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ALEJANDRO CRUZ MARTÍNEZ

Escrito por Guillermo Marin   


Miércoles 27 de Septiembre de 2006 22:19

Aquioaxaca se suma al homenaje que se le


esta haciendo al poeta Alejandro Cruz
Martínez. En los años ochentas logramos
hacer un excelente equipo de trabajo para
promover la cultura de Oaxaca. Macario
Matus desde La Casa de Cultura de Juchitán
y nosotros desde La Casa de la Cultura
Oaxaqueña. Así fue como conocimos a
Alejandro, “El Señor Panza” como le decía su
pequeña hija. Alejandro era un espíritu libre,
que tal vez sabía que estaría poco tiempo
con nosotros, por lo cual era totalmente
desapegado al grotesco mundo material. El
amor era lo que movía su corazón y su
mente. No solo el amor a “la bien amada”, a
la bendita mujer, sino que su amor de
enamorado se extendía y cobraba toda su
dimensión en la gente. En la gente de carne
y hueso de su pueblo Alejandro vertió todo
su amor y por ello nos lo arrancaron los
temerosos de la luz, de la verdad y del amor. Sin embargo, el amor de
Alejandro sigue presente entre nosotros, como un vientecillo fresco que
mitiga el caluroso día de nuestras vidas. Guillermo Marín.

 
 

Presentación editorial

Este libro esta dedicado para


los que siguen creyendo, es decir, soñando.

En memoria de Rubén Valencia López,


Facundo Zarate, Raymundo Meléndez,
Alejandro Cruz y Enrique Núñez Palacios.

Para mi recorrer solo los caminos que tienen corazón, cualquier camino que
tenga corazón. Por ahí yo recorro y la única prueba que vale es atravesar todo
su largo. Y por ahí yo recorro mirando, mirando, sin aliento
Don Juan Matus
UNA PINTA AL POETA CHITUGUI

Este libro que presentamos ahora, inaugura en nuestra editorial la búsqueda


de un camino. Uno de los múltiples caminos donde el corazón se reencuentre
con el rostro para darle fortaleza y sabiduría.

Caminos demeritados en la modernidad, donde la certidumbre quiere vencer


al misterio, ese misterio profundo que conecta el mundo de los seres
humanos con los animales y las plantas, esa simbiosis entre ser humano y
naturaleza, donde los espíritus del monte ocupan un lugar especial.

Alejandro fue para nosotros un poeta conversador, alguien que dialogaba con
los animales —en especial chituguí, con quien mantenía siempre una relación
de complicidad— y con la naturaleza toda, incluyendo lo sobrenatural.

Como poeta era como Jorge Ishizawa define el ser montaraz en los andes
peruanos. “Autentica libertad de espíritu, es estar atento y en permanente
conversación con el lugar y las circunstancias, lo que exige una particular
disciplina, la de purgar y dietar para prepararse a ser uno con el monte. Es la
apertura de los sentidos a la circunstancia para encontrarse en permanente
sintonía y capacidad para conversar. Es una actitud que lleva a un saber
comprometido con el sabor, el olor, el tacto del lugar, de sus residentes y a
una relación de básica entrega. Es un saber que lleva a una relación cordial
también con la muerte”.

Muchos se preguntaran, cuáles son los motivos de recuperarlo, de trabajar


arduamente para que este esfuerzo se concretara. Para ello sólo podemos
mirar el pasado, esa memoria histórica que él siempre nos incita a mirar, a
reconocer (nos) en nuestra raíz.

Algunos de nosotros surgimos de aquel pintoresco y combativo Escuadrón


Mosquito FUP, en el cual aprendimos a soñar, a no dejarnos, a no callar, a no
permitir las injusticias y luchar por un mundo digno, donde la mirada del Che
Guevara está siempre dura y firme, esperando que sus muchachos hagan la
tarea, viejos tiempos aquellos en los cuales la actitud cotidiana lo decía todo.

Como es bien sabido ese sueño terminó... pero y ¿nosotros? ¿y nuestro


escuadrón? De la noche a la mañana nos descobijaron de esperanzas y
sueños, se hicieron bolitas de papel y se esfumaron.

Pero en algun@s de nosotr@s no se fue, se aletargó en lo que nos


reencontrábamos; y en el camino de búsquedas encontramos a otros jóvenes
que traían bajo el brazo su morral de sueños, libertarios y magonistas, donde
reaprendimos a almacenar la esperanza, a no dejarnos morir en vida.

De igual manera nos nutrió mucho el aprendizaje del sueño zapatista y con
los amig@s que nos coalicionamos en la Universidad de la Tierra en Oaxaca
(Unitierra), con los cuales pasamos días y noches recreando y animando el
reencuentro con nuestra cultura.

La globalización además de generar una competencia desigual intenta


homogeneizar a las culturas e imponer un proyecto único, de manera de ser,
pensar y comportarse, por consecuencia ha derivado —particularmente en los
jóvenes— en un menosprecio por sus raíces, falta de oportunidades en sus
propios entornos, apatía y delincuencia, entre otros.

La interacción entre culturas siempre ha existido y seguirá existiendo, la


esperanza nuestra es que sean diálogos respetuosos y sin dominación, en
donde esa interacción permita intercambiar conocimientos, destrezas y
habilidades, para una vida digna, con justicia y libertad.

Alrededor de la Unitierra se empezó a emplear una herramienta para


reflexionar nuestra cultura, en la cual se utiliza la analogía del árbol hecha
por Robert Vachon y reelaborada por Gustavo Esteva.

En dicha analogía las ramas (lo morfológico) representán las manifestaciones


que son enteramente evidentes: la comida, el lenguaje, el vestido, las
maneras de hablar y comportarse, la artesanía… el tronco (lo estructural) es
en parte invisible, pero se descubre sin dificultad ante la observación: la
composición de la familia, la manera en que se organizan o estructuran las
prácticas religiosas, sociales, económicas y políticas (por ejemplo: los tequios
para las peregrinaciones, la toma de decisiones en las asambleas comunales,
los sistemas de intercambio de productos y conocimientos que todavía
persisten en algunas tradiciones, etc.) y la raíz, (lo mítico) que sólo es posible
que se asomen en forma de mitos, son planos ocultos a la mirada que nutren
todas las manifestaciones culturales. Son las figuraciones con las que cada
pueblo constituye y establece los modos de ser, pensar y actuar, que le da
vida a todo el árbol cultural.
Aunque no parezca tener relación inmediata, en sus poemas y cuentos
Alejandro abrazaba el árbol de la cultura, nos trae el recuerdo de nuestra
historia, como ese papel que jugaban los antiguos, los que recreaban la
historia a través de códices para recordar.

Nos ayuda junto a sus otros cómplices, a pintar el cielo para no subordinar el
mithos (creencias) al logos (razón), como bien dice Pannikar “uno de los
puentes para el diálogo entre culturas es la poesía”.

Lo revaloramos porque su condición de poeta, de artesano de la palabra, lo


llevó a adentrarse a lo que Guillermo Bonfil llamó el México Profundo; lo hizo
con su corazón sumergido en la cultura zapoteca, meña, plasmando los mitos
del Istmo de abajo y desde su pueblo de calles olvidadas y tristes como decía
él.

Actualmente los saberes locales están amenazados por el auge del desarrollo
industrial y tecnológico, el México imaginario y su modelo, la modernidad.

Ya se fue Lucia Zenteno y se llevo el río que recreara Alejandro, ¿qué diría ella
al ver que con el desarrollo impera la contaminación de nuestros ríos y el
menosprecio a nuestras costumbres y tradiciones?

Esta edición intenta al adentrarse al mundo que recreo, nos permita construir
con trocitos de papel un puente entre el mundo oral y el textual, para
reconocernos en la diferencia, regenerar nuestra cultura y por ende nuestra
Madre Tierra y los espíritus que en ella habitan.

Al lado de tod@s las person@s que contribuyeron en este esfuerzo, se


encuentran unos pequeños del añorado Escuadrón Mosquito, que están
empeñados en reunir a todos los chituguís del mundo —y por supuesto, al
chituguí mayor— con Don Durito de la Lacandona.

Bibaani A.C.
Editorial Lucia Zenteno
Universidad de la Tierra
Colectivo Lo13
Responsable de la presentación: Rubén Valencia Núñez
Agosto de 2005
Cd. Ixtepec, Oaxaca
Tomado de Una pinta al cielo, Compilación,
 

INTRODUCCION. UNA MIRADA DESDE LA ANTROPOLOGIA COMUNALISTA

LA NATURALEZA PROFUNDA
DE ALEJANDRO CRUZ

Como todo artista del verbo que se precie de serlo, Alejandro expresaba de
manera oral y escrita sus pertenencias e identidades. Antes que nada
istmeño, su forma de ser humano era profundamente zapoteca.

Por ello su literatura dejaba fluir con gran riqueza expresiva su percepción de
la naturaleza y de la sociedad. Una naturaleza que vivía y gozaba como joven
zapoteco, de la que formaba parte concientemente compartiendo su ancestral
sentido complejo: la naturaleza madre criando a sus hijos naturales y
sobrenaturales, enlazando las historias humanas —crueles y festivas— con las
interminables secuencias de hechos explicables solamente por una razón
amplia que entiende la presencia transmundana en la convivencia cotidiana.

