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Presentación editorial
Para mi recorrer solo los caminos que tienen corazón, cualquier camino que
tenga corazón. Por ahí yo recorro y la única prueba que vale es atravesar todo
su largo. Y por ahí yo recorro mirando, mirando, sin aliento
Don Juan Matus
UNA PINTA AL POETA CHITUGUI
Alejandro fue para nosotros un poeta conversador, alguien que dialogaba con
los animales —en especial chituguí, con quien mantenía siempre una relación
de complicidad— y con la naturaleza toda, incluyendo lo sobrenatural.
Como poeta era como Jorge Ishizawa define el ser montaraz en los andes
peruanos. “Autentica libertad de espíritu, es estar atento y en permanente
conversación con el lugar y las circunstancias, lo que exige una particular
disciplina, la de purgar y dietar para prepararse a ser uno con el monte. Es la
apertura de los sentidos a la circunstancia para encontrarse en permanente
sintonía y capacidad para conversar. Es una actitud que lleva a un saber
comprometido con el sabor, el olor, el tacto del lugar, de sus residentes y a
una relación de básica entrega. Es un saber que lleva a una relación cordial
también con la muerte”.
De igual manera nos nutrió mucho el aprendizaje del sueño zapatista y con
los amig@s que nos coalicionamos en la Universidad de la Tierra en Oaxaca
(Unitierra), con los cuales pasamos días y noches recreando y animando el
reencuentro con nuestra cultura.
Nos ayuda junto a sus otros cómplices, a pintar el cielo para no subordinar el
mithos (creencias) al logos (razón), como bien dice Pannikar “uno de los
puentes para el diálogo entre culturas es la poesía”.
Actualmente los saberes locales están amenazados por el auge del desarrollo
industrial y tecnológico, el México imaginario y su modelo, la modernidad.
Ya se fue Lucia Zenteno y se llevo el río que recreara Alejandro, ¿qué diría ella
al ver que con el desarrollo impera la contaminación de nuestros ríos y el
menosprecio a nuestras costumbres y tradiciones?
Esta edición intenta al adentrarse al mundo que recreo, nos permita construir
con trocitos de papel un puente entre el mundo oral y el textual, para
reconocernos en la diferencia, regenerar nuestra cultura y por ende nuestra
Madre Tierra y los espíritus que en ella habitan.
Bibaani A.C.
Editorial Lucia Zenteno
Universidad de la Tierra
Colectivo Lo13
Responsable de la presentación: Rubén Valencia Núñez
Agosto de 2005
Cd. Ixtepec, Oaxaca
Tomado de Una pinta al cielo, Compilación,
LA NATURALEZA PROFUNDA
DE ALEJANDRO CRUZ
Como todo artista del verbo que se precie de serlo, Alejandro expresaba de
manera oral y escrita sus pertenencias e identidades. Antes que nada
istmeño, su forma de ser humano era profundamente zapoteca.
Por ello su literatura dejaba fluir con gran riqueza expresiva su percepción de
la naturaleza y de la sociedad. Una naturaleza que vivía y gozaba como joven
zapoteco, de la que formaba parte concientemente compartiendo su ancestral
sentido complejo: la naturaleza madre criando a sus hijos naturales y
sobrenaturales, enlazando las historias humanas —crueles y festivas— con las
interminables secuencias de hechos explicables solamente por una razón
amplia que entiende la presencia transmundana en la convivencia cotidiana.
Cuando le daba forma a sus esperanzas, Alejandro Cruz hacía brotar desde lo
hondo sus sensaciones. No era superficial, Siendo un zapoteco creador,
encontraba hasta en lo banal un conjunto de lazos que lo conectaban con el
sentido complejo de lo vivo, aprendido en la vida sencilla de su familia, en la
simpleza del trabajo político, en la llaneza del manejo de una técnica –la
escritura en español– que llegó a manejar con la maestría que sólo alcanzan
los juglares comprometidos con los suyos.
