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114 Advenimientos de Cristo Rvdo Jairo Antonio Marin Leiva
114 Advenimientos de Cristo Rvdo Jairo Antonio Marin Leiva
Preparado por:
Pastor: Jairo Antonio Marín Leiva (Secretario General)
Estas tres reglas se representan en las profecías del primer advenimiento de Cristo. El
cumplimiento de las Escrituras en su prime advenimiento nos debería dar una plena confianza
en las profecías que tienen que ver con su segundo advenimiento. El primer advenimiento
presenta la vida de Cristo como una pintura sobre un lienzo, y muchos de los santos profetas
de Dios fueron movidos por el Espíritu Santo a contribuir porciones de su vida en sus profetas.
Los detalles de la vida de Cristo fueron predichos con precisión. Él:
Hay muchas profecías en las Escrituras que revelan que Cristo vendría una vez como
Salvador y de nuevo como Rey. Cristo mismo citó de Isaías 61:1 – 2 en la sinagoga, y se
detuvo antes de la frase “y el día de venganza del Dios nuestro”, porque esto se refería l
segundo advenimiento cuando vendrá a juzgar a las naciones (Ap. 19:11 - 21). En Lucas 1:31 –
33, la profecía afirma que Jesús será “grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios
le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no
tendrá fin”. Sin embargo, en su primera venida fue rechazado por los líderes de Israel y no
heredó el trono de David su padre. Esto se cumplirá en el segundo advenimiento cuando
establezca su reinado en el reino milenario. Esas profecías, y otras como ellas, muestran que
el Señor vendrá por segunda vez para cumplir de manera literal los detalles restantes de las
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profecías, igual que tuvo lugar la primera vez. El gran cuerpo de profecía no cumplida hace
que el segundo advenimiento sea cosa absolutamente esencial. Se ha prometido que:
Todo el programa del pacto con Israel, que todavía no ha sido cumplido, demanda el segundo
advenimiento del Mesías a la tierra. El principio de cumplimiento literal hace esencial que Cristo
regrese. ANTICRISTO En la escatología premilenarista se designa como el anticristo al final
gobernante mundial que se opone de Dios y a su Cristo (en particular con relación a su
deidad), oprime a los elegidos de Dios (especialmente al pueblo judío) y busca usurpar el
puesto de culto divino mediante la profanación de lo santo (especialmente Jerusalén y su
templo). Según 1 Juan 4:3, este espíritu antioteocrático y antisemita es característico de
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ADVENIMIENTOS DE CRISTO
nuestra presente era, lo que indique que estamos en los últimos días (esto es “el último
tiempo”). La designación anticristo, que aparece sólo en las epístolas de Juan (1 Jn. 2:18, 22;
4:3; 2 Jn. 7), está compuesta de las palabras griegas anti (contra, en lugar de) cristos (Cristo),
e indica a cualquier agente del maligno (Satanás) que actúe en contra de o como falsificación
del Ungido de Dios, de Aquel que está destinado a regir el mundo (Sal 2:2). El uso plural de
este término admite tanto una expresión inclusiva como concentrada del anticristo, y en último
término el dúo escatológico conocido como la primera bestia (el anticristo) y la segunda bestia
(el falso profeta), que, con el dragón (Satanás) como fuente de su potestad (autoridad),
constituyen una especie de trinidad falsa (Ap. 13:1 - 2) En tanto que puede que él término
específico anticristo pueda usarse en raras ocasiones, la Biblia está repleta de la terminología
descriptiva de su naturaleza diabólica y profanadora. Entre los epítetos más evidentes se
encuentran:
1. La serpiente en Edén que engañó al hombre y que trató de corromper el orden divino
(Gn. 3)
2. Nimrod, el gobernante blasfemo que intentó usurpar el culto divino (Gn. 10:8)
3. Amalec, el hijo de Esaú (Gn. 36:12) cuyo descendiente se opuso a Israel en el desierto
(Ex. 17: 8 - 16)
4. Balaam, el profeta extranjero que se opuso a Israel (Nm. 22 - 24)
5. El faraón del Éxodo que oprimió a los israelitas en Egipto (Ez. 1:11) y cuyo nombre no
se da en las Escrituras, quizá para destacar su papel como adversario de Dios
6. El rey asirio Senaquerib, que oprimió al reino del norte y que con arrogancia intentó la
toma de Jerusalén (2 R. 18:13)
7. El rey babilonio Nabucodonosor, que destruyó el templo en Jerusalén, persiguió a Israel
en el exilio y usurpó la soberanía divina (2 R. 24:13 – 14)
8. Los tipos más desarrollados aparecen en el gobernante blasfemo en Daniel, designado
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ADVENIMIENTOS DE CRISTO
como el cuerno pequeño que guerrea contra los santos t que es destruido por el “Anciano de
días” (Dn. 7:8, 21);
9. el rey malvado y tiránico (Dn. 8:11 - 14)
En el Nuevo testamento La imagen que da Juan del anticristo es la de un gobernante mundial
(Ap. 12:1, 4,7) cuya posición política es tan dominante que invade el ámbito religioso (Ap.
13:15). Esto es conseguido para el anticristo por una figura religiosa diabólica que Juan
presenta como la segunda bestia, y que es un anticristo inferior. Es un duplicado del anticristo
como la primera bestia (Ap. 13:12), pero inferior a él, presentando sólo dos cuernos en
comparación con los diez de éste (Ap. 13:11) En contraste con la
primera bestia que sube del mar, la segunda bestia sube de la tierra (Ap. 13:11). Estos
términos en contraste son indicativos del origen de las dos bestias. El mar puede ser símbolo
de los gentiles (Ap. 17:15), y si es el caso aquí, el término opuesto, la tierra, es símbolo de los
judíos.
