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Temporalidad y Trascendencia

La despersonalizada necesidad de conectar

¿Qué entendemos por afectividad? Para los que no lo saben, no se trata solo de un
término asociado a los sentimientos, también engloba las sensaciones. Sin embargo, si
queremos hablar de afectividad humana, es importante destacar la estrecha relación que
existe entre lo sensible y lo intelectual, prueba irrefutable de la unidad entre cuerpo y alma
que dan vida al hombre.

Pero ¿qué pasa cuando esta unión se ve cercenada? Actualmente, en nuestra


sociedad, el desarrollo de nuestra afectividad se ve opacado por un titán que, cada día que
pasa, se va metiendo más y más en nuestras vidas: la tecnología. Para ejemplificar esta
ruptura a la que el hombre contemporáneo debe enfrentarse, parece pertinente hacer
mención al filme escrito y dirigido por Spike Jonze: HER. Dicha pieza aborda de manera
muy inteligente el proceso de despersonalización de los sentimientos y las emociones
humanas, se observa cómo un hombre puede ser capaz de perderse a sí mismo al tratar de
humanizar algo intangible.

Lo interesante de este largometraje también se refugia en su capacidad de hacernos


pensar. El hábil lápiz de Jonze deja al espectador con infinidad de interrogantes
trascendentales que invitan a la reflexión de lo que es real y lo que no. Lo que llama la
atención es el subtexto de esta pieza cinematográfica, a nivel superficial podríamos hablar
de que Joaquin Phoenix interpreta a un hombre –un poco extraño- que tras ser abandonado
por su esposa se vuelve un ermitaño que no se despega de la computadora o el teléfono
móvil y, en realidad, va mucho más allá de eso.

El centro en HER, si así quiere verse, trata de manera ingeniosa la humanización de


lo virtual. Desde siempre, los humanos han tenido la tendencia a humanizar aquello que no
tiene forma y esto se debe a que solemos acceder a las cosas de manera racional y
emocional con mayor facilidad. Es más sencillo para un fotógrafo entender la arquitectura
si se aproxima a ella a través de las posibilidades que esta le ofrece para componer una
imagen. Asimismo funciona nuestra empatía, es más sencillo comprender el dolor que una
persona o un animal sufre mientras más parecido sea a nosotros.

¿Por qué la despersonalizada necesidad de conectar? Theodore (Joaquin Phoenix)


adquiere un nuevo sistema operativo que funciona bajo inteligencia artificial llamado
“Samantha” (Scarlett Johansson). Luego de separarse de su esposa, nuestro protagonista
empieza a familiarizarse con Sam y descubre lo particularmente “humana” que puede ser
pues, su programación así lo permite. La vulnerabilidad en la que nuestro protagonista se
encuentra da cabida a que este rápidamente desarrolle sentimientos y emociones por dicho
sistema de inteligencia artificial y, poco a poco, la despersonalización de los mismos.
De inmediato, Theodore se sume en la necesidad de mantenerse constantemente en
contacto con Samantha. Surge una relación que podría catalogarse como “amorosa” entre
ellos dos pues se conectan mucho a nivel íntimo, a tal punto de desembocar en “relaciones
sexuales” virtuales (donde se acentúa más la despersonalización de la intimidad del sujeto y
los sentimientos que el mismo cree poseer).

Paulatinamente vemos cómo el personaje se va perdiendo en su amor-obsesión y al


mismo tiempo cómo Samantha, con cada retazo de información que adquiere, comienza a
trascender y evolucionar. Samantha piensa, siente y tiene la capacidad de amar pero así
como existen personas que se sienten prisioneras en su propio cuerpo, ella se siente
atrapada en su incorporeidad.

Eventualmente, como toda relación que da inicio bajo términos poco adecuados,
empieza a deteriorarse. Samantha, al no sentirse capaz de darle a Theodore lo que
necesitaba, decide dejarlo. A fin de cuentas, ella es una entidad virtual intangible y puede
estar en todas partes si así lo desea, no podía garantizarle a nuestro protagonista su entera
exclusividad y, al no tener forma física, no era más que una suerte de alma atrapada en una
máquina. Lo que nos lleva a pensar ¿es posible existir más allá de lo tangible? ¿Es
autónoma la racionalidad? Si hablamos de que lo verdaderamente cuenta es lo interior,
Samantha no estaba muy alejada de ser humana, incluso, supo trabajar de mejor manera que
Theodore su afectividad. Tuvo la capacidad de dejarlo ir –diria que siendo consciente- para
no lastimarlo más.

Con este filme me atrevería a decir que Spike Jonze nos invita a realizar un viaje de
reconocimiento a nuestros propios sentimientos y cómo los orientamos. Nos obliga a
cuestionarnos sobre la realidad de los mismos, es una pieza única que –tal vez a los más
introspectivos- nos da la oportunidad de reflexionar sobre el trabajo que le damos a nuestro
amor propio y cómo esto se ve reflejado en las relaciones que mantenemos con el mundo
exterior.

Si bien hoy en día la tecnología nos ayuda a mantenernos “cerca” de nuestros seres
queridos ¿de verdad ejerce una influencia positiva en todas las relaciones que mantenemos
día a día? Como todo, tiene sus pros y sus contras. Es cierto que de un modo nos acerca al
mundo pero al mismo tiempo tiene la capacidad de alejarnos. Nos perdemos a nosotros
mismos tratando de encontrar en una máquina lo que no somos capaces de demostrar a
nuestros semejantes. La sociedad contemporánea está conformada por un gran porcentaje
de personas incapaces de conocer sus emociones y si no las conocemos ¿cómo tendremos la
capacidad de desarrollar sentimientos hacia los demás? Si no existe un cultivo del amor
propio esta capacidad se verá totalmente eclipsada

El constante flirteo que tenemos con la tecnología podría verse como una
proyección de nuestro propio ego donde la fascinación por nosotros mismos nos permite
entregar nuestras emociones sin necesidad de estar presentes. Es así como las redes sociales
y la tecnología hacen las veces de canales de transmisión de enormes cantidades de
“información emocional” que carece de la profundidad que las mismas requieren para ser
desarrolladas.

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