Corría la época de los setentas cuando la mano invisible del destino nos puso
frente a frente a Alejandro y a mí. Fue en los tiempos de la secundaria,
cuando se usaban pantalones patas de elefante, zapatos de tacones altos y la
cabellera larga; en la radio se escuchaban canciones de los grupos como Los
Terrícolas, Los Ángeles Negros, La Tropa Loca, entre otros, a la par que nos
emocionaba las baladas de Leo Dan, Roberto Carlos, Roberto Jordán, Camilo
Sesto y tantos cantantes de aquellos días. La existencia tenía un sabor a sal y
a tortas de crema, ya que el receso se aprovechaba para formar dos bandos y
disputarnos la inevitable cascarita de fútbol, lo que nos hacía sudar de
manera salvaje, por lo que antes del toque del timbre para reanudar las clases
comprábamos las tortas para devorarlas, comentando entre risas lo
anecdótico del momento. Fue en esa época el descubrimiento de mi pasión
por la literatura, mi inclinación íntima por la poesía, la cual compartía con él,
que en estas lides me llevaba muchos pasos. Era un placer hablar de algunos
poemas contenidos en los libros de texto de Español en la autoría de Amado
Nervo, Enrique González Martínez, Dante Alighieri y el célebre madrigal de
Gutierre de Cetina: “Ojos negros”.
En los ochentas, la Casa de la Cultura de Juchitán fue una vagina al viento que
recibió con entusiasmo a los poetas, pintores y diversos creadores del Istmo
con una visión de compartir el pan y la cerveza; eran los días de poner a dorar
el corazón en el horno de la realidad y descubrir, como dijera el poeta Mario
Benedetti, que la primavera tenía una esquina rota, que el dolor de los
pueblos oprimidos exigía un arte de protesta y de propuesta. Allí estuvimos
varios poetas, entre consagrados e incipientes, deletreando el alfabeto de los
sentimientos, madurando las espigas de los sueños de edificar un mundo
donde las mujeres y los hombres tuvieran rostros, pensando siempre
apuntalar con nuestras palabras el techo de un nuevo amanecer de la
humanidad. Fue en ese ambiente donde la figura poética de Alejandro se
distinguió por la intensidad pasional y novedad temática de sus versos.
Hombre de su siglo, vivió el ritmo galopante del rock en sus metáforas
urbanas, descubrió el erotismo y la ironía leyendo a poetas como Whitman,
Sabines, Neruda, Catulo y al amado cocodrilo Efraín Huerta.
A dieciocho años de su artero crimen, hoy más que nunca su presencia nos
alumbra como un sol veraniego y nos hace sentir que la existencia es bella si
tiene un sentido propositivo, si se amanece con la ilusión de luchar codo a
codo por reinventar la justicia y la libertad. Alejandro era tan optimista, que
de estar presente físicamente entre nosotros, no se conformaría con sólo
hacer una pinta al cielo, sino que con su inteligencia y habilidad de ladrillero y
poeta estaría pensando cómo hacer un muro en la atmósfera terrestre para
tapar el hueco en la capa de ozono.
Alejandro fue asesinado por su intensa labor dentro de las filas de la COCEI.
Lo mataron precisamente el día en que el poeta logró la firma de un convenio
de excavación de pozos de agua que estarían al servicio de los campesinos y,
claro, en franca oposición con los caciques conocidísimos de Ixtepec. Su
muerte fue perpetrada con la anuencia de las autoridades y es un intento de
descabezar a la COCEI fuera de Juchitán.
Alejandro nos ha enseñado una vez más que la poesía debe estar al servicio
de la condición estética del hombre, pero también al servicio de la lucha por la
liberación física del hombre mismo. Ese es el papel de la literatura en aras de
los derechos más elementales del ser humano. Alejandro cuán heroica ha sido
tu muerte. ¡Te envidiamos! Porque ya perteneces a la historia. No nos dejes
solos, hermano.
Macario Matus
Octubre 1987
Tomado del libro Poesía ultima
Primera edición 1989
Tomado de Una pinta al cielo, Compilación, Pag.69
Por el año de 1960, en el mes de agosto, cuando las lluvias son parte
importante del paisaje de la Ciudad de Ixtepec, Oax., nacía Alejandro Cruz,
hijo de Miguel Cruz y Gabriela Martínez; quien fue ayudada a parir por la
comadrona del pueblo.
