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Donald Davidson
1. Legado de Wittgenstein
Davidson (2003) señala al inicio del trabajo que la manera en que nos formamos la
imagen de la mente de una persona es a través de factores externos: observamos sus
actos, leemos sus cartas, estudiamos su expresión, etc. Se vale de una cita de Robert
Motherwell para graficar esta situación: “Diría que los mejores pintores no saben lo que
piensan hasta que lo pintan” (p. 41). Wittgenstein, en sus Investigaciones Filosóficas, a
través del experimento mental del escarabajo en la caja (2010, p. 371)1, indica que un
aspecto esencial del uso de ciertos predicados mentales es que los aplicamos a los
demás sobre la base de evidencias conductuales, pero nosotros mismos los aplicamos sin
esta ayuda. A juicio de Davidson esta afirmación es verdadera y debería responder al
escéptico, pero presenta ciertas dificultades. En primer lugar, cómo se justifica que
carecer de evidencias (nosotros respecto a nuestra propia mente) es más fiable que
poseer evidencias (nosotros respecto a la mente de los demás). Por otro lado, si se trata
de un solo fenómeno (lo mental) por qué debería utilizarse dos métodos distintos
(autoridad de la primera persona, evidencias) para explorarlo. La respuesta de estilo
wittgensteiniano puede solucionar el problema de las otras mentes, pero crea el
correspondiente problema sobre el conocimiento de nuestra propia mente.
2. El caso Putnam
1
Imagina que al nacer te dan una caja con un escarabajo dentro. Se trata de un objeto muy valioso
y extremadamente personal, tanto, que nadie puede ver el interior de la caja salvo uno mismo. De
este modo, no existe una forma objetiva de confirmar que todas las cajas contengan lo mismo. En
el mejor de los casos podrían contener un escarabajo de verdad, pero nada garantiza, de forma
categórica, que en lugar del escarabajo haya otros insectos, como una hormiga o una araña, o que
incluso no haya nada. Sin embargo, cualesquiera que sean las circunstancias siempre se
considerará lo que está dentro de la caja bajo el término de «escarabajo».
Dejando a un lado el autoengaño y otros fenómenos anómalos o limítrofes, la
cuestión es si podemos, sin irracionalidad, inconsistencia o confusión, pensar simple y
llanamente que tenemos una creencia que no tenemos o pensar que no tenemos una
creencia que tenemos. A juicio de Davidson, fue Hilary Putnam quien dio un viraje en la
consideración a la asimetría entre las atribuciones de actitudes de primera persona
respecto a las actitudes de otros (2003, p. 44). Considerando el argumento de la Tierra
Gemela2 de Putnam para mostrar que los significados, dichos en sus propias palabras,
«simplemente no están en la cabeza»3, arguye persuasivamente que lo que las palabras
significan dependen de algo más que lo que «está en la cabeza»4: esta posición se
conoce como externalismo semántico (ES).
2
Imaginemos que se descubra un planeta, la Tierra Gemela, réplica de la tierra, cuya historia es
una copia de la historia de la tierra, pues cada persona, cada objeto, lugar y evento tienen su doble
en la Tierra Gemela. Del mismo modo los habitantes de la Tierra Gemela hablan un lenguaje
homofónico al nuestro. Se envía una expedición terrícola la cual informa que la sustancia que llena
los océanos, ríos y lagos de la Tierra Gemela; al igual que lo que sus seres vivos beben, y lo que
podría ser equiparado a lo que nosotros conocemos como agua, es ahí una sustancia química
diferente llamada XYZ. Lo que informaría la expedición de la Tierra Gemela es que el término
“agua” en el lenguaje de la Tierra Gemela significa XYZ y no H2O, tal como en la Tierra. La
cuestión se vuelve interesante si consideramos la situación en una época en la que no hubiese
conocimientos científicos avanzados, como en 1750. Si consideramos los estados psicológicos de
los hablantes de la Tierra y de la Tierra Gemela antes de 1750 observaremos que son
cualitativamente idénticos. De este modo, si realmente la extensión del término “agua” es
superviviente a los estados psicológicos de los hablantes, entonces debería suceder que la
identidad de los estados psicológicos debería determinar la identidad de la extensión del término
“agua” en la Tierra y en la Tierra Gemela. Sin embargo, aquello que con justicia diríamos en la
Tierra que es “agua” no sería verdadero decirlo en la Tierra Gemela, y viceversa. Nuestra intuición
es que algo es “agua” si y sólo si es una molécula de H2O o es un montón de moléculas de H2O y
lo que se designa como “agua” en la Tierra Gemela es XYZ y no H2O (Putnam, 2000, 156 - 157).