Hay precedentes para el origen gentil del anticristo en las alusiones en el Antiguo Testamento,
y la identificación judía puede quedar fortalecida aquí si “la tierra” tiene el sentido técnico de
“país”, o “la tierra [de Israel]” como puede suceder a veces en Apocalipsis (11:18). Aunque la
mayoría de los intérpretes premilenarista han aceptado el punto de vista de que el origen
geográfico del anticristo es Europa como un Imperio Romano reavivado, basados en Daniel
9:26 con Roma en el fondo, se ha propuesto un origen medio-oriental, en base de que Asiria es
el [reino] “muerto” de Apocalipsis 13:3, que es reavivado como Irak.
La segunda bestia actúa como lugarteniente del anticristo en el ámbito religioso y duplica las
señales milagrosas de los profetas y falsos cristos a lo largo de la tribulación (Mt 24:10, 24)
para preparar el mayor engaño de la segunda bestia (Ap. 13:13) como el superlativo falso
profeta (Ap. 13:14). Este posee una autoridad falsa pero subordinada, como la de la primer
bestia (Ap. 13:4, 12), razón por la cual es designado como una segunda bestia. En esta
posición, impulsa el culto universal del anticristo (Ap. 13:16), que aparentemente reclamará
para este tiempo la posición de la deidad (Ap. 13:4 -8).
En tanto que del falso profeta se dice que engaña a los moradores de la tierra, o gentiles (Ap.
13:12), también es descrito llevando a cabo señales que son peculiares de Israel (Ap. 13:12 -
15), también es descrito llevando a cabo señales que son peculiares de Israel (Ap. 13:12 - 15).
Debido a que estas señales incluyen la capacidad de restaurar a la vida, de hacer venir fuego
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del cielo y de crear, sus acciones recuerdan en particular las del profeta Elías (1 R. 17:14 – 16).
Esto podría implicar que l falso profeta actuará a semejanza de Elías (Mal. 3:1 - 2) como
precursor mesiánico que proclamará al anticristo como Mesías; sin embargo, el anticristo recibe
culto como un dios exaltado sobre todos los otros dioses (Ap. 13:4), por lo que es probable que
el falso profeta sea para Israel también un falso mesías, que lleve a cabo las esperadas
señales mesiánicas (Is. 35:5) para confirmar y exaltar la posición suprema del anticristo a
través de su falsa relación dios/profeta (Jn. 5:36). Esta posición mesiánica falsa se corresponde
con su descripción de tener cuernos como cordero (probablemente una falsificación de la
naturaleza mesiánica (Ap. 5:6) aunque hablando como un dragón (capacitación satánica) El
destino eternal del anticristo es el lado de fuego (Ap. 19:20), dispuesto especialmente para el
castigo de Satanás y del orden angélico (demoníaco) rebelde (Mt. 25:41) con quienes han
echado su suerte.
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ADVENIMIENTOS DE CRISTO
11. Los que están en Cristo, o alusiones a la iglesia (1 Ts. 2:17 - 19)
Esperanza y consolación
1. ¡A Casa!
2. Esperando con paciencia
3. Rescatados de la ira que ha de venir
4. Nuestra esperanza cuando venga
5. Consolándose unos a otros
6. El día del Señor no ha llegado
7. La resurrección de Cristo da esperanza
8. Grandes expectativas
9. Teniendo confianza cuando venga
El cambio
1. A la casa de mi Padre
2. Rescatados de la ira
3. Llevados ante el Padre
4. Siempre con el Señor
5. Reunidos a Él
6. Ciudadanía en el Cielo
Llevados directamente al Señor, al Señor o Cara a cara de manera íntima con Cristo en su
venida
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ADVENIMIENTOS DE CRISTO
1. “Volveré”
2. El Señor desciende del cielo
3. Reunidos juntamente arriba hacia Él
4. La esperanza bienaventurada y la manifestación
A Daniel se le dan seis metas restauradoras que serán cumplidas durante las setenta semanas
(Dn. 9:24), y que el resto del capítulo 9 bosqueja en acontecimientos que se desarrollarán en la
posterior historia de Israel. El dispensacionalismo se une a la mayor parte de la erudición
cristiana en mantener que las setenta semanas han de se interpretadas como setenta semanas
de años. Este período resultan de de 490 años (70 x 7) se distribuye, según el texto (v. 25 - 27)
en períodos de siete semanas (49 años), setenta y dos semanas (434 años), y una semana (7
años). El dispensacionalismo concuerda también con la mayoría de la erudición evangélica en
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ADVENIMIENTOS DE CRISTO
interpretar el contexto del pasaje como mesiánico, y que la venida del Mesías tiene lugar
después de las setenta y nueve semanas (esto es después de las siete semanas + las setenta
y nueve semanas =483 años). Sin embargo, el dispensacionalismo (clásico) difiere en cuanto
a que interpreta la septuagésima semana de Daniel (v. 27) como futura.
Con el rechazo por Israel del Mesías y habiendo tenido lugar su muerte después de la semana
sexagesimonovena (v. 26), el cumplimiento de los seis objetivos de restauración para Israel (v.
24) queda para la septuagésima semana. Si la septuagésima semana sucede a la
sexagesimonovena inmediatamente en lo histórico, entonces la esperada restauración tiene
que se aplicada espiritualmente a la iglesia como un nuevo Israel. Los seis objetivos de la
restauración expuestos en la profecía de Daniel de las setenta semanas (v. 24) pueden tener
un cumplimiento cercano en la experiencia de la nación (el advenimiento redentor del Mesías),
pero deben esperar al futuro (el advenimiento restaurador del Mesías) para su cumplimiento
completo.
Estos términos indican que esta sección pertenece al mismo período escatológico, designado
posteriormente en Daniel como el tiempo del fin (Dn. 12:4, 9, 13). Esta identificación queda
potenciada por los conceptos paralelos en los capítulos 9 y 12. Ejemplo:
Así, la oración de Daniel por un fin al exilio se cumplirá en la edad escatológica cuando se
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ADVENIMIENTOS DE CRISTO
cumplirán todos los elementos de su petición. Una confirmación adicional del aplazamiento de
la septuagésima semana y de la existencia de un período parentético de la historia que
involucra un adicional exilio y persecución del pueblo judío la sustenta el uso que hace el NT de
la profecía de las setenta semanas. La secuencia de los acontecimientos del discurso del
Monte de los Olivos y de la sección de juicios del libro de Apocalipsis (cap. 4 -19) revelan una
dependencia estructural de la profecía de las setenta semanas.