Para 1977 ingresa a la Escuela Normal del Istmo, y a la par de eso, comienza
a involucrarse en los movimientos obre o y campesino de su pueblo; aparece
su primera revista literaria con un círculo de estudiantes normalistas, publica
en el periódico “El normalista” su poema EL CRISTO NEGRO bajo el
seudónimo de JOE KENT; gana una beca para sistir a un taller de poesía en el
INBA donde conoce a David Huerta, Tito Monterroso, David Ojeda, Gustavo
Sainz, entre otros.
EL TOLEDO DE LA POESÍA:
ASI ERA LLAMADO ALEJANDRO CRUZ
Pero, dice Manuel Matus, esa disputa fue el pretexto, a el lo mataron por su
militancia política y cultural, por ser un hombre que no se callaba alegrías y
desacuerdos; “no tenía límite para hablar y eso se “volvió peligroso para él”.
Hoy, además del recuerdo y el respeto de sus compañeros le sobreviven su
esposa Manuela, su hija Tania de seis años y su hijo Manuel Alejandro de dos.
II
No me cabe tanto amor
en este pecho
en este cajón anquilosado
que puede estallar en mil momentos.
Sin embargo
he aprendido a vivir con
este derramamiento.
III
No se cómo pedirte
que me ames absolutamente
aunque solo sea un día.
Pero solamente a mí
que te olvides que eres de otros muchos
antes que yo.
No sé cómo pedírtelo.
Lo juro.
IV
Dibujaste un beso
sobre mis labios anhelantes
un beso que he desprendido
lentamente de mi boca presurosa
un beso que está colgando
en la pared solitaria
de aquella esquina ¿te acuerdas?
donde aún sigo esperando.
Injertaré un beso
a las plantas de tus pies
a las flores de tus senos
al brevísimo césped de tu pubis.
VI
VII
Ahora me toca a mí
confesarte que soy un gandalla
y un aprovechado
que me tendiste los brazos
y te besé los senos
claro que también capturé tus pies
luego de haberte besado el cuerpo.
Tomado de Una pinta al cielo, compilación 2005, Se cancela por olvido, 1983
Camino descalzo
entre las leyendas de María de Pachi.
María de Pachi
eternamente sobre el piso de su carreta
es aroma de guie shuba y mudubinas
bueyes de paso lento como la voz de ella
ritmo de palabras aladas y luces de alegria
chamizo que se revuelca con la sombra
vaho fresco de vientre acalorado.
María de Pachi
casa a su hija anémica de albahaca
con el huanacastle animoso
los alcarabanes y chituguís se acomodan la voz
en su garganta de barro.
María de Pachi
hoy dormirás sola en tu hamaca de ixtle
déjame dormir entre tus dientes gastados y
podridos
para no olvidar el ritmo de tu voz
ni el calor de tus cuentos.
II
DAMIANA MAN
Man Chapahuini
le encendió su sangre desde joven
no tuvo hijos Damiana Man
pero acurrucó en su seno
a todos los hombres de mi cobarde pueblo
y vendió verduras
y también su cuerpo silvestre
pero jamás sonrisas.
Yo conocí a Damiana
cuando ya era una anciana
pero su historia la aprendimos de muchachos
ella incendiaba su tristeza y sus trapos viejos.
Mi padre dice
que los senos de ella
fueron más duros que las papas.
Se marcharon juntos
como se van los compañeros
ustedes eternos compañeros.
Es inútil olvidar
no puedo engañarme de tu sonrisa Hugo
de tu corteza Rubén
de la alegría y el dolor que juntos creamos.
?????
La noche anterior
bromearon a Rubén mientras bailaba
y esas bromas brotan negras
en este dìa acartonado.
¡A la chingada el destino!
no sabe a nada mirar la muerte
la muerte reaccionaria y desnuda
sobre estas cuatro sillas de madera
los gritos brotan como bufidos de toros
hieren los oídos y dejan libre el llanto.
Es un parto difícil
y soy un testigo más de este momento
los hombres se cuelgan la tristeza al hombro
y las mujeres su coraje en las manos.
Compañero Polo
la historia espera en la puerta de su casa
salúdala, háblale y ríe de sus bromas
sé que cantarte es difícil y apresurado
es como pedir a la chuparrosa
que beba inmóvil
tuya es la historia y el dolor del Istmo.