Esta naturaleza compleja era asumida por Alejandro no solamente a partir de


su pertenencia zapoteca sino también desde su ser político, y entonces la
madre tierra se erguía como la madre territorio, como el espacio colectivo de
lo íntimo al que no sólo había que cantar sino también que proteger, que
aprovechar, por el que había que pelear. Él fue asesinado cuando luchaba con
los suyos por lograr abasto de agua mediante la perforación de un pozo
profundo. La naturaleza bellamente contada le reclamaba también la urgencia
de ser compartida con justicia y su prosa zapoteca se transformaba en un
aguerrido lenguaje coceísta que politizaba a la naturaleza para apropiarse
completamente de ella, para sentir el regazo de la madre, impedido y
expropiado por el gobierno de los ajenos. Recuperar a la naturaleza era una
de sus obsesiones, recuperarla desde la razón zapoteca mediante la
interpretación literaria de su cultura madre, recuperarla desde la razón
política mediante la lucha por vivir dignamente en el territorio de los biniza.

Cuando le daba forma a sus esperanzas, Alejandro Cruz hacía brotar desde lo
hondo sus sensaciones. No era superficial, Siendo un zapoteco creador,
encontraba hasta en lo banal un conjunto de lazos que lo conectaban con el
sentido complejo de lo vivo, aprendido en la vida sencilla de su familia, en la
simpleza del trabajo político, en la llaneza del manejo de una técnica –la
escritura en español– que llegó a manejar con la maestría que sólo alcanzan
los juglares comprometidos con los suyos.

El territorio zapoteco, ese espacio natural de lo simbólico, guarda en su seno


istmeño a uno de sus hijos más intensos. La vida ardua y difícil de las
mayorías, derivada del empobrecimiento que siguió a la transformación
capitalista de la relación con la tierra, sigue siendo, como alguna vez dijera
Alejandro, la huella cruel de la resistencia, la defensa obstinada de la razón
desigual, el sello candente de los poderosos marcado en la piel comunera,
pero nunca una señal de abandono a la suerte, de resignación ante lo
inevitable, de doblegamiento ante lo invencible, porque entonces no tendría
sentido la herencia cultural, el esfuerzo de los antepasados, la vergüenza de
los ancianos. La voz florida del zapoteco profundo que fue Alejandro sigue
arengando a la transformación, a la recuperación, a la vida justa en el
territorio materno largamente acariciado y ampliamente sentido,
comprendido en su complejidad específica y defendido hasta con la vida,
como él lo hizo.

Benjamín Maldonado Alvarado


Agosto 2005
Oaxaca,Oax.
Tomado de Una pinta al cielo, Compilación, Pag.9

INTRODUCCIÓN LITERARIA, UNA MIRADA DE UN COMPAÑERO POETA

La memoria también usa refajo chucu y se desnuda en el río ante la mirada


atónita de las nutrias. Cada verso, cual un pez salido del agua, se revuelca en
la arena húmeda de la playa, allí donde los chamizos trenzan la cabellera de la
luna llena y en donde Paula Coyote hace figuras de niños con la arcilla mojada
con su saliva. Hay un lenguaje mineral donde la realidad se ilumina con la
tenue luz de la fantasía, donde las palabras se vuelven raíz de hombre, la sal
del tiempo. Así es la vena poética de Alejandro Cruz, una voz que desgarra su
angustia y se vuelve pájaro en el cielo de nuestros sueños, el árbol donde
pende la fruta prohibida del verbo que vuelve a su infancia y se reconoce en el
espejo de lo cotidiano: el amor que nos ablanda los hombros, la rebeldía de
ser uno mismo y parecerse a los demás, el río circular del erotismo donde los
cuerpos desnudos se reinventan, la ira hacia dios por su frágil eternidad, la
alegría a manos llenas por la amistad y por la mujer amada.

Corría la época de los setentas cuando la mano invisible del destino nos puso
frente a frente a Alejandro y a mí. Fue en los tiempos de la secundaria,
cuando se usaban pantalones patas de elefante, zapatos de tacones altos y la
cabellera larga; en la radio se escuchaban canciones de los grupos como Los
Terrícolas, Los Ángeles Negros, La Tropa Loca, entre otros, a la par que nos
emocionaba las baladas de Leo Dan, Roberto Carlos, Roberto Jordán, Camilo
Sesto y tantos cantantes de aquellos días. La existencia tenía un sabor a sal y
a tortas de crema, ya que el receso se aprovechaba para formar dos bandos y
disputarnos la inevitable cascarita de fútbol, lo que nos hacía sudar de
manera salvaje, por lo que antes del toque del timbre para reanudar las clases
comprábamos las tortas para devorarlas, comentando entre risas lo
anecdótico del momento. Fue en esa época el descubrimiento de mi pasión
por la literatura, mi inclinación íntima por la poesía, la cual compartía con él,
que en estas lides me llevaba muchos pasos. Era un placer hablar de algunos
poemas contenidos en los libros de texto de Español en la autoría de Amado
Nervo, Enrique González Martínez, Dante Alighieri y el célebre madrigal de
Gutierre de Cetina: “Ojos negros”.

En los ochentas, la Casa de la Cultura de Juchitán fue una vagina al viento que
recibió con entusiasmo a los poetas, pintores y diversos creadores del Istmo
con una visión de compartir el pan y la cerveza; eran los días de poner a dorar
el corazón en el horno de la realidad y descubrir, como dijera el poeta Mario
Benedetti, que la primavera tenía una esquina rota, que el dolor de los
pueblos oprimidos exigía un arte de protesta y de propuesta. Allí estuvimos
varios poetas, entre consagrados e incipientes, deletreando el alfabeto de los
sentimientos, madurando las espigas de los sueños de edificar un mundo
donde las mujeres y los hombres tuvieran rostros, pensando siempre
apuntalar con nuestras palabras el techo de un nuevo amanecer de la
humanidad. Fue en ese ambiente donde la figura poética de Alejandro se
distinguió por la intensidad pasional y novedad temática de sus versos.
Hombre de su siglo, vivió el ritmo galopante del rock en sus metáforas
urbanas, descubrió el erotismo y la ironía leyendo a poetas como Whitman,
Sabines, Neruda, Catulo y al amado cocodrilo Efraín Huerta.

Fue un Prometeo que robó el fuego del verbo en la cumbre de la codicia y la


apariencia estética para devolverlo al pueblo que es su verdadero dueño.
Aprendió a escuchar el lenguaje del silencio para que al abrirse las ventanas
de la medianoche pudiera sentir la presencia de las cuchibrujas, del
pulinyerri, de las altas mujeres tan infinitas como el alba del tiempo, llenas de
misterio y poder en su secreto de aparearse con los elementos de la
naturaleza; como semillas de la eternidad, ahí están Eustolia Osorio, Na
Bundia, María Andrea y Lucía Centeno. Su coraje indómito lo reflejó en su
poesía y en su accionar cotidiano; con su paciencia artesanal hizo del mundo
un cántaro de barro que llenó de realidad y fantasía, hasta hacerlo desbordar
en un manantial donde se bebe la ternura humana.

A dieciocho años de su artero crimen, hoy más que nunca su presencia nos
alumbra como un sol veraniego y nos hace sentir que la existencia es bella si
tiene un sentido propositivo, si se amanece con la ilusión de luchar codo a
codo por reinventar la justicia y la libertad. Alejandro era tan optimista, que
de estar presente físicamente entre nosotros, no se conformaría con sólo
hacer una pinta al cielo, sino que con su inteligencia y habilidad de ladrillero y
poeta estaría pensando cómo hacer un muro en la atmósfera terrestre para
tapar el hueco en la capa de ozono.

Profr. Esteban Ríos Cruz


Asunción Ixtaltepec, Oax., septiembre de 2005

ALEJANDRO CRUZ MARTINEZ,


POETA ASESINADO.

Alejandro nació en la ciudad de Ixtepec, Oax., en el mes de agosto de 1960.Se


inscribió en la Escuela Normal del Istmo de su pueblo natal, en esa época
fundó un taller literario y editó la revista Vateé en donde aparecen poemas de
Esteban Ríos y Amira Martínez, entre otros jóvenes autores de su generación.

Por su participación en los conflictos estudiantiles de la Normal fue


expulsado. Se inscribió en otras instituciones pero por su avanzado
pensamiento a favor de las causas justas, fue rechazado una y otra vez. En
1980 es merecedor del primer premio de poesía en la Casa de la Cultura de
Juchitán. Se le otorgó una beca para asistir al taller de poesía que dirigía el
maestro Carlos Illescas bajo los auspicios del Instituto Nacional de Bellas
Artes.

En octubre de 1984 la Casa de la Cultura Oaxaqueña y la de Juchitán


publicaron el poemario Se Cancela por Olvido con una portada de Oscar
Martínez. En diciembre de 1986 la Casa de la Cultura editó el volumen
Historias que el Tiempo no Registra poemas escritos para ser llevados al
teatro con temas propios de su provincia campesina.

En esos años ejerció el periodismo y continúa escribiendo profusamente, sus


artículos y poemas aparecieron en el periódico Hora Cero, el único órgano
informativo de izquierda de ese entonces, y también en la revista Tierra
Adentro del INBA. Trabajó en el departamento de difusión cultural de la Casa
de la Cultura de la ciudad de Oaxaca, allí se integró a la Asociación de
Trabajadores del Arte y fundó la Asociación de Poetas y Cuentistas de Oaxaca,
misma que presidió hasta principios del año de 1987, fecha en que regresó al
Istmo de Tehuantepec para integrarse a la lucha a favor de los campesinos y
obreros en su natal Ixtepec. Laboró en la regiduría de educación del Consejo
Municipal de Juchitán haciendo un fuerte bloque dentro de la corriente de la
COCEI en el municipio juchiteco.

En el mes de agosto de 1987 la regiduría de educación y cultura de Ixtepec


editó el libro 16 Mentiras y un perfil biográfico de Manuel Palomec (Manuel
Yeéla), recopilaciones de corte surrealista, típicas en el Istmo de
Tehuantepec, que Alejandro gustaba recrear porque venían del pueblo, su
pueblo ignorado, de “calles olvidadas y sucias”, como él decía con mucho
dolor.