Esto también se ve en que Israel recibe un nuevo corazón. La eliminación del corazón de
piedra indica que se eliminan la rebelión y la terquedad, lo que capacita a la persona para amar
a Dios (Dt. 6:5). En aquel día futuro, Israel también recibirá también el Espíritu Santo. En tanto
que el Espíritu Santo fue dado en Pentecostés, lo que es un acontecimiento irrepetible, el
Espíritu Santo será recibido por Israel en su conversión al final de la edad (Ez. 37:14). El
resultado será que Israel andará en conformidad a la ley de Dios, lo que posibilitará que la
nación viva en la tierra (Ez. 36:28) mientras que gozará de la prosperidad enviada desde el
cielo (Ez. 36:29 - 30).
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ADVENIMIENTOS DE CRISTO
Jerusalén se llenara de personas como los rebaños de ovejas que llenaban la ciudad en los
días de fiesta (Mi 2:12) Restauración del pueblo como una sola nación (Ez 37: 1 - 28) En una
de las más gráficas y gloriosa imágenes en el Antiguo Testamento, Ezequiel contempla la
restauración de Israel y de Judá unidas como una sola nación (Ez 37:16- 19), de vuelta a su
tierra prometida (Ez 37:12 – 14, 21), regenerada () 37:14 y bajo el gobierno del Mesías (37:24 -
25) En
la visión de Ezequiel del valle de los huesos secos, el profeta contempla la restauración de
Israel a la tierra en lenguaje visionario.
El contexto del libro de Ezequiel, 33 – 39, exige que estos versículos se refieran al regreso de
Israel a la tierra en la edad mesiánica. Relacionar esos versículos a cualquier otra cosa que a
la futura restauración de Israel manifiesta una deserción de la apropiada hermenéutica bíblica.
El tema del libro de Ezequiel es el juicio y la futura restauración de Israel; un tema común en
los profetas. Relacionar estos versículos con la iglesia es algo totalmente carente de
justificación. En una visión similar a 8:3 y 11:5, 24, Ezequiel fue arrebatado y llevado a un valle
lleno de huesos secos (37:1 - 10).
El valle se parecía a un antiguo campo de batalla con los huesos de los muertos esparcidos por
el campo. Los huesos representan muerte, mientras que el énfasis en su sequedad, “seco en
gran manera”, resalta una muerte acaecida mucho tiempo atrás. “¿Vivirán estos huesos?”
Después de tantos años, ¿pueden ser reavivados los muertos? La respuesta reside en el poder
de Dios (Dt. 32:38). Dios manda a Ezequiel que profetice sobre los huesos anunciando que Él
haga que entre aliento en ellos, dándoles vida. Al profetizar Ezequiel, los huesos se reunieron
milagrosamente precisamente con los huesos correspondientes, y los huesos se fueron
cubriendo de tendones, carne y piel (Ex. 37:8). Luego Dios sopló en ellos el aliento de vida.
Pero, ¿cuál es el significado de los huesos? Ezequiel identificó claramente el significado de la
visión: “todos estos huesos son la casa de Israel… os traeré a la tierra de Israel” (Ez. 37:11 -
12). La interpretación es clara: pertenece a la nació de Israel y a su futura restauración a la
tierra. Esta profecía del futuro de Israel se relaciona tanto con la restauración futura de Israel a
la tierra como a la futura regeneración de Israel (Ez. 37:14; 36:25 – 27; 39:29; Jl. 2:28-; Is.
32:15). Una vez más, el uso normal del lenguaje referido a la “Casa de Israel”, “tierra de Israel“,
“mi Espíritu en vosotros” y “os haré reposar sobre vuestra tierra” prohíbe una interpretación
amilenarista que aplique estos versículos a la iglesia. Si el lenguaje significa algo, estos
versículos hablan de una conversión espiritual futura del pueblo judío y de una restauración
física a la tierra con las bendiciones milenarias que acompañan esto.
La restauración de Israel como nación se detalla más en Ez. 37: 15 y siguientes. En la parábola
dramatizada de los dos palos, un palo era por Judá, en representación del reino meridional; el
otro palo era por José y Efraín, en representación del reino septentrional. El significado de la
parábola dramatizada se explica llanamente: “Yo tomó a los hijos de Israel de entre las
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ADVENIMIENTOS DE CRISTO
naciones a las cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra” (Ez.
37:21). Bajo el Mesías, los israelitas serán unidos como una nación (Ez. 37:22). Una vez más
se reafirma que volverán a la tierra en condición convertida, porque en aquel día Israel será
purificado de la idolatría (Ez. 37:23) y serán pueblo de Dios. Cunado Israel sea convertido y
restaurado a la tierra, “mi siervo David será rey sobre ellos” (Ez. 37:24).
Ésta es probablemente no una referencia al David resucitado, sino más bien un título del
Mesías. También es designado como “Mi siervo”, y como “un solo pastor” bajo cuya autoridad
estará todo Israel. El Mesías gobernará como rey sobre Israel en el Milenio, y Él será también
el pastor de ellos. En aquel tiempo, poseerán la tierra prometida a los patriarcas en el
incondicional pacto abrahámico (Gn. 12:1 - 3). El texto también resalta lo permanente del
establecimiento de Israel. Los israelitas habitarán en la tierra para siempre (Ez. 37:25); el
Mesías será el rey de ellos para siempre (Ez. 37: 26, 28). En aquel tiempo Israel gozará de un
pacto de paz con Yahweh porque se cumplirán los incondicionales pactos con Israel (pacto
abrahámico Gn. 12:1 – 3; Pacto palestino Dt. 30; pacto davídico 2 S. 7: 12 – 16; Nuevo pacto
Jer. 31:31 - 34) DIVERSOS JUICIOS El juicio de la cruz Según Juan 12:31
– 33, el juicio en la cruz tiene el carácter de un juicio final. Resolvió la cuestión del pecado (Jn.
