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AUDICION

A menos que el bebé sufra un problema auditivo, desde antes de nacer ya oye,
y responde a los sonidos y parece que aprende a reconocerlos, pues este
sistema es el más importante para el desarrollo normal del lenguaje.

Si el niño no oye no aprende a hablar con normalidad y a medida que vaya


creciendo utilizará sus oídos para absorber todo tipo de información sobre el
mundo que lo rodea, y esto estimulará el desarrollo de su cerebro.

El recién nacido es muy sensible a la potencia del sonido, le calma la voz de su


madre y en menor medida a la del padre y otras personas cercanas,
provocando que después del nacimiento el bebé presente reacciones a la voz
humana y en particular a la de sus padres.

Los niños de tres días son capaces de distinguir los sonidos nuevos de los que
ya había oído.

El sentido del oído del bebé estará perfectamente desarrollado al final de su


primer mes, aunque le llevará un poco más de tiempo comprender todas las
cosas que oye.

Debido a que el oído es importante para la adquisición del lenguaje las


insuficiencias auditivas deben detectarse cuanto antes.

Actualmente se sabe que los bebés pueden nacer con una capacidad auditiva
disminuida denominada hipoacusia. Si esta capacidad no alcanza para
escuchar el lenguaje hablado entonces se denominará sordera.

Hipoacusia: audición deficiente, sin embargo con prótesis o sin ella pueden
adquirir el lenguaje oral por vía auditiva, aunque presenten alteraciones en la
articulación y en la estructuración lingüística, dependiendo del grado de si
hipoacusia.

Sordera: falta de capacidad para oír que le impide adquirir el lenguaje por vía
auditiva, por lo que necesitan servirse de la visual para conseguirlo.

En los EEUU se calcula que 2 a 3 niños de cada 1000 recién nacidos


presentan algún tipo de disminución auditiva. Gracias a los avances
tecnológicos hoy es posible realizar una evaluación en el recién nacido y saber
si su capacidad auditiva se encuentra intacta.

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