Al ser asesinado el 22 de septiembre, por la espalda, —los esbirros siempre


matan a traición, porque no pueden mirar de frente a un hombre cabal—, dejó
varios libros inéditos. Hoy vemos reunida su producción literaria y nos damos
cuenta de la gran pérdida que han sufrido las letras oaxaqueñas.

Alejandro fue asesinado por su intensa labor dentro de las filas de la COCEI.
Lo mataron precisamente el día en que el poeta logró la firma de un convenio
de excavación de pozos de agua que estarían al servicio de los campesinos y,
claro, en franca oposición con los caciques conocidísimos de Ixtepec. Su
muerte fue perpetrada con la anuencia de las autoridades y es un intento de
descabezar a la COCEI fuera de Juchitán.

Desde siempre Alejandro perteneció a la estirpe envidiable de Roque Dalton,


de Otto René Castillo y tantos poetas muertos en la lucha por la liberación de
nuestros pueblos en Cuba, Nicaragua, Guatemala y toda la geografía de
América Latina.

Alejandro nos ha enseñado una vez más que la poesía debe estar al servicio
de la condición estética del hombre, pero también al servicio de la lucha por la
liberación física del hombre mismo. Ese es el papel de la literatura en aras de
los derechos más elementales del ser humano. Alejandro cuán heroica ha sido
tu muerte. ¡Te envidiamos! Porque ya perteneces a la historia. No nos dejes
solos, hermano.

Macario Matus
Octubre 1987
Tomado del libro Poesía ultima
Primera edición 1989
Tomado de Una pinta al cielo, Compilación, Pag.69

SEMBLANZA DE ALEJANDRO CRUZ

Por el año de 1960, en el mes de agosto, cuando las lluvias son parte
importante del paisaje de la Ciudad de Ixtepec, Oax., nacía Alejandro Cruz,
hijo de Miguel Cruz y Gabriela Martínez; quien fue ayudada a parir por la
comadrona del pueblo.

Su infancia comienza a vivirla en México, D.F., y es ahí donde comienza a tejer


sus primeras fantasías y sus deseos de conocer los escenarios donde se
desarrollan las historias de Na’ biela, su madre, le cuenta. A los nueve años
regresan a su natal Ixtepec, para iniciar un nuevo peregrinar que lo lleve por
los rumbos de la alberca, de la ladrillera, de los pitayales, de los arenales a la
orilla del río.

Cuando camina de la estación a la ladrillera, ve correr las iguanas y los


conejos, al atardecer la posibilidad de encontrarse con los duendes o los
chaneques le despiertan una sensibilidad para hacer posible el sueño de
volverse viejo y sonreír a los niños del futuro incierto; conoce a Lucrecia, a
Estela, a Manuel López, a Jesús Méndez, comparte con ellos la intención del
saber en los salones de la Rafael Ramírez, como antes de la Fray Mauricio,
después se monta en los pupitres de la Diurna y comienza a explorar con más
pasión los andares del escribir y sus primeros versos son frutos que se dan
por racimos, aunque no maduran y cuajan como él quisiera.

Para 1977 ingresa a la Escuela Normal del Istmo, y a la par de eso, comienza
a involucrarse en los movimientos obre o y campesino de su pueblo; aparece
su primera revista literaria con un círculo de estudiantes normalistas, publica
en el periódico “El normalista” su poema EL CRISTO NEGRO bajo el
seudónimo de JOE KENT; gana una beca para sistir a un taller de poesía en el
INBA donde conoce a David Huerta, Tito Monterroso, David Ojeda, Gustavo
Sainz, entre otros.

Apasionado por la efervescencia política que se da en el marco del


Movimiento Democrático Universitario, de la COCEI, del Frente Unico Popular,
se incorpora de manera comprometida a estas luchas, lo que le permite
conocer a otros seres que le hablan las historias de Damiana Man, la mujer
que fue vendida por dos pesos de mezcal y una caja de cigarros; de Lucía
Zenteno, aquella que en sus cabellos llevaba el río y sus peces; a Pilunyerri
que soplaba las espaldas para espantar al susto; de Na Yoma y de tantos y
tantos que hicieron surgir las historias que el tiempo no registra.

El dolor empezó a hacerse presente, los buenos amigos y la gente querida


iniciaron una cadena de muertes, lo que hace, casi por compromiso moral,
enhebrar relatos y versos para recordarlos y concelebrarlos en sus viajes al
eterno, de ahí HAGAMOS UNA PINTA AL CIELO, donde hay un canto al
heroísmo del pueblo Chimalapa, a la lucha de Polín De Gyves, y lo que le da
nombre al poemario, un rotundo reclamo por la muerte de Hugo Manuel
Mayoral Palafox y de Rubén Valencia López; canta también a la muerte de Na
Beta, de Na Bundia, de Ta Cundo, de Xduladi y muchos más.

Prolífico como era, funda la Asociación de Poetas y Cuentistas de Oaxaca,


participa en una serie de encuentros de poesía y eventos culturales, nos
muestra una variada gama de escritos y estilos poco comunes, es ejemplo
vivo para los jóvenes poetas del Istmo.

En el ruido de la grava acariciada por sus pies descalzos, en el sueve rozar de


la arena, desenreda la historia del chamizo, la huída de los bicuniza y la
desaparición de las hortalizas y las milpas, encuentra en el amor de Manuela
la extensión de sus pensamientos con la llegada de Tania y de Manuel
Alejandro.

Un día aciago, no por aciago menos imborrable, ese 24 de septiembre de


1987, una mano no anónima, hizo un disparo, parafraseó a Mejía Godoy,
“mordió tu carne dulce, la bala de un cobarde, callaron los poetas, cuando se
fue tu tarde” y ese balazo hizo que sus ideas y sus personajes se fueran
diseminando por el extenso horizonte y los que veníamos detrás fuéramos
recogiendo para darles forma, darles vida, darnos la posibilidad de
encontrarnos jodiditos hacedores de versos.

Murió Alejandro, pero el sueño mezquino de matar su ejemplo, su obra no se


ha cumplido, por fortuna para los que le sobrevivimos, porque pocos son los
elegidos y, Alejandro nos lo demuestra, son incontables.

Gabriel Cruz Martínez


Mayo 2005
Tomado de Una pinta al cielo, Compilación, Pag.155

EL TOLEDO DE LA POESÍA:
ASI ERA LLAMADO ALEJANDRO CRUZ

La muerte de Alejandro Cruz conmocionó y sigue en


la mente de amplios sectores de la comunidad
oaxaqueña no sólo por su intensa actividad política y cultural, sino por su
calidad humana y su sentido de la amistad, a la cual, recuerdan quienes lo
conocieron, daba un especial valor, por encima de la ideología.
Cruz Martínez acababa de cumplir 27 años cuando lo mataron. Había nacido
en agosto de 1960 en el municipio de Ixtepec y desde muy joven fue
manifiesta su inquietud política. Siendo estudiante de la Escuela Normal del
Istmo fundó el movimiento 17 de Octubre, después fue expulsado; en Ixtepec
formó parte del Frente Único Popular Ixtepecano, afín a la COCEI. En 1981
trabajó en Radio Ayuntamiento Popular. No había movilización campesina o
estudiantil en la que no estuviera presente. Fue encarcelado en dos
ocasiones: una en diciembre de 1983 durante el desalojo del Palacio de
Gobierno, en Juchitán, y la otra el 3 de agosto de 1986, durante las elecciones
municipales.

Sin embargo, su vocación política no lo alejó nunca de su interés por la


cultura y su difusión. Es mas, el quería que política y cultura tuvieran una
comunicación orgánica, eso lo convertía en un promotor cultural nato,
actividad que él vela muy por encima del trabajo burocrático en que suele
convertírsele. Fue participe de la Biblioteca Popular de Ixtepec, fundador de
la Asociación de Poetas y Cuentistas de Oaxaca APOCO), colaborador de la
Casa de la Cultura Oaxaqueña, y al morir fungía como Consejero de Educación
y Cultura del Consejo que gobierna Juchitán. Si en lo político era un radical,
en lo cultural mostraba una gran apertura. Al fin poeta, siempre se mostraba
ávido por lectura de todo lo que fuera poesía. La poesía era una presencia
constante en su cotidianidad. Su hablar, enérgico y contagioso. Se vela
acompañado a menudo de figuras y giros poéticos. “Vivía cerca de las
palabras y les daba una alegría que te envolvía”, asienta Manuel Matus, uno
de sus amigos mas cercanos. Fue autor de cuatro libros de poesía, entre los
que están, Se Cancela por Olvido, Las Historias que el Tiempo no Registra y
Hagamos una Pinta al Cielo.

Se le tenía como el poeta oaxaqueño con más perspectivas, al grado de llegar


a llamarlo “el Toledo de la poesía”. Y no obstante su militancia, no escribía
para la COCEI, lo hacía para toda la gente, su temática no era ni exclusiva ni
mayoritariamente política. Alejandro Cruz Martínez fue asesinado en la tarde
del 25 de septiembre cuando, acompañado de un grupo de comuneros, se
dirigía a reclamar la perforación ya acordada por las autoridades de unos
pozos para riego. Le disparó Manuel Pineda Santiago desde una camioneta en
la que se encontraba con otros individuos del PRI.

Pero, dice Manuel Matus, esa disputa fue el pretexto, a el lo mataron por su
militancia política y cultural, por ser un hombre que no se callaba alegrías y
desacuerdos; “no tenía límite para hablar y eso se “volvió peligroso para él”.
Hoy, además del recuerdo y el respeto de sus compañeros le sobreviven su
esposa Manuela, su hija Tania de seis años y su hijo Manuel Alejandro de dos.