19:30); tuvo lugar al final de las edades (Hch. 9:26 - 28); y selló la sentencia tanto de Satanás
como del mundo. “el creyente ha estado ante el tribunal, ha sido condenado, sentenciado y
ejecutado en la Persona de su Sustituto, el Señor Jesucristo” (Jn. 5:24).
Así, la cruz se levanta como la suprema prefiguración de todo juicio final, porque revela el justo
juicio de Dios (Ro. 3:25) y clasifica a la humanidad en dos categorías (Jn. 3:14 - 18) El juicio en
el arrebatamiento
Inmediatamente después del arrebatamiento (de los santos de la tierra), la iglesia (compuesta
de todos los verdaderos creyentes) comparecerá en el cielo ante lo que se describe en
Romanos 14:10 y 2 Corintios 5:10 como el “tribunal de Cristo”. El hecho de que Apocalipsis
19:8 presenta a la esposa de Cristo, la iglesia, como ya recompensada cuando Él regrese a la
tierra en su segunda venida indica que este acontecimiento será posterior al arrebatamiento
pero anterior a la Segunda Venida. El término griego bema, que e usa para describir este
juicio, describe un estrado o plataforma elevada donde se sienta un juez para decidir un caso.
(Ej. Mt 27:19).
Los griegos empleaban el mismo término para designar la tarima sobre la que tenía su asiento
un juez o árbitro durante los juegos ístmicos u olímpicos de Corinto. Aquí los ganadores de los
varios eventos atléticos recibían sus recompensas. Es indudable que el apóstol tenía una
escena así en mente al usar la frase “el tribunal de Cristo”.
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ADVENIMIENTOS DE CRISTO
Así los contextos y el transfondo histórico del término implican que el bema es para los
creyentes un lugar y templo de recompensas, no de castigo. Tanto Romanos 14:10 – 12 como
1 Corintios 3:10 – 4:5 sustentan este punto de vista. Son aquellos que han edificado sobre el
fundamento de Jesucristo (los creyentes de la edad de la iglesia) los que comparecerán ante
este tribunal. No habrá presente ningún inconverso, como tampoco ningún santo del AT. El
juicio en la Segunda Venida
El juicio de Israel (el pueblo judío).
Este juicio al final de la tribulación, que se describe en Ezequiel 20:34 – 38 y se ilustra en
Mateo 25: 1 – 30, tiene que ver con los supervivientes judíos que han sido recogidos de toda la
tierra a la tierra de Israel después de la victoria de Cristo sobre sus enemigos en Armagedón.
Las parábolas de las diez vírgenes y de los talentos (Mt. 25:1 – 13; 14 - 30) ilustran este
acontecimiento. Este juicio determinará quién tiene derecho a entrar en el reino mesiánico. Los
justos de Israel (los que den evidencia de fe en Cristo) entrarán en el reino para experimentar
la fidelidad de Dios a su pacto con la nación. Los que se demuestren infieles a Cristo (los
rebeldes) serán separados y echados a las tinieblas de afuera (Mt. 25:30). Debido a que Israel
fracasó en el papel que tenía asignado como luz de Dios para el mundo gentil, Dios prometió
que resplandecería otra Luz para los gentiles (Is. 60:1 - 3).
En tanto que Cristo vino como la verdadera luz (Jn. 1:9) en cumplimiento de la profecía de
Isaías, Dios pondrá aparte a Israel una vez más durante la tribulación como su luz al mundo
(Ap. 7:1 -8). Así, en la segunda venida de Cristo, se juzgará la fidelidad individual a aquella
misión. Los creyentes judíos que entren en el reino en sus cuerpos terrenales estarán entre los
primeros en repoblar la tierra durante el reinado milenario de Cristo. El juicio de los gentiles Est
e juicio tendrá también lugar al final de la tribulación (Jl. 3:1 - 2) en un lugar cercano a
Jerusalén, el valle de Josafat. Esos son los sobrevivientes gentiles de la tribulación que serán
juzgados por su trato de Israel (probablemente de los 144.000 señalados de Ap. 7) durante
aquel terrible período. Esos pueden ser los “hermanos” a que se hace referencia en Mateo
25:40.
Los gentiles justos se harán evidentes, porque cualquiera que trate a un judío con bondad,
especialmente durante los últimos tres años y medio de la tribulación, lo hará sólo a causa de
un corazón redimido. Por cuanto el gobierno del reino del Mesías será sobre Israel y las
naciones gentiles, y por cuanto ninguno de los no salvos entrará en el reino, habrá una
separación de los salvos (las ovejas) de los inconversos (las cabras), que serán asignados al
castigo eterno. Este juicio de personas individuales de las naciones (Mt. 25:32), no un juicio de
entidades nacionales. El juicio de los santos del AT y de la tribulación Este juicio (Dn. 12:2 -3;
Mt. 16:27) tendrá lugar también a la conclusión del período de la tribulación. Tanto los santos
del AT como los de la tribulación serán levantados de los muertos y recompensados.
Apocalipsis 20:4 – 6 describe esto como la primera resurrección. Algunos han encontrado esto
como conducente a confusión, porque muchos creyentes ya habrán resucitado para el tiempo
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ADVENIMIENTOS DE CRISTO
del arrebatamiento siete años antes. Sin embargo, la “primera resurrección” es una referencia a
una clase de creyentes resucitados y no a un punto cronológico.
La primera resurrección incluye a aquellos que recitan para vida eterna (Jn. 5:29) Los juicios
que siguen al reino milenario
El juicio de Satanás
El juicio de Satanás fue sellado eternamente en la cruz. No obstante, no es sino hasta después
de ser suelto por un tiempo al final del reinado milenario de Cristo, para una última oportunidad
de engaño y rebelión, que será echado al lago de fuego donde estarán ya la bestia y el falso
profeta, para padecer el tormento eterno (Ap. 20:7 - 10).