LAS MENTIRAS DE MANUEL YELA, como lamayoria de sus trabajos esta fue
una recopilación de la historia oral de su pueblo, San Jerónimo, Ixtepec.
Manuel Yela se caracterizaba por sus ademanes, su voz, su buen humor para
contar sus historias.
Como se crió en casa de su tío Paciano Palomec que tenía ganado, Manuel
Yela aprendió a torear. Dicen que toreaba muy bien que hasta los pueblos del
Istmo supieron de su fama de buen torero.
II
San Jerónimo es mi pueblo y es tan bonito que nunca me voy a ir a vivir a otro
lado. Decía Manuel Yela Cuando se inundo el río, la gente que vive al otro
lado, en Cheguigo, pasa al pueblo por el puente del tren. Ese puente está un
poco al sur de la iglesia de nuestro Santo Patrono.
Dijo que nunca se iba a ir de aquí, pero un día fue a México. Llegó en el tren y
se bajó cuando dijeron que esa era la terminal, que ya estaban en la ciudad.
Pero había tanta gente, tanto carro, tanta casa, dijo, que ya no cabía él. y a lo
mejor se perdía y se regresó. Se metió otra vez a la estación y pidió un boleto
de regreso a San Jerónimo, ya no había, ¡en México también se acaban los
boletos! y ahora ¿qué hago? pensó Manuel, pero adelantito vió una tienda y
listo como era, inteligente como era, porque era meñú, que le dice a la señora
que vendía: “véndeme dos jabón oro, de ese jabón en barra, ¡gruesote! y que
lo pone bajo su huarache, se subió a la vía y se vino toda la vía desde México
hasta San Jerónimo. No se lo vas a creer pero al llegar al puente que se baja
de la vía, todavía quedaba una tejita de jabón, con esa se bañó en el río.
LA NUTRIA
Dicen los viejos, Tania, que cuando la montaña se alegró del mundo y de las
aves y de las flores, de su risa brotó agua, pero en nuestro pueblo, el río no
tenía piedras, apenas una que otra, pues los peces, algunos, tenían muchas
escamas aunque otros anduvieran desnudos.
Pero nuestro río, ese que apenas es un hilo de agua entre las piedras, fue
caudaloso. En su ribera crecían hortalizas y flores en su corriente, además de
flores y peces de colores, había nutrias y los viejos las llamaron perro de
agua. Lloraban como mujer y les gustaba revolcarse en la arena.
Dicen los viejos, Tania, y debemos aprender de ellos, que en donde ellas
salían, las nutrias, era en la parte llamada piedra bola y en ese montón de
piedras se acostaban al sol y se volvían a meter al agua. Así jugaban.
Los viejos saben mucho, dicen que en 1928, se inundó el pueblo y se llevó
hortalizas y flores, pero las nutrias siguieron viviendo en la piedra bola.
Los viejos lo volvieron a ver en 1944. Se inundó otra vez nuestro pueblo. La
gente, mis abuelos, mis tíos y los tíos abuelos de otras personas sacaron al
Santo de la Iglesia y lo bajaron al río enojado, cuentan que dejó de llover y
las aguas se retiraron del pueblo. En esa ocasión no solamente dejó piedras
donde hubo papas y cilantro y arena donde hubo gladiolas y lirios sino que se
llevó las nutrias.
Los abuelos lo cuentan, Tania, y ellos saben tanto. Cuando vamos al barrio de
Cheguigo, que está al otro lado del río y escuchamos en la noche gemidos de
mujer, no te espantes, Tania, que no es ninguna alma en pena, son las nutrias
que regresan a jugar contigo, para que las conozcas.
Los viejos lo saben todo, Tania, menos que tienes una amiga nutria.
LUCIÉRNAGAS
¿ Sabes que el amor es un duende, hijo del espíritu del monte? ¿No lo sabías,
Tania? Dicen que cuando creció el río y se volvió adulto, perdió la gracia de
los niños y se puso serio y las penas que tenía escondidas en forma de
piedritas, no lo dejaban cantar.
Una noche, Tania, en que los jóvenes bajaron a platicar su amor, la noche se
volvió seria como el río y los jóvenes tuvieron mucho miedo, el espíritu del
monte desenrolló el petate que cubría el cielo y las estrellas se asomaron.