Arturo García Hernández


Publicado en el periódico La Jornada, octubre de 1987

POEMAS DEL POETA CHITUGUI


Alejandro Cruz Martinez
Poemas de amor dolido del libro “ Se cancela por olvido”

El día está triste y pensativo


no hagas caso de su nostalgia
vete a caminar tus recuerdos
y a mancharte la piel con la amargura.

Así te digo a diario


al pestañear la tarde triste
la tomas de brazo y viajan en autobús.

Le das un apretón de manos


un beso
vuelves la espalda
y sienten tus talones
sus fragmentos de nube.

Así me contestas a diario.

II
No me cabe tanto amor
en este pecho
en este cajón anquilosado
que puede estallar en mil momentos.

Pues no me cabe tanto amor


y aunque cupiera
la ilusión de contenerlo
haría desbordarlo.

Puedo ser sincero y decirte


que mi pecho de adobe y paja
no basta para represar mi amor.

Sin embargo
he aprendido a vivir con
este derramamiento.

Tu amor que se desborda


de este pecho anquilosado
a final de cuentas
se lo entregaré a otras
porque no se desperdicie.

III

No se cómo pedirte
que me ames absolutamente
aunque solo sea un día.

Pero solamente a mí
que te olvides que eres de otros muchos
antes que yo.

No sé cómo pedírtelo.

Lo juro.

Necesito tu absoluto amor


por una tarde
tan sólo una tarde
para beber tu indiferencia.

IV

Dibujaste un beso
sobre mis labios anhelantes
un beso que he desprendido
lentamente de mi boca presurosa
un beso que está colgando
en la pared solitaria
de aquella esquina ¿te acuerdas?
donde aún sigo esperando.

Injertaré un beso
a las plantas de tus pies
a las flores de tus senos
al brevísimo césped de tu pubis.

Injertaré otro beso


a la raíz de tus cabellos
y puedas peinar mi aliento
en tu fértil cuerpo de barro
brotarán ansiosas carcajadas
y serán tus poros milenarios
pozos con aguas apacibles
cuando se descobije
la primavera
mi pasión brotará constante
en la pradera de tu nombre.

VI

Lento caminar sobre tus horas


mirando cada piedra y cada árbol
tocando los minutos que adormeces
en esta calle de mi pueblo olvidado.

Perezoso el camino que me ofreces


calle de mil bocas y mil ojos.
Creadora de mi infancia
dueña de mis veintidós años mozos
testigo de mi vida y mi suerte.

La calle de mi pueblo abandonado.

Cada casa es un lunar secreto


y es cada niño escalofrío que presagia
en tu sonrisa se columpia el tiempo
desnudo y hambriento, que tu cargas.

Nacida en la noche o en el alba


untada de mi amor, viva siempre
Una calle de mi pueblo conformizo
una ventana de recuerdos que no llegan
un pedazo de mis años que le debo.

Una calle de mi pueblo, olvidada.

VII

Ahora me toca a mí
confesarte que soy un gandalla
y un aprovechado
que me tendiste los brazos
y te besé los senos
claro que también capturé tus pies
luego de haberte besado el cuerpo.

No es que debiera decírtelo


confesarte que soy un gandalla.

Pero este plantón


me obliga
a confesarlo.

Tomado de Una pinta al cielo, compilación 2005, Se cancela por olvido, 1983

LAS HISTORIAS QUE EL TIEMPO NO REGISTRA


Pensadas para llevarse a teatro comunitario, lo cual lo hicieron 3 grupos de
oaxaca.
AMOR Y MUERTE DE MARÍA DE PACHI

Camino descalzo
entre las leyendas de María de Pachi.

Es un caminar de mezquites, cuchibrujas y duendes


cada palabra suya es un pozo de recuerdos viejos
y el camino es largo
como la voz de ella.

La enagua de María de Pachi tiene lunares rojos.

Beso de pitahaya y paguyeo.

Abrazo de iguana y arena.

No quiero volver lo caminado


sobre los hombros de María de Pachi.

Mirada de sulfurosa tierra sobre un pecho de brocado encendida palabra de


flamboyán
mirada que adorna su leyenda.
Hoy me ha contado de los amores del río
con las hijas del viento
escucho a María de Pachi
y me duermo en los brazos de la yucuela
polvo ágil tras lagartijas raudas.

María de Pachi
eternamente sobre el piso de su carreta
es aroma de guie shuba y mudubinas
bueyes de paso lento como la voz de ella
ritmo de palabras aladas y luces de alegria
chamizo que se revuelca con la sombra
vaho fresco de vientre acalorado.

María de Pachi
casa a su hija anémica de albahaca
con el huanacastle animoso
los alcarabanes y chituguís se acomodan la voz
en su garganta de barro.

María de Pachi
hoy dormirás sola en tu hamaca de ixtle
déjame dormir entre tus dientes gastados y
podridos
para no olvidar el ritmo de tu voz
ni el calor de tus cuentos.

Ando sobre las leyendas de María de Pachi


y los brazos del sueño
me enredan el cabello de la muerte Pachi
y un beso largo o una sonrisa ancha
para nosotros
— los viejos—
que los vimos crecer.
San Jerónimo Ixtepec,
mayo-julio, 1984

II
DAMIANA MAN

Yo conocí a Damiana Man


la tarde que incendiaba su tristeza.

Salió a la calle con sus ojos de cobre


y su frondosa enagua,
con una escoba de varitas flacas
amontono en su puerta
sus recuerdos, sus angustias, su melancolía
y los quemó.

Es triste la historia de Damiana Man


hija del viento y de Chepe Bupu.

Creció entre cantinas


buscando a su padre
destapar cervezas
preparar comidas en la casa ajena
y llevar poca a su padre ebrio.

Yo sé la vida de Damiana Man


que creció sin juegos y sin sonrisas
con la tristeza enredada en los tobillos
y los gritos de su padre
exprimiéndole los ojos.

De cabello hirsuto y sin adornos


su cara iluminada por sus ojos claros
—tarde con sol, madrugadas de luna—
Ella es de sonrisa falsa
y brinca los charcos de risas infantiles.

Damiana Man no cumplía quince años


salió a buscar a su padre
entre las cantinas del pueblo
mirando a los hombres sucios
y corriendo por calles que la acarician.

Cuando cruzó las vías de los trenes muertos


Man Chapahuini, le sujetó los brazos
Damiana Man no huyo de él, ni gritó tampoco inmóvil como niña sin juegos
o como muñeca rota
dejó su lengua de nicotina y su voz de mezcal
exprimiéndole los senos.

Damiana gritó cuando conoció


al hombre dentro su cuerpo.

Y la sonrisa idiota de Man “muchachita”


se amplio tanto que devoro a Damiana.

¡Infeliz su padre, que cobro la afrenta!


Tres litros de mezcal, dos paquetes de
cigarros y catorce pesos para pagar canciones.

Damiana Man, cambio de padre y de casa.


Ahora vieja busca al hombre que amanece
bajo un árbol
o en la playa del río.
O alza su enagua
y esconde su huipil bajo su espalda
para recibir a otro hombre.

Man Chapahuini
le encendió su sangre desde joven
no tuvo hijos Damiana Man
pero acurrucó en su seno
a todos los hombres de mi cobarde pueblo
y vendió verduras
y también su cuerpo silvestre
pero jamás sonrisas.

Yo conocí a Damiana
cuando ya era una anciana
pero su historia la aprendimos de muchachos
ella incendiaba su tristeza y sus trapos viejos.

Mi padre dice
que los senos de ella
fueron más duros que las papas.

San Jerónimo Ixtepec, 1983

HAGAMOS UNA PINTA AL CIELO


Folleto dedicado a la muerte de los amigos y a la lucha popular en defensa del
pueblo

El dolor me inunda la boca


y la rabia me desgarra la garganta
con un grito pesado
que hora duerme a mis pies.

Tengo miedo de llegar a ese recuerdo


al angustioso recuerdo
que un día, ustedes se fueron.

Se marcharon juntos
como se van los compañeros
ustedes eternos compañeros.

Dicen que fue accidente inevitable


yo aseguro que fue asesinato
si no hay en la tierra un culpable
culpo a Dios de irresponsabilidad
ante este crimen.

Es inútil olvidar
no puedo engañarme de tu sonrisa Hugo
de tu corteza Rubén
de la alegría y el dolor que juntos creamos.

¿Se puede olvidar con quienes se comparten


sueños?
¿o cuando se discute y coincide?
¿o cuando se aprende lo correcto?
no quiero olvidar
y prohibido el llanto a sus memorias.

Tal vez ellos nos esperan ansiosos


para guiarnos por donde ahora viven
para mostrarnos su ropa celeste
su cabello peinado
el libro al brazo y los lentes de Rubén
ya compuestos.

Cuando nos veamos, me dirán


si no hay países donde habitan
ni lenguajes que dividan
y ustedes estarán bien
¿o les falta algo?

Si esto último fuera cierto


les suplico nos lo hagan saber
y mañana mismo
sin reuniones, ni mítines, ni marchas
—se los juramos—
haremos una pinta al cielo.

?????

Al medio día que lo supe


sabía que no era cierto
otra broma de los compañeros.

Pero allí estaban


juntos, fríos he imposibles
Hugo con los ojos de sorpresa
y Rubén con su delicioso sueño.

La noche anterior
bromearon a Rubén mientras bailaba
y esas bromas brotan negras
en este dìa acartonado.

¡Ay! sábado maldito


este día no tiene luz
y el sol apareció por rutina.

¿Sirve de algo que les mire la cara?


¿o las manos?
¿o les grite que no lo creo?

Sería mejor que lo supiera después


o que no lo supiera
es tan doloroso recibir dos muertes
en un día.

