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Los siete contra Tebas

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Para la tragedia de Esquilo, véase Los siete contra Tebas (Esquilo).

Los siete contra Tebas (en griego antiguo Ἑπτὰ ἐπὶ Θήβας: Heptá epi Thēbas) es uno de los
episodios más dramáticos de la mitología griega, siendo por ello uno de los preferidos por los
dramaturgos clásicos, que incluyeron fragmentos de esta historia en sus obras; en especial,
Sófocles, con su serie de Edipo, y Esquilo, que recogió la historia de los siete contra Tebas en la
obra del mismo título.

Índice

1 Orígenes del conflicto

2 Las hijas de Adrasto

3 Anfiarao y Erífile

4 Los siete en Nemea

5 El asedio a la ciudad

6 El fin de la contienda

7 La muerte de Creonte

8 Conclusión

9 Véase también

10 Enlaces externos

Orígenes del conflicto


La historia de los siete contra Tebas podría entenderse como la continuación del drama personal
de Edipo, rey de esta ciudad localizada en Beocia que, tal como predijo el oráculo, mató a su padre
y se casó con su madre, si bien no era consciente de la verdadera identidad de estos. Cuando el
adivino Tiresias desveló el verdadero origen de Edipo y, en consecuencia, su parricidio y posterior
incesto, la reina Yocasta (madre y esposa de Edipo a la vez) se ahorcó en su palacio poseída por la
vergüenza. Edipo, desesperado, cogió un alfiler del vestido de Yocasta y se sacó los ojos con él.

El hermano de Yocasta, Creonte, tomó las riendas de la ciudad y desterró a Edipo, que se fue
huyendo de las Erinias y maldiciendo a sus dos hijos, Eteocles y Polinices, por el trato vejatorio que
había recibido de ellos.

Los hijos (y hermanos) de Edipo decidieron entonces hacerse cargo del trono tebano alternándose
cada año uno en el poder. Pero cuando pasó el primer año Eteocles se negó a abdicar en su
hermano y lo desterró de la ciudad alegando que no era apto para reinar.

Entonces Polinices se dedicó a buscar aliados para su causa. Irónicamente acudió a Colono para
pedir a su padre, Edipo, que le apoyara, pues se decía que un aliado de Edipo siempre saldría
vencedor. Sin embargo, Polinices se encontró con una nueva maldición por parte de su padre, que
sentenció que sus dos hijos se matarían entre sí y le vaticinó que nunca reinaría.

Decepcionado, Polinices buscó apoyos en la ciudad de Argos, donde reinaba el rey Adrasto.

Las hijas de Adrasto

Adrasto, rey de Argos tenía dos hijas llamadas Argía y Deípile que, teniendo en cuenta la riqueza
de Argos, eran pretendidas por los mejores príncipes de toda Grecia. Esto puso en un dilema a su
padre, pues temía que cuando eligiera a los dos maridos de sus hijas, el resto se convertirían en
enemigos. Por esto acudió al oráculo de Delfos, que le aconsejó que unciera a su carro al león y al
jabalí que luchaban en su palacio. Sin entender el significado de la respuesta, Adrasto se volvió a
su ciudad.

No tardó mucho en descifrar el mensaje del oráculo, pues esa misma noche tuvo que separar a
dos de sus ilustres huéspedes, que se habían enfrascado en una dura pelea que empezó al jactarse
cada uno de las bondades de su ciudad. Se trataba de Polinices de Tebas y de Tideo de Calidón,
que en la lucha portaban cada uno en sus escudos los emblemas de sus ciudades, es decir, el león
(símbolo de Tebas) y el jabalí de Calidón. Siguiendo las instrucciones del oráculo, Adrasto casó a
Argía con Polinices y a Deípile con Tideo. Sin embargo ambos príncipes estaban desterrados de sus
reinos, Polinices por los hechos comentados anteriormente y Tideo por haber matado a su
hermano Melanipo, que si bien él argumentó que se había tratado de un accidente de caza, no fue
creído por su padre, pues se había profetizado que Melanipo le mataría a él. Para congraciar a sus
nuevos yernos y engrandecer su poder en la zona, Adrasto les prometió restaurarles en sus
respectivos tronos, siendo así como un conflicto interno de Tebas se convertiría en una guerra
entre dos reinos.

Anfiarao y Erífile

El juramento de los siete paladines. Ilustración de Alfred Church, 1897.

