío Benavente G. y Leopoldo Ortega N.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Manuel Riquelme dedujo demanda en contra de la Empresa de los


Ferrocarriles del Estado, solicitando que se le indemnicen los perjuicios
sufridos dada la pérdida de mercaderías, las que estaban siendo
transportadas cuando la llanta de una rueda se rompió, causando su pérdida.

Decisión de primera y segunda instancia

—No existen registros—,

Decisión de la Corte Suprema

El caso fortuito o fuerza mayor es el imprevisto a que no es posible resistir.


En concreto "supone un acontecimiento imprevisible o irresistible, esto es,
cuando no hay ninguna razón especial para creer en su realización y cuando
no es posible evitar sus consecuencias".

Asimismo, en el caso fortuito deben concurrir dichos elementos en sí


mismo, lo que implica que "ni el agente ni ninguna otra persona colocada en
las mismas circunstancias de tiempo y lugar, habrían podido precaverlo o
resistirlo". En la realización de este análisis, se deben considerar la
naturaleza del hecho y las circunstancias que lo rodean.
En la especie, se acreditó que el hecho pudo preverse y evitarse si se
incurría en un gasto mayor, lo que priva al hecho de su carácter de
imprevisible. Por estas razones, se rechazó el recurso de casación
interpuesto, con costas al recurrente (demandado) y al abogado que aceptó
su patrocinio.

Ficha 62

Corte Suprema, 30 de junio de 1915254.

Ministros: Castillo Vicuña E., Carlos Varas, Fóster Recabarren E., Darío
Benavente, J. Agustín Rojas, Ricardo Reyes S., y José Marín.

Acción o recurso: Recurso de casación en el fondo.

Hechos

Doña Escolástica Núñez dedujo demanda en contra de la Compañía de


Tranvías Eléctricos de Valparaíso dado que, el 26 de abril de 1908, dos
tranvías chocaron mientras la actora iba como pasajera, lo que produjo la
dislocación de su pierna y otras lesiones, imposibilitándola para moverse.

Solicita la demandante

La demandante solicitó que se condenara a la demandada al pago de los


perjuicios y sufridos, por concepto de daño emergente y lucro cesante. La
demandada indicó que la actora no acreditó su negligencia, siendo su carga
por cuanto esta no se presume.

Decisión de primera y segunda instancia

—No existen registros—.

Decisión de la Corte Suprema

El artículo 1547 establece que la prueba de la diligencia o cuidado


corresponde al que ha debido emplearlos; la del caso fortuito, a quien lo
alega. Asimismo, el artículo 1698 señala que la prueba de la existencia o
extinción de una obligación incumbe al que alega aquellas o estas. En
consecuencia, de producirse durante un viaje un accidente como el de sub
lite, entonces será carga de la empresa acreditar el hecho de que,
jurídicamente, la exima de culpabilidad, probando su diligencia, tal como un
caso fortuito.

El tribunal acogió el recurso de casación en el fondo deducido por la


recurrente, invalidando la sentencia de la Corte de Apelaciones de Valparaíso
que confirmó, sin costas, la sentencia de primera instancia que, dada la
prueba rendida, no puede establecerse la responsabilidad de la Empresa. En
reemplazo, declaró que se da lugar a la demanda y que la Empresa de
Tranvías Eléctricos de Valparaíso debe pagar a doña Escolástica Núñez la
suma de $ 3.000 por concepto de daño emergente.

253Corte Suprema, 2 de mayo de 1963, RDJ, T. 60, sec. 1ª, p. 59.

254Corte Suprema, 30 de junio de 1915, RDJ, T. 12, sec. 1ª, p. 110.


Í

Los números reenvían a los párrafos:

Apreciación in abstracto 33, 34, 35, 36, 64, 65,66, 68, 73, 91

Apreciación in concreto 37, 38, 39, 40, 77

Caso fortuito, definición en el Código Civil Francés 47, 48

Caso fortuito, fuentes del derecho 42, 51

Caso fortuito, noción legal 48, 49, 50

Culpa 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 64, 65,66, 68, 73, 77, 91

Diligencia debida 23, 24, 27, 68

Diligencia, noción legal 29, 30, 31, 32

Efectos 50, 121, 122, 123, 124, 129, 130

Estallido social de 19 de octubre de 2019, 81, 104

Externalidad 108, 110, 113, 114

Externalidad, origen 109

Externalidad, posición nacional 111, 112, 113, 114


Frecuencia 76, 78, 81, 82

Fuerza mayor y caso fortuito, sinonimia 45, 46, 47

Funciones del caso fortuito 20, 21, 22

Imprevisibilidad, aproximaciones 58, 59, 60, 61, 62

Imprevisión 71, 72

Inevitabilidad 93, 94, 95,

Irresistibilidad 84, 85, 106

Irresistibilidad, componentes 98, 104, 106

Irresistibilidad, aproximaciones 86, 87, 88, 89, 90

Ley General de Urbanismo y Construcciones 25, 26

Método de apreciación de la imprevisibilidad 63, 64, 65, 66, 68,


73

Método de apreciación de la irresistibilidad 91, 92

Momento de apreciación de la imprevisibilidad 83, 107

Norma técnica 26,

Período de retorno 78

Previsibilidad 35, 36, 78, 79

Probabilidad 70, 74, 75, 76, 80

Probabilidad, grados 78, 81


Prueba 115, 116, 117, 118, 119, 120

Obligaciones de medio y resultado 126, 127, 128

Régimen contractual 18, 50, 123, 125, 126, 129

Régimen general y supletorio 19

Reforma de contratos en Francia 52, 105

Regulaciones del caso fortuito 17, 18, 19

Requisitos de procedencia, enumeración 53, 54, 55

Suministro eléctrico 80

Terremoto 25, 49, 78, 79, 99

Tsunami 27, 78, 79, 104


B

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