Tengo una pregunta y un millón de dudas


¿qué carajo hacían a esa hora
a esa maldita hora
en ese lugar de mierda?

Alguien dijo que era su destino.

¡A la chingada el destino!
no sabe a nada mirar la muerte
la muerte reaccionaria y desnuda
sobre estas cuatro sillas de madera
los gritos brotan como bufidos de toros
hieren los oídos y dejan libre el llanto.

¡Maldita la muerte impúdica!


este sábado esta hecho con desperdicios
de otros días
Hugo levanta su cerveza y no la bebe
y Rubén dispara al aire
su voz estentórea y despierta a sus vecinos
dicen que a Rubén
le llegó la muerte mientras dormía

estoy esperando el día en que despierten


de golpe, bruscamente
y vengan a decirnos que fue una broma
y ese día
pasen a la casa, cabrones
para irnos a emborrachar de gusto
como lo hacíamos antes
¿recuerdan?
cuando aún no habían partido.

PARTO EN LAS MONTAÑAS

La libertad está pariendo


en las montañas rebeldes de San Miguel
Chimalapa.

Es un parto difícil
y soy un testigo más de este momento
los hombres se cuelgan la tristeza al hombro
y las mujeres su coraje en las manos.

Quiero gritar en este instante de bronce


en este día metálico
cuando la libertad está pariendo.

Hoy ha llorado un pueblo


anunciándose vivo
en las montañas de libertad dolorosa.

Un pueblo que nace libre


un pueblo rebelde y seco.

En San Miguel Chimalapa limpio


sonrosado y nuevo.
Compañero Polo
permite que te hable mi voz gastada
no necesito al sol para crear
mi túnel de palabras milenarias
no me interrumpas

hermano mayor del pueblo


no espantes a mis saurios con tu silencio.

Sé que mil aguijones de alacranes fieros


se clavaran en tus manos
pero levantarás tu puño
y millares de sonrisas.

Te ofrezco mi cueva de armadillo


para descansar de tus angustias y desvelos
siente la paz de una hamaca.

Compañero Polo
la historia espera en la puerta de su casa
salúdala, háblale y ríe de sus bromas
sé que cantarte es difícil y apresurado
es como pedir a la chuparrosa
que beba inmóvil
tuya es la historia y el dolor del Istmo.

Marcha paso a paso por tu vereda


peina con tus dedos a la tarde arisca
Polin de Gyves
ningún golpe dañara tu piel de iguana
ningún canto dormirá tu voz
hay un gato montés en tu cabello
déjalo correr entre el monte.

Perdóname por desviar tu atención


hermano Polo
mañana te espera una hamaca de ixtle
para contarte del conejo marrón
que burló al coyote.

El dolor me sabe a sangre coagulada


a vidrio pulverizado
a cerveza barata y cigarrillos finos
miro mis manos y sus diez serpientes
tanto llorar a mojado el cielo
y corro en mis encías
la vergüenza de estar callado.

La mañana ha llegado con su velo negro


a ofrecerme el pésame
las aves, las iguanas y los peces
vienen a decirme que debo ser fuerte
miro mis pies y sus diez raíces
y me siento imbécil por estar parado
sumergido en esta tierra que ustedes pisaron.

El recuerdo cabalga hasta donde estoy


vienen buscando un contrincante a su medida
y por ustedes le di la espalda.

LAS MENTIRAS DE MANUEL YELA, como lamayoria de sus trabajos esta fue
una recopilación de la historia oral de su pueblo, San Jerónimo, Ixtepec.

Manuel Yela se caracterizaba por sus ademanes, su voz, su buen humor para
contar sus historias.

El guendaruzá’ diidxaxhiihui’, es el término que utilizó Fray Juan de córdova


para explicar el arte de contar mentiras, de hacer mentiras. La mentira no es
dolosa, mucho menos intencionada, es el arte de contar sucesos fantásticos,
que de antemano sabemos que nos son reales pero les damos credibilidad.

No me importó, al hacer este trabajo, la originalidad de Manuel en sus


historias, sino que por atribuírsele a él en Ixtepec, se consigna un relator,
pero en el Istmo de Tehuantepec, donde la mentira es un género literario oral,
es común que las historias se conozcan en otros puntos de la región y en cada
lugar se le atribuya a determinada persona la creación, sin embargo, no hay
autores para un género colectivo, al menos que se piense en el autor colectivo
de los géneros literarios que las etnias defienden, que es la misma
comunidad.

Como se crió en casa de su tío Paciano Palomec que tenía ganado, Manuel
Yela aprendió a torear. Dicen que toreaba muy bien que hasta los pueblos del
Istmo supieron de su fama de buen torero.

En una ocasión, los habitantes de la población de Ranchu Gubiña (Unión


Hidalgo), lo invitaron a torear en la fiesta del Santo Patrón y contaba Manuel
que en el ruedo, hecho de horcones y polines, en frente de él, había una
señora que daba de mamar a su hijo como de diez meses de nacido. Mientras
contaba esto, Manuel Yela recordando esa fecha, hacía los movimientos de
torero: un ooole y hacía un cambio, ooole y tendía las manos como si
estuviera frente a un toro y decía: Aja toro, órale bonito, y le chasqueaba la
boca y avanzaba un pie, se ponía de lado y siempre invitando al toro. Decía
Manuel Yela que esa tarde toreó tan bonito que la gente le aplaudió tanto,
pero lo que más emocionó fue que el niño dejó el pecho materno y gritó: “Viva
Manuel Palomec” y siguió mamando.

Versión de Jesús Hernández


4ª sección, Cd. Ixtepec, Oax.

II

San Jerónimo es mi pueblo y es tan bonito que nunca me voy a ir a vivir a otro
lado. Decía Manuel Yela Cuando se inundo el río, la gente que vive al otro
lado, en Cheguigo, pasa al pueblo por el puente del tren. Ese puente está un
poco al sur de la iglesia de nuestro Santo Patrono.

Dijo que nunca se iba a ir de aquí, pero un día fue a México. Llegó en el tren y
se bajó cuando dijeron que esa era la terminal, que ya estaban en la ciudad.
Pero había tanta gente, tanto carro, tanta casa, dijo, que ya no cabía él. y a lo
mejor se perdía y se regresó. Se metió otra vez a la estación y pidió un boleto
de regreso a San Jerónimo, ya no había, ¡en México también se acaban los
boletos! y ahora ¿qué hago? pensó Manuel, pero adelantito vió una tienda y
listo como era, inteligente como era, porque era meñú, que le dice a la señora
que vendía: “véndeme dos jabón oro, de ese jabón en barra, ¡gruesote! y que
lo pone bajo su huarache, se subió a la vía y se vino toda la vía desde México
hasta San Jerónimo. No se lo vas a creer pero al llegar al puente que se baja
de la vía, todavía quedaba una tejita de jabón, con esa se bañó en el río.

Versión de Emilio Enríquez


4 sección, Cd. Ixtepec, Oax.

IMAGINERIAS, Cuentos para niños recreados de historias de su pueblo.

LA NUTRIA

Te contaré, Tania, de un perro que vive en el agua. En nuestro pueblo vivió en


el río cuando ni tu ni yo habíamos nacido. Los viejos nos lo cuentan, Tania y
como dijo el poeta, los viejos son los que más saben.

Dicen los viejos, Tania, que cuando la montaña se alegró del mundo y de las
aves y de las flores, de su risa brotó agua, pero en nuestro pueblo, el río no
tenía piedras, apenas una que otra, pues los peces, algunos, tenían muchas
escamas aunque otros anduvieran desnudos.

Pero nuestro río, ese que apenas es un hilo de agua entre las piedras, fue
caudaloso. En su ribera crecían hortalizas y flores en su corriente, además de
flores y peces de colores, había nutrias y los viejos las llamaron perro de
agua. Lloraban como mujer y les gustaba revolcarse en la arena.

Dicen los viejos, Tania, y debemos aprender de ellos, que en donde ellas
salían, las nutrias, era en la parte llamada piedra bola y en ese montón de
piedras se acostaban al sol y se volvían a meter al agua. Así jugaban.

Los viejos saben mucho, dicen que en 1928, se inundó el pueblo y se llevó
hortalizas y flores, pero las nutrias siguieron viviendo en la piedra bola.

Los viejos lo volvieron a ver en 1944. Se inundó otra vez nuestro pueblo. La
gente, mis abuelos, mis tíos y los tíos abuelos de otras personas sacaron al
Santo de la Iglesia y lo bajaron al río enojado, cuentan que dejó de llover y
las aguas se retiraron del pueblo. En esa ocasión no solamente dejó piedras
donde hubo papas y cilantro y arena donde hubo gladiolas y lirios sino que se
llevó las nutrias.

Los abuelos lo cuentan, Tania, y ellos saben tanto. Cuando vamos al barrio de
Cheguigo, que está al otro lado del río y escuchamos en la noche gemidos de
mujer, no te espantes, Tania, que no es ninguna alma en pena, son las nutrias
que regresan a jugar contigo, para que las conozcas.

Los viejos lo saben todo, Tania, menos que tienes una amiga nutria.

LUCIÉRNAGAS

¿ Sabes que el amor es un duende, hijo del espíritu del monte? ¿No lo sabías,
Tania? Dicen que cuando creció el río y se volvió adulto, perdió la gracia de
los niños y se puso serio y las penas que tenía escondidas en forma de
piedritas, no lo dejaban cantar.

En las noches, su corriente no reflejaba la luz de la luna y a los pobladores


que habitaban su ribera les daba miedo bajar en la noche. Una pareja de
jóvenes, enamorados ellos, buscaban su ribera para dejar escapar su
juventud en besos y sueños y aunque tenían miedo, lo hacían bolitas que
guardaban en el morral de ixtle del muchacho.

