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Estos modelos tienen sus propias especificidades y, cada uno de ellos, ha generado un impacto
en la vida económica, social y política de la nación. El trabajo de Mario Posas ayudará a
entender de qué se tratan esos modelos. (Leer Capítulo 12 del libro disponible para Ustedes en
la Plataforma.)
Este modelo se implementó en Honduras desde fines del siglo XIX hasta los años cincuenta del
siglo XX. La reforma liberal y la economía de enclave
Con la llegada al poder de la nación del Dr. Marco Aurelio Soto (1876), se crearon las
condiciones para que el país abriera sus puertas al capital extranjero, para que eso ocurriera
fue necesario la creación de la institucionalidad. Y es que después de la Independencia de
Centro América, estas naciones vivieron, por muchos años, una situación bastante conflictiva
donde la inestabilidad económica, política y social no permitía que se orientaran hacia el
progreso y desarrollo nacionales.
Entre otras medidas, los reformadores establecieron el servicio militar obligatorio, abolieron
los diezmos, eliminaron el fuero eclesiástico , confiscaron propiedades a la iglesia, crearon el
registro civil, secularizaron los cementerios, establecieron el matrimonio civil, establecieron la
gratuidad y obligatoriedad de la enseñanza primaria, establecieron el principio de laicidad en
el sistema educativo, emitieron diversos códigos (Civil, Penal, de Procedimientos, de Comercio,
de Minería y de Instrucción Pública) y, además, aprobaron una Constitución Política que estaba
a tono con las ideas de avanzada que sustentaban los reformadores.
El gobierno diseñó una atractiva política concesionaria a fin de atraer la inversión extranjera y
fue así como llegó el capital estadounidense a nuestro país, con el propósito de extraer oro y
plata. Y, de esa manera Honduras se vincula al mercado mundial, entrando así al modelo
capitalista de producción.
(Leer Capitulo 12, numeral 12.2.1 al 12.2.1.3., Modelo de desarrollo primario-exportador del
texto base de la clase: Introducción a la Sociología.)
Enclave minero
Entre 1880 a 1900 se formaron 100 empresas mineras en el país, pero no fueron muchas las
que tuvieron éxito. La Rosario Mining Company parece haber sido la única compañía
extranjera que aprovechó, eficientemente, los privilegios que les concedió el Estado
hondureño.
La llegada del capital minero de Estados Unidos generó impactos diversos, no solo fue en lo
económico. El traslado de la capital de la República de Comayagua a Tegucigalpa está asociado
justamente a esos impactos; a los intereses de la Rosario Maining Co., que operaba en la
comunidad de San Juancito, a escasos kilómetros de Tegucigalpa. A la compañía minera le
convenía una capital política más cerca de su centro de operaciones ya que Comayagua, en
esos tiempos, resultaba lejana.
Las compañías mineras llegaron al país haciendo uso de una política concesionaria muy
generosa establecida por del Estado hondureño, para el caso:
Se les eximia del pago de todos los impuestos sobre maquinaria, equipo y materiales
importados para la operación de la mina
Se les liberaba del pago de todos los impuestos sobre el material producido en la mina
Las concesiones otorgadas tuvieron una duración de hasta 40 años (aunque las hubo de 20
años). Las concesiones se podían renovar si así interesaba a los empresarios.
A partir de 1940, la Rosario Mining Company, comenzó a pagar el siete por ciento de sus
ganancias netas. Las condiciones de vida de los trabajadores hondureños en las minas eran
bastante deprimentes, estableciéndose una clara diferenciación entre los técnicos contratados
en el exterior y los nacionales. A los primeros se les daba todo tipo de privilegio, en cambio a
los trabajadores locales se les otorgaban menos ventajas, por ejemplo las casas que ellos
habitaban no contaban con: luz eléctrica, agua potable y alcantarillado sanitario.
En esa época, mediados de siglo pasado, el mundo vivía una compleja realidad socio política
que se evidenciaba por la confrontación que se daba entre dos potencias con modelos
económicos diferentes. Estados Unidos, como la cara pública del capitalismo y, la Unión de
Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS), considerada la representante del socialismo.
El negocio de la sal, que era necesario para el tratamiento del material extraído de las minas; la
actividad ganadera, ya que se requerían grandes cantidades de carne para abastecer a los
trabajadores de los centros mineros;
El comercio de animales, de carga necesario para el traslado del oro y la plata a los puertos del
sur; también, estimuló la actividad comercial por la demanda de diversos productos locales
como importados.
