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La inteligencia emocional, que a mi personalmente no me gusta.

Si algo es positivo puede


reconocérsele es el haber puesto en boca de todos a las emociones, y haber enfatizado la
importancia que éstas tienen para la educación y para la vida en general en el lenguaje sencillo y
accesible al gran público. Si eso se ha logrado, en buena hora, aunque no le atribuyo el mérito al
concepto sino a las preocupaciones que las personas tienen por vivir una vida plena, lo que los hace
propensos a interesarse por ideas que son populares y que parecen ofrecer algún respuesta a sus
inquietudes. Como la literatura psicológica especializada es densa y difícil acceso, el concepto de
inteligencia emocional, por intuitivo y ligero, ha proliferado ampliamente.

Sin embargo, creo que desde un punto de vista académico se trata de un concepto poco relevante
y confuso, que lamentablemente en nuestro medio ha sido de pensamientos tomado por
psicólogos, empresarios y profesionales. No voy a extenderme mucho en esto, pero si cambiar mi
punto de vista, que los interesados podrán luego investigar y ampliar por cuenta propia. Pienso que
la inteligencia emocional no describe ninguna entidad nueva.

Pienso que el concepto de inteligencia emocional no describe ninguna entidad nueva. Incorpora
otros conceptos y teorías ya existentes en la psicología, como las inteligencias intra e inter personal
de Gardner, o la psicología del ajuste, que son propuestas psicológicas mucho más complejas y
sólidas, sustentadas por investigación. Puede decirse que la inteligencia emocional es un concepto
de divulgación (de best seller), apoyado por escasa investigación, y que no reconoce explícitamente
las fuentes de las que se nutre. Al ser un concepto confuso, las medidas de inteligencia emocional
correlacionan con medidas de otros constructos (como por ejemplo, personalidad), de los que se
supone debería diferir, y por lo tanto no tienen validez discriminante. Como afirmo más arriba,
desde mi punto de vista el concepto no describe ningún fenómeno psicológico nuevo, solamente
agrupa otros ya existentes y no añade nada original, por lo que la etiqueta “inteligencia emocional”
no resulta necesaria. Ojo: no es que las habilidades y capacidades que el concepto describe no
existan -no estoy diciendo eso- sino que ya ellas han sido explicadas por la psicología y no se necesita
entonces de una entidad nueva que repita lo que ya se sabe. Mi crítica, en este sentido, es
académica. Creo además que el nombre “inteligencia” le hace un flaco favor al concepto, pues
remite a una tradición psicométrica dura que está alejada de lo que el concepto, creo, intenta
representar.

Hay mucha literatura crítica de la inteligencia emocional a la que lamentablemente muchas


personas no tienen acceso. El Human Development le dedicó gran parte de un número en el 2003,
al igual que el Psychological Inquiry en el 2004. De este último journal, un artículo muy ilustrativo es
'Seven Myths about Emotional Intelligence', que presenta con mucha claridad siete mitos o ideas
erróneas acerca del concepto. Si bien el artículo es del 2004 y desde esa fecha puede haberse
avanzado en la investigación y afinado lo que se sabe del concepto, creo que las debilidades que el
artículo señala todavía se mantienen.

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