Una noche, Tania, en que los jóvenes bajaron a platicar su amor, la noche se
volvió seria como el río y los jóvenes tuvieron mucho miedo, el espíritu del
monte desenrolló el petate que cubría el cielo y las estrellas se asomaron.
Cuando los jóvenes vieron las estrellas en el cielo, su amor se alumbró como
faroles de la fiesta del Santo Patrono y el muchacho quiso atrapar una para su
amor y buscó por la ribera un puntal que alcanzara la estrella.

Cuando encontró un árbol de palo blanco, desprendió una horqueta y alcanzó


una estrella como si fuera una pitahaya pero la estrella se cayó y se rompió
en mil pedazos.

La joven iba a llorar por la estrella rota cuando vió que de sus pedazos
brotaban infinidad de luces que volaba

la corriente del río y otras que incendiaban las cuevas de los armadillos y
otros que alumbraban los hoyos de las iguanas y otros más que se posaron en
el pelo de la muchacha que así lució su cabello nocturno.

El joven detuvo en la horqueta diez de esos cocuyos, luciérnagas le llamaron


los viejos, y significó felicidad de enamorados. El Espíritu del Monte, así
premió aquel amor de jóvenes.

Cuando crezcas, Tania, y sepas del amor, escucha la voz del espíritu del
monte que así sabe contar historias de amores y luciérnagas.

Poesia ultima, de su ultima libreta de escritores, 1987


Sobre la dura piel de la palabra
....y aquí empiezo a callar para decirte..
Carlos Pellicer

SOBRE LA DURA PIEL DE LA PALABRA

Sobre la dura piel de la palabra


deslicé mis labios silenciosos
con la prisa de quien pide un beso.

Su caparazón
me retornó de tus ojos profundos
a la brisa dentro de su cuerpo.

En su dura piel
la palabra me brindó un collage
de lIanto-risa-suspiro-miedo.

Deslicé mis dedos sin tacto


y la lápida de tu risa
encerró mis besos balbuceantes.

Derramé mis cantos


agoté mis esperanzas flacas
retorné a trotar los ojos
mudos y pálidos de sueño.

Vestido de metáforas marchitas


me enamoré de la palabra amarga.

La palabra
explotó
en mi
oído
y
quedé
sordamente
herido
de charlatanería

II

Desenterré mis raíces


y salí a caminar por las montañas.

Hubo lugares donde comí flores


y otros donde aspiré su perfume.

Nací de un vientre vegetal


oscuro y perfumado
y recorrí lagunas, sierras y valles.

Enterré mis raíces en el vientre de jade


que sopla en la vieja Antequera
y pagué tributo a la amistad,
la soledad y al amor.

Me castigó el orgullo mis hojas


y la envidia marchitó mis cogollos.

Hube de retornar marchito


el vientre que me aguarda, confiado con nuevas raíces, sin flores de amor.

III

ELEGÍA

Yo digo que no hay más remedio


que echarse un fusil al hombro
decir: Ya no estoy solo
irse al monte a luchar.

Atrás, vienen mil gentes


con su fusil al hombro
cantando la la la la ra la
dispuestos también a luchar.

IV
NISAGUIE

A Tania, simplemente

La lluvia tiene cuerpo de mujer


andar ondulante que invita al amor
la lluvia tiene cuerpo de mujer.

Su cabello es largo y oscuro


que desparrama cometas y luceros
y salpica su risa por todas las calles.

Mira a todos y con todos sonríe


le gustan los versos que hablen de amor
amor a la tierra, amor a los niños
amor a la rabia en el pecho del hombre.

No me gusta ver llorar a la joven lluvia


porque sus párpados cierra y su rostro ensombrece
no me gusta que su rostro se agriete
por todos los dolores o su rabia infinita.

La lluvia es una joven hermosa


que le deja recuerdos frescos, verdes y suaves
por donde la miran pasar.

HAY DÍAS

Hay días
que me parecen tristes o nostálgicos
y debo cargar nubes en los hombros.
Hay otros días
que son pesados y largos
y me acuesto a mirar el cielo que me aplasta.

También hay días


—como hoy—
en los cuales preciso tus besos y tus hombros
que reclines tu frente en la mía
o me hables al oído
entonces
maldigo la distancia.

A ESTA TARDE PINCHURRIENTA

La tarde pinchurrienta
se le está escurriendo la tristeza de los ojos
está pálida
sus párpados de gas neón irritan.

Cuántos lunares tienen la tarde


se llenó de pájaros y horas y tristezas
le brotó una cola de rata
y no lo sabe
la forcé a mirarme y le estampé un beso
está muy pusilánime la tarde
subí sus pantorrillas
y me aventó como a sus vehículos.

Qué lindas pantorrillas tiene la tarde


con su asfalto nuevo y sus calles anchas.

CUANDO ABRÍ LA LIBRETA

Cuando abrí la libreta


y tomé la pluma para escribir
una idea descansó en mi hombro.

Dejé la pluma
y ya no me importó la libreta
la idea seguía descansando
le sobé el lomo
le acaricié el piquito
y puse mi cabeza sobre su hombro.
Les juro que era una idea muy buena
no recuerdo de qué trataba
pero me acarició los oídos.

No supe cuándo ni cómo se fue


pero ahora
que deseo escribirla
solamente su aliento
tengo en mi oído.

Resulta que ahora las letras vienen


desnudas
con hambre
con sed
y con unas ganas inmensas de trabajar.
Sólo que ahora cuando sucede esto
no hay ropa
ni comida
ni agua
ni hay vacantes.

Por eso afirmo que debemos decir


“el pan nuestro” de los poetas
Es el a
ve
ces
diario.

Viajaba en autobús
y de pronto lo inundó la alegría
de muchos jóvenes que aman.

Estaba sentada en la última fila


y la alegría se estrelló en mi cara
me sequé pacientemente,
con la mirada de una niña de 18 años.
Sin abrir la boca
le dije que me gustaba y que era hermosa.

No me dijo nada, ni siquiera me miró


pero su alegría, su nariz, sus ojos
se estrellaron en los míos
cuando aturdida, se sentó junto a mi.

PASEO

Te llevo en mis bolsas


y de vez en cuando
te sonrió.

A veces
busco tu compañía y te sacó a la luz.

La charla amena
y en cada beso
te desmigajas.

Fuiste la suficiente migaja


que al formarte toda
satisface mi hambre.

Te llevo en mi sangre
Y de vez en cuando me sonríes.

EN PROVINCIA

Campos de Nescafé
vientos olorosos a sangre
sangre que riega esos campos
otrora mexicanos.

Los gringos hablan inglés


y los mexicanos de Og Mandino
¡ni rezar a Dios,
porque Dios está durmiendo!

han caído los mexicanos


ante el poder del gringo.

Lloramos ríos de provincia


porque mañana;
serán átomos de la NASA.

Reímos
y el Tío Sam
nos lleva al circo
donde un blanco
monta, escupe y golpea
a un mestizo.

MI FÉRETRO

Naciste de árbol joven,


quizá de un vieja o de uno verde.

Naciste de cedro,
de roble o de pino;
tal vez de abeto,
de mezquite o de pirul.

Todo pasa y tu resistes


todo avanza y tu quedas.

La tierra es tierra,
la habito, la habitas,
tú por fuera, yo por dentro.

Más cuando funcionas


como lo que eres: guardián
me cuidas, yo tiemblo,
me defiendes mientras lloro,
te desgastas, me desgasto,
te desmoronas y me pudro.

Mas todo pasa y te resistes,


el tiempo vuelo y te arrastras.

Cuando lloran, con seriedad


miras al gentío apagado
que llora —sin conocerme—
“la pérdida irreparable”,
no saben que me cuidas
y sonríes mientras tiemblo.

Todo pasa, tu parado,


todos gritan, tu inmutable.

Al escuchar al viento
chocar contra el polvo
y al polvo contra el viento
semeja sinfonía sin orquesta
la cual dejaré de escuchar
hasta que se apague.

Todos pasan,
todos te miran,
me cubres
y te amo,
eres cedro, roble o pino,
quizá rosal, cardo o abrojo.

El encaje que te cubre


parece frac de los 60’s
te ves serio y adulto
y eres más joven que yo.

Riamos sin hacer ruido;


la gente puede asustarse.

Mas, sigo caminando


con mi espalda en tu espalda
y mi vientre bajo el tuyo,
tengo miedo, soy miedoso,
me sonríes, acaricias y calmas.

Se acerca el día final.

Estoy nervioso.

Me miras, te despides de todos


cubres con tu cuerpo mi cuerpo
y ya no tengo miedo
de vivir siempre, eternamente,
dormido en cuatro paredes, riendo.

UNA CALLE DE MI PUEBLO

A Ricardo, mi sobrino, quien la camina.


Lento caminar sobre tus horas
mirando cada piedra y cada árbol
tocando los minutos que adormeces
en esta calle de mi pueblo olvidado.

Perezoso el camino que me ofreces


calle de mil bocas y mil ojos.

Creadora de mi infancia
dueña de mis veintidós años mozos
testigos de mi vida y de mi suerte.

La calle de mi pueblo abandonado.

Cada casa es un lunar secreto


y es cada niño un escalofrío que presagia.

En tu risa se columpia al tiempo


desnudo y hambriento, que tú cargas.

Nacida de ladrillo, cartón y adobe


esbozo de algo que se muere.
Nacida en la noche o en el alba
untada de mi amor, viva siempre.

Una calle de mi pueblo conformizo


una ventana de recuerdo que no llega
un pedazo de mis años que le debo.

Una calle de mi pueblo, olvidada.