Los efectos de la economía de enclave en el resto de la economía del país fueron muy débiles y
no se modificaron las formas tradicionales de producción y tenencia de la tierra en el agro
hondureño, aunque habrá que reconocer que la llegada de la actividad minera permitió un
mediano desarrollo industrial y comercial, sobre todo en Tegucigalpa, donde se instalaron
fabricas de bienes de consumo como jabones, velas y textiles.
Además provocó un proceso de urbanización en el centro, sur y oriente del país, apareciendo
ciudades con más de 2 mil habitantes como: Comayagua, Tegucigalpa, La Paz, Perspire,
Nacaome, Choluteca, Yuscarán y Juticalpa, que llegaron a concentrar una población
importante para la época. Surgieron también los primeros núcleos de trabajadores asalariados
que luego dieron paso a los primeros movimientos obreros que lucharían por mejorar sus
condiciones de vida y crear una base solida para el sindicalismo hondureño.
(Leer Capitulo 12, numeral 12.2.1.1., El enclave minero del texto base de la clase: Introducción
a la Sociología.)
El enclave bananero
El cultivo del banano se inicio en el litoral norte en el año de 1860 (primero en Islas de la Bahía,
y después en tierra firme), como una actividad de pequeños productores. Así continúo hasta el
año de 1899 en la que la Vaccaro Brothers and Company estableció la primera plantación
bananera en las cercanías de La Ceiba. En 1923 esta empresa se transformó en la Standard
Fruit Company.
En Honduras las compañías bananeras se dedicaron inicialmente al cultivo del banano, luego
extendieron su actividad económica a otros productos
En el año de 1902, un norteamericano llamado William Streich, obtuvo una concesión que le
permitía arrendar hasta 5.000 hectáreas de tierra entre Omoa y Cuyamel (Cortés), teniendo
como canon el pago de diez centavos por cada hectárea cultivada y veinticinco centavos por
cada hectárea que no lo estuviese. Se otorgó al concesionario el derecho a construir una línea
férrea, a hacer uso de los ríos para navegación fluvial, construir embarcaderos y un muelle.
A continuación encontramos algunas de las concesiones que el Estado hondureño brindó a las
compañías extranjeras:
Cortar y usar gratuitamente toda la madera que haya en terrenos nacionales para la
construcción de casas estaciones y bodegas así como las rocas, la cal y otros materiales
requeridos para este propósito.
Libre uso de la fuerza motriz del agua de los ríos y demás corrientes naturales en un radio de
cincuenta kilómetros de la línea férrea construida.
Libre uso del petróleo y el carbón necesario para el servicio de las máquinas, funcionamiento
del ferrocarril y alumbrado.
Uso gratuito de los terrenos nacionales libres que la empresa necesite para construir oficinas,
estaciones, bodegas y talleres para el servicio del ferrocarril; exención de todo impuesto fiscal
o municipal ordinario o extraordinario de todo lo que se relacione con la construcción y
manejo del ferrocarril.
Exención del servicio militar y de los ejercicios doctrinales de los peones y empleados en
tiempos de paz y tiempos de guerra de los indispensables para la misma empresa. El tiempo de
duración de esta concesión era de cincuenta y cinco años.
La duración y los privilegios que contenían las concesiones otorgadas dependían mucho de los
compromisos que los gobernantes tuvieran con alguna compañía de las muchas que existían.
El presidente Manuel Bonilla, por ejemplo, fue muy generoso con la United Fruit Compañía, la
Tela RR.Co y la Trujillo RR.Co, que recibirían 500 hectáreas de tierras en dominio pleno por
cada kilometro de línea férrea construida. Todo como retribución del General Bonilla a Samuel
Zemurray por haberle ayudado a recuperar la Presidencia de la República de la cual había sido
expulsado en 1907. Estas concesiones eran de duración indefinida.
Hubo acuerdos que las compañías nunca cumplieron. Es el caso de la Truxillo RR. Co., que
debió llevar el ferrocarril hasta Juticalpa (Olancho) y, eventualmente, hasta Tegucigalpa. Todo
quedó en acuerdo. Igual ocurrió con los reducidos impuestos de exportación de la fruta, ya que
las compañías bananeras siempre encontraron la forma de evadirlos.
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Otra de las violaciones a la soberanía nacional fue el hecho de pagar los salarios a los
trabajadores con cupones, lo que contravenía las regulaciones del Estado. También construían
líneas férreas clandestinas y manejaban el ferrocarril excluyendo a los nacionales de la
posibilidad de hacer uso de los mismos.
