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RESUMEN
ABSTRACT
Correspondencia: marmaluf@gmail.com
* Los autores agradecen a Walter Arias por la traducción hecha del portugués al español del
presente artículo.
11
Neurociencia y aprendizaje de la lectura / María Regina Maluf y Renan Sargiani
CEREBRO Y LECTURA
1 Aunque existe una diferencia entre cerebro y encéfalo (conjunto de estructuras relacio-
nadas anatómica y funcionalmente y que incluyen al cerebro y otras estructuras), en el
presente artículo utilizaremos el término cerebro con una designación más amplia para las
estructuras neuroanatomofisiológicas involucradas en la habilidad de leer.
Una de las comptenecias más básicas para aprender a leer es con respecto al
dominio de la lengua oral. De acuerdo con Gombert (1990), un creciente número de
estudios vienen demostrando que los niños desde los primeros meses, y hasta desde los
primeros días de nacidos, son capaces de distinguir pequeñas diferencias en los soni-
dos del habla. Los niños adquieren el habla y paulatinamente desarrollan las habilida-
des metalingüísticas, que les permite reflexionar sobre el lenguaje y sus determinantes
en el aprendizaje de la escritura en sistemas alfabéticos. La conciencia metalingüística,
que se instala bajo la influencia de situaciones que requieren la reflexión sobre el len-
guaje oral (juegos con palabras, rimas, reconocimiento de semejanzas y diferencias
del habla), es un importante predictor del aprendizaje de la escritura, sobretodo la con-
en su sistema visual debido a su gran plasticidad cerebral. Por eso, ese es un mo-
mento propicio para el aprendizaje de nuevos objetos visuales, como es el caso de
las letras y las palabras escritas.
El procesamiento visual parece tener un importante papel inicial, que antece-
de y posibilita el procesamiento fonológico. Como la lectura involucra un proce-
samiento visual de letras, además del procesamiento fonológico, algunos estudios
recientes vienen buscando explicaciones para las diferencias de desempeño en
lectura que no pueden ser explicadas por el papel de las habilidades fonológicas.
En ese sentido, Bosse, Tainturier y Valdois (2007) introdujeron un concepto de
amplitud visuoatencional (AVA) para explicar las dificultades del procesamiento
de conjuntos de letras. La AVA (Visual Attention Span en inglés y Empan visuo-
attentionnel en francés) fue definida como el número de elementos visules distin-
tos –i.e., números, letras, etc.– que pueden ser procesados simultáneamente dentro
de un conjunto multi-elementos (palabras y secuencias numéricas). Las autoras
demostraron que los niños disléxicos pueden tener prejuicios en la conciencia fo-
némica y en la AVA, vistos como independentes, y que esos prejuicios pueden
afectar a lectura.
Según, Bosse y Valdois (2009) con respecto a la AVA se referen al tamaño
de la ventana visuoatencional (AVA) del modelo memoria multi-trazo (MMT) de
lectura (Ans, Carbonnel & Valdois, 1998). Bosse y Valdois (2009) demostraron que
independientemente del procesamiento fonémico, la AVA contribuyó para el desem-
peño en lectura de los niños franceses sin dislexia de 1º a 5º año de escolarización.
Además de eso, demostraron que la AVA, así como la conciencia fonémica, desem-
peñó un papel más importante al inicio del aprendizaje de la lectura de esos niños
franceses. Sargiani (2013) demostró que la AVA, así como la conciencia fonémica,
se relaciona con el desempeño de niños brasileños de 1º, 3º y 5º año de enseñanza
elemental. Demostró también que esas correlaciones fueron más fuertes en 1º año,
y se mantuvieron fuertes aún en el 3º año y en el 5º año para la lectura de palabras
irregulares y pseudopalabras. Esos hallazgos sugieren que la AVA y la conciencia fo-
némica desempeñan un papel más importante en el aprendizaje inicial de la lectura,
y posteriormente en el aprendizaje de palabras nuevas.
La neurociencia cognitiva ofrece evidencias para explicar un fenómeno muy
común al aprendizaje de la lectura y la escritura: la llamada escritura en espejo o
escritura reflejada. Prácticamente todos los alfabetizadores y los investigadores
del aprendizaje de la lectura se han topado con niños que escriben letras y pala-
bras enteras invertidas (de atrás para adelante). Existen evidencias que sugieren la
existencia de un estadio de espejo en prácticamente todos los niños en el curso del
aprendizaje de la lectura y la escritura.