Cuando los jóvenes vieron las estrellas en el cielo, su amor se alumbró como
faroles de la fiesta del Santo Patrono y el muchacho quiso atrapar una para su
amor y buscó por la ribera un puntal que alcanzara la estrella.
La joven iba a llorar por la estrella rota cuando vió que de sus pedazos
brotaban infinidad de luces que volaba
la corriente del río y otras que incendiaban las cuevas de los armadillos y
otros que alumbraban los hoyos de las iguanas y otros más que se posaron en
el pelo de la muchacha que así lució su cabello nocturno.
Cuando crezcas, Tania, y sepas del amor, escucha la voz del espíritu del
monte que así sabe contar historias de amores y luciérnagas.
Su caparazón
me retornó de tus ojos profundos
a la brisa dentro de su cuerpo.
En su dura piel
la palabra me brindó un collage
de lIanto-risa-suspiro-miedo.
La palabra
explotó
en mi
oído
y
quedé
sordamente
herido
de charlatanería
II
III
ELEGÍA
IV
NISAGUIE
A Tania, simplemente
HAY DÍAS
Hay días
que me parecen tristes o nostálgicos
y debo cargar nubes en los hombros.
Hay otros días
que son pesados y largos
y me acuesto a mirar el cielo que me aplasta.
La tarde pinchurrienta
se le está escurriendo la tristeza de los ojos
está pálida
sus párpados de gas neón irritan.
Dejé la pluma
y ya no me importó la libreta
la idea seguía descansando
le sobé el lomo
le acaricié el piquito
y puse mi cabeza sobre su hombro.
Les juro que era una idea muy buena
no recuerdo de qué trataba
pero me acarició los oídos.
Viajaba en autobús
y de pronto lo inundó la alegría
de muchos jóvenes que aman.
PASEO
A veces
busco tu compañía y te sacó a la luz.
La charla amena
y en cada beso
te desmigajas.
Te llevo en mi sangre
Y de vez en cuando me sonríes.
EN PROVINCIA
Campos de Nescafé
vientos olorosos a sangre
sangre que riega esos campos
otrora mexicanos.
Reímos
y el Tío Sam
nos lleva al circo
donde un blanco
monta, escupe y golpea
a un mestizo.
MI FÉRETRO
Naciste de cedro,
de roble o de pino;
tal vez de abeto,
de mezquite o de pirul.
La tierra es tierra,
la habito, la habitas,
tú por fuera, yo por dentro.
Al escuchar al viento
chocar contra el polvo
y al polvo contra el viento
semeja sinfonía sin orquesta
la cual dejaré de escuchar
hasta que se apague.
Todos pasan,
todos te miran,
me cubres
y te amo,
eres cedro, roble o pino,
quizá rosal, cardo o abrojo.
Estoy nervioso.
Creadora de mi infancia
dueña de mis veintidós años mozos
testigos de mi vida y de mi suerte.
EPIGRAMA
A mi rostro lo habitan
dos, estrellas fugaces
que esperan ansiosos el día
¡ay! compañerita
en que me abandonen para siempre
y me vayan a colgar, traidoras,
en tus lágrimas que nacen.
No dibujaste un beso
sobre mis labios anhelantes
un beso que he desprendido
lentamente de mi boca presurosa
un beso que está colgado
de aquella esquina, ¿te acuerdas?
donde aún te sigo esperando.
Y si ahora te recuerdo
es porque hace un momento
me inundaron con tu nombre
todos mis amores.
**
Al mirar tu sonrisa coqueta
estrellarse sobre mi gesto adusto
creí que mi cuerpo se destruía
pero es amor el que brotaba.
EUSTOLIA OSORIO
NA BUNDIA
En tu novenario
tus hijos y tus sobrinos iremos a levantar
tu cuerpo blandito y tibio.
de la Huana Milpería
en esos días no había piedras ni arena
—el río no enfermaba de tristeza—
y las hortalizas y guiriziñas y huanacastles
eran la sonrisa constante
de la playa del río.
En esas noches
las nubes cubrieron la luna y su luz
Pánfilo no pudo robársela en su morral de ixtle.
