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Acting Out y Pasaje Al Acto
Acting Out y Pasaje Al Acto
Víctor Iunger
Es una escena, por lo tanto el carácter visual es una cosa central, en una
conceptualización más fina de la cuestión se puede hablar de fantasma,
de una fantasía desplegada en lo real porque no puede desplegarse de
otra manera.
El hecho es que en nuestra práctica cotidiana uno advierte que hay que
tomar muy en serio la posibilidad de que esas cosas ocurran, esos
signos que están anunciando la posibilidad del pasaje al acto; aún
cuando se trate de una histeria. Una persona que uno llamaría de
estructura histérica, hay que tomarlo con muchísima seriedad, no sólo
porque se puede suicidar, sino porque cuando alguien fantasea con el
suicidio o con el homicidio hay que tomarlo en serio. Yo diría que no hay
una diferencia de fondo entre lo que se le juega al histérico y lo que se le
juega al depresivo en este nivel de teorización en el que nos vamos a
manejar. El pasaje al acto también puede ser una fuga, también a veces
un portazo, y a veces hay pasajes al acto totalmente benéficos.
S = a i (a) (1) A = I d(A) (2)
Vamos a recordar, dijimos que se presenta como una escena que cesa,
que hay un franqueamiento de la escena, ¿qué pasa desde el costado
del sujeto?
Como se los fui adelantando, desde el lado del sujeto hay una
identificación al objeto a como desecho. En el momento del pasaje al
acto llega a su máxima culminación, digamos que llega al límite, ese
límite donde ya sujeto y a son la misma cosa, en el sentido de que el
sujeto se convierte en el objeto a como desecho. En el lugar donde
Lacan trabaja más detenidamente el tema del pasaje al acto es en el
seminario de La Angustia, que es nuestro punto de referencia teórico en
el día de hoy y dice que lo que ocurre es que el sujeto está en una
posición de máximo embarazo. Embarazo como traducción del término
francés "embarras".
Es decir, algo así como acotado, barrado al máximo. Esta barra está
múltiplemente potenciada, es el acotamiento subjetivo máximo, y eso es
una de las cosas que se van insinuando,
La ley es estructural en la constitución del deseo. Y eso tiene que ver con
la figura del padre, con la prohibición del incesto. Solo que cuando este
hecho estructural que hace que todos podamos vivir más o menos
normalmente, cuando un hecho estructural se focaliza y se focaliza en
relación al Otro y se ubica en el lugar de la barradura del Otro, esta
convergencia entre deseo y ley se transforma en capricho del Otro. Es
decir, la ley queda subordinada o trastornada y/o transformada en el
soporte del goce del Otro.
Bueno, no hace falta que sea violenta, basta con que sea emoción, la
violencia viene después. Hay un disparador que es un hecho donde el
sujeto se siente desbordado desde el punto de vista de sus parámetros
emocionales, desde el punto de vista de los parámetros que sostienen su
imaginario. Desde ahí se dispara el pasaje al acto.
Les quiero contar ahora como se opera clínicamente con esto a través
del psicoanálisis.
Pero antes de pasar a esto, quisiera decir algo más de la teoría, porque
si no no se va a entender, o por lo menos no voy a ser explícito respecto
de alguna de estas operaciones que hacen a la clínica del pasaje al acto.
Quizás, para completar la descripción teórica que hice antes tendría que
señalar algunos hechos más. Primero, porque no siempre es así, muchas
veces en estados de duelo, en esa particularidad que se establece entre
el sujeto y el Otro, desde el costado del cuerpo, de lo imaginario,
especialmente en estados de duelo, lo que uno encuentra es un
resquebrajamiento de la estructura de la imagen. Muchas veces hay
fenómenos de fragmentación corporal, que no aparece como la
fragmentación corporal de la esquizofrenia, sino más bien al modo de la
fragmentación corporal de la histeria.