Aunque éste es el último juicio de Satanás, otras etapas de juicio preceden a su suerte final. A
la mitad de la tribulación es echado fuera del cielo y confinado a la tierra (Ap. 12: 7 – 12).
Luego, al final del reino milenario de Cristo ha de ser encadenado y echado al abismo (Ap. 20:1
- 3) El juicio de los ángeles caídos El juicio de los ángeles caídos tendrá fin cuando ellos, junto
con Satanás, serán juzgados por los creyentes (1Co. 6:3) y por Cristo (Mt. 25:41) y sean
echado al lago de fuego. Judas 6 – 7 y 2 Pedro 2:4 revelan
que antes de este tiempo muchos de los ángeles que inicialmente se unieron a Satanás en su
insurrección (Ap. 12:3, 4) fueron echados al abismo (el Tártano) para ser confinados hasta su
juicio final.
Otros han estado en libertad bajo la dirección de Satanás, sirviendo como malvados emisarios
suyos o demonio que guerrean contra Cristo y sus siervos (Mt. 12: 24 - 27) El juicio de los
muertos no salvos
Este juicio tendrá lugar al concluir el reino milenario de Cristo pero antes que comience el
estado eterno. En este tiempo, los incrédulos de todas las edades serán resucitados para que
comparezcan ante el gran trono blanco (Ap. 20:11 -15), cuando acudirán ante el Señor
Jesucristo (Jn. 5:22). En contraste con los creyentes que son llamados “los muertos en Cristo”,
esas personas son designadas como “muertos”.
No habrá necesidad de separar lo creyentes de los incrédulos, porque todos los que
comparezcan al juicio aquí habrán decidido durante sus vidas rechazar a Dios y a su Cristo. En
tanto que el Libro de la Vida sea abierto en el juicio del gran trono blanco, no dará los nombres
de los que están siendo juzgados. Los juzgados en ese tiempo lo serán en base de los libros
de obras que contienen evidencia indiscutible de que merecen con justicia la condenación
eterna por su incapacidad de ajustarse a una norma divina de la santidad. Puede que esos
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La suerte última de los no salvos es la de se echados al lago de Fuego. Esto recibe el nombre
de “la muerte segunda” El juicio de los cielos y la tierra que ahora son Este juicio es anunciado
en varios pasajes de las Escrituras (Ej. Mt. 24:35; Ap. 20:11), mientras que es descrito
específicamente en 2 Pedro 3:10. Esta destrucción es necesaria por dos razones: la presencia
del pecado en el universo y los efectos residuales de la maldición puesta sobre la creación.
En tanto que algunos teólogos mantienen una renovación de los cielos y de la tierra, y otros
una recreación, está claro que los nuevos cielos y la nueva tierra exhibirán un glorioso
contraste con el primer cielo y la primera tierra (Ap. 21:1 - 4). PACTOS PACTO
ABRAHÁMICO El
pacto de Dios con Abraham es expuesto e inaugurado en Génesis 12:1 – 3. Es posteriormente
reiterado en Génesis 13:14- 17, ratificado en Génesis 15 y definido en Génesis 17.
Es de nuevo reiterado en Génesis 22:15- 18. En cada caso, se dan mayores precisiones. Más
adelante es confirmado con Isaac (Gn. 26:3 - 5) y con Jacob (Gn. 28:13 - 15), y es
posteriormente mencionado como pacto de Dios “con Abraham, Isaac y Jacob” (2 R 13:23) Co
ncepto de pacto en las Escrituras
Pacto
significa un acuerdo o un contrato entre dos partes que obliga a una o a ambas partes a unas
ciertas obligaciones y compromisos. Las Escrituras contienen muchos tipos de pactos que
envuelven acuerdos legales entre naciones, individuos, reyes y sus súbditos, individuos y
pequeños grupos, marido y mujer, y entre el pueblo y Dios.
Este último tipo de pacto puede ser indicado por el pueblo (2 R 11:17; .Esd. 10:2 - 3), o por
Dios. El pacto abrahámico es un pacto divino en cuanto que fue iniciado por Dios. Las formas
del pacto bíblico se asemejan de una manera casi exacta a las formas de los tratados hititas,
específicamente al tipo entre soberano y vasallo. Los textos de los pactos bíblicos contienen
generalmente unos componentes similares a los textos de los tratados hititas, como un
preámbulo, prólogo histórico, disposiciones, reglas acerca del depósito y de la lectura del texto,
invocación de testigos, bendiciones y maldiciones y la celebración de un rito como ratificación.
Un pacto era a la vez solemne y vinculante.
El honor del hombre, incluso su vida, entraba en juego en la concertación de un pacto. Así para
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ADVENIMIENTOS DE CRISTO
Un pacto unilateral era vinculante sólo sobre una de las partes, la que presentaba la garantía.
El pacto abrahámico es un pacto unilateral, un pacto divino en el que Dios solo se compromete
a un curso de acción por medio de Abraham y de su simiente, curso irreversible (pues en caso
contrario Dios sería hallado mentiroso) y no puede quedan anulado por ningún incumplimiento
de Abraham ni de su simiente, porque la existencia y continuidad del pacto depende no de la
fidelidad de Abraham o de su simiente, sino sólo de Dios.
1. La tierra,
2. la simiente
3. la bendición
Cada uno de los pactos divinos que siguen son los resultados que se desprenden del pacto
abrahámico;
- El pacto palestino (Dt. 28 – 30) amplía el aspecto de la tierra del pacto abrahámico
- El pacto davídico (2 S 7:8 - 17) amplía el aspecto de la simiente
- El nuevo pacto (Jer. 31:27 – 37) amplía el aspecto de la bendición
De modo que el pacto abrahámico es la cabecera de la que manan todos los demás. El pacto
abrahámico, así, es determinante para todos los resultados que se desprenden del programa
de Dios tanto para Israel como para las naciones, y es la clave de la escatología bíblica. El
pacto abrahámico es de hecho la piedra angular del premilenarismo.