EPIGRAMA

A mi rostro lo habitan
dos, estrellas fugaces
que esperan ansiosos el día
¡ay! compañerita
en que me abandonen para siempre
y me vayan a colgar, traidoras,
en tus lágrimas que nacen.

No dibujaste un beso
sobre mis labios anhelantes
un beso que he desprendido
lentamente de mi boca presurosa
un beso que está colgado
de aquella esquina, ¿te acuerdas?
donde aún te sigo esperando.

Nos sentamos sobre un verano


a ordenar nuestras noches despapeladas
noche a noche le fuimos dando sentido:
que un beso, que un sí, que una lágrima
y formamos el conjunto tan inmenso
que aun me sobran noches para compartir
contigo.

Como quisiera, mujercilla.


poder leerte a solas estas líneas
para que escuches mi voz desmigajarse
y sientas sobre tus manos
el calor de mis lágrimas
quienes al oír tu nombre
se deslizan presurosas
de mis ojos a tu aliento.

Sentados en una banca del parque


mi voz inundó a tu cuerpo.

Y si ahora te recuerdo
es porque hace un momento
me inundaron con tu nombre
todos mis amores.

**
Al mirar tu sonrisa coqueta
estrellarse sobre mi gesto adusto
creí que mi cuerpo se destruía
pero es amor el que brotaba.

Tus lágrimas van cayendo


al par de sus cabellos nocturnos
y cuando levanté tu rostro
un océano sin estrellas nos bañaba.

Si yo pudiera seducir tus labios apetitosos


haría de cuenta que devoraba una pitahaya.

Todo empezó con un suspiro y así terminó


el amor es una palabra que tiene vida.

—¿Te leo algo, mi amor?

—Lo siento cariño, estoy escrita en chino.

Dicen que las leyendas


tienen ojos de lambimbo
y a sus pies le brotan nubes.

EUSTOLIA OSORIO

Eustolia Osorio se fue al mar


a conocer la muerte.
Se escudó tras las piedras de sus años
para defenderse de la angustia
y el camino de tantas historias la ajan
que no sabemos si es mujer o leyenda.

Eustolia Osorio se mató de nombre.

Ella sacrificaba reses que cambiaba por huipiles


siempre quiso tener mariposas en el pecho
dormir a las nubes y bañar al río.

Pero sus ojos perseguían al mar y las gaviotas


y sus pies marchaban a la salina.

Con sus manos de luna y huanacastle


Eustolia Osorio se nombró la bayunquera

y fue reyna de canoas y cayucos


su cuerpo de guiriziña persiguió al mar.

Cuando acarició el mar, la anciana bayunquera


había tenido treinta años, tres hijos y seis
maridos
y regaló un beso corto al camino
que se despidió de ella
en un árbol de lambimbo joven
ese beso le quemó los labios, el sueño y la risa.

Cuando Eustolia Osorio conoció el mar


las olas y la espuma se alegraron tanto
que su cayuco amaneció más joven.

A lo lejos escucha una canción de amor


cuenta la historia de una nutria enamorada
de un pescador que huyó a tierra firme
para no matar con agua de sal
su frondoso cuerpo de río.

No quiere hablar mi pueblo


de Eustolia Osorio que sacrificaba reses
por tener mariposas
no sabemos su edad final o sus amantes salinos
ni sabemos si fue mujer o tal vez leyenda
quizá nutria de río en un mar furioso.

Sabemos que Eustolia Osorio nació en junio


cuando la luna es una semilla de mango
no me pregunte de sus hijos
no, me importa la cintura de la montaña
—que dicen—
rodeó amorosamente
para llegar al mar.
No conozco la historia de Eustolia Osorio
—que dice el tiempo—
se convirtió en arena.

NA BUNDIA

Sentado bajo un lambimbo


recibo la noticia en la espalda
Na Bundia se murió de grande.

El árbol lloró sus frutos


y manchó mi nostalgia
¡Ay¡ Na Bundia
ahora pondremos un lunar de tela
en la puerta de tu casa.

¿Quién me cantará del refafo rucu?


¿quién me curará de espanto?
y mis lágrimas brotan
como manantial en monte.

Los huanacastles abandonaron sus hojas


y los naranjos no revientan flores
Na Bundia no revientan flores
Na Bundia se murió de años
su vida se apagó como las velas.
No quiero llorar ahora
porque la tarde ocultó al sol.

Ríos de lambimbo corren por mi pueblo


y la angustia me exprime las ansias
de gritarte “esta es tu casa”.

¿Quién cantará la tonada del cacheza luchía? ¿quién se reirá de mi amor


imposible?
¿quién hablará de aquella laguna encantada?

Se murió Na Bundia por vivir bastante.

En tu novenario
tus hijos y tus sobrinos iremos a levantar
tu cuerpo blandito y tibio.

Primero tu cabeza de azahares


después tu cuerpo de milpitas.

Iremos todos tus parientes a esconderte


en la playa del río
el agua de los mil suspiros
que extrañan
gimen
y nostalgian.
Se murió Na Bundia
cuando el lambimbo se cayó de viejo.
DE CÓMO NACIÓ EL CHAMIZO

Cuando el siglo amanecía


un chituguí, amarillo como limón maduro
trinó la historia de amor
entre las piedras del río.

Pánfilo Guzmán amaneció del barro de Tepalcate


y se enamoró
de Leticia Vázquez
la que nació entre plumas de palomas y cantos de
gallos

de la Huana Milpería
en esos días no había piedras ni arena
—el río no enfermaba de tristeza—
y las hortalizas y guiriziñas y huanacastles
eran la sonrisa constante
de la playa del río.

Ellos fueron los cómplices del amor de Pánfilo y


Leticia

En las tardes de garbanzo maduro


sale Pánfilo de Tepalcate
y robando la luz de la luna en su morral
avanza por la vereda,
que le sopla el pelo
y alimenta su pasión.

En las noches de amor,


—cuando las estrellas anochecen pulidas—
los amantes destrenzaban sus veinte años
y cabalgaban por sueños y promesas
y dormitaban en su futuro nervioso.

Los padres de Leticia


la que creció entre huevos recién puestos
y agua de pozo
se negaron a juntar su apellido
con “la gente que no camina” de Tepalcate
y ataron a Leticia
al comizcal para hacer tortillas.

En esas noches
las nubes cubrieron la luna y su luz
Pánfilo no pudo robársela en su morral de ixtle.

Entonces desenredó el día que tenía guardado


en los hilos de su hamaca
y el día lloró
y el siguiente, el siguiente y muchos más
hasta que los guiriziñas y huanacastles
y las hortalizas
corrieron río abajo
buscando refugio
donde abundan los pájaros.

Cuando los días dejaron de llorar


el río había entristecido
y en vez de árboles como sonrisas
sus ojos se marchitaron
y las piedras y la arena invadieron su alegría.

Fue en esos días


cuando Pánfilo Guzmán,
le pidió a Chituguí
fuera su corresponsal de amor.

Cuando Chituguí cantaba corto


Pánfilo llegaba exacto
si trinaba largo
Pánfilo llegaba tarde.
Si cantaba corto y largo
Pánfilo no llegaba
y con Chituguí planearon fugarse.

Pidieron a la luna, oscuridad para sus sombras


y a las piedras del río,
silencio para el caballo.
Y en la madrugada
cuando el sueño nos amarra a la hamaca

y nos sujeta al catre o al tapanco


Leticia Vázquez abandonó su casa
en un manta guardó sus recuerdos y sus cariños y sin cerrar la puerta de su
adolescencia
siguió a Pánfilo, para vivir con él.

Pero Baltazar Vázquez, el que vivió en el monte hablaba la lengua de Chituguí


y los esperó en la playa.

La luna, infiel a los amantes


iluminó el amor que a los veinte años es torrente y un relámpago de pólvora
deslumbró al río.

Los amantes se besaron.

Cuando se descobijó el día


el padre
en lugar de cuerpos
descubrió entre las piedras
dos plantitas verdes.

En esas plantas
cantaba Chituguí todas las tardes
repitiendo la letanía de amor
y cantaba largo
y cantaba corto
y cantaba corto y largo
hasta que se convirtió en flor.

La gente dice —desde entonces—


que la enramada de boda
debe ser de chamizo fresco y tierno
que es cuando abre sus flores amarillas.

LUCIANO DIAZ

Sentado en la esquina de la tarde


Luciano Díaz nos regala sus sueños
con su cansada voz de barro.

Vemos correr a Chano entre el tuzal


o revolcarse entre sus sueños
de ladrillero.

Nos canta versos con edad de siempre


y sus manos de huanacastle
cubren nuestra imaginación de mozos.

Su rostro es de senderos encontrados


donde anida el tiempo carcomido.

Sueño y cansancio enseñan sus ojos profundos.

En su boca silvestre
maduran limones
que confundo con canarios.

Enjuto de caminar pausado


ordeña a la aurora sobre sus huaraches
y con el sombrero espanta las moscas.

Luciano Díaz nos sienta sobre su voz


y entre su aliento de anciano
vamos pescando leyendas.

POCOS SON LOS ELEGIDOS

A Tania Nisa Guiée

Pocos tienen el valor de gritarlo todo


desnudar la palabra por las calles
destruir los edificios que levantó el engaño.
Pocos son los elegidos
los que avanzan sin detenerse
para mascar la rabia de los hombres mudos.

Avanzan por las calles del tiempo carcomido


y se detienen frente a la historia ciega, anciana
para explotar su coraje.
Pocos tienen el valor de gritarlo todo
destruirlo todo y construirlo todo.

Sus rostros se pierden en los recuerdos


de los hombres mudos, temerosos de la vida
sólo sus nombres alumbran sus ansias.

