Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Rueda como una lgrima en la atmsfera fina, la voz del campanario antiqusimo: la una
y su eco pasa, leve como una ave marina, sobre los techos blancos de escarcha de la luna.
Finge una lanzn la antigua torre de San Alejo, a cuyo extremo brilla, temblando una estrellita
hmedos callejones Casas de tiempo viejo, con ventanas que el viento, como un ladrn, agita
guia un farol, su guio se refleja en el muro y hace mayor el duelo de los sucios portales
El paso de la ronda se pierde en la calleja y el rumor de las ramas, en la penumbra, deja picas remembranzas de das coloniales.
La pena. . . La melancola. . . La tarde siniestra y sombra. . . La lluvia implacable y sin fin. . . La pena. . . la melancola. . . La vida tan gris y tan ruin. La vida, la vida, la vida! La negra miseria escondida royndonos sin compasin y la pobre juventud perdida que ha perdido hasta su corazn. Por qu tengo, Seor, esta pena siendo tan joven como soy? Ya cumpl lo que tu ley ordena; hasta lo que no tengo, lo doy . . .
Hay tardes en las que uno deseara embarcarse y partir sin rumbo cierto, y, silenciosamente, de algn puerto, irse alejando mientras muere el da;
Emprender una larga travesa y perderse despus en un desierto y misterioso mar, no descubierto por ningn navegante todava.
Aunque uno sepa que hasta los remotos confines de los pilagos ignotos le seguir el cortejo de sus penas,
Y que, al desvanecerse el espejismo, desde las glaucas o-ndas del abismo le tentarn las ltimas siren as.