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Lo que está en debate es si el pacto debe ser comprendido literalmente. Una interpretación
literal demanda la perpetuación del Israel nacional y su restauración a la tierra en bendición y
su posesión eterna. Trasfondo del pacto En tiempos de Abraham, la maldad había vuelto a
extenderse por la tierra. Taré, el padre de Abraham, era un idólatra (Jos. 24:2), y es de suponer
que también lo era Abraham. De nuevo fue precosa la intervención divina. En lugar de destruir
los malvados como antes. Dios escogió a Abraham y lo sacó de una tierra idolátrica para
edificar una nueva nación mediante la que daría bendición a todo el mundo. A fin de tratar de
manera exclusiva con Abraham, Dios tuvo que separarlo de su familia y de su medio. Así, dio
una orden triple a Abraham. Él debía de abandonar:
1. Su país
2. La casa de su padre
3. Sus parientes (Gn. 12:1)
No es hasta que Abraham se separa de Lot (su sobrino), cumpliendo así la última parte de las
instrucciones de Dios, que Dios se aparece por tercera vez a Abraham (Gn. 13:14) y le reitera
las promesas iniciadas en 12:1 – 3 Esas nuevas promesas habrán de ser cumplidas por medio
de un pueblo enteramente nuevo. Dios no adoptó una familia ni trató con ninguna tribu
existente. Dios alteró radicalmente la vida de un hombre, Abraham, apareciéndole a él (Hch.
7:2) y llamándole para que fuera el “padre” de un nuevo pueblo, un pueblo escogido, el pueblo
de Dios.
Dios se reveló de tal manera a Abraham que cuando Dios le hizo una promesa, Abraham creyó
que Dios la cumpliría y que sería fiel a su palabra. En tanto que los movimientos de Abraham
de retirada física, desde lo general (tu país) hasta lo específico (la casa de tu padre) son
geográficamente históricos, quizá presentan sobre tonos espirituales de una retirada espiritual
que comienza en la periferia y que concluye con lo más íntimo.
Dios llama a Abraham a separarse (físicamente) de todo aquello que conocía (país, parentela,
la casa del padre) y a apartarse espiritualmente (de toda idolatría anterior) para ser sólo para
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Dios.
La iniciación y la promesa del pacto En Génesis 12:1 – 3 se inicia el pacto y se establecen las
promesas. El uso de la vav disyuntiva hebrea no secuencia en 12:1 indica que esa sección es
un paréntesis epexegético que vincula 11:32 con 12:4 (esto es, explica por qué Abraham había
emprendido el viaje desde Ur [11:31] hasta Canaán). Dios se le había aparecido en Ur (Hch.
7:2) y le había hecho las promesas como se enuncian en 12:1 -3, promesas anteriores a 11:31.
Tres importantes aspectos de la promesa que deberían distinguirse con sumo cuidado son el
contenido, los receptores y los beneficiaros de la promesa.
El contenido de la promesa es triple:
El receptor de la promesa fue Abraham solo (en este punto), aunque se dice que los
beneficiarios son el mismo Abraham, su simiente (descendientes) y todas las familias de la
tierra (12:1 – 3). Más adelante, la promesa es extendida a
1. Isaac (17:19),
2. Jacob (28:13 - 15)
3. Y a los hijos de Jacob (28:14) como receptores de las promesas del pacto por medio de
los cuales se cumplirían dichas promesas.
Naturaleza del pacto El pacto abrahámico ha de ser considerado como incondicional por las
siguientes razones:
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- El pacto es unilateral en cuanto que Dios sólo está ligado por las obligaciones del pacto.
No se impusieron condiciones de ninguna clase sobre Abraham en el contexto de su
ratificación (Gn. 15:9 - 12). De hecho, Abraham es excluido de pasar entre las piezas de los
animales en la ratificación formal de este pacto. Sólo Dios pasó a través de las piezas de los
animales (Gn. 15:17), obligándose eterna e irrevocablemente a su promesa a Abraham. Dios
confirmó de esta manera su juramento a Abraham mediante un pacto de sangre. Esto significa
que sólo Dios podría quebrantar el pacto porque sólo Dios está obligado por el pacto. Así, la
existencia y continuidad de este pacto no depende de compromisos de ambas partes (Dios y
Abraham), sino sólo de parte de Dios.
- Se dice de modo expreso que es eterno y por ello mismo incondicional (Gn. 13:15;
17:7)
- Es reiterado y confirmado a Abraham, Isaac, Jacob y a la nación de Israel después de
repetidas desobediencias por parte de cada uno de ellos.
- El pacto palestino y el pacto davídico se basan en el pacto abrahámico. Si el pacto
abrahámico, que da el derecho a la tierra, fuese anulado, esos pactos serían superfluos.
Hay sin embargo un elemento condicional de este pacto. Desde una perspectiva divina, este
pacto es incondicional en cuanto a que Dios cumplirá sus promesas. La desobediencia no
anula el pacto. Pero sí determina si un individuo o una generación de individuos tiene derecho
a las bendiciones del pacto.
Cualquier miembro de la comunidad del pacto podría perder su parte en las bendiciones del
pacto, pero no aquello que pertenece a su simiente o sucesores para la eternidad. La
condicionalidad no pertenece a la promesa divina, sino a los participantes que se beneficiarían
de ella. Esto es evidente en la narración de la temprana experiencia de las primeras dos
“generaciones” de Israel. Debido a que la primera generación de Israel (redimida de Egipto) no
quiso creer en Dios en Cades-barnea, aquella generación murió (Nm. 14:20). Luego, introdujo
a sus hijos en la tierra. Los hijos fueron asimismo advertidos de las consecuencias de la
desobediencia. Ellos también podrían perder sus bendiciones en la tierra si no obedecían.