El otro elemento que es el que mencionaba recién tiene que ver con la
relación al goce del Otro. Ese Otro que se focaliza es vivido por el sujeto
como un Otro gozador. Ya lo dije, pero lo quiero recalcar, el pasaje al
acto es un intento de hacer cesar ese goce y de sustraerse a él, sólo que
con la particularidad, y de esto uno muchas veces no se entera porque
no hay quien lo cuente, pero cuando hay quien lo cuente uno puede
enterarse un poco más. La particularidad del pasaje al acto es que el
sujeto intenta ponerle coto, un límite al goce del Otro. Intenta sustraerse,
claro que, a veces la cosa es tan paradojal que, en verdad, es la entrega
suprema a ese goce del Otro.
Las dos cosas se suelen presentar. La otra cuestión es que el sujeto, por
lo menos cuando lo logra contar, es decir, cuando sobrevive si se trata de
un intento de suicidio, o cuando son pasajes al acto de otra clase, golpes,
escenas violentas, abandono de instituciones, de servicios, hay una
fantasía que es muy importante y es la fantasía de renacimiento, que
acompaña a lo que estructuralmente se puede situar como un intento de
reinscripción. El sujeto intenta constituirse de vuelta. Es una fantasía de
relanzamiento, de nacer de vuelta, muchas veces eso está presente.
Por supuesto, como dije antes, no hay que esperar que la estructura del
pasaje al acto se presente como completa para empezar a trabajar sobre
ella. En el análisis, y esto no se refiere sólo al pasaje al acto, sino que se
refiere al despliegue en el análisis de la estructura del sujeto, hay un
balance que hay que tomar muy en cuenta, que es muy delicado y muy
importante y que es el soporte de la escena del análisis para el
despliegue y lo que es el momento del corte.
Diría yo que eso tiene que ver con el furor curandis del que habla Freud,
de eso tenemos que precavernos. Tenemos que permitir que en el
análisis el sujeto instale sus cuestiones, ahí. Instalarlas quiere decir
desplegarlas, y desplegarlas quiere decir aguantar que frente a nosotros
sucedan cosas más o menos dramáticas. Que se desplieguen, que
hablen, que produzcan su texto, que produzcan los elementos que
permitan después al sujeto poder hacer algo con eso, con la ayuda del
analista.
Solo que ésta es una concepción del psicoanálisis que trabaja con los
tres registros: lo real, lo simbólico, lo imaginario. Entonces uno sale de la
abstinencia, esa que es lo adecuado para otros momentos del análisis.
Aquí la abstinencia pasa por otro lado, pasa por el grado de medición y
sensatez con el que uno tiene que jugar estas cosas. Pero la escena del
análisis se prolonga. La barrera entre la vida y el consultorio, se borra
ahí. La posibilidad de la llamada telefónica, y ahora vamos a ver porqué
este punto. Hay que insistir en la continuidad entre la escena
fantasmática que se le va configurando al sujeto que está al borde del
pasaje al acto y la escena del análisis.
Eso tiende a romperse y eso es lo que uno tiene que mantener a toda
costa, esa continuidad. Uno tiene que estar metido dentro de la escena e
intentar que el analizante meta la escena en el análisis.
Qué está haciendo uno con esto? Uno está haciendo eso que se dice en
francés, que viene de Lacan, faire semblant, hacer semblante, solo que
uno no hace solamente semblante de objeto a, uno hace semblante de
muchas cosas en la cura. A veces hace semblante de padre terrible, a
veces de madre receptiva, de inodoro también, sobre eso los kleinianos
tienen una experiencia descomunal, pero en este caso se trata de hacer
semblante de Otro barrado, de un Otro con deseo respecto de ese
analizante.
NOTAS:
(1) Conjunción del I: (Ideal del yo) con d(A): (el deseo del Otro) con el Otro sin barrar, o mejor aún:
I d(A) en el lugar de la barra del Otro lo que deja A: (el Otro) sin barra, es decir absoluto e
idealizado al extremo.
(2) Del costado del sujeto ponemos el objeto a entendido como resto al cual se identifica y abrimos
tres ejes en los cuales ubicamos el deseo con barra, o sea una aniquilación del deseo, así como de
su imágen especular i(a) también con barra, aplastada, así como su Ideal del yo. I también
aplastado, por eso en los tres casos colocamos la barra como escritura del aplastamiento.