En esas plantas
cantaba Chituguí todas las tardes
repitiendo la letanía de amor
y cantaba largo
y cantaba corto
y cantaba corto y largo
hasta que se convirtió en flor.
LUCIANO DIAZ
En su boca silvestre
maduran limones
que confundo con canarios.
VIAJE SUSPENDIDO
Esta noche
las estrellas son esferas de navidad
ella espera
el camión de las ocho treinta p.m.
pero el camión anda con muletas.
Hey, hey, nena, por favor
el camión no pasará
ella se disgusta y patalea
se desnuda en la avenida principal
y los semáforos encienden su luz roja.
Vamos nena,
tus talones se sienten fatigados de llanto
no deambules con tu bolsa al hombro
no empañes tu adolescencia con bilé rojo
ni provoques embotellamientos en tus venas.
Beto el titis
fue fumador de mota
y el mero machín de la colonia
tenia ojos de lagarto y vitalidad de gallo.
Paco, el buitre
fue campeón de vencidas
con sus garfios de cobre.
Y a tí, nena,
te inundaban el cabello de ideas
como si fueran piojos.
Vamos, nena,
cúbrete las mejillas de rubor
descálzate las tobilleras
nena, por favor,
no hace falta bailar.
Tu mirada me lo dijo:
la noche se volvió cartón
y a tí, nena, tú lo sabes
se te acabaron las pilas.
No bebas de la cerveza
ni aceptes cigarrillos.
Están cantando en voz alta.
Nena,
la música es azul y amarilla.
SANDY BLUES
Esta historia
se bebe con tragos de tequila, mezcal o ron
es que a la chava
le nacieron besos en la frente
y usaba calcetas a los tobillos
y sus zapatos fueron enredaderas.
II
Siempre caminaba ligera, como si al andar sus menudos pies sólo rosaran el
suelo. Su joven cuerpo se esti- raba en cada paso. Hoy, dicen que tiene un
dolor en el alma y su cara es un pozo de arrugas.
Antes que se hiciera vieja, tenía unos ojos bien chulos, grandotes y claritos.
Sus amigos eran uno o dos años más grandes que ella.
Ònde vas cabrona! Segurito al río, ¡ah! nomás les entra la brama y luego
buscan monte. Pero Eulalia se hacia la sorda y se iba a su escondite de
chamizo.
Eulalia pasaba por el parque donde estaban los muchachos, volteaba a mirar a
uno y le clavaba vista para después sonreírle con esa sonrisa de burla y
desprecio.
¡Qué jijo de la chingada vas a dar vuelta hasta el parque! ¿A ver que no
puedes bajar derecho?
Hacer atole, totopos, agarrar su toalla y su jabón y dar la vuelta por el parque.
Un día, Eulalia salio del mezquite y no supimos de ella. En ese tiempo
empezamos a platicar sus cosas.
No!
¡A poco!
Que pendejo.
Si será güey.
No se vaya a enojar Na Vige, pero eso es lo que cuentan y si ella salió cusca,
no es culpa de usté, no es que diga pa que se enoje, pero su nuera que en paz
descanse, fue igual que la hija.
En esa temporada el río creció tanto que llegó a las primeras casa que están a
la orilla del barranco donde corre. Pero aquello era agua no chingaderas.
Traía reses, traía marranos, árboles hasta gente que se ahogaba. Pero no nos
trajo a Eulalia.
Sonó como cuando el río trae agua, primero lejano, después tan fuerte que
nos llenaba de emoción.
Cuando ella llegó al pueblo, se sintió como en un principio: sin amigos. Pero
los jóvenes se equivocaron, pues parecía que con el chamizo que se llevó el
río, se fue la costumbre de Eulalia.
Siempre caminaba ligera, como si al andar, sus menudos pies solo rozaran el
suelo. Pero dicen que se volvió loca desde que facundo la plantó en la iglesia.
Hoy, luce en la calle su vestido de novia y su cara llena de arrugas. Dicen que
quedó así por los gestos que hacía cuando le quebraban los cantaritos blancos
en los pies. Otros dicen que son los surcos por donde bajó la saliva.
Na Vige dice que ella no sabe nada. Que nunca ha tenido una nieta puta.
Alejandro Cruz
Poesía inédita facilitada por su esposa.