La realidad es un mérito de ellos


se les valora su compañía
sólo duermen sus cuerpos de barro.

Pocos son los elegidos de la historia


de los pueblos surcados de tristeza y barro.
Pocos son
y sin embargo, son incontables.

LLEGUÉ TARDE A TODO,


INCLUSO AL ROCK

Para Roberto Poblano


el que se sienta en las nubes,
ya vas carnal.

VIAJE SUSPENDIDO

Vamos preciosa, sé buena.

No vayas a gritar otra vez


el baño está por la derecha
sigue igual
desde que despegaste.

Esta noche
las estrellas son esferas de navidad
ella espera
el camión de las ocho treinta p.m.
pero el camión anda con muletas.
Hey, hey, nena, por favor
el camión no pasará
ella se disgusta y patalea
se desnuda en la avenida principal
y los semáforos encienden su luz roja.

Oye nena, escucha


no hagas este avandarazo
no lo hagas, por favor
esta noche, los camiones no andan solos
y lo peor nena, lo peor
esta noche no es domingo.

Acúsame con el mundo


que te forcé a darme un beso
te chantajeo con mis traumas
de chavo fresa.

Vamos, nena, grítalo


esta noche voy a forjar un beso
para tus hombros.

Vamos nena,
tus talones se sienten fatigados de llanto
no deambules con tu bolsa al hombro
no empañes tu adolescencia con bilé rojo
ni provoques embotellamientos en tus venas.

Nena, por favor,


no disminuyas la luz de tus ojos al fumar
no soy moralista.

Nena, escúchame ahora, por favor, nena


vaciaste mis bolsillos
mi imaginación se despedazó todita
siéntate en la esquina con los cuates
nena.
Vamos a, fajar en la cintura de la calle
cuando en tus dientes
amanezcan flores.

Escucha esta rola


gime mientras escuchas
no me mires a los ojos, nena,
porque el amor enceguece
no me mires las manos
pues la locura se nota
comparte tus dientes conmigo
ven, nena, abrázame
vamos a mirar la luna
y orinar las bardas
no escuches la risa
de los novios decentes
forjemos un cigarro
nena, uno sólo
quemaremos nuestros sueños
y guardaremos la bacha.
Vámonos en ese bus, nena
besaré tu espalda como espejo
y tus labios de epazote.

Beto el titis
fue fumador de mota
y el mero machín de la colonia
tenia ojos de lagarto y vitalidad de gallo.

Paco, el buitre
fue campeón de vencidas
con sus garfios de cobre.

Y a tí, nena,
te inundaban el cabello de ideas
como si fueran piojos.

Beto se hizo boxeador aficionado


y Paco estibador del muelle
y tú, nena,
andadora de calles.

Beto se dedicó a beber


y se volvió teporocho,
Paco se dedicó a la mota
y tú, nena, pescaste gonorrea,
Beto se duerme en las madrugadas
y se cobija con neblinas,
Paco asalta a los transeúntes nocturnos
y tú, nena, ahora no me sirves.

Vamos, nena,
cúbrete las mejillas de rubor
descálzate las tobilleras
nena, por favor,
no hace falta bailar.

Tu mirada me lo dijo:
la noche se volvió cartón
y a tí, nena, tú lo sabes
se te acabaron las pilas.

¿El amor? dos cuadras adelante


por la derecha
entre las chavas de la esquina.

No bebas de la cerveza
ni aceptes cigarrillos.
Están cantando en voz alta.

Por favor, no te detengas


en una cuadra adelante.

Levanta un pie, preciosa


ahora el otro
convulsiona tu cuerpo.

Nena,
la música es azul y amarilla.

Nada entre la música, por favor


ahógate de notas y guitarras eléctricas.
Esta noche, preciosa,
te convertirás en nube.

No, baby, no,


la mota nada dice
si andas fúrica.

Vamos, chava, sacúdete.


La música es suave
como piel de topo.

El amor llegó en bicicleta


y tus besos tronaron.

SANDY BLUES

Quiero contarte una historia fresa


de un chavo bien loco
y una chica cursi
él tenía ojos de morsa
y la piel de nutria.
Era moreno como la música de Paul Robesson
y ella no tenía pecas.

Esta historia
se bebe con tragos de tequila, mezcal o ron
es que a la chava
le nacieron besos en la frente
y usaba calcetas a los tobillos
y sus zapatos fueron enredaderas.

Los chavos se conocieron en un parque


—andaban sacadísimos de onda—
y volvieron a sus lugares de origen
él con los ojos ligeros
y ella sin flores en los pies.

II

Esta historia, nena,


es para beberse con hielo
el chavo estuvo alucinando
con un beso que le pintó la cara
y le manchó la sonrisa.

La chava se miraba en el espejo


la espalda desnuda
esperaba le naciera piel de nutria.
Los años pasan, nena,
y los animales envenenaron de música y poesía.
La historia que te cuento, preciosa,
es para escuchar un disco de B.B. King
acostada
en mitad de tu adolescencia.
Hey, nena,
escucha la ultima parte
ella se volvió bugambilia
y él
zorro de monte.
Por favor, nena, alcánzame la toalla
vamos a secarnos
de la música de Carole King
y desayunamos ancas de hueledenoche.

Sirve otro trago, nena,


aún tengo historias fresas
que debo contarte.

SHIE GUENDA PUTA NA’YACA


ULALIA

Siempre caminaba ligera, como si al andar sus menudos pies sólo rosaran el
suelo. Su joven cuerpo se esti- raba en cada paso. Hoy, dicen que tiene un
dolor en el alma y su cara es un pozo de arrugas.

¡Ulaliaaa! ¡Ulaliaaaa! ¡jija de la chingada!... ¿Ónde se ha metido esa escuincla?


Ahí va la chamaquitada a traer a Eulalia que esta entre el chamizo con sus
pantaletas bajo de ella, mientras polo le jugaba la espalda. Ni bien había
llegado a su casa, ya tenía pretexto es que me fui a traer leña pal comixcal,
luego cuando se acaba, usté me pone a juntar varitas.

Todo terminaba en un regaño.

Antes que se hiciera vieja, tenía unos ojos bien chulos, grandotes y claritos.
Sus amigos eran uno o dos años más grandes que ella.

Ònde vas cabrona! Segurito al río, ¡ah! nomás les entra la brama y luego
buscan monte. Pero Eulalia se hacia la sorda y se iba a su escondite de
chamizo.

Si la hubieras conocido cuando tenía trece o catorce años, le hubieras visto


las piernas escondidas entre sus naguas, tratando de tapar lo guapa que ella
era.

Pero a esa edad no dejaba de ir al chamizo.


Sólo se iba con el que ella escogía.

Eulalia pasaba por el parque donde estaban los muchachos, volteaba a mirar a
uno y le clavaba vista para después sonreírle con esa sonrisa de burla y
desprecio.

¡Qué jijo de la chingada vas a dar vuelta hasta el parque! ¿A ver que no
puedes bajar derecho?

Eulalia se iba al chamizo por el parque.

La vida en el mezquite parecía monótona para las tardes de ella, siempre el


chamizo con un joven distinto, parecía que aquello nunca iba a terminar.

Hacer atole, totopos, agarrar su toalla y su jabón y dar la vuelta por el parque.
Un día, Eulalia salio del mezquite y no supimos de ella. En ese tiempo
empezamos a platicar sus cosas.

Pinche Polo, tu la llevaste más tiempo al chamizo ¿cómo le hiciste pués?

No chingues, quien si la gozó fue Chemán, él la desfloró.

No!

¡A poco!

Si, ella se reía de él, lo miraba y agachaba la cabeza.

Yo lo vi ponerse rojo, rojo.

Que pendejo.

Si será güey.

No se vaya a enojar Na Vige, pero eso es lo que cuentan y si ella salió cusca,
no es culpa de usté, no es que diga pa que se enoje, pero su nuera que en paz
descanse, fue igual que la hija.

No me enoja, Na Bundia, no se apure, tómese su pozol, ¿está un poco dura la


calor verdad?

Uta, sí, no se aguanta.

En esa temporada el río creció tanto que llegó a las primeras casa que están a
la orilla del barranco donde corre. Pero aquello era agua no chingaderas.
Traía reses, traía marranos, árboles hasta gente que se ahogaba. Pero no nos
trajo a Eulalia.

Polo ya se había casado cuando lo supimos.

Sonó como cuando el río trae agua, primero lejano, después tan fuerte que
nos llenaba de emoción.

Eulalia venía a casarse.

Na Vige compró cohetes y cantaritos. El era hijo de Chela Mando, de los de


Nizanda, a dos horas de camino.

Cuando ella llegó al pueblo, se sintió como en un principio: sin amigos. Pero
los jóvenes se equivocaron, pues parecía que con el chamizo que se llevó el
río, se fue la costumbre de Eulalia.

Se buscaron madrinas: de arras, velación y otras. Como a los quince días se


pasó a pedir huevos pal marquezote. El viernes que se mató la res, se llevó
pan a todas las madrinas. El sábado iba a ser la boda por el civil. Facundo, el
novio, legó en la madrugada. Como a las ocho se puso a beber con los
invitados. El domingo era la boda por la iglesia y el baile de cantaritos.

Siempre caminaba ligera, como si al andar, sus menudos pies solo rozaran el
suelo. Pero dicen que se volvió loca desde que facundo la plantó en la iglesia.
Hoy, luce en la calle su vestido de novia y su cara llena de arrugas. Dicen que
quedó así por los gestos que hacía cuando le quebraban los cantaritos blancos
en los pies. Otros dicen que son los surcos por donde bajó la saliva.

Na Vige dice que ella no sabe nada. Que nunca ha tenido una nieta puta.

Alejandro Cruz
Poesía inédita facilitada por su esposa.

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