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En efecto, la gran sensibilidad que traducen los poemas de aquél libro primero ha
encontrado en
estas frases de cada día rma nueva forma de expresión, en la que no están ausentes
los elementos
principales que se presentan a nuestros ojos a la hora de contemplar el universo
que nos rodea:
reflexión, juicio, temor, fascinación, magia, dolor, duda, impacto y -desde luego,
y
principalmente- poesía: "Cuida el árbol de la vida para que no te dé leña, sino que
te regale
flores”"
"¡Qué hermoso es creer y compartir todo lo que nos gustaría que fuera cierto!".
Y no podría ser de otro modo, ya que Hugo Krauss escribe siempre desde esa cima
del espírini que
es la poesía. Por ello, su prosa es también una prosa poéfica, que la hace muy
atractiva y muy
hermosa: "Semilla plantada en tierra fértil es aurora al despertar, para regalo del
alma". "El amor
es una permanente risa que solo el amor reconoce, porque sabe que es amor".
Del anhelo de comunicarse con sus más cercanos, brotaron estas proposiciones
cotidianas que
-durante un aito completo- condujeron al autor a plasmar sus sentimientos en
medio de sus
múltiples afanes, sus seguridades y sus incertezas, sus sueño9 y nostalgias de
media tarde,
ingredientes tan propios del hombre y la mujer que pueblan la tierra: ‘La luz que
envuelve la
felicidad de una mujer es el reflejo del brillo de sus ojos. Ámala y conocerás su
alma". "El
hombre, en su crecimiento, debe enriquecer su sabiduría para que en su
envejecimiento perdure su
luz y dije buena sombra".
En esta última frase, Hugo nos propone una tarea que cumplir, un desafío que
honrar, un compromiso
que asumir, de la misma manera como un corredor traspasa el testimonio al relevo
siguiente,
abandonando él mismo la carrera, pero proyectándose - con idéntica ilusión- en
esas nuevas manos
que continuarán la marcha, más frescas, más ágiles, más fuertes.
Cuando aquello se haoe con tinura, con ritmo, y con inspirada inusicalidad, el
resultado son obras
como esta "Natumleza estrellada" -del destacado empresario Hugo Krauss- apenas
publicada en un
círculo breve, pero que habni de expandirse velozmente, dada la particular belleza
de su contenido.
Vibm en sus líneas el amor a la vida, corno lo confiesa el mismo autor cuando
presenta la obra: "He
querido compartir mis poemas con personas sencillas, enamoradas de la vida".
Se trata -entonces- de una madre, de una novia, de una f]or, de un paisaje del
campo, o de un cielo
estrellado. Todos -por igual- amores traducidos desde la genialidad de la palabra
escrita, para
suscitar en quien lee sentimientos, deseos y recuerdos de profunda huella.
Merecen ser disfrutados "a fuego lento", para así poder recibir de ellos toda la
hondura de su
lindo vuelo.