De esta forma Putnam demuestra que el significado del término no es dependiente de los estados
psicológicos de los hablantes
3
Putnam, H. (1984) «El significado del “significado”».
4
Valga señalar que el externalismo semántico al que apela Putnam, en primera instancia, no anula
en forma definitiva el internalismo semántico, pues la definición del primero señala que la validez
de los significados no depende exclusivamente de factores internos (Kalestrup, 2011).
5
“Mi historia elude algunas dificultades que resultan ser irrelevantes en la de Putnam, aunque lleva
consigo algunos problemas nuevos” (2003, p. 46).
parece reconocerlos, devolviéndoles en inglés sus saludos según todas las apariencias.
Se traslada a su casa y parece escribir artículos sobre la interpretación radical. Sin
embargo, el Swampman no posee una historia causal que diera sentido a la afirmación de
que habla, recuerda, identifica o piensa sobre cosas en el mundo como lo hace Davidson.
A partir de este experimento mental, Davidson pretende dar a conocer que los estados
mentales no pueden ser desvinculados de factores externos, pero que no por ello
debamos mellar la autoridad de la primera persona. El Swampman, tiene creencias,
realiza conjeturas, pero dado que nos es partícipe de la cadena histórico- social no puede
desenvolverse de forma competente en su uso del lenguaje.
Davidson se pregunta: ¿por qué es natural aceptar que estados que satisfacen la
condición (II) pueden no serle conocidos a la persona que está en ellos? Volvamos a la
Tierra Gemela de Putnam. Si los significados de sus palabras y, con ello, las creencias
que expresan al usar esas palabras están parcialmente determinados mediante factores
externos que los agentes ignoran, sus creencias y significados no son restringidos en el
sentido de Putnam. Parece que deberíamos concluir que ninguno de los hablantes sabe lo
que quiere decir o lo que piensa de manera categórica. Ahora bien, podemos identificar
dos aspectos en esta crítica de Putnam. Por un lado hay una crítica psicológica al
internalismo semántico (IS)6 toda vez que se pone en cuestión la validez de los estados
internos (podría extenderse ello a la introspección); y, por otra parte, hay una crítica
epistémica también, pues se objeta la confiabilidad de los enunciados autoadscriptivos
(“Yo creo que tengo un vaso de agua frente mío”) 7. Putnam parece jugar con la
ambigüedad propia ambas facetas del (IS), pero un análisis nos permitiría formular la
siguiente pregunta: ¿La invalidez de la faceta psicológica del (IS) acarrea consigo la
invalidez de la faceta epistémica del (IS)? Y también: ¿La credibilidad del aspecto
psicológico del (IS) garantiza la credibilidad del aspecto epistémico del (IS)?
Consideramos que Putnam en el caso de la Tierra Gemela trabaja con ambas facetas del
IS sin distinguir una de la otra y a partir de ello, saca sus conclusiones. Es distinto poseer
una certeza psicológica de una creencia (“creo que tengo un vaso de agua frente mio”) de
poseer una validez epistémica de la misma (“mi creencia de tener un vaso de agua frente
mío es verdadera”), por ejemplo.
6
Para Furmeton, el internalismo semántico identifica los estados intencionales tales como creer,
imaginar, desear, etc., con estados que son completamente internos al sujeto que se encuentra en
dichos estados (2003, p. 259).
7
Para una distinción más clara entre el internalismo psicológico y epistémico véase Fumerton
(2007, p. 35- 50).
(2) Si un pensamiento no está totalmente en la cabeza, no puede ser «captado»
por la mente de la manera que se requiere para que haya autoridad de primera persona
(2003, 62).
Por otra parte, Putnam también realizará una crítica de la visión tradicional de la
representación. En Sentido, sinsentido y los sentidos afirma que
Vemos pues, que tanto Davidson como Putnam propugnan por un regreso a la
visión aristotélica de la percepción para que la autoridad de la primera persona no resulte
incompatible con el externalismo semántico. Y si bien con la respuesta de Davidson no se
da solución a que uno puede estar errado respecto al conocimiento autoadscriptivo, sin
embargo, se aclara que la incompatibilidad no es entre el externalismo semántico y la
autoridad de la primera persona, sino entre los objetos mentales, a los que según la visión
tradicional estamos forzados a captar y el externalismo semántico. Una vez eliminados
estos objetos mentales la incompatibilidad entre el externalismo semántico y la autoridad
de la primera persona desaparece.
Referencias
Dretske, D. (2003) “Externalism and Self- Knowledge”, En Nuccetelli, S. (Ed.) New essays
on semantic externalism and self- knowledge (pp. 131- 142). MIT.
345- 405.