Adrasto decidió que primero marcharían sobre Tebas, pues estaba más cerca de Argos y todavía se
encontraba revuelta por los incidentes de Edipo y su familia. Todos sus comandantes se mostraron
de acuerdo a excepción de Anfiarao, que predijo que todos morirían en el asalto a Tebas menos
Adrasto y, por lo tanto, se negaba a participar en la marcha. Al conocer esta respuesta Adrasto
embistió furioso contra Anfiarao, con el que ya arrastraba viejos rencores, y le hubiera matado allí
mismo si no hubiera intercedido Erífile, hermana del primero y esposa del segundo, que
arrancándoles las espadas de las manos les hizo jurar que siempre acatarían su decisión.

Entonces Tideo y Polinices, que eran los que más beneficios esperaban de esta guerra, decidieron
sobornar a Erífile para que convenciera a su marido de que se uniera a la expedición. Le ofrecieron
el collar mágico que Afrodita, la diosa del amor, había regalado a Harmonía, una antepasada de
Polinices. El collar hacía irresistiblemente bella a la mujer que se lo pusiera, por lo que Erífile, que
estaba obsesionada por el paso de la edad, aceptó el soborno y ordenó a su marido y a su
hermano que iniciaran la marcha contra Tebas.

Siete fueron los paladines que encabezaron esta expedición: el rey Adrasto, su cuñado Anfiarao el
adivino, Hipomedonte, Capaneo, Partenopeo de Arcadia, Polinices de Tebas y Tideo de Calidonia.

Los siete en Nemea

Cuando la expedición llegó a la ciudad de Nemea pidieron al rey Licurgo que les diese de beber.
Este ordenó a Hipsípila, la nodriza de su hijo, que les condujera a un manantial. La esclava, que
anteriormente había sido una princesa, dejó al niño en el suelo mientras guiaba a los argivos hasta
la fuente más cercana, pero cuando volvieron descubrieron que una serpiente había matado al
bebé. Anfiarao insistió en que esa era una señal de mal agüero, por lo que Adrasto, intentando
ahuyentar este mal presagio, enterró al niño e instauró los juegos Nemeos en su honor, que se
celebrarían cada cuatro años y que constaban de siete pruebas (en las que resultaron vencedores
cada uno de los jefes de la expedición). Los juegos estaban dedicados al hijo de Licurgo, por lo que
desde entonces los participantes llevan túnicas negras y los vencedores se ciñen una corona de
perejil, considerado como una señal de luto.

El asedio a la ciudad

Cuando los siete se acercaron a Tebas, enviaron a Tideo para que convenciese a Eteocles de que
abdicara pacíficamente en su hermano. Como era de esperar, el hijo de Edipo rechazó esta
propuesta, por lo que se dio como oficialmente declarada la guerra que seguiría.

Tideo desafió uno a uno a todos los tebanos que quisieran luchar contra él. Salió vencedor de
todos los combates, por lo que pronto no hubo en Tebas nadie que intentase salvar a la ciudad del
desastre. Entonces cada uno de los comandantes de la expedición se apostaron delante de las
siete puertas de la ciudad, dando comienzo al asedio.

El ciego Tiresias, consultado por Eteocles, profetizó que los tebanos triunfarían sólo si un príncipe
de la casa real se inmolaba en sacrificio a Ares, pues el dios todavía reclamaba una compensación
por la muerte de su dragón a manos de Cadmo, el antepasado de los reyes de Tebas.
Inmediatamente Creonte se ofreció voluntario para el sacrificio, pero su hijo Meneceo no se lo
consintió y se suicidó en la cueva del dragón, calmando así la ira del dios de la guerra.

La profecía de Tiresias se cumplió: cuando los siete pensaban que tenían la victoria y Capaneo
empezó a trepar por las murallas de Tebas, Zeus lo mató con su rayo por haber dicho tras ser
rechazado en una puerta, que ni el mismo Zeus la hubiera atravesado. Esta señal divina animó a
los tebanos, que salieron de la ciudad y causaron estragos en el ejército argivo, matando, entre
otros, a Partenopeo y a Hipomedonte.

La amenaza que cernía sobre Tideo también se realizó, pues fue herido mortalmente por un
tebano que casualmente se llamaba Melanipo, como su hermano. Atenea intercedió a favor de
Tideo, por el que sentía predilección, y acudió al campo de batalla con una pócima que le hubiera
curado. Pero Anfiarao, que odiaba a Tideo y a Adrasto por haberle obligado a marchar hacia una
muerte segura, la vio llegar y, adelantándose, le ofreció a Tideo la cabeza de Melanipo,
convenciéndole de que si se comía el cerebro de su asesino se recuperaría de su herida. Tideo
siguió sus instrucciones justo cuando llegaba Atenea con la poción mágica, pero cuando la diosa
vio esta aberración, vertió el elixir en la tierra y se retiró decepcionada.