Las compañías bananeras llegaron a controlar todas las actividades económicas de la zona
donde operaban, incluyendo el comercio.
Las compañías bananeras disfrutaron de una influencia política sin paralelo en el país. A nivel
local, su poder político subordinó a los representantes del Estado. A nivel nacional su
influencia política era enorme, el poder se ejercía de diferentes maneras, una de ellas era el
cabildeo en las altas esferas del gobierno; los políticos eran objeto de todo tipo de halagos y
atenciones por parte de las compañías. Ya se señaló que altos funcionarios del Estado eran
abogados de las compañías. Quizá el más célebre de ellos fue Plutarco Muños, quien fue
presidente del Congreso Nacional durante el régimen del general Tiburcio Carías Andino, quien
fue un leal servidor de las compañías, especialmente de la United Fruit Compañía.
A Samuel Zemurray se le atribuye la frase que “un diputado hondureño vale menos que una
mula”. Expresión pronunciada, según se sabe, al ver derrotada en el Congreso una moción que
le favorecía.
(Leer Capitulo 12, numeral 12.2.1.2., El enclave bananero del libro base de la clase:
Introducción a la Sociología.)
La economía de enclave tuvo enormes consecuencias para la vida política y social del país,
entre estas podríamos mencionar:
Este modelo se implementó en Honduras a partir de la década del cincuenta del siglo XX hasta
los años ochenta del mismo siglo. En Honduras el desarrollo de la industria nacional se
enmarca, en gran medida, dentro de la propuesta desarrollada por la CEPAL (años cincuenta
del siglo XX), para que América Latina alcanzara el desarrollo. CEPAL definió algunos
parámetros para que su estrategia de industrialización por sustitución de importaciones fuera
exitosa:
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Esas líneas diseñadas por la CEPAL fueron consideradas en Honduras. Es así como en la
propuesta de industrialización sustitutiva jugó un importante papel el Estado hondureño. Entre
sus acciones más importantes destacan:
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La crisis mundial de la deuda abrió espacio a los organismos financieros internacionales para
diseñar un modelo donde los Estados dejarían de ser los responsables del desarrollo. Es así
como en los años ochenta del siglo pasado nuestros países se vieron obligados a implementar
el nuevo modelo neoliberal.
Este modelo se implementa en Honduras desde los años ochenta hasta la actualidad. El
neoliberalismo, como ya hemos visto antes, es un concepto construido alrededor de una idea
que proclama la libertad de mercado en las actividades económicas. Teoría, que niega la
participación del Estado en los asuntos económicos y deja que las leyes del mismo actúen por
si solas.
El neoliberalismo, impuesto por los organismos financieros internacionales, viene aplicado una
serie de medidas de ajuste económico que veremos con más detalle en el desarrollo de este
tema (Leer en texto base de la clase: Introducción a la Sociología, Capitulo 12. Numeral 12.4.,
El modelo de desarrollo neoliberal).
El neoliberalismo tiene como fundamento teórico al liberalismo económico, con el cual surgió
el capitalismo. El capitalismo en sus primeros años proclamó la libertad de mercado, dejar
hacer y dejar pasar, era la consigna de los dueños de las fábricas y el comercio. Para los
neoliberales nada debe estorbar a la actividad económica que deberá llevarse a cabo, por
supuesto, sin la intervención de agentes extraños como el Estado, que por ejemplo, impone
controles de precios y aranceles, que no benefician a las empresas.
Pero esto no es todo, por recomendación de los organismos de crédito (FMI, BM y BID), se han
aplicado medidas de ajuste económico que han aumentado los niveles de pobreza en el
mundo subdesarrollado.
Privatización de las empresas públicas: esto se hace bajo el criterio de que el Estado es un mal
inversionista y las actividades económicas deben estar en manos exclusivamente del sector
privado.
Reducción del gasto público: el Estado debe reducir el gasto social, eso significa bajar la
inversión en servicios como salud, educación e infraestructura.
Para los neoliberales debe salir el Estado y entrar el mercado. Ese espacio omnipotente y
omnipresente donde todo de vende y todo se compra para beneficio de unos pocos.
En estas condiciones, nos asalta una pregunta necesaria: ¿cómo construir una sociedad donde,
sin desconocer los beneficios del desarrollo tecnológico y la fuerza del mercado, se aspire a
niveles superiores de vida para toda la población? ¿será posible?