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Título
El Pastor Reformado
Autor(es) del Documento
Richard Baxter
Referencia del documento (Chicago)
Baxter, Richard. El Pastor Reformado. Trad. de Marvia Ann Crandell. EE. UU: Peregrino,
2017.
Palabras claves
Dios, Pastor, pecado, creyente, Cristo, Biblia, vigílate, Espíritu Santo, la obra, humildad,
disciplina, deberes del pastor.
¿Qué palabras nuevas aprendió?
Nadería: Cosa, dicho o hecho de poco valor o importancia.
Garambainas: Adornos superfluos y de mal gusto.
Ornamentado: Un ornamento o adorno es un elemento o composición que sirve para
embellecer personas o cosas.
Porcentaje de Lectura
Se logró leer el 100%
Tipo de trabajo
Desde capítulo I, hasta capítulo III Artículo 1. Aprox. 169 páginas
Resumen del documento
Baxter comienza hablando de la vigilancia del pastor mismos: en qué consiste la
vigilancia pastoral; Asegúrate de que la obra de la gracia salvadora sea completa en tu
propia alma. Asegúrate no solamente de estar en estado de gracia, sino de ejercer las
virtudes de forma enérgica y vigorosa, y de predicarte a ti mismo en los sermones que
escribes antes de predicarlos a los demás. Asegúrate de que tu ejemplo no contradiga tu
doctrina. Asegúrate de no cometer aquellos pecados contra los cuales predicas, haciéndote
culpable de lo mismo que condenas a diario. Finalmente, asegúrate de que no te falten las
cualidades necesarias para la obra.
Por otro lado, los motivos para esta vigilancia: Al igual que los demás, debes
ocuparte de tu salvación, pues tu alma también se salvará o se condenará para toda la
eternidad. Al igual que los demás, tienes una naturaleza caída e inclinada al pecado. Sé
vigilante, porque estás expuesto a mayores tentaciones que los demás. Sé vigilante porque
muchos te observan, y verán tus caídas. Sé vigilante porque tus obras requieren mayor
virtud que las de los demás. Sé vigilante, porque eres más responsable del honor de tu
Señor y Maestro, y de su santa Verdad y sus caminos, que los demás. En último lugar, el
éxito material de tus tareas depende de tu grado de vigilancia.
Pero si bien es deber mirar por todo el rebaño, hay que prestar una atención especial
a ciertos grupos. Muchos no comprenden bien este concepto, de manera que Baxter observa
algunos detalles: Debes trabajar, de manera especial, para la conversión de los inconversos.
Debes estar preparado para dar consejo al que acude a ti bajo convicción de pecado. Hay
que edificar a los que ya son verdaderos participantes de la gracia divina. La última clase
que requiere una atención especial, son los fuertes; porque también ellos necesitan ayuda
para conservar su virtud.
Debes vigilar especialmente a las familias para que sean ordenadas, cumpliendo los
deberes implícitos en cada relación. Debes ser diligente al visitar a los enfermos,
ayudándolos a prepararse bien para una vida fructífera, bien para una feliz muerte. Debes
reprender y amonestar a aquellos que viven de forma ofensiva o impenitente.
A su vez, la manera de vigilar: La tarea pastoral debe hacerse únicamente por Dios
y la salvación de las almas, y no con fines personales. La obra pastoral se ha de llevar a
cabo con diligencia y esmero, siendo sumamente importante para nosotros y los demás. La
obra pastoral se ha de llevar a cabo de manera ordenada y prudente. En el transcurso del
ministerio, debes insistir en las verdades más importantes y necesarias, dejando poco lugar
a lo demás. Toda la enseñanza debe ser tan sencilla como sea posible. Debes trabajar con
gran humildad. Debes ser serio y celoso en cada aspecto del trabajo.
Por otro lado, los usos de la humillación: Baxter dice; estimado hermano, hoy debes
humillarte ante Dios por las negligencias del pasado, implorando la ayuda de Dios para la
obra futura. No puedes esperar lo último sin lo primero. Si Dios te ayuda en el deber del
futuro, primero te humillará por el pecado del pasado. Uno de los peores y más palpables
pecados es el orgullo. Otro es que no te entregas a la obra de Dios con seriedad y diligencia,
sin reservas, como es debido. Otra manera de saber que no estas entregado enteramente al
servicio de Dios como es debido, es por el interés prevaleciente por los asuntos mundanos
en lugar de los intereses y la obra de Cristo.
Baxter demuestra en detalle que este deber está calculado para lograr este fin: Será
un medio muy útil para la conversión de los pecadores, ya que une los aspectos que más
fomentan este fin. Hará que la predicación pública sea más comprensible y más estimada.
Te ayudará a conocer a la gente y ganar sus corazones. Este conocimiento de los feligreses
te ayudará a admitir a la gente a participar en la Santa Cena. Mostrará la verdadera
naturaleza del oficio pastoral y hará que la gente lo tenga en mejor estima de lo normal.
Facilitará en gran manera la obra pastoral en las generaciones venideras.
Servirá a muchos pastores que tienen una tendencia excesiva al ocio, malgastando
su tiempo con conversaciones, negocios, viajes y recreaciones innecesarias. Extenderá los
distintos beneficios a toda la gente del entorno. La obra no quedará aquí, sino que se
extenderá por toda la nación. En último lugar, el peso y la excelencia del deber
recomendado son tales que la mayor parte de la reforma de la Iglesia, en términos de los
medios, consiste en ello.
Somos menos capaces de resistir en las pruebas. Caemos más pronto, y nos cuesta
más levantamos; es más probable que traigamos el escándalo y el reproche sobre nuestra
profesión de fe. Nos conocemos menos a nosotros mismos, y caemos más fácilmente en
errores en cuanto a nuestro estado, por no observar la corrupción qué nos asedia. Traemos
deshonra al Evangelio por esta debilidad, y servimos poco a los que nos rodean. En
resumen, aunque nuestra vida resulte menos provechosa para nosotros mismos y los demás,
estamos poco dispuestos y nada preparados para morir.
Deben hacer todo lo posible para la obra de Dios en unión y concordia. Para esto
sirven los sínodos: no para señorear unos sobre otros, haciendo leyes, sino para evitar las
confusiones, consultar para la edificación mutua, mantener el amor y la comunión, y seguir
unánimes en la obra que Dios ya nos ha encomendado.
Cada vez que mires la congregación, recuerda con fe que fue comprada con la
sangre de Jesús, y por eso debes mirar por ella con el más tierno amor e interés. Imagínate
la confusión del pastor negligente en el día final, cuando esta sangre del Hijo de Dios clame
en su contra; y que Cristo diga: "Desestimaste a los que compré con mi sangre; ¿crees que
te salvará a ti?". Ya que la sangre de Cristo nos reclama, que nos reclame al deber, no a la
condenación.