El fin de la contienda

Eteocles y Polinices sacados de la ciudad tras la batalla de Tebas, del mismo autor

Para evitar más derramamiento de sangre, Polinices propuso que se decidiera la cuestión
mediante un combate singular entre él y su hermano. Eteocles aceptó el reto, pero en la lucha que
siguió ambos contendientes se atravesaron mutuamente con su espada y murieron uno junto al
otro.

A partir de entonces Creonte capitaneó el ejército tebano hasta la victoria. Los argivos se retiraron
diezmados, Adrasto huyó a lomos del caballo alado Arión y Anfiarao hubiera muerto si Zeus no
hubiera abierto con un rayo la tierra a su paso justo cuando iba a ser atravesado por la espada de
un enemigo. Desde entonces se cuenta que Anfiarao y su auriga Batón son los únicos vivos que
habitan en el mundo de los muertos.

La muerte de Creonte

Dada por finalizada la guerra, Creonte se proclamó rey de Tebas y declaró traidores a Polinices y a
sus seguidores, prohibiendo, bajo pena de muerte, el darles sepultura. Pero su sobrina Antígona
desafió su decreto y salió en la oscuridad de la noche para incinerar a su hermano. Creonte la
sorprendió y, viendo también una buena oportunidad para librarse de una enemiga potencial, la
condenó a ser enterrada viva en la tumba de Polinices. Encargó a su hijo Hemón esta tarea, pero el
joven, que era amante de Antígona, primero le suplicó piedad y después, al no conseguirla, huyó
con su amada, se refugiaron entre unos pastores y tuvieron un hijo al que llamaron Meón.

Mientras tanto, Adrasto había ido a Atenas para suplicar al rey Teseo que intercediera ante la
crueldad de que los cadáveres de sus héroes no pudieran ser recogidos y honrados por sus
familiares. El ejército reunido por Teseo derrotó al ejército tebano y dio los cuerpos de los argivos
a sus familias para que recibieran la debida sepultura.

Como culmen a la tragedia, Evadne, la esposa de Capaneo, no quiso separarse de su marido ni en


la muerte y se arrojó viva a la pira funeraria.
Otra versión afirma que el adivino Tiresias hizo ver a Creonte que los dioses no estaban de
acuerdo con su actitud, y le convenció de que sepultara a los vencidos. Pero cuando el rey, de
mala gana, se disponía a enterrar a los argivos y a liberar a Antígona, esta se había ahorcado para
evitar ser enterrada viva. Hemón esperó a su padre en la tumba de Polinices y le asesinó cuando
este acudía a cumplir la palabra dada a Tiresias. Después el joven se suicidó a los pies del cuerpo
pendiente de su amada Antígona con la misma espada con la que había matado a su padre.
Eurídice —no es la mencionada en el mito de Orfeo sino una hija de Anfiarao y Erifile—, la esposa
de Creonte y madre de Hemón, también se suicidó al conocer la muerte de ambos.

Conclusión

La marcha de los siete contra Tebas fue definida y considerada como la primera de las grandes
guerras en Grecia, pues hasta entonces todas habían tenido como contendientes a países vecinos.
Por esto destacó la marcha del ejército argivo desde el Peloponeso hasta Beocia, y su búsqueda de
aliados en países como Arcadia o Mesenia. También los tebanos solicitaron ayuda de lugares tan
lejanos como Fócide. Aunque la escena se repetiría en otras guerras como la de Troya, esta
expedición también fue novedosa por la forma en que se desarrolló: un ejército derrotado en
campo abierto se refugia en sus fortificaciones y otro ejército inexperto en asedios sufre las bajas
provocadas por los proyectiles lanzados desde la ciudad y es finalmente derrotado cuando el
contrario observa su debilidad y sale de su refugio.

También cabe destacar que la victoria sobre los siete no supuso, ni mucho menos, el fin de los
problemas en Tebas. Diez años después, los hijos de los paladines argivos muertos en la contienda
planearon su venganza en la expedición que se conoce como de los epígonos, de la que salieron
vencedores.

Véase también

Estacio

Tebaida

Los siete contra Tebas (Esquilo)

Las fenicias

Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Los siete contra Tebas.

HIGINO: Fábulas (Fabulae).

70: Los siete contra Tebas (Reges septem Thebas profecti).

Texto inglés en el sitio Theoi.

Texto latino en el sitio de la Bibliotheca Augustana (Augsburgo).

Ed. de 1872 en el Internet Archive: texto latino en facsímil electrónico.

Control de autoridades

Proyectos Wikimedia Wd Datos: Q3119061 Commonscat Multimedia: Seven against Thebes

Identificadores WorldCat VIAF: 15581799 GND: 119505185 Diccionarios y enciclopedias


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Categoría:

Los siete contra Tebas

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