De acuerdo con Dehaene (2012), la escritura en espejo es muchas veces aso-
ciada a la dislexia, aunque no tenga ninguna relación con ella. El cerebro humano
heredó de la evolución, un mecanismo de invarianza visual para simetrizar en
espejos. Esa invarianza visual es necesaria, por ejemplo, para que nos podamos
auto-reconocer en los espejos, de lo contrario nuestra propia imagen reflejada se-
ría desconocida por nuestro cerebro. Esa invarianza, que se sitúa en el Área de la
Forma Visual de las Palabras (Visual Word Form Area - VWFA), donde las palabras
y las caras son reconocidas, de modo que tanto las letras como las caras, puedan
ser reconocidas de derecha a izquierda como de izquierda a derecha. De ese modo,
no es de extrañar que para los lectores novatos exista una gran confusión entre
letras como p, b, q, d, porque hasta ese momento esas letras eran percibidas como
idénticas; es preciso entonces “desaprender” esa invarianza en el caso de las le-
tras. Ese “des-aprendizaje” debe ser promovido por la enseñanza, esto es, que los
profesores deben llamar la atención de los niños en las diferencias y semejanzas
existentes entre letras, posibilitando así que ellos modifiquen su invarianza para el
reconocimiento en espejo, específicamente en el caso de las letras.
ENSEÑAR A LEER
que son abstracciones, lo que dificulta su percepción en el habla. Por otro lado,
existen evidencias de que los nombres de las letras, por ejemplo, pueden facilitar
la percepción de los fonemas.
Estudios en diferentes idiomas vienen demostrando que los niños se bene-
fician del conocimiento del nombre de las letras, escuchando la pronunciación
de las palabras (e.g.: el nombre de la letra t, /te/, puede ser oído al pronunciar
teléfono), para aprender a leer y a escribir (e.g. Cardoso-Martins & Batista, 2005;
Pollo, Kessler & Treiman, 2005; Pollo, Treinan & Kessler, 2008). Además de eso,
conocer los nombres de las letras y/o los sonidos de las letras del alfabeto, facilita
la memorización de palabras escritas, generando un poderoso sistema mnemóni-
co para recordar la ortografia de las palabras (Ehri & Wilce, 1985; de Abreu &
Cardoso-Martins, 1998).
La segunda dificultad citada por Rayner y otros (2001) es con respecto a
la falta de correspondencia biunívoca absoluta entre fonemas y grafemas. En un
sistema alfabético ideal, la correspondencia entre sonidos y letras sería total: cada
fonema correspondería a apenas un grafema y viceversa. Sin embargo, en la ma-
yoría de la escritura alfabética esa correspondencia total es prácticamente impo-
sible y cada sistema ofrece mayores o menores dificultades para el aprendizaje de
las correspondencias entre letra y sonido (Pacton, 2008).
Debido a la relativa regularidad de las correspondencias grafema-fonema en
el portugués de Brasil, un buen número de palabras puede ser leído por medio de
la decodificación (segmentación de la palabra escrita en grafemas, traducción de
los grafemas en fonemas y después recombinación de los fonemas). Del mismo
modo, las palabras que incluyen un grafema irregular podrían ser leídas correcta-
mente, si fuera utilizada una estrategia de recombinación fonémica asociada a la
consulta del léxico oral para verificar la pronunciación.
No obstante, como ya señalamos que la base cerebral es importante para
aprender a leer y escribir, la idea fundamental de este artículo es con respecto
al carácter necesario de la enseñanza para que cada individuo pueda acceder al
dominio de esas habilidades.
En ese sentido nos parece oportuno someter a consideración los siete prin-
cipios para la enseñanza de la lectura, enlistados por Dehaene (2011) con base
en las evidencias producidas por las investigaciones en neurociencias y propues-
tos por él en un texto de carácter aplicado en que se propone ir “de las ciencias
cognitivas al salón de clase”. Él enfatiza que se trata de hipótesis de trabajos, a
ser validadas o refutadas por la experiencia. Pero también destaca que no son
hipótesis aleatorias, pero sí hipótesis fundamentadas en bases sólidas de evi-
dencias de la neurociencia cognitiva. Seguidamente presentamos una pequeña
síntesis de esos siete principios.
Progresión racional
La enseñanza de la lectura debe seguir una progresión continua y racional.
No se debe enseñar más de lo que los aprendices deben saber en el momento. Con
los niños muy pequeños, ya es posible trabajar aspectos fonológicos del lenguaje.
Se debe introducir los grafemas y sus reglas de combinación. Se debe considerar la
frecuencia de los grafemas y los fonemas, las regularidades entre esas correspon-
dencias, la complejidad de la estructura silábica consonante-vocal (CV) y vocal-
consonante (VC), antes de CVC, CCV, etc. Es preciso también enseñar unidades
pequeñas, porque de lo contrario, muchas letras al mismo tiempo pueden sobrecar-
gar la memoria de los niños y la enseñanza se torna ineficaz.
CONSIDERACIONES FINALES
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