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Ratificación del pacto (Gn. 15) Inmediatamente después del rescate de su sobrino Lot de
manos de Quedorlaomer y de los reyes aliados con él, Abraham rechaza los despojos de la
victoria que le ofrece el rey de Sodoma. Aunque hecho con intención recta (Gn. 14: 22 - 23),
aparentemente Abraham comienza a cuestionar la prudencia de su decisión (Gn. 15:1 - 3).
Como respuesta a la vacilante fe de Abraham, Dios reitera su triple promesa a Abraham
tocante a la tierra, a la simiente y a la bendición. Invirtiendo el orden, Dios asegura a Abraham
que en lo que atañe a bendición, su recompensa será muy grande (Gn. 15:1); en cuanto a la
simiente, será con su propio cuerpo el progenitor de innumerables descendientes (Gn. 15:4 -
5); y por lo que respecta a la tierra, Abraham la poseerá (Gn. 15:7)
Cuando Abraham pide seguridades acerca de su posesión de la tierra (Gn. 15:8), Dios
confirma su promesa con un pacto de sangre (Gn. 15:8 - 21).
Por cuanto sólo un animal era necesario para un pacto de sangre, la multitud de animales aquí
resalta la solemne importancia de este pacto. Normalmente, en la ratificación de un pacto de
sangre, ambas partes pasarían entre los trozos del animal obligándose mutuamente en un
pacto inalterable. Pero aquí se hace caer a Abraham en un profundo sueño (Gn. 15:12), y Dios
solo pasa entre las piezas de los animales (Gn. 15:17). Así Abraham viene a ser el receptor y
beneficiario de este pacto divino, pero no un partícipe. Por tanto, la existencia y continuidad de
este pacto no depende de Abraham.
Por cuanto Abraham no hizo (cortó) el pacto, no puede tampoco quebrantarlo. Dios solo
participó en el juramento y en la ratificación, ligándose a una promesa inalterable y aun curso
irreversible de acción. Así, se trata de un pacto unilateral, y es por ello mismo incondicional en
cuanto a su eventual cumplimiento. Abraham y su simiente (sus descendientes físicos por
medio de Isaac y Jacob), Israel, poseerán la tierra para siempre. Es importante observar la
relación con la ratificación de este pacto que
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La circuncisión no tiene el objeto de constituir un nuevo y distinto pacto, sino ser señal del
pacto abrahàmico ya existente. La observancia por parte del pueblo del pacto era indicación
de la realidad de la fe de ellos, y los hacía designables para la bendición bajo los términos del
pacto. Cuando un padre circuncidaba a su hijo, lo hacía por fe en las promesas del pacto y por
deseo de la designabilidad de su propio hijo en el pacto. La circuncisión identificaba así a un
pueblo que era designable para bendición. Pero la circuncisión, por sí sola, no garantizaba la
bendición. Era necesaria la fe. Sin embargo, la ausencia de la circuncisión excluía con
certidumbre a uno de la comunidad del pacto (Gn. 17:14).
La circuncisión de Ismael fue necesaria no porque fuese a ser el heredero del pacto por medio
de quien iba a perpetuarse el pacto, sino sencillamente porque era un miento de la comunidad
del pacto. La circuncisión, sin embargo, no aseguró la continuada designabilidad de Ismael en
el pacto. Aunque circuncidado, es echado porque es infiel y hostil al pueblo del pacto. Cumpli
miento histórico del pacto
Muchas de las promesas hechas a Abraham han sido cumplidas en las historia, y ello de
manera literal.
Tuvo un heredero con Sara; tuvo una descendencia innumerable, y fue (y sigue siendo) un
canal de bendición para otros (esto es, para su propia familia y casa, sus descendientes, y todo
el mundo). Además, la historia ha confirmado las bendiciones y maldiciones del pacto
abrahámico. Aquellas naciones que han perseguido y maldecido a Israel han sido maldecidas
por Dios. Aquellas que han bendecido a Israel, han sido bendecidas por Dios. PACTO
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DAVÍDICO Son
dos los pasajes principales que detallan la constitución del pacto davídico: 2 Samuel 7:11 – 17
y 1 Crónicas 17:10 – 15. En esos pasajes se concertó un pacto entre Dios y David, con David
como la cabeza representante de la casa de David, o la dinastía davídica.
Las disposiciones del pacto davídico
Hay un total de siete disposiciones de este pacto.
Luego, el aspecto de la simiente quedó adicionalmente limitado a una familia dentro de la tribu
de Judá: la familia de David. Luego se limitó adicionalmente, en Jeremías 22:24 – 30, donde se
decreta que en tanto que el Mesías iba a ser de la simiente de David, quedaba excluido de la
familia de Jeconías. Confirmación El pacto davídico es vuelto a confirmar en 2 Samuel 23:15;
Salmo 89:1 – 52; Isaías 9: 6 – 7; Jeremías 23:5 -6; Oseas 3:4 – 5; Luchas 1:30 – 35; Hechos
15:14 – 18, entre otros. El pacto davídico, al ser incondicional, sigue estando totalmente en
vigor. Su desenvolvimiento en esta edad Este pacto
prometía cuatro cosas eternas, una de las cuales era el descendiente eterno.
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El hecho de que el Mesías, el descendiente eterno, está ahora sentado a la diestra de Dios
Padre, como el mismo David profetizó en Salmo 110:1, muestra que el pacto está todavía en
actividad. En cumplimiento del aspecto de la simiente eterna del pacto davídico, Jesús recibe el
nombre de hijo de David (Mt. 1:1; Lc. 1: 32) y la raíz de David (Ap. 5:5). Cierto, Jesús no está
ahora gobernando desde el trono davídico sobre un reino de Israel, pero lo hará en el futuro.
Los teólogos del reemplazo insisten en que todo el pacto ha quedado ya cumplido, e insisten
en que la promesa del trono se cumplió cuando Jesús se sentó en el trono de su padre (Ap.
3:21).
No hay duda alguna acerca de que Jesús se sentó en el trono de su Padre (Ap. 3:21). No hay
duda alguna acerca de que Jesús está ahora sentado en el trono de Dios Padre. Sin embargo,
la promesa de Lucas 1:32 es que un día se sentará en el trono de su padre David. Es una
insensatez pretender que el trono de David y el trono de Dios sean el mismo ¡a no ser que los
teólogos del reemplazo quieran insistir en que David estuvo sentado en el trono de Dios Padre!
PACTO PALESTINO
El nombre
El nombre tradicional para este pacto es el pacto palestino, nombre legítimo en la época en que
fue acuñado, porque este pacto trata mayormente de la tierra conocida durante siglos como
Palestina. Sin embargo, éste es un término actualmente desafortunado por dos razones.
Escritura El principal pasaje bíblico acerca del pacto palestino es Deuteronomio 29:1 – 30; 20
Las disposiciones del pacto
Hay ocho disposiciones específicas en este “pacto de la tierra”
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Importancia del pacto de la tierra La importancia especial de este pacto es que reafirmaba el
título de propiedad de Israel a la tierra. Aunque Israel resultaría infiel y desobediente, el
derecho a la tierra nunca sería arrebatado a Israel. En tanto que su goce de la tierra está
condicionado a la obediencia, la propiedad de la tierra es incondicional. Además, muestra que
el condicional pacto Mosaico no echó a un lado el incondicional pacto Abrahámico.
LOS PACTOS Un pacto es un acuerdo entre dos partes y representa unas relaciones
establecidas entre Dios y el hombre, un hombre y otro, o una nación y otra. Las Escrituras
identifican dos clases de pactos: Condiciones e Incondicionales. Pacto
Condicional: E
s vinculante para ambas partes respecto a su cumplimiento, esto es, la respuesta de quien
establece el pacto está condicionada por la respuesta de la parte con la que se establece el
pacto.
Pacto Incondicional: A la inversa, es sólo vinculante para quien establece el pacto, aunque
ciertas bendiciones anexas al pacto incondicional pueden demandar alguna respuesta de la
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parte con la que se estableció el pacto a fin de que aquella parte reciba la bendición. Hay
cuatro rasgos que deben observarse por lo que se respecta a la naturaleza de los pactos.
1. Son literales
2. Son eternos
3. Dependen totalmente de la integridad con Dios
4. Fueron establecidos con un pueblo del pacto: Israel
Antes de identificar los pactos bíblicos, debemos identificar tres pactos teológicos. Ésos son
sustentados por el teólogo del pacto, que contempla las eras de la historia como el
cumplimiento progresivo del pacto que Dios hizo con pecadores en el que todos los que
acudiesen con Él por la fe serían salvos. Esos pactos son:
- El pacto de la redención (Tít. 1:2) en el que entraron los miembros de la Deidad antes
del tiempo, y en el que cada miembro asumió aquella parte del plan de la redención que
constituye su presente posición tal como se expone en la palabra de Dios. Este pacto está
sustentado primariamente por el hecho de que parece razonable e inevitable
- El pacto de obras designa a ciertas bendiciones de parte de Dios condicionadas al
mérito humano. Tiene sus orígenes en la teología amilenarista.
- El pacto de la gracia se entiende como indicativo de todos los aspectos de la gracia
divina para con la humanidad a lo largo de los siglos. El primero de esos pactos, la redención,
tiene un débil apoyo escriturario, mientras que los dos restantes no tienen ninguno. Se basa
primariamente en el razonamiento humano, con poca o ninguna consideración por el apoyo
escriturario.
Existen seis pactos bíblicos, de los que sólo uno, el mosaico, es condicional. Los restantes son
incondicionales, lo que significa que Dios los cumplirá soberanamente en algún punto futuro de
la historia.
I. El pacto noeico (Gn. 9:1 - 18). Se trata de un acuerdo perpetuo hecho con Noé en el
que Dios promete que nunca jamás volverá a destruir la tierra con un diluvio. Es incondicional
II. El pacto Mosaico (Ex. 20:1 – 31: 18). El cumplimiento de este pacto condicional se
basa en la obediencia humana y en la fidelidad de Dios. Este pacto fue quebrantado casi de
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III. El pacto abrahámico (Gn. 12: 1 - 15:17). Este pacto incondicional es progresivo en su
cumplimiento, y se compone de tres partes o subpactos, el palestino, el davídico y el nuevo.
Esos tres subpactos contienen las profecías tocantes a la tierra, a la simiente y a las futuras
bendiciones ara Abraham y su simiente.
IV. El pacto palestino (Dt. 28 – 30). Este pacto garantiza que Israel poseerá la tierra
Prometida. Es incondicional.
V. El pacto davídico (2 S 7:4 - 16) Este pacto incondicional promete que el trono de
David, y su linaje y reino serán eternos. Asegura el reinado milenario en el que Cristo reinará
sobre la tierra.
VI. El nuevo pacto (Jer. 31:31 – 33). Muchos de los antiguos dispensacionalistas
enseñaban que había dos nuevos pactos, uno para Israel en el reino y otro para la iglesia. Este
pacto incondicional tienen su cumplimiento final en el reino milenario. El pacto se estableció en
primer lugar con la nación de Israel (Jer. 31:31) e iba a reemplazar el pacto de Moisés, que la
nación de Israel había quebrantado y no podía cumplir (31:32). En la comida pascual con sus
discípulos, Jesús les explica la razón de su venidero sacrificio: “Esta copa es el nuevo pacto en
mi sangre” (Lc. 22:20). El nuevo pacto fue inaugurado y puesto en marca en Pentecostés con
la venida del Espíritu Santo. El sacrificio de Cristo beneficia a los creyentes en la actual
dispensación de la iglesia. También el apóstol Pablo, en 2 Corintios 3: 5 – 9, compara el nuevo
pacto con el pacto de la ley, y escribe: “Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes
de un nuevo pacto, no de la letra sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.
Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria… ¿cómo no será más
bien con gloria el ministerio del espíritu?” Porque si el ministerio de condenación fue con gloria,
mucha más abundará en gloria el